Introducción al texto Los Símbolos de la Sociedad

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1 Introducción a la lectura Los símbolos de la sociedad Autor: André Leroi Gourhan Es común que los seres humanos supongamos que el espacio en el que nos movemos y que las nociones del tiempo que utilizamos para organizar nuestra existencia, hayan existido siempre. Igualmente es normal que pensemos que todos nos movemos y orientamos en función de las mismas coordenadas y dentro de una misma concepción del espacio-tiempo. Sin embargo, gracias a autores como Andre Leroi Gourhan podemos reflexionar estos procesos para reconocer cómo, históricamente, la manera como los seres humanos apropian, transforman y habitan el espacio obedece a una condición inherente a su especie, que alcanza niveles de especialización y complejidad, a medida que la relación con la técnica y con la producción maquínica, se integran a los modos del habitar y del construir. De acuerdo con el autor, las concepciones del espacio y del tiempo, tal como las hemos incorporado a nuestra existencia, transcurren de manera paralela a las formas de producción y al despliegue que evolutivamente ha tenido el lenguaje. Por eso LA TÉCNICA, EL LENGUAJE y EL ARTIFICIO se constituyen, sin duda, en los aspectos que mejor dan cuenta de nuestra condición humana, Sapiens, la cual se expresa en formas concretas de ordenación del espacio (la casa, la aldea, la ciudad, la metrópoli), en la producción de útiles (herramientas, instrumentos, armas, artefactos) y en manifestaciones afectivas y simbólicas que no se limitan a una determinada funcionalidad, sino que, por el contrario, se constituyen en el principal soporte vivencial de nuestra existencia. El texto Los símbolos de la sociedad, de Andre Leroi Gourhan se encarga de mostrarnos como, a través del largo proceso de hominización (por medio del cual alcanzamos nuestra condición Sapiens), la domesticación del espacio y el tiempo se ha convertido en una de las características más importantes de la humanización. Este texto hace parte de un libro denominado El gesto y la palabra, del mismo autor. Sin embargo, nos interesa particularmente este documento para entender, a partir de los planteamientos que allí se hacen, cómo construimos nuestras nociones del espacio y de tiempo, qué tipo de mentalidad nos asiste cuando ordenamos o coordenamos nuestros espacios en relación con un tiempo que transcurre

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las concepciones del espacio y del tiempo, tal como las hemos incorporado a nuestra existencia, transcurren de manera paralela a las formas de producción y al despliegue que evolutivamente ha tenido el lenguaje

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Introducción a la lectura

Los símbolos de la sociedad

Autor: André Leroi Gourhan

Es común que los seres humanos supongamos que el espacio en el que nos

movemos y que las nociones del tiempo que utilizamos para organizar

nuestra existencia, hayan existido siempre. Igualmente es normal que

pensemos que todos nos movemos y orientamos en función de las mismas

coordenadas y dentro de una misma concepción del espacio-tiempo. Sin

embargo, gracias a autores como Andre Leroi Gourhan podemos reflexionar

estos procesos para reconocer cómo, históricamente, la manera como los

seres humanos apropian, transforman y habitan el espacio obedece a una

condición inherente a su especie, que alcanza niveles de especialización y

complejidad, a medida que la relación con la técnica y con la producción

maquínica, se integran a los modos del habitar y del construir.

De acuerdo con el autor, las concepciones del espacio y del tiempo, tal

como las hemos incorporado a nuestra existencia, transcurren de manera

paralela a las formas de producción y al despliegue que

evolutivamente ha tenido el lenguaje. Por eso LA TÉCNICA, EL

LENGUAJE y EL ARTIFICIO se constituyen, sin duda, en los aspectos que

mejor dan cuenta de nuestra condición humana, Sapiens, la cual se expresa

en formas concretas de ordenación del espacio (la casa, la aldea, la ciudad,

la metrópoli), en la producción de útiles (herramientas, instrumentos,

armas, artefactos) y en manifestaciones afectivas y simbólicas que no se

limitan a una determinada funcionalidad, sino que, por el contrario, se

constituyen en el principal soporte vivencial de nuestra existencia.

El texto Los símbolos de la sociedad, de Andre Leroi Gourhan se encarga de

mostrarnos como, a través del largo proceso de hominización (por medio

del cual alcanzamos nuestra condición Sapiens), la domesticación del

espacio y el tiempo se ha convertido en una de las características más

importantes de la humanización. Este texto hace parte de un libro

denominado El gesto y la palabra, del mismo autor. Sin embargo, nos

interesa particularmente este documento para entender, a partir de los

planteamientos que allí se hacen, cómo construimos nuestras nociones del

espacio y de tiempo, qué tipo de mentalidad nos asiste cuando ordenamos

o coordenamos nuestros espacios en relación con un tiempo que transcurre

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independiente de nuestra voluntad, pero del cual aspiramos a tener cada

vez mayor control y precisión.

Este texto se ocupa de aportarnos una mirada desde los rudimentos y la

génesis de la especie, de aquellos procesos de configuración del espacio-

tiempo que nos han permitido como individuos y grupos humanos, habitar-

construir un mundo en el que cada cosa, cada dispositivo, cada idea, cada

artificio, cada plan es resultado de una operación, primero materializante

(técnica) y, posteriormente, maquínica y estética. Es a través de estas

operaciones como el ser humano dibuja en la tierra los perímetros de

asentamiento a través de casas, aldeas y edificaciones varias, tanto como

las líneas de los caminos y, posteriormente, las carreteras y autopistas

además de las rutas fluviales, marítimas o aéreas por las cuales tendrá

movilidad la vida social.

Toda nuestra existencia está sometida a un ordenamiento riguroso del

espacio y a una predisposición para la existencia, en función del tiempo.

Como ejemplos de esto podemos citar las delimitaciones del espacio en la

ciudad y la manera como se configuran las nociones del espacio público y

privado. Todos estos esquemas de ordenamiento contrastan o se

complementan con otros soportes vivenciales de nuestra condición, con

acciones afectivas, manifestaciones estéticas, representaciones simbólicas,

comportamientos sociales no reglados, ritmos y producciones que dan

cuenta de nuestra existencia individual y gregaria (colectiva), y que se

constituyen en pautas importantísimas para el establecimiento de nuevos

lugares (topías) y la comprensión de otras maneras de habita-construir el

espacio-tiempo de nuestra contemporaneidad.

Un porcentaje significativo de los comportamientos sociales de los

individuos y de las acciones por medio de las cuales tienen lugar sus

producciones (objetos materiales, herramientas, arte, simbologías, rituales)

están vinculadas a actitudes y comportamientos con un alto contenido

estético y figurativo, es decir, representacional. Recordemos que en

nuestras reflexiones nos hemos ocupado de analizar que no todo lo que el

hombre hace y produce es para satisfacer una necesidad fundamental;

también producimos, creamos o hacemos cosas que a simple vista parecen

inútiles, lo hacemos por mero gusto, por costumbre, como una manera de

dar cuenta de nuestra existencia particularmente humana. Estas formas de

ser y de exteriorizar nuestra existencia en actitudes y lenguajes, en

vestimentas, en adornos, en danza, rituales, escrituras, etc, buscan

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garantizar la identidad individual y étnica de los grupos, al tiempo que

comportan un alto grado de figuración (representación) que dan cuenta,

como señala el autor del “propio drama étnico” de todo grupo social. La vida

étnica –dice Leroi Gourhan- es toda figuración, puesto que el individuo está

incorporado al grupo sólo en la medida en que se pone el uniforme de

gestos, de fórmulas y rasgos vestimentarios, los cuales asimilan su

naturaleza Homo sapiens a una cultura determinada. (p. 344) Tal

comportamiento tiene una importante carga estética dada por el modo

como se construyen las relaciones afectivas, la manera como se articula la

organización de la vida social, la prácticas de alteridad, los rituales

individuales y colectivos, entre otros modos de comparecer en el mundo

social, tradicionalmente habían sido mirados por fuera de la esfera de la

experiencia estética, olvidando que el comportamiento estético cobija un

mucho más amplio de fenómenos individuales y colectivos. De allí la

importancia de Leroi Gourhan para quien la estética constituye el

mecanismo de inserción del individuo en la comunidad, es decir, el

dispositivo que anuda el tejido de las relaciones y las dinámicas de

existencia de los grupos humanos. Su dominio cobija lo fisiológico, lo

funcional, lo social y lo figurativo.

Particularmente para nuestra mirada del curso de Humanidades, tiene gran

importancia detener la mira en lo comprende la estética funcional y la

estética social. Las relaciones de cohesión en una sociedad no están dadas

en función de la trama espaciotemporal que articula a los grupos. Ellas son

producto del sistema de referencias interindividual que es garantía de la

existencia del grupo y se extienden en dinámicas de relación que van

creando pautas sociales de comportamiento y adecuación situacional. En

estos contextos emergen rasgos e interacciones donde se evidencian

comportamientos excepcionales, excedentes en la exteriorización de

nuestros lenguajes, de nuestras mentalidades, de nuestras creaciones y

convicciones, siendo la religión y la fiesta las manifestaciones donde tales

comportamientos alcanzan mayor visibilidad y significado.

Ahora bien, en todas estas maneras de configurar y exteriorizar la vida

social, encuentran en el adorno y el vestido una realización particular.

“Cada individuo, masculino o femenino, aunque cubierto por un traje o un

vestido, lleva un cierto número de insignias, las cuales permiten mediante

el color de su corbata, la forma de sus zapatos, el adorno de su ojal, la

calidad del tejido o el perfume usado, situarlo con una gran precisión en el

edificio social” (p.339). Y esto sucede tanto en nuestro contexto inmediato,

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como en el más remoto de nuestra geografía.

Tanto el adorno corporal como el vestido poseen un valor étnico

fundamental, a través de ellos atribuimos o distanciamos la pertenencia de

un individuo a un determinado grupo social y gracias a la comprensión que

tales referentes nos posibilitan es posible reconstruir variables importantes

de la organización social y símbolos de la situación social de los individuos y

los grupos. En este sentido, que nos señala el autor, que eladorno y

vestimenta sirven como referentes identitarios tanto individuales como

colectivos.

Finalmente, es clave entender la crítica que el autor construye frente a

nuestro momento actual. Desde su punto de vista, resulta paradójico que a

medida que se complejiza la vida social y los grupos humanos especializan

los medios de producción y exteriorización, pareciera producirse un proceso

sistemático de deshumanización, de pérdida de sentido de los lenguajes, de

las creaciones, de las acciones y prácticas que en otro tiempo

representaban el modo de aseguramiento de la condición Sapiens. Todo

esto, nos señala el autor, tiene su origen en los sistemas mediáticos, en las

comunicaciones simuladas, en las pantallas que fabrican y teledirigen

nuestra existencia. (p. 347-349)

Cuestionario:

Este ejercicio busca que de manera primero individual y luego colectiva, nos

visualizamos en nuestras relaciones espacio-temporales. En este sentido

vamos a partir de consideraciones de orden personal, para luego asumir la

lectura del texto a partir de las páginas 337 a 349. Por eso las preguntas

que van de la 1 a la 5 deben ser respondidas desde la experiencia particular

de cada uno y las siguientes, a partir de la página 347 del texto de Leroi

Gourhan, desde el apartado LOS SIMBOLOS DE LA SOCIEDAD.

1. ¿En dónde vive usted?

2. ¿Qué representa para usted la ciudad?

3. ¿Cómo concibe EL TIEMPO y cómo EL ESPACIO?

4. ¿Cuáles cree que son los principales dispositivos de medición y

regularización del TIEMPO especializados por los seres humanos?

5. ¿Qué sentido tiene para los seres humanos la organización del

ESPACIO habitado?

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6. ¿A qué se refiere el autor cuando habla de una estética social y una

estética funcional?

7. ¿Cuál es el valor cultural y la función del adorno corporal y del

vestido?

8. ¿En qué sentido podemos hablar de una estética social?

9. Qué quiere decir el autor cuando plantea que las actitudes y el

lenguaje de relación tienen un carácter fundamentalmente figurativo,

es decir, representacional? (p. 343)

10. Sintetice en qué se fundamenta la crítica que el autor a la época

actual, en la cual, se evidencia una disminución significativa en la

participación social, en la producción de valores colectivos y en la

especialización de prácticas identitarias de carácter individual y

colectivo, todo ello a raíz del efecto tan contundente de los medios

masivos, de las pantallas y de la vivencia de una vida teledirigida. (p.

347-349)