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SEGUNDA PARTE - LA NULIDAD ABSOLUTA 

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Esta doctrina es impugnada por diversos autores y tratadistas, especial-mente por Luis Claro Solar, que sostiene la opinión de que el Código Civilde Chile contempla expresamente la inexistencia de actos y contratos. Másadelante, al tratar en especial sobre la falta de ciertos requisitos, nos ocupa-

remos con mayor detención de este asunto.

127. Enumeración de las causales de nulidad absoluta. Para los efectos ano-tados, seguiremos en rasgos generales el orden que señala el Código Civil,refiriéndonos conjuntamente a los demás vicios y requisitos esenciales cuyaomisión está sancionada con la nulidad absoluta; algunas de estas causales,que no se encuentran enumeradas expresamente en ningún artículo del Có-digo, pueden considerarse tales por las razones que veíamos en el númeroanterior, y lo han sido por diversos tratadistas.

Las causales de nulidad absoluta a que nos referiremos son las si-

guientes:1ª. Objeto ilícito.2ª. Falta de objeto.3ª. Causa ilícita.4ª. Falta de causa.5ª. Omisión de ciertas formalidades exigidas en consideración a la natu-

raleza del acto o contrato que se ejecuta o celebra.6ª. Falta de voluntad o consentimiento.7ª. Incapacidades especiales para ejecutar ciertos actos.

PRIMERA CAUSAL

EL OBJETO ILÍCITO

Título INOCIÓN DE OBJETO ILÍCITO

128. Exigencia legal de objeto lícito. Historia de la disposición. El  ar-

tículo 1460 del Código Civil dispone que “toda declaración de voluntad debetener por objeto una o más cosas que se trata de dar, hacer o no hacer”; elobjeto es, pues, un requisito esencial de toda declaración de voluntad.

Pero no basta para que una persona se obligue para con otra que sudeclaración de voluntad recaiga sobre un objeto: el artículo 1445 del citadoCódigo exige que dicho objeto recaiga sobre algo lícito. Si no lo es, si esilícito, el artículo 1682 establece expresamente la nulidad absoluta comosanción. En consecuencia, la licitud del objeto viene a constituir uno de losrequisitos de validez de los actos jurídicos.

Las disposiciones del Código Civil a que hemos hecho referencia nofueron siempre las mismas en los diversos proyectos de Código que se elabo-raron antes del definitivo; no se contempló en un principio el objeto ilícito

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CAPÍTULO II - CAUSALES DE NULIDAD ABSOLUTA 

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como causa de nulidad absoluta, pues no se exigía tampoco la licitud delobjeto como requisito de validez de los actos jurídicos.

En efecto, el artículo 1º del Título II del Libro “De los Contratos y Obli-gaciones Convencionales” del Proyecto de 1841-1845 sólo exige para “la validez del consentimiento”, 3º: que el consentimiento “recaiga sobre unobjeto”, sin agregar nada más sobre su licitud.230 En los artículos posterioresal citado tampoco se dan normas sobre ese aspecto, sino que sólo se señalanlas condiciones que deben reunir las cosas para que puedan ser objeto deobligaciones.

En concordancia con estas reglas, el artículo 2º del Título XIX del mismoLibro y Proyecto citados, que equivale al artículo 1682 del Código actual-mente en vigencia, sólo contempla como causal de nulidad absoluta la causailícita; nada dice sobre el objeto ilícito.

En el Proyecto de 1846-1847 nos encontramos con la misma situación

del anterior (artículos 11 y 185 del Libro de los Contratos y ObligacionesConvencionales);231 no se menciona al objeto ilícito; y lo mismo sucede enel Proyecto de 1853.232

Pero en el Proyecto Inédito se exige expresamente para la validez de los“actos voluntarios” que tengan objeto lícito (artículo 1626), sancionándosesu ilicitud con la nulidad absoluta (artículo 1864), situación que se mantieneen el Código actual.233

Este cambio, al parecer brusco, se debió a una razón lógica: la necesidadde llenar un vacío que existía en esta materia en los tres proyectos primera-mente citados, vacío que consistía en que no se le señalara sanción al actocuyo objeto, existiendo como tal, no reunía los requisitos que se le exigíanen esos proyectos; la causa, si no era real y lícita, producía la nulidad del acto,pero si el objeto, siendo real, no reunía todos los requisitos que se establecían,nada sucedía. Por eso, tanto el Código actual como el Proyecto Inédito con-templaron expresamente la licitud del objeto, y sancionaron su ilicitud.

129. Concepto de “objeto”. Ahora bien, ¿qué es objeto? Planiol define alobjeto de la obligación como “lo que debe el deudor”, y expone que es másexacto hablar de objeto de la obligación que de objeto del contrato, pueséste es la “creación de obligaciones”,234 opinión compartida por varios otrostratadistas.235 De acuerdo con la ley, lo que el deudor debe puede consistir

en una cosa o en un hecho, y así, el artículo 1460 habla del objeto como de“una o más cosas que se trata de dar, hacer o no hacer”, refiriéndose, en elhecho, al objeto de la obligación.

230  BELLO, A NDRÉS, Obras Completas , tomo XI, p. 143.231  BELLO, A NDRÉS, obra citada, tomo XI, pp. 411 a 451.232  BELLO, A NDRÉS, obra citada, tomo XII, p. 440.233  BELLO, A NDRÉS, obra citada, tomo XIII, p. 423.234  Obra citada, tomo VI, Nº 218, p. 292.235  COLIN  Y  C APITANT, obra citada, tomo II, Nº 51, p. 47; JOSSERAND, LOUIS, obra citada,

tomo II, Nº 112, p. 63; BEUDANT, obra citada, tomo VIII, Nº 163, p. 113; CLARO SOLAR , LUIS,obra citada, tomo XI, Nº 850, p. 248.

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130. Concepto de “objeto ilícito”. Opinión de mayoría. Queda por deter-minar qué es objeto ilícito, materia que presenta ciertas dificultades, porqueel Código Civil no precisó el concepto de ilicitud, sino que señaló ciertosrequisitos que debe reunir el objeto, y casos específicos en que hay objetoilícito; pero no formuló una definición general. Es por esta razón que noexiste uniformidad de criterio entre los autores sobre qué es objeto ilícito.

Según algunos, el objeto ilícito es aquél contrario a las leyes de ordenpúblico, a la moral y a las buenas costumbres: este concepto de ilicitudequivale al que el Código Civil propone en relación con la causa, en el ar-tículo 1457.236

131. Opinión de Eugenio Velasco y paralelo con la de Claro Solar. Los con-ceptos anotados son criticados por Eugenio Velasco, que hace notar que,según esas ideas, “si el objeto es una cosa material, no puede sostenerse que

tenga esa calidad, porque ninguna cosa en sí puede ser contraria a la ley,a las buenas costumbres o al orden público; y si se trata de un hecho querevista esos caracteres, estaremos en presencia de un hecho moralmenteimposible, en conformidad al artículo 1461, inciso 3º”.237

 Velasco critica igualmente la opinión que iguala los términos “lícito” y“comerciable”, porque sostiene que estos dos conceptos, que en diversosartículos se confunden, como en los artículos 1464 y 1466 del Código Civil,que se refieren a cosas que están fuera del comercio humano, no son entodos los casos una sola y misma cosa; y cita, a propósito, el caso de cosasindeterminadas y de hechos imposibles que por no ser incomerciables, nopodrían quedar incluidas dentro del concepto de lo no comerciable, debidoa lo cual no constituirían objeto ilícito.238

Finalmente, expone la opinión de Luis Claro, que define al objeto lícitocomo aquel “que se conforma con la ley, es reconocido por ella y  lo protege

 y ampara”. Hace suya esta idea, como definición general de lo que es objetoilícito, definición que está de acuerdo con la teoría general que desarrollasobre el objeto, y  que se puede resumir en la forma siguiente:

No considera la licitud como uno de los requisitos del objeto, contra-riamente a lo que se expone en tratados y se enseña en las clases, comouna condición de que debe estar revestido, además de ser determinado,comerciable, posible, etc., sino que para Velasco el objeto ilícito es aquel que

carece de cualquiera de los requisitos que el Código Civil señala al objeto, y  bastará que una cosa sea indeterminada, o un hecho imposible, para quese trate de un objeto ilícito.

 Y así, concuerda con los demás autores en lo relativo a los requisitos quedebe reunir una cosa o un hecho como objeto de un acto jurídico: si se trata

236  En este sentido: R UGGIERO, obra citada, tomo II, p. 30; V ODANOVIC, A NTONIO, Curso de

 Derecho Civil (basado en las explicaciones de los profesores Alessandri y Somarriva), tomo IV,Nº 297, p. 238; JOSSERAND, obra citada, tomo II, Nº 119, p. 68; PLANIOL  Y  R IPERT, obra citada,tomo VI, Nº 225, p. 302.

237

  El Objeto ante la Jurisprudencia, Nº 73, p. 43.238  Obra citada, Nos 73 a 83, pp. 43 a 48.

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de una cosa, ésta debe ser real, o sea, debe existir; comerciable, es decir, quese encuentre en el comercio humano; y no excluidas de él por su naturale-za (aguas de mar, aire, etc.), por su destinación (bienes nacionales de usopúblico) o por la ley, como salvaguardia del orden público, y finalmente,la cosa debe ser determinada o determinable. Si se trata de un hecho, éstedebe ser física y moralmente posible, de acuerdo con lo dispuesto en elartículo 1461 del Código Civil, además de determinado.

Como decíamos, estos requisitos son los que señalan los autores unáni-memente; pero Velasco no agrega la licitud como requisito adicional, sinoque todos los requisitos citados constituyen la licitud del objeto: si falta unode ellos, cualquiera que él sea, como por ejemplo, si la cosa no es real, oel hecho es imposible, tal objeto adolece de ilicitud, por no conformarseestrictamente a las condiciones que la ley le señala a la cosa o al hecho paraque pueda constituir el objeto de una declaración de voluntad. Lógico es

entonces que no incluya la licitud entre dichos requisitos, pues ésta no essino que la concurrencia de todos ellos.Por las razones anotadas, la definición de Luis Claro de objeto ilícito ya

citada, que es aquel “que se conforma con la ley, es reconocido por ella ylo protege y ampara”, coincide exactamente con la teoría de Velasco, paraquien objeto ilícito es aquel “que no se conforma con la ley”.

Sin embargo, en la definición es lo único en que los autores citadoscoinciden sobre esta materia, pues el primero de los nombrados exige lalicitud del objeto como un requisito adicional, además de ser éste forzosa-mente posible, cierto, determinado y  comerciable.239 Y a pesar de dar esteautor una definición tan amplia de objeto lícito, que parece abarcar muchosaspectos, esa amplitud queda notablemente disminuida si se estudia la ex-posición que hace del problema, pues en vez de ser la licitud el conjuntode los demás requisitos del objeto, es un requisito más, que debe concurrirconjuntamente con los demás nombrados. En consecuencia, el aspecto dela ilicitud del objeto queda reducido a aquellos que son contrarios a la ley,a las buenas costumbres, o sea, equipara implícitamente el objeto ilícitoal objeto moralmente imposible, con lo que concuerda, en el hecho, conlas opiniones de los autores que citamos como sostenedores de la primeraopinión (Ruggiero, Vodanovic, etc.), es decir, que el objeto ilícito es aquelcontrario a la ley, a las buenas costumbres y al orden público.

132. Nuestra opinión acerca del objeto ilícito. Hemos citado la opinión dediversos autores que estiman que la licitud del objeto es un requisito más quedebe reunir este elemento de los actos jurídicos, y no lo consideran como lasuma de todos ellos; coinciden en la definición de objeto ilícito, según la cuales “aquel contrario a la ley, al orden público y a las buenas costumbres”.

En nuestra opinión, el verdadero concepto, y el que más se ajusta a lasdisposiciones de nuestro Código Civil, es el que acabamos de citar, pudien-do también aceptarse la definición de Luis Claro, pero entendiéndola en

239  Obra citada, tomo XI, Nº 864, p. 264.

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su acepción más restringida. En otras palabras, objeto ilícito es aquel que,según el artículo 1461, refiriéndose a los hechos objeto de declaraciones de

 voluntad, es moralmente imposible.Hemos visto que Velasco critica este concepto de objeto ilícito, pues

sostiene que en tal caso se estaría en presencia de un hecho moralmenteimposible, de acuerdo con la definición, y lo que es más grave, dentro deese concepto, no se podrían incluir los hechos físicamente imposibles o lascosas indeterminadas o no-comerciables, debido a lo cual los actos o con-tratos que tuvieran algún objeto imposible, indeterminado o incomerciable,no podrían ser nulos absolutamente por ilicitud del objeto, sino que serían

 válidos, pues tales objetos serían lícitos.240

133. Refutación de las críticas. Estas críticas son infundadas y procuraremosdemostrarlo. Si una declaración de voluntad tiene como objeto un hecho

imposible físicamente, o una cosa indeterminada, tal acto o contrato no tie-ne un objeto lícito, sino que no tiene objeto , carece en absoluto de él: puedeexistir una apariencia de objeto a primera vista, ya que en la estipulaciónexisten cláusulas relativas a él; pero si se va al fondo del asunto, es menesterllegar a la conclusión de que el objeto no existe, porque ¿puede decirse quesea objeto de una de las partes el que el otro estipulante se obligue a ir al sol,o a levantar un peso considerable sin ayuda de nada, o que se comprometaa entregar “una cosa” sin mayor determinación que permita determinar sunaturaleza o su género, a lo menos? Es evidente que no, y tal declaracióncarecería, en tal caso, de objeto.

La ley establece reglas y normas relativas a los actos y contratos para fa-cilitar las relaciones pecuniarias entre los individuos, para que éstos puedansatisfacer sus necesidades en la mejor forma posible, y al establecer que todoacto o contrato debe tener como objeto una o más cosas que se trata de dar,de hacer o de no hacer, se ha puesto en el caso de que tales objetos le seanútiles al individuo para satisfacer alguna necesidad o para llenar algún inte-rés, en otras palabras, que tendrán para él alguna utilidad, sea pecuniaria,o meramente espiritual o sentimental.

Pero no puede la ley aceptar que se celebren contratos en que el objetoo no puede determinarse, o se refiere a hechos que no pueden ejecutarseen forma absoluta, porque tales actos no llenan finalidad alguna práctica, o

sirven para ocultar o disimular otro acto jurídico que las partes no quierenponer en evidencia; en el hecho, entonces, tales actos carecen de objeto enforma absoluta. Se ha dicho que “son sinónimos en jurisprudencia la faltade objeto y la falta de objeto determinado”,241 y si bien la ley acepta muchas veces ficciones jurídicas, o reconoce efectos que no tienen realidad material, y que aun, a veces, parecen contrariar esa realidad, no puede llegar a darpor existente algo que las partes considerarían tal, pero que no existe nipuede existir, sea por imposibilidad de ejecutarse un hecho, sea por inde-terminación absoluta de una cosa.

240

  Obra citada, Nº 73, p. 43.241  F ABRES, JOSÉ CLEMENTE, obra citada, tomo III, p. 101.

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En consecuencia, creemos que al establecer el Código Civil las reglasdel artículo 1461, ha querido que el objeto exista efectivamente, consistaen una cosa determinada, a lo menos, en cuanto a su género, sobre la cualhaya recaído el consentimiento de los contratantes; es decir, que las perso-nas que la van a entregar y recibir, respectivamente, tengan alguna finalidaden hacer la entrega, ya se trate de un interés pecuniario, o de orden mera-mente intelectual o sentimental. Lo mismo debe suceder si el objeto es unhecho; ¿qué finalidad puede perseguir una persona al convenir con otrauna estipulación por ir al sol, o bien, no ir al sol? Las más de las veces serála de efectuar una donación simulada, u otro contrato oculto; y si se tratade que uno de los obligados realice algún hecho físicamente imposible,como el que citamos, también considera la ley que no hay objeto, pues nopuede llevarse a cabo el cumplimiento de las obligaciones que de ese acto

 jurídico emanen.

¿Para qué, entonces, permitir que subsista? ¿Es posible que la ley le pres-te su amparo? La respuesta es evidente y por eso tal acto adolece de un vicio,cual es, el de carecer de objeto, uno de los elementos esenciales: ese actoes nulo.

Nuestra opinión se ve confirmada por Planiol, Ripert y Esmein, quienes,al hablar del objeto y de la necesidad de que la obligación contenga tan im-portante elemento, declaran en forma expresa que “el objeto falta cuandose ha prometido un hecho absolutamente imposible al hombre, o una cosa imagi- naria ; prácticamente, esto sucede cuando se ha prometido la obtención deun resultado, o de evitar un hecho que a pesar de las apariencias no puedeser realizado”.242

Igual doctrina sustenta José Clemente Fabres, quien equipara la falta deobjeto a la existencia de objeto indeterminado: “La obligación de entregarun animal o de hacer un acto favorable, que podría cumplirse con un in-secto o con un saludo, es tan ridícula y nula como la que carece de objetoabsolutamente, o si se quiere, hay tanta carencia de obligación en este se-gundo caso como en el primero”.243

 Velasco aducía como crítica al concepto que dimos sobre objeto ilícito,que éste no incluía a las cosas incomerciables; tampoco parece fundadaesta crítica, pues el artículo 1461 del Código Civil exige que el objeto seacomerciable. Si no lo es, el objeto es ilícito, pues es contrario a la ley; por lo

demás, este problema carece de importancia práctica, debido a que la leydispuso expresamente que hay objeto ilícito en la enajenación de las cosasque no están en el comercio (artículo 1464, Nº 1º del Código Civil). Poreso, aunque se discuta que las cosas incomerciables pueden ser incluidasdentro del concepto “contrarias a la ley, a las buenas costumbres y al ordenpúblico”, la ley zanjó la cuestión estableciendo la disposición categórica querecién mencionamos.

242

  Obra citada, tomo VI, Nº 219, p. 293.243  Obra citada, tomo III, p. 101.

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134. Conclusiones. En resumen, una declaración de voluntad tiene objetoilícito cuando éste es contrario a la ley, a las buenas costumbres o al ordenpúblico y, además, para algunos, cuando el objeto del acto es una cosa in-comerciable; pero para que pueda hablarse de objeto ilícito es menester

que exista un objeto, que éste sea real y posible. No sucede esto en el casode un objeto indeterminado, o cuando se trata de un hecho físicamenteimposible.

Según esto, es sinónimo de licitud el que la cosa objeto de la declaraciónsea comerciable y moralmente posible, de acuerdo con los términos delinciso final del artículo 1461 del Código Civil.

135. Opinión de tratadistas franceses sobre el concepto de objeto ilícito. A pesar que hemos citado en apoyo de nuestra tesis la opinión de algunostratadistas franceses, que opinan que es necesario que el objeto, además de

reunir otros requisitos diversos, sea lícito, en el Código francés no existeninguna disposición que exija perentoriamente que el objeto de una decla-ración de voluntad tenga esa cualidad, sino que, por el contrario, los artícu-los que reglamentan la materia se parecen a las correspondientes normasde nuestros primeros proyectos de Código Civil, en que sólo se exigía parala validez de las declaraciones de voluntad, el que éstas recayeran sobre unobjeto, sin agregar que éste debía ser lícito.

Hemos visto que varios autores franceses, siguiendo la doctrina predo-minante, y basándose en la jurisprudencia de los tribunales, señalan a lalicitud como uno de los requisitos que debe reunir el objeto para que elacto jurídico de que forma parte sea plenamente válido. Pero entre ellosno existe uniformidad de criterio para determinar cuándo hay objeto ilí-cito, y así, Planiol, Ripert y Esmein, por una parte, y Charles Beudant porotra, consideran que el objeto es ilícito cuando se contraviene a la ley, alorden público o a las buenas costumbres, refiriéndose los primeros sepa-radamente a los actos cuyo objeto es ilícito o inmoral, y a aquellos actosque “tienden a establecer una situación de derecho contraria a una reglaimperativa”.244

En cambio, Lutzesco, autor posterior a los citados anteriormente, sebasa en los artículos 6 y 1126 del Código Civil francés para afirmar que hayobjeto ilícito en los actos que derogan directa o indirectamente a la ley, o

que recaen sobre actos fuera del comercio humano.245Finalmente, podemos citar a Josserand, quien confirma la doctrina que

hemos sustentado en esta materia, al sostener que el objeto no debe ser ilí-cito, y lo es cuando el acto o contrato se refiere a cosas que están fuera delcomercio, o a “prestaciones consideradas como inmorales, es decir, hechoscontrarios a las buenas costumbres y a la moral”.246

244  PLANIOL  Y  R IPERT, obra citada, tomo VI, Nº 225, p. 302; BEUDANT, obra citada, to-mo VIII, Nos 170 a 182, pp. 117 a 122.

245

  Obra citada, tomo I, p. 274.246  Obra citada, tomo II, Nº 119, p. 68.