la Parte Presencia del Ministrr, Jose Rivera Pém Canpos en h Suprema Coite de JusWa de la Nacidn

Palabra8 de despedida a Rivera P6rez Cunpor pronunciadaa por Cadw del Rlo

Palabrar de despedida de Rivera P6r.z Campo8 son motivo de su retiro de la Suprema Coito de Justicia de la Nación

Informes de labore8 de la Segunda Sala d. k Suprema Corte de Justicia do Ia Nacibn qu4 rindi6 el ministro Jor6 Rlvera PIrrz Campor. Año de 1954

Año de 1967.

De Abogado a Juez

La Sentancia y el Juez

Tsoia, considerscioner y punior redutivor de I i wntencia ejecutoria del Amparo en revisibn 5384lS6

BIR1..1OTFCA O€ LA SUPREMA Cdiiit IiE JUSTiCiA DE LA NACU

La Jurüficui6n del Estado, Teair de José R ~ r a P&ez Cunpor

Consideruiorur c h acerca do la Conquista

La Filosofia del Marxismo

L. 1ibeit.d hurnu~a. valor del E.1.do

La función do1 Deracho dentro de las corrienter m i a l e r modernaa

La angustia por el Derecho

CL Aniversario de la firma del Acta Constitutiva de la Federaci6n

¿Signlican lor Tribunalea Colegiador de Circuito descentralizaci6n de la Suprema Corte de Justicia de la Nación? ¿Contrarían el propósito de unidad nacional?

Una interpretaci61-1 jurídica del 1 apotegma de Ju6ra

PAGINA

Conmemoración do h Mucha de la L e W

Doctrina Polca do h ConrtWuci6n

El derecho ekctotal y la reforma política mexicana

La Seguridad Jurídica

El Conrtityente don Jesús Romero Flor-

Lor movimkntor sociair da Indep.ndenc& y Wormr en Mbxico

3a Parte Expresiones Lilewbs

El encanto de lo tug& D.mello Lírico

PAGINA

Homeiiaje P h m Miguel Angel Airturkr

4% Parte EwpaioriasdeTBrcacls sobree l~Josr )R lv i raa PBre2Campos

Sonetb CoilmdrnwNbo por H&ctor Enrique Piiego Aaliirre

Msdslla de Oro %rito ~urídko

I Palebrss pronuncia&a por el Ssnaúor JssOr Padllla en homenaio rldottw JOcl, Wi

P R E S E N T A C I O N

Constituye éste el número 10 de la serie Semblanzas,

que la Suprema Corte de Justicia de la Nación viene publicando en

reconocimiento de aquellos de sus miembros que, en la etapa con-

temporánea, con su actuación han contribuido a la evolución orgá-

nica o a la formación de la jurisprudencia del alto Tribunal. Toca esta

vez rendir homenaje a don José Rivera Pérez Campos, quien fuera

ministro desde 1952 hasta su retiro voluntario en 1970, despues de

18 años de fructíferos servicios, a los que el Pleno de la Corte aludió

en el acuerdo que aprobó el dictamen relativo de la Comisión de Re-

tiros y Jubilaciones, resolviendo textualmente: 'que se le agradezcan

cumplidamente sus distinguidos servicios en los que destacaron su

intachable probidad, así como su talento y dialéctica, que dieron a

las discuciones en las que intervino, un tono de altura con evidencias

de su capacidad y dedicación en el campo del derecho'.

Dotado de relevantes facultades intelectuales a las que

se conjuntaba su gran laboriosidad, pudo así acceder a diversas

actividades y funciones, en todas las cuales destacó. Educador de

origen y por vocación, ejerció el magisterio desde los niveles prepa-

ratorianos hasta los del doctorado, cuyo propio título obtuvo en 1951.

Antes y después del ejercicio de la magistratura, desempeñó diver-

sos altos puestos en la Administración Pública, del mismo modo que

de 1970 a 1976 ocupó un escaño en el Senado de la República, en

donde, como miembro de la Comisión de Estudios Legislativos, inter-

vino en el dictamen y exposición de numerosas leyes. Prolijo escritor

también, la variedad de temas que abordó va desde lo literario, poli-

tico y jurídico, hasta lo filosófico, y en ello se incluye la redacción de

diversas leyes. Baste agregar que, además de notable orador, fue

igualmente dilecto conferenciante.

Ante la imposibilidad de contener en una publicación de

La naturaleza de esta la obra escrita integral de una persona como

don Josb Rivera Pérez Campos, ni de lo que han dicho diversas p8r-

sonas sobre él para la integracibn de este libro, se ha llevado a cabo

una selección bajo el siguiente orden: después de un esbozo biográ-

fico y del currículum vitae del homenajeado, una primera parte se ha

destinado a la reproducción de documentos reiativos a su perma-

nencia en la Suprema Corte, de su propia autoría o de aras perso-

nas, en la que se comprenden discursos de diversa índole, tales co-

mo los relativos al retiro de él u otros ministros; informes de labores

que rindió como presidente que fue, varias veces, de la Segunda Sa-

la, y a manera de ejemplo de su ejercicio como ministro, las tesis y

ejecutorias de un sonado caso (hmobiliaria Geme, S.A.) del que fue

ponente.

Una segunda parte se dedica a diferentes escritos, con-

ferencias, discursos o notas del seiíor ministro Rivera POrez Campos

de contenido jurídico o político, o ambos, en tanto que en la tercera

se agrupan escriitos o intervenciones de carácter literario. En el sec-

tor final se han reunido una serie de textos sobre Jos6 Rivera PBrez

Campos, provenientes de diversos autores.

Durante su paso por la Suprema Corte de Justicia, Jos6

Rivera PBrez Campos entregó todas sus capacidades y esfumos al

desempeño de la función, de la manera como sus propias palabras

lo evidencian: 'Fueron dieciocho anos de tensión continua por alcan-

zar, dentro de las naturales limitaciones de capacidad y de tiempo,

mayor ciencia y más depurada técnica; por penetrar en la entratía de

cada conflicto y acertar en la solución justa; por vencer el apego al

propio criterio frente al argumento de mayor evidencia 16gica pro-

puesta por parte interesada o por un colega del colegio de jueces;

por resistir con fortaleza de ánimo, la inexplicable propensión a

condescender, con ultraje a la convicción'. El celo por la imparcia-

lidad de Rivera Pérez Campos y la tensión de que habla, no cesaban

al término natural de .los casos, dictada la sentencia: existen más de

cien votos suyos publicados en el Semanario Judicial de la Federa-

ción. Al referirse a ellos, expresa que: 'Me esforcé, como a ustedes

consta, en exponer con ecuanimidad mis diferencias de criterio, ar-

gumentando con respeto a las opiniones contrarias y procurando

que en votos particulares figurasen las razones de mi disenso, con el

Único propósito de no ser inculpado de obstinación, porque es cen-

surable en el Juez'.

Reciba el homenaje que merece hombre de tal recie-

dumbre y tan perseverante en la consecución de la justicia, de quie-

nes ahora desempeñan la misión de impartirla.

Ministro Ulises Schmill Ordótíez

Presidente de la Suprema Corte

de Justicia de la Nación.

ESBOZO BIOGRAFICO*

*Tomado del libro Gueneiuato en la Suprema Corte de Justicia, de Carlos S. Sierra y Víctor M. Salinas, Asociación Nacional de Abogados, MBxico, 1990.

MINISTRO JOSE

RIVERA PEREZ CAMPOS

JOSE RIVERA PERE? CAMPOS 1 907-1 989

Celaya, ciudad desde 1655, en que el virrey don Frac

cisco Fernando de la Cueva, duque de Alburquerque, le otorg6 ese

título, y municipio desde 1935, fue fundada como villa el 12 de octu-

bre de 1579, con el nombre de Nuestra Sehora de la Concepción de

Zalaya. Esta es una palabra vasca que el pueblo convirtió en Celaya

En sus orígenes precortesianos, era una aldea otomí llamada Nathali,

vocablo que significa 'En el Mezquite' o 'En medio de llanos cubier-

tos de Mezquites'.

En Celaya, el primero de enero de 1571 se celebró la

elección del primer cabildo y el 22 de septiembre de 1810 Miguel Hi-

dalgo y Costilla Gallaga fue nombrado Capitán General del Ejercito

Insurgente.

El siglo XX gateaba, pero la situación socio-política y

económica de México; ya aventajada, se encaminaba hacia una insu-

rrección violenta. En 1906 el movimiento de ideologia liberal de los

hermanos Flores Mag6n cobraba fuerza en su intento de combatir a

la dictadura del general Profirio Diaz.

Caldo de cultivo eran los campesinos, privados por lo

común de la propiedad de la tierra, y las clases obreras, que, en su

descontento, declaraban una huelga hoy y otra al dia siguiente. El

analfabetismo era impresionante y 8 de 10 mexicanos no terminaba

su instrucción primaria. Ser instruido era un lujo.

Porfirio Díaz y su rbgimen, en 1907, habían llegado a la

cima de su gobierno dictatorial y comenzaban a descender en un to-

bogán que se volvió incontenible en 191 0.

En esa época, el Poder Judicial de la Federación lo ejer-

cía la Suprema Corte de Justicia integrada por quince Ministros que

duraban seis anos en su cargo y coordinada por un Presidente y dos

Vicepresidentes y por los Tribunales de Circuito y los Juzgados de

Distrito.

La Corte funcionaba en Tribunal Pleno o en las tres Sa-

las en que se dividía: la primera se componía de cinco Ministros, uno

de ellos Presidente; la segunda, de tres Ministros que encabezaba el

primer Vicepresidente y la tercera Sala, de tres Ministros que presidía

el segundo Vicepresidente.

En ese ano de 1907 y en ese marco, Jos6 Rivera y

Margarita Pérez Campos, recibieron en Celaya el 19 de marzo a Jos6

Rivera Pérez Campos, un ser predestinado a tener una existencia

longeva, a desarrollar, como su abuelo, la vocación magisterial, a im-

partir justicia y a redactar para el país algunas de las leyes que hoy

articulan y encauzan sus actos, sus negocios y sus problemas, por el

sendero del Derecho, del Orden y de la Justicia. También fue prolífico

y extraordinario orador y conferenciante.

Jos6 cursó la primaria en la escuela pública 'Benito Jua-

rezm. En su hogar compaginaba los conocimientos que recibía de sus

maestros con los libros de matemáticas, geografía, gramática y otras

materias que había editado su abuelo materno en un esfuerzo de lle-

var la educación a la provincia, la cual sufría con más rigor los emba-

tes de la ignorancia.

Sus padres, llenos de orgullo por esos libros, enseiiaron

a su hijo a leerlos, a comprenderlos y luego a compartir su conoci-

miento con sus vecinos y compafíeros. Ahí comenzó su carrera de

profesor.

Estudió la secundaria y el bachillerato en la Escuela Na-

cional Preparatoria, en virtud de que sus padres lo estimularon a que

ampliara su esfera estudiantil y entrara en contacto con el sofisticado

y contrastante mundo de la capital de la República.

Ya en el territorio universitario, combinó su tiempo de es-

tudiante de la carrera del Derecho en la Escuela Nacional de Juris-

prudencia, con la del profesor de Historia General e Historia de las

Doctrinas Filos6ficas.

En 1931 recibió su titulo de Licenciado en Derecho con

la tesis La Justificacidn del Estado. Veinte arios después, obtuvo el

doctorado en Derecho con la tesis La angustia por el Derecho.

De 1 931 a 1 948, lo mismo dio clases de Filosofía del De-

recho, Derecho Constitucional, Introducción al Estudio del Derecho,

Historia del Pensamiento Filosófico, Historia de las Ideas Políticas en

la UNAM, que cátedras de Teoría General del Estado en la hoy Uni-

versidad de Guanajuato.

También, en la UNAM fue miembro de los consejos Téc-

nicos de la Escuela Nacional Preparatoria y de la Escuela de Juris-

prudencia y Secretario General Encargado de la Dirección.

En 1941, la Universidad de Austin, Texas, lo tuvo como

profesor visitante y lo nombró profesor honorario.

Durante el tiempo que estuvo en Guanajuato (1936 y

1941) Jos6 Rivera Pérez Campos desempefió el cargo de Magistrado

del Supremo Tribunal de Justicia de esa entidad.

Su rapidísimo tren de vida profesional lo llev6 también a

ser Secretario y Juez de Paz en Tacubaya, D.F. y Oficial Mayor y

Secretario General del ahora desaparecido Departamento Autónomo

de Prensa y Publicidad, creado durante la Presidencia del General

Lázaro Cárdenas del Río.

Igualmente, fue Oficial Mayor del Departamento del Tra-

bajo (hoy Secretaría del Trabajo y Previsi6n Social). De 1948 a 1951

se desempehó como Jefe de los Departamentos Legales de Ferroca-

rriles Nacionales de M6xico y Petróleos Mexicanos.

El 9 de febrero de 1952, el Presidente Miguel Alemán lo

nombró Ministro interino de la Suprema Corte de Justicia de la

Nación, en lugar del licenciado Manuel Bartlett Bautista, quien pidió

licencia. Cuatro días despues fue recibido en el Saldn de Plenos por

sus compafieros. Desempenaría el cargo durante 18 alios.

En 1952 se encargó de la Inspección del Tribunal Cole-

giado del Primer Circuito y de los Juzgados del D.F. en materias Pe-

nal y Administrativa, lo confirmaron como Ministro Numerario Titular.

Los siguientes cuatro anos (1953-1956) los dedicó a

trabajar con tesón en la Segunda Sala (Administrativa), y a pesar de

la enorme carga de trabajo, se dio tiempo para escribir las obras Ne-

cesidad Jurídica de la Expropiacidn Petrdlera; Dialéctica de la Política

y el Derecho; De Abogado a Juez y Tribunales Agrarios.

También dictó conferencias en la3 Universidades de

Guanajuato, Jalisco, Hidalgo, Sonora, Coahuila, Colima, Oaxaca y

Morelos y representó a la Suprema Corte en la Conferencia Mundial

de la Asociación Internacional de Abogados. Once anos después

asistiría a las reuniones internacionales de juristas, en Costa Rica

(1 967) y en Dublin, Irlanda (1 968).

Para 1958, a propuesta del Presidente de la Corte, Mi-

nistro Hilario Medina Oaona, se desempefió como miembro de la Co-

misión de Gobierno y Administración e Inspector de los Juzgados

Primero y Segundo en Materia Administrativa en el D.F. y los Juzga-

dos de Distriio con residencia en Torre6n, Coahuila.

Continuó escribiendo: La Filosofía del Marxismo; La

Libertad, Valor de lo Político; Publicidad Turlstica de Mbxico; Rernan-

so en Oaxaca y Manuel Josh Othón, Cldsico y Estoico.

Y pronunció discursos: Un análisis de nuestro Ragimen

Federal; El Jurista Benito Juárez; Los Avances del Derecho Social;

Congruencia entre Ragimen Presidencialista y R6gimen de División

de Poderes y Misión de la Universidad.

Los últimos arios de la década de los 50's desarrolló

una intensa tarea con los singulares juristas Rafael Rojina Villegas y

Antonio de P. Moreno, en la redacción de los Códigos Civil, Penal y

de Procedimientos Penales vigentes en el Estado de Morelos.

Además, como Ministro justificó su disenso de la mayo-

ría formulando, en los casos que a su criterio lo ameritaron, votos

particulares, siendo más de cien los publicados por el Semanario Ju-

dicial de la Federación.

Llegó 1961 y José Rivera Pbrez Campos fue elegido Pre-

sidente de la Segunda Sala. Con esa autoridad proporcionó, a fun-

cionarios y abogados del Departamento de Asuntos Agrarios y Colo-

nizaci6n, informes sobre materias típicas de amparos en revisi6n en

asuntos agrarios, los cuales sirvieron para la elaboración del nuevo

Código Agrario.

Trabajó con los Ministros de la Segunda Sala con atin-

gencia, intensidad y celo ante el creciente ingreso de negocios y el

poco decreciente índice de rezago.

Un estudio determinó las causas de esto:

a) El crecimiento de la población y el auge económico

del país.

b) La contumacia con que los funcionarios y empleados

públicos ejecutan actos que ya han sido declarados inconstituciona-

les por la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

c) La incompleta sistematización teórica del Derecho

Administrativo, que redunda en que la actividad del poder publico a

menudo carezca de uniformidad, máxime ante la rápida evolución de

problemas y complicaciones económicas, sociales y aun politicas,

que exigen decisiones novedosas de parte de la autoridad.

d) La ausencia de una jurisdicción contencioso-adminis-

trativa que, semejante a la justicia fiscal, permitiera que los asuntos

llegaran a la Suprema Corte con un criterio de la autoridad depurado

a travks de un procedimiento de libre controversia.

e) El uso desmedido y pertinaz que del juicio de amparo

se hace frecuentemente, no tanto con la mira de una resolucidn favo-

rable en definitiva, sino más bien con el propósito de obtener la sus-

pensibn del acto reclamado y retardar el cumplimiento de obligacio-

nes legítimas.

f) La actual distribuci6n de competencias, deriivadas de

b constituci6n, que obliga al conocimiento, por la Segunda Sala, de

revisión de sentencias de amparo contra actos de autoridades del

Distrito Federal, asi como, en juicios fiscales, de la revisión de sen-

tencias del Tribunal Fiscal, en asuntos tambibn provenientes de La

gesti6n de las mismas autoridades.

Al rendir su informe de labores correspondientes a 1961,

el Ministro José Riera PBrez Campos trató del rezago que sufría la

Segunda Sala, lo calificó de grave y dio cifras reveladoras: en 1956,

de 2556 casos se despacharon 1559; en 1957, de 2362 se despa-

Cñaron 1774; en 1958, de 2379 se resolvieron 1809; en 1959, de

2350, salieron 21 31 ; en 1960, de 241 8, egresaron 2006, en 1961, de

23i3, fueron concluidos 2430,

Advirtió que los resuhados de 1961 no permitían augurar

que en años posteriores pudieran presentarse iguales resukados,

porque la tarea había sido agotadora y producto de sobreesfuenos

excepcionalea por parte del personal de la Sala. Hasta 1961 la acu-

muladún del rezago alcanzó la muy alta cifra de 5000 negocios, que

al ritmo m a l de despacho representaban dos anos y seis meses,

lapso al que habría de sumarse, para que la Sala estuviera al corrien-

te, el necesario para sentenciar los negocios que mientras tanto in-

gresaran.

Entre las causas censurables del ingreso excesivo, el Mi-

nistro Rivera Pbrez Campos senalb la resistencia de autoridades y de

intereses privados a normar su conducta de litigantes conforme a los

criterios jurisprudenciales establecidos por la Sala.

'Si las acataran, se harían jurídicamente inútiles la reite-

ración de actos ya calificados de inconstitucionales, así como la inter-

posición de demandas y de recursos también ya estimados como im-

procedentes o como infundados, lo cual redundaría, con el desaho-

go de la Sala, en el mejor y el más expedito despacho en negocios

con materias novedosas o poco exploradas; sentenció.

En cuanto a particulares 'posesos del espíritu de litigio-

sidad', o que simplemente usan el amparo como medio de entorpe-

cer o demorar la ejecución de los actos reclamados, el Ministro Jos6

Rivera Pérez Campos consideró indispensable aplicar la sanción pre-

vista por el artículo 81 de la Ley de la materia, 'aunque con suma

cautela y hasta ahora sin severidad", en procuración de disminuir el

rezago que agobia a la Segunda Sala, 'puesto que ocupar su aten-

ción en problemas de contumaz litigiosidad, es en perjuicio de aque-

llos de justificada incertidumbre'.

Enseguida afirmó que el mayor volumen de amparos los

han ocasionado la casi totalidad de las compañías afianzadoras, que

insisten en aprovechar el juicio de amparo como medio de retardar la

ejecución de los actos de la autoridad y, de ese modo, el cumpli-

miento de sus obligaciones. "Consecuentemente, la Sala Administra-

tiva está considerando la necesidad de ser más severa al fijar el

monto de las sanciones', advirtió.

La Segunda Sala en voz de su presidente sustenth más

bien ratificó, la filosofía y el método que siguen los impartidores de

justic'ia para obtener 'eficacia en el despacho y acierto en sus sen-

tencias', que son 'supremas normas rectoras para todo tribunar. Las

audiencias públicas son para discutir los negocios, no para iniciar su

estudio, como algunos quisieran. Explic6:

'El estudio requiere concentrar la mente en meditacio-

nes, lectura de doctrina, consulta de antecedentes, verificaci6n de

constancias de autos, enterarse de alegatos de las partes, revisi6n

de textos legales, para llegar a formarse convicción y emitir a con-

ciencia el voto que proceda; nada de lo cual puede realizarse Agil-

mente dentro de las limitaciones impuestas por la solemnidad de la

audiencia pública, que, como se insiste en considerar, es de discu-

sibn de lo ya estudiado y no de oportunidad de enterarse o de ente-

rar, hasta entonces, de las cuestiones por resolver.

Luego revel6 lo escrupulosos que son los Ministros en el

anhlisis de los asuntos y la prudencia y serenidad y honestidad con

que revisten sus decisiones:

'Claro que el estudio es fundamentalmente labor perso-

nal; pero agotada esa etapa, se torna más fecundo y por ello más

certero, si al irse realizando en voz alta ante los funcionarios solida-

rios y obligadamente colaboradores en la emisión de la sentencia, se

pueden corregir deficiencias, o introducir aclaraciones, o confrontar

discrepancias a veces consistentes en sutilezas de lenguaje, o princi-

palmente, satisfacer la exigencia de profundizar en el estudio indivi-

dualmente realizado.

Naturalmente, esta sesión de estudio colegiado debe

realizarse previamente a la audiencia pública De ahi que hayamos

procurado los integrantes de la Sala que en la audiencia pública no

sobrevenga el argumento contradictorio sorpresivo y a veces des-

concertante, que a menudo no se capta desde luego y que bien po-

dría conducir a cualquiera de dos extremos, que si no hay la sufi-

ciente meditación, sedan igualmente lamentables: acogerlo o desde-

tíarto, de modo inmediato, ante el imperativo de emitir voto en la mis-

ma audiencia.

Advertidos de que ello seria en perjuicio del acierto y de

la leal cooperación indispensable en los cuerpos colegiados, asi co-

mo a menudo con restricción de audiencia a los interesados, los Mi-

nistros de la Segunda Sala hemos optado porque en esas circuns-

tancias se aplace la vista de los negocios y ello ha originado otro mo-

tivo de censura, misma que, por lo dicho, resulta injustifiiada si se

admite que el fallo debe ser fruto de la equilibrada prudenciam.

En 1967, otra vez como Presidente de la Segunda Sala,

el Ministro José Rivera PRrez Campos insiste en que ha sido constan-

te y en verdad angustioso el problema del aumento de negocios.

Hombre de pensamiento y palabra claros, precisos y di-

rectas reveló:

'El gran nlimero y la extraordinaria variedad de leyes, re-

glamentos, decretos, acuerdos y circulares, que deben aplicarse en

los diversos asuntos y la complejidad de las diferentes cuestiones ju-

rídicas en que cada uno de ellos se plantean, determinaron que, no

obstante el decidido esfuerzo y la invariable dedicación de los Mi-

nistros, el ingreso anual de expedientes supera, en ocasiones en

gran proporción, al número de los asuntos que cada año pueden re-

solverse,

Mientras que en 1965 el número de expedientes a dispo-

sición de la Sala era de 3,543, el 30 de noviembre de 1966 ascendió

a 7,131 y concluyó 1967 con 7,472".

De acuerdo con su autorizada opinión, el antiguo pro-

blema de rezago en la Segunda Sala disminuyó, en muy reducida

proporción y sólo transitoriamente, por las reformas a la Constitución

de la República y a las leyes de Amparo y Orgánica del Poder Judi-

cial de la Federación vigentes en mayo de 1951. Posteriormente, a la

reforma a la ley Orgánica que entró en vigor desde el 1 o. de enero de

1958.

Pero anunció con optimismo:

"Es de esperarse muy importante disminución en el nú-

mero de expedientes que deben turnarse a la Sala, can motivo de las

recientes reformas y adiciones a diversos artículos de la Constitución

General de la Repiiblica (Diario Oficial del 25 de octubre de 1067) y

de las reformas y adi~ianes que. congruentemente con las anterio-

res, se han propuesto respecto a las Leyes de Amparo y Orgánica

del Poder Judicial de la Federaci6nu.

Estas reformas y adiciones fueron aprobadas por el Se-

nado de la República y por la Cámara de Diputados; entraron en vi-

gor en 1968.

Con arreglo a las citadas reformas y adiciones, s61o ca-

yeron dentro de la competencia de la Sala los Juicios de Amparo en

materia agraria, cuando se reclamaron ados que afectaban a los nú-

cleos ejidales o comunales en sus decretos colectivos, o a la peque-

tía propiedad.

En cuanto a los demás juicios do garantías en la esfera

administrativa, ya no le correspondieron a la Segunda Sala de Ampa-

ros promovidos contra autoridades del Distriio o de los Territorios Fe-

derales. Además, si la autoridad responsable en Amparo Administra-

tivo es Federal, s610 fue competente la Segunda Sala cuando se im-

pugnaron de inconstitucionales reglamentos federales, o se trató de

asuntos de cuantía indeterminada, si a juicio de la Suprema Corte de

Justicia revestían importancia trascendental para el interés nacional,

y si había una solicitud del Procurador General de la República.

En su informe de labores de 1967, el Ministro Jos4

Rivera Pérez Campos dio a conocer una tesis de gran trascendencia:

'Las reclamaciones laborales de los trabajadores de

confianza al Servicio del Estado, al no haberse incluido a éstos en el

régimen de la Ley relativa, no pueden presentarse ante el Tribunal

Federal de Conciliacián y Arbitraje; por lo cual los actos que las ongi-

nen sólo pueden impugnarse en la vía del amparon. Esta tesis fue

larga-mente discutida por el Tribunal Pleno en 1969 y se acordó que

el Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje si es competente para

conocer de reclamaciones o juicios interpuestos por servidores pú-

blicos de confianza.

Al alio siguiente (1968), con motivo del homenaje de

despedida a los Ministros Agapito Pozo y Octavio Mendoza Gonzá-

lez, Presidente y Decano de la Corte en ese tiempo, José Rivera

Pérez Campos sustentó que los jueces y las sentencias ahondan en

la sociedad la conciencia de que todo conflicto puede tener solución

en el derecho y en la justicia, a pesar de los casos del error judicial.

En su opinión, la materia en que opera la judicatura es la

sociedad misma y por ello jamás concluye su obra, que es de perfec-

tibilidad constante.

'Gracias a estas condiciones -decía Rivera Pérez Cam-

pos- el juez recibe de su antecesor y transmite al sustituto, no sblo

sabíduria y experiencia, sino también la luz que ilumina su trabajo: el

ideal de justicia. Se van engarzando las sentencias como estrofas de

un himno inmortaln.

Luego recordó a Cicerón y su imperecedera frase de

que 'sin justicia no puede existir la República, que es asociación por

consentimiento de las leyes y comunidad de fines" En contraparte

advirtió el Ministro; la injusticia disocia, debilita, destruye y, por fenó-

meno de gravedad social, engendra la dictadura o la tiranía que anu-

lan la libertad.

Entonces -acotó- el estado de justicia en la sociedad no

queda agotado por el servicio público que la administra; porque es

primero que las leyes sean justas y es después que la Administración

sea recta. También, "es problema de técnica que el legislador acierte

con reflejar en la Ley los ideales del pueblo, pero es problema de

cultura que el pueblo tenga el genio de amar la Justicia'.

José Rivera Pérez Campos apuntó que, por su parte, los

jueces deben merecer cada hora de cada día la confianza de habér-

seles atribuido potestad para juzgar a sus semejantes, que esa con-

fianza la deben nutrir de capacidad científica y técnica, de probidad

y laboriosidad y que deben demostrar que ejercitan su potestad para

satisfacer fines que trascienden del caso concreto:

El fin del Derecho, que es la Justicia, y el fin de la Admi-

nistracibn de Justicia, como actuación de Gobierno, es asegurar los

bienes de la convivencia en comunidad.

Por todo esto, para el Ministro orador la conducta del

juzgador no debe calificarse tan sólo según normas de moral priva-

da, sino principalmente según normas de moral pública, puesto que

si por su causa se debilita la fe en la Justicia, también se debilita la fe

en las instituciones, que son la garantía del orden y de la concordia

en la sociedad.

La carrera judicial del Ministro José Rivera Pérez Cam-

pos llegó a su fin en 1970 tras 18 largos y fructíferos años de imparti-

ción de Justicia. Con motivo de su retiro voluntario, el 31 de marzo el

Tribunal Pleno de la Corte le rindió un emotivo homenaje. Ahí, el Mi-

nistro Carlos del Río dijo lo siguiente:

Quienes hemos tenido el privilegio de trabajar a su lado,

podemos dar testimonio de su calidad humana, del alto sentido de

responsabilidad que ha tenido en el desempeño de sus funciones y

su gran capacidad intelectual.

Por ello, me pareció tan acertado el acuerdo de este

Cuerpo Colegiado, al aprobar el dictamen rendido por la Comisión

de Retiros y Jubilaciones, que terminaba resolviendo que se le agra-

decieran cumplidamente sus distinguidos servicios en los que desta-

caron su intachable probidad, así como su talento y dialéctica, que

dieron a las discusiones en las que intervino, un tono de altura con

evidencias de su capacidad y dedicación en el campo del derechon.

'iHermosa síntesis de las cualidades de este excepcio-

nal funcionario y jurista! Oyendo su brillante palabra muchas veces

vino a mi mente la salutación de un inspirado poeta mexicano a su

colega de allende los Andes: 'La estrofa audaz que tu buril cincela, es

estrella y cóndor: alumbra y vuela'.

El Salón del Pleno fue insuficiente para dar cabida a los

Magistrados y Jueces de Distrito provenientes de diferentes lugares

del país para despedir al amigo; Del Río agregó:

"En su monografía La Angustia del Jurista, Rivera Pérez

Campos se tornó ingente, ya no sólo por ausencia de cualquier doc-

trina definitiva, sino por la propensión de cada hombre a ser sincera-

mente el Protágoras sofista del diálogo platónico, que considera que

cada hombre es la medida del bien y del mal, y que en la misma

forma en que se considera ser medida, también se considera ser el

Único agente facultado para que según su criterio se realice lo justo y

se impida la comisión de lo injusto".

El Ministro Carlos Del Río Rodríguez recordó que no ha-

cía mucho en el Instituto de Humanidades de la Universidad de Gua-

dalajara, el Ministro Rivera Pérez Campos, al hablar sobre la "Justicia

en el Municipio", refiriéndose a la frase sintética y elocuente de don

Justo Sierra, expuso:

". . . Tal hambre y sed (de justicia) más se confrontan en

la vida municipal que en cualquier otro ámbito; porque en ella se dan

los problemas de la vida cotidiana y habitual de la convivencia, de la

vecindad, y es donde resurge la infinidad de problemas pequeños,

pero continuos, que afectan la vida intrascendente y ordinaria; por-

que es en la vida municipal donde se da, así sea en cuestiones ni-

mias, el más frecuente trato con las autoridades y con el mayor nú-

mero de personas; y según el trato que se reciba de las autoridades,

es que se forma el clima o ambiente propicio o adverso a las institu-

ciones y a las autoridades, que es de quienes se espera que calmen

esa hambre y esa sed de justicia".

Y concluyó el orador:

"Esta sesión solemne, esta despedida, como dije al prin-

cipio, nos llena de profunda tristeza, de enorme nostalgia; pero tam-

bién de inmenso orgullo, seguros de que mañana, hoy, siempre, has-

ta el último postrero palpitar de su corazón, pondrá su inteligencia,

sus conocimientos, todo su ser, al servicio de la justicia y de la causa

más justa de todos: servir a la Patria".

Al agradecer el homenaje el Lic. José Rivera Pérez Cam-

pos dijo:

Wace dieciocho años llegué a ocupar este sitial con pa-

so temeroso. Se hallaban tan distantes de mi, el ideal de Ministro de

la Suprema Corte que había forjado mi fervor por la justicia y la emi-

nencia de juristas que antes habían ocupado y que a la sazón ocu-

paban el cargo, que sólo puede sobreponerme al temor, merced a la

firme y vehemente protesta de adecuar mi conducta al ideal conce-

bido.

Fueron dieciocho años de tensión continua por alcan-

zar, dentro de las naturales limitaciones de capacidad y de tiempo,

mayor ciencia y más depurada técnica; por penetrar en la entraña de

cada conflicto y acenar en la solución justa; por vencer el apego al

propio criterio frente al argumento de mayor evidencia lógica pro-

puesta pcrr parte interesada o por un colega del colegio de jueces;

por resistir con fortaleza de ánimo, la inexplicable propensión a con-

descender, con ultraje a la convicción",

Rivera Pérez Carripos se refería a tensiones que han vi-

vido y viven cada uno de los Ministros de la Corte "porque a ellas

conduce la leal protesta de desemperío del cargo y porque ellas en-

tretejen el drama íntima que nos estruja a los jueces: Por deber y por

responsabilidad de la función, definir la solución justa; por deficien-

cias personales, el riesgo de caer en la equivocaci6nI lesionando con

ella los intereses auténticamente legítimos".

"Pero tal drama se intensifica en el ámbito de la Su-

prema Corte, porque a través del control de la legalidad y, muy parti-

cularmente, a través del control de la constitucionalidad de las leyes,

las definiciones de los casos concretos rebasan el limite formal que

preconiza la fórmula de Otero, y entonces las sentencias de la Supre-

ma Corte, si aciertan, consolidan y fortalecen las instituciones esen-

ciales de nuestro México; pero si yerran, las desvirtúan, o bien, por la

incertidumbre que siembran, por lo menos comprometen su estabi-

lidad en el ánimo de los contendientes".

Rivera Pérez Campos prosiguió:

'Y no se diga cuando se afectan intereses de clases so-

ciales o principios consagrados en nuestra evolución histórica, a ve-

ces a costa de profundas reformas o revoluciones en nuestro mundo

sociológico o cultural. Al formularse la sentencia, vivimos intensa-

mente la emoción de la Patria, cuidando que no se frustren las pers-

pectivas de su evolución ni las metas que fijaron sus angustias so-

cialesu,

Luego explicó la razón de la multitud de sus votos

particulares:

"Me esforcé, como a ustedes consta, en exponer con

ecuanimidad mis diferencias de criterio, argumentando con respeto a

las opiniones contrarias y procurando que en votos particulares figu-

rasen las razones de mi disenso, con el único propósito de no ser in-

culpado de obstinación, porque es censurable en el Juez".

Con claridad y fidelidad, el Ministro Rivera Pérez Cam-

pos describió el perfil de los Ministros de la Corte, revelando su filo-

sofía, su espíritu y su conducta:

"Me consta y doy testimonio del afán y del celo por cum-

plir esa misión, que se apodera de todo jurista al momento de recibir

la investidura de Ministro. Se opera una verdadera transformación de

su psicología. Se sabe portador de una dignidad pública que debe

honrar minuto a minuto. Se sabe depositario de la fe conque el pue-

blo ama sus instituciones y cree en el orden protector de la comuni-

dad nacional. Se sabe responsable del funcionamiento de un siste-

ma que garantiza al hombre el ejercicio de sus libertades y respeto a

su dignidad de persona. Sabe que la justicia es garantía de paz so-

cial, como la paz lo es del pleno desarrollo del hombre y de convi-

vencia armónica y progresista, activada por el poder de ideales co-

munes y asequibles,

La plena conciencia de estas responsabilidades hace

que el Ministro se postergue a sí mismo sujeto de aspiraciones, de

pasiones, de voluntad individual; pues en adelante la sustituye por

cuanto, como aspiración, es el fin de las instituciones; como pasión,

es el espíritu de servirlas; como voluntad, es la solución de los con-

flictos de su incumbencia conforme a lo que la Ley quiso mandar. Es

la suya, según la imperecedera y multicitada máxima latina: constans

et perpetua voluntas suum quique tribuendi.

Al aplicar la Ley en la solución del conflicto de los intere-

ses, el Juez da vida, actualiza, hace realidad, lo que el legislador pre-

vió en la norma como una situación jurídica que se crearía en un futu-

ro, sea como reconocimiento o asignación de derechos o deberes,

sea como sanción a una conducta antisocial. Es, pues, agente vitali-

zador y actualizante de la previsión del legislador; del proyecto de

realidad futura que se dibujó en la norma. Es, digamos, fecundador

de aquellos campos aparentemente yermos que en la sobriedad de

la expresión lógica dijo en fórmulas normativas el mundo que quería;

campos yermos que ahora se revisten de mieses coronadas con la

flor de la justicia.

Y es a través del control de la constitucionalidad como la

Suprema Corte y sus Ministros tienen por misión que esplenda y se

cumpla la voluntad de ser, como ser y para qué ser, que el pueblo

de México definió en su Carta Fundamental como resuitado de he-

rencias recibidas de otras generaciones y aún otras latitudes, acu-

mulándose historia de luchas, de padecimientos y de esperanzas.

Me resultó urgencia vital proclamar en público mi fe en la

Justicia y en la Suprema Corte que al alejarme crece a mis ojos en

dignidad y respeto. Llegué a la Suprema Corte con paso temeroso y

de ella ahora me retiro con paso reverenten.

De 1970 a 1976, Rivera Pérez Campos fue Senador de la

República por el estado de Guanajuato. Como miembro de la Comi-

sión de Estudios Legislativos, intervino en los dictámenes de un gran

número de leyes y explicó sus fundamentos en la tribuna de la Cá-

mara. Participó en el estudio y el dictamen de las siguientes leyes:

La que crea la Comisión Coordinadora de Puertos, la

que estatuye las Normas Mínimas para la Readaptación de Senten-

ciados, las Federales de Reforma Agraria, de Fomento a la Pesca, de

Aguas, de Protección de Monumentos Arqueológicos, de Portación

de Armas y Explosivos, de Educación, Electoral, de Sanidad Fitope-

cuaria.

También las Leyes Orgánicas del Distrito Federal, del

Ejército y Fuerza Aérea, de la Armada, de las Procuradurías de Justi-

cia Federal y del D.F., del Tribunal de lo Contencioso-Administrativo

del D.F., del IMSS, del INFONAVIT, de Condominios, de Protección al

Consumidor, de Asentamientos Humanos, de Premios, Estímulos y

Recompensas de la Administración Pública Federal.

Otras de las obras que produjo este político y polifacéti-

co abogado, fueron: Contra la simulación del revolucionarismo; la

Justicia en los Municipios; Equidad y proporcionalidad en los impues-

tos; Dialéctica de la política y E/ Derecho; Semblanza de don Agustin

Arroyo Ch.; Paradigma de Juez; De Abogado a Juez; La Sentencia y

e l Juez; Aspectos Tributarios del Federalismo en México; La Federa-

ción. Optima Forma de Gobierno y Tropiezos de Representación Pro-

porcional.

Concluida su tarea legislativa, se desempeñó, primero,

como Gerente Jurídico del Banco Nacional de Obras y Servicios PÚ-

blicos, y luego como Subsecretario de Gobernación.

El 23 de octubre de 1989, a la edad de 82 años, el Licen-

ciado José Rivera Pérez Campos falleció víctima de insuficiencia res-

piratoria aguda, pulmonía y tromboembolia pulmonar. Su esposa, se-

ñora Leticia Croche, lo acompañó en sus últimos momentos en su re-

sidencia de Tennyson 31 9, colonia Polanco. Fue sepultado al día si-

guiente en el cementerio Jardín del D.F.

FUENTES CONSULTADAS:

Contreras, Mario y Tamayo, Jesús. México en el Siglo XX 1900-1 913. Centro de Estu-

dios Latinoamericanos- FFL. UNAM. México, 1976.

Estudios Municipales, Centro Nacional de. Enciclopedia de los Municipios de Méxi-

co.Secretaria de Gobernación, México, 1988

Poder Judicial de la Federación. La Suprema Corte de Justicia, sus Leyes y sus Hom-

bres. México, 1985.

Rivera Pérez Campos, José. Expediente personal, Discursos e Informes. Dirección Ge-

neral de Recursos Humanos, Semanario Judicial de la Federación, Biblioteca y Archi-

vo. Suprema Corte de Justicia de la Nación. 1952, 1953, 1956, 1958, 1961, 1967~' 1968

y 1970.

Valadés, Diego. La Universidad Nacional Autónoma de México. Comisión Técnica de la

Legislación Universitaria. UNAM. México, 1974.

CURRlCULUM VlTAE JOSE RIVERA PEREZ CAMPOS

Nació en Celaya, Guanajuato, el 19 de marzo de 1907.

l. Escolaridad.- Cursó la primaria en la Escuela Pública

'Benito Juárez', en su ciudad natal, y la secundaria y preparatoria las

realizó en la ciudad de México, en la Escuela Nacional Preparatoria.

Realizó sus estudios profesionales en la Escuela Nacional de Juris-

prudencia, hoy Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Au-

tónoma de México, donde obtuvo el título de licenciado en Derecho

en 1931 y de doctor en Derecho en 1951.

11. Práctica docente.- En diversos años y escuelas, de

1929 a 1948, impartió las siguientes cátedras en dependencias de la

propia Universidad Nacional Autónoma de México: Historia Gene-

ral, Historia del Pensamiento Filosófico, Historia de las Ideas Politicas,

Filosofía del Derecho, Derecho Constitucional y, durante quince

años, Teoría General del Estado.

Fue miembro de los Consejos Técnicos de la Escuela

Nacional Preparatoria y de Jurisprudencia, y en 1946 ocupó el cargo

de Secretario General de la Universidad Nacional.

En 1936 fue profesor de Teoría General del Estado y Se-

cretario Encargado de la Dirección del Colegio del Estado de Guana-

juato, hoy Universidad de Guanajuato.

En 1941 fue profesor visitante de la Universidad de Te-

xas, en Austin, habiéndole otorgado esta institución el reconocimien-

to de Profesor Honorario.

Dictó conferencias sobre temas políticos y jurídicos en

las Universidades de Guanajuato, Guadalajara, San Nicolás de Hidal-

go, Hermosillo, Coahuila, Colima, Oaxaca y Morelos. Asimismo, en la

Secretaría de Hacienda y Crédito Público, en el Ilustre y Nacional Co-

legio de Abogados, en la Asociación Nacional de Abogados, ante el

Supremo Tribunal de Justicia del Estado de Coahuila, ante el Cuerpo

de Agentes del Ministerio Público en Puebla y ante la Comisión Fe-

deral Electoral.

A su vez, participó en las conferencias internacionales

de la "Asociation lnternationale des Avocats"celebrada en París en

1956 y de la "International Bar Association; ceiebradas en San José,

Costa Rica, en 1967, y en Dublín, Irlanda, en 1968.

III. Funciones Públicas.- Se desempeñó primero como

Secretario y Juez de Paz en Tacubaya, D. F., y luego como Abogado

Consultor en las Secretarías de Agricultura y de Hacienda y Crédito

Público. Posteriormente fue nombrado Magistrado del Supremo Tri-

bunal de Justicia del Estado de Guanajuato.

En 1934, durante la presidencia del general Lázaro Cár-

denas fue nominado Oficial Mayor y Secretario General del entonces

Departamento Autónomo de Prensa y Publicidad, y después Oficial

Mayor del entonces Departamento y hoy Secretaría del Trabajo y

Previsión Social.

Posteriormente, fue Jefe de los Departamentos Legales

de Ferrocarriles Nacionales de México y de Petróleos Mexicanos, su-

cesivamente.

De 1952 a 1970, ocupó el cargo de Ministro de la Supre-

ma Corte de Justicia de la Nación.

De 1970 a 1976, electo por el Estado de Guanajuato, fue

Senador de la República.

En abril de 1977 se le designó Gerente Jurídico del Ban-

co Nacional de Obras y Servicios Públicos, S.A. y en junio de ese

mismo año se le nombró como Director General de Asuntos Jurídicos

de la Secretaría de Gobernación, pasando en junio de 1980 a de-

sempeñarse como Subsecretario de esa dependencia.

IV. Obra publicada.- Entre los títulos más importantes de

su obra se encuentran:

La Justificación del Estado (tesis de licenciatura);

La Angustia por el Derecho;

La Filosofía del Marxismo;

La Libertad, Valor de lo Político;

Publicidad Turística de México;

Remanso en Oaxaca;

Manuel José Othón, Clásico y Estoico;

Necesidad Jurídica de la Expropiación Petrolera;

Contra la Simulación de Revolucionarismo;

La Justicia en los Municipios;

Equidad y Proporcionalidad eii los Impuestos;

Dialbctica de la Política y el Derecho;

Semblanza de Don Agustín Arroyo;

Paradigma de Juez: de abogado a Juez;

La Sentencia y el Juez;

Aspectos Tributarios de Federalismo en México;

La Federación, Optima Formo.de Gobierno;

Tribunales Agrarios, y

Tropiezos de la Representación Proporcional.

V. Actividad y textos leqislativos.- Junto con los destaca-

dos maestros don Rafael Rojina Villegas y don Antonio de P. Moreno,

redactó los Códigos Civil, Penal y de Procedimientos Penales vigen-

tes en el Estado de Morelos.,

Como miembro de la Comisión de Estudios Legislativos

del Senado de la República, intervino en los dictámenes de un gran

número de leyes y explicó sus fundamentos en la tribuna de dicha

Cámara. El Diario de los Debates consigna esas intervenciones, así

como otras que tuvieron lugar en diversas ceremonias. Su estudio y

análisis se distinguieron de manera importante en los siguientes ins-

trumentos legales:

Ley que crea la Comisión Coordinadora de Puertos;

Ley que estatuye las Normas Mínimas para Readaptación de Senten-

ciados;

Reformas a los Códigos: Civil, Penal y a los de

Procedimientos Penales;

Ley de Reforma Agraria;

Ley de Fomento de la Pesca;

Ley Federal de Aguas;

Ley de Protección de Monumentos Arqueológicos;

Ley de Portación de Armas y Explosivos;

Ley Federal de Educación ;

Ley Federal Electoral de 1973;

Ley Orgánica del Indeco;

Ley de Sanidad Fitopecuaria;

Ley Orgánica del Distrito Federal;

Ley Orgánica del Ejército y Fuerza Aérea;

Ley Orgánica de la Armada;

Leyes Orgánicas de las Procuradurías de Justicia;

Ley Orgánica de lo Contencioso-Administrativo

del Distrito Federal;

Ley Orgánica del Instituto Mexicano del Seguro Social;

Ley Orgánica del Infonavit;

Ley de Condominios;

Ley Federal de Protección al Consumidor;

Ley de Asentamientos Humanos; y

Ley de Premios, Estímulos y Recompensas.

VI. Votos Particulares.- Como ministro de la Suprema

Corte de Justicia, además de la elaboración de sus propios proyec-

tos de resolución, justificb su disenso de la mayoría formulando, en

los casos que según su criterio lo ameritaron, votos particulares; de

ellos, aparecen publicados en el Semanario Judicial de la Federa-

ción más de cien.

PRIMERA PARTE

PRESENCIA DE DON JOSE RIVERA PEREZ

CAMPOS EN LA SUPREMA CORTE DE

JUSTICIA DE LA NACION

SENOR PRESIDENTE: SENORES MINISTROS:

Nuevamente me carres~onde la. delicada, oero triste y

axdua responsabilidad, de despedir a nombre del Tribuml Pleno a

uno de nuestms más distinguidas inte~rantes al señor ministro JosPi,

Rivera Pérez Campos-

Resulta difícil abordar en pocos minutos todas las €an;e-

tas de la carrera y personalidad de nuestro homenajeado, pues quie-

nes hemos tenida el privilegja de trabajar a su lado ~odemos dar

testimonia de su calidad humana del alto sentido de responsabilidad

que ha tenido en el desempeño de sus funciones, y su aran capaci-

dad intelectual.

Pox ello me pareció tan acertado al acuerdo de este

Cmrpa Colegiado al aprobar &IJ dictamen rendido por la Comisibn

de Retiras y Jubilaciones que termjnaba resolviendo que se le

agradecieran cumplidamenle sus distinquidos servicios en los

que destacaron su intachable probidad, así como su talento y dia-

léctica que dieron a las discusiones en las que intervino un tono de

altura con evidencia de su capacidad y dedicación en el campo del

derechou

¡Hermosa síntesis de las cualidades de este excepcional

funcionaria y jurista! Ovendo su brillante palabra muchas veces vino

a mi mente la salutacibn de un inspirado poeta mexicano a su colega

de allende los Andes: "La estrofa audaz que tu buril cincela; es estre-

lla y cóndor: alumbra y vuela".

No es extraño encontrar en José Rivera Pérez Campos

tantas virtudes dignas de exhaltación. Nacido en Celaya, Guanajua-

to, su abuelo materno editó, en un esfuerzo de llevar la educación a

la provincia, lo que me atrevo a calificar como los primeros textos

escolares realmente mexicanos sobre matemáticas, geografía, gra-

mática y otras materias.

Antiguo servidor de la justicia, a escasos 5 afios, de re-

cibir el título de Licenciado en Derecho, fue designado Magistrado

del Supremo Tribunal de Justicia de su Estado Natal, cargo al que

nuevamente fue nombrado en 1941. Ya en 1929 era profesor de His-

toria General en la Escuela Nacional Preparatoria y posteriormente

de las Doctrinas Filosóficas; de Introducción al Estudio de Derecho

(1932 a 1935) y de Teoría General del Estado en la Escuela Nacional

de Jurisprudencia (1935 a 1948); y en la Facultad de Filosofía y Le-

tras, impartió la cátedra de Historia de las Ideas Políticas,

Después de ocupar importantes cargos en la administra-

ción centralizada y descentralizada del Estado, en 1952 fue nombra-

do Ministro de esta Suprema Corte de Justicia de la Nación, función

que ha desempetiado, brillantemente, durante 18 afios.

Sin embargo, la enumeración de los puestos que ha

ocupado un funcionario poco nos dice de su verdadera personali-

dad, y para valorar, en forma más completa, al Ministro Rivera Pérez

Campos es preciso referirnos a su pensamiento jurídico filosófico,

mismo que se encuentra en la valiosa obra escrita que ha elaborado.

De ella recuerdo "La Justificación del Estado" 'La Necesidad Jurídica

de la Expropiación Petrolerau; "La Angustia por el Derechou; 'Juicios

en los que la Federación es Parte"; "Equidad y Proporcionalidad de

los Impuestosn y los múltiples votos particulares que figuran en el Se-

manario Judicial de la Federación.

De la lectura de estas obras descubrimos su preocupa-

ción por el destino de cada hombre de los que integramos este país.

En su monografía "La Angustia por el DerechoWanifiesta: 'La an-

gustia del jurista se torna ingente, ya no sólo por la ausencia de cual-

quier doctrina definitiva, sino por la propensión de cada hombre a ser

sinceramente el Protágoras sofista del diálogo p~at6nico, que consi-

dera que cada hombre es la medida del bien y del mal, y que en la

misma forma en que se considera ser medida, también se considera

ser el Único agente facultado para que, según su criterio, se realice lo

justo y se impida la comisión de lo injuston,

No hace mucho, en el Instituto de Humanidades de la

Universidad de Guadalajara, el Ministro Rivera Pérez Campos, al ha-

blar sobre la Yusticia en el Municipio", refiriéndose a la frase sintética

y elocuente de Don Justo Sierra, expuso que *... Tal hambre y sed

(de justicia) más se confrontan en la vida municipal que en cualquier

otro ámbito; porque en ella se dan los problemas de la vida cotidiana

y habitual de la convivencia, de la vecindad, y es donde surge la

infinidad de problemas pequeños, pero continuos, que afectan la vi-

da intrascendente y ordinaria; porque es en la vida municipal donde

se da, asl sea en cuestiones nimias, el más frecuente trato con las

autoridades y con el mayor número de personas; y según el trato

que se reciba de las autoridades, es que se forma el clima o am-

biente propicio o adverso a las instituciones y a las autoridades, que

es de quienes se espera que calmen esa hambre y esa sed de

justiciaa.

Señores Ministros: podría seguir hablando del pensa-

miento y de la obra de nuestro distinguido y estimado colega, en

quien siempre hemos visto conjugados, al jurista y al humanista, con

la acción positiva siempre tendiente a la superación propia y a la del

país. Sin embargo, no deseo prolongar innecesariamente estas pala-

bras refiriéndome a las virtudes y obra del Ministro Rivera Pérez Cam-

pos como si este homenaje fuera el fin de su vida. Esta sesión so-

lemne, esta despedida, como dije al principio, nos llena de profunda

tristeza, de enorme nostalgia; pero también de inmenso orgullo, se-

guros de que mañana, hoy, siempre, hasta el dltimo postrero palpitar

de su corazón, pondrá su inteligencia, sus conocimientos, todo su

ser, al servicio de la justicia y de la causa más justa de todos: Servir a

la Patria.

México, D.F., 21 de marzo de 1970.

Lic. Carlos del Rlo Rodrlguez.