Informe Misionero Mundial 30/03/2013

3
29 Narrador: La División del Pacífico Sur está formada por Australia y varias naciones insulares. Aunque la mayoría de los 423.000 miembros vive en las islas esparcidas a lo largo y ancho del Pacífico Sur, la mayoría de los recursos fi- nancieros se encuentran en Australia y Nueva Zelanda, donde hay una menor cantidad de miembros. En Papua Nueva Guinea se halla más de la mitad de los creyentes de esta División. A pesar de ello, la mayoría de los adventistas de Papúa Nueva Guinea vive en aldeas muchas veces ais- ladas, de las regiones montañosas del país. La mayoría de los habitantes subsiste gracias a las huertas que cultivan en las escarpadas laderas. Algunas regiones están tan aisladas que la gente vive de manera similar a la de sus antepasados de hace siglos. Hasta hace poco, todavía existía el canibalismo en algunas de estas zonas. Aldeas enteras son transformadas cuando tienen oportunidad de escuchar el mensaje de Dios. Pero, la tarea de alcanzarlas ha sido una lucha para desterrar las tinieblas y ganar a las almas para Jesucristo Participantes: Un narrador y una o más personas que cuenten la historia de Len y Mavis Barnard. [Aclaración: Los participantes no necesitan memorizar sus intervenciones, pero deberían estar lo suficientemente familiarizados con el material para que no tengan que leer cada palabra del guión. Que los participantes practiquen para que se sientan cómodas y puedan modular sus palabras donde sea necesario] Escenario: Un mapa grande de la División del Pacífico Sur [Escanee el mapa de la última pági- na del folleto de Escuela Sabática y proyéctelo en una pantalla, o dibuje un mapa en un afiche]. Programa para el 13er. Sábado “¡Firmes! ¡Fuertes!” Himnario Adventista, Nº 509 (ed. 2010) Director o Maestro de Escuela Sabática Oración Programa “La misión en las nubes” Ofrenda Mientras se recoge la ofrenda, pida a los niños que canten “Cristo me ama” en pidgin. Himno final Hoy quiero trabajar contigo” Himnario Adventista, Nº 493 (ed. 2010). Oración final Himno de apertura Bienvenida MISIÓN ADVENTISTA - DIVISIÓN DEL PACÍFICO SUR Material adaptado y facilitado por RECURSOS ESCUELA SABÁTICA © www.escuela-sabatica.com

Transcript of Informe Misionero Mundial 30/03/2013

Page 1: Informe Misionero Mundial 30/03/2013

29

Narrador: La División del Pacífico Sur está formada por Australia y varias naciones insulares. Aunque la mayoría de los 423.000 miembros vive en las islas esparcidas a lo largo y ancho del Pacífico Sur, la mayoría de los recursos fi-nancieros se encuentran en Australia y Nueva Zelanda, donde hay una menor cantidad de miembros.

En Papua Nueva Guinea se halla más de la mitad de los creyentes de esta División. A pesar de ello, la mayoría de los adventistas de Papúa Nueva Guinea vive en aldeas muchas veces ais-

ladas, de las regiones montañosas del país. La mayoría de los habitantes subsiste gracias a las huertas que cultivan en las escarpadas laderas. Algunas regiones están tan aisladas que la gente vive de manera similar a la de sus antepasados de hace siglos. Hasta hace poco, todavía existía el canibalismo en algunas de estas zonas.

Aldeas enteras son transformadas cuando tienen oportunidad de escuchar el mensaje de Dios. Pero, la tarea de alcanzarlas ha sido una lucha para desterrar las tinieblas y ganar a las almas para Jesucristo

Participantes: Un narrador y una o más personas que cuenten la historia de Len y Mavis Barnard. [Aclaración: Los participantes no necesitan memorizar sus intervenciones, pero deberían estar lo suficientemente familiarizados con el material para que no tengan que leer cada palabra del guión. Que los participantes practiquen para que se sientan cómodas y puedan modular sus palabras donde sea necesario]

Escenario: Un mapa grande de la División del Pacífico Sur [Escanee el mapa de la última pági-na del folleto de Escuela Sabática y proyéctelo en una pantalla, o dibuje un mapa en un afiche].

P r o g r a m a p a r a e l 1 3 e r . S á b a d o

“¡Firmes! ¡Fuertes!”Himnario Adventista, Nº 509 (ed. 2010)

Director o Maestro de Escuela Sabática

OOOrrraaaccciiióóónnn

PPPrrrooogggrrraaammmaaa “La misión en las nubes”

OOOfffrrreeennndddaaa Mientras se recoge la ofrenda, pida a los niños que canten “Cristo me ama” en pidgin.

HHHiiimmmnnnooo fffiiinnnaaalll “Hoy quiero trabajar contigo”Himnario Adventista, Nº 493 (ed. 2010).

OOOrrraaaccciiióóónnn fffiiinnnaaalll

Himno de apertura

Bienvenida

MIS

IÓN

AD

VE

NT

IST

A -

DIV

ISIÓ

N D

EL

PA

CÍF

ICO

SU

R

Material adaptado y facilitado por RECURSOS ESCUELA SABÁTICA © www.escuela-sabatica.com

Page 2: Informe Misionero Mundial 30/03/2013

30

ww

w.A

dven

tistM

issi

on.o

rg

Reportero 1Len Barnard se paró frente al hospital rural de la

costa de Papúa Nueva Guinea, una isla escarpada con grandes regiones selváticas al norte de Australia [Ubique Papúa Nueva Guinea en el mapa]. En las laderas de las montañas, algunos puntos oscuros esparcidos a lo lar-go y a lo ancho del terreno señalaban pequeñas aldeas que solo podían ser alcanzadas después de caminar durante días por senderos peligrosos. Algún día voy a visitar esas aldeas, pensó Len.

Un avión pasó volando sobre el hospital y aterrizó en una base aérea cercana. Algún día voy a volar hasta esas montañas en nombre de Dios, expresó con confian-za. Len, un médico del ejército, sentía un profundo amor por los nativos y anhelaba ayudarlos.

Reportero 2: Dios abrirá el caminoCuando la guerra llegó a su fin, Len presentó una so-

licitud para ser misionero. Pero la iglesia no tenía dine-ro para enviar más misioneros. Se sintió desilusionado; pero, junto a su esposa, Mavis, comenzaron a orar pa-ra hacer la voluntad de Dios. Y la respuesta divina fue una invitación para trabajar en un hospital público en Papúa Nueva Guinea.

—Antes de ir allí —anunció Len—, voy a aprender a pilotar un avión. Pero su esposa le recordó que no te-nía un avión.

—No importa —le dijo a su esposa—. Dios abrirá el camino.

Y así fue.La joven familia llegó a su nuevo puesto en el norte

de Papúa Nueva Guinea.—Hay muchos leprosos —le dijo el administrador del

hospital—. Aprenda todo lo que pueda sobre la lepra antes de asumir su puesto.

Len pasó semanas observando cómo trataban los médicos a los leprosos, haciendo preguntas y aprendien-do cómo amputar las extremidades enfermas. Mientras tanto, Mavis aprendió a soportar el calor y la falta de comodidades que había conocido en su hogar.

Un año después, el presidente de la Misión visitó a Len en el hospital. Allí invitó al matrimonio a fundar una colonia para leprosos en las tierras altas. Ellos se regocijaron, porque al fin podrían ser misioneros. Pe-ro, aun después de seis años en Papúa Nueva Guinea, Len no estaba preparado para lo que significaba ser realmente un misionero.

Reportero 3: En su puesto misioneroEl matrimonio voló hacia las tierras altas, subió a

un vehículo todoterreno atestado, y avanzó dando saltos hasta el final del camino. Varios porteadores del lugar aparecieron a través de la vegetación para ayudarlos a cargar el equipaje. Comenzaron a ascender y ascender por un sendero fangoso que iba zigzagueando por la montaña. Dos horas después, cansados y sin aliento, llegaron al lugar de la nueva colonia para leprosos. El funcionario del Gobierno señaló una choza con techo de paja.

—Esa es su casa —les dijo—. Es solo temporal.El funcionario vio cómo los ojos de Mavis se llena-

ban de lágrimas.Cinco semanas después, mientras los directivos de

la Misión visitaban el lugar para trazar los planes, Len se despertó en medio de la noche por un chisporroteo. Al mirar hacia arriba, vio que el techo de paja estaba en llamas. “¡Fuego!”, gritó mientras corría hacia la sala más grande, para despertar a los líderes de la iglesia. En pocos segundos, todo el techo estaba ardiendo. Juntos, corrieron hacia fuera antes de que la casa quedara to-talmente envuelta por las llamas. Los Barnard perdie-ron todo lo que tenían, con excepción de sus vidas.

Por las tierras altas, se corrió la voz de que los le-prosos iban a ser atendidos en un centro para ellos. Y comenzaron a venir tantos que la Misión tuvo que so-licitar dos enfermeras y un médico, para que ayudaran en el lugar.

—Si pudiera llegar hasta las aldeas y tratar a la gente antes de que la enfermedad esté tan avanzada —le decía Len a Mavis—. Tengo que conseguirlo.

Las aldeas a las que se refería Len aún continuaban con prácticas caníbales.

—Si tan solo tuviéramos un avión —le dijo Len a un administrador de la iglesia-, podríamos construir pis-tas de aterrizaje y llegar hasta estas personas en pocas horas en lugar de viajar durante semanas.

—Es demasiado costoso —le respondió el directivo—. Tal vez algún día podamos hacerlo.

Reportero 4: El avion misionero de DiosLen y sus porteadores caminaron durante días por

terrenos escarpados y peligrosos, atendiendo por el camino a las personas que necesitaban ayuda médica y predicando el evangelio. Mientras Len y sus colabora-dores hacían grandes esfuerzos para avanzar en medio

Material adaptado y facilitado por RECURSOS ESCUELA SABÁTICA © www.escuela-sabatica.com

Page 3: Informe Misionero Mundial 30/03/2013

31

del fango y los pantanos, él seguía pensando: Si tan so-lo tuviera un avión.

Transcurrieron 18 años hasta que Len pudo volar en el Andrew Stewart, el primer avión misionero sobre las regiones montañosas de Papua Nueva Guinea.

El avión misionero llevaba obreros a nuevos cam-pos, trasladaba a los directivos de la Misión a las reuniones, y rescataba a los heridos y los enfermos en pocas horas, en lugar de tardar días. Cuando se inició la obra en nuevas regiones, Len instó a los creyentes a que construyeran una iglesia y una pista de aterrizaje. Len Barnard pilotaba su avión a través de un clima te-rrible y aterrizaba en diminutas pistas de aterrizaje. Un día, lo golpeó la tragedia. Mientras Len revisaba los cilindros de las hélices, el motor se incendió en forma repentina, lo que inició el movimiento de las hélices y arrojó al suelo a Len, casi mutilándole la pierna.

Un pasajero corrió para ayudarlo, mientras que otro apretaba la herida, para detener la hemorragia. Mo-mentos después, llegó una ambulancia. Los encarga-dos subieron a Len a la ambulancia y salieron a toda velocidad hacia el hospital, donde los médicos revisa-ron al paciente.

—Tendremos que amputarle la pierna —le dijo uno de los médicos.

—Traten de salvarme la pierna —les rogó Len— Soy un piloto misionero.

—No hay nada que hacer —le dijeron los médicos mientras lo llevaban en silla de ruedas hasta la sala de cirugía.

Len se despertó de la cirugía con la pierna enyesada. Los médicos seguían pensando que era imposible salvarle la pierna, pero le dieron tres días al paciente y también a Dios.

Len se recuperó del accidente, y ocho meses después regresó a Papua Nueva Guinea para continuar sirviendo a Dios. Visitó cada puesto misionero, y se emocionó al ver que había obreros nativos que trabajaban fielmente para Cristo, cuando, tan solo una generación antes, sus padres estaban sumidos en el paganismo. Len fue pio-nero en la construcción de nuevas pistas de aterrizaje, y extendió el horizonte de la Misión a lo largo y a lo an-cho de las selvas montañosas de Papua Nueva Guinea.

Después de 25 años en Papua Nueva Guinea, Len y Mavis entregaron con emoción la antorcha a otros misioneros más jóvenes que ellos.

Reportero 5: Lucha contra las tinieblasLa obra como pioneros que llevaron a cabo los

Barnard representa el mismo espíritu misionero que infunde poder a la obra actual en Papua Nueva Gui-nea. La ofrenda del decimotercer sábado de este tri-mestre refleja la pasión de muchos misioneros por dar a conocer a Cristo y su Palabra a personas que aún no han sido alcanzadas.

Len Barnard soñaba con tener un avión para llegar a los lugares más alejados de Papua Nueva Guinea. Actualmente, la Misión cuenta con dos aviones, uno de los cuales fue adquirido gracias a una ofrenda del decimotercer sábado de hace unos años.

Len quería llegar a la gente a través de la obra mé-dica. La ofrenda que recogeremos hoy ayudará a esta-blecer al menos cuatro clínicas en las regiones más aisladas de Papúa Nueva Guinea. Este pionero misio-nero quería enseñar la Palabra de Dios a gente que jamás había oído hablar de ella. Parte de la ofrenda de hoy será usada para adquirir reproductores MP3 que continuarán contando el plan de salvación de Dios a los habitantes de las aldeas más remotas.

La ofrenda del decimotercer sábado de nuestros niños ayudará a proveer quince mil Biblias para los niños de estas tiertas lejanas. Muchos adultos aún no saben leer ni escribir. Por lo tanto, dependen de que sus hijos les lean la Palabra de Dios. Una sola Biblia puede ayudar a que familias enteras sean fortalecidas en Cristo.

Sigamos luchando contra las tinieblas espirituales. Y seamos generosos con nuestras ofrendas para que miles de personas del Pacífico Sur puedan escuchar que Dios los ama y quiere que se preparen para vivir con él para siempre.

[Ofrenda]

Adaptado con autorización del libro Wings Over New Guinea, escrito por Goldie M. Down y publicado por la Pacific Press PublishingAssociation.

MIS

IÓN

AD

VE

NT

IST

A -

DIV

ISIÓ

N D

EL

PA

CÍF

ICO

SU

R

Material adaptado y facilitado por RECURSOS ESCUELA SABÁTICA © www.escuela-sabatica.com