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Los conventillos de La Boca Publicado el 17.06.13 Share on email Mareas humanas arribaron a las costas de Buenos Aires a partir de las últimas décadas del siglo XIX. Eran inmigrantes dispuestos a trocar mano de obra y sacrificio por algo de bienestar. La ciudad, apretada en el centro urbano, comenzó a expandirse. Creció en todos los sentidos gracias al tendido de vías. Muchos recién llegados se instalaron en La Boca a partir de septiembre de 1870, cuando el empresario Federico Lacroze puso en funcionamiento el tranvía que llegaba a ese barrio desde Plaza Once. Por su destreza en la actividad portuaria, los genoveses se hicieron dueños de la zona. Como en otros barrios, el déficit habitacional encontró una precaria solución en las casas de inquilinato. Se llamaron conventillos por la similitud con los conventos, debido a las pequeñas celdas donde viven los monjes. Para que fuera un conventillo, una casa debía cumplir ciertos requisitos municipales: ser hogar de por lo menos cinco familias y contar con baños, lavatorios, letrinas y lavaderos comunes. Aclaremos -por más que el verbo aclarar no sea el más adecuado- que las cloacas recién llegaron a La Boca en 1893. La norma municipal establecía que los cuartos de los conventillos no podían tener menos de 12 m2 y 3,5 m de altura. Cada familia se apretujaba en el mismo cuarto que a veces se dividía con biombos o cortinas. Los patios eran el centro de reunión general. Allí convergían los inquilinos y se enteraban de todo lo que pasaba en el inquilinato. Por eso al chismoso se lo llama conventillero. A diferencia de los conventillos de otras zonas, los que hubo en La Boca se construyeron con maderas y chapas de cinc. La ausencia de higiene y de intimidad era tan comunes como el baño para todos. Para entender la magnitud, en 1904 más de 16000 personas vivían en los 331 conventillos de La Boca. La superpoblación de Buenos Aires llegó a tal punto, que hubo temporadas en las que uno de cada cinco habitantes de la ciudad vivía en casas de inquilinato. Esa es razón más que suficiente para que este tipo de patrimonio arquitectónico sea tan valorado como lo son las mansiones del 1900. El transbordador Nicolás Avellaneda: la resurrección de un puente Hay solo ocho puentes transbordadores en todo el mundo, y uno de ellos es el de la Boca. Símbolo del barrio y del poderío del hierro, un ingeniero comanda su recuperación y sueña con la posibilidad de que lo declaren Patrimonio de la Humanidad Hay solo ocho puentes transbordadores en todo el mundo, y uno de ellos es el de la Boca. Símbolo del barrio y del poderío del hierro, un ingeniero comanda su recuperación y sueña con la posibilidad de que lo declaren Patrimonio de la Humanidad Por Alejandro Caravario | Fotos: Sebastián Pani El ingeniero Sebastián Sarasqueta, perteneciente a la unidad de negocios Obras Electromecánicas de la empresa Eleprint, es, a todas luces, un cuadro corporativo. Y quizás a menudo lo reclamen las mesas kilométricas y lustrosas de los grandes despachos donde se definen emprendimientos millonarios. Sin embargo, el hombre habla con el fervor de un militante. Vestido de fajina (es decir, dispuesto a ensuciarse), bajo el casco reglamentario y un arnés más complejo que el de un alpinista, muestra con orgullo y detalle la sala de máquinas hecha a nuevo. Los 1

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Los conventillos de La BocaPublicado el 17.06.13 Share on emailMareas humanas arribaron a las costas de Buenos Aires a partir de las ltimas dcadas del siglo XIX. Eran inmigrantes dispuestos a trocar mano de obra y sacrificio por algo de bienestar. La ciudad, apretada en el centro urbano, comenz a expandirse. Creci en todos los sentidos gracias al tendido de vas. Muchos recin llegados se instalaron en La Boca a partir de septiembre de 1870, cuando el empresario Federico Lacroze puso en funcionamiento el tranva que llegaba a ese barrio desde Plaza Once.Por su destreza en la actividad portuaria, los genoveses se hicieron dueos de la zona. Como en otros barrios, el dficit habitacional encontr una precaria solucin en las casas de inquilinato. Se llamaron conventillos por la similitud con los conventos, debido a las pequeas celdas donde viven los monjes. Para que fuera un conventillo, una casa deba cumplir ciertos requisitos municipales: ser hogar de por lo menos cinco familias y contar con baos, lavatorios, letrinas y lavaderos comunes. Aclaremos -por ms que el verbo aclarar no sea el ms adecuado- que las cloacas recin llegaron a La Boca en 1893.La norma municipal estableca que los cuartos de los conventillos no podan tener menos de 12 m2 y 3,5 m de altura. Cada familia se apretujaba en el mismo cuarto que a veces se divida con biombos o cortinas. Los patios eran el centro de reunin general. All convergan los inquilinos y se enteraban de todo lo que pasaba en el inquilinato. Por eso al chismoso se lo llama conventillero.A diferencia de los conventillos de otras zonas, los que hubo en La Boca se construyeron con maderas y chapas de cinc. La ausencia de higiene y de intimidad era tan comunes como el bao para todos. Para entender la magnitud, en 1904 ms de 16000 personas vivan en los 331 conventillos de La Boca. La superpoblacin de Buenos Aires lleg a tal punto, que hubo temporadas en las que uno de cada cinco habitantes de la ciudad viva en casas de inquilinato. Esa es razn ms que suficiente para que este tipo de patrimonio arquitectnico sea tan valorado como lo son las mansiones del 1900.El transbordador Nicols Avellaneda: la resurreccin de un puenteHay solo ocho puentes transbordadores en todo el mundo, y uno de ellos es el de la Boca. Smbolo del barrio y del podero del hierro, un ingeniero comanda su recuperacin y suea con la posibilidad de que lo declaren Patrimonio de la Humanidad Hay solo ocho puentes transbordadores en todo el mundo, y uno de ellos es el de la Boca. Smbolo del barrio y del podero del hierro, un ingeniero comanda su recuperacin y suea con la posibilidad de que lo declaren Patrimonio de la HumanidadPor Alejandro Caravario | Fotos: Sebastin PaniEl ingeniero Sebastin Sarasqueta, perteneciente a la unidad de negocios Obras Electromecnicas de la empresa Eleprint, es, a todas luces, un cuadro corporativo. Y quizs a menudo lo reclamen las mesas kilomtricas y lustrosas de los grandes despachos donde se definen emprendimientos millonarios. Sin embargo, el hombre habla con el fervor de un militante. Vestido de fajina (es decir, dispuesto a ensuciarse), bajo el casco reglamentario y un arns ms complejo que el de un alpinista, muestra con orgullo y detalle la sala de mquinas hecha a nuevo. Los motores, los engranajes originales, preservados con celo, las breves pantallas tctiles de comando que fechan la refundacin de este monumento centenario en la era tecnolgica: el puente transbordador Nicols Avellaneda. De sus palabras se desprende que, al menos en este caso, la mstica y el compromiso son tan importantes como los clculos acerca de estructuras, materiales y presupuestos. "Los trabajadores que tenemos le meten corazn, son buenos artesanos de su trabajo. Todo lo hacen a conciencia y con sentido de pertenencia", sintetiza su logro mximo como lder del grupo. "En septiembre del ao que viene, quiero estar cruzando el ro. El barrio espera mucho esta obra. Preguntan mucho, la necesitan", agrega. Tan fina sintona con el deseo colectivo acaso se debe a la sensibilidad del ingeniero. Pero es probable que el barrio influya. Un barrio donde las acciones vecinales -un hbito de raigambre italiana, dicen los que saben- tienen fuerza de mandato bblico. La Boca, s. La Boca. Esplendores y penuriasEstamos junto con el ingeniero y sus colaboradores, y a una altura que el cronista juzga perturbadora, en el puente transbordador Nicols Avellaneda. Esa colosal demostracin de la ingeniera civil inglesa del siglo XIX, algo as como la oda al hierro, material estrella de la poca, designado para expresar la magnificencia de un capitalismo en la edad del estirn. Construido en 1914, estuvo en uso hasta 1960 y luego comenz una larga agona hasta transformarse en una presencia espectral sobre las aguas espesas (hoy en vas de purificacin) del Riachuelo. Aunque lejos de la funcin vital de los orgenes, cuando miles y miles de trabajadores unan a diario la Isla Maciel, en Avellaneda, con el extremo sur de la Capital, el transbordador conserv su potencia simblica. Su capacidad de condensar esplendores y penurias del pago chico (su derrotero es idntico al del propio barrio) y, por lo tanto, de perfilar ntidamente la identidad de La Boca. cono popular, tambin alcanz la gloria herldica al convertirse en uno de los blasones del escudo de la pizzera Banchero. Decimos bien, escudo y no logotipo, que sera un remilgo moderno tratndose de los padres de la mozzarella boquense. Ms conocida es su aparicin en las telas de don Benito Quinquela Martn, donde, a la inversa de Dorian Grey, ha permanecido a resguardo de la vejez y el xido. Entre el empuje del vecindario y la voluntad oficial de revalorizar La Boca, el esqueleto metlico que remite a un distante pasado industrial dej de ser una postal melanclica para integrar un proyecto de recuperacin. El plan, comandado por Vialidad Nacional, apunta a que el transbordador, mediante las ingentes reparaciones en curso, luzca como en sus aos mozos. Y, lo ms importante, que vuelva a trasladar personas de aqu para all. Ya no obreros, carros de tiro y maquinarias como a principios del siglo XX, sino paseantes interesados en los pliegues de la historia y en las profundidades de Buenos Aires. Hay solo ocho puentes transbordadores en todo el mundo, y uno de ellos es el de la Boca. Smbolo del barrio y del podero del hierro, un ingeniero comanda su recuperacin y suea con la posibilidad de que lo declaren Patrimonio de la Humanidad"La idea es incluir el puente en un circuito turstico. Tambin se est trabajando en la Isla Maciel en temas de seguridad y de patrimonio. Y hay una conversacin avanzada con la empresa Philips para que haya iluminacin permanente, como en la Torre Eiffel, que permita cambiar los colores segn las fechas de fiesta", cuenta Gabriel Lorenzo, director ejecutivo de la Fundacin x La Boca, una ONG que ha participado intensamente en la red de gestiones orientadas al resurgimiento del transbordador y que es una referencia obligada en el barrio. "Estamos empeados en la recuperacin de los valores histricos y patrimoniales de La Boca", completa Lorenzo, y menta el Riachuelo entre sus objetivos institucionales. "Hay que recuperarlo no solo desde el punto de vista ambiental, sino tambin productivo y cultural. El Riachuelo ha sido la cuna de la Revolucin Industrial en Buenos Aires". Un puerto, un pasLa zona del Riachuelo fue, desde fines del siglo XIX, el punto neurlgico del modelo agroexportador. Los frigorficos (ms sus industrias asociadas como las curtiembres) y el Mercado Central de Frutos, al que ingresaban unos quinientos vagones cargados de lana por da, adems de cuero y cereales, impulsaban el trfico incesante y resuman la matriz productiva de la Argentina. El programa bsico de la elite dominante. Con los aos, la industria se diversific y en el rea se radicaron a ritmo vertiginoso empresas navales, metalrgicas, petroqumicas y textiles, entre otras. A punto tal que, en 1914, Avellaneda era "la principal ciudad industrial y obrera del pas", segn datos de la Unin Industrial regional. La contrapartida de ese desarrollo fue el costo ambiental, que no se descubri precisamente en estos das: abundan las crnicas periodsticas escritas ms de un siglo atrs que refieren la pestilencia de la cuenca. En ese ambiente, el Ferrocarril del Sud se encarg de la construccin del transbordador. Fabricado ntegramente en Inglaterra, la estructura se arm en Buenos Aires, pieza por pieza, una faena en apariencia tortuosa, dada la envergadura de la obra y sus bemoles. El puente tiene una plataforma suspendida -la barquilla- que, tirada por cables, permita cruzar de una orilla a la otra. Este medio de transporte y su exuberancia arquitectnica eran corrientes en esa poca en las principales ciudades portuarias. Soluciones alternativas para mover cargas y gente forzaron su lenta desaparicin y hoy solo sobreviven ocho transbordadores en todo el mundo: tres en el Reino Unido (Newport, Middlesbrough y Warrington), dos en Alemania (Osten y Rendsburg), uno en Francia (Rochefort), uno en Espaa (Vizcaya, el ms antiguo, erigido en 1893 y declarado Patrimonio de la Humanidad) y el Nicols Avellaneda, nico exponente americano en el inventario de reliquias. FocalTrasbordador construido en la ciudad de Newport, sobre el ro Usk, en InglaterraFocalTees Bridge, construido cerca a la ciudad inglesa de MiddlesbroughFocalPuente construido en la ciudad de Osten, Alemania - WikimediaFoto 1 de 7La restauracin del transbordador porteo est a punto de comenzar su tercera etapa. Antes de la mano esttica de pintura, habr que remover un gasoducto que, como un ribete ornamental, recorre peligrosamente a la intemperie la silueta de hierro de punta a punta. Se lo soterrar en un tnel descubierto azarosamente y que se extiende por debajo del lecho del ro. Un tnel que se utiliz alguna vez para el tendido de cables. Luego resta "reemplazar algunos vnculos deteriorados", vale decir emparchar aqu y all. Maquillar los estragos ocasionados por el olvido. Tarea que parece liviana, pero que requiere una osada especfica que en la academia se denomina alpinismo industrial. Obrero y montaistaDice Sarasqueta que la obra que tienen entre manos los obliga, a veces, a razonar "como los nonos" -aquellos ingenieros que idearon el puente hace un siglo- para abordar algunos desafos tcnicos. Por lo dems, las dificultades provienen del trabajo en las alturas, aunque su equipo est preparado para esas lides. Es ms, les encanta el plus de adrenalina que depara la tarea. "El alpinismo industrial es lo que est en vigencia en todo el mundo. Se trata de tomar un riesgo calculado, contemplando las mximas de seguridad, y con la posibilidad de ir en forma directa a lo concreto", explica Sarasqueta mientras contempla los pisos superiores de la enorme osamenta a la que se trepar con sus muchachos a la brevedad. "Se puede prescindir de un montn de horas de gra, que son muy caras. Y adems se acelera el trabajo, porque la gra provoca demoras. Se gasta ms en horas hombre, pero no tanto en maquinaria pesada. Incluso se pueden hacer mejor los trabajos". Descartando cualquier sospecha de temeridad, aclara: "Ante una eventualidad, un accidente, tengo gente capacitada que puede resolver enseguida un rescate a ms de cincuenta metros de altura". Antes de recalar en La Boca, el ingeniero prest servicios en Brasil, donde hubo que terminar estadios bajo la amenaza del reloj. Su pericia en las alturas (y la de un grupo de treinta compatriotas a sus rdenes) fue muy apreciada para la conclusin a tiempo de la infraestructura faranica solicitada por la FIFA. Hay solo ocho puentes transbordadores en todo el mundo, y uno de ellos es el de la Boca. Smbolo del barrio y del podero del hierro, un ingeniero comanda su recuperacin y suea con la posibilidad de que lo declaren Patrimonio de la HumanidadLa compenetracin del pueblo de La Boca con el puente qued en evidencia cuando, en el clmax del despilfarro y la devastacin que atravesaba la Argentina, estuvo a punto de ser desguazado y vendido como chatarra. Adivinen cundo y quin gobernaba? En 1993, se avanz en su liquidacin, junto con la de otros puentes en desuso. El tonelaje del Nicols Avellaneda lo converta en el corazn de la oferta. Pero las asociaciones vecinales y, en especial, el denuedo del arquitecto Carlos Pasqualini para batallar con las autoridades nacionales y los entonces concejales (una gesta que todo el barrio recuerda) impidieron la consumacin del arrebato. La solucin poltica consisti en que el Concejo Deliberante declarara Sitio de Inters Cultural al transbordador y esa investidura lo protegiera de la demolicin. La fraternidad de los puentesLas ocho piezas smil Mecano que sobreviven en el planeta han dado lugar a una comunidad internacional formalizada en el Congreso Internacional de Puentes. El prximo se celebrar en La Boca y ser un captulo de los festejos por la reapertura. Al menos as lo consigna la agenda de Gabriel Lorenzo. "Van a venir los intendentes de las distintas ciudades para explicarnos cmo fue el proceso de recuperacin y qu funcin cumple actualmente cada uno de los puentes", dice el responsable de la Fundacin x La Boca en su oficina frente al Riachuelo, desde donde puede ver el objeto de sus desvelos. En ese segmento de la avenida Pedro de Mendoza, donde se afinca el multiespacio Proa, faro del arte y reducto cool, y donde los visitantes extranjeros se asoman a la colorida singularidad del barrio cuyo altar mayor es La Bombonera, quiz se recorta la utopa productiva boquense. La explotacin intensiva del paisaje turstico parece la llave del futuro. Cuando el Nicols Avellaneda vuelva a la vida, se har una presentacin conjunta para que todos sean declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Hay solo ocho puentes transbordadores en todo el mundo, y uno de ellos es el de la Boca. Smbolo del barrio y del podero del hierro, un ingeniero comanda su recuperacin y suea con la posibilidad de que lo declaren Patrimonio de la Humanidad"La Boca es el nico barrio de la ciudad nacido gracias a un puerto. El nico barrio que, sin hipocresas, convivi con el ro durante aos, soportando sudestadas e inundaciones sin ningn resarcimiento econmico", marca la cancha Antoln Magallanes, director de Relaciones Institucionales de Acumar, el organismo nacional que tiene a su cargo la menuda misin de recuperar la cuenca del ro Matanza-Riachuelo. Voz autorizada y reconocida, experto en temas boquenses, integr desde los orgenes la mesa chica donde se urdi el proyecto para unir las dos orillas. "Al da de hoy, se reparten aqu y all familias que se relacionan cotidianamente. Si posamos nuestra mirada haciendo foco en La Boca y la Isla Maciel, nos daremos cuenta de que no solo hay una misma geografa, sino que tambin el paisaje urbano es casi el mismo. En ambos lados hay profusin de conventillos", agrega el funcionario. Y, entre sociolgico y potico, completa el cuadro. "Muchos creemos que ese puente representa mltiples cosas. Es, sin dudas, un testimonio de la historia del trabajo en el sur porteo y en toda la Argentina urbana. Por l pasaron verdaderas mareas humanas que se dirigan a sus ocupaciones: los frigorficos, los astilleros, el puerto, las fbricas... Es un punto de tensin para mirar el futuro. Pero tambin es un punto de unin, como lugar que simboliza la confraternidad entre las mujeres y los hombres que habitan sus orillas". Con viento a favor y apego a los contratos firmados, dentro de un ao el transbordador Nicols Avellaneda abandonar el museo de la nostalgia y ser un espectculo del presente. Igual que en 1914. La esperanza de los boterosHay solo ocho puentes transbordadores en todo el mundo, y uno de ellos es el de la Boca. Smbolo del barrio y del podero del hierro, un ingeniero comanda su recuperacin y suea con la posibilidad de que lo declaren Patrimonio de la HumanidadCarlos Scaro dice recordar el rodaje de La Mary, la gran pelcula de Daniel Tinayre que desencaden el romance ardiente y tumultuoso como un bolero entre la modelo y actriz Susana Gimnez y el campen mundial de boxeo Carlos Monzn. "All viva la familia de ella en la ficcin", acota mientras seala el lado de all, de la Isla Maciel. Eran los aos cuarenta y los personajes de la Mary y el Cholo cruzaban en bote el Riachuelo. Aunque el trfico merm drsticamente, alguna gente sigue viajando del mismo modo y por el mismo lugar -ahora con un muelle flamante- inmortalizado en las escenas del film. Scaro es uno de los boteros histricos, con treinta aos en una actividad que parece el vestigio de un pasado casi irreal. Por dos pesos (cincuenta centavos para los escolares), los gondoleros porteos cubren un trayecto menor a una cuadra. Chicos de guardapolvo blanco y trabajadores integran el pasaje estable de un servicio disponible en el horario de seis a veintiuna y al que la competencia le est haciendo perder los ltimos clientes. "Cambi todo. Los botes se terminaron de caer cuando se reinaugur el Puente Avellaneda. Ahora la gente prefiere ir por arriba, caminando", dice Scaro en referencia al puente que, como un gemelo nacido para opacarlo, lleva el mismo nombre que el transbordador y fue construido a unos pocos metros. Data de 1940, cuando la expansin de los autos exiga vas ms modernas, y se recicl en 2010. Algunos boteros, a propuesta de Vialidad Nacional, pasaron a trabajar como personal de seguridad, en el paso peatonal, en lo alto de las nuevas instalaciones. Literalmente, un ascenso. Entusiasmados con las obras en el viejo puente, los boteros confan en que sus embarcaciones se sumarn a la oferta turstica. "Sera muy bueno", dice Scaro y postula un itinerario que surque la Vuelta de Rocha. En tiempos en que el Riachuelo, en terapia de desintoxicacin, alberga regatas recreativas, no es difcil de imaginar.

La Inmigracin en la ArgentinaPrimera Parte 01/09/2012 La Inmigracin en la Argentina - Segunda Partepor MABEL ALICIA CREGO email ingreso al pas de inmigrantes, el desembarcaderoLa Argentina esta considerado como un pas de inmigracin, con el trillado termino crisol de razas, la sociedad Argentina, fue influida por este fenmeno inmigratorio masivo, que tuvo lugar a partir de mediados del siglo XIX. Para finales del siglo XIX, millones de personas abandonaron Europa como consecuencia de los cambios producidos por la Segunda Revolucin Industrial, en particular por el exceso de mano de obra rural a raz de la tecnificacin agrcola.La Argentina fue uno de los pases de Amrica que ms inmigrantes recibi en el perodo de emigracin de masas, cerca del 10 por ciento del total. Si bien en trminos absolutos la cantidad de inmigrantes que se instalaron en el pas entre 1880 y 1930 fue inferior a la de los que se dirigieron a los Estados Unidos, la Argentina fue el pas que tuvo la mayor proporcin de extranjeros con relacin a su poblacin total. De acuerdo a los datos del censo de 1914, una tercera parte de los habitantes del pas y la mitad de los habitantes de la ciudad de Buenos Aires eran extranjeros.Una combinacin de factores determin la direccin de los flujos migratorios. Por un lado obraban las condiciones que se daban en el pas de origen, denominadas factores de expulsin. En el caso de Europa estos factores incluyeron la desocupacin masiva, los bajos salarios, las crisis polticas y sociales, las guerras y en algunos casos el deseo de mejorar las propias experiencias profesionales.Por otro lado, tambin operaron los factores de atraccin del pas de destino. La Argentina ofreca la promesa de grandes fuentes de trabajo, salarios ms elevados, y otros beneficios como la existencia de una vigorosa educacin pblica y gratuita para los hijos y una sociedad dinmica en donde el ascenso social era posible.De manera simultnea a los procesos de cambio econmico y social que afectaban a Europa, la Argentina iniciaba un camino de modernizacin econmica. La explotacin de los recursos de la extensa pampa con el fin de satisfacer las demandas del mercado externo requera abundante mano de obra, mucho ms que su escasa poblacin.Estos dos procesos, argentino y europeo, coincidieron en el tiempo y de este modo se dio una secuencia de expulsin - atraccin de poblacin. No obstante, la llegada de europeos a la Argentina no fue totalmente espontnea. El Estado alent la llegada de inmigrantes, por razones que iban desde la creencia en su aporte civilizatorio hasta la necesidad de asegurar el flujo de mano de obra.El prembulo de la Constitucin de 1853 convoca ofreciendo justicia, paz, bienestar y libertad a todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino; el artculo 20 asegura a los extranjeros el goce de todos los derechos civiles del ciudadano; y el artculo 25 seala que el gobierno Federal fomentar la inmigracin europea; y no podr restringir, limitar ni agravar con impuesto alguno la entrada al territorio argentino.ingreso al pas de inmigrantes, mientras esperan para ser atendidosTras la lucha entre unitarios y federales, que impidieron establecer polticas demogrficas consensuadas, durante el primer medio siglo de independencia, a partir de 1854, el gobierno nacional decide dar impulso a la inmigracin europea. La decisin no se basaba simplemente en la necesidad de proveer al pas de mano de obra (barata) que permitiera aumentar la produccin de la tierra, para cumplir con el papel agro exportador, que la divisin del trabajo vigente le asignaba. Tambin responda a la idea de las elites ilustradas, de modificar la composicin poblacional, para corregir lo que Jurez Celman calificara, de El turbio entendimiento del pueblo Argentino.El gran proceso inmigratorio comienza en la Argentina a partir de 1856, ao en que se asientan en el pas las primeras colonias, en Baradero y despus en Esperanza (Santa Fe). Desde entonces se han radicado en nuestro territorio, unos 4 millones y medio de inmigrantes, pasando a ser el segundo pas, en inmigracin, del mundo. La mayora, era de origen latino, con una gran proporcin de italianos y espaoles. La gran cantidad de inmigracin, entr por el puerto de Bs. As. Y en menor escala por Rosario, hasta completarse toda la ocupacin. Recin a partir de 1870, comienza a cobrar importancia la gran inmigracin preconizada por Alberdi.Para los Estados Europeos, fue una vlvula de escape a muchos problemas locales. No hubo pas latinoamericano que hubiera recibido tantos inmigrantes europeos, en un perodo tan corto. Ni siquiera Estados Unidos igual los volmenes alcanzados en la Argentina durante el perodo que va de 1880 a 1886.La navegacin a vapor, permiti un traslado transocenico rpido y barato. Proliferaban compaas cuyos voceros, recorran los campos procurando convencer a sus pobladores, de que probasen la tentadora emigracin. Agentes consulares y comerciales, contribuyeron ofreciendo incluso pasajes gratuitos. Hubo episodios de explotacin, de engao, en que se menta, el destino del emigrante y se los llevaba a lugares en donde las condiciones de trabajo eran abusivas.Al comienzo Bs. As duplic su poblacin. En el litoral (Santa Fe, Entre Ros, y parte de Corrientes) desde mediados del siglo anterior, se venan instalando colonias de variados orgenes tnicos: judos, suizos, franceses, alemanes, eslavos, espaoles e italianos. Dieron origen a lo que se llam Pampa Gringa o Pampa sin gaucho. El gobierno nacional pretenda que llegasen europeos nrdicos, en especial ingleses, (pero estos, prefirieron rumbos norteamericanos).Albinmigrantes italianoserdi y Sarmiento se aprestaban a dirigir el pas. Tenan gran fe en la posibilidad, de que miles de europeos llegasen a poblar nuestra Pampa y ensear a nuestros habitantes hbitos de trabajo, ahorro y respeto por la autoridad, que todava no existan, y cuya ausencia volva a nuestro pueblo, a juicio de estos hombres, incapaz de gobernarse.Segn ellos, la inmigracin, iba a producir con el transcurso del tiempo, el cambio a un ciudadano distinto, trabajador, laborioso, que entendiese de mquinas, que no tuviese esa vocacin indisciplinada, propia del paisano. La inmigracin, es uno de los elementos, que estos hombres creen indispensable, para que el pas se pueble, sobre todo, con razas que puedan mejorar el nivel tnico y la mentalidad de los argentinos criollos.Los inmigrantes que llegaron en dcadas posteriores, no fueron los que el estado haba deseado. Ellos queran anglosajones, que tuvieran el mismo tipo de mentalidad que haban visto en Estados Unidos. Entre 1860 y 1880 empezaron a llegar inmigrantes en poca cantidad, pero significativa como para armar una poltica de inmigracin y permitirles en algunos casos la propiedad de colonias. Que se fueron estableciendo en Entre Ros, Santa Fe y en menor cantidad en Bs. As.La expansin de la economa exportadora de carnes y cereales, origin profundas transformaciones en la sociedad Argentina. Durante las ltimas dcadas del siglo XIX se registr un vertiginoso crecimiento numrico de la poblacin del pas, que hasta entonces, estaba relativamente despoblado.Con la Presidencia de Nicols Avellaneda (1874-1880) hubo un intento de asegurar las condiciones, para que la pequea y mediana propiedad prevaleciera en el pas, siguiendo lineamientos ya trazados durante la presidencia de Sarmiento.Se promovi la ley nmero 817 de Inmigracin y Colonizacin, sancionada el 19 de Octubre de 1876. Se consideraba inmigrante, a toda persona que llegase en segunda o tercera clase, en barco a vapor o a vela, que sea menor de 60 aos, libre de defectos fsicos o enfermedades, til para el trabajo, que declare ser jornalero, artesano, industrial, agricultor o profesor.Esta ley establece que los territorios nacionales, deben dividirse en secciones cuadradas de 20 Km. de lado. Y cada una de estas, en lotes de 100 ha. De estos, los cuatro centrales se reservan para pueblo, y otros (76 exteriores) para ejido.Constituye un intento de orden, de todo lo que corresponde a la inmigracin y colonizacin del pas, sobre tierras e inmigracin. sta ley creaba un departamento de inmigracin, que promovera la llegada de colonos. Controlara, que no hubiera fraudes en los contratos y asegurara que la tierra, fuera a parar a muchas manos, en pequeos lotes, mas bien que a formar latifundios. Esta poltica consigui frenar la extensin del latifundio, pero ante la gran expansin de tierras frtiles, conquistadas en 1879 por la campaa del Gral. Roca, fue difcil controlar la tendencia a repartir, las nuevas extensiones en grandes unidades.Cada una de las primeras 100 familias recibira un lote gratis de 100 ha. El resto sera vendido a plazos por un precio de 2 $ la hectrea. La gran mayora de los europeos arribados a la Argentina, fueron italianos y espaoles. Los primeros contingentes de italianos provenan de las zonas agrcolas del Piamonte, Lombardia y El Friul, luego llegaron campesinos de las tierras del sur (como Sicilia, Calabria y Npoles). inmigrantes en el campoA partir de 1905, la mayora de los inmigrantes que llegaron eran espaoles. Muchos de ellos eran originarios de Galicia, por lo que se impuso el nombre de gallegos para designar a todos los nuevos habitantes llegados de Espaa. Tambin arribaron franceses, ingleses, alemanes, suizos, sirios y judos (muchos de ellos provenan de Rusia), por lo que se comenz a llamar rusos a los judos, aunque fueran oriundos de Polonia o Alemania.Se establecieron asimismo familias de irlandeses, dedicados a la cra de ovejas, en el sur de la provincia de Buenos Aires, y colonias de galeses, en la provincia de Chubut. Una sociedad para la emigracin galesa, fue creada en el Reino Unido en 1850, fue la que impuls el desembarco en Puerto Madryn de 153 personas en 1865. La Patagonia era, por entonces, un territorio semidesrtico, sin autoridades administrativas estables y carencia total de atencin sanitaria y escolar. All habitaban los tehuelches, que ya comerciaban pacficamente con quienes arribaban a sus costas.En las nuevas colonias, europeos e indgenas establecieron provechosas relaciones. Los tehuelches ensearon a los galeses a cazar y a pescar cuando las primeras cosechas no fueron suficientes para mantenerlos. Les dieron caballos y les ensearon a domarlos. Encontraban mas conveniente, comerciar con los recin llegados, mas honestos que los patagones. Los galeses les dieron artculos necesarios y a su vez comercializaron lo que les vendan los indgenas.La sociedad dur hasta que hacia 1880, el ejrcito procedi a ocupar el territorio patagnico y combatir al indgena. Los galeses trataron de defender a sus socios enviando emisarios a Bs. As., pero factores polticos hicieron intiles sus gestiones. Las colonias galesas gozaron de privilegios otorgados por el estado argentino, como el de tener su propio gobierno elegido libremente, su correspondiente sistema de justicia y hasta billetes de banco escritos en gals.

La Inmigracin en la ArgentinaSegunda Parte25/08/2012 La Inmigracin en la Argentina - Primera Partepor MABEL ALICIA CREGO email ingreso al pas de inmigrantes, venan casi con lo puestoLos inmigrantes que emprendan el viaje a la Argentina, se vean expuestos a veces a penosas travesas en barco de 20 a 25 das, siempre en segunda o tercera clase.La expansin de la economa exportadora de carnes y cereales origin grandes transformaciones en la sociedad Argentina. Durante las ltimas dcadas del siglo XIX se registr un vertiginoso crecimiento numrico de la poblacin del pas, que hasta entonces estaba relativamente poco poblado.La Argentina en 1880 fue fundamentalmente una Argentina ganadera. Y de la mano de la ganadera creci la industria, que estaba referida casi con exclusividad al tratamiento de las carnes.Gracias al invento del francs Charles Tellier, que haba ideado un procedimiento de conservacin por medio del fro seco, naci el frigorfico. En 1882 se construy el primer establecimiento de este tipo en San Nicols, provincia de Buenos Aires y muy pronto se inici la exportacin de carnes congeladas a Inglaterra.Entre 1870 y 1929 llegaron a la Argentina alrededor de 6 millones de inmigrantes europeos, de los cuales algo ms de 3 millones se radicaron definitivamente en el pas. En su mayora provenan de las regiones ms pobre de Espaa e Italia.En general, se trataba de varones, muchos de ellos solteros en edad productiva, que arribaron con la esperanza de convertirse en propietarios de una parcela de tierra de cultivo o, al menos, encontrar un empleo bien remunerado en las tareas de rurales. Aunque la produccin agropecuaria argentina se hallaba en esos aos en pleno auge, la mayor parte de los inmigrantes, no logr transformarse en propietaria ni afincarse en zonas rurales.Esto se debi a diferentes factores: las mejores tierras para la produccin ya estaban ocupadas y eran propiedad de grandes terratenientes, por lo que el acceso a la tierra propia, era muy difcil o estaba casi vedado para los recin llegados, que disponan de un capital escaso. Por otra parte, la demanda de trabajadores para las tareas agrcolas tenan un carcter estacional. inmigrantes en el campoPor otras razones, la situacin de los inmigrantes que llegaron al pas despus de 1880 result muy distinta de la de los primeros colonos, que se convirtieron en propietarios en las colonias agrcolas, fundadas en el sur de Santa Fe y Entre Ros con el fin de promover la agricultura. La mayora de los recin llegados se convirtieron en habitantes de las grandes ciudades de las provincias del Litoral y de Buenos Aires.En esos aos, ciudades como Buenos Aires y Rosario, entre otras, ofrecan la posibilidad de hallar empleo en las obras de infraestructura. En Buenos Aires, por ejemplo, se estaban realizando mejoras en el puerto, construccin de edificios y desages, tendido de vas frreas y de instalacin de alumbrado pblico. Tambin podan trabajar, en algunos de los talleres industriales que comenzaban a establecerse en Buenos Aires a fines del siglo XIX. Muchos inmigrantes comenzaron a trabajar por su cuenta desarrollando diferentes oficios.El torrente inmigratorio que se concentr en Buenos Aires, gener problemas habitacionales, debido a que la ciudad no estaba preparada para recibir a tantas personas, en tan corto lapso: de 180.000 habitantes en 1869 pas a 950.000 en 1904.El Estado Nacional haba construido, en el Puerto de Buenos Aires un Hotel de Inmigrantes, como lugar de estancia transitoria, para los inmigrantes sin recursos. Pero, solo podan permanecer all unos 4 o 5 das luego, deban salir y hallar un sitio en el que alojarse. conventilloEste hotel se cre, para atender la gran cantidad de extranjeros llegados al pas y brindarles todo lo prometido, en las campaas realizadas, en las agencias de inmigracin europeas.La oferta ms accesible fueron los conventillos. Se trataba de grandes caserones, con numerosas habitaciones que se comunicaban con un patio central, ubicados en la zona sur, de la provincia de Buenos Aires. Originalmente, estas casas, haban pertenecido a ricas familias porteas, que fueron abandonas cuando, en 1871, se produjo una epidemia de fiebre amarilla, que provoc la muerte del 10 % de la poblacin de la ciudad. En esas casas viejas y deterioradas, por los aos de abandono, se alojaron numerosas familias, condenadas a vivir, en condiciones de hacinamiento y precariedad.Los conventillos, se convirtieron en un excelente negocio, ya que requera una baja inversin y exista una gran demanda, circunstancia que fue aprovechada por comerciantes, muchos de ellos extranjeros, que compraban, por poco dinero las casas abandonadas, o por sus antiguos propietarios, pertenecientes a familias de la elite portea, como el poderoso terrateniente Anchorena.La llegada continua, de contingentes de europeos a la ciudad, alent a algunos especuladores a edificar viviendas precarias, con muchas habitaciones pequeas, para alquilar a las familias obreras.Los conventillos se convirtieron en la vivienda popular, ms habitual. Este tipo de inquilinato, fue comn enconventillo los barrios del sur; La Boca, Barracas, San Telmo, Constitucin, Monserrat, Balbanera. (Ampliar con articulo Un conventillo en Barracas).A comienzos de siglo XX, la quinta parte de los conventillos, no tenan agua ni baos y los alimentos se cocinaban en braseros, sin embargo los precios de los alquileres eran muy altos, representaban, cerca de la cuarta parte, del ingreso de un obrero. Algunos vivieron en los conventillos. Los conventillos ms famosos fueron Las Catorce Provincias, El universo, y el Conventillo de la Paloma.En ellos "se compartan los baos, los lavatorios, las letrinas, la cocina y los lavaderos. En las piezas vivan familias enteras, a veces con seis o siete hijos, lo que provocaba hacinamiento y promiscuidad. Para dormir, los ms pobres tenan dos opciones: el sistema de cama caliente, en el que se alquilaba un lecho, por turnos rotativos para descansar un par de horas, o la maroma, que eran sogas amuradas de pared a pared a la altura de los hombros. Quien optaba por esto, deba pasarse las sogas por debajo de las axilas, dejar caer el peso del cuerpo y dormir sentado". A veces por el peso excesivo, la cuerda se soltaba y caa, de ah el dicho, se viene la maroma . Esto nos da una idea del enorme sacrificio que debieron hacer muchos de los que venan en busca de un futuro mejor.Por esta razn, en los primeros aos del siglo XX, disminuy el nmero de personas que vivan en conventillos, porque empujo a muchos, a buscar viviendas ms baratas, en las zonas perifricas de la ciudad, tambin debido a la extensin del servicio de tranvas, que permiti trasladar a los trabajadores desde los nuevos barrios, hacia el centro.Tambin contribuy a la descentralizacin, la posibilidad de comprar lotes a crdito, en barrios mas alejados del centro, en los que algunos inmigrantes, o sus hijos, edificaron sus propias viviendas. descendientes de inmigrantesLa cadena migratoria, tenda a agrupar en inquilinatos, calles o barrios, a un importante grupo de ex habitantes del mismo lugar. As surgieron las Asociaciones, que se ocuparon de la salud o de la financiacin y en particular, de intentos para conservar la propia cultura, la religin, la historia y el idioma. Sorprenda la cantidad de diarios en distintos idiomas.Toda esa actividad, chocaba a veces, con la intencin homogeneizarte, del Gobierno Nacional. Se abrieron templos, escuelas, sociedades de socorros mutuos, cooperativas y bancos. Surgen instituciones, como la Xunta de Galicia, Centro Asturiano, Unione Benevolenza, Hospitales, Italiano, Francs, Britnico, Espaol, Sirio Libans, entre muchos otros. Desde donde, se poda aprender el idioma, a bailar danzas tpicas. Con el tiempo y ante el cese del flujo migratorio, esas entidades perdieron fuerza, pero algunas renacieron, de la mano de aquellos descendientes de inmigrantes.La gran corriente inmigratoria, que hizo aumentar la poblacin, en poco tiempo a tres millones de personas, produjo un gran impacto en la sociedad. En Buenos Aires, la mitad de sus habitantes eran de origen extranjero. Este hecho fue determinante, para la sancin de la ley 1.420 de educacin, ya que era imperioso que los hijos de esas grandes masas europeas, se integrasen al pas en forma rpida y, por sobre todas las cosas, se identificarn con sus tradiciones.

125 AOS DE SU NACIMIENTOEn busca del sueo de Quinquela MartnEn el marco del 125 aniversario del nacimiento de Benito Quinquela Martn, que se cumplir el 1 de marzo prximo, las veredas de la avenida Pedro de Mendoza de La Boca se llenaron de color en lo que fue una intervencin colectiva de vecinos, fundaciones y artistas para cumplir un sueo inconcluso del pintor y muralista: asfaltar de colores las calles de su barrio.IMPRIMIRACCESIBLEACCESIBLELos banderines ondeando con el viento sobre la calle de la Escuela Pedro de Mendoza de La Boca, donde tambin est el Museo Bellas Artes Benito Quinquela Martn, el cielo gris y la lluvia que amenazaba era el escenario que por el medioda, contra todos los pronsticos, invitaba a sumarse a la gran pintada. "Colaboren con este sueo, todos a pintar", se escuchaba decir. Amarillo, rojo, verde y azul fueron los colores que desde la maana empezaron a cubrir veredas y adoquines de la avenida Pedro de Mendoza al 1800, de la mano de nios, jvenes, adultos, turistas y otros vecinos boquenses que en su habitual salida domstica se toparon de casualidad con esta intervencin en homenaje al emblemtico artista local."l pensaba que el color tena una influencia beneficiosa sobre la vida de las personas y quera extender esa experiencia de Caminito hacia el resto del pas y asfaltar de color La Boca. Hace un tiempo nos propusimos intervenir las calles y la idea fue que sea la comunidad la encargada de cumplirle el sueo a Quinquela", dijo a Tlam Vctor Fernndez, director del museo que lleva el nombre del artista.Es que precisamente desde esa institucin se convoc a fundaciones, vecinos y artistas a ser parte de la jornada, con la intencin de que "cada uno pinte un pedacito de calle y entre todos le demos forma a unos de sus sueos", expres sobre esta actividad que se inscribi "en una serie de celebraciones que estamos haciendo para conmemorar los 125 aos".En este sentido, Fernndez explic que "Quinquela record como nadie que el arte es una expresin de la comunidad y que comparti los frutos de su xitos con su gente, no podramos pensar su arte desvinculado de su ser en comunidad. Hemos visto desde siempre un incansable promotor de acciones solidarias, por eso nos pareca significativo justamente que se involucren vecinos y chicos del barrio".Eli de once aos vive en el barrio de La Boca y durante la jornada, que a pesar del nublado clima aguant la lluvia y se extendi hasta la tarde, estuvo con pincel en mano cargando y volviendo a cargar su pote de pintura para cambiar el gris de los adoquines y transformarlos en una inmensa sonrisa junto al Riachuelo, como invitaban los organizadores."Vinimos a pintar y a celebrar el cumpleaos de Benito Quinquela, era un pintor de La Boca y era un hombre muy bueno porque cada vez que ganaba dinero pintaba gratis las cosas. Le estamos regalando lo que a l le gusta porque l siempre so con pintar los adoquines, las casas y ahora lo hacemos nosotros como un regalo", cont la nia.Maxi, de 10 aos, fue otro de los chicos que se sum; se enter por la misma Fundacin (SOS infantil) a la que asiste junto a Eli y la idea le gust. "Me dijeron de pintar, soy de ac y a Quinquela lo conozco porque fui al museo", cont, acompaado de una banda de amigos. "El amarillo y el azul son mis colores preferidos", despej dudas, mientras sealaba su camiseta de ftbol, cuidadosamente intacta de pintura.Una mancha de amarillo en el brazo, otra verde en la mano, sus dos colores preferidos, Leonel, tambin de diez aos y de la misma institucin sin fines de lucro, mostraba orgulloso los adoquines que llen de color y que en su descanso otros nios continuaron pintando. "Soy del barrio, me invitaron. Me gusta ver las calles as, tienen ms onda"."Qu mejor que venir a participar", deca Viviana Agosti, acompaada de su amiga Andrea Sanmartn. Las dos maestras de artes plsticas e ilustradoras salan de una capacitacin en Fundacin Proa y una de ellas saba de la movida. "Y dijimos de venir", contaron al unsono."La idea de intervenir el espacio pblico me encanta, muy divertido", coment Andrea mientras daba una ltima pasada de azul a un adoqun, y Viviana condens: "Me parece maravilloso que el color no solo este dentro del museo sino fuera, que lo haga la gente del barrio y que sea una propuesta abierta".Madre e hija, Claudia y Tiziana, salan por el barrio y se cruzaron con este homenaje, "todos los das pasamos por ac, vimos esto y como a ella le gusta pintar le dije que participe", relat la mam, al tiempo que agreg "yo saba que el domingo es el cumpleaos de Benito Quinquela Martn y l quera que sea todo de colores, como los conventillos de La Boca".En el ao en que el gran artista cumplira 125 aos, La Boca, su barrio, no duda en homenajearlo a lo vistoso, como l, y con lo que fue su sueo inconcluso: llenar de colores su geografa portea. Como dice Vctor Fernndez, "Benito Quinquela Martn es una marca, es pensar en la Boca. Los vecinos lo llevan con mucho orgullo, como un emblema, su cumpleaos es un buen ejercicio de memoria colectiva".

Cocoliche, el idioma argentanoSECRETA BUENOS AIRESHISTORIA. EN 1902, EL HOTEL DE INMIGRANTES, CON RECIEN LLEGADOS QUE NO HABLABAN ESPAOL.Eduardo PariseEl pueblo agranda el idioma, suelen repetir los estudiosos de la Academia Portea del Lunfardo para referirse al valor que esas expresiones cotidianas tienen en el habla de la gente. Y la realidad demuestra que es as. Sobre todo en pases como la Argentina o ciudades como Buenos Aires, donde las grandes corrientes de inmigrantes hicieron buena parte de la historia y las palabras de otros lugares, transformadas, se volvieron tan argentinas como el dulce de leche.El tema del idioma viene a cuento porque se recuerdan dos fechas que hacen a la cuestin: ayer se celebr el Da del Inmigrante (se estableci en 1949 en relacin con un decreto que el 4 de septiembre de 1812 sancion el Primer Triunvirato) y hoy es el Da del Lunfardo (se evoca desde 2000 para conmemorar que el 5 de septiembre de 1953 se present la primera edicin del libro Lunfarda , de Jos Gobello, un texto que impuls la valorizacin y el inters de esta jerga popular).Y a propsito del lunfardo y los inmigrantes, vale hacer memoria y evocar el origen de una expresin que, durante aos, sirvi para definir un modo de hablar entreverado de mucha de esa gente llegada al pas en busca de una mejor calidad de vida. La palabra es cocoliche y esa forma de comunicacin fue caracterstica de los italianos, aunque comunidades de otros orgenes tambin le hicieron honor a semejante mezcla, aunque tuvieran cadencias de otros idiomas.Segn recuerda Jos Podest en sus memorias tituladas Medio siglo de farndula , aquella definicin surgi por el nombre de un trabajador calabrs que integraba su histrica y famosa compaa teatral. El hombre se llamaba Antonio Cuculiccio y su idioma argentano era una cruza tan rara como el spanglish que actualmente hablan muchos latinos en los Estados Unidos.Y dicen que Celestino Petray, otro actor del equipo de Podest, empez a imitarlo, lo que le permiti crear el personaje de un italiano acriollado. As, un da y frente al pblico, improvis una frase que gener carcajadas. Uno de los Podest le pregunt Cmo le va amigo Cocoliche; de dnde sale tan empilchado?, a lo que Petray, que montaba un caballo criollo, contest: Vengue de la Petegonia con este parejiere macanuto.Despus, para reafirmar su condicin de criollo, cuentan que agreg: Me quiamo Francesco Cocoliche e songo cregollo hasta lo gese de la taba e la canilla de lo caracuse. Lejos estaba de imaginar el actor que con eso creaba una palabra para definir esa forma de hablar. Y que aos ms tarde hasta sera incorporada al prestigioso Diccionario de la Real Academia bajo esta definicin: Jerga hbrida que hablan ciertos inmigrantes italianos mezclando su habla con el espaol .El personaje del circo de Podest y el cocoliche se perdieron entre la niebla del tiempo y ya casi ni se usa, salvo en alguna reposicin de los sainetes que dej Alberto Vacarezza. Pero la figura de Jos Podest no se queda slo en la evocacin de su relacin con aquel inmigrante creado por Petray. Porque entre los recuerdos de la memoria argentina hay otro personaje muy vinculado a su figura. Se trata de Pepino el 88, un payaso que, a fines del siglo XIX, convocaba multitudes. Su leyenda todava mantiene mucho de la magia que, segn los historiadores, Jos Podest generaba entre la gente. Pero esa es otra historia.

Esto aqu es el infierno y miseria negra!" Carta testimonial de un obrero inmigrante en Argentina enviada al diario "El Obrero" (1891)Enviar por correo electrnicoCarta testimonial del obrero inmigrante Jos Wanza enviada a la redaccin del diario "El Obrero" Esto aqu es el infierno y miseria negra![26 de Septiembre de 1891]Aprovecho la ida de un amigo a la ciudad para volver a escribirles. No s si mi anterior habr llegado a sus manos. Aqu estoy sin comunicacin con nadie en el mundo. S que las cartas que mand a mis amigos no llegaron. Es probable que estos nuestros patrones que nos explotan y nos tratan como a esclavos, intercepten nuestra correspondencia para que nuestras quejas no lleguen a conocerse.Vine al pas alagado por las grandes promesas que nos hicieron los agentes argentinos en Viena. Estos vendedores de almas humanas sin conciencia hacan descripciones tan brillantes de la riqueza del pas y del bienestar que esperaba aqu a los trabajadores que a m con otros amigos nos halagaron y nos vinimos.Todo haba sido mentira y engao.En Buenos Aires no he hallado ocupacin y en el Hotel de Inmigrantes, una inmunda cueva sucia, los empleados nos trataron como si hubisemos sido esclavos. Nos amenazaron de echarnos a la calle si no aceptbamos su oferta de ir como jornaleros para el trabajo en plantaciones a Tucumn. Prometan que se nos dara habitacin, manutencin y $ 20 al mes de salario. Ellos se empearon en hacernos creer que $ 20 equivalen a 100 francos, y cuando yo les dije que eso no era cierto, que $ 20 no valan ms hoy en da que apenas 25 francos, me insultaron, me decan Gringo de m..., y otras abominaciones por el estilo, y que si no me callaba me iban hacer llevar preso por la polica. Comprend que no haba ms que obedecer.Qu poda yo hacer? No tena ms que 2,15 francos en el bolsillo. Hacan ya diez das que andaba por estas largas calles sin fin buscando trabajo sin hallar algo y estaba cansado de esta incertidumbre.En fin, resolv irme a Tucumn y con unos setenta compaeros de miseria y desgracia me embarqu en el tren que sala a las 5 p.m. El viaje dur 42 horas. Dos noches y un da y medio. Sentados y apretados como las sardinas en una caja estbamos. A cada uno nos haban dado en el Hotel de Inmigrantes un kilo de pan y una libra de carne para el viaje. Haca mucho fro y soplaba un aire heladsimo por el carruaje. Las noches eran insufribles y los pobres nios que iban sobre las faldas de sus madres sufran mucho. Los carneros que iban en el vagn jaula iban mucho mejor que nosotros, pedan y tenan pasto del que queran comer.Molidos a ms no poder y muertos de hambre llegamos al fin a Tucumn. Muchos iban enfermos y fue aquello un toser continuo.En Tucumn nos hicieron bajar del tren. Nos recibi un empleado de la oficina de inmigracin que se daba aires y gritaba como un baja turco. Tuvimos que cargar nuestros equipajes sobre los hombros y de ese modo en larga procesin nos obligaron a caminar al Hotel de Inmigrantes. Los buenos tucumanos se apiaban en la calle para vernos pasar. Aquello fue una chacota y risa sin interrupcin. Ah, Gringo! Gringo de m... al Los muchachos silbaban y gritaban; fue aquello una algazara endiablada.Al fin llegamos al hotel y pudimos tirarnos sobre el suelo. Nos dieron pan por toda comida. A nadie permitan salir de la puerta de calle. Estbamos presos y bien presos.A la tarde nos obligaron a subir en unos carros. Iban 24 inmigrantes parados en cada carro, apretados uno contra el otro de un modo terrible, y as nos llevaron hasta muy tarde en la noche a la chacra. Completamente entumecidos, nos bajamos de estos terribles carros y al raso nos tiramos sobre el suelo. Al fin nos dieron una media libra de carne a cada uno e hicimos fuego. Hacan 58 horas que nadie de nosotros haba probado un bocado caliente.En seguida nos tiramos al suelo a dormir. Llova, una gara muy fina. Cuando me despert estaba mojado y me hall en un charco.El otro da al trabajo! y as sigue esto desde tres meses.La manutencin consiste en puchero y maz, y no alcanza para apaciguar el hambre de un hombre 'que trabaja. La habitacin tiene de techo la grande bveda del firmamento con sus millares de astros, una hermosura esplndida. Ah qu miseria! Y hay que aguantar noms, Qu hacerle?Hay tantsima gente aqu en busca de trabajo, que vejetan en miseria y hambre, que por el puchero no ms se ofrecen a trabajar. Sera tontera fugarse, y luego, para dnde? y nos deben siempre un -mes de salario, para tenernos atados. En la pulpera nos fan lo que necesitamos indispensablemente a precios sumamente elevados y el patrn nos descuenta lo que debemos en el da de pago. Los desgraciados que tienen mujer e hijos nunca alcanzan a recibir en dinero, y siempre deben.Les ruego compaeros que publiquen esta carta, para que en Europa la prensa proletaria prevenga a los pobres que no vayan a venirse a este pas. Ah, si pudiera volver hoy!Esto aqu es el infierno y miseria negra! Y luego hay que tener el chucho, la fiebre intermitente de que cae mucha gente aqu. Espero que llegue sta a sus manos. Salud.JOS WANZA

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