Informe Misionero Mundial 20/04/2013

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D esde su niñez, la aguda mente de Stephen se hizo muchas preguntas sobre Dios. Cuando escuchó la historia de la creación, se dio cuenta de que Dios descansó el séptimo día, pero a él le parecía extraño que su iglesia reuniera los domingos. ¿Cómo puede ser el domingo el primer día y el séptimo día de la semana a la vez?, se preguntaba. Nadie podía darle una res- puesta satisfactoria. Todo un misterio para él En la secundaria, él asistió a varias iglesias, pero en cada una parecía faltar algo, y la pregunta del sábado aún no lo dejaba tranquilo. Leyendo la Biblia, se encontró con los Diez Mandamientos, lo que lo hizo enfocarse aún más en el misterio del sábado y el domingo. Un día se le ocurrió preguntarle a un pastor de una iglesia sobre el misterio del sábado y el domingo, pero en vez de recibir una respuesta recibió la advertencia de que evitara a los guardadores del sábado. Stephen había escuchado hablar de esas per- KENIA | 20 de Abril Stephen Marete 9 sonas que adoraban a Dios los sábados, pero muchos creían que ellos adoraban al diablo, comían carne humana y bebían sangre. Step- hen suspiró. ¿Encontraría una respuesta que lo satisficiera? Entonces, un día Stephen fue a la oficina administrativa de la escuela, y la per- sona que lo atendió le dio una revista que ha- blaba del sábado. Él se la llevó hasta su habi- tación ansioso por leerla, pero otro chico se la quitó antes de que él tuviera tiempo siquiera de abrirla. Al fin llega la luz Stephen regresó a su casa durante el verano y encontró algunos libros que su hermano ha- bía llevado. Uno de ellos era El conflicto de los siglos. Stephen los leyó con interés, verificando las citas bíblicas para asegurarse de que lo que decía era verdad. Estaba asombrado con el libro y convencido de que este decía la verdad, así que compartió lo que estaba aprendiendo con sus amigos. Uno de sus amigos quiso saber más sobre el sábado. Stephen se puso a buscar para ver si alguien en su localidad guardaba el sábado. Final¬mente, conoció a un hombre adventista que le respon- dió las preguntas que Stephen había estado ha- ciéndose durante años. Cuando se puso a es- tudiar la Biblia con este hombre, se dio cuenta de que le estaba diciendo la verdad. El hombre invitó a Stephen a asistir a la iglesia con él, y él estuvo contento de acceder. Pero la iglesia más cercana estaba a tres horas de camino de allí. Stephen recordó los rumores que decían que los guardadores del sábado eran adoradores del diablo. Aun así, estaba determinado a ver por Un corazón que busca Un corazón que busca MISIÓN ADVENTISTA - DIVISIÓN AFRICANA CENTRO -- ORIENTAL Material adaptado y facilitado por RECURSOS ESCUELA SABÁTICA © www.escuela-sabatica.com

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Desde su niñez, la aguda mente de Stephen se hizo muchas preguntas sobre Dios.

Cuando escuchó la historia de la creación, se dio cuenta de que Dios descansó el séptimo día, pero a él le parecía extraño que su iglesia reuniera los domingos. ¿Cómo puede ser el domingo el primer día y el séptimo día de la semana a la vez?, se preguntaba. Nadie podía darle una res-puesta satisfactoria.

Todo un misterio para élEn la secundaria, él asistió a varias iglesias, pero

en cada una parecía faltar algo, y la pregunta del sábado aún no lo dejaba tranquilo. Leyendo la Biblia, se encontró con los Diez Mandamientos, lo que lo hizo enfocarse aún más en el misterio del sábado y el domingo. Un día se le ocurrió preguntarle a un pastor de una iglesia sobre el misterio del sábado y el domingo, pero en vez de recibir una respuesta recibió la advertencia de que evitara a los guardadores del sábado.

Stephen había escuchado hablar de esas per-

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sonas que adoraban a Dios los sábados, pero muchos creían que ellos adoraban al diablo, comían carne humana y bebían sangre. Step-hen suspiró. ¿Encontraría una respuesta que lo satisficiera? Entonces, un día Stephen fue a la oficina administrativa de la escuela, y la per-sona que lo atendió le dio una revista que ha-blaba del sábado. Él se la llevó hasta su habi-tación ansioso por leerla, pero otro chico se la quitó antes de que él tuviera tiempo siquiera de abrirla.

Al fin llega la luzStephen regresó a su casa durante el verano

y encontró algunos libros que su hermano ha-bía llevado. Uno de ellos era El conflicto de los siglos. Stephen los leyó con interés, verificando las citas bíblicas para asegurarse de que lo que decía era verdad. Estaba asombrado con el libro y convencido de que este decía la verdad, así que compartió lo que estaba aprendiendo con sus amigos. Uno de sus amigos quiso saber más sobre el sábado.

Stephen se puso a buscar para ver si alguien en su localidad guardaba el sábado. Final¬mente, conoció a un hombre adventista que le respon-dió las preguntas que Stephen había estado ha-ciéndose durante años. Cuando se puso a es-tudiar la Biblia con este hombre, se dio cuenta de que le estaba diciendo la verdad. El hombre invitó a Stephen a asistir a la iglesia con él, y él estuvo contento de acceder. Pero la iglesia más cercana estaba a tres horas de camino de allí.

Stephen recordó los rumores que decían que los guardadores del sábado eran adoradores del diablo. Aun así, estaba determinado a ver por sí

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C á p s u l a i n f o r m a t i v a La Universidad de África Oriental en

Baratón, en el este de Kenia, es una de las tres universidades patrocinadas por la División. En ella se imparten una buena cantidad de cursos y carreras en los que los estudiantes aprenden a servir a Dios en su país.

En la universidad, actualmente, cursan es-tudios más de dos mil estudiantes, y muchos otros están esperando para poder inscribirse. Pero la universidad no cuenta con dormitorios suficientes para atender a tantos alumnos. Parte de la ofrenda de este decimotercer sábado ayudará a proveer dormitorios para los alumnos casados y el cuerpo docente, de manera que la universidad pueda continuar creciendo y aceptando a más alumnos del este de África.

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mismo si estas personas adoraban a Dios, co-mo enseña la Biblia, o si en verdad eran ado-radores del diablo.

El sábado temprano se encontró con su nuevo amigo, e hicieron juntos el recorrido de tres horas hacia la iglesia. Cuando llegaron a la iglesia, Stephen dejó que su amigo entrara primero, mientras él se fijaba si los demás en-traban caminando hacia atrás, o se quitaban la ropa. Pero los feligreses entraron reverentemente, y lucían bastante normales. Aun así, Stephen mantuvo un ojo avizor ante cualquier cosa que luciera inusual.

Stephen escuchó cuidadosamente mientras los miembros discutían la lección bíblica. Él buscó los textos que citaban y descubrió que esta gen-te en verdad enseñaba la Palabra de Dios.

Después de la iglesia, invitaron a Stephen a quedarse a almorzar junto a toda la iglesia. En la mesa no había carne humana ni sangre. De hecho, no había ningún tipo de carne. De he-

cho, no había ningún tipo de carne. Después del almuerzo asistió a otro estudio bíblico, to-do un festín para un alma sedienta de apren-der. Camino a casa, decidió regresar nueva-mente a adorar a Dios con los adventistas.

Dando un paso de feStephen estaba convencido de que la Iglesia

Adventista enseñaba la verdad que se encuen-tra en la Biblia, y decidió bautizarse. Sus pa-dres se resistieron a su nueva fe, y surgieron diferencias religiosas en su relación. Más tar-de, Stephen se fue de la casa y se mudó a otro pueblo, donde consiguió un empleo en el que le permitieron guardar el sábado. Allí conoció a sus nuevos hermanos de la iglesia y comen-zó a compartir su fe con otros. Varias familias conocieron a Cristo gracias al testimonio de Stephen.

Stephen estudió agricultura en una escuela local y, a pesar de algunos problemas con el sábado, pudo graduarse. Pero él anhelaba es-tudiar la Palabra de Dios en profundidad. Un día, supo de la existencia de la Universidad Adventista de África Oriental, y viajó al este de Kenia para inscribirse en ella; pero no tenía patrocinante ni becas, así que le tocaría traba-jar duro para pagar sus estudios. No obstante, su objetivo está claro, y pronto se graduará. Él quiere regresar a la casa de sus padres para compartir el evangelio con ellos.

“Hay tan pocos adventistas en mi región que es casi un área inhóspita para la iglesia —dice Stephen—. Ha sido un largo recorrido hasta la verdad, pero le doy a gracias a Dios porque en esta institución él está en primer lugar”.

Parte de la ofrenda del decimotercer sábado de este trimestre ayudará a proveer dormitorios para los alumnos y los profesores, así como un edificio de salones de clase para la escuela primaria, de manera que muchos otros jóve-nes puedan conocer del amor de Dios y servir a la humanidad en África oriental.