interpretacion de los contratos

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“Doquier nos encontremos en presencia de manifestaciones objetivas, a través de las cuales otro espíritu nos habla, haciendo un llamado a nuestra inteligencia, entra en movimiento nuestra actividad interpretativa para entender que sentido tengan tales manifestaciones, que cosa ellas nos quiere decir. Del vivo discurso al inmóvil monumento o discurso; de la escritura al signo material, a la cifra y al símbolo artístico; del lenguaje articulado, poético, narrativo, deductivo, al lenguaje no articulado, como el figurativo y el musical; de la declaración al comportamiento particular; de la fisionomía a la línea de conducta global; todo cuanto nos proviene de otro espíritu, dirige una invocación a nuestra sensibilidad e inteligencia para ser comprendido” Hay muchos tipos de interpretación, que tienen como función cognoscitiva, una función representativa o reproductora, o bien una función normativa. Sobresalen, entre dichos tipos, la interpretación filológica, la histórica, la inherente o la traducción de un texto a otro idioma, la interpretación dramática, la musical. Forman parte de la interpretación normativa, la interpretación jurídica, la teleológica y la psicotipica. Esta ultima tiene por objeto situacones psicológicas y valoraciones morales; todo la realizamos cotidianamente en nuestra vida de relación. “ambiguo y fuente de equivocos es, ciertamente, el uso y el abuso que se hace en la vida publica y privada de la expresión interpretar la voluntad. Expresión esta, al menos elíptica, ya que objeto de la interpretación n o puede ser una entidad sicoligica interna, inadmisible en cuanto tal, sino que exclusivamente las manifestaciones externas en las cuales la voluntad se hizo socialmtnete reconocible… con excesiva frecuencia los indicia voluntatis son deformados y mal comprendido por quienes son llamados a interpretarlos” Sistema subjetivo de interpretación de los contratos, que es el vigente en chile y que se caracteriza por la búsqueda (a menudo imposible y fictisia) de la volountad sicológica de las partes.

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interpretación de los contratos por lopez santa maria

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“Doquier nos encontremos en presencia de manifestaciones objetivas, a través de las cuales otro espíritu nos habla, haciendo un llamado a nuestra inteligencia, entra en movimiento nuestra actividad interpretativa para entender que sentido tengan tales manifestaciones, que cosa ellas nos quiere decir. Del vivo discurso al inmóvil monumento o discurso; de la escritura al signo material, a la cifra y al símbolo artístico; del lenguaje articulado, poético, narrativo, deductivo, al lenguaje no articulado, como el figurativo y el musical; de la declaración al comportamiento particular; de la fisionomía a la línea de conducta global; todo cuanto nos proviene de otro espíritu, dirige una invocación a nuestra sensibilidad e inteligencia para ser comprendido”

Hay muchos tipos de interpretación, que tienen como función cognoscitiva, una función representativa o reproductora, o bien una función normativa. Sobresalen, entre dichos tipos, la interpretación filológica, la histórica, la inherente o la traducción de un texto a otro idioma, la interpretación dramática, la musical. Forman parte de la interpretación normativa, la interpretación jurídica, la teleológica y la psicotipica. Esta ultima tiene por objeto situacones psicológicas y valoraciones morales; todo la realizamos cotidianamente en nuestra vida de relación.

“ambiguo y fuente de equivocos es, ciertamente, el uso y el abuso que se hace en la vida publica y privada de la expresión interpretar la voluntad. Expresión esta, al menos elíptica, ya que objeto de la interpretación n o puede ser una entidad sicoligica interna, inadmisible en cuanto tal, sino que exclusivamente las manifestaciones externas en las cuales la voluntad se hizo socialmtnete reconocible… con excesiva frecuencia los indicia voluntatis son deformados y mal comprendido por quienes son llamados a interpretarlos”

Sistema subjetivo de interpretación de los contratos, que es el vigente en chile y que se caracteriza por la búsqueda (a menudo imposible y fictisia) de la volountad sicológica de las partes.

Sistema objetivo de interpretaciones, la cual rehúye las intenciones que tuvieron o habrían tenido los contratantes, preguntándose, a fin de fijar los efectos del contrato dsiutido, que es lo que socialmente mas útil o lo que la justicia indica como lo mas saludable.

La interpretación de los contratos reviste una enorme importancia práctica. Toda vez que las partes contratantes, o quienes legalmente toman su lugar, discuten el significado o resultados generados por la convención, vale decir, cuando no existe acuerdo respecto de las consecuencias producidas por el negocio jurídico, es menester interpretarlo. La interpretación del contrato reconoce o determina los efectos jurídicos, o sea, que de ella depende el alcance de la convención. La tracendencia concreta de cualquier contrato sobre el cual las partes discrepan es el resultado de la intepretacion.

Para interpretar el contrato, el interprete (inicialmente las partes y a falta de acuerdo suyo, el juez) considera como material u objeto de su labor no solo las palabras del contrato o declaración formal de las partes o elementos intrínsecos de la convención. Además, son fundamentaleslas circunstancias de la especie o declaración informal de los contratantes o elemtnetos intrinscos de la convención, vale decir , el ambiente en que se emitió la declaración. Sirve pues la función

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interpretativa lo que acontecio antes, durante y después de celebrado el contrato. La circunstancias de la especie en riquecieron lo estipulado formalmentepor las partes, dándole su exacto alcance al contrato discutido. Por eso, en la actualidad, tratese de un sistema subjetivo y objetivo de interpretación, esta ha dejado de ser literal. Las palabras pronunciadas o el texto suscrito al celebrarse el contrato, habitualmente no bastan para indagar su alcance.

Interpretación subjetiva de los conratos

1.- la interpretación concebida exclusivamente como una búsqueda de voluntad.

Art. 1560 c.c. base del sistema subjetivo de interpretación.

Para la doctrina clásica la voluntad es, de algún modo, la causa eficiente de todo el derecho. Asi, cuando se considera globalmente el derecho objetivo de un pueblo se habla de una voluntad nacional que constutuira su pilar fundamental, y que explicaría, al menos indirectaente, la coercibilidad de las reglas jurídicas que se imponen a los ciudadanos. Cuando se examina los derechos –la facultad de los individuos para exigir en el momento dado el cumplimiento de una prestación- se los explica frecuentemente recurriendo a una supuesta voluntad soberana de los contratantes. En el mismo orden de ideas, nada tiene de raro, que algunos juristas justifiquen también por voluntad las obligaciones derivadas de los cuasicontratos, delitos y cuasidelitos civiles. A fortiori, la fuerza obligatoria de los contratos se funda en el voluntarismo jurídico.

Es lógico, por tanto, que la teoría tradicional haya prescrito que, en la interpretación de los contratos, el interprete debe precisar el sentido de las convenciones de acuerdo a las intenciones de quienes concluyeron.

Asi el art. 1560 c.c establece: “conocida claramente la intención de los contratantes, debe estarse a ella mas que a lo literal de las palabres”. ¿Cuál es el alcance de estos artculos? ¿es verdad que ordena al juez sondear hasta el alma de los contratantes para descubrir allí sus intenciones? ¿no se da asi un alcance excesivo a estas disposiciones? ¿ no se habrá querido sino indicar la necesidad de que el interprete considere, fuera de los términos literales del contrato, otros elementos objetivos suceptibles de presentarse a propósito de la convnecion?.el 1560 al referirse a la intención no forjaron una metáfora, sino que emplearon el termino en su genuino sentido. Ahora bien, las intenciones son fuerza, tendencias mas o menos precisas que se desarrollaron en el fuero interno de los individuos. Su lugar se situa en la conciencia de los hombres, y su rasgo distintivo es de oreden sicológico.

Seria erróneo pensar que este articulo ordena al juez exclusivamentela búsqueda de elementos cognoscibles directamente del examen de la realidad externa, elementos objetivos, preceptibles sin necesidad de inmiscuirse en aquello que hay de mas precioso en el individuo: su interioridad, su alma. La verdad es que ordena al interprete una investigación sicológica. Esto no es dudoso, y si no se pierde de vista el principio de la autonomía de la voluntad, que ejercio un atractivo tan

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grande sobre los legisladores del xix, se puede llegar a comprender tal actitud jurídica. La voluntad interna del individuo es la meta del interprete, este no debe escatimar esfuerzo para llegar a ella.

Como dice el profesor jaques flour, el método según el cual es preciso proceder a la interpretación se reduce a un principio muy simple: “buscar cual ha sido la voluntad de los contratantes.

El juez esta, ante todo, encargado de descubrir una sicología.

Carbonnier sostiene: “el juez debe indagar por todos los medios, aun extrínsecos del acto, cau lha sido el verdadero pensamiento intimoque unio a los contratantes”; otro autor escribe…”el juez debe primeramente deberá abocarse a penetrar el alma de los contratantes, para saber si desearon realmente llegar a tal o cual conclusión; el debe, pues, entregarse a un verdadero trabajo de orden sicológico”.

La tarea del juez no es nada fácil. Hay que reconocer que jamas el legislador podrá llegar ha delimitar claramente los principios y los medios de los que el juez debiera servirse para descifrar la “común intención de las partes contratantes”. Cualquier esfuerzo del legislador por alivianar la función interpretativa del juez mediante la dictación de reglas de interpretación, tocara siempre con las graves limitaciones inherentes al método subjetivo de interpretación: declarar, a posteriori, cuales fueron las reales intenciones de los contratantes. No pretendemos poner en cuestión la importancia de las reglas de i9nterpretacion; creemos, sin embargo, que ellas son por lo general insuficientes y que en el fondo, si el interprete se muestra capaz de descubrir la voluntad común de las partes, realizando de esta manera lo que le prescribe el sistema subjetivo. Será sobre todo gracias a su inteligencia priveligiada y a su buen sentido.

Es posible que, a pesar de todos estos esfuerzos, el juez no acierte a encontrar la intención de las partes. Si se consideran las difultades de su tarea, esta situación no sea rara. ¿Qué hara entonces?

Resultado casi ocioso señalar que el juez-interprete debe, de todos modos dar una solución al asunto, y que en ningún caso, podrá abstenerse de juzgar. (cot)

Si el interprete no llega aconocer la voluntad común de las partes, deberá despejar el sentido de la convención por medio de un proceso que, se diga lo que se diga, no deja de ser original… se preguntara: ¿Cómo se habrían pronunciados las partes si ellas hubiesen considerado el punto dudoso? En la hipótesis en cuestión, el juez deberá buscar la voluntad virtual de las partes. Se notara que esta voluntad virtual sule ser un sueño. Si llegar a la voluntad real ya es difícil, ¡Cuánto mas no lo será el llegar a la voluntad virtual de las partes! Los reazonamientos en condicional son siempre peligrosos, tanto mas si trata de dilicidar las intenciones del ser humano.

Para nuestro art. 1560, el interprete debe acometer una verdadera investigación sicológica, pues su propósito es lograr poner en claro la intención de los contratantes. Debe el hacer todo lo posible para llegar hasta la conciencia de los individuos. La doctrina de la voluntad reduce la interpretación a la simple determinación de la intención de las partes, lo que es una mera cuestión de hecho, donde el trabajo del interprete no es el de un jurista que aplica una regla, sino el de un

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icologo que percibe la intención de los contratantes, lo que es una operación de carácter puramente inductivo, tendiente solamente, a la obtención de un conocimiento preciso de la verdadera intención.

Sin embargo, el art. 1560 prescribe queel interprete no puede pasar por encimade las palabras sino cuando llega a conocer claramente la intención de los contratantes. Luego, para que la intención sea preferida a la declaración, debe estarse seguro de aquella. El art. 1560, al emplear las expresiones claramente conocidas; ha querido decir que la intención debe tener el carácter de evidencia; en consecuencia, no solamente es necesario probarla, sino que la prueba debe procurar al juez una convicción sin equivocos. La intención de los contratantes solo interesa en la medida en que aparezca claramente, en caso contrario, el juez deberi considerar exclusivamente la declaración o texto del contrato.

Si ni la intención (que no se ha logrado conocer con claridad), ni la declaración (oscura o insuficiente) permite resolver el proceso, el sistema subjetivo se compelido a recurir a voluntades puramente virtuales. Por lo mismo, meza barro, explicando la obligación del arrendatario de usar la cosa según los términos o espíritu del contrato, señala que el uso que el arrendatario debe dara la cosa resulta, a menudo, del espíritu del contrato, de la presunta intención de las partes.

En consecuencia, en la medida en que el sistema clásico subjetivo se mantenga en vigor, cuando el interprete no logra reconocer la voluntad sicológica real de los contratantes, se ve en la necesidad de inducir las circunstancias de cada especie, de los elementos intrínsecos y extrínsecos a la declaración, su voluntad virtual o probable y a dirimir el pleito conforme a ella.

Como descubrir la vlountad común probable de los contratantes. Circunstancias de la especie

La teoría clásica reconoce su propósito inicial –el descubrimiento de la intención común que las partes tuvieron de hecho cuando se concluyo la convención- no es fail de poner en practica. Pues la complejidad del espíritu humano, la dignidad misma del hombre, impide a menudo el conocimiento de sus deseos. Por ello, se pide al interprete que se satifaga con una voluntad probable. Es decir, el juez examinando todas las circunstancias de la especie y no pudiendo llegar a una certidumbre, deberá esforzarse en inducir lo que la voluntad común. Al fin de cuentas, la misión del interprete consiste en establecer presunciones de la vlountad común. Por este camino llegase a un estado en la cual las posibilidades toman el lugar de las conviciones.

La interpretación no podrá tener por finalidad y por resultado sino una presunción mas o menos fuerte; el juez no afirmara jamas que al intención ciertmanete existio; el estará siepre limitado a afirmar: las partes muy probablemente quisiseron tal o caul cosa. Y para hacerlo, deberá sondear el corazón y el espíritu de cada uno a fin de descubrir los móviles y los motivos determinantes de su voluntad.

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El interprete no debe deternerse en el sentido literal de los términos. Corespondele buscar cual ha sido la común intncion de los contratantes. En otras palabras, esto viene a consagrar la preminencia de la vlountad interna sobre las declaración. Asi, el juez debe tomar en consideración todas las circuntancias de las especie. Todos los hechos suceptibles de esclarecer el sentidfo de la convención. Tales hechos, una vez probados en el proceso, servirán de base al tribunal para colegir una voluntad común real o virtual de las partes contratantes y permitirán que el litigio o contoversia sobre el alcance del litigio sea solucionado.

¿Cuál el es el cracter de las circunstancias de la especie? No es posible proponer una definición, pues son muy variadas; su naturaleza esta desprovista de una uniformidad. Se puede, tal vez, decir que constituyen el ambiente general del contrato. Esta claro, sin embargo, que estas circunstancias pueden ser anteriores, posteriores o concomitantes a la conclusión de la convención.

El art. 1564, inc 2 c.c señala: las clausulas de un contrato podrán también interpretarse por las de otro contrato entre las mismas partes y sobre la misma materia, es decir, el juez puede deducir el sentido de un contrato por medio de otro contrato suscrito por los mismos participes, ya se trate de un contrato anterior o posterior a aquel que se procura interpretar.

Hace falta, por el contrario, recalcar, a propósito de la naturaleza de las circunstancias de la especie, que, en un sistema clásico de interpretación de los contratos, ellas puden diferenciarse según tengan una inclinación objetiva o subjetiva.

En efecto, frecuentemente dicjas circunstancias se presentan a los ojos del interprete con una cierta objetividad, lo que le permitiracomprendersu alcance sin dificultad considerable. Cualquier interprete lograra normamelmente a preciar la claridad de un contrato –cuyas características sean las indicadas en el art. 1564 c.c- puede aportar en la determinación del sentido del contrato objeto del litigio.

Pero incluso si las circunstancias de la especie no tuvieran nada de preciso, nada de categorico, si sus características fueran puramente subjetivas, el juez debe, aun asi, tomarlas en consideración y eventualmente servirse de ellas para motivar su descision. La doctrina clásica, haciendo honor al adjetivos subjetivas, usado por los autores para identificarla, ordena al interprete: buscad la intención de las partes, buscadla por todos los medios posibles, no os limiteis a escudriñar la declaración de la voluntad propiamente dicha, sino que tened en cuenta el carácter de los autores del acto, sus costumbres, sus sentimientos, sus pensamientos, su pasado; penetrad un intante en su vida, para tratar de leer hasta el fondo de su lama, pues allí solamente donde se encuentra escrita la verdadera solución del problema. Hay algo más subjetivo y más difícil de captar que el carácter y los sentimientos de los contratantes.

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6. LA INTERPRETACIÓN DEL CONTRATO

PREGUNTA 23

¿Existe en su Derecho una regla según la cual, conocida claramente, deba preferirse la

verdadera voluntad de las partes a lo literal de las palabras?

El Código Civil regula la interpretación de los contratos en el titulo XII del libro IV,

específicamente entre los artículos 1560 a 1566. De esta normativa destaca el artículo 1560

que, haciendo eco del artículo 1156 de su par francés180, indica: “Conocida claramente la

intención de los contratantes, debe estarse a ella más que a lo literal de las palabras”. De

esta forma se consagraría en Chile un sistema de interpretación de los contratos donde

existe una primacía de la voluntad de las partes181, pues ella se impone sobre la letra de la

estipulación. La doctrina tradicional ha indicado que esta disposición prevalece sobre las

demás reglas de interpretación de los contratos y prescribe al juez la investigación de la

voluntad de los contratantes182, estableciendo un sistema subjetivo de interpretación de los

contratos. Con todo, el juez no tendrá que realizar esta investigación en toda controversia,

pues si no existe una aparente contradicción entre la intención de las partes y las palabras

usadas por ellas para expresarla, hay que atenerse a ellas183.

179 Es así como se ha expresado: “Es efectivo que todo contrato, como acuerdo de voluntades, es ley entre los

contratantes y, en consecuencia, no puede ser modificado sino por mutuo consentimiento de los

contratantes. Este principio de la intangibilidad de los contratos, que alcanza tanto al legislador como al juez,

es un principio elemental de la contratación al cual este sentenciador adhiere en plenitud [...].

No es extraño que, tratándose de contratos de larga duración se hagan presente o surjan situaciones

que, no previstas en un inicio por las partes, pueden tener influencia en el contrato y se hará necesario,

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entonces, determinar cómo esas nuevas circunstancias deben ser tratadas al interior del desenvolvimiento del

contrato; o cómo esas circunstancias alteran o no el alcance del contrato según originalmente se previó [...].”,

“E. M. de M. B. S.A. con E. E. del N. G. S.A.”, Juan Carlos Dörr Zegers, árbitro de derecho, 25 de

septiembre de 2000, rol 180-99, Centro de Arbitraje y Mediación de la Cámara de Comercio de Santiago (n.

178), tomo II, pp. 300-301. 180 CLARO SOLAR (n. 86), tomo XII, p. 16; LÓPEZ SANTAMARÍA (n. 2), p. 424. 181 ABELIUK MANSEVICH, (n. 83), p. 116. 182 CLARO SOLAR, Luis, (n. 86) p. 16. 183 Ibíd.., p. 17.

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En la actualidad, se ha dicho que la voz ‘intención’ (no voluntad) que ha utilizado

el legislador ha sido empleada en su genuino sentido, como fuerzas o tendencias más o

menos precisas de las partes, que se desarrollan en su fuero interno, las cuales el interprete

si puede conocerlas claramente debe tomarlas en cuenta, pero también debe tomar en

consideración todas las circunstancias de la especie, todos los hechos susceptibles de

esclarecer el sentido de la convención184. Estas circunstancias están en el ambiente general

del contrato, a las cuales se puede recurrir en virtud del artículo 1564185 del C.C.

Así las cosas, la conocida fórmula del artículo 1560 del Código Civil, que impone al

intérprete el deber de estarse a la intención de los contratantes "conocida claramente", más

que a lo literal de las palabras; debe interpretarse de forma armónica con las demás normas

del titulo XII del libro IV, de manera que la labor del intérprete no se agota en lo primero,

sino que su labor indagatoria debe extenderse, también, a las circunstancias objetivas de la

especie, entre las cuales "los resultados económicos perseguidos por las partes ocupan un

lugar destacado" por cuya concreción el juez debe velar186.

De esta forma, la interpretación subjetiva a ultranza, que busca la voluntad de las

partes por todos los medios posibles, intentando penetrar la mente de las partes para

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buscar lo que estaban pensando o sentían al momento de contratar, ha empezado a dejarse

de lado, pasando más a interesar cuál es la regla contractual que las partes han construido,

a partir de las leyes imperativas que puedan concurrir, la voluntad de las partes

debidamente interpretada por las normas que para ello contempla el Código Civil,

integrada, a su vez, por las normas dispositivas del mismo.

No todo es voluntad de las partes, las normas jurídicas influyen en este proceso,

pues pese a que en su mayoría sean normas dispositivas, ellas establecen una regulación de

los derechos de los particulares que viene a suplir e integrar los vacios sus vacios, y les

permiten celebrar los actos haciendo mención sólo a los elementos de su esencia,

184 LÓPEZ SANTA MARÍA, (n. 2) p. 428. En el mismo sentido se ha pronunciado la jurisprudencia: RDJ, tomo

52, Santiago, 1955, sección 2, p. 60 y tomo 58, Santiago, 1961, sección 2, p. 21. 185 Art. 1546 inc. 2. “Las clausulas de un contrato podrán también interpretarse por las de otro contrato entre

las mismas partes y sobre la misma materia”

186 LÓPEZ SANTA MARÍA, (n. 2), pp. 176-177.

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apoyándose en los elementos de la naturaleza descritos por el legislador187. A su vez, las

normas imperativas que intervengan representan un modelo de regulación único, que

prevalece sobre la voluntad de las partes, pues pretenden resguardar ciertos intereses

superiores, fundamentales para la sociedad188.

Es por lo anterior que se ha resaltado la importancia del artículo 1545189, pues,

“en el artículo 1545 del Código civil concurren dos de las fuentes que participan en lo

que llamamos ‘construcción de la regla contractual’: la ley imperativa y la voluntad

privada, estando ésta subordinada a aquélla. Esta voluntad privada se manifiesta como

regulación particular y, como tal, debe prevalecer sobre las normas dispositivas”.

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Asimismo, aflora el termino de “declaración negocial” que no es más que la voluntad

de las partes permeada por las normas de interpretación de los contratos que contempla el

Código Civil, la cual una vez determinada, sirve para fijar el real ámbito de las fuentes

dispositivas integradoras contempladas en el artículo 1546190, a saber, la naturaleza de la

obligación, la costumbre y la ley, a las cuales debe recurrirse si el interprete considera que

existe una laguna o vacio en la declaración191.

De esta forma, podemos entender por regla contractual, el conjunto normativo

conformado por las normas imperativas de necesaria aplicación, la declaración negocial, debidamente

integrada por las fuentes dispositivas.

PREGUNTA 24

¿Existen reglas especiales de interpretación tratándose de condiciones generales o

contratos por adhesión y contratos electrónicos? Si la respuesta es positiva explíquelas

brevemente.

187 Álvaro VIDAL OLIVARES, “La noción de construcción de la regla contractual en el derecho civil de los

contrato”, pp. 229-255.

188 VIDAL OLIVARES, Álvaro, (n. 187) p. 240. 189 Art. 1545: “Todo contrato legalmente celebrado es una ley para los contratantes, y no puede ser invalidado

sino por su consentimiento mutuo o por causas legales”. GUZMÁN BRITO, (n. 90), p. 85 y ss. 190 Art. 1546: “Los contratos deben ejecutarse de buena fe, y por consiguiente obligan no sólo a lo que en

ellos se expresa, sino a todas las cosas que emanan precisamente de la naturaleza de la obligación, o que por

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la ley o la costumbre pertenecen a ella”

191 VIDAL OLIVARES, Álvaro, (n. 187) p. 244.

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En el Derecho chileno existen sólo a propósito de la regulación del consumo. Aunque el

Código Civil considera la regla contra proferentem.

6.1. En el Código Civil chileno la interpretación del contrato se encuentra regulada

entre los artículos 1560 y 1566192. El Código Civil opta por un sistema de interpretación

subjetiva en el cual lo determinante para precisar el alcance del negocio es la voluntad de

las partes. El principio en torno al cual se organiza la labor de interpretación se encuentra

en el artículo 1560 del C.C., según cuyo tenor: “Conocida claramente la intención de los

contratantes, debe estarse a ella más que a lo literal de las palabras”193.

6.2. En el Código Civil no existen reglas de interpretación destinadas a contratos

celebrados por medios electrónicos, tampoco respecto de contratos por adhesión ni

condiciones generales. No obstante lo anterior, la doctrina ha considerado la regla

subsidiaria del artículo 1566-2 (“Pero las cláusulas ambiguas que hayan sido extendidas o

dictadas por una de las partes, sea acreedora o deudora, se interpretarán contra ella,

siempre que la ambigüedad provenga de la falta de una explicación que haya debido darse

por ella”), constituiría la mejor de las reglas hermenéuticas para combatir los excesos de la

contratación por adhesión194.

192 La exposición más acabada de estos preceptos se encuentra en la obra del profesor LÓPEZ SANTA MARÍA (n.

2), pp. 411-541.

193 Así, por ejemplo, en la sentencia de la Corte Suprema de 18 diciembre de 1939, G., Santiago, Nº 75, 2°

semestre 1939, se lee: “Si el estudio integral de una cláusula contractual conduce fácilmente a precisar su

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verdadero significado conforme a la intención de las partes, no hay para qué analizar el significado que le da

el léxico a cierta palabra que aparece en dicha cláusula”. El mismo tribunal, en una sentencia de 4 mayo de

1925, G., Santiago, N° 30, 1er semestre 1925, señala: “Para poder fijar acertadamente la naturaleza de un acto

jurídico, es indispensable conocer la intención de las partes que en él intervinieron, atendido lo dispuesto

por el artículo 1560”. Finalmente, la Corte de Apelaciones de Valdivia, en una sentencia de 17 de octubre de

2006 señala: “Que, en concordancia con lo dicho anteriormente, el artículo 1560 del Código Civil establece

que "conocida claramente la intención de los contratantes, debe estarse a ella más que a lo literal de las

palabras".

En otras palabras, entre las partes contratantes debe primar la voluntad real, que autorizaba al

acreedor "vendedor” a recibir por partes la prestación debida. Por otra parte, si bien el artículo 1707 del

mismo Código, establece: "las escrituras privadas hechas por los contratantes para alterar lo pactado en

escritura pública, no producirá efecto contra terceros"; a contrario sensu, sí produce efecto entre las partes

contratantes, lo que se encuentra en perfecta concordancia con el artículo 1560 citado”. 194 LÓPEZ SANTA MARÍA (n. 2), p. 152. En una decisión ya antigua, G., Santiago, N° 14, 2° semestre 1932, de

9 de diciembre de 1930, frente a un contrato de seguros, la Corte de Apelaciones de Santiago señaló:

“Suponiendo ambiguas o dudosas las cláusulas del seguro relativas a doble indemnización por muerte por

accidente, debe interpretárselas contra el asegurador que redactó el formulario contenido en la póliza, ya que

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la ambigüedad provendría de una falta de explicación que debió dar el asegurador. Por tanto, debe acogerse

la demanda en que se cobra la doble indemnización”.