IGUALDAD ANTE LA LEY: Marco normativo. Concepto...
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IGUALDAD ANTE LA LEY: Marco normativo. Concepto. Implicancias.
Pautas para valorar la razonabilidad de la desigualdad de trato. Forma de
invocar su vulneración. ACTAS. Regulación legal. Testigo de actuación.
PENA. Etapas de individualización. RECURSO DE CASACIÓN. Motivo
Formal. Competencia del tribunal ad quem. Contralor de la
Fundamentación fáctica. SENTENCIA. Es una unidad.
I. El derecho a la igualdad, se encuentra reconocido expresamente en el
artículo 16 de la C.N., así como por los Pactos y Tratados incorporados con
jerarquía constitucional en el artículo 75 inc. 22 de la C.N. (Declaración
Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, art. 11; Declaración
Universal de Derechos Humanos, art. 7°; Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos arts. 3° y 14.1; Convención Americana Sobre Derechos
Humanos -Pacto de San José de Costa Rica- art. 8°.2.) y en la Constitución
Provincial (art. 7). El mismo debe entenderse como el derecho a que no se
establezcan excepciones o privilegios que excluyan a unos de lo que se
concede a otros en iguales circunstancias. De donde se sigue que la
verdadera igualdad consiste en aplicar la ley en los casos ocurrentes según las
diferencias de ellos. En consecuencia, lo vedado es la discriminación
injustificada o irrazonable de trato, lo cual no implica que en todos los casos
se otorgue un tratamiento legal igual con abstracción de cualquier elemento
diferenciador de relevancia jurídica. De modo que no toda desigualdad
constituye necesariamente una discriminación, resultando admisible cuando la
diferencia de tratamiento esté justificada legal y constitucionalmente y no sea
desproporcionada con el fin que se persiga. Por lo tanto, la protección del
derecho de igualdad, del derecho constitucional a la no discriminación, se apoya
en dos elementos que han de ser objeto de análisis: si la diferencia de trato está
dotada de una justificación objetiva y razonable, es decir si posee una
justificación legal y constitucional suficiente; y si existe la debida
proporcionalidad entre la distinción de trato que se efectúa y los objetivos que
con ella se persiguen.
II. El art. 134 del C.P.P., que regula la realización de las actas en el
ámbito de esta provincia, expresa que el testigo que firme el acta realizada por
los oficiales o auxiliares de la policía, sólo en lo posible, sea un extraño a la
repartición, contemplándose en el art. 137 de dicho cuerpo legal, que su nulidad
sólo sería posible ante la falta de firma pero no porque quien eventualmente
firme como testigo de actuación sea policía. Ello por cuanto dicha referencia no
configura un requisito ad solemnitatem del acta y por ende, aún cuando la
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suscripción del acta por un tercero ajeno fuere factible y no la gestionare, no
procede la nulidad.
III. La determinación de la pena que cumple un condenado involucra tres
etapas. La primera es la de la individualización legislativa, en la que, en el
marco del principio de legalidad del art. 18 C.N., el legislador establece
genéricamente las respuestas punitivas que corresponden para las distintas
clases de delitos. Se tienen en cuenta para ello, la magnitud del bien jurídico
afectado, las características generales del modo de ataque al mismo
contemplado por la figura, y otras consideraciones de política criminal que se
estimen necesarias. La segunda etapa es la de individualización judicial de la
pena, en la que el Tribunal debe proceder a su determinación para el caso
concreto, dentro del marco que le fija el legislador. Para lo cual se tienen en
cuenta los criterios de individualización judicial contemplados por los arts. 40 y
41 del C.P., que contemplan tanto características objetivas concretas del hecho,
como aspectos que hacen a la culpabilidad y peligrosidad del autor. Recién
entonces es posible la tercera etapa, de individualización administrativa de la
pena, orientada a regular la ejecución de esa pena impuesta. En el caso de las
penas privativas de la libertad, dentro del marco de la ley de ejecución
penitenciaria N° 24.660.
IV. Las referencias a los fines resocializadores del art. 5.6 de la
CAADDHH no importa negar la existencia de otros fines que la pena pueda
cumplir en las distintas etapas.
V. En orden a la fundamentación probatoria, compete al Tribunal de
casación verificar la aplicación de las reglas de la sana crítica en la valoración
de las pruebas en el caso concreto, con el único límite de lo que no resulte
revisable, esto es, lo que surja directa y únicamente de la inmediación. A su
vez, la obligación constitucional y legal de motivar la sentencia impone al
Tribunal de mérito -entre otros recaudos- tomar en consideración todas las
pruebas fundamentales legalmente incorporadas en el juicio, y efectuar dicha
ponderación conforme la sana crítica racional (art. 193 C.P.P.), resulta claro que
el recurso que invoca la infracción a las reglas que la integran -lógica,
psicología, experiencia- debe también contraponer un análisis de todo el cuadro
convictivo meritado, y en función de éste, a su vez, evidenciar la decisividad del
vicio que se denuncia (art. 413 inc. 4°, C.P.P.).
VI. La sentencia constituye una unidad, por lo que debe analizarse la
totalidad de sus fundamentos a fin de determinar si existe el vicio denunciado
por el impetrante.
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T.S.J. “Sala Penal”, S. n° 118 del 4/5/2010, “GARCÍA, Franco Germán y
otro p.ss.aa. p.s.a. robo calificado –Recurso de Casación-”. Vocales:
Tarditti, Cafure de Battistelli, Blanc G. de Arabel.
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SENTENCIA NÚMERO: CIENTO DIECIOCHO
En la Ciudad de Córdoba, a los cuatro días del mes mayo de dos mil diez,
siendo las once horas, se constituyó en audiencia pública la Sala Penal del
Tribunal Superior de Justicia, presidida por la señora Vocal Aída Tarditti, con
la asistencia de las señoras Vocales doctoras María Esther Cafure de Battistelli
y María de las Mercedes Blanc G. de Arabel, a los fines de dictar sentencia en
los autos “GARCÍA, Franco Germán y otro p.ss.aa. p.s.a. robo calificado –
Recurso de Casación-” (Expte. “G", 1/09), con motivo del recurso de casación
interpuesto por los Dres. Jorge Alberto Agüero -en su carácter de defensor del
prevenido Gonzalo Fabián Giménez- y por Manuel A. Calderón -en su carácter
de defensor del prevenido Franco Germán García- en contra de la sentencia
número treinta y seis del veinticuatro de octubre de dos mil ocho, dictada por la
Cámara Novena del Crimen de esta ciudad.
Abierto el acto por la Sra. Presidente se informa que las cuestiones a
resolver son las siguientes:
1) ¿Es ilegal la fundamentación probatoria relativa a la participación del
prevenido Fabián Gonzalo Giménez en el hecho?
2) ¿Es válida la fundamentación de la pena impuesta al prevenido Fabián
Gonzalo Giménez?
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3) ¿Es válida la fundamentación probatoria relativa a la participación del
prevenido Franco Germán García en el hecho?
4) ¿Qué resolución corresponde dictar?
Las señoras Vocales emitirán sus votos en el siguiente orden: Dras. Aída
Tarditti, María Esther Cafure de Battistelli y María de las Mercedes Blanc G.
de Arabel.
A LA PRIMERA CUESTIÓN
La señora Vocal doctora Aída Tarditti, dijo:
I. Que por sentencia N° 36 del 24 de octubre de 2008, la Cámara
Novena del Crimen de esta ciudad dispuso, en lo que aquí interesa, "... II)
Declarar a Franco Germán García, Fabián Gonzalo Giménez, Darío Fabián
Montoya y Ariel Mario Salas, ..., coautores responsables de los delitos de
violación de domicilio y robo calificado reiterado, siete hechos, en concurso
real y todo en concurso real, por los hechos contenidos en el auto de elevación
de la causa a juicio de fs. 414, en los términos de los arts. 41 bis, 45, 150, 166
inc. 2° y 55 del C.P. e imponerles: a García la pena de ocho años de prisión con
adicionales de ley, costas y declaración de reincidencia, debiendo revocarse la
libertad condicional que oportunamente se le concediera y unificar esta sanción
con la que le fuera impuesta; en la única pena de diez años y seis meses de
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prisión con adicionales de ley, costas y declaración de reincidencia...." (fs.
628/643).
II. Contra dicha resolución interpuso recurso de casación el Dr. Jorge
Alberto Agüero en su carácter de defensor del prevenido Gonzalo Fabián
Giménez (fs. 650/661vta.).
1. En un primer agravio, expresa el recurrente, que la fundamentación del
fallo construida en base al análisis probatorio del requerimiento de elevación a
juicio de la presente causa no puede considerarse válida, toda vez que se basa
en prueba ilegal, como son las actas de secuestro y de requisa practicadas por
el personal policial.
Refiere que ello ocurre porque dichas actas resultan vulneratorias del
derecho de defensa en juicio y por ende violatorias del art. 18 de la C.N. y del
principio de igualdad ante la ley del art. 16 de la C.N. relativos al derecho a
defensa en juicio y a ser tratados con igualdad ante la ley, respectivamente,
constituyendo ley suprema de la nación (art. 31 C.N.) que no puede ser alterada
por las leyes que reglamentan su ejercicio (art. 28 C.N.). Señala que ese vicio
radica en que los mismos carecen de un requisito para su validez formal e
intrínseca al no haber sido suscriptas por dos testigos civiles, tal como prescribe
el art. 138 del Código Procesal Penal de la Nación, cuando se trata de actas que
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acrediten actos irreproductibles y definitivos. Como sucede con el secuestro, las
inspecciones oculares, o las requisas personales. Agrega a ello lo dispuesto por
el art. 140 de dicho cuerpo legal, que establece que el acta será nula cuando
falta la firma de los testigos de la actuación, y señala que ambas disposiciones
resultan reglamentarias del art. 18 de la C.N. especificando detalles formales de
actuación para garantizar la veracidad de las constancias de las mismas y con
ello la inviolabilidad de la defensa en juicio. Por lo que no son meras normas
procesales sino normas reglamentarias de disposiciones constitucionales.
Expresa que siendo ello así y atento que el art. 184 del Código Procesal
de la provincia de Córdoba contempla la nulidad de los actos practicados con
inobservancia de las disposiciones expresamente prescriptas bajo pena de
nulidad, como la que contemplan las disposiciones de raigambre constitucional
mencionadas dicha sanción procesal debe aplicarse al fallo. Máxime cuando a
ello se suma que se entiende siempre prescriptas de ese modo, la inobservancia
de las disposiciones relativas a la intervención del imputado en los casos y
formas que la ley establece.
Señala que como sobre dichas pruebas se asentaron todos los demás
actos probatorios y resoluciones, tales como el auto de elevación a juicio y la
condena dictada, las mismas deben declararse también ineficaces a partir de lo
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dispuesto por e art. 190 del C.P.P.. A ello que agrega que la nulidad del fallo se
desprende asimismo de lo dispuesto por el art. 413 inc. 3° del C.P.P., por
basarse la sentencia condenatoria en elementos probatorios no incorporados
legalmente al debate. Tal como sucede con las referidas actas de aprehensión,
secuestro, requisa y reconocimientos en rueda de personas que dependían de los
anteriores, y del resto de las declaraciones testimoniales incriminatorias
receptadas.
Solicita entonces, que se nulifique la sentencia dictada y del juicio
realizado ordenándose la inmediata libertad de su asistido.
2. Adelantamos que el planteo formulado no puede prosperar.
1. A. Lo primero que debe señalarse en ese sentido, es que el derecho a
la igualdad, reconocido expresamente en el artículo 16 de la C.N., así como por
los Pactos y Tratados incorporados con jerarquía constitucional en el artículo 75
inc. 22 de la C.N. (Declaración Americana de los Derechos y Deberes del
Hombre, art. 11; Declaración Universal de Derechos Humanos, art. 7°; Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos arts. 3° y 14.1; Convención
Americana Sobre Derechos Humanos -Pacto de San José de Costa Rica- art.
8°.2.) y en la Constitución Provincial (art. 7), fue definido por la C.S.J.N., como
"...el derecho a que no se establezcan excepciones o privilegios que excluyan
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a unos de lo que se concede a otros en iguales circunstancias, de donde se
sigue que la verdadera igualdad consiste en aplicar la ley en los casos
ocurrentes según las diferencias de ellos" (Fallos 16:118; 124:122; 127:18 y
167; 150:122; 161:148; 183:95; 191:233; 211:589 entre otros) (Rius, Oscar, "La
Igualdad ante La Ley", p. 159, Ed. Lerner, Cba. 1987).
Con base en la opinión del Alto Tribunal, y en diversos precedentes
("Prosdócimo", S. n° 27, 24/4/98; "Martínez Minetti", S. n° 51, 23/6/00; "Acción
de amparo interpuesta por Danguise, Oscar Alfredo c/ A.D.A.C. y otros"; S. n°
82, 20/9/00; "Lavra", S. n° 101, 3/12/02), esta Sala ha afirmado que en nuestro
ordenamiento jurídico, el principio de igualdad ante la ley (art. 16 C.N.) veda la
discriminación injustificada o irrazonable de trato. Empero, se destacó que la
norma debe ser interpretada como lo expusiera destacada doctrina comparada,
ya que "...no implica que en todos los casos se otorgue un tratamiento legal
igual con abstracción de cualquier elemento diferenciador de relevancia
jurídica. Toda desigualdad no constituye necesariamente una discriminación,
siempre que la diferencia de tratamiento esté justificada legal y
constitucionalmente y no sea desproporcionada con el fin que se persiga”
(López González, José Ignacio, "El principio general de proporcionalidad en
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Derecho Administrativo", Ediciones del Instituto García Oviedo, Universidad de
Sevilla, Nro. 52, año 1988, pág. 67).
En definitiva -se sostuvo en dichos pronunciamientos- la protección del
derecho de igualdad, del derecho constitucional a la no discriminación, se apoya
en dos elementos que han de ser objeto de análisis: si la diferencia de trato está
dotada de una justificación objetiva y razonable, es decir si posee una
justificación legal y constitucional suficiente; y si existe la debida
proporcionalidad entre la distinción de trato que se efectúa y los objetivos que
con ella se persiguen..." (T.S.J., Sala Contencioso-administrativo, "Ludueña de
Miniki, Esther Elba c/ Provincia de Córdoba", S. nº 68, 23/10/1997; Sala Penal,
"Martínez Minetti", S. 51, 21/6/2000; "Danguisse c/ADAC", S. 82, 20/9/2000.
Cfr. López González, José Ignacio, ob. cit., pág. 67).
A. Siendo ello así debe destacarse asimismo, que la Constitución
Nacional establece en su art. 1°, que la Nación Argentina adopta para su
gobierno, no sólo la forma representativa y republicana, sino también la federal
de gobierno. Y esta última importa el reconocimiento de las provincias
originarias y el ejercicio por parte de éstas de las facultades no delegadas al
gobierno nacional. En ese contexto, el art. 75 inc. 12 de la C.N. solamente
delega al Poder Legislativo Federal las facultades legisferantes en materia
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sustantiva o de fondo, lo cual no incluye los ordenamientos procesales relativos
a los procedimientos ordinarios que se siguen ante los Tribunales provinciales.
De manera que la regulación de éstos quedan dentro de la órbita de las
facultades no delegadas que conservan las provincias en virtud de lo prescripto
por el art. 121 de la C.N.. Y en ese contexto la provincia ha dictado su
ordenamiento procesal penal local mediante la ley 8123 y sus modificaciones
que también opera reglamentando disposiciones constitucionales en el marco
ritual de Córdoba.
Pues bien, en este marco regulativo provincial ordinario se encauza el
proceso penal seguido contra el prevenido Giménez por los delitos que se le
atribuyen en los Tribunales de esta provincia. Algo que incluso,
contradictoriamente reconoce el propio recurrente ya que plantea que la nulidad
se disponga en virtud de lo normado por el art. 184 del C.P.P.. En ese contexto,
el art. 134 del C.P.P., que regula la realización de las actas en el ámbito de esta
provincia, expresa que el testigo que firme el acta realizada por los oficiales o
auxiliares de la policía, sólo en lo posible sea un extraño a la repartición,
contemplándose en el art. 137 de dicho cuerpo legal, que su nulidad sólo sería
posible ante la falta de firma pero no porque quien eventualmente firme como
testigo de actuación sea policía. Algo sobre lo que incluso se ha expedido esta
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Sala reiteradamente, señalando dicha referencia no configura un requisito ad
solemnitatem del acta y por ende, aún cuando la suscripción del acta por un
tercero ajeno fuere factible y no la gestionare, no procede la nulidad (T.S.J.,
Sala Penal, S. n° 88, 25/8/2006, “Carranza"; S. nº 4, 10/3/76, "Jaime"; S. nº
355, 26/12/07 "Fernández"; entre otros).
Siendo ello así se advierte que la situación denunciada no resulta ilegal
en el marco del ordenamiento procesal provincial aplicado en autos. Y que las
diferencias que ello implica frente a la regulación ritual nacional en relación con
la cuestión que arguye el presentante, posee una justificación objetiva legal y
constitucionalmente suficiente, que excluye toda posibilidad de que la misma
resulte vulneratoria del principio de igualdad ante la ley, como pretende el
impugnante, ni se advierte que de ese modo se viole algún otro tipo de garantía
constitucional.
Voto pues, negativamente en relación con esta cuestión.
La señora Vocal doctora María Esther Cafure de Battistelli, dijo:
La señora Vocal preopinante da, a mi juicio, las razones necesarias que
deciden correctamente las presentes cuestiones. Por ello adhiero a su voto,
expidiéndome en igual sentido.
La señora Vocal doctora María de las Mercedes Blanc G. de Arabel, dijo:
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Estimo correcta la solución que da la señora Vocal del primer voto, por
lo que adhiero a la misma en un todo, votando, en consecuencia, de idéntica
forma.
A LA SEGUNDA CUESTIÓN
La señora Vocal doctora Aída Tarditti, dijo:
1. En un segundo agravio, el recurso de casación interpuesto por el Dr.
Jorge Alberto Agüero en el citado carácter de defensor del prevenido Giménez,
expresa que el fallo carece de fundamentación legal al no haber determinado el
tratamiento penitenciario concreto al que debe ser sometido el prevenido
Giménez, imponiéndole una pena de prisión que contradice lo dispuesto por el
art. 5.6 del Pacto de San José de Costa Rica, con jerarquía constitucional a
partir de lo dispuesto por el art. 75 inc. 22 de la C.N..
Expresa que ello es así por cuanto esta última disposición sólo autoriza
al aplicación de la pena privativa de la libertad en los supuestos en que se
persiga un concreto y específico tratamiento de reforma y readaptación social
del condenado. Y ello no ocurre en autos donde se ha soslayado la relación que
debe haber a partir de ello, entre la mensuración de la misma a partir de los arts.
40 y 41 del C.P., y el diagnóstico, pronóstico y tratamiento penitenciario,
determinando que aquéllas disposiciones se traduzcan en pautas de orientación
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para emitir diagnóstico y fundamento del tratamiento penitenciario concreto. En
definitiva, cuestiona que el fallo primero no haya diagnosticado y determinado
el tratamiento penitenciario concreto que debía aplicarse al condenado y recién
luego mensurado la pena privativa de la libertad a partir de la escala prevista en
la figura aplicada, aunque sin sujeción al mínimo de la misma. Por lo cual
resultan inaplicables las normativas de los arts. 1 2do. párrafo, 12 inc. "a" y 13
de la ley 24.660 por cuanto las misma importan una indebida delegación de
funciones jurisdiccionales en un Tribunal administrativo penitenciario como lo
es el Consejo Criminológico Penitenciario.
Más adelante expresa que en respaldo de ello, que cuando el Tribunal a
quo rechazó su planteo de inconstitucionalidad contra las citadas disposiciones
de la ley 24.660, argumentó que no correspondía aplicar una pena tan grave a su
asistido de acuerdo con lo dispuesto por el citado Pacto internacional y el
principio de no necesariedad. Pero su planteo en realidad obedecía a que dichas
disposiciones resultaban vulneratorias del art. 5.6 del referido Pacto de San
José de Costa Rica, porque éste sólo autoriza la pena privativa de la libertad
con la sola finalidad de lograr con ella la reforma y readaptación social del
condenado, y el fallo en crisis mensuró dicha pena según el criterio retributivo
de los arts. 162 inc. 2° y 150 del C.P.. Por ende, la vulneración del referido
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criterio finalista que impone dicho tratado internacional, resta fundamento y por
ende validez al fallo, a partir de lo estatuido por el art. 155 C. Pcial. Un vicio
que sólo se hubiera salvado mensurando la pena en base al criterio del art. 5.5
de dicho tratado internacional, determinando primero el diagnóstico y pronóstico
con su consiguiente tratamiento penitenciario y fijando el tiempo de condena
recién después, y en base a ello.
Por último, debe señalarse que el recurrente solicita que el planteo
formulado se trate con efecto suspensivo, ordenándose la inmediata libertad del
prevenido Gonzalo Fabián Giménez mientras se sustancia el recurso interpuesto.
2. Adelantamos que tampoco este planteo puede ser de recibo.
En efecto, la determinación de la pena que cumple un condenado
involucra tres etapas que el recurrente parece confundir. La primera es la de la
individualización legislativa, en la que el legislador establece genéricamente las
respuestas punitivas que corresponden para las distintas clases de delitos de
acuerdo. Por ello, muchas veces se contemplan para los delitos penas divisibles
mediante una escala que va de un mínimo a un máximo, como en las figuras
aplicadas en autos, teniendo en cuenta especialmente la magnitud del bien
jurídico afectado, las características generales del modo de ataque al mismo
contemplado por la figura, y otras consideraciones de política criminal que se
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estimen necesarias, en el marco del principio de legalidad al que se refiere
expresamente el art. 18 C.N.. La segunda etapa es la de la individualización
judicial, en la que ya no es el legislador sino un Tribunal al condenar a un sujeto
por un delito, quien debe proceder a su determinación dentro del marco que le
fija el legislador teniendo en cuenta, fundamentalmente, los criterios de
individualización judicial contemplados por los arts. 40 y 41 del C.P. que a
esos efectos tienen en cuenta tanto las características objetivas concretas del
hecho como aspectos que hacen a la culpabilidad y peligrosidad del autor.
Recién entonces es posible la tercera etapa, de individualización administrativa
de la pena, que se orienta a regular la ejecución de esa pena impuesta. En el
caso de las penas privativas de la libertad, dentro del marco de la ley de
ejecución penitenciaria N° 24.660.
Siendo ello así se advierte que el planteo del recurrente mezcla dichas
etapas, buscando introducir en la de individualización judicial, criterios relativos
a la etapa de ejecución, que en cuanto tales, sólo pueden operar en el marco que
les procure una previa individualización judicial. Al margen que para practicar
tal individualización judicial, los arts. 40 y 41 del C.P., también requieran la
inclusión de consideraciones preventivo especiales como las mencionadas en la
citada disposición de jerarquía constitucional. De modo que el proceder del
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Tribunal de mérito en el fallo atacado, en absoluto contraría lo dispuesto por el
citado art. 5.6 de la CADDHH. Mucho menos cuando la referencia a fines
resocializadores de dicha disposición, en absoluto significa negar otros fines que
las penas pueden cumplir en las otras etapas, ni mucho menos.
En consecuencia, el planteo formulado no puede prosperar y el recurso
interpuesto debe rechazarse.
Voto pues negativamente en relación con esta cuestión.
La señora Vocal doctora María Esther Cafure de Battistelli, dijo:
La señora Vocal preopinante da, a mi juicio, las razones necesarias que
deciden correctamente las presentes cuestiones. Por ello adhiero a su voto,
expidiéndome en igual sentido.
La señora Vocal doctora María de las Mercedes Blanc G. de Arabel, dijo:
Estimo correcta la solución que da la señora Vocal del primer voto, por
lo que adhiero a la misma en un todo, votando, en consecuencia, de idéntica
forma.
A LA TERCERA CUESTIÓN:
La señora Vocal doctora Aída Tarditti, dijo:
I. Asimismo interpuso recurso de casación contra el fallo mencionado, el
Dr. Manuel A. Calderón en su carácter de defensor del prevenido Franco
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Germán García, invocando el motivo formal del art. 468 inc. 2° del C.P.P. (fs.
667670).
Expresa el recurrente que el fallo atacado presenta deficiencias en su
fundamentación, considerando que la misma no se compadece ni con las
exigencias impuestas bajo pena de nulidad por el art. 413 inc. 4° del C.P.P., ni
con lo dispuesto por el principio de igualdad ante la ley del art. 16 de la C.N., y
que por ello debe invalidarse.
El planteo se inicia señalando que la única referencia específica del fallo
a la situación del prevenido García, consiste en sus alusiones a que María
Teresa Lozano lo indicó sin seguridad, junto a Salas, como uno de los
intervinientes en el hecho. Y es que Sonia Virginia López lo reconoció diciendo
que le parecía que él era uno de los partícipes en el hecho. Y a ello sólo se
suman referencias que aluden únicamente a que García fue aprehendido y
requisado, sin añadir nada en relación con si situación específica. Más aún a lo
largo de la audiencia de debate quedó mostrado palmariamente que la
intervención del Comisario Carabajal cuyo testimonio se invoca contra García,
se centró en la detención de los imputados Salas y Montoya, nunca en la de
García. Una situación que deja ver una confusión de la juzgadora sobre los
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hechos que permite ratificar que sólo se contó con las citadas referencias sobre
la sindicación del encartado para vincularlo a los hechos.
Expresa que de las conclusiones del fallo surge que el sentenciante
formuló una serie de referencias incriminatorias generales, por cuanto se
relacionan con la situación de todos los imputados, en los que fundó la
incriminación con junta de todos ellos. Sintetizándolas expresa que las mismas
se pueden esquematizar del siguiente modo, a saber: a. El hecho fue cometido
en una situación de cuasi-flagrancia; b. No hubo solución de continuidad entre
el asalto y las aprehensiones de los encartados, acontecidas sólo 20 minutos
después; c. Siendo ello así, no es posible que las personas detenidas no fueran
las mismas que intervinieron en el hecho; d. En ese interín no pudo haber un
cambio de armas; e. Todos los intervinientes en el asalto fueron reconocidas en
rueda de personas, aunque algunos no lo fueron con certeza; f. La detención de
los prevenidos Salas y Montoya cuando se conducían en el Volkswagen Fox por
parte del comisario Carabajal se produjo en un contexto de legalidad; g. Los
imputados fueron reconocidos durante la audiencia del juicio.
Sin embargo, tales argumentos, que concurren en la situación de
imputados como los prevenidos Salas y Montoya. Pero no ocurre lo mismo con
el imputado García. Por una parte porque la actuación de comisario Carabajal
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ordenando la detención de Salas y Montoya en el vehículo VW Fox nada dice
sobre la situación de García. Y contrariamente a lo sucedido con estos últimos,
García no fue reconocido durante la audiencia, como surge de la simple lectura
de las actas del debate, en las que las víctimas del hecho sólo refirieron conocer
a Salas, Montoya y Giménez pero no a García. De modo que mientras para
éstos concurren las condiciones que van de la "a" a la "g", en el caso de
García no concurre los argumentos "f" y "g" lo cual importa una diferencia
arbitraria en su tratamiento en relación al resto, por cuanto para incriminarlo se
recurrió a menos argumentos probatorios que en relación al resto.
Expresa que frente a ello no cabe sostener como posible generar distintas
exigencias en relación a diferentes individuos, por cuanto el discurso asertivo de
responsabilidad equiparó las situaciones de todos los imputado labrando una
conclusión general en relación a todos ellos, por lo que es exigible que para
todos ellos se establezcan los mismos parámetros científicos para fundar su
participación en el hecho. De otro modo, como sucede en autos, se incurre en
violación no sólo del principio de igualdad sino también del de no
contradicción. Esto último por cuanto se consideran necesarios determinados
argumentos para arribar a razón suficiente y luego encubiertamente se
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determinan que menos argumentos son también suficientes para fundar la misma
cuestión.
II. En ese sentido debe señalarse que en lo que respecta a la
fundamentación probatoria, tratándose de un recurso de casación interpuesto
por un imputado, compete a esta Sala verificar “la aplicación de las reglas de
la sana crítica en la valoración de las pruebas en el caso concreto”, con el
único límite de lo que no resulte revisable, esto es, “lo que surja directa y
únicamente de la inmediación” (C.S.J.N., 20/09/05, “Casal”). Ahora bien; si la
obligación constitucional y legal de motivar la sentencia impone al Tribunal de
mérito -entre otros recaudos- tomar en consideración todas las pruebas
fundamentales legalmente incorporadas en el juicio (DE LA RÚA, Fernando, La
casación penal, Depalma, 1994, p. 140; T.S.J., Sala Penal, S. n° 44, 8/06/00,
“Terreno”, entre muchos otros), y efectuar dicha ponderación conforme la sana
crítica racional (art. 193 C.P.P.), resulta claro que el recurso que invoca la
infracción a las reglas que la integran -lógica, psicología, experiencia- debe
también contraponer un análisis de todo el cuadro convictivo meritado, y en
función de éste, a su vez, evidenciar la decisividad del vicio que se denuncia
(art. 413 inc. 4°, C.P.P.).
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Asimismo resulta útil recordar que según reiterada doctrina de esta Sala,
la sentencia constituye una unidad (T.S.J., Sala Penal, A. nº 25, 16/04/96,
“Jalil”; S. n° 2, 11/02/00, "Miranda"; A. n° 17, 21/02/03, "Arónica", entre otros),
por lo que debe analizarse la totalidad de sus fundamentos a fin de determinar si
existe el vicio denunciado por el impetrante.
III. Siendo así las cosas, adelantamos que el recurso interpuesto por el
Dr. Calderón no puede prosperar.
En ese sentido debe aclararse que es cierto que asiste razón al
impugnante respecto del error material en el que incurre el Tribunal a quo en
relación con su consideración del testimonio del Comisario Carabajal, pues
como señala, su intervención nada tuvo que ver con la aprehensión y requisa del
prevenido García y por ende nada aporta en relación con su incriminación.
Sin embargo, dicha circunstancia carece de la proyección que el
presentante pretende asignarle, por cuanto las conclusiones del fallo sobre los
extremos fácticos en los que se asienta la imputación del prevenido García, se
mantienen con igual grado de convicción si se consideran el conjunto de los
restantes elementos de prueba de autos ponderados por el Tribunal de mérito en
su contra. De modo que el error en la fundamentación del fallo que el
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presentante advierte carece de toda relevancia en el cuadro probatorio suficiente
para incriminar al encartado.
Con relación a esto último, debe señalarse que el presentante acierta en
los elementos que el denomina "generales" tenidos en cuenta para sustentar la
incriminación de los encartados, aunque soslaya otros.
En efecto, para fundar su pronunciamiento en relación al prevenido
García, el Tribunal de mérito ponderó conjuntamente los siguientes elementos
de prueba, a saber:
* El hecho fue cometido en una situación de cuasi-flagrancia, como
señala el propio impugnante. En ese sentido el fallo refiere que la aprehensión
de los encartados aconteció dentro del primer impacto y obvio clamor que
produjo el hecho sobre las víctimas, pues desde su casa escucharon los disparos
efectuados cuando los malvivientes se resistían (fs. 641).
* No hubo solución de continuidad entre el asalto y las aprehensiones de
los encartados, acontecidas sólo 20 minutos después, como también destaca el
recurrente (fs. 640 vta.).
* El hecho de que siendo ello así, no es posible que las personas
detenidas no fueran las mismas, como asimismo reconoce el planteo. Aunque
agregando que ello es así no sólo por la situación de cuasi-flagrancia, sino
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también porque fueron aprehendidas en virtud de los datos filiatorios aportados
por las víctimas (fs. 640 vta./641).
* En ese sentido el planteo soslaya las referencias de los diversos
testimonios policiales receptados que dan cuenta de la aprehensión del sujeto
que se conducía en el vehículo Chevrolet Corsa instantes antes sustraídos.
Sobre todo el testimonio del policía Venencio incorporado por su lectura (fs.
21/21 vta. y 622), que procedió a su aprehensión en esas circunstancias, y el
acta labrada en dicha oportunidad en la que consta asimismo su requisa y el
secuestro en su poder de efectos recientemente sustraídos a los damnificados.
En ese sentido, Venencio manifestó que al dirigirse al sector donde la
persecución del Corsa había derivado en un tiroteo contra el móvil en el que lo
perseguía el Oficial Cornejo, observó "...a un sujeto de campera marrón que
cruzaba hacia el playón de estacionamiento del Dinosaurio Mall y por detrás de
éste a la carrera iba el Oficial Cornejo, por lo que aceleran la marcha y ya en el
interior del playón de estacionamiento, se colocan con el móvil al lado del
delincuente y es cuando el declarante desciende y procede a la aprehensión del
mismo; quien al ser identificado dijo llamarse Franco Germán García..." (fs.
21/21 vta.) informándole Cornejo que era el sujeto que se conducía en el Corsa
que había estado persiguiendo en su vehículo.
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* Las referencias del fallo, también desconocidas por el damnificado, en
relación al secuestro de los efectos sustraídos a los damnificados instantes antes
en poder de los encartados. Máxime cuando el acta de fs. 23/23 vta.
incorporada por su lectura al fallo (fs. 622), da clara cuenta de que al ser habido
el prevenido en ese lugar, se le secuestraron en su poder, efectos sustraídos
instantes antes a los damnificados. Basta para ello con señalar el reloj y la
alianza anillo con la inscripción ("Sonia 16-5-96") descriptos previamente y
reconocidos después por el damnificado Daniel Alejandro Carbone en el acta de
exhibición de objetos también aludida en el fallo (fs. 639 vta.), y soslayado por
el recurrente.
* La circunstancia de que en ese interín no pudo haber un cambio de
armas, como señala el recurrente. Algo que el fallo ponderó para sostener que
si las mismas fueron operativas al momento de oponer resistencia a la labor
policial, lo fueron también instantes antes durante el hecho (fs. 641).
* El hecho que todos los intervinientes en el asalto fueron reconocidas en
rueda de personas, aunque algunos no lo fueron con certeza como sostiene el
recurrente. Aunque sobre ello el fallo formula un agregado que éste soslaya,
destacando que aún siendo así, dichos actos no certeros encuentran otro apoyo
probatorio, destacando la cuasiflagrancia.
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* La detención de los prevenidos Salas y Montoya cuando se conducían
en el Volkswagen Fox por parte del comisario Carabajal se produjo en un
contexto de legalidad.
* El reconocimiento de los imputados durante la audiencia del juicio.
Siendo así las cosas, surge claramente que el planteo del presentante no
considera integralmente la prueba decisiva obrante en autos en orden a la
incriminación del prevenido García y que la misma resulta suficiente para
sostener con certeza tales extremos sobre los que se funda la condena.
Finalmente valga señalar que frente a lo expuesto, carece de relevancia lo
manifestado por el recurrente en relación con la aparente vulneración al
principio de igualdad y de no contradicción en la que se habría incurrido en el
fallo. Ello por cuanto lo que la ley exige en el marco de los principios de
libertad probatoria (art. 192 C.P.P.) y de libre convicción, basados en las reglas
de la sana crítica racional (art. 193 C.P.P.), es que la prueba ponderada permita
arribar a la certeza sobre los extremos de la imputación. Y mientras ello ocurra,
si hay más o menos elementos de prueba para uno u otro imputado que permiten
arribar a la certeza, esas diferencias cuantitativas carecen de toda proyección
cualitativa a esos efectos.
Voto pues negativamente en relación con esta cuestión.
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La señora Vocal doctora María Esther Cafure de Battistelli, dijo:
La señora Vocal preopinante, da, a mi juicio, las razones necesarias que
deciden correctamente la presente cuestión. Por ello adhiero a su voto,
expidiéndome en igual sentido.
La señora Vocal doctora María de las Mercedes Blanc G. de Arabel, dijo:
Estimo correcta la solución que da la señora Vocal del primer voto, por
lo que, adhiero a la misma en un todo, votando, en consecuencia, de igual forma.
A LA CUARTA CUESTIÓN:
La señora Vocal doctora Aída Tarditti, dijo:
Atento al resultado de la votación que antecede, corresponde rechazar los
recursos de casación interpuestos por los Dres. Jorge Alberto Agüero -en su
carácter de defensor del prevenido Gonzalo Fabián Giménez- y Manuel A.
Calderón -en su carácter de defensor del prevenido Franco Germán García-
contra la sentencia N° 36 del 24 de octubre de 2008 dictada por la Cámara
Novena del Crimen de esta ciudad. Con costas (arts. 550/551, C.P.P.).
Así voto.
La señora Vocal doctora María Esther Cafure de Battistelli, dijo:
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La señora Vocal preopinante, da, a mi juicio, las razones necesarias que
deciden correctamente la presente cuestión. Por ello adhiero a su voto,
expidiéndome en igual sentido.
La señora Vocal doctora María de las Mercedes Blanc G. de Arabel, dijo:
Estimo correcta la solución que da la señora Vocal del primer voto, por
lo que, adhiero a la misma en un todo, votando, en consecuencia, de igual forma.
En este estado, el Tribunal Superior de Justicia, por intermedio de la Sala
Penal;
RESUELVE: Rechazar los recursos de casación interpuestos por los Dres.
Jorge Alberto Agüero -en su carácter de defensor del prevenido Gonzalo Fabián
Giménez- y Manuel A. Calderón -en su carácter de defensor del prevenido
Franco Germán García-. Con costas (arts. 550/551, C.P.P.).
Con lo que terminó el acto que, previa lectura y ratificación que se
dio por la señora Presidente en la Sala de Audiencias, firman ésta y las señoras
Vocales de la Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia, todo por ante mí, el
Secretario, de lo que doy fe.
Dra. Aída TARDITTI
Presidenta de la Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia
Dra. María Esther CAFURE DE BATTISTELLI Dra. M. de las Mercedes BLANC G. DE ARABEL
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Vocal del Tribunal Superior de Justicia Vocal del Tribunal Superior de Justicia
Dr. Luis María SOSA LANZA CASTELLI
Secretario del Tribunal Superior de Justicia