Institución San Jerónimo - verbodivino.es · 3 ÖRudolf Schnackenburg, Reino y reinado de Dios....

35
asociación bíblica española Institución San Jerónimo El logos del reino Las diez parábolas de Mateo Luis Sánchez Navarro 61 monografías

Transcript of Institución San Jerónimo - verbodivino.es · 3 ÖRudolf Schnackenburg, Reino y reinado de Dios....

asociación bíblica españolaInstitución San Jerónimo

El logos del reinoLas diez parábolas de Mateo

Luis Sánchez Navarro

61m

onog

rafí

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CONTENIDO

Siglas ................................................................................................ 11Prólogo ................................................................................................ 13Parábolas del reino en Mateo – Texto griego ..................................... 16Parábolas del reino en Mateo – Traducción ....................................... 18

Capítulo 1 EL PORQUÉ DE UNA INVESTIGACIÓN ....................................... 21

Parte I LA INTERPRETACIÓN DE LAS PARÁBOLAS DEL REINO

Capítulo 2 HERMENÉUTICA DE LAS PARÁBOLAS EN MATEO ................. 49

Capítulo 3 EL SEMBRADOR Y EL LOGOS DEL REINO ................................. 75

Parte II LAS PARÁBOLAS DEL REINO EN MATEO 13

Capítulo 4 LA CIZAÑA EN EL TRIGO O LA PACIENCIA DEL PADRE ........ 89

Capítulo 5 GRANO DE MOSTAZA Y LEVADURA: EL CRECIMIENTO Y EL REINO ..................................................... 103

Capítulo 6 EL TESORO Y LA PERLA: EL HALLAZGO DEL REINO ............ 115

Capítulo 7 LA RED: EL JUICIO Y EL REINO ................................................... 125

Parte III LAS PARÁBOLAS DEL REINO EN EL RESTO DEL EVANGELIO

Capítulo 8 EL SIERVO INMISERICORDE: EL PERDÓN Y EL REINO .......... 133

Capítulo 9 LOS OBREROS DE LA VIÑA: LA PRIMACÍA EN EL REINO .................................................................................... 147

Capítulo 10 LAS BODAS: INVITADOS A GOZAR DEL REINO ....................... 161

Capítulo 11 LAS DIEZ VÍRGENES: LA SABIDURÍA VIGILANTE DEL R EINO ........................................................................................ 173

Parte IV LAS DIEZ PARÁBOLAS Y EL LOGOS DEL REINO

Capítulo 12 LAS PARÁBOLAS DEL REINO EN EL RELATO EVANGÉLICO ................................................................... 185

Capítulo 13 EL LOGOS DEL REINO SEGÚN LAS DIEZ PARÁBOLAS ........... 199

Conclusión DESCUBRIR EL LOGOS DEL REINO ............................................. 209

Bibliografía ......................................................................................... 211Índice bíblico y de fuentes antiguas ................................................... 221Índice de autores ................................................................................. 231Índice general ...................................................................................... 233

PRÓLOGO

¿Cómo reina Dios? ¿En qué consiste el reino de Dios, o —en lenguaje de Mateo— el reino de los cielos? ¿Cómo entender, en nuestro siglo XXI, esta presencia rectora de Dios en el mundo, afirmada por el Nuevo Testa-mento? Se ha hablado y escrito mucho acerca de esta realidad, que Jesús pone en el centro de su predicación 1; una realidad eminentemente dinámica, que —aunque no excluye cierta noción espacial 2— se ha de entender prin-cipalmente como reinado de Dios 3. El Antiguo Testamento proporciona un

1 La bibliografía en torno al tema es vastísima. Algunas obras generales: Norman Perrin, Jesus and the Language of the Kingdom. Symbol and Metaphor in New Testament Interpre-tation (Philadelphia, PA: Fortress, 1976); Jacques Schlosser, Le règne de Dieu dans les dits de Jésus (ÉB; Paris: Gabalda, 1980); Bruce Chilton (ed.), The Kingdom of God in the Teaching of Jesus (IRTh 5; Philadelphia, PA: Fortress, 1984); George R. Beasley-Murray, Jesus and the Kingdom of God (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1986); Mark Saucy, The Kingdom of God in the Teaching of Jesus: In 20th Century Theology (Dallas, TX: Word Publishing, 1997). Estudios específicos: Armin Kretzer, Die Herrschaft der Himmel und die Söhne des Reiches. Eine redaktionsgeschichtliche Untersuchung zum Basileiabegriff und Basileiaverständnis im Matthäusevangelium (SBM 10; Würzburg: Echter, 1971); Alexander Prieur, Die Verkündigung der Gottesherrschaft. Exegetische Studien zum lukanischen Verständnis von

(WUNT.NF 89; Tübingen: Mohr - Siebeck, 1996); Werner Zager, Gottesherrschaft und Endgericht in der Verkündigung Jesu. Eine Untersuchung zur markinischen Jesusüberliefe-rung einschlie lich der Q-Parallelen (BZNW 82; Berlin - New York: Walter de Gruyter, 1996); Robert D. Rowe, God’s Kingdom and God’s Son. The Background to Mark’s Christo-logy from Concepts of Kingship in the Psalms (AGJU 50; Leiden - Boston - Köln: Brill, 2002); Costantino Antonio Ziccardi, The Relationship of Jesus and the Kingdom of God according to Luke-Acts (TG-ST 165; Roma: PUG, 2008). Una bibliografía reciente (873 pp.): Leslaw Daniel Chrupcala, The Kingdom of God: A Bibliography of 20th Century Research (SBFA 69; Jerusalem: Franciscan Printing Press, 2007).

2 Cf. John Paul Meier, Un judío marginal. Nueva visión del Jesús histórico II/1. Juan y Jesús. El reino de Dios (Estella: Verbo Divino, 1999) 297; Jonathan T. Pennington, Heaven and Earth in the Gospel of Matthew (NTS 126; Leiden - Boston: Brill, 2007) 293-299.

3 Rudolf Schnackenburg, Reino y reinado de Dios. Estudio bíblico-teológico (ActBíb 3; Madrid: FAX, 21970).

EL LOGOS DEL REINO14

trasfondo hermenéutico suficiente para una primera comprensión de la ex-presión. El reino de Dios consiste en que Dios reina, ejerce su condición de Rey y Pastor escatológico de Israel, conforme a las esperanzas suscitadas por la Escritura de Israel y muy vivas en el período intertestamentario.

Pero el Antiguo Testamento no da cuenta exhaustiva del reino proclama-do por Jesús, ya que, si así fuera, la figura de Cristo no le añadiría nada sustancial. Los evangelios nos indican todo lo contrario: ese reino de Dios viene mediado definitivamente por Jesús que, en su condición de Hijo de Dios, representa la auténtica, la única novedad del Nuevo Testamento 4. Sin embargo Jesús nunca lo explica, nunca lo describe abiertamente. Nunca dice: «el reino de Dios/de los cielos consiste en…» 5.

Con todo, hay en los tres evangelios sinópticos una serie de pasajes en los que Jesús revela en qué consiste este reino. Pero lo hace en clave narra-tiva, valiéndose para ello de parábolas, «com-paraciones» 6: «El reino de Dios/de los cielos se asemeja a…». Tal y como se ha afirmado, «el reino de Dios no es definible, es narrable» 7. Las «parábolas del reino» adquieren así en la predicación de Jesús una importancia singular. Allí Jesús manifies-ta en qué consiste esta realidad que constituye el mensaje central de su Evangelio; por ello merecen un estudio pormenorizado. Es lo que pretende-mos hacer en las siguientes páginas, centrando nuestra mirada en el evan-gelio de san Mateo.

Tras un capítulo introductivo el trabajo se divide en cuatro grandes par-tes. La primera está dedicada a la interpretación de las parábolas del reino; la segunda y la tercera presentan sendos estudios de las parábolas del reino pertenecientes al discurso en parábolas (Mateo 13: II) y al resto del evange-lio (III). La 4ª y última parte nos permitirá un acercamiento sistemático al logos del reino tal y como lo presentan estas parábolas.

* * *

El origen de esta obra se remonta a un curso sobre las parábolas del reino impartido a los alumnos de Licenciatura en Teología de la Universidad San

4 Como audazmente afirmara Benedicto XVI en su primera encíclica, «la verdadera ori-ginalidad del Nuevo Testamento no consiste en nuevas ideas, sino en la figura misma de Cristo, que da carne y sangre a los conceptos: un realismo inaudito»: Deus caritas est, 12.

5 Como sí hace Pablo: «El reino de Dios es… justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo» (Rm 14,17).

6 Esto significan los términos griegos y . 7 Meier, Un judío marginal II/1, 298.

PRÓLOGO 15

Dámaso; a ellos se dirige en primer lugar mi agradecimiento por su contri-bución a la maduración de estas páginas. Pero el agradecimiento se extiende necesariamente a mis hermanos de comunidad, verdadero caldo de cultivo de la reflexión teológica. A Juan Chapa le agradezco su generosa acogida del libro dentro de la serie «Monografías y Tesis», impulsada por la Asociación Bíblica Española con la siempre solícita colaboración de la editorial Verbo Divino. Por último, una explicación de la dedicatoria. El P. Klemens Stock ha sido durante sus largos años de docencia en el Pontificio Instituto Bíblico de Roma un verdadero Doktorvater, formando a innumerables estudiosos de los Evangelios; con él tengo contraída una especial deuda de gratitud. Sé que este libro no puede pagarla, y tampoco lo pretendo; pero sí me permite ex-presarla y hacerla pública. Padre Stock, ad multos annos!

Luis Sánchez Navarro dcjm31 de marzo de 2013

Pascua de Resurrección

PAR

ÁB

OL

AS

DE

L R

EIN

O E

N M

ATE

O –

TE

XTO

GR

IEG

O

13 2

4

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. 27

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. 30

,

,

.

36

.

. 37

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,

, 39

,

,

. 40

[

],

41

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42

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.

31

,

32

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.

33

,

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44

,

,

.

45

46

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47

48

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50

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18 2

3

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.

24

. 25

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. 26

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28

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.

29

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. 30

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,

33

,

; 34

. 35

,

.

19 30

. 20

1

,

. 2

. 3

4

,

. 5

.

[]

. 6

; 7

.

. 8

. 9

. 10

[]

.

11

12

,

. 13

,

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.

15 [

’]

; ’

; 16

.

22 1

2

,

. 3

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,

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6

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9

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,

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,

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25 1

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. 12

,

. 13

,

.

PAR

ÁB

OL

AS

DE

L R

EIN

O E

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ATE

O –

TR

AD

UC

CIÓ

N

13 2

4 Otra

par

ábol

a le

s pro

puso

, dic

iend

o: «

El re

ino

de

los c

ielo

s es s

emej

ante

a u

n ho

mbr

e qu

e se

mbr

ó bu

ena

sem

illa

en su

cam

po. 25

Per

o, m

ient

ras l

os h

ombr

es

dorm

ían,

vin

o su

ene

mig

o y

sem

bró

enci

ma

ciza

ña e

ntre

el

trig

o, y

se fu

e. 26

Cua

ndo

brot

ó la

hie

rba

y pr

oduj

o fr

uto,

ent

once

s apa

reci

ó ta

mbi

én la

ciz

aña.

27 L

os si

ervo

s de

l am

o se

ace

rcar

on a

dec

irle:

“Se

ñor,

¿no

sem

bras

te

sem

illa

buen

a en

tu c

ampo

? ¿C

ómo

es q

ue ti

ene

ciza

ña?”

28

El l

es d

ijo: “

Alg

ún e

nem

igo

ha h

echo

est

o”. L

os si

ervo

s le

dic

en: “

¿Qui

eres

, pue

s, qu

e va

yam

os a

reco

gerla

?”

29 P

ero

él d

ice:

“N

o, n

o se

a qu

e, a

l rec

oger

la c

izañ

a,

desa

rrai

guéi

s a la

vez

el t

rigo.

30 D

ejad

que

am

bos c

rezc

an

junt

os h

asta

la si

ega,

y e

n el

mom

ento

de

la si

ega

diré

a

los s

egad

ores

: Rec

oged

prim

ero

la c

izañ

a y

atad

la e

n ga

villa

s par

a qu

emar

la, y

el t

rigo

reco

gedl

o en

mi

gran

ero”

».

36 E

nton

ces d

espi

dió

a la

mul

titud

y se

fue

a ca

sa. Y

se le

ace

rcar

on su

s dis

cípu

los d

icie

ndo:

«Ex

plíc

anos

la

pará

bola

de

la c

izañ

a de

l cam

po».

37 E

l res

pond

ió: «

El

que

siem

bra

la b

uena

sem

illa

es e

l Hijo

del

hom

bre;

38 e

l ca

mpo

es e

l mun

do, y

la b

uena

sem

illa,

ést

os so

n lo

s hijo

s de

l rei

no; l

a ci

zaña

son

los h

ijos d

el M

alig

no; 39

el

enem

igo

que

la se

mbr

ó es

el d

iabl

o; la

sieg

a es

la

cons

umac

ión

del t

iem

po, y

los s

egad

ores

son

los á

ngel

es.

40 D

e la

mis

ma

man

era,

pue

s, qu

e se

reco

ge la

ciz

aña

y se

la

que

ma

en e

l fue

go, a

sí se

rá e

n la

con

sum

ació

n de

l tie

mpo

. 41 E

nvia

rá e

l Hijo

del

hom

bre

a su

s áng

eles

, y

reco

gerá

n de

su re

ino

todo

s los

esc

ánda

los y

a lo

s ob

rado

res d

e in

iqui

dad,

42 y

los a

rroj

arán

al h

orno

de

fueg

o; a

llí se

rá e

l lla

nto

y el

rech

inar

de

dien

tes.

43 E

nton

ces l

os ju

stos

bril

lará

n co

mo

el so

l en

el re

ino

de su

Pad

re. E

l que

teng

a oí

dos,

que

oiga

.

31 O

tra p

aráb

ola

les p

ropu

so,

dici

endo

: «El

re

ino

de lo

s cie

los

es se

mej

ante

a u

n gr

ano

de m

osta

za

que

tom

ó un

ho

mbr

e y

lo

sem

bró

en su

ca

mpo

. 32 E

s más

pe

queñ

a qu

e to

das

las [

dem

ás]

sem

illas

, per

o cu

ando

cre

ce e

s m

ayor

que

las

horta

lizas

y se

ha

ce u

n ár

bol,

hast

a el

pun

to d

e qu

e vi

enen

las

aves

del

cie

lo y

an

idan

en

sus

ram

as».

33 O

tra p

aráb

ola

les d

ijo: «

El re

ino

de lo

s cie

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s se

mej

ante

a la

le

vadu

ra, q

ue u

na

muj

er to

y oc

ultó

en

tres

med

idas

de

harin

a, h

asta

que

fe

rmen

tó to

do»

44 E

s sem

ejan

te

el R

eino

de

los

ciel

os a

un

teso

ro

esco

ndid

o en

el

cam

po, q

ue a

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cont

rarlo

un

hom

bre

esco

ndió

, y

[mov

ido]

por

su

aleg

ría v

a y

vend

e to

do lo

que

tien

e y

com

pra

el c

ampo

aq

uel.

45 D

e nu

evo

es

sem

ejan

te e

l R

eino

de

los

ciel

os a

un

hom

bre

mer

cade

r qu

e bu

scab

a pe

rlas b

uena

s;

46 y

al e

ncon

trar

una

perla

pre

cios

a se

fue

y ve

ndió

to

do lo

que

tení

a y

la c

ompr

ó.

47 D

e nu

evo,

es

sem

ejan

te e

l rei

no

de lo

s cie

los a

una

re

d ar

roja

da a

l m

ar y

que

reco

gió

pece

s de

toda

cl

ase;

48 c

uand

o se

lle

nó, s

acán

dola

a

la o

rilla

y

sent

ándo

se

reco

gier

on lo

s bu

enos

en

cest

os,

y lo

s mal

os lo

s ar

roja

ron

fuer

a.

49 A

sí su

cede

rá e

n la

con

sum

ació

n de

l tie

mpo

: sa

ldrá

n lo

s án

gele

s y

sepa

rará

n a

los

mal

os d

e en

tre lo

s ju

stos

, 50 y

los

arro

jará

n al

hor

no

de fu

ego;

allí

será

el

llan

to y

el

rech

inar

de

dien

tes.

23 P

or es

to, e

l rei

no d

e los

ciel

os se

as

emej

ó a u

n re

y qu

e qui

so aj

usta

r cue

ntas

co

n su

s sie

rvos

. 24 A

l em

peza

r a aj

usta

rlas,

le fu

e pre

sent

ado

un d

eudo

r de d

iez m

il ta

lent

os. 25

Com

o no

pod

ía p

agar

, ord

enó

el se

ñor q

ue fu

ese v

endi

do él

, su

muj

er

y su

s hijo

s y to

do cu

anto

tien

e, y

que s

e le

pag

ase.

26 E

l sie

rvo

se p

ostró

ante

él

dici

endo

: “Te

n pa

cien

cia c

onm

igo

y te

lo

paga

ré to

do”.

27 M

ovid

o a c

ompa

sión

el

seño

r de a

quel

sier

vo, l

e dej

ó en

libe

rtad

y le

per

donó

la d

euda

. 28 A

l sal

ir de

allí

aque

l sie

rvo

se en

cont

ró co

n un

o de

sus

cons

ierv

os, q

ue le

deb

ía ci

en d

enar

ios,

y ag

arrá

ndol

o lo

ahog

aba d

icie

ndo:

“Pag

a si

algo

deb

es”.

29 S

u co

nsie

rvo,

caye

ndo

a su

s pie

s, le

supl

icab

a: “T

en p

acie

ncia

co

nmig

o y

te lo

pag

aré”

. 30 P

ero

él n

o qu

iso, s

ino

que f

ue y

lo m

etió

en la

cárc

el

hasta

que

pag

ase l

o qu

e deb

ía. 31

Al v

er su

s co

nsie

rvos

lo o

curri

do, s

e ent

riste

cier

on

sobr

eman

era y

fuer

on a

cont

ar a

su se

ñor

todo

lo su

cedi

do. 32

Ent

once

s, lla

mán

dolo

, su

seño

r le d

ice:

“Sie

rvo

mal

vado

, tod

a aq

uella

deu

da te

la p

erdo

né p

orqu

e me

supl

icas

te. 33

¿No

era n

eces

ario

que

ta

mbi

én tú

te co

mpa

deci

eras

de t

u co

nsie

rvo,

com

o ta

mbi

én y

o m

e co

mpa

decí

de t

i?” 34

Y en

cole

rizad

o su

se

ñor,

le en

tregó

a lo

s ver

dugo

s has

ta q

ue

paga

se to

do lo

que

le d

ebía

. 35 A

sí ha

tam

bién

con

voso

tros m

i Pad

re ce

lesti

al,

si no

per

doná

is ca

da u

no a

su h

erm

ano

desd

e vue

stros

cora

zone

s».

19 30

Per

o m

ucho

s ser

án, p

rimer

os, ú

ltim

os, y

últi

mos

, pr

imer

os.

20 1 P

ues s

emej

ante

es e

l rei

no d

e lo

s cie

los a

un

prop

ieta

rio

que

salió

al d

espu

ntar

el a

lba

a co

ntra

tar o

brer

os p

ara

su

viña

. 2 Y a

cord

ando

con

los o

brer

os a

un

dena

rio e

l día

, los

en

vió

a su

viñ

a. 3 Y

salie

ndo

en to

rno

a la

hor

a te

rcia

vio

a

otro

s, de

pie

en

la p

laza

, oci

osos

; 4 y le

s dijo

: «Id

tam

bién

vo

sotro

s a la

viñ

a, y

lo q

ue se

a ju

sto

os d

aré»

. 5 Y e

llos s

e fu

eron

. De

nuev

o sa

liend

o en

torn

o a

la h

ora

sext

a y

nona

hi

zo ig

ualm

ente

. 6 Y e

n to

rno

a la

und

écim

a, sa

liend

o,

enco

ntró

a o

tros q

ue e

stab

an d

e pi

e y

les d

ice:

«¿P

or q

está

is a

quí t

odo

el d

ía o

cios

os?»

7 Le

dice

n: «

Porq

ue n

adie

no

s ha

cont

rata

do».

Les

dic

e: «

Id ta

mbi

én v

osot

ros a

la

viña

».8 Y

cua

ndo

cayó

la ta

rde

dice

el s

eñor

de

la v

iña

a su

in

tend

ente

: «Ll

ama

a lo

s obr

eros

y d

ales

la p

aga,

co

men

zand

o po

r los

últi

mos

has

ta lo

s prim

eros

». 9 Y

lle

gánd

ose

los d

e la

hor

a un

déci

ma

reci

bier

on u

n de

nario

ca

da u

no. 10

Y ll

egan

do lo

s prim

eros

, pen

saro

n qu

e re

cibi

rían

más

; y re

cibi

eron

un

dena

rio c

ada

uno

tam

bién

ello

s. 11 P

ero,

al

tom

arlo

, mur

mur

aban

con

tra e

l pro

piet

ario

12 d

icie

ndo:

«E

stos

últi

mos

sólo

hic

iero

n un

a ho

ra, y

los h

as h

echo

ig

uale

s a n

osot

ros,

que

hem

os c

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Hablar de la predicación de Jesús es en buena medida hablar de sus pa-rábolas; no resulta exagerada la aseveración con que Charles Harold Dodd comienza su obra clásica: «Las parábolas son quizás el elemento más carac-terístico de la doctrina de Jesucristo consignada en los Evangelios» 1. Los relatos evangélicos atestiguan la predilección del Maestro de Nazaret por el lenguaje figurado, sea cual sea el término con que se califique en los casos concretos (metáfora, alegoría, parábola, analogía…). Y en particular los evangelios sinópticos recogen numerosas enseñanzas que responden a la denominación de «parábola», género literario de raigambre veterotestamen-taria pero intensamente practicado y renovado por Jesús 2. De hecho los escritos de la nueva Alianza presentan el término sólo en los evangelios 3, y casi siempre referido a enseñanzas suyas 4; la mayoría de las veces en la pluma del narrador, pero también en boca del mismo Jesús 5 o de sus discípulos 6. Estas unidades didácticas aparecen en los tres evange-

1 Charles Harold Dodd, Las parábolas del Reino (Madrid: Cristiandad, 22001) 21.2 En el Antiguo Testamento encontramos también narraciones breves semejantes a las pa-

rábolas de Jesús; pero sólo una vez aparecen designadas como m š l / , en Ez 17,2. Algunas «parábolas narrativas» del AT: el apólogo de Jotán (Jc 9,7-21); la parábola del rico y el pobre (2 S 12,1-10); la alegoría de la viña (Is 5,1-7); la parábola del centinela (Ez 33,1-9). Cf. John W. Sider, Interpretar las parábolas. Guía hermenéutica de su significado (Dabar 9; Madrid: San Pablo, 1997) 216. Todas ellas van acompañadas de su explicación (ibid. 219).

3 48 veces. Fuera de ellos lo hallamos sólo en Hb 9,9 y 11,19; pero con distinto signifi-cado pues se refiere a sendas figuras veterotestamentarias del sacrificio de Cristo (el culto del templo) y de Jesús mismo (Isaac).

4 Con excepción de Lc 4,23, donde («refrán») se refiere a un dicho popular: «Médico, cúrate a ti mismo».

5 Mt 13,13.18; 21,33; 24,32; Mc 4,11.13(2).30; 13,28; Lc 4,23; 8,10.11. 6 Mt 13,10.36; 15,15; Lc 12,41.

Capítulo 1

EL PORQUÉ DE UNA INVESTIGACIÓN

EL LOGOS DEL REINO22

lios; sobre todo en Lucas (25) y Mateo (21), pero también —en menor medida— en Marcos (6) 7.

A diferencia de ellos, se diría que el evangelio de Juan no contiene ningu-na parábola de Jesús; no aparece el término , y sólo en tres ocasio-nes hallamos «comparación» (Jn 10,6; 16,25.29), de significado similar 8. Con todo, es generalmente reconocido que también el cuarto evan-gelio atestigua la predilección de Jesús por el lenguaje figurado, como prue-ban por ejemplo la alegoría de la vid (Juan 15) y la riqueza simbólica que presentan determinados términos (por ejemplo, el agua)9. La percepción de este fenómeno ha variado en los últimos años; es de notar que el compendio de Zimmermann dedica un extenso capítulo a las «Parábolas contenidas en el Evangelio de Juan», distinguiendo como tales 15 pasajes del 4º evangelio 10.

En este primer momento vamos a presentar los datos que justifican el objeto de nuestro trabajo: las parábolas del reino en el evangelio de Mateo.

1. REINO DE DIOS Y PARÁBOLAS EN LOS SINÓPTICOS

En los tres evangelios sinópticos la predicación de Jesús gira en torno al anuncio del reino de Dios; todo su obrar guarda relación directa con

7 El cómputo de las parábolas evangélicas oscila según los autores; Vittorio Fusco, a quien seguimos para esta estadística, propone como «una lista mínima, aceptada comúnmente como la base mejor para identificar el material parabólico de los evangelios», una enumera-ción de 35 parábolas. De ellas 4 serían comunes a los tres sinópticos, 8 comunes a Mateo y Lucas, 1 común a Marcos y Lucas, y 22 exclusivas de un solo evangelio (Mt 9, Mc 1, Lc 12): Vittorio Fusco, «Parábola/Parábolas», en: Rossano – Ravasi – Girlanda, Nuevo diccionario de teología bíblica, 1407-1408. De esta enumeración está ausente la parábola de la higuera (Mt 24,32-33 par.), que el autor incluía en una monografía anterior: Vittorio Fusco, Oltre la parabola. Introduzione alle parabole di Gesù (Roma: Borla, 1983) 193; indicio de la fluc-tuación a la hora de considerar técnicamente «parábola» un m š l de Jesús. Notemos final-mente que la reciente obra coordinada por Ruben Zimmermann, verdaderamente enciclopé-dica (1603 páginas y 45 colaboradores), comenta 67 parábolas sinópticas (Q: 24; Mc: 13; Mt: 13; Lc: 17): Ruben Zimmermann (ed.), Compendio delle parabole di Gesù (Brescia: Queriniana, 2011). En este mismo volumen Christian Münch habla de 51 parábolas en Mateo (ibid., 625).

8 En Proverbios LXX el hebreo m š l se traduce dos veces con (Pr 1,1; 26,7).9 Cf. Joseph Ratzinger/Benedicto XVI, Jesús de Nazaret I. Desde el Bautismo a la Trans-

figuración (Madrid: La esfera de los libros, 2007) 283-335: «Las grandes imágenes del Evangelio de Juan».

10 Zimmermann, Compendio delle parabole, 1095-1325. Ver especialmente la introduc-ción (1095-1110), donde Zimmermann critica la visión corriente sobre esta cuestión en Juan («Il disprezzo del Vangelo di Giovanni nella ricerca sulle parabole»: 1096-1097) y aboga decididamente por hablar también de parábolas en este evangelio.

EL PORQUÉ DE UNA INVESTIGACIÓN 23

esta realidad. La llamada de sus discípulos, sus acciones poderosas (cura-ciones, milagros de diversa índole), su predicación y enseñanza, incluso sus controversias con los dirigentes del pueblo: todo ello encuentra su uni-dad de fondo en el reino de Dios, que Jesús proclama como una realidad ya muy cercana.

a. El reino de Dios en los sinópticos

Jesús comienza su ministerio público anunciando la cercanía definitiva del «reino de Dios» o (sólo en Mateo) del «reino de los cielos» (Mt 4,17; Mc 1,15; Lc 4,43; 6,20). Este aspecto suscita un consenso general: el reino, tanto tiempo esperado y que por fin está a las puertas, es el contenido del Evangelio de Jesús, su «buena noticia» 11. Mateo habla 49 veces de este reino 12; en Marcos aparece 15 veces 13, y 39 en Lucas 14.

Nos hallamos pues ante un tema medular en los Evangelios s inópticos, que los recorre de principio a fin 15. Por ejemplo, en Mateo reviste impor-tancia capital; así se desprende de la locución «Evangelio del reino», ex-clusiva de este evangelio 16 y que presenta el reino de los cielos como el contenido de la Buena Nueva. El reino está presente en la predicación inau gural del Bautista (Mt 3,2) y de Jesús (4,17); enmarca las Bienaventu-ranzas a modo de inclusión (5,3.10); ocupa un puesto fundamental en la Enseñanza de la Montaña (5,20; 6,10.33; 7,21); es el objeto de la procla-mación de los discípulos en el discurso misional (10,7); aparece en el dis-curso «eclesial» (18,1.3.4.23) y el escatológico (24,14; 25,1). La consuma-

11 James D.G. Dunn, Jesús recordado (El cristianismo en sus comienzos 1; Estella [Na-varra]: Verbo Divino, 2009) 445-449. Cf. Joachim Jeremias, Teología del Nuevo Testamento I. La predicación de Jesús (BEB 2; Salamanca: Sígueme, 72001) 46-50; Meier, Un judío marginal II/1, 293-296.

12 De ellas 32 veces «el reino de los cielos»; 4 «el reino de Dios» (acerca de Mt 6,33 ver más adelante, nota 23); 3 veces referido de una forma u otra a Dios («tu Reino», «el reino de mi Padre», «el reino de su Padre» [de los justos]); 3 veces referido al Reino de Jesús o del Hijo del Hombre; y 6 veces, simplemente, «el Reino». Sobre la peculiaridad de Mateo ver la completa presentación de Pennington, Heaven and Earth, 279-330: «Matthew’s “Kingdom of Heaven”».

13 14 veces «el reino de Dios», una sola vez «el Reino»14 32 «el reino de Dios» (de ellas 3 veces en relación con el verbo «evangelizar»: Lc 4,43;

8,1; 16,16); otras 2 veces en relación con Dios («tu Reino», «su Reino»); 3 veces, el reino de Jesús (1,33; 22,30; 23,42); 2 veces, en fin, simplemente «el Reino» (12,32; 22,29).

15 A diferencia de los sinópticos, en Juan el reino de Dios aparece sólo dos veces (Jn 3,3.5); además, en su diálogo con Pilato Jesús habla de «su Reino» (Jn 18,36). Con gran probabili-dad hemos de ver en el término «vida (eterna)» el equivalente joánico del «reino de Dios».

16 3 veces: Mt 4,23; 9,35; 24,14 (aquí, «este evangelio del Reino»).

EL LOGOS DEL REINO24

ción de la historia, en fin, es descrita como la entrada definitiva en él (25,34) 17.

Sin embargo, ya lo hemos visto, los evangelios nunca definen este reino: dan por supuesto que el lector entiende su contenido. Para interpre-tarlo hay una doble clave: por una parte la expresión cobra toda su hondu-ra a la luz del Antiguo Testamento (diacronía) 18; y por otra, recibe su significado del contexto amplio de cada evangelio (sincronía). Pero de forma singular, las parábolas juegan un papel decisivo en el proceso de comprensión.

b. Las parábolas y su relación con el reino de Dios

Como hemos indicado, el anuncio del reino cataliza el ministerio pú-blico de Jesús y representa su elemento principal; todas sus obras y pala-bras se refieren por tanto a esta realidad que irrumpe con su persona. Sus milagros están al servicio de esta revelación: «Pero si por el Espíritu de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el reino de Dios» (Mt 12,28; cf. Lc 11,20). Y su enseñanza manifiesta sus dimensio-nes y exigencias, tal como revela la predicación inicial de Jesús. Esto significa que, a priori, las parábolas de Jesús están todas ellas relaciona-das con ese reino que en Jesús se hace presente: el contexto evangélico hace de ello una necesidad. Implícitamente, toda parábola de Jesús nos habla del reino 19.

Pero además una lectura atenta de los sinópticos nos hace comprender la singular importancia del reino de Dios / de los cielos en la enseñanza para-bólica de Jesús, ya que en todos ellos hallamos parábolas explícitamente referidas a esta misteriosa realidad. Y entre los tres sobresale el evangelio de Mateo: ningún otro contiene tantas «parábolas del reino» explícitas co-mo el primero; no sólo en el discurso parabólico (Mateo 13), sino también a lo largo de la narración. A continuación presentamos más detalladamente estos datos; pero notemos desde ahora su relevancia: sólo en estos pasajes se detiene Jesús a hablar sobre el reino 20.

17 Un desarrollo más amplio: Salvatore Alberto Panimolle, «Reino de Dios», en: Rossano – Ravasi – Girlanda, Nuevo diccionario de teología bíblica, 1629-1634.

18 Cf. Meier, Un judío marginal II/1, 300-312: «El reino de Dios en el AT»; Pennington, Heaven and Earth, 253-278: «The Kingdom of God in the Old Testament and Second Tem-ple Literature».

19 Cf. Dodd, Parábolas, 47.20 «Como discurso sobre el reino de los cielos, su esencia y su forma [sein Was und Wie],

las parábolas ocupan en buena medida una posición única. Sólo la expresión sobre la cerca-

EL PORQUÉ DE UNA INVESTIGACIÓN 25

2. LAS «PARÁBOLAS DEL REINO» EN MATEO

La comparación sinóptica manifiesta la relevancia de estas secciones en el primer evangelio (b); ello nos conduce a descubrir la singularidad de Mateo (c). Pero antes hemos de presentar sumariamente el «reino de los cielos» en Mateo (a).

a. «El reino de los cielos»

El reino es un tema central, lo hemos ya indicado, en los tres sinópticos; pero en el primero de ellos presenta una relevancia singular. «Nadie apare-ce más interesado en este tema que Mateo. Se puede considerar con razón al primer evangelista como el autor del NT que pone el reino de los cielos como uno de los fundamentos de su sistema teológico. Mateo considera realmente el reino como el objeto principal de la predicación de Jesús; in-cluso parece tenerlo por el fin principal de su misión» 21. Esta peculiaridad se manifiesta ya en la terminología; como hemos notado,

es una expresión exclusiva de Mateo, no sólo en el conjunto de los evangelios sino en todo el Nuevo Testamento. Tres son las cuestiones que plantea:a) Significado: la explicación más frecuente ha sido durante décadas la que

ve en esta expresión un circunloquio reverencial. El judío Mateo, en su deseo de evitar pronunciar el nombre de Dios, lo habría sustituido siste-máticamente por «los cielos» 22. Pero se puede entonces objetar: ¿por qué habla entonces el evangelista en cuatro ocasiones del «reino de Dios»? 23 Recientemente se ha criticado acertadamente esta explicación 24, viendo más bien en la peculiaridad de Mateo una influencia del libro de Daniel (especialmente los cc. 2–7) 25; la expresión no sería sin más equi valente

nía del Reino se le puede comparar (3,2; 4,17; 10,7; 12,28). Por lo demás, fuera de las pará-bolas sólo implícitamente o en passant se evidencia qué ideas se asocian en Mateo con el concepto basileía tôn ouranôn»: Christian Münch, Die Gleichnisse Jesu im Matthäusevan-gelium: Eine Studie zu ihrer Form und Funktion (WMANT 104; Neukirchen-Vluyn: Neu-kirchener, 2004) 148.

21 Panimolle, «Reino de Dios», 1629.22 «El término “cielos” se empleaba corrientemente entre los judíos como una perífrasis

reverencial del nombre divino»: Dodd, Parábolas, 49. La explicación se remonta a Gustaf Dalman, Die Worte Jesu (Leipzig: Hinrichs, 1898).

23 Mt 12,28; 19,24; 21,31.43. Muchos manuscritos presentan también esta expresión en Mt 6,33, si bien los más antiguos ( , B y otros) nos permiten suponer que originalmente se hablaba simplemente del «reino» (scil. «del Padre»; cf. 6,32).

24 Pennington, Heaven and Earth, 35-37: «Metonymy not Circumlocution».25 Ibid., 285-293.

EL LOGOS DEL REINO26

al «reinado de Dios», sino que «los cielos» es una metonimia que impli-ca una cierta connotación espacial 26.

b) Reino de los cielos y reino de Dios: algunos autores han postulado un significado diferente para ambas expresiones en el primer evangelio 27; otros lo consideran un reflejo de fuentes que Mateo no habría modifica-do editorialmente 28. Estos intentos se han revelado en conjunto insufi-cientes: el primero, por el caso de Mt 19,23-24 (evidente sinonimia entre ambos sintagmas); el segundo, porque ese supuesto descuido del evan-gelista, generalmente tan cuidadoso en su tarea de composición literaria, no resulta convincente 29. Por el contrario, las diversas formas de referir-se al reino en Mateo (reino de los cielos, reino, reino del Padre, reino del Hijo del Hombre) aparecen más bien como variantes que, con matices propios, designan una misma realidad 30.

c) Origen: existe también una disputa académica acerca de la presencia de esta expresión en la predicación histórica de Jesús. Para unos autores, «reino de los cielos» sería la expresión empleada uniformemente por Jesús. Pero en este caso ¿cómo explicar que no aparezca en el resto del NT? Otros creen que Jesús la usó alternándola con «reino de Dios»: cada autor neotestamentario habría usado después una u otra. Por último, hay quienes piensan que Jesús habló del reino de Dios, y consideran la otra fórmula una originalidad de Mateo 31. Las dos últimas propuestas son en nuestra opinión las más verosímiles, sin que veamos argumentos defini-tivos a favor de una u otra.

b. Parábolas del reino: comparación sinóptica

La siguiente tabla presenta los paralelos en Marcos y en Lucas de las parábolas del reino del evangelio de Mateo:

26 Ibid., 293-299. «This understanding necessarily entails a spatial notion of the kingdom, contrary to the common Dalman-influenced view of which insists that only “rule” or “reign” are intended by the word»: ibid. 298.

27 Willoughby C. Allen, Gospel according to St. Matthew (ICC; Edinburgh: T&T Clark, 31912) lxviii; William Foxwell Albright - Christopher S. Mann, Matthew (AB 26; Garden City, NY: Doubleday, 1971) lxxxi-cv; Kretzer, Die Herrschaft der Himmel, 167-172; Mar-garet Pamment, «The Kingdom of Heaven According to the First Gospel»: NTS 27 (1981).

28 Ver Pennington, Heaven and Earth, 306 y nota 86.29 Ibid., 308-309.30 «Each of the many kingdom expressions in Matthew… denote God’s kingdom, having been

inaugurated and yet to come eschatologically; but the forms of the expressions have different connotations; they perform slightly different functions literarily and theologically»: ibid., 309-310.

31 Ver ibid., 300-303.

EL PORQUÉ DE UNA INVESTIGACIÓN 27

Mateo Marcos Lucas

Cizaña 13,24-30 [4,26-29] Reino —

Grano de mostaza 13,31-32 4,30-32 Reino 13,18-19 Reino

Levadura 13,33 — 13,20-21 Reino

Tesoro 13,44 — —

Perla 13,45-46 — —

Red 13,47-50 — —

Siervo inmisericorde 18,21-35 — —

Obreros de la viña 19,30–20,16 — —

Bodas 22,1-14 — [gran cena] 14,15-24

Diez vírgenes 25,1-13 — —

Siete de estas parábolas aparecen también en el Evangelio de Tomás copto, a saber: la cizaña (EvTom 57), el grano de mostaza (EvTom 20), la levadura (EvTom 96), el tesoro (EvTom 109), la perla (EvTom 76), la red (EvTom 8) y la gran cena (EvTom 64). De ellas, cinco son en el EvTom «parábolas del reino»: los logia 20 («el reino de los cielos»); 57, 76 y 96 («el reino del Padre»); 109 («el reino») 32. Es te dato sugiere que en lo referente a las parábolas de Mateo 13 el autor de esta colección de dichos bebe del evangelio de Mateo, mientras que su «parábola de la cena» depende de Lucas 33.Algunas observaciones a la vista de este cuadro:

a) Sólo una parábola del reino (grano de mostaza) es común a los tres si-nópticos; notemos sin embargo que mientras Mateo y Marcos la refieren en el «discurso en parábolas», poco después de la parábola del sembra-dor (Mt 13,3-9.18-23), en Lucas (Lc 13,18-19) aparece muy separada de ella (Lc 8,4-8.11-15).

32 Cf. Joachim Jeremias, Las parábolas de Jesús (EstB 16; Estella: Verbo Divino, 132003) 26. Este apócrifo gnóstico contiene otras tres «parábolas del reino»: la mujer con la jarra de harina (97), el asesino (98) y la oveja perdida (107). Las diversas formas de referirse al Reino son sinónimas: Ramón Trevijano Etcheverría, Estudios sobre el Evangelio de Tomás (FPat.E 2; Madrid: Ciudad Nueva, 1997) 355. Sobre las parábolas en EvTom cf. Zimmer-mann, Compendio delle parabole, 1329-1452: «Parabole contenute nel Vangelo di Tom-maso».

33 El carácter secundario del Evangelio de Tomás respecto de los sinópticos ha sido recientemente sostenido por Simon J. Gathercole, The Composition of the Gospel of Tho-mas. Original Language and Influences (SNTSMS 151; Cambridge: Cambridge Univer-sity Press, 2012).

EL LOGOS DEL REINO28

b) Con Lucas hay otras dos parábolas en común: la de la levadura y la de las bodas. Pero esta última (que no habla en Lucas propiamente de bodas sino de una «gran cena») no es en el 3er evangelio una parábola del reino, aunque también aparece en relación con él 34. Desde el punto de vista diacrónico la fórmula introductiva revela la actividad redaccional de Mateo, confirmando así su preferencia por esta categoría.

c) La parábola de la cizaña tiene en Marcos un paralelo imperfecto (pará-bola de la semilla que crece por sí sola: Mc 4,26-29) con llamativos elementos en común pero diferente, y que es también presentada como parábola del reino (si bien con una introducción no formular) 35.

d) La gran mayoría de las parábolas del reino en Mateo (7 sobre 10) ca-recen de paralelo sinóptico; y de las comunes con otro u otros evange-lios, sólo dos (grano de mostaza y levadura) son siempre «parábolas del reino».De todo ello se desprende la especial relevancia de esta categoría de

parábolas en el primer evangelio.

c. La singularidad de Mateo

Concretando: en los tres sinópticos hallamos alguna(s) parábola(s) introducidas por expresiones con un denominador común: el «reino» ( ) es «semejante» ( / ) a algo. Pero el interés par-ticular que suscitan las «parábolas del reino» en Mateo se debe a dos factores:a) Hay un rasgo formal que lo diferencia de Marcos y Lucas. Como hemos

indicado, Mateo presenta una fórmula de introducción sustancialmente semejante a los otros dos sinópticos. Sin embargo en Marcos y en Lucas las parábolas del reino se introducen con una pregunta retórica: tanto la parábola del grano de mostaza («¿Cómo asemejaremos el reino de Dios o con qué parábola lo expondremos?»: Mc 4,30; «¿A qué es semejante el reino de Dios? ¿A qué lo asemejaré?»: Lc 13,18) como la de la leva-dura («¿A qué asemejaré el reino de Dios?»: Lc 13,20) 36. Mateo por el contrario introduce siempre estas parábolas mediante una proposición

34 Lc 14,15: «Oyéndolo uno de los comensales le dijo esto: “Dichoso el que coma el pan en el reino de Dios».

35 Comienza: «Así es el reino de Dios: como un hombre…» ( …): Mc 4,26.

36 Sólo en Mc 4,26 encontramos una introducción afirmativa (ver nota 35); pero técnica-mente no es una introducción formular, pues falta / .

EL PORQUÉ DE UNA INVESTIGACIÓN 29

afirmativa («el reino de los cielos es semejante a…»); una introducción que tiene además carácter formular 37.

b) Otro rasgo característico de las parábolas del reino en Mateo es su frecuencia 38. En el segundo evangelio sólo dos veces leemos que el reino de Dios es semejante a algo (un hombre que sembró una semilla: Mc 4,26-29; un grano de mostaza: 4,30-31); en Lucas son también solo dos las (breves) parábolas que pertenecen a esta categoría (el gra-no de mostaza y la levadura: Lc 13,18-19.20-21): una parte muy redu-cida de su amplio contenido parabólico 39. Por el contrario, en Mateo diez parábolas responden a esta presentación 40; forman así un grupo compacto que destaca frente a las parábolas que carecen de esta fórmu-la introductiva 41.

El Evangelio de Tomás contiene ocho parábolas con este rasgo formal 42; algo explicable dada la importancia que atribuye al reino: una realidad única, más valiosa que todo lo demás y que el hombre puede poseer sin saberlo, pero que ha de saber descubrir a tiempo puesto que su conoci-miento (gnosis) transforma toda la existencia 43.

37 Cf. Janice Capel Anderson, Matthew’s Narrative Web. Over, and Over, and Over Again (JSNTSS 91; Sheffield: Sheffield Academic Press, 1994) 233. Dentro del completo dossier de repeticiones verbales que presenta esta autora («Extended Verbal Repetition»: 226-240), destaca la repetición (10 veces) de este sintagma, medianamente extenso (5-6 palabras).

38 Cf. Dodd, Parábolas, 46.39 Ya hemos indicado cómo Vittorio Fusco habla, en un cómputo que podemos considerar

minimalista, de 25 parábolas en Lucas: Fusco, «Parábola/Parábolas», 1407-1408.40 Cf. Jeremias, Parábolas, 115; Wolfgang Trilling, Das Wahre Israel. Studien zur Theo-

logie des Matthäus-Evangeliums (SANT 10; München: Kösel-Verlag, 31964) 144; Kretzer, Die Herrschaft der Himmel, 289 y n. 83.

41 Las más destacadas: parábola del sembrador (Mt 13,3-9); de la oveja perdida (18,12-14); de los dos hijos (21,28-32); de los viñadores homicidas (21,33-46); de los dos siervos, fiel e infiel (24,45-51); de los talentos (25,14-30). En ocasiones es difícil la frontera entre una mera comparación y una parábola; así, Vittorio Fusco distingue en Mateo 21 parábolas, añadiendo a las ya mencionadas (y, naturalmente, a las diez parábolas del reino): los dos li-tigantes (5,25-26); los niños en la plaza (11,16-19); el hombre fuerte (12,24-26); el invitado sin traje nupcial (que considera separada de la parábola del banquete: 22,11-14); y el ladrón nocturno (24,43-44): Fusco, «Parábola/Parábolas», 1407-1408. Pero a éstas hay que sumar también, al menos: la casa sobre roca y sobre arena (7,24-27); el conjunto de tres dichos que componen la respuesta de Jesús a los discípulos de Juan (9,15-17); el espíritu impuro (12,43-45); el escriba (13,52); la higuera (24,32-35). Yendo a otro extremo, John Drury distingue 56 parábolas en el primer evangelio: John Drury, The Parables in the Gospels: History and Allegory (New York: Crossroads, 1985) 70-72.

42 Ver más arriba, p. 27.43 Trevijano Etcheverría, Tomás, 360. Cf. ibid. 354-370: «La polémica sobre el Reino».

EL LOGOS DEL REINO30

c) Sin embargo, y como ya notara Dodd, el primer evangelista no ha pro-cedido indiscriminadamente al anteponer la fórmula, ya que la mayor parte de las parábolas de su evangelio no tienen tal introducción 44. Notemos que algunas parábolas del primer evangelio, que contienen referencias expresas al reino, habrían admitido una introducción seme-jante. Esto se puede apreciar en una parábola de la llamada «triple tradición», la de los viñadores homicidas, en cuya conclusión afirma Jesús: «Por esto os digo que se os quitará el reino de Dios y se le dará a una nación que produzca sus frutos» (21,43); pero también en otra parábola exclusiva de Mateo, la de los dos hijos, que desemboca en la conocida aserción de Jesús: «En verdad os digo que los publicanos y las prostitutas os preceden hacia el reino de Dios» (21,31) 45. Sin em-bargo, las parábolas del reino son diez, ni más, ni menos. Mateo ha establecido un «decálogo de parábolas», relacionadas por tanto entre sí y que permiten adentrarse orgánicamente en el conocimiento del reino de los cielos 46.A continuación nos detenemos en los dos elementos que sustentan esta

afirmación; más adelante examinaremos la articulación entre ellas y con el resto de las parábolas del evangelio.

3. LAS CARACTERÍSTICAS DE MATEO

Ya hemos indicado los aspectos de las parábolas del reino en Mateo que atraen nuestra atención: la fórmula introductiva y su elevado número. Vol-vamos sobre ello.

a. La fórmula de introducción

La siguiente tabla nos permite apreciar la semejanza entre las fórmulas introductivas de estas diez parábolas:

44 Dodd, Parábolas, 46.45 Cf. Kretzer, Die Herrschaft der Himmel, 289 n. 83.46 Algunos autores han reconocido la importancia de la fórmula de introducción como

indicio de unidad literaria (cf. ibid., 127 y n. 142); pero sólo referida a las parábolas de Ma-teo 13.

EL PORQUÉ DE UNA INVESTIGACIÓN 31

Mt 13,24 Se asemejó el reino de los cielos a un hombre… …

Mt 13,31 Semejante es el reino de los cielos a un grano de mostaza… …

Mt 13,33 Semejante es el reino de los cielos a la levadura… …

Mt 13,44 Semejante es el reino de los cielos a un tesoro… …

Mt 13,45 De nuevo semejante es el reino de los cielos a un hombre comerciante…

Mt 13,47 De nuevo semejante es el reino de los cielos a una red… …

Mt 18,23 Por esto se asemejó el reino de los cielos a un hombre rey… …

Mt 20,1 Pues semejante es el reino de los cielos a un hombre propietario… …

Mt 22,2 Se asemejó el reino de los cielos a un hombre rey… …

Mt 25,1 Entonces se asemejará el reino de los cielos a diez vírgenes… …

Como vemos, no hay uniformidad total: en cuatro casos aparece el ver-bo (aoristo: 13,24; 18,23; 22,2 47; futuro: 25,1), y en seis el adje-tivo con el verbo (13,31.33.44.45.47; 20,1); en todos ellos el término de la comparación se expresa en dativo. Si bien el segundo mode-lo descrito predomina en el discurso parabólico (Mateo 13), también se halla fuera de él (20,1); lo inverso apreciamos respecto de , que in-troduce la primera parábola de la serie. Por el contrario, las diez veces apa-rece entero el sintagma «el reino de los cielos», nunca «el reino de Dios» o simplemente «el reino» 48. Notemos que esta expresión tan característica de Mateo hace su última aparición en Mt 25,1: la última parábola del reino

47 En estos casos se trata de un aoristo atemporal, con valor de presente y equivalente por tanto a : Max Zerwick, Analysis philologica Novi Testamenti Graeci (Romae: PIB, 41984) 33 (a 13,24).

48 Lo cual sería posible, a la vista de la estadística reseñada más arriba (nota 12).

EL LOGOS DEL REINO32

contiene la mención final del «reino de los cielos» en el evangelio. De mo-do que los diez pasajes evidencian una misma fórmula con dos variantes fundamentales (verbo / adjetivo + ); ambas aparecen en Mt 11,16 yux-tapuestas y con significado semejante 49. Notemos también que en la última parábola (Mt 25,1) el verbo aparece en futuro; volveremos sobre este punto.

La fórmula introductiva tiene una importancia que excede lo meramente formal o literario. No sólo relaciona estas parábolas entre sí, sino que las liga indisolublemente a la persona y la obra de Jesús, cuya expresión es precisa-mente «el reino de los cielos». Es por ello un dato hermenéutico de primer orden 50. Todas estas parábolas están referidas al reinado de Dios que Jesús viene a mediar definitivamente; son por lo tanto de naturaleza teológica en su misma esencia, de modo que su verdadero significado —la referencia al obrar del Padre por medio de su Hijo— no es un «valor añadido» sino su punto de partida y su razón de ser. La fórmula nos indica, en fin, que en ellas se expresa de forma eminente la naturaleza del reino proclamado por Jesús 51.

b. Diez parábolas del reino

Es conocida la importancia en M ateo de los esquemas numéricos. Entre ellos destaca el número tres: importantes secciones del evangelio se articu-lan en forma de terna, o en esquemas triádicos, de manera que esta clave numérica juega un papel importante en la estructuración de la obra 52. Pero también el diez tiene su función.

El número diez es en la Escritura una cifra redonda 53. Los diez manda-mientos que el Señor pronunciara en el Sinaí (el Decálogo: Ex 20,1-17 ||

49 Mt 11,16: ; […]. Cf. Lc 13,18: ;

50 Ver más adelante, p. 50.51 «[Las fórmulas de introducción] atestiguan la conciencia de que las parábolas eran una

forma privilegiada [eine herausragende Form] del anuncio del reino de los cielos. No se les puede confrontar ningún otro texto del evangelio de Mateo en el que Jesús hable del reino de los cielos de una forma siquiera cercanamente comparable»: Christian Münch, «Form und Referenz von Gleichnissen in den synoptischen Evangelien», en: R. Zimmermann (ed.), Hermeneutik der Gleichnissen Jesu. Methodische Neuansätze zum Verstehen urchristlicher Parabeltexte (WUNT 231; Tübingen: Mohr Siebeck, 2008) 446-447.

52 Como han puesto de relieve William David Davies – Dale C. Allison, The Gospel ac-cording to Saint Matthew I (ICC; Edinburgh: T&T Clark, 1988); ver las pp. 86-87. Un ejemplo muy claro: el sermón de la montaña (ibid. 64).

53 Cf. Friedrich Hauck, « »: TWNT II, 36; Herbert Haag, Diccionario de la Biblia (Edición castellana preparada por el P. Serafín de Ausejo, O.F.M. CAP.; Barcelona: Herder, 91987) col. 474 s.v. «Diez».

EL PORQUÉ DE UNA INVESTIGACIÓN 33

Dt 5,6-21) son su expresión más conocida y manifiestan la totalidad de la voluntad divina; ya en el Pentateuco aparecen designados como «las diez palabras» (LXX : Ex 34,28; Dt 10,4). Pero esta cifra aparece en muchos lugares bíblicos 54; en ellos el número diez expresa a menudo totali-dad y perfección 55. Así, quien ofrece el diezmo ofrece simbólicamente todo a Dios (cf. Gn 28,22) 56; en sentido contrario, la rebeldía de Israel en el desierto ha llegado a su máxima expresión al poner a prueba a YHWH en diez ocasio-nes (Nm 14,22). Diez hombres hubieran salvado a Sodoma de la destrucción (Gn 18,32). El desposorio entre Boaz y Rut tiene lugar ante diez ancianos de la ciudad (Rt 4,2); diez cuernos representan la totalidad del poder hostil a YHWH (Dn 7,20; cf. Ap 13,1). También el judaísmo rabínico conoce este simbolismo: la Misná nos habla de las diez palabras con que fue creado el mundo, las diez generaciones desde Adán a Noé, las diez pruebas a que fue sometido Abraham, las diez plagas de Egipto y los diez prodigios en el mar Rojo, y las diez tentaciones de Israel a Dios en el desierto; también enumera los diez prodigios hechos a los israelitas en el Templo y las diez cosas que fueron creadas en la vigila del sábado 57. El sumo sacerdote pronunciaba diez veces el Nombre divino el día de la Expiación 58; el culto sinagogal oficial, en fin, requiere una asamblea compuesta al menos por diez hombres 59. Por lo

54 Gn 16,3; 24,10.22.55; 31,41; 32,16; 45,23; Ex 18,21.25; 26,1.16; 27,12; 36,8.21; 38,12; Lv 26,26; Nm 7,14.20.26.32.38.44.50.56.62.68.74.80.86; 11,32; 14,22; 29,23; Dt 1,15; Jos 22,14; Jc 6,27; 12,11; 17,10; 20,10; Rt 4,2; 1 S 1,8; 17,17-18; 25,5.38; 2 S 15,16; 18,11.15; 20,3; 1 R 5,3; 6,3.23-26; 7,23.27.37-38.43; 11,31.35; 14,3; 2 R 5,5; 13,7; 15,17; 20,9-11; 23,33; 25,25; 2 Cro 4,1-8.14; 13,23; Ne 4,6; 5,18; 11,1; Tb 1,14; 4,20; Est 3,9; 9,10-14; 1 M 3,55; 2 M 5,27; Job 19,3; Sal 91,7; Qo 7,19; Ct 5,10; Si 23,19; 41,4; 47,6; Is 5,10; 38,8; Jr 41,1-2.8; 42,7; Ba 4,28; Ez 40,11.49; 41,2; 42,4; 45,3.5.14; 48,9-10.13.18; Dn 1,12.14.15.20; 7,7.20.24; Am 5,3; 6,9; Ag 2,16; Za 8,3. Cf. Hendrik A. Brongers, «Die Zehnzahl in der Bibel und in ihrer Umwelt», en: M. A. Bekk (ed.), Studia biblica et semitica (FS Th.Ch. Vriezen) (Wageningen: Veenman & Zonen, 1966).

55 Ibid., 40. Si bien en el mundo semítico el diez queda por detrás del número siete, que goza de supremacía (44); también en el Nuevo Testamento (42-43).

56 Herbert Haag, «Die biblischen Wurzeln des Minjan», en: Otto Betz – Martin Hengel – Peter Schmidt (ed.), Abraham unser Vater. Juden und Christen im Gespräch über die Bibel (AGSU 5; Leiden - Köln: Brill, 1963) 240.

57 Abot 5,1-6: Carlos del Valle (ed.), La Misná (BEB 98; Salamanca: Sígueme, 21997) 851-852. Cf. James A. Patrick, «Matthew’s Pesher Gospel Structured Around Ten Messianic Citations of Isaiah»: JTS 61 (2010) 57. A continuación, el mismo tratado de la Misná desa-rrolla otras claves numéricas (siete, cuatro: Abot 5,7-15), pero de orden sapiencial, y no re-feridas a la historia de Israel.

58 Bruce C. Birch, «Number», en: The International Standard Bible Encyclopedia III (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1986) 560.

59 Haag, «Minjan». El origen de esta norma está en la lectura rabínica de Nm 14,27, según la cual «esta comunidad perversa» está formada por diez varones, a saber, los doce explora-

EL LOGOS DEL REINO34

demás, es frecuente en la Escritura que el diez se articule en «cinco más cinco» 60; este dato pone de relieve el carácter antropológico de este símbolo numérico, cuyo referente natural son los dedos de las manos 61.

Esta cifra numérica aparece igualmente en el Nuevo Testamento; aunque su importancia es menor que la de otras cifras (como el tres y el siete), el «diez» está también presente 62. Es digno de especial mención el evangelio de Lucas, con las diez dracmas (Lc 15,8), los diez leprosos (17,12) y las diez minas (19,13); también Pablo, que en la carta a los Romanos cita diez poderosas criaturas que, pese a su poder, no podrán separar al cristiano del amor de Dios manifestado en Cristo (Rm 8,38-39), y en 1 Corintios enume-ra diez vicios que excluyen del reino de Dios (1 Co 6,9-10) 63. Destaca tam-bién el Apocalipsis, que nos habla de los diez días de tribulación que el Resucitado le predice a la iglesia de Esmirna (Ap 2,10), y nos describe los diez cuernos del dragón (12,3) y de la bestia (13,1; 17,3.7.12.16), coronados con diez diademas (12,3; 13,1), y que representan a diez reyes (17,12) 64.

También en el primer evangelio se detecta la relevancia de esta cifra numérica; recordemos a propósito dos parábolas del capítulo 25: las diez vírgenes (cinco necias y cinco prudentes: Mt 25,1-2) 65; y los talentos, donde el siervo que recibió cinco tiene al final diez (25,21.28) 66. En Mateo 8–9,

dores de la tierra de Canaán (uno de cada tribu) de cuya rebeldía se han desmarcado Josué y Caleb: ibid., 239. Cf. Johann Jacob Buxtorf, Lexicon chaldaicum, talmudicum et rabbinicum (Lipsiae: Impensis Mauritii Schaeferi, 1875) 621 s.v. minj n: «Est certe numerus denarius admodum sacer Hebraeis, unde puerum non circumcidunt, nulla connubia stabiliunt, libellus repudii non datur et solenniores quasdam preces ad Deum non fundunt, nisi decem personae affuerint». Ya en Qumrán eran necesarios al menos diez participantes para los eventos reli-giosos comunitarios: Haag, «Minjan», 237 n. 4.

60 Ver 1 R 6,24; 7,39; 2 Cro 4,6-8.61 «La primera tabla matemática de la humanidad»: Manfred Lurker, Diccionario de imá-

genes y símbolos de la Biblia (Córdoba: El Almendro, 1994) 88 s.v «Diez». Sobre el «cinco» en la Biblia ver también Birch, «Number», 559.

62 Brongers, «Zehnzahl», 36-37. Acerca de la supremacía del siete en el NT ver ibid., 42-43.63 Hauck, « », 36. Por su parte el Evangelio de Tomás contiene diez bienaventuranzas

(logia 7, 18, 19, 49, 54, 58, 68, 69[2] y 103: Trevijano Etcheverría, Tomás, 363.64 Cf. Birch, «Number», 560.65 Cf. Armand Puig i Tàrrech, La parabole des dix vierges (Mt 25,1-13) (AnBib 102;

Rome - Barcelona: Biblical Institute Press - Facultat de Teologia [SSP], 1983) 143-144.66 Gerhard Kittel habla también del cinco en las parábolas evangélicas como «número

redondo», que no habría que tomar por tanto como indicación numérica sino como un moti-vo estilístico: Gerhard Kittel, Rabbinica: Paulus im Talmud. Die «Macht» auf dem Haupte. Runde Zahlen (ARGU 1.3; Leipzig: 1920) 42.

EL PORQUÉ DE UNA INVESTIGACIÓN 35

descripción de las obras del Mesías, hallamos una serie de diez milagros 67. Notemos también la presencia de «cien» (10 x 10) como cifra redonda: la plenitud del fruto de la espiga (Mt 13,8.23), las ovejas de un rebaño (18,12) y una deuda abultada (100 denarios: 18,28) 68.

Otro rasgo exclusivo de Mateo atestigua su querencia por la decena: las citas de cumplimiento, diez referencias explícitas a la Escritura —originales del primer evangelista— que jalonan la narración evangélica 69. La fórmula introductoria, con ligeras variantes, es constante en sus elementos principa-les: cumplimiento (verbo ) de lo «dicho» ( ) por medio de ( ) uno o todos los profetas ( ). Esta forma de citar la Escritura tiene paralelos en los otros evangelios; pero Mateo la amplía y sistematiza hasta configurar un «decálogo» de referencias bíblicas. Esto no significa que el evangelista agote el recurso a la Escritura en esas diez citas; al con-trario, el fenómeno es mucho más amplio y recorre el evangelio de princi-pio a fin 70. Además, su frecuencia en la narración varía: ocho de las diez referencias aparecen en los trece primeros capítulos, y sólo dos en los quin-ce restantes 71. También hay notables diferencias de extensión: algunas cons-tan sólo de unas pocas palabras 72, otras son mas amplias 73. Pero todo ello no

67 Curación de un leproso (8,1-4); del criado del centurión (8,5-13); de la suegra de Pedro (8,14-15); tempestad calmada (8,23-27); exorcismo de los endemoniados gadarenos (8,28-34); curación de un paralítico (9,1-8); de la hija de un jefe (9,18-19.23-26); de la hemorroísa (9,20-22); de dos ciegos (9,27-31); exorcismo de un endemoniado mudo (9,32-34). Cf. Hauck, « », 36; Gerhard Lohfink, El sermón de la montaña ¿para quién? (Barcelona: Herder, 1989) 23. Aunque están articulados en esquema ternario, de modo que las narraciones son nueve (tres grupos de tres: William David Davies – Dale C. Allison, The Gospel according to Saint Matthew II [ICC; Edinburgh: T&T Clark, 1991] 1), forman un conjunto de diez acciones poderosas de Jesús.

68 En esta misma parábola, el siervo «inmimsericorde» debía diez mil talentos, 100 x 100.69 Mt 1,23 ( Is 7,14); 2,15 ( Os 11,1); 2,18 ( Jr 31 [LXX 38] ,15); 2,23 ( varia);

4,15-16 ( Is 8,23-9,1); 8,17 ( Is 53,4); 12,18-21 ( Is 42,1-4); 13,35 ( Sal 78 [77], 2); 21,5 ( Is 62,11; Za 9,9); 27,9 ( Za 11,13). Cf. Jean Miler, Les citations d’accomplis-sement dans l’Évangile de Matthieu. Quand Dieu se rend présent en toute humanité (AnBib 140; Roma: Pontificio Istituto Biblico, 1999).

70 Cf. Robert Horton Gundry, The Use of the Old Testament in St. Matthew’s Gospel. With Special Reference to the Messianic Hope (NTS 18; Leiden: Brill, 1967); Maarten J.J. Menken, Matthew’s Bible. The Old Testament Text of the Evangelist (BETL 173; Leuven - Paris - Dud-ley, MA: Leuven University Press · Peeters, 2004); Filippo Belli, et al., Vetus in Novo. El recurso a la Escritura en el Nuevo Testamento (Ensayos 290; Madrid: Encuentro, 2006) 185-186.

71 Son particularmente frecuentes en el evangelio de la infancia (Mateo 1–2), donde apa-recen cuatro citas.

72 Por ejemplo Mt 2,15; 2,23; 8,17.73 Destaca en particular Mt 12,18-21.

EL LOGOS DEL REINO36

oscurece la coherencia de las diez citas, algunas de las cuales tienen una extraordinaria importancia narrativa y teológica 74; en su conjunto subrayan la conformidad de la historia de Jesús con la Escritura de Israel y represen-tan así un elemento muy relevante aportado por el evangelista para la inter-pretación del entero evangelio.

Algo semejante sucede con las parábolas del reino. Su distribución es irregular en el evangelio: inexistentes en los doce primeros capítulos, estas parábolas se concentran particularmente en Mateo 13, y a partir del capí-tulo 18 aparecen (aproximadamente) cada dos capítulos, hasta el último discurso de Jesús (Mateo 25). Como igualmente sucede con las citas de cumplimiento respecto del recurso a la Escritura, tampoco estas parábolas pueden arrogarse de forma excluyente la explicación del reino de los cie-los: ya hemos indicado cómo la entera predicación de Jesús gira en torno a este tema y, por tanto, las parábolas en su conjunto guardan relación con él 75. Pero saliendo al paso de la pregunta que puede plantearse el lector ante esta realidad omnipresente pero inexplicada: «¿En qué consiste el rei-no de los cielos?», Mateo ha querido explicitarlo de forma narrativa me-diante esta selección de diez parábolas; en ellas, como ya expusiera Wol-fgang Trilling, se profundiza en el concepto del reino 76. «Mateo reflexiona sobre el ser y las características de la basileia, sobre la persona y la misión del dueño de la casa (20,1), del rey (22,1), del sembrador (13,24), que pueden recibir rasgos divinos (18,35). Pero él representa también median-te la idea de la basileia comportamientos claramente terrenos, por ejemplo en la imagen de la cizaña (13,24-30), de las bodas (22,2-13) o de la viña (20,1-16)» 77. El interés de Mateo no es puramente formal, sino de conteni-do: para conocer el reino es necesario prestar especial oído a estas diez parábolas 78.

Por lo demás, el fenómeno de una serie numérico-simbólica de elementos significativos distribuida a lo largo de la narración no es extraña a los escri-

74 Dos ejemplos representativos, ambos referidos al libro de Isaías: el oráculo del Emma-nuel (Mt 1,23) y el primer canto del Siervo del Señor (Mt 12,18-21).

75 «La introducción referida al reino de los cielos [Himmelreicheinleitung] es, así en-tendida, una señal positiva, pero no excluyente. Esto significa que no todas las parábolas tienen por qué tratar del reino de los cielos, pero muy bien puede haber parábolas que en realidad hablan del reino de los cielos aunque carezcan de la introducción correspondien-te (cf. por ejemplo 13,3; 21,33; 24,45; 25,14)»: Münch, Die Gleichnisse Jesu, 150. «The Kingdom of God is the ultimate referent of all the parables of Jesus»: Perrin, Language of the Kingdom, 55.

76 Trilling, Das Wahre Israel, 145.77 Kretzer, Die Herrschaft der Himmel, 289.78 Cf. ibid., 289.

EL PORQUÉ DE UNA INVESTIGACIÓN 37

tos neotestamentarios. De singular relevancia es al respecto el corpus joáni-co. En el cuarto evangelio hallamos siete signos (Jn 2; 4; 5; 6[2]; 9; 11) y también siete «palabras de revelación» («Yo soy») diseminadas por el rela-to 79. Por su parte, el Apocalipsis contiene siete bienaventuranzas que recorren la entera narración, y catorce «ayes» (gr. ) distribuidos en otros siete versículos 80.

4. ARTICULACIÓN DE LAS PARÁBOLAS DEL REINO: UNA APROXIMACIÓN

Hemos hablado de un «decálogo» de parábolas, lo que supone una arti-culación más o menos sistemática entre ellas; esta articulación se manifies-ta en las semejanzas y también en las diferencias. A continuación presenta-mos sus elementos principales. Seis de estas parábolas forman parte de un único discurso de Jesús, llamado precisamente «discurso parabólico» (Ma-teo 13); de las cuatro restantes, dos pertenecen a partes discursivas del evangelio (siervo: discurso eclesial; vírgenes: discurso escatológico) y otras dos (obreros, bodas) a secciones narrativas. Notemos con todo un hecho: Mateo tiende a agrupar las parábolas, de modo que en su evangelio halla-mos tres grandes grupos (13,1-52: siete parábolas; 21,28–22,14: tres; 24,42–25,30: cuatro) 81. Pues bien, en las tres grandes secciones parabólicas encontramos parábolas del reino: no sólo en el «discurso parabólico» sino también en las otras dos secciones (predicación de Jesús en el templo de Jerusalén: 22,1-14; discurso escatológico: 25,1-13). La presencia de esta categoría de parábolas, con todo, no se limita a estos lugares (recordemos 18,21-35 y 19,30–20,16).

En un primer momento abordamos la peculiaridad del capítulo 13, que contiene la mayoría de estas secciones; a continuación presentamos los ele-mentos que acomunan y diferencian las diez parábolas.

79 «Yo soy el pan de la vida» (6,35.48.51); «Yo soy la luz del mundo» (8,12); «Yo soy la puerta» (10,7.9); «Yo soy el buen Pastor» (10,11.14); «Yo soy la resurrección y la vida» (11,25); «Yo soy el camino y la verdad y la vida» (14,6); «Yo soy la vid verdadera» (15,1). Cf. Domingo Muñoz León, «Evangelio según san Juan», en: Armando J. Levoratti (ed.), Comentario Bíblico Latinoamericano II (Nuevo Testamento; Estella: Verbo Divino, 2003) 593.

80 Bienaventuranzas: Ap 1,3; 14,13; 16,15; 19,9; 20,6; 22,7.14. «Ayes»: Ap 8,13[3]; 9,12[2]; 11,14[2]; 12,12; 18,10[2]; 18,16[2]; 18,19[2]. Cf. Francesco Piazolla, Le sette bea-titudini dell’Apocalisse. Studio esegetico e teologico-biblico (Assisi: Cittadella, 2010).

81 Cf. Münch, Die Gleichnisse Jesu, 72; 219-226. Los tres grandes grupos están interre-lacionados, formando así una visión de conjunto: ibid. 226.

EL LOGOS DEL REINO38

a. Las parábolas del reino en Mateo 13

En Mateo 13 encontramos dos grupos formados cada uno por tres pará-bolas del reino, y separados entre sí por una cita de cumplimiento (vv. 34-35) y por la explicación de la parábola de la cizaña (vv. 36-43). Las seis parábolas forman un conjunto articulado:a) El primer grupo (cizaña, grano de mostaza, levadura) aparece caracteri-

zado por la introducción «Otra parábola les propuso [dijo]» ( [ ] : vv. 24.31.33). Mientras que

las tres parábolas del segundo grupo (tesoro, perla, red) comienzan: «[Tamb ién] Es semejante el reino de los cielos» ([ ]

: vv. 44.45.47). En ambas series encontramos, en orden inverso, una parábola más larga

y acompañada de explicación (A) junto a dos más breves, sin explica-ción y particularmente ligadas entre sí (B/B). Podemos expresar esta disposición quiástica como sigue:

Acizaña

B/Bgrano de mostaza/

levadura

B’/B’tesoro/perla

A’red

b) En la primera tríada, las dos primeras son «parábolas de siembra» (ciza-ña, grano de mostaza), en continuidad con la parábola del sembrador que precede; la segunda de ellas, que evoca ya otro campo semántico (culi-nario), aparece así en estrecha relación con la de la levadura: ambas nos hablan de una realidad pequeña con un efecto desproporcionado.

c) En la segunda tríada, las dos primeras parábolas (el tesoro y la perla) están relacionadas por su extensión, su tema (hallazgo de algo valioso) y su conclusión: vender «todo lo que tiene» para comprarlo. Pero se asemejan a las dos anteriores por su brevedad y por su referencia a una realidad pequeña pero de gran potencialidad.

d) De las seis par ábolas, la primera (cizaña) y la última (red) guardan espe-cial ligazón. Ambas explican de manera exhaustiva de sus elementos. Pero además coincide su tema: el juicio final separará a justos y malva-dos, que hasta ese momento perviven mezclados. La perspectiva es di-versa, ya que la parábola de la cizaña centra su atención en el tiempo de crecimiento que precede a esa discriminación definitiva, mientras que la de la red está focalizada en el momento de la separación. Con todo, es llamativa la semejanza entre ambas parábolas, que se manifiesta:i. En el vocabulario de las explicaciones:

EL PORQUÉ DE UNA INVESTIGACIÓN 39

Cizaña Red

v. 38: «los hijos del Maligno» ( )

v. 49: «los malvados» ( )

v. 39: «los ángeles» ( ) v. 49: «los ángeles» ( )

v. 43: «los justos» ( ) v. 49: «… de los justos» ( )

ii. Y, sobre todo, en la repetición literal de dos importantes sentencias:• «Así será en la consumación del tiempo» (

): vv. 40 y 49.• «Y los arrojaran al horno del fuego: allí será el llanto y el rechinar

de los dientes» ( ): vv. 42 y 50.

Todo lo cual no hace sino corroborar la profunda relación literaria de estas dos parábolas, tal como sugería su disposición quiástica.

b. Elementos comunes

Las diez parábolas del reino en Mateo presentan diversos elementos en común que, unidos al principal (la fórmula introductoria, constante dentro de sus variantes), confirman la relación existente entre ellas.a) En la mayor parte de las parábolas el objeto de la comparación es una

persona («un hombre»: 13,24.45; 18,23; 20,1; 22,2; «diez vírgenes»: 25,1), y en cuatro de ellas, todas en el capítulo 13, realidades inanimadas («grano de mostaza», v. 31; «levadura», v. 33; «tesoro», v. 44; «red», v. 47). Pero en casi todas estas parábolas las comparaciones versan sobre una actividad humana 82.

b) En la totalidad de estas parábolas se desarrolla una acción, por breve que sea. Esta acción es siempre el verdadero objeto de la parábola, expresada mediante un participio (en el discurso parabólico) 83 o una oración de relativo (fuera de Mateo 13) 84. Sin embargo las parábolas más extensas contienen un encadenamiento de acciones sucesivas;

82 Excepción hecha de la parábola del grano de mostaza, en cuyo proceso no interviene humano alguno.

83 13,24: … 13,21: … … 13,33: … … 13,44: … … 13,47: …

84 18,23: … … 20,1: … … 22,1: … … 25,1: … … …

EL LOGOS DEL REINO40

ello está en relación con su orientación escatológica (que veremos más adelante).

c) El protagonista principal de la acción es siempre humano: en siete casos un varón ( : 13,24.31.44.45; 18,23; 20,1; 22,2), y en dos casos una o varias mujeres ( : 13,33; : 25,1). Incluso cuando el sujeto es inanimado (la red: 13,47), su sujeto real son los pescadores que la arrojan, la recogen y separan unos peces de otros. Son por tanto acciones con clara apariencia de realidad, alejadas de toda fabulación o mito 85.

d) Es recurrente el esquema «rey/señor – siervos» 86. aparece en 13,27.28; 18,23-33 (5x, + 4x ); 22,3-10 (5x); en Mt 20,1-8 «obrero» ( ) 87. Dos de estas parábolas (siervo y bodas: Mt 18 y 22) tienen como sujeto a «un hombre rey» ( ), por lo que guardan cierta relación mutua. En otros dos casos (cizaña y obreros: Mt 13,27 y 20,1) el sujeto es un «propietario» ( ) 88.

c. Elementos diferenciadores

Pero los rasgos en común no oscurecen las diferencias, que son también importantes y significativas:a) Extensión: algunas parábolas son breves o muy breves: grano de mosta-

za y perla (2 versículos), levadura y tesoro (1 v.). Las de la cizaña (6 v v.) y la red (4 vv.) tienen una amplitud intermedia. Por el contrario, las cuatro parábolas que no pertenecen al capítulo 13 son notablemente más largas: las del siervo inmisericorde, de las bodas y de las diez vírgenes constan de 13 versículos cada una; la de los obreros de la viña ocupa 15 versículos 89.

85 Cf. John R. Donahue, «Las parábolas de Jesús», en: R.E. Brown – J.A. Fitzmyer – R.E. Murphy (ed.), Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo 2. Nuevo Testamento y artículos temáticos (Estella: Verbo Divino, 2004) 1152.

86 Un esquema que se generalizará en las parábolas rabínicas, hasta el punto de que en la mayoría de ellas el protagonista es un rey que simboliza a Dios. Cf. David Stern, Parables in Midrash. Narrative and Exegesis in Rabbinic Literature (Cambridge – London: Harvard University Press, 1991) 19-21.

87 También hallamos en Mt 21,34-36; 24,45-51 (4x, + 1x ); 25,14-30 (6x).88 Como también en Mt 13,52; 21,33; y 24,4389 Notemos sin embargo que la parábola de la cizaña, más breve que éstas últimas, apa-

rece acompañada de una prolija explicación (8 vv.) que duplica su extensión.

EL PORQUÉ DE UNA INVESTIGACIÓN 41

b) Forma: cinco parábolas tienen forma dialogal (cizaña, siervo, obreros, bodas, vírgenes) y otras cinco carecen de ella (todas en Mateo 13: grano de mostaza, levadura, tesoro, perla, red).

c) Interpretación: las cuatro parábolas breves (grano de mostaza, levadu-ra, tesoro, perla) carecen de explicación; algo que sí tienen las otras seis 90:i. La primera y última parábolas del reino que hallamos en el capítulo

13 van acompañadas de una explicación tan amplia como la parábola misma (separada de ella en el caso de la cizaña, unida en el caso de la red). En ambas explicaciones aparece la expresión

(13,39-40; 13,49).ii. Las cuatro últimas parábolas del reino, todas ellas fuera de Mateo 13,

acaban con una breve explicación aplicativa (18,35 [ ]; 20,16 [ ]; 22,14 [ ]; 25,13 [ ]).

d. En conclusión

Nos hallamos frente a una serie de parábolas vinculadas por su género literario y por su fórmula de introducción, que presentan entre sí notables parecidos pero también diversidad. Tanto la semejanza como la diferencia son significativas: estas parábolas, unidas por un hilo conductor común, van aportando los elementos que permiten al lector asumir progresiva-mente la riqueza semántica del reino de los cielos, de la predicación de Jesús Mesías.

5. LAS PARÁBOLAS DEL REINO EN LA NARRACIÓN EVANGÉLICA

Hasta el capítulo 13 sólo hallamos dos enseñanzas de Jesús que presen-ten alguna marca formal del género parabólico: la casa fundada sobre roca y sobre arena (Mt 7,24-27) y el juicio de Jesús a su generación (11,16-19) 91. Aunque en estos pasajes no aparece el término , tenemos sendas comparaciones que se valen del verbo «asemejar» ( ; en el segundo caso, también el adjetivo «semejante», ). Ninguno de estos dos pasa-jes puede sin embargo acogerse a la denominación «parábola del reino»; como sabemos, ésta se halla por vez primera en Mateo 13.

90 Algo que caracterizará a las parábolas rabínicas; en casi todas ellas hallamos, junto al mashal en sentido propio, su aplicación (nimshal): Stern, Parables in Midrash, 8.

91 Sobre las parábolas del primer evangelio ver más arriba, nota 41.

EL LOGOS DEL REINO42

a. Distribución de las parábolas del reino en el relato

El siguiente cuadro nos orienta acerca de la distribución y frecuencia de las diez parábolas del reino en el conjunto del evangelio 92:

I. Mt 1,1–4,16 II. Mt 4,17–16,20 III. Mt 16,21–28,20

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28

•••••• • • • •

Hasta el capítulo 12 no hallamos ninguna perícopa que responda a estas características. Seis de ellas se concentran sin embargo en el capítulo de las parábolas (13); y a partir de entonces aparecen, con cierta regularidad, has-ta la conclusión de la predicación de Jesús (25). Ya hemos notado que estas últimas parábolas, más extensas, pertenecen tanto a secciones discursivas (Mateo 18 y 25) como narrativas (Mateo 20 y 22).

b. Las pará bolas del reino y el evangelio: una primera aproximación

Esta disposición responde a la lógica de la narración evangélica. Cuando Jesús comienza a enseñar en parábolas a las multitudes ya han tenido lugar la gran enseñanza inaugural (Mateo 5–7) y los primeros milagros (8–9); al final de esta sección se consignan las primeras tomas de posición frente a Jesús, ya de aceptación, ya de rechazo (9,33-34). Después se ha producido la elección de los Doce y las instrucciones para que anuncien el reino a Is-rael (Mateo 10); en este discurso misional la persecución, someramente aludida en la Enseñanza de la Montaña (Mt 5,10-12.44), está muy presen-te 93. El capítulo 11 supone un interludio 94; centrado en la figura de Juan, Jesús subraya la grandeza del Bautista, sólo superada por quienes entran a formar parte del reino de los cielos (11,11); y constata cómo quienes no se

92 Acerca de esta estructura tripartita de Mateo ver Jack Dean Kingsbury, Matthew: Structure, Christology, Kingdom (Philadelphia, PA: Fortress, 1975) 7-25; Donald Verseput, The Rejection of the Humble Messianic King. A Study of the Composition of Mt 11-12 (EHS.T 291; Frankfurt a.M.: Peter Lang, 1986) 21; Alexander Sand, Das Evangelium nach Matthäus (RNT; Regensburg: Pustet, 1986) 36; Joachim Gnilka, Das Matthäusevangelium I (HTKNT 1/1; Freiburg – Basel – Wien: Herder, 1986) 523-524; David R. Bauer, The Structure of Matthew’s Gospel. A Study in Literary Design (JSNTSS 31; Sheffield: JSOT Press, 1988) 40-45.

93 Mt 10,17-19.21-23.28.94 Acerca de Mt 11,2-30 como ‘interfatio’ de la narración evangélica cf. Augustine Mu-

lloor, Jesus’ Prayer of Praise. A Study of Mt 11,25-30 and Its Communicative Function in the First Gospel (New Delhi: Intercultural Publications, 1996) 243-283.

EL PORQUÉ DE UNA INVESTIGACIÓN 43

convirtieron por la predicación de Juan, tampoco se han abierto a la de Je-sús 95. En este contexto pronuncia una palabra clave: «Pero desde los días de Juan el Bautista hasta ahora el reino de los cielos sufre violencia, y unos violentos tratan de arrebatarlo» (11,12); Jesús habla aquí de la agresión que sufre el reino por quienes lo combaten 96. El reino mediado por Jesús ya no es sólo por tanto la realidad luminosa y atrayente esbozada en las Bienaven-turanzas, sino un signo de contradicción discutido y cuestionado; «la pre-gunta de Juan el Bautista en Mt 11,3: “¿Eres tú el que tenía que venir, o hemos de esperar a otro?”, es sintomática de la incomodidad que se insinúa en la mente de muchos que querían ver un cambio repentino y radical de la situación» 97. Todo esto le lleva a pronunciar un doble juicio, negativo hacia las ciudades que no lo han acogido pese a sus milagros (11,20-24), y posi-tivo hacia los «pequeños» que sí se han abierto a la revelación del Padre (11,25-27). Una llamada al discipulado, dirigida a los «cansados y agobia-dos», cierra el capítulo con una promesa de descanso (11,28-30) 98.

Comienza entonces la controversia de Jesús con los dirigentes del pue-blo (Mateo 12). Desde los primeros diálogos polémicos con él, decretan su muerte (12,14); y lo acusan abiertamente de expulsar demonios con el po-der de Beelzebul, príncipe de los demonios (12,24). Las autoridades religio-sas del pueblo se han cerrado a Jesús; sin embargo él, que afirma actuar «en el Espíritu de Dios», declara: «Ha llegado a vosotros el reino de Dios» (12,28). A partir de este momento se abre una perspectiva inquietante que desembocará, trágicamente, en la pasión. Es entonces, una vez que Jesús ha sembrado la palabra del reino y ésta ha empezado a causar efecto (tanto positivo como negativo), cuando Mateo presenta el discurso parabólico de Jesús 99; el episodio que precede (12,46-50) sirve de preparación 100. Ante la noticia de que su madre y sus hermanos lo buscan, Jesús declara cuál es su

95 Este es el contenido fundamental de la parábola de Mt 11,16-19.96 Schlosser, Règne de Dieu, 525. « is passive; the reference in the saying to

John the Baptist, combined with this evidence, strongly suggests that it is his sufferings which constitute the breach, and that Herod Antipas is therefore the principal »: Peter Sco-tt Cameron, Violence and the Kingdom. The Interpretation of Matthew 11:12 (ANTJ 5; Frankfurt a.M.: Peter Lang, 21988) 158.

97 Jean-Louis Ska, Cosas nuevas y viejas (Mt 13,52). Páginas escogidas del evangelio de Mateo (MB.H 6; Estella: Verbo Divino, 2006) 146.

98 Cf. Luis Sánchez Navarro, «Venid a mí» (Mt 11,28-30). El discipulado, fundamento de la ética en Mateo (SThM 4; Madrid: Ediciones San Dámaso, 2004).

99 Jürgen Roloff observa que este discurso está entretejido en el hilo de la narración de Mateo aún más estrechamente que los demás discursos de este evangelio: Jürgen Roloff - Helmut Kreller - Rainer Oechslen, Jesu Gleichnisse im Matthäusevangelium: Ein Kommen-tar zu Mt 13,1–52 (BThSt 73; Neukirchen-Vluyn: Neukirchener, 2005) 1.

100 Ibid., 2.

EL LOGOS DEL REINO44

verdadera familia: «El que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, este es mi hermano y hermana y madre» (12,50) 101. El misterio de la voluntad del Padre se irá desvelando a través de las parábolas, que indican el camino para cumplirla 102 y a su vez invitan al lector a decidirse frente a ella; de modo que llegan en el momento requerido por la narración. En buena medida vuelven sobre aspectos del reino ya expuestos con anteriori-dad; pero no se limitan a repetir, sino que amplían el horizonte 103.

El discurso funciona por lo tanto en el relato evangélico como una pausa de reflexión, que sirve para mostrar el sentido y el alcance del desarrollo dramático anterior y abre al lector la posibilidad de concretar su propia posición 104; «no se trata de la primera presentación del mensaje evangélico, sino de una segunda etapa en la que Jesús justifica su predicación y su “estrategia”» 105. Aquí hallamos las primeras parábolas del reino: en ellas, mientras Jesús va poco a poco desgranando la naturaleza de esta misteriosa realidad, las multitudes, y muy especialmente los discípulos, son invitados a adherir a la «palabra del reino» proclamada por el Maestro.

A partir de entonces esta categoría de parábolas irá jalonando el minis-terio público de Jesús, hasta el umbral mismo de su pasión; todos esos mo-mentos contribuyen a promover e iluminar la acogida del reino que Jesús proclama. En el «discurso eclesial» (Mateo 18) Jesús presenta el perdón fraterno como un requisito imprescindible para participar del reino; la pará-bola de los obreros de la viña (Mateo 20) enseña cómo para ello no se pue-

101 Mateo y Marcos coinciden en presentar el episodio inmediatamente antes del discur-so parabólico; Lucas carece de un discurso semejante, pero sitúa esta escena poco después (Lc 8,19-21) de la parábola del sembrador (Lc 8,4-15).

102 La declaración principal de Jesús en este episodio, que en Mt y Mc habla de «hacer la voluntad» de Dios (Mt 12,50 || Mc 3,35), en Lc tiene una forma ligeramente distinta: «Madre mía y hermanos míos son estos: los que escuchan y ponen por obra [hacen] la palabra de Dios» (Lc 8,21). Lucas retoma por tanto la terminología de su explicación de la parábola del sembrador («escuchar la palabra», ; cf. Lc 8,15), lo cual explicita la relación de fondo entre ambas enseñanzas de Jesús. «Escuchar la palabra», expresión que en Marcos aparece sólo en su versión de la parábola del sembrador (cf. también Mc 4,33), es un tema muy querido a Lucas (Lc 5,1; 10,39), que incluso le dedica una bienaventuranza (Lc 11,28).

103 Esto se consigue mediante la redundancia, la «expansión de los símbolos» y el lengua-je performativo: Warren Carter – John Paul Heil, Matthew’s Parables. Audience-Oriented Perspectives (CBQMS 30; Washington, DC: The Catholic Biblical Association of America, 1998) 58-63. «As familiar as that reality may be, interaction with the parable narratives affords the audience the opportunity to re-encounter the reign, to have its expectations and experien-ces shaped anew, and its commitment strenghtened»: 62.

104 Roloff – Kreller – Oechslen, Jesu Gleichnisse, 2-3.105 Ska, Cosas nuevas y viejas, 146.

EL PORQUÉ DE UNA INVESTIGACIÓN 45

den invocar derechos adquiridos. En Mateo 22 la parábola de las bodas re-vela la apertura universal del reino y la necesidad de disponerse adecuadamente para acceder a él; ya en el discurso escatológico, en fin, la parábola de las diez vírgenes (Mateo 25) manifiesta la necesidad de la vigi-lancia prudente para no descuidarse en el seguimiento de Jesús y poder así entrar a gozar del banquete del reino.

6. CONCLUSIÓN Y TAREA

Ha quedado mostrado, si bien en modo aún incipiente, el reto que supo-ne para el intérprete del primer evangelio este conjunto de diez parábolas. En las páginas que siguen vamos a estudiarlas en sí mismas y en relación con su contexto evangélico. Nuestro análisis no se ceñirá exclusivamente a las parábolas del reino: necesariamente acudiremos a las demás parábolas del evangelio, así como a otras enseñanzas de Jesús en géneros literarios diversos. Sin embargo, este «decálogo» establecido por el evangelista será el armazón de nuestro estudio (partes II y III).

Estará precedido por dos capítulos (parte I): un «prólogo hermenéutico» en el que abordamos los pasajes de Mateo dedicados a la interpretación de las parábolas; y una «obertura» constituida por un acercamiento a la pará-bola del sembrador, que introduce este grupo definido de parábolas y es clave para su interpretación. Por otra parte, una síntesis teológica acerca del reino de los cielos según las parábolas homónimas (parte IV) centrará los últimos capítulos. Esperamos con todo ello mostrar la «lógica» de este reino proclamado por Jesús; un reino que pese a su radical novedad es accesible a los hombres, ya que «es semejante a…»