Iglesias Del Nuevo Testamento - Leccin 4 - 53112

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Cristo murió: No tuvo que morir porque no había pecado (Hebreos 4:15). Murió en lugar de los pecadores perdidos. Aunque era el Señor de todo, se convirtió en la Víctima del castigo que el hombre merecía. A través de la muerte venció a Satanás y libró a los creyentes del temor de la muerte. Su muerte era real así como Su liberación de la muerte es real. Cristo murió en una manera degradante y dolorosa: Murió por crucifixión, la manera más vergonzosa por la cual uno podía morir. Solamente los esclavos y los peores criminales eran sometidos a ese castigo. La crucifixión era una muerte dolorosa, vergonzosa y detestable (Deuteronomio 21:22-23; Gálatas 3:13). EL SEÑOR DEL CRISTIANO Cristo murió, pero no permaneció muerto. Fue sepultado, pero el sepulcro no lo retuvo. Fue humillado, pero Su gloria irradió con más brillantez que antes. ¡Jesús resucitó de la muerte! Dios le dio un nombre que es sobre todo nombre. Los judíos consideraban que el nombre de Jehová era el nombre supremo. Para ellos, Pablo estaba diciendo que, en la resurrección, Dios dio a Jesús el nombre de Jehová: ¡Su propio indecible nombre! Así es. Hay otra interpretación. Algunos consideran que «Jesús» es el nombre que está ahora sobre todo. Su nombre, Jesús (que significa Salvador), es el nombre victorioso por el cual los hombres son librados de sus pecados. Es apropiado que Jesús tenga un nombre digno de Su posición. ¿Dónde está? Dios lo elevó a las excelsas alturas. Está ahora sentado a la diestra del trono de Dios (Marcos 16:19; Romanos 8:34; Hebreos 1:3; 12:2). El que se sienta en el lugar más alto tiene el derecho de llevar el nombre más alto. La misma declaración de Su nombre lleva la autoridad. Todos los seres creados con el don de la inteligencia reconocerán y adorarán Su bendito nombre. ¿Quién se inclinará ante Él al declararse Su nombre? (1) Todos los seres celestiales: los ángeles y toda la hueste celestial lo adorarán. (2) Todos los seres de la tierra: los seres humanos le confesarán. (3) Todos los seres debajo de la tierra: los condenados en el infierno lo reconocerán. ¿Por qué se inclinarán ante el nombre de Jesús? Dios el Padre será glorificado. Ese es el fin de toda la obra creadora y redentora de Dios. El Padre lo envió y le señaló Su obra. El Padre habló por medio de Él, lo resucitó de los muertos y lo exaltó. El Padre será glorificado en Su entronización y adoración. Jesucristo, el que murió por los pecadores, ha resucitado y está activo en el mundo. Los cristianos lo conocen personalmente en una experiencia de gracia. Pueden también vivir en comunión personal con Él, al vivir Él Su vida por medio de ellos día por día. La vida normal del creyente es una vida de comunión continua con el Señor Jesucristo viviente. Iglesias del Nuevo Testamento 4 4 L L a a I I g g l l e e s s i i a a d d e e l l C C r r i i s s t t o o R R e e s s u u c c i i t t a a d d o o : : F F i i l l i i p p o o s s Filipenses 2:1-11 1 Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia, 2 completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa. 3 Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; 4 no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. 5 Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, 6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. 9 Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, 10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; 11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.” La Lección en Resumen Cada iglesia debe creer y confesar que el Cristo resucitado es Señor de todo. «Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos» (1 Pedro 1:3).

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Cristo murió: No tuvo que morir porque no había pecado (Hebreos 4:15). Murió en lugar

de los pecadores perdidos. Aunque era el Señor de todo, se convirtió en la Víctima del

castigo que el hombre merecía. A través de la

muerte venció a Satanás y libró a los creyentes del

temor de la muerte. Su muerte era real así como Su

liberación de la muerte es real.

Cristo murió en una manera degradante y

dolorosa: Murió por crucifixión, la manera más

vergonzosa por la cual uno podía morir. Solamente

los esclavos y los peores criminales eran sometidos

a ese castigo. La crucifixión era una muerte

dolorosa, vergonzosa y detestable (Deuteronomio

21:22-23; Gálatas 3:13).

EL SEÑOR DEL CRISTIANO

Cristo murió, pero no permaneció muerto. Fue sepultado, pero el sepulcro no lo retuvo. Fue

humillado, pero Su gloria irradió con más brillantez que antes.

¡Jesús resucitó de la muerte! Dios le dio un nombre que es sobre todo nombre. Los judíos

consideraban que el nombre de Jehová era el nombre supremo. Para ellos, Pablo estaba

diciendo que, en la resurrección, Dios dio a Jesús el nombre de Jehová: ¡Su propio indecible

nombre! Así es. Hay otra interpretación. Algunos consideran que «Jesús» es el nombre que

está ahora sobre todo. Su nombre, Jesús (que significa Salvador), es el nombre victorioso

por el cual los hombres son librados de sus pecados.

Es apropiado que Jesús tenga un nombre digno de Su posición. ¿Dónde está? Dios lo elevó a

las excelsas alturas. Está ahora sentado a la diestra del trono de Dios (Marcos 16:19;

Romanos 8:34; Hebreos 1:3; 12:2). El que se sienta en el lugar más alto tiene el derecho de

llevar el nombre más alto.

La misma declaración de Su nombre lleva la autoridad. Todos los seres creados con el don

de la inteligencia reconocerán y adorarán Su bendito nombre.

¿Quién se inclinará ante Él al declararse Su nombre? (1) Todos los seres celestiales: los

ángeles y toda la hueste celestial lo adorarán. (2) Todos los seres de la tierra: los seres

humanos le confesarán. (3) Todos los seres debajo de la tierra: los condenados en el infierno

lo reconocerán.

¿Por qué se inclinarán ante el nombre de Jesús? Dios el Padre será glorificado. Ese es el fin

de toda la obra creadora y redentora de Dios. El Padre lo envió y le señaló Su obra. El Padre

habló por medio de Él, lo resucitó de los muertos y lo exaltó. El Padre será glorificado en Su

entronización y adoración.

Jesucristo, el que murió por los pecadores, ha resucitado y está activo en el mundo. Los

cristianos lo conocen personalmente en una experiencia de gracia. Pueden también vivir en

comunión personal con Él, al vivir Él Su vida por medio de ellos día por día. La vida normal

del creyente es una vida de comunión continua con el Señor Jesucristo viviente.

Iglesias del Nuevo Testamento

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LLaa IIgglleessiiaa ddeell CCrriissttoo

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Filipenses 2:1-11

“1

Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia,

2 completad mi gozo, sintiendo lo mismo,

teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa.

3 Nada hagáis por contienda o por

vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo;

4 no

mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros.

5 Haya, pues, en vosotros

este sentir que hubo también en Cristo Jesús, 6

el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,

7 sino que se despojó a sí

mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;

8 y estando en la condición de hombre, se

humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. 9

Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre,

10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en

los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; 11

y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.”

La Lección en Resumen Cada iglesia debe creer y confesar que el Cristo resucitado es Señor de

todo. «Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según

su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos» (1 Pedro 1:3).

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El apóstol Pablo llevó el evangelio a la ciudad de Filipos en su segundo viaje misionero.

Años después, estando el apóstol en prisión en Roma, escribió una carta a los filipenses,

recordándoles que el Cristo resucitado es Señor de todo, y que ellos debían seguir Su

ejemplo en todo.

Sólo el cristianismo basa su fe en el hecho de que su Fundador en realidad murió, fue

sepultado y resucitó de la muerte en una resurrección corporal. La resurrección de Jesucristo

es el corazón del evangelio.

EL INCENTIVO DEL CRISTIANO

La consolación en Cristo: Se encuentra una gran consolación, ayuda y aliento en la

relación personal con el Cristo viviente. Esta seguridad es un estímulo que despierta el

espíritu del creyente y lo hace alentar a sus hermanos en el Señor.

Ahí está la distinción entre un cristiano que se regocija en la seguridad y uno que se

preocupa por la ansiedad. Uno disfruta la «consolación en Cristo»; el otro, no. Tal incentivo

es la herencia del que cree en Jesús. Usted también puede vivir gozosamente en la

suficiencia que Dios le ha provisto en Jesucristo.

El consuelo de amor: El apóstol Juan escribió maravillado: «Mirad cuál amor nos ha dado

el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios…» (1 Juan 3:1). Nosotros también

podemos maravillarnos de Su amor manifestado en Cristo.

Hay un poder persuasivo en el amor de Dios. No es suficiente saber que Jesús me amó tanto

que fue a la cruz por mí hace siglos. Es maravilloso que me ame hoy tanto como en ese

entonces. El amor de Cristo para conmigo me da un incentivo para la acción cada día. La

resurrección significa que Cristo está vivo, amándome y viviendo Su vida por medio de mí.

¡Ese es un milagro!

La comunión del Espíritu: La comunión sugiere una participación mutua. La «comunión

del Espíritu» puede ser una de dos experiencias: (1) Puede referirse a nuestra comunión con

el Espíritu Santo día por día en nuestros tiempos de adoración privada. (2) Puede referirse al

compañerismo común entre los creyentes basado en la unidad producida por el Espíritu.

Cristo, el Salvador viviente, es la clave para cualquier área de la «comunión del Espíritu».

El Espíritu Santo vino en respuesta a Su petición al Padre (Juan 14:16).

Vino como Compañero para los creyentes así como Jesús era su Compañero durante Su

ministerio terrenal (Juan 14:17-18). Es el Espíritu de Cristo (Romanos 8:9; 1 Pedro 1:11).

La comunión está relacionada con la resurrección de Jesucristo.

El afecto entrañable y la misericordia: La misericordia tierna y la compasión sincera

marcan a los que están vitalmente relacionados con Jesucristo. Tal afecto es un reflejo del

amor que el Cristo viviente tiene para con nosotros. Él ama a otros por medio de nosotros.

El «si» de Pablo al comienzo del versículo no sugiere duda. Debería ser más bien traducido

«ya que». Hay consolación en Cristo, consuelo en Su amor, comunión en Su Espíritu y

afecto de amor que surge del creyente. Ese es el motivo de todo el servicio cristiano.

EL CARGO DEL CRISTIANO

La unidad: La armonía debe marcar a los que viven bajo el dominio del Cristo viviente.

Con los corazones palpitando como uno, ministran como si tuvieran una sola mente y un

solo espíritu entre ellos. Eso se espera, si cada uno tiene al Espíritu Santo y vive entregado

al Señor Jesús. El gran deseo es que Jesús sea supremo, amado y honrado sobre todo. En tal

atmósfera habrá amor, armonía y unidad de propósitos.

La humildad: El buscar el beneficio personal o actuar con ambición mezquina no tiene

lugar en la vida cristiana. Cada cristiano debe considerar a otros más importantes que sí

mismo. La unidad nunca vendrá donde cada uno se interesa de sus propias preferencias

egoístas.

Jesús es el ejemplo supremo de la humildad verdadera. Se humilló por nuestra causa y se

hizo «obediente hasta la muerte, y muerte de cruz». Desea que los creyentes vivan con el

mismo espíritu que Él manifestó: un espíritu de entrega por causa de otros.

La amabilidad: El creyente debe interesarse por el bienestar de los demás. Esto está

relacionado al mandato: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Mateo 19:19). Tal

actitud en el creyente depende de una relación vital con el Cristo viviente. Cristo así vive Su

vida en nosotros, ama a otros a través de nosotros y sirve a otros por medio de nosotros. El

cristiano, entonces, llega a ser la personificación del Espíritu de Dios.

EL EJEMPLO DEL CRISTIANO

Cristo era en forma de Dios: El término «forma» significa más aquí que la apariencia

externa; representa la misma esencia de la naturaleza de Dios. Jesús era «la imagen del Dios

invisible» (Colosenses 1:15) y «la imagen misma de su sustancia» (Hebreos 1:3).

Cristo era igual a Dios: Todo el universo reconocía que Cristo, en Su estado preencarnado,

era igual a Dios el Padre. «…el Verbo era Dios» (Juan 1:1). Cristo estaba seguro de eso.

Dijo: «Yo y el Padre uno somos» (Juan 10:30).

Cristo se despojó a Sí mismo: Se despojó a Sí mismo de las prerrogativas divinas, de Su

gloria divina y del uso de Sus atributos divinos. (No se despojó de la naturaleza divina, pues

era Dios aunque estaba en carne humana). Cambió de la semejanza de Dios y tomó la

semejanza de los hombres, dejando las evidencias de Su naturaleza divina y tomando la

identidad de la humanidad pecadora. ¡Qué milagro de amor y gracia!

Cristo tomó la forma de siervo: El que era la misma esencia de la deidad, tomó la misma

esencia de la servidumbre. El Amo soberano de todo vino a ser el Siervo humilde de todos.

Dios dijo de Él: «He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene

contentamiento…» (Isaías 42:1).

Cristo fue hecho semejante a los hombres: He ahí el Amo convertido en Siervo, el

Creador convertido en Criatura. Porque los pecadores son carne y sangre, Jesús también

tomó la misma naturaleza para poder librarlos (Hebreos 2:14-17). Su humanidad era tan

real como Su deidad.