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MITOLÓGICAS Centro Argentino de Etnología Americana [email protected] ISSN 0326-5676 ARGENTINA 1999 César Ceriani Cernadas INVENTANDO UNA TRADICION AL ADVENTISMO ARGENTINO Mitológicas, Vol. 14 Centro Argentino de Etnología Americana Buenos Aires, Argentina pp. 61-82 http://redalyc.uaemex.mx

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MITOLÓGICAS

Centro Argentino de Etnología Americana [email protected]

ISSN 0326-5676 ARGENTINA

1999 César Ceriani Cernadas

INVENTANDO UNA TRADICION AL ADVENTISMO ARGENTINO Mitológicas, Vol. 14

Centro Argentino de Etnología Americana Buenos Aires, Argentina

pp. 61-82

http://redalyc.uaemex.mx

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61MITOLOGICAS, Vol XIV, Bs. As., pp. 61-82

Introducción. La invención de la tradición

Al igual que la tradición de un pueblo, lade un grupo religioso es producto de unaconstrucción social inmersa en un complejoproceso histórico, en donde los sujetos per-tinentes buscaran infundir orden, sentido eidentidad a diversos acontecimientos, cosas,personas y relaciones del pasado con el finde significar y legitimar las acciones o creen-cias del presente y poder proyectarse con-juntamente hacia el futuro.

El propósito central aquí radica en mos-trar cómo la Iglesia Adventista del SéptimoDía inventó una propia tradición argentinacon el objeto de legitimar su presencia y ac-ción en estas tierras y establecer así una con-tinuidad con un adecuado pasado histórico.Esta invención trata, fundamentalmente, dedos personajes sudamericanos que han sido

incluidos como pertenecientes al acervo his-tórico adventista.

Tal como Anderson (1983) y Hobsbawm(1984) demostraron, la tradición misma pue-de ser inventada, y de hecho el nacionalismoque surge en el siglo XIX es uno de los ejem-plos más acabados. El propósito fundamen-tal de toda invención es establecer una con-tinuidad con un “conveniente pasado histó-rico”. Así, Hobsbawm y Ranger (1984) ex-pusieron cómo una variedad de anticuarios,historiadores, folcloristas, industriales y bu-rócratas crearon de modo consciente tradi-ciones previamente inexistentes y readapta-ron los contenidos simbólicos de antiguastradiciones para darles pleno sentido en elcontexto de las cambiantes condiciones delas modernas naciones industrializadas.

Podemos afirmar entonces que esta inven-ción consiste en dos formas básicas: 1) crea-

INVENTANDO UNA TRADICION AL ADVENTISMO ARGENTINO

César Ceriani Cernadas*

El pasado es arcilla que el presente labra a su antojo. J. L. Borges

Summary: The tradition of a religious group, as well as that of a people or a nation, might beinvented. The purpose of this paper is to show how in Argentina the Seven Day Adventist Churchhas created its own tradition, in order to optimize not only its presence and activity, but also tofound its continuity, based on a convenient historical past. This recreation of the past defines twoSouth-American characters as members of the Adventist historical common property. Thisincorporation is not made without ambiguity. The prime member was Manuel Lacunza y Díaz(1731-1801), Chilean Jesuit, author of the prodigious and learned millenarian work La Venida delMesías en Gloria y Majestad (1790). The second one is: Francisco Hermógenes Ramos Mexía(1773-1828), landowner, messianic prophet, usually considered as the first Argentine “heretic”.

*Universidad de Buenos Aires

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ción de tradiciones antes inexistentes, es de-cir al margen de todo hecho fáctico, históri-camente comprobable; 2) manipulación delos contenidos simbólicos de una antigua tra-dición para otorgarle sentido a una nueva rea-lidad socioeconómica, política y/o religiosa.A su vez, la implantación de una tradiciónincluye dos procesos básicos: la incorpora-ción de aspectos en realidad inventados,construidos y formalmente instituidos y decontenidos que emergen “en un modo me-nos rastreable” (“in a less traceable manner”)en un período de tiempo conciso y breve yque se establecen con gran rapidez(Hobsbawn, 1984: 1).

Desde esta perspectiva, podemos consi-derar cómo algunos movimientos religiososhan inventado su propia tradición, teniendoen cuenta el objetivo fundamental de pro-veer un significado continuo, tanto a sus vi-das particulares como a la sociedad que es-peran crear o reformar. El mormonismo y la“Historia Sagrada” (revelada a Joseph Smithy explicitada en el Libro de Mormón) deldescubrimiento y población de América porlas antiguas tribus de Israel que habrían emi-grado al continente varios siglos antes deCristo, unido a la creencia en la aparición deCristo en América luego de su resurrección,instaurándose como héroe cultural que en-seña a los aborígenes los principios de laagricultura, representa un caso radical y pa-radigmático de invención de una tradiciónmítica-histórica-nacional-religiosa.

Como mostró sugestivamente elantropólogo norteamericano JefferyMacDonald (1995), el ecléctico movimientode la Nueva Era y su particular concepciónde la tradición de la energía terrestre, con elredescubrimiento de las líneas “ley”, laastroarqueología, la geomancia china del feng

shui y las teorías cabalísticas de la gematria,ilustra otro caso específico acerca de cómose inventa una tradición propia valiéndosede una síntesis sincrética de diversas creen-cias (algunas preexistentes y resignificadas,otras creadas e historizadas).

En 1833 William Miller (1782-1849), unbautista de las afueras de Nueva York, inspi-rado en los libros de Daniel y Apocalipsis,comienza a predicar con carácter proféticoel inminente advenimiento de Cristo. Inmer-so en esta atmósfera escatológica pone comofecha precisa de este suceso el 22 de Octu-bre de 1844. Luego del fracaso de esta pro-fecía, una joven metodista llamada EllenWhite (1827-1915) comienza a tener múlti-ples visiones y una misión específica de co-municar las mismas a su comunidad, en for-ma oral pero en modo superlativo por mediode sus profusos escritos. De este modo seconvertirá en la profetisa del movimiento, queen 1863 se constituirá como IglesiaAdventista del Séptimo Día (IASD). Comosu nombre lo indica, el inminente retorno deCristo y la afirmación del día sábado comoúnico y auténtico día de descanso son los dosprincipios irreductibles que esta iglesia sos-tiene, y la “materia prima simbólica” con laque inventarán una tradición.1

En el capítulo 21 de La Gran Controver-sia, magna obra de Ellen White (1858), laprofetisa elabora la idea de que el “movimien-to del segundo advenimiento” originado porWilliam Miller formó parte, siendo tal vezsu corolario final, de “un gran movimientomundial” que surgió en distintas partes demundo en el primer cuarto del siglo pasado.2

Nombra el caso del misionero Joseph Wolff(1778 - 1858) que durante 1821 y 1845 di-vulgó la doctrina del retorno de Cristo endiversas partes del mundo, como “Egipto,

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Abisinia, Palestina, Siria, Persia, Bokara,India y Estados Unidos” (ibid: 179). Del teó-logo alemán J. A. Bengel, que desde un tiem-po antes se había dedicado “a estudiar lasprofecías y pronto llegó a la creencia de quela venida de Cristo estaba cercana” (ibid:180). Del ginebrino Gaussen que, difundiópor sus tierras creencias también similares.Y de un jesuita chileno llamado ManuelLacunza que “en la América del Sur, en me-dio de la barbarie y de las supersticiones delos sacerdotes católicos... escudriñó las Sa-gradas Escrituras y encontró la verdad de lapróxima venida de Cristo”.3 Este último sepresenta como el caso más llamativo de losque refiere la “voz profética” como integran-tes de ese movimiento mundial, teniendo encuenta que los otros predicadores, aunque dedistintas denominaciones, eran todos protes-tantes y europeos.

La existencia histórica y temporal de es-tos divulgadores milenaristas no es una in-vención, la misma reside en cómo estos per-sonajes -que, salvo excepciones, no tuvie-ron conocimiento uno de otro- fueron inclui-dos como parte de la tradición adventista,como forma de legitimar su identidad, comomovimiento profético escatológico y como“la iglesia remanente del cristianismo uni-versal”.

Es más notorio aún el hecho de que es enel transcurso de los últimos 40 años donde lafigura de Lacunza adquiere dentro de la tra-dición adventista, pero con un énfasis espe-cial en la sudamericana, un papel de signifi-cativa importancia. Junto a esto, eladventismo argentino ha inventado tambiénuna tradición propia reacomodando perso-najes verdaderos de la historia nacional e in-tegrándolos como parte de su acervo religio-so tradicional. Tengamos presente que es en

1894 cuando se establece la primera iglesiaen nuestro país y en 1898 el primer colegio,en el corazón de la provincia de Entre Ríos,lugar hoy designado como Villa Gral. Liber-tador San Martín.

En la tradición adventista argentinaLacunza no aparece solo sino acompañadode otras personalidades, en las que se desta-ca, en grado superlativo, una figura casi des-conocida de los comienzos de la Argentina;el primer “hereje” argentino: FranciscoHermógenes Ramos Mexía (1773 - 1828),estanciero y profeta milenarista.4 Algunoshistoriadores adventistas argentinos no du-dan en identificar a este último como el pri-mer adventista del séptimo día, dieciséis añosantes del Gran Chasco de 1844.5 Si bien elpropósito general de esta invención está eníntima conexión con el “movimiento mun-dial”, e incluido en cierto modo en él, se pre-senta aquí un objetivo particular: la existen-cia de raíces adventistas propias en la Ar-gentina como forma de otorgarle razón, legi-timidad y sentido a la existencia, desarrolloe institucionalización de esta iglesia cristia-na en nuestro país.

Tomando en cuenta estas consideraciones,pasaremos a conocer, en primer lugar, quié-nes fueron y qué hicieron Lacunza y RamosMexía, para así luego poder discernir cuáles, y por qué, el papel que ocupan en la tra-dición adventista argentina.

Manuel Lacunza y La Venida del Mesíasen Gloria y Majestad

A fines del siglo XVIII, un jesuita chilenollamado Manuel Lacunza y Díaz (1731-1801),6 exiliado en el Norte de Italia luegodel decreto de Carlos III (1767), se dedicó a

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escribir la única e ingente obra de su vida:La Venida del Mesías en Gloria y Majestad.Hoy nos resulta difícil, a primera vista, pen-sarla como una obra capital en el marco delpensamiento religioso de su época, y muchomenos imaginar la importante influencia queejerció en los albores de la independenciaargentina.

Finalizada en 1790, recién editada en 1812o 1813, pero ya divulgada a partir de 1785en copias fragmentarias que circularon porEuropa y América,7 esta vasta obra de aproxi-madamente 1.500 páginas (reunidas en edi-ciones de 3 o 4 tomos) generó una impresio-nante conmoción en el ambiente religioso delmomento. El tema central del libro es explí-cito: el retorno y el reino futuro de Cristo enla tierra.

Aunque su deseo no era contraponerse ala autoridad romana, percibió los problemasque esta polémica obra podría generar den-tro del campo católico, cuestión nodesvinculada de su condición de jesuita des-terrado y exiliado. Fueron éstas las razonesque lo llevaron a registrar la misma bajo elseudónimo de un “hebreo cristiano” llama-do Josaphat Ben-Ezra. Cierto fue su temorpues sabemos que generó miradas “suspica-ces” por parte de la Inquisición.8

En una época de profunda crisis y con-vulsiones políticas y socioeconómicas, enEuropa con la Revolución Francesa, el im-perio napoleónico y la Restauración o SantaAlianza (1815) y en Sudamérica con el pro-ceso emancipador, la teoría milenaristalacunziana encontrará un eco favorable enambos continentes; aunque los motivos, cau-sas o razones difirieran sustancialmente.

La difusión y resignificación de creenciaso ideas religiosas adquiere en la historia delcristianismo occidental un papel preponde-

rante en la conformación de nuevos movi-mientos religiosos que surgen de su seno.Dentro de la misma el efecto que produjo laobra del jesuita chileno tuvo una significati-va trascendencia, junto a una multiplicidadde factores, en la creación de diversas pers-pectivas teológicas y, en algunos casos, denuevos grupos religiosos. Lo más peculiarde esta influencia fue el campo cristiano endonde se desarrolló. En Europa la repercu-sión tuvo un giro tal vez inaudito, pues sibien dentro de la jerarquía y ortodoxia cató-lica encontraría una controversia profunda,no ocurriría lo mismo en la otra extensa yheterogénea corriente de la cristiandad occi-dental: el protestantismo.

Edward Irving (1792 - 1834), pastor pres-biteriano escocés que hacia 1820 comienzaa preocuparse por las profecías y predica ladoctrina del retorno de Cristo y la instaura-ción del Milenio, traduce al inglés en 1825la obra del chileno, bajo el título de Ben Ezra(Vaucher, 1970: 54).9 Además, las “confe-rencias proféticas” realizadas por HenryDrummond en su propiedad de Albury Parkentre 1826 y 1830 contribuyeron a que sedifundiera en Inglaterra las ideas del jesuitasudamericano. El fervor apocalíptico ymilenarista de estos dos anglosajones, inspi-rados, críticamente, en La Venida del Mesíasen Gloria y Majestad, llevó a la gestación deun nuevo grupo religioso: la Iglesia CatólicaApostólica, fundada entre 1832 y 1835 y quehoy continúa, teniendo una tímida presenciaen nuestro país, bajo el nombre de IglesiaNueva Apostólica (Mayer, 1990: 33;Vaucher, ibid: 56).

Similar fue el caso del movimiento de laAsamblea de Hermanos (Brethrenmovement), también conocido como“darbista”, haciendo alusión a uno de sus

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fundadores John Nelson Darby (1800 -1882). Fue éste un movimiento milenaristade corte ascético, con ecos anabaptistas deorganización espontánea de adeptos, sin je-rarquías institucionales ni ritualismo litúrgi-co.10 En lo referente a su escatologíamilenarista la influencia lacunziana tuvo tam-bién un peso decisivo (Vaucher, 1970: 57).

Entre 1825 y 1830 el Ben Ezra traducidopor Irving, cruza el Atlántico y llega a ma-nos de William Miller, ya inmerso para eseentonces en el estudio de las profecías bíbli-cas. La intelectualidad del jesuita, la riguro-sidad de su análisis hermenéutico y la lógicaen que fundamentaba sus proposiciones re-percutieron en el pensamiento de Miller yen la consiguiente creación, a principios de1830, del movimiento del Segundo Adveni-miento, movimiento fundador, del que añosdespués surgiría la IASD.

En América del Sur La Venida delMesías... lejos de pasar inadvertida determi-nó asimismo un efecto de lo más peculiar.En Buenos Aires, es en 1787 cuando se tie-ne la primer noticia sobre un “Papel Anóni-mo”, la que originó que el Virrey Loreto, lue-go de una breve investigación y una impug-nación del abogado cordobés DalmacioVélez Baigorri (1731-1799), decidiera remi-tir al Comisario del Santo Oficio todos losejemplares que se hubieran recogido del mis-mo (Chanetón, 1920; Vaucher, 1970). Peroesta cuestión no dirimió, ni mucho menos, elcreciente interés por la obra del jesuita “mi-lenario” en la futura República Argentina.

A comienzos de la gesta revolucionaria,teniendo en cuenta la conmoción que la mis-ma produjo en la sociedad en general, inclu-yendo a la Iglesia Católica, con un clero tam-bién dividido entre la adhesión a la “madrepatria” o a la causa libertadora, la obra de

Lacunza “vuelve” al Río de la Plata. Y seráprecisamente en la facción revolucionariadonde las creencias milenaristas del jesuitachileno encontrarán una importante convul-sión. La utopía milenarista de una “TierraNueva”, que acabara con la injusticia, la opre-sión y la desigualdad entre los hombres atra-pó también a diferentes personalidades de lallamada Revolución de Mayo. América pasóa simbolizar así a este “Nuevo Mundo” enllana oposición al “mundo viejo y decrépi-to” que representaba Europa. Ligada a idea-les liberales y progresistas, inspirados en laRevolución Francesa y en la democracia nor-teamericana, esta Revolución de Mayo -comoMonti (1966) comprobó- no estuvodesvinculada de la problemática religiosa. Ala par de sociedades secretas, donde se des-tacó la masónica “Logia Lautaro” con su clarafinalidad política de realizar el ideal de Mayo,declarar la independencia y organizar la Re-pública,11 hubo otros hombres que canaliza-ron estos mismos ideales proyectándolos enuna utopía milenarista. Fue en estos últimosdonde La Venida del Mesías... jugó un sin-gular papel.

Sarmiento fue tal vez el único de los inte-lectuales y políticos que no sólo dedicó unpárrafo, en sus Recuerdos de provincia(1850), a la memoria de Lacunza sino quepercibió de un modo sutil e inteligente laconexión histórico-social y religiosa de suacogida rioplatense:

Hay raras manías que aquejan al es-píritu humano en épocas dadas, cu-riosidades que vienen no se sabe porqué, como si en los hechos presentesestuviese indicada la necesidad desatisfacerlas. A la piedra filosofal queprodujo en Europa la química, se su-

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cedió en América la cuestión famosadel milenario (...) Lo que es digno denotarse es que, pocos años despuésde producidos los milenarios apare-ció la revolución de la independen-cia de la América del Sur, como siaquella comezón teológica hubierasido sólo barruntos de la próximaconmoción.

Dos hombres fueron, en modo especial,los que vieron en esta obra la manifestaciónde una señal. Uno fue bastión innegable dela independencia argentina, además de cató-lico devoto de vasta cultura e impregnadoprofundamente por las creencias milenaristasdel chileno; el otro, personaje “maldito” denuestros orígenes, apoyó también con fervorla causa independentista, pero aunque de for-mación católica, impugnó radicalmente laautoridad hermenéutica, política y social dela Iglesia de Roma y en la soledad de la pam-pa, junto a tehuelches, pampas y ranqueles,erigió una “extraña herejía”. El primero deestos hombres es Manuel Belgrano,12 prócerindiscutido de nuestro país; el otro es el “granheresiarca del Sud”: Francisco HermógenesRamos Mexía (1773-1828).

Belgrano conoció, a través del dominicoFray Celestino Guerra, “una prolija y exactacopia manuscrita” de dicha obra y fascinadopor el contenido de la misma la llevó a Lon-dres, en su viaje diplomático de 1815, paraeditar allí unos 1.500 ejemplares (Priora,1977: 14). Fue la primera edición completay original de La Venida del Mesías en Glo-ria y Majestad. Uno de estos ejemplares fueencargado por Ramos Mexía, quien ya co-nocía la obra y la había copiado a mano delnombrado manuscrito del dominico Guerra(Priora, 1994: 14). Es ésta una edición de

cuatro tomos, realizada en la Imprenta deCarlos Wood, y consta de un prólogo escritopor el mismo Belgrano titulado “El Editor alos Americanos”.13 El motivo que lo inspiróa redactar este prólogo es de carácter tantopolítico como religioso, entrelazandoindisociablemente la capacidad intelectual ypor ende política de los americanos, juntocon sus deseos utópicos de crear una nuevasociedad; dejando entrever también no unmero interés personal de tipo filantrópico porla obra sino una común atracción de muchos“apasionados”.14

Francisco Hermógenes Ramos Mexía: unprofeta milenarista en los comienzos de laArgentina.

Y he de ser sol yo mismoy prestarle coloral mar pálido, inmenso,de la Divinidad.

Angelus Silesius

Nació el 20 de noviembre de 1773 en Bue-nos Aires. Su padre don Gregorio Ramoshabía sido Regidor del Cabildo durante cua-renta años. Estudió en el Real Colegio de SanCarlos y a los 10 años ingresa en el RealColegio Seminario de la Purísima Concep-ción de la Virgen.

En 1797 ya alejado del seminario, es de-signado por el virrey Arredondo como JuezSubdelegado de Hacienda en Tomina, Inten-dencia de la Paz, Alto Perú. En 1801 se tras-lada, con el mismo cargo, a Pacaxes, territo-rio ubicado en la alta meseta que rodea alLago Titicaca (Pico, 1996). Continuó desa-rrollándose intelectualmente en la prestigio-

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sa Universidad de San Francisco Xavier,Chuquisaca (Charcas), donde junto a mon-jes franciscanos e intelectuales jesuitas estu-dió leyes y amplió sus conocimientos en fi-losofía, teología y lógica (Priora, 1994). En1804 se casó con María Antonia de Segurola,hija de Sebastián de Segurola, gobernadorintendente de La Paz, y de María JosefaRoxas y Foronda,15 cuyos familiares eran po-derosos hacendados dedicados a la explota-ción de la coca. Fue principalmente a raíz deesta experiencia donde conoce y contacta porprimera vez a las culturas indígenas del lu-gar, sumidas en una explotación económica,política, social y cultural. Los estudiosos deRamos Mexía no dudan en afirmar que fueahí donde surge, al menos en un sentido prag-mático, su notable percepción de la proble-mática de los indígenas en las tierras usurpa-das por la Corona Española.16

Al terminar las invasiones inglesas regre-sa a Buenos Aires junto con su mujer y ad-quiere, el 22 de Octubre de 1808 la estanciaLos Tapiales (en el actual partido de La Ma-tanza, Gran Bs. As.).

Durante 1810 desarrolló una importanteactividad cívica desempeñándose como Re-gidor del Cabildo de Buenos Aires y se unióal Colegio Municipal de Buenos Aires don-de fue designado Defensor de Menores.17

El 23 de Noviembre de 1811 le fue ofre-cida la vara de Alcalde de Primer Voto, querechaza, y decidido por completo, parte jun-to a su familia a plena pampa, cruza la fron-tera sur de Buenos Aires (el río Salado) ycerca de la laguna Kaquel Huincul se dispo-ne a fundar su estancia Miraflores.

Reuniendo a caciques pampas, tehuelchesy ranqueles negocia con ellos la compra desus tierras, ya que los consideraba dueñoslegítimos de las mismas, y les permite man-

tener dentro de ellas sus propias tolderías.Ahí construirá y pondrá en práctica su pro-pio sistema religioso en donde habló a losindios acerca del fin del mundo y del adve-nimiento de una nueva era de paz, armonía yjusticia y los defendió contra los sucesivosataques del ejército y los terratenientes de lazona. Fue así como generó una profunda einnovadora relación con los pueblos aborí-genes de la región y, simultáneamente y de-bido a esto, una gran aversión ante las auto-ridades eclesiásticas, los gobernantes de tur-no, y los vecinos colonizadores, dentro delos cuales se encontraba el famoso y futurodictador Juan Manuel de Rosas.18 El puntoculminante tuvo lugar a raíz de un decretofirmado el 11 de diciembre de 1821 por el“gran estadista liberal” Don BernardinoRivadavia.19 A partir de allí Ramos Mexía esobligado a dejar la pampa, con expresa pro-hibición de volver a pisar Miraflores, y con-finado en reclusión domiciliaria en su estan-cia Los Tapiales, sitio donde vivirá hasta sutemprana muerte ocurrida el 5 de mayo de1828.

Escritos ambos a fines de 1820, encontra-mos los dos únicos documentos personalesque han perdurado: una carta dirigida al Go-bernador Marcos Balcarce donde manifiestasus concepciones político sociales en rela-ción a la cuestión indígena y El Evangeliode que responde a la Nación el CiudadanoFrancisco Ramos Mexía, fechado el 28 deAmérica de 1820; figurando también un bre-ve anexo titulado Compendiacion, datado “enel año del diluvio universal de 4777”.20 Jun-to a éstos deben sumarse las diversas y nu-merosas inscripciones hechas al margen desu ejemplar de La Venida del Mesías..., delcual según confirmó Ricci (1929), sólo lostomos III y IV subsistieron, habiendo sido

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publicadas éstas anotaciones por el mismoautor.

Todo aborigen y gaucho era recibido apuertas abiertas para trabajar y asentarse enterritorio de Miraflores, de esto dan testimo-nio todos los historiadores y fuentes mismasde la época. Pero debemos tener en claro queen Ramos Mexía su pensamiento religioso,autónomo y disidente, siempre estuvo liga-do al deseo de ser comunicado, de predicar-lo a todo aquel que se acercara, sea a traba-jar o no, a su estancia pampeana. Este es, sinduda, uno de los hechos que más molestó alas autoridades; el que lo convertía, a los ojosde éstas, en un nítido “heresiarca”. Observa-do desde el presente, este hecho puede sercapital, pues nos hablaría tal vez como pre-ludio de la gestación de un incipiente movi-miento religioso.

El ingresar a Miraflores conllevabairreductiblemente escuchar la prédicamilenarista del Profeta estanciero y ser par-tícipes de los servicios religiosos que él mis-mo oficiaba (Scenna, 1968: 82). Cuestión quederivó en la incorporación de un sistema decreencias y prácticas religiosas por parte delos indios y gauchos que se asentaron en esteterritorio. Estás fueron conocidas por los in-dígenas y demás habitantes de su estancia ycercanías como la “Ley de Ramos”.21

Del culto religioso que Ramos Mexía efec-tuaba poco se sabe, salvo el hecho de que secelebraba el día Sábado, cuestión que comoluego se verá representa uno de los hechoscapitales por los que la IASD considera a estepersonaje como su precursor nativo. Unafuente histórica parece corroborar este he-cho, las acusaciones que el cura ValentínGómez levantara contra él a fines de 1821,siendo ésta una de las causas determinantespara ser acusado como hereje, junto a la sos-

pecha de que también oficiaba casamientos.22

En la estancia las bebidas alcohólicas y eljuego estaban radicalmente prohibidos, aligual que las uniones ilegítimas, concubinatoso poligamia (Scenna, 1968: 82). Nunca tuvoproblema alguno con los indios llegando aser, según afirman, “un pontífice querido yrespetado”.

Para adentrarnos en su pensamiento polí-tico-religioso y en su peculiar teología es pre-ciso recurrir a los ya comentados escritos.

En primer lugar, el Evangelio de que res-ponde ante la Nación el Ciudadano Fran-cisco Ramos Mexía, de 1820, el único escri-to “metódico” que se conserva.23 Constituyeun pequeño tratado de 15 páginas, escritasen un lenguaje densamente hermético y com-plejo, con profusas frases en latín, entremez-cladas en citas bíblicas y referencias aLacunza y su obra. El mismo se establece,sin dudarlo, como su “Manifiesto Político ySociorreligioso”, que trasluce claramente sucarácter de profeta milenarista, teniendo encuenta, en grado especial, las siguientes ca-racterísticas:1) comunicación personal con la divinidad.2) mensaje con pretensión directa de autori-dad religiosa.3) deseos de reformar la comunidad.4) creencia en un inminente cambio radicalen el orden social existente.24

Un segundo lugar, las anotaciones hechasal margen de La Venida del Mesías en Glo-ria y Majestad,25 reveladas por Ricci y algu-nas de ellas publicadas en 1923. En diálogo“directo” con Lacunza, Ramos Mexía pole-miza, en latín y español, cuestiona y refutamuchos de los principios teológicos católi-cos que envuelven toda la obra lacunziana.Son comentarios escuetos pero de conside-rable valor pues a partir de ellos podemos

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dilucidar varias de sus concepciones religio-sas en oposición a la iglesia de Roma y enconsiderable parentesco con la perspectivaprotestante. La impugnación a la autoridadhermenéutica de la Iglesia Católica encuen-tra aquí su más clara manifestación. Sinteti-cemos pues los de mayor importancia:1) La Biblia representa la única norma de fey doctrina.26

2) La salvación se obtiene sólo por fe en Cris-to.3) Sólo Cristo y los apóstoles constituyen elfundamento legítimo de la iglesia cristiana.27

4)Rechazo del dogma de latransubstanciación por considerarloidolátrico.28

En tercer lugar, la carta que escribe al Go-bernador Marcos Balcarce a fines de 1820.Esta declaración de principios sociopolíticoses esencial para intentar comprender la rela-ción que estableció con las culturas indíge-nas del lugar y su original concepciónamericanista. En 1820 encabeza, junto aRamón Ezeiza, las tratativas de paz con lasautoridades nacionales actuando como pro-curador de los indios. En su estanciaMiraflores, como espacio que legitimaba lasinceridad de un acuerdo honrado y pacífi-co, y en nombre de todos los caciques ycapitanejos del sur, se hicieron presentes loscaciques Ancafilú, Tacumán y Trirnin, lle-gando finalmente a un acuerdo general el 7de Marzo de 1820 (Scenna, 1968: 85).29 Me-ses después de firmado el tratado, el acuerdoes violado por parte de las autoridades gu-bernamentales, siendo éste el motivo princi-pal que impulsó a Ramos Mexía a escribirdicha carta. El profetismo americanista si-gue siendo la piedra angular de su originalpensamiento:

(Sor. Gral. Dn. Domingo Arévalo),que. acaba de llegar al arribo de unchasque de los Indios de Chapaleofú.con quienes contamos para reunir losparlamentos necesarios de losTehuelches, y de los Ranqueles, etc.etc. Toda la América y todo el nuevoMundo debe contar conmigo porquedebo contar con el espíritu de vidade que somos los últimos Ministrosquanto lo somos del Evangelio. Luc.17 vv. 15. 22. Una cosa sola es quantofalta, pues Dios lo quiere así: Faltaqe. el Pueblo nos oiga, pues qe. estepaso es el centrico punto de apoyode toda la felicidad, así como la com-pleta ruina de todos los Visionarios,esos que. son conductores por me-dio del Espíritu de temulencia de susabiduría de quantos Indios ó Ame-ricanos son conducidos á quantoshorrores y depredaciones vemos de-rramar como, como de un Río, porlos campos hasta por las calles. (én-fasis agregado).

La invención adventista: afirmaciones yvaguedades

La construcción de la memoria históricade la IASD, su identidad como “iglesia re-manente del cristianismo universal” y la uto-pía milenarista del inminente advenimientodel Mesías, tiene en Lacunza a uno de susfundamentales actores. Para esta iglesia eljesuita chileno es el “protofundador” del mo-vimiento adventista en los tiempos moder-nos; “ese movimiento adventista agrupó ainvestigadores y divulgadores de envergaduraen casi todos los continentes (...) En primer

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lugar, al sacerdote jesuita chileno ManuelLacunza y Díaz autor de una formidable obratitulada La Venida del Mesías”, escribió elhistoriador adventista argentino Juan CarlosPriora (1994).

Así como Lacunza es considerado el pio-nero protofundador del adventismo moder-no, Francisco Hermógenes Ramos Mexía es“el primer adventista del séptimo día de lostiempos modernos” (Priora, 1994: 15). Sien-do, por ende, el primer adventista america-no, es el precursor telúrico de esta denomi-nación religiosa, y es por medio de la apro-piación que hacen de su vida y creencias re-ligiosas, como partícipes de una HistoriaSagrada en común inspirada por Dios paracomunicar el advenimiento inminente de suReino, lo que permite que la memoria del“primer hereje argentino” aún perdure y seconstituya como referente y predecesor na-cional de esta iglesia.

En 1977 la iglesia adventista argentinaedita un libro titulado Este es nuestro Dios,en donde dedica todo un capítulo a la vida yobra de Ramos Mexía, denominado “Origendel Pensamiento Adventista en el Río de laPlata” (1977:82-83). El mismo comienza de-clarando su objetivo principal: infundir aladventismo una tradición nacional, tan anti-gua como la independencia misma de nues-tro país:

Cuando se habla del origen deladventismo en el Río de la Plata, secae en la afirmación ligera de atribuiresa doctrina capital del cristianismoa pensadores extranjeros. Es fácildemostrar que no es así. En primerlugar, porque no se trata de unaideología creada por hombres, ni dereciente divulgación. Dios es el

creador de esta doctrina (...) En estetrabajo nos referiremos a un patricioargentino que vivió orientado ysostenido por la esperanza del regresode Jesús. Este patricio, que vivió enlos albores de la patria, fue FranciscoRamos Mexía (...) El Señor siempretuvo sus ‘luceros’ en todomovimiento de reforma, y estamosconvencidos de que Ramos Mexíafue el ‘lucero’ de la reforma religiosaargentina.

Ahora bien, es preciso declarar que tantola historia del jesuita chileno como la del pro-feta pampeano no han sido sólo investiga-das, dentro del campo religioso, por losadventistas del séptimo día. Laexcepcionalidad radica en que sólo éstos lahan apropiado como exclusivamente perte-necientes a su tradición denominacional.Pablo Besson, pastor bautista de amplia vi-sión ecuménica, ya en 1923 escribió un artí-culo acerca de Lacunza, su obra y la ediciónde Belgrano.30 Pero sin duda es Daniel Monti(1966; 1969), lúcido historiador ligado a laIglesia Metodista, quién más ha profundiza-do en la historia e influencia de estos dospersonajes. Es interesante señalar un par deobservaciones al respecto, pues nos permiti-rán establecer una comparación acerca de ladiversidad de significados atribuidos a estasfiguras por parte de los adventistas y de otracongregación protestante.

Para Monti (1966) la importancia deLacunza y su obra no radica en su rigurosaexégesis bíblica acerca de la “Segunda Veni-da de Jesucristo”, tópico sí esencial para losadventistas, sino en el hecho de presentarsecomo instrumento de renovación religiosa enel Río de la Plata a comienzos del siglo XIX.

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En este espacio geográfico el interés por lalectura personal de la Escritura en el idiomanacional, uno de los grandes bastiones de laReforma protestante, debe a Lacunza, segúnla hipótesis de Monti, su mechadisparadora.31

Con respecto a Francisco Ramos Mexía,Monti, en su libro La preocupación religio-sa en los hombres de Mayo (1966), tambiéndedica un capítulo especial: “La heterodoxiade Francisco Ramos Mejía. Un ensayo deprotestantismo autóctono en la pampa argen-tina a principios del siglo XIX”.32 El propó-sito fundamental del autor es demostrar uninevitable paralelo -aunque al margen de unainfluencia externa- entre los principales pos-tulados de Ramos Mexía y aquellos que ca-racterizan globalmente al protestantismo.Pero hay un punto de quiebre, el que a suvez nos permitirá desembocar en la inven-ción adventista, el tema del sábado: “El úni-co punto en que Ramos Mejía deja de con-cordar con el espíritu del protestantismo essu sabadismo ” (Monti, ibid: 57).

En ninguno de sus dos ensayos Monti hacereferencia alguna a la IASD y la importanciaque la misma atribuye tanto a Lacunza comoa Ramos Mexía. Sí cita, aunque desconocien-do o negando su filiación adventista, al eru-dito lacunciano Alfred Vaucher (Monti, 1966:31). Esto induce a pensar, de algún modo,que según la perspectiva de este autor, másallá de haber conocido o no el casoadventista, esta iglesia se encontraría fueradel campo protestante, debido precisamentea la cuestión sabática.

Los adventistas del séptimo día tambiénreconocen la semejanza existente entre cier-tas doctrinas sostenidas por Ramos Mexía ycreencias esenciales del protestantismo, peroel énfasis particular, es decir el que hace de

él “el primer adventista del séptimo día delos tiempos modernos”, tiene como base dosde ellas: el inminente advenimiento de Jesúsy la elección del Sábado como día de des-canso. En el centenario de esta iglesia ennuestro país un destacado miembro, WernerMayr director de la Revista Adventista, re-afirmó esta idea:

Entre los personajes mencionadosdurante la conmemoración, los ora-dores hicieron referencia al jesuitachileno Manuel Lacunza y Díaz“como precursor de precursores deladventismo”. También destacaron alilustre patriota argentino FranciscoRamos Mejía, por el hecho de queademás de abrazar la esperanzaadventista como resultado de cono-cer los escritos de Lacunza, enseñó ala gente a guardar el sábado de acuer-do con el Decálogo, práctica que loidentifica como precursor de precur-sores del adventismo del séptimodía.33

Es posible afirmar que desde 1977 hastael presente ha habido un progresivo interéspor parte de ciertos historiadores adventistas,pero en grado especial por la cúpula deladventismo argentino, en fundar estas raícestelúricas apropiando la historia de FranciscoH. Ramos Mexía.

¿Y los fieles?Aquí encontramos la otra cara de la mo-

neda, cara que demuestra, sin duda, una con-siderable vaguedad, tiñendo todo el fenóme-no Ramos Mexía - IASD de una no menorambigüedad.

El primer adventista con quien hablé so-bre este tema, un pastor de 44 años pertene-

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ciente a la Iglesia de Florida, resaltó la im-portancia que tenía para la iglesia la obra deLacunza, pero al referirse a Ramos Mexíasus palabras no dejaron de asombrarme.

“Mirá de Ramos Mejía la verdad esque mucho no conozco, para esotendrías que hablar con unespecialista, el Profesor Priora, quevive en Puígari y da clases en laUniversidad Adventista del Plata.Ahora, es un tema que igual meinteresa así que te pediría, si podés,que me prestes o fotocopies estematerial que vos tenés”

Este breve comentario es digno de tomar-se en cuenta, pues a partir del mismo tendránacimiento uno de los primeros vínculos re-cíprocos que establecí con un adventista: elpastor me regaló un ejemplar del ConflictoCósmico, de Ellen White, y una edición es-pecial de la Revista Adventista sobre “las 27creencias fundamentes de la IASD”, así comotambién me prestó dos libros sobre la histo-ria denominacional. Por mi parte, me com-prometí a fotocopiarle dicho artículo sobreRamos Mexía y entregárselo el sábado si-guiente cuando fuera a la Iglesia.34 Y así lohice. Lo peculiar de esta anécdota radicó enel hecho de que yo iba en busca de más in-formación sobre “el primer hereje argenti-no”, e inversamente me encontré dando lopoco que poseía.

Aquí se inicia una intuición que, lejos dehaberse disipado, fue afianzándose a medi-da que la experiencia en el campo iba cre-ciendo: el conocimiento sobre Ramos Mexíadel común de los adventistas es escaso y frag-mentado, o bien nulo.

En Villa Gral. Libertador San Martín (Pcia.

de Entre Ríos), centro “neurálgico” yfundacional del adventismo argentino, tuvela oportunidad de charlar con un joven de 26años, “adventista de cuna” y recién egresadode la carrera de Ciencias Económicas de laUniversidad Adventista del Plata, que habíaido al colegio adventista denominado justa-mente Francisco Ramos Mejía.35 Al pregun-tarle sobre el mismo contó una sugestiva his-toria personal.

“Me acuerdo una vez, estaría en sép-timo grado o primer año, que vinoun pastor de otro colegio, creo queera de acá, y nos preguntó si sabía-mos quién había sido Francisco Ra-mos Mejía. Y el tipo medio que seenojó cuando nadie levantó la mano,por que en realidad no sabíamosnada, más que tenía alguna relacióncon Lacunza. Y bueno, después deeso nos contó un poco la historia deRamos Mejía y en las cosas que élcreía...”

Al conversar con un educador adventista,de 37 años y perteneciente al InstitutoAdventista Florida “BernardinoRivadavia”,36 le pregunté específicamente -recordando el testimonio precedente- si den-tro del plan educativo se encontraba regis-trado el estudio de la historia, vida y obra deLacunza y Ramos Mexía. Su respuesta mesorprendió aún más.

“No es visto en la escuela secunda-ria, y si lo es, es muy someramente.Sí es más visto a nivel universitario.En la escuela de Teología algo se ve.Pero como Lacunza y Ramos Mejíanos acompañaron en el advenimien-

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to de Cristo, pero no en otras doctri-nas, como por ejemplo el sábado, di-gamos que no son considerados comooriginadores del movimiento adventistadel séptimo día, sino más bien comooriginadores del movimiento adventistasolamente, que es parte de nuestra iden-tificación denominacional ¿no?.”

Ciertas deben ser sus palabras pues él mismo,como habremos notado, desconocía no sólo elhecho histórico que Ramos Mexía habíainstaurado el sábado como día de culto, sino,en grado especial, la manipulación simbólicaque la IASD argentina ha estado realizandosobre la figura del “heresiarca”.

En la Iglesia de Florida, el pastor de distritome comentó que estando él en la Iglesia dePalermo conoció a una tataranieta del “Patriar-ca Ramos” -según sus literales palabras- queera adventista.37 También allí, crucé unas pala-bras al respecto con el arquitecto Julio Podestá,edificador de dicha iglesia, hombre sumamen-te afable y muy respetado dentro de la comuni-dad y especial apasionado por la historia deRamos Mexía. Este mismo laico realizó unapredicación, promulgada en ese templo, acer-ca del “adventismo como movimiento proféti-co”, oportunidad en la que construyó una líneahistórica que parte de los profetas hebreos, hastallegar a la emblemática Ellen White, haciendohincapié en los ilustres casos del chilenoLacuzna y, en grado superlativo, de “nuestro”profeta pampeano.

Continué preguntando a diversos fieles acer-ca de este personaje, algunos no lo conocían,otros sólo sabían que “vivió a principios delsiglo pasado y que creía en la segunda venidade Cristo”.

Consideraciones finales

Como afirma Briones (1994), uno de loselementos fundamentales que aportó el in-fluyente libro de Hobsbawn y Ranger TheInvention of Tradition (1983) fue el hechode invertir la casuística dominante en la in-vestigación histórica -sintetizada en la pre-gunta ¿cómo el pasado se “refleja” en el pre-sente?- “para iniciar una investigación siste-mática acerca del cómo el presente organi-za, reconstruye e interpreta el pasado”(Briones, ibid: 101). Dos cuestiones funda-mentales pueden desprenderse de este hecho,en primer término –y tal como argumentanHandler y Linnekin (1984)- considerar a todatradición como una construcción simbólica,un “modelo del pasado” inseparable de lainterpretación de la tradición en el presen-te;38 en segundo término, tener en claro elcontexto histórico, social, político y econó-mico, en donde se inscriben estas interpreta-ciones y recreaciones del pasado.

Es preciso manifestar, teniendo presentelos tópicos señalados, que la noción de “in-vención de la tradición adventista” está des-provista de toda carga peyorativa, pues noalude a un elemento espurio o falso de la his-toria de este grupo religioso, sino a la cons-trucción de una continuidad histórica quede sentido y legitimidad al presente de estaiglesia en la Argentina.39

Pero sin embargo, la legitimación se gana-como argumenta MacDonald (1995: 43)- porla creencia en la tradición, pero para creeren algo es preciso conocerlo previamente. Eladventismo argentino, es posible concluir, habuscado crear unas raíces nativas del movi-miento reapropiando la historia de Francis-co H. Ramos Mexía, pero este proceso o bienaún está en formación, y tal vez dentro de 10

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años los adventistas jóvenes o grandes, “decuna” o conversos, conozcan al “PatriarcaRamos”, o bien su figura y memoria quedarárestringida al conocimiento de algunos eru-ditos y a publicaciones oficiales de la IASD.

Notas

1. Este trabajo es parte de una investiga-ción más amplia, etnográfica e históri-ca, sobre la IASD y su mentalidad utó-pica, titulada precisamente: Utopía ymilenarismo en la Iglesia Adventistadel Séptimo Día (m. i.).

2. “Así como la Reforma del siglo XVI,el movimiento adventista apareció endiferentes países al mismo tiempo.Hombres de fe fueron inducidos a es-tudiar las profecías y vieron evidenciasconvincentes de que el fin era inminen-te” (White, 1992: 177).

3. Esta sentencia corresponde a una ver-sión completa de El Conflicto de losSiglos (1971) y es la traducción másliteral del original en inglés The GreatControverse (1858). En la edición po-pular y condensada, Conflicto Cós-mico (1992: 180), encontramos un pe-culiar cambio u omisión: “EnSudamérica, Lacunza, un jesuita chi-leno, recibió la verdad del pronto re-greso de Cristo”. Es posible vislum-brar aquí un proceso deaggiornamiento en la traducción delgran libro de historia adventista, enel sentido de ir tamizando en formaprogresiva los radicales juicios que la-según la denominación nativa- “plu-

ma inspirada” realiza, especialmen-te, sobre la Iglesia Católica Apostó-lica y Romana.

4. “En el Río de la Plata no es posible se-ñalar algún movimiento en disidenciacon la religión tradicional, y menos queamenazara resquebrajar su compactacontextura jerárquica. Si entendemospor disidencia (de disidir, separarse dela común doctrina, creencia o conduc-ta) una clara y definida actitud de di-sentimiento y oposición nacida del senomismo de la comunidad religiosa a laque se pertenece, sólo podemos seña-lar el excepcional caso de FranciscoRamos Mejía” (Monti, 1969: 25).

5. Dentro de éstos debemos destacar a JuanCarlos Priora, historiador y profesor exclu-sivo del Colegio y la Universidad Adventistadel Plata. He tenido la oportunidad de con-versar personalmente con él en Villa Gral.Libertador San Martín (Entre Ríos), en don-de, aparte de compartir gran parte de la bi-bliografía sobre este desconocidomilenarista argentino, me comentó que vie-ne preparando su Tesis de Doctorado en laUniversidad Nacional de Córdoba, titulada“El pensamiento independiente del patri-cio Don Francisco Hermógenes RamosMexía”.

6. Manuel Lacunza y Díaz nació en San-tiago de Chile el 19 de Julio de 1731,estudió en el Colegio de San FranciscoXavier y en 1747 fue admitido en laCompañía de Jesús. Residió en su paísoriginario hasta que en 1767, a causade la expulsión de la orden de todo elterritorio perteneciente a España, se

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traslada a Imola, norte de Italia, dondevivirá hasta su muerte el 17 de Juniode 1801 (Vaucher, 1970: 10).

7. “No hay, probablemente, -comentaChanetón (1928: 23) al respecto- ejem-plar de libro alguno que haya alcanza-do, antes de salir a luz en letras de im-prenta, difusión más amplia y de ma-yor resonancia”.

8. El punto cumbre dentro de la jerarquíacatólica vino dado por un decreto fe-chado el 6 de Septiembre de 1824 queintrodujo La Venida del Mesías en Glo-ria y Majestad en el Índice de los li-bros prohibidos (Chanetón, ibid: 24).

9. Alfred Felix Vaucher representa a unode los más grandes eruditoslacunzianos. Francés, historiador ymiembro de la Iglesia Adventista delSéptimo Día, a fines de 1930 quedaimpactado por la obra del jesuita y sedecide a estudiar la vida y la influenciade La Venida.... en el ambiente religio-so de la época. En 1941 publica su obrafundamental: Une célébrité oblieé. LeP. Manuel de Lacunza y Díaz (1731-1801) de la Societé de Jesús auteur de“La Veneu du Messie en gloire etmagesté”. En 1970 la IASD publica enespañol un compendio sobre Lacunzaescrito por el propio Vaucher: Lacunza.Un heraldo de la Segunda Venida deCristo, libro del cual, gracias a la gen-tileza del director de la Biblioteca de laUniversidad Adventista del Plata, Pas-tor Isaías Gullon, he podido extraer granparte de mi conocimiento sobre esta“olvidada celebridad”.

10. En el capítulo 5 de Símbolos Naturales(1978:24), Mary Douglas toma algunosejemplos de la vida de este predicadormilenarista para dar cuenta acerca desu hipótesis sobre la mutua relaciónentre control corporal y control social.Su exacerbado ascetismo unido a su“dejadez” corporal, el ‘abandono de símismo’, encuentra una correlación, se-gún la hipótesis de la autora, con suadversidad hacia toda forma deritualismo y organización eclesiástica.De este modo “el control corporal cons-tituye una expresión del control socialy el abandono del control corporal enel ritual responde a las exigencias de laexperiencia social que se expresa”.

11. Establecida en Buenos Aires entre mayoy junio de 1812, la Logia Lautaro fuecreada por San Martín, Alvear yZapiola. Los tres eran masones y seiniciaron primeramente en España enla Logia Caballeros Racionales Nº 7,para fundar luego en Inglaterra la Lo-gia Caballeros Racionales Nº 3. La fi-nalidad de la misma era “mirar por elbien de la América y de los america-nos” y su iniciación exigía una sangríay que el neófito penetrara con los ojosvendados (Canter, 1942: 50). Esta lo-gia será el núcleo original de la futuraLogia Lautaro y sociedad secreta a lacual se incorporaron varios revolucio-narios sudamericanos como San Mar-tín, Alvear, Zapiola y los chilenosO’Higgins y José Miguel Carrera(Canter, 1942).

12. El historiador Boleslao Lewin formu-ló al respecto: “La preocupación inte-

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lectual de Belgrano -cosa no sabida consuficiente amplitud- abarcaba camposmuy variados, y...hasta no sospechadosgeneralmente; como el lacunzismo,para llamar de algún modo esa teoríamilenarista cristiana” (en “El generalBelgrano y el mesianismo del padreLacunza”, La Prensa, Bs. As., 14-6-70,pág. 10).

13. He tenido la oportunidad de ver perso-nalmente una de las ediciones comple-tas -los cuatros tomos-, efectuada porBelgrano en 1816. Esta me fue brinda-da -con mucha cautela- por el ya nom-brado Director de la Biblioteca de laUniversidad Adventista del Plata, elerudito Pastor Isaías Gullon.

14. “El crédito bien merecido de la obra,que de aquí ha resultado, ha hecho de-sear su impresión con ansias tan vivas,como lo ha sido el sentimiento de nopoder verificarlo en la capital de Bue-nos Aires, nuestra amada patria, a faltade prensa competente... (censurada poraquellos) que se han declarado enemi-gos de la obra antes de leerla, y sin másfundamento que haber oído decir sos-tiene la opinión, o, como ellos dicen,el error y fábula, de los antiguosmilenarios.... Desde el punto que resol-ví mi viaje a este destino resolví tam-bién hacer a mis compatriotas el servi-cio de imprimir y publicar una obra queaún cuando no hubiere otra sobraríapara acreditar la superioridad de lostalentos americanos” (págs. X - XII).

15. Ramón de Roxas, abuelo de MaríaAntonia de Segurola, fue doctor en teo-

logía y coronel de los ejércitos de Es-paña durante el sitio a La Paz por TupacCatari en 1780. Tres años después he-reda, por vía materna, tres haciendascontiguas las cuales cultivaban coca.Una de ellas, llamada indistintamenteSantiago de Miraflores, Santiago Chi-quito o Miraflores, fue heredada porMaría Antonia de Segurola “quien lallevó en su dote cuando se casó conFrancisco Ramos Mexía” (Pico, 1997:106). De aquí proviene el nombre deMiraflores con que don Francisco, diezaños después, bautizará a su estanciaen la pampa argentina.

16. “En la tierra de la mita, -comenta Picoal respecto (1996: 76)- Francisco ob-servó como mandaban los españoles ycomo trabajaban los mitayos. Allí sedespertó tempranamente su gran pre-ocupación por la justicia”. A su vez,Priora (1994: 13), hablando sobre suformación intelectual en esas tierras,afirma: “al mismo tiempo, conoció decerca la explotación en que vivían losindígenas y simpatizó con ellos.”

17. Acuerdos del Extinguido Cabildo deBuenos Ayres, 17 de Octubre de 1810;citado por Priora (1994: 15).

18. “Una vez que hubo celebrado estosarreglos se dispuso a convertir a losindios a los principios de una religiónnueva que ideó en medio de las lectu-ras con que entretenía su soledad ...esareligión había catequizado a los indios,y Ramos Mexía por medio de la bon-dad y de la perseverancia había llega-do a ser una especie de pontífice queri-

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do y respetado” (Saldías, R. en Vida yEscritos del Padre Castañeda, 1907,citado por Ricci, 1913: 5). El cura Fran-cisco de Paula Castañeda fue un polé-mico franciscano,“periodista que pordeslenguado -y por opositor- había sidodesterrado a la frontera por el gobiernoporteño, con prohibición expresa deescribir una sola palabra” (Scenna ibid:88). Enterado de la predica y prácticareligiosa de Ramos Mexía enMiraflores desata desde el FuerteKaquel Huincul, hacia fines de la dé-cada de 1810, una poderosa ofensivacontra el mismo acusándolo de “blas-femo” y “heresiarca dogmatizante po-deroso que con plata en mano ha bus-cado prosélitos haciéndose proclamarel héroe del Sud” (Ricci, 1913: 9).

19. “Se ha intimado por conducto delExmo. mor. de Gob. a D. FranciscoRamos se abstenga de promover prác-ticas contrarias á las de la religión delpaís, y cese de producir escándalos con-trarios al buen orden público, al de sucasa y familia y á su reputación perso-nal ” (en Ricci, 1929: 30).

20. Adjuntada a dicha carta iba, según laspalabras del propio Ramos Mexía, unbreve tratado religioso titulado Abece-dario de la Religión o del conocimien-to del orden de nuestro bien o de nues-tro mal. Según Monti (1969), este es-crito sería el mismo que el Evangeliode que responde.... Conjeturo que di-cha suposición está basada sobre la fe-cha en la cual ambos documentos fue-ron firmados, aunque también aquí ca-bría la duda, ya que mientras una lo fue

el 28 de Noviembre, la otra el 28 deAmérica. El desciframiento del calen-dario particular que parece haber edifi-cado Ramos Mexía, tal vezinfluenciado por el de la RevoluciónFrancesa, del cual -según mi conoci-miento- nada se sabe, podría resolveresta incógnita.

21. Pacífico Otero, hablando acerca del ac-tuar del Padre Castañeda en tierraspampeanas, escribe: “... Se lamenta deque el gobierno no haya durante sieteaños, tomado providencia alguna con-tra el falso dogmatizante y dice que acausa de esto en las pulperías yfandangos del mismo Kaquel se dicemuchas veces: VIVA LA LEY DERAMOS” (citado por Ricci, 1913: 10).

22. “Avisándole se ha intimado por conduc-to del escribano de Gobierno a D. Fran-cisco Ramos se abstenga de promoverpracticas contrarias á las de la Religióndel Pais... El Cura Vicario de Doloresque partió... para indagar si eran efec-tivos los Casamientos que se decía ha-ber sido hechos por D. Francisco Ra-mos... como asimismo si por su perni-cioso influxo, y falsas doctrinas se ha-bía introducido en aquel distrito la San-tificación del Sabado, me avisa...quenada ha encontrado de efectivo en or-den a lo primero, y que con respecto alo segundo solo en su estancia se guar-da esta observancia judaica” (en Ricci,1923: 34).

23. Publicado completo por Ricci (“En lapenumbra de la historia”, en La Refor-ma, 1913).

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24. El segundo párrafo del Evangelio... re-sume certeramente estas características:“El Omnipotente me ha mandado a vo-sotros, (quid sedet ad dexteran Patris)para que congregando á los principalesde América, os prevenga, y anuncie losiguiente. Apocal. C.4. v. 2. Ecce se-des, et supra eam sedent. Luc. c. 19 v.35. Yo soy el mismo orden, objeto pro-pio y especial de tus padres: el ordenpara con Abraham: el orden para conIsaac: el orden para con Jacob: cuyamemoria debe seros eterna entre vues-tras generaciones. Convidándolos, yvisitando a todos, me manifiesto ahoraa vosotros, á la presencia de vuestraesclavitud, y de la tiranía de vuestrosgobiernos, y administración, para darosla salud de la Patria, en vuestra tierrabuena y espaciosa, la tierra de la lechey de la miel, y la de vuestros propiosenemigos los......á quienes arrojaré deella por medio de asombros tan nota-bles, que ni se han visto jamás en elglobo.” Exod. cap. 3.

25. En la edición “belgraniana” de 1816,compuesta por 4 tomos.

26. “¡Sujetémonos a lo que nos digan lasescrituras de Dios, y no a la de los hom-bres!¡ Hombres que tanto se contradi-cen! ” (IV, 219); “No hay más tradi-ción que la verdad y no hay verdad queno esté escrita en la Escritura Santa. Sifaltare algo esencial no sería el Librode Dios. Bonum ex integra causa:malum ex quocumque detectu ” (III,244).

27. “El justo vive de la Fee , ante Jesús...El

Ygnorante que cierra los ojos (cui deditunum talentum) ese es como un Bruto,del qual deben hartarse las aves. Si esdel número de la Bribonería, tendrá lu-gar aparte, ubi vermis non moritur, etignis non extinguitur” (IV, 387); “... losque tenemos Fee, estamos ciertos, yevidentemente convencidos, de queJesu -Christo es nuestra Cabeza visi-ble, y muy visible... Estamos ciertos,que la Cabeza del Papa de Roma noses absolutamente invisible, increíble, eimpropia... ¿Que tienen que ver losChristianos con el Rey de Roma?” (III,242); “No hay más Sacerdote verdade-ro que Jesu-Christo, Dios y Hombre.Los demás, todos son falsos: nadie losha puesto” (III, 147); ”... ¿Y habrá bes-tia, que crea todabía, que el Sacerdociode Roma ha sido Maestro de los Pue-blos? ¿Hay alguno entre los Raciona-les, que ignore, que Roma ha tiraniza-do al Mundo, para violentarlos a quecierre los ojos?” (III, 132).

28. “Así como adorando a una piedra bru-ta, sería idolatrar, el decir esta piedraes Christo; así también con decir, estoes Jesu-Christo, no se puede salvar laIdolatría en el poco de harina, y pocode vino; donde además de eso se añadeque se debe adorar al mismo Padre, yEspíritu Santo, supuesto que allí se ado-ra al Hijo ” (III, 161).

29. El denominado Tratado de Mirafloresconstaba de 10 artículos en donde sedictaminaba, entre otras cuestiones, lafijación de la línea fronteriza (art. 4) yel compromiso de devolver las hacien-das expropiadas por los indios en el úl-

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timo año (art. 5). El noveno artículo fueaprobado en ausencia de Ramos Mexía,el cual protestó enérgicamente y así loexpresó al firmar; dicho artículo “preci-saba que los desertores y criminales quehuyeran a las tolderías serían entrega-dos por los caciques a las autoridadesde la provincia” (Scenna, 1968: 85).

30. “Manuel Belgrano, editor de un comen-tario del Apocalipsis” en Revista LaReforma, marzo de 1923.

31. “...esa preocupación religiosa, centra-da en la Sagrada escritura, tiene su ori-gen en el seno mismo de la Iglesia ca-tólica y se debe, en buena parte, a ladifusión de un libro: “La Venida delMesías en gloria y magestad” escritoa fines del siglo XVIII por un jesuitachileno: Manuel Lacunza (...) ¿qué con-tribuyó a crear un ambiente propicio ala lectura de la Biblia en el Plata?, pre-gunta que nos lleva a Lacunza” (Monti,1966: 14, 39).

32. “Francisco Ramos Mejía -expresaMonti (1966: 48) en el primer párrafo-se destaca como una de las personali-dades más reacias y originales en losalbores de nuestra patria libre: por sumanera de encarar la colonización dela desierta pradera sureña bonaerense,predio de los indios pampas, y por supersonalísima posición religiosa.”

33. Revista Adventista, Marzo de 1995: 8.

34. El material al cual alude el pastor fue elprimer artículo que cayó en mis manossobre el profeta pampeano y que po-

seía en dicha entrevista. Escrito éste porel historiador aficionado Miguel ÁngelScenna en la revista Todo es Historia(1968) y titulado “Francisco RamosMejía. El primer hereje argentino”.

35. “Adventista de cuna” es una categoríanativa que utilizan para identificar aaquellos que han nacido en la feadventista, es decir que sus padres yason adventistas. El nombre oficial dedicho colegio es Instituto AdventistaSanta Fe “Francisco Ramos Mejía”.

36. El nombre de este instituto educativorepresenta una ironía de lo más simbó-lica: el prócer, recordemos, ¡fue el mis-mo que abortó la “reforma religiosa ar-gentina” de la cual Ramos Mexía fuesu “lucero”!.

37. Cuando estuve conversando con el his-toriador Juan Carlos Priora, en su casade Villa Libertador San Martín, le pre-gunté acerca de esta tataranieta del “pa-triarca” y si ésta tenía alguna informa-ción sobre su ilustre antepasado. Mecomentó que, efectivamente, “una delas tantas tataranietas de Ramos esadventista”, que ya había hablado conella y que no poseía, desafortunada-mente, información sobre su antecesor.

38. “La tradición no viene dada sin dificul-tad desde el pasado, como una cosa ouna colección de cosas, ella es simbó-licamente reinventada en un presenteque va hacia adelante(...) En contra delparadigma naturalista, que presume lí-mites y esencias, nosotros argumenta-mos que la tradición es un proceso sim-

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bólico: que “tradicional” no es una pro-piedad objetiva de un fenómeno, massí un significado asignado” (Handlerand Linnekin, 1984: 280, 286) (traduc-ción propia).

39. “(...) esta continuidad de referencia estáconstruida en el presente, y, comoHerzfeld ha argumentado en su trabajosobre nacionalismo y folklore en Gre-cia, la construcción de continuidad nun-ca es “una cuestión de un hecho puro”(Handler and Linnekin, 1984: 287) (tra-ducción propia).

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ResumenLa tradición de un grupo religioso puede serinventada, al igual que la de un pueblo o unestado nación. El propósito de este trabajoes mostrar cómo la Iglesia Adventista delSéptimo Día en la Argentina inventó una tra-dición propia con el objeto de legitimar supresencia y acción en estas tierras y estable-cer así una continuidad con un convenientepasado histórico. En esta recreación del pa-sado se incluyen, no sin cierta ambigüedad,a dos personajes sudamericanos en el acerbohistórico adventista. El primero de ellos esManuel Lacunza y Díaz (1731 – 1801), je-suita chileno autor de la ingente y eruditaobra milenarista La Venida del Mesías enGloria y Majestad (1790). El segundo esFrancisco Hermógenes Ramos Mexía (1773– 1828), estanciero, profeta milenarista ydenostado primer “hereje” argentino.