Informe de AMF sobre el atraso cambiario

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La inflación redujo más de 50% el tipo de cambio Tipo de cambio $ / U$S expresado en pesos de enero de 2013. En enero de 2013, el tipo de cambio oficial se ubicó en $ 4,95 por dólar en promedio. Si tomáramos como referencia esta paridad inicial del año y la vinculáramos con una serie expresada en moneda constante correspondiente de los siete años precedentes (utilizándose como factor de corrección la evolución de los respectivos índices de precios al consumidor de las Provincias de Santa Fe y San Luis), nos encontraríamos con que la moneda norteamericana perdió casi el 55% de su poder de compra a nivel doméstico . Por lo tanto, para equiparar al tipo de cambio real de enero de 2005 (de $ 10,82 por dólar), el Banco Central debería elevar la paridad nominal en casi un 120% (ver gráfico). Sencillamente, una medida de esta magnitud sería impensable por muchas razones. También es lógico conjeturar que si las subas de precios no hubieran ejercido ningún impacto distorsivo, el valor del tipo de cambio nominal hubiera quedado pegado en aproximadamente $ 3 por dólar lo cual, posiblemente, no hubiera disparado las presiones de demanda de divisas observadas durante los últimos años, ni las amenazas que sufrió el stock de Reservas Internacionales del BCRA, ni la vertiginosa implementación de los controles cambiarios observados, ni la aparición de cuevas, ni mercados informales, ni “fantasías” en el público sobre un posible escenario semejante al de fines de 2001. Según la cultura del mercado, quienes ingresan dólares (que luego se transforman en oferta monetaria y crédito) pretenden que no se licúen sus ingresos en pesos para que, básicamente, sean suficientes para enfrentar los costos de producción y redituados sus propios esfuerzos y los riesgos de los emprendimiento. Téngase en cuenta que, sin embargo, no estamos comparando con la inflación ni con tipos de cambios nominales de los socios comerciales del país. Si se lo hiciera, la situación no hubiera sido tan crítica como la que surge del gráfico (la línea azul Actividad Moneda y F inanzas. E CONOMIA AMF El tipo de cambio perdió alrededor del 55% de su valor real desde 2005. Del lado del productor, el que apostó al dólar o actividades nominadas en esta moneda en los últimos 8 años perdió por el doble efecto surgido de la inflación y la estabilidad cambiaria: claramente, se produjo un deterioro de la competitividad. Si estos agentes económicos hubieran podido captar la suba de los precios internos a través de compras de instrumentos reales y financieros sin demasiado desconcierto, la historia hubiese sido menos tensa. Siguiendo este mismo razonamiento, si los que recibieron ingresos en dólares hubieran podido internalizar el efecto exógeno de los precios internacionales que operó con contundencia hasta la crisis de los bancos estadounidenses (mediados de 2008), quizás no quedaba tan expuesta esta distorsión de precios relativos (pérdida de competitividad), ni se generaban cambios tan contundentes del humor entre quienes participan del negocio. Por último, queda claro que es la persistente suba de precios (y su no reconocimiento, básicamente) el fenómeno que está creando “fantasmas” donde posiblemente no los haya porque la estabilización cambiaria de estos años, en realidad, constituye una virtud del modelo. Cuando la actividad económica se estancó entre septiembre de 2008 y julio de 2009, en “el hervidero” producido por la crisis internacional, la inflación mermó significativamente y la apreciación cambiaria se descomprimió (gráfico). En la actualidad, con caídas en la demanda, producto de la incertidumbre E-13 $ 4,95 E-06 $ 9,91 E-05 $ 10,82 E-07 $ 9,16 E-08 $ 8,29 E-09 $ 7,57 E-10 $ 7,09 E-11 $ 5,99 E-12 $ 5,36 4 5 6 7 8 9 10 11 ene-05 jul-05 ene-06 jul-06 ene-07 jul-07 ene-08 jul-08 ene-09 jul-09 ene-10 jul-10 ene-11 jul-11 ene-12 jul-12 ene-13

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La inflación redujo más de 50% el tipo de cambio

Tipo de cambio $ / U$S expresado en pesos de enero de 2013.

En enero de 2013, el tipo de cambio oficial se ubicó en $ 4,95 por dólar en promedio. Si tomáramos como referencia esta paridad inicial del año y la vinculáramos con una serie expresada en moneda constante correspondiente de los siete años precedentes (utilizándose como factor de corrección la evolución de los respectivos índices de precios al consumidor de las Provincias de Santa Fe y San Luis), nos encontraríamos con que la moneda norteamericana perdió casi el 55% de su poder de compra a nivel doméstico. Por lo tanto, para equiparar al tipo de cambio real de enero de 2005 (de $ 10,82 por dólar), el Banco Central debería elevar la paridad nominal en casi un 120% (ver gráfico). Sencillamente, una medida de esta magnitud sería impensable por muchas razones. También es lógico conjeturar que si las subas de precios no hubieran ejercido ningún impacto distorsivo, el valor del tipo de cambio nominal hubiera quedado pegado en aproximadamente $ 3 por dólar lo cual, posiblemente, no hubiera disparado las presiones de demanda de divisas observadas durante los últimos años, ni las amenazas que sufrió el stock de Reservas Internacionales del BCRA, ni la vertiginosa implementación de los controles cambiarios observados, ni la aparición de cuevas, ni mercados informales, ni “fantasías” en el público sobre un posible escenario semejante al de fines de 2001.

Según la cultura del mercado, quienes ingresan dólares (que luego se transforman en oferta monetaria y crédito) pretenden que no se licúen sus ingresos en pesos para que, básicamente, sean suficientes para enfrentar los costos de producción y redituados sus propios esfuerzos y los riesgos de los emprendimiento. Téngase en cuenta que, sin embargo, no estamos comparando con la inflación ni con tipos de cambios nominales de los socios comerciales del país. Si se lo hiciera, la situación no hubiera sido tan crítica como la que surge del gráfico (la línea azul no habría mostrado una caída libre tan precipitada y continua como la que manifiesta el recorrido de toda su traza). Pese a que el mercado de cambios y la inflación interna no hayan funcionado en sintonía en el período bajo análisis, la economía internacional estuvo de nuestro lado gracias a las apreciaciones provocadas por las políticas monetaria de EEUU y cambiaria de Brasil.

Actividad Moneda y Finanzas.

ECONOMIA

AMF El tipo de cambio perdió alrededor

del 55% de su valor real desde 2005.

Del lado del productor, el que apostó al dólar o actividades nominadas en esta moneda en los últimos 8 años perdió por el doble efecto surgido de la inflación y la estabilidad cambiaria: claramente, se produjo un deterioro de la competitividad. Si estos agentes económicos hubieran podido captar la suba de los precios internos a través de compras de instrumentos reales y financieros sin demasiado desconcierto, la historia hubiese sido menos tensa. Siguiendo este mismo razonamiento, si los que recibieron ingresos en dólares hubieran podido internalizar el efecto exógeno de los precios internacionales que operó con contundencia hasta la crisis de los bancos estadounidenses (mediados de 2008), quizás no quedaba tan expuesta esta distorsión de precios relativos (pérdida de competitividad), ni se generaban cambios tan contundentes del humor entre quienes participan del negocio.

Por último, queda claro que es la persistente suba de precios (y su no reconocimiento, básicamente) el fenómeno que está creando “fantasmas” donde posiblemente no los haya porque la estabilización cambiaria de estos años, en realidad, constituye una virtud del modelo. Cuando la actividad económica se estancó entre septiembre de 2008 y julio de 2009, en “el hervidero” producido por la crisis internacional, la inflación mermó significativamente y la apreciación cambiaria se descomprimió (gráfico). En la actualidad, con caídas en la demanda, producto de la incertidumbre global y la tensión cambiaria interna, ¿deberíamos suponer un escenario semejante al de aquellos años? Posiblemente NO porque, si bien en enero de 2013 la curva parecería amesetarse (frenarse el deterioro de precios relativos), el proceso no luce tan definido como el del bienio 2008/2009 dado que la inflación ya no parece ser producto de un exceso de gasto sino de un “enquistamiento en las expectativas”.

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