Informe Misionero Mundial para el 13/04/2013

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F élix golpeó fuertemente con su hacha el tronco que tenía frente a él. Este chico quinceañero sabía que cortar árboles para hacer leña era ilegal, pero estaba desesperado. Ha- biendo doce niños en la casa de sus padres, le tocaba ganarse por sí solo el dinero para poder pagar sus estudios. Nuevamente tomó el hacha y golpeó fuertemente el tronco del árbol. Entonces, escuchó algo. De repente, pudo ver a varios hombres abriéndose paso entre la ma- leza que lo rodeaba. Sintió como si sus pies se enterraran en el suelo y su corazón se saliera del pecho. ¡Me agarraron!, pensó. Sin embar- go, se dio cuenta de que los extraños no eran del Gobierno, pero su presencia igualmente era problemática. Sus hombros se encogieron. —Si nos das la mitad de tu leña, no te haremos nada —dijo uno de los hombres. —Si me la quitan, no voy a tener suficiente dinero para pagar mi escuela —dijo Félix mien- tras caminaba lentamente hacia atrás. Los hombres se fueron acercando con rostros cada vez más amenazantes. Félix tomó fuer- temente su hacha y salió disparado hacia su casa. Los hombres no lo siguieron, pero perdió la leña y, con ella, su esperanza de regresar a la escuela. KENIA | 13 de Abril F é lix Otro camino Un primo de Félix le ofreció llevarlo a la uni- versidad adventista, a unos treinta kilómetros de allí. —Es una institución bastante grande —dijo su primo—. Allí seguro tienen trabajo para ti. Félix accedió. Él no sabía nada sobre los ad- ventistas; pero, si podía ganar dinero para estu- diar, sería magnífico. Félix y su primo llegaron a la entrada de la universidad. —Aquí vas a estar bien —le dijo su primo, mientras se despedía de él dándole la mano y unas palmaditas en la espalda; luego se dio me- dia vuelta, y dejó a Félix solo y expectante. A medida que caminaba por las instalaciones de la universidad, Félix comenzó a escuchar un hermoso canto que lo atrajo. Siguió las voces y encontró a un grupo reunido. Se detuvo a escu- char, y la paz que emanaba del lugar lo sobre- cogió. Algunos jóvenes estudiantes notaron su presencia y se acercaron para invitarlo a entrar a la reunión. Félix los siguió, sorprendido por lo amigables que eran. Los jóvenes le dijeron que la reunión formaba parte de un campestre que se estaba realizando en la universidad y que con- tinuaría durante toda la semana. Cuando terminó la reunión, sus nuevos ami- gos le pidieron que les hablara de él. Ellos com- 7 Esperanza y un futuro Esperanza y un futuro MISIÓN ADVENTISTA - DIVISIÓN AFRICANA CENTRO -- ORIENTAL Material adaptado y facilitado por RECURSOS ESCUELA SABÁTICA © www.escuela-sabatica.com

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F élix golpeó fuertemente con su hacha el tronco que tenía frente a él. Este chico

quinceañero sabía que cortar árboles para hacer leña era ilegal, pero estaba desesperado. Ha-biendo doce niños en la casa de sus padres, le tocaba ganarse por sí solo el dinero para poder pagar sus estudios. Nuevamente tomó el hacha y golpeó fuertemente el tronco del árbol.

Entonces, escuchó algo. De repente, pudo ver a varios hombres abriéndose paso entre la ma-leza que lo rodeaba. Sintió como si sus pies se enterraran en el suelo y su corazón se saliera del pecho. ¡Me agarraron!, pensó. Sin embar-go, se dio cuenta de que los extraños no eran del Gobierno, pero su presencia igualmente era problemática. Sus hombros se encogieron.

—Si nos das la mitad de tu leña, no te haremos nada —dijo uno de los hombres.

—Si me la quitan, no voy a tener suficiente dinero para pagar mi escuela —dijo Félix mien-tras caminaba lentamente hacia atrás.

Los hombres se fueron acercando con rostros cada vez más amenazantes. Félix tomó fuer-temente su hacha y salió disparado hacia su casa. Los hombres no lo siguieron, pero perdió la leña y, con ella, su esperanza de regresar a la escuela.

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Otro caminoUn primo de Félix le ofreció llevarlo a la uni-

versidad adventista, a unos treinta kilómetros de allí.

—Es una institución bastante grande —dijo su primo—. Allí seguro tienen trabajo para ti.

Félix accedió. Él no sabía nada sobre los ad-ventistas; pero, si podía ganar dinero para estu-diar, sería magnífico.

Félix y su primo llegaron a la entrada de la universidad.

—Aquí vas a estar bien —le dijo su primo, mientras se despedía de él dándole la mano y unas palmaditas en la espalda; luego se dio me-dia vuelta, y dejó a Félix solo y expectante.

A medida que caminaba por las instalaciones de la universidad, Félix comenzó a escuchar un hermoso canto que lo atrajo. Siguió las voces y encontró a un grupo reunido. Se detuvo a escu-char, y la paz que emanaba del lugar lo sobre-cogió. Algunos jóvenes estudiantes notaron su presencia y se acercaron para invitarlo a entrar a la reunión. Félix los siguió, sorprendido por lo amigables que eran. Los jóvenes le dijeron que la reunión formaba parte de un campestre que se estaba realizando en la universidad y que con-tinuaría durante toda la semana.

Cuando terminó la reunión, sus nuevos ami-gos le pidieron que les hablara de él. Ellos com-

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C á p s u l a i n f o r m a t i v a

En Kenia viven más de setecientos mil ad-ventistas. Una de cada 71 personas es ad-ventista, pero millones aún no saben que Jesús viene pronto.

Los pioneros de Misión Global están dando inicio a nuevas congregaciones en regio-nes en las que viven pocos adventistas. En otras regiones, también se han establecido escuelas y hospitales que ayudan a com-partir el evangelio con muchos otros.

Parte de la ofrenda del decimotercer sábado ayudará a expandir el alcance de la Univer-sidad Adventista de África Oriental, ayu-dando a proveer dormitorios para alumnos casados y el cuerpo docente, y también un edificio de aulas para la escuela primaria de la universidad.

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partieron su fe con él, y le preguntaron en qué creía. Cuando se enteraron de que a él le gus-taba cantar, lo invitaron a unirse al coro y a tomar estudios bíblicos. Para Félix, todo esto era como un sueño. Apenas había estado en ese lugar dos horas, y ya había hecho amigos y encontrado algo que le gustaba. Tenía la esperanza de conseguir un trabajo y comenzar a asistir a la escuela con estos chicos. ¡Estaba muy emocionado!

Una nueva vida, nueva esperanzaFélix consiguió trabajo limpiando los jar-

dines de la facultad, lavando automóviles y haciendo cualquier otra cosa en la que pudie-ran pagarle. Finalmente, alquiló una habi-tación fuera de la universidad. La habitación era pequeña; no tenía electricidad ni cale-facción y, cuando llovía, se filtraba el agua por el techo. Pero era barata y podría ahorrar algo de dinero para sus estudios.

Pero los ahorros de Félix crecieron más lento de lo que él esperaba, y muchas veces se sintió desanimado. Sin embargo, él no se dio por vencido, y se mantuvo animado asistiendo al coro, los estudios bíblicos y los Conquistadores. Unos meses después, Félix decidió bautizarse en la Iglesia Adventista.

Muy impaciente por comenzar sus estudios, Félix compró libros de texto usados para estu-diar, mientras tanto, por su cuenta. Estudió bio-logía, agricultura y economía, esperando poder aprender lo suficiente para presentar los exá-menes nacionales, graduarse en la secundaria y comenzar la universidad. Durante muchas no-ches estuvo inclinado leyendo, alumbrado por un candelabro y respondiendo exámenes que se hacía él mismo. Luego iba con sus amigos para que le corrigieran los exámenes.

Finalmente, Félix presentó los exámenes na-cionales y los aprobó. Estaba muy emocionado y decidido continuar su educación superior, pe-ro no tenía dinero, así que se alistó en el programa de trabajo y estudio de la universidad, y trabajó durante un año. Así, pudo ganar lo suficiente para estudiar un semestre. De esa manera, co-menzó su largo viaje hacia la realización de su sueño. Trabajar un año, estudiar un semestre; trabajar un año, estudiar un semestre.

Actualmente, Félix sigue estudiando y es vi-cepresidente del cuerpo de alumnos de la universidad. También es diácono y director de Conquistadores en la iglesia del campus. “La Universidad de África Oriental en Baratón me acogió y me ayudó a hacer realidad mi objetivo. Estando aquí, he hecho realidad mi sueño de educarme, y he entendido que Dios tiene muchos otros planes para mí. Ahora tengo una nueva fe, nuevos amigos y una nueva esperanza”.

Parte de la ofrenda del decimotercer sábado ayudará a proveer dormitorios para los alum-nos y el cuerpo docente. Muchas gracias por su contribución para satisfacer las necesidades de otros jóvenes como Félix en África oriental.