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INFORMACION EXTRANJERA Conversaciones Unesco francoespariolas para la revisión bilateral de los Manuales de Historia organizadas por las Comisiones Nacionales de la Unesco de España y Francia De conformidad con las resoluciones aprobadas por la Conferencia General de la Unesco, con objeto de fomentar la paz y la comprensión entre los países que forman parte de la misma, las Comisiones nacionales española y francesa decidieron trabajar conjuntamen- te para llegar a establecer, de mutuo acuerdo, unas recomendaciones dirigidas al personal docente de gra- do medio en ambos países, sobre la redacción de los manuales escolares de Historia que se emplean en los diferentes centros franceses y españoles y el desarro- llo de la enseñanza de dicha materia en los mismos. A este fin tuvo lugar una reunión previa en Ma- drid los días 4, 5 y 6 de abril de 1961, en la cual to- maron parte los siguientes representantes por ambas comisiones : Por parte de España, los señores Maravall, Rumeu de Armas, y Ezquerra, y por parte de Francia. los señores Francois, Lapeyre y Defourneaux. Estos delegados llegaron a un pleno acuerdo sobre los principios y el procedimiento a seguir para llegar al fin deseado. Tal acuerdo se formuló en los siguientes puntos : 1) No se trata de llegar a conseguir la redacción de manuales comunes de Historia. Cada país debe te- ner los suyos propios, conservando proporciones y pun- tos de vista que han de ser forzosamente diferentes. 2) Tampoco se trata de realizar un estudio crítico completo de los manuales de Historia, sino de exami- nar cómo son presentados en los manuales los pe- ríodos de más estrecha relación entre ambos países. 3) Se trata de restablecer o de aclarar la verdad histórica, ya que algunos hechos históricos son mal presentados en los manuales (generalmente en perjui- cio del país vecino) porque son mal conocidos o mal explicados. Sólo recurriendo a la constante revisión que la ciencia lleva a cabo en nuestros conocimientos, podremos llegar a una visión más exacta y más clara y obtener puntos de vista comunes. 4) Se tratara de señalar en los manuales : - a) Los errores de hecho. b) Los olvidos lamentables. c) Las interpretaciones capciosas. d) Los vocablos desafortunados, cuyo empleo en los manuales puede ser debido a apasionamiento, ironía o deseo de destacar sobre los demás. 5) Es de desear que se llegue a conclusiones co- munes. Si esto resulta imposible en alguno de los puntos, se hará constar el desacuerdo en el informe, explicándose las causas del mismo 6) Los trabajos de la Comisión encargada de la revisión bilateral de los manuales, serán publicados en cada país, y el informe será difundido por los medios más apropiados, entre : a) Los autores de manuales, b) Las editoriales. c) Los profesores de los diferentes centros. 7) La revisión se llevará a cabo en los manuales de enseñanza de tipo medio en general (enseñanza para los alumnos de once a dieciocho años). 8) La revisión abarcará los períodos históricos si- guientes: a) Siglos xvi y xvn (de los Reyes Católicos a 1715)- b) Siglo xvn.i. c) De 1789 a 1823. Se acordó también que la primera reunión tuviera lugar en Madrid, tratándose en de los períodos y temas siguientes : a) De I'Lis Reyes Católicos a la abdicación clA Carlos V. b) Reina.do de Felipe II. c) De la muerte de Felipe II a 1659 (Tratado de los Pirineos). d) Reinado de Luis XIV. e) Renacimiento y Barroco. f) Reforma y Contrarreforma. En cumplimiento, pues, de este acuerdo, establecido en la citada reunión de representantes de las Comi- siones nacionales de la ljnesco francesa y española, se formó una Comisión mixta de historiadores de ambos países, para proceder a la revisión de los men- cionados manuales escolares. Las reuniones de esta Comisión mixta han tenido lugar en Madrid, del 7 al 11 de noviembre de 1961. La Delegación española estuvo formada por los si- guientes señores : Don José Antonio Maravall Casesnoves, de la Real Academia de la Historia y catedrático de la Univer- sidad de Madrid. Don Antonio Rumeu de Armas, catedrático de la Universidad de Madrid y vicepresidente de la Asocia- ciación Española de Ciencias Históricas. Don Manuel de Terán Alvarez, catedrático de la Universidad de Madrid. Don Miguel Artola, catedrático de la Universidad de Salamanca. Don Felipe Ruiz Martín, catedrático de la Univer- sidad de Valladolid.

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INFORMACION EXTRANJERA

Conversaciones Unesco francoespariolaspara la revisión bilateral de los

Manuales de Historiaorganizadas por lasComisiones Nacionales de la Unescode España y Francia

De conformidad con las resoluciones aprobadas porla Conferencia General de la Unesco, con objeto defomentar la paz y la comprensión entre los países queforman parte de la misma, las Comisiones nacionalesespañola y francesa decidieron trabajar conjuntamen-te para llegar a establecer, de mutuo acuerdo, unasrecomendaciones dirigidas al personal docente de gra-do medio en ambos países, sobre la redacción de losmanuales escolares de Historia que se emplean en losdiferentes centros franceses y españoles y el desarro-llo de la enseñanza de dicha materia en los mismos.

A este fin tuvo lugar una reunión previa en Ma-drid los días 4, 5 y 6 de abril de 1961, en la cual to-maron parte los siguientes representantes por ambascomisiones :

Por parte de España, los señores Maravall, Rumeude Armas, y Ezquerra, y por parte de Francia. losseñores Francois, Lapeyre y Defourneaux.

Estos delegados llegaron a un pleno acuerdo sobrelos principios y el procedimiento a seguir para llegaral fin deseado.

Tal acuerdo se formuló en los siguientes puntos :1) No se trata de llegar a conseguir la redacción

de manuales comunes de Historia. Cada país debe te-ner los suyos propios, conservando proporciones y pun-tos de vista que han de ser forzosamente diferentes.

2) Tampoco se trata de realizar un estudio críticocompleto de los manuales de Historia, sino de exami-nar cómo son presentados en los manuales los pe-ríodos de más estrecha relación entre ambos países.

3) Se trata de restablecer o de aclarar la verdadhistórica, ya que algunos hechos históricos son malpresentados en los manuales (generalmente en perjui-cio del país vecino) porque son mal conocidos o malexplicados. Sólo recurriendo a la constante revisiónque la ciencia lleva a cabo en nuestros conocimientos,podremos llegar a una visión más exacta y másclara y obtener puntos de vista comunes.

4) Se tratara de señalar en los manuales : -a) Los errores de hecho.b) Los olvidos lamentables.c) Las interpretaciones capciosas.d) Los vocablos desafortunados, cuyo empleo en los

manuales puede ser debido a apasionamiento, ironíao deseo de destacar sobre los demás.

5) Es de desear que se llegue a conclusiones co-munes. Si esto resulta imposible en alguno de lospuntos, se hará constar el desacuerdo en el informe,explicándose las causas del mismo

6) Los trabajos de la Comisión encargada de larevisión bilateral de los manuales, serán publicadosen cada país, y el informe será difundido por losmedios más apropiados, entre :

a) Los autores de manuales,b) Las editoriales.c) Los profesores de los diferentes centros.7) La revisión se llevará a cabo en los manuales

de enseñanza de tipo medio en general (enseñanzapara los alumnos de once a dieciocho años).

8) La revisión abarcará los períodos históricos si-guientes:

a) Siglos xvi y xvn (de los Reyes Católicos a 1715)-b) Siglo xvn.i.c) De 1789 a 1823.Se acordó también que la primera reunión tuviera

lugar en Madrid, tratándose en de los períodos ytemas siguientes :

a) De I'Lis Reyes Católicos a la abdicación clA

Carlos V.b) Reina.do de Felipe II.c) De la muerte de Felipe II a 1659 (Tratado de

los Pirineos).d) Reinado de Luis XIV.e) Renacimiento y Barroco.f) Reforma y Contrarreforma.En cumplimiento, pues, de este acuerdo, establecido

en la citada reunión de representantes de las Comi-siones nacionales de la ljnesco francesa y española,se formó una Comisión mixta de historiadores deambos países, para proceder a la revisión de los men-cionados manuales escolares.

Las reuniones de esta Comisión mixta han tenidolugar en Madrid, del 7 al 11 de noviembre de 1961.

La Delegación española estuvo formada por los si-guientes señores :

Don José Antonio Maravall Casesnoves, de la RealAcademia de la Historia y catedrático de la Univer-sidad de Madrid.

Don Antonio Rumeu de Armas, catedrático de laUniversidad de Madrid y vicepresidente de la Asocia-ciación Española de Ciencias Históricas.

Don Manuel de Terán Alvarez, catedrático de laUniversidad de Madrid.

Don Miguel Artola, catedrático de la Universidadde Salamanca.

Don Felipe Ruiz Martín, catedrático de la Univer-sidad de Valladolid.

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Don Ramón Ezquerra Abadía, catedrático del Insti-tuto de Enseñanza Media Cervantes, de Madrid.

Don Antonio Domínguez Ortiz, catedrático del Ins-tituto de Enseñanza Media Padre Suárez, de Granada.

Doña Elisa Bermejo, profesora de instituto y colabo-radora del CSIC.

La Delegación francesa comprendía los siguientesseñores :

M. Louis Francois, inspector general de Instrucciónpública y vicepresidente de la Comisión nacional dela Unesco.

M. Pierre Vilar, director de investigaciones de laEscuela de Altos Estudios.

M. Jean Sermet, profesor de la Facultad de Letrasde Toulouse.

M. Defourneaux, profesor del Instituto Francés deMadrid y de la Facultad de Letras de Toulouse.

M. Edouard Bruley, presidente honorario de la So-ciedad de Profesores de Historia y Geografía.

M. Jean Defrasne, profesor agregado de Historiadel Liceo de Besançon.

Los textos de las recomendaciones, aprobados porunanimidad en su versión española y francesa, se pu-blican a continuación, según la versión española.

PRIMERA PARTE

La historia de España en los manuales escolaresfranceses

(Siglos xvx y xvn) *

OBSERVACIONES DE CARÁCTER GENERAL

Al tratar de una revisión de manuales en lo refe-rente a la historia de España en los siglos xvi y xvn,tal como se presenta en los textos franceses, se per-cibe que el enfoque que se le da no trae consigo tansólo omisiones o errores que se puedan corregir consimples rectificaciones, sino que suscita una cuestiónde fondo. El primer inconveniente que se halla es laforma en que los programas franceses abordan la his-toria española, a la que se concede escaso lugar. Sólodos de sus principales aspectos de los siglos xvi yxvn poseen entidad propia en los programas : el des-cubrimiento y conquista de América y el reinado deFelipe II. En el resto, España sólo se cita en relacióncon otros países o sucesos 'y de forma incompleta yfragmentaria, disminuida en su importancia histórica,u omitida. Incluso su período cultural más importantequeda reducido a una breve mención.

Se trata precisamente de una época en que Españaejerce una preponderancia indiscutida, que se extien-de por espacio de siglo y medio y, si se omite suestudio, no puede comprenderse plenamente la histo-ria europea de ese período. Sin el factor de la «Mo-narquía Hispánica», la política internacional se reducea una serie confusa de guerras y tratados sin direc-trices claras. En ese mismo tiempo, la cultura espa-ñola conoce su época de mayor esplendor, con notorioinflujo en la cultura europea.

La Monarquía española ha sido una construcciónpolítica completa. Ha tenido una marcada continuidad

• Los manuales franceses analizados fueron los si-guientes : Aubert-Durif-Labal-Loh rer , Tapie-Bruley, Isaac-

Alba, Jarry, Girardet-Jaillet, Arondel-Bouillon-Rudes.

en su organización, en sus instrumentos de acción, ensu política, en su economía y en su cultura. Es unhecho concreto la preocupación por lo humano y elcarácter espiritual que ha constituido una de susdirectrices políticas más constantes. Ofrece una per-sonalidad propia entre los pueblos europeos, al igualque Italia, Holanda o Inglaterra y, por lo tanto, me-rece similar atención. El alumno no puede percibiresa unidad y la importancia europea de la Monarquíaespañola con una historia fragmentada, silenciada,disminuida o enfocada, en ocasiones, con escasa com-prensión.

PERÍODOS TRATADOS DE MODO

INSUFICIENTE O INCOMPLETO

a) Reyes Católicos.

Se le dedica, sin exce pción, muy escasa atencióna este período y queda sumergido, sin destacar, enla historia de otros Estados o monarcas coetáneos,sin que se señale su importancia para la historiaespañola y europea, puesto que bajo esos reyes Es-paña, además de realizar su unidad, asciende rápida-mente a la categoría de gran potencia, y su reinadoes el origen del Estado moderno, punto de partida delimperio español y base y fundamento del poderío dela Casa de Austria. Tampoco se indica, en general,su aportación a la creación del ejército moderno, mo-delo para los demás durante mucho tiempo. No seconsidera la personalidad y la obra de los Reyes Ca-tólicos, además de ignorar su honda y unánime esti-mación en la conciencia nacional española y en lospolíticos europeos del tiempo. En alguno manualessólo se alude a aspectos negativos. Nunca se mencio-na a un estadista de la talla del Cardenal Cisneros.

I» Carlos V.

Tampoco este reinado posee el relieve que merecepor su extraordinaria importancia, apareciendo siem-pre enfocado en el reducido aspecto de sus relacionescon Francia y, aun así, con extremada concisión, apesar de centrarse en su personalidad la historia desu época. Carlos V no era «inmensamente ambicioso»,como lo presentan algunos manuales franceses, ni loera más que los demás príncipes de su tiempo. Supolítica se explica por la defensa de los intereses desus estados y de un ideal imperial y católico que lelleva a combatir la disidencia religiosa y la amenazaislámica.

e) Siglo XVII.

En este tiempo la historia española queda reducidaa unas breves alusiones con motivo de la Guerra delos Treinta Arios, Paz de los Pirineos y guerras delreinado de Luis XIV. Se omite que hasta las derrotasmilitares de hacia 1640, España conservaba su cate-goría de gran potencia, aunque ya comenzase a debi-litarse materialmente. La figura de Olivares, rival al-gún tiempo afortunado de Richelieu, tiene bastanterelieve para no omitirse totalmente.

d) Guerra de Sucesión.

En los manuales sólo se habla de ella dentro dela política de Luis XIV. Se prescinde de su signifi-cado para España y no se destaca bastante el apoyoque la mayoría del pueblo español dió a Felipe V, yque contribuyó decisivamente a su triunfo.

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e) Cultura española en los siglos XVI y XVII.

La exposición de la cultura española de esta épocaqueda, en general, también fragmentada y con omi-siones importantes. En algunos manuales se hablade ella en la lección del Renacimiento; en otros enla lección sobre Felipe II; a veces se cita la pinturaen el cuadro de la pintura europea del siglo xvn.

Sería de desear que la aportación cultural de Es-paña sea recogida en el capítulo destinado al Huma-nismo y al Renacimiento y, más adelante, amplia-mente estudiada en un capítulo especial consagradoal Siglo de Oro, que se puede delimitar entre los alre-dedores de 1560 y 1660.

1. Humanismo y Renacimiento

En el campo de las letras, los manuales franceses,en general, omiten señalar la existencia en Españade un pensamiento humanista de gran riqueza y tem-prana fecha con Luis Vives y Antonio de Nebrija(autor de la primera gramática de una lengua vul-gar), el movimiento cultural de la Universidad deAlcalá y su obra de la Biblia Poliglota impresa enella (1514).

Todos los manuales franceses citan la Celestina yalgunos Garcilaso, Fray Luis de Granada, etc.

En lo que concierne a las ciencias, la tradición here-dada de la Edad Media que había proporcionado através de los árabes un temprano conocimiento dela ciencia antigua—Escuela de traductores de To-ledo— unida a la ampliación de los conocimientos quedepararon los grandes descubrimientos, provocaron enEspaña una floración de naturalistas y el perfeccio-namiento de algunas ciencias y técnicas como la cos-mografía, la náutica y la metalurgia.

El arte del Renacimiento en España no se reduce aEl Escorial y al Greco, que representan únicamente lacoronación de un proceso, el cual comienza en laépoca de los Reyes Católicos —estilos isabelino y pla-teresco—, conduce más tarde a un arte clásico delpleno Renacimiento —por ejemplo, el palacio de Car-los V en la Alhambra de Granada— y acaba por en-contrar su fórmula propia con Juan de Herrera, elcreador de El Escorial.

2. El Siglo de Oro

España conoce entonces un desarrollo literario sinIgual, del que son exponente varios nombres que per-tenecen a la literatura universal : Cervantes, Lope deVega, Góngora, Calderón, etc. Crea y configura de-terminados géneros literarios : la comedia de costum-bres, la novela picaresca, la poesía culterana y con-ceptista, el análisis psicológico —por ejemplo, el tipode Don Juan, creación de Tirso de Molina—, todos loscuales ejercerán una profunda influencia en la for-mación del clasicismo francés. No se recoge en estaenunciación la mística (Santa Teresa de Jesús, SanJuan de la Cruz) porque su cita no falta en ningunode los manuales franceses.

La actividad científica está ante todo representadapor la Universidad de Salamanca y su escuela de eco-nomistas, así como por Vitoria, creador del Derechointernacional, y por la filosofía de Suárez, uno de losprecursores del pensamiento moderno, que Descartesconsolidará.

El arte de esta época sería incomprensible sin re-ferirse al Barroco, que es a la vez un estilo y unaforma de pensamiento vinculados a la religiosidadespañola. Alcanza sus más significativas realizacionesen la escultura religiosa, de gran realismo y labradas

en madera policromada, con gran fuerza expresionista.La pintura española debería necesariamente ser .pre-sentada como la más importante de su tiempo ycomo habiendo proporcionado al Arte universal al-guna de sus figuras más destacadas (el Greco, Ribera,Velázquez, Zurbarán, Murillo...). Una alusión a lospolifonistas españoles, de renovada actualidad, seríaconveniente.

PERÍODOS CUYO ENFOQUE REQUIEREALGUNAS CORRECCIONES

Además de las rectificaciones que entraña el mayordesarrollo de los puntos que han sido ya enunciados,son de recomendar las siguientes :

a) Felipe II.

Afortunadamente la «Leyenda Negra» no se reflejaya en los juicios sobre Felipe II, pero la imagen quese presenta de él es la estereotipada del monarca mi-sántropo, trágico, enclaustrado en El Escorial, into-lerante y papelero. Su intolerancia está en la mismalínea que la de muchos de sus contemporáneos, comoIsabel de Inglaterra y Calvino. En cuanto al celoburocrático que le dió carácter, no es un demérito,pues informó un sentido estadístico de la administra-ción que no tiene paralelo en la época.

La afirmación de diversos autores de que Felipe IIpretendió la hispanización sistemática de todos susEstados, carece de fundamento. Lo que hizo fué uti-lizar las fuerzas armadas y el dinero de Es paña enempresas que resultaron superiores a los intereses deésta. La estructura de la Monarquía española fué lade una confederación de Estados autónomos, cuyaorganización peculiar y administración fué respetada.

Al mencionarse la Inquisición, se habla a veces degrandes matanzas en masa y no se definen exacta-mente los autos de fe. No es exacto lo primero, pueslos autos de fe recaían sólo sobre contadas personas,individualmente consideradas. Al hablarse de la cues-tión de los Países Bajos, en algunos textos se men-ciona la represión, pero no se aclara que la insurrec-ción no era contra los españoles, que no dominabanel país, sino contra su propio rey, impulsada por ambi-ciones nobiliarias e inspirada por el factor naciona-lista que empieza a desarrollarse en la época. Tam-bién algunos textos omiten la cesión de los PaísesBajos a los archiduques Isabel Clara y Alberto, germende la nacionalidad belga.

No siempre se alude, al hablar de la paz de Chäteau-Cambrésis, a la preocupación religiosa de Felipe II,que contribuyó al acuerdo, fruto de una reciprocamoderación, ni a su boda con Isabel de Valois, porlo que resulta inexplicable su pretensión ulterior decolocar en el trono francés a su hija Isabel Clara.

No siempre se destaca en la debida forma la par-ticipación española en la Reforma católica.

No existe tampoco una apreciación exacta del pro-ceso económico, pues sólo se habla de los aspectosnegativos, sin destacar que, desde el siglo xv, en Es-paria se produce un desarrollo económico que fué labase de su posterior acción político-militar.

b) América.

Durante siglos ha existido una leyenda negra sobrela colonización española, apoyada en las apasionadasimputaciones de Las Casas y defendida por los ene-migos sucesivos de la Monarquía española y del cris-tianismo, lo que ha transformado unos argumentos

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polémicos de circunstancias en tópicos historiográfi-cos. Todavía sucede hoy que, en algunos manualesfranceses, las citas de Las Casas, en lugar de servirpara poner de manifiesto la grandeza moral de losescrúpulos de algunos españoles, dan lugar a que sefije en la mente de los niños la sola imagen dematanzas de indios, trabajos forzados en las minas,avaricia de los conquistadores. Cuando hechos de estanaturaleza llegan a ser concretamente establecidos,no tienen por qué ser ocultados. Pero importa queno sean presentados como particulares de la coloni-zación española o como particularmente característi-cos de tal colonización. Esta, como todo fenómeno deexpansión humana, tiene un aspecto material enque se muestra la violencia de toda explotación ; perosus aspectos positivos—progresos materiales que se ob-tienen, esfuerzos para organizar y moralizar— son dela mayor importancia y deben ser bien subrayados :resultados ciéntificos del Descubrimiento; papel esen-cial de los españoles en los progresos de la navegacióny de la exploración (Balboa, a quien se debe el des-cubrimiento del Océano Pacífico ; Elcano, que fué elprimero en dar la vuelta al mundo y demostrar prác-ticamente la redondez de la Tierra; Urdaneta, quedescubrió las islas del Océano); introducción de plan-tas y de animales europeos en América y americanosen Europa; aparición de una nueva población de mes-tizos; esfuerzos para una asimilación de los indiosa la cultura europea, bajo la forma de la cristiani-zación y de la unidad lingüística; instituciones polí-ticas y jurídicas sólidas (a diferencia de toda colo-nización de mera explotación mercantil); fundaciónde ciudades, de Universidades, de imprentas; en finy sobre todo, existencia en España de una reflexiónmoral y de una legislación social, nacidas del fenó-meno colonial y obra de Las Casas y de otros ; con-cepción del derecho de gentes en Vitoria; Leyes deIndias —hechos que no tienen equivalente alguno enlas colonizaciones más tardías realizadas por otrospaíses—, lo que hace particularmente injusta todatendencia a entenebrecer, incluso involuntariamente,la obra americana de España.

II

La historia de Francia en los manuales españolesde enseñanza media

(Siglos xvx y xvn) *

La concepción que inspira la redacción de los ma-nuales de historia para la enseñanza media está enfunción, evidentemente, de los programas oficiales querigen en cada país. Desde este punto de vista, existeuna diferencia fundamental entre los planes de ense-ñanza de francés y español. En Francia, desde laclase de sixième a la de première y, finalmente, enla de filosofía (1), es decir, durante siete cursos es-colares, el programa de historia, distribuido en pe-ríodos cronológicos sucesivos (Antigüedad, Edad Media,tiempos modernos, época contemporánea), comprende

• Los manuales españoles examinados han sido lossiguientes : Para cuarto curso, J. Vicens Vives, AlvaroSantamaria, José L. Asian Peña. Para sexto curso, E. Ba-gue-J. Vicens Vives, C. Pérez Bustamante, José L. AsianPeña.

(1) La enumeración de los cursos en Francia se haceen sentido inverso a la de España, es decir, que el alum-no comienza en sexto curso y continúa hasta primero,después del cual figura el curso de Filosofía con ca-rácter de especialización.

para cada uno de ellos la Historia universal, en cuyomarco la historia de Francia, a partir de la época enque aparece, ocupa un lugar más importante que elde los demás países. En la enseñanza media espa-ñola, la historia no figura más que en el programade dos cursos : en el cuarto y en el sexto arios debachillerato, que corresponden a troisième y premièredel plan de la enseñanza secundaria francesa.

En el programa de cuarto año figura la «Historiauniversal y de España», desde los tiempos prehistóri-cos hasta nuestros días ; el programa de sexto ariodesenvuelve la «Historia del arte y de la civilización»,igualmente, desde los origenes hasta la actualidad.Una parte proporcionalmente muy importante se dejaen uno y otro programa a España y su cultura, loque obliga a que las partes consagradas a otros paísessean muy reducidas y su historia propia no sea ordi-nariamente evocada más que en la medida en quese relaciona con la historia de España.

En cada uno de esos programas, a los tiempos mo-dernos corresponde un desarrollo relativamente im-portante : diez lecciones sobre las cincuenta y dosque comprende el total del curso en cuarto ario, yocho sobre treinta y seis en sexto año. Pero comoeste período corresponde precisamente a la época enque España ha desempeñado un papel principal en lahistoria del mundo, el lugar que le es reservado justa-mente en el programa de historia reduce en conse-cuencia mucho la extensión dedicada en él a los otrospaíses : sobre diez capítulos consagrados a los si-glos xvi y xvn en los manuales de cuarto curso, cincotratan únicamente de historia española, cuatro dehechos generales de la civilización (grandes descubri-mientos, renacimiento, reforma, cultura y arte barro-cos) y un solo capítulo está dedicado expresamentea la historia de los países no españoles, bajo el títuloLa época de Luis XIV, donde se desenvuelve no sola-mente la historia de Francia en el siglo xvn, sino tam-bién la revolución inglesa y el movimiento intelectualy artístico en toda Europa en la época del clasicismo.Respecto al siglo xvr francés, no es aludido más quede manera marginal, con ocasión de las luchas entrela Corona de Francia y los Habsburgos y del desarrollode la Reforma.

Es evidente que una tal compresión de la materiahistórica, ante la necesidad de dar a los alumnos, enel plazo de un solo ario escolar, una visión general deldesenvolvimiento de la Historia universal, impone alos autores de manuales limitaciones que no es fácilsuperar. En ellos no caben muchas exposiciones decarácter explicativo ni largas citas de textos o docu-mentos. La diferencia con los manuales franceses desdeeste punto de vista es considerable, y de ello resultauna importante consecuencia en relación al contenidode los manuales para la enseñanza de la historia enuno y otro país ; los desenvolvimientos de cierta exten-sión que los manuales franceses consagran a determi-nados aspectos de la historia de España (por ejemplo,el reinado de Felipe II) dejan espacio para aprecia-ciones o juicios de valor que pueden chocar al lectorespañol ; en cambio, la sucinta exposición de los ma-nuales españoles —con frecuencia reducida a algunosnombres, -hechos y fechas— corre un riesgo menor deincurrir en aquel inconveniente.

Sin duda corresponde al profesor de historia, que enel plan español dispone de seis horas por semana encuarto ario y de cuatro horas en sexto ario, dar mayoramplitud, a través de sus explicaciones, a aquellaestricta línea esquemática, llenando ciertas lagunasque aparecen en los manuales. Hay también en esto

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una diferencia a señalar entre los manuales españolesy franceses, dando estos últimos a los alumnos, bajouna forma que busca ser atractiva, un libro de lectu-ra que pueda completar e ilustrar ciertos puntos dela labor magistral, mientras que los primeros vienen aser, en manos de los alumnos, como un resumen desti-nado a recordarles los puntos esenciales explicados porel profesor.

A título de comparación con los manuales france-ses, se puede observar que uno de los más difundidosentre éstos, el del profesor Alba, para el curso detroisiérne, que trata precisamente de los tiempos mo-dernos, comprende 540 páginas, de las cuales 383 estánconsagradas a los siglos xvi y xvn, mientras que enel más amplio de los manuales españoles examinados,el de Asian Peña, que tiene 304 páginas, los dos siglosson estudiados en 60 páginas, con una natural prepon-derancia de la historia española.

a) DE LOS REYES CATÓLICOS A LA ABDICACIÓN DE CAR-

LOS V.

No se habla de Francia más que en función de lasguerras de Italia y de la rivalidad de los Valois y delos Habsburgo. La esquemática exposición de los dife-rentes manuales no suscita más que un reducido nú-mero de observaciones. En relación con el origen delas guerras de Italia, si hay que señalar los derechosde la Casa de Anjou sobre Nápoles, no habría queolvidar la mención de los derechos reivindicados porLuis XII sobre Milán, en virtud de la herencia de losVisconti. Si las victorias del Gran Capitán, Gonzalode Córdoba, merecen ser exaltadas, un capitán fran-cés como Bayard y un hecho como la victoria de Fran-cisco I en Marignan (1515) no deben ser omitidos.

La rivalidad de Francisco I y de Carlos V se com-prende mal si no se muestra el cerco con que ame-nazan a Francia las posesiones del emperador. Másque de una rivalidad en la hegemonía, se trata, desdeel lado francés, de una preocupación defensiva.

Los grandes descubrimientos y los comienzos de lacolonización de América tienen, naturalmente, unlugar muy importante en los manuales españoles. Encambio, no se cita ningún navegante francés, ni siquie-ra Jacques Cartier, que descubrió el Canadá, y no seseñalan las consecuencias de los grandes descubrimien-tos como fuente de nuevas rivalidades entre las nacio-nes europeas.

Antes de abordar cuestiones comprendidas en otrosapartados, se impone una observación : el programaoficial sitúa el estudio de la Guerra de los TreintaAños en la lección 26, que lleva este título: Reformaprotestante y restauración católica. Luchas religiosas.De ello resulta que en los manuales que siguen al piede la letra las indicaciones del programa oficial lalucha entre Habsburgos y Borbones, durante la prime-ra mitad del siglo xvn, se estudia antes que los rei-nados de Carlos V y Felipe II (lección 17) ; la paz deWestfalia se trata antes que la de Cateau-Cambrésis,y Richelieu y Mazzarino son mencionados, en relacióncon su política exterior, antes que la coronación impe-rial de Carlos V. En esas condiciones es difícil com-prender las relaciones entre Francia y España durantetodo ese período.

b) FELIPE II.

Los pasajes referentes a las relaciones con Franciason sumamente breves. Debe procurarse no presentarla paz de Cateau-Cambrésis como resultado única-mente de las victorias militares españolas.

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Hay que señalar la intervención española en lasguerras de religión como un hecho incuestionable, peroen relación a la candidatura de la infanta Isabel altrono de Francia, después del asesinato de Enrique III,habría que referirse a la «Ley Sálica» para valorar susderechos al trono. La consabida frase de Enrique IV«París bien vale una misa» no es una declaración decinismo, sino una manifestación de humor, que revelael temperamento y el sentido político del bearnés.

C) DE LA MUERTE DE FELIPE II A 1659.

Este período, que corresponde al declinar del poderíoespañol, no es suficientemente presentado en el con-junto de un capitulo, ya que los manuales tratan dela política exterior de España y su intervención en laGuerra de los Treinta Arios en el capítulo de la refor-ma. Los inconvenientes de esta dicotomía se llevan alextremo en uno de los manuales, en el que los tratadosde Westfalia y sus consecuencias sobre el estado deEuropa son mencionados en ese capitulo, mientras quela paz de los Pirineos figura en el relativo a los últi-mos Habsburgos españoles; en este lugar se hace alu-sión a la política del Conde-Duque de Olivares, perono se habla de su más enérgico adversario, Richelieu.Habría que subrayar el papel decisivo del cardenal enel fortalecimiento del poder real en Francia, la signi-ficación de la batalla de Rocroi en la historia del im-perio español y, en consecuencia, las razones que,hacia mediados del siglo xvn, hacen pasar la prepon-derancia de España a Francia.

d) Luis XIV Y SU REINADO.

Los manuales reúnen en un solo capítulo, como lesinvita a hacerlo el programa oficial, todo lo que con-cierne a la Europa del siglo xvii, con excepción de laGuerra de los Treinta Años. Por esa razón las indica-ciones sobre Francia necesariamente son muy breves,sobre todo en relación al papel que entonces desem-peña entre los Estados.

Habría que mencionar, además de Luis XIV, a susprincipales colaboradores, y especialmente a Colbert,cuya actividad fué considerable y de gran interés susconcepciones económicas (mercantilismo). El espacioque se concede a la política religiosa de Luis XIV noes suficiente, ni sus motivos quedan claramente expli-cados.

Las guerras de Luis XIV son atribuidas a la insa-ciable ambición del rey, pero no se indica hasta quépunto la política exterior francesa está dominada porla cuestión de la sucesión al trono de España. Si sehace alguna alusión a la Guerra de Devolución, nose mencionan las dos guerras siguientes, ni los trata-dos de Nimega y de Ryswick, habiéndose incluido deantemano los temas de la Guerra de Sucesión de Espa-ña y de la Paz de Utrecht en el capitulo precedente,consagrado a los últimos Habsburgos de España.

e) REFORMA Y CONTRARREFORMA.

Aunque los manuales escolares tornan una posiciónadversa a la reforma protestante, calificando de erró-neas las tesis y proposiciones de los reformadores, sinembargo, los autores estudiados hablan de la crisis reli-giosa con un tono muy moderado, exponiendo susorígenes con imparcialidad (necesidad de una reformade la disciplina, influencia del humanismo, inquietudesreligiosas de la burguesía, etc.). Los juicios formuladossobre los reformadores (Lutero) son muy mesurados.A veces incluso las tesis luteranas y las católicas seexponen paralelamente sin formular juicios de valor.

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En cambio, no se pone suficientemente de relieveel papel de Calvino en la reforma protestante. Nadase dice sobre las persecuciones sufridas por los calvi-nistas en Francia. Las referencias, siempre breves, alas guerras de religión resultan muy correctas. Sinembargo, no es justo atribuir la responsabilidad úni-camente al fanatismo de los discípulos de Calvino. Lanoche de la «Saint-Barthélémy» merece alguna alu-sión. El edicto de Nantes es citado, pero no se subrayasu significación en un tiempo en que la tolerancia re-ligiosa no tiene lugar en ningún país de Europa.

Un amplio espacio se consagra a la reforma cató-lica y al esencial papel que en ella desempeña España(Concilio de Trento, Compañía de Jesús). Por el contra-rio, ninguna indicación se hace sobre el renacimientocatólico en Francia a comienzos del siglo xvn, sin queaparezcan en ninguna parte los nombres de San Fran-cisco de Sales y de San Vicente de Paúl, ni se aludaa la renovación de la vida monástica y a la influen-cia de «Port-Royal».

f) RENACIMIENTO Y BARROCO.

Naturalmente, es en los manuales de sexto cursodonde estas cuestiones se desarrollan con mayor am-plitud. Los manuales de cuarto curso se limitan a al-gunas breves indicaciones.

RENACIMIENTO

1. Manuales de cuarto año.

No se dedica ningún comentario a resaltar la origi-nalidad que presenta el renacimiento en Francia. Sería,sin embargo, indispensable citar entre los humanistasfranceses a Bucle, Montaigne y Rabelais, y señalar lacreación del Colegio de Francia (1530). Los palaciosdel Loira tienen un estilo particular que caracterizael primer renacimiento francés, y Pierre Lescot, consu obra original en el Louvre, anuncia el arte clásico.

2. Manuales de sexto año.

La cuestión es examinada en éstos con algún mayordetenimiento, añadiendo nuevos nombres : Ronsard yla Pléiade, en el orden literario; Lescot, Goujon, Ger-main, Pilon y Clouet, en el orden artístico. Uno de losmanuales señala la continuidad existente entre la ci-vilización del otoño de la Edad Media y la del Rena-cimiento. Sorprende no encontrar una sola línea refe-rente a Francia en el parágrafo titulado El arte delRenacimiento fuera de Italia. Al renacimiento italiano,por el contrario, se le concede una considerable exten-sión, cosa que es justa, pero ya que se reconoce «laoriginalidad e independencia del renacimiento francésrespecto al italiano», no es admisible dejar de concederalgún espacio al arte francés del siglo xvi.

EL ARTE BARROCO

Los manuales españoles muestran cierta confusiónante el arte francés del siglo xvn, que bien considerancomo una simple expresión del arte barroco vigentepor entonces en Europa, bien como una reacción aca-démica, «un estilo noble, correcto y frío». Sin embargo,más allá de clasificaciones que siempre son discutibles,el arte francés merece una especial consideración porsu diversidad y su originalidad.

La arquitectura francesa se expresa plenamente enlos palacios de grandes fachadas, caracterizadas por elequilibrio de sus proporciones. Luis XIV, que da su

nombre al estilo, crea las Academias de Escultura, Pin-tura y Arquitectura, que hacen triunfar en el artefrancés el ideal clásico.

Perrault construye la columnata del Louvre ; Man-sart, el palacio de Versalles, comenzado por Le Vau,que simboliza la gloria del Rey Sol, con su fastuosadecoración interior, ejecutada bajo la dirección de LeBrun, y con sus jardines, dibujados por Le Mire.

Entre los escultores conviene citar a Puget, con suestilo atormentado, y señalar las obras más sobria-mente ejecutadas por los artistas que trabajaron enVersalles.

La pintura revela un gusto por el claroscuro, cuyosrepresentantes son G. de la Tour y los hermanos LeNain. El clasicismo triunfa con la mitología paganade Nicolás Poussin, que es además el creador del pai-saje histórico. Claudio Lorrain es un paisajista detalento, y Felipe de Champagne y Le Brun nos handejado excelentes retratos.

Del examen que hemos realizado en común resultaque los manuales españoles ciertamente dan prueba deimparcialidad en sus juicios sobre Francia y los prin-cipales protagonistas de su historia. Pero hay quelamentar que el reducido espacio concedido a la histo-ria en la enseñanza secundaria española conduzca acomprimir de tal manera las referencias consagradasa Francia, corno a otros paises extranjeros, que nopueda darse de ella más que una imagen demasiadoesquemática.

CONCLUSIONES

De todos modos, convendría que los manuales espa-ñoles no olvidaran o en todo caso señalaran con mayorprecisión

1. El papel de Francia en los grandes descubrimien-tos, papel secundario ciertamente respecto al de Es-paña y Portugal, pero suficientemente importante parallegar a la instalación de los franceses en las orillasdel río San Lorenzo (1535-1540) y a la fundación delCanadá.

2. La posición del reino de Francia respecto al im-perio de Carlos V y después respecto a la Monarquíaespañola y a la Casa de Austria. La Monarquía fran-cesa consideró que la seguridad y grandeza del reinodependían de la disolución de la alianza entre la Mo-narquía española y los Habsburgos del imperio centraly de su debilitamiento respectivo.

3. La importancia del edicto de Nantes, que ponefin a un largo periodo de guerras de religión en Fran-cia y consagra una política de tolerancia.

4. La participación de Francia en el desarrollo delRenacimiento. En ella es considerable la influencia deItalia; pero esta influencia llega a producir un estilonacional nuevo que se manifiesta en la escultura ysobre todo en la arquitectura («chäteaux» del Loira,de Fontainebleau, palacio del Louvre en París).

5. En, la literatura hay que señalar a la vez unainspiración enriquecida por el estudio de la Antigüe-dad y aparición de la lengua francesa moderna: lospoetas de la Pléiade, Rabelais, Montaigne, pertenecenal patrimonio de la cultura universal.

SEGUNDA PARTE

Rectificado el primitivo acuerdo sobre la distribuciónde las épocas a considerar, en una segunda reunión,celebrada en París del 9 al 14 de abril de 1962, se

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sometió a revisión el período que va de 1715 a 1914.Después de varias sesiones se llegaron a establecer losacuerdos siguientes :

La historia de España en los manuales escolaresfranceses

(1715-1914) •

Sujetas al programa oficial, todas las obras exami-nadas se reducen a contestar a las preguntas formu-ladas en el cuestionario. La libertad de los autoresqueda de hecho constreñida a dar contenido a esasrespuestas. Las ventajas indiscutibles que para la se-gunda enseñanza tiene la existencia de normas oficia-les llevan consigo, en cambio, no pequeños inconve-nientes; entre ellos, el apuntado : que los autores nopueden exponer las líneas de la evolución históricaconforme a ideas personales. Han de sujetarse a lasque les son dadas, y con ello resultan insalvablesciertos defectos de concepción que no son propiamentesuyos.

Sin embargo, la extensión que el plan de estudiosfrancés reconoce a la historia permite a los autores demanuales de esta disciplina unas posibilidades en laexposición de la materia de cada curso muy superio-res a las de sus colegas españoles. El hecho mismo deesta detallada exposición sirve para poner de manifies-to con mayor claridad la casi constante falta de refe-rencias a la historia española, que sólo surge de maneraocasional y siempre con grandes intervalos.

El hecho de que España no ocupe en estos siglos unaposición preeminente en Europa no parece motivo su-ficiente para que el espacio dedicado a narrar su his-toria sea reducido a proporciones muy inferiores enrelación a las que se dedican a países de influenciahistórica, en el mejor de los casos, similar a la espa-ñola. Las referencias concretas a estas omisiones seseñalarán al tratar de los respectivos períodos.

I. SIGLO XVIII.

a) La política exterior de la Monarquía ilustrada.

Los diversos manuales aluden de manera rápida ysiempre ocasional a los distintos momentos de inter-vención española en los grandes conflictos bélicos. Silas referencias a la política española de revisión deltratado de Utrecht pueden considerarse en generalsuficientes, a pesar de su brevedad, no ocurre igualpor lo que respecta a los problemas de la unión borbó-nica (pactos de familia) y al enfrentamiento de ambasmonarquías con Inglaterra. Las consecuencias de este

* Los manuales franceses examinados por la Comisiónespañola fueron los siguientes : 3e : Aubert, Durif, Labal,Lohrer : Histoire XVIe, XVII,' et XVIlle siècles. Isaac,Alba : Les temps modernes. Girardet, Jaillet : HistoireXVIe, XVIle et XVIIle siècles. Jarry : Les siècles xvie,XVIle et XVIlle. Arondel, Bouillon, Rudel : XVI e, XVIleet XVIlle siècles. Tapie, Bruley : Les temps modernes,1492-1789. — 2e: Monnier, Jardín : Histoire 1789-1848.Isaac, Alba. Michaud, Pouthas : De la révolution de 1789ä la révolution de 1848. Tudesq, Rudel : 1789-1848.D'Hoop : Histoire contemporaine, 1789-1848. Coquerelle,Genet : Les débuts de l'époque contemporaine, 1789-

Duroselle, Gerbet : Histoire, 1848-1914. Isaac,Alba, Bonifacio, Michaud, Pouthas : De 1848-1914. Girard,Bonnefous, Rudel : 1848-1914. Genet : L'époque contem-poraine, 1848-1914. Jarry, Mazin : L'Europe et le mondede 1848 d. 1914. D'Hoop et Hubac : Histoire contempo-raine, 1848-1914.

planteamiento se reflejan, por ejemplo. al mencionarla entrega de la Luisiana a España, citada por diversosautores que ni siquiera han incluido a nuestro paísentre los beligerantes. En este campo de la historiamoderna es conveniente destacar también la participa-ción de España, junto a Francia, en la independenciade los Estados Unidos de América.

b) La obra reformista de la Monarquía ilustrada.

En los manuales analizados la evolución interna delos Estados europeos, con excepción de Inglaterra, nocuenta sino con un único capítulo para todos ellos,dedicado al Despotismo ilustrado. La importancia con-cedida a cada una de las monarquías ilustradas resultaenteramente desproporcionada, y, en todo caso, respon-de únicamente a la importancia política posterior delos países estudiados, con lo que queda desfigurada laauténtica realidad del siglo xvin. En tanto las refor-mas de Austria, Prusia y Rusia son estudiadas concierta extensión, el proceso español sólo merece muybreves líneas. Sería de desear se señalase la recupera-ción demográfica y económica de España durante elsiglo xvin, recuperación que la mantendrá entre lasgrandes potencias hasta el triunfo de la revoluciónindustrial. Igualmente deberían mencionarse las gran-des realizaciones de los ministros ilustrados, como larepoblación interior, la creación de una marina, la libe-ralización del comercio con América, la reforma de laenseñanza, la aparición de industrias reales, la reno-vación industrial o los interesantes censos y catastrosque pusieron a España, en este aspecto, entre lospaises más avanzados del movimiento de la ilustración.Las Sociedades Económicas de Amigos del País y lasfiguras de Feijoo, Jovellanos y Moratín, representantesdel espíritu crítico y reformador de la Ilustración, me-recer ser citadas en el capítulo dedicado a la culturadel siglo xvin.

Considerar a España al margen de la evolución eco-nómica de los países occidentales, tal como lo hace unode los manuales, es una inexactitud cuando se habladel período anterior a la expansión continental de larevolución industrial.

II. DE 1789 A 1848.

a) Revolución e Imperio.

La participación española en la política francesa, ala que se mantuvo tan estrechamente unida desde 1795.aparece mencionada de manera fragmentaria. Si secita su papel en la primera coalición, no se mencionaen cambio el tratado de San Ildefonso, que establecíala alianza franco-española (el manual de D'Hoop es laúnica excepción). La cesión de Trinidad a los británi-cos en Annens y la participación española en Trafalgarno son comprensibles al no explicar el hecho inicialde la lealtad española a la alianza francesa. De estabatalla, en el mejor de los casos, no se dice nada de laparticipación española, aparte de citar la existenciade una flota conjunta, ni de las consecuencias que laderrota tuvo para España.

La guerra de la Independencia motiva una exposi-ción en la que la preocupación por evitar un juiciocondenatorio de ciertos aspectos de la política imperial—por ejemplo, las abdicaciones de Eayona— lleva a losautores a confusas explicaciones acerca de los orígenesde la guerra. Hay autor que aún se hace eco de latesis regeneracionista defendida por el propio Napo-león.

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El desarrollo de la guerra, aparte la inclinación dealgunos autores a minimizar la derrota de Dupont enBailén, debería destacar con mayor insistencia los he-chos decisivos de la lucha : su carácter de guerra na-

cional (sólo citada en un texto), la concepción estra-tégica de la guerra de guerrillas, que determina unalucha de desgaste que agotará al imperio (esta últimaidea es señalada por dos de los textos), así como elimpacto del ejemplo español en Europa.

Las frecuentes referencias al fanatismo religioso ya la participación de frailes en la lucha dan una ima-gen deformada de la guerra al hacer del sentimientoreligioso —que indudablemente existe— el factor deci-sivo en la resistencia española. Algunos de los textosliterarios, seleccionados para ilustrar el capítulo de lascampañas napoleónicas en la Península Ibérica —tro-zos de Ségur y Blaze, por ejemplo—, son una claramuestra de la tendencia referida. Sin embargo, lo ciertoes que en las Juntas provinciales primero, en la JuntaCentral más tarde y, finalmente, en las Cortes de Cádizasumieron todas las funciones de gobierno las clasescultas e ilustradas.

Es especialmente sensible la ausencia de toda refe-rencia a las Cortes y Constitución de Cádiz, que sólouno de los autores menciona con una atribución erró-nea. El problema europeo de las revoluciones liberal-burguesas aparece necesariamente como la imitaciónpor parte de grupos ideológicos afrancesados de lastransformaciones acaecidas en Francia, en lugar depresentarlas como respuestas propias a los problemasque se plantean en todo el ámbito de la ilustracióneuropea.

b) 1815-1848.

Para esta época los manuales sólo tocan dos pun-tos: la intervención francesa de 1823 y la indepen-dencia de las colonias americanas. La revolución es-pañola de 1820, claramente inspiradora de movimien-tos análogos en otros países, es pretexto tan sólopara referir la intervención francesa, en lugar depresentarla como la primera en la serie de revolucio-nes nacionales contra el sistema de la Santa Alianza,papel que se reserva, impropiamente, a las revolu-ciones de 1830.

La independencia de Hispanoamérica está tratadacon alguna extensión. Convendría evitar el oscuro cua-dro que presentan algunos manuales de la situaciónde América en el siglo xvm, que da una idea inexactadel nivel económico, social y cultural, que había al-canzado una gran mejora en aquella época. Se citacomo causa principal el descontento de los criollos,deseosos de libertad política y comercial e influidospor las revoluciones de Estados Unidos y Francia.Generalmente no se alude a las transformaciones so-ciales y económicas de las colonias, que determinaronel acceso al poder de una minoría influyente, encuya formación juegan un papel básico las ideas dela ilustración y de la revolución liberal española. Elestudio de la cultura en las ciudades hispanoameri-canas, durante la segunda mital del siglo xvm, per-mite comprobarlo así.

Se alude al fracaso de la primera fase insurrec-cional y al apoyo que los independistas recibierondel exterior en el segundo período, pero no se hacever que aquélla fué una guerra civil en la que seenfrentaron fundamentalmente grupos americanos.

La única mención a España en lo que resta de esteperíodo se reduce a unas breves líneas al tratar dela guerra Carlista y la formación de la CuádrupleAlianza.

En la lección destinada a exponer la situación deEuropa entre 1830 y 1848, España ocupa cuatro líneas,en tanto que Prusia e Italia cuentan con media pá-gina, Austria con una y Rusia con dos.

Sería necesario, en el cuadro que se presenta deEuropa en víspera de 1848, mencionar como fenóme-nos importantes de este período, el hecho de que lacrisis sucesoria planteada a la muerte de Fernan-do VII, será la ocasión para un enfrentamiento de-cisivo entre los liberales y los partidarios del AntiguoRégimen (primera guerra Carlista). Vencedora en elterreno militar, la burguesía establece un régimenconstitucional, dentro del cual se enfrentarán con-servadores y liberales, y confirma, merced a la ventade los bienes de la Iglesia y el Estado (desamortiza-ción), una posición preeminente en la sociedad es-pañola.

III. DE 1848 A 1914

La historia de España de esta época no se recogeen los manuales examinados, salvo en tres brevesmenciones : la, candidatura Hohenzollern al trono es-pañol, en relación con los orígenes de la guerra franco-prusiana ; la guerra con Estados Unidos, al tratar dela historia de este país, y las conferencias de Alge-ciras, al estudiar el problema de la penetración fran-cesa en Marruecos.

Constituye una exigencia mínima, en tanto se man-tenga el presente programa, el pedir se dedique en laclase de première un capítulo a tratar de la historia es-pañola de 1848 a 1914, máxime si se tiene en cuentaque a Italia se le dedican dos capítulos (Unificacióny período 1870-1914), que Rusia, Estados Unidos yExtremo Oriente se estudian en otras tantas leccio-nes, Inglaterra en dos capítulos y Alemania en tres.

En este capítulo debería mencionarse que el régi-men liberal-burgués se ve enfrentado en 1868 conuna gran crisis político-social que conduce a la pri-mera República, fórmula radical superada poco des-pués por la obra restauradora de Cánovas, que abreun gran período de estabilidad político-social (la Res-tauración). La guerra con Estados Unidos y la inde-pendencia de Cuba y Filipinas provocarían un granimpacto en la conciencia española (generación del 98)y determinarán la crisis de los partidos históricos quesustentaban el régimen restaurado. Los movimientosregionalista y socialista se desarrollan durante esteperiodo, tratando de transformar el régimen político(constitucionalismo centralista) y social.

Es evidente que la extensión del programa no puedepermitir la multiplicación indefinida de sus capítu-los, por lo cual tal vez fuese posible incluir estasreferencias en un cuadro general de la Historia europeaentre 1870 y 1914.

En conclusión, pueden señalarse las siguientes re-comendaciones para una revisión de los textos fran-ceses en sus referencias a España entre 1700 y 1914:

Primera. La Ilustración española debe ser destaca-da con suficiente relevancia en el cuadro de la Ilus-tración europea. Junto a la recepción de las corrientesculturales de la época, hay un importante proceso dereelaboración que no deja de tener su originalidady determina un renacimiento del pensamiento y laliteratura. Sería deseable la cita de los mencionadosnombres de Feijoo, Jovellanos y Moratín.

Segunda. La obra reformista de la Monarquía ilus-trada española probablemente es, en el conjunto del

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siglo xvin, de las que alcanzan mayores resultados yconduce a una restauración económica que se reflejaen la recuperación política y militar de España. Lapoblación española a final de esta época es práctica-mente igual a la de Inglaterra. La obra de ministroscomo Floridablanca, Campomanes y Aranda debe serrecordada.

Tercera. La Ilustración y el movimiento reformistamencionados, tuvieron en América amplia repercu-sión, originando un desarrollo económico y culturalde gran transcendencia y sin el cual resulta incom-prensible el posterior movimiento de la emancipa-ción.

Cuarta. El sistema de ideas de las clases ilustradasy las formas del sentimiento patriótico que el refor-mismo político ha suscitado, unidos a una enérgicareacción popular, dan su carácter a la resistenciacontra Napoleón.

Quinta. La Constitución de Cádiz (de 1812) es unode los textos fundamentales en la etapa inicial delconstitucionalismo europeo. Debe señalarse su influen-cia en los movimientos liberales europeos de 1820, loque determinará su adopción como ley constitucionalen Nápoles, Piamonte, Portugal y algunos países deHispanoamérica.

Sexta. Temas y autores de la cultura española delSiglo de Oro (el Romancero, Calderón, el mito deD. Juan, etc.) fecundan el romanticismo europeo.

Séptima. En el campo político, durante la segundamitad del siglo xix, habría que señalar la significa-ción europea del pensamiento de Donoso Cortés y,sobre todo, la Constitución de 1876, obra de Cánovasdel Castillo y fórmula política de conciliación sobrela que se pudo organizar la España Moderna.

Octava. En el campo cultural, durante la mismaépoca, son representativos el novelista Pérez Galdós,Unamuno y los escritores de la generación del 98.La obra científica de Cajal debe ser tenida en cuenta,como creación de la moderna neurología, por cuyarazón le fué concedido el premio Nobel de 1906.

El arte español de este período se ve reducido,en el mejor de los casos, a la simple mención deGoya. Se ignora, en absoluto, la arquitectura espa-ñola del siglo xvin, sin tener en cuenta que poseecaracteres originales que la distinguen de las demásescuelas europeas. La diferencia esencial estriba enque la riqueza ornamental no se limita a los inte-riores, como en Francia e Italia, sino que decora lasfachadas con profusión desconocida en estos países.Representativos del estilo son, entre otros, los Churri-guerra y Pedro Ribera. Figura importante de la reac-ción neoclásica es el arquitecto Juan de Villanueva,autor del Museo del Prado. En pintura, al hablar deGoya, sería necesario valorar el sentido y riqueza desu obra, y destacar su importante papel en la historiade la pintura universal, como fuente de la que surgenlas más diversas corrientes : impresionismo (por suinfluencia en los pintores franceses y españoles delsiglo xxx), expresionismo y surrealismo. Habría tam-bién que citar a Fortuny (por sus relaciones con losimpresionistas franceses) y a Sorolla, principal re-presentante de esta tendencia en España. En cuantoa la música convendría incluir a Granados y Albeniz.

Novena. La inclusión de un capítulo, o en su casode un epígrafe, para desarrollar el estudio del si-glo xtx español —en el que se destaquen particular-mente los puntos indicados—, se considera convenientepara la mínima información de un bachiller francés.

II

La historia de Francia en los manuales escolaresespañoles

(1715-1914)

En relación con los siglos xvm y XIX, el análisis delos manuales españoles permite señalar las mismasdificultades observadas en la primera parte de esteinforme, referente a los dos siglos precedentes. Losprogramas españoles imponen el estudio de la Histo-ria universal en un solo ario escolar, correspondienteal cuarto curso de Bachillerato español, que equivaleal curso de troisième en Francia. Se completa esteestudio con im ario de Historia de la civilización ensexto curso, que corresponde al nivel del curso depremière. Pero esta Historia de la civilización, tam-bién universal en el tiempo y en el espacio, no hacemás que repetir los temas precedentes, insistiendo par-ticularmente sobre las nociones de Historia del arte.

El plan oficial de estos programas de historia tieneun carácter detallado e imperativo. Los mismos auto-res de los manuales se quejan de ello y alguno hablade la imposibilidad de conseguir que los temas delcuestionario oficial se correspondan con una conve-niente dinámica de los hechos históricos. Esos temastraen consigo, como ya se observaba en la primeraparte de este informe, alteraciones cronológicas quepueden engendrar confusiones en la mente de los es-colares.

Por último, las dimensiones de los manuales sonmuy limitadas porque su precio de venta así lo exige.En tales condiciones, el espacio reservado al perío-do 1715-1914, que vamos a examinar oscila, en lasobras que hemos consultado, entre 49 y 63 páginas,de las cuales de 15 a 20 están dedicadas a Francia,proporción muy considerable en relación al total, peroespacio de todos muy reducido para dos grandessiglos de historia. Una vez más, pues, lo que llama laatención del historiador francés al entrar en conoci-miento de los manuales españoles no es tanto lo quese dice como lo que no se dice.

Es cierto que el número de horas reservadas a laHistoria en las clases en que se enseña (seis horassemanales en cuarto curso y cuatro en sexto) permitesin duda a los profesores españoles desenvolver ex-posiciones más amplias que las que se contienen enlos manuales, y confiamos en ellos respecto a la ma-yor amplitud que den a sus explicaciones.

Sin embargo, en tales condiciones, la discusión bila-teral sobre los textos llega a hacerse difícil.

La Comisión española ha pedido, al ocuparnos delSiglo de Oro, numerosas adiciones en los manualesfranceses, que de todos modos presentan capítulosenteros y numerosos textos escogidos sobre Felipe II,sobre el Descubrimiento de América o sobre las gran-des obras espirituales. En su momento hemos acep-tado esas sugestiones. En justa correspondencia, se-rían de desear complementos adecuados sobre la his-toria francesa en los textos españoles, por ejemplo.para ese siglo xvili, epoca de la más grande influen-cia intelectual francesa, que no puede reducirse a losesqueléticos esquemas de los citados manuales sobreMontesquieu o Voltaire (dejando aparte olvidos com-pletos en el campo artístico, como la omisión del éxitode la artesanía parisiense, de la Regencia al Direc-torio).

Sin embargo, más que de proposiciones precisas que,en el estado actual de los programas, pueden carecerde toda eficacia, preferimos recoger algunas observa-

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ciones importantes sobre los peligros que una exce-siva brevedad de la exposición histórica puede hacercorrer a la exactitud de las imágenes nacionales quese pretenden perfilar. Y es la exactitud de tales imá-genes la que condiciona la comprensión de un paíspor los jóvenes escolares del país vecino. Sobre estodebe poner su máximo interés en su trabajo críticouna comisión bilateral como la presente.

SIGLO xvnt

El programa agrupa en sólo dos capítulos la histo-ria del siglo xvin hasta 1789. El segundo de estoscapítulos está reservado a España. El primero, pues,debe tratar a la vez de todos los aspectos del siglo xvmen todos los paises. No cabe, pues, sorprenderse deque lo concerniente a Francia sea necesariamente muyreducido. No se puede, sin embargo, al tratar de laRegencia, destacar tan sólo la inmoralidad, la especu-lación, las ruinas ; del reinado de Luis XV, la inmo-ralidad y el déficit ; del reinado de Luis XVI, pre-sentar un rey de cortos alcances, una reina frívola,unas finanzas en quiebra. No cabe tampoco reducirla política exterior a los desastres coloniales. Cierta-mente todos estos hechos son exactos : el descréditodel poder real, las derrotas y las pérdidas coloniales,los dispendios de la Corte y el déficit financiero, hanjugado su papel en la preparación de la revolución.Pero habría que señalar también que el período 172E-1776 cuenta entre los más brillantes del desarrollodemográfico y económico de Francia, así como su flo-recimiento cultural. La burguesía se enriquece graciasa los beneficios coloniales sobre el azúcar, el ron delas islas, los esclavos de Africa, etc. Numerosas ciu-dades francesas conocen entonces un tiempo de granriqueza y brillo artístico. El pensamiento y el artefrancés dan su tono a Europa. Hasta en políticaexterior, la anexión pacífica de Lorena y de Córcega,un año antes del nacimiento de Napoleón, tienen unaimportancia real en el proceso de la unidad nacional.

Este aspecto positivo del siglo debe ser destacadoen algunas lineas que podrían ser rescatadas fácil-mente de las que se conceden a ciertos tópicos y ala referencia de algunas anécdotas que nada añadende valioso en el análisis objetivo y serio de la reali-dad histórica —por ejemplo, la afición de Luis XVIpor la cerrajería, o las intrigas y dispendios de ma-dame de Pompadour.

Sobre todo, parece indispensable explicar con pre-cisión la situación de Francia en vísperas de 1789:vitalidad de la nación, malestar político y contras-tes sociales. El déficit financiero traduce la crisis delpoder y es tanto más lamentable cuanto que la ri-queza privada en su conjunto se ha incrementadoconsiderablemente. Los privilegios jurídicos de quegozan la nobleza y el clero no corresponden a sufunción económica. Las pesadas cargas fiscales y se-ñoriales que agobian a la agricultura, provocan unmalestar rural que hay que añadir a la miseria dealgunos trabajadores urbanos. La burguesía se ponea la cabeza del movimiento de reforma del Estado,de libertad civil y de igualdad ante la ley y el im-puesto. Cuenta con el apoyo de la mayor parte de lanación. Este hecho social es esencial y no se apreciabien el alcance de la Revolución francesa si se reduceen Francia el siglo xvin a ruinas, desastres, debilida-des reales o a una propaganda «filosófica» disolvente.

Todo ello supone una mala preparación de las men-tes para entender con precisión la filosofía de la ilus-tración. Sujetándose al programa, los manuales con-ceden a ésta un espacio aparte que cuantitativamente

puede ser aceptable, si se tiene en cuenta la brevedadde los volúmenes y que tiene un buen complementoen los manuales de Historia de la Cultura. La sínte-sis que se consigue en algunos párrafos es estimableen su ajustada brevedad. El lugar que correspondea Francia está netamente destacado ; pero como sehace observar en uno de los manuales, si los filó-sor os franceses son más radicales que los represen-tantes de la Ilustración en otros países, es esto debidoa las condiciones sociales particulares de Francia. Enconsecuencia, sería necesario analizar estas últimas.El historiador francés, más que ver aumentar las re-ferencias a filósofos franceses, desearía que se en-cuadraran éstos cronológicamente, entre la ideologíainglesa a comienzos de siglo y el ulterior desenvolvi-miento de la filosofía alemana. Incluso en Franciase dan con demasiada frecuencia los nombres deBayle, Fontenelle, Montesquieu, Rousseau, como si setratara de contemporáneos. De hecho, no aparece consuficiente claridad que Francia ocupa en ese períodouna posición de vanguardia, pero en un movimientoconjunto del pensamiento.

LA REVOLUCIÓN FRANCESA

Se consagra un capítulo a la Revolución francesa yal imperio napoleónico, y el espacio que se concedea las guerras hace que el movimiento interno de laRevolución se resuma muy brevemente.

Refiriéndonos a la Revolución, no es enteramenteexacto hablar de la pérdida de prestigio de la Mo-narquía: la institución monárquica y la persona delrey siguen siendo muy populares en 1789 y sólo através de los acontecimientos revolucionarios se iráborrando esa popularidad. Tampoco es suficiente alu-dir a la inconsciencia y a la frivolidad de la nobleza :existió una aristocracia con un conservadurismo cons-ciente y sería posible citar algunos grandes noblesliberales (La Fayette).

De la misma manera, si el 14 de julio, el 10 deagosto, las matanzas de septiembre, el terror, la gui-llotina, son por lo general mencionados, omitir otroshechos lleva a dar una idea incompleta del fenómenorevolucionario. La noche del 4 de agosto es funda-mental para la destrucción del antiguo régimen so-cial ; la Declaración de Derechos es el texto ideoló-gico básico para la afirmación de los principios de 1789(libertad, igualdad, soberanía del pueblo); finalmente,la Fiesta de la Federación consagra la unidad nacio-nal francesa, voluntariamente confirmada.

En política exterior importa poner de relieve loslazos esenciales entre la guerra y la revolución : laadhesión popular a la «patria en peligro», la impor-tancia simbólica de la batalla de Valmy, la explica-ción de la Dictadura del Gobierno revolucionario pordificultades interiores y exteriores.

Al insistir sobre los excesos de la Revolución, secorre el riesgo de oscurecer sus aspectos positivos : enel plano jurídico, con la supresión de los privilegios ;en el social, con la nueva distribución de la propiedadterritorial en virtud de la venta de los bienes nacio-nales; en lo político, por la nueva concepción popularde la nación que será, recogida, contra Napoleón mis-mo, por otros pueblos europeos. Otros elementos, sison menos brillantes, no dejan sin embargo de tenerimportancia : administración unificada, simplificaciónfiscal, organización escolar y desarrollo científico. Es-tos olvidos pueden dar lugar a que las mentes de losjóvenes no comprendan lo que será la Francia delsiglo xix ante ella misma y ante los ojos de los otrospaíses, ni tampoco la influencia que el ejemplo fran-

Page 11: INFORMACION EXTRANJERA para la revisión bilateral de los ... · relieve para no omitirse totalmente. d) Guerra de Sucesión. En los manuales sólo se habla de ella dentro de la política

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cés ha ejercido sobre los movimientos liberales ynacionales europeos.

NAPOLEÓN Y LA INTERVENCIÓN FRANCESA EN ESPAÑA

Francia ejerce entonces una gran influencia enEuropa, pero conviene no atribuir a una influenciafrancesa, con carácter exclusivo y directo, ideas yreformas que responden en el momento a problemascomunes al Occidente europeo—problemas que en Es-paña suscitan fórmulas con frecuencia originales—. Enese sentido la obra de las Cortes de Cádiz (1810-1812)no debe presentarse como una mera reproducción delejemplo francés.

Desde el punto de vista de la comprensión recíprocaentre España y Francia hay que reaccionar contrala tendencia a confundir un hecho nacional español,como es la resistencia al invasor francés, con unaactitud ideológica contra todas las ideas de la Revo-lución. No se trata de disimular los sufrimientos im-puestos al pueblo español por la ocupación napoleóni-ca. Una revisión bilateral de manuales no tiene porobjeto correr un velo sobre las violencias de la His-toria. Pero en la medida incluso en que la interven-ción de los «Cien mil hijos de San Luis» (1823) exigeser aludida, puede servir de prueba para confirmarque no hay identidad entre Francia y la Revolucióny España y el Antiguo Régimen.

SIGLO XIX

Respecto a todo el siglo xrx (hasta 1914, límite denuestro examen) los inconvenientes de una exposicióndemasiado breve, se hacen sentir más gravemente enla parte de los manuales españoles consagrada aFrancia.

El espacio reservado a los reinados de Luis XVIII,Carlos X y Luis Felipe es muy reducido, y más aúnal tener que ocuparse en ellos de las revolucionesde 1830 a 1848. Esta última que establece el sufragiouniversal y se articula en un vasto movimiento eu-ropeo, tiene evidentemente gran importancia. Pero eljoven lector español corre el riesgo de no guardarmás impresión que la de un país en revolución con-tinua, siendo así que ésta se reduce a unos brevesmomentos y que la estabilización de la sociedad fran-

cesa campesina y burguesa se alcanza precisamentea través de esta época.

El segundo Imperio, que marca en Francia un pe-ríodo de expansión económica y actividad exterior(anexión de Saboya, desarrollo colonial), apenas siestá mejor tratado, aunque dos manuales señalen queFrancia pasa entonces por una fase de apogeo, sinexplicar el sentido que hay que dar a esta palabra.

El drama de 1871, que tan fuertemente influyó so-bre toda una generación, resulta por completo des-atendido.

Por último, al no señalarse el advenimiento de latercera República, los alumnos pueden perfectamenteignorar qué tipo de Gobierno reinaba en Francia enlas fechas en que se sitúa la formación del imperiocolonial francés y el estallido de la guerra de 1914.Es francamente insuficiente observar tan sólo quela República vivió agitada sin cesar por las luchasentre los partidos y que tuvo un carácter laico muyacentuado. Francia conoce entonces, en efecto, unimportante desarrollo económico y social. Es una delas principales potencias económicas del mundo y lasegunda potencia colonial y militar. Si se omitenestos hechos, es difícil justificar la victoria de Fran-cia y de los aliados en la guerra de 1914.

No se trata de pedir largas exposiciones sobre lahistoria política de la tercera República. Pero algunaspalabras sobre la riqueza francesa, con sus inversio-nes en el extranjero, sobre las leyes sociales, sobrela política educativa, tal vez alguna alusión sobrelos puntos débiles, como la demografía, por ejemplo,son necesarias para preparar a los jóvenes alumnos yhacerles comprender la etapa final de su programade estudios: victoria de 1918, crisis entre las dos gue-rras, caída y restablecimiento de la sociedad francesa.

Al final del trabajo consagrado al período 1715-1914,las dos Delegaciones constatan el espíritu de compren-sión que ha presidido sus debates y subrayan la im-portancia de la Historia para una más justa aprecia-ción de las relaciones entre los pueblos. Formulanpor ello el deseo de que el espacio concedido a laHistoria en la enseñanza secundaria española sea ma-yor, a fin de que las exposiciones de la historia fran-cesa sean menos esquemáticas y permitan un cono-cimiento mutuo más profundo entre dos naciones ve-cinas y amigas.