Ignacio Martin Baro

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Subjetividad y Cultura Revista Subjetividad y Cultura http://subjetividadycultura.org.mx Ignacio Martin-Baró. El 16 de noviembre de 1989 una noticia estremeció a un mundo ya acostumbrado a los estremecimientos. La información comunicaba que seis sacerdotes jesuítas de la Universidad Centroamericana de El Salvador habían sido asesinados por (y la investigación confirmó lo por todos sabido) militares de ese país, en una acción de represalia por la ofensiva del Frente guerrillero Farabundo Martí. Entre ellos se encontraba Ignacio Martín-Baró, psicólogo, en ese momento Vice-Rector Acadé- mico de la Universidad, miembro de la redacción de la Revista de Psicología de El Salvador, autor de múltiples artículos, investigaciones y libros (entre ellos Acción e ideología y Sistema, grupo y poder -tomos I y II de Psicología social desde Centroa-mérica-, La opinión pública salvadoreña ,etc), viajero incansable para la defensa de sus principios en encuentros académicos de todo tipo y, sobre todo, un apasionado luchador por los derechos de su pueblo (su origen español jamás le impidió adaptarse en serio a su elección de largos años por El Salvador). Al cumplirse un año de su asesinato la Red en Salud Mental y Derechos Humanos organizó un homenaje a través de su sistema, donde participaron con trabajos diferentes profesionales y organizaciones. De esos materiales, recogidos y publicados en mimeo por Brinton Lykes, extraemos el enviado por Enrique Guinsberg, co-director de Subjetividad y Cultura. ¿Qué puede decirse de nuevo sobre Nacho, y en pocas líneas, para quienes, miembros de la Red de Salud Mental y Derechos Humanos, ya conocen bien tanto su obra como su trabajo? ¿Reiterar una vez más su capacidad, tanto creadora como práctica, y destacar sus cualidades de amigo? Obligado a elegir entre todo lo que puede decirse (y que ya se decía antes de que fuera ase- sinado, o sea que no es un homenaje de los que se hacen ante las desapariciones físicas) opto por destacar -hecho también conocido- su no dudar ante que hacer en las condiciones concre- tas de El Salvador, sin disociar su totalidad de hombre, universitario y psicólogo. Parece fácil pero no lo es, y demasiadas experiencias actuales lo demuestran. Máxime en una época donde las supuestas o reales "crisis de paradigmas" sirven para la no participación en situaciones que exigen una praxis comprometida, que vaya más allá de las sesudas elucubraciones o las lúcidas "críticas" hechas desde ecritorios sin riesgos. Sus propias palabras son categóricas al respecto: En los momentos actuales pienso que la psicología social debe conducir a una psicología política como su fruto más propio. Sé que algunos colegas latinoamericanos y europeos (podría haber agregado que también latinoamericanos, posiblemente hoy la mayoría) nos alertan sobre el peligro de mezclar ciencia con activismo, y de confundir la teoría con reivindicaciones políticas. Es posible que en ocasiones caigamos en ese error. Pero tanto se puede errar por carta de más como por carta de menos, y a mí me resulta preferible fracasar en el intento comprometido por hacer historia como parte de un pueblo, que en el esfuerzo pseudoaséptico por mantenerse al margen de 1 / 2

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articulo de la revista subjetividad y cultura, breve reseña, biografía, abordaje y comentarios de las obras de Ignacio martin baró

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Ignacio Martin-Baró.

El 16 de noviembre de 1989 una noticia estremeció a un mundo ya acostumbrado a losestremecimientos. La información comunicaba que seis sacerdotes jesuítas de la UniversidadCentroamericana de El Salvador habían sido asesinados por (y la investigación confirmó lo portodos sabido) militares de ese país, en una acción de represalia por la ofensiva del Frenteguerrillero Farabundo Martí.

Entre ellos se encontraba Ignacio Martín-Baró, psicólogo, en ese momento Vice-Rector Acadé-mico de la Universidad, miembro de la redacción de la Revista de Psicología de ElSalvador, autor de múltiples artículos, investigaciones y libros (entre ellos Acción e ideología ySistema, grupo y poder -tomos I y II de Psicología social desde Centroa-mérica-, La opiniónpública salvadoreña ,etc), viajero incansable para la defensa de sus principios en encuentrosacadémicos de todo tipo y, sobre todo, un apasionado luchador por los derechos de su pueblo(su origen español jamás le impidió adaptarse en serio a su elección de largos años por ElSalvador).

Al cumplirse un año de su asesinato la Red en Salud Mental y Derechos Humanos organizó unhomenaje a través de su sistema, donde participaron con trabajos diferentes profesionales yorganizaciones. De esos materiales, recogidos y publicados en mimeo por Brinton Lykes,extraemos el enviado por Enrique Guinsberg, co-director de Subjetividad y Cultura.

¿Qué puede decirse de nuevo sobre Nacho, y en pocas líneas, para quienes, miembros de laRed de Salud Mental y Derechos Humanos, ya conocen bien tanto su obra como su trabajo?¿Reiterar una vez más su capacidad, tanto creadora como práctica, y destacar sus cualidadesde amigo?

Obligado a elegir entre todo lo que puede decirse (y que ya se decía antes de que fuera ase-sinado, o sea que no es un homenaje de los que se hacen ante las desapariciones físicas) optopor destacar -hecho también conocido- su no dudar ante que hacer en las condiciones concre-tas de El Salvador, sin disociar su totalidad de hombre, universitario y psicólogo.

Parece fácil pero no lo es, y demasiadas experiencias actuales lo demuestran. Máxime en unaépoca donde las supuestas o reales "crisis de paradigmas" sirven para la no participación ensituaciones que exigen una praxis comprometida, que vaya más allá de las sesudaselucubraciones o las lúcidas "críticas" hechas desde ecritorios sin riesgos.

Sus propias palabras son categóricas al respecto: En los momentos actuales pienso que lapsicología social debe conducir a una psicología política como su fruto más propio. Sé quealgunos colegas latinoamericanos y europeos (podría haber agregado que tambiénlatinoamericanos, posiblemente hoy la mayoría) nos alertan sobre el peligro de mezclar cienciacon activismo, y de confundir la teoría con reivindicaciones políticas. Es posible que enocasiones caigamos en ese error. Pero tanto se puede errar por carta de más como por cartade menos, y a mí me resulta preferible fracasar en el intento comprometido por hacer historiacomo parte de un pueblo, que en el esfuerzo pseudoaséptico por mantenerse al margen de

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ella. La precaución, perfectamente válida, no debe llevar a la inacción, así como el rigorcientífico no tiene por qué confundirse con la carencia de opciones.

Su intención era clara y coherente con lo anterior: Nuesfro objetivo último consiste en articularla perspectiva de los condenados de esta tierra centroamericana en el trabajo de la psicologíasocial como ciencia y como praxis. Por ello, el criterio definitivo sobre el valor de estaobra ("Psicología social desde Centroamérica") no puede cifrarse en su valor convencional o ensu coherencia a nivel abstracto, sino en su contribución efectiva,, por pequeña que sea, alproceso de liberación de los pueblos centroamericanos.

Toda su obra puede, y debe, discutirse. Pero en esta época de "crisis de paradigmas" su praxispuede, y debe, convertirse en un verdadero paradigma. ?

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