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¿cómoves? 22 Vicente Talanquer D E LA INTUICIÓN A LA CIENCIA ¿cómoves? 22 A TRAVÉS DEL ESFUERZO DE ENTENDER CÓMO FUNCIONA EL MUNDO PODEMOS DESCUBRIR NO SÓLO CÓMO SOMOS, SINO TAMBIÉN CÓMO PENSAMOS.

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¿cómoves?22

Vicente Talanquer

DE LA INTUICIÓN A LA CIENCIA

¿cómoves?22

A TRAVÉS DEL ESFUERZO DE ENTENDER

CÓMO FUNCIONA EL MUNDO PODEMOS

DESCUBRIR NO SÓLO CÓMO SOMOS, SINO

TAMBIÉN CÓMO PENSAMOS.

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LA MAYORÍA de la gente piensa que apren-der ciencias es difícil y, honestamente,creo que tienen algo de razón. Sin embar-go, lo que podemos cuestionar son las cau-sas que normalmente se atribuyen a taldificultad.

Es probable que detrás del “yo no soybueno para la física, la química o las ma-temáticas”, cada persona esconda diferen-tes cosas: una relación tormentosa con loscursos de ciencias en la escuela, llena dedesinterés y malos entendidos; el recuer-do de una maestra o maestro rígido e im-placable; la rebeldía en contra de unaforma de ver el mundo que les parece fríay poco humana.

Muchos psicólogos, pedagogos, filó-sofos, sociólogos, que hoy se interesan porentender cómo aprendemos los seres hu-manos, están convencidos de que todosaprendemos “construyendo” nuestro pro-pio conocimiento. Cuando intentamoscomprender lo que nos dice un profesor olo que leemos en un libro o en una revis-ta, cada uno genera su propia interpre-tación: usamos esta información y ledamos sentido con base en lo que ya sa-bemos; es decir, haciendo uso de nuestrasideas previas. La naturaleza de estos co-nocimientos previos, así como las relacio-nes que se establecen entre ellos, sonparticulares para cada individuo, y des-de este punto de vista cada lector cons-truye su propio libro, aunque lea el mismotexto, cada espectador construye supropia película, aunque vea la mismacinta, y cada persona construye su propiafísica, química o biología, aunque pase lavida en las mismas aulas y en la mismaescuela.

“Ciencia” personal o intuitivaLos conocimientos o ideas previas que to-dos tenemos sobre el comportamiento delmundo son muy útiles para predecir y con-trolar muchos sucesos, y para adaptarnosa ellos. También permiten dar sentido anuestras experiencias y, sin duda, nos ayu-dan a salir de aprietos cuando alguien noshace una pregunta sobre algo en lo quenunca habíamos pensado. Por ejemplo, sialguien te preguntara: ¿por qué cuandomuerdes una pizza caliente, es más fácilque te quemes con la salsa que con la cor-teza?, ¿qué le contestarías? Por favor, an-

tes de seguir, tómate algunos segundospara pensar en una respuesta.

Muy bien, se terminó el tiempo; ¿quérespondiste? Casi todas las personas a lasque les he hecho esta pregunta contestanque la diferencia se debe a que la salsaestá más caliente que la corteza. Esta res-puesta es muy común porque la mayoríade nosotros hemos aprendido, a fuerza deoírlo o de vivirlo en carne propia, que en-tre más caliente está algo, más quema, yhacemos uso de este conocimiento previopara enfrentarnos a una nueva situaciónque nos parece análoga o similar. Ideascomo éstas forman parte de lo que se po-dría llamar nuestra ciencia personal ociencia intuitiva, a la que recurrimos cons-tantemente de manera consciente o in-consciente para explicar lo que pasa anuestro alrededor y también, aunque des-pués nos pese, para resolver los exáme-nes de las asignaturas científicas.

Las ideas que forman parte de nuestraciencia intuitiva tienen diversos orígenes.Muchas de ellas surgen de manera espon-tánea a lo largo de la vida, en el intento decada ser humano por entender sus activi-dades cotidianas. Por ejemplo, si hace ca-lor, nos quitamos la ropa y lo justificamosdiciendo que la ropa “da calor”. De ma-nera similar, si hace frío cerramos puer-tas y ventanas, para que “no se escape elcalor”. A través de experiencias como és-tas construimos nuestra propia idea de loque es el calor, que luego utilizamos paraexplicar otros fenómenos.

Otra contribución importante al desa-rrollo y fortalecimiento de nuestra cien-cia intuitiva la proporciona el medio socialy cultural en el que vivimos. La interac-ción con otras personas y con la informa-ción que recibimos a través de los mediosde comunicación, también nos guía en laconstrucción de ideas sobre cómo funcio-na el mundo. En la vida cotidiana, porejemplo, se repite constantemente que lascosas que viajan a gran velocidad tienen“mucha fuerza”, de manera que esto for-talece la idea intuitiva de que las fuerzasson las causantes del movimiento de lascosas. También, es impresionante elnúmero de ideas que construimos a tra-vés de nuestra interacción con la televi-sión y el cine. Nuestros modelos sobresalud y enfermedad, nutrición o contami-

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nación se generan normalmente a travésde lo que escuchamos en la radio y la te-levisión. Y quién se atrevería a negar quela manera en que pensamos sobre lo quesucede en el espacio exterior está fuerte-mente influenciada por películas como Laguerra de las galaxias, donde las grandesexplosiones en el vacío interestelar, consonido estereofónico y a todo color, nosdespiertan algo más que la imaginación.

Otro espacio en el que construimosnuestras ideas previas es la escuela, a tra-vés de la interacción con los compañerosde clase y con las maestras y maestros.Aunque las ideas que construimos de ma-nera intuitiva son útiles para resolverproblemas y preguntas, o para dar expli-caciones a los hechos de la vida cotidia-na, muchas veces no coinciden con lasteorías científicas desarrolladas para ex-plicar los mismos fenómenos. Desde laperspectiva de la ciencia puede tratarse deideas erróneas o equivocadas, que puedenfuncionar bien sólo bajo ciertas circuns-tancias. El problema es que estamos afe-rrados a nuestra ciencia intuitiva y noresulta nada fácil transformarla.

Por ejemplo, ¿qué pensarías si te dije-ra que la ropa no da calor o que el calorno puede escaparse de ninguna parte, por-que realmente nada “tiene” calor? ¿Y site desilusionara afirmando que tampoconada “tiene” fuerza y que las fuerzas noson las causantes del movimiento de lascosas? Y ni hablar de que en el asunto dela pizza la salsa esté más caliente que lacorteza; de hecho es probable que tenganla misma temperatura. En realidad, lo quesucede es que al entrar en contacto con laboca tanto la salsa como el pan se enfrían,pero en este proceso la salsa libera muchamás energía. De manera similar, cuandote preguntan ¿cuánto pesas? y respondesque “55 kg”, tu respuesta está formalmen-

demasiado complicado. Por lo menos re-conocería que su lenguaje y el de la cien-cia no son necesariamente el mismo, y quelo que para ella o él es “calor”, “fuerza”,“adaptación” o “energía”, en ciencias pue-de tener otro significado.

Nuestras ideas intuitivas están tanarraigadas, que no es sencillo que alguiennos convenza de algo distinto. En la cien-cia no sólo se trata de aceptar que peso ymasa no son lo mismo, o que la tempera-tura de algo no es una medida del calorque contiene; el cambio de nuestra formade pensar se alcanza cuando al enfrentar-nos con un problema desconocido, demanera inconsciente ya no recurrimos anuestras ideas previas, sino al conocimien-to científico que hemos adquirido. Por esoes que aprender ciencias es una tarea pro-fundamente humana. A través del esfuer-zo de entender cómo funciona el mundo,podemos descubrir no sólo cómo somos,sino también cómo pensamos.

Todos tenemos ideas previas sobremuchos de los fenómenos de interés cien-tífico; están ahí aunque no nos demoscuenta o no podamos expresarlas con pa-labras. Por eso, la próxima vez que te en-frentes a preguntas como: ¿A qué se debela forma de las montañas?, ¿qué le pasa ala sal al disolverla en agua? o ¿por qué lamadera flota sobre el agua y el plomo no?,no tengas miedo de decir lo que piensas,pero muéstrate abierto a cuestionar tusideas. Trata siempre de ir más allá de lasapariencias; escucha las ideas de otros yreflexiona no sólo en lo que piensas, sinoen cómo piensas. Date la oportunidad demaravillarte con la posibilidad de queexistan otras respuestas.

te equivocada, porque eso no es tu peso,sino tu masa, y masa y peso no son la mis-ma cosa. ¡Ah! y nada de creer que podría-mos escuchar explosiones en el vacío uobservar las trayectorias multicolores delos disparos con rayos láser.

¿Estaba equivocado?Quizá la mayor dificultad para aprenderciencias, más allá de la batalla con fór-mulas, nombres y símbolos extraños quetienen la virtud de crear espantos, se debaa la resistencia que opone nuestra cienciaintuitiva a ser transformada. Intentaraprender ciencias de manera reflexiva yrazonada, y no sólo como un disco raya-do que repite las definiciones del libro detexto o dictadas por un maestro, muchasveces implica el reto de aceptar que po-demos estar equivocados.

Creo que se ganaría mucho en elaprendizaje de las ciencias si la personaque aprende fuera más consciente de ladistancia que hay entre su ciencia in-tuitiva, su manera espontánea de pensarsobre el mundo, y el conocimiento cientí-fico que se le presenta en un salón de cla-ses, en un libro de texto o en una revistade divulgación como ésta. Por lo menosse ahorraría la angustia de pensar que noentiende porque es tonto o el asunto es

Vicente Talanquer es doctor en ciencias químicas ymaestro en la Facultad de Química de la UNAM. Esautor de diversos artículos de divulgación y del libroFractus, fracta, fractal, editado por el FCE.

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