Imagenes de La Ciudad de Santo Domingo

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La ciudad asediada por piratas o descrita en los tiempos del gobernador Osorio por Carlos Esteban Deive, primero en “Las devastaciones” y luego en “Viento negro, Bosque del Caimán” como por las letras barrocas de Federico Jovine Bermúdez en “Osorio” y Emilia Pereyra en “El grito del tambor”.

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La ciudad de Santo domingoen su literaturaPor MIGUEL NGEL FRNERN

Por lo menos en su narrativa, la literatura dominicana naci con vocacin regional. Tmese El montero, de Bon, o La fantasma de Higey, de Angulo Guridi, y tendr en estos primeros gestos literarios diversos retratos de un tiempo espacio que se distancia de la Ciudad. Aunque ella est tan presente en el relato histrico que apenas podemos desligarla de su cuadrcula. Pedro Mir cuenta en Tratado elemental de la ciudad, que aparece en Tres leyendas de colores (1968), la relacin furtiva de un espaol y una india que, al poseer el oro, corren del Cibao hacia el Sur, segn debe contar fray Bartolom de las Casas. Por otra parte, le que Mara Ugarte encontr los legajos que dan cuenta del traslado de la ciudad de la ribera oriental a la parte occidental donde antes hubo un sembrado de yuca. Esta imagen se sobrepone en la mente a la hermosa calle de Las Damas que describe Tulio Mara Cestero en La sangre o de forma central en Ciudad romntica.La calle de Las damas es esa que hoy recorren poetas ebrios y turistas atolondrados, es la misma que, junto a la Torre del Homenaje, aparece en los versos de Juan Pablo Duarte cuando buscaba registrar la persecucin de los trinitarios que, como ocho mseros, deberan partir hacia extranjeras playas. La ciudad de los trinitarios nadie la ha dejado tan fresca en la memoria que Troncoso Snchez en Vida de Juan Pablo Duarte (1976), acontecimiento que tambin narra Rosa Duarte en Vida del General Juan Pablo Duarte. Adems narra Troncoso Snchez la playa de Gibia, los lances amorosos, la rosa en la chaqueta y el mote de filorios les daban los prohaitianos a los jvenes duartistas. Otras imgenes, no menos romnticas, nos la da Bernardo Vega de los dibujos de Thodore Chassriau quien, a mediados del siglo XIX, traz sobre el lienzo la belleza del puerto visto desde Sans Souc. Ms all, al este el mercado o al norte del ro Ozama, la casa majestuosa de Don Diego Coln, que en un tiempo fue ruinas y establo de Ulises Heureaux.La ciudad asediada por piratas o descrita en los tiempos del gobernador Osorio por Carlos Esteban Deive, primero en Las devastaciones y luego en Viento negro, Bosque del Caimn como por las letras barrocas de Federico Jovine Bermdez en Osorio y Emilia Pereyra en El grito del tambor.La ciudad decada durante la restauracin que nos narra vvidamente Angulo Guridi, es la ciudad de Santana, Alfau y un grupo de generales que le pusieron precio a la patria. Y que solo tiene en las letras una voz femenina alta, que integra la nacin, es la ciudad de Ruinas de Salome Urea Daz. Es tambin la ciudad antillana de los Hostos, Baldorioty de Castro, quienes fundaron escuelas, lograron una nueva ciudadana antillana y soaron con la independencia de Puerto Rico. Tengo entonces otras imgenes, las que el doctor Heriberto Pieter nos da en sus memorias: de la juventud capitalea bajo las montoneras; la miseria en la vida de un zapatero remendn, como era el padre del mdico que se gradu a Pars, como las distintas imgenes que nos da otro mdico, Francisco Moscoso Puello, en Navarijo.Pienso en las imgenes de la ciudad que encantaron a Csar Nicols Penson en Cosas aejas, Las vrgenes de Galindo, Barriga verde En todas sus celebraciones como las narra Emilio Rodrguez Demorizi en Msica, baile y folclore en Santo Domingo. Pienso en una fiesta que le en La sangre o en Ciudad romntica, pienso en los carnavales de la ciudad o en las festividades de San Andrs. En la gente de Engombe y de Los Mina narradas como esa otredad que llegaba a la ciudad deseosa de vender su pequea cosecha.No menos dejan de ser prdigas las huellas grficas de Virgil Daz, en Lils y Alejandrito, con ubicaciones muy precisas, y por supuesto, las memorias de la ciudad de Damirn en De soslayo, entraba y sala en busca de las esencias telricas de la dominicanidad.Recuerdo la ciudad en Rufino, de Garca Godoy, como la ciudad ocupada por las nsulas interiores; como la llegada de Cesreo Guillermo o algunos de los fusilamientos de Lils detrs de la puerta del Conde cuando era un vertedero y la hacienda La Primavera no haba sido explotada por el puertorriqueo Pedro Lluberes para expandir la ciudad hacia el oeste en lo que ser Gascue. No sin antes dejar atrs dos imgenes interesantes: el poeta Humberto Doucoudray saliendo en un barco del muelle de Santo Domingo y un personaje que regresa a la ciudad desde el extranjero y su desencuentro en Inexorable de Arturo Roque Freites.La entrada de tropas en Los carpinteros de Balaguer y las descripciones de los edificios coloniales en Ciudad romntica, del mismo autor. Interesante visin de un cibaeo sobre la ciudad cuando otro, el santiagus Mario Fermn Cabral, propona el cambio de nombre por ciudad Trujillo. Es la ciudad que aparece en Los enemigos de la tierra, de Requena, y en los cuentos de Marrero, en Balsi, como en En busca de enganche que muestra al campesino como una otredad, ms all, Juan mientras la Ciudad creca, de Carlos Federico de Prez, quien describe los estragos del huracn San Zenn.La ciudad de los aos treinta y el cuarenta narrada en las memorias de dos petromacorisanos, Orlando de Haza y Alburquerque Zayas Bazn. La juventud de los cuarenta y el fin de la guerra, luego vienen hermosas imgenes en los cincuenta ya construida la Ciudad Universitaria y unas nuevas representaciones de espacio de cultura moderna con el piso que le ponen los exiliados espaoles y cuyas improntas encontramos en los relatos de Almoina, del vasco Jess de Galndez , y las memorias de Hans Weiss Delgado, para terminar en el relato de Ramn Francisco que nos da el sentido espacial de la ciudad y como se fue agrandando.La literatura en la dcada del cincuenta o es muy regionalista en la coleccin de cuentos. Cibao, de Hernndez Franco, o en Punto Sur, de Lacay Polanco. Tambin es muy existencialista en Tet Robiou y en los cuentos de Daz Grulln de Un da cualquiera y tendr una referencialidad clsica en La ciudad inefable de Franklin Mieses Burgos. Es tambin la ciudad de Lacay Polanco en En su niebla, con la calle El Conde sus grandes tiendas que ya Mir haba retratado en sus primeros versos. En su niebla Ernesto Lasalle, definitivamente enamorado de Mabel, es un personaje que se enclava en la ciudad, en los bares y tertulias donde acudan los poetas, como en La Cafetera, con la presencia de Franklin Mieses Burgos, pero es interesante la narrativa sobre Ciudad Nueva que variadas referencias tendr en la narrativa de la Guerra de Abril y en los cuentos de Ren del Risco y Bermdez. Es la ciudad en que el poeta refiere una casa con balcn frente al mar y algunas fotos de La feria de la Paz.