Irresponsables

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“ Al declarar que el hombre es una criatura responsable y que debe aprehender el sentido potencial de su vida, quiero subrayar que el verdadero sentido de la vida debe encontrarse en el mundo y no dentro del ser humano o de su propia psique como si se tratara de un sistema cerrado”. Viktor Frankl El irresponsable a la derecha es alguien que pretende aco- modar su vida a los principios morales del liberalismo intran- sigente. Está convencido de sus propios méritos y entiende que el bien común es un obstáculo para la consecución de sus fines. Dado que parte de que cada uno recibe según sus méritos objetivos (trabajo, inteligencia, constancia, etc) re- chaza cualquier actuación compulsiva del Estado en pro de un interés general. Digamos que es un nietzschiano sin pu- lir. La época de bonanza le dará alas y volará por encima del sentido común, y se elevará por encima de su origen… total para qué perder el tiempo en saberes humanísticos si el éxito económico y social justifica largamente los valores de quienes están mas alto. Escuelas privadas, seguros médicos privados, como si una forma de pudor bien arraigado repugnara de la exposición a lo público. Recela de ello al menos y rechinan sus dientes a la hora de contribuir a eso tan vago que llamamos cosa pública. El crédito, un canto de sirena irresistible, puede arrastrarle hasta lo mas profundo con el pretexto de llegar mas alto, la irresponsabilidad a la derecha es realmente una paradoja. Este comportamiento puede ser no compartido y parecer excéntrico, pero ¿por qué calificarlo de irresponsable? Lógi- camente es inviable una sociedad en la que todos tomaran este desvío, pero tal reflexión Kantiana no es común. 58 57 Irresponsables Texto: Victor Berros Fotos: José Ramón Esparza (ZAG)

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“ Al declarar que el hombre es una criatura responsable y que debe aprehender el sentido potencial de su vida, quiero subrayar que el verdadero sentido de la vida debe encontrarse en el mundo y no dentro del ser humano o de su propia psique como si se tratara de un sistema cerrado”. Viktor Frankl

El irresponsable a la derecha es alguien que pretende aco-modar su vida a los principios morales del liberalismo intran-sigente. Está convencido de sus propios méritos y entiende que el bien común es un obstáculo para la consecución de sus fines. Dado que parte de que cada uno recibe según sus méritos objetivos (trabajo, inteligencia, constancia, etc) re-chaza cualquier actuación compulsiva del Estado en pro de un interés general. Digamos que es un nietzschiano sin pu-lir. La época de bonanza le dará alas y volará por encima del sentido común, y se elevará por encima de su origen… total para qué perder el tiempo en saberes humanísticos si el éxito económico y social justifica largamente los valores de quienes están mas alto. Escuelas privadas, seguros médicos privados, como si una forma de pudor bien arraigado repugnara de la exposición a lo público. Recela de ello al menos y rechinan sus dientes a la hora de contribuir a eso tan vago que llamamos

cosa pública.

El crédito, un canto de sirena irresistible, puede arrastrarle hasta lo mas profundo con el pretexto de llegar mas alto, la irresponsabilidad a la derecha es realmente una paradoja.

Este comportamiento puede ser no compartido y parecer excéntrico, pero ¿por qué calificarlo de irresponsable? Lógi-camente es inviable una sociedad en la que todos tomaran este desvío, pero tal reflexión Kantiana no es común.

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IrresponsablesTexto: Victor Berros

Fotos: José Ramón Esparza (ZAG)

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El marqués de Leguineche ideado por Berlanga no es mas estrambótico en sus desvaríos que los otros aspirantes a se-ñores que le rodean. Mucha “gente con posibles” se ha encon-trado con sus posibilidades mermadas, otros se han quedado muy satisfechos aunque sean responsables de que millones de conciudadanos no tengan ahora ninguna posibilidad… otra paradoja de esta forma de irresponsabilidad.

Como las herejías protestantes cayeron bajo el peso de la ortodoxia, no hemos desarrollado un gran sentido de la res-ponsabilidad pública, así ni en las finanzas ni en la política aparece el menor atisbo de vergüenza y menos aún de culpa-bilidad, no hay mas autos de fe que los aquellos que no hacen honor a su hipoteca.

La irresponsabilidad a la derecha es una vasta extensión de campos de golf y puertos deportivos para esquifes, una especie de Babilonia de pacotilla pero no menos engañosa, un gran piano de cola cubierto de hojarasca en el patio trasero de la codicia.

En el mismo atlas, hacia la izquierda, se nota un cambio de color, pero no tan brusco como para que ambas regiones parezcan a veces la misma.

Una mezcla de marxismo vulgarizado y psicologismos de libros de autoayuda generan la figura del irresponsable a la

a la izquierda.

Normalmente desconfía o incluso considera ilegítimo cual-quier poder, ya sea el del Estado, el de la empresa o el de la comunidad de vecinos. En esto tiene cierto parentesco con el irresponsable a la derecha, pero las consecuencias de su siste-ma de valores son diferentes. No se abomina de lo colectivo si ofrece un buen refugio donde pasar el frío invierno, digamos que una hormiga demasiado escéptica podría llegar a ser un parásito.

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En este páramo de la irresponsabilidad el grupo, cuanto mas grande mejor, la gran corporación o la empresa pública ofrecen la falsa seguridad que da no saber qué hay mas allá del horizonte, pensar que el bosque es lo suficientemente espeso como para no dejarnos expuestos. Así es mas fácil eludir los riesgos y aliviar los esfuerzos, entre ellos y el compromiso hay mucho espacio que otros seguramente ocuparán.

Cabe preguntarse si la injusticia y la solidaridad que se le opone no son a veces poco mas ideas en abstracto, conjuntos de consignas y frases que se repiten, debates sin fin pero, rara vez, en esta parte de la irresponsabilidad, se pasa del dicho al hecho o se intenta empezar el cambio por uno mismo.

Parece fácil confundir el Estado de bienestar, el bienestar del Estado o un cierto estado de bienestar personal que se obtiene sin demasiadas complicaciones y al que resulta difícil resistirse a poco que la ocasión se presente. La región que se extiende entre una idea de la izquierda y la propia izquierda está plagada de recovecos, de vericuetos y de cañadas, reales o no, que recorren multitud de personas en busca de oportuni-dades, las que sean, de mejorar su estado, el suyo.

En el gran clásico del cine “Péplum” Espartaco, un senador romano le dice a un Julio César aún en ciernes : “Prefiero una República corrupta a una República esclava”…

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