Informe psicología de la educación: ”La complejidad de ser maestro”

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INFORME DE PRÁCTICAS DE PSICOLOGÍA DE LA EDUCACIÓN

“La complejidad de ser maestro”

García de Prado, José María

Facultad de Ciencias de la Educación

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INFORME DE PRÁCTICAS DE PSICOLOGÍA DE LA EDUCACIÓN

Grupo 2 (curso 11/12)

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Índice

1. Introducción pág. 3

2. Exposición de caso práctico. pág. 3

3. Descripción de las soluciones propuestas. pág. 4

4. Elección y argumentación de solución. pág. 5

5. Conclusiones. pág. 7

6. Bibliografía pág. 7

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1. Introducción

Jacques Delors (1996:34) como presidente de la Comisión Internacional sobre la Educación para el Siglo XXI afirmó a la UNESCO en su informe “la Educación encierra un tesoro”, que la educación a lo largo de una vida debe de estar basada en cuatro pilares: “aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir y aprender a ser”. Por ello, consideramos que el aprendizaje no se debe basar solamente en contenidos formativos, sino que los programas educativos deben incluir valores fundamentales para la convivencia, tales como el respeto, la tolerancia, la solidaridad y la responsabilidad.

Todo esto es teoría, porque en el día a día de un aula de primaria, los problemas de indisciplina, disrupciones, conflictos y violencia entre iguales están presentes -en mayor o menor medida- y es nuestro deber como futuros docentes el conocer y poder intervenir, así como crear las condiciones favorables para gestionar correctamente el aula potenciando la Educación SocioEmocional (Vaello, 2011).

Añadir que la resolución de conflictos y la imposición de sanciones en materia de disciplina del alumnado es siempre competencia del Consejo Escolar, según consta en el Decreto 19/2007 de 23 de Enero, el cual establece que ningún alumno/a podrá ser privado del ejercicio de su derecho a la educación, ni de su escolaridad. No podrán imponerse sanciones contrarias a la integridad física y a la dignidad del alumno/a. En la imposición de las sanciones previstas, se respetará la proporcionalidad con la correspondiente falta y deberá contribuir a la mejora en el proceso educativo del alumno/a.

2. Exposición de caso práctico.

El caso que exponemos para el estudio se sitúa en 3º de primaria de una escuela situada en un barrio de clase de media, donde la integridad social y la participación de todos los integrantes son muy importantes. El nivel tanto adquisitivo, como educativo de sus integrantes es medio y el absentismo escolar es inexistente. Los alumnos cuentan con valores familiares muy fuertes y valiosos.

El personal docente se encuentra muy comprometido con la sociedad, dentro y fuera del aula. El maestro protagonista del caso práctico es de nueva incorporación por sustitución de docente jubilado. Se le ha asignado como tutor este grupo en cuestión. La docencia del grupo la comparten 4 profesores (el tutor imparte Conocimiento del Medio, Matemáticas y Lengua. El resto de disciplinas la realizan los otros tres docentes).

El grupo de clase objeto de la práctica es un grupo poco cohesionado que aún se está adaptando al cambio de ciclo con compañeros nuevos – nos encontramos a principios del primer trimestre- por lo que, aunque se han creado algún que otro grupo, no tienen un alto grado de conciencia grupal.

Los problemas que planteamos para el estudio son la falta de disciplina en los cambios de clase o de profesor (alborotos, chillidos, carreras en el aula, movimiento de mobiliario, vaciado de papeleras, etc.), poco cuidado con los materiales comunes del aula, así como los materiales de los propios alumnos. El centro tiene un plan de convivencia, aunque su

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cumplimiento no se lleva a cabo correctamente en este grupo y con su tutor. Sumémosle que en la clase existe un niño (sujeto 1) que aparenta ser extremadamente tímido e introvertido, con lo que se auto-aísla en un rincón del aula. Y por último, un alumno (sujeto 2) que más que alborotador e inquieto, es un elemento de disrupción del proceso de enseñanza-aprendizaje, el cual, se esfuerza constantemente en buscar apoyos para frenar el ritmo de clase, desvirtuar el buen clima del aula y provocar que su tutor sea incapaz de continuar. Tampoco podemos omitir que tras la puesta en marcha de la actuación e intervención de los problemas detallados, se detecta que el alumno que se auto-aislaba era víctima de “bullyng” por parte del sujeto 2 fuera de las aulas (recreo, pasillos y fuera del recinto escolar), por lo que tenemos que intervenir para que en el aula este comportamiento sea interrumpido. Aunque la actuación en el aula sea solamente una parte de la solución trazada y que ésta continuará fuera del aula incluyendo actuaciones por parte del centro escolar y las familias implicadas.

3. Descripción de las soluciones propuestas.

Basados en la literatura existente sobre los temas planteados, a continuación se detallan una serie de propuestas generales incluidas en algunos planes de convivencia de centros de enseñanza primaria, así como de autores e investigadores:

En las propuesta realizada por Gómez, Mir y Serrats (2000:94) se agrupan una serie de consideraciones que tienen que basar el proyecto educativo del centro, en el que se incluyen la potencialización del autoconcepto positivo de los alumnos, la creación de dinámicas de clase que permitan trabajar con distensión, enunciar propuestas encaminadas a la adaptabilidad de los maestros a nuevas situaciones y crear normas para suprimir y evitar prácticas disruptivas.

Según Les Parsons (2006:26-35) las consideraciones y soluciones que se promueven pasan por establecer normas para mantener la disciplina pero no indiscriminadamente, evitar cualquier forma de acoso, preparar refuerzos escolares, oponerse a la trivialización del comportamiento, fomentar el respeto, tomar conciencia que las aulas “somos nosotros” y que los alumnos están constantemente pendiente del docente y aprenden de él, “captar” el comportamiento y aprender a conocer los límites de los alumnos. Y por último, como dice Parsons, si el lenguaje es el medio conductor del conocimiento no debemos subestimar lo que se “habla” en clase, ya que como añaden algunos profesores: hablar en el aula es aceptable siempre que los estudiantes estén hablando de su trabajo escolar.

Según publicación de La Revista Digital “Práctica Docente” en su número 3, las autoras Pleguezuelos y Muñoz (2006) muestran que los objetivos para evitar los conflictos pasan por crear estrategias comunes en el centro escolar, integrando la educación en valores en los procesos de enseñanza y aprendizaje, favoreciendo y potenciando en el alumnado la interiorización y desarrollo de los mismos, preparando a los alumnos a la vida real respetando las emociones y opiniones de los demás, estableciendo nuevos cauces de comunicación con las familias y concienciándolas de que son los primeros responsables de educación. Pero no sólo implica a los alumnos, familias y docentes, sino que implican al equipo directivo del centro para estudiar, unos protocolos que prevalezcan en nuestra relación con el alumnado, con las familias y entre los profesores mismos. Según Vaello Orts (2011) la base del antídoto contra los conflictos es la Educación SocioEmocional (ESE), ya que estos conflictos vienen derivados por la falta de competencias

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socioemocionales (que no son promovidas por los docentes y por tanto no son adquiridas por los discentes). Para ello, debemos usar la ESE como un método válido para aprovechar los conflictos diarios del aula e introducir “cuñas socioemocionales” o “estrategias flash” que afiancen habilidades intra e interpersonales incompatibles con los conflictos y las disrupciones. Las condiciones que se usarán serán la persistencia, la variedad y los principios de actuación. Con ello pretenderemos fomentar la disciplina proactiva, centrándonos no en resolver el conflicto pasado, sino en evitar las repeticiones de los mismos, interviniendo sobre ellos directamente. Y por último, según detallan Fernández, Villoslada y Funes (2002:73-75) y que a su vez han extraído de Cowie y Sharpe (1998) las ayudas que se plantearían estarían divididas en tres apartados: a) Agrupaciones de alumnos basadas en interacciones de amistad por medio de juegos compartidos, agrupaciones por afinidad de intereses, etc. b) Con sistemas de apoyo que brinden orientación a compañeros con necesidad de comunicar su malestar personal, para que bajo la supervisión de alumnos preparados y supervisados por un adulto puedan intervenir en los conflictos. C) Mediadores escolares con sistemas de resolución de conflictos, para que a través del arbitraje de alumnos con rol de mediadores actúen en las situaciones que los requieran.

4. Elección y argumentación de solución. A continuación se detalla las pautas y propuestas de intervención que hemos realizado

usando las propuestas detalladas en el punto anterior para poder abordar los casos detectados

en el aula propuesta.

a) Para la indisciplina del grupo en el aula.

Para comenzar a intervenir en este tema plantearemos lo antes posible un debate y discusión con los alumnos sobre el Plan de Convivencia y las Normas de Convivencia que posee el centro escolar. Por tanto, se consensuará con el alumnado las normas de funcionamiento diario de la clase, creando un decálogo de obligado cumplimiento y basado en todo momento en las propuestas elaboradas por todos y guiadas por el tutor. Así potenciaremos la libertad de los alumnos a decidir, pero controladamente, y ayudaremos crear una dinámica activa y serena en el aula, además evitaremos las conductas disruptivas. La participación en la elaboración del código o decálogo y las sanciones correspondientes prevendrán y disminuirán las conductas indisciplinadas generando una cohesión del grupo de clase (Gómez, Mir y Serrats, 2000).

Ejemplo de Decálogo (Alonso, 2012):

1. Trataré con respeto y cariño a mis compañeros sin agresiones físicas ni verbales. 2. Trataré a los maestros del centro con respeto y educación, sabiendo que ellos desean

lo mejor para mí. 3. No interrumpiré ni molestaré durante las explicaciones, ya que puedo hacer que algún

compañero se distraiga.

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4. Cuando mis maestros no estén en clase me comportaré con más responsabilidad que si ellos estuvieran, guardando silencio, trabajando y sin molestar al resto de los compañeros.

5. Aprovecharé el tiempo en clase para trabajar y acabaré todas las tareas de clase, así como las que deba acabar en casa.

6. Seré puntual en la fila y la mantendré hasta que entre en clase. 7. Por los pasillos hablaré bajito, no chillaré y no correré para no molestar al resto de las

clases. 8. En los actos que se desarrollen fuera de mi clase daré ejemplo y obedeceré tanto a mi

maestro como al responsable del área correspondiente. 9. Cuando alguna persona entre en el aula, me mantendré en silencio y seré respetuoso. 10. Seré cuidadoso/a con todo el material del colegio, así como con el mío propio y con el

de mis compañeros.

Se creará un sistema de cargos o responsables rotativos por parejas que velarán por el cumplimiento del Decálogo elaborado en las áreas de materiales comunes (mesas, papeleras, limpieza pizarra, etc.), áreas de juegos y materiales de plástica, áreas de libros y biblioteca, responsable de mantenimiento del orden y conflictos. Éste último será el que tendrá más carga de responsabilidad, por lo que su labor será la más importante teniendo en cuenta los antecedentes de la clase.

Este sistema se establecerá en un principio guiado muy de cerca por el tutor, y paulatinamente se traspasará estas responsabilidades a los alumnos para crearles una autonomía en la toma de decisiones y de actuaciones. Por tanto, se reforzarán las actuaciones correctas al tiempo que se intervendrán en las incorrectas creando asambleas para modificar o adaptar las cuestiones del Decálogo que lo necesiten. Además, para demostrar al grupo de clase que se avanza y que se tiene capacidad de superación en la convivencia, se planteará una autoevaluación mensual de cómo ha transcurrido cada uno de los periodos de rotación en cada una de las responsabilidades, registrando la valoración efectuada por los alumnos y el tutor.

La temporización de estas actuaciones se realizará desde el momento en que consensua el Decálogo y se mantendrá durante todo el curso académico, y los cambios de responsables de áreas se realizará en la primera semana de cada mes y por un orden que se establecerá a la confección del Decálogo.

b) Para intervenir en el caso de “bullying” entre acosador y víctima.

En este caso la intervención debe producirse en el momento que se detecte el problema. El tutor deberá ser muy cauteloso con el trato que le da al sujeto 1 (víctima de bullyng), tanto a solas como con la clase, ya que estamos ante el caso de un niño que sufre acoso escolar y tiene poca seguridad, tiene la autoestima baja y ha perdido la confianza en sus semejantes. Nunca culpar al niño de su situación, empatizar con él y hacerle sentirse apoyado y comprendido por su tutor y demás profesores del grupo. Se deberán cortar las manifestaciones violentas, no sólo físicas, sino las verbales y no verbales, además se buscará la colaboración de la dirección escolar así como informar a los padres -de las dos familias- de lo que está sucediendo y de que se está trabajando el caso por parte del tutor, profesores y el orientador del centro.

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El trabajo en el aula debe incluir el trabajo con los niños protagonistas, y con el grupo-clase, para cada uno de estos grupos existen diferentes formas de actuación (Otero, 2009): Con el sujeto 1 (víctima): Las actuaciones han de centrarse en 3 ejes básicos:

I. Medidas de protección: Deben ser pactadas con el menor y no es aconsejable que duren más de tres meses. Estas medidas las realizará el tutor y demás profesores en clase, así como el resto del personal adscrito al centro.

II. Medidas de aceptación: Debemos ayudar al menor a aceptar su situación, evitando la negación y la huída, trabajar para que el niño víctima supere la auto-inculpación, todo ello, a través de charlas tutoriales.

III. Medidas de reconocimiento: Se basa en la aplicación de actuaciones que aumenten la autoestima de la víctima, pues hay que fomentar la valoración de su imagen pública dándole algún papel protagonista en la vida del aula, con lo que podríamos enlazarlo con los puestos de responsabilidad que planteamos en el apartado anterior.

Con el sujeto 2 (acosador): Las actuaciones se regirán por estos 4 principios de actuación:

I. Control: Transmitir el mensaje claro de que no se va a permitir más violencia y explicitar las medidas correctoras si ello continúa.

II. Detección: Hay que saber distinguir entre quién acosa y quienes lo secundan. Explicar que tendrán la misma repercusión el acto de acoso por parte del acosador y sus seguidores u observadores.

III. Responsabilidad: Debemos potenciar la responsabilidad de las propias actuaciones que van desde pedir perdón a la víctima hasta acciones concretas de compensación y resarcimiento del daño causado. Primero estas actuaciones han de ser supervisadas por el tutor y valoradas por la víctima, para posteriormente traspasar, paulatinamente, el control de la supervisión al propio grupo de clase, incluido el tutor.

IV. Disgregación: Hay que romper la unidad del grupo acosador –en caso de que el acosador mantenga apoyo interno en la clase- y ello se puede conseguir a través de la inclusión de sus miembros en otros grupos.

5. Conclusiones.

En este trabajo se ha analizado, con un figurado caso y sus acumulativos conflictos, lo difícil que es educar y que las conductas que mostramos -los maestros- en las aulas intervienen positiva o negativamente en el desarrollo de una convivencia en armonía. Por ello, consideramos, que la preparación del maestro para abordar estos temas es un tema crucial y de importancia para que el clima de clase sea el idóneo y para una correcta realización de los procesos de enseñanza-aprendizaje.

La guía que realiza el docente dentro del aula para mantener la disciplina, el orden y los casos de acosos en su grupo es el punto clave para una buena educación, si esta guía falla se pierde el control de grupo y es cuando la educación peligra y se descontrola. La indisciplina es algo que normalmente es causada por la falta de coordinación entre alumnos y profesores, mientras que los acosos entre iguales se producen por falta de seguridad tanto en víctima como en acosador. Pero para acabar con estas situaciones, nosotros proponemos -al igual que

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la mayoría de los autores consultados- que los alumnos y profesores deben llegar a acuerdos que faciliten la convivencia.

Nuestra propuesta, no es nueva ni innovadora, se usa y se pone en práctica en muchos Colegios de Primaria, pero es de las más idóneas para nuestro ficticio caso, ya que genera autonomía y cierto grado de independencia al grupo en cuestión, creando un buen ambiente de convivencia gestionado por ellos mismos y supervisado por el tutor. Y son los propios alumnos los que piensan, construyen, debaten y gestionan sus propias soluciones a esos conflictos que se viven día a día.

6. Bibliografía.

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