Ignacio Martín Baró Final

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Ignacio Martín Baró Recorrido histórico por la vida de Ignacio Martín Baro y algunos de los aspectos mas importantes del contexto que hicieron de su obra lo que es. lunes, 16 de agosto de 2010 Biografía de Ignacio Martín Baró Tomado de imágenes de Google de Journal Psicológico Boletín de Noticias Psicológicas. "La conciencia no es simplemente el ámbito privado del saber y sentir subjetivo de los individuos sino, sobre todo, aquel ambito donde cada persona encuentra el impacto reflejo de su ser y de su hacer en la sociedad donde asume y elavora un saber sobre si mismo y sobre la realidad que le permite ser alguien, tener una identidad personal y social"

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Ignacio Martn BarRecorrido histrico por la vida de Ignacio Martn Baro y algunos de los aspectos mas importantes del contexto que hicieron de su obra lo que es.lunes, 16 de agosto de 2010Biografa de Ignacio Martn Bar

Tomado deimgenesde Google de JournalPsicolgicoBoletnde NoticiasPsicolgicas.

"La conciencia no es simplemente elmbitoprivado del saber y sentir subjetivo de los individuos sino, sobre todo, aquel ambito donde cada persona encuentra el impacto reflejo de su ser y de su hacer en la sociedad donde asume y elavora un saber sobre si mismo y sobre la realidad que le permite ser alguien, tener una identidad personal y social"

Por IgnacioMartnBar

Ignacio Martn Bar naci el 7 de noviembre de 1942 en Villadolid, en 1959 entra al noviciato de Ordua dondedespusde un tiempo es trasladado a Villagracia y luego a Santa Tecla en El Salvador. En 1961 el Joven Martn Bar o Nacho como tambien era conocido, estudi humanidades en la Universidad Catolica, un ao despus se tralado a la Ciudad de Bogot, donde estudiofilosofa.En 1966 como es normal en los estudios de los jusuitas, Bar paus sus estudios para irse al colegio Externado donde ejercio como profesor. En este mismo momento, Martn Bar fue enviado a estudiar teologia en Frankfurt, susltimosaos de estudio en dicha carrera los realiz en El salvador. Este regreso de Martn Bar a Centroamercca tuvo su origen en las intenciones de Ellacuria de traer algo de la formacion jesuita.Durante el tiempo que Martn Bar estuvo en Bogota, su pasion e interes por la psicologia fueron creciendo, fue en ese instante donde decidi leer todo lo que encontrara sobre el tema.Despusde que l terminara sus estudios de teologia en El Salvador, Bar se dedico a los estudios en psicologa, en la UCA, del mismo modo, tiempo despues Martn Bar fue profesor de psicologa. Para Bar no fue suficiente la licencietura en psicologa, razon por la cual decidi continuar sus estudios con una maestria en Estadso Unidos. A Martin Bar se le conoca como una persona dedicada en sus estudios y preocupada por estar actualizado de la realidad de El Salvador. De regereso a El Salvador, Bar retomo su funcion de docente, al igual que fundo un Instituto Universitario deOpininPublica, el cual tena como objetivo que todos los habitantes de la region pudieran expresar su opinin sin temor a cualquier repercusin que esto implicara. Esta creacin del instituto surge del convencimiento que Bar tenia de que los psicologos tenian la obligacin de promover espacios de comunicacin que ayudaran a la investigacin y al cambio practico. Barmuriasesinado en 1989 por el ejercitosalvadoreo, quienes realizaron una encrucijada en la cual l y otros sacerdotes eran losobjetivosde lamisin. (http://www.uca.edu.sv/martires/new/baro/fbaro.htm).

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Martn Bar durante su vida se desempe como escritor, maestro, universitario y pastor, se dedico a escribir, a velar por la justicia de los pueblos, pero sobre todo a darle vos a los que menos se les escuchaba. Para Martin Bar, la labor del psicologo es ayudar a que las personas tomen conciencia de su realidad, y desde esa realidad conciente se produzca el cambio. Es desde esta creencia que surge el concepto de "concientizacin". Bar estaba concencido de que el servicio de los psicologos deba empezar por conocer o contextualirse de la realidad economica, social ypolticade cada sociedad para as acercarse mas a satisfacer las necesidades relevantes y primarias de la misma.

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Despusde un recorrido breve por la historia deMartnBar, aquel representante mas importante jesuita espaol que estudi psicologa, fue docente, pastor y trabaj en El Salvador, que ademas fue padre de lapsicologade laliberacinopsicologalatinoamericana, es posiblereconocerla importancia de su trabajo, ya que es gracias a l que en latinoamericana, o en lapsicologalatinoamericanase busca contextualizar y enmarcar lapsicologaen los problemascaractersticosy propios de los pueblos, es decir, Bar plante unadisciplinabasada en lapsicologatradicional, pero que hiciera lectura en el contexto real de lapoblacin. (Bar, 1998)

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Para entender de donde surgen las obras deMartnBar, es necesario entendertambinel contextocaractersticode El Salvador y en general deLatinoamerica. en esapocaexistieron trescaractersticasque se consideran son las mas relevantes e influyentes en su obra. en primera instancia esta lasituacinde el "capitalismoperifrico", que se refiere a lasituacinde subdesarrollo que sevivaen esapoca, lainjerenciade los Estados Unidos u otras potencias mundiales en las decisionespolticas,econmicasy sociales de lospasesde Latinoamerica, en ese momento la deuda externacreca, las potencias mundiales creaban leyes queprotegansus recursos pero explotaban los recursos de lospasessubdesarrollados, generandoasuna dependencia casi inminente, pues en Latinoamerica noexistacapital para desarrollotecnolgico, agrario ni nada que pudiera ponerla en el lugar de la competencia mundial. por otro lado, lasituacinde heterogeneidad estructural, es decir que uno de los problemas mas evidentes del momento radicaban el la injustaestructuracinde los sistemas sociales, donde las sociedades pobres registraban unosregmenesquedistribuanlos bienes disponibles de una maneradesigual,haciendoque lamayorade los pueblos se sometieran a condiciones de vida miserables, esto en otras palabras quieredecirque los bienes disponibleshabansidodistribuidasde manera desigual, donde tan solo unaminorade lapoblacindisfrutaba y disfruta de todo tipo de comodidades y lujos, mientras que un sectormayoritariode lapoblacinvive esas condiciones de miseria. finalmente, la terceracaractersticaimportante para tener en cuenta es lasituacinde guerra yconfrontacinrevolucionaria que se vive internamente en lasregin. Esdecirque en esapocay en los tiempos de hoy enda, se producen unas guerras en lospasesde Latinoamerica, donde losprincipalesactores son lapoblacincivil, el estado y la guerrilla. comoconsecuenciade dichas guerras, laseconomasse debilitan en tanto que los recursoseconmicosquepodranestar destinados al desarrollo delpas, se invierten enesfuerzoblicos. aumentandoaslapobreza, el subdesarrollo y la falta de oportunidades. (De La Corte, 1998)

REFLEXINFINAL

La vida de IgnacioMartnBar nos muestra claramente como el contexto de una sociedad, lasituacineconmica,polticay social de la misma es quien marca el rumbo de la vida de las personas, Barcreciy se educo en diferentes partes del mundo, sin embargosentapasinpor uno en especial y fue en El Salvador dondedecidiponer en practica susconocimientosy regalarle algo de sumajestuosidad. IgnacioMartnBar es un claro ejemplo de perseverancia, de sentido por la humanidad y de respeto por los derechos humanos, fue una persona a quien se le recuerda con cario, conadmiracinpero sobre todo con respeto por su gran aporte a lapsicologalatinoamericana y a lapsicologaen general. Quien conoce de la vida de esta gran persona,conocerde la vida de toda una sociedad que tuvo y tiene que vivir eldaadaluchando para salir adelante, luchando contra las fuerzas de laopresin, y luchando para vivir su propio drama de una manera digna y concienzuda.MartnBar, unmrtirquemuripor otros.

REFERENCIASBIBLIOGRFICAS

Bar, I M. (1998).Psicologade laliberacin. Capitulo 1: Presupuestos Psicosociales delcarcter. Capitulo 9: Hacia unapsicologade laliberacin. Madrid: editorial Trota. De la Corte, L. (1998) Primer Estudio. Ignacio Martn Bar. Vida y Circunstancia de un Psiclogo social. Captulo 3 y 4. en:Compromiso y Ciencia Social: El ejemplo de Ignacio Martn - Bar.Disponible en:http://www.uca.edu.sv/facultad/chn/c1170/testo.html. Pgina Web Universidad Centroamericana Jos Simen Caas. Mrtires. Ignacio Martin Bar.Disponible INDICE Declaracin de deudas DISEO DE LA TESIS. Captulo 1: Justificacin, definicin y supuestos bsicos 1. Un poco de historia para un debate 2. Contexto y objeto de la tesis 3. Supuestos de partida o elementos para una de-construccin Captulo 2: Mtodo, con maysculas 1. Algunas consideraciones previas sobre el mtodo 2. Un enfoque biogrfico para un estudio peculiar. Algunas pautas metodolgicas 2.1 Lo biogrfico y sus implicaciones 2.2 Reflexividad y anlisis biogrfico: una fuente de problemas 3. Apuntes sobre una teora de la vida humana 3.1 Vida y accin humanas 3.2 Convivencia y accin situada 4. Fenmeno religioso: la instalacin religiosa de una vida humana y sus elementos 5. Implicaciones metodolgicas de una investigacin historiogrfica. Los momentos del anlisis 6. Procedimiento o "mtodo con minsculas" PRIMER ESTUDIO. Ignacio Martn-Bar: vida y circunstancia de un psiclogo social. Captulo 3: Los jesuitas 1. Empezando por el final 2. Nacho el mago 3. La Compaa Capitulo 4: En un mundo convulso: contexto socio-poltico 1. Iberoamrica del hambre y de la revolucin 1.1. El "capitalismo perifrico" 1.2. La heterogeneidad estructural como obstculo para el desarrollo 1.3 Un mundo sacudido 2. El Salvador de la oligarqua 3. Del reformismo a la represin 4. La guerra Captulo 5: Contexto religioso (I). Del Concilio a Medelln 1. Peregrinaje intelectual 2. El Concilio 3. La renovacin jesutica 4. Medelln 4.1 Los signos de los tiempos 4.2 Presupuestos teolgicos 4.3 Sobre una cultura y una educacin liberadoras Captulo 6: Contexto religioso (II). La Teologa de la liberacin o el Evangelio segn Iberoamrica 1. Algunos conceptos e influencias intelectuales 2. Sesgo y ngulo de nuestra aproximacin 3. Funcin y origen de la teologa de la liberacin: el acto primero 4. Sobre el mtodo 4.1 "Hacerse cargo de la realidad" (mediacin socioanaltica) 4.2 "Cargar con la realidad" (mediacin hermenutica) 4.3 "Encargarse de la realidad" (mediacin prctica) 5. Utopa, profetismo y esperanza 6. Sntesis: teologa de la liberacin como Intellectus Amoris Captulo 7: Contexto religioso (y III) y ltimos apuntes biogrficos. La UCA de I. Martn-Bar 1. Origen y destino de una universidad catlica 2. Liberacin y academia 3. Ignacio Martn-Bar: jesuita y psiclogo social Captulo 8: El valor biogrfico de la circunstancia: conclusiones sobre el primer estudio 1. Del contexto socio-poltico a la interpretacin religiosa 2. La instalacin religiosa en el mundo SEGUNDO ESTUDIO. La obra de I. Martn-Bar: anlisis cuantitativo. Captulo 9: Parmetros bibliomtricos de una psicologa comprometida 1. Introduccin 2. Parntesis metodolgico 2.1 Referencia, intertextualidad y coherencia interna 2.2 Otras medidas bibliogrficas 2.3 Periodificacin de la obra 2.4 Procedimiento 3. Resultados 3.1 Referencia 3.2 Intertextualidad 3.3 Coherencia interna 3.4 Otras medidas 4. Discusin TERCER ESTUDIO. Psicologa de la liberacin: trayectorias y argumento. Captulo 10: Psicologa social desde Centroamrica. Las trayectorias 1. Hacinamiento, densidad social y problemas de la vivienda 1.1 Superpoblacin en El Salvador 1.2 El "mesn" como ejemplo paradigmtico de los problemas de la vivienda en El Salvador 1.3 El hacinamiento: races psicosociales 2. Identidad y fatalismo del Iberoamericano 2.1 La escurridiza identidad del latinoamericano oprimido 2.2 Conformismo, marginacin social y carcter 2.3 Marginacin y miseria en un pas agrcola 2.4 El fatalismo: imagen y actitud 2.5 El fatalismo y la identidad social conformista: elementos y funciones 3. Religin y conducta poltica: factores psicosociales 3.1 La culpa religiosa como principio de la actitud poltica 3.2 Variedades de la religiosidad cristiana e implicaciones para la orientacin socio-poltica 3.3 Conversin religiosa y religin del orden 3.4 El caso de Monseor Romero 3.5 Conversin religiosa y religin subversiva 4. Mujer y familia en una sociedad machista 4.1 El machismo del salvadoreo y su efecto sobre la imagen de la mujer 4.2 La familia salvadorea: realidad e ideologa 5. Violencia y guerra: perspectivas y dimensiones psicosociales 5.1 La violencia como constante de la vida en El Salvador: el fenmeno de la represin poltica 5.2 El fondo ideolgico de los actos violentos 5.3 La guerra de El Salvador: aspectos psicosociales 5.4 La institucionalizacin de la guerra 5.5 La evolucin del conflicto: de la guerra sucia a la guerra 5.6 Consecuencias psicosociales de la guerra: deshumanizacin y trauma psicosocial 5.7 Los "hijos de la guerra" 6. Guerra psicolgica y opinin pblica 6.1 Guerra, opinin pblica y opinin publicada 6.2 La encuesta de opinin pblica para dar voz a los "sin voz" 6.3 El desenmascaramiento de la mentira Captulo 11: Argumento para una psicologa de la liberacin 1. Psicologa social de la ideologa y el poder 1.1 Perspectiva dialctica 1.2 La persona como ser-en-relacin: el influjo interpersonal 1.3 Un objeto de estudio: la accin humana 1.4 La accin humana en cuanto accin ideolgica 1.5 Modelo "conflictivo" de lo social 1.6 El carcter histrico de la accin humana 1.7 La voluntad de poder como hecho social primigenio 1.8 La dimensin poltica de la psicologa social 1.9 La desideologizacin como objetivo del anlisis psicosocial 2. El compromiso 3. Hacia una psicologa de la liberacin 3.1 Liberacin de la psicologa 3.2 De lo divino a lo psicolgico: retos para una psicologa de la liberacin REFLEXIONES FINALES. Captulo 12: A vueltas con la cuestin del compromiso 1. Definiendo el compromiso 1.1 El "lugar" del compromiso en la ciencia 1.2 Conocimiento social, inters y compromiso 1.3 Las servidumbres de la ciencia (social) 1.4 Definicin y propsitos para una ciencia social comprometida 2. El binomio cultura-vida en el problema de una ciencia emancipadora 3. Invitacin a la tica: la ciencia social y la bsqueda de sentido 3.1 Sobre la tica de la responsabilidad y sus lmites 4. Excurso tico: sobre el humanismo intrnseco de las ciencias sociales 4.1 La tradicin humanista y la necesidad de un modelo de humanidad posible 4.2 La compasin como sustento del talante humanista 4.3 Etica de mnimos para una ciencia "liberadora" 4.4 Etica democrtica y tica de mximos 5. Ciencias sociales y tica de mnimos: hacia una cultura de los derechos humanos 6. Algunas posibilidades para el compromiso en psicologa social 6.1 El proyecto de una ingeniera social y sus lmites 6.2 La dimensin productiva del conocimiento psicosocial 6.3 El punto de vista realista: la voluntad de verdad de una psicologa social emancipadora 6.4 El punto de vista historicista 6.5 El punto de vista pragmatista 6.6 La psicologa social como dispositivo para la crtica cultural: la necesidad de un enfoque socio-cultural 7.Concluyendo APENDICES 1. Cronologa biogrfica de I. Martn-Bar 2. Cronologa acadmica de I. Martn-Bar 3. Bibliografa de I. Martn-Bar 4. Conferencias y comunicaciones de I. Martn-Bar BIBLIOGRAFA CAPTULO 1: JUSTIFICACIN, DEFINICIN Y SUPUESTOS BSICOS. 1. Un poco de historia para un debate. Cuando a finales de los aos sesenta empiezan a publicarse en algunas revistas salvadoreas los primeros trabajos de un joven jesuita llamado Ignacio Martn-Bar, la psicologa social vive su ms voceado momento de "crisis". Tras un prolongado periodo de hibernacin en los laboratorios durante el que algunos prohombres de la psicologa haban desarrollado una parte importante de los grandes tpicos de esta disciplina algunos psiclogos sociales comienzan a poner en cuestin la validez social de sus propias investigaciones y las de sus colegas. Incluso en el mbito ms general de la psicologa el mismo presidente de la todopoderosa APA (Asociacin Americana de Psicologa), George Miller, haba advertido ya en su famoso discurso de 1969 sobre la necesidad de que la psicologa se transforme en un "instrumento al servicio de la promocin del bienestar" (Miller, 1969). Es la "era de la relevancia", segn Silverman (1971). La propuesta de Miller, en todo caso, no tena nada de original cuando el mundo entero pareca vivir un tiempo de agitaciones, cambios y crisis existenciales. Recurdense algunos datos de esa crisis que no es slo la de una disciplina cientfica relativamente importante como la psicologa: protestas estudiantiles (Estados Unidos: Berkeley y Columbia; Praga, Mxico, el sempiterno Mayo francs, etc.), crisis econmica, conflictos raciales, deterioro ecolgico, guerra de Vietnam, invasin sovitica de Checoslovaquia, etc.. La propia "crisis" de la psicologa social de los setenta fructific en diversas polmicas y discusiones en torno a la supuesta falta de relevancia social de la disciplina y a las posibles vas de solucin a ese problema. Algunos de los argumentos que dominaron esos debates fueron los de la prdida del sentido interdisciplinar del enfoque psicosocial; la falta de conciencia sobre las determinaciones sociales e ideolgicas de la produccin cientfica; la despreocupacin por la robustez terica de la disciplina que contrastaba con importante desarrollo de su mtodo; la muy discutible validez ecolgica de los trabajos de laboratorio; la dificultad de encontrar vnculos prcticos entre teora y realidad social; y la ignorada, pero cada vez ms evidente relatividad histrica y cultural de los conocimientos aportados por la tradicin psicosocial (ver, Blanco y otros, 1985; Pez y otros, 1992). En ltimo trmino, todos esos argumentos, y otros que nos hemos visto obligados a omitir, apuntan a un mismo problema que, por otra parte, no es nuevo sino que acompaa a los procesos de institucionalizacin de todas las ciencias sociales desde su origen (Blanco y De la Corte, 1996): la cuestin del compromiso de las ciencias sociales con un proyecto de emancipacin, es decir, con un determinado proyecto moral. La idea es aeja ya en la aun ms vieja historia de las ideas y ni siquiera cabe imputarla nicamente a las grandes figuras de autoridad de las ciencias sociales como Comte, Marx o Durkheim, porque ellos mismos quedan en deuda con la ilimitada fe en el conocimiento cientfico de los Galileo, Bacon o Descartes que nos trajo hasta los tiempos de lo que Comte llam el "espritu positivo" (ver Torregrosa, 1996). Pero la determinacin socio-histrica del desarrollo de la ciencia tan denunciada por los crticos de los setenta no parece haber permitido que su ideal del compromiso se desarrollase completamente. Un numeroso conjunto de publicaciones, bajo la nueva frmula de "psicologa social aplicada" (Blanco y De la Corte, 1996), fueron la consecuencia ms palpable del espritu de la crisis y, sin embargo, el fin de la guerra de Vietnam y el auge del cognitivismo devolvieron en pocos aos a la psicologa social parte de su distanciamiento y de su habitual ideario de asepsia cientfica (Blanco y otros, 1995). A la altura de los noventa el ideal de una ciencia comprometida permanecido ms o menos presente en la actividad del psiclogo social, segn adnde queramos volver la vista para buscar las huellas de aquel antiguo debate de los setenta. En los crculos acadmicos de mxima influencia el compromiso casi se ha convertido en uno ms de los tpicos de la disciplina, reflejado en algn que otro autocomplaciente captulo que los manuales dedican a dar cuenta de alguna llamativa investigacin psicosocial aplicada a un problema real. Mientras tanto, los centros o grupos de investigacin ms vanguardistas han ido tramando sus propias ramificaciones a las que imprimen una mayor o menor proyeccin "prctica", a partir de anlisis ms de tipo cualitativo que cuantitativo (en el caso de diversas corrientes como la del Interaccionismo simblico, el Anlisis del Discurso, el Construccionismo social, la Etogenia, el enfoques Dramatrgico, la Psicologa social Crtica, etc.). En estos casos, el compromiso se entiende ms como un ejercicio crtico dirigido tanto al propio desarrollo de la psicologa social y al modelo de sujeto que proponen sus corrientes hegemnicas como a la realidad social circundante a la que estas otras corrientes intentan aproximarse, fundamentalmente, a travs del estudio del mundo de sentido comn y del anlisis del discurso o de las reglas que regulan ese discurso. Por ltimo, el reclamo de una "ciencia comprometida" tambin pervive en la psicologa social a travs de un buen montn de "aplicaciones" de las teoras y los conceptos desarrollados por la disciplina sobre diversos mbitos de la vida social susceptibles de alguna forma de "intervencin" (psicologa ambiental, poltica, de las organizaciones, de la salud, comunitaria, etc.). En medio de esta multiplicidad de interpretaciones sobre la dimensin comprometida de la psicologa social los antipositivistas y los "posmodernos" denuncian la irresponsabilidad moral en la que frecuentemente incurren los psiclogos que, haciendo investigacin aplicada en respuesta a las demandas del poder econmico y poltico, eliminan el talante crtico que da sentido a la vieja idea del compromiso. Por su parte, los "psiclogos aplicados" acusan a los primeros, cuando llega el caso poco frecuente en que se dignan a prestar alguna atencin a sus trabajos, de falta de "sentido de la realidad". Por ltimo, los acadmicos del laboratorio y los cuestionarios critican tambin a los antipositivistas y a los posmodernos del peligro que encierran sus posiciones relativistas en algunos casos, de un relativismo radical- de cara a la fundamentacin emprica de la disciplina (que es, en definitiva, lo nico que pueda distinguirla de cualquier otra forma de conocimiento no cientfico). La cuestin del compromiso, en definitiva, sigue sin ocupar un puesto relevante en las "discusiones psicosociales" que tienen lugar bajo el auspicio de los grandes crculos acadmicos y de la psicologa profesional (que se interpreta ya ella misma como nica posibilidad real de ciencia comprometida). Pero la pequea historia de la psicologa social no muestra una evolucin unitaria en sus diferentes contextos. No debera olvidarse, en ese sentido, que existen otros centros de desarrollo de la disciplina, que quedan ms alejados de los crculos de influencia a los que acabamos de referirnos. Esta tesis vuelve la atencin sobre alguno de esos otros mbitos de produccin de la psicologa social. 2. Contexto y objeto de la tesis. Como cualquier otro producto de la accin humana, la psicologa social no puede concebirse en el vaco histrico sino que ms bien resulta perfectamente imcomprensible sin sus correspondientes referentes espacio-temporales (ver, por ejemplo, Blanco, 1989; Gergen, 1984; Torregrosa, 1985). De ah el sentido de una historia de la psicologa social y de las psicologas en general. Este trabajo da un rodeo a los principales puntos de referencia del mundo acadmico y busca un ejemplo real y reciente de una psicologa social comprometida all donde el compromiso no constituye una cierta opcin del cientfico como ciudadano sino ms bien una necesidad del ciudadano como cientfico. Contextualizemos esa psicologa social comprometida. La psicologa social iberoamericana vivi su propia crisis a mediados de los setenta (ver Montero, 1994) a raz del desengao en que culmin un anterior periodo de reproduccin muy poco crtica de los planteamientos, sistemas tericos y mtodos vigentes en los crculos de influencia de la disciplina en los Estados Unidos y Europa. Los conflictos sociales y los sangrantes problemas polticos y econmicos de aquellos pases (Las venas abiertas de Amrica Latina, como ha dicho alguna ve el escritor uruguayo Eduardo Galeano), que levantaron un muy temprano inters por las posibilidades de emancipacin que pudieran ofrecer las ciencias sociales, imprimieron una modulacin original a esa "crisis" que antes recordbamos y que, como cualquier otra cosa, tambin lleg ms tarde a Iberoamrica. Maritza Montero nos ilustra con nitidez la situacin que dio lugar a esa crisis: Los psiclogos sociales comienzan a sentir un intenso malestar en relacin con las condiciones en que realizan su trabajo, en relacin con las orientaciones que lo inspiran y, sobre todo, en relacin con su utilidad y efectos. Comienzan a preguntarse a quin sirve y para qu sirve su quehacer, y han acumulado ya suficiente experiencia como para haber constatado que ciertas explicaciones tericas asumidas como el modo apropiado de comprender y aprehender la realidad no producen respuestas, o bien las que dan son irrelevantes, o simplemente no funcionan, no sirven (1994, p. 19). La cuestin del compromiso constituye, en todo caso, una preocupacin fundamental en la psicologa iberoamericana -social o no- antes y despus de la crisis (Ardila, 1992; Pez y otros, 1994). Como dice Daro Pez, . Todo ello convierte a esta lejana vertiente de nuestra disciplina en un interesante ejemplo y un rico depsito de experiencias a partir de la cual se podra reactivar la reflexin acerca de la cuestin del compromiso y de sus posibilidades reales. Ese es, de hecho, el propsito de nuestra investigacin. Casi con toda seguridad, el mejor ejemplo que la historia de la psicologa social iberoamericana nos ofrece acerca del compromiso lo podemos encontrar en la persona y en los trabajos de Ignacio Martn-Bar, uno de los principales protagonistas de la transformacin de la crisis de la psicologa social iberoamericana en un periodo de fecundo desarrollo autctono y original de su corpus terico y de su repertorio de aplicaciones (Montero y Blanco, 1992; Ardila, 1992). Martn-Bar es, adems, un autntico producto intelectual de la crisis de la psicologa social de los setenta que l mismo asume, tanto por su formacin como psiclogo en la Universidad de Chicago en la dcada de los setenta como por el papel que luego vino representando en la regeneracin de la psicologa iberoamericana hasta el trgico momento de su desaparicin. El mismo, al repasar la historia de la psicologa social en su libro de ms xito, Accin e ideologa, identificaba an el momento presente a la altura de los aos ochenta- como una fase de crisis. Los conclusiones a las que, segn Martn-Bar, haba llegado la psicologa social en ese periodo de crisis resumen igualmente su actitud personal ante el futuro de la disciplina y ante la propia actividad cientfica, reflejada en una obra extensa, sugerente e inslita que ser minuciosamente analizada en nuestra investigacin. Como dice en aquel texto, la psicologa social salida de la crisis requiere una labor urgente de teorizacin que le permita superar sus modelos de corto alcance, reafirma la obligacin moral de someter los propios mtodos a las teoras y las tcnicas disponibles a los problemas humanos y exige una toma de conciencia sobre el "enraizamiento social" de conocimiento que ella misma produce, as como de los intereses a los que la propia investigacin psicosocial rinde pleitesa (precisamente por la inconsciencia sobre esos condicionamientos que Martn-Bar comenta) (ver Martn-Bar, 1983a, pp. 44-45). La obra de Martn-Bar (Montero, 1993; Sloan, 1993; Banchs, 1994; Blanco, 1993, 1998), ha sido ya bien destacada por otros autores, tanto por su inters terico como por haber constituido un admirable ejemplo de unin de una esforzada dedicacin a nuestra disciplina con un compromiso moral explcito y constante, difcilmente repetible. Pero nuestro propsito final, el de recuperar el debate sobre la cuestin de las implicaciones morales de la psicologa social a partir de un anlisis sobre la obra de un autor determinado, requiere una justificacin adicional. Hace ya cuatro dcadas el antroplogo norteamericano Clifford Geertz enunciaba un reproche a los filsofos que se ocupaban de reflexionar acerca de los valores humanos y, en general, sobre los procesos implicados en la regulacin normativa del comportamiento (ver Geertz, 1957/1991). Los filsofos interesados en reflexionar dentro del campo de la Etica, denunciaba Geertz, han construido sus teoras sin dotarlas generalmente de ms apoyo intelectual que aquel que les proporcionaba su mayor o menor habilidad para elaborar algunas consideraciones lgicas sobre el comportamiento moral; dejando fuera de esas consideraciones, por supuesto, todo material emprico al respecto. La crtica de Geertz vena a cuento de que lo que el antroplogo estaba tratando de afirmar en realidad era la utilidad de su propia disciplina para proporcionar una fundamentacin emprica a las viejas reflexiones de los filsofos morales. Tambin nosotros podemos adherirnos ahora a la crtica de Geertz en tanto en cuanto esta tesis usurpa, en alguna medida, ese campo de la reflexin moral. En este sentido, mucho nos tememos que las opiniones de Geertz acerca de los hbitos intelectuales de los "profesores de etica" son extensibles a aquellos ejemplos en los que algn que otro cientfico social ha intentado abordar la cuestin del compromiso. Al igual que el filsofo, cuando el cientfico social se acerca a estos temas, se ocupa ms bien de una moral pensada, antes que de una moral vivida. Bien es cierto que toda reflexin moral, por definicin, ha de formar parte de una "moral pensada", no obstante, la distincin que acabamos de tomar de Jos Luis L. Aranguren (1958/1994) nos permite separar aquel primer tipo de reflexiones sobre estructuras y contenidos morales que criticaba Geertz (moral pensada), desprovistas de cualquier forma de fundamentacin emprica, de las segundas, apoyadas sobre "realidades morales" y evidencias y datos extrados de la observacin emprica (moral vivida). El trabajo y la vida de Ignacio Martn-Bar pueden proporcionarnos la posibilidad de reflexionar por esta vez sobre la cuestin del compromiso desde el ejemplo de una verdadera "moral vivida", y no slo pensada; o, lo que es lo mismo, desde la referencia a un ensayo real de la posibilidades de compromiso del cientfico social con el mundo y con un contexto histrico y humano preciso. De las posibilidades abstractas del compromiso de una disciplina como la nuestra puede pensarse siempre en trminos de un "quiz". De las posibilidades que podamos ver cumplidas en el ejemplo real, y no meramente pensado, de una vida y una obra determinadas, en cambio, no cabe dudar. A lo sumo, podremos cuestionarnos el grado de acierto o de eficacia de la postura comprometida en cuestin, del compromiso mismo, mas, honestamente, nunca podremos negarlo. En suma la "cuestin del compromiso" actuar como principio de nuestro acercamiento a la figura intelectual de Martn-Bar constituyendo as el objeto general de la discusin con la que cerraremos esta tesis. Pero a su vez, nuestra intencin de aprovechar a Martn-Bar para una reflexin ms general sobre dicha cuestin no puede eximirnos de la obligacin de ser rigurosos con su propia obra. Por esto ltimo, realizaremos una extensa labor de anlisis y contextualizacin de la misma que nos permita identificar sus claves y conceptos fundamentales, labor que imprime a esta investigacin una dimensin indudablemente historiogrfica, por muy reciente que sea el objeto de su "historia". 3. Supuestos de partida o elementos para una de-construccin. Como este trabajo no participa de una metodologa ni una temtica habitual y como su objetivo no coincide con los acostumbrados propsitos de una investigacin en el mbito de la psicologa social nos vemos en la obligacin de explicitar algunos de los supuestos que configuran la "perspectiva" de esta tesis. Ofrecemos a continuacin los elementos con los que ella misma podra ser "de-construida" (por emplear esa expresin tan llena de actualidad), es decir, cuestionada desde su raz. Algunos autores (Ibez, 1992) han afirmado la conveniencia de que los psiclogos sociales eviten la trampa de discutir las cuestiones normativas o axiolgicas separadas de las cuestiones epistemolgicas y metodolgicas que regulan sus prcticas investigadoras y de que se atrevan a "de-construir" el producto de las mismas. La tarea de hacer explcitos los supuestos de los que parte una investigacin constituye, en todo caso, una eficaz estrategia para dotar al producto de aqulla de una mayor inteligibilidad y para acercarse algo ms al viejo ideal cientfico de producir un tipo de conocimiento que se replicable, en alguna medida. Por otra parte, este trabajo de investigacin, pese a esa evidente dimensin historiogrfica que mencionbamos hace un instante, pretende mantener una perspectiva psicosocial y, antes que eso, antropolgica. En este sentido, compartimos con algunos autores muy cercanos (ver Rosa, Huertas y Blanco, 1996) el convencimiento de que la propia investigacin en historia de las ciencias y, especialmente, en ciencias sociales y humanas, debe procurar ajustarse a un principio de reflexividad. Segn este principio, el cientfico social que se propone historiar su disciplina debe tratar de aplicar a sus propios estudios historiogrficos las mismas categoras que l emplea para estudiar el objeto de su propia disciplina, entre otras cosas, porque el objeto de la historia y el de cualquier ciencia social coinciden. As, ofrecer al principio de esta tesis algunos supuestos o elementos para su de-construccin es lo mismo que desvelar algunos de los postulados que como psiclogo social -y no slo como historiador o como crtico- sostiene su autor sobre el objeto de estudio de su disciplina. Pero vayamos ya a la enumeracin de esos supuestos, que en este apartado tratan de definir tambin la propia naturaleza del estudio que se va a realizar. Carcter interpretativo. El supuesto principal, y al que van a subordinarse todos los dems, es el de que este estudio toma, desde su inicio, un carcter interpretativo, lo cual implica una forma "no paradigmtica" sino "personal" de aprehender los datos empricos de los que parte". Pero en qu rasgos se concreta la naturaleza interpretativa de este trabajo de tesis?Perspectivismo. Todo conocimiento -incluido el que pueda extraer esta tesis- surge desde un punto de vista, porque de hecho, y como nos dice Jos Ortega y Gasset, . Aunque la precisin de Ortega tiene sus limitaciones, de cara a la naturaleza del material emprico de nuestra investigacin -los textos y testimonios que aqu manejaremos- el principio perspectivista nos parece irrenunciable. Como dice Gadamer, ; y en este caso, como en cualquier otro, el interprete quien escribe estas lneas- hace hablar al texto imponindole, precisamente, su propia perspectiva: . Dicho ms sencillamente, el contenido de esta tesis y el sentido de sus reflexiones queda condicionado por la posicin, los intereses y los conocimientos de su autor. Constructivismo. Se deriva inevitablemente del supuesto anterior. La perspectiva que informa nuestro punto de vista culmina, como explica Bruner (1996), en un proceso de construccin de significados que resulta de la interaccin entre la realidad -aqu, la obra de un autor- y las herramientas materiales y simblicas de las que la cultura y la ciencia nos proveen para tratar con aqulla. Nuestras interpretaciones de la realidad se construyen a partir de esa interaccin, esa fusin con la perspectiva propia del interprete. Esto nos pone en la necesidad de presentar esas herramientas como modo de justificar nuestra propia acotacin a la tarea de investigar el ejemplo de Martn-Bar. Quede esa tarea para el segundo captulo en el que nos ocuparemos de la cuestin del mtodo. Naturaleza alogrfica de los textos. Tomando el concepto que Nelson Goodman desarroll en su Languages of Art (Goodman, 1972), los textos y testimonios con los que esta investigacin se lleva a cabo se pueden distinguir de otros materiales de estudio cientfico por su naturaleza alogrfica, esto es, por su condicin de obras recreables por un intrprete -el autor de la tesis- en un sentido que no agota otras posibles recreaciones, pasadas o futuras, de la misma; ms all de falsificaciones o de cualquier anlisis falto de rigor. Como dejan entrever Rosa y otros (1996) al comentar esta caracterstica de los textos con los que trabaja el historiador de la ciencia, la naturaleza alogrfica de su principal material de investigacin nos remite, en ltima instancia, al propio posicionamiento crtico del investigador ante su objeto de estudio que, desde esta perspectiva, se vuelve irrenunciable. Carcter moral. Coincidiendo otra vez con Rosa y otros (1996), la dimensin historiogrfica de nuestro trabajo no puede cerrar los ojos al carcter moral de cualquier narracin histrica (todo estudio historiogrfico, segn estos autores, culmina siempre en la construccin de -o la rectificacin a- una determinada narracin histrica), mxime cuando el objetivo al que responde esta investigacin es el de servir de apoyo a una ltima reflexin de contenido moral. El mismo propsito de la tesis nos obliga, de este modo, a dedicar una atencin especial a cierta clase de procesos psicolgicos a los que parcialmente podemos acceder, a travs de los textos y testimonios manejados, tales como estados intencionales, motivos, razones que, en rigor, constituyen el objeto de toda reflexin de carcter moral. Dicho ms claramente, no podemos cuestionarnos la forma de compromiso en que cuaj la actividad cientfica de Martn-Bar o tomar como ejemplo su obra si no tenemos en cuenta las opiniones y motivos conscientes que la guiaron. Indudablemente, esta presentacin que acabamos de realizar sobre los supuestos bsicos de los que parte nuestra investigacin impregna a esta tesis de un inequvoco sabor hermenutico, lo cual podra hacer que su examen cayera en la comn confusin de identificar inmediatamente nuestra actitud interpretativa con la proclama de un "todo vale" que, ciertamente, no es infrecuente hoy desde algunas posiciones intelectuales. Como ha comentado Ibez (1992), con respecto al propio mbito de la psicologa social, la insoslayable dependencia que existe entre la realidad y las teoras y herramientas simblicas -tomando un sentido muy vygotskiano- de las que hace uso el cientfico no significa que cualquier interpretacin de la realidad sea igualmente vlida. Habr que convencer al lector de que esa interpretacin participa al menos de eso que llamamos racionalidad (cientfica, o no). La misma posibilidad de realizar una tesis doctoral dejara de tener sentido si nos empesemos en desdibujar la barrera a la que aluda Popper en su distincin entre el "Mundo 2", de creencias y opiniones, y el "Mundo 3", de conocimientos justificados o justificables. En la "construccin de historias reales" (algo que tiene mucho que ver con lo que vamos a hacer aqu) resulta totalmente inaceptable la idea de que "nada es sagrado"; ser sagrada, como afirma Bruner, cualquier buena construccin que est bien argumentada, que haya sido escrupulosamente documentada y que consiga plantear una perspectiva honesta del pasado y del presente. Esta es, al menos, nuestra posicin ante el problema hermenutico, y es la posicin desde la que pretendemos concretar nuestros objetivos en trminos metodolgicos. Una ltima cuestin debe quedar aclarada. Ms arriba hemos enunciado un enfoque constructivista para nuestro estudio partiendo del supuesto de que cualquier proceso de construccin de significados resulta de la interaccin entre la realidad y las herramientas con las que la cultura incluida la cultura cientfica- nos provee. Pero al remitirnos a un concepto tan difuso como el de cultura conviene hacer la precisin de que nos referimos a la cultura personal que el autor ha asimilado a partir de la cultura pblica -la distincin es de Barclay y Smith, (1992)- en la que se halla inmerso. Adoptar una postura constructivista no significa nicamente reconocer la imposibilidad de acceder a la realidad en un (irreal) sentido puro; ni siquiera la de resignarse a dejarse llevar por las "construcciones" que la cultura y la biologa ha puesto en algn lugar de nuestra cabeza. Tambin puede empujarnos a buscar de entre las herramientas que la misma cultura (las ciencias sociales y humanas, en nuestro caso) pone a nuestra disposicin, eligiendo aquellas que puedan resultarnos ms adecuadas a nuestros propsitos, aunque ciertamente esa eleccin no pueda realizarse en trminos absolutos puesto que, como dira Heidegger, nadie elige completamente su "ser-en-el-mundo". Y aqu es donde debera quedar justificado el mtodo de la tesis, que luego concretaremos pero que ya adelantamos que consiste, en buena parte, en las propias herramientas conceptuales que el autor ha elegido para cumplir los objetivos del estudio. Esta ltima matizacin sobre el sentido que toma aqu una ptica constructivista pone de relieve la necesidad humana de pensar mediante modelos. Necesidad muy bien comentada, por ejemplo, por el filsofo Jos Antonio Marina (1995) a partir de los trabajos del psiclogo cognitivo Johnson-Laird y mejor descrita, desde la antropologa cultural por el ya aludido Geertz (1991). Geertz explica que los sistemas simblicos que constituyen a una cultura funcionan como modelos de y como modelos para, es decir, como estrategias para representarse el mundo (modelos de) y para actuar o intervenir sobre l (modelos para). Marina, utiliza el trmino en un sentido tambin muy interesante para nosotros aqu; en el sentido puramente cognitivo de . Pues bien, en este mismo y preciso sentido, los conceptos e ideas que presentaremos en el siguiente captulo y que van a dirigir la interpretacin en la que, de hecho, consiste la misma tesis, son entendidos por su autor -con independencia de su indudable adhesin a ellos- como "modelos" que le permitan pensar su objeto de estudio, y nada ms, por lo que respecta a este trabajo. Cabe la posibilidad, en resumidas cuentas, de que quien examine este estudio pueda juzgar sobre su rigor y calidad atendiendo a los propsitos del mismo, antes que a los med 2.2 Conformismo, marginacin social y carcter. Con tono y estilo que nos recuerdan al Erich Fromm de El miedo a la libertad (1968) o al mismo Freire, en la reflexin moral que en el fondo es su Psicodiagnstico de Amrica Latina, denuncia Martn-Bar ya en 1972 el conformismo social que forma parte de la misma contextura psicolgica del latinoamericano, en parte culpa del modelo de sociedad consumista que se pretende transplantar de los Estados Unidos a las sociedades iberoamericanas, en parte efecto de un orden social con tendencia a las actitudes y las medidas represivas, tan propias de la dialctica opresor-oprimido. No en balde otro trmino que Martn-Bar emplea frecuentemente al explicar esta situacin es el de "alienacin", en el ms puro sentido marxista. Pero ms all de ese anhelo por la estabilidad social -el conformismo, en el sentido psicosocial clsico- que fomentan las sociedades burguesas criticadas en Psicodiagnstico, se planta y afirma a diario la realidad de la divisin tajante en los pases iberoamericanos entre una clase social dirigente y minoritaria que acapara la mayor parte de los recursos materiales y econmicos y unas clases mayoritarias, marginadas de la opulencia y el estilo de vida de aquella y que vive inmersa en una realidad desgarrada, agonizante e imprevisible, en medio de cual muy pocos terminan de encontrar verdadero sentido a la propia existencia. El marginado social, que no es en estos pases, como decimos, miembro de minora alguna sino de una mayora popular, vive, como sentimiento predominante, la inseguridad constante que es producto de su trato con una circunstancia que obtura de entrada todas y cada una de sus potencialidades como ser humano y que configura la actitud fatalista que ya Martn-Bar denuncia en este su primer libro. No hay demasiadas recompensas para el marginado, fuera de lo que Martn-Bar explica como los "escapismos" ms frecuentes, como el alcohol, las drogas o la "genitalidad". Martn-Bar define dos formas alternativas de marginacin que se dan en el mundo iberoamericano. La inicial e involuntaria, que acaba inevitablemente en el fatalismo y en una interpretacin "presentista" de la realidad (una muy triste incapacidad para imaginar formas diferentes o ms plenas de existencia). Y, en segundo lugar o momento, la marginacin asumida o voluntaria, es decir, la que proviene de una verdadera toma de conciencia del carcter nocivo de la estructura social e implica la ruptura deliberada con el sistema mediante un posicionamiento firme y sostenido ante ciertos valores (revolucionarios) y "anti-valores" (opresivos, actualizados en la ideologa dominante) . Del avance popular desde aquella primera forma de marginacin a esta segunda depende, segn el Martn-Bar de Psicodiagnstico, la posibilidad de realizar una "opcin radical" que permita superar la "situacin histricamente lmite" que caracteriza a dicha poca. Tambin en 1972, Martn-Bar publica un trabajo donde aborda ms directamente el tema del carcter del latinoamericano, Presupuestos psicosociales de una caracteriologa para nuestros pases, en el que toma prestado de Wilhelm Reich el concepto de "carcter", en un intento de poner en relacin ciertas actitudes bsicas del latinoamericano con las circunstancias socio-histricas de su existencia y, especialmente, con el orden socio-poltico establecido. Se trata de un trabajo interesante para estas y otras cuestiones, por cuanto ilustra perfectamente -como pasa tambin en Psicodiagnstico- la enorme deuda de Martn-Bar con el psicoanlisis y los autores de la escuela de Frankfurt, y tambin en tanto que es una de las primeras ocasiones en las que el concepto marxista de "ideologa" recibe una definicin psicosocial. Ciertas actitudes como la del fatalismo tradicional mencionado slo de pasada en este artculo- y otras que formaran parte de lo que entonces se define como "constantes psico-ideolgicas de nuestra sociedad" serviran, en opinin de Martn-Bar, para configurar el carcter del latinoamericano. El carcter, en acuerdo con Reich, queda descrito como un conjunto de disposiciones o "esquemas de actuacin" estables en el tiempo y el espacio que dependen de una estructura actitudinal o "ideo-afectiva" y que son producto de la internalizacin de la ideologa que corresponde al orden social establecido. Martn-Bar recurre, por tanto, a conceptos clsicos como los de actitud, carcter o ideologa pero los combina con escasa parsimonia, lo cual revela cierta confusin y convierte el artculo en una lectura engorrosa y muy poco clarificadora. Sin embargo, conviene retener alguna de las ideas sugeridas en este viejo artculo como la del estrecho vnculo que Martn-Bar cree reconocer entre la naturaleza represiva de las sociedades iberoamericanas y la penetracin de la ideologa que justifica esa represin en las estructuras psicolgicas de la mayora de sus habitantes. La "marginacin involuntaria" de la que se hablaba en Psicodiagnstico sera tanto un efecto como una causa de la ideologa hecha estructura psicolgica (carcter), convertida en marco de referencia para interpretar y tratar con el mundo y con los seres humanos. La deuda con Reich es indudable pero aqu est insinuada, de cualquier forma, toda la perspectiva psicosocial de Martn-Bar. 2.3 Marginacin y miseria en un pas agrcola. Adelantndose varios aos a la aprobacin del proyecto de reforma agraria tanto tiempo esperado en El Salvador, Martn-Bar publica en 1973 un artculo extenso, Psicologa del campesino salvadoreo, que explora uno de los mbitos donde ms sentido tiene hablar de una marginacin social involuntaria. Ninguna reforma agraria podr tener xito en El Salvador, segn piensa Martn-Bar en aquel trabajo, si no parte del conocimiento previo de la vida y de la forma de ser del campesino. Desde el punto de vista del psiclogo, esto exige un estudio pormenorizado de las actitudes del campesino salvadoreo ante la vida en el campo, su realidad inmediata e incanjeable. Martn-Bar afirma la existencia de tres actitudes bsicas fcilmente identificables en la manera en la que el campesino salvadoreo da sentido a la realidad que le rodea y a su propia existencia. Actitudes que, adems, son producto de la historia de las experiencias que vive el campesino en el trato con dicho mundo, segn Martn-Bar. El campo representa para el campesino salvadoreo un mundo fundamentalmente "desacogedor". Una elevadsima densidad demogrfica impone lmites severos a la incorporacin de nuevos miembros al trabajo agrcola y contribuye considerablemente, por tanto, al crecimiento desmesurado de la tasa de desempleo. El mundo agrcola salvadoreo supone, en definitiva, la mxima definicin de la pobreza como forma de vida a causa de la carencia de alimentos de espacio y de vivienda que constituyen norma habitual de las miserables condiciones de existencia a las que se ven sometidos sus pobladores. Ante un mundo semejante no es extrao que prolifere (1) una consecuente "actitud de autodevaluacin", un cierto sentido de insignificancia personal, dice Martn-Bar, que resta a la vida gran parte de su valor, sino todo. Una segunda caracterstica del mundo del campo salvadoreo sera la de la "opresin". El trabajo del campesino corresponde a la estructura de explotacin que lo sustenta, donde no hay horarios ni lmites de esfuerzo, pero donde tampoco es posible inducir algn cambio sobre la situacin personal por mucho que uno se parta el lomo trabajando al fiero sol centroamericano. La situacin del mundo campesino mantiene, adems, una relacin de dependencia (otra ms) con respecto al mundo urbano, a sus intereses econmicos, sus valores culturales y sus proyectos polticos. De aquel otro mundo recibe el campesino sus principales modelos de identificacin, propios de una sociedad consumista, a los que jams podr tener acceso. Como bien haba descrito Freire, a partir de su trabajo en poblaciones campesinas de toda Iberoamrica, y ahora Martn-Bar, esta realidad opresiva fomenta la aparicin de (2) actitudes "individualistas" entre los campesinos: desconfianza hacia los dems, desarraigo con respecto a la tierra y a la propia comunidad e identificacin con el opresor, sentimientos todos ellos que conducen al campesino a intentar promocionarse a costa de todo y de todos. Finalmente, el mundo del campesino salvadoreo es un mundo "cerrado" debido a la rigidez con la que estn definidos el estatus y los roles que le corresponden. Puesto que ese estatus viene definido bsicamente por los ingresos econmicos y estos son indecentemente bajos, no hay casi ninguna posibilidad de ascender en la escala social. Todo un conjunto de "mitos" (ideologa) asimilados por el campesino a lo largo de su existencia, tales como el de la superioridad intelectual y racial del opresor, la imposibilidad de cualquier otra forma de organizacin econmica y/o poltica o el sentido cristiano del orden social imperante, justifican esa estructura cerrada. Ante ella, la actitud ms comn y extendida es...la del (3) "fatalismo", que Martn-Bar vuelve a explicar en trminos parecidos a como lo hizo en Psicodiagnstico. La reforma agraria, deduce Martn-Bar de todo esto, debera ocuparse de algo ms que de la posesin de la tierra, la cooperativizacin de las explotaciones agrcolas o la racionalizacin de la produccin y la distribucin; debera buscar el crecimiento personal y comunitario del campesino, en la medida en que exista una cierta reciprocidad entre la situacin real de los individuos y las actitudes bsicas que condicionan su manera de interactuar con ese mundo. La realidad desacogedora, opresiva y cerrada del campo es causa y al mismo tiempo efecto de esas actitudes de autodevaluacin, individualismo y fatalismo que Martn-Bar describe y que indudablemente favorecen la perpetuacin del tipo de situacin que las ha generado. Para cambiarlas y cambiar de paso la realidad del campo Martn-Bar propona: (a) una labor de concienciacin (conscientizacin, en el sentido de Freire) sobre la necesidad de tales cambios; (b) la promocin social a travs de instituciones, educacin y publicidad de nuevos valores y modelos de identificacin, ms apropiados a un carcter tambin nuevo, menos individualista y competitivo y ms comunitario y cooperativo; y (c) nuevas formas de organizacin y accin comunitaria, orientadas a la satisfaccin de las necesidades de los propios campesinos, sobre las anteriormente impuestas desde el mundo urbano. A pesar de todo, la realidad del campo, como la de el pas, mantuvo ese carcter inhspito para el campesino salvadoreo con el que nuestro autor lo identificaba en 1973. El 29 de junio de 1976 la Asamblea Legislativa del gobierno de El Salvador decretaba el "Primer Proyecto de Transformacin Agraria". Tres meses despus, el proyecto qued anulado, como ya sabemos, debido a las presiones que los grandes empresarios y latifundistas ejercieron sobre el gobierno para evitar la consecuente reduccin de los beneficios que habitualmente obtenan gracias a los salarios de hambre de los campesinos. 2.4 El fatalismo: imagen y actitud. En Accin e ideologa (1983) Martn-Bar practica una revisin pormenorizada de las diferentes perspectivas desde las que la psicologa social ha intentado explicar las posibles relaciones existentes entre orden social y estructura psicolgica, que an guarda relacin con su idea inicial del "carcter", tal y como lo haba definido Reich, pero que se plantea ya desde conceptos ms propios de la psicologa social clsica. No obstante, se sigue asumiendo como bueno el planteamiento de Freire que describe los rasgos psicolgicos propios de los individuos que viven en una sociedad capitalista segn la distincin en dos clases sociales ideales y antagnicas (opresor y oprimido). Martn-Bar habla entonces de una autntica "psicologa de clase", es decir, de formas de pensar, sentir y actuar que seran consecuencia de: (a) las posibilidades objetivas de accin (sociales y materiales) que ofrece el contexto en el que los individuos realizan su vida; (b) de las relaciones sociales que define ese mismo contexto; y (c) de la socializacin en una serie de valores y normas ("psicolgicamente asumidas como actitudes", nos dice) determinadas. Un concepto fundamental para entender esa psicologa de clase es el de "alienacin", un fenmeno habitual en todas aquellas sociedades capitalistas que gozan de una relativa estabilidad, explica Martn-Bar. En tales sociedades, los individuos de las clases ms bajas u oprimidas -en los trminos de Freire- adoptan los intereses y valores de las clases altas u opresivas. Aparece entonces una contradiccin entre las actitudes de una persona o grupo que forma parte de la clase social dominada que vienen a coincidir con los intereses de la clase dominante, y los intereses objetivos de aquella. Un buen ejemplo de este fenmeno puede encontrarse en una investigacin realizada por el propio Martn-Bar en El Salvador. En una encuesta realizada sobre una muestra representativa de las clases medias salvadoreas (Martn-Bar, 1981) se encontr que, en lneas generales, la mayora de sus integrantes aspiraban a un estilo de vida consumista y suntuario que, objetivamente, era imposible de satisfacer por el pas. Cuanto mayor era el nivel de aspiracin en los sujetos, mayor era la tendencia a concebir como una situacin natural la que fomentaba el tipo de sociedad discriminatoria que distribuye sus beneficios de manera extremadamente desigual. Lo que Martn-Bar logra con ese estudio es localizar en el nivel de aspiraciones de los salvadoreos una forma de pensar muy frecuente en todas las sociedades que se caracterizan por una distribucin mximamente desigual de la riqueza, la "naturalizacin del presente" (Giddens, 1979), que demuestra cmo la ideologa imperante en una sociedad sirve para que las clases dominantes puedan imponer sus intereses particulares sobre el resto de las ciudadanos de cualquier otra extraccin social inferior (ver tambin Martn-Bar, 1989). Una sociedad discriminatoria favorece a los que discriminan. Pero si adems los que son discriminados conciben como algo natural esa actual situacin de discriminacin la situacin tiende a prolongarse en beneficio de quienes no se ven perjudicados por la desigualdad que la caracteriza. Precisamente ese elemento presentista es el que queramos sealar ahora en relacin con el problema de la alienacin. Junto a una impotencia real por conseguir aquello que se desea (y, en el caso de las clases ms bajas, incluso aquello que se necesita para sobrevivir), se da la sensacin de lo absurdo de cualquier intento por alterar voluntariamente el statu quo; fenmeno que en psicologa social suele llamarse "conformismo". Martn-Bar recuerda que algunos psiclogos sociales como Melvin Seeman (1959) han relacionado ese concepto marxista de alienacin con un sentimiento personal como el descrito por Rotter (1966) en el caso de los estilos de atribucin de orientacin externa. La impotencia del alienado no es interpretada por ste como . Precisamente, la propuesta de Freire para romper con la alienacin del oprimido es la de transformar lo que es una "conciencia presentista", nicamente ocupada en la satisfaccin de las necesidades individuales de cada momento, en una autntica "conciencia de clase", re-orientada ya hacia los intereses sociales "objetivos" de la comunidad. Pero esta interpretacin puramente psicolgica del fenmeno de la alienacin esconde tambin ciertos riesgos para el psiclogo social. Martn-Bar advertir esos riesgos en la excelente revisin crtica de toda la psicologa social hegemnica que hay en Accin e ideologa. As, por ejemplo, cuando recuerda el caso del campesino salvadoreo: Que el campesino salvadoreo piense que el mundo es injusto, complejo, impredecible e inmanejable es la consecuencia lgica y realista de unos mecanismos sociales que operan en su mundo, con independencia y anterioridad a que l los perciba o no (Martn-Bar, 1983a, p. 216). Queda una base real a la actitud fatalista que cabe concebirla como un fenmeno de adaptacin psicolgica a un mundo como el que Martn-Bar describe en esta cita. Aunque no se niegue tampoco que ese conformismo se perpete, en efecto, para perjuicio del propio conformista y a travs de diversos mecanismos psicosociales (entre los cuales cabe destacar el de su "ideologizacin"). Un anlisis ms definitivo de todo esto aparecer, varios aos despus del xito de Accin e ideologa, en los ya mencionados trabajos de 1987, El latino indolente. Carcter del fatalismo latinoamericano, y en el espacio que Martn-Bar vuelve a dedicar al fenmeno del conformismo en el segundo volumen de su manual, Sistema, grupo y poder (1989). El fatalismo constituye, segn confirma nuestro autor, una manifestacin peculiar y autctona del conformismo social, propia de las sociedades iberoamericanas y de su estructuracin segn la vieja dialctica del opresor y el oprimido. Para entender bien el sentido de todo esto hace falta que conozcamos lo que en estos textos se dice sobre el conformismo. En Sistema, grupo y poder el conformismo queda definido como la adecuacin del comportamiento de los individuos a las exigencias o demandas que los que detentan el poder social imponen sobre los menos poderosos mediante diversos mecanismos de socializacin y coercin. Pero Martn-Bar seala adems que el conformismo puede tener lugar de dos formas alternativas; de manera consciente, una de ellas ("conciencia de sometimiento"); inconsciente en el otro caso y que se correspondera con lo que, ms precisamente, llamaba Marx "alienacin". Finalmente, en las sociedades iberoamericanas, la alienacin se manifiesta como "fatalismo", una actitud o que tiende a la asimilacin de las realidades sociales a la naturaleza fsica y al estancamiento del tiempo histrico. En un sentido ms tcnico, el fatalismo se describe como una actitud cuyos principales componentes coincidiran con los que aparecen en el cuadro X y que, en parte, son producto de la revisin que Martn-Bar realiza en su trabajo de 1987 sobre las investigaciones que se han ocupado, desde perspectivas sociolgicas (Tffel), antropolgicas (Lewis) y psicolgicas (Fromm y Maccoby, Daz-Guerrero, Ardila, Salazar) de este asunto. Las conclusiones que Martn-Bar extrae a partir de la evidencia emprica disponible son bsicamente dos: La actitud fatalista est presente, en efecto, en varios de los sectores socioeconmicos ms bajos de la poblacin de todos los pases iberoamericanos estudiados. Varios de los rasgos que describen esa actitud forman parte de los estereotipos que diversos grupos sociales, no slo los de las clases ms bajas, sostienen acerca de los rasgos ms prototpicos (carcter) del hombre y la mujer iberoamericanos. El fatalismo encierra, por tanto, una gran verdad y sostiene tambin una mentira no menos importante. En cuanto actitud, es el efecto de esa realidad inhspita para el oprimido que ya nos hemos detenido en analizar aqu, en el caso concreto del campo y tambin en los estudios de Martn-Bar sobre un problema diferente como el de la vivienda. En general, y en el caso concreto de El Salvador, cualquier intento poltico por parte de los sectores populares se ha revelado intil para el cambio social, como tambin quedara indicado en otro viejo trabajo de Martn-Bar, Social Attitudes and Group Conflict in El Salvador (1977), presentado en Chicago como tesina de su maestra en ciencias sociales, y que es evocado por l mismo al explicar el asunto del fatalismo. Tambin en Sistema, grupo y poder el fatalismo es puesto en relacin, coherentemente con lo ya dicho en Accin e ideologa sobre los trabajos de Rotter y Seeman, con el fenmeno de la "indefensin aprendida" (al que Martn-Bar prefiere referirse, con acierto, con la expresin "desesperanza aprendida"). En cuanto estereotipo que sostiene una buena parte de la poblacin iberoamericana sobre la propia identidad social de sus pobladores, el fatalismo porta, segn hemos dicho, una gran mentira que resulta enormemente til para la conservacin del orden de desigualdades establecido en la mayora de esos pases: la atribucin de la falta de progreso social al destino fatal que inmoviliza al oprimido y le lleva a aceptar su pobre realidad como la nica posible (una resignacin en la que la cosmovisin religiosa imperante tiene mucho que ver, como comprobaremos en los trabajos de Martn-Bar sobre psicologa de la religin). 2.5 El fatalismo y la identidad social conformista: elementos y funciones. Una pequea investigacin de Martn-Bar publicada despus de su muerte, Trabajador alegre o trabajador explotado. La identidad nacional del salvadoreo (1990) pone de manifiesto, no obstante, la compleja relacin que existe entre los elementos de los dos componentes bsicos de la identidad social: los estereotipos y las actitudes reales que son parcialmente referenciadas por aquellos. En un primer estudio basado en datos de encuesta, los dos rasgos ms mencionados por salvadoreos de diferente extraccin social como descriptores de la propia identidad nacional fueron los de "trabajador" y "alegre". Martn-Bar sospechaba que la imagen que de su identidad nacional portaran los ciudadanos salvadoreos deba cumplir una funcin de ocultacin de una parte importante de la realidad de su vida, ocultacin que beneficiara, claro est, al sostenimiento del orden establecido. Se llev a cabo una segunda investigacin, esta vez mediante un grupo de discusin, para analizar con ms detalle esa imagen. Los rasgos "trabajador" y "alegre" aparecieron de nuevo con gran profusin en las discusiones, pero se encontraron otros datos mucho ms interesantes. Los grupos que pertenecan a los sectores medios de la poblacin mencionaban ms asiduamente el rasgo "trabajador" que los grupos de los sectores bajos. Sin embargo, estos ltimos, y sin dejar de aludir al mbito laboral, hacan un uso frecuente de diversos adjetivos que venan a significar "sufrimiento" y que completaba la descripcin del salvadoreo "trabajador". De este modo, los sectores medios parecan sostener ms unnimemente el estereotipo del "trabajador alegre" por cuanto les resultaba menos La actitud fatalista del latinoamericano segn Martn-Bar Ideas o cogniciones: - Existe un destino que rige inevitablemente toda vida humana, que no es ms que el despliegue en el tiempo del proyecto que el mismo destino impone. - El destino no es alterable por la voluntad humana. - El destino tiene (generalmente) a Dios, un ser lejano, todopoderoso e infinitamente sabio, como referencia ltima. Sentimientos o afectos: - Resignacin, sin resentimiento ni rebelda, ante la miseria de la propia existencia. - Aceptacin pasi 2.2 Conformismo, marginacin social y carcter. Con tono y estilo que nos recuerdan al Erich Fromm de El miedo a la libertad (1968) o al mismo Freire, en la reflexin moral que en el fondo es su Psicodiagnstico de Amrica Latina, denuncia Martn-Bar ya en 1972 el conformismo social que forma parte de la misma contextura psicolgica del latinoamericano, en parte culpa del modelo de sociedad consumista que se pretende transplantar de los Estados Unidos a las sociedades iberoamericanas, en parte efecto de un orden social con tendencia a las actitudes y las medidas represivas, tan propias de la dialctica opresor-oprimido. No en balde otro trmino que Martn-Bar emplea frecuentemente al explicar esta situacin es el de "alienacin", en el ms puro sentido marxista. Pero ms all de ese anhelo por la estabilidad social -el conformismo, en el sentido psicosocial clsico- que fomentan las sociedades burguesas criticadas en Psicodiagnstico, se planta y afirma a diario la realidad de la divisin tajante en los pases iberoamericanos entre una clase social dirigente y minoritaria que acapara la mayor parte de los recursos materiales y econmicos y unas clases mayoritarias, marginadas de la opulencia y el estilo de vida de aquella y que vive inmersa en una realidad desgarrada, agonizante e imprevisible, en medio de cual muy pocos terminan de encontrar verdadero sentido a la propia existencia. El marginado social, que no es en estos pases, como decimos, miembro de minora alguna sino de una mayora popular, vive, como sentimiento predominante, la inseguridad constante que es producto de su trato con una circunstancia que obtura de entrada todas y cada una de sus potencialidades como ser humano y que configura la actitud fatalista que ya Martn-Bar denuncia en este su primer libro. No hay demasiadas recompensas para el marginado, fuera de lo que Martn-Bar explica como los "escapismos" ms frecuentes, como el alcohol, las drogas o la "genitalidad". Martn-Bar define dos formas alternativas de marginacin que se dan en el mundo iberoamericano. La inicial e involuntaria, que acaba inevitablemente en el fatalismo y en una interpretacin "presentista" de la realidad (una muy triste incapacidad para imaginar formas diferentes o ms plenas de existencia). Y, en segundo lugar o momento, la marginacin asumida o voluntaria, es decir, la que proviene de una verdadera toma de conciencia del carcter nocivo de la estructura social e implica la ruptura deliberada con el sistema mediante un posicionamiento firme y sostenido ante ciertos valores (revolucionarios) y "anti-valores" (opresivos, actualizados en la ideologa dominante) . Del avance popular desde aquella primera forma de marginacin a esta segunda depende, segn el Martn-Bar de Psicodiagnstico, la posibilidad de realizar una "opcin radical" que permita superar la "situacin histricamente lmite" que caracteriza a dicha poca. Tambin en 1972, Martn-Bar publica un trabajo donde aborda ms directamente el tema del carcter del latinoamericano, Presupuestos psicosociales de una caracteriologa para nuestros pases, en el que toma prestado de Wilhelm Reich el concepto de "carcter", en un intento de poner en relacin ciertas actitudes bsicas del latinoamericano con las circunstancias socio-histricas de su existencia y, especialmente, con el orden socio-poltico establecido. Se trata de un trabajo interesante para estas y otras cuestiones, por cuanto ilustra perfectamente -como pasa tambin en Psicodiagnstico- la enorme deuda de Martn-Bar con el psicoanlisis y los autores de la escuela de Frankfurt, y tambin en tanto que es una de las primeras ocasiones en las que el concepto marxista de "ideologa" recibe una definicin psicosocial. Ciertas actitudes como la del fatalismo tradicional mencionado slo de pasada en este artculo- y otras que formaran parte de lo que entonces se define como "constantes psico-ideolgicas de nuestra sociedad" serviran, en opinin de Martn-Bar, para configurar el carcter del latinoamericano. El carcter, en acuerdo con Reich, queda descrito como un conjunto de disposiciones o "esquemas de actuacin" estables en el tiempo y el espacio que dependen de una estructura actitudinal o "ideo-afectiva" y que son producto de la internalizacin de la ideologa que corresponde al orden social establecido. Martn-Bar recurre, por tanto, a conceptos clsicos como los de actitud, carcter o ideologa pero los combina con escasa parsimonia, lo cual revela cierta confusin y convierte el artculo en una lectura engorrosa y muy poco clarificadora. Sin embargo, conviene retener alguna de las ideas sugeridas en este viejo artculo como la del estrecho vnculo que Martn-Bar cree reconocer entre la naturaleza represiva de las sociedades iberoamericanas y la penetracin de la ideologa que justifica esa represin en las estructuras psicolgicas de la mayora de sus habitantes. La "marginacin involuntaria" de la que se hablaba en Psicodiagnstico sera tanto un efecto como una causa de la ideologa hecha estructura psicolgica (carcter), convertida en marco de referencia para interpretar y tratar con el mundo y con los seres humanos. La deuda con Reich es indudable pero aqu est insinuada, de cualquier forma, toda la perspectiva psicosocial de Martn-Bar. 2.3 Marginacin y miseria en un pas agrcola. Adelantndose varios aos a la aprobacin del proyecto de reforma agraria tanto tiempo esperado en El Salvador, Martn-Bar publica en 1973 un artculo extenso, Psicologa del campesino salvadoreo, que explora uno de los mbitos donde ms sentido tiene hablar de una marginacin social involuntaria. Ninguna reforma agraria podr tener xito en El Salvador, segn piensa Martn-Bar en aquel trabajo, si no parte del conocimiento previo de la vida y de la forma de ser del campesino. Desde el punto de vista del psiclogo, esto exige un estudio pormenorizado de las actitudes del campesino salvadoreo ante la vida en el campo, su realidad inmediata e incanjeable. Martn-Bar afirma la existencia de tres actitudes bsicas fcilmente identificables en la manera en la que el campesino salvadoreo da sentido a la realidad que le rodea y a su propia existencia. Actitudes que, adems, son producto de la historia de las experiencias que vive el campesino en el trato con dicho mundo, segn Martn-Bar. El campo representa para el campesino salvadoreo un mundo fundamentalmente "desacogedor". Una elevadsima densidad demogrfica impone lmites severos a la incorporacin de nuevos miembros al trabajo agrcola y contribuye considerablemente, por tanto, al crecimiento desmesurado de la tasa de desempleo. El mundo agrcola salvadoreo supone, en definitiva, la mxima definicin de la pobreza como forma de vida a causa de la carencia de alimentos de espacio y de vivienda que constituyen norma habitual de las miserables condiciones de existencia a las que se ven sometidos sus pobladores. Ante un mundo semejante no es extrao que prolifere (1) una consecuente "actitud de autodevaluacin", un cierto sentido de insignificancia personal, dice Martn-Bar, que resta a la vida gran parte de su valor, sino todo. Una segunda caracterstica del mundo del campo salvadoreo sera la de la "opresin". El trabajo del campesino corresponde a la estructura de explotacin que lo sustenta, donde no hay horarios ni lmites de esfuerzo, pero donde tampoco es posible inducir algn cambio sobre la situacin personal por mucho que uno se parta el lomo trabajando al fiero sol centroamericano. La situacin del mundo campesino mantiene, adems, una relacin de dependencia (otra ms) con respecto al mundo urbano, a sus intereses econmicos, sus valores culturales y sus proyectos polticos. De aquel otro mundo recibe el campesino sus principales modelos de identificacin, propios de una sociedad consumista, a los que jams podr tener acceso. Como bien haba descrito Freire, a partir de su trabajo en poblaciones campesinas de toda Iberoamrica, y ahora Martn-Bar, esta realidad opresiva fomenta la aparicin de (2) actitudes "individualistas" entre los campesinos: desconfianza hacia los dems, desarraigo con respecto a la tierra y a la propia comunidad e identificacin con el opresor, sentimientos todos ellos que conducen al campesino a intentar promocionarse a costa de todo y de todos. Finalmente, el mundo del campesino salvadoreo es un mundo "cerrado" debido a la rigidez con la que estn definidos el estatus y los roles que le corresponden. Puesto que ese estatus viene definido bsicamente por los ingresos econmicos y estos son indecentemente bajos, no hay casi ninguna posibilidad de ascender en la escala social. Todo un conjunto de "mitos" (ideologa) asimilados por el campesino a lo largo de su existencia, tales como el de la superioridad intelectual y racial del opresor, la imposibilidad de cualquier otra forma de organizacin econmica y/o poltica o el sentido cristiano del orden social imperante, justifican esa estructura cerrada. Ante ella, la actitud ms comn y extendida es...la del (3) "fatalismo", que Martn-Bar vuelve a explicar en trminos parecidos a como lo hizo en Psicodiagnstico. La reforma agraria, deduce Martn-Bar de todo esto, debera ocuparse de algo ms que de la posesin de la tierra, la cooperativizacin de las explotaciones agrcolas o la racionalizacin de la produccin y la distribucin; debera buscar el crecimiento personal y comunitario del campesino, en la medida en que exista una cierta reciprocidad entre la situacin real de los individuos y las actitudes bsicas que condicionan su manera de interactuar con ese mundo. La realidad desacogedora, opresiva y cerrada del campo es causa y al mismo tiempo efecto de esas actitudes de autodevaluacin, individualismo y fatalismo que Martn-Bar describe y que indudablemente favorecen la perpetuacin del tipo de situacin que las ha generado. Para cambiarlas y cambiar de paso la realidad del campo Martn-Bar propona: (a) una labor de concienciacin (conscientizacin, en el sentido de Freire) sobre la necesidad de tales cambios; (b) la promocin social a travs de instituciones, educacin y publicidad de nuevos valores y modelos de identificacin, ms apropiados a un carcter tambin nuevo, menos individualista y competitivo y ms comunitario y cooperativo; y (c) nuevas formas de organizacin y accin comunitaria, orientadas a la satisfaccin de las necesidades de los propios campesinos, sobre las anteriormente impuestas desde el mundo urbano. A pesar de todo, la realidad del campo, como la de el pas, mantuvo ese carcter inhspito para el campesino salvadoreo con el que nuestro autor lo identificaba en 1973. El 29 de junio de 1976 la Asamblea Legislativa del gobierno de El Salvador decretaba el "Primer Proyecto de Transformacin Agraria". Tres meses despus, el proyecto qued anulado, como ya sabemos, debido a las presiones que los grandes empresarios y latifundistas ejercieron sobre el gobierno para evitar la consecuente reduccin de los beneficios que habitualmente obtenan gracias a los salarios de hambre de los campesinos. 2.4 El fatalismo: imagen y actitud. En Accin e ideologa (1983) Martn-Bar practica una revisin pormenorizada de las diferentes perspectivas desde las que la psicologa social ha intentado explicar las posibles relaciones existentes entre orden social y estructura psicolgica, que an guarda relacin con su idea inicial del "carcter", tal y como lo haba definido Reich, pero que se plantea ya desde conceptos ms propios de la psicologa social clsica. No obstante, se sigue asumiendo como bueno el planteamiento de Freire que describe los rasgos psicolgicos propios de los individuos que viven en una sociedad capitalista segn la distincin en dos clases sociales ideales y antagnicas (opresor y oprimido). Martn-Bar habla entonces de una autntica "psicologa de clase", es decir, de formas de pensar, sentir y actuar que seran consecuencia de: (a) las posibilidades objetivas de accin (sociales y materiales) que ofrece el contexto en el que los individuos realizan su vida; (b) de las relaciones sociales que define ese mismo contexto; y (c) de la socializacin en una serie de valores y normas ("psicolgicamente asumidas como actitudes", nos dice) determinadas. Un concepto fundamental para entender esa psicologa de clase es el de "alienacin", un fenmeno habitual en todas aquellas sociedades capitalistas que gozan de una relativa estabilidad, explica Martn-Bar. En tales sociedades, los individuos de las clases ms bajas u oprimidas -en los trminos de Freire- adoptan los intereses y valores de las clases altas u opresivas. Aparece entonces una contradiccin entre las actitudes de una persona o grupo que forma parte de la clase social dominada que vienen a coincidir con los intereses de la clase dominante, y los intereses objetivos de aquella. Un buen ejemplo de este fenmeno puede encontrarse en una investigacin realizada por el propio Martn-Bar en El Salvador. En una encuesta realizada sobre una muestra representativa de las clases medias salvadoreas (Martn-Bar, 1981) se encontr que, en lneas generales, la mayora de sus integrantes aspiraban a un estilo de vida consumista y suntuario que, objetivamente, era imposible de satisfacer por el pas. Cuanto mayor era el nivel de aspiracin en los sujetos, mayor era la tendencia a concebir como una situacin natural la que fomentaba el tipo de sociedad discriminatoria que distribuye sus beneficios de manera extremadamente desigual. Lo que Martn-Bar logra con ese estudio es localizar en el nivel de aspiraciones de los salvadoreos una forma de pensar muy frecuente en todas las sociedades que se caracterizan por una distribucin mximamente desigual de la riqueza, la "naturalizacin del presente" (Giddens, 1979), que demuestra cmo la ideologa imperante en una sociedad sirve para que las clases dominantes puedan imponer sus intereses particulares sobre el resto de las ciudadanos de cualquier otra extraccin social inferior (ver tambin Martn-Bar, 1989). Una sociedad discriminatoria favorece a los que discriminan. Pero si adems los que son discriminados conciben como algo natural esa actual situacin de discriminacin la situacin tiende a prolongarse en beneficio de quienes no se ven perjudicados por la desigualdad que la caracteriza. Precisamente ese elemento presentista es el que queramos sealar ahora en relacin con el problema de la alienacin. Junto a una impotencia real por conseguir aquello que se desea (y, en el caso de las clases ms bajas, incluso aquello que se necesita para sobrevivir), se da la sensacin de lo absurdo de cualquier intento por alterar voluntariamente el statu quo; fenmeno que en psicologa social suele llamarse "conformismo". Martn-Bar recuerda que algunos psiclogos sociales como Melvin Seeman (1959) han relacionado ese concepto marxista de alienacin con un sentimiento personal como el descrito por Rotter (1966) en el caso de los estilos de atribucin de orientacin externa. La impotencia del alienado no es interpretada por ste como . Precisamente, la propuesta de Freire para romper con la alienacin del oprimido es la de transformar lo que es una "conciencia presentista", nicamente ocupada en la satisfaccin de las necesidades individuales de cada momento, en una autntica "conciencia de clase", re-orientada ya hacia los intereses sociales "objetivos" de la comunidad. Pero esta interpretacin puramente psicolgica del fenmeno de la alienacin esconde tambin ciertos riesgos para el psiclogo social. Martn-Bar advertir esos riesgos en la excelente revisin crtica de toda la psicologa social hegemnica que hay en Accin e ideologa. As, por ejemplo, cuando recuerda el caso del campesino salvadoreo: Que el campesino salvadoreo piense que el mundo es injusto, complejo, impredecible e inmanejable es la consecuencia lgica y realista de unos mecanismos sociales que operan en su mundo, con independencia y anterioridad a que l los perciba o no (Martn-Bar, 1983a, p. 216). Queda una base real a la actitud fatalista que cabe concebirla como un fenmeno de adaptacin psicolgica a un mundo como el que Martn-Bar describe en esta cita. Aunque no se niegue tampoco que ese conformismo se perpete, en efecto, para perjuicio del propio conformista y a travs de diversos mecanismos psicosociales (entre los cuales cabe destacar el de su "ideologizacin"). Un anlisis ms definitivo de todo esto aparecer, varios aos despus del xito de Accin e ideologa, en los ya mencionados trabajos de 1987, El latino indolente. Carcter del fatalismo latinoamericano, y en el espacio que Martn-Bar vuelve a dedicar al fenmeno del conformismo en el segundo volumen de su manual, Sistema, grupo y poder (1989). El fatalismo constituye, segn confirma nuestro autor, una manifestacin peculiar y autctona del conformismo social, propia de las sociedades iberoamericanas y de su estructuracin segn la vieja dialctica del opresor y el oprimido. Para entender bien el sentido de todo esto hace falta que conozcamos lo que en estos textos se dice sobre el conformismo. En Sistema, grupo y poder el conformismo queda definido como la adecuacin del comportamiento de los individuos a las exigencias o demandas que los que detentan el poder social imponen sobre los menos poderosos mediante diversos mecanismos de socializacin y coercin. Pero Martn-Bar seala adems que el conformismo puede tener lugar de dos formas alternativas; de manera consciente, una de ellas ("conciencia de sometimiento"); inconsciente en el otro caso y que se correspondera con lo que, ms precisamente, llamaba Marx "alienacin". Finalmente, en las sociedades iberoamericanas, la alienacin se manifiesta como "fatalismo", una actitud o que tiende a la asimilacin de las realidades sociales a la naturaleza fsica y al estancamiento del tiempo histrico. En un sentido ms tcnico, el fatalismo se describe como una actitud cuyos principales componentes coincidiran con los que aparecen en el cuadro X y que, en parte, son producto de la revisin que Martn-Bar realiza en su trabajo de 1987 sobre las investigaciones que se han ocupado, desde perspectivas sociolgicas (Tffel), antropolgicas (Lewis) y psicolgicas (Fromm y Maccoby, Daz-Guerrero, Ardila, Salazar) de este asunto. Las conclusiones que Martn-Bar extrae a partir de la evidencia emprica disponible son bsicamente dos: La actitud fatalista est presente, en efecto, en varios de los sectores socioeconmicos ms bajos de la poblacin de todos los pases iberoamericanos estudiados. Varios de los rasgos que describen esa actitud forman parte de los estereotipos que diversos grupos sociales, no slo los de las clases ms bajas, sostienen acerca de los rasgos ms prototpicos (carcter) del hombre y la mujer iberoamericanos. El fatalismo encierra, por tanto, una gran verdad y sostiene tambin una mentira no menos importante. En cuanto actitud, es el efecto de esa realidad inhspita para el oprimido que ya nos hemos detenido en analizar aqu, en el caso concreto del campo y tambin en los estudios de Martn-Bar sobre un problema diferente como el de la vivienda. En general, y en el caso concreto de El Salvador, cualquier intento poltico por parte de los sectores populares se ha revelado intil para el cambio social, como tambin quedara indicado en otro viejo trabajo de Martn-Bar, Social Attitudes and Group Conflict in El Salvador (1977), presentado en Chicago como tesina de su maestra en ciencias sociales, y que es evocado por l mismo al explicar el asunto del fatalismo. Tambin en Sistema, grupo y poder el fatalismo es puesto en relacin, coherentemente con lo ya dicho en Accin e ideologa sobre los trabajos de Rotter y Seeman, con el fenmeno de la "indefensin aprendida" (al que Martn-Bar prefiere referirse, con acierto, con la expresin "desesperanza aprendida"). En cuanto estereotipo que sostiene una buena parte de la poblacin iberoamericana sobre la propia identidad social de sus pobladores, el fatalismo porta, segn hemos dicho, una gran mentira que resulta enormemente til para la conservacin del orden de desigualdades establecido en la mayora de esos pases: la atribucin de la falta de progreso social al destino fatal que inmoviliza al oprimido y le lleva a aceptar su pobre realidad como la nica posible (una resignacin en la que la cosmovisin religiosa imperante tiene mucho que ver, como comprobaremos en los trabajos de Martn-Bar sobre psicologa de la religin). 2.5 El fatalismo y la identidad social conformista: elementos y funciones. Una pequea investigacin de Martn-Bar publicada despus de su muerte, Trabajador alegre o trabajador explotado. La identidad nacional del salvadoreo (1990) pone de manifiesto, no obstante, la compleja relacin que existe entre los elementos de los dos componentes bsicos de la identidad social: los estereotipos y las actitudes reales que son parcialmente referenciadas por aquellos. En un primer estudio basado en datos de encuesta, los dos rasgos ms mencionados por salvadoreos de diferente extraccin social como descriptores de la propia identidad nacional fueron los de "trabajador" y "alegre". Martn-Bar sospechaba que la imagen que de su identidad nacional portaran los ciudadanos salvadoreos deba cumplir una funcin de ocultacin de una parte importante de la realidad de su vida, ocultacin que beneficiara, claro est, al sostenimiento del orden establecido. Se llev a cabo una segunda investigacin, esta vez mediante un grupo de discusin, para analizar con ms detalle esa imagen. Los rasgos "trabajador" y "alegre" aparecieron de nuevo con gran profusin en las discusiones, pero se encontraron otros datos mucho ms interesantes. Los grupos que pertenecan a los sectores medios de la poblacin mencionaban ms asiduamente el rasgo "trabajador" que los grupos de los sectores bajos. Sin embargo, estos ltimos, y sin dejar de aludir al mbito laboral, hacan un uso frecuente de diversos adjetivos que venan a significar "sufrimiento" y que completaba la descripcin del salvadoreo "trabajador". De este modo, los sectores medios parecan sostener ms unnimemente el estereotipo del "trabajador alegre" por cuanto les resultaba menos La actitud fatalista del latinoamericano segn Martn-Bar Ideas o cogniciones: - Existe un destino que rige inevitablemente toda vida humana, que no es ms que el despliegue en el tiempo del proyecto que el mismo destino impone. - El destino no es alterable por la voluntad humana. - El destino tiene (generalmente) a Dios, un ser lejano, todopoderoso e infinitamente sabio, como referencia ltima. Sentimientos o afectos: - Resignacin, sin resentimiento ni rebelda, ante la miseria de la propia existencia. - Aceptacin pasi 2.2 Conformismo, marginacin social y carcter. Con tono y estilo que nos recuerdan al Erich Fromm de El miedo a la libertad (1968) o al mismo Freire, en la reflexin moral que en el fondo es su Psicodiagnstico de Amrica Latina, denuncia Martn-Bar ya en 1972 el conformismo social que forma parte de la misma contextura psicolgica del latinoamericano, en parte culpa del modelo de sociedad consumista que se pretende transplantar de los Estados Unidos a las sociedades iberoamericanas, en parte efecto de un orden social con tendencia a las actitudes y las medidas represivas, tan propias de la dialctica opresor-oprimido. No en balde otro trmino que Martn-Bar emplea frecuentemente al explicar esta situacin es el de "alienacin", en el ms puro sentido marxista. Pero ms all de ese anhelo por la estabilidad social -el conformismo, en el sentido psicosocial clsico- que fomentan las sociedades burguesas criticadas en Psicodiagnstico, se planta y afirma a diario la realidad de la divisin tajante en los pases iberoamericanos entre una clase social dirigente y minoritaria que acapara la mayor parte de los recursos materiales y econmicos y unas clases mayoritarias, marginadas de la opulencia y el estilo de vida de aquella y que vive inmersa en una realidad desgarrada, agonizante e imprevisible, en medio de cual muy pocos terminan de encontrar verdadero sentido a la propia existencia. El marginado social, que no es en estos pases, como decimos, miembro de minora alguna sino de una mayora popular, vive, como sentimiento predominante, la inseguridad constante que es producto de su trato con una circunstancia que obtura de entrada todas y cada una de sus potencialidades como ser humano y que configura la actitud fatalista que ya Martn-Bar denuncia en este su primer libro. No hay demasiadas recompensas para el marginado, fuera de lo que Martn-Bar explica como los "escapismos" ms frecuentes, como el alcohol, las drogas o la "genitalidad". Martn-Bar define dos formas alternativas de marginacin que se dan en el mundo iberoamericano. La inicial e involuntaria, que acaba inevitablemente en el fatalismo y en una interpretacin "presentista" de la realidad (una muy triste incapacidad para imaginar formas diferentes o ms plenas de existencia). Y, en segundo lugar o momento, la marginacin asumida o voluntaria, es decir, la que proviene de una verdadera toma de conciencia del carcter nocivo de la estructura social e implica la ruptura deliberada con el sistema mediante un posicionamiento firme y sostenido ante ciertos valores (revolucionarios) y "anti-valores" (opresivos, actualizados en la ideologa dominante) . Del avance popular desde aquella primera forma de marginacin a esta segunda depende, segn el Martn-Bar de Psicodiagnstico, la posibilidad de realizar una "opcin radical" que permita superar la "situacin histricamente lmite" que caracteriza a dicha poca. Tambin en 1972, Martn-Bar publica un trabajo donde aborda ms directamente el tema del carcter del latinoamericano, Presupuestos psicosociales de una caracteriologa para nuestros pases, en el que toma prestado de Wilhelm Reich el concepto de "carcter", en un intento de poner en relacin ciertas actitudes bsicas del latinoamericano con las circunstancias socio-histricas de su existencia y, especialmente, con el orden socio-poltico establecido. Se trata de un trabajo interesante para estas y otras cuestiones, por cuanto ilustra perfectamente -como pasa tambin en Psicodiagnstico- la enorme deuda de Martn-Bar con el psicoanlisis y los autores de la escuela de Frankfurt, y tambin en tanto que es una de las primeras ocasiones en las que el concepto marxista de "ideologa" recibe una definicin psicosocial. Ciertas actitudes como la del fatalismo tradicional mencionado slo de pasada en este artculo- y otras que formaran parte de lo que entonces se define como "constantes psico-ideolgicas de nuestra sociedad" serviran, en opinin de Martn-Bar, para configurar el carcter del latinoamericano. El carcter, en acuerdo con Reich, queda descrito como un conjunto de disposi