Injusticia en Puente Grande

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Injusticias en la cárcel de Puente Grande Jalisco.

¿Quién es Jesús Lemus? ¿Por qué fue encarcelado?

Es un periodista de la zona de Michoacán , llevo más de 20 años trabajando para medios de información impresos en el estado de Michoacán.

Se le acuso por ser narcotraficante y que pertenecía a una célula del crimen organizado . Fue detenido el 8 de mayo del 2008. En ese año Felipe Calderón era el presidente.

El proceso inicia como un “levantón”, estuvo más de dos días privado de su libertad . Después apareció en un Ministerio Público de Guanajuato donde se le hizo su declaración. Días después ya estaba en la cárcel estatal de Guanajuato, en Puentecillas, acusado de delitos de narcotráfico y delincuencia organizada. Después de estar en la cárcel de Puentecillas, lo reubicaron en Puente Grande en Jalisco.

Durante los tres años que estuvo ahí convivió con personajes como Rafael Caro Quintero, Mario Aburto, Daniel Arizmendi “El Mochaorejas”, y Alfredo Beltrán Leyva “El Mochomo”, entre otros. 

Para el Gobierno el era un reo “peligroso”

Para clasificarlo así, se ordenó un estudio criminológico que hizo una persona de la cárcel de Guanajuato, y que se fundó en dos preguntas: ‘¿cómo te llamas?’ y ‘¿qué edad tienes?’ y con eso ya determinó que el era un reo de altísima peligrosidad. 

Eso le bastó al juez para clasificarlo como una persona de alta peligrosidad y mandarlo a Puente Grande.

Entrevista a Jesús Lemus.

¿A qué huele Puente Grande?

- Una mezcla de cucaracha, ratones, orina, drenaje y residuos de comida fermentada, a eso huele (…) Lo que no hay son palabras para describir los toletazos, el aliento de un perro que te ladra a cinco centímetros de la cara, mientras tu estás hincado con los brazos extendidos a mitad del patio del penal, después de una golpiza a las dos de la mañana… con frío, con miedo.

¿Cómo lograste entablar conversación con los criminales más peligrosos del país? –Se dio por una especie de solidaridad carcelaria, ahí ya no vale por qué estás, el hecho es que ya estás. Logras una sinceridad tan simple porque los ves encuerados igual que tu, los ves sufriendo las golpizas igual que tu. Lo que hay es que la solidaridad entre los presos y esto hace que te acerques con franqueza y ellos mismos te contestan.

¿Buscaste el encuentro con Rafael Caro Quintero o Daniel Arizmendi, o fueron producto de la casualidad?

–No tienes forma de planear, es tan hermético el sistema en Puente Grande, que no te puedes mover solo. Pude ver a Mario Aburto sólo cuando estaba en el servicio médico, ahí le pregunté, a hurtadillas, si él había matado a Luis Donaldo Colosio.

En las celdas del Centro de Observación y Clasificación (COC), donde estuve los primeros meses, conocí a Daniel Arizmendi y a Alfredo Beltrán Leyva, porque era a donde los llevaban cuando recibían algún castigo. Se quedaban hasta por tres meses, todos estábamos desnudos. Ahí platicaban con todos los presos.

Ya cuando me pasaron a población, me pusieron en la celda 149, a lado, en la 150, estaba Rafael Caro Quintero y Luis Armando Amezcua Contreras, el Rey de las anfetaminas.

¿De qué platicaste con ellos? -De todo menos de los motivos por los que estaban presos. Lo que resultó es un retrato contemporáneo de cada uno de estos personajes. (Por ejemplo) Mario Aburto, es uno de los presos más carismáticos de Puente Grande; Caro Quintero es muy respetado, es sereno e inteligente; y al Chapo Guzmán lo siguen recordando, a pesar de que dentro del penal está prohibido hablar de él.

¿Desde que supiste que ibas a estar a lado de estos personajes, se te ocurrió que podrías escribir un libro?

–No, yo llegué desorientado con varias dudas en la cabeza: ¿por qué estaba preso? ¿cuánto tiempo iba a pasar ahí? Nunca visualicé un libro. Lo que sí hice pasado el tiempo fue pensar que estaba haciendo un reportaje, pero sólo para mantener mi mente ocupada y no llegar al suicidio. 

¿Quién fue el interno que más te impactó?

–Dario de León, el Duby, uno de los narcosatánicos. Por su nivel de locura. Este muchacho hablaba de las almas de diablo y de su resurrección. Es impresionante hasta donde puede llegar la mente cuando la dejas divagar.

¿Alguno de estos personajes te dio algún consejo? -Consejo como tal no. En alguna ocasión Rafael Caro comentó la necesidad de ser dignos. Me decía: “Mire Chuyito, a nosotros como presos lo único que nos queda es la dignidad. En la cárcel como en la vida, hay que tener dignidad”.

¿Para quién es el libro? -Para mi esposa, para mi hija, para mis hermanas y mi papá… pero también para los presos. Debe ser una llamada de atención para que alguien voltee a ver las condiciones en las que viven, hay un abuso de autoridad increíble.

Puente Grande

En Jalisco, a cada elemento de seguridad de los centros penitenciarios les corresponde supervisar a 19 internos, índice que prácticamente duplica lo recomendado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que sugiere por lo menos un custodio por cada 10 presos para garantizar su seguridad. Este hacinamiento, de acuerdo a la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) ha derivado el autogobierno de los reos, algunos vinculados a cárteles de las drogas, que controlan desde la seguridad hasta los servicios al interior del sistema carcelario de Puente Grande

En los reclusorios de Jalisco permanecen encerradas alrededor de 10 mil personas acusadas de robarse un objeto de poco valor comercial, incluidos un refresco o un pan, porque no les alcanza para pagar la fianza o porque son víctimas de errores en sus procesos judiciales. Ante la injusticia de esta situación en un país con altísimo índice de impunidad en los crímenes graves, cada vez son más las voces que claman por un amplio programa que permita liberar a los reos de delitos menores, conocidos como “los olvidados”.

El centro penitenciario de Puente Grande es considerado el segundo de máxima seguridad del país, ya que en sus celdas se encuentran delincuentes de alta peligrosidad. Ahí estuvo albergado Joaquín "El Chapo" Guzmán, pero libró sus rejas y se dio a la fuga.