Isabel

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EN EL ANDÉN DE LA VIDA Cuando aquella tarde llegó a la vieja estación le informaron que el tren en que ella viajaría se retrasaría aproximadamente una hora. La elegante señora, un poco fastidiada, compró una revista, un paquete de galletas y una botella de agua para pasar el tiempo. Buscó un banco en el andén central y se sentó preparada para la espera. Mientras hojeaba su revista, un joven se sentó a su lado y comenzó a leer un diario. Imprevistamente, la señora observó cómo aquel muchacho, sin decir una sola palabra, estiraba la mano, agarraba el paquete de galletas, lo abría y comenzaba a comerlas, una a una, despreocupadamente. La mujer se molestó por esto, no quería ser grosera, pero tampoco dejar pasar aquella situación o hacer de cuenta que nada había pasado; así que, con un gesto exagerado, tomó el paquete y sacó una galleta, la exhibió frente al joven y se la comió mirándolo fijamente a los ojos. Como respuesta, el joven tomó otra galleta y mirándola la puso en su boca y sonrió. La señora ya enojada, tomó una nueva galleta y, con ostensibles señales de fastidio, volvió a comer otra, manteniendo de nuevo la mirada en el muchacho. El diálogo de miradas y sonrisas continuó entre galleta y galleta. La señora cada vez más irritada, y el muchacho cada vez más sonriente. Finalmente, la señora se dio cuenta de que en el paquete sólo quedaba la última galleta. "- No podrá ser tan descarado", pensó mientras miraba alternativamente al joven y al paquete de galletas. Con calma el joven alargó la mano, tomó la última galleta, y con mucha suavidad, la partió exactamente por la mitad. Así, con un gesto amoroso, ofreció la mitad de la última galleta a su compañera de banco. "¡Gracias!" - dijo la mujer tomando con rudeza aquella mitad. "De nada" - contestó el joven sonriendo suavemente mientras comía su mitad. Entonces el tren anunció su partida... La señora se levantó furiosa del banco y subió a su vagón. Al arrancar, desde la ventanilla de su asiento vio al muchacho todavía sentado en el andén y pensó:"¡Qué insolente, qué mal educado, qué será de nuestro mundo!". Sin dejar de mirar con resentimiento al joven, sintió la boca reseca por el disgusto que aquella situación le había provocado. Abrió su bolso para sacar la botella de agua y se quedó totalmente sorprendida cuando encontró, dentro de su cartera, su paquete de galletas intacto. Cuántas veces nuestros prejuicios, nuestras decisiones apresuradas nos hacen valorar erróneamente a las personas y cometer las peores equivocaciones. Cuántas veces la desconfianza ya instalada en nosotros,

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EN EL ANDÉN DE LA VIDA

Cuando aquella tarde llegó a la vieja estación le informaron que el tren en que ella viajaría se retrasaría aproximadamente una hora. La elegante señora, un poco

fastidiada, compró una revista, un paquete de galletas y una botella de agua para pasar el tiempo. Buscó un banco en el andén central y se sentó preparada para la

espera. Mientras hojeaba su revista, un joven se sentó a su lado y comenzó a leer un diario.

Imprevistamente, la señora observó cómo aquel muchacho, sin decir una sola palabra, estiraba la mano, agarraba el paquete de galletas, lo abría y comenzaba a comerlas,

una a una, despreocupadamente. La mujer se molestó por esto, no quería ser grosera, pero tampoco dejar pasar aquella situación o hacer de cuenta que nada había pasado; así que, con un gesto exagerado, tomó el paquete y sacó una galleta, la exhibió frente al joven y se la comió mirándolo fijamente a los ojos. Como respuesta, el joven tomó

otragalleta y mirándola la puso en su boca y sonrió. La señora ya enojada, tomó una nueva

galleta y, con ostensibles señales de fastidio, volvió a comer otra, manteniendo de nuevo la mirada en el muchacho.

El diálogo de miradas y sonrisas continuó entre galleta y galleta. La señora cada vez más irritada, y el muchacho cada vez más sonriente. Finalmente, la señora se dio

cuenta de que en el paquete sólo quedaba la última galleta."- No podrá ser tan descarado", pensó mientras miraba alternativamente al joven y al

paquete de galletas.

Con calma el joven alargó la mano, tomó la última galleta, y con mucha suavidad, la partió exactamente por la mitad. Así, con un gesto amoroso, ofreció la mitad de la

última galleta a su compañera de banco."¡Gracias!" - dijo la mujer tomando con rudeza aquella mitad.

"De nada" - contestó el joven sonriendo suavemente mientras comía su mitad.Entonces el tren anunció su partida...

La señora se levantó furiosa del banco y subió a su vagón. Al arrancar, desde la ventanilla de su asiento vio al muchacho todavía sentado en el andén y pensó:"¡Qué

insolente, qué mal educado, qué será de nuestro mundo!".Sin dejar de mirar con resentimiento al joven, sintió la boca reseca por el disgusto que aquella situación le había provocado. Abrió su bolso para sacar la botella de agua y se quedó totalmente sorprendida cuando encontró, dentro de su cartera, su paquete de

galletas intacto.

Cuántas veces nuestros prejuicios, nuestras decisiones apresuradas nos hacen valorar erróneamente a las personas y cometer las peores equivocaciones. Cuántas veces la

desconfianza ya instalada en nosotros, hace que juzguemos injustamente a personas y situaciones, y sin tener un por qué, las encasillamos en ideas preconcebidas, muchas

veces tan alejadas de la realidad que se presenta. Así por no utilizar nuestra capacidad de autocrítica y de observación, perdemos la gracia natural de compartir y enfrentar

situaciones, haciendo crecer en nosotros la desconfianza y la preocupación. Nos

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inquietamos por acontecimientos que no son reales, que quizás nunca lleguemos a contemplar, y nos atormentamos con problemas que tal vez nunca ocurrirán.

Dice un viejo proverbio..."Peleando, juzgando antes de tiempo y alterándose no se consigue jamás lo suficiente,

pero siendo justo, cediendo y observando a los demás con una simple cuota de serenidad,

se consigue más de lo que se espera".

EL AMOR Y EL TIEMPO

Hubo un tiempo en el que en una isla muy pequeña, confundida con el paraíso, habitaban los sentimientos como habitamos hoy en la tierra. En esta isla vivían en

armonía el Amor, la tristeza, y todos los otros sentimientos. Un día en uno de esos que la naturaleza parece estar de malas, el amor se despertó aterrorizado sintiendo que su

isla estaba siendo inundada.

Pero se olvidó rápido del miedo y cuidó de que todos los sentimientos se salvaran. Todos corrieron y tomaron sus barcos y corrieron, y subieron a una montaña bien alta,

donde podrían ver la isla siendo inundada pero sin que corriesen peligro.

Sólo el amor no se apresuró, el amor nunca se apresura. Él quería quedarse un poquito más en su isla, pero cuando se estaba casi ahogando el amor se acordó de que no

debía morir. Entonces corrió en dirección a los barcos que partieron y gritó en busca de auxilio.

La Riqueza, oyendo su grito, trató luego de responder que no podría llevarlo ya que con el oro y con la plata que cargaba temía que su barco se hundiera.

Pasó entonces la Vanidad que también dijo que no podría ayudarlo, una vez que el amor se hubiese ensuciado ayudando a los otros, ella, la Vanidad, no soportaba la

suciedad.

Por detrás de la Vanidad venía la Tristeza que se sentía tan profunda que no quería estar acompañada por nadie.

Paso también la Alegría, pero esta tan alegre estaba que no oyó la suplica del amor.

Sin esperanza el Amor se sentó sobre la última piedra que todavía se veía sobre la superficie del agua y comenzó a menguar.

Su llanto fue tan triste que llamó la atención de un anciano que pasaba con su barco. El viejito tomó al Amor en sus brazos y lo llevó hacia la montaña más alta, junto con los

otros sentimientos.

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Recuperándose, el amor le preguntó a la Sabiduría quién era el viejito que lo ayudo... a lo que ésta respondió..... "El Tiempo"..... el Amor cuestionó: ..."¿Por qué solo el Tiempo

pudo traerme aquí?".... La Sabiduría entonces respondió:

"Por que sólo el Tiempo tiene la capacidad de ayudar al Amor a llegar a los lugares más difíciles"...

PREGUNTAS1 ¿Por qué desde pequeños nos enseña un mundo lleno de miedos y

temores?2 ¿Por qué una relación está basada casi siempre en sentimientos de otros

para surgir y sentirnos bien consigo mismos?3 Sin conocer a las personas siempre las juzgamos y criticamos ¿esto será

por parte de una sociedad que prefiere hablar sin pensar?4 ¿Por qué la mayoría de las personas siempre nos imaginamos cosas

malas de los demás?5 Hoy en día las personas mayores obtienen mayor desconfianza de los

jóvenes que de ellos mismos ¿esto a que se debe?

Pregunta inicial: ¿Por qué una relación está basada casi siempre en sentimientos de otros para surgir y sentirnos bien consigo mismos?Tema: cuentoCampos de conocimiento: sociedad, ética, sicología, autoevaluación

Hipótesis planteadaAspectos del tema que se deben explorar (se deducen a partir de las hipótesis)

No sabemos controlar nuestro carácter.

Inducción al autocontrol

Nos dejamos llevar por el corazón.

Los sentimientos se toman un 100% de nuestras vidas y dejamos que esto las afecte

Es sencillo juzgar a las personas sin pensar de que todos tenemos

Manejar valores y respetar pensamientos y maneras de ser de los

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distintas maneras de ser. demás

Nuestra razón es más fuerte que la del otro.

Saber que no solo soy yo si no saber que hay otros seres en nuestro alrededor

Dejamos influir situaciones pasadas en un futuro lleno de nuevos horizontes; situaciones.

Concientizar a la sociedad sobre el pensamiento de los valores teniendo en la cuenta que estos hacen parte de la vida

Isabel cristina Martínez Osorio

Ana maría Osorio Osorio

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