Influencia de Los Rabes en Las Artes y Literatura Espaolas 0

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DOCUMENTOS OFICIALES . lli . 539 Injluenera de los árabes en las artes y literatura españolas . Discurso pronunciado por D . José Amador de los Rios, Secretario de S . M . con ejercicio de decretos, Caballero de la ínclita y militar Orden de San Juan de Jerusalem, Académico de número de las Reales Academias greco-latina y Matritense y Sevillana de Buenas Letras, individua de la general de Nobles Artes y Ciencias de Córdoba, corresponsal de la de Bellas Letras de Barcelona y miembro de otras varias Corporaciones lite- rarias y científicas, en su solemne recepción de Académico de número de la Real Academia de la Historia, el 18 de Febrero de 1848 . Honrado en tal manera por una Corporación tan ilustre coma esta Real Academia, apenas encuentro palabras para expresar la gratitud de que mi corazón se halla poseído . No son en verdad estas expresiones hijas de la fórmula, ni inspiradas por la lisonja . Consagrado desde mis tiernos años á estudios que tienen por fundamento la Historia, y convencida de que es ésta el gran libro de la vida, en donde hay lecciones para lo presente y lo porvenir, y en donde principalmente estriban las ciencias políticas tan ne- cesarias ya para las sociedades modernas, ambicionaba el poder tornar parte en las tareas de un Cuerpo, que tantos y tan impor- tantes servicios ha prestado y puede prestar todavía á la Historia de España . No titubeo en confesarlo ; mis deseos se han cumplido ; .y deber mío es el presentar el homenaje de mi reconocimiento á los distinguidos Académicos que con tan generoso espíritu me han abierto las puertas de este santuario . Entro en él para ilus- trarme, más bien que para hacer gala de mis pobres conocimien- tos ; y traigo á él una pequefia piedra, la cual apenas podrá per- cibirse en el magnífico edificio levantado ya por este sabio Cuerpo . Al tributarle pues, las más ardientes gracias por la distinción con que me ha favorecido, al considerar los trabajos á que han dado cima otros distinguidos Académicos, y al contemplar finalmente el ancho campo que se presenta á mi imaginación dentro de los círculos prescritos en el instituto de la Real Academia, no acierto

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  • DOCUMENTOS OFICIALES.

    lli.

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    Injluenera de los rabes en las artes y literatura espaolas .

    Discurso pronunciado por D . Jos Amador de los Rios, Secretario deS . M . con ejercicio de decretos, Caballero de la nclita y militar Orden deSan Juan de Jerusalem, Acadmico de nmero de las Reales Academiasgreco-latina y Matritense y Sevillana de Buenas Letras, individua de lageneral de Nobles Artes y Ciencias de Crdoba, corresponsal de la deBellas Letras de Barcelona y miembro de otras varias Corporaciones lite-rarias y cientficas, en su solemne recepcin de Acadmico de nmero dela Real Academia de la Historia, el 18 de Febrero de 1848 .

    Honrado en tal manera por una Corporacin tan ilustre comaesta Real Academia, apenas encuentro palabras para expresar lagratitud de que mi corazn se halla posedo . No son en verdadestas expresiones hijas de la frmula, ni inspiradas por la lisonja .Consagrado desde mis tiernos aos estudios que tienen porfundamento la Historia, y convencida de que es sta el gran librode la vida, en donde hay lecciones para lo presente y lo porvenir,y en donde principalmente estriban las ciencias polticas tan ne-cesarias ya para las sociedades modernas, ambicionaba el podertornar parte en las tareas de un Cuerpo, que tantos y tan impor-tantes servicios ha prestado y puede prestar todava la Historiade Espaa . No titubeo en confesarlo ; mis deseos se han cumplido ;

    .y deber mo es el presentar el homenaje de mi reconocimiento los distinguidos Acadmicos que con tan generoso espritu mehan abierto las puertas de este santuario . Entro en l para ilus-

    trarme, ms bien que para hacer gala de mis pobres conocimien-tos ; y traigo l una pequefia piedra, la cual apenas podr per-cibirse en el magnfico edificio levantado ya por este sabio Cuerpo .Al tributarle pues, las ms ardientes gracias por la distincin conque me ha favorecido, al considerar los trabajos que han dado

    cima otros distinguidos Acadmicos, y al contemplar finalmente

    el ancho campo que se presenta mi imaginacin dentro de los

    crculos prescritos en el instituto de la Real Academia, no acierto

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    DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA .

    donde fijar la vista para encarecer dignamente su grande utilidad importancia . La historia de esta naci6a que tan laboriosa exis-tencia arrastr durante los tiempos medios ofreciendo larga mate-ria de estudios en todos sus ramos, se presta hoy todo gnerode investigaciones . En ella aparecen tres pueblos dotados dedistintas costumbres, gobernados por diferentes leyes y animadospor diversos principios religiosos . En ella se combinan y asimilancontrarios elementos; chocan y combaten opuestos intereses, ypugnan sin cesar encontradas ideas; quedando triutifantes lasmis fuertes y poderosas; desapareciendo y volviendo renacersiempre las mismas controversias, hasta amanecer al mundo laaurora del siglo xvi, valladar prodigioso levantado por la manode la providencia entro las edades de hierro y los tiempos mo-dernos .

    Nuestros estudios histricos deben, pues, dirigirse examinarcon toda circunspeccin imparcialidad esos tres diferentes pue-blos ; porque la historia escrita hasta iiiinestros das es nica-mente la historia imperfecta del pueblo cristiano, sin- que sehayan hecho an todos los esfuerzos posibles para reconocer yapreciar la influencia que ejercieron en la civilizacin espaolalos hebreos y los rabes . Ya este ilustre cuerpo ha podido juzgarde la importancia de estas investigaciones respecto la raza ju-dada; en el presente escrito habr por tanto de molestar su aten-cin discurriendo solamente sobre la influencia de los rabes enlas artes y literatura espaolas fin de manifestar con cuntarazn debe entrarse en estos estudios, ya que afortunadamentecuenta la Academia en su seno con distinguidos orientalistas.Para ello confo en la sabia indulgencia de todos los seores aca-dmicos.

    Clebres filsofos, historiadores notables y eruditos literatoshan formado un juicio poco exacto sobre el estado de cultura delos rabes cuando conquistaron la Pennsulaibrica, y Ies leandado el nombre de brbaros, llevados sin duda de las preocupa-ciones vulgares quepor tanto tiempo han dominado entre nosotros,respecto Cuanta tena relaciti, con los sectarios del slamisi-no .LA

    religin de los castellanas, y el odio que estos profesaban losmusulmanes, contribuyeron en gran manera que se les tuviese

  • nocutiiEN ,ros OFICIALES .

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    en un concepto tan equivocado y que se les negase absoluta-mente el haber tenido influencia en los adelantamientos de lacivilizacin espaola . Pero al calor de los odios inveterados deambos pueblos ha sucedido la templanza y frialdad de la crtica,y puede decirse en nuestros das que si no se ha logrado anquilatar cumplidamente la influencia mencionada, se ha reconoci-do que no solamente Espaa, mas la Europa entera, le es deudorade la conservacin de las artes y de las ciencias .

    Esto supuesto trataremos de investigar en la forma que pudo elpueblo castellano participar de los conocimientos de los rabes :para alcanzarlo echaremos una rpida ojeada sobre la historiadesde la cada del imperio de Occidente hasta la desastrosa batallade Guadalete : investigaremos cules fueron las causas que contri-huyeron derrocar el imperio de los godos espaoles, y veremoscul era el estado de las letras entre ellos . De este modo podremoshacer una comparacin exacta entre la civilizacin de los rabesal conquistar la Pennsula ibrica y la de los sbditos de D . Ro-drigo ; obteniendo por resultado la diferencia que entre una y otraexista, y abriendo al mismo tiempo el camino por donde hemosde marchar en este discurso .

    Sabido es de todo el mundo que la invasin de los brbarosdel Norte sigui la destruccin de todo lo ms grande y magnficodel imperio romano, y que las ciencias y las artes perecierontambin en el comn naufragio, sin que en toda Europa quedaseni un solo vestigio de ellas . Ciudades enteras desaparecieron de-lante de tan feroces conquistadores, que como ha dicho un sabiade nuestros das (1), slo cadenas han trado de sus sombrosbosques . El mundo antiguo cay bajo el yugo de la ignorancia, yvctima de sus aberraciones y de sus crmenes perdi la luz de lasciencias, que huyeron despavoridas de las tinieblas que por todaspartes levantaba el humo de los incendios y de los lagos de sangre .Mas en medio de una borrasca tan desastrosa brill la antorcha

    de la religin : doblaron ante ella la rodilla los destructores de lasociedad europea, y poco poco fueron adoptando las creenciasy las costumbres de los pueblos vencidos, si bien conservando

    ;I) Chateaubriand .

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    BOLEYS DELA MAL ACADEMA DU LA UISTOBIA .

    siempre aquella ferocidad primitiva y aquel carcter belicoso, queles haba hecho dominar la mitad del mundo. Tal aconteci los godos, suecos, afanas y silingos, que fueron dueos de todaEspaa por el espacio de tras siglos, poca en que se sucedieron33 reyes, llenos casi todos de aquella sed de sangre que habadistinguido sus abuelos. Obr no obstante grandes milagros lareligin ; y al celo de los santos padres que se reunieron en con-cilios para dar leyes la zozobrante iglesia, debieron tambinlas ciencias el no ser borradas para siempre de la memoria de losnombres-

    El rgimen, empero, que seguan los godos en su gobierno yel derecho que tensa de elegir sus soberanos, lejos d secundarlosestemos de aquellos varones, fueron la manzana de la discordiaque los envolva ea continuas guerras civiles y que lleg con-sumar su destruccin, como lo haba verificado con el imperiodel mundo. Negras traiciones, horrendos regicidios, sangrientos implacables bandos que se disputaron el poder hasta la muerte :el asesinato del hijo por el padre.. . li aqu los espantosos cuadrosque ofrece la historia de este grande pueblo, s bien los nombresde los Wambas y los Recaredos sern eternos en la memoria delas generaciones,

    As se expresa nuestro severo Mariana en su libro vi, cap. 19de su Historia general, hablando de la corrupcin de los godos:Los grandes pecados y desrdenes de Espaa la llevaban de ca-da, y grandes jornadas la encaminaban al despeadero, Y talse ve por la relajada conducta de los ltimos reyes, especialmentepor la del torpe Witza, que no contento con haber pervertidotodas las clases de la sociedad (1), ni con haberse ensangrentadobrbaramente en la venerable familia de Chindasvinto, llev suloco frenes y su imbecilidad hasta el punto de mandar que fuesendesmanteladas las ciudades del reino (2) y qu9luadas las armasque servan para defenderlo, por el cobarde recelo de que le des-tronaran sus vasallos .

    (1)

    Orden por una ley que todos los eclesisticos y personas consagradas Diog,se cazasen. (Mariana, libro 6, ea ptulo 12 .-CGnoillo Toledaiioxviii . ,,

    C2)

    Solamente Len, Toledo y Astorga fueron las que se Ubraron de ese ferozdecreto (ib.).

  • DOCUINIENTOS OFICIALES.

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    F>ero no se remedi con su muerte el deplorable estado de lasociedad de los godos: antes bien fu cada da empeorndose conlos desrdenes que cometi D. Rodrigo despus de subir al trono,con la persecucin que hizo en los hijos de Witiza y finalmentecon los torpes amores de la hija del conde D. Julin, si bien al-gunos autores niegan absolutamente este hecho. La sociedad delos godos no tena bastantes virtudes para oponerlas al torrentede vicios que se haba entregado, y as fu precisa inevitablesu ruina. La batalla de Guadalete, la traicin de D. 0'ppas y deD. Julin ejecutaron la sentencia que ya se haba pronunciadocontra la Espaila del siglo viii .

    Brill, pues, la luz de las ciencias en medio de las catstrofesque afligieron al pueblo godo, como brilla un faro en medio deuna horrenda borrasca . Su esplendor fu_ pasajero y apenas dejhuellas.Acabamos de ver cules fueron las causas que impidieron los

    godos el entregarse al estudio de las ciencias y al cultivo de lasartes, y hornos examinado igualuiente, aunque con la mayorbrevedad, las que ~contribuyeron su total ruina . Rstanos, pues,investigar cul era el estado de los rabes cuando conquistaronla Pennsula ibrica ; y para esto necesitamos buscarlos en elcentro de la Arabia, seguirlos en sus conquistas hasta la batallade Gnadaleto y finalmente considerar sus adelantos cientficos yartsticos, teniendo presente el origen y el carcter especial destos.Dotados los rabes de un ingenio ardiente y de un talento ex-

    traordinario, cultivaron desde un principio la astronoma y otrasciencias y se valieron. para inculcar el amor del estudio en losvolubles nimos de los que principiaban iniciarse en sus miste-rios de versos toscos y difciles . Las mximas religiosas y lassentencias morales se enseaban, tambien en estos versos, queeran el nico instruniento (le civilizacin que entre ellos se cono-ca, como arirman algunos historiadores ; pero los adelantacrzientosque hacan eran sin embargo lentos y de poco valor, si bien lasciencias que cultivaban participaron desde luego del carcter pe-collar de esos pueblos. Subi principios del siglo vii el astutoMahoma ocupar en aquellas regiones las sillas de ambos impe-~

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  • 544 BOLETT DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.

    ros : prohibi por medio del Corn todos los estudios que no,fuesen encaminados al exterminio de la religin catlica, y lanzun terrible y eterno anatema contra las bellas artes, especialmen-te la pintura y la escultura, las cuales fueron expresamente pro-hibidas .Su nico deseo consisti en extender su religin por su espada

    y di en 630 principio las grandes conquistas, que hicierondespus dueos de casi todo el mundo sus fanticos y valerosos,sectarios . Sucedilo poco tiempo despus Abubekir y ms adelanteOmar, el ms feroz y el ms feliz de los conquistadores modernos .Apoderse en el corto espacio de diez aos y medio de toda laSiria, la Fenicia, el Egipto, la Mesopotamia, la Persia y parte delArchipilago, haciendo quemar la celebrrima biblioteca de Tho-lomeo, que exista en la ciudad de Alejandro, privando as lasciencias de uno de los ms famosos monumentos de la antige-dad. Si todos los libros {dila vista de tan numerosa biblioteca}contienen alguna cosa ms que nuestra profesin de fe, son fal-sos ; si contienen lo mismo, son intiles. Tal era la ferocidadde su carcter y el odio que profesaba la religin cristiana y los conocimientos cientficos!No fueron los califas, que despus de l se asentaran en la silla

    de Mahoma, menos enemigos del sabor humano, hasta que Al,el cuarto califa de aquella familia, les prest algn amparo en su,,dominios, pudindose contar desde esta poca la era de la verda-dera iluancindelosrabes .Desde este tiempo, pues, fueron apreciados generalmente todos,

    los- ramos del saber entre los partidarios del islamismo y AbuJaafar, Aroun Al Raschid y Almanon llevaron las ciencias alms alto grado de esplendor, haciendo traducir todos los volme-nes griegos, persianas y sirlacos que hubieron las manos ensus conquistas, estableciendo escuelas para la enseanza y aca-demias para los sabios, y haciendo, en fin, de su corte, segn eldicho del abate Andrs, ms bien una academia de ciencias queel palacio de un califa guerrero .Volvieron al mundo, entumecido por la ignorancia, el brillo y

    la lozana de la rica imaginacin del Oriente y respiraron en la,literatura los perfumes encantados de la Arabia, vindose rena-

  • DOCUMENTOS OFICIALES.

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    cerde las ruinas griegas la poesa d los primeros pueblos, cuyasobras admirarnos ahora en las traducciones que di ellas se hanhecho recientemente los idiomas modernos .Las matemticas, la filosofa, la fsica, la medicina, la astrono-

    mo la jurisprudencia, la orador,, la poesa, y finalmente cuan-tas ciencias eran entonces conocidas, recibieron nueva vida en lacome del Augusto de los rabes, cuyo glorioso nombre atribuye,no sin razn el abate Andrs al grande Almanon . A este califafu debido el gran pensamiento de medir la tierra, mandando quesus matemticos lo pusiesen por obra, y haciendo los mayoresesfuerzos para conseguirlo . Obra de su grande amor lascienciasfueron las famosas bibliotecas de Fez y de Larache, y su imita-cin se establecieron ms adelante otras muchas en toda el,Asiay el Africa . luego que esa rejn sucumbi al poder de la medialuna.

    Llegaron, pues, establecer su dominio las mismas puertas,de Espaa : la Mauritania Tingitina fu el nico valladar que sele opuso en Afrca y lo respetaron,, como provincia de un grandeimperio, hasta que la traicin de los hijos de 'hizo, tomandopor escudo la ofensa hecha al conde D. Julin, les abri, en 'unincon este mal patricio, las puertas del Mediterrneo, y volaron castigar los desrdenes que tanto tiempo haca se estaban come-tiendo impunemente .Acabamos de ver rpidamente cul era el estado de civilizacin

    en que se encontraban los rabes al emprender la conquista deEspaa, estado ventajosisimo sobre todas las naciones en aquellapoca, y que por tanto les daba la preeminencia sobre todas . Noeran, como han pretendido algunos historiadores, tina nacin debrbaros, tomando esta palabra en la acepcin que se le ha dadomodernarnente ; eran, s, unos conquistadores que se aprovecha-ron de .las discordias ajenas para ensanchar su dominacin,En esto manifestaron que su poltica era perspicaz, aunque am-biciosa, como la de todos los pueblos que deben su engrandeci-miento la suerte de las armas .Es verdad que las costuiribres, las leyes y los ritos religiosos

    de los rabes eran de todo punto contrarias los de los pueblosvencidos, y que esto deba engendrar odios implacables en los

    Tamo XX=11

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    90LETN DE 1J. REAL ACADUMI-A- Dr, LA UISTORIA .

    illtmos ; al ver hollados sus hbtos ,y despreciadas sus creencias;pero tambin lo es el que los rabes, pasado el primer furor de-laconquista, no IWjeron en Espaa la religin cristiana, yantes permitieron su culto, protegindola pblicamente en lasciudades que dominaban, como se prueba,con, multitud de auto-ridades y como no h mucho tiempo manifest el digno acad-mico D. Miguel de la Fuente Alc4ntara, en -ocasin anloga . lapresente (1) . Esto manifiesta que no eran ntobraraes, y el noserlo, si otros datos no,hubiera para demostrarlo, que hablan lle~fiada un alto grado de civilizacin . No eran por tanto una cana-lla, como dice el P. Juan de, Marlana, llevado de un celo lauda-ble hasta cierto punto, si bien no menos parcial 6 injusto al mis-izo seempo-Tenemos ya el, estado de cada utia de las naciones que nos

    habamos propuesto considerar brevementc, saber-. la-goda y larabe-. de la simple narracin que hemos hecho puede deducirsela influencia que tuvo la ltima, brillante, sabia y poderosa enlas artes y cencias de la primera, ignorante, corrompida me. Veamos, pues, de hicerlo.Despus que puso la desastrosa batalla de Jerez en manos de

    los rabes toda la Espaa, excepci6a de una pequea parte deCantabria, cuyas montaas se refugi A INdayo, seguido dealganos valientes, resueltos morir por su . santa ley, quedaronaquellos por dueos absolutos de la, Peninstila hicieron venirdel Africa gran multitud de gente para que la poblasen, ir paraquitar los, gados, toda esperanza de recobrar su antiguo lustre ypodero . Perdironse, como dejarnoos apuntado, los hbitos y cos-tumbress de aquel pueblo, que por: tanto tiempo haba dominadoen Espaa ; vari en un todo la forma de gobierno, y sintieronlos pueblos al verse subyugados por extranjeros, llorando al re-cordar sus hazaas y el nombre d sus abuelos, de vergenza yde despecho.

    t1) Loz

    queun qui~iei-oa abqudian" sus tierras,yreconocieron el domi-nio sarraceno, se llznaron

    y inantaveron ei cuito de su reugin intacto,La

    de los >"T"ma DA en 11,8MA as Puramente politica, Loscristianoz !e dieron otro caricter al

  • DOCOJIENTCS OFICIALES .

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    Cuarenta y tres aos rein entre los rabes, que haban pasado -'Espaa, la ms terrible anarqua y el ms feroz deseo de mandar,empaando hasta cierto punto los nombres de Muza y de Abdala-sis . Su imperio, fundado apenas en la Pennsula, se vi por smismo prximo desaparecer impulso de la ambicin, cayendoenvueltos los conquistadores entre las ruinas del pueblo conquis-tado ; cuando en el ao de 754 pas Espaa, llamado por losarbes, que no podan sufrir la tirana de Aben Juseph, el sabio,el grande y poderoso Abderramen, que en el trmino de cuatroaos restableci enteramente el orden social, cuyos vnculoshaban sido rotos por las insensatas y desmedidas pretensionesde'los Doranes y los Robas.Fund en Espaa el nuevo reino de los rabes, hacindose in-

    dependiente de los califas de Bagdad, y abriendo una nueva era la civilizacin y con ella las ciencias y las artes . Estableciescuelas pblicas para la enseanza, y prodig su proteccin todos los sabios que hall dentro del reino, y llam hacindolesgrandes promesas, los extranjeros : hizo ltimamente ver almundo que no era indigno de la sangre que corra por sus ve-nas (1) . En el alo 756 fund en las inmediaciones de Crdoba unmagnfico palacio, al cual di por nombre Rusafa (2) plantandoen sus patios una palma, que hizo 61 mismo una cancin, queel erudito orientalista D. Antonio Conde traduce de este modo,hallando en ella el tipo de nuestro romance castellano :T tambin, iusigue palma-eres aqu forasteraDe Algarbe las tristes auras-tu pompa halagan y besan, etc .Lo cual prueba la grande estima en que tuvo el monarca rabe

    --el culto de las musas . La mezquita de Crdoba y el alczar de lamisma ciudad fueron tambin obra de su entusiasmo por lasartes . Tal fu la influencia que el rey Abderrameu tuvo en lailustracin arbiga!No desmintieron sus hijos este grande amor las ciencias .

    (1) . Abderramen era hijo de Iscam y nieto de Almanon, de la familia de losOmmiadas .

    (2)

    Hoy est destruirlo : este edificio fu convento de los franciscanos hasta los l-timos tiempos, en que fueron exclaustrados .

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    BOLETN DE LA REAL ACADExtiSIA DE LA HISTORIA .

    Desde el siglo ix de nuestra era, dice un clebre historiador, re-.firindose Espaa, empez centellearla luz de la literatura sa-rracena, y por cinco seis dios conserv vivo y brillante sil.,esplendor . Setenta bibliotecas pblicas se vean abiertas en varasciudades de Espaa para el uso del pueblo, cuando el resto de .Europa sin libros, ciencias, ni cultura estaba sumergido en lams vergonzosa ignorancia.Y qu influencia debieron tener estas luces sobre el pueblo,

    cristiano, que retirado un rincn de la Pennsula, sin artes niciencias, y en u na palabra, entregado slo una guerra sangrien-ta y exterminadora, no pensaba ms que en for`ararmas para com.batir los enemigos ds su religin? A. primera viso se deja ver -dee deba de ser muy poca: cmo. comprenderemos entonces eldicho de Alvaro Cordobs, que ya en el siglo ix se lamenta deque abundasen en el lenguaje gtica-latino, que era el vulgar deaquella poca, los modismos rabes, y de que se dedicasen losdescendientes de los godos al estudio de la elocuencia y de la lite-ratura arbigas?

    a

    Nosotros encontramos una razn filosfica para explicar esta,contradiccin tan importante . No eran rabes, todos los que habi-taban las ciudades sujetas los Abderramanes : la mayor parteeran ,cristianos mozrabes, que hablaban el idioma de los godoslo, mismo que el de los musulmanes, y tenan continuo trfico ,con los cristianos de allende el Guadarrama,-cultivando las cien-cias y recibiendo la saludable influencia de la civilizacin de losagarenos. De aqu provino que tan luego como fueron apode-rndose los sucesores de D. Pelayo de las ciudades que conquistahan de los moros, fu aumentndose tambin el nmero de los-.cristianos, haciendo los guerreros de Len y de Asturias el apego

    -Damente en sus cabezas ideas,las ciencias, y despertndose ltitde cultura .Es verdad que en esta poca y aun mucho despus, desdearon

    los caballeros castellanos el estudio, y miraron con sumo des-precio los que se entregaban a las ciencias ; pero en cambio nodesaprovech la Iglesia ninguna ocasin de ilustrarse, y, comoapunta el Arzobispo D. Rodrigo en su Historia, puso los sal-~mas de la Sagrada FIbla anotaciones olernos en el Loma de los-

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  • DOCUNILYTOS OFICIALES.

    'no. se recat de- calelirar el santo sacriPicio dula misa..011 Un breviario mozrabe.

    :-As pasaron algunos siglos, sin que fuese ms directo el influjod la nacin ilustrada por excelencia en la cultura de los castella-uos, hasta que el famoso 'rey D . Alfonso X, llamado el Sabio,conociendo las grandes ventajas que podan obtenerse del cultivodel idioma de sus civilizados vecinos, depositarios entonces del

    -saber del mundo antiguo, estableci en Sevilla ctedras de elo~-,cuencia arbiga, y mand traducir en 1254 muchos volmenes deaquel idioma al castellano, que iba fornindose poco poco . Pro--digiosos hubieran sido los adelantos de la civilizacin espaolabajo el dulce reinado de un monarca tan amigo del saber, nohaber turbado la felicidad de sus vasallos la ambicin de . su hijoD. Sancho, que desconociendo los derechos legtimos de los hoz-

    -manos Cerdas, , se rebel contra su misnio padre, apoderndose conMombro de =paa de las . riendas del Estado .

    . Era D. Alfonso muy dado al estudio de las ciencias humanasy haba logrado adquirir grandes conocimientos en la astrono-mia, la filosofa, la filologa, la poesa, la jurisprudencia,-de-jando obras que ha recibido y recibir la posteridad como u,tritinfo sobre, la poca en que floreci . Acsaselo de no haber sidotan hbil poltico como exigan las circunstancias en que se v ;pero esta . acusacin nada tiene de justa . D . Alfonso fu un reynacido para reinar sobre un pueblo ms adelantado que el suyo:As

    ,t es todo su delito y el no haber tenido la suficiente energa

    para, reprimir la ambicin de su hijo D. Sancho .. Con la muerte, pues, del rey sabio, riel rey justo y clemente,

    perdieron las ciencias su protector y cayeron en desuso de tal_Inanera, que apenas hay noticias de que encontraran cultivado-res y, apasionados por aquellos tiempos . Todo volvi ser guerrasy trastornos, todo discordias y desmanes, mientras que los ra-bes iban? adquiriendo mayores triunfos en la carrera de las letras .X los disturbios del reinado de

    Alfonso X siguieran las penases~i-ninoridades de D. Fernando IV y D . Alfonso XI, combatidas porlas parcialidades de los Horas y los Lasas, vindose el trama en-vuelto en el torbellino de las pasiones que devoraban el seno de-Castilla. Y aunque en aquellos siglos, florecieron hombres tan

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    BOLETN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.

    doctos como Raimundo Lulio, cuyas obras son hoy admiracin:de toda Europa civilizada, aunque se echaron los cimientos sabios sistemas filosficos, que vuelven ahora llamar la atencinde los hombres estudiosos, permaneci la sociedad cristiana biendistante de la agarena, en el cual eran la erudicin y la poesauna parte de la educacin de los caballeros .Haba echado, sin embargo, hondas races entre los cristianos

    la cultura de los rabes, con quienes sostenan aquellos un nti-mo, aunque hostil comercio, y varios libros que se escribieron deaquella poca en adelante tuvieron, como afirma el erudito Conde,,el mismo estilo y sintxis que usaban los sarracenos, faltando so-lamente los sonidos materiales de las palabras para formar undialecto arbigo . Cita el referido orientalista para probar estaasercin algunas obras escritas principios del siglo xiv por elinfante D. Juan Manuel y otros autores prosaistas ; y seala comadignas de estudio en este concepto al Conde de Liccanor y laHistoria de Ultramar, aadiendo tambin la Crnica de Alon-so X, de quien tan distinguida mencin hemos hecho .

    Prubase con esto la grande influencia que los rabes tenanhasta en nuestro idioma y que pesar de la diversidad de reli-gin y de costumbres ejercan, como ms cultos y civilizados,cierto predominio que est infaliblemente cimentado en una raznnatural, que induce los hombres respetar aquellos que mssabidura manifiestan .

    Este sentimiento noble de los castellanos produjo la imitacin,-y despus de la imitacin naci el amor las artes y las cien-cias, inculcndose stas en la muchedumbre con el transcurso delos tiempos . Difcil sera en verdad seguir paso paso la historia .de estos adelantos lentos en demasa hasta el renacimiento totalde las ciencias en toda Europa, . poca en que lleg recogerse el.fruto de los esfuerzos cientficos de los sarracenos .Para nuestro propsito basta solamente saber que su infiuen-

    cia iba cada da siendo ms directa en todos los ramos : el romance-castellano,. esta hermosa y arrogante flor de la poesa espaola eshija de un ingenio ardiente y fecundo : las matemticas, llama-das por algunos sabios la ciencia de la verdad, adquirieron entreellos el mayor grado de perfeccin : la fsica ; la botnica, la me-

  • DOCUMENTOS OFICIALES.

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    dicina, la filosofa, la historia, y en una palabra, todas las cien-cias les deben su conservacin, y entre nosotros su aclimataciny enseanza . Los rabes espaoles recorrieron, segn la expresinde un autor clebre, todos los campos de la amena literatura,y no encontraron en ellos flor que no trasplantasen sus jar-dines .

    Pero esta influencia, que tan eficaz, tan poderosa ha sido paralas ciencias, no ha presentado las mismas ventajas en todas lasartes, principalmente en la escultura y pintura . Ya hemos vistoque Mahoma las prohibi por medio de su Corn: nada, pues,podan hacer los rabes que no fuese considerado corno un cri-roen, y as fue que no prodnjeron tampoco nada digno de men-cionarse . En la Academia Nacional de San Fernando hemos teni-do, sin embargo, el gusto de ver algunos cuadros pertenecientes,segn se afirma, al ltimo perodo de su dominacin, y la Alham-bra de Granada nos ha presentado otros monumentos, atribudos los musulmanes, en uno de los techos de sus magnficas tar-beas . Esto en cuanto la pintura : respecto la escultura nada hayque pruebe el haberse dedicado su culto ni haber hecho ade-lanto alguno en ella . Slo se conservan en el mismo alczar deGranada cuatro figuras informes, que sostienen una fuente, lacual dan vulgarmente el nombre de los Leones, tomando el patioen que se encuentra la misma denominacin. Puede servirles dedisculpa el rigoroso precepto del Corn.La arquitectura en cambio les fue deudora de uno de sus ms

    preciosos y delicados gneros : las mezquitas del Cairo, Bagdad yJerusalem nos presentan los modelos de las de Crdoba y Zebra,y de las palacios de Granada y Sevilla, as como tambin de otrosmonumentos que nos recuerdan la cultura de aquel pueblo, y se-rn siempre la mejor defensa contra los que llevados de un exce-sivp fanatismo, lo han pintado coma brbaro .Y'qu habremos de decir de las dems artes, especialmente de

    la agricultura? . . . Muchos pliegos pudiramos llenar si tratramosahora de mencionar los adelantos que debe Espaa en este ramo los sarracenos . Bstenos, pues, afirmar solamente que nuncaha sido la Pennsula ibrica tan feraz como cuando eran sus cam-pos cultivados por ellos ; y por probar nuestro aserto, recorramos

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    BOLETiN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA .

    las deliciosas vegas de Granada, Murcia, Loja y Valencia, y noolvidemos otras poblaciones que deben la industria de aquellossu prosperidad y bienandanza .Mucho habramos de extendernos si nos ocupramos de las

    dems artes mecnicas, en las que tiene influencia la qumicaque tan profundamente poseyeron ; pero adems de no ser ste elcampo, que desde luego escogimos para demostrar hasta el puntoque haba llegado la influencia de los rabes en nuestras cien-cias y artes, no poseemos tampoco las mecnicas con la seguri-dad debida para dar un fallo que pueda ser respetado ; por cuyarazn nos abstenemos de entrar en este examen .Hemos visto por las breves observaciones que llevamos hechas

    que la influencia de los rabes ha sido grande y extensiva lasciencias, pudiendo ser tenidos 'por conservadores de todos losramos del saber humano : casi lo mismo ha sucedido con las artes,y en la parte que las han cultivado han sido creadores de un g-nero encantador y delicado, hijo sin duda de su grande ingenio .Sometemos al buen juicio de la Real Academia las opinionespropias que en este discurso hemos emitido, y terminaremos ase-gurando que en nuestro entender todos nuestros mejores poetasy literatos han bebido la luz de las ciencias en las inagotablesfuentes que aquellos intrpidos hijos de Agar plantaron en nues-tra patria . De las escuelas musulmanas sali la aurora de lasciencias y brill en la literatura moderna . Ojal pudieran re-cogerse au entre nosotros los pimos frutos que encierra la cle-bre biblioteca del Escorial, tan rica de monumentos arbigos,cmo poco concurrida de nuestros literatos! . . .A nadie mejor que la ilustre Academia, quien tengo la honra

    de dirigirme, corresponde el llevar cabo estas utilsimas tareas.Nadie cuenta para ello con ms poderosos elementos, si la manodel Gobierno, hasta ahora generosa para las letras y las ciencias,prosigue dispensndoles su proteccin y ayuda .

    _He dicho.

    Madrid, IS de Febrero de 1848.

    Josn ANIAbOR DE Los RiOS .

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