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UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS DEPARTAMENTO DE CIENCIAS ANTROPOLÓGICAS Seminario de Neurociencia Cognitiva y Antropología del Conocimiento. 2º Cuatrimestre – Año 2008 Prof. Carlos Reynoso Estudiantes: Alonso, Luis Norberto DNI 28.718.629 [email protected] Lee, Diana – DNI 29.985.352 – [email protected] Rodríguez Mamby, Luis DNI 26.371.312 [email protected] Valente, Hernán – DNI 27.800.971 – [email protected] Título: La manipulación de la información en las narraciones de la experiencia personal y su relación cognoscitiva con la construcción de la memoria personal. Resumen: En este trabajo revisaremos el papel adaptativo que juega la manipulación de la información en la interacción humana describiendo no sólo el proceso de construcción de la memoria y la identidad, sino también prácticas sociales en 1

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UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRESFACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRASDEPARTAMENTO DE CIENCIAS ANTROPOLÓGICAS

Seminario de Neurociencia Cognitiva y Antropología del Conocimiento.

2º Cuatrimestre – Año 2008

Prof. Carlos Reynoso

Estudiantes:Alonso, Luis Norberto – DNI 28.718.629 – [email protected], Diana – DNI 29.985.352 – [email protected]íguez Mamby, Luis – DNI 26.371.312 – [email protected], Hernán – DNI 27.800.971 – [email protected]

Título:

La manipulación de la información en las narraciones de la experiencia personal y su relación cognoscitiva con la construcción de la memoria personal.

Resumen:

En este trabajo revisaremos el papel adaptativo que juega la manipulación de la información en la interacción humana describiendo no sólo el proceso de construcción de la memoria y la identidad, sino también prácticas sociales en torno a las pautas planteadas a través de la confianza y la honradez en la transmisión de la información. Nos interesa revisar, desde una pragmática de la comunicación humana, la relación entre el motivo por el que se cuenta un recuerdo y la manipulación de la información que el narrador hace mientras lo narra. Abordaremos a la memoria pensándola como el proceso desarrollado en la comunicación por el cual recuperamos recuerdos y los narramos para influir en la voluntad de los demás. Aquí trataremos la capacidad de los esquemas para reacomodar la información y presentándonos visiones legitimadoras de nuestras acciones y pensamientos, acomodándose nuestros recuerdos a las necesidades comunicacionales de los participantes.

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Introducción.

El papel adaptativo que juegan ciertas prácticas comunicativas -como la manipulación pragmática de la información- posibilita la construcción de una fantasía sobre la sucesión de eventos pasados que relacionamos imaginadamente formen lo que comúnmente una memoria personal. Sin embargo, dentro de este proceso de abducciones forzadas por las que unimos información desperdigada en nuestra cabeza, nos interesa detenernos en la relación homeostática entre el papel que juega la voluntad al mentir y el papel del contexto situacional de comunicación (que nos obliga acomodar la información que damos a lo que se nos espera escuchar de nosotros) expresa el grado de confusión que los interlocutores plantean la comunicación en beneficio propio. Esta característica que presenta la memoria (la confusión y la desinformación como modo de funcionamiento) no ha sido muy estudiada a la hora de abordar la identidad lingüística de tal o cual grupo social o el patrimonio ideológico de una sociedad, pero aquí nos ayudará a repensar conceptos como comunicación, identidad y narratividad.

Así, para nosotros el papel de la memoria en la comunicación humana es el de construir relatos aparentemente no contradictorios, es decir, ideologías con la que justifiquemos nuestras conductas en la interacción social. En este sentido, entendemos a la memoria como la imaginación de la experiencia pasada en la que se asocian esquematizaciones que se adaptan de acuerdo con las motivaciones de cada interlocutor situado en la praxis comunicativa.

Los estudios de psicología transcultural de Bartlett nos explican que la memoria cumple una función adaptativa en el contexto social al realizarse involuntariamente las operaciones que intervienen al recordar. La reconstrucción por asociación de nuestro presente con la experiencia pasada evade la contradicción, siendo el sujeto no conciente de las contradicciones implícitas en su narrativa. En la medida en que los hechos recordados son creíbles para el sujeto -es decir, éste se identifica con la reconstrucción de los hechos-, hace posible su eficacia adaptativa en el entorno de la comunicación. En otras palabras, al narrar apelamos a nuestros recuerdos relacionándolos con situaciones particulares y situadas de nuestro pasado personal, siendo enunciados de acuerdo a las necesidades pragmáticas del narrador. De esta manera, los recuerdos son comunicados de acuerdo a la ideología que orienta la pragmática del narrador de la misma manera que los mitos son transmitidos con la intención de influir en la voluntad de quien los aprende.1

De esta manera, los esquemas de memoria orientan el comportamiento comunicativo de los sujetos para influir en la voluntad de los demás, organizando la conducta en la medida que dan un andamiaje al discurso dentro de una multiplicidad de variables interpersonales que juegan en la interacción. Puede haber combinaciones de diferentes esquemas, los esquemas cambian sus formas, se dividen, se combinan, suprimen algunas de sus partes, tratando de

1 Así, la memoria, sea colectiva o individual, no representa una función psíquica manejada por una lógica racional, sino por una selección subjetiva de relaciones entre experiencias orientada por la necesidad de influir en la voluntad ajena a través de la comunicación. Siguiendo las ideas de Bergson, la imaginación es la asociación de recuerdos de la misma manera que la memoria es la imaginación de relaciones entre las experiencias pasadas. Bergson dice que el mundo se reduce para el sujeto a lo que le es funcional, nada mas le importa, no le sirve una versión total o real de los hechos, solo una versión que pueda utilizar de forma eficiente para la resolución de problemas situados y concretos.

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encontrar respuestas adaptativas a situaciones comunicativas que representan a los individuos participantes problemáticas concretas.2

Ulric Neisser, al hablar sobre la memoria semántica explica que a veces recordamos cosas que no han pasado realmente porque ellas encajan en nuestros esquemas. Es decir, el narrador completa su recuerdo contando con información que no estaba en la cosa en sí al momento de ingresar información desde el exterior. La narración de la experiencia se conforma a partir de esquemas que manipulan la información imponiéndose sobre la realidad de las cosas. Ese es un accionar típico de la asimilación, donde lo que importa es que el exterior pueda ubicarse o etiquetarse rápidamente dentro de lo ya conocido, dentro de nuestros esquemas ya construidos.3

Con respecto a nuestro objeto de estudio, analizaremos las conductas comunicativas aplicadas por el narrador evidenciando su manera especial de apelar a su memoria. Utilizaremos para esto un corpus de relatos de experiencias personales de diversa índole. En pos de plantear un estudio de antropología del lenguaje a la luz de una metodología comparativa, pensamos profundizar las similitudes y diferencias en la construcción de narraciones de dos tipos distintos de narrativas, como las existentes entre las narrativas construidas en distintos contextos comunicativos, como por ejemplo: 1.- las narrativas construidas al comentar experiencias personales de gran compromiso ideológico para los narradores, 2.- las narrativas construidas al entrevistar involucrados en siniestros laborales.

Si bien ambos corpus de análisis fueron recolectados en el contexto de la entrevista semiestructurada, la principal diferencia que planteamos entre sí es que la situación comunicativa del primer tipo de entrevistas era más distendida, dando espacio al entrevistado a que se expresara con plena libertad de manifestar la información de su relato acomodados de acuerdo a la ideología que quisiera expresar. En cambio, en el segundo tipo de entrevistas, la situación de comunicación le planteaba al entrevistado el compromiso de ser lo más prudente, imparcial y preciso al narrar los hechos.2 Proponemos pensar a estos esquemas como redes de conceptos o de unidades discretas con cierto significado univoco, tenemos que entender estas redes como dinámicas, no como estructuras fijas donde meramente se tratan de encajar los hechos. Es decir, entendemos por esquema a la conducta habituada construida por ciertas formas de ver la cosas que han sido estructuradas por experiencias repetidas y que son totalmente funcionales para resolver problemas repetitivos o similares que se nos presentan, pero también esos esquemas se pueden modificar o replicar cambiando algunos de sus componentes y así crear nuevos esquemas que nos den una mayor acervo de estrategias adaptativas, como explica Spiro, uno de los creadores de la Teoría de la Flexibilidad Cognitiva , la experiencia en diferentes contextos facilita la resolución de problemas en otros contextos posibles, al incrementar el numero de respuestas disponibles en los sujetos. En este sentido, concordamos con la concepción piagetiana de sujeto, el cual es visto como organismo y un aparato cognitivo que es desarrollado en un proceso de adaptación. Para esta corriente constructivista, esta noción da cuenta de una dinámica conflictiva entre asimilación de nuevos esquemas y la acomodación de los existentes, dejando lugar a la posibilidad del desarrollo mental del individuo de cara a nuevas experiencias. Nosotros adherimos entonces plenamente a la concepción de Spiro respecto a la reconstrucción del conocimiento en función de las demandas de la situación.3 En este sentido, puede pensarse a los esquemas de la memoria siguiendo el pensamiento de W. Ross Ashby, quien sugiere que la memoria es un conjunto de hipótesis que forman teorías sobre el funcionamiento de las cosas, invitándonos a pensar que la memoria no es una capacidad situada en alguna parte del cerebro sino una conducta con la que manejamos otras capacidades. Esos esquemas -o conjuntos hipotéticos de relaciones entre las imágenes de nuestras experiencias- se acotan a ciertas realidades y mientras sean funcionales para la comprensión u operación de esas realidades no se van a modificar y su misma economía va a imponer o cohesionar un cierto orden a la realidad, la realidad se va a forzar para que encaje en esos esquemas, ahora cuando una realidad no pueda ser explicada o reducida a estos esquemas, éstos se verán obligados a ampliarse, reformularse y acomodarse a esas nuevas realidades, aunque nunca desecharse.

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A partir de este planteo de la información recolectada, nos centraremos en estudiar las conductas comunicativas que intervienen en la selección de los recuerdos. Creemos que al ser narrados, éstos componen “mitos sobre las experiencias personales”, expresando voluntariamente la identidad ideológica que querían comunicar los narradores sobre ellos mismos. Damos por supuesto, desde un enfoque pragmático de la comunicación4, que los narradores construyen un relato de su experiencia de acuerdo a cómo ellos desean que los demás los vean. Por otro lado, siguiendo a Austin y la “Teoría de los actos de habla”, entendemos que hablar no es solamente "informar" sino también -y sobre todo- "realizar" algo.5

Estos supuestos nos conducen a interpretar las conductas comunicativas que ejecutan los narradores como eligiendo un determinado relato de su experiencia como medio para manifestar un punto vista particular sobre la realidad, pero también acomodándose ideológicamente al parecer de su interlocutor, de acuerdo al tipo de relación que se haya plateado previamente entre las partes presentes en la interacción. Este planteo nos da lugar a la pregunta: ¿por qué los narradores cuentan lo que cuentan sobre sí mismos y sus experiencias?6

En el trabajo de campo, estas narrativas fueron recolectadas en entrevistas programadas bajo diferentes consignas y en distintos contextos. Pretendemos abordar un corpus de narrativas trabajadas anteriormente y en las que tuvimos en cuenta los contextos discursivos de las narraciones, a la luz de estudios que tenían prioridades socioligüísticas y sociosemánticas, como por ejemplo, el análisis de marcadores sociolingüísticos en la evaluación de las experiencias personales7.

En esta oportunidad nos interesa estudiar la relación entre la manera que las personas evalúan sus propias experiencias (Labov, 1972) y la influencia de las creencias y los hábitos en la construcción de los recuerdos y la interpretación de la propia experiencia pasada a partir del lugar que toma la conformación de esquemas mentales en el aprendizaje humano (Bartlett, 1932). Una hipótesis que correlacionamos a este planteo afirma que la imperiosa necesidad de persuadir en la comunicación hace que las creencias,

4 Las teorías sistémicas de la comunicación humana desarrolladas en el Mental Research Institute de Palo Alto, California han definido a la pragmática como el aspecto de la comunicación relativo a la definición del “self” y del otro a través de las intenciones que le damos a nuestros mensajes, no sólo con el cambio de entonación o por el vocabulario elegido, sino también por las instrucciones que damos tácitamente a nuestro interlocutor para interpretar nuestro mensaje de determinada manera. Este aspecto metacomunicativo -fundamental en la interacción social- expresa la capacidad de “comunicar sobre la comunicación” para servir a nuestra propia voluntad, suministrando convenientemente la información. 5 La pragmática aborda las reglas y hábitos interpretativos admitidos como verdaderos en el seno de una comunidad, en un período históricamente dado y en situaciones de comunicación específicas y concretas. Constituye entonces el momento del análisis semiótico en el que sintáctica y semántica se unen, facilitando el mejor entendimiento del mensaje que nos quiere transmitir el emisor.6 Watzlawick, Bavelas y Jackson, en su libro sobre la Teoría de la Comunicación Humana, definiendo algunos axiomas básicos de la comunicación, afirman (siguiendo a Bateson) que los aspectos referenciales y conativos de ésta transmiten información, pero a la vez define la relación entre los interactuantes. 7 Con respecto a nuestro trabajo sobre las narrativas personales de los años '70, esta distribución de construcciones lingüísticas manifestadas en las narrativas constituirían esquemas de memoria existentes en nuestra sociedad. Por ejemplo, la selección por parte del narrador del momento más narrable (siguiendo la categoría de García Negroni), marcado por el pasaje del pasado al presente histórico, expresa un posicionamiento ideológico formalizado por una marcación de tipo lingüístico. En nuestro trabajo específicamente, concluimos que algunas narrativas de experiencias personales evalúan mejor que otras en función al grado de afectación emocional sufrida en el momento de la experiencia.

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ideologías y lugares comunes que aparecen en la narración evaluando la experiencia presenta la misma naturaleza adaptativa para el sistema cognitivo humano que los esquemas de memoria aplicados para recordar una experiencia que pensamos que nuestros interlocutores preferirían escuchar.

En trabajos anteriores buscábamos defender la hipótesis que los informantes protagonistas presentan mejores evaluaciones para justificar el hecho más narrable que los informantes testigos, afirmación que rechazamos después de un análisis cualitativo del corpus. De esta manera comprobamos que los narradores que habían vivido sus experiencias más comprometidas ideológicamente por causa de su situación social, demostraban en el momento de la entrevista conductas comunicativas que presentan una mejor argumentación de sus evaluaciones, usando lugares comunes más lógicamente elaborados.

Así, apuntaremos a explicar los procesos cognitivos puestos en acción al narrar los recuerdos, poniendo especial énfasis en la situación de interacción que se presente al plantearse la comunicación de esos recuerdos. Demostraremos que los argumentos ideológicos usado por los narradores para convencer a su interlocutor de la veracidad de la experiencia narrada expresan, desde un punto de vista pragmático de la comunicación, instrucciones que establecen el tipo de relación al que se quiere inducir al otro mediante reglas metacomunicacionales.8

Nuestro enfoque apuntará a demostrar la coherencia en la práctica de narrar en ambos casos de narraciones, reconstruyendo el sistema de comunicación puesto en práctica al manipular la información. Así, buscaremos explicar esta capacidad comunicativa mediante el análisis de los errores en la comunicación -como aparecen en las paradojas pragmáticas o en la mentira más descarada-, entendiendo por éstos un desplazamiento de la coherencia de las premisas que forman los razonamientos con los que se comunica la experiencia, estableciendo relaciones entre enunciados cuyos significados no informan nada porque pertenecen a tipos lógicos diferentes, con el objetivo práctico de convencer a nuestro interlocutor, ubicándonos en un lugar ventajoso con respecto a éste manipulando la situación de interacción.

Así consideramos la existencia de reglas de organización de los elementos del lenguaje hablado utilizadas para influenciar a los demás con nuestros puntos de vista, que aunque creemos genuinamente propio, original e inalterable, a su vez, se encuentra influido por el desarrollo histórico de la variabilidad lingüística, la diversidad cultural y la multiplicidad de relaciones potencialmente construidas en el curso de la interacción social. En este sentido, la práctica lingüística de narrar en un contexto inmediato y las decisiones que este acto de habla conlleva, determinan la claridad y la cantidad de relaciones que establecimos entre los datos pertinentes a la misma situación de enunciación, haciendo al recuerdo único en cada evocación. El comportamiento comunicativo que llevemos adelante en la narración determinará el tipo de recuerdo que tengamos. Por esta razón, planteamos una correspondencia situacional entre el recuerdo de un individuo y su manera de construir una narración sobre una experiencia personal, de la misma manera que hay una relación entre

8 Las reglas comunicativas que indican cómo proceder en la interacción comunicativa manifestando a través de la conducta el tipo de relación entre los interlocutores, expresan en la práctica narrativa una lógica argumentativa en la evaluación de la experiencia personal que no presenta aquel que cuenta una experiencia referida. “Las ideología tienen particular tendencia a mezclarse en los dilemas paradójicos, sobre todo si su metafísica consiste en una antimetafísica.” (Watzlawick, Bavelas & Jackson; 1993: pp. 185)

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el patrimonio ideológico de una sociedad y los hábitos que las personas tienen cuando cuentan sus pensamientos sobre sus recuerdos.9

9 Dos teorías simbólicas abordan estas correspondencias. La primera, siguiendo la relación entre lenguaje y pensamiento, plantea desde una perspectiva semántica que los mitos expresan los símbolos del pensamiento de cada persona manifestados en los sentidos posibles que permite el lenguaje, constituyendo la identidad ideológica de un grupo humano (Cordeu & Siffredi, 1988); la segunda teoría encuentra en los posibles sentidos atribuidos a los discursos la configuración histórico-social de la memoria de un grupo (Narvaja de Arnoux; 2004,2005). En este sentido, discrepamos con ambas teoría ya que consideramos que ni los mitos ni los discursos se actualizan sin una apropiación transformadora de esos textos con arreglos a fines muchos más particulares que el de convencer a un auditorio, siendo mucho más inmediata la necesidad de “hacer cosas con palabras” que la encontrada en el análisis histórico del discurso. A nuestro entender, existe una retroalimentación entre los recuerdos y las narraciones a nivel de la situación concreta de interacción comunicativa.

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El recuerdo como Re-Evaluación adaptativa de la ideología en narraciones de experiencia sobre los años ‘70.

¿Podemos clasificar las narraciones según la conducta por la que se especula sobre la propia experiencia como reconstruyendo recuerdos a partir de intereses, datos o situaciones presentes? Lavob clasifica las narrativas a través de las formas en que se presenta su argumentación en las cláusulas evaluativas, distinguiendo entre narrativas de estructuras bipartitas (aquellas que presentan una argumentación más lógica) y narrativas de experiencias alternativas (aquellas que presentan más falacias a través del uso de prejuicios o lugares comunes del lenguaje), poniendo en este segundo tipo de narraciones a las narraciones más confusas, porque presentan mayor manipulación de la información para ligar los datos dispersos que constituyen el relato. De esta manera, podemos rastrear el lenguaje paradójico presente en la conducta comunicativa desplegada por los narradores.

Por otro lado, al respecto de esta cuestión, los estudios que abordaron la relación entre memoria, ideología y lenguaje, es decir, las teorías hermenéuticas y el “giro lingüístico” del posmodernismo que han adoptado las Ciencias Sociales, se apropiaron de un paradigma de la mente entendida como una estructura que tiende a la estabilidad a través procesos internos. Sin embargo, todavía estamos esperando que alguien se encargue de estudiar las consecuencias externas que provocamos cuando comunicamos los pensamientos resultantes de esos procesos psíquicos.10

Así, desde una filosofía del lenguaje que se ocupe del problema del papel de la persuasión en el uso del lenguaje reconocemos la importancia de, por un lado, los estudios que se han abocado a los recursos ideológicos del lenguaje como construcciones históricas con las que se desenvuelven políticamente cada sector social (como por ejemplo, la teoría de los lugares comunes del lenguaje); por otro lado, los trabajos interdisciplinarios que abordan la confusión de niveles lógicos en el lenguaje, analizando las paradojas en la comunicación circunscrita, entre otros contextos de análisis, a situaciones patológicas en la interacción interpersonal, para describir los mecanismos involuntarios de manipulación de información en la comunicación (como por ejemplo, la teoría del double blind o las ideas que dieron lugar a la “terapia familiar” desarrollada en psicología en la escuela de Palo Alto).

En este debate entre los estudios que abordaron la persuasión Vs. los estudios que abordaron la manipulación de la información, podemos llegar a una síntesis que nos guíe en nuestra tarea. Siguiendo algunos postulados básicos formulados por las ciencias del discurso durante la última mitad del siglo XX, el discurso (acto verbal por el cual presentamos un punto de vista a un auditorio) presenta aspectos racionales tanto como pasionales con los cuales elaboramos argumentos que utilizamos para influir en las voluntades de los demás. Por otro lado, las teorías sistémicas aplicadas en los estudios sobre la comunicación patológica nos permiten entender a través del punto de vista pragmático los espacios vacíos dejados por las ciencias del lenguaje sobre la naturaleza psíquica de los contenidos ideológicos y el papel de la voluntad al practicarlos y 10 Así, el estudio de la relación entre ideología y su papel en el desarrollo de las capacidades neurolingüísticas -desde el psicoanálisis haciendo una hermenéutica de los “actos fallidos” para revelar las patologías de psiquis de los sujetos, hasta las teorías de la elección racional dentro de dominios irracionales para explicar el rol de compensadores emocionales que fundamentan la existencia del pensamiento mágico- han descartado a las explicaciones ecosistémicas sobre el comportamiento humano en tanto sistemas dinámicos y autorregulados del pensamiento.

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defenderlos, abriendo un campo para el estudio de la conducta en la interacción y su manifestación en la praxis de la comunicación.

En esta oportunidad desarrollaremos nuestro trabajo a la luz de una ecología de la mente en el cual el acomodamiento del pensamiento funciona de acuerdo a los diferentes contextos de interacción con otros sujetos, en virtud de la naturaleza de la Mente como fenómeno sistémico y su condición adaptativa del sistema nervioso en la evolución del género homo en particular, y de los organismos vivos en general.11

En este sentido, Bartlett ha analizado la memoria como “información” que se procesa, es decir, como un input que luego de ingresar en el sujeto sufre una transformación produciendo un output que es una respuesta del organismo a su entorno en función de sus propias condiciones vitales. En este proceso se realiza una transacción con el entorno.

Para esta corriente de pensamiento, en la mente operan dos funciones básicas en la información que recibe del exterior, una de transformación y otra de conservación transitoria del objeto (información) en curso de transformación. Este es un modelo de procesador que iremos completando basándonos en diferentes desarrollos de la teoría de los esquemas o frameworks.12 Nuestra intención es crear un modelo de procesamiento de la información basado en teorías sistémicas sobre la cognición humana, explicando la amplia variedad y detalle de las opciones que tienen lugar en la imaginación, permitiéndonos proyectar relaciones desconocidas a través de nuestra experiencia concreta.

El propósito de este estudio es demostrar que si bien el uso del lenguaje implica respuestas extralingüísticas de diversa índole y por la cuales cada grupo pueda comunicarse de acuerdo a unos mismos códigos (como por ejemplo, la obediencia a la autoridad que da la presentación lógica de los argumentos que brindamos al dar nuestro parecer sobre la propia experiencia), también es ostensible que en la comunicación lingüística existen reglas claras que permiten la manipulación de la información, dando lugar al hablante para contradecirse, confundir e, incluso, autosugestionarse, es decir, persuadir al interlocutor para imponer una voluntad orientando el pensamiento de nuestro prójimo.13

11 Los niveles ecológicos del aprendizaje es una teoría de la adaptación del comportamiento cognitivo de acuerdo a sus contextos particulares de producción. Si el pensamiento humano puede ser entendido como un fenómeno sistémico en el que nuestra manera de actuar y comunicarnos con nuestro exterior siempre está cambiando, entonces cierto es que no podemos entender nuestro comportamiento desde la existencia de una única mente para cada persona, sino que los sujetos humanos construimos varias mentes en nuestro proceso de desarrollo en la comunicación con el exterior. Usando la frase de Batesaon (1972), "Hay Mentes dentro de las Mentes", de la misma manera que el complejo de mentes que componen nuestra identidad, también es parte de otro sistema ecológico que son también mentes (como organizaciones psicobiológicas que es lo que son) de una complejidad mayor.12 Un frame, según Minsky, es una estructura de datos para representar una situación estereotipada. Se encuetran adjuntos a cada frame diferentes tipos de información. Parte de esa información es acerca de cómo utilizar el frame, otra parte tiene que ver con lo que uno puede esperar que pase después y otra con lo que se debe hacer si no sucede lo que esperamos que suceda. El framework pretende encajar (to fit) la realidad o lo que sería el objeto en si, por medio de modificar ciertos detalles en la medida que sea necesario. Según Minsky se puede pensar un frame como una red de nodos y relaciones. Los sistemas de esquemas (“frame systems”) son relacionados, en turno, por una red de recuperación de información. Cuando un frame propuesto no puede hacer encajar a la realidad esta red provee un frame reemplazante.13 Bajo este modelo de narratividad de la mente, también explicaremos cómo operan las técnicas de sugestión usadas en los cursos de autoayuda con miras a lograr el convencimiento de los sujetos sobre el éxito y equilibrio en sus vidas. Los consejos del profesional de la sugestión -ya sea un psicólogo, un sofrólogo, un sacerdote, un motivador laboral o cualquier actividad que implique la manipulación deliberada de las

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En este sentido, siguiendo algunos presupuestos teóricos acerca de la comunicación patológica, entendemos que la comunicación no sólo nos proporciona el medio para transmitir información correctamente, sino también nos permite confundir a nuestro auditorio para presentar nuestros argumentos de la manera más influyente a favor de nuestra propia voluntad. La confianza que podemos admitir ante razonamientos solamente verosímiles influye de manera parecida que los razonamientos verdaderos en la conducta de nuestro auditorio.

Así, encontramos dos procesos simétricos e inversos constituyéndose en la mente humana mediante la retroalimentación entre la influencia de nuestra memoria y la construcción deliberada de las narrativas de nuestras experiencias. Por un lado, se encuentra el proceso por el cual, siguiendo a Bartlett, nuestros pensamientos sobre el pasado están sugeridos en nuestras imágenes mentales actuales a través de patrones estables que son aprendidos a interpretar en el uso comunicativo con el exterior. Por otro lado, siguiendo a las nociones ecosistémicas expresadas por Bateson y la escuela de Palo Alto, la expresión del pensamiento se acomoda a las situaciones comunicativas experimentadas, habituando a la mente humana a construir un nuevo relato de acuerdo con quién se esté interactuando. Mientras que para Bartlett el interior determina asociativamente la relación con el exterior, para Bateson es el tipo de relación exterior la que establece pragmáticamente los procesos interiores de pensamiento.

Hasta aquí revisamos -en una suerte de un estado de la cuestión sobre el tema- el estado en que dejamos nuestra investigación sobre la narratividad de la experiencia personal y su papel en la constitución de la memoria, reconstruyendo pragmáticamente la identidad ideológica de los narradores. En definitiva, estos estudios precedentes nos sirven como un primer corpus de información para compararlo con nuestro abordaje pragmático sobre las narrativas de siniestros laborales. Siguiendo la clasificación lavobiana sobre las narrativas, concluimos en nuestro estudio sobre los relatos de experiencias personales en los ‘70 que los puntos de vista de los narradores, en los que incluimos la ideología y el rol del narrador en la narración, no dan cuenta de la forma en que estos narradores construyen sus narraciones.14 El rol que asume cada individuo en la comunicación es al mismo tiempo impuesto exteriormente a través de la fuerza como negociado con el interlocutor por la acción voluntaria de los sujetos. Esta identidad comunicativa que definimos aquí como el rol que adopta el narrador en su intervención, constituye una adaptación de la conducta a

actitudes de las personas- apuntan a que el paciente visualice sus objetivos anhelados y los concrete en narrativas que incorporará en su repertorio de argumentos, propiciando el convencimiento de cómo conseguirlos y logrando su seguridad con su propio desempeño. Para estas técnicas de control mental y sugestión, si se persiste en estos pensamientos diariamente a través de prácticas como la meditación, lecturas positivas y afirmaciones concretas, sólo se puede esperar el convencimiento de que las vidas descarriadas mejorarán día a día.Un ejemplo de esto es la difusión que ha adquirido la teoría de la Ley de Atracción, un mecanismo que se basa en la intención de cambiar del sujeto y su manifestación voluntaria. De acuerdo a esta ley, uno manifiesta o atrae todo, absolutamente todo lo que forma parte de tu existencia y lo hace sin parar, todo el tiempo, no importa si es un esfuerzo consciente o no. Esto también ocurre a la hora de estudiar el origen de un recuerdo, recuperando lo que mejor se acomoda a nuestra identidad, de acuerdo a la ley “obtendrás lo que ofrecés”;”pedí y recibirás”. Así, la autosugestión actúa en la memoria de las personas a través de la manera en que se construyen sus narraciones sobre sus deseos, respondiendo a la manera que desean que los demás los perciban y prestando atención a la idea que ellos creen que los demás quieren escuchar sobre ellos mismos.14 Trabajo Práctico elaborado en junio del 2005 para la materia de Sociolingüística del Prof. Alejandro Raiter en la Carrera de Letras de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.

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factores que son tanto contextuales y situacionales como personales y existenciales.15

Ambas entran en juego a la hora de evaluar al interlocutor de turno, pero es imposible saber cuál influye sobre cuál.

Acá queremos poner a prueba las hipótesis a las que arribamos con nuestro análisis cualitativo16, contrastándolas con un estudio sistémico sobre la manipulación de la información y las conductas comunicativas puestas en práctica en la narración de experiencias personales. En una etapa anterior planteamos que la evaluación de la experiencia personal era sensible a la vivencia del hecho concreto que el entrevistado ha narrado. Si esto fuera verdad podríamos predecir la conducta comunicativa, ya que el posicionamiento ideológico del entrevistado frente a la situación histórica y política del período sobre el que fue interrogado podría variar según sus creencias y prenociones personales, pero conservaría como hábitos y costumbres su forma de evaluar, la cual sería cada vez más lógica y mejor argumentada según el compromiso emocional asociado con los hechos vividos.

Reconocemos la multiplicidad de discursos que atraviesan la opinión de los narradores. En el caso de las narrativas de experiencias bipartitas, se constatan la influencia de múltiples discursos dado que si bien la actualización de un discurso refiere a un discurso anterior, también es una síntesis creativa de un universo de discursos existentes en nuevos contextos comunicativos. Por otro lado, en el caso de las narraciones de experiencias alternativas, éstas dan a entender puntos de vistas muchas veces contradictorios, encontrando desde paradojas hasta lugares comunes como argumentos de sus evaluaciones en experiencias supuestamente personales, pero que en realidad son inventadas y se quieren hacer pasar por propias.

De esta manera, lo que más influye sobre la construcción de la narración es el impacto de los hechos sobre el narrador, es decir, el compromiso afectivo y el efecto psicológico que implica el evento vivido para el narrador. En otras palabras, los roles testigo y protagonista no son pertinentes al construir la narración y, fundamentalmente, al evaluar; tampoco lo es el posicionamiento ideológico del entrevistado; la variable relevante al construir una narrativa y la evaluación es el grado de compromiso afectivo del narrador con el evento. Aquí relacionaremos desde un enfoque pragmático este efecto psicológico en el narrador con la conducta comunicativa específica que detectamos en el narrador de accidentes de trabajo, es decir, la tensión emocional que se desea transmitir al entrevistador como

15 El respeto a pautas de comportamiento concretas, como por ejemplo, aquellos designios sociales y culturales sobre las buenas costumbres en la comunicación verbal por las que estamos obligados a mostrarnos sumisos ante personas a las que reconocemos su superioridad, representa uno de estos factores externos. Factores personales existentes en la reconfiguración del pensamiento, como en el caso de la conversión religiosa, son adaptaciones comunicacionales que construyen el conocimiento necesario para solidificar o destruir creencias y prenociones.16 Partimos de un análisis de los segmentos evaluativos de las narrativas tomando en cuenta dos aspectos:Construcción de la narración: En este punto focalizamos la aparición de cláusulas y secciones evaluativas y de qué manera permiten delimitar el evento más narrable, en términos labovianos. También se tiene en cuenta la diseminación de cláusulas evaluativas en otras secciones de la narrativa, por ejemplo en la orientación y contextualización. En general, se tomará la evaluación como un rasgo que puede estar presente en ciertas cláusulas, como las narrativas en sentido estricto que están en presente histórico, u otras que son plenamente evaluativas . Recursos y estrategias de evaluación: Relevamos el uso diferencial de intensificadores, comparadores, correlativos y explicativos que aparecen en las narrativas. A partir de este análisis detectamos que no tiene justificación la división planteada entre testigos y protagonistas.

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estrategia de persuasión y de construcción de empatía en la comunicación interpersonal de la entrevista.

Por otra parte, está investigación pretende demostrar que la memoria y la narratividad son constituidas, no a partir del rol que adopta voluntariamente el narrador, sino a partir de las posibilidades permitidas por su interlocutor. La variedad de estructuras narrativas existentes no se encuentran distribuidas según el rol adoptado por los narradores, sino que son elegidas a partir de cómo se construye la relación con el otro. Si bien existen todas en cada narrador y conviven distintos puntos de vista en un mismo individuo, son elegidas por éste de acuerdo a quién se dirija para “actuar su relato” (por ejemplo, cuando un narrador no quiere cambiar su punto de vista a pesar de ser enfrentado con evidencia que contradiga sus argumentos).17

En adelante nos centraremos en esta relación de causalidad circular o sistema de retroalimentación entre estas dos facetas de la construcción de la identidad humana a través de la comunicación: la imaginación de los recuerdos del pasado de acuerdo a nuestra situación presente y la acomodación de la información interna de nuestros pensamientos de acuerdo a las relaciones externas de comunicación establecidas en la interacción humana. Mediante el estudio de las oscilaciones y de la búsqueda de un equilibrio entre estas dos dimensiones de la capacidad de narrar, explicaremos las modalidades de conductas comunicativas adoptadas por los entrevistados sobre siniestros laborales durante una investigación de fraude.

17 Al respecto de este tipo de casos, Minsky nos advierte de las diferencias entre la visión y la imaginación, separándose de la concepción de Hume que ve a la imaginación como derivada de recombinaciones de recuerdos de impresiones, y la visión, en cambio, como una experiencia más directa asociada a la percepción o impresión de los sentidos, teniendo una mayor fuerza. Minsky argumenta que el hecho de la visión como una experiencia más vívida, rica o fuerte que la imaginación se debe a que sus asignaciones son menos flexibles, es decir, que resisten mejor los intentos de otros procesos por modificarlas. Sin embargo ni siquiera las asignaciones visuales son completamente inflexibles y en ciertos casos, hay estados mentales en los cuales la fantasía es más inflexible y más vívida que las impresiones directas.

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Recomendaciones metodológicas para entrevistadores: La imaginación del pasado en la construcción pragmática de la narratividad.

En el contexto general de todas las entrevista, el entrevistador realiza el acto de habla de solicitar al entrevistado que recupere determinado recuerdo y, luego, que tenga a bien narrarlo de la manera más clara. Al respecto, mientras investigábamos las relaciones entre la memoria y la construcción de narrativas de experiencias personales surgieron las siguientes preguntas: ¿cómo operan el cambio de los datos con relación a los input ingresados al flujo de información que circula por nuestras mentes? ¿Qué transformaciones deberán realizarse a nivel cognitivo para que se mantenga la homeostasis del organismo con su entorno? ¿Puede pensarse a la memoria como un mecanismo correctivo cuya función sería adaptar la información entrante a las condiciones del sujeto y la economía de sus relaciones con el contexto?

Para responder estas preguntas, es necesario entender que el sujeto mantiene un cierto equilibrio dinámico con su entorno. En este sentido, el sujeto debe disponer de ciertos mecanismos que le permitan reaccionar adecuadamente a las transformaciones de su medio para conservar el equilibrio al que estaba habituado.18 En la construcción de narrativas, uno de estos mecanismos es la incorporación a esquemas anteriores a nuevos contextos de experiencia, expresando la función adaptativa de la memoria, es decir, que la mente transforma la información en conocimiento mediante el relacionamiento de la información con sus determinaciones material.19 De este modo, se irán estableciendo interconexiones y aparecerán múltiples rutas de acceso a esa información. Un esfuerzo voluntario por afinar y multiplicar estas relaciones dará más seguridad y más vías de acceso, lo que facilitará la recuperación posterior. Así la relación entre el conocimiento y la información es muy estrecha, haciendo que menos recordamos sea lo que menos comprendemos.20

18 Es importante mencionar que nosotros consideramos al ser humano como el centro del proceso de información y no al medio de comunicación, es decir, situamos al sujeto en el centro del proceso, entendiendo que primero es un receptor antes de ser un emisor eficiente. Entendiendo la comunicación como un instrumento que dispone el ser humano para una mayor eficacia adaptativa, la analizaremos siempre en relación al entorno, en un proceso de transacción constante con éste. Mas puntualmente nos centraremos en la función de la memoria en relación a la comunicación, ya que creemos imposible pensar los procesos de procesamiento de la información separados de del entorno y sobre todo de la función comunicativa del sujeto dentro de él.19 Todo sistema debe mantenerse dentro de un rango de equilibrio interno y externo con su ambiente, por lo cual un gran número de estados resultan inconvenientes y peligrosos, todo ello implica la existencia de mecanismo de auto-control. Lo que debemos tener en cuenta es que muchos sistemas, particularmente el del procesamiento de la información, no se ajustan necesariamente a un modelo mecánico o computacional, sino que dependen de un recorrido específico, producto de un proceso evolutivo, razón por la cual la organización actual no tiene por qué ser la mas lógica sino que depende, en parte, de ciertos compromisos con ese camino particular que se fue trazando. Con esto queremos decir que si bien los mecanismos de control son básicamente los mismos para todas las personas, las formas en que se utilicen dependerán no solo de las exigencias del entorno sino de los límites impuestos por las estructuras ya establecidas en el interior del sistema. Aquí es donde deberemos analizar el papel de los esquemas como conocimiento adquirido y fijado en la memoria de largo plazo, que permite la asimilación de nueva información pero dentro de ciertos limites siempre impuestos por el equilibro del sistema.20 Basándonos en los trabajos de la psicología cognitiva cross-cultural de Bartlett sobre la memoria, explicaremos la función de la Memoria de Corto Plazo o “de trabajo” (MCP), donde no hay una mera acumulación de los impulsos recibidos sino una transformación globalizadora de los mismos llevada a cabo por una reinterpretación. La información en la MCP puede pasar a la Memoria de Largo Plazo (MLP) cumpliendo algunos requisitos, quedando registrada en forma indefinida. La memorización solo se cumple si existe un esfuerzo de atención y un tratamiento consecuente, la memoria sin atención no sobrepasa el corto

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Existen dos tipos de memoria, la semántica y la episódica, compuestas por las interpretaciones semánticas y episódicas de la información que recibimos, ambas se encuentran conectadas por las relaciones establecidas entre ambas caras de la información. En este sentido, cada componente de una cadena episódica se debe categorizar, jerarquizar y conectar con otros, para que la compresión pueda ser posible.21

En el enfoque sistémico, la circulación de la información es lo que afecta a un determinado sistema, obligándolo a reorganizar su estructura interna y eventualmente obligándolo a efectuar operaciones compensatorias que afecten su entorno. Al mismo tiempo, la información depende de las condiciones previas del sistema receptor. El conocimiento es la suma de los rastros dejados por estos cambios principalmente en los niveles superiores de su subsistema operador (MLP). Estos esquemas acumulan cambios dentro del sistema, reaccionando de manera diferente a los nuevos impulsos provenientes del exterior o de sus propias operaciones internas.22

La circulación de la información en la interacción entre los participantes deja un registro en las mentes de todos ellos, pero no en todos conmutan un cambio. Lo hará con aquellos que tengan un rol en la interacción por el cual accedan a una información que les permita establecer relaciones nuevas, es decir, conocimientos sobre las intensiones de los demás.

Al adentrarnos en el estudio de las narrativas, la información que circula sin variar es como un paquete de datos que es recibido por todos los receptores sin importar los roles que tengan en la interacción. Por otro lado, existe otro conjunto de datos que varía según con quien se esté hablando. Al estudiar las condiciones pragmáticas de la producción de los mensajes, la comprensión de éstos para el entrevistador se vuelve menos distorsionado cuando se identifican los roles de los participantes en la interacción comunicativa mediante sus conductas.23

plazo. Siguiendo a este autor, el entendimiento depende de la posibilidad de registrar y anudar la información entrante con la ya almacenada; sin esta operación no habría forma de registrar la nueva información. La MLP funciona como una “metamemoria”, debido a que además de conservar los datos y sus relaciones dispone de un sistema de inventario que controla las existencias (datos) y registra sus direcciones (vías de acceso).21 La memoria semántica es la capacidad de conservación de ciertas relaciones jerárquicas y tipológicas que posibilita la posibilidad de definir un pensamiento, representarlo verbalmente y poder reconocerlo cuando se presenta, es decir, poder realizar la identificación entre dos representaciones distintas. La memoria episódica tiene la función de registrar el transcurrir de acontecimientos, ligados los unos a los otros. Cada acontecimiento esta compuesto por un núcleo, que será la “acción” presente en el evento y una serie de “atributos”, como pueden ser las circunstancias (el momento y lugar), si es un hecho real o imaginado, etc. Estas ideas no parecen ser nada nuevas, siendo el fundamento mismo de las teorías sobre la relación entre lenguaje y pensamiento, remontándonos a las relaciones paradigmáticas y sintagmáticas Seaussure o, en el campo de estudio sobre el lenguaje en uso, un precedente en Lavob y las funciones evaluativas y temporal constitutivas de las narrativas de experiencias personales.22 O sea que si el sistema en cuestión no se modifica por la recepción de un mensaje proveniente de otro sistema, esto quiere decir que el mensaje no llevaba ninguna información, como puede ser el caso cuando se repite un dato ya conocido. 23 Por el contrario, el hecho de no contar con la repetición de la narrativa como herramienta metodológica hace imposible seguir las recomendaciones de Bartlett en sus experimentos sobre la memoria. Así, el análisis de la transformación involuntaria de la narración a través del tiempo, (por ejemplo, cuando se insiste al entrevistado a recordar algo que no nos quiere decir) solamente distorsiona la información que se puede recolectar en las investigaciones sobre el fraude de siniestros. Otro ejemplo pueden ser el análisis historiográfico de las fuentes sin la comparación con estudios de los contextos presentes de producción de fenómenos similares.

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En ocasiones se presenta que la evidencia de un siniestro nos permite acceder a la red de relaciones entre los actores, posibilitándonos mesurar el valor de esa información para cada uno de los participantes. Obviamente es este tipo de información que el entrevistador debe captar para ubicar correctamente el valor que le da cada entrevistado a cada dato, detectando el fraude a partir de la desproporción valorativa de cierta información. Por ejemplo, esta incoherencia de la información motivada por el fraude es esperable en los entrevistados que son excesivamente amables o demasiado intolerantes al ser interrogados.

La conducta comunicativa que expresa el lugar que nos apropiamos (respondiendo a nuestra identidad a través de construcciones ideológicas) y el rol que le atribuimos a nuestro interlocutor (ubicándonos en nuestros roles sociales que adoptan las investiduras institucionales correspondientes) es una conducta política, resuelta en el terreno de las relaciones de poder entre los participantes de la interacción.24

Concluimos que las desproporciones en la información emocional que transmite el entrevistado, las que son motivadas por la existencia del fraude, siempre van estar acompañadas por indicaciones que hace éste sobre la ubicación del entrevistador en un contexto que le crea conveniente al entrevistado. Un ejemplo de esto que digo es cuando ante cada solicitud de una información sobre los hechos de un accidente el accidentado responda con un mensaje que ubique del entrevistador en el contexto de la interacción (como en los casos en que se quiere obtener la lástima del entrevistador contando las miserias propias, denotando una desigual situación entre los participantes de la comunicación) o cuando solicita la atención en el destinatario (como, por ejemplo, al dar una orden). Por esta razón, la desproporción en la información connota una evasión de las preguntas, una derivación del tema, un desinterés por la situación comunicativa, etc., siendo todas estas causas motivadas por el encubrimiento del fraude.

Así, la entrevista no es solamente la mera transmisión de la información mediante la verbalidad, sino y, sobre todo, una situación comunicativa en la que se practican una serie de actos perlocutivos, siguiendo a Austin (1962), destinados a convencer al interlocutor de algo mediante actos de habla asertivos, es decir, afirmaciones que son garantías sobre el mundo real, las cuales pueden ser verdaderas como falsas, o puede dar pie a “implicaturas” sobre una realidad parcial. Como decíamos más arriba con respecto a las desproporciones en la información, un ejemplo de acto de habla perlocutivo es cuando un accidentado se manifiesta sintiendo lástima de su suerte para conmover a su interlocutor o cuando un empleador amenaza a su empleado para que no denuncie su accidente de trabajo. En ambos casos se pretende conseguir un efecto en el interlocutor para beneficiarse: en el primer caso, que el entrevistador mienta a favor del accidentado, en el segundo, que el empleador no se quede sin trabajador por licencia médica.

El punto es que no todos tenemos permitido realizar todos los actos de habla que queramos por más que tengamos la capacidad de hacerlo, sino que nuestro rol en el acto de comunicar y la relación establecida con el rol de nuestro interlocutor acotarán los actos de habla posibles a realizar. Esto quiere decir que no cualquiera puede dar una orden sino alguien que tiene autoridad, siendo el contexto el que determina el tipo de mensaje a transmitir. La necesidad de recuperación de información extra proveída por la situación para manejar la comunicación hace que, por ejemplo, un narrador no intente especular en

24 En este sentido, siguiendo a Stuart Hall, la ideología es una representación imaginada de las relaciones sociales, la cual es expresada a través de la praxis.

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un interrogatorio sin una coartada de argumentos convincentes. En ambos casos, la conducta comunicativa lógica correcta requiere que el sujeto de la comunicación tenga cierta información crucial sobre las relaciones entre las personas. Este conocimiento le permitirá hacer implicaciones sobre qué es lo que el otro busca informarse al interrogar de determinada manera o que argumentos se poseen para fundar la autoridad que permita hacer algo a través de proferir una orden a alguien.

Estas pautas pragmáticas que regulan la comunicación interpersonal no sólo están determinadas por los factores socioculturales tácitos en los códigos que manejan los participantes, sino que también se aplican dentro de las relaciones de poder a las que están sujetas esas personas. Las reglas que pautan los efectos que tienen nuestras palabras sobre las conductas de nuestros semejantes son también particulares a la situación comunicativa específica que se esté tratando, dependiendo de las particularidades de la relación que esas personas tengan entre sí. En este sentido, por ejemplo, no es lo mismo proferir una amenaza de despido a un empleado cualquiera que apostárselas con dejar sin trabajo a un empleado que tiene una relación laboral clandestina, ilegal o no declarada oficialmente; las dos circunstancias describen a la intimidación con el despido como un mismo acto de habla, sin embargo, el hablante puede prever consecuencias diferentes en ambos casos. Con ésto quiero decir que las maneras de persuadir manipulando la información que se hace circular se acomodarán a la historia de participaciones comunicativas entre los intervinientes, describiendo el tipo de relación particular entre ellos.

Esta sucesión de acontecimientos comunicativos adaptados a los intereses actuales de interacción es lo que llamamos memoria narrativa, siendo ésta la actualización estratégica en el presente de nuestras relaciones mentales construidas con el pasado a través de la praxis social. En las narrativas sobre experiencias personales en los ’70, como vimos anteriormente, la representación del pasado adopta un acomodamiento ideológico del cual los narradores son creyentes y están convencidos, existiendo una manipulación de la información involuntaria sobre la validez de ciertos entimemas o razonamientos del sentido común. En cambio, con respecto a las narraciones de accidentes de trabajos, como vimos en este apartado, la administración de los datos es voluntaria de acuerdo a los fines de provocar la confusión sobre hechos concretos. En ambos casos, existe la intención de persuadir, evidente en la manera de construir la narración.

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Conclusión.

Esquemas mentales para la distorsión de la información: La circularidad entre la imposición ideológica de los recuerdos y la manipulación lógica de la comunicación.

Como hemos visto más arriba, la accidentología aplica teorías sobre la pragmática de la comunicación para detectar el fraude de siniestros laborales. La metodología que usa es contrastar los datos manifestados en los relatos de cada una de las partes intervinientes (accidentado, empleador, testigos, autoridades policiales, médicos, etc.) para ver los cambios en la información circulante entre los participantes. Las conclusiones a las que llega ubican al narrador encontrándose en la necesidad de relatar su historia acomodándose a los requerimientos comunicativos de su interlocutor.

Por otro lado, revisamos un estudio sobre el compromiso afectivo en las creencias expresado en relato de experiencias personales en la dictadura militar. La conclusión que sacamos sobre éste fue que el narrador con experiencias más carnalmente comprometidas construye sus evaluaciones con una lógica más coherentes que otros narradores con experiencias alternativas donde la persecución y la violencia no estuvo presente o fue aplicada en personas ajenas a su círculo social. A la luz de la reelaboración del material tenido para este estudio, encontramos una función adaptativa en la capacidad evaluativa de la experiencia propia como una estrategia para persuadir en la comunicación.

Tanto en un caso como en el otro, los sujetos entrevistados construyen evaluaciones originales sobre sus experiencias en base a cómo estos hechos se relacionan con sus posicionamientos existenciales actuales, es decir, la elocuencia del narrador depende del contexto de la interacción en que se encuentre produciendo esa narrativa, y principalmente, de la relación que exista con el interlocutor del caso. En este sentido, decimos que en la mente no existe ideología muerta disponible. Nuestros conocimientos y creencias, o sea, esas relaciones que hacemos de datos dispersos y que, luego de ordenarlas de acuerdo a reglas lingüísticas, posibilitan el acto de narrar imaginando lo que el interlocutor desea escuchar para persuadirlo en función de los objetivos presentes. El narrador de una experiencia personal, y el entrevistado en general, saben de antemano cual será su uso del aparato de la comunicación, por que pueden predecir cual será la situación, ya que están enterados del tipo de relación con su interlocutor, del motivo de su intervención comunicativa, de las consecuencias posibles que podría traerle. De esta manera, este sujeto depende para comunicarse de sus posicionamientos presente sobre la realidad en el que se desarrolla, evocando un reservorio de conocimiento y de suposiciones ideológicas disponible, de las que se descartan los prejuicios del pasado.

Entonces cuando le preguntemos a un entrevistado sobre algún hecho particular, la narración que desplegará sobre ese hecho dependerá en gran medida de cómo ese hecho se relaciona con su situación actual. Podremos prever que mientras más cercana sea la relación entre el hecho sobre el que se pregunta y la situación actual del entrevistado más rica será -tanto cuantitativa como cualitativamente- la información disponible que pueda aportar. Es decir, si el sujeto necesita recordar algo lo recordará, si necesita olvidar algo, lo olvidará. Un ejemplo interesante sería el de una entrevista con un veterano de Malvinas que esta participando en una protesta por reivindicaciones sociales a soldados que participaron en la guerra. Si le preguntamos sobre cuáles fueron para él los motivos de que

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la Argentina haya declarado la guerra a Inglaterra, seguramente dispondrá de un conocimiento operativo o ideológico bastante cuantioso a su disposición respecto a ese tema. Ahora si le preguntamos a un estudiante de quinto año -a no ser que justo en ese momento su situación particular sea la de tener que preparar una clase sobre la guerra de Malvinas para aprobar una materia- lo más probable es que no disponga de una información tan frondosa al respecto, sea inventada o no.25

Si hablamos de ideologías como una estrategia persuasiva del narrador para producir un efecto en el auditorio, o sea, un conjunto de estrategias o instrucciones tendientes a lograr la consecución de ciertas acciones en las personas que influencian, podemos pensar en los conjuntos de esquemas que forman ideologías como conjuntos de algoritmos, a la manera de los algoritmos genéticos, pero a nivel individual.

En otras palabras, los algoritmos, como conjuntos de pasos para la solución de ciertos problemas, se van modificando según la entrada aleatoria a cierto tipo de información. Por ejemplo, estos esquemas algorítmicos posibilitan la manipulación de la información que ya se dispone, facilitando la incorporación de datos que se amolden mejor a ese corpus de información. Posteriormente, el sujeto incorpora estos esquemas a la memoria de largo plazo por medio de un esfuerzo reflexivo sobre sus actos de habla, desarrollando a pleno sus conocimientos sobre sus capacidades de persuasión. Así, por medio de este proceso, van quedando seleccionados los algoritmos o esquemas más útiles para el sujeto.26

Los esquemas mentales entonces son herramientas disponibles para la resolución de ciertos problemas particulares y que se fueron creando y perfeccionando tanto voluntaria como involuntariamente. De esta manera, si bien los sujetos no son concientes del desarrollo y evolución en sus mentes de estos esquemas a través de los que persuadimos a nuestros interlocutores, su aplicación en la comunicación no siempre es completamente voluntaria o completamente involuntaria, siendo simplemente mecanismos defensivos tendientes a mantener el equilibro homeostático del sujeto en relación con los compromisos de su sistema de información y con su entorno.

25 No importa si el conocimiento o la información circulante sobre los hechos se asemeja a los hechos reales, lo interesante es cuando esa información es correlativa a las necesidades operativas del sujeto. En este sentido, a los fines de esta investigación, nos importa más que el territorio, el mapa que cada sujeto construye en base a sus propias necesidades. Por medio de pensar los esquemas mentales como algoritmos (o sea, instrucciones para la resolución de ciertos problemas en el ámbito de la comunicación con otras personas) que se pueden replicar y recombinar con otros algoritmos o esquemas, dejamos de lado, completamente la discusión acerca de la veracidad o la falsedad de los enunciados estudiados. Es decir, inversamente a lo que pensaba Malinowski, no nos importa si lo que las personas dicen se corresponde o no con cierta realidad; me refiero a la distancia entre el ser y el deber ser, o entre lo que la gente dice y lo que se es efectivamente. Lo que nos interesa es lo que la gente dice y por qué lo dice, ya sabemos que lo que las personas dicen seguramente no se corresponda con lo que efectivamente pasó, lo que queremos saber es por qué dicen lo que dicen, por qué las instrucciones emitidas por los entrevistados dicen lo que dicen, cuál es la utilidad de esas afirmaciones, qué es lo que se espera a través de las narraciones. La eficacia simbólica del mito no tiene que ver con la carga normativa que implica, con que represente la autoridad de un falso saber o sean una invención de la imaginación artística. Los mitos son eficaces comunicativamente hablando porque también son manuales de instrucciones destinados a lograr una acción determinada en las personas. Además éstos se reciclan, se modifican y se combinan según las necesidades de las poblaciones que se apropian de los símbolos para darles un sentido útil en relación con los fines perseguidos.26 Quizás también se pueda efectuar una investigación sobre la evolución de ciertos algoritmos en un grupo poblacional determinado, teniendo en cuenta la economía de las adaptaciones pasadas y las necesidades actuales que presentan los hablantes en su relación con el entorno.

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Por un lado, vimos anteriormente que en las narrativas sobre las experiencias personales durante la dictadura, los narradores defendían sus puntos de vistas ideológicos involuntariamente, acomodando sus argumentos al ser cuestionados esos valores defendidos en el transcurso de la entrevista.27 Por otro lado, vimos que las teorías sobre la detección de fraude en accidentes de trabajo se fundan en la voluntad de los entrevistados de manipular la información de acuerdo con quien se esté hablando de acuerdo a fines pragmáticos.28

En conclusión, si vemos a ambos estudios por separado no percibiremos más que el papel ambivalente de la voluntad en la manipulación de la información con el fin de persuadir a un auditorio. Al respecto, podríamos finalizar este estudio proponiendo una hipótesis sobre la dependencia situacional de la volición en la evocación selectiva de los recuerdos. Al respecto, podemos decir que la persistencia o el desvanecimiento de los recuerdos narrados -lo que podríamos llamar la sugestión de los sujetos sobre la veracidad y validez de sus procesos mentales de los cuales es parte constituyente de su identidad- no se pueden atribuir a la inconciencia de los procesos de selección de la información trasmitida. Por el contrario, desde una perspectiva pragmática de la comunicación, las elisiones o incorporaciones de datos, transmitiendo una cierta lógica argumental a través de las narrativas, adaptan al hablante a la situación particular de interacción, permitiéndoles convencer a su interlocutor mediante la transformación de la información suministrada. Al depender la performance narrativa del contexto comunicativo en que se plantee, solamente podemos afirmar que la necesidad de elocuencia en la interacción provoca que dicha selección de la información trasmitida pueda ser voluntaria o involuntaria dependiendo las interrogaciones que haga el interlocutor en cuestión y los fines a los que se quiere llegar en esa intervención comunicativa. Así, la evaluación de la experiencia se asienta en la memoria individual a través de un proceso mental de sugestión, voluntario o involuntario, en el que se seleccionan las interpretaciones mejor adaptables de acuerdo a los contextos de comunicación en los que se ponen en uso.

Como decíamos, la dependencia de la volición a los contextos de comunicación sería la principal conclusión a la que llegamos a partir de estudios independientes sobre el tema. Sin embargo, si proponemos un enfoque comparativo entre ambos contextos de análisis podremos dejar mejores conclusiones acerca de la distorsión de la información y método más refinados para detectar la mentira en el fraude en los siniestros de trabajo.

27 Por ejemplo, en una comunicación entre dos personas, una de ellas podría discrepar ante lo que la otra le dice, expresando argumentos que sugestionen motivando el cambio del punto de vista de su interlocutor o provocando la defensa de los fundamentos de sus creencias provocando un contraataque. La reflexión sobre las prenociones subyacentes en el punto de vista contrario, destacando el razonamiento entimemático de las apreciaciones valorativas con las que el interlocutor defiende su punto de vista, puede generar tanto la aceptación de la invalidez del razonamiento propio como la negación necia a la validez de ese argumento. Ambas actitudes comunicativas son involuntarias (aunque de todas maneras concientes) ya que la expresión de una y otra depende de la persona a la que nos dirijamos y del contexto comunicativo en que nos encontremos.28 En estos casos parecería que no siempre es voluntaria la aplicación de esquemas comunicativos que convenzan de nuestras versiones de los hechos. Por eso al mentir o al no ser plenamente sinceros tenemos la sensación de que las circunstancias terminan decidiendo por nosotros. Pero acá la diferencia con el caso anterior es que en el primer caso no se negocian los valores sin tener posibilidad de elegir, mientras que en el segundo tipo de narraciones se impone una elección sobre falsear en mayor o menor medida la información o no. Así, la utilización de esquemas no siempre es completamente voluntaria o completamente involuntaria, siendo solamente mecanismos defensivos tendientes a mantener el equilibro homeostático del sujeto en relación con los compromisos de su sistema de información y con su entorno.

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Recapitulemos un poco. Habíamos dicho que la diferencia comunicativa principal entre los dos tipos de entrevistas estudiadas es que en las narrativas sobre la dictadura militar los entrevistados no estaban obligados a decir la verdad, mientras que en las narraciones de accidente de trabajo había una norma implícita en el contexto que obligaba a ser lo más fiel posible a los hechos con el fin de evitar distorsionar la realidad de los eventos para poder detectar los casos efectivos de fraude. A pesar de esta diferencia, los dos grupos de narraciones tenían el mismo valor comunicativo. En este sentido, encontramos similitudes en el subtipo de narraciones que llamamos “de experiencias alternativas” y en las que encontramos manipulación de la información asociándolas con casos de fraude, ya que en ambas se asiste a una invención estratégica de la realidad por parte de los narradores a través de sus relatos, y por este medio podríamos detectar el fraude de la misma manera que detectamos relatos de experiencias livianas a través de sus evaluaciones.

Si pensamos que, por un lado, al abordar las narrativas sobre la dictadura, detectamos que los recuerdos, concebidos desde un presente, minaban con prejuicios y lugares comunes la estructura narrativa del relato, conduciendo a la ilógica argumentación de sus evaluaciones sobre su experiencia, terminaban privilegiando los factores ideológicos de sus relatos por sobre los lógicos de sus argumentos; por otro lado, cuando nos dedicamos a las narraciones de accidente de trabajo, en las que los narradores estaban obligados a no ser fantasiosos siendo fiel con la ocurrencia de los hechos, nos encontramos que la manipulación de la información aparece cuando el narrador privilegia los aspectos lógicos de la situación de comunicación por sobre los ideológicos que lo obligaban a ser sincero. Ambos grupos de narraciones expresan una relación simétrica e inversa con respecto a la distorsión de la información: en el primer grupo, se inventa una historia cuando las asociaciones ideológicas sobre la información que tenemos del pasado dominan la lógica de la narración; en el segundo grupo, se manipula pragmáticamente la data cuando las lógica situacional excede la verosimilitud de los datos disponibles.

Concluimos, desde un enfoque pragmático, que para el narrador la información que él distribuye es un sistema auto-organizado de data distorsionada, manipulada para convencer a su interlocutor, en la medida que el mensaje se adecue a, por un lado, las constricciones lógicas dadas por la situación de comunicación y, por el otro, las motivaciones ideológicas del narrador. De esta manera, la desinformación no sólo ocurre cuando el narrador confunde voluntaria o involuntariamente a su interlocutor a través de la adaptación de la lógica de los mensajes transmitidos en tanto apropiados a los contexto de comunicación en que fueron enunciados, sino cuando hay un desequilibrio entre los factores ideológicos y los lógicos expresados en las conductas comunicativas, provocando un feedback positivo que amplia la frecuencia distorsionada de la información.

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