Información sobre Medina del Campo

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Historia de Medina del Campo Los primeros datos recogidos en torno a los primitivos asentamientos humanos se refieren a yacimientos hallados en los alrededores del actual emplazamiento de la fortaleza de La Mota, y son de la Edad del Hierro (siglos VII-V a.C.). Ya en la segunda mitad del siglo XI La Mota se configura como un enclave de población permanente situado en una encrucijada de caminos, hecho que será una constante fundamental en el devenir histórico de Medina. A través de la construcción sucesiva de tres recintos amurallados y caminos naturales, se va articulando un entramado urbano estable, abrazando un territorio que prácticamente coincide con en que actualmente ocupa la Villa. Durante los siglos XV y XVI, Medina del Campo alcanza su época dorada; además de conocer la mayor expansión territorial de su historia, cobra un protagonismo notorio en el gobierno del reino. Don Fernando de Antequera y sobre todo los Reyes Católicos la favorecen continuamente haciendo de ella un lugar altamente urbanizado para la época, con las ferias como auténtico motor de su progreso. Por entonces, la población se reparte en cinco grandes sectores: el central, foro mercantil y escenario de las ferias; el "aristocrático", el más occidental, que agrupa numerosos edificios monumentales, ya fueren conventos, parroquias o grandes casonas palaciegas; los arrabales extramuros, barrios situados fuera del tercer cordón amurallado; el situado en la parte septentrional, en la margen derecha del río Zapardiel, seguramente el más extenso de todos, y el enclavado en el cerro de la Mota y sus inmediaciones, en franco declive, que ya conoce el comienzo de su despoblación definitiva. Por este tiempo, Medina cuenta con una población cercana a los 20.000 habitantes, número muy elevado en esa época, y lo que es más importante, con un nivel económico y de productividad muy superior al de otras ciudades castellanas. El declive del comercio de la lana, de las ferias en general y del favor real , hacen que la población decaiga vertiginosamente, las casas se abandonan, la actividad comercial poco menos que desaparece y el Patrimonio monumental disminuye ostensiblemente. Así, se llega a una situación límite que toca fondo en 1843, cuando Medina del Campo pierde la categoría de cabeza de partido judicial, y es en este contexto en el que debemos situarnos de nuevo para valorar en justa medida su actual dimensión patrimonial. Tres factores concurren a la hora de fundamentar la nueva expansión medinense: la llegada del ferrocarril primordialmente, la reconstrucción y puesta en servicio del cuartel militar y el establecimiento del balneario en el cercano paraje de las Salinas. La incipiente industria inicia un periodo de transformación parcial entre 1871 y 1912, de consolidación entre 1913 y 1922, y de crisis a partir de 1932 hasta los años sesenta. En este tiempo, el centro urbano de la localidad va a experimentar una serie de transformaciones encaminadas a la urbanización de los espacios y servicios públicos, que trae aparejada una nueva destrucción de una parte significativa de su Patrimonio. De este modo, no cabe duda que mejoran sensiblemente las infraestructuras, merced sobre todo a la formación de un nudo ferroviario de primera categoría (hoy, en ligero retroceso); con él, la llegada temprana del telégrafo (1866) y la electricidad (1895), nuevas alineaciones de plazas y calles céntricas, apertura de otras tantas, así como de espacios verdes, mejora de las construcciones, aparición de la prensa periódica, etc. Sin embargo, desde el punto de vista monumental pierde la totalidad (excepto en la Plaza Mayor) de su centro histórico asoportalado, todos los lienzos de su tercer cordón amurallado así como sus puertas (de Valladolid, de Ávila, Salamanca, etc.) y un sin fin de

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Historia de Medina del Campo

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Historia de Medina del Campo

Los primeros datos recogidos en torno a los primitivos asentamientos humanos se refieren a yacimientos hallados en los alrededores del actual emplazamiento de la fortaleza de La Mota, y son de la Edad del Hierro (siglos VII-V a.C.). Ya en la segunda mitad del siglo XI La Mota se configura como un enclave de población permanente situado en una encrucijada de caminos, hecho que será una constante fundamental en el devenir histórico de Medina. A través de la construcción sucesiva de tres recintos amurallados y caminos naturales, se va articulando un entramado urbano estable, abrazando un territorio que prácticamente coincide con en que actualmente ocupa la Villa.

Durante los siglos XV y XVI, Medina del Campo alcanza su época dorada; además de conocer la mayor expansión territorial de su historia, cobra un protagonismo notorio en el gobierno del reino. Don Fernando de Antequera y sobre todo los Reyes Católicos la favorecen continuamente haciendo de ella un lugar altamente urbanizado para la época, con las ferias como auténtico motor de su progreso. Por entonces, la población se reparte en cinco grandes sectores: el central, foro mercantil y escenario de las ferias; el "aristocrático", el más occidental, que agrupa numerosos edificios monumentales, ya fueren conventos, parroquias o grandes casonas palaciegas; los arrabales extramuros, barrios situados fuera del tercer cordón amurallado; el situado en la parte septentrional, en la margen derecha del río Zapardiel, seguramente el más extenso de todos, y el enclavado en el cerro de la Mota y sus inmediaciones, en franco declive, que ya conoce el comienzo de su despoblación definitiva. Por este tiempo, Medina cuenta con una población cercana a los 20.000 habitantes, número muy elevado en esa época, y lo que es más importante, con un nivel económico y de productividad muy superior al de otras ciudades castellanas.

El declive del comercio de la lana, de las ferias en general y del favor real , hacen que la población decaiga vertiginosamente, las casas se abandonan, la actividad comercial poco menos que desaparece y el Patrimonio monumental disminuye ostensiblemente. Así, se llega a una situación límite que toca fondo en 1843, cuando Medina del Campo pierde la categoría de cabeza de partido judicial, y es en este contexto en el que debemos situarnos de nuevo para valorar en justa medida su actual dimensión patrimonial.

Tres factores concurren a la hora de fundamentar la nueva expansión medinense: la llegada del ferrocarril primordialmente, la reconstrucción y puesta en servicio del cuartel militar y el establecimiento del balneario en el cercano paraje de las Salinas. La incipiente industria inicia un periodo de transformación parcial entre 1871 y 1912, de consolidación entre 1913 y 1922, y de crisis a partir de 1932 hasta los años sesenta.

En este tiempo, el centro urbano de la localidad va a experimentar una serie de transformaciones encaminadas a la urbanización de los espacios y servicios públicos, que trae aparejada una nueva destrucción de una parte significativa de su Patrimonio. De este modo, no cabe duda que mejoran sensiblemente las infraestructuras, merced sobre todo a la formación de un nudo ferroviario de primera categoría (hoy, en ligero retroceso); con él, la llegada temprana del telégrafo (1866) y la electricidad (1895), nuevas alineaciones de plazas y calles céntricas, apertura de otras tantas, así como de espacios verdes, mejora de las construcciones, aparición de la prensa periódica, etc.

Sin embargo, desde el punto de vista monumental pierde la totalidad (excepto en la Plaza Mayor) de su centro histórico asoportalado, todos los lienzos de su tercer cordón amurallado así como sus puertas (de Valladolid, de Ávila, Salamanca, etc.) y un sin fin de

edificaciones singulares tales como el Palacio Real Testamentario y la iglesia de San Pedro. El desarrollismo de los años sesenta y su fiebre constructora acabará del mismo modo con iglesias como la Vera Cruz y multitud de construcciones civiles de interés histórico-artístico, recibiendo las sinergias de procesos de depredación en centros históricos de ciudades de mayor entidad como Valladolid, Vigo o Gijón.

Hoy, Medina del Campo se configura como el núcleo de población más importante jerárquica y funcionalmente de la provincia de Valladolid después, claro está, de la capital regional.

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