III RECUERDOS DE LA INFANCIA - Universidad Nacional De ... · La presencia de la tortuga en "La...

33
III RECUERDOS DE LA INFANCIA Un día salí a pasear por los campos, como de COli- tumbre. Había recorrido un gran trecho del potrent del ganado de cría, cuando divisé desde lejos, allá, cerca de un hondo pozo que servía de abrevadero al ganado, una enorme masa negra, animada por movi- mientos singulares, la cual avanzaba con lentitud ha- cia la plantación de caña dulce. -¿Qué será eso que vemos allá abajo?, pregunté a León, que me acompañaba. -Acaso sea algún puerco, que se revuelca en el ba- rro, me contestó el chino, fijando con intensidad las miradas en aquel objeto de forma rara. -No puede ser, le repliqué; no hay en la hacienda. un puerco de semejante tamaño ... Ni el choto, de ma· má, que, además, es colorado. -¡Si será algún espanto!, dijo el chino. deteniéndo- se un tanto inmutado. Con miedo o sin él y estimulados por esa curiosidad vehemente, propia de muchachos que a toda costa quieren darse razón de cuanto ven, siquiera sea a riesgo de ser descalabrados o de romperse un brazo o una pierna, aceleramos el paso y nos acercamos al bebedero ... Imagine el lector nuestra sorpresa y el estupor que nos sobrecogió al encontrarnos· delante de una espe- cie de media esfera de grandes dimensiones, aplanada .hacia el centro, con cabeza de sierpe, de ojillos negros y brillantes, que así salía como entraba velozmente

Transcript of III RECUERDOS DE LA INFANCIA - Universidad Nacional De ... · La presencia de la tortuga en "La...

Page 1: III RECUERDOS DE LA INFANCIA - Universidad Nacional De ... · La presencia de la tortuga en "La Isla" nos indujo a inquirir por su historia, y hé aquí lo que se nos refirió: El

III

RECUERDOS DE LA INFANCIA

Un día salí a pasear por los campos, como de COli-

tumbre. Había recorrido un gran trecho del potrentdel ganado de cría, cuando divisé desde lejos, allá,cerca de un hondo pozo que servía de abrevadero alganado, una enorme masa negra, animada por movi-mientos singulares, la cual avanzaba con lentitud ha-cia la plantación de caña dulce.

-¿Qué será eso que vemos allá abajo?, pregunté aLeón, que me acompañaba.

-Acaso sea algún puerco, que se revuelca en el ba-rro, me contestó el chino, fijando con intensidad lasmiradas en aquel objeto de forma rara.

-No puede ser, le repliqué; no hay en la hacienda.un puerco de semejante tamaño ... Ni el choto, de ma·má, que, además, es colorado.

-¡Si será algún espanto!, dijo el chino. deteniéndo-se un tanto inmutado.

Con miedo o sin él y estimulados por esa curiosidadvehemente, propia de muchachos que a toda costaquieren darse razón de cuanto ven, siquiera sea ariesgo de ser descalabrados o de romperse un brazo ouna pierna, aceleramos el paso y nos acercamos albebedero ...

Imagine el lector nuestra sorpresa y el estupor quenos sobrecogió al encontrarnos· delante de una espe-cie de media esfera de grandes dimensiones, aplanada.hacia el centro, con cabeza de sierpe, de ojillos negrosy brillantes, que así salía como entraba velozmente

Page 2: III RECUERDOS DE LA INFANCIA - Universidad Nacional De ... · La presencia de la tortuga en "La Isla" nos indujo a inquirir por su historia, y hé aquí lo que se nos refirió: El

l.UCIANO RIVERA y GARIlIDO

debajo de aquel azafate al revés, y con cuatro brazoscortos, rugosos y de color de tierra, armados de uñassemejantes a garfios. .. El carapacho estaba divididoen piezas, que encajaban las unas en las otras, comolas mallas de una annadura de caballero de la EdadMedia.

El grito de asombro que lanzamos al vernos en pre-sencia de aquel monstruo apocalíptico debió de oírseen las habitaciones, pues cuando jadeantes, sudorososy pálidos como moribundos llegamos a ellas, mi madre,los chicos y todos los sirvientes estaban agrupados enel corredor principal y nos interrogaron con ansiedadacerca de lo que ocasionaba tan inusitado terror. Unavez impuestos de lo que sucedía por nuestras hiper-bólicas relaciones, ¡es un tigre! Decían unos que nien pesadilla habían visto aquella fiera; otros asegura-ban muy convencidos que no podía ser sino una danta;los demás allá se empeñaban en sostener que sería lagran bestia; y no faltó un peón que afirmase con mu-cha formalidad que lo que habíamos visto debía ser,o un elefante, el Mohán, o la Madre del monte. Al fin,un mulato costeño que hacía algún tiempo que vivíaen la hacienda, en la cual administraba el estableci-miento de destilación, a quien habíamos dado el nobleapodo de Cartagena, por ser oriundo de la CiudadHeroica, al oír la descripcÍón que yo hacía del mons-truo en los términos más exagerados y fantásticos,prorrumpió en una ruidosa carcajada, y con el acentoy la pronunciación que le eran peculiares:

-¡Ca!, exclamó: ¡eso e una tortuga, hombre deDió! ¿Cómo e que tú que sabe leer no conoce unatortuga, eh? . . Esa e la tortuga del Pae Lozano, queanda de juerga la muy malváa ... ¡Vamos a verla,hombre!

Todos nos encaminamos en seguida al potrero, conel locuaz Cartagena a la cabeza. El mulato, que du-rante el trayecto nos hizo una verdadera conferencialiObre las tortugas de agua salada y las de agua dulce,no se había equivocado al sospechar que era un an-fibio de esa especie el que había invadido la hacienda;

Page 3: III RECUERDOS DE LA INFANCIA - Universidad Nacional De ... · La presencia de la tortuga en "La Isla" nos indujo a inquirir por su historia, y hé aquí lo que se nos refirió: El

IlIIl'RE.~IONES y RECU=~ 61

y como este animal, que no nos cansábamos de ver yde admirar, como sucede con todo lo que se contem-pla por primera vez en la vida, se dirigía con tardospero seguros pasos hacia un platanar inmediato, enel cual habría hecho estragos esa noche, dispuso mipadre que se construyera una parihuela sólida y enella sacaran al voraz huésped al camino público, paraponerlo en vía hacia la hacienda de sus dueños, dis-tante media legua de la nuéstra. Seis peones vigorosospudieron a duras penas levantar aquella mole, quepesaba muchas arrobas.

La presencia de la tortuga en "La Isla" nos indujoa inquirir por su historia, y hé aquí lo que se nosrefirió: El padre Nicolás Lozano, respetable sacerdoteguadalajarense, que fue cura por muchos años en di-versos pueblos del Alto Chocó, sobre las costas meri-dionales del Pacífico colombiano, tuvo la idea origi-nal de traer desde la "Boca-grande de Naya" hasta elValle del Cauca una tortuguita recién salida del hue-vo y no más grande que medio níspero, la cual confióa los solícitos cuidados de una seí10ra amiga suya,quien residía en una hacienda inmediata al puebleci-llo de Sonso. La tortuguilla se cambió con el trans-curso de los años en el tortugón de que he hablado;y como no era posible que un animal de aquella tallay de semejante fuerza pudiera vivir sujeto a los estre-chos límites de un chiquero, como un cerdo cualquie-ra, con paciencia suma se daba trazas, rompía cercas,talaba huertos, destrozaba sementeras, y de etapa enctapa, de llano en llano y de pozo en pozo, efectuabalargas excursiones y visitaba todas las haciendas detres y cuatro leguas en contorno, con detrimento delos respectivos propietarios, a quienes causaba seriosperjuicios, una vez en posesión de maizales y platana-res. Los perros nada podían contra ella, pues cuandola atacaban hundía su cabecita de culebra petaconadebajo del carapacho, escondía los brazos y las piet·-nas, de suyo muy cortos, y los furiosos canes se C3.n-

~aban de dar dentelladas a una verdadera roca, en quese rompían los colmillos. Algunos labriegos pretendie-

Page 4: III RECUERDOS DE LA INFANCIA - Universidad Nacional De ... · La presencia de la tortuga en "La Isla" nos indujo a inquirir por su historia, y hé aquí lo que se nos refirió: El

LUCIAl\O RIVERA y GARRIDO,

rOIl matarla a tiros de escopeta y aun de fusil, pero1:ls balas eran impotentes para atravesar aquella co-r"za de cuerno, más resistente que una cota de mallas;y los chicos de las cercanías llegaron a familiarizarse¡,lnto con ella, que era muy común ver por los cami-nos y travesías un grupo de cinco o seis de esos hara-pientos encaramados sobre la concha de la tortuga,quien caminaba con ellos encima por el espacio de ho-ras enteras, sin sentirse fatigada. Al fin, parece que elpadre Lozano, fastidiado con las quejas frecuentes delos numerosos perjudicados, decidió trasladarla a ]aciudad, en donde la mantuvo encerrada entre tapiaspor mucho tiempo, hasta que por último murió depuro vieja.

** *

No obstante ]a penosa impreslOn producida en mi~Ilma de niño por la trágica desaparición de mi tíoGuillermo, no fue sino algún tiempo después cuandohube de comprender, en condiciones de un orden in-ferior, pero muy significativo para mi corazón, quées esa cosa terrible, desenlace inevitable de todo loque viene a la vida. ¡La muerte! Hé aquí como:

Mi buena madre había recompensado un día miconducta juiciosa, haciéndome el presente de una pe-rrita lindísima, llamada Mona. No pude darme nuncala razón de ese nombre, porque la perrita era negracomo un cuervo, con las patas blancas, y tenía unosojillos brillantes como cloro bruñido, y de expresióntan inteligente que hacía creer que hubiese en ellosalgo de humano.

Desde el momento en que me consideré dueño ex-clusivo de la pelTita, no tuve otro compañero de ex-cursiones selváticas que ella, ni volví al baño de laquebrada sin que Mona dejase de llevar, cogidos de laboca, la sábana y demás utensilios de aseo. ¡Pobreó-lla/ ¡Cuánto me quería/o .. Referíame mi madre quecuando ella me encerraba en apartado cuarto paraque purgase mis picardihuelas propias de mi edad,

Page 5: III RECUERDOS DE LA INFANCIA - Universidad Nacional De ... · La presencia de la tortuga en "La Isla" nos indujo a inquirir por su historia, y hé aquí lo que se nos refirió: El

IMPRESIONES y RECUERDOS

Mona lloraba, a su modo, como un niño, gemía deses-peradamente, agitándose en todo sentido, y halaba conlos dientes la falda de su traje, como para reclamarmi libertad; y cuando mi madre, conmovida por tanterminantes demostraciones de cariño, abría la puer-ta de mi prisión provisional y me devolvía a mis jue-gos y travesuras, era de verse el ímpetu afectuoso conque se lanzaba sobre mí. devorándome a caricias, la-miéndome las manos con ternura y ejecutando todasuerte de manifestaciones vehementes. a las cualesacompañaba aulliditos gozosos que, bien a las claras,expresaban el contento de que se hallaba poseída.

Cuando por cualquier motivo me ausentaba de lahacienda sin llevar conmigo a Mona, y sin que ellaadvirtiese mi partida, se volvía loca de angustia alcaer en la cuenta de lo ocurrido; me buscaba por to-das partes, olfateando inquieta los sitios en dondeyo había permanecido los últimos momentos, y reco-rría la casa de arriba para abajo y de largo en ancho,hasta terminar por recogerse apesarada y mohina de-bajo de mi lecho. Al regreso me abrumaba con susdemostraciones exageradas de cariño, mordiéndomede chanza, como para reconvenirme por mi infidenciay haciendo toda suerte de cabriolas y morisquetas.Aunque era muy animosa. y esto precisamente le fuefunesto con el tiempo. jamás se supo que hubieraagredido a ninguna de las personas extrañas que ibana la casa y, por el contrario, era festiva con todo elmundo.

Hacía poco más o menos dos años que Mona mepertenecía. Una mañana del mes de julio concebí elpensamiento de ir de paseo con ella hacia un parajealgo distante de las habitaciones, a la honda y selvosacañada de la cordillera central por donde surge alValle el cristalino y rumoroso riachuelo de Las-Tapias.Serían las seis y media cuando, seguido de la perrita.di principio a mi gran viaje, no sin haber oído anteslas recomeIfdaciones de mi madre. acerca de que "nome asolease demasiado ni me alejase mucho de la<:asa".

Page 6: III RECUERDOS DE LA INFANCIA - Universidad Nacional De ... · La presencia de la tortuga en "La Isla" nos indujo a inquirir por su historia, y hé aquí lo que se nos refirió: El

LUCIANO RIVERA y GARRIDO

La maíiana era hermosa y muy despejada. Si no-hubiera sido porque el sol calentaba mucho, la excur-sión habría empezado con muy felices auspicios. Elcamino que tomamos atraviesa al principio limpiasllanuras, sombreadas aquí y acullá por reducidos gru-pos de chiminangos y moniños, corpulentos guásimosde atrayente follaje y aislados higuerones; y después,al aproximarse a la base de la gran cordillera, se tor-na sinuoso hasta llegar al bosque alto que avecina lasmárgenes del riecito y se descuelga hasta él en rudapendiente cubierta de guijarros y encajonada entrebarrancos.

Antes de descender al asiento de la cañada me de-tuve breves momentos en una arruga culminante de lacuesta para respirar y al propio tiempo recrearme enla contemplación del bellísimo y vasto panorama quese desarrollaba a mis pies: todo el alto Valle del Ca:T-ca con sus amplias planicies en que alternan los en-gramados y las selvas, los espacios cercados y los cam-pos libres, y limitadas en vaga lejanía por farallonespizarrosos, cortados a pico, que los vapores matinaleshacían aparecer en la distante perspectiva como vela·dos por mantos trasparentes de muselina azul. En lainmensidad del cielo vagaban algunas nubecillas blan-(:a8, como garzas extraviadas en infinito piélago ... yen contorno inmediato, la mole poderosa de la mon-taña, misteriosa y ruda como el desierto; gorjeos dearrayaneros y toches, rumores de insectos escondidosbajo la yerba, el paso rápido de algún conejo quehuía asustado por entre la tostada maleza, y máslejos, el eco sonoro del torrente ... Por lo demás, unasoledad absoluta, pues por aquellos lados no habíahabitaciones, y no fue sino mucho tiempo despuéscuando algunos labriegos antioqueños establecieronestancias en a(luellas abras. Mona se había tendido acorta distancia, boca abajo, con los brazos extendi-dos y jadeante; y al acezar, sacaba un palmo de len-gua, rosada como la carne de la sandia.

Un momento después continuamos la marcha, y abreve rato llegamos a Las Tapias. Las vegas del clamo-

Page 7: III RECUERDOS DE LA INFANCIA - Universidad Nacional De ... · La presencia de la tortuga en "La Isla" nos indujo a inquirir por su historia, y hé aquí lo que se nos refirió: El

IMPRIISIONES y RECUF.IlDOS

roso riachuelo, aunque estrechas, son muy amenas ala vista y están sombreadas por árboles diversos de ta-lla elevada y profuso follaje. Algunos de esos árboles.como los guabinos y los hobos, producen abundantey sabroso fruto.

Seducido por el aspecto atrayente de un pozo cris-talino que formaba el torrente al desviar su curso ha-cia el norte, una vez reposado me di un baño, quefue una pura delicia, al tiempo en que Mona, despuésde haber chapuzado a su gusto en el agua, husmeabapor entre los matorrales, ahuyentando parejas de ave-citas que por allí tenían sus nidos, y haciendo huirpor en medio de las piedras de la ribera cuantos la-gartos y sabandijas encontraba a su paso. Habíamevestido ya, y me preparaba a pasar el torrente paraascender al collado opuesto, cuando Mona, que sehabía alejado algún tanto en dirección a un cúíave-ral, empezó a ladrar con furia, cosa inusitada en ella.Me llamó la atención esta circunstancia, por lo que,recogiendo el verraquillito que me servía de bordónen mis excursiones y había puesto de lado, me dirigíapresuradamente al sitio donde ladraba la perra, parainquirir el motivo de su enojo. Imagínese cuál seríami sorpresa al ver como a una vara y media de dis-tancia de Mona; en actitud de lanzarse sobre ella,una gran víbora de la especie llamada equis, a causade las tayas negras que cruzan en su dorso e imitanla letra de ese nombre, muy abundante, por desgracia,en la zona templada de nuestras córdilleras. Brillá-banle los ojillos como dos brasas y sacaba la hendidalengua, agitándola en todo sentido. .. Puntualmente,en el instante preciso en que la vi, se desenrolló, ex-tendió el arqueado cuello con la velocidad de una¡¡aeta disparada, y alcanzó a morder en una oreja a mipobre perrita ... Mona dio un grito doloroso quemellegó al alma, y el temible reptil -huyó con rapidezvertiginosa por entre el matorral, dejándome apenasel tiempo necesario para ver relucir sobre la yerba losanillos ondulantes de su cuerpo.

Aterrado con lo ocurrido, y temiendo que la víbora,

Page 8: III RECUERDOS DE LA INFANCIA - Universidad Nacional De ... · La presencia de la tortuga en "La Isla" nos indujo a inquirir por su historia, y hé aquí lo que se nos refirió: El

LUClANO RIVERA y GARRIIlO

cuyos hábitos rencorosos me eran conocidos por los re-latos de los peones de la hacienda, se volviese enfure-cida en perscución mía, así a Mona del collar de va-queta que tenía puesto siempre, y llevándola conmigo,me alejé de aquellos sitios, ya para mí funestos, conel intento de acudir a la hacienda en solicitud de so-corro para el infeliz animalito. Era tanto lo que lapobre perra padecía, que cuando nos acercábamos ala casa me vi obligado a llevarla en brazos, porqueestaba como narcotizada, y la cabeza se había hincha-do notablemente.

Mis padres y mis hermanos se horrorizaron al pen-sar en el inminente peligro que había corrido yo deser mordido por la víbora; y mi madre, acompañadade la vieja sirvienta tia Josefa y de otras personas, dela casa, se contrajo desde el primer mome~to a apli-car a la perrilla cuantos remedios recomienda la ex-periencia para esos casos. Todo empeño fue inútil~cuando no se combate oportunamente el veneno de laequis, casi siempre produce efectos desastrozos, sobretodo, en animales de mediana talla; y Mona dejó deexistir en la noche de ese mismo día, rodeada de todosnosotros, como un racional.

Fue mucho el dolor que sentí al ver rígida y con losojitos empañados a mi fiel compañera de paseos, abonegada amiga que, quizás por advertirme el peligroque corría de ser mordido por el reptil, se expuso ala acometida mortal. . . Lloré mucho; y no encontréotro alivio en mi pesadumbre sino el que me procurósepultarla con piadoso esmero en una angosta fosaque yo mismo cavé en un extremo del huerto.

Por mucho tiempo abandoné mis paseos a los bos-ques, pues la escena de imponderable horror que henarrado dejó en mi ánimo muy penosas y durablesemociones. Fue ése el primer dolor real que amargómi vida. ¡Ay! ¡A él habrían de seguir tantos!. ..

** *

Antes de cumplir cinco años aprendí a leer de se-guido con .una maestra de escuela viejecita, llamada

Page 9: III RECUERDOS DE LA INFANCIA - Universidad Nacional De ... · La presencia de la tortuga en "La Isla" nos indujo a inquirir por su historia, y hé aquí lo que se nos refirió: El

IMPJU:SIONES y RECUERDOS

D\lo Leonor Núñez, digna señora, que así propinaba asus discípulos los azotes como los terrones de azúcar"los coscorrones como los bizcochuelos confitados.

Un incidente tan inesperado como terrible dio fina mi permanencia en aquella escuela. Adornaban laúnica mesa de la salita de la buena señora dos esta-tu itas de yeso de un modelo muy popular y conocidoen esa época remota: dos niños vestidos apenas con ca·misilla y sentados en silloncitos de estilo griego, delos cuales, el uno leía con mucha formalidad en unlibro abierto que mantenía sobre las rodillas, y elotro escribía en una hoja de papel, o cosa así, queapoyaba contra la piernecita cruzada; todo aquellopintarrajeado, con los colores más llamativos y chi-llones que pudo encontrar en sus botes el artista quelos fabricó. Como la anciana nos dejaba solos algunasveces en aquella pieza, tuve un día la desgraciada ideade invitar a algunos de mis compañeros para que baojásemos de su sitio habitual. las estatuitas, objeto de'espedalísima predilección para su dueña, porque lerecordaban un nietecito o sobrino muerto en tiernaedad, y nos sirviésemos de ellas como de santos, paraefectuar una procesión en toda regla. Proponerlo yejecutarlo, todo fue uno: tomamos las figurillas, lascolocamos sobre dos taburetes y comenzamos a darvueltas por la sala con los pasos improvisados, imi·tanda los cantos y los ademanes usados por los sacer·dotes en ceremonias análogas. En lo mejór y más so·lemne de tan piadoso entretenimiento nos encontrá-bamos, cuando ¡cata:plum! tropezó uno de nosotroscon algún mueble, y cargueros, taburetes y muñecos.fuimos a dar a tres varas de distancia, volviéndose añi-cos los últimos. en los momentos precisos en que latemible seiíora se presentaba en la puerta de la sa-la ... Inútil agregar que los azotes prevalecieron enaquel día sobre los terrones de azúcar en un propor-ción desmesurada; y que, como resultado del sofocón,D:.t Leonor cerró el establecimiento. después de haberjurado por tres cruces que hizo con la uña en la pa--

Page 10: III RECUERDOS DE LA INFANCIA - Universidad Nacional De ... · La presencia de la tortuga en "La Isla" nos indujo a inquirir por su historia, y hé aquí lo que se nos refirió: El

68 LUCJANO RIVERA y GARRIDO

red, " que primero enseñaría a presidiarios que asemejantes diablillos, salidos de los infiernos".

Pocos años después me colocó mi madre en otraescuela de mayor categoría, dirigida también por unainstitutora anciana, muy respetable, quien enseñó aleer, escribir y rezar a tres o cuatro generaciones dechiquillos y chiquillas guadalajarenses: la virtuosa einolvidable matrona D;t Teresa Racines de Tejada,cuyo nombre traigo a estas páginas animado por elsentimiento de la más viva gratitud.

En la infancia, edad inconsciente en la cual, comodijo el ilustre fabulista La Fontaine, el hombre tienetendencia marcada a mostrarse cruel e ingrato, por lomismo que el dolor no puede hincar entonces sus ga-rras en él como en los demás períodos de la vida, sesiente inclinación a detestar, más bien que a reveren·ciar o a querer, a esos seres abnegados que por un exi-guo honorario, por nada muchas veces, nos consagransu tiempo y su paciencia, o sacrifican su salud, en cam-bio de que adquiramos conocimientos indispensablesen la vida, algunos de ellos tan difíciles de inculcaren la tierna mente de los niños, como la lectura y laescritura. .. Después, cuando con la razón viene elconocimiento de lo que debemos a aquellas personasque nos hicieron bienes de tánta trascendencia, quisié-ramos levantarles un templo en nuestro corazón, paravenerar allí su sagrado recuerdo! ...

Paréceme que veo aún a la digna seI10ra Racines,sentada en una gran silla de brazos que hacía colocaren la puerta de comunicación entre la sala y el corre-dor interior, para vigilar simultáneamente a las ni·ñas, que ocupaban la primera, y a los niüos, que per-manecíamos en el segundo, pues la escuela era mixta.En ese corredor se encontraban los tableros, los abece-darios murales y las bancas en que escribíamos bajola dirección y vigilancia de un monitor. La parte su-perior de las bancas soportaba unas t¡¡bIas largas, ex-tendidas horizontalmente y cubiertas por lIna capa dearena muy fina, sobre la cual trazábamos las mayúscu-

Page 11: III RECUERDOS DE LA INFANCIA - Universidad Nacional De ... · La presencia de la tortuga en "La Isla" nos indujo a inquirir por su historia, y hé aquí lo que se nos refirió: El

· IlIlPRESIONES y RECUERDOS 6g-·

las, las minúsculas y los números, todo con un punte-rillo de lata de guadua, muy aguzado.

-¡Atenciónl, gritaba con voz destemplada el mu-chacho que desempeñaba las codiciadas funciones demonitor: prepárense para hacer la letra A ... y se:3.a-laba con una varita en el alfabeto mural la letra in-elicada. ¡Uno ... dos ... tres ... cuatro ... ya está!. ..¡Háganla buena!

Al punto se inclinaban cincuenta o más cabecitas-y se oía sobre las tablas cubiertas de arena menuda elrechinar de los punteros al trazar el signo enunciado

-¡Borren!, proseguía el monitor desde el sitio cul-minante donde estaba colocado para ejercer sus fun-ciones. Prepárense para hacer la letra B. .. y así delas demás hasta concluir el abecedario; y en seguidac6ntinuaba con los números, desde 1 hasta o.

-¡Cero no es número!, agregaba invariablemente elmonitor al terminar la serie.

No obstante los ochenta afios que pesaban ya sobrelos hombros de la sefiora Racines de Tejada cuando-tuve la honra de ser su discípulo, ostentaba aún unaabundante cabellera blanquísima, que parecía forma-da por hilos de plata, la cual arreglaba en dos gruesastrenzas que, yacentes sobre sus espaldas, se enredabana veces con el rosario de oro y los escapularios, crucesy pajuela para rascar los oídos, de la buena sefiora.Austero y venerable era su rostro, que acentuaba ce-jas muy espesas, completamente blancas; y como noera muy blanda que dijéramos cuando se trataba decorregir faltas, nuestro respeto por· ella llegaba casisiempre hasta el terror.

Calábase las gafas, engastadas en metal fino, al lle-gar el momento de inspeccionar las planas de los queescribíamos en papel o en hoja verde de plátano, pueslos aprendices empleábamos una u otra materia, segúnel grado de adelantamiento que hubiésemos alcanzado .•-\ medida que íbamos desfilando por delante de latemible revisora, las examinaba una por una con mu-('ha atención: cuando descubría borrones, manchas o·alguna otra faltilla semejante, se limitaba a amonestar

Page 12: III RECUERDOS DE LA INFANCIA - Universidad Nacional De ... · La presencia de la tortuga en "La Isla" nos indujo a inquirir por su historia, y hé aquí lo que se nos refirió: El

LUCIANO RIVERA y GAJUUDO

con severidad al culpado o le daba un ligero papirOte;pero si en su concepto, la plana, por lo mal escrita. opor las enmiendas o raspaduras, revestía los caracteresde pésima, levantaba con rapidez la mano derecha,larga, blanca y pulida como una mano de marfil; y conlas uñas del pulgar y del índice, que conservaba muycrecidas y afiladas pellizcaba el párpado del desaplica-do alumno, retorciéndolo, y pasaba a otra plana.., aotros pellizcos, como si tal cosa. iLa víctima veía chis-pas de mil colores, daba un chillido agudísimo, y asu puesto! Al día siguiente la plana era irreprochable.

Otras veces, cuando se trataba de faltas muy graves,las cosas pasaban de una manera más seria: entoncesse levantaba de la silla, hacía cargar al discípulo re-fractario por dos muchachos de los más crecidos, unode los cuales se Jo echaba sobre Jos hombros, asiéndolode las manos, por delante, mientras que el otro locogía por los pies, manteniéndolo estirado en el aire;y con una disciplina de rejo, dividida en varios rama-

.• les delgados, que para el efecto tenía siempre al alcan-ce de la mano, sacudía de lo lindo las posaderas deldelincuente. En tanto que duraba la operación losdemás muchachos contábamos en coro los latigazos:¡Uno!... ¡Dos!... ¡Tres!.. . hasta terminar; y elcuitado, furioso como un tigre al oírnos, daba unosalaridos terribles como si realmente lo estuvieran des-ollando. En tales casos no había apelación; pero tamobién es cierto que en más de una de esas ejecucionessumarias el muchacho encargado de soportar sobre loshombros al castigado, fue mordido cruelmente en lanuca; lo cual hizo que el oficio de cargador, muy gus·tado al principio, fuese mirado al fin con malos ojospor los ¡,rrandes de la clase.

Como sucede con todo en la vida, aquellos malosratos solían tener compensación, pues los sábados porla tarde la austera señora nos permitía la entrada enel huert.o de árboles frutales, anexo a la escuela; y allínos dábamos unos hartazgos de mangos y naranjas,zapo tes, ciruelas y nísperos que cantaban el misterio,

Page 13: III RECUERDOS DE LA INFANCIA - Universidad Nacional De ... · La presencia de la tortuga en "La Isla" nos indujo a inquirir por su historia, y hé aquí lo que se nos refirió: El

IMPRESIONES y RECUl':llDOS

como hubiera dicho D. Antonio de Trueba en ocasiónsemejante.

En los últimos tiempos de su vida de institutora,tuvo la señora Racines la contrariedad de darse cuen-ta de la iniciativa que se efectuaba en el cambio desistemas de instrucción primaria, implantados despuésentre nosotros con lujo de novedad y entusiasmo. Muypagada la respetable señora, como era natural, de suprimitivo método de enseñanza, basado en prescrip-ciones antiquísimas, mostrábase adversa a lo nuevohasta llegar al enojo; y condenaba con energía lastendencias a la innovación en tan importante asunto.Decía que ya era mucho que las niñas supieran leery escribir, zurcir medias y hacer dobladillo de ojo,pues lo demás sólo serviría para que el diablo carga-ra con ellas. "Para vivir como Dios manda, agregaba"y ser buena esposa y buena madre, ¿qué necesidadtiene una niña honrada de aprender aristmhica di-bujos y astronomía? .. ¿Acaso para saber dónde estánla despensa y la cocina, el dedal y las aú jas, se nece-sita aturdirse la cabeza con ese galimatías que ahoraenseñan los maestros, de que aquí es sur y allá norte,y por donde sale el sol, este, levante u oriente? ..¡Nada! ¡No hay como lo viejo! El rezo en primer lu-gar, que es lo positivo para salvarse: las oraciones, laDoctrina y la Maunífica. Después, lo preciso: leer yescribir. ¡Lo demás es perder tiempo y llenarse la ca-beza de cucarrones!"

La señora Racines de Tejada murió a la edad avan-zada de noventa y dos años; y su muerte fue muy sen-tida por sus numerosos descendientes y por todos aque-llos a quienes hizo el bien inestimable de enseñar losprimeros rudimentos del saber humano.

** *

Como mi familia se veía precisada a residir habi-tualmente en la hacienda, forzoso fue separarme deella cuando, con el transcurso del tiempo, se impusola necesidad de colocarme en otra escuela. Entonces se

Page 14: III RECUERDOS DE LA INFANCIA - Universidad Nacional De ... · La presencia de la tortuga en "La Isla" nos indujo a inquirir por su historia, y hé aquí lo que se nos refirió: El

LUCIANO :RIVERA y GAaJllI)O

me envió de nuevo a la ciudad, donde me confiaronal cuidado de unas buenas señoras, quienes, bien quemuy pobres y de humilde condición social, poseíantodas las cualidades requeridas para hacerme llevade·ra la vida, una vez alejado de mi tierna madre.

Desde la extrema infancia tuve un gusto decidid(}por todos los objetos que traían a mi mente la imagende ciudades y comarcas lejanas, países exóticos y otrascosas por el estilo. De allí resultaba que para mí no ha-bía presente comparable al de una lámina o pinturaque reprodujese una calle o un edificio de París o deLondres, los paseos públicos de Viena o Nueva York~un ventisquero suizo o la vista de una ruina griega oromana. Gran parte de esta afición me fue sugeridapor un cosmorama que exhibió en las ciudades delValle del Cauca un alemán de apellido Verbrugem~quien mostraba a. través de los grandes lentes de suaparato todas las curiosidades naturales y artísticasdel antiguo y del nuevo continente. Mi sueño doradode niño iluso consistió en lo sucesivo en el anhelo deposeer un vidrio de aumento, para construir con élun cosmorama imitado, en pequeI1o, del que habíaexhibido el artista tudesco. Ese lente me haría veramplificados todos los objetos que a mi fantásticaimag-inación hablaban de ciudades lejanas y paísesdesconocidos, que a mi mente se presentaban ilumina-dos por la luz dorada de las ilusiones infantiles, comoesos paisajes maravillosos que se reflejan brillantessobre la irisada y tersa superficie de una pompilla dejabón.

Una de las buenas señoras, en cuya casa vivía yoen Guadalajara, poseía un par de gafas dotadas conurios lentes redondos y magníficos. ¡Oh! ¡Qué lentes!

-jHé aquÍ lo que me hacía falta!, exclamé paramis adentros, lleno de júbilo, cuando vi por primeravez aquellos anteojos.

La cuestión era de tiempo y <;lepaciencia, porque laseñora, que cosía y leía en su libro de .oraciones amenudo, iba con frecuencia al templo inmediato y seejercitaba en otras labores que requerían el concurso

Page 15: III RECUERDOS DE LA INFANCIA - Universidad Nacional De ... · La presencia de la tortuga en "La Isla" nos indujo a inquirir por su historia, y hé aquí lo que se nos refirió: El

IMPR~ION~ y RECUrnDOS 73

de las antiparras, no se separaba de ellas un momento;y cuando no las usaba para cualquiera de sus tareashabituales, las alzaba sobre la frente, donde permane-dan fijas hasta necesidad próxima. No obstante, undía la casualidad vino en auxilio de la picardía queyo proyectaba: le señora Micaela no oyó los primerosrepiques que llamaban a misa a los fieles; cuando elsonido vibrante del metal sagrado llegó a sus oídos,dejaban ya; y salió apresuradamente, abando'nandoen su precipitación los dichosos anteojos, que queda-ron sobre el lecho. Acerté a pasar por allí; e impulsa-do por ese extraño e involuntario instinto de hurtoque obra en el espíritu irreflexivo de la mayor partede los muchachos, reforzado en mí en lá ocasión pre-sente por el anhelo de con,struir un cosmorama parami uso particular, los tomé: hice fuerza sobre los len-tes y vi que salieron con suma facilidad ge entre losaros ...

-¡Cosmorama hecho!, dije en mi interior, ahogandotodo remordimiento en el mar de ventura que aquelpensamiento contenía entre sí.

Coloqué el engaste de acero de los anteojos dondeantes estaba, y me retiré con prontitud del teatro demi delito, temeroso de ser sorprendido in fraganti.

Al punto apliqué los lentes a cierta distancia de unade mis mejores láminas. " ¡A ver!. " ¡Más cercal ...¡No!. ., ¡Más lejos! ¡Superior!. .. ¡Magnífico!.,.¡Qué cosa tan bonita! ¡Cómo crecieron y tomaronrelieve los edificios, los árboles, las figuras! ...

Hasta allí todo iba bien y yo me recreaba de ante-mano, saboreando el placer que iba a procurarme eldescubrimiento, sin preocuparme el canto de una uñacon la muy dudosa moralidad de mi hazaña; pero héaquí que regresa de misa la señora Micaela, echa ma-no de los anteojos (hablemos claro: de los aros), loscoloca sobre la nariz, va a coser con ellos .. ,

-¡Dios mío! ... ¿Qué es esto?, exclama la pobreandana. ¡María!. " ¡Carmen!. .. ¡Mis hijitas, he per-

Page 16: III RECUERDOS DE LA INFANCIA - Universidad Nacional De ... · La presencia de la tortuga en "La Isla" nos indujo a inquirir por su historia, y hé aquí lo que se nos refirió: El

'U LUCIANO RIVERA y GAIUUDO

dido la vista del todol ... No veo gota ni con anteo-jos ... ¡Ay! ¡Dios eternol ¡Esta si fue la última!

Las hermanas de la buena mujer acudieron asusta-das; rodeáronla con solicitud, la quitaron las antipa-rras y examinaron los ojos ... ¡Nada! Buena y sana.

-Pero, ¿qué podrá ser?, decían.Mientras tanto yo andaba por ahí trasegando muy

desentendido y mudo como una sardina.-Cristiana de Dios, ¿qué ha de ser?, profirió de re-

pente una de las hermanas, que había continuado exa-minando las gafas: ¡si es que se han caído los vidrios,mujer!. .. ¡Miral ... y la hizo palpar los aros sinlentes.

-¡Ay! ¡Bendita sea la misericordia divinal, dijola señora Micaela, exhalando un suspiro de alivio. Pe-ro, ¿cómo los he perdido? .. Cómo los ... ¡No! ¡Esono puede' serlo .. Me los han quitado, agregó, mir:íc-dome furtivamente. ¡Sí, señor! ¡Me los han quitadol

Yo continuaba como si tal cosa y fingía estar muyocupado en el estudio de mi lectura de aritmética, pre-ósamente la que menos estudiaba nunca ...

Las buenas sefíoras comprendieron desde el primermomento que yo era el autor de lo que después llama-:ron con suma indulgencia, una muchachada; e inspi-.radas por una delicadeza y un tacto exquisitos, queacaso no se habrían encontrado en personas de mejorposición, y ojalá fueran imitados en circunstanciasa.nálogas, en vez de abusar del hecho de ser yo un ni-ño y de dirigirme reproches directos, se valieron de laastucia para conseguir que las cosas volvieran al esta-.do anterior o, prescindiendo de eufemismos, para queyo restituyera los lentes a sus respectivos aros, sin pasar.por el bochorno de confesarme responsable de la falta.Así, conocedora la señora Micaela de mi carácter im-presionable y asustadizo, dijo, como hablando en ge·neral: -¿Quién dcmontres me habrá quitado mislentes? .. ¡Ave María! ¡Qué maldad! ¡Hacerle seme-jante perjuicio a una pobre vieja, medio ciega, comoyol ... ¡Es cosa que no tiene perdón ni en esta vidani en la otra! ... ¡Días mío! Prosiguió, dando a su

Page 17: III RECUERDOS DE LA INFANCIA - Universidad Nacional De ... · La presencia de la tortuga en "La Isla" nos indujo a inquirir por su historia, y hé aquí lo que se nos refirió: El

IMPRESIONES y RECUERDOS 75

vo,; una entonación trágica, que hacía más solemnelo tembloroso del acento: ¡Permite que se le caigan10li ojos al que me quitó mis lentes, si no vuelve a po-nérmelos hoy mismo donde estaban!

y semejantes a las hechiceras de Macbeth, despuésdel apóstrofe a Banco, las dos ancianas se dirigieron alinterior de la casa, dejándome solo en el aposento.

Entonces, alarmado ante aquella terrible impreca-{;iÓll,dije para mis adentros:

-¿Esas tenemos? ., ¿Que se me caigan los ojos? ..¡No, Dios mío! ¡No!... Bien pudiera suceder, deveras, que Dios, en castigo del pecado que he cometi·do ... ¡No!

¡Oh inocencia!, cendal divino de perfumado tul,que te interpones entre el mal y la limpia mente delos niños, para no dejarles ver el hondo y pavorosoabismo de las pasiones de los hombres! ... Veste blan-quísima que abrigas con tus amplios pliegues el almapura de la infancia: ¿por qué te arrancamos tan pmn-to de nuestros hombros, para cubrirnos después conlOi arrugados harapos de la culpa? ..

Al punto saqué los lentes del bolsillo, me acerquétemblando a la cama de la señora y volví a ajustarlos~n los aros. Sentí como que mi alma se libraba de unenorme peso, quedando ligera como una pluma, y meretiré en puntillas.

** *

El hermo~o río Guadalajara, que cme la ciudadpor el sur, entre vegas amenas cubiertas de césped$iempre verde, nace en las selvosas y altas cañadas dela cordillera central; y después de bañar con sus en·crespadas corrientes las rocas, los troncos, los musgosy las flores de la solitaria montaña, surge cantando alValle y alegra la clarísima campifía con el rumor so-noro de sus espumosas linfas. Luégo de embellecer yvivificar la modesta ciudad coronada de palmeras, "-la cual i'resta su elegante nombre, corre a confundir

Page 18: III RECUERDOS DE LA INFANCIA - Universidad Nacional De ... · La presencia de la tortuga en "La Isla" nos indujo a inquirir por su historia, y hé aquí lo que se nos refirió: El

LUCIANO RIVERA y GARRIDO

sus ondas transparentes con las ondas amarillas y len-tas del caudaloso Cauea ... Pudiera compararse el cur-so de ese poético torrente con esas existencias brevespero hermoseadas por la alegría y la juventud: tienesu cuna en las agrestes serranías de la azul cordillera,.al abrigo de grutas frescas y sombrías, tapizadas conel terciopelo de las lamas y el encaje de los 1íquines~discurre en seguida por en medio de pintorescos ote-ros, que el sol dora con sus rayos de fuego; riega va-Hecitos primorosos, poblados por enjambre zumbador;da animación y vida a una comarca importante; ydespués de fertilizar algunos campos sembrados decafé y cacao, cuando aún no se ha extinguido el armo-nioso eco de sus tumHltuosas corrientes, que es, comosi dijéramos, el acento de su vida juvenil y bulliciosa,muere en el seno del tranguilo Cauca, sin convulsionesni agonía, contento de su obra, que deja como huellaslas flores de sus orillas y los murmullos de sus aguas,breve compendio de su plácida existencia.

Al salir de las quiebras inferiores de la cordillera,la hoya del Guadalajara se estrecha un tanto entre laempinada serranía de El Derrumbado y las colinas deEl Molino; y la ruidosa corriente viene a estrellarsecontra una enorme peña de arenisca compactada, du-ra como el granito, la cual se burla con su faz de es-finge de los furores impotentes de las aguas, y lasobliga a desviarse hacia el suroeste, entre pedrejonesy rocas, que cubren, tumultuosos y revueltos, torbe-llinos y copos de blanquísima espuma. Al encontrarseel río con aquel peñón informe y resistente, pareceretroceder sobre sí mismo y forma Un remanso profun-do, de un verdi-negro medroso, a causa de la hondura,encerrado en la cuenca abrupta de las rocas grises,que en incesante vaivén bañan las ondas. Ese remansoha sido denominado desde antaño con el prosaiconombre de Charco del Burro, que tiene su origen enla siguiente leyenda:

Recién trasladada la ciudad de Guadalajara del si-tio donde en un principio la fundó el capitán espa-ñol D. Domingo Lozano, al pie del cerro de Pan de

Page 19: III RECUERDOS DE LA INFANCIA - Universidad Nacional De ... · La presencia de la tortuga en "La Isla" nos indujo a inquirir por su historia, y hé aquí lo que se nos refirió: El

IMPRESIONES y RECUERDOS

Azúcar, al que ocupa hoy (de lo cual han trascurridotrecientos treinta y cinco años), cierto sábado de Ra·mas se requirió a un rico hacendado de las inmedia-ciones para que prestase un asno hermoso y muy man-so que poseía, con el fin de que sirviera de cabalgaduraa la efigie de Jesús Nazareno en la solemne ceremoniaque el domingo siguiente representaría la entrada delSalvador en Jerusalén. Fuese por animosidad impía,por orgullo o por miseria, es lo cierto que aquel pro-pietario se negó a prestar el asno; y los piadosos ve-cirios andaban desalados por los campos en solicitudde otro animal de la misma. especie, que pudierareemplazar al que ese mal rico negaba a la autoridadeclesiástica.

Pasaban algunos de los solicitantes, ya a la caída dela tarde, por las márgenes del río, en el punto que des-cribí antes, perdida la esperanza de obtener lo quecon tánto ahínco buscaban, cuando de pronto vieroncon sorpresa indecible que del fondo del profundopozo salió hasta la peñascosa orilla, rebuznando pla-centero y sacudiendo el agua que, en líquidos dia-mantes, rodaba sobre su blanca y aterciopelada piel,un asno hermoso, tan hermoso cual antes no lo habíancontemplado ojos humanos. Asombrados aquellos in-dividuos echáronle el ronzal al cuello sin demora, enla persuasión de que ese bello animal era enviado delo alto por ministerio de milagro, para que prestara elpiadoso servicio negado por el propietario egoísta; ylo condujeron en triunfo a la ciudad, donde al díasiguiente fue admirado y acariciado por todo el mun-do en tanto que duró la popular fiesta. Terminadala procesión y libre el burro misterioso de la monturay arneses riquísimos con que lo enjaezaron para el ac-to religioso, emprendió camino a trote largo hacia elparaje del río en donde había aparecido, y volvió asumergirse en el hondo remanso, para no salir nuncamás de allí, pues ojos humanos no lo han vuelto a ver.Cuanto al rico impío y miserable, a quien el vulgono volvió a designar ya sino con el apodo de Burro'de oro, dicen las crónicas guadalajarenses que desde

Page 20: III RECUERDOS DE LA INFANCIA - Universidad Nacional De ... · La presencia de la tortuga en "La Isla" nos indujo a inquirir por su historia, y hé aquí lo que se nos refirió: El

LUCIANO RIVERA y GARRIDO

aquel día empezó a ir a menos, a menos, hasta qlX alfin. acabó su vida en una extrema miseria.

No faltará quien diga que esas son patrañas in~n-tadas por poetas, que en todo tiempo ha habido em-busteros en este mundo; y que el nombre d~ Charcodel Burro, dado a ese sitio, se debe sin duda, a algúnpobre jumento, cargado de años y de leña, que acertóa pasar en mala hora por esas escarpadas laderas y rodóhasta el fondo del pozo, donde rindió la existencia enlas agonías del ahogado. Todo puede ser, y esto conmayores probabilidades que cualquiera otra cosa; pe-ro yo prefiero dejar a mis lectores en la dulce ilusiónde que los hechos se efectuaron como los refiere laconseja. Demasiado duras son las realidades de la vidapara que no tratemos de buscar el olvido de sus dolo-res en los deliciosos embustes de la poesía.

Allí en las inmediaciones del Charco del Burro; enesas amplias vegas, cubiertas por guijarros azules; sobrela tupida grama, que abrigan con su sombra los chi-minangos y los guabinas; arrullados por el fragorosoestruendo de las corrientes que se encrespan espumo-sas en contorno de las grandes piedras; con el cielopor palio y deleitados con los trinos del arrayanero,trovador alado de las selvas caucanas, pasábamos algu-nas horas deliciosas los niños de las' escuelas de Gua-dalajara, cuando nuestros benévolos maestros prganiza-ban paseos por aquellos sitios, para recompensar labuena conducta que hubiéramos observado en la se-mana. ¡Horas felices, inocentes e inolvidables, en queel vuelo rápido del martín-pescador, que se lanzabacomo una sacta en pos del plateado pececillo, erasuficiente para colmar de regocijo nnestro infatil es-píritu! ¡Horas de luz y cándida alegría, cuyo recuerdotrae a mi alma acongojad:l algo como el aroma deflores escogidas que no con:nnplaré más en la vidal,¡cuán pronto pasasteis!... ¡ Vosotras, como el asnoblanco de la leyenda sagrada, nunca volveréis!

Page 21: III RECUERDOS DE LA INFANCIA - Universidad Nacional De ... · La presencia de la tortuga en "La Isla" nos indujo a inquirir por su historia, y hé aquí lo que se nos refirió: El

hIl'RESIONf:5 y ¡a:Cm:RDOS 7!1

** :le

Al fin llegó el mes de julio, época en la cual se hanefectuado siempre los exámenes anuales de los esta.-blecimientos de instrucción del Valle del Cauca. Enla noche anterior habían terminado los certámenellde mi escuela; y tranquilo por el porvenir, que en lainfancia se limita al presente, había dormido, si nosobre laureles porque no los había ganado en lasjustas escolares que acababan de librarse, sí sobre miscortos años, que equivalían a la más blanda almohadadel mundo. Tenía por delante un mes de vacaciones:esto explicará al Icctor por qué al despertar en la men-cionada mañana, cantaban dentro de mi alma todaslas aves del paraíso; por qué se reflejaba en mi sem-blante la expresión de una felicidad sin nubes. ¡Serniño! Volver a gozar de esos días azules de la vida, enque el deleite supremo de la dicha inocente se apo-dera del alma hasta embriagarla ... ¡Oh! Qué sueño!

-¡Santiago!, grité, llamando al excelente joven, <lquien mi padre había enviado de la hacienda con elcaballo que debía servirme: levántate, hombre; ensilla.y me avisas cuando estés listo para que nos pongamosen marcha. ¡No hay que perder un momento, -miamigo!

-¡Caramba, qué apurado está!, dijo Santiago des-perezándose y vistiéndose apresuradamente.

Un momento después estuvo arreglado todo. A micaballo se le había dado el nombre de Castañito, acausa de su color y tamaño; era muy manso y tenía:airosa figurilJa y buen. .. paso, iba a agregar; perono hay que mentir: ¡Era de puro trote! En él aprendía montar, y lo quería como había querido a Mona,es decir, como a un ser racional. La silla, una chocon-tanita muy cuca, y demás arreos, hacían juego con lacabalgadura. El sillonero de Malvina era un alazánchiquirritín que acudía como un perro dócil al nom-bre de Coronel.

Me despedí a la ligera de las buenas señoras mispatronas y monté precipitadamente, sin caer en la

Page 22: III RECUERDOS DE LA INFANCIA - Universidad Nacional De ... · La presencia de la tortuga en "La Isla" nos indujo a inquirir por su historia, y hé aquí lo que se nos refirió: El

80 LUCIA.'iO RIVERA y GARRIDO

cuenta de que el cabestro que retenía mi caballito.quedaba atado a uno de los pilares del corredor endonde estábamos.

-¡Adiós, señor chapetón!, exclamó Santiago, con-templándome y riendo a carcajadas: a ver lo desato.porque si no se lleva en rastra la casa.

Una vez en libertad, salí trotando a la calle; y deese momento para adelante, apenas si podía contener-me mi compañero: tal era el vehemente anhelo que te-nía de ver a mis padres y hermanos y gozar de lOUS

caricias.La maibna ... era una m;lñana de julio ene!

Valle del Cauca, y con esto queda dicho todo. ¡Cuántaluz en el ciclo, cuán trasparente la atmósfera, quéfrescura tan grata en el aire purísimo que mecía losramajes y robaba a las flores sus aromas! ... No' sesi será que el recuerdo lo embellece todo, por lo mis-mo que el velo del tiempo se interpone entre lo pa-sado y lo presente, para ocultarnos las asperezas dela realidad, o si verdadel'amente fue aquella una delas más hermosas mafíanas que me ha sido dado ad-1,11iraren la vida: es lo cierto que a mi mente vuelvela imagen luminosa de esas horas, engalanada con to-dos los espléndidos colores de una de esas magníficas-visiones que sólo contemplamos en sueÍlos.

A la salida de la ciudad vadeamos el río, y muypronto perdimos de vista el horizonte cuajado de ár-boles y dominado por palmeras y campanarios, quecerraba el paisaje hacia el norte; entanto que yo, ale-gre como una ave a la que se devuelve la libertad per-dida, lleno de esperanzas en mil dichas sin nombre,y echando en saco roto el importuno recuerdo de laescuela, di dos o tres latigazos a mi querido Castañito •.confiado en que él me los había de perdonar en graciade los motivos que a tales crueldades me obligaban.y dije a Santiago:

-¡Ahora sí, mi amigo, vea si puede alcanzanne!Envuelto en una nube densa de polvo galopé media

hora; pero sintiéndome al fin fatigado con tánto co-

Page 23: III RECUERDOS DE LA INFANCIA - Universidad Nacional De ... · La presencia de la tortuga en "La Isla" nos indujo a inquirir por su historia, y hé aquí lo que se nos refirió: El

IMPF.ESIONl:S y RECUERDOS 8r

ITer, moderé el andar de mi caballo, Santiago me se·guía a corta distancia.

Un año justo hacía que había pasado por ese mismocamino, afligido y lloroso, para ser colocado en la es-cuela. Ivfi placer del momento presente era apenascomparable con la desolación de entonces. Volver acontemplar esos campos que me eran familiares, pro-ducía en mí verdadero deleite. A(IUí veía una hermosacasa, en el centro de extensos potreros y rodeada demangos, naranjos y mameyes, de entre cuyas copas,de verdura más o menos intensa, surgían elevadoscoco~eros, ornato preciado de la vegetación tropical;mts allá atravesaba un llano amarillento de horizonteindeciso, acentuado en los primeros términos por al·gunas cabañas de proletarios, diseminados sin con-cicrto; y en los confines del vaporoso panorama dila·tado a la izquierda, se levantaba hasta las nubes lacordillera occidental, informe y titanesco muro colo-cado por la Providencia entre las pampas caucanasy las azules ondas del Pacífico.

Al dominar la campiña de Sonso, distinguí la casapaterna con sus humildes tejados grises, abrigados amedias por los higuerones y ceibas del contorno. Loscampos que la circundan lucían la risueña belleza quesiempre los caracterizó; pero en esos instantes, en quela luz de la ilusión y la esperanza se mezcla a losrayos del sol para dorarlos con reflejos ideales, meparecieron más verdes, más daros, más seductores quenunca ...

Pronto llegó a mis oídos el rumor musical de lascorrientes del Guabitas: bandadas de pelIares y cocHeslevantaban el vuelo al sentir las pisadas de nuestrosC'.ibaIlosy lanzaban al aire sus gritos estridentes; y esti-mulado por el vehemente deseo de abrazar cuanto an-tes a los seres queridos que me esperaban anhelososen el corredor principal, apresuré el paso de Castañito,sin permitirle, siquiera, que se detuviese a apagar la.sed en las ondas límpidas del provocativo raudal.

No recuerdo si me desmonté o me desmontaron:creo que fue lo último. De los brazos de mi madre

Page 24: III RECUERDOS DE LA INFANCIA - Universidad Nacional De ... · La presencia de la tortuga en "La Isla" nos indujo a inquirir por su historia, y hé aquí lo que se nos refirió: El

LUCIANO RIVER,-\ y GARRIDO

pasé a los de mi padre. ¡Tampoco recuerdo qué n0idijimos! ... Sin embargo, paréceme recordar que nadapudimos decirnos.

Todos los perros de la hacienda, con el venerableCon-eL-tiempo a Ja cabeza y en seguida la adusta Cas-carilla, vinieron a recibirme, festejando mi llegadacon aullidos de gozo y pasando y repasando por en-tre mis piernas, las <:uales, así como mis manos, la-mían cariñosamente. Después de e!los acudieron mishermanitos, quienes se hallaban por el interior, en-tretenidos ¡sabe Dios en qué travesuras! Malvinll,crecidita ya y siempre tan blanca y tan rosada, meabrazaba con eJusión; Alberto convertido en un her-moso muchacho de cabellera abundante y rizada, meofrecía una soguita de rejo y una trampa de coger tor-caces; Tulia me halagaba con la oferta de unas chi-rimoyas que había puesto a madurar entre ceniza enel cucho (1) de la cocina, y Elena, ipobrecilla!, tanpalidita y tan delgada, me metía en el bolsillo de lachaqueta una muñeca negra, de trapo, hecha una mi-seria de puro sucia. .. y a un tiempo me hablabantodos de un columpio nuevo que tenían en la huerta,de un guatín mansito qúe había traído de la mon-taña a Malvina y de "un cuento muy miedoso" queen una de las últimas noches "les había contao esacotuda Sención , hija de la cocinera ... "

Mis buenos y queridos padres no escaseaban tam-poco los mimos.

-¡Qué grande y gordo estás, hombre!, me decía mipadre, echándome el brazo sobre el hombro, aunquesin derogar mucho de su seriedad h;lbitual. ¿Cómo vala escritura? .. ¿Sabes bien ya las cuatro operacioneide números enteros? .. ¿Y la gramática? ..

-¿Qué tal de rezo, hijo?, me preguntaba mi madreen ademán afectuoso; supongo que ya te sabrás laDoctrina como agua, no? .. ¡Eso es lo principal!

-¡Qué feliz fui entonces, Dios míol ...Cuando comparo la vida dulce, tranquila y dich.sa

(1) Rincón.

Page 25: III RECUERDOS DE LA INFANCIA - Universidad Nacional De ... · La presencia de la tortuga en "La Isla" nos indujo a inquirir por su historia, y hé aquí lo que se nos refirió: El

IMPRESIO"'ES y RECUERDOS

-de la nmez, con la vida del presente, amargada porlOi desengaños y las injusticias que el mundo acumulaal paso de los que entran en él con el alma en los la-bios y el corazón a merced del primero que quiera des-trozarlo, de buena voluntad daría la una por la otra,aunque en el cambio sacrificara la mitad de los muypocO&días que aún pueda vivir ... La única felicidad-que al hombre es dado disfrutar, sólo se encuentra enla infancia: pasada esa edad grata en que todo se nospresenta alumbrado por resplandores celestiales, loscaminos de la existencia aparecen oscuros y erizadosrie abrojos; en vez de las flores que se aguardan delporvenir, únicamente se recoge abundante cosecha deamargos y ponzoñosos frutos. Dios ha querido que asísea: ¡cúmplase, pues, la Voluntad Divina!

** *

El trapiche de "La Isla" era un edificio de plantaTegular y dimensiones considerables, construído sóli-damente de adobe y ladrillo por uno de los primitivosdueños de la hacienda, quien, por lo que se veía, nofue hombre de reparar en gastos de materiales. Cu-bierto de teja y con notable elevación, como que latechumbre que lo abrigaba no era de aquellas alasabiertas de gallina, abatidas casi hasta el suelo, cualsuelen verse todavía en algunos trapiches de las h<l-,ciendas antiguas del Valle del Cauca, que conservanel sello de la época colonial; y encerrado en cuadrohacia el exterior por unas piezas angostas, prolongadasy O&curasque llevaban la denominación de azucareros,aquella especie de fortaleza de nuevo género, atraíadesde lejos las miradas del viajero con los tonos roji-ZOi> de sus muros y tejados. En el interior de aquellavasta construcción se encontraba el molino para lacaila, ingenioso mecanismo de hierro y madera, for-mado, como todos en lo general, de grandes mazas depiedn, cortadas en forma cilíndrica, y relucientes.guarda-manos de cobre.

Cada uno de los' dos molenderos, obligados factores

Page 26: III RECUERDOS DE LA INFANCIA - Universidad Nacional De ... · La presencia de la tortuga en "La Isla" nos indujo a inquirir por su historia, y hé aquí lo que se nos refirió: El

LUCIANO RIVERA y GARRIDO

de la operación (en algunas haciendas empleaban ¡mU-

jeres cuando había esclavos), tenía a la derecha delsitio en que se colocaba delante del molino un elevadomontón de cañas, despojadas ya del cogollo, las cua-les estaban sujetas entre cuatro fornidas estacas, cla·vadas en el suelo. En la parte delantera del molino,y en frente a las dos entradas principales del ingenio,se hallaba el pozuelo, enorme canoa de madera, hechade "un solo tronco de árbol; y allí se recibía el ricojugo de la caña, conducido en gruesos chorros, turbiosy espumosos, por sendas canales que en ella apoyabansus extremidades inferiores. A menos de tres metros dedistancia humeaban los enfalcados fondos de la hor-nilla, la cual dejaba ver en su terminación, en hondocárcamo, la ardentísima hornaza donde un fuego vio-lento, activado cada instante más y más, en cortos se-gundos devoraba troncos y ramas de árboles corpu-lentos.

En la época a que se contraen mis recuerdos, erandos gallardos y relucientes negros jóvenes y vigoro-sos, quienes desempeñaban ordinariamente el oficio demolenderos en el trapiche de "La Isla". Llamábaseel uno Quintero, y respondía el otro al nombre deJuan María. Al tiempo en que, sin detener un mo-mento el ejercicio de sus brazos atléticos y baiiados encopioso sudor, introducían manojos de caña por losdorados guarda-manos, entonaban a voz en cuello ya dúo las canciones sencillas del pueblo caucano, can-ciones destituídas de artificio literario. pero de ritmomelancólico e intención sentida, como reminiscencialejana de los días nebstos de maldecida esclavitud.Terminábanlas por lo común, estribillos expresivosque, a guisa de ritornelo, acompaíiaban con un airede bambuco.

Un negrillo medio desnudo y chorreado de gua-rapo y mugre desde la vedijuda cabeza hasta los an-chos pies de atormentados dedos, arreaba los dos ca-ballos que, uncidos a la barra horizontal del mayal,imprimían el correspondiente impulso al mecanismotriturador; y en tanto que corría jadeante tras los su-

Page 27: III RECUERDOS DE LA INFANCIA - Universidad Nacional De ... · La presencia de la tortuga en "La Isla" nos indujo a inquirir por su historia, y hé aquí lo que se nos refirió: El

-4'.'"

IMPRESIONES y RI:CUERDOS

dorosos y mal traídos rocines, llorando unas veces,.cuandQ tropezaba y el dolor le hacía ver las estrellasen pleno día, silbando otras, riendo o cantando lasmás, y replicando de prisa y a su modo a las pesadasbromas y a las alusiones picantes a ciertas calamidadesnigüísÚcas, que entre copla y copla le enderezaban losmolenderos, éstos, completamente desnudos hasta lacintura y sin más abrigo en lo restante del cuerpo queunos remendados calzones de color indefinible, arre-mangados a medio muslo, sin perder de vista un mo-mento los guardamanos, echaban también su cuartoa espadas en las diversas conversaciones que a gritosse cruzaban entre todos los concurrentes del trapiche.

De improviso se presentaban los acarreadores decaña, vociferando para que el arreador contuviera elmovimiento del mayal; y descargaban las maltratadascaballerías, no sin sazonar esta parte de su tarea conlas interjecciones más coloreadas y los dichos más acen·tuados de su grosero pero expresivo lenguaje .. Mientras tanto, el melero, personaje grave que se

daba todas las ínfulas de su empleo, se paseaba encuerpo ele camisa, con cierto aire de dignidad profe-sional, por los enjalbegados bordes de la hornilla,descachazando el hirviente guarapo, que semejaba unocéano en miniatura enfurecido; tomando .el puntoal templado y estimulando con gritos y juramentosenérgicos al fogonero para que activase el fuego.

El olor peculiar del bagazo fresco, el vapor calientey apetitoso que se levantaba de los fondos colmados·de perfumada miel; el humo picante de la leña verde,que como de un infierno, se escapaban en furiosos tor-bellinos por la chimenea situada fuera del edificio; elcanto de los molenderos, alternado con carcajadas ychanzonetas; los gritos, silbidos y gimoteos del arrea-dor; los votos y maldiciones de los acarreadores decaña; los tacos del melero y los relinchos y resoplidosde las caballerías. .. todo esto mezclado al chirridodisonante y agudo del mayal y confundido en una solay discordante nota de tono exclusivo, producía siem-pre en mi ánimo impresionable una emoción extraña

Page 28: III RECUERDOS DE LA INFANCIA - Universidad Nacional De ... · La presencia de la tortuga en "La Isla" nos indujo a inquirir por su historia, y hé aquí lo que se nos refirió: El

LUCIANO RIVERA y GARRIDO

uue el correr de los años, con sus infinitas modifica-/i.ones, no ha l~grado extinguir completaménte. Hoymismo, después de tanto tiempo que ha trascurrid.;después de tántas y tan diversas vicisitudes que hanagitado mi existencia, hay momentos en que cierro losojos, evoco el recuerdo de aquel cuadro bullicioso yanimado, al cual han sucedido la soledad y el silencio,y al punto se muestra él a mi mente con toda la ener-~ía de sus rústicos detalles, con toda la palpitante vi-vacidad de sus colores y de su expresión ...

** *

HaCÍa pocos días que había llegado yo a la hacien-da, adonde, como antes dije, vine a pasar vacaciones.Una tarde iCstaban sentados mis padres en el corredorinterior de la casa, acompañados de algunas personasde la familia, que habían llegado ese día de la ciudad,ehtre ellas nuestra abuela materna, cariñosa, inteligen-te y venerable anciana por quien todos teníamos sin-~lar predilección. Los chicos retozábamos sobre elmullido cngramado del patio, a corta distancia, yaprovechábamos la fresca sombra que la habitaciónproyectaba sobre el verde tapiz del triguillo, para darsaltos, ejecutar v!lr:ltasde camero y jugar a la borri-,uita mayor.

De repente oímos unos gritos terribles que partíantkl trapiche ... Estábamos en tiempo de molienda. yno hacía un momento que había llegado hasta n0S-otros el eco de las claras voces de Juan Maria y Quin-tero, quienes cantaban a dúo:

"Piensan los enamorados,Piensan y no piensan bien,Piensan que los que los venTienen los ojos vendados.¡Ay, ay, ay, ayay!¡Tienen los ojos vendaaos!"

Page 29: III RECUERDOS DE LA INFANCIA - Universidad Nacional De ... · La presencia de la tortuga en "La Isla" nos indujo a inquirir por su historia, y hé aquí lo que se nos refirió: El

IMPRESIONES y RECUERDOS

Cuando cesaron como por ensalmo todos los ruidosdel ingenio: canto de los molenderos, gritos de los aca-.rreadores de caña, voces del melero, juramentos y mal-diciones Jd atizador, pisadas de las caballerías yrechinamiento del mayal; todo ese conjunto inarmó-nico y estentóreo se interrumpió por diez segundos.En seguida se oyeron gritos de dolor lanzados por unniño, y pasado un instante se levantó confuso voceríode entre el cual surgían palabras entrecortadas y frag-mentos de frases como éstos:

-¡Virgen Santísima! ...-¡Hijito d:: mi corazón!-¡Por todos los santos del cielo!-¡Devuelvan esas bestias, por Dios!-{ Malhaya sea el rejo de la trampa!-¡Se lo dije mil ocasiones, con los diablos!-¡Se lo llevó Mandinga!-¡Apuren, por los doce apóstoles!Oyéronse las voces e interjecciones proferidas por

,muchas personas que, se comprendía, trataban de ha-cer retroceder los caballos molenderos; volvieron a oír-se las pisadas de aquéllos sobre el polvoroso piso yre.onó de nuevo el mayal, pero de una manera forza-

',da, corno si contrariaran el movimiento natural de lamaquinaria.

Mi padre se levantó con el semblante inmutado;mi madre se puso sumamente p;ílida y los demás eir-

,cunstanes nos asustamos tanto, que no acertábamosa pronunciar una palabra. Como nos separaba una dis-tancia considerable del edificio del trapiche, en el pri-mer instante no pudimos darnos cueIl'ta de lo quepudiera haber ocurrido; pero un momento después

. entramos en el salón central del ingenio, y presencia-mos un espectáculo tristísimo que nos dio la clave

. del enigma.Custodio, mulatito muy simpático y querido de to-

dos, hijo de Vicente, el melero, que apenas contaríauoce años de edad, había importunado con tal in-sistencia a uno de los mozos molenderos para que lepermitiera pa~ar unas pocas cailas, que éste, hostigado

Page 30: III RECUERDOS DE LA INFANCIA - Universidad Nacional De ... · La presencia de la tortuga en "La Isla" nos indujo a inquirir por su historia, y hé aquí lo que se nos refirió: El

I.UCIAi\;() RIVERA. y GARRIDO

ya con tanta insistencia, y sin prever la desgracia· quehabría de ocurrir, C;;¡,'.-;;\~jú en lo que el vivaracho-·chicuclo exigía. La operación de moler caña presumecierta destreza que sólo da la costumbre, y además"debe ejecutarse con los brazos desnudos para evitarque las mazas cojan 2.1 menor descuido un extremo·de la manga y con él arrastren la mano del trabajador.Fue esto puntualmente lo que ocurrió en el caso de·Custodio: al introducir el mulatito el manojo, el pu-i10 de la camisa fue cogido y siguió a las cañas porentre el guarda-manos; el muchacho se asustó de unamanera indecible y las tremendas mazas cogieron lamano izquierda y la comprimieron con el formidableimpulso oe las fuerzas inconscientes. Cuando Custo-<1iolanzó el primer grito, verdadero alarido de dolory de angustia, que fue a herir como una puñaladaalevosa el corazón del padre, que se hallaba a cortadistancia y no había visto los preliminares del lance,ya la mapa estaba molida hasta la muñeca. Por fortu-na, los caballos iban despacio; y obligados a retroce--der en su marcha circnlar, se logró que el mayal eje-cutara un movimiento retrógrado sobre el eje que losostenía; las mazas giraron en sentido inverso, y ladespedazada mano apareció en una forma indescrip-.tibIe: un andrajo sangTiento o un montón de carne yde huesos machucados, del cual chorreaba la sangre-manchándolo todo.

-¡Me muero, papacito!, gemía temblando el infe-liz muchacho, con un hilo de voz que apenas se ad--vertía; ¡sáquen ... me. " la mano!. .. ¡IHe muerol

-¡HIJO de mi alma!, exclamaba Vicente, consterna-do; ¡qué ha sido eso, por Dios!

Cuand0 mi padre, seguido de nosotros y de cuan-tas personas había en casa y en el trapiche, se acercó·al sitio donde se efectuó la desgracia, ya Custodio es-taba sin sentido en los brazos del anciano mulato"pálido como si hubiera dejado de existir y con elsemblante desfigurado por la expresión pavorosa deun padecimiento intolerable.

-¡Doctor, doctor! Decía entre sollozos el pobre vie-·

Page 31: III RECUERDOS DE LA INFANCIA - Universidad Nacional De ... · La presencia de la tortuga en "La Isla" nos indujo a inquirir por su historia, y hé aquí lo que se nos refirió: El

IMPRr.sIONF.s y Rl':CUERDOS ·89

jo, encaminándose con el nifío cargado al encuen-tro de mi padre, quien en ese momento dirigía recri-minaciones severas al molendero que había determi-nado la desgracia con su imprudente condescendencia:¡Doctor! ¡Se muere mi pobre hijito si usted no me 10.atiende! ... Sálvemelo, sel1or, y le serviré como esda-\"0 toda mi vida ... ¡Hágalo por lo que más quiera!

-Serénese, Vicente; mediante Dios, lo salvaremos.Tanto el padre como el hijo estaban salpicados de

sangre desde la cabeza hasta los pies; y al verlos así,mi madre se llenaba de angustia, y medía, por la zozo-bra compasiva en que rebozaba su alma, el dolor pun-:zante que debía atormentar en esos momentos el cora-zón del pobre anciano. Mi padre estaba también muyconmovido ante aquel penoso espectáculo, y los de-más nos sentíamos tan perturbados, que no sabíamosqué hacer ni qué decir.

Entre las gentes del trapiche se cruzaban, mientrastanto, frases como las siguientes:

-¡Válgame el cielo divinal ¡No ha de faltar una deéstas en lo mejor del cuento!

-¡Qué desgracia! ¡Pobre Vicente!-¿Y cómo quedará la madre, cuando sepa?-Valiente torpeza la de Juan María: ¡sóolo a él se

le pudo ocurrir dejar moler a un muchacho tan in-quieto como Custodio, hombre!

-¡Pero, con los diablos! ¡Quién podía aguantar yatanta friega! Replicaba el aludido.

-y gracia, agregaba el.mulato Cartagena, que noha habido que apiarle ahí mejmo la mano al zambitode un machetazo, como cuenta iio Pablo, ese negroviejo de Pichichí, que lo hacían en lo trapiche delotro tiempo, cuando había eclavo ...

Nuestra abuela materna, señora hábil, enérgica yde gran presencia de ánimo ganada en la batalla de lavida, que había sido para ella una sola y dolorosaprueba, comunicó con sus palabras algún aliento alafligido Vicente; y como mi padre dispuso al puntoque llevaran el niño herido a las habitaciones de la fa-milia, para proceder a la primera operación, todos nos

Page 32: III RECUERDOS DE LA INFANCIA - Universidad Nacional De ... · La presencia de la tortuga en "La Isla" nos indujo a inquirir por su historia, y hé aquí lo que se nos refirió: El

LUCIANO RIVERA y GARRIDO

encaminamos hacia ellas, en pos del grupo que cen··duda a Custodio.

Trascurridas algunas semanas el pobre muchachO'pudo levantarse de la cama, pero tan extenuado y des-colorid"o, que era difícil reconocer en él al bullicios<>y robusto niño de enantes. Había ocurrido la impres-cindible nccesillad de pr<J.cticar la amputación delmiembro destrozado, y Custodio quedó manco paratoda la vida.

En otra ocasión ocurrió una desgracia mucho ma-yor por sus deplora bIes consecuencias. Una pobre mu-jer de la .erema aldea de Sonso fue un día al trapichecon el objeto de comprar miel. Al entrar en el salóndel ingenio, acto que ejecutó por la parte que miraba.al poniente, osi obstruída en todo tiempo por la ele-vada leñera, los enormes cajones que servían de de-pósito al mosto y otros objetos voluminosos, le vino laidea, por castigo de sus pecados, de hacer alarde deuna agilidad que estaba lejos de poseer; y en vez dedar la vuelta por el patio para encaminarse al azu-cerero, donde debían medirle el producto solicitado,emprenqió pasar por el borde de la hornilla, casisiempre húmedo y resbaladizo por efecto del salpiqueconstante del guarapo que se escapaba ardiente de lClsfondos. El melero la gritaba que desistiera de su insen·sato propósito, y la excitaba enérgicamente para queretrocediera, pero todo fue inútil, y el destino de lainfeliz mujer debía cumplirse fatalmente: no habíadado tres pasos cuando se le deslizó el pie derecho,resbalaron las manos sobre el muro de apoyo y cayóa plomo en el hirviente fondo, lanzando el grito másespantoso que oídos humanos han podido escuchar ...Cuando sacaron a la desventurada cuanto temerariamujer, cosa que se hizo en el acto, no presentó a lavista horrorizada de los que la contemplaban, sinouna masa informe, sin cabellos, con los ojos encarni-zados y fuera de las órbitas, la piel de color del ladrillonuevo y toda ella en un estado de indescriptible des-organización.

Page 33: III RECUERDOS DE LA INFANCIA - Universidad Nacional De ... · La presencia de la tortuga en "La Isla" nos indujo a inquirir por su historia, y hé aquí lo que se nos refirió: El

IMPRDIONES Y RECUERDOS

Estos acontecimientos infaustos nos contristarollisobremanera; yen lo sucesivo mi padre empleó tod~los medios que juzgó eficaces con el objeto de evitarla repetición de incidentes tan penosos, lo que se ob-tuvo por completo.