Imágenes de la república
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„Imágenes de la República“
Una aproximación estética a Jörg Fauser, el último rebelde de la literature alemana.
A 25 años de su muerte.
(Sinópsis, selección de poemas, biografías y Anexos)
Introducción
Creo que a Jörg Fauser le habría gustado saber que conocerlo fue de alguna manera hacer
la paz con el país que me acoge desde hace 15 años. Fue en el verano de 2009, yo
sobrevivía mi primera quiebra existencial trabajando como cuidadora en una muestra de
arte. Mirando esos cuadros expresionistas, Otto Dix, Emilie Nolde, Georg Grosch, en el
centro de Berlín. En plena Potsdamer Platz, exactamente veinte años después de la caída
del muro, me sentía una superviviente y sus poemas llegaron a mi por coincidencia,
empezar a traducirlo fue algo instintivo. Combustión espontánea en la palabra y la
necesidad de salvar, con mi modesto aporte, para las generaciones futuras lo que sucedió
aquí. Desde 1997 soy testigo de cómo el sistema borra las huellas físicas de la Guerra Fría.
Puedo decir que me tocó vivir los últimos coletazos del extraño biotopo que se formó en
Berlín en los 50 años en los que la ciudad estuvo partida. Pero no solamente en Berlín,
aunque la ficción de la Alemania reunificada se extienda como un velo, nublando,
confundiendo, lo que sucedió aquí, sobre todo en Berlín, seguramente uno de los sitios
peligrosos de occidente la mayor parte del siglo XX. Una ciudad llena de espías y en Berlín
del Oeste, llena de espías, de temerarios, de extranjeros, de niños, de rebeldes. La tierra de
nunca jamás, donde todos los Peter Pans de la República Federal Alemana se encontraban
para planear la revolución, mientras fumaban porros y se escapaban del servicio militar
obligatorio. Berlín, pudiste haber sido tan fantástica en los años en los que estabas ocupada
por las fuerzas aliadas. Pudiste ser tan libre. No man’s Land, anarquía. Una anarquía
espontánea como reacción al sometimiento de los padres. Al fracaso de los padres, que
convivían desde la rendición total con bases militares rusas o americanas, en el caso de la
provincia al sur de Alemania. Los relatos que nos cuentan los niños con síndrome de
Estocolmo, fascinados por las historias de los hombres de uniforme. Niños que hacen una
interpretación libre de la libertad que proclaman los soldados, la música que bailan los
soldados, el desenfreno de estar al frente de la amenaza atómica. Niños soñando con ser
vaqueros, cowboys, llevando a Ushi Schneider del brazo. A Tamara Bunker, espíritus libres,
libres haciendo la revolución desnudos y desde una cama. Descreídos del sistema
comunista que empezaba inmediamente detrás del muro.
Todavía en 1997 una buena parte de la ciudad estaba ocupada por rebeldes y es en las
estructuras y sociedades que se han mantenido en el tiempo, que se han instalado en el
tiempo, donde uno todavía puede leer en alemán lo que se produjo artística e
intelectualmente es esta ciudad tomada por los soldados y las drogas, poblada por
borderlains e historias de cowboys que podrían suceder en cualquier lugar del mundo.
También en mi país y eso puedo atestiguarlo yo, como hija de la transición democrática en
un lugar intervenido por los cowboys. Bolivia, los 90’s, la DEA y el Plan Colombia.
La primera vez que leí a Jörg Fauser fue la primera vez que disfruté de poder leer en este
idioma. Lo que me cuenta, me une íntimamente a la historia del país que me acoge.
Después de crecer aquí, donde llegué a los 20 años, su desencanto me representa, me
representa su descreimiento, me conmueve su autenticidad. Creo que es precisamente la
voz de esa Alemania que hoy todos extrañamos en el mundo. Esa que los políticos
conservadores tratan de amordazar y de desaparecer.
*Rery Maldonado, 35, es poeta y traductora. En 2010 publicó un número especial dedicado
a Jörg Fauser en la revista de poesía Metrópolis de Guadalajara.
Lectura
En 2005 el escritor alemán Franz Dobler, gran lector de Jörg Fauser y uno de los
infantes terribles de la literatura contemporánea alemana, editó un audio libro
titulado Cut City Blues. En él acompaña con ritmos de blues poemas de Fauser,
transportando al oyente al mundo del poeta y a la estética, también musical, que se
vincula a los textos de Fauser (vea los anexos).
Para conmemorar los 25 años de la muerte del autor, Franz Dobler y Rery
Maldonado quieren hacer una lectura en dos idiomas, incorporando los elementos
musicales del audio libro original y utilizándolos como un hilo conductor entre el
alemán y el español, pero también entre sus propios trabajos.
Tanto la poeta boliviana como el escritor alemán han creado personajes
individualmente a lo largo de su carrera profesional sobre el escenario, que se
acercan a figuras del viejo oeste, a los cowboys de la ocupación. Ambos se
encuentran estéticamente en Fauser, que es un nombre recurrente en sus
respectivas trayectorias artísticas.
En español Jörg Fauser es un completo desconocido, pero un símbolo para toda una
generación de escritores en el espacio lingüístico alemán. En alemán a partir de
2005 se han reeditado sus obras completas, provablemente el mayor reconocimiento
a un autor 20 años después de su muerte.
Con "Imagines de la República" queremos acercar al público hispanohablante por
primera vez al trabajo de una de las voces más extrañas y únicas de la literatura
alemana del siglo XX.
Selección de Poemas
Antes del informativo
Uno llega ligeramente ebrio, a eso
que es el hogar, al grog, al crimi,
a la media luna. Nadie habla de suicidio.
Sueños.
Sueños, niebla, frío. Calentar agua para
el grog. Mear. Encender la calefacción.
El gas gotea. Ligera amenaza de gas y en el
primer pensamiento me aguardan imágenes
también. Mortadela, el diario.
Esperar. Quedarse tranquilo. Roth
la tuvo más difícil. Sueños. Cigarillos.
Sueños de gas. Afuera un camión, árboles en la lluvia,
un martillo automatico. También una licorería.
CSU en cada buzón. Ninguna moneda,
tampoco sentimientos. Noviembre.
Solicitud de empleo: ser constructor de congeladores
o discjockey, el consejo municipal,
mejor que eso
noviembre, una licorería, poemas.
Más tarde el bus a Schwabing,
Vino con sonda en el Perkeo. Edad de hielo en Perkeo.
Quédate tranquilo, echa un vistazo,
mujeres, que no son tus mujeres,
niños que no son tus hijos,
tú no eres del tipo, pero te dan
ganas. Ganas de cerveza. Ningún sentimiento,
aunque lo intentes todavía,
intentas palabras, oraciones,
ningún pensamiento, solo imágenes,
imágenes y entonces las noticias
sin compassion.
Viernes Santo
Cuando se puso los zapatos
desgarró uno de los cordeles.
Comió una rebanada de pan
y media cebolla
y bebió los restos de la leche condensada
mezclada con agua.
Todavía le quedaban 8 marcos con 40.
En el cementerio del norte
los cuervos acuclillados
en los árboles.
La nieve caía de los tabiques
despegando los carteles que anunciaban fiestas de carnaval.
Los bares estaban cerrados.
En el quiosco bebió una cerveza rápida.
Sabía a plastico.
La gente estaba muda
y lo miraba.
En la Georgenstr
casi se deja atropellar por
el capó de un BMW. El conductor
lo amenazó con el puño.
En el Isabella proyectaban películas
sobre el miedo.
Los puestos de periódico
estaban vacíos.
En casa encontró
una lata de sopa de tomate, la cuchareó
con pan, leyó un
Spinalle. Se hizo una
paja y decidió
levanterse mañana temprano,
para revender el tostador
a pesar de todo. Y pensó,
que se arregló todo el día
con dos palabras:
una cerveza. Cristo en la cruz había
necesitado muchas más.
Troztsky, Goethe y la felicidad
No acababa de bajarme del caballo,
cuando tropecé con la siguiente trampa:
La revolución.
La revolución se llamaba Louise,
tenía unas caderas increíblemente menudas,
ojos centellantes, cebello negro
en bandolera, venía de París
y era troskysta.
Vivíamos en una de las casas
ocupadas, nos cuidábamos bien,
creíamos que era amor y yo discurseaba
cuando había que discursear,
agitaba banderas, cuando había que
agitar banderas y
desayunaba
contra todas las enseñanzas
del Gran comité
en la cama
con una botella de vermut
en un entrañable decadencia.
Esta es la felicidad, pensé.
Louise, esta es la felicidad, dije.
Por qué no dejamos estar
la revolución
los discursos sin sentido, las banderas
y las discuciones interminables
sobre las fabricas en Shangai.
Busquémos un ángulo tranquilo
donde pueda tomar mi cerveza en paz
escribiendo de vez en cuando algún poema
¿et du rest l’amour?
¿Y Trozky? gritó Loise
¿Y los compañeros en la árcel?
Tu felicidad burguesa, ¡pah! Cerveza
y poemas, mientras se organiza
¡la revolución!
A partir de ahí fue todo mal. Cuando llegué
borracho con otra,
Louise se abalanzó sobre mi
con un cuchillo. Después comenzó
a mezclarse con un grupo feminista y yo
tuve que tomar lo que venía:
la mayoría de las veces cerveza y otras
a alguna estudiante neurotica, y después
ni si quiera eso, después
me echaron
y me mandé a cambiar.
Todo esto paso hace muchos años, pero
recientemente encontré a una muchacha que
todavía frecuenta esos círuclos y
le pregunté por Louise.
Louise, dijo la muchacha-
está de vuelta en París.
¿Está en el Comité Central? Pregunté.
Nada que ver, respondió la muchacha,
se casó con algún investigador de Goethe.
Esa noche bebí hasta mezclarlo todo.
Bebí como un suicida, pero ayer
cuando pasé por delante de la casa- se
ve bastante hecha polvo,
déjà vu total-
pensé, bueno,
quizá hayas tenido realmente suerte.
Esperar
Esperar no es tan terrible como morir,
lo sé, pero es un más dañino,
asfixia la vida.
Los periódicos son como la literatura
de los colegas, todos utilizan
el mismo diccionario. El cine
me aburre, debo llamar a la pastoral
o al servicio meteorológico.
¿Qué dice el horóscopo? Pero todavía
no conozco tu signo del zodiaco y creo
mientras tanto, sólo en el momento
de verte. Quizá la tierra decida esta noche
nuestro final y los lobos lloren con
los corderos y un ángel picado de viruela
ocupe el lugar de dios
y sople el ultimo blues,
quizá seas la última mujer,
quizá sólo nos sueño,
quizá el amor sea sólo una ocurrencia,
para acortar la espera, quizá
el alma sea sólo una estación
y si perdemos la vida,
esperamos simplemente el siguiente tren,
la muerte. Pero esto no está ni aquí
ni allá: escucho tus pasos
en la calle, escucho la calle,
cómo tiembla, yo también tiemblo, me paro
junto a la puerta y abro la puerta y la casa
se incendia y tu atraviesas las llamas
hacia mi,
me quemo.
Anexos
De gira por la muerte
Con Jörg Fauser murió en 1987 el gran rebelde de la literatura alemana. 20
años después de su muerte se edita su última novela.
*Franz Joseff Wagner, 63, ex jefe de redacción de la revista „Bunte",
probablemente la revista de variedades más importante de Alemania. Ahora es
columnista del diario „Bild", fue amigo y compañero de copas de Fauser.
Como es morir eso es algo que Jörg Fauser no pudo saber, porque estaba ebrio.
Había empezado a beber al mediodía con unos amigos en una cervecería en
Munich, era su cumpleaños número 43 y la noche anterior había escrito en la página
169 del manuscrito de su última novela „Die Tournee" (La Gira) triunfalmente estas
palabras: „Escribir fue bueno. Mejor de lo que fue la comunidad con las personas,
fue escribir y no quedarse pegado a ellas. Seguir saltando como una bola de ruleta,
siete, ¡tóma ya!, veintitrés, ¡agarra esa!, siete, Money."
Los invitados al cumpleaños ese día ya estaban agradablemente ebrios cuando
entraron en el "Schuman’s". Dios, cuántas veces nosotros, Jörg y yo, nos
tambaleamos como cadáveres etílicos hasta el Schuman’s. Dos pasos al frente, tres
tropezones atrás y detrás de nosotros Eichinger o Wondratschek. Munich 1987.
Tiene que haber sido en algún momento después de la media noche de ese 17 de
junio, cuando Fauser murmuró algo de “aire puro" y salió del Schuman’s, dos o tres
horas después yacía muerto en la autopista A94, después de haber sido atropellado
por un camión. Hay dos teorías sobre los acontecimientos: Fauser tenía ideas
suicidas, según la leyenda, o Fauser quería llegar hasta el prostíbulo, según el
reporte de la policía. Pero vomitó en el taxi, el taxista lo botó del vehículo en la
autopista que va hasta el aeropuerto Reim, frente al burdel. Para mi Fauser se
tambaleaba dos pasos al frente y tropezaba tres hacia atrás sobre la autopista,
concentrado en llegar a la luz azul, en la que ya habíamos estado en dos ocasiones
con anterioridad. Jörg murió inmediatamente y no quería sexo. Quería terminar de
festejar su cumpleaños con personas reales, con prostitutas, con dealers, con
fantasmas de la noche. El no tenía nada especial planeado para ese día, a las
cuatro de la tarde había recibido un masaje. Esa es al menos la constancia que
queda en su agenda.
Como noveno tomo de unas obras completas, que publica la editorial Alexander
Verlag Berlín ahora 20 años después, aparece un fragmento de "La Gira", para mi la
prueba irrefutable de que él quería vivir.** Quien martillea esas 184 páginas en su
Olympia (por entonces todavía martillábamos sobre nuestras maquinas de escribir
mecánicas), no se tira frente a un camión.
Jörg se había propuesto retratar la Alemania del Oeste, la República Federal
Alemana de los años ochenta y al leer su libro me extraña que yo haya vivido en ese
país. Ninguna ilusión está más extendida que la de creer que todo tiempo pasado
fue mejor. Nosotros caminábamos como los sobrevivientes de la generación de Jimi
Hendrix y Andreas Baader.
Los héroes de su novela están todos cansados. Ahí está Harry Lipschitz, 57,
miembro de la SPD (Partido Socialdemócrata alemán) en Schöneberg, Berlín. Con él
comienza "La Gira", es el Berlín en el que todavía los niños se prostituyen en las
calles aledañas a la estación de trenes del Zoológico. El Berlín de Christiane F., el
Berlín en el que los malos se meten en negocios inmobiliarios dudosos con
inmigrantes. Ahí está el galerista de Munich, que está en la quiebra y busca
desesperadamente contacto con los Burdas y los Beckenbauers, los reyes con
manicura de la ciudad. Ahí están los 500 gramos de cocaína que se descubren
como harina. Ahí está la actriz Natasha Liebling, 41, que fue descubierta a los 23
años en Italia y aparece en todas las crónicas de sociedad, pero ya no recibe ningún
papel.
Fauser tuvo la idea de "La Gira" mientras hacia las investigaciones para su reportaje
sobre los tours que hacen las compañías de teatro "Las heridas de los comediantes",
publicado en 1986 en "Transatlantik". Junto a Doris Kunstman visitó los balnearios
de Bad Orb, Bad Wörishofen. Una comedia infernal es lo que monta en "La Gira",
Fauser quería escribir una gran novela, su "Manhattan Transfer" y entonces se
produjo su muerte de mierda. Página 183, muy buena, página 184, fantástica,
página 185 ¡bancate esta!
Leer los fragmentos de la novela de Fauser es como cucharear los dos metros de
tierra que cubren la propia tumba. Cuán salvajes y peligrosos fueron los años
sesenta, los setenta: Vietnam, el atentado a Kennedy, los hombres en la luna, el
movimiento okupa, Willy Brandt, los asesinatos de la RAF.
Cuán desconsolados fueron en comparación los años ochenta antes de la caída del
muro: Amos de casa, Alice Schwarzer y San Handke. Uno ya no bebía debido al
sobrepeso, a las pastillas que ya no combinaban con el alcohol. Uno leía Graeter,
Bunte, el fin de semana "Die Zeit" como Martin Walser y miraba disimuladamente a
medianoche en el reloj, pensaba en la niñera y en el dolor de cabeza a la mañana
siguiente. Uno hacía jogging y lo peor era que habían vuelto los condones. El SIDA.
¿Cómo se sentía Fauser en esa contemporaneidad? Así más o menos: "Lo que
entre nosotros es tratado como literatura y rumoreado hacia lo alto. ¡Entre nosotros!"
escribió él, lo gritó él en su retrato sobre Jack Kerouac- y me resulta difícil citarlo
hasta el final porque recién ahora, mientras escribo estas líneas, encuentro el pasaje
y al leerlo estoy todavía más asustado.
"Había una vez un Rolf Dieter Brinkmann", sigue la cita, "seguramente ningún autor
que hiciera que nos caigamos de nuestros asientos, pero uno honesto, uno golpeado
como todos nosotros, uno presente la mayor parte del tiempo, con un sentido fino
para descubrir la mierda que se esconde alrededor, fue atropellado en Londres,
muerto, 35 años e inmediatamente denunciado por los sumos sacerdotes de nuestra
pseudo sensible rosca idiotizante y así hasta el final, solo una señal de que aquí más
que en ninguna otra parte uno tiene que ser hasta en la piel, para salvarse de los
entendidos en cultura, esos chacales del mundo completamente mediatizado, ni si
quiera puede morir uno sin tener miedo a ser cagado y vilipendiado."
No es un análisis, simplemente una pregunta: ¿Los escritores son visionarios,
adivinos?
Jörg Fauser nació en 1944 en Bad Schwalbach en Taunus. Su padre era un
reconocido pintor, su madre una actriz que a menudo aparecía en las crónicas del
diario "Frankfurter Runschau". Jörg hizo el bachillerato sin problemas, de vez en
cuando dormía en las casas ocupadas de Frankfurt, alguna vez compartió colchón
con Joschka Fischer, su madre le traía ropa limpia. Se matriculó en la Universidad
Goethe en Anglística y Etnología, hizo el servicio social. ¿Todo lo que pudo haber
sido Jörg? ¿Profesor, jefe de redacción del folletón del "Frankfurter Allgemeine"
(FAZ), curador de arte?
Un joven que a los 17 años leyó "On The Road", no se convertirá en un cardador de
arte. "Si uno a leído a Kerouac" escribió Jörg, "después las calles son distintas.
Después hay movimiento, color, ritmo, embriaguez." Todo lo contrario al brillo de las
Iglesias o a un libro de Heinrich Böll.
Uno de sus amores de juventud vivía en Londres y el se fue a vivir con ella, trabajó
en un asilo, dejó la carreraX y si, entonces se inyectaba heroína y estaba on the
road. Yo creo que la experiencia iba orientada a llegar a las palabras, a convertir su
tartamudeo en idioma. Era un junkie.
Entre 1967 y 1968 vivió en Tophane el barrio de las drogas en Estambul. Se había
propuesto convertirse en escritor como Joseph Roth, Fallada, Jack Kerouac.
"Si tienes que respaldarte en algo que sea en un muro, no en una persona" escribió
en Estambul. ¿Quién lo publicaba? A veces alguna revista de la escena en
Frankfurt, a veces la “Tip" de Berlín.
¿Quién lo leía? Yo y cuatro-, talvez quinientos fans de Fauser. El escribía poemas
desde el infierno, impublicables en un mundo descarado. Uno de esos textos se
llama "Algunas veces con Lili Marleen" y suena así: " y los otros/ que nos colgamos
en las celdas del Cold-Turkey/ descendemos en el baño o simplemente en cualquier
parque/ las mismas caras, el mismo sinsentido/ la carne fría y famélica/ X/ muy lejos
con los recuerdos/ y a veces con Lili Marleen" (Jörg, he quitado los versos en los que
el pene es un punto fijo).
En su tumba no habían flores, pero su viuda y los amigos que nos agrupábamos
alrededor. Más o menos vinieron cien personas para acompañar el entierro de
Fauser en Munich. ¿Puede uno fumar en un cementerio?, le pregunté a Reinhard
Hasse, compañero de trabajo y de borracheras de Fauser en la revista
"Transatlantik", luego el escritor de los discursos del ex canciller Gerhard Schröder,
murió de cáncer hace tres años. "Uno también puede beber", respondió Hesse y me
pasó su petaquera.
¿Cómo tiene uno que imaginarse a Fauser? Quizá como este poema que el llamó
"Escena Invernal"
"afuera nevaba./ adentro en el sótano yo veía la cama deshecha,/ tomaba alka-
seltzer en un vaso de cerveza/ y la miraba./ Ella se vestía./ Ya tienes que irte?/, Si,
tengo que hacerle el almuerzo a los niños./ Y luego?/ Después tengo que ir al seguro
medico, al ministerio de finanzas, al ministerio de educación,/X/ entiendes?/
Entendía./ Se sumergió en sus bragas,/ eran lilas./ Sabes que no escribo un poema/
hace seis semanas?/ entonces escribe uno./ Y el ultimo era una mierda./ entonces
escribe ahora uno mejor./ Quizás he desaprendido como hacerlo,/ le dije./ Ella se
sentó a mi lado,/ besé sus tetas."
Fauser se convirtió en un poeta. Como Bukowsky, como Benn. Estábamos frente a
la tumba de un poeta, fumábamos y bebíamos de la petaquera plateada de Hesse.
1971/72 Fauser estaba limpio de heroína. Ya solamente seguía escribiendo. Pero no
tenía "ninguna beca, no ha recibido ningún premio, no tiene dinero en la mano
abierta, no hay jurados, no pertenece a un gremio, no es miembro de una asociación
de profesionales, de ninguna academia, de ninguna rosca." Un escritor como
Christian Kracht no habría sobrevivido la vida que tuvo Jörg Fauser. El cuento: "Todo
estará bien" (Alles wird gut), sus novelas "Materia prima" (Rohstoff) y “Las fauces de
la serpiente" (Das Schlangenmaul) fueron elevados a textos de culto después de su
muerte, pero solo después de su muerte. Por eso maldigo a la crítica.
La peor humillación sin embargo la provocó el mismo. En 1984 leyó vestido con una
camisa hawaiana en la competencia de los premios Bachmann en Klagenfurt. “El no
pertenece aquí", dijo Reich- Ranicki, hasta mediados de los años 90 uno de los
criticos literarios más influyentes en Alemania. Al fin y al cabo acababa de
publicarse “El hombre de nieve" (Der Schneman), el libro que lo hizo famoso. Fue
filmado en 1985 con el actor Westernhagen. La película tuvo poco que ver con el
libro de Jörg, pero él tomó con gusto el dinero. ¿Se convirtió entonces en un hombre
feliz?
Cuando Jörg y yo nos conocimos, sobre todo era yo el infeliz. Yo no lo había
conseguido, había escrito cuatro novelas pero ninguna había sido comentada nunca
en el "FAZ" o en el Süddeutsche Zeitung (SZ). Me estaba salvando en el periodismo,
en la vida leve.
Él sin embargo martillaba, martillaba y me martillea la cabeza cuando pienso en él.
"No abandones" me decía. Pero yo manejaba hace tiempo un porche y ganaba mi
dinero con las palabras simples. En "La Gira" puede leerse como se escoge vivir de
otra manera. ¿Qué escritor de nuestro tiempo despertaría yo de la muerte? Si
tuviera la opción de elegir diría: Fauser.
** Artículo publicado in Der Spiegel 29/2007, en ocasión de la edición de „Die
Tournee". Alexander Verlag, Berlín.
El cowboy melancólico. Franz Dobler cumple 50
años
*Klaus Bittermann, 60, es autor y editor. Tiene una columna en el diario „jungen Welt“, dirige la
editorial alternativa Tiamat y fue parte del movimiento okupa de Berlín. (http://bittermann.edition-
tiamat.de/)
"Este otoño me sentí por primera vez cansado. Noté en eso que me había hecho
mayor. Quizá se debiera al clima miserable que teníamos en Augsburg o a los casos
de perdedores en los que debía trabajar." Okay, la cita se ha modificado un poco,
pero cuando las frases originales en la película "Farawell my lovely" se agolpan en
mis oídos entonces pienso siempre en Franz Dobler y aunque las estaturas de las
dos protagonistas no podrían ser más diferentes, también Franz Dobler podría estar
de pie detrás de las cortinas, mirando desde la ventana un letrero de neon
intermitente como Robert Mitchum, un vaso de whisky en la mano, desvariando
sobre la inutilidad del propio hacer y poder en este mundo miserable.
Franz Dobler tiene otros recursos para enfrentarse con este mundo que los del
detective privado de Los Ángeles , pero también sus protagonistas son marginales y
desplazados como él mismo- se encuentran en situaciones en las que lo mejor sería
tener un arma. En eso se nota que Franz Dobler no escribe literatura mainstream, ya
que ella no tiene un sombrero y cuando alguien tiene tantos problemas con las
convenciones sociales seguramente será degradado a perdedor. Por eso escoge
otro camino de salida que consiste en levantar la mano en un símbolo de revelación.
"Si sabes que tienes que ver con personas que están dispuestas a cagarte por la
espalda entonces olvídate de las buenas maneras y se más rápido", dice en la última
novela de Dobler "Poner orden" (Aufräumen) y en esa frase no solo se esconde algo
existencial, sino también una auto estilización que Franz Dobler no pudo inventar
simplemente, si él mismo no viviera tambien en esas realidades.
La escritura no lo ha hecho rico, pero Franz Dobler nunca entregaría una mercadería
estándar, que se acomodara al gusto de los lectores de Die Zeit , de esos que se
deshacen ante Grass y Walser, porque él sabe que escribir es una tortura. La tortura
de no entregar una mercancía estándar: "Siempre he visto la escritura como uno de
las ocupaciones más horribles. Casi como follar. Solo puede darles placer a los
amateurs." Eso le pertenece a Jobs Hunter S. Thompson pero podría ser
perfectamente de Franz. Él y Jörg Fauser son dos de las estrellas literarias fijas en el
universo literario de Franz, algo que uno debería saber si quiere conocer el sistema
de coordenadas en el que se mueve.
En ese camino que dios sabe que no está cubierto de rosas Franz Dobler ha hecho
muchas cosas. Su novela debut "Rabia bubónica" (Tollwut) lo convirtió por un corto
tiempo en una estrella entre los autores jóvenes de su generación, una que lo llevó a
apareecer retratado en una página completa de la revista semanal del Süddeutsche
Zeitung y que hizo subir tanto las expectativas, que la segunda se hizo esperar 17
años. Entre ambas públicos muchos libros de relatos, un libro con poemas western y
un librito que lleva el bonito título de "Me sentía fuerte, como la chica con la playera
de Rosa Luxemburgo" (Ich fühlte mich stark wie die Braut im Rosa Luxemburg T-
Shirt). El experto en country fue exitoso con la biografía de Johnny Cash "The Beast
in Me". Además ha hecho una compilación con "Perlas de la música pop en alemán"
(Perlen deutschsprachiger Popmusik") en cuatro CD's, muchos artículos y porque
todo lo anterior no es suficiente pincha regularmente música en un bar de Ausburgo.
Por lo demás ha cruzado la república haciendo lecturas y dando conferencias
vestido con un traje que con el tiempo le va quedando grande. Nada puede
impedírselo, si acaso un par de costillas rotas, de esas que no se quiebran en una
golpiza sino cayendo desde una litera. Pero Franz Dobler es tan duro como un
cowboy y uno ve en su tipo que podría dormir de pie, enfundado en sus botas. Ante
la rudeza que aparenta, a menudo uno cae fácilmente en la tentación de abrazarlo
protectoramente, ya que también transmite una relativa fragilidad, una
vulnerabilidad, que lastimosamente yo sólo puedo expresar en palabras muy
banales: Franz Dobler es un persona fantástica. Ser su amigo es una gran suerte.
Biografías
Franz Dobler
Nació en 1959. Desde 1988 ha publicado entre otras cosas „Corazón de cerveza" (Bierherz),
"Salto desde las nubes" (Sprung aus den Wolken), "La tarde de un reportero" (Nachmittag
eines Reporters), "Sobre la caja de un muerto- !llega al country y al ritmo!" (Auf des toten
Mannes Kiste- Get Country & Rhythm!) y la biografía de Johnny Cash "The Beast In
Me"(Editorial Antje Kunstmann, 2002).
Recibió la subvención para autores de Bavaria por su novela "Rabia bubónica" (Tollwut) y el
libro "Jesse James y otros poemas del oeste" (Jesse James und andere Westerngedichte)
en 1993.
Participó y realizó varias piezas radiofónicas y programas. Fue el compilador de la serie de
Cd’s "Perlas de la música pop en alemán" y de "A Boy Named Sue- Johnny Cash Revisited",
un cd con versiones de canciones de Johnny Cash (2002). En 2005 realizó Cut Citty Blues,
un audio libro con poemas de Jörg Fauser, que fue editado junto al tomo 4 de las obras
completas del autor por la editorial Alexander Verlag de Berlín en 2005.
http://www.franzdobler.de/
Rery Maldonado
Nació en 1976. Desde 1995 publica regularmente textos en distintas revistas, diarios, blogs
y antologías de Europa y América Latina. Desde 1997 vive en Berlín. Ha publicado los libros
de poemas „Andar por casa“ (2007) y „La república en el espejo” (2011). Con su proyecto
para comercio justo intelectual y el libro “Los Superdemokraticos” hizo una gira por distintos
países latinoamericanos en 2011 junto a la escritora alemana Nikola Richter, por invitación
del Goethe Institut. Sus traducciones de Jörg Fausar fueron número especial en la revista
de poesía Metrópolis de Guadalajara, desde 2010 ha traducido a distintos poetas
contemporaneous alemanes para distintos proyectos culturales como Lirik.line de la
Literaturwerkstatt de Berlín.
www.rery-maldonado.com