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Nueva serie / Autobiografías de prestigiosos investigadores argentinos ASOCIACIÓN ARGENTINA PARA EL PROGRESO DE LAS CIENCIAS Ciencia e CI Investigación CI e Reseñas Reseñas ISSN 2314-3134 TOMO 6 N°1 - 2018

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Nueva serie / Autobiografías de prestigiosos investigadores argentinos

ASOCIACIÓN ARGENTINA PARA EL PROGRESO DE LAS CIENCIASASOCIACIÓN ARGENTINA PARA EL PROGRESO DE LAS CIENCIAS

Ciencia e CI Investigación

eCIeReseñas

Reseñas

ISSN 2314-3134

TOMO 6 N°1 - 2018

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SUMARIO

EDITORIAL

Editorial ........................................................................................................3

ARTÍCULOS

Semblanza de Eduardo Arzt por Damián Refojo .......................................... 6Un camino sinuoso hacia la biomedicinaEduardo Arzt ................................................................................................ 8

Semblanza de Juana María Pasquini por Laura Morelli y Ernesto R. Bongarzone ................................................................................................13Reseña de mi trayectoria científicaJuana María Pasquini ..................................................................................15

Semblanza de Gerardo Perillo por Diana G. Cuadrado ..............................20Un viaje transdisciplinarioGerardo Perillo ...........................................................................................23

Semblanza de María Cintia Piccolo por María Clara Menéndez .................42Un camino de vida a través de la cienciaMaría Cintia Piccolo ...................................................................................44

Semblanza de Juan Alfredo Tirao por Alberto Grünbaum ............................57Medio siglo acompañando el desarrollo matemático en CórdobaJuan Alfredo Tirao .......................................................................................59

INSTRUCCIONES PARA AUTORES .............................................................76

TOMO 6 Nº 12018

EDITOR RESPONSABLEAsociación Argentina para el Progreso de las Ciencias (AAPC)

CUERPO EDITORIALNidia Basso (editora en Jefe); Miguel A. Blesa (Editor Responsable de Reseñas); Juan Carlos Almagro; Gerardo Castro; Eduardo Charreau; Alicia Fernández Cirelli; Juan Xammar Oro

COMITÉ CIENTÍFICO ASESOR Sara Aldabe Bilmes (Química)María Cristina Añón (Alimentos)Miguel de Asúa (Historia y Filosofía de la Ciencia)Silvia Braslavsky (Química)Raúl Carnota (Matemáticas Aplicadas e Historia de las Ciencias)Juan José Cazzulo (Bioquímica)José Carlos Chiaramonte (Historia) Eduardo Charreau (Ciencias Biomédicas)Francisco de la Cruz (Física)Susana Finquelievich (Sociología)Gilberto Gallopín (Ecología) Víctor Ramos (Geología)Carlos Reboratti (Geografía y Hábitat)Edmundo Rúveda (Química)Catalina Wainerman (Sociología y Educa-ción Superior)Roberto J.J. Williams (Materiales)

ASISTENCIA TÉCNICAAlelí Jait

DIAGRAMACIóNGabriel Martín Gil

CIENCIA EINVESTIGACIóNPrimera Revista Argentinade información científica.Fundada en Enero de 1945.Es el órgano oficial de difusión deLa Asociación Argentina para el Progreso de las Ciencias.A partir de 2012 se publica en dos series, Ciencia e Investigación y Ciencia e Investigación Reseñas

Av. Alvear 1711, 4º piso, (C1014AAE) Ciu-dad Autónoma de Buenos Aires, Argentina.Teléfono: (+54) (11) 4811-2998Registro Nacional de la Propiedad Intelec-tual Nº 82.657. ISSN 2314-3134.

Lo expresado por los autores o anunciantes, en los artículos o en los avisos publicados es de exclusiva responsabilidad de los mismos.

Ciencia e Investigación se publica on line en la página web de la Asociación Argentina para el Progreso de las

Ciencias (AAPC) www.aargentinapciencias.org

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Asociación Argentina para el Progreso de las Ciencias

Asociación Argentina para el Progreso de las Ciencias

COLEGIADO DIRECTIVO

PresidenteDra. Ester Susana Hernández

SecretariaDra. Alicia María Sarce

TesoreroDr. Gerardo Daniel Castro

ProtesoreroDr. Alberto Antonio Pochettino

Miembros TitularesIng. Juan Carlos Almagro

Dr. Alberto BaldiDra Nidia BassoDr. Miguel Blesa

Dra. María Cristina CambiaggioDr. Eduardo Hernán CharreauDra. Alicia Fernández Cirelli

Dra. Lidia HerreraDr. Marcelo Jorge Vernengo

Dr. Juan Roberto de Xammar Oro

Miembros Institucionales:Sociedad Argentina de Farmacología Experimental:

Dra. Graciela Noemí BalerioUnión Matemática Argentina:

Dra. Ursula Maria MolterSociedad Argentina de Hipertensión Arterial:

Dra. Ana María PuyóSociedad Argentina de Investigaciones Bioquímicas:

Dr. Luis Alberto Quesada AlluéSociedad Argentina de Microscopía:

Dr. Raúl Antonio Versaci

Miembros FundadoresDr. Bernardo A. Houssay – Dr. Juan Bacigalupo – Ing. Enrique Butty

Dr. Horacio Damianovich – Dr. Venancio Deulofeu – Dr. Pedro I. ElizaldeIng. Lorenzo Parodi – Sr. Carlos A. Silva – Dr. Alfredo Sordelli – Dr. Juan C. Vignaux –

Dr. Adolfo T. Williams – Dr. Enrique V. Zappi

AAPCAvenida Alvear 1711 – 4º Piso

(C1014AAE) Ciudad Autónoma de Buenos Aires – Argentinawww.aargentinapciencias.org

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EDITORIAL

Con 118 Reseñas publicadas, es oportuno hacer algunas estadísticas, para identificar fortalezas y debilidades (o, como se dice ahora, oportunidades de mejora). Los números son los siguientes:

Por área del conocimiento:

• Porcentaje de Reseñas del área de las ciencias sociales y humanas: 8,5

• Porcentaje de Reseñas del área de las ciencias exactas y físicas (incluye química y matemáticas): 37,3

• Porcentaje de Reseñas del área de las ciencias biomédicas: 17,8

• Porcentaje de Reseñas del área de las ciencias naturales (geología, biología, oceanografía, ciencias de la

atmósfera): 23,7

• Porcentaje de Reseñas del área de las ciencias de la ingeniería: 12,7

Por género:

• Varones: 79,7

• Mujeres: 20,3

Por región geográfica:

• Ciudad Autónoma de Buenos Aires: 34,0

• Provincia de Buenos Aires (incluye el conurbano bonaerense): 31,3

• Córdoba: 9,3

• NOA: 8,5

• Santa Fe: 5,9

• Patagonia: 5,1

• Exterior: 3,4

• NEA: 1,7

• Cuyo: 0,85

Por muchos motivos, estos números deben tomarse cum grano salis. Incluso ignorando las discusiones sobre los términos “exactas”, “naturales”, etc., la división en áreas de investigación es muchas veces arbitraria, y podrían armarse muchas otras posibles combinaciones; además, muchas veces las líneas de investigación han ido variando con el tiempo, y la categorización de cada investigador en un casillero es inadecuada en estos casos. La clasifica-ción por regiones geográficas tiene las mismas limitaciones.

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CIENCIA E INVESTIGACIÓN - RESEÑAS - TOMO 6 Nº 1 - 20184

Sin embargo, sigue siendo válido extraer algunas conclusiones.

En el universo de investigadores reseñados, el predominio de CABA y provincia de Buenos Aires es abrumador y previsible: 65,3%. No es tan previsible la ausencia de Cuyo, y me sorprendió la limitada presencia de investigado-res emigrados. Los números de Patagonia reflejan la existencia del Centro Atómico Bariloche y del Instituto Balsei-ro. Dentro de la Provincia de Buenos Aires, el conurbano representa el 29,7% del total provincial. Este número es menor que la fracción de la población total de la provincia, que llega al 59,5%. La actividad científico-tecnológica del conurbano provincial se concentra en las vecindades de la Avenida General Paz (Polo Científico Constituyentes, Universidad Nacional de San Martín). Santa Fe está claramente sub-representada, y los números del NEA reflejan la realidad de la ciencia y la tecnología en esa región.

En nuestra publicación, las ciencias sociales y humanas siguen teniendo una baja representación. Vaya pues nuestro pedido de ayuda a los referentes del área, para poder aumentar su presencia. El caso de las ciencias natura-les es curiosa la gran diferencia entre las biológicas (25%) y las no biológicas (75%). En este caso, el “culpable” de estos números es Víctor Ramos que fue extremadamente eficiente en gestionar las reseñas del área de las ciencias de la tierra.

La distribución por género no es sorprendente, pero sí preocupante. Creo que la representación femenina irá en aumento, a medida que ingresan en la “zona reseñable” (65 años o más) investigadores de nuevas generaciones.

Vayamos ahora a la Temporada 6, Episodio 1. Presentamos en este número dos reseñas que vienen de Bahía Blanca, en temas de Oceanografía. El matrimonio Perillo-Piccolo nos describe diversos aspectos de una actividad fundamental para la región, con miradas que reflejan sus disciplinas de origen, la Geología y la Meteorología, res-pectivamente, pero fuertemente influidas por la mirada inter- (¿o trans-?) disciplinaria.

Juan Tirao desde Córdoba nos provee material que trasciende una mera reseña personal, para brindarnos una historia de las Matemáticas en la Argentina, a través de la cual vemos la influencia personal de los destacados cien-tíficos involucrados, pero también el contexto político de la época.

Los “pibes” hacen su irrupción con Eduardo Arzt (Archie). Con él recibimos a las nuevas generaciones de jó-venes que se vuelven reseñables. Después de su exilio (el de la década del 70, los 60 ya son historia remota para su generación), se involucró en la creación primero del Laboratorio de Fisiología y Biología Molecular de la UBA, y posteriormente del Instituto de Investigaciones en Biomedicina de Buenos Aires (IBioBA), de doble dependencia entre el CONICET y la Sociedad Max Planck de Alemania.

Finalmente, tenemos la reseña de Juana (Giannina) Pasquini. Ella nos cuenta sus andanzas en la Facultad de Farmacia y Bioquímica de UBA, como Profesora del Departamento de Química Biológica, como investigadora y como Decana. Sus descripciones y los personajes mencionados me resultan especialmente próximos, ya que yo también estuve es esa facultad en la década del 70.

Que lo disfruten.

Dr. Miguel Ángel Blesa

Buenos Aires, 4 de mayo de 2018

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SEMBLANZA

Eduardo (de aquí en más Archie, como todos lo conocemos) fue mi mentor y hoy, desde otro lugar, sigo aprendiendo a su lado. Lo conocí allí por el año 1994 cuando yo era un joven estudiante de medicina y becario de investigación de la UBA. Por un trabajo en colaboración visité su laboratorio en el Instituto Lanari, que él recién había renovado al re-gresar al país con un subsidio muy importante de la Fundación Volks-wagen. Quedé impactado inmedia-tamente y desde ese mismo momen-to decidí que iba a trabajar con él, sin importar lo que me costara o el tiempo que llevase.

Una vez terminada mi beca de estudiante lo contacté para formar parte de su grupo de trabajo y cuan-do me disponía a ir a visitarlo al Ins-tituto Lanari me dijo: “No, mejor ve-nite el martes que viene a Exactas (la Facultad de Ciencias Exactas y Natu-rales de la UBA) porque vamos a in-augurar el Laboratorio de Fisiología y Biología Molecular (LFBM)”. Co-rría el año 1997 y yo no podía creer la oportunidad que se abría ante mí. Nobleza obliga, yo era un no muy brillante estudiante de medicina; temprano en la carrera había caído en la cuenta de que nunca sería un buen médico, y siempre me costaba sentarme a estudiar materias como medicina legal o salud pública. Lo único que realmente ocupaba mi

EDUARDO ARZTpor Damián Refojo

cabeza era la ciencia. Pero sobre la biología molecular lo ignoraba todo y ese laboratorio, el LFBM, pasó a ser mi segunda casa. Mi mujer -aquí a mi lado mientras escribo- me mur-mura: “por el tiempo que pasabas ahí, más bien tu primera”.

Creo que el LFBM nunca fue un laboratorio, sino un Instituto porque llegó a reunir más de 14 grupos de trabajo con diferentes temáticas e in-tereses, desde evolución en plantas y splicing alternativo hasta neuroendo-crinología y electrofisiología. El es-píritu ecléctico y multidisciplinario que tuvo el LFBM en esos tiempos le dio una propiedad única. Fue un lu-gar increíble de aprendizaje, de de-bates de todo tipo, de interacciones científicas del más alto nivel, y tam-bién de tremendas discusiones pero aún más grandes amistades. Todo allí se vivía con gran intensidad y la ciencia se respiraba en cada pasillo.

En el LFBM fue donde Eduardo

afianzó con una catarata de papers su influencia en el campo de la neu-roendocrinología molecular y donde su grupo clonó y estudió el gen de RSUME, lo cual fue objeto de gran reconocimiento posterior.

Como todos los lugares don-de estuvo, Archie quería, defendía y luchaba casi obsesivamente por cuidar los espacios de trabajo: que sean agradables, que estén cuida-dos, pintados, que los equipos que se dañaban se arreglaran o reempla-zaran tan pronto como fuera posible. En definitiva, que tengan estándares internacionales. Era la antítesis del “lo atamos con alambre”, de la “ar-gentinidad al palo”. La argentinidad podía y debía pasar por otro lado, por ser mejores y tener institutos de investigación de nivel y producción de valía internacional.

Claro, aquel Instituto como todos los Institutos allá a lo lejos (y desgra-ciadamente también hoy día, aunque probablemente estemos mejor que entonces) carecían de los recursos de personal y financieros para man-tener y mejorar las estructuras edili-cias y de trabajo. Eso requería de un compromiso y un esfuerzo adicional de la comunidad científica en tareas que en otros lugares del mundo son “extra-científicas” y eso era a veces difícil de manejar. Pero Archie te-nía una visión inclaudicable en ese

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7Semblanza

sentido y aunque en esos momentos era a veces difícil y cansador, con el tiempo comprendí que esa “filosofía de trabajo” redundaba en beneficios para todos y era no funcional sino fundamental para mantener altos es-tándares de trabajo en nuestro me-dio. Años después, cuando continué mis estudios postdoctorales en el Instituto Max Planck de Psiquiatría de Múnich, entendí mejor porqué eso era importante.

Fue en el LFBM también donde Archie comenzó a dejar una impron-ta poco frecuente en nuestro medio y creo yo, no suficientemente recono-cida: la de dar oportunidades, la de hacer “hacia delante” y para otros. Porque la creación del LFBM permi-tió con el tiempo que no menos de 20 jóvenes investigadores puedan vol-ver al país y tener un lugar de trabajo de excelencia para los estándares ar-gentinos. Y no menos relevante, este relato sólo se confina al tiempo que yo trabajé como estudiante y beca-rio doctoral (1997-2004), un periodo del país donde la ciencia (como la gente) no la pasó precisamente bien y conseguir recursos era una titánica lucha cotidiana. Hoy, varios de mis amigos de entonces en el LFBM son investigadores exitosos en el exterior y -aún más- han logrado retornar a la Argentina y son investigadores del CONICET. No tengo duda que mu-chos de nosotros no hubiésemos po-dido volver sin la semilla que plantó el “Instituto” LFBM.

En 2005 me marché a Alemania con mi familia a continuar con mis

estudios postdoctorales en el Institu-to Max Planck de Psiquiatría de Mu-nich. Más temprano que tarde ob-servé que Eduardo había dejado una honda huella en ese Instituto y en la Sociedad Max Planck, donde todo el mundo lo conocía y respetaba.

Dos años después, visitando el país, me dijo que estaba trabajando duramente en la creación de un Insti-tuto multidisciplinario que se erigiría en las ex-bodegas Giol de Palermo con apoyo del Gobierno Nacional y la Sociedad Max Planck. Dos razo-nes hicieron que no me descostillara de risa in situ. Una, que la Sociedad Max Planck no suele embarcarse en proyectos inviables; y la otra, que ya había visto ese espíritu de hacedor inclaudicable que Archie podía en-carnar. No obstante, la obra era ma-yúscula y los gobiernos nacionales no se caracterizaban por dar tanto lugar a la ciencia, ni mucho menos por ser fiables cumplidores de com-promisos asumidos. Dos años más tarde se celebraba en una gran car-pa instalada a la vera de las “ruinas” de las bodegas Giol el primer mee-ting Frontiers in Biosciences donde más de 30 directores de Institutos Max Planck dieron sus conferencias (junto a muchos otros destacados in-vestigadores argentinos) mirando de reojo esos edificios abandonados. No tengo ni un vestigio de duda que muchos pensaron: “estos edificios ruinosos nunca contendrán un labo-ratorio de investigación”. Y yo debo confesar que mis pensamientos fue-ron más mundanos, simplemente me dije: “Archie está loco… como una

cabra”. Y hoy sigo creyendo creo lo estaba.

Pero en ese brevísimo e histórico período de tiempo, la ciencia con-vivió con una anomalía política y la secretaría de ciencia devino Minis-terio, y la obra se aprobó, y lo que es aún más sorprendente, comenzó. Dos años más tarde Eduardo me lle-vó a ver el avance de las obras y su “oficina en el Polo”. Esa oficina era un container que lindaba con el de los arquitectos y del director de obra, ubicados en lo que hoy es el Parque de las Ciencias que bordea a los edi-ficios del Polo Científico de Palermo. Tres veces por semana pasaba allí horas ayudando y empujando para que las obras se hagan en tiempo y forma, y contribuyendo a solucionar las innumerables trabas, que en las obras que valen la pena en nuestro país, crecen como hongos en el bos-que. Eduardo estaba creando no su primero sino su segundo instituto de investigación.

Hoy escribo desde mi oficina en el tercer piso del IBioBA-Max Planck Partner Institute de Argentina en el Polo Científico e intento recordar detalles y fechas mirando por la ventana hacia el Parque de las Cien-cias, donde decenas de chicos que vienen a visitar el Centro Cultural de la Ciencia juegan en un sube y baja con forma de uniones químicas, y trepan a un laberinto con forma de cromosoma, justo allí donde Archie tenía su “oficina del Polo”.

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UN CAMINO SINUOSO HACIA LA BIOMEDICINAPalabras clave: biomedicina, hipófisis, neuroendocrinología molecular, tumores, RSUME.Key words: biomedicine, pituitary gland, molecular neuroendocrinology, tumors, RSUME.

1. SIEMPRE ES DIFÍCIL ESCRIBIR O HABLAR SOBRE UNO MISMO.

Uno se sienta frente a la com-putadora y se pregunta si comenzar por mi paso por el colegio, o por mi trabajo, si escribir en una escala temporal o en otro registro. Enton-ces releo las notas que se publica-ron antes en esta revista (todas muy buenas) y me siento nuevamente en-frente de la computadora, sin saber todavía por dónde empezar.

Así que arranquemos por el prin-cipio.

Nací en 1953, en el seno de una familia inmigrante. Mis fami-lias paternas y maternas llegaron a la Argentina escapando del geno-cidio nazi, y por suerte nunca tuve un mandato vocacional, así que se podría decir que desde un principio pude elegir lo que más me gustaba: el camino hacia la ciencia.

En el Colegio Nacional Buenos Aires teníamos excelentes docentes, y como tenía facilidad para las ma-temáticas, la física y la química, me anoté en Bioquímica y en Ingeniería Química en la UBA. A la segunda la dejé, y seguí cursando en Farmacia y Bioquímica. Cuando recibí el título de farmacéutico me tuve que ir del

país.

Acá llega una de las primeras pa-radojas profesionales que tuve: que-ría ser bioquímico pero sin embar-go, las circunstancias sociopolíticas de la Argentina en 1978 llevaron a que me fuera primero a Venezuela y después a México.

Fue allí que finalmente pude orientar mi vocación, y realicé una maestría en Biología Experimental en la Universidad Autónoma Metro-politana. Durante la carrera había descubierto mi pasión por la biolo-gía a partir de materias como histo-

logía y biología celular. Recuerdo que mientras estudiaba había leído un especial de Scientific American que me inspiró muchísimo “La porfi-ria y el Rey Jorge”, donde los autores explicaban retrospectivamente esta enfermedad, cómo había afectado al monarca e incluso a sus familia-res.

Sentí que mi camino estaba allí: en la genética, en la asociación de los genes con los procesos que ocu-rren en un estado patológico. Con el tiempo, la neuroendocrinología molecular se convirtió en mi cam-po profesional. Específicamente,

Eduardo ArztInstituto de Investigación en Biomedicina de Buenos Aires (IBioBA, CONICET – Partner Institute of the Max Planck Society)

[email protected]

Discurso durante la entrega del Premio Bunge y Born (2008).

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9Un camino sinuoso hacia la biomedicina

me gusta determinar qué funciones cumplen los nuevos genes que se descubren y entender cómo están alterados en determinadas patolo-gías.

Pero volvamos a la época en Mé-xico. Además de la maestría, daba clases en la Universidad y empeza-ba a interiorizarme en temas de ge-nómica. Era un mundo que me fas-cinaba, y recuerdo las largas noches leyendo papers y todas las revistas científicas que llegaban a mis manos para saber qué se estaba estudiando en otras partes.

2. VUELTA A LA ARGENTINA (PARTE 1)

Adelantemos un poco la historia. Volví al país en 1983, con el regreso de la democracia. Había venido de visita y conocí a Tulia, mi mujer. Ya estaba decidido a quedarme.

¿Por qué relato esto tan rápido? Para llegar al ‘Por qué’. Lo que conté hasta ahora es el ‘Cómo’: como lle-gué a irme, a volver, a encontrar mi camino. Con el retorno a la Argen-tina empezó la etapa del ‘Por qué’: por qué volver, por qué neurobiolo-gía, por qué la ciencia.

La UBA siempre fue mi casa académica y comencé a dar clases allí en 1985 como Jefe de Trabajos Prácticos. Hoy sigo dando clases, ya como profesor Titular Plenario (el tiempo pasa, las vocaciones que-dan).

Ese mismo año ingresé como be-cario al CONICET e hice mi docto-rado en el Instituto Lanari bajo la di-rección de Víctor Nahmod -mi men-tor- y Samuel Finkielman. Durante cuatro años trabajé en el tema que fue el centro de mi trayectoria cien-tífica por ese entonces: la relación entre el sistema inmune y el sistema nervioso.

En 1990 obtuve una Beca de Investigación de la Fundación Max Planck para un proyecto de inves-tigación en el Instituto Max Planck de Psiquiatría de Múnich, Alema-nia. Por esa misma época también ingresé a la Carrera de Investigador Científico del CONICET, donde soy actualmente Investigador Superior.

Acá es necesario hacer un alto y adelantar la historia bastante para abordar el que para mí es el meollo de este artículo. Cuando comencé a escribir, la primera pregunta que me

surgió fue: ¿Cuáles son mis principa-les logros profesionales? ¿Aquellos conseguidos como científico o la fundación del Instituto Max Planck Argentina?

Es muy difícil definir ese punto, porque como científico el descu-brimiento de nuevos genes, haber podido determinar en qué proce-sos fisiológicos y patológicos están involucrados sus productos y que esa información pueda ser usada a futuro para tratar alguna patología me llena de orgullo. Y eso se mezcla

Arriba: foto grupal en ocasión del primer concurso para la selección de un grupo Max Planck para el futuro Instituto IBioBA. En la foto están pre-sentes el Embajador de Alemania, autoridades científicas argentinas, el Vicepresidente y Directores de la Sociedad Max Planck, investigadores argentinos del jurado, y jóvenes participantes del concurso (2008). Abajo a la izquierda: visita del Presidente de la Sociedad Max Planck. En la foto junto a autoridades alemanas y científicas de Argentina (2009). Abajo a la derecha: con Florian Holsboer, recorriendo las obras del Polo (2010).

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CIENCIA E INVESTIGACIÓN - RESEÑAS - TOMO 6 Nº 1 - 201810

íntimamente con mi segundo logro: haber creado el Instituto de Investi-gaciones en Biomedicina de Buenos Aires (IBioBA), de doble dependen-cia entre el CONICET y la Sociedad Max Planck de Alemania.

3. DOS AÑOS EN EUROPA

Y mientras que mi carrera cien-tífica comenzó en México, en Ale-mania arrancaron las relaciones -primero profesionales, después per-sonales- que con el tiempo dieron origen al IBioBA. Así pues, los que considero mis dos grandes logros profesionales tuvieron sus orígenes en otros países.

Al llegar a Múnich en 1990 co-menzó un nuevo camino. El Institu-to Max Planck de Psiquiatría es uno de los más prestigiosos del mundo y allí -como en todos los Institutos Max Planck- ‘el conocimiento pre-cede a la aplicación’. Se hace cien-cia básica. Son lugares que dan a los científicos una inmensa libertad para estudiar lo que más les interesa, con recursos y saberes únicos a dis-posición. Los debates, seminarios y conferencias en los que allí participé dieron el toque final a mi vocación,

y las neurociencias, la neuroendo-crinología, fueron mi segundo ho-gar.

A partir de ese momento, y a lo largo de los años, en los grupos en los que trabajé (y luego en mis la-boratorios) descubrimos una serie de nuevos mecanismos involucra-dos en la señalización de citoquinas (moléculas involucradas en la co-municación entre células), las dife-rentes acciones de las hormonas y su relación con los procesos de los tumores de la hipófisis (una glándu-la ubicada en el cerebro) (Arzt et al, 1992; Arzt, 2001).

Y, ‘como el conocimiento pre-cede a la aplicación’ (un lema que mantuve toda mi vida) con el tiempo esos conocimientos que generamos permitieron no sólo entender esos procesos básicos sino también en-contrar nuevos blancos terapéuticos en modelos animales y en pacientes.

Una anécdota familiar ilustra la magnitud de lo que la experiencia en el Instituto Max Planck significó. Tulia hablaba poco alemán y un día le contó al panadero que yo estaba haciendo un posgrado en el Max

Planck. A partir de ese momento nos empezaron a tratar como si fue-ra Maradona, porque en Alemania trabajar en ciencia -y en especial en un instituto Max Planck- es muy va-lorado.

4. VUELTA A LA ARGENTINA (PARTE 2)

Cuando nos fuimos, con Tulia sabíamos que queríamos volver. Me voy a adelantar un poco en la histo-ria: este regreso a la Argentina fue de afianzamiento. Con los años fui par-te y formé grupos de investigación cuyas publicaciones me llenan de orgullo. Hemos trabajado en los as-pectos biológicos y moleculares de la neurobiología, e incluso hemos desarrollado protocolos clínicos para el tratamiento de condiciones médicas.

Un ejemplo es el del ácido reti-noico, que empezamos a estudiar en Alemania y seguimos trabajando desde Argentina, a mi regreso. Co-menzamos a investigar sus mecanis-mos moleculares de acción en un tipo de tumor de la hiposfisis, la En-fermedad de Cushing (Giacomini et al., 2015). Con el tiempo generamos en un estudio clínico con Víctor Cas-tillo, de la Facultad de Veterinaria de la UBA, un tratamiento para perros que sufren esta enfermedad (Castillo et al., 2006). Gracias al éxito que tuvo ahora estamos trabajando, con médicos del Hospital Durand de Buenos Aires, en el protocolo para tratar esa patología en humanos.

También descubrimos y clona-mos el gen de RSUME (Carbia-Na-gashima et al., 2007), involucrado en los mecanismos de la degradación intracelular de moléculas (Druker et al., 2013; Gerez et al., 2015), y que regula la acción de proteínas como HIF (Factor Inducible por Hipoxia) y el VEGF (Factor de crecimiento en-dotelial vascular). Además, descri-

El equipo de trabajo de Günter Stalla en el Instituto Max Planck de Psi-quiatría de Múnich, Alemania (1991).

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11Un camino sinuoso hacia la biomedicina

bimos por primera vez que RSUME está estimulado en situaciones de hi-poxia en gliomas (un tipo de tumor cerebral) y en tumores en el Síndro-me de von Hippel-Lindau (VHL).

Después de este pequeño salto hacia adelante en la historia, volva-mos a 1993. Ese año gané un con-curso de profesor en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. Con el apoyo del por entonces Decano de la Facultad, Eduardo Re-condo, fundamos y armamos junto a Norberto Iusem, y luego con Alber-to Kornblihtt y Osvaldo Uchitel, el Laboratorio de Fisiología y Biología Molecular de la UBA.

Fue una etapa de intenso traba-jo y ciencia que ocupaba la mayor parte de nuestros días, y fue forjan-do los cimientos del IBioBA, un ins-tituto que empezó a ver la luz en la Facultad de Ciencias Exactas y Natu-rales. Siempre seguí en contacto con gente maravillosa de la Sociedad

Max Planck, como Florian Holsboer, y poco a poco empezó a nacer con ellos la idea de armar un Instituto Max Planck en Argentina. Ya estába-mos a comienzos del siglo XXI y la ciencia argentina se afianzaba en el

mundo. El trabajo de nuestros inves-tigadores tenía cada vez más impac-to, ocupaba un lugar importante en el escenario científico mundial y no éramos pocos argentinos los invita-dos a dar congresos y a participar de

Junto a Tulia, Eduardo Charreau y Pablo Jacovkis en la inauguración de la renovación del Laboratorio de Fisiología y Biología Molecular de la FCEN- UBA (2004).

El equipo de trabajo del Víctor Nahmod en el Instituto Lanari, en ocasión de la visita de Daniel Goldstein (1986).

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conferencias.

Todo había llevado a este punto: el descubrimiento de la vocación en México, el posgrado en Alema-nia, mis investigaciones allá y en la Argentina. El Instituto empeza-ba a ser un proyecto palpable que entusiasmó incluso al por entonces gobierno, que se caracterizó por su impulso a la ciencia y a este proyec-to. Finalmente, en 2007, se firmó un convenio entre autoridades argen-tinas y el Vicepresidente de la So-ciedad Max Planck, Herbert Jäckle, para crear un Instituto en Biomedi-cina, que se formalizó con la firma del estatuto correspondiente entre la Sociedad Max Planck y el CONICET. En esa misma época fui nombrado miembro científico externo de la So-ciedad Max Planck.

Por esos años comenzaron las obras en el Polo Científico y Tec-nológico de Palermo, que agrupa al CONICET; al Centro Cultural de la Ciencia; al Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva; a la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica; y a cuatro institutos de investigación interdisci-plinarios, entre ellos el IBioBA. Pa-saba tanto tiempo en la obra y ponía tanta energía para que avanzara y se concretase que los arquitectos me decían, en broma: “te vamos a dar el Honoris Causa en arquitectura”.

En 2008 se realizó -con el Polo aún en obras- el primer concurso in-ternacional para la selección de un grupo Max Planck para el futuro Ins-tituto IBioBA. El líder de grupo elegi-do por el jurado fue Damián Refojo, quien -como parte de esta iniciativa- realizó una estancia previa en el Ins-tituto Max Planck de Psiquiatría de Múnich, en Alemania, para después instalarse en el IBioBA.

Finalmente el 6 de octubre de 2011 inauguramos el IBioBA y desde

ese momento no paramos de crecer. Hoy somos más 20 investigadores y casi 50 becarios trabajando en el instituto, con el apoyo inconmensu-rable de administrativos y técnicos.

Por esa misma época generamos junto a Wilson Savino, de la Fun-dación Instituto Oswaldo Cruz de Brasil, y a Luis Barbeito, del Institut Pasteur de Montevideo, Uruguay, el Proyecto FOCEM “Investigación, Educación y Biotecnología Aplica-da a la Salud” del MERCOSUR, una iniciativa de la que también es par-te el Laboratorio Central de Salud Pública del Ministerio de Salud de Paraguay.

Acá termina esta reseña, que no pretendo ni por mucho que incluya a toda la gente que quiero agrade-cer y que fueron parte fundamental de esta recorrida. Antes que nada, gracias a Tulia porque sin ella nada de esto hubiera sido posible, y a nuestras hijas Luciana y Martina, que dan sentido a todo. Y aprovecho estas últimas líneas para agradecer a todos los colegas, mentores, discí-pulos, becarios, tesistas, estudiantes y asistentes que fueron parte de este recorrido. Es imposible nombrar-los a todos, y pido disculpas si por la extensión del texto quedó gente afuera.

BIBLIOGRAFÍA

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2) Carbia-Nagashima A1, Gerez J, Perez-Castro C, Paez-Pereda M, Silberstein S, Stalla GK, Holsboer F, Arzt E. RSUME, a small RWD-containing protein, enhances SUMO conjugation and stabili-zes HIF-1alpha during hypoxia. Cell 131: 309-23, 2007.

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5) Gerez, J., Tedesco, L., Fuertes, M., Bonfiglio, J.J., Barontini, M., Silberstein, S., Wu, Y., Renner, U., Páez Pereda, M., Holsboer, F., Stalla, G.K., Arzt, E. RSUME inhi-bits VHL and regulates its tumor suppressor function. Oncogene. 34:4855-66, 2015.

6) Giacomini, D., Páez-Pereda, M., Theodoropoulou, M., Labeur, M., Refojo, D., Gerez, J., Cher-vin, A., Berner, S., Renner, U., Stalla, G.K., Arzt, E. BMP-4 in-hibits corticotroph tumor cells: involvement in the retinoic acid inhibitory action. Endocrinology 147:247- 256, 2006.

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SEMBLANZA

Por Laura Morelli

Era 1984, promediaba mis 20 años y cursaba Química Biológica Patológica, una de las materias que más expectativa nos generaba a los que habíamos elegido la Carrera de Bioquímica. Corría el primer año de la presidencia del Dr. Alfonsín y te-níamos la oportunidad de participar en la vida política universitaria. En el centro de estudiantes trabajába-mos activamente en propuestas de lo más variadas, académicas, políti-cas y culturales. En ese contexto co-nocí a la Dra. Pasquini. A diferencia de lo que los alumnos estábamos acostumbrados, ella era AUTÉN-TICA e IMPREDECIBLE, nos daba clases de bioquímica, pero siempre había tiempo para poder debatir o dejar una opinión de temas impor-tantes ajenos a la bioquímica; era VALIENTE para posicionarse políti-camente en defensa de la democra-cia y de la excelencia académica; INTELIGENTE, como para mante-ner entusiasmados a sus alumnos y manejar altos estándares éticos y de calidad en su trabajo; SOLIDARIA con sus alumnos, en los exámenes escritos nunca ponía objeción a aclarar un tema o una duda, todo para que no sufriéramos la fobia que ella siempre dijo tener frente a las evaluaciones escritas. En la entrega de mi título, Giannina estaba en el

JUANA MARÍA (GIANNINA) PASQUINIpor Laura Morelli y Ernesto R. Bongarzone

estrado en su papel de DECANA, y todos los flamantes graduados nos sentíamos afortunados de que ella presidiera la ceremonia y confiados en que la facultad podía ser distinta con ella al frente.

Casi 20 años después, termi-né trabajando en su cátedra, y este fue el empujón que necesitaba para afianzarme en el trabajo. En esa eta-pa conocí a Giannina, la INVESTI-GADORA generadora de proyectos y colaboraciones, siempre dispuesta a ayudarme en mi desarrollo profe-sional. Tengo los mejores recuerdos en el despacho de Soto-Pasquini, ce-lebrando en la intimidad los subsi-dios obtenidos y los papers publica-dos. En esa época también fui testigo de la Giannina FURIOSA frente a la inacción y a la falta de profesionalis-mo, algo que aseguro intimida.

Hace 12 años dejé de trabajar en la cátedra, pero seguimos colabo-

rando académica y científicamente. Siempre actualizada, dispuesta a aprender y a no perder el ritmo. En esta etapa descubrí a la Giannina en la intimidad, excelente ANFITRIO-NA y prestigiosa CHEF. Ahora no me enseña a aislar y a analizar lípidos, pero me pasa recetas que nunca dejo de ensayar en mi cocina.

Premiar a la Dra. Pasquini por su TRAYECTORIA en el ámbito de esta casa de estudios, es reconocer su invaluable aporte a la formación de recursos humanos y a la conso-lidación de líneas de investigación reconocidas a nivel nacional e inter-nacional. Pero más importante aún, es premiar a quien dedica su vida incansablemente a TRANSFORMAR la realidad.

Por Ernesto R. Bongarzone

Conocí a Giannina, cuando cur-saba Química Biológica Patológica, en el ‘86. Debo decir que hubieron dos cosas que me impactaron de ella: primero, su sonrisa y su arro-llador y cálido modo de interaccio-nar con los alumnos.   Segundo, su tajante personalidad.

Siendo mi propia personalidad afín con la de ella, me sentí suma-mente cómodo en sus clases, y con el pasar del tiempo, forme una opi-

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nión muy buena. Eduardo Soto, tam-bién profesor de la misma materia, fue el que me enamoró con sus cla-ses sobre degeneración nerviosa, en especial esclerosis múltiple -campo en el que después de 20 años sigo- y al que en definitiva fui a golpearle la puerta para hacer mi doctorado. 

Grande fue mi asombro y ale-gría cuando supe que eran esposos. Con el correr de los años, se forjó una relación muy interesante con ambos, aunque debo decir que con Giannina, siempre fui más compin-che (supongo porque con Eduardo, yo debía mantener una actitud más seria, de discípulo). Pero Gianni-na supo llegarme con su particular modo de entablar la conversación. Ella me hablaba como una madre. Gracias a ella, pude superar algunos momentos difíciles en mi vida, dán-dome siempre cobijo en su oficina y un aliento increíble. Creo que se estaba gestando una amistad que con los años se solidificó y los dos mantenemos el día de hoy. 

Giannina siempre ha sido una fuente de buenos consejos. Me re-galó varias enseñanzas, que van más allá de lo científico. Por ejemplo, de ella aprendí a analizar el panorama político que me rodea, cómo in-terpretar las conversaciones, cómo gestar grupos, y a utilizar la diplo-

macia adecuada en el momento adecuado. Lecciones, todas, que no se encuentran en los libros y que solo se transmiten viviéndolas.

En el aspecto profesional, siem-pre admire su tenacidad para sobre-llevar los malos momentos, un grant que no sale, un paper que se no se aceptó, o inclusive las dificultades cotidianas y frecuentes que caracte-rizan la vida en el laboratorio.

A pesar de todo eso, Giannina siempre ha sido positiva, energética, determinante en salir adelante y ha-cer salir adelante a todos. Recuerdo perfectamente una tarde en la cual yo había estado conversando una serie de experimentos con unos pro-fesores, los cuales habían sido un poco devastadores en el pronóstico de cuáles serían los resultados. En ese momento yo era un estudiante en el segundo año del doctorado, y la verdad, la conversación me des-moralizó un poco. Así fue que en-trando a la biblioteca de nuestra cá-tedra, estaban Giannina y Eduardo sentados a la mesa. Ella, perceptiva, me encaró y preguntó qué pasaba. Después de contarle, Eduardo en silencio y Giannina sonriente, con esa mirada característica de ella, me dice: “Ernesto, if you don’t try, you will never know”. Y asi simplemen-

te me dio alas para ir adelante. Esta actitud fue y será una de las carac-terísticas que más me impactaron de ella. A tal punto, que hoy en día, es común que yo mismo use esas pa-labras con mis estudiantes en mi la-boratorio.

Algo que me apasionaba era que al finalizar el día de trabajo, a eso de las 7 de la tarde, nos sentábamos Giannina, Eduardo y yo a hablar en su oficina. Se hablaba de todo, de ciencia, de política, de arte, de humanidades. Eran una o dos horas de verdadero placer mental. Ahí en esos momentos era cuando algunos de los mejores experimentos se ges-taban.

Eso es algo que extraño y mucho, ahora que han pasado los años y la distancia y las culturas nos han se-parado la mayor parte del tiempo. Extraño ese calor que sentía junto a ellos.

A medida que escribo estas pala-bras, me doy cuenta cuánto me han regalado, cuánto me han enseñado, y cuánto de lo que soy hoy, es por la fe que me tuvieron y el calor que me regalaron. Fueron y serán mis se-gundos padres, a los que con amor incondicional, les rindo y rendiré homenaje siempre. 

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RESEÑA DE MI TRAYECTORIA CIENTÍFICAPalabras clave: mielina; desmielinización; oligodendrocito.Key words: myelin; desmyelin; oligodendrocyte. (Creo que sería así).

En ciencia, ser nacido en un país como Argentina, tiene aspectos ne-gativos, pero si además naciste en un pequeño pueblo como Huinca Renancó, lo es aún más… Todas las corrientes de la cultura, del pensa-miento y de la ciencia atraviesan esas pampas al sur del continente americano sin que ello modifique demasiado sus vidas. Yo nací hace ya muchos años en ese pueblo y nada hacía imaginar que un día mi vocación más firme sería la de hacer ciencia como el gran motivo de mi vida.

Como dije antes nací en una pe-queña localidad del sur de la Pro-vincia de Córdoba llamada Huinca Renancó. En la investigación que se hizo de la zona, se encontró que los nativos utilizaban frecuentemente la voz “huinca renancó”, que signi-ficaba “pozo de agua del cristiano” y otros dicen que significa “cristiano muerto en el agua “. Sea cual sea su significado, allí nací y crecí. Mi ma-dre Alicia Alesso era hija de gente de campo de la zona y mi padre Ni-colás, italiano de nacimiento y que había llegado a la Argentina allá por los años 30 y que un día recaló en Huinca y conquisto a la joven que todo el mundo dice era la más lin-da del pueblo, mi madre. Seis años

después de mi nacimiento nació mi hermano Rómulo, que en principio y después de tanto tiempo, no fue muy bien recibido por mí ya que por su llegada dejaría de llamar la aten-ción de mi querida familia.

En Huinca Renancó cursé los pri-meros años de la escuela primaria y luego, dado que en Huinca el viento y el polvo eran una característica, desarrollé una alergia que afectó mucho mis ojos. Por recomenda-ción de un famoso oculista que me viera en Buenos Aires, mis padres decidieron que terminara mis estu-dios primarios en Buenos Aires, ya que mi abuela materna y una tía vi-vían allí. Fueron años muy duros ya que extrañaba a mis padres, en pri-mer lugar, y a todo aquello que sig-nificara la vida del pueblo, después. Quinto y sexto grado, entonces, los cursé en una escuela estatal llamada Salvador María del Carril, donde fui muy discriminada por provinciana por el resto de mis compañeras, sal-vo una niña tucumana que padecía las mismas agresiones que yo. De todas maneras, el mejor de los re-cuerdos para mi maestra de 5° gra-do, la Srta. María Esther Mass, una mujer maravillosa.

Terminada mi escuela primaria, pensé que podría quizá volver a mi pueblo ya que ese año abrirían un colegio secundario en Huinca Re-nancó. Muchos años más tarde supe que mi padre había estado en la Co-misión que gestionó la apertura de ese colegio y que sin embargo dijo de la conveniencia de que yo conti-nuase mis estudios en Buenos Aires. Así fue que rendí examen de ingreso al Liceo Nacional de Señoritas N° 2 Amancio Alcorta, un prestigioso Liceo donde recuerdo con gran ca-riño haber tenido por compañera a Elena Frondizi. Recuerdo las char-las a la salida del colegio sobre las ideas de su padre y de los puntos de divergencia que ella tenía con las mismas. Párrafo aparte merece la educación por aquellas épocas. La educación estatal era respetada no solo por la gente sino que era una alta preocupación del Estado. Tanto como para tener por compañera no solo a Elenita, la hija de quien sería muy poco después Presidente de la República sino además a la hija del Gobernador de la Provincia de Bue-nos Aires de ese momento Carlos Aloé. La posibilidad de una escue-la privada como mejor opción era absolutamente impensada. Qué la-mentable que la clase media argen-tina haya abandonado la educación

Juana María PasquiniCátedra de Química Biológica Patológica. Dep-to. Química Biológica, Facultad de Farmacia y Bioquímica (UBA).

[email protected]

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estatal para pasarse a escuela priva-da pensando que ello era la opción a una mejor educación.

En el colegio secundario perdí la timidez que me acompañó durante toda la primera infancia, lo que me permitió una mejor comunicación con aquellos que me rodeaban.

Al mediar mi escuela secunda-ria, debía tomar la decisión de qué carrera seguiría. Sabía que me in-clinaba por la arquitectura o la bio-química, pero como se puede ver la bioquímica triunfó sobre la arquitec-tura. Por muchos años me pregunté porqué la bioquímica y finalmente decidí simplemente disfrutar de mi decisión.

Tan pronto como ingresé a la Facultad debí abandonar toda otra actividad que no fuese estudiar, es-tudiar y estudiar. Recuerdo que era una época en la que hacía mucho deporte incluido un curso de timo-nel en el Club YPF al que riguro-samente íbamos todos los fines de semana con una inseparable com-pañera, mi prima María del Carmen, y dos amigas Tuchi y Graciela Devo-to. Toda expansión se terminó, pero tuvo su premio ya que después de seis años obtenía dos títulos: el de farmacéutica, primero, y el de bio-química, después.

Durante mis años de Universi-dad entre los años 1957 y 1963 dos grandes personalidades influyeron muy fuertemente en mí, los docto-res Houssay y Leloir, por su calidad científica y por sus valores, y por-que ambos eran mis colegas ya que Houssay era farmacéutico y Leloir bioquímico por adopción. Párrafo aparte merece el Dr. Ranwel Ca-putto quien fuera para mi ejemplo de vida, de seriedad de lo que se debe ser y lo que no.

Tan pronto como terminé mis ca-rreras universitarias (soy farmacéuti-ca y bioquímica) decidí que la prác-tica de cualquiera de ellas era algo muy alejada de mí y por invitación del Dr. Carlos Jorge Gómez comen-cé mi tesis doctoral bajo su direc-ción al igual que la docencia en el Departamento de Química Biológi-ca, Cátedra de Química Biológica Patológica.

EDUARDO SOTO MI AMORO-SO COMPAÑERO

Fue en el laboratorio del Dr. Gó-mez que conocí a Eduardo Soto, médico que trabajaba en el Institu-to del Dr. De Robertis y colaboraba con Gómez y la Dra. Lilia Semina-rio. Ver a Eduardo y enamorarme de su inteligencia fue una sola cosa. Más tarde me enamoré no solo de su inteligencia, sino que supe que querría vivir a su lado por siempre. Con Eduardo tuvimos una vida ma-ravillosa, y aunque aún hoy lo ex-traño terriblemente, guardo de él siempre los mejores recuerdos y eso hace más fácil su ausencia. Eduardo era un viajero incansable y gracias a él conocí una gran parte del mundo. Viajamos por casi todo los EE.UU. y gran parte de Europa. Conocimos Australia y Nueva Zelandia, Israel y Turquía. Eduardo era una persona elegante y muy querida por todo el mundo y siempre encontré perso-nas que tuviesen de él el mejor de los recuerdos. De Eduardo aprendí casi todo en el laboratorio, cómo es-cribir un buen paper y cómo escribir un buen proyecto para solicitar un subsidio, aunque reconozco que en la mesada yo era mejor. Aunque era un médico que hacía ciencia, tenía un enorme conocimiento médico que hacía que casi todos en la Cáte-dra lo consultaran como última opi-nión. Escuchar hablar de medicina a Eduardo y a Patricio Garrahan era un placer inigualable. Eduardo conocía

no solo de medicina y ciencia, sino era un lector incansable. Conocía historia y geografía y en el labora-torio le decíamos que era “nuestra Enciclopedia gallega”

MI ACTIVIDAD DOCENTE

Como ya dijera, comencé mi actividad científica no como beca-ria, sino como Ayudante de Primera con dedicación exclusiva. Como tal, además de mi actividad científica daba clases prácticas en la materia Química Biológica Patológica. Años más tarde obtuve el cargo de Jefe de Trabajos Prácticos con dedicación exclusiva y luego, mucho después, Profesora Adjunta. En el año 1986 tuve el enorme privilegio de ser ele-gida Decana de la Facultad de Far-macia y Bioquímica y, para ese mo-mento, era Profesora Asociada. Una vez concluido mi período en el de-canato, la facultad llamó a concurso un cargo de Profesor Titular y a través de ese concurso fui nombrada Profe-sora Titular, luego Titular Plenaria y finalmente Titular Emérita. Aún hoy como Profesora Emérita doy clases en el curso regular de Química Bio-lógica Patológica y siempre les digo a mis alumnos que lo hago porque siento que eso me rejuvenece.

Volvamos al decanato, fui la pri-mera mujer Decana de la Universi-dad de Buenos Aires y además una mujer dedicada a la Ciencia, todo ello me honra. Por tales razones sabía que posiblemente ejercer el decanato no iba a ser una empresa fácil. La Facultad de Farmacia y Bio-química, por ser una Facultad des-prendida de la Facultad de Ciencias Médicas, era muy devota a la defen-sa de la profesión bioquímica y no muy afecta a la investigación cien-tífica. Había además otra razón y es que debía distinguirse de la Facultad de Ciencias Exactas muy afecta a la investigación científica. Debo agre-

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17Reseña de mi trayectoria científica

gar otro ingrediente: venía del riñón del Departamento que por años había liderado el Dr. Alejandro Pa-ladini, quien fue el mayor impulsor de la actividad científica en nuestra Facultad. Ni el profesionalismo y el así llamado “cientificismo” fueron objetos de mi preocupación, ya que pude llevar adelante el decanato con distención y con tensiones, pero sin grandes obstrucciones. Era solo ha-cer la tarea con mucha dedicación y decisión y siempre pensando en qué dirían de lo que yo hacía, todos aquellos grandes inspiradores de mi vida profesional y científica.

Si tuve un gran problema durante el decanato era la persona del Rec-tor de la UBA, el contador Oscar Shuberoff. Su rectorado lamenta-blemente no estuvo a la altura de lo que se esperaba de la persona que conduciría la UBA después de tantos años oscuros en ese ámbito. Supie-ron decirme que este enfrentamien-to hizo imposible mi re-elección. Valió la pena no repetir el decanato si fue por defender mis principios y mi pensamiento de la Institución que me había formado.

Creo haber brindado a los estu-diantes un ambiente de libertad y discusión, a los jóvenes docentes e investigadores un lugar de reconoci-miento y de respeto a la docencia y a la investigación y a los profesores en general respeto por su tarea. Un párrafo aparte al personal no docen-te en general y en especial al perso-nal administrativo que colaboraron en la reconstrucción de nuestra que-rida Facultad

MI TESIS DOCTORAL

Realicé mi Tesis doctoral bajo la dirección del Dr. Carlos J. Gómez -quien fuera mi profesor de Quími-ca Biológica Patológica- sobre el efecto de las hormonas tiroideas so-

bre la maduración cerebral. Gómez era integrante del Departamento de Química Bilógica cuyo director era el Dr. Alejandro Paladini. La rela-ción entre Gómez y Paladini no era la mejor y eso redundó en una re-lación mía muy lejana con Paladini. Sin embargo, años más tarde pude conocer a ese hombre muy serio, de carácter más bien ácido, pero que era necesario conocerlo para saber todo lo que de él se podía aprender. Con el correr de los años y después de la muerte de Eduardo, solía ir a su escritorio a conversar con él y eso se convirtió casi en una rutina, en una agradable rutina. Volvamos a la Tesis. Gómez nunca fue miem-bro de la Carrera del Investigador y yo nunca tuve Beca del CONICET. Tuve solo un cargo de Ayudante de Primera con Dedicación Exclusiva y con ese cargo hice todo mi trabajo de Tesis. El tema de mi Tesis era un tema tan apasionante que de vez en cuando vuelvo a ese tema y lo rea-vivo. Terminarla me costó siete años y con ella me otorgaron el Premio Facultad a la mejor Tesis del año y el premio era una hermosa y robus-ta medalla de oro que me entregó la Facultad. Mi Tesis estuvo solo de-dicada al Dr. Gómez por todos los conocimientos que me había impar-tido y la medalla se la regalé a mi madre, quien antes de morir me la devolvió diciéndome que era a mí a quien pertenecía. Mi sobrina Laura Pasquini terminó su Tesis doctoral y fue también premio Facultad y como ahora no hay medallas de oro, me permití darle aquella que yo obtuve.

MIS COLABORADORES

Hablar de mis colaboradores es quizá lo que más me gusta. Man-tengo con casi todos ellos y hasta el día de hoy la más maravillosa de las relaciones y eso me da una enorme satisfacción. Comenzaré con Oscar Bizzozero. Él fue mi primer cola-

borador y la suya fue la primer tesis doctoral que yo dirigí. Oscar es una persona despierta, siempre alerta y muy inteligente. Oscar se casó con Nora Perrone y yo tuve el privilegio de ser su madrina de la boda. Os-car hizo su postdoctorado en Boston en el laboratorio de la Dra. Marjorie Lees y de allí obtuvo una plaza en la University of New Mexico, Albu-querque. Ahora él es el Director del Departamento de Biología Celular y Profesor de esa Universidad. Yo sien-to una profunda alegría de sus logros y un orgullo muy grande de haber contribuido a su formación. Durante su estadía en Boston, Oscar obtuvo el Premio Folch Pi por sus trabajos sobre la acilación de proteolípidos, línea de trabajo que comenzamos juntos. De allí en adelante, su carre-ra ha sido realmente brillante.

Mi segunda colaboradora fue Ana Adamo. Ana asistió a todas las clases de Patológica y era muy pre-guntona. Tan pronto terminó de ren-dir la materia, Ana ingresó al labora-torio, realizó su tesis doctoral con-migo y hoy es Profesora Asociada de Química Biológica Patológica. Vino luego Norma Sterin de Speziale quien quería participar en la docen-cia universitaria. Yo le ayudé a termi-nar su Tesis Doctoral. Fue Profesora Asociada de nuestra Cátedra y más tarde Profesora Titular de Biología, siempre en la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA. A Norma le siguió Silvia Kreda quien después de terminar su tesis partió a EE.UU, realizó una actividad postdoctoral en el laboratorio de Kunihiko Suzu-ki, se casó y hoy vive y trabaja en Carolina del Norte.

Un párrafo aparte para tres perso-najes entrañables, que si bien no hi-cieron sus Tesis doctorales conmigo sino con Eduardo Soto y Patricio Ga-rrahan, si fueron personas con quie-nes trabajé y a quienes quiero mu-

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cho. Ellos son Liliana Berti-Mattera, Carmen Sato-Bigbee y Jorge Laroc-ca. Ellos han sido enormes colabora-dores y hoy grandes amigos. Liliana después de un paso muy exitoso por Case Western University se mudó junto a su marido, Rafael Matera, a Washington. Liliana es una cariñosí-sima amiga y hoy abuela. A Carmen la veo con frecuencia en diferentes congresos de neuroquímica siempre haciendo preguntas inteligentes y sagaces. Finalmente, Jorge Larocca (alias el gordo Larocca) ser adora-ble pero después de buenos años de ciencia en el Albert Einstein College of Medicine, cansado de luchar por subsidios que le eran difíciles de obtener a pesar de su gran calidad científica, dejó la actividad científi-ca y hoy es el encargado del Animal Room del Albert laboralmente.

Llegó la época de Ernesto Bon-garzone que fue becario de Eduar-do y con quien hoy interacciono Anthony Campagnoni y en el Istituto San Rafaelle en Milán, Italia y hoy es Profesor en Chicago University. Irene Givogri, su esposa, trabaja en el laboratorio junto a él y llevan adelante una muy exitosa línea de investigación. Ernesto es hoy Profe-sor Honorario del Departamento de Química Biológica y realiza tareas académicas periódicamente. Ernesto realizó post doctorados con Einstein College of Medicine. Es padre de tres hermosos hijos y también abuelo.

Otro grupo de colaboradores que realizaron sus tesis doctorales en mi laboratorio son Cecilia Mar-ta, una inteligencia privilegiada que realizó una estadía postdoctoral en el laboratorio del Dr. Steven Pfeiffer y ahora ocupa un puesto importan-te en Sanofi-Genzyme, EE.UU. Con Cecilia llegaron al laboratorio un grupo muy laborioso y de gran nú-mero de publicaciones. No puedo dejar de mencionar a Mariela López

Salon y a Enrique Escobar Cabrera. Enrique alias Quique era hijo de un cantor paraguayo que finalmente fue cónsul en Suecia. Quique se enoja-ba cuando yo decía que él era hijo de un diplomático, le gustaba más que dijera que era hijo de un cantor y compositor popular. Un día y para describirlo a su manera me dijo “es como el Palito paraguayo”, hacien-do alusión a Ortega.

Un dúo importante en el labora-torio fue el de Pablo Páez y Corina García. Este dúo produjo un número importante de publicaciones que le dieron un gran empuje al laborato-rio. Corina estuvo en París y regresó y hoy está en el Instituto Leloir des-pués de haber hecho una estadía en el laboratorio de Carlos Davio. Si bien Corina trabaja en el Instituto Leloir en el laboratorio de Fernando Pitossi, seguimos aun haciendo co-sas juntas, un placer que me regala la vida. El otro integrante del dúo fue Pablo, quien luego de una estadía en los laboratorios de Anthony Cam-pagnoni, hoy es Profesor en Buffalo University. La relación con Pablo es algo muy importante para mí. Pablo y Verónica Cheli, su esposa, trabajan juntos y tengo la suerte de haber en-tablado una gran amistad con ella. Buffalo en invierno es una ciudad desapacible y toda vez que puedo y antes de ir a un congreso paso a visitarlos y ellos siempre me reciben con muchísima cordialidad.

Con Pablo realizamos tareas en conjunto y los becarios de mi grupo “mueren” por pasar un tiempo en su lab. De hecho y por un subsidio RAICES María Eugenia Guitart pasó un tiempo allí, al igual que Leandro Marziali por una beca especial de la American Society for Neurochemis-try llamada YLAS (Young Latin Ame-rican Scholarship) que le permite asistir al meeting y hacer una pasan-tía en un laboratorio huésped. Final-

mente, Tomás Carden otro ganador de la YLAS será el futuro visitante del laboratorio de Pablo.

Fue luego el turno de Carolina Salis, Esteban Ortiz y Elvira Bada-racco. Mariano Guardia Clausi fue el siguiente tesista, hoy en EE.UU., que me visita periódicamente. Lucas Silvestroff y María Julia Pérez han sido otros dos inteligentes colabo-radores. Vino más tarde el cariñosí-simo Hernán Hoyos, quien fuera un gran compañero y amigo, y final-mente Leandro Marziali uno de los más díscolos colaboradores a quien he retado como ninguno pero que jamás me guardo rencor y del que estoy muy orgullosa.

No quiero dejar de mencionar a algunos colaboradores que lamenta-blemente no terminaron sus trabajos de tesis y ellos son Cristina Brown, María Marta Guarna y Pedro Aloise.

MIS LOGROS CIENTÍFICOS

Hablar de mis propios logros es difícil, pero trataré de hacerlo. Durante la realización de mi tesis doctoral hice aportes interesantes al conocimiento del efecto de las hor-monas tiroideas sobre el desarrollo cerebral, de la actividad de algunas enzimas relacionadas al metabolis-mo cerebral, y de la relación entre las hormonas tiroideas y el factor de crecimiento sobre el desarrollo. Tuve la suerte de participar junto a Eduar-do de algunos de los trabajos del Dr. De Robertis relacionados al receptor colinérgico. Más tarde, con Eduardo iniciamos un estudio sobre la sínte-sis de fosfolípidos en las diferentes fracciones subcelulares del sistema nervioso central. En aquel momen-to era dogma que los fosfolípidos eran sintetizados por el retículo en-doplásmico y luego transportados a las diferentes fracciones. También era dogma lo inerte de la mielina y

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19Reseña de mi trayectoria científica

En ese momento iniciamos, junto con Laura Pasquini, una colabora-ción con Gabriel Rabinovich sobre los efectos de Galectina-1 y 3 sobre el sistema nervioso. Así pudimos de-mostrar que la Galectina-3 favorece la maduración del oligodendrocito y con este tema Hernán Hoyos hizo su tesis doctoral. Demostramos tam-bién que la Galectina-1 favorece el crecimiento axonal después de un daño de la médula espinal. Esta última línea la llevó a cabo Rami-ro Quintá hasta el fin del año 2017 cuando dejó el laboratorio.

Dado que la deficiencia de hie-rro es un problema mundial, y nues-tro interés en le homeoestasis del hierro en el SNC, iniciamos una línea sobre deficiencia de hierro, utilizando un modelo de animal ali-mentado con una dieta con solo el 10% de hierro de lo que contiene la dieta control. Esta línea la iniciamos con Esteban Ortiz y María Elvira Ba-daracco y la continuamos con María Victoria Rosato Siri y María Eugenia Guitart. Demostramos que la defi-ciencia de hierro produce un cuadro de hipomielinización con afectación de tanto los oligodendrocitos como los astrocitos. En un momento y por invitación de David Cotter (un in-vestigador y psiquiatra irlandés) uti-lizamos el modelo de deficiencia de hierro como modelo de esquizofre-nia, dado que la clínica muestra que niños nacidos de madres anémicas y con deficiencia de hierro, manifes-taban en la adolescencia un cuadro esquizofrénico. Se hicieron estudios de análisis proteómico y compara-ción con muestras de pacientes con problemas cognitivos.

Finalmente y para cerrar el círcu-lo de la homeostasis del hierro, con Pablo Páez iniciamos un estudia del

efecto del transportador de metales divalentes (DMT1) en la mieliniza-ción y la remielinización.

UNA REFLEXIóN DIRIGIDA A LOS JóVENES INVESTIGADORES

Hacer investigación es enfren-tarse con malos salarios, escaso dinero para trabajar y, en general aunque con escasas excepciones, poca comprensión por nuestra tarea por los gobernantes. Desde antes de terminar mis carreras universitarias, ya trabajaba en investigación, tarea que nunca abandoné. Hoy después de tantos años y dedicación obtuve muchas alegrías, quizá han sido más que mi dedicación. Llegué a ser Pro-fesora Titular Plenaria y, más tarde, Profesora Emérita lo que me permi-te seguir junto a los estudiantes ha-blando en clase de Química Biológi-ca Patológica. En el CONICET pude alcanzar la categoría de Investigador Superior. Sigo haciendo ciencia jun-to a un grupo de jóvenes entusiastas y a mi lado se formó gente exitosa en la Argentina y en el exterior. Me han incorporado a su ámbito la Aca-demia de Ciencias Latinoamericana y la de Ciencias Médicas de Córdo-ba. He sido premiada en diferentes oportunidades y la última distinción me fue otorgada por la International Society for Neurochemistry con el premio Marta Vogt para dar la pri-mera conferencia en su homenaje en un próximo congreso en Mon-treal, Canadá. ¡Como ustedes pue-den ver todo valió la pena!

nosotros propusimos que esto no era así y hoy todo el mundo habla de la capacidad metabólica de la mem-brana mielínica. A partir de ese mo-mento, mi interés se ha centrado en la célula oligodendroglial y la mie-lina membrana que rodea al axón y permite la conducción saltatoria del impulso nervioso. Con Ana Adamo estudiamos la síntesis de plamalóge-nos y con Oscar Bizzozero la aci-lación la proteína de proteolípidos. Esta proteína es una de las proteínas específicas de la mielina junto con la proteina básica, la MAG (myelin asssociated glycoprotein) y la CNPa-sa (la nucleótido cíclico fosfohidro-lasa).

Cuando llegó el año 1994 co-menzamos un estudio sobre el efec-to de la transferrina, no como pro-teína transportadora de hierro, sino como factor de crecimiento sobre la diferenciación oligodendroglial. Este estudio se inició por casualidad, ya que Ernesto Bongarzone estudia-ba oxidación de las proteínas de la mielina y decidimos usar la Tf para atrapar el hierro como posible par-ticipante de la reacción de Fenton. Hecho el experimento observamos que obteníamos un 50% más mieli-na que en la situación control. Estos experimentos fueron iniciados por Ernesto y Enrique Escobar y dieron lugar a una larga serie de tesis doc-torales. Ellas fueron además de la de Enrique Escobar Cabrera, la de Ceci-lia Marta, Pablo Páez, Corina García y Carolina Salis. La tesis de Caroli-na, bajo la codirección de Patricia Setton, fue sobre el sistema nervioso periférico, lo que abrió una nueva lí-nea bajo la dirección de Patricia Set-ton. Siguieron en este tema las tesis de Esteban Ortiz, Elvira Badaracco, Lucas Silvestroff, María Julia Pérez y Mariano Guardia Clausi.

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SEMBLANZA

La trayectoria y logros científicos de Gerardo Perillo son fácilmente reconocibles a través de su CV y en el transcurso de su reseña. Sin em-bargo, para comprender estos logros es importante conocer algunos ras-gos de su personalidad. He transita-do más de 35 años junto a él com-partiendo momentos durante varias etapas de mi vida: como alumna, becaria, investigadora, estudiando, trabajando y discutiendo.

Luego de cursar 3 años bási-cos de Geología elegí la carrera de Oceanografía con orientación en Geología Marina que se dictaba desde hacía pocos años en la Uni-versidad Nacional del Sur. Me gus-taban los ambientes actuales, y me parecía muy interesante estudiar la dinámica que tiene el mar. Algunas de las materias eran nuevas y tenía-mos “profesores viajeros” que ve-nían de Buenos Aires a darnos clases cada quince días. Cuando cursé Se-dimentología Marina la dictaba un profesor de los “nuevos”, que el año anterior había sido uno de los pro-fesores viajeros junto con su esposa (quien dictaba otra de las materias de la carrera), y que ese año ya es-taban viviendo en Bahía Blanca. No teníamos demasiados antecedentes de este profesor, sólo había dictado la materia un año antes y nuestros compañeros nos decían que daba algunas cosas muy complicadas

GERARDO PERILLOpor Diana G. Cuadrado

con fórmulas matemáticas. Hasta ese momento nuestros conocimien-tos de geología requerían de mate-mática básica y los estudios eran bastante descriptivos. Allí conocí a Gerardo Perillo, como estudiante de Oceanografía. La materia que dictaba me sorprendió porque nos enseñó las fórmulas de transporte de sedimentos, y para mí fue cautivante conocer que se podía calcular la de-positación o la erosión de un lugar, teniendo en cuenta parámetros de corriente y sedimentos. Lo más inte-resante era que se podía determinar el transporte de sedimentos, apli-cando las ecuaciones matemáticas recién aprendidas, dejando de lado la subjetividad, ¡y se podían discutir los resultados! Gerardo sembró en mí la semilla de querer conocer más y más, en ese mundo apasionante de la Sedimentología explicada con ayuda de la matemática. Más tarde fue casi obvia la decisión de solicitar una beca a CONICET bajo su direc-ción. En el estuario de Bahía Blanca

había mucho para estudiar en rela-ción al transporte de sedimentos ya que mayormente se realizaban es-tudios biológicos y químicos, y los geológicos eran mayormente estáti-cos.

En ese entonces, como becaria, a finales de los años ´80, comenzaron las salidas de campaña en la lancha del IADO y Gerardo es un apasio-nado de las tareas de campo. En esos trabajos pioneros en el estuario compartimos varios días embarca-dos, donde salir a navegar dependía de la suerte de tener un buen clima para poder completar los objetivos de volver al gabinete con la mayor cantidad de datos. En aquellos días no había páginas web con pronósti-cos extendidos del tiempo. Hemos pasado algún día en la lancha sin poder trabajar por el viento y las olas, reparados en la Base Naval Puerto Belgrano, compartiendo po-choclos con almíbar preparados por Camilo (el capitán de la lancha), es-perando mejor clima. Las campañas eran un trabajo en equipo. Seguir la posición de la embarcación no era tan fácil como ahora mirando en una pantalla de GPS, sino que te-níamos que leer las posiciones que mostraba un Trisponder, anotarlas, y ubicarlas en el mapa en ese momen-to, lo que requería de varias perso-nas trabajando en conjunto. Simul-táneamente, teníamos que decidir

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21Semblanza

dónde extraer las muestras de se-dimentos. Todo esto mezclado con olor al papel quemado de la sonda que usábamos para determinar la batimetría del lugar.

Ya en la organización de las campañas, era intimidante la can-tidad de horas que teníamos que medir corrientes para obtener re-sultados representativos, según sus palabras, para convencernos. Medir bajando el correntómetro a diferen-tes profundidades cada 1 hora en varias estaciones en una transecta al canal, requería de muchas horas de trabajo, donde el tiempo pasaba muy rápido entre medición y medi-ción, aunque al finalizar las 13 ó 25 horas de trabajo ininterrumpido (a veces de noche por el horario de la marea) estábamos exhaustos. Estos días de convivencia de varias perso-nas (capitán, marinero, personal de apoyo, becarios y nuestro director), en una lancha en el mar requerían de mucha paciencia, buen ánimo y cooperación.

Una de las cualidades de Ge-rardo es tener objetivos muy claros, desafiantes y cumplirlos… y si son varios simultáneamente… mejor. Uno de ellos fue la organización de un congreso internacional a fines de los años ´80, la Chapman Conferen-ce (financiada por AGU, American Geophysical Union) que se llevó a cabo en Bahía Blanca, por primera vez fuera de Estados Unidos. Sus becarios fuimos colaboradores en la organización. Se llamó “Sediment Transport Processes in Estuaries” y allí conocí a los más importantes referentes del tema a nivel mundial que participaron en el evento y tuve la gran posibilidad de conversar con los autores de los trabajos que leía y llegaban a nuestra oficina varias se-manas después de pedirlos por co-rreo. Gracias al empuje y decisión de Gerardo de organizar ese impor-tante congreso en Bahía Blanca es-

tuve rodeada de esos grandes inves-tigadores referentes del tema en el que estaba trabajando en mi tesis sin salir de mi lugar de trabajo.

Luego siguieron más de 20 orga-nizaciones de congresos nacionales e internacionales lideradas por Ge-rardo, que se realizaron en Bahía Blanca y también en la provincia de Buenos Aires, como la 2001 Ocean Odyssey (International Association for Physical Sciences of the Ocean & International Association for Biolo-gical Oceanography) que se realizó en Mar del Plata, también con gran cantidad de investigadores extranje-ros de gran renombre que viajaron de diferentes partes del mundo hasta nuestros pagos.

Gerardo siempre miró más allá de los límites de Argentina, aun cuando los tiempos de comunica-ción eran difíciles porque nos ma-nejábamos con el correo postal o el teléfono. La comunicación inter-nacional nunca fue una limitación y poder relacionarse con el mundo científico era sólo cuestión de pro-ponérselo. Ello lo llevó a contactar a los expertos internacionales más importantes del tema para editar va-rios libros, apoyado por Elsevier, el primero sobre estuarios y, años más tarde, sobre humedales costeros.

Este mismo empuje para derrotar la lejanía de instituciones extran-jeras abrió el camino de coopera-ciones internacionales, y Gerardo -desde siempre- tuvo subsidios in-ternacionales con investigadores ex-tranjeros de gran renombre. Gracias a esos proyectos pude tener sentado frente a mi escritorio a Keith Dyer, oceanógrafo especialista en estua-rios, preguntándome sobre mi traba-jo en perfecto inglés británico ¡Un verdadero lujo!

Con el tiempo, sus líneas de tra-bajo se fueron ampliando, incor-

porando los procesos biológicos al agua de mar, luego los procesos en lagunas, en conjunto con la cons-trucción de sensores de parámetros ambientales y muchos otros traba-jos interdisciplinarios. Así, sus pro-yectos, planes, becarios, líneas de investigación, premios, y reconoci-mientos se fueron incrementando.

Durante los primeros años de mi carrera científica junto a Gerardo, he compartido este espíritu avasalla-dor y de superación, que es el que lo ha llevado a cumplir muchas de sus metas. Si alguna no la ha alcan-zado no significó un fracaso sino, por el contrario, lo ha impulsado a continuar con todos los otros ob-jetivos que posee e incorporar más aún. Ahora, luego de transcurridos muchos años de trabajar oficina de por medio, puedo decir que lo más destacable es su pasión por la inves-tigación desde siempre, acompaña-do de la decisión, sin temores, de alcanzar las metas que se propone. Después de una carrera de investi-gación muy fructífera, el legado más importante y que merece ser imita-do es que vive la investigación con el mismo entusiasmo que en sus años más jóvenes, alcanzando las objetivos que se plantea, incorpo-rando nuevos desafíos, y teniendo proyectos por muchos años más.

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UN VIAJE TRANSDISCIPLINARIO

Palabras clave: Transporte de Sedimentos; Ambientes Costeros y Continentales; Interacciones Físico-Biológicas.Key words: Sediment transport; Coastal and continental environments; Physical-biological interactions.

Gerardo M. E. PerilloCONICET-UNS Instituto Argentino de Oceanografía (IADO)Departamento de Geología, Universidad Nacional del Sur

[email protected]

1. EN DONDE NO ENCUEN-TRO A QUE DEDICARME

En un cuadrito en la pared de nuestra sala de estar se puede leer la frase clave que me llevó paso a paso hasta el lugar donde me encuentro hoy: La oportunidad a menudo está disfrazada de trabajo duro. Muchas veces hemos pensado con mi espo-sa, la Dra. María Cintia Piccolo, con la que hemos compartido más de 40 años de vida tanto familiar como profesional, que cada uno de los pa-sos que dimos se concentró en ha-ber sabido elegir las mejores opor-tunidades que se nos presentaron. Quizás no fueron las oportunidades óptimas, pero nunca nos arrepenti-mos de las decisiones que tomamos.

Esas oportunidades comenzaron con mis padres, Rómulo y Catalina, que llegaron de Italia en diferentes épocas y que, gracias a que un ami-go de mi padre le pasó una direc-ción equivocada, implicó que se co-nocieran y que compartieran más de 50 años de su vida. Nací en Capital Federal en 1951 perfilando los pri-meros 8 años de mi vida como hijo único, nieto único, sobrino único, etc. Sin embargo, por miedo a que tanta atención por parte de mi fami-

lia me llevara a ser una persona ca-prichosa, la educación de mi padres fue rígida, incluyendo en ella mi co-mienzo de la escuela primaria con 5 años recién cumplidos y, tiempo después, 3 años de alumno pupilo en un colegio de curas de San Isidro.

Mi estancia en el colegio me ge-neró el amor por la historia; no obs-tante, desde chico me tironeaban las ciencias, en particular la astro-nomía. Con mi tío Pedro teníamos largas charlas en las que me contaba sobre las estrellas y los planetas, y ya con 13 ó 14 años, leía ávidamente libros sobre la Vía Láctea o el Sol de Eudeba. A esos libros los acompaña-ba con las novelas de ciencia ficción de Isaac Asimov y Ray Bradbury, que todavía me apasionan.

Mi padre era dueño de una exi-tosa empresa, por lo que se espera-ba de mí que estudiara Ingeniería para que, al obtener mi título, pu-diera continuar con su empresa. Esa expectativa era implícita. Nunca lo hablábamos… hasta el día en que aprobé el último examen de cuarto año del secundario.

Ese día, me disponía a salir de

casa, cuando mi madre me preguntó a dónde me dirigía. “Me voy a ins-cribir en el curso de ingreso de la FCEN-UBA para estudiar Física”, le contesté. ¡Para qué! Llegó la revolu-ción en mi casa.

Mi intento de rebeldía no fue muy exitoso. En realidad, yo me quería inscribir en la carrera de As-tronomía, pero para ello tenía que estudiar en La Plata, y yo era muy chico para viajar todos los días des-de el otro extremo de Buenos Aires. Sólo tenía 15 años al momento de inscribirme.

En esa época uno no hacía cier-tas cosas sin el consentimiento pa-ternal, por lo que revolución o no, no pude inscribirme. Sin embargo, no me di por vencido. Seguía insis-tiendo con que quería ser astróno-mo.

Cuando terminé el colegio, con 16 años, logré convencer a mi ma-dre de que me llevara a La Plata para ver qué era eso de la Astronomía. Uno de los argumentos con los que convencí a mis padres de no estu-diar ingeniería era que en Ingenie-ría había que dibujar mucho, y que

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CIENCIA E INVESTIGACIÓN - RESEÑAS - TOMO 6 Nº 1 - 201824

yo, como lo había demostrado en el colegio, era terrible dibujando. De hecho, me llevé dibujo a marzo los primeros tres años del secundario y hasta la tuve previa en primer año1. Gracias a mis argumentaciones, pero aun en contra de los deseos familiares, me pude inscribir en el curso de ingreso de la FCEN de la UBA donde, entre otras cosas, me enteré que existía Geología. Me pa-reció muy interesante, pero la Física era lo mío. Debo admitir que hace 50 años nadie tenía el nivel de infor-mación que existe en la actualidad, nadie en mi familia había ido a la universidad y, aún en la misma uni-versidad, nadie explicaba mucho a los alumnos acerca de qué hacía un estudiante cuando se recibía. Por lo que mi única visión de la Física era lo que veía en los laboratorios de los primeros años. No logro acordarme cómo llegué a esta idea, pero a final de primer año me dije que trabajar en un laboratorio toda mi vida no era realmente lo que me gustaba: yo quería trabajar afuera, ver las estre-llas, diferentes lugares. Ahí fue cuan-do me acordé de la Geología y de lo que me habían contado sobre los trabajos de campo. Eso era algo que me podría interesar.

Burocracia mediante, en 1970 empecé a estudiar Geología. Allí tuve mis queridos viajes de campo completos, con noches de fríos te-rribles en una bolsa de dormir arriba de un dique en Jachal, y diversiones en distintos lugares, como por ejem-plo, un pequeño pueblo de La Rioja (que no me acuerdo el nombre) don-de tomábamos agua de las canillas que había en las esquinas porque no había otra cosa que hacer. Una de lindas cosas que tiene aparejado es-tudiar Geología es el tremendo com-pañerismo que se desarrolla con el resto de los estudiantes de tu cama-da, algo que fue fundamental para que casi todos avanzáramos juntos hasta el final de la carrera.

Para cuando estaba en tercer año, empecé a pensar que la Geolo-gía que estaba viendo era muy está-tica. Si había algo que odiaba (y to-davía lo sigo haciendo) era mirar mi-nerales y rocas en un microscopio. Como lo estático no me convencía, me enteré por un amigo que existía la Oceanografía. Ahí no había duda que cualquier cosa que estudiara se iba a mover. Para avanzar hacia la Oceanografía, me acerqué al Dr. In-gram, un excelente sedimentólogo y uno de los geólogos con una de las mentes más abiertas a lo nuevo que conocí, quien en ese momento ade-más de ser profesor de Sedimentolo-gía, era el gerente de exploración de Shell. Junto con él diseñamos el plan de optativas para que mi orientación sea lo más cercana a la Geología Marina. Ello me llevó a ser el primer estudiante de Geología en cursar la materia Oceanografía Física, que dictaba el Dr. Rodolfo Panzarini, y el primer geólogo de la UBA que se re-cibió con esa orientación. Ser la pri-mera persona en recorrer un camino no es fácil y da tanto miedo como mucho trabajo, pero como dije al comienzo de esta historia, esta fue otra de esas oportunidades ocultas que marcaron significativamente mi vida, tanto profesional como perso-nal: en la cursada conocí a la mujer que iba a ser mi esposa. Ella esta-ba estudiando Meteorología, pero nadie hubiese dicho que unos años más tarde íbamos a tomar el mismo camino porque ninguno de los dos nos aceptábamos personalmente. No había nadie más opuesto en ca-rácter y actitudes a las mías que las de ella.

No me acuerdo si fue en tercer o cuarto año en que me ofrecieron ser ayudante en el curso de ingreso para Geología. Esa fue otra de esas oportunidades que acepté, luego de pensarlo bien –porque me iba a lle-var tiempo–, que fue clave. Uno de los profesores del curso resultó ser

el Jefe de la División Geología Mari-na del Servicio de Hidrografía Naval (SHN), el Capitán Hugo Vozza.

Lo interesante ocurrió cuando tuve que decidir qué hacer con mi tesis de licenciatura. En esos años, hubo muchos cambios en cómo se hacían las tesis y se estableció un sis-tema en que todos los alumnos iban a hacerlo en la misma región, al me-nos que uno se consiguiera alguna otra forma de financiarse la suya. Por simple casualidad, luego de visitar el stand del SHN en la Rural del año 1973, la gente que estaba allí me re-comendó ir directamente al edificio del SHN al lado del Riachuelo, en el Puente Pueyrredón. Imagínense cuál fue mi sorpresa, la persona que me recibió fue justamente el Capitán Vozza.

Otra casualidad (u oportunidad, si quieren mirarlo así) que surgió fue que el SHN había sido designado, junto con el Laboratorio de Hidráu-lica Aplicada (LHA) (hoy el Instituto Nacional del Agua en Ezeiza), para hacer el estudio de factibilidad del Complejo Portuario de Aguas Pro-fundas (COPUAP) en Punta Méda-nos (pcia. de Buenos Aires) y esta-ban necesitando a alguien que ana-lizara las muestras de sedimentos. Después de unos meses trabajando ad honorem, me contrataron para hacer esos análisis de laboratorio.

Simultáneamente, empezó a trabajar en la División el Dr. Gerar-do Parker, que venía de ser Jefe de Grupo de YPF. Ni él ni yo teníamos la más mínima idea de lo que era realmente la Geología Marina. Una parte significativa de los primeros meses con Gerardo era dedicarnos a leer el libro Submarine Geology, de quien es considerado el padre de la Oceanografía Geológica, Francis P. Shepard. Más allá de nuestro mutuo pobre inglés –a pesar de que mis pa-dres me mandaron a estudiar desde

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25Un viaje transdisciplinario

chico–, mucho de lo que había en el libro era básicamente chino para nosotros, pero nos fuimos arreglan-do para organizar el programa que se había planteado para COPUAP a cargo de nuestra División. El área de estudio abarcaba toda la costa entre Mar de Ajó y Pinamar. Teníamos que hacer la batimetría, los perfiles de playa y todo el estudio del área con-tinental hasta la altura de Gral. Ma-dariaga. Lo bueno era que teníamos bastante tiempo y dinero para ha-cerlo: COPUAP era una importante prioridad nacional. Paulatinamente, fuimos diseñando lo que sería mi te-sis de licenciatura que, cada vez que lo pienso, era una tremenda locura porque abarcaba demasiado. Sólo a dos locos como nosotros que no teníamos idea del trabajo que sig-nificaba ese proyecto se nos podría haber ocurrido plantear algo seme-jante.

En Agosto de 1974 nos largamos a esa aventura. Por suerte, el proyec-to proveía de un grupo muy grande de personal para hacer los 15 per-files de playa que se hacían todos los meses a lo largo de toda la zona. Estos fueron los únicos perfiles de playa que se hicieron hasta la actua-lidad que alcanzaron profundidades de 6 m. Había buzos con una regla de 6 m de altura que se metían en el mar y topógrafos con 3 teodolí-tos desde la costa que los monito-reaban. Simultáneamente, salíamos con el aviso ARA Sobral –el mismo que fue bombardeado en la guerra de Malvinas 8 años más tarde– en el que hacíamos toda la batimetría y sacamos cerca de 500 muestras de fondo usando uno de los peores muestreadores que se inventaron. Cada muestra la tuvimos que sacar hasta 4 veces porque el maldito apa-rato no quería cerrar. Se imaginaran quién hacía la granulometría de esas y todas las muestras que se sacaban de los perfiles de playa. Afortunada-mente, en el laboratorio había dos

cabos oceanógrafos que me ayuda-ban bastante a hacer todos los análi-sis. Recuerden que los resultados no se analizaban en una computadora, sino que todos los gráficos se hacían a mano y los cálculos los empeza-mos a hacer con una de las primeras calculadoras de mano que habían salido por esa época; los más bási-co que se les ocurra pensar, era una calculadora Ricoh que mi padre me regaló.

Me acuerdo que mi tesis la es-cribí durante los tres días de duelo por la muerte de Perón, metido en un altillo de mi casa que había trans-formado en una especie oficina. To-das las 75 páginas fueron tipeadas en una Lexington 82 mecánica a dos dedos (como sigo escribiendo todavía hoy). Como los planos que usé en mi tesis eran también los que salían del proyecto, los mismos, ba-sados en los dibujos que hacíamos, los terminaban los cartógrafos del SHN. Eran unos planos inmensos que abarcaban toda la zona en es-cala 1:50000.

Como fui el primero de mi cama-da que se recibía, el día de la de-fensa fue un momento memorable. Toda la sala llena y con los muchí-simos planos que tapizaban todas las paredes de la misma, empecé mi “lectura” de la tesis. En esos años, nadie nos explicaba cómo hacer una defensa y la única que había ido a ver también la leyeron toda, por lo que pensaba que eso era lo que había que hacer. Parker me ayudó mucho técnicamente, pero no vino a la defensa, así que me las tuve que arreglar solo. Me acuerdo que tam-bién uno de mis grandes amigos y compañero, Jorge Barbitta, como no había un puntero, me trajo una regla de metal de 1,5 m que se flexiona-ba. Cada vez que mostraba algo en un mapa, le hacía un agujero. El re-sultado fue que luego de una hora de lectura, la sala estaba casi vacía

y uno de los jurados (no voy a decir quién) estaba dormido. Eso me en-señó mucho porque nunca dejé que ninguno de mis tesistas defendiera sin haber ensayado una y otra vez sus presentaciones, y que cumplie-ran el tiempo a rajatabla.

Los que se atrevan a seguir le-yendo esta reseña seguramente van a pensar qué voluble es este tipo. Volviendo sobre mis pasos, creo que pueden tener razón, pero eso es sim-plemente porque me cuesta mucho decir que no ante una cosa nueva. No hay nada más maravilloso y esti-mulante para mí que emprender una nueva aventura.

2. EN DONDE HAGO MIS ÚL-TIMAS ARMAS COMO GEóLOGO MARINO

Una vez que cumplí con la odi-sea de mi defensa, el Jefe de la Divi-sión Geofísica del SHN – quien para esa época se había hecho cargo del proyecto COPUAP– me propuso in-gresar como Investigador Asistente de la Dirección de Investigaciones y Desarrollos (DIGID) (el equivalente el CONICET pero de las Fuerzas Ar-madas). Para principios del `76, ya había ingresado y además fui “pro-movido” del laboratorio que estaba en planta baja a las oficinas del De-partamento de Oceanografía en el 4 piso. Otro de mis grandes amigos, Víctor Zotnicki, que desde hace mu-chos años es un destacado investi-gador del Jet Propulsion Laboratory de la NASA, y yo compartíamos una mesa en la oficina de Mareas, don-de varios técnicos leían las fajas de los mareógrafos y pasaban los datos al inmenso sistema de relojería que estaba al final del pasillo con el que se hacía la predicción de marea para todo el país. Hoy ese lujo de perfec-ción está en el museo de Tigre.

A los pocos días de habernos acomodado con Víctor cuál fue mi

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CIENCIA E INVESTIGACIÓN - RESEÑAS - TOMO 6 Nº 1 - 201826

sorpresa cuando después de comer, con su característica entrada gol-peando la puerta del ascensor y el tac tac tac de sus zuecos de madera, hace su ingreso la Lic. María Cintia Piccolo. La misma que, si se acuer-dan, era mi compañera de la mate-ria Oceanografía Física. La habían contratado para ser la meteoróloga a cargo de esa temática en el pro-yecto COPUAP. Nuestro destino era trabajar juntos en el mismo proyec-to: ¿otra oportunidad o casualidad? Vale aclarar que a ella también la in-vitaron a escribir una reseña similar a esta, así que podrán ver su visión y versión de ese encuentro en este mismo número de Ciencia e Inves-tigación.

Los siguientes 2 años fueron un período de trabajo intenso. En varias oportunidades salíamos de campaña con Cintia donde ella era la única mujer en un grupo de 20 ó 30 técni-cos. Como en todo trabajo de cam-po, esos momentos sirvieron para afianzar una amistad que, dado sus inicios, nunca hubiéramos imagina-do. Una tarde de fines de junio de 1976, en la que ambos nos queda-mos trabajando hasta tarde, la invité a tomar un café y terminamos po-niéndonos de novios para casarnos 8 meses después.

Simultáneamente, el SHN había contratado al principal especialista en geomorfología de plataforma in-terior a nivel mundial, el Dr. Donald J.P. Swift, quien era profesor del De-partment of Oceanography de Old Dominion University (ODU). Don, ya largamente retirado, estaba en la plenitud de su carrera. Era impresio-nante la velocidad a la que escribía (delante de nuestros ojos) y su capa-cidad de publicar trabajos científi-cos. Poco antes de retirarse, le otor-garon el premio Francis P. Shepard, algo así como el premio Nobel de la Oceanografía Geológica. Nosotros tuvimos la suerte de tenerlo “mano

a mano” por dos meses seguidos, in-cluyendo una muy lenta y muy bien regada campaña visitando toda la zona de estudio junto con Parker y el Ing. Néstor Lanfredi, quien tenía a su cargo todo lo referido a la parte de Oceanografía Física de COPUAP.

El SHN, por iniciativa nuestra, contrató a Don Swift como asesor porque, a partir del análisis de la batimetría de la zona, descubrimos un complejo de bancos alineados2 muy similares a los estudiados por él en EE.UU. De la comparación en-tre ambos sistemas, Swift escribió lo que sería mi primer paper en una re-vista internacional en menos de una semana (Swift et al., 1978).

A pesar de lo verde que estaba en lo que a investigador se refiere, ya me estaba dando cuenta que mis posibilidades de crecimiento tanto profesional como en conocimien-to iban a tener un techo difícil de romper en un futuro cercano. Los problemas con Parker cada vez se hacían más frecuentes ya que no so-lamente me había dejado solo con mi tesis, sino que nunca me dejó publicar nada de la misma, a pesar que había un montón de cosas ori-ginales nunca descriptas. Por otro lado, se negaba terminantemente a tratar cualquier cosa que implica-ra analizar los procesos desde un punto de vista físico. Tanto Víctor (quien trabajaba con Lanfredi) como yo veíamos una oportunidad de ex-plicar muchas cosas considerando la dinámica que había en la zona. Esto no es en detrimento de Gerardo porque como geólogo era excelente y tenía una visión muy penetrante, pero su formación clásica (la que yo consideraba como “estática”) de al-guna forma le jugaba en contra para aceptar estos conceptos que eran to-talmente nuevos para él.

En esos días, Víctor y yo enten-díamos que sólo yendo a estudiar

afuera íbamos a poder avanzar se-riamente en nuestra carrera. Por un lado, a Víctor nunca le ofrecieron que ingresara en DIGID. Por otro, como parte de mi propuesta de ma-trimonio a Cintia, le había dicho que una de las expectativas era ir a estudiar afuera; ella aceptó porque pensó que nunca iba pasar.

3. LA BÚSQUEDA DEL DOC-TORADO

En 1977, la Armada había al-quilado al buque oceanográfico de EE.UU. “Eltanin”, rebautizado ARA “Islas Orcadas”, para hacer estudios geofísicos en la plataforma conti-nental y la Antártida. En él se habían embarcado dos geofísicos, John Sclater y Henry Dick, del Massachu-setts Institute of Technology (MIT) y Woods Hole, y allí Víctor y yo fui-mos lo más descarados, acercán-donos a ellos para hablar acerca de oportunidades de estudiar en USA.

Después de estar en el barco con ellos viendo cómo preparaban los equipos, nos invitaron a cenar a un restaurant muy caro en Av. Callao. Cuando nos sentamos a la mesa, tuvimos que admitir con cierta ver-güenza que ninguno de los dos po-díamos pagar ese lugar, y uno de ellos me dijo, “don’t worry, NSF3 pays”. Con esa tranquilidad, termi-namos comiendo nuestra primera centolla. A los pocos meses, a Víc-tor le dieron una beca para hacer el Ph.D en MIT en Geofísica con Scla-ter. En mi caso, no es que no me interesara ir ahí, pero los temas en los que querían que trabajara eran lo que no me interesaba: yo quería trabajar en playas y no en océano profundo.

Ahí es cuando se me ocurrió ha-blar con Don y ver qué chances ha-bía en ODU. Justo él se estaba yendo a trabajar a Arco Oil, por lo que sólo iba a estar unos meses más, y no iba

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tener fondos para pagarme la beca, pero cuando parecía que las puer-tas se cerraban (no es que me había quedado quieto, había escrito cartas a todas partes) surgieron unas be-cas del CONICET financiadas por el programa BID I. Eran becas por dos años con la posibilidad de un tercer año sin sueldo para hacer investiga-ción. Por supuesto que me presenté en cuanto salieron los formularios. Don, que todavía andaba en el SHN, me ayudó a armar un plan de trabajo y, tanto Cintia como yo aplicamos a ODU. Era un verdadero tiro de largo alcance del cual no teníamos idea si nos iba a salir.

En febrero de 1978 recibimos la aceptación de ODU para hacer un master empezando en agosto de ese año. Después nos enteramos que nunca habían escuchado de Argen-tina, pero que las recomendacio-nes que dio Don de ambos fueron claves. Sin embargo, me faltaba la beca, que salió justo en agosto, lo que nos llevó a posponer el viaje para diciembre, de manera tal de empezar en enero de 1979.

Creo que a mediados del `78 Cintia ya había dejado de trabajar en el SHN en el Riachuelo y la ha-bían transferido al Servicio Meteoro-lógico de la Armada (SMARA) en el último piso del Edificio Libertad. Así que sus jefes ya no eran los mismos. Para fines de 1978, mi relación con Parker era muy complicada y casi no hacíamos nada juntos. Justamente en diciembre de 1978 se inició todo el problema con Chile y mis jefes no querían que me fuera. Pero nosotros ya teníamos todo arreglado, los pa-sajes comprados por el CONICET, etc., ello implicó tomar una decisión clave en mi vida. Decidí irme, pero la consecuencia era que cuando volviera mi contrato con DIGID iba terminarse y no pensaban renovarlo.

Así fue, que un 30 de diciembre

de 1978, nos fuimos por primera vez ambos del país, sin tener la más mí-nima idea de qué íbamos a encon-trar, y sabiendo que yo no iba a tener trabajo cuando volviera. Cintia, en ese sentido no sólo no había tenido problemas, sino que hasta la habían apoyado para que se fuera. Lo único bueno era que nuestro director de ODU, el Dr. Ronald Johnson4, nos iba ir a buscar al aeropuerto de Nor-folk y nos iba tener en su casa hasta que consiguiéramos dónde vivir.

De Norfolk y de la universidad no sabíamos nada más que lo que uno puede ver en un libro de viajes –que no es mucho, porque Norfolk no es justamente un lugar muy tu-rístico que digamos– y solo algunos folletos que nos mandaron de la universidad con las cartas de acep-tación. Recordemos que en esa épo-ca no existía el Internet ni Google ni páginas como TripAdvisor… De esta forma nos largamos sin saber prácticamente nada de hacia dónde íbamos, con solo U$S 2000 que nos había dado el CONICET y unos aho-rros. Muchas veces recordando esos momentos, con Cintia nos hemos reconocidos como unos absolutos inconscientes.

Finalmente llegamos a Norfolk el 31 de diciembre. Luego de 3 hs. esperando que apareciera Ronald, y sin que tampoco atendiera el telé-fono de la casa, decidimos irnos a un hotel. Como tampoco teníamos mucho dinero, decidimos ir a un hotel medio de los que había en un folleto del aeropuerto. Cuando con-sultamos al chofer de la combi que nos iba llevar al hotel en nuestro in-glés que era como el de los indios en una película de vaqueros, nos dimos cuenta de que lo nuestro era un diálogo de sordos. Nuestro poco inglés era británico y el inglés que hablaban en el sur de EE.UU. no se parecía en nada a lo que habíamos estudiado.

Nosotros pensábamos que los mejores hoteles estaban en el centro de la ciudad. Nada más equivocado para el Norfolk de esa época. Termi-namos en un tugurio típico de pelí-cula de horror. Para colmo de males, nosotros nunca habíamos visto una persona de color en nuestra vida, en vivo y directo. Todo el mundo allí era negro. A pesar de haber pagado el hotel pedimos un taxi y nos fui-mos al mejor hotel que había, donde también todos los que nos encontrá-bamos eran de color. Lamentable-mente, el ser humano se asusta de lo desconocido, y nosotros no fui-mos una excepción. Fue muy trau-mático para alguien que tenía cero experiencia en viajes encontrarnos de golpe en un lugar que donde apenas podíamos comunicarnos y estar rodeados de una cultura que sólo habíamos visto en las películas y series de TV. Nuestra reacción fue encerrarnos en la habitación y nos la pasamos llamando por teléfono has-ta que finalmente Ron nos contestó.

Ron nunca había recibido la car-ta donde le decíamos cuándo llegá-bamos y se habían pasado todo el día con su familia en la iglesia. Esa noche fuimos “rescatados” para pa-sar año nuevo con ellos, pero nues-tras sorpresas no terminaron ahí. Cuando bajamos en el ascensor y se abrió la puerta del mismo, el lobby del hotel estaba lleno de gente de color excepto por una cabeza blan-ca que sobresalía entre la multitud (Ron medía casi 2 m). Después des-cubrimos que en esos días había una convención de una iglesia de gen-te de color que habían literalmente invadido el centro de Norfolk, pero eso ni nadie nos sacó de ese shock cultural inicial.

Hoy en día, el Depto. de Ocea-nografía de ODU es uno de los más importantes de EE.UU. en oceano-grafía costera, pero nosotros nos en-contramos con una pequeña familia

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con unos 15 profesores y menos de 100 estudiantes graduados. Por lo que la relación entre profesores y alumnos (solo había estudiantes gra-duados) era muy coloquial con mu-chas actividades sociales y deporti-vas en conjunto.

Recuerden que nos habían acep-tado provisionalmente para hacer un Master of Science (MS), cosa que sí estábamos seguros que no que-ríamos hacer. Nuestro objetivo era el doctorado (PhD), por lo que lo discutimos bastante con Ron, quien también era el Director del Progra-ma de Graduados y, por ende, el que podía tomar la decisión. Al final nos dijo que nos iba a tener a prueba por el primer semestre y ahí iban a to-mar la decisión final. Hay que tener en claro que ODU jamás había reci-bido un estudiante latinoamericano –ni lo recibieron en todo el tiempo que estuvimos allí– por lo que éra-mos además sus conejillos de india para futuras aplicaciones desde el sur del río Colorado, el de EE.UU., ¡no el nuestro, cabe aclarar!

Allí es donde también recibimos otra sorpresa, Cintia había aceptado ir a ODU porque tenían un Departa-mento de Meteorología, pero descu-brimos que sólo ofrecían un Master, algo inaceptable ya que siempre he-mos considerado, y lo seguimos sos-teniendo, que nuestra licenciatura es equivalente a un MS de USA. Al final ella arregló hacer un proyecto entre ambos departamentos en pro-cesos de interacción mar-atmósfera.

Más allá de todas estas situacio-nes, para fin de enero, luego de unos 15 días de haber empezado las cla-ses, logramos convencerlos de que nosotros sólo teníamos 3 años para hacer todo. Algo no exactamente del gusto de ellos, pero que no era único. Para avanzar en el tema for-malmente, me puse bajo la direc-ción del Dr. John C. Ludwick, que

además era el nuevo director del de-partamento, porque Don Swift ya se había ido a trabajar a una empresa privada. Cintia tenía un director que era del departamento de Meteorolo-gía.

Yo no tenía ni idea de quién era Jack Ludwick, pero él era el profesor de una de las primeras materias que estaba tomado. Él era una persona extremadamente formal –incluso no me acuerdo haberlo visto alguna vez sin corbata en mi vida– y era el pro-fesor más temido del departamen-to. De hecho, sólo muy pocos nos atrevimos a tomar sus cursos porque los que nos daba para estudiar era impresionante y los exámenes eran extremadamente difíciles. Sin em-bargo, una vez que uno rascaba esa superficie, era una persona magnífi-ca, de una inteligencia superlativa y una tremenda afabilidad. Tanto a él como a su esposa, Norah, los hemos considerado como nuestros segun-dos padres.

Resumiendo, nunca esperaron a que terminara el semestre para de-cirnos que nos habían pasado direc-tamente al doctorado. Por lo que, en medio del semestre, ya nos pusimos a planear con Jack el tema que iba a tratar mi tesis. Las opciones eran trabajar en unas playas de Virginia Beach, que están a unos 20 km de Norfolk, o en un campo de dunas –hasta hace muy poco se las co-nocía como ondas de arena o sand waves– que hacía muy poco tiempo se habían descubierto en la boca de la bahía de Chesapeake. Resultó que al final había más fondos para las dunas, así que me tuve que re-signar a dejar las playas –lo que más me gusta– para el futuro. Igualmente ello fue también otra oportunidad porque me llevó a hacer estudios únicos que todavía hoy no se han vuelto a reproducir.

Para el final del semestre ya esta-

ba haciendo las campañas de bati-metría y empezando a diseñar el sis-tema para medir corrientes. Empezar a trabajar en la tesis tan temprano, especialmente en temas experimen-tales, nunca se había aceptado en la universidad. Aunque había ejemplos de dos estudiantes coreanos que trabajaban en modelos numéricos, quienes llegaron a ser jefes del De-partamento de Oceanografía de la Universidad de Seul, la más presti-giosa de ese país. Cintia también de-cidió hacer un modelo numérico y arrancó simultáneamente conmigo.

Este momento es ideal para un parate para conocer un poco más de mi director de tesis. Jack hizo su doctorado después de la segun-da guerra mundial en Scripps Ins-titution of Oceanography (SIO), dependiente de la Universidad de California en San Diego. SIO es el instituto oceanográfico más impor-tante del mundo; se puede decir que tanto la Oceanografía Física como la Geológica que conocemos en la actualidad se inventaron bajos los respectivos padres de ambas disci-plinas, Ole Svedrup y Walter Munk en la primera y Francis Shepard en la segunda. Jack fue uno de los tres primeros doctores en Oceanogra-fía Geológica que se graduaron en el mundo y Shepard fue su director de tesis. Por otro lado, yo fui el pri-mer doctorando que tuvo Jack en su carrera (antes de ir a ODU trabajo muchos años en una empresa pe-trolera), lo que de alguna forma me hace como el “nieto académico” de Shepard.

El tema de mi tesis fue mucho más complejo de hacer que un simple estudio geomorfológico del campo de dunas. Hacía muy poco se había demostrado por modelos numéricos que el máximo esfuerzo de corte (la verdadera variable que mueve a los sedimentos) en una duna submarina no ocurría justo en

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la cresta, como suele ser en las que se forman en ríos o en médanos (for-mas equivalentes pero generadas por el viento), sino cierta distancia antes de la cresta a lo largo de la rampa5.La idea, entonces, era medir con un correntómetro electromagnético –un instrumento diseñado para tra-bajar en un laboratorio– el esfuerzo de corte turbulento a lo largo de un perfil de una duna típica del campo. Para hacer esas determinaciones, el sensor debía estar a no más de 5 cm sobre el sedimento y, además, la duna no tenía que tener ondulitas (dunas pequeñas) superpuestas. Les puedo asegurar que lograr eso, aun hoy en día, es algo sumamente difí-cil ya que, por un lado, raramente hay dunas que carezcan de onduli-tas sobre sus flancos y, por otro, nun-ca nadie había medido corrientes a alta frecuencia tan cerca del fondo.

Además de cursar las materias que necesitábamos, la mayor par-te de los siguientes dos años se los llevó el diseño de la estructura que iba a utilizar para hacer las medi-ciones. Educado en una casa donde mi padre era muy hábil para todo lo mecánico, yo no sabía ni agarrar un

destornillador. Sin embargo, en esos años, no solo lo agarré y lo usé, sino que aprendí a manejar un torno y procesar barras de aluminio y placas de acrílico hasta que terminé arman-do un tetrápodo (Figura 1a,b) que iba a poder bajar desde el buque del departamento sobre la duna. El tema es que las mediciones debían hacerse de dos formas diferentes. La más simple implicaba poner el sen-sor en forma horizontal a 5 cm sobre el fondo y medir por 17 min cada 1/4 s. La otra parte implicaba desa-rrollar un sistema de relojería den-tro de una caja de acrílico estanca, que permitiera que el sensor fuera bajando unos 10 cm cada 5 min y permaneciera en esa posición, mi-diendo por 4 min. Para hacerlo cor-to, después de innumerables prue-bas tanto en el laboratorio, pileta de natación, en una playa y finalmente en un canal de marea cercano a la universidad, el sistema funcionaba. Algo que no me hubiese imaginado ni en mis sueños más irreales.

Uno de los problemas más serios de mi tesis es que para poder reali-zar mis mediciones, las condiciones meteorológicas y oceanográficas

debían ser absolutamente ideales. Fundamentalmente, no tenía que haber olas. Como se imaginan, algo bastante raro en un sitio que estaba totalmente abierto al océano Atlánti-co. El tema fue que una vez que tuve el equipo funcionando, a lo largo de un año y medio, pedí el barco y la lancha del departamento un total de 19 veces, salimos a navegar cinco veces y sólo pude lograr medir una vez en la que se dieron las condicio-nes ideales que se mantuvieron por un ciclo de marea completo (unas 13 hs.). En todas las otras condicio-nes siempre había mal tiempo u olas muy significativas que impedían tra-bajar con seguridad desde la lancha chica. Las mediciones las puede ha-cer al final en agosto de 1981 y no-sotros teníamos que volver sin falta en enero de 1982.

Como pueden imaginarse, los meses restantes hasta principios de diciembre en los que le presenté a mi jurado el texto de mi tesis impli-caron dormir menos de 5 hs. por día para procesar los datos. Obviamente tampoco había computadoras per-sonales y en nuestro departamento había sólo dos terminales conecta-

Figura 1: Tetrápodo construido por el autor para su tesis de doctorado a) vista general, al lado el técnico John Keating que participó activamente durante las campañas de muestreo; b) vista del sistema de relojería y sensores de dirección y actitud de la estructura.

a) b)

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das a la Digital 10 de la universidad (Figura 2). Esa computadora ocupa-ba un edificio completo, pero tenía un poco más que la capacidad de una tablet actual. Para tener la ca-pacidad de cómputo para procesar tanto mis datos como el modelo de Cintia, recién podíamos correr los programas después de la mediano-che. El resultado fue que durante el último año básicamente vivíamos de noche. Tampoco los resultados los veíamos en vivo y directo como aho-ra, sino que cada vez que corríamos un batch de datos, teníamos que ir

a buscar los resultados al otro lado del campus. El resto de la noche y el día siguiente era revisarlos y veri-ficar que no hubiera algún problema con los programas que teníamos que escribir nosotros mismos, ya que no había software enlatado.

Más allá que el día que hice las mediciones fue perfecto –aunque las anécdotas de esas 13 hs. podrían llenar otra reseña en sí misma–, las sempiternas olas estaban presentes en mis series de tiempo. Ello fue un problema muy serio porque aún

hoy no existe un método consisten-te que permita separar las olas de las corrientes de marea para poder analizar la turbulencia, ya que una parte del espectro se superpone. Este asunto me obligó a cambiar, a po-cos meses de presentarla, el enfoque de esta parte de mi tesis. Por suerte, ya todos los capítulos anteriores es-taban todos escritos y revisados por Jack, y consecuentemente, sólo me quedaba escribir esta última parte de la tesis y armar toda la discusión y conclusiones basadas en estos da-tos. A pesar de las olas, los mismos fueron sumamente originales y per-mitieron resultados que todavía hoy no se han vuelto a reproducir.

Aunque Cintia lo va a contar en su propia reseña, la primera semana de diciembre de 1981, ella defendió su tesis. Ahí descubrimos que ella fue la primera mujer que obtenía un Ph.D. en ODU y que, además era una de las cinco mujeres en todo EE.UU. que tenía un doctorado en Oceanografía Física.

Durante el último año de estadía en ODU, empezamos a frecuentar bastante seguido a Jack y Norah en su casa. Ellos no tenían hijos y, tan-to nosotros como sus subsiguientes doctorandos y estudiantes de magis-ter nos reuníamos con ellos a cenar, por ejemplo, para el día de acción de gracias o Navidad (Figura 3). Pero lo más especial sucedió una sema-na antes de volvernos a Argentina, cuando una noche nos invitaron a su casa, pero en lugar de entrar nos hi-cieron subir a su coche y nos fuimos unos 50 km hasta Williamsburg, que fue la capital colonial de Estados Unidos. Es una ciudad muy especial porque se conserva y se vive como si fuera la colonia. El hotel de la ciudad es básicamente una casa de campo sureña convertido en un hotel 5 es-trellas. La cena fue con 5 cubiertos de cada lado y un mozo para cada uno de nosotros, algo que, por su-

Figura 2: El autor en 1981 analizando datos en la única terminal que había en el instituto y que permitía visualizar gráficos.

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puesto, no estábamos acostumbra-dos y nunca pudimos deducir lo que costó la misma, pero seguramente fue una pequeña fortuna.

A lo largo de los siguientes 11 años hasta la muerte de Jack en 1992 y unos meses más tarde la de Norah, Jack hizo algo que nunca podré olvi-dar. Una vez por mes, alrededor de las 20 hs. de los sábados, Jack me llamaba por teléfono a Argentina para hablar, aconsejarme y ayudar-me en los pasos que fuimos dando en un lugar donde no había nadie a quien consultar. También tuve la suerte de poder invitarlo a Bahía Blanca dos veces por lo que nuestra amistad es una de las que más año-ro. No obstante, cada día que entro al IADO tengo la oportunidad de re-cordarlo: cuando Jack falleció ODU donó toda su biblioteca, inclusive la silla que le habían hecho cuando se retiró de director del instituto y su toga al IADO. La sala de clases del IADO lleva su nombre y en ella está expuesta su biblioteca y todos sus diplomas.

4. LA VUELTA AL PAGO

En enero de 1982 regresamos a Buenos Aires. En febrero ambos fui-mos a nuestros respectivos trabajos con resultados totalmente diferentes. Cintia enseguida se acomodó y has-ta la ascendieron en DIGID. En mi caso, como me habían prometido, me dijeron que en abril se acababa mi contrato y allí se terminaba mi participación en el SHN. En ese mo-mento entré una etapa de desilusión y, obviamente, de preocupación por mi futuro. Pero, analizándolo en perspectiva, fue otra forma de darme una nueva oportunidad. Si no hubie-se sido por esa situación, estoy abso-lutamente seguro que nunca hubie-se llegado a avanzar en mi carrera como investigador. En realidad, más que sentirme mal por ello, les agra-dezco por haberme echado. Aunque sin trabajo fijo, durante ese año me contrató una consultora para hacer varios estudios de fondo previos a la instalación de la plataforma petro-lera Río Colorado frente a Tierra del Fuego.

Un sábado a la noche, cuando nos estábamos preparando para salir

con unos amigos, apareció una nue-va oportunidad en nuestra vida. El Dr. Edgardo Gelós, investigador del CONICET en el Instituto Argentino de Oceanografía (IADO) de Bahía Blanca, nos tocó el timbre del depar-tamento para invitarnos a ambos a ser profesores visitantes de la Licen-ciatura en Oceanografía que se dic-taba en la Universidad Nacional del Sur (UNS). Nunca me voy a olvidar de Cintia diciendo “…Bahía Blan-ca, ni se te ocurra”, mientras Gelós subía en el ascensor. La cuestión es que el 2 de Abril nos enteramos de la toma de las Malvinas en el avión volando a Bahía para dar nuestras primeras clases en la carrera. Para ello viajábamos cada 15 días y nos quedábamos el viernes y el sábado dando las clases. En ese año tenía los tres primeros alumnos que ha-bían elegido la orientación Geología Marina y les daba una de las últimas materias de la carrera: Sedimentolo-gía Marina. Dos de los tres alumnos, apenas unos 5 ó 6 años más chicos que yo, fueron mis primeros beca-rios y doctorandos, hoy ambos son investigadores principal e indepen-diente, respectivamente, del CONI-CET y destacados especialistas en sus propias temáticas.

Si bien las clases las dábamos en la UNS, luego de almorzar siempre pasábamos por el IADO, que en esa época ocupaba una casa, hoy patri-monio arquitectónico de la ciudad, a metros del Teatro Municipal. En esas visitas teníamos largas charlas con los otros cuatro investigadores que tenía el IADO, que poco a poco nos fueron convenciendo de venir-nos a Bahía en forma permanente. Aunque ambos nos habíamos pre-sentado a la carrera de investigador del CONICET, nuestros lugares de trabajo propuestos originalmente eran en Buenos Aires. Sin embar-go, la caminata desde el IADO a la UNS por la señorial Av. Alem y esas hermosas tardes del otoño bahiense

Figura 3: Tres de los cuatro jurados de la tesis de doctorado junto al autor, de izquierda a derecha los doctores Chester Grosch , Dennis Darby y el director de tesis John C. Ludwick..

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terminaron convenciéndonos. Lue-go de los cambios burocráticos del lugar de trabajo, finalmente ingre-samos a CONICET en noviembre de 1982 como Investigadores Adjuntos sin Director.

En los años siguientes, junto con mis cuatro becarios de iniciación, que habían egresado de la Carre-ra de Oceanografía, nos pusimos a trabajar en diferentes aspectos de la geomorfología del estuario de Bahía Blanca, especialmente de sus cana-les de marea. Ello inició mi interés por la geomorfología y dinámica de estuarios que, aunque algo había visto durante mis estudios en ODU, prácticamente no los había enfa-tizado dado al escaso tiempo que teníamos para graduarnos. Mis tra-bajos cada vez se centraron más en estos ambientes y, en particular, en el transporte de sedimentos.

Si bien era miembro de la Ameri-can Geophysical Union (AGU) desde 1978, las noticias y las revistas me llegaban con 2 ó 3 meses de retraso. Sin embargo, mi amigo Víctor me mandó en 1985 un par de recortes con llamados de AGU para aplicar a un subsidio para geofísicos latinoa-mericanos que implicaban el viaje y estadía de un mes visitando centros de investigación y universidades de USA, terminando en el Fall Meeting de San Francisco. Por otro lado, tam-bién había un llamado para postular para dos AGU conferencias Chap-man que por primera vez se querían hacer fuera de Norteamérica. Inme-diatamente me presenté para ambas cosas. Como resultado de esa nueva jugada, se me abrieron significati-vas oportunidades para mi futuro. Por un lado, fui elegido junto a un investigador ecuatoriano en ser los primeros que recibían ese subsidio propuesto por AGU. En cuanto a la conferencia, me preseleccionaron y los detalles los iba a discutir con Fred Spilhaus, el Director Ejecutivo

de AGU, en San Francisco.

A fines de ese año tuve la oportu-nidad de visitar y dar charlas en va-rios centros, entre ellos en State Uni-versity of New York (SUNY) en Stony Brooks, en donde le pude contar lo poquito que sabíamos del estuario de Bahía Blanca a Donald Pritchard, quien es considerado como el pa-dre de la Oceanografía de Estuarios. Fue una larga tarde que nunca voy a olvidar por todo lo que me ense-ñó en tan poco tiempo. Allí conocí también a alguien que sería uno de mis mejores amigos, Henry Bocku-niewicz, con quien compartíamos la pasión por las ondas de arena. Con Bill Lavelle de la NOAA de Seattle (quien nos había visitado una vez junto a Don Swift en el SHN) ter-minamos de armar el borrador de la propuesta para la Chapman Confe-rence que le presenté a Fred en San Francisco. Para mi sorpresa nos die-ron los U$S 20000 para organizarla en Bahía Blanca.

La reunión la organizamos en 1988 denominada “Sediment Trans-port Processes in Estuaries”. La fi-nanciación de AGU más el CONI-CET y diferentes organizaciones de Bahía Blanca me permitieron traer a los máximos exponentes mundiales como invitados, pero también cono-cer a más de 80 de los especialistas que, en muchos casos, me fueron abriendo nuevas puertas y opor-tunidades a lo largo de mi carrera. Remarco esta reunión sobre las más de 40 que he organizado a través de mi vida, porque claramente fue el pivote que me permitió desarrollar una serie de investigaciones en dife-rentes partes del mundo y me abrió oportunidades de financiación exte-rior para investigación y la compra de instrumental que nunca hubiese conseguido con los escasos fondos que recibíamos en Argentina.

Entre todas las oportunidades que

surgieron a partir de esa reunión, una de ellas fue la invitación que nos hiciera Carl Amos (otro amigo de muchos años) para que Cintia y yo participáramos en un proyecto de 3 meses en Acadia University (Nova Scotia, Canadá). Allí fuimos en 1989 con nuestros dos hijos de 5 y 2 años y la madre de Cintia para que los cuidara. El CONICET nos apoyó con los pasajes. Hasta ese momento, nunca me había interesado trabajar con biólogos; pero la experiencia de estudiar multi e interdisciplinaria-mente con más de 30 especialistas de todos los temas –nosotros éramos los únicos de fuera de EE.UU. y Ca-nadá– analizando los procesos de interacción físico-biológicos en una planicie de marea en donde la am-plitud de marea es la más grande del mundo me cambió totalmente mi mentalidad de cómo se debía enca-rar el estudio de los estuarios. Tam-bién me mostró otro ambiente que había alrededor mío en cantidades pero, que hasta ese momento, no le había prestado atención: los hume-dales costeros; y, además, aprendí que trabajar con biólogos no era tan malo como pensaba.

A nuestro regreso de Canadá, la situación económica en general, y de la ciencia argentina, en parti-cular, no era muy alentadora. Por suerte seguíamos recibiendo finan-ciación externa, lo que nos permitía seguir con nuestras campañas y ex-pandirnos a otros estuarios. Sin em-bargo, los sueldos eran muy bajos. De hecho, para mediados de 1991, nuestro comentario era que llegába-mos al 15 de cada mes porque co-brábamos el 14. En esas circunstan-cias, ocurrió otra de esas acciones que iban a darle un nuevo rumbo a nuestra vida. Con Cintia habíamos enviado un par de trabajos al congre-so de la International Association for the Physical Sciences of the Oceans (IAPSO) en Viena. Uno de ellos fue seleccionado para el premio Eugene

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33Un viaje transdisciplinario

Lafond y me pagaban la estadía de las dos semanas del congreso, pero no los pasajes. Era una lástima no poder ir a recibirlo porque nuestras finanzas no nos permitían pagarlos. Por suerte la caballería, con mis pa-dres a la cabeza, llegó a tiempo y pude comprarlos. El día que presen-té el trabajo había un egipcio muy particular que se interesó mucho por la defensa que hice del trabajo. Re-sultó ser Mohamed El Sabh, Director del Departement du Oceanographie de la Université du Québec en Ri-mouski (UQAR) (Canadá), quien me invitó a presentarme para un puesto de profesor para reemplazar a otro que se tomaba un año sabático. Pero el problema era que el puesto co-rría desde septiembre y por un año. Me acuerdo haber llamado a Cintia desde una cabina telefónica con un montón de monedas que había con-seguido para preguntarle qué le pa-recía. Ese verano de 1989 en Nova Scotia lo habíamos pasado tan bien que decidimos aceptar la oferta. El CONICET nos concedió el sabático y ahí partimos para Rimouski, en el norte de Quebec. Nuestra recibida marcó la primera de muchas vicisi-tudes que vivimos allí. Llegamos a fines de noviembre de 1992 a las 3 de la tarde. A esa hora ya se podrían haber vislumbrado las estrellas, si no fuera por las nubes oscuras que dejaban caer la nieve. Nuestra mí-nima experiencia en zonas de frío extremo, hizo que Cintia no se per-catara de usar zapatos sin taco, y la pista de aterrizaje –por el frío que hacía– se había congelado. Como nuestra hija de 4 años, cansada de 4 aviones consecutivos y 25 hs. de viaje, se quedó dormida, Cintia, que no quiso despertarla, bajó del avión con ella en brazos. Al momento de poner el pie sobre la pista congela-da, se resbala y se esguinza un tobi-llo ahí mismo en la pista.

A partir de allí, las anécdotas de los 9 meses que pasamos en UQAR

darían lugar para otra reseña en sí misma, pero lo más importante para mí fue la oportunidad de lograr algo que no hubiese imaginado ni en sueños. En los últimos años ya ha-bía trabajado bastante en estuarios y empezaba a darme cuenta que tanto la definición como la clasificación geomorfológica que había plantea-do Pritchard en los 50’s no encajaba con lo que yo veía ni lo que aparecía en los trabajos que se publicaban. Como tenía que dar un par de clases por semana y el resto del tiempo lo tenía libre para investigar, entonces me puse a trabajar en una nueva de-finición y una nueva clasificación. Pero para presentarla de forma más efectiva, se me ocurrió armar un li-bro de texto diferente a los que se hacían normalmente. Gracias a las posibilidades de utilizar el teléfono para llamadas de larga distancia, me fui contactando uno por uno con los especialistas más importantes del mundo para que escribieran un ca-pítulo de revisión sobre cada uno de los elementos de mi clasificación, además de otros ambientes típicos de estuarios. Para mi sorpresa, la mayoría de ellos fueron aceptando la propuesta y, con el esquema ar-mado, me contacté con los editores de Elsevier para ver si les interesaba.

El resultado de esta aventura in-telectual es que, en 1995, salió pu-blicado el libro Gemorphology and Sedimentology of Estuaries, el cual fue tan bien recibido que, en menos de un año, Elsevier me ofreció sacar la segunda edición. Ambas están agotadas hace varios años, pero la versión electrónica del mismo toda-vía se sigue vendiendo.

A pesar de que tanto a Cintia y a mí nos habían ofrecido puestos permanentes en UQAR, decidimos volvernos a Bahía Blanca aunque, por muchos años seguimos sien-do profesores asociados de UQAR. Realmente no hubiésemos podido

aguantar otro invierno tan frío como el que pasamos, algunos días la sen-sación térmica era de -62 °C.

A partir de la llegada de la de-mocracia se hizo muy claro que, por un lado, el Rector Interventor de la UNS quería cerrar el IADO y, por otro la comisión que llevaba adelan-te la Oceanografía en el CONICET tampoco quería que nuestro institu-to pudiera desarrollarse. Hay varias cosas poco agradables que mejor dejarlas en el pasado, pero hay una que nos afectó en especial. En 1985, ambos organismos decidieron sus-pender el ingreso de estudiantes a la carrera de Oceanografía, lo cual era como cerrarla efectivamente. Para 1989, tanto Cintia como yo nos quedamos sin alumnos y nuestros cargos en la UNS fueron eliminados (nunca nos habían permitido con-cursar).

Fueron años muy tristes para el IADO porque fuimos pasando por diferentes directores que no tenían ni la más mínima idea de lo que era la oceanografía y mucho menos les interesaba lo que hacíamos. Eran simplemente burócratas que hacían lo mínimo para que el IADO exis-tiera hasta su defunción. Sin embar-go, el CONICET sí nos apoyaba con subsidios que nos permitían seguir con nuestros proyectos y apoyar a los becarios y doctorandos que te-níamos. Sin embargo, el principal apoyo venía de subsidios que reci-bíamos de EE.UU., Canadá y de la Unión Europea.

Uno de estos proyectos que pre-sentamos en conjunto con otro de los grandes especialistas de estua-rios del mundo, Keith Dyer (clara-mente reconocido como el sucesor de Pritchard) marcó otro cambio sig-nificativo de mi carrera. El proyecto involucraba estudiar los estuarios de los ríos Quequén Grande y Ga-llegos. En 1995, hicimos la primera

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CIENCIA E INVESTIGACIÓN - RESEÑAS - TOMO 6 Nº 1 - 201834

campaña de 2 semanas a Gallegos (donde medimos por primera vez la salinidad en el estuario), que fue prácticamente un desastre. El viento nunca bajó de 50 km/h y, cuando lo hacía, no podíamos salir a navegar. Si salíamos, nos encontrábamos de repente con olas de 4 m en un go-món de 4,3 m cargado de equipos… ahí aprendimos a la fuerza a surfear olas, pero como si fuese una mon-taña rusa.

En uno de esos días en que era imposible trabajar, con vientos del orden de 70 km/h, surgió un nuevo cambio en mis investigaciones. Ese día decidí ir a ver la zona de pun-ta Loyola, en la boca del estuario, con el becario inglés que teníamos en conjunto con Keith. Simplemen-te por curiosidad, nos metimos en la marisma que existe en la zona –luego bautizada por nosotros como bahía Loyola– y la caminamos por varias horas. A medida que lo hacía-mos, empezamos a darnos cuenta de una serie geoformas y procesos que nunca habíamos visto ni leído. Para resumirlo, hasta ese momento, toda la teoría sobre canales de marea en marismas aceptaba que los mismos se heredaban de las planicies de ma-rea que antecedían a aquellas. Nun-ca se había visto mecanismos que por los cuales estos canales –que 10 años más tarde rebautice cursos de marea (Perillo, 2009)– se formaran en una marisma. Luego de ir varios días seguidos a tomar mediciones, nos dimos cuenta que habíamos descubierto algo único y que fue publicado rápidamente en 1996 (Pe-rillo et al., 1996).

El cambio se debió a que, si bien seguí trabajando en estuarios, los humedales, en general, los cursos de marea específicamente, me habían atrapado. A partir de ese descubri-miento, vinieron otros tres ejemplos, dos de ellos en colaboración con el Dr. Oscar Iribarne y nuestros discí-

pulos conjuntos Mauricio Escapa y Darío Minkoff, que nos permitieron avanzar profundamente en los diver-sos procesos de interacción físico-biológicos que dan lugar a estos cursos de marea. Ello no me llevó a desatender otros trabajos sobre ma-rismas y planicies de marea, donde un conjunto de becarios e investiga-dores participaron activamente para realizar avances que nunca se ha-bían realizado en Argentina y, de los cuales, había muy pocos ejemplos a nivel mundial.

Todas esas investigaciones me orientaron finalmente a pensar que se necesitaba otro libro similar al de estuarios, pero ahora de hume-dales costeros. Así fue que, en con-junto con los Dres. Eric Wolanski –posiblemente el mayor experto en humedales y, particularmente en manglares del mundo–, Donald Ca-hoon y Mark Brinson, reunimos a los principales expertos en cada uno de los diferentes aspectos de humeda-les (Perillo et al., 2009). El libro fue también muy exitoso dado que Else-vier nos pidió que hiciéramos una segunda edición ampliada la cual, mientras escribo estas líneas, se en-cuentra en su etapa final de edición para ser elevada a la editorial y es-peramos que salga a fines de 2018.

5. EN DONDE LAS CIENCIAS SOCIALES PENETRAN EN NUES-TRAS INVESTIGACIONES

Gracias a la invitación de una de nuestras mejores amigas, la Dra. Alice Newton–Profesora de la Uni-versidade do Algarve e investigado-ra Sr. del Norwegian Institute for Air Research (NILU)– a partir del 2013 fui el responsable del nodo argenti-no del proyecto COmmunity-based Management of EnvironmenTal Cha-llenges in Latin America (COMET-LA) financiado por el 7mo Programa Mar-co de la Unión Europea. Si bien no-sotros ya habíamos hecho una breve

incursión trabajando con un grupo de economistas de la UNS para ana-lizar los costos sociales del poten-cial dragado –que por suerte nunca se hizo– de la zona interior del es-tuario, nunca nos habíamos metido de lleno en los aspectos sociales. COMET-LA nos dio la oportunidad de hacer algo que no había soña-do nunca. No sólo la posibilidad de interactuar con especialistas de España, México, Colombia, Portu-gal, Escocia y Holanda en áreas que siempre parecieron lejanas y en las que quizás nunca hubiese querido mezclarme, sino con las propias po-blaciones: los actores sociales y to-madores de decisión. Ello me permi-tió ver que nuestras investigaciones tenían realmente por objetivo a la gente, y darme cuenta también que yo era uno de esos actores sociales.

Nuestra participación en CO-MET-LA abrió todo un nuevo espec-tro de investigaciones y amplió sen-siblemente nuestro grupo de trabajo, porque ahora teníamos, además de los economistas ambientales, a so-ciólogos, antropólogos y educado-res. Pero lo más importante fueron los logros alcanzados trabajando con las comunidades negras de los valles de los ríos Dagua y Calima (manejo de la biodiversidad) en Co-lombia (Figura 4a), las comunidades nativas de Comaltepec (manejo fo-restal) en México (Figura 4b), y las comunidades pesqueras de Monte Hermoso y Pehuén Co (Argentina) (Figura 4c, d). En nuestro caso parti-cular, se logró, creemos por primera vez en el país, que los pescadores artesanales de ambas localidades es-tablecieran un manejo comunitario de la pesca y actividades conjuntas que han llevado, entre otras cosas, en diciembre de 2017 a inaugurar la primera planta de procesamiento de pescado, trabajando en conjunto ambos grupos. Pero al final del pro-yecto, creo que fuimos nosotros mis-mos los que aprendimos a que todos

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35Un viaje transdisciplinario

nuestros esfuerzos no podían estar dedicados exclusivamente a hacer ciencia básica, sino que debíamos tratar de llevarla rápidamente a la gente que vive donde estamos ha-ciendo esas investigaciones.

6. LAS EMAC COMO CONE-XIóN CON LAS COMUNIDADES

Aunque esto se parezca un poco a Rayuela de Cortázar, voy a hacer un salto hacia atrás en el tiempo hasta nuestra llegada al IADO. En el año anterior, el IADO había adquiri-do varios equipos a partir del progra-ma BID-CONICET I. Varios de esos equipos nunca funcionaron porque realmente eran chatarra o equipos que nunca se habían probado. Lo cual, como se imaginan era bastante

desalentador. Con los subsidios que íbamos recibiendo pudimos comprar algunos equipos en el exterior, en particular un MiniCTD (equipo para medir conductividad, temperatura y presión) con lo cual podíamos hacer estudios de detalle de la columna de agua en el estuario. Recuerdo que el equipo nos había costado U$S 9000 y tenía una caja azul donde girando un dial podíamos ver los datos que luego pasábamos a una planilla. El trabajo en las campañas era exte-nuante porque las mismas eran de 14 ó 27 hs. seguidas prácticamente sin parar. Además, luego teníamos que pasar todos esos datos a una computadora. En esa época compra-mos la primera “portable” que hubo en el IADO, que de portable solo tenía el nombre y la manija. Averi-

guando, encontré que la misma em-presa tenía un adaptador y un soft-ware que permitía grabar los datos directamente a la computadora pero su costo era de U$S 10.000. Eso me hizo pensar que la cosa no podía ser tan complicada y, luego de reunirme con los electrónicos del IADO (Da-niel Galfón y Eduardo Fernández), decidimos que nosotros lo podía-mos hacer. Resumiendo, incluyendo el curso de microprocesadores que tomaron ambos y todos los materia-les electrónicos, hacer la interfase nos salió algo menos de U$S 1.000. Desde ese momento intentamos va-rios instrumentos, pero el gran salto cualitativo y cuantitativo fue cuando ingresó en nuestro grupo el Ing. Ale-jandro Vitale (hoy Dr. e investigador adjunto del CONICET).

Figura 4: Ejemplos de las reuniones realizadas con las diferentes comunidades durante el proyecto COMET-LA. a) en Colima (Colombia) con un grupo de jóvenes de la comunidad; b) en Comaltepec analizando con los miembros de la comunidad los mecanismos de manejo comunitario; c) el autor y la Dra. Piccolo presentando el proyecto COMET-LA en Monte Hermoso. d) presentación de las acciones realizadas en Colombia en una reunión en Ingeniero White.

a) b)

c) d)

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Gracias a su gran capacidad de trabajo y habilidad para hacer algo de la nada, con Cintia y Alejandro fuimos desarrollando cada vez más sensores, originalmente para el trabajo de tesis de Alejandro. Ha-blando una vez con Jorge Tezón (Gerente de Desarrollo Científico y Tecnológico del CONICET), le conté lo que hacíamos y, al poco tiempo, él me puso en contacto con el Dr. Thomas Harmon de la University of California-Merced quien quería organizar una reunión de desarro-lladores de instrumental con usua-

rios. Eso también fue el inicio de una larga amistad con Tom, pero también otro cambio significativo en nuestras líneas de investigación. Con Tom organizamos el Taller Pan American Sensors for Environmental Observations (PASEO) financiado por la National Science Foundation donde más de 30 investigadores de toda América nos reunimos para mostrar que sensores hacíamos y que se necesitaba. Entre ellos estaba el Dr. Tim Kratz de la University of Wisconsin Madison, Chair de la Glo-bal Lake Environmental Observation

Network (GLEON), quien nos invitó a participar de la reunión de GLEON que se hacía a fin de año en Lake Placid (Florida, EE.UU.).

Allí fuimos con otra de nuestras becarias, Vanesa Bohn (ahora tam-bién Dra. e investigadora asistente del CONICET) que estaba trabajando en lagos y su influencia en nuestros estuarios. Cabe aclarar que GLEON es actualmente una organización de más de 600 investigadores y estu-diantes de posgrado que representa una red de más de 100 boyas y equi-

Figura 5: Las boya EMAC (Estaciones de Monitoreo Ambiental Costero). A) la primera boya instalada en la laguna Sauce Grande en 2010; b) La boya como la encontramos en agosto de 2010 donde había sido totalmente vanda-lizada; c) El Dr. Alejandro Vitale, diseñador y constructor de las EMAC, 15 días después de recuperada la boya en Tecnópolis; d) La primera boya oceanográfica realizada íntegramente en Argentina por nuestro grupo fondeada en el canal de Beagle.

a) b)

c) d)

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pos de monitoreo de alta frecuencia en lagos en todo el mundo. Duran-te esa reunión de GLEON (que son totalmente atípicas), pudimos par-ticipar de la instalación de la boya que había comprado la Archbold Biological Station por más de U$S 100.000. Nos pusimos a mirarla en detalle y enseguida nos dimos cuen-ta que no era nada del otro mundo y que en el IADO teníamos todas las herramientas para poder hacer algo similar por mucho menos.

La moraleja de la historia es que en 2010 fondeamos nuestra prime-ra boya en la laguna Sauce Gran-de (cerca de Monte Hermoso) con transmisión en tiempo real y con to-dos los sensores construidos de cero en el IADO (Figura 5a). Todo ello por menos de U$S 10.000. Lo interesan-te es que 4 meses más tarde encon-tramos la boya totalmente destruida (no se llevaron nada) (Figura 5b). Esa misma boya, 15 días más tarde es-taba expuesta en Tecnopolis (Figura 5c), donde nos dieron el 2do Premio Innovar a la Investigación Aplicada. Desde 2012, tenemos más de 12 bo-yas y estaciones de monitoreo tanto en lagos, ríos y ambientes costeros, todas ellas construidas en el IADO. Entre ellas y, con el apoyo del Sis-tema Nacional de Bases de Datos del Mar del MINCYT, diseñamos y armamos la primera boya oceano-gráfica íntegramente construida en Argentina para el CADIC (Figura 5d), y que está fondeada en el canal de Beagle. Los datos de estos equi-pos se pueden ver en la página web http://emac.iado-conicet.gob.ar.

Pero el hecho de pudiéramos ha-cer las boyas a un costo del 10 % del que se hace a nivel internacio-nal, permitió que el CONICET nos invitara a participar el proyecto RE-DES “PAMPA2: Proyecto Argentino de Monitoreo y Prospección de Am-bientes Acuáticos” y luego dio la ba-ses para organizar el proyecto inter-

nacional financiado por InterAmeri-can Institute for Global Change Re-search (IAI) “Sensing the America’s Freshwater Ecosystem Risk (SAFER) from Climate Change” el cual coor-dino desde hace 6 años abarcando investigadores de toda América.

En los últimos 10-12 años gran parte de nuestra financiación y nuestro trabajo se ha concentrado en lagos someros de la región pam-peana y las cuencas de los ríos Sau-ce Grande y Senguer. Pero más allá de los monitoreos de alta frecuencia y las interacciones físico-biológicas en estas lagunas y ríos, no nos ol-vidamos de los actores sociales que viven en ellas. Justamente SAFER se basa en el principio de enten-der cómo los lagos influencian a la gente que vive alrededor de ellos y viceversa, cómo esa misma gen-te influencia a los lagos porque los lagos son sistemas muy sensibles y de rápida respuesta. Como lo propu-sieron Williamson et al. (2009), los lagos son “centinelas del cambio cli-mático” y sólo lo podemos apreciar a partir de un monitoreo constante de sus propiedades.

Nuestros proyectos con la gente no se limitan a actividades partici-pativas, sino que tratamos de encon-trar, en conjunto con ellos, cuáles son sus problemas y cuáles son las posibles soluciones a los mismos, pero que surjan de los propios ac-tores sociales y que sean ellos los que las eleven a los tomadores de decisión. Quizás, y para terminar, el mejor ejemplo es lo que estamos desarrollando con la comunidad de la laguna La Salada de Pedro Luro, donde trabajamos en una propuesta para la instalación de una serie de sistemas de Filtros Verdes para con-trolar las sustancias contaminantes que ingresan a la laguna, pero prin-cipalmente para generar un hume-dal artificial para el tratamiento de aguas servidas cuando completen la

red de cloacas previsto para la villa.

7. Y ¿QUÉ PASó CON LAS PLA-YAS?

Si recuerdan lo indicado casi al principio de esta reseña, las playas siempre me atrajeron más que otros ambientes. Como siempre digo, si la Oceanografía es como un hobby para mí, las playas son el hobby de mi hobby. A pesar de haber traba-jado en diferentes ambientes, nunca dejé de hacer algunos trabajos en playas. Justamente en los últimos años una parte de los subsidios que tenemos están dedicados a ellas.

Pero las playas, especialmente la de Pehuén Co, cumplen una función mucho más personal. Es el lugar donde a lo largo de muchos años (y lo seguimos haciendo en la actuali-dad) recorremos casi todos los días de nuestras vacaciones (normalmen-te entre 5 y 10 km) junto a mi esposa y mis hijos. Estos últimos creo que aprendieron a ser científicos miran-do cómo rompían las olas, cómo se movía el sedimento en suspensión, o viendo los flujos supercríticos en los canales que cortan las barras de lavado. Más allá de que ellos viaja-ron con nosotros y participaron, sen-tados en el fondo de la sala, en todos los congresos en que fuimos juntos, el poder compartir esas horas todos los días fue algo que, quizás incons-cientemente, fue generando una ma-yor unión familiar. Mi hijo Mauricio finalmente estudió Física para poder entender los procesos de transporte de sedimentos que realmente com-pletó con su PhD en Geología en la University of Illinois at Urbana-Champain bajo la tutela de grandes especialistas en el tema como Jim Best, Marcelo García y Gary Parker. Hoy es investigador en Exxon Mobil en Houston. Por otro lado, Vanesa, que estudió Bioquímica y se docto-ró como tal en la UNS en un tema totalmente diferente, su “posdoc”

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CIENCIA E INVESTIGACIÓN - RESEÑAS - TOMO 6 Nº 1 - 201838

en la University of Vermont fue en transporte de fósforo en suelos y, actualmente, tiene un “posdoc” del CONICET trabajando en matas mi-crobianas en humedales costeros junto a la Dra. Diana Cuadrado, una de mis primeras becarias e investiga-dora en el IADO.

8. UN PENSAMIENTO FINAL

A lo largo de mi vida tuve mu-chísimas oportunidades que alenta-ron mi curiosidad innata por cono-cer todo lo que podía. En eso tengo que agradecerle a todos y cada uno de los que me fueron abriendo las puertas que me permitieron recorrer este hermoso camino. En especial a mi esposa Cintia con la cual com-partimos todas esas aventuras tanto familiares como científicas. Con los años, me he dado cuenta que si me hubiese quedado trabajando dentro de una única temática habría ter-minado totalmente frustrado. Qui-zás no sea un tipo brillante en cada cosa que he realizado, pero el haber aprendido un poco de cada tema me ha permitido realizar cada investiga-ción desde diferentes puntos de vis-ta y encontrar cosas originales que otros, con mucha más capacidad en ese tema, no habían podido obser-var. Lo mejor de todo, casi al final de mi carrera, es que no veo todavía ese final y sigo tan entusiasmado por emprender nuevos desafíos como al principio.

9. BIBLIOGRAFÍA

Perillo, G.M.E. (editor) (1995). Geo-morphology and sedimentolo-gy of estuaries. Development in Sedimentology Vol. 53, Elsevier Science BV, Amsterdam, 471 pp. 2nd Edición, pp.1996, 488.

Perillo, G.M.E. (2009). “Tidal courses: classification, origin and functionality”. En: Perillo, G.M.E., Wolanski, E., Cahoon,

D.R. y Brinson, M.M., (eds.). Coastal wetlands: an integrated ecosystem approach. Elsevier, Amsterdam. P. 185-210.

Perillo, G.M.E. e Iribarne, O.O. (2003). New mechanisms stu-died for creek formation in tidal flats: from crabs to tidal chan-nels. EOS American Geophysical Union Transactions. 84(1):1-5.

Perillo, G.M.E., Ripley, M.D., Picco-lo, M.C. y Dyer, K.R. (1996). The formation of tidal creeks in a salt marsh: new evidence from the Loyola Bay Salt Marsh, Rio Ga-llegos Estuary, Argentina. Man-groves and Salt Marshes 1(1): p. 37-46.

Perillo, G.M.E., Wolanski, E., Ca-hoon, D.R., Brinson, M.M., (Edi-tores) (2009). Coastal wetlands: an integrated ecosystem ap-proach. Elsevier, Amsterdam,.

Swift, D.J.P., Parker, G., Lanfredi, N.W., Perillo, G.M.E., Figge, K. (1978). Shoreface-connected sand ridges on American and European shelves: a comparison. Estuarine and Coastal Marine Science 7, 257-273

Williamson, C.E, Saros, J.E., Schind-ler, D.W. (2009). Sentinels of change. Science 323, p. 887-888.

NOTAS

1 Debo decir que, mirando hacia atrás, mis padres nunca se en-teraron de todo lo que dibujé y dibujo todavía a lo largo de mi carrera, pero esa fue quizás una de esas oportunidades en la que tuve que decidir sobre mis op-ciones. Además, aunque nunca alcancé a decírselo, como inge-niero hubiese fundido la empresa en pocos meses, porque de algo

estoy seguro, los negocios no son para nada lo mío.

2 Bancos de arena de unos 5 a 10 km de largo y 1 a 2 km de ancho que intersectaban la costa con un ángulo de unos 45° abierto al SE. Justamente gran parte de los tra-bajos de Swift en esa época era sobre bancos alineados equiva-lentes, pero abiertos al NE, que hay a lo largo de la costa Este de EE.UU.

3 National Science Foundation.

4 En el momento que estoy escri-biendo estas líneas me informa-ron que Ronald falleció a los 84 años.

5 El flanco de menor pendiente de la duna, el otro se llama talud.

6 Al igual que en el caso de Ron Johnson, también este año falle-ció Chet Grosch a los 84 años. Además de ser un excelente ami-go, entre sus muchos logros, Chet fue el que coordinó al grupo de la NASA que modeló ingreso del primer shuttle a la atmósfera, uti-lizando en parte la misma com-putadora que usábamos nosotros para hacer nuestra tesis.

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NOTA PROVISTA POR EL CONICET

El 98 por ciento de los doctores formados por el CONICET tiene empleo

Según un informe dado a conocer por este organismo científico acerca de la inserción de doctores, sólo un 1 por ciento de estos ex-becarios no tie-ne trabajo o no poseen ocupación de-clarada y un 10 por ciento posee re-muneraciones inferiores a un estipen-dio de una beca doctoral.

Asimismo, proyecta que el 89 por ciento de los encuestados tiene una situación favorable en su actividad profesional, pero sobre todo asegura que más del 98 por ciento de los cien-tíficos salidos del CONICET consigue trabajo.

Los datos surgidos del estudio “Análisis de la inserción laboral de los ex-becarios Doctorales financia-dos por CONICET”, realizado por la Gerencia de Recursos Humanos del organismo, involucró 934 casos sobre una población de 6.080 ex-becarios entre los años 1998 y el 2011.

Al respecto, en el mismo se con-sidera que del número de ex-becarios consultados, el 52 por ciento (485 ca-sos), continúa en el CONICET en la Carrera del Investigador Científico y Tecnológico.

De los que no ingresaron en el organismo pero trabajan en el país, sobre 341 casos, el 48 por ciento se encuentra empleado en universidades de gestión pública y un 5 por ciento en privadas; el 18 por ciento en em-presas, un 6 por ciento en organismos de Ciencia y Técnica (CyT), un 12 por ciento en la gestión pública y el resto en instituciones y organismos del Es-tado.

En tanto, en el extranjero, sobre 94 casos, el 90 por ciento trabaja en universidades, el 7 por ciento en em-presas y el 2 por ciento es autónomo.

El mismo informe traduce que la demanda del sector privado sobre la

incorporación de doctores no es aún la esperada, pero está creciendo. La inserción en el Estado, si se suma a las universidades nacionales y ministe-rios, se constituye en el mayor ámbito de actividad. 

Frente a ello, a los fines de avanzar en la inserción en el ámbito público-privado, el CONICET realiza activida-des políticas de articulación con otros organismos de CyT, es decir, universi-dades, empresas, a través de la Unión Industrial Argentina (UIA), y en parti-cular con YPF que requiere personal altamente capacitado en diferentes áreas de investigación.

Desde el CONICET se espera que en la medida que la producción argen-tina requiera más innovación, crecerá la demanda de doctores. Para cuando llegue ese momento el país deberá tener los recursos humanos prepara-dos para dar respuestas. Es por ello se piensa en doctores para el país y no solamente doctores para el CONICET.

Programa +VALOR.DOC

Sumar doctores al desarrollo del país

A través de esta iniciativa nacional, impulsada por el CONICET y organis-mos del Estado, se amplían las posibili-dades de inserción laboral de profesio-nales con formación doctoral.

El programa +VALOR.DOC bajo el lema “Sumando Doctores al Desa-rrollo de la Argentina”, busca vincular los recursos humanos con las necesi-dades y oportunidades de desarrollo del país y fomentar la incorporación de doctores a la estructura productiva, educativa, administrativa y de servi-cios.

A partir de una base de datos y he-rramientas informáticas, se aportan re-cursos humanos altamente calificados a la industria, los servicios y la gestión pública. Mediante una página web, los doctores cargan sus curriculum vi-tae para que puedan contactarlos por perfil de formación y, de esta manera, generarse los vínculos necesarios.

Con el apoyo del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Pro-ductiva, este programa tiene como ob-jetivo reforzar las capacidades cien-tífico-tecnológicas de las empresas, potenciar la gestión y complementar las acciones de vinculación entre el sector que promueve el conocimiento y el productivo.

+VALOR.DOC es una propuesta interinstitucional que promueve y fa-cilita la inserción laboral de doctores que por sus conocimientos impactan positivamente en la sociedad.

Para conocer más sobre el progra-ma www.masVALORDoc.conicet.gov.ar.

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NOTA PROVISTA POR EL MINISTERIO DE CIENCIA, TECNOLOGÍA E INNOVACIÓN PRODUCTIVA

Recuperación de tecnologías ancestrales y sustentables en Jujuy

La vicuña como modelo de producción sustentable

Ciencia e historia se unen para preservar a la vicuña

Cazando vicuñas anduve en los cerrosHeridas de bala se escaparon dos.

- No caces vicuñas con armas de fuego;Coquena se enoja, - me dijo un pastor.

 - ¿Por qué no pillarlas a la usanza vieja,

cercando la hoyada con hilo punzó ?- ¿Para qué matarlas, si sólo codicias

para tus vestidos el fino vellón ?

Juan Carlos Dávalos, Coquena

Lo primero es pedir permiso a la Pachamama. Porque a ella, en la cosmovisión andina, pertenecen las vicuñas que se extienden por el altiplano de Perú, Bolivia, Chile y Argentina. Una ceremonia ancestral, unida a la ciencia moderna, permite que comunidades y científicos argentinos exploten de manera sustentable un recurso de alto valor económi-co y social. La vicuña es una especie silvestre de camélido sudamericano que habita en la puna. Hasta 1950-1960 estuvo en serio riesgo de extinción debido a la ausencia de planes de manejo y conservación. Desde la llegada de los españoles se comenzó con la caza y exportación de los cueros para la obtención de la fibra, que puede llegar a valer U$S600 por kilo, lo que llevó a la casi desaparición de estos animales. Por ese entonces, la población de vicuñas en América era cercana a los 4 millones de ejemplares, en 1950 no eran más de 10.000.A fines de la década del 70 Argentina, Bolivia, Chile, Perú y Ecuador firmaron un Convenio para la conservación y manejo de la vicuña que permitió recuperar su población hasta contar en la actualidad con más de 76 mil ejemplares en nuestro país.En Santa Catalina, Jujuy, a 3.800 metros sobre el nivel del mar, investigadores de CONICET, junto a comunidades y productores locales, han logrado recuperar una tecnología prehispánica sustentable para la obtención de la fibra de vicuña. Se trata de una ceremonia ancestral y captura mediante la cual se arrean y esquilan las vicuñas silvestres para obtener su fibra. Se denomina chaku y se realizaba en la región antes de la llegada de los conquistadores españoles.Según Bibiana Vilá, investigadora independiente de CONICET y directora del grupo Vicuñas, Camélidos y Ambiente (VICAM) “Hoy podemos pensar en volver a hacer ese chaku prehispánico sumado a técnicas que los científicos apor-tamos para que las vicuñas pasen por toda esa situación sufriendo el menor stress posible. Las vicuñas vuelven a la naturaleza, la fibra queda en la comunidad, y nosotros tomamos un montón de datos científicos.”

El chakuEl chaku es una práctica ritual y productiva para la esquila de las vicuñas. Durante el imperio inca, las cacerías reales o chaku eran planificadas por el inca en persona. En esta ceremonia se esquilaba a las vicuñas y se las liberaba nue-vamente a la vida silvestre. La fibra obtenida era utilizada para la confección de prendas de la elite y su obtención estaba regulada por mecanismos políticos, sociales, religiosos y culturales. Se trata de un claro ejemplo de uso sus-tentable de un recurso natural. Hugo Yacobaccio, zooarqueólogo e investigador principal de CONICET, explica que “actualmente el chaku concentra hasta 80 personas, pero durante el imperio inca participaban de a miles. Hoy las comunidades venden esa fibra a acopiadores textiles y obtienen un ingreso que complementa su actividad económica principal, el pastoreo de llamas y ovejas”. El proceso comienza con la reunión de todos los participantes, luego toman una soga con cintas de colores reunidos en semicírculo y arrean lentamente a las vicuñas guiándolas hacia un embudo de red de 1 km de largo que des-emboca en un corral. Cuando los animales están calmados se los esquila manipulándolos con sumo cuidado para reducir el stress y se los libera. Hoy, 1500 años después del primer registro que se tiene de esta ceremonia, la ciencia argentina suma como valor agregado: el bienestar animal y la investigación científica. En tiempo del imperio Inca, el chaku se realizaba cada cuatro años, actualmente se realiza anualmente sin esquilar a los mismos animales “se van rotando las zonas de captura para que los animales renueven la fibra” explica Yacobaccio. Según Vilá “es un proyecto que requiere mucho trabajo pero que demuestra que la sustentabilidad es posible, tenemos un animal vivo al cual esquilamos y al cual devolvemos vivo a la naturaleza. Tiene una cuestión asociada que es la sustentabilidad social ya que la fibra queda en la comunidad para el desarrollo económico de los pobladores locales.”Yanina Arzamendia, bióloga, investigadora asistente de CONICET y miembro del equipo de VICAM, explica que se

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esquilan sólo ejemplares adultos, se las revisa, se toman datos científicos y se las devuelve a su hábitat natural. Además destaca la importancia de que el chaku se realice como una actividad comunitaria “en este caso fue impulsada por una cooperativa de productores locales que tenían vicuñas en sus campos y querían comercializar la fibra. Además partici-paron miembros del pueblo originario, estudiantes universitarios y científicos de distintas disciplinas. Lo ideal es que estas experiencias con orientación productiva tengan una base científica.”

Paradojas del éxito.La recuperación de la población de vicuñas produjo cierto malestar entre productores ganaderos de la zona. Muchos empezaron a percibir a la vicuña como competencia para su ganado en un lugar donde las pasturas no son tan abun-dantes. En este aspecto el trabajo de los investigadores de CONICET fue fundamental, según Arzamendia “el chaku trae un cambio de percepción que es ventajoso para las personas y para la conservación de la especie. Generalmente el productor ve a las vicuñas como otro herbívoro que compite con su ganado por el alimento y esto causa prejuicios. Hoy comienzan a ver que es un recurso valioso y ya evalúan tener más vicuñas que ovejas y llamas. Nuestro objetivo es desterrar esos mitos”, concluye.Pedro Navarro es el director de la Cooperativa Agroganadera de Santa Catalina y reconoce los temores que les produjo la recuperación de la especie: “Hace 20 años nosotros teníamos diez, veinte vicuñas y era una fiesta verlas porque habían prácticamente desaparecido. En los últimos años se empezó a notar un incremento y más próximamente en el último tiempo ya ese incremento nos empezó a asustar porque en estas fincas tenemos ovejas y tenemos llamas”. Nava-rro identifica la resolución de estos problemas con el trabajo del grupo VICAM: “Yo creo que como me ha tocado a mí tener que ceder en parte y aprender de la vicuña y de VICAM, se puede contagiar al resto de la gente y que deje de ser el bicho malo que nos perjudica y poder ser una fuente más productiva.”

La fibra de camélidoAdemás de camélidos silvestres como la vicuña o el guanaco, existen otros domesticados como la llama cuyo manejo es similar al ganado, para impulsar la producción de estos animales y su fibra, el Estado ha desarrollado dos instrumentos de fomento. En la actualidad se encuentran en evaluación varios proyectos para generar mejoras en el sector productor de fibra fina de camélidos que serán financiados por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva. Se trata de dos Fondos de Innovación Tecnológica Sectorial destinados a la agroindustria y al desarrollo social que otor-garán hasta $35.000.000 y $8.000.000 respectivamente. Los proyectos destinados a la Agroindustria son asociaciones entre empresas y organismos del sector público que tienen entre sus objetivos mejorar la calidad de la fibra de camélido doméstico a partir del desarrollo de técnicas reproductivas; el mejoramiento genético e innovaciones en el manejo de rebaños; la incorporación de valor a las fibras a partir de mejoras en la materia prima o el producto final; permitir la trazabilidad de los productos para lograr su ingreso en los mercados internacionales; y fortalecer la cadena de provee-dores y generar empleos calificados. La convocatoria Desarrollo Social tiene como fin atender problemas sociales mediante la incorporación de innovación en acciones productivas, en organización social, en el desarrollo de tecnologías para mejorar la calidad de vida de manera sostenible y fomentar la inclusión social de todos los sectores. Otorgará hasta $8.000.000 por proyecto que mejore las actividades del ciclo productivo de los camélidos domésticos, la obtención y/o el procesamiento de la fibra, el acopio, el diseño y el tejido, el fieltro y la confección de productos.

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SEMBLANZA

Escribir una semblanza de Cin-tia es un honor para mí y, al mismo tiempo, una tarea compleja. Como para “ordenar un poco mis ideas” y esbozar unas primeras líneas, busco la definición del término. El diccio-nario de la Real Academia Española define “semblanza” como un esbo-zo biográfico. Suele referirse a sem-blanza como una biografía de poca extensión, que no abunda en datos históricos sino que presenta infor-mación sobre el carácter y la perso-nalidad del individuo en cuestión. Confirmo entonces mi sospecha inicial de que no es tarea sencilla la que me han encomendado, me pre-gunto una y otra vez cómo definir a Cintia en pocas palabras, en térmi-nos de sus cualidades personales y su trayectoria como científica.

Cintia se recibió de Maestra Nor-mal Nacional en el Colegio Niño Je-sús de Praga (Buenos Aires) en 1968. No tengo dudas que esto marcó el inicio de su posterior rol como co-municadora científica, ya sea como docente universitaria, como directo-ra de tesis o como divulgadora a la comunidad. En el año 1975 recibió su título de Licenciada en Ciencias Meteorológicas de la Universidad de Buenos Aires y realizó sus prime-ros antecedentes profesionales en el Servicio de Hidrografía Naval. Más tarde, fue contratada por el Servicio Meteorológico de la Armada Ar-

MARÍA CINTIA PICCOLOpor María Clara Menéndez

gentina, en calidad de Investigador Ayudante de la Dirección General de Investigación y Desarrollo de las Fuerzas Armadas. A partir del año 1979 su vida tomó un rumbo que, creo, marcó el inicio de su trayec-toria como mujer-científica (así me gusta llamarla). En el Departamento de Oceanografía de la Universidad de Old Dominion (Virginia, EE.UU.) y gracias a una beca de Perfecciona-miento Exterior otorgada por el CO-NICET, Cintia forjó las bases de una de las líneas de investigación que mejor la definen: los procesos de in-teracción mar-atmósfera. Unos años más tarde y en la misma universi-dad, allá por 1981, obtuvo su título de Doctor of Philosophy in Oceano-graphy. Creo que es necesario desta-car, en este punto, que este logro no fue estrictamente académico. Cintia fue la primera mujer en obtener el grado de Doctor en la Universidad de Old Dominion, hecho que le valió el reconocimiento tanto de la universidad como de sus pares.

Conocí a Cintia al llegar como pasante al Instituto Argentino de Oceanografía (IADO) en Bahía Blan-ca en el año 2000. Más apropiado sería exponer en esta semblanza que “conocernos”, nos conocimos un par de años más tarde. Por ese entonces, Cintia ejercía como direc-tora de la institución, su presencia se sentía en cada rincón del IADO, así como su perfume. Inconfundible no adivinar su llegada cada mañana. Un día avanzada mi beca, me animé a comentarle: “Riquísimo su perfu-me, se huele en los pasillos”. Con su mirada firme y su hablar no tan pau-sado, me contestó: “A mí me gusta que se sienta, que sea una impron-ta”. En ese momento pensé para mí: no creo que sea necesario el perfu-me, basta con su personalidad.

La necesidad de “ampliar mi mundo biológico” me llevó a bus-car respuestas en el medio físico. ¿Por qué tales o cuáles organismos viven en un determinado ambiente, perfectamente adaptados a ciertas condiciones? Este fue, entonces, el puntapié para la relación entre una oceanógrafa y una bióloga, y así comenzamos allá por el año 2004. Cintia ejerció como co-directora du-rante mi beca de doctorado (2004-2009). Su guía y apoyo fueron vita-les durante esos años, el orden y la disciplina en el trabajo son una de sus grandes virtudes y eso que uno

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43Semblanza

con el tiempo incorpora, y agrade-ce eternamente. Cintia te ayuda a pensar y analizar, a presentar y re-dactar, con una didáctica que le es propia y original. Fue mi directora durante la beca posdoctoral (2009-2012) y guió mis años como In-vestigador Asistente del CONICET. Actualmente, seguimos formando parte del mismo equipo, trabajando en conjunto en diversos proyectos de investigación. La trayectoria y experiencia de Cintia en procesos de interacción físico-biológicos me abrieron la puerta a un mundo nue-vo y encantador. Cintia es una mujer con personalidad fuerte y avasallan-te. Imposible pasar por su dirección sin que deje huellas. Su enseñanza te forma y transforma. Te prepara y moldea no sólo para la ciencia, en mi caso también para la vida.

Su currículum acredita una vasta producción científica en el terreno de la oceanografía física, concreta-da en la publicación de aproxima-damente 160 artículos en revistas in-ternacionales y 60 en revistas nacio-nales. Casi 400 presentaciones en congresos y cerca de 100 trabajos publicados como capítulos de libros y actas de congresos, completan su extensa producción. Ha sido con-vocada como jurado para un gran número de evaluaciones científicas y académicas, y ha recibido nume-rosos premios y/o nominaciones por su labor en el ámbito de la ciencia. Se destaca también como docente del Departamento de Geografía de la Universidad Nacional del Sur, así como la gestión para la apertura de la carrera de Licenciatura en Ocea-nografía en la misma universidad. Cintia ha logrado un sólido recono-cimiento a nivel mundial, claramen-

te plasmado en la activa convoca-toria a integrar comités o mesas de expertos en diferentes ámbitos inter-nacionales.

Esta extensa trayectoria como mujer-científica es acompañada por una hermosa familia. Gerardo, su esposo, es su gran compañero de vida. En su casa, en el trabajo, ellos siempre están juntos. Sus hijos Mau-ricio y Vanesa representan el pilar de su existencia, su motor y orgullo. Por fuera de la ciencia, posee muchos pasatiempos: largas caminatas por su amado Pehuen-Có, jardinería, huerta orgánica, comida sana. Cada día me pregunto cómo hace para realizar tantas cosas con jornadas de sólo 24 hs. Toda esa energía es digna de otro mundo, motiva y alienta, en definitiva, Cintia es absolutamente inspiradora para quien esté cerca de ella.

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UN CAMINO DE VIDA A TRAVÉS DE LA CIENCIA

Palabras clave: Procesos de interacción mar-atmósfera-suelo, Variabilidad Climática, Clima urbano.Key words: : Air-sea-land interaction processes – Climate variability, Urban climate.

Esta reseña de mi vida es uno de los manuscritos que más me costó redactar pues tuve que hacer una revisión de mis recuerdos. Para cumplir la tarea, muchos “resortes psicológicos internos” empezaron a moverse. Como a todos los seres humanos no me gustan las pérdidas, la de los seres queridos, momentos que disfruté pero que pasaron, entre otros. No me gusta volver al pasado, vivo en el presente con lo nuevo que me depara la vida. Sin embargo, le agradezco al Dr. Miguel Blesa, Pre-sidente de la Asociación Argentina para el Progreso de las Ciencias, su invitación.

Fundamentalmente, mi filosofía es aceptar a la vida como un ca-mino de aprendizaje permanente. Considero que la injusticia es una de las principales causas de gene-ración de problemas y falta de paz en este mundo. Si tuviera que definir mi modo de vida, debería decir que lucho en forma constante contra la injusticia y odio los dogmas. A mis hijos y becarios les repito esta frase: hay una sola forma de hacer las co-sas: BIEN.

En lo académico, me he dedica-

do a estudiar los procesos de inte-racción agua-atmósfera-sedimento en diversos ecosistemas marinos, costeros y continentales. Me entu-siasma definir en qué procesos ener-géticos se transforma el calor neto radiativo que queda en los ecosiste-mas acuáticos. Para ello, trabajé en entender los términos del balance de calor y determinar cuáles eran los más importantes en los diferen-tes ecosistemas (corrientes marinas, zonas costeras, lagunas, etc.). Es-tudié la circulación y dinámica de estuarios, sistemas lagunares, zona de rompientes de olas, etc. Estos procesos se estudian en diversas es-calas temporales (horarias, mensua-les, etc.) y cambian sustancialmente cuando se los compara en forma anual, debido fundamentalmente a la variabilidad climática. A medida que avancé en el entendimiento del tema y trabajando siempre en for-ma interdisciplinaria incorporé en mis investigaciones las interaccio-nes físico-biológicas en estos siste-mas acuáticos. Sin ninguna duda, puedo afirmar que para entender la dinámica físico – biológica de los cuerpos de agua que encontramos en nuestro planeta, en sus diferentes formas, hay que estudiar el efecto

atmosférico sobre estas. Y en ello he concentrado todas mis actividades de investigación.

1. MIS COMIENZOS

El familiar que más admiro es mi abuelo paterno, que vino de Italia como toda mi familia. Fue una de las personalidades más recordadas entre los fundadores de la localidad de El Trébol, provincia de Santa Fe. Fue un excelente director de escue-la que tenía sus propios métodos para inducir a los niños a leer: or-ganizaba torneos y competencias de deportes, pero para participar, los niños debían pasar primero por la biblioteca de la escuela y leer algún libro. De esta manera, les enseñaba que la educación y el deporte eran importantes para la formación del ser humano, pues mantenían el es-píritu sano. Es un orgullo visitar la localidad de El Trébol y observar que su única Biblioteca Popular lle-va el nombre de mi abuelo: Domin-go Piccolo.

Mi padre era Oficial de Marina y vivió en una época muy difícil, durante la presidencia de Juan D. Perón. Fueron momentos muy duros

María Cintia PiccoloInstituto Argentino de OceanografíaUniversidad Nacional del Sur

[email protected]@criba.edu.ar

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45Un camino de vida a través de la ciencia

durante la Revolución Libertadora. Todavía me acuerdo como mi padre escondió a mi familia en un hotel de Avenida de Mayo (Ciudad de Bs. As.) y veíamos caer las bombas en la Plaza de Mayo. Éramos tres herma-nos. Mi hermano mayor se recibió de Ing. Agrónomo, Ing. Forestal y Dr. en Agronomía, fue investigador en el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) de Cerro Azul (Misiones) hasta su jubilación. Mi hermano menor a los 14 años murió en un accidente cuando yo tenía 15 años. En esa etapa de mi vida apren-dí a aceptar la vida como se nos pre-senta, seguir adelante y nunca clau-dicar ante las adversidades.

Siempre fui la rebelde, la que no podía estar quieta en las aulas tanto en la escuela primaria como secundaria. Para preservar la “bue-na conducta” y conservar el logro de ser abanderada, las monjas me daban tareas adicionales (Presiden-te del Coro de ángeles, ayudar a las novicias en sus tareas, redactar reci-bos de la escuela, etc.). Me dejaban bordar parada en las clases de Ac-tividades Prácticas, con tal de man-tenerme en movimiento. Les debo mucho a ellas y a un sacerdote lla-mado Ernesto. Obviamente, la gran guía fue mi madre. Proveniente de una familia con tradiciones italianas muy fuertes, no la dejaron estudiar a pesar de lo que luchó para conse-guirlo. En ese entonces, en algunas familias las mujeres debían tejer, co-ser, cocinar y cuidar hijos… Por eso fue una excelente ama de casa, has-ta que las circunstancias de la vida la forzaron a trabajar. Sin embargo, alentó a sus hijos a estudiar y no era una excusa no tener los suficientes recursos económicos.

Soy Maestra Normal Nacional, de aquellas que estudiaron sólo cin-co años para recibir el título, pero que enseñaban en el colegio prima-rio al mismo nivel que se enseña ac-

tualmente en el colegio secundario: matemáticas, educación democráti-ca y lengua, entre otros conocimien-tos. Fui a colegios de monjas, pues mi familia materna era muy católica y luego de la separación de mis pa-dres, me becaron para continuar allí mis estudios tanto primarios como secundarios.

Durante mi niñez observé las consecuencias de las desigualdades económicas, de poder, etc. que ca-racterizaron a mi familia. De alguna forma eso definió mi personalidad, totalmente transgresora en mi juven-tud. No me gustaba estudiar idiomas y entonces elegí estudiar piano. El único estudio de inglés que tuve en mi vida fue el que me impartieron en el colegio secundario. Soy pro-fesora de piano y las alegrías y las tristezas las compartí con este ins-trumento ejecutando diferentes par-tituras. Mi preferida en los años de juventud era “Mi primer dolor” de R. Schumann. Luego me di cuenta que el conocimiento de inglés era una herramienta necesaria para ser exitosa en mis investigaciones.

Simultáneamente a mis estudios secundarios, trabajaba para ayudar a mi madre. A los 17 años fui tele-fonista en un consultorio médico y enseñaba a estudiar a alumnos de los colegios secundarios en un ins-tituto privado. En ese momento, la investigación no estaba entre mis as-piraciones futuras. A los 18 años me ofrecieron ser maestra en un colegio católico que se localiza en Flores, barrio de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Como vivía en Mar-tínez, localidad de la provincia de Buenos Aires, para llegar a las 7:30 hs. al colegio salía de mi casa bien temprano a la mañana (5:30 hs.). Mi abuelo materno vivía enfrente del colegio y me esperaba con un café con leche calentito en invierno.

El lema de mi casa era trabajar y

estudiar. Por lo tanto, tenía que deci-dir qué estudiar… Nada me gustaba, por lo tanto compré la Guía de Ca-rreras de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y mientras leía comen-cé a descartar carreras, hasta que llegué a Meteorología. En esas épo-cas no había Google, Twitter, etc. para informarme qué era estudiar esa ciencia. Sólo miré el cielo y las nubes y pensé que sería interesante saber cómo se formaban estas. Me inscribí en el curso de Ingreso de la UBA, en ese momento había cupos para ingresar, lo aprobé e ingresé en el Depto. de Meteorología. Mientras estudiaba seguía trabajando como maestra de escuela primaria. Soy una defensora de la escuela públi-ca, pues en nuestro país se puede trabajar y estudiar. Me recibí de Li-cenciada en Cs. Meteorológicas en 1975 y fui Ayudante de Segunda y de Primera en la Carrera de Ciencias Meteorológicas de la UBA.

Mi vida cambió totalmente cuan-do me casé con Gerardo M. E. Peri-llo, de ahora en más Gerardo. Fui-mos compañeros en la Facultad de Cs. Exactas y Naturales, Universidad de Buenos Aires. Estudiábamos ca-rreras diferentes (el Geología y yo Meteorología) pero cursamos varias materias juntos e íbamos a las mis-mas clases de tenis que impartía la UBA los sábados a la mañana para sus estudiantes. En todos esos años era evidente que mi personalidad le resultaba insufrible. Hablaba dema-siado, era ruidosa y ansiosa, llama-ba la atención. Todo lo opuesto a su personalidad. Apenas si nos saludá-bamos; lo hacíamos por cortesía y educación.

Cuando me recibí buscaba tra-bajo como meteoróloga y surgió la oportunidad de trabajar en el Servi-cio de Hidrografía Naval que nece-sitaba meteorólogos en un proyecto denominado COPUAP, para cons-truir un puerto de aguas profundas

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en la provincia de Buenos Aires. Allí me alejé de mis compañeros meteo-rólogos pues todos entraron en el Servicio Meteorológico Nacional, dado que habían sido becados para tal fin.

Nos volvimos a encontrar con Gerardo en el mismo proyecto y cada uno siguió manteniendo su forma de ser y su forma de pensar ante la vida. Mi familia era muy con-servadora y no me autorizaban a ir a los viajes de campo de COPUAP porque tenía 23 años y era la única mujer en esos viajes donde partici-paban civiles, oficiales y suboficia-les. Tengo que agradecer al entonces Cap. de Navío J. V. Zubillaga que me haya dejado concurrir a las cam-pañas del proyecto en Mar de Ajó acompañada de mi tía. Gerardo fue la única persona que se acercaba a compartir las comidas y los momen-tos libres con nosotras, haciéndonos sentir menos solas. A partir de allí comenzó una relación más amistosa entre nosotros que terminó en ca-samiento con un noviazgo de sólo 8 meses. Todavía nos preguntamos cómo hicimos eso, si éramos tan distintos. Creo que ambos teníamos una sola forma de tomar la vida, como venía… Tenemos un objetivo común: LA FAMILIA y luego divertir-nos haciendo CIENCIA. Todo lo rela-cionado al agua nos interesa, desde diferentes puntos de vista. Tomamos la investigación como un desafío. Me ha impulsado a viajes y proyec-tos que no sé si los hubiera encarado sin su apoyo. Somos muy diferentes, él es muy idealista y yo muy prácti-ca. Cuando nos buscan en Google muy a menudo aparecen los apelli-dos Piccolo – Perillo juntos.

Ambos fuimos becarios exter-nos de CONICET en Old Dominion University (ODU), Virginia, EE.UU. Yo no había estudiado inglés, por lo tanto para aprobar el Test of English as a Foreign Language (TOEFL), con

mi carrera como científica.

Claro que en esas épocas en ODU había una sola computadora en un edificio dedicado a ella. Me permitían trabajar en el modelo nu-mérico sólo después de las 24 horas cuando el personal y la mayoría de los estudiantes se habían retirado de la universidad. Por lo tanto, me quedaba trabajando durante la no-che hasta las 5 de la mañana del día siguiente haciendo las diferentes si-mulaciones numéricas. Los resulta-dos solo podía recogerlos después de las 8 hs. Cuando veo cómo ha evolucionado la tecnología, me ma-ravillo. Yo nací cuando sólo se es-cuchaba radio y ahora vivo con el teléfono celular en la mano …

En el Departamento de Oceano-grafía me trataron muy bien y me dejaban innovar en relación con sus costumbres. Siempre tomé mucho café, entonces instalé en el salón que compartíamos con mis com-pañeros doctorandos una cafetera con sobres de leche y azúcar. Fue-ron tantos profesores los que venían a pedir una taza, que al final deci-dimos vender el café a precio muy económico. Lo importante eran las charlas entre profesores y docto-randos que se daban en esas visitas continuas a nuestro laboratorio para tomar café. De alguna manera, en esas épocas le transmitimos el sen-timiento latino a los profesores del departamento y ellos a nosotros su experiencia, cultura, etc. Siempre le agradecí al Dr. Chester E. Grosch que nos regalara las entradas a la ópera cuando él no podía ir, pues sabía que nos gustaban… Ahora es diferente, pues muchos latinos viven en EE.UU., pero en esas épocas no era lo usual en Norfolk.

La primera vez que participé de la defensa de una tesis de PhD en Oceanografía quedé fascinada. Cuando terminó, observé que nadie

un puntaje que me permitiera el in-greso a ODU, realicé un curso. Es-tudiaba de noche, a mi regreso del Servicio de Hidrografía Naval y me mantenía despierta con gaseosas y amaretis. A los ocho meses rendí el examen y obtuve el puntaje necesa-rio para ingresar. En ese momento, las becas eran por solo dos años y ser becario en el exterior era llevar una vida muy sacrificada. En ODU trabajé como Teaching Assistant para que mis estudios fueran menos costosos y poder pagar los 5 minu-tos dominicales de comunicación telefónica con mi mamá. En esa época no existía el celular, whats-App, la web, Facebook, etc… Tene-mos dos hijos y estoy muy orgullosa de ellos: Mauricio M. Perillo, Físico (UNS) y PhD en Geología (Universi-ty of Illinois en Urbana Champaing, EE.UU.) y Vanesa L. Perillo, escritora desde los 18 años, Bioquímica, Dra. en Bioquímica (UNS) y Master en Writing Tutorial (EE.UU.).

2. DE LA METEOROLOGÍA A LA OCEANOGRAFÍA

Originalmente cuando viajé como becaria a ODU pensaba ha-cer el PhD en Meteorología, pero no tenían el programa implementado y solo podían ofrecerme un Master. No estuve de acuerdo y analizando el tema con mi tutor, el Dr. Ronald Johnson, me propuso realizar el doctorado en Oceanografía Física. El doctorado en Oceanografía no existía en Argentina y consideré que sería una gran oportunidad para mi país el estudiar esa carrera. Si bien era un tema nuevo, el aire y el agua son fluidos de diferente densidad y debería ajustar mi mente a trabajar con procesos similares en profun-didad en lugar de en las alturas…. Entonces elegí realizar un modelo numérico investigando temas de interacción mar-atmósfera sobre la corriente del Golfo en el Atlántico Norte. Esa decisión fue el éxito de

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47Un camino de vida a través de la ciencia

festejaba y era una circunstancia más en el departamento. Entonces inme-diatamente salimos con Gerardo a comprar dos botellas de champag-ne y copas de plástico. Para sorpre-sa de todos los invitamos a brindar por el acontecimiento. Todos muy educados lo hicieron y al final me agradecieron el gesto y comenzaron a aceptar esas actitudes de la estu-diante latina. Muchos la disfrutaban, otros no tanto. Todavía recuerdo a un compañero que me tiró a los pies un cesto de basura y me pidió que re-gresara a mi país, pues le había saca-do el primer puesto en una materia. Ahora las cosas han cambiado para bien. Debo aclarar que tuve amigos que me ayudaron muchísimo con el inglés y los recordaré siempre.

Además de tomar mucho café, fumaba. Mis compañeros america-nos y coreanos me escondían los ci-garrillos y me sermoneaban. Si algún día iba a dejar de fumar tenía que hacerlo ante una situación de mu-cho stress. Entonces cuando faltaban solo 15 días para defender mi tesis doctoral, decidí dejar de fumar. Puse los seis cigarrillos que quedaban del paquete sobre mi escritorio y los mi-raba todos los días para saber si mi mente era lo suficientemente fuerte para resistir la tentación de fumarlos. Todavía los conservo después de 37 años. Cuando defendí mi tesis doc-toral, mis compañeros me esperaron con comidas típicas argentinas. Hi-cieron empanadas caseras para aga-sajarme y nunca habían visto una empanada. Gerardo los asesoró tele-fónicamente para cocinarlas.

Una de mis mayores satisfaccio-nes no fue solo terminar mi tesis doctoral en tres años, sino ser la pri-mera mujer que recibió un título de Doctor en Old Dominion University, Norfolk, EE.UU., en 1981. ODU es una de las universidades más gran-des del estado de Virginia. La univer-sidad fue creada en 1930 y hasta mi

llegada no se había otorgado ningún título de doctor a una mujer. Me en-teré cuando aparecieron los fotógra-fos del diario local, The ODU Cou-rier, para hacerme un reportaje. No lo podía creer (Figura 1).

3. MI VUELTA A LA ARGENTINA

La Universidad Nacional del Sur (UNS) fue la primera universidad na-cional argentina en implementar la

Carrera de Oceanografía. El Institu-to Tecnológico Buenos Aires (ITBA), del cual fui profesora antes de viajar a EE.UU., tenía una carrera similar. Apenas llegada a la Argentina, año 1982, Gerardo y yo fuimos invita-dos a ser Profesores Visitantes de la Carrera de Oceanografía en la UNS. Dimos clases, dirigimos las primeras tesis de licenciatura y a los prime-ros becarios del CONICET en hacer investigación en Oceanografía. En

Figura 1: The ODU Courier, Viernes 15 de enero 1982, página 4.

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esa época se recibieron los primeros oceanógrafos de la UNS.

En ese mismo año, nos invitaron a trabajar en el Instituto Argentino de Oceanografía (IADO) dependien-te del Consejo Nacional de Investi-gaciones Científicas y Técnicas (CO-NICET). Con mis treinta años, en ese entonces el director del IADO, Ing. Fernando Vila, me puso a car-go del Laboratorio de Oceanografía Física. Allí comencé los estudios fí-sicos, de circulación y dinámica de estuarios argentinos desarrollando métodos de medición y cálculo de circulación del agua. Con Gerardo implementamos una metodología que permite hacer mediciones con una sola embarcación y un solo jue-go de equipo en secciones transver-sales de estuarios con la finalidad de determinar aspectos tales como los flujos residuales de agua, sedimen-tos, nutrientes y contaminantes, in-fluencia del viento en las mareas y circulación estuarial. El uso de este método implica escasos recursos económicos y ha sido aplicado en otros países latinoamericanos.

No fueron muy fáciles esos pri-meros años en el IADO. Fue un de-safío ser mujer, no bahiense, sin la experiencia que dan los años, con un entrenamiento en el exterior, otra forma de encarar el trabajo y estar a cargo de un laboratorio con solo personal de apoyo. Además no co-nocía la difícil historia previa del IADO con sus directores. No voy a relatar los múltiples incidentes, bue-nos y malos, que pasé. Tal vez eso sería para una autobiografía.

Debido a los escasos trabajos oceanográficos sobre nuestra plata-forma continental argentina publi-qué los primeros estudios de la capa límite atmosférica marina sobre el Mar Argentino (Boundary Layer Met. 1986, 37, 229–243) efectuando las únicas mediciones de radiosondeos

atmosféricos a bordo del Buque Oceanográfico Puerto Deseado per-teneciente al CONICET. Realizando un estudio del balance de calor en la zona de interacción mar-atmósfera demuestro que la capa atmosférica marina sobre nuestro Mar Argentino es generalmente estable debido a la influencia de las corrientes de Pla-taforma y de Malvinas. A partir de mi llegada al IADO formé recursos humanos, por lo tanto la mayoría de mis publicaciones son en coautoría.

Los principales logros de esa época son el desarrollo de un mo-delo de capa límite que logra pro-nosticar el estado de la capa de superficie con el conocimiento de los flujos turbulentos de calor entre ambos fluidos aire - agua. Un traba-jo que todavía se sigue citando es sobre la hidrografía de la plataforma continental del Sur de la prov. de Buenos Aires (Continental Shelf Res. 1988, 8 (9), 1043–1056). Referido a este tema fui invitada a escribir un capítulo sobre el conocimiento oceanográfico de la plataforma con-tinental argentina en la prestigiosa serie de libros oceanográficos THE SEA (Coastal Oceanography 1998, John Wiley & Sons, 253-271) que se completa con los conocimientos geológicos, químicos y biológicos en THE SEA (2006, Harvard Uni-versity Press, 295-327). A partir de todos estos estudios me centré en la medición de los parámetros que caracterizan las capas límites y los complementé con el desarrollo de modelos numéricos en procesos de interacción agua-aire-sedimento.

Recuerdo que en 1987 nació mi hija Vanesa. Estando de licencia por maternidad y habiendo sido opera-da, recibí un llamado del CONICET para que viajara al Centro Latinoa-mericano de Física (CLAF) Brasil, para participar de la “Conference on Fluid Dynamics, with especial emphasis on “El Niño”’, en el INPE,

Sao Pablo, Brasil. Les expliqué mi situación, sin embargo debí viajar, dado que en esa conferencia de-bían participar oceanógrafos y en ese momento no había oceanógra-fos con título en el CONICET. Todo salió bien, pero lloraba todas las no-ches en el hotel pues quería estar al lado de mi hija recién nacida. Todos estos hechos son anecdóticos, pues le debo mucho al CONICET como institución y a las oportunidades que me brindó, desde becaria a investi-gadora. Cuando hablo con los nue-vos investigadores les explico que nosotros vivimos con otras reglas.

Desde sus comienzos, la Ocea-nografía en Argentina estuvo relacio-nada a la Armada Argentina, por lo tanto trabajando en el CONICET de-bía acercarme a organismos interna-cionales para obtener los beneficios académicos que brindan esas orga-nizaciones. Desde 1988 a 1995 me desempeñé como Presidenta del Co-mité Nacional de la Asociación Inter-nacional de las Ciencias Físicas del Océano (CNIAPSO), perteneciente a la Unión Geodésica y Geofísica Internacional (UGGI: http://www.iugg.org) y fui miembro del Conse-jo Directivo del Comité Nacional de la Unión Geofísica y Geodésica In-ternacional (CNUGGI). El participar del CNIAPSO fue una casualidad. Recibí una invitación para una reu-nión que se realizaba en la ciudad de Buenos Aires, donde había que elegir las autoridades nacionales del CNIAPSO. Nunca había partici-pado de este tipo de reuniones, mi intuición me llevó a Buenos Aires y participé de esta. Éramos muy pocos los científicos presentes en el ITBA, no llegábamos a cinco. Regresé sor-presivamente a BahÍa Blanca con la presidencia del CNIAPSO. Mi labor fue muy efectiva en el crecimiento del Comité Nacional, al final de mi mandato lo había llevado a sesenta y ocho miembros. Las investigacio-nes oceanográficas argentinas fue-

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ron conocidas a nivel internacional en las memorias de la UGGI. Ese fue un primer paso para mis actividades en organismos internacionales.

Entonces fui invitada en 1995 a formar parte del Executive Commit-tee de la Asociación Internacional de las Ciencias Físicas del Océa-no (IAPSO) donde junto con la Dra. Paola Malanotte-Rizzoli (MIT, EE.UU.) fuimos las primeras mujeres que formamos parte de dicho comité desde su creación en 1905. Participé en IAPSO por 12 años, llegando a Deputy Secretary del IAPSO Execu-tive Committee durante el período 1999-2007. En IAPSO participé en la estrategia de la asociación, que es la difusión de los conceptos, enfo-ques y metodologías oceanográficas en los países en desarrollo mediante el establecimiento de contactos con los científicos/Institutos de los países más avanzados. También a raíz de mi participación en IAPSO me invitaron a formar parte del Comité Ejecutivo del Scientific Committee for Ocean Research (SCOR, Co-opted Mem-ber) en el período 1998-2003. Fui la primera mujer que integró SCOR y fui designada como representante de SCOR ante el Scientific Commit-tee on Problems of the Environment (SCOPE). Tanto IAPSO como SCOR son dos de las principales organiza-ciones mundiales que coordinan las actividades oceanográficas a partir de numerosos proyectos y grupos de trabajo.

Pertenecer a esas organizaciones me hizo viajar mucho, hacer cono-cer las potencialidades argentinas en oceanografía y conocer centros de investigación mundiales. Lo que menos me gusta es permanecer en los aeropuertos hasta que llega la hora de salida o los viajes muy lar-gos. Aunque me llevo libros, llega un momento que uno está cansado para permanecer leyendo. Entonces aprendí “tapiz”. Bordé tantos tapices

en esas horas de espera que tengo suficientes como para adornar varias habitaciones, a pesar de que regalé muchos. Ahora no se puede viajar con tijeras u objetos cortantes, en-tonces dejé los tapices y uso el ce-lular.

Siempre me gustó estudiar temas diferentes. Tal es así, que en uno de mis tantos informes de investigado-ra, en ese entonces era investigado-ra independiente, me llamaron la atención para que no me dispersa-se en mis temáticas de estudio. En realidad, me aburro si debo concen-trarme en una sola tarea a la vez. Naturalmente, redacté una nota al directorio del CONICET mostrándo-les que es común que a los investi-gadores les interese diversos temas, como indica una frase popular: en la variedad está el gusto.

Formé un grupo de trabajo en el Depto. de Geografía y Turismo de la UNS para el estudio de la capa lí-mite urbana, midiendo por primera vez la isla de calor en la ciudad de Bahía Blanca, el efecto del viento en sitios con edificios de diferentes al-turas, etc. Se debe recordar que Ba-hía Blanca está caracteriza por días de vientos fuertes. En esas épocas (1986) no había drones ni celulares para filmar, tampoco se disponía de grandes fondos para investiga-ción en la universidad y en el CO-NICET. Todavía recuerdo el diseño experimental para medir el efecto del viento en barrios con edificios de diferentes alturas. Trabajé con la Lic. Alicia Capelli de Steffens ti-rando hojas secas de árboles en la acera de un importante edificio de gran altura. Mientras nuestros mari-dos nos ayudaban a filmar el movi-miento de aquellas, la Lic. Capelli y yo medíamos el viento en cada una de las esquinas de la acera donde se localizaba el complejo edilicio. En una cuadra medimos gradientes de más de 40 km/h. Muchas horas llevó

dibujar el movimiento de las hojas observando la filmación. De esa for-ma identificamos sitios y condicio-nes edilicias sensibles para el tran-seúnte bahiense. Fuimos invitadas por docentes de la Universidad de Temuco (Chile) para dirigir los traba-jos de clima urbano en esa ciudad y de esa manera ayudé a formar un grupo de trabajo que actualmente continúa allí.

Otros de los hallazgos interesan-tes para la época, donde el efecto de la lluvia ácida era tema del momen-to en contaminación, fue demostrar que en la ciudad de Bahía Blanca precipita lluvia alcalina debido a la composición de los suelos de la provincia de Buenos Aires (Envi-ronmental Sc & Technology 1988, 22(2), 216-219). En esa época co-mencé mi primer trabajo de exten-sión, pues alguno de los resultados fueron proporcionados por alumnos de la Escuela Don Bosco donde con-curría mi hijo Mauricio. La escuela me invitó a hablar sobre lluvia ácida e invité a los alumnos interesados en aprender a medir, a participar de un proyecto donde se compararía la acidez de la lluvia en los diferentes barrios donde vivían. Les ayudé a instalar pluviómetros en sus casas y apenas se registraba un evento de precipitación traían las muestras a la escuela y las recogía para analizar-las en el laboratorio del IADO. Fue una linda experiencia y los datos se publicaron.

A raíz de todos los trabajos reali-zados sobre el clima urbano bahien-se el grupo de trabajo escribió un li-bro que publicó EDIUNS y gracias a ello recibí un premio de la Sociedad Argentina de Estudios Geográficos “Al Mérito Geográfico 2005” por mi participación en la obra “Clima ur-bano de Bahía Blanca”.

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4. MI INVESTIGACIóN FUERA DE LA UNS

En 1989 dejé de ser profesora en la UNS porque suspendieron la inscripción de los alumnos en la Carrera de Oceanografía y no ha-bía más alumnos. El que colaboró en esa decisión fue un ex - director del IADO. En ese entonces se pensó desde el CONICET en cerrar un ins-tituto que siempre había generado problemas. Muchos de mis becarios tuvieron que mudarse a Mar del Pla-ta si querían seguir siendo becarios del CONICET. Fueron épocas muy duras. Siempre había sido docente y, en este caso, había dejado Buenos Aires para ser profesora en la UNS y debía renunciar a mi cargo por falta de alumnos. Seguir haciendo investigación con tantos problemas políticos era arduo, estábamos con-tentos con el regreso de la democra-cia pero eso no significaba ningún progreso para el IADO.

Afortunadamente, con Gerardo recibimos una invitación para par-ticipar del primer proyecto multi e interdisciplinario Littoral (sub-tidal) Investigation of Sediment Properties (LISP) in the Minas Basin tidalflats, en Acadia University, Nova Scotia, Ca-nadá. Para poder viajar, el CONICET aportó fondos para nuestros pasajes. Con nuestros ahorros pagamos el viaje de nuestros hijos y mi mamá para que nos ayudara a cuidarlos mientras participábamos del proyec-to, como así también para nuestra manutención por tres meses. Soy de-fensora de la ayuda que los abuelos nos proporcionan. No hubiera po-dido viajar a tantas reuniones en el exterior, ni ser miembro de tantas or-ganizaciones, si no hubiera tenido la presencia permanente de mi madre viajando con nosotros y cuidando a los niños. Mis dos hijos son inves-tigadores y creo que aprendieron a amar este trabajo acompañándonos en nuestros viajes. Por otro lado, con

Gerardo decidíamos realizar una in-versión económica en participar de estos proyectos pues ambos creía-mos que a futuro nos beneficiaría en lo académico. Y así fue.

En LISP efectué los primeros estu-dios sobre el balance de calor entre el mar-atmósfera-sedimentos en una planicie de marea como así también en el efecto del viento en la circula-ción del agua en esa bahía. Uno de los principales resultados de este ex-perimento es la demostración de la existencia de una cascada ecológica que afecta la estabilidad de los se-dimentos intermareales (Limnology and Oceanography, 1993, 38, 225-231). Este proyecto sentó las bases de numerosos proyectos similares en Europa y Norte América, modifican-do claramente la forma de estudiar humedales costeros. A partir de este proyecto interdisciplinario comencé a incorporar los aspectos biológicos de estos ecosistemas en mis traba-jos. Actualmente mis investigacio-nes presentan una fuerte interacción físico-biológica. Uno de los trabajos más interesantes son los efectuados con mi equipo de trabajo del IADO

sobre el efecto de la circulación at-mosférica y las anomalías térmicas del agua sobre la presencia de me-dusas en la costa de Monte Hermoso y Pehuén Co (Buenos Aires). Lo más interesante es incorporar a los guar-davidas de la localidad para realizar las observaciones. Nuestro grupo de trabajo donó el diseño y las bande-ras para prevenir a los turistas sobre la presencia de medusas en la costa (Figura 2).

En el año 1992 obtuve una Beca Post-Doctoral en el proyecto OPEN del Department du Oceanographie, Universite du Quebec a Rimouski, Quebec, Canadá, acompañando a mi marido que estaba contratado como Profesor. Trabajé analizando mapas meteorológicos históricos y estudié las trayectorias de los ciclo-nes sobre la bahía de Chaleur y su influencia en la captura de cholgas en la costa marítima canadiense. Luego de este posgrado fui durante doce años (1992-2003) Professeur Associé al Dept. d’Oceanographie, Université du Quebec á Rimouski. En esa época nos ofrecieron perma-necer como profesores en esa uni-

Figura 2: Entrega de la bandera de Prevención de Medusas al Jefe de Guar-davidas Sr. Juan Haag por los doctores Gerardo Perillo y M. Cintia Piccolo. Enero 2018 Pehuén Co.

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versidad, pero siempre quisimos vol-ver a nuestro país y así lo hicimos.

A mi regreso de Canadá, me lla-maron para integrar la comisión ase-sora de Ciencias de la Tierra, Agua y Atmósfera del CONICET. Fue la pri-mera vez que un investigador con tí-tulo de Oceanógrafo participaba en esa comisión y con el tiempo llegué a ser su coordinadora. Tenía mucha experiencia en docencia, pero en esa etapa aprendí lo básico de la gestión. La experiencia más impor-tante fue como Coordinadora de la Comisión Asesora de Seguimiento y Apoyo a Unidades Funcionales (CA-SAUF) del CONICET. Evaluar las ac-tividades de los diferentes institutos fue algo muy duro, pues se decidía si un instituto cumplía con lo que esperaba el CONICET de sus uni-dades funcionales, referido funda-mentalmente a la investigación, re-levancia de sus logros, objetivos de su creación, etc. Si no los cumplía, se cerraba el instituto. A pesar de las innumerables críticas a esas decisio-nes, sin lugar a dudas el CONICET buscó la excelencia en la investiga-ción científica en sus institutos.

5. MI RETORNO A LA UNS

Pude volver a ser docente en la Universidad Nacional del Sur en el año 1994. Considerando que soy Meteoróloga y Oceanógrafa y que no existía ninguna de esas carre-ras en la mencionada universidad, busqué una cátedra donde podría ser una buena docente de acuerdo a mis conocimientos y esperé el llamado a concurso. La materia era Hidrografía Continental y Marina, perteneciente al Departamento de Geografía y Turismo (DGYT) de la UNS. Cuando se hizo el llamado a concurso, que se realizaba cada 5 años, me presenté. Sabía que si lo ganaba no iba a ser fácil trabajar en la institución. Era la primera vez, de acuerdo a mi conocimiento, que se

generaba una situación en la univer-sidad de realizar un concurso con la posibilidad de sacar del cargo a un docente de más de 22 años de antigüedad. Dado el conflicto de la situación, el jurado estuvo formado por investigadores pertenecientes a la Academia Nacional de Geografía. Gané el concurso y me inserté en la UNS. Cabe destacar que al docente que perdió el concurso se lo contra-tó hasta que se jubiló.

Habiendo ganado el concurso de Profesora Asociada con Dedicación Exclusiva tuve que esperar diez años para que me ofrecieran un escritorio en el Departamento. Atendía a los alumnos en los pasillos, hasta que una de las profesoras (Lic. Capelli de Steffens) me cedió la llave de su oficina y pude compartir con ella el escritorio. Luego las autoridades cambiaron y hoy estoy muy cómo-da en el DGYT. En ese momento fui la primera investigadora del CONI-CET que formaba parte de ese de-partamento y dirigí el doctorado de la que hoy es la primer Doctora en Geografía de la UNS, la Dra. Alicia M. Campo, investigadora principal del CONICET. Actualmente son mu-chos los investigadores y becarios del CONICET que están en el DGYT. Formé numerosos recursos huma-nos en diferentes temas: dinámica oceanográfica costera, variabilidad climática aplicado al recurso agua tanto continental como marino y urbano, procesos físico-biológicos en costas, estuarios, lagunas, etc. Hasta el presente formé 27 doctores en diferentes disciplinas (Geografía, Biología, Meteorología, Ingeniería, Agronomía, etc.) no sólo de la UNS sino también de la UBA.

Además de la docencia y la in-vestigación y mi participación en las diferentes organizaciones interna-cionales, en el período 1995 - 2011 fui editora de la revista GEOACTA de la Asociación Argentina de Geofísi-

cos y Geodestas (AAGG). Con mu-cho orgullo dejé esa función luego de que GEOACTA fuera incluida en la Scientific Electronic Library Onli-ne SciELO.

6. LA DIRECCIóN DEL IADO

En el año 2000 me nombran di-rectora del IADO y estuve en esa po-sición durante 11 años. Fui también la primera mujer en ser nombrada directora de ese instituto, uno de los primeros creados por el CONICET. En el IADO, el personal me conocía como investigadora y sabían cómo era mi manera de pensar y actuar… y no necesariamente la aceptaban. Me dediqué a cambiar lo que era po-sible cambiar. Como dijo Woodrow Wilson “Si quieres tener enemigos, trata de cambiar algo”. No fui exito-sa en lograr todo lo que consideraba que era importante en un instituto de Oceanografía para que tuviera un nivel internacional. Visité nume-rosas instituciones oceanográficas mundiales y sabía lo que era necesa-rio para lograr una mayor relevancia del IADO, pero la falta de recursos y el escaso apoyo de algunos profesio-nales de la institución me impidie-ron lograr totalmente mis objetivos. Una de las mayores frustraciones fue no poder implementar un pequeño acuario marino en el instituto para que los niños que nos visitan de las diferentes escuelas pudiera observar la fauna marina característica de nuestro ecosistema más estudiado: el estuario de Bahía Blanca.

Sin embargo, recibí mucho apoyo de algunos investigadores y profesionales del IADO para hacer cambios que mejoraran el desarro-llo de la institución. El ser humano reacciona siempre así cuando se produce un cambio, la primera re-acción es rechazarlo. Cuando pasa el tiempo y se ven los beneficios, la gente cambia de opinión y actitud. Pero hay que soportar esos embates

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manteniendo la sonrisa y el buen ánimo y seguir con los objetivos que uno considera que se deben lograr. Pude implementar una zona para localización de los becarios, gracias al apoyo del entonces director del INIBIBB (CONICET-UNS), el Dr. F. Barrantes, que cedió parte de su bi-blioteca. Además convertí depósitos en oficinas y mudé personal de apo-yo a estos nuevos lugares y creamos además nuevos laboratorios. Saqué lupas e instrumental de las ofici-nas personales de los investigado-res para que se pudieran compartir y creamos así laboratorios de uso común con la presencia de personal de apoyo capacitado. Fueron años de duro trabajo. Me acuerdo de una revista interna anual que se llama-ba LOQUERO y se hacía histórica-mente en el IADO comentando los mejores y peores acontecimientos del año, con una sutil crítica a sus

actores. Se aprendía mucho cuando uno hojeaba sus páginas y ayudaba a mejorar las relaciones entre el per-sonal. Muchas veces fuimos retra-tados ella. A modo de ejemplo en la Figura 3 muestro dos dibujos de LOQUERO. Tengo la colección casi completa.

Recuerdo el desafío de entrar por primera vez a las reuniones del Centro Regional de Investigaciones Básicas y Aplicadas de Bahía Blan-ca (CRIBABB) y encontrarme con los directores de los cuatro institutos de aquella época. Aportando un toque femenino sugerí, en las vísperas de Navidad, que se celebre la llegada del fin de año. Llevaba manteles na-videños y cada director de instituto aportaba algo para la celebración. Yo participaba de un proyecto de cultivo de ostras y mi aporte fueron ostras preparadas de diferentes ma-

neras. El Dr. Curvetto, director del CERZOS (CONICET-UNS) lideraba un proyecto sobre el aprovecha-miento medicinal de diferentes hon-gos y trajo al festejo pan dulces de hongos. El Dr. M. Urbicain, Director del CRIBABB, proporcionó la bebi-da. Somos seres humanos realizan-do una tarea, por lo tanto, tenemos que generar momentos de compa-ñerismo.

Durante esos años afiancé mi in-vestigación en los procesos de inte-racción mar-atmósfera-suelo en zo-nas costeras y lagunas. Si bien había trabajado utilizando datos de baja frecuencia para el cálculo de calor en zonas costeras, mis mejores de-sarrollos los obtuve en el estudio del balance de calor con mediciones de alta frecuencia (intervalo de mues-treo de 5 minutos) de parámetros meteorológicos y oceanográficos o

Figura 3: Ejemplos de dos tiras cómicas publicadas en la revista interna LOQUERO.

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limnológicos. La primera tesis doc-toral que dirigí utilizando boyas fue la del Ing. Alejandro Vitale que desa-rrolló la primera boya en zonas cos-teras (Figura 4). Esa idea surgió en conjunto con el Dr. Perillo, luego de participar del Global Lake Ecological Observatory Network (GLEON) en el año 2008. A partir de estas medi-ciones hemos encontrado la impor-tancia de la evaporación y del flujo del calor sensible en distribuir el flu-jo neto radiativo, típico de diversos humedales. Con estas mediciones de alta frecuencia analizamos bri-sas diurnas y nocturnas lagunares que afectan la distribución diaria de clorofila y, por ende, de la biomasa planctónica como así también del oxígeno disuelto. Simultáneamen-te a mis investigaciones en el pe-ríodo 2003-2005 fui Coordinadora de Ciencias de la Tierra e Hidros-féricas de la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva

(FONCYT) y en el período 2012-2016 formé parte del Steering Com-mittee (2012-2016) de GLEON. Esta función me permitió acrecentar mi conocimiento sobre los recursos hu-manos en las Ciencias de la Tierra, el agua y la atmósfera dado que conocí a numerosos investigadores no solo nacionales sino internacionales.

Para celebrar los 35 años de creación del IADO reuní a los in-vestigadores que habían trabajado en el estuario de Bahía Blanca y con la ayuda de la Dra. M. Hoff-meyer editamos un libro que reunía todas las investigaciones realizadas en ese ecosistema. Solicitamos fon-dos a distintas organizaciones de la ciudad y con ellos pudimos repartir gratuitamente ejemplares del libro en escuelas secundarias y a docen-tes que lo solicitaran, de los tres dis-tritos que limitan al estuario (Bahía Blanca, Coronel Rosales y Villarino).

Ya vamos por su tercera edición y se sigue utilizando como libro de con-sulta.

Uno de los mejores momentos que viví en el IADO fue en 2009 al organizar la conmemoración de los 40 años de su creación. Mi objetivo fue reunir a todos los directores del instituto y entregarles una medalla como recuerdo por la tarea que de-sarrollaron en su momento. El gran desafío fue lograr que el primer di-rector del IADO, Ing. Alberto G. Lo-nardi, aceptara visitar Bahía Blanca nuevamente. Fue nombrado director del IADO por el mismo Dr. Bernar-do Houssay. Lamentablemente, tuvo que dejar la dirección forzosamente, en circunstancias muy desagrada-bles en su relación con el personal de apoyo de esa época. Prometió no volver nunca más. Sin embar-go, en el 40 aniversario del IADO, pude reunir a todos sus ex directores

Figura 4: Instalación de una boya en la laguna Sauce Grande (Bs. As.) con la Dra. Claudia Forneron y el Dr. Al-jandro Vitale.

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y entregarles una distinción (Figura 5). Pero lo más importante fue el reencuentro del Ing. Lonardi con el personal del IADO que fue parte del conflicto. Pudieron hablar, explicar-se y solucionar cuestiones pendien-tes. Por las palabras que recibí de todos esos actores del pasado, creo que fue una de las acciones más gratificantes que hice en mi vida. El Ing. Lonardi había hecho mucho por la Oceanografía Argentina, totalizó más de cien mil millas náuticas en sus expediciones marinas y fue uno de los pioneros en el estudio del borde de la plataforma continental argentina.

Siempre me encantó celebrar acontecimientos. Mientras fui di-rectora del IADO organizamos, con el personal, el brindis de fin de año con pequeños regalitos. Un año no me sentía bien con situaciones eno-josas que se habían originado en el instituto y no pensaba celebrar fin de año. Recuerdo cómo se me acer-có a mi escritorio una de mis dis-cípulas, la Dra. Elizabeth Carbone

Figura 5: Celebración del 40 aniversario del IADO. Se encuentra el Ing. Alberto Lonardi, primer director del IADO y el Dr. Luis N. Epele, represen-tante del CONICET en el festejo.

Figura 6: Investigadores, personal de apoyo y becarios del IADO preparando cajas navideñas para las familias que lo necesitaran.

-quien siempre me ayudaba con las ideas para los festejos, los congresos científicos, co-editaba GEOACTA, etc.- y logró convencerme muy in-teligentemente con que el espíritu de la Navidad debía seguir estando presente en la institución. Otras de las acciones gratificantes que hacía-

mos con el personal del IADO en las épocas navideñas era colaborar con organismos que acercaban cajas con alimentos y juguetes a las familias humildes con todo lo necesario para preparar sus propias comidas navi-deñas. En el IADO no sólo se traba-jaba en grupo para desarrollar inves-

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tigación oceanográfica sino que par-ticipábamos también en lo que era útil a la comunidad (Figura 6).

Como entramos juntos al CO-NICET e hicimos carreras similares, con Gerardo recibimos el mismo año la invitación para ascender a investigadores superiores. Entre no-sotros habíamos hablado y si alguno de los dos no ascendía, nos alegra-ríamos sinceramente por el otro y no afectaría nuestra relación en absolu-to. Nunca competimos, ambos cree-mos que eso arruina toda relación humana. Obviamente cada uno fue evaluado por comisiones distintas, pero nos dieron el ascenso a am-bos. El mail lo recibimos el mismo día mientras estábamos con nuestros hijos, en Mendoza, en el Congreso Internacional de Sedimentología. Mi hijo, Mauricio, y Gerardo exponían trabajos; yo estaba allí con mi hija, Vanesa, mirándolos y teniendo mie-do de abrir el mail y conocer el re-sultado. No se cuántos matrimonios fueron ascendidos a investigadores superiores el mismo día, pero para nosotros fue un día memorable y festejarlo en familia con mis hijos investigadores fue un regalo de la vida. Estoy muy orgullosa de mis hijos pues hicieron lo que deseaban de sus vidas sin que los asustara lle-var un apellido conocido en la cien-cia.

7. MI TRÁNSITO POR EL REC-TORADO DE LA UNIVERSIDAD

Cuando dejé la dirección del IADO en el año 2011, el entonces rector de la universidad, Dr. Guiller-mo Crapiste me ofreció el cargo de Secretaria General de Ciencia y Téc-nica (SGCyT) de la Universidad Na-cional del Sur. Pensé que después de tanto tiempo de ejercer la dirección del IADO, sería una tarea fácil. Esta-ba muy equivocada. Aprendí a en-tender cómo piensan investigadores de otras ciencias, qué es importante

para el desarrollo de una determina-da rama de la ciencia y lo que no es para otra. Tratar de promover la investigación con diferentes criterios a los míos, fue todo un aprendizaje.

Una de las primeras tareas que desarrollé, con la ayuda del CONI-CET, en mi nueva función fue imple-mentar el SIGEVA en la UNS. Fue la primera universidad en implemen-tarlo. No todos estaban de acuerdo con ese sistema, preferían seguir con el sistema tradicional en papel. A pe-sar de esta oposición, tuve el apoyo del rector, del personal de la SGCyT y de las diferentes áreas técnicas de computación. Organicé reuniones con los profesores de los distintos departamentos cuando el sistema estuvo implementado, porque ob-viamente un sistema que recién comienza nunca funciona perfecto. Sin lugar a dudas pasaré a la historia en la UNS por la implementación del SIGEVA. Siendo Secretaria Ge-neral de CyT aprendí a aceptar algo muy bien expresado y de autor des-conocido: Cuando no encuentras una solución a un problema, proba-blemente no sea un problema para resolver, sino más bien una verdad a ser aceptada.

Debo destacar que el Dr. Cra-piste me convenció en aceptar ese cargo de Secretaria de Ciencia y Tecnología cuando me dijo que la UNS quería volver a implementar la Carrera de Oceanografía y, si estaba interesada, que me pusiera a traba-jar en ello. Hablé con la decana de mi departamento y le propuse mo-dificar el plan original de los años ’80 haciéndolo más moderno y efi-ciente. Llevó dos años conseguir el total apoyo de los diferentes depar-tamentos involucrados (Biología, Química, Geología, Física) para las diferentes orientaciones. Los estu-diantes aprenden los conocimientos básicos de matemática y otras cien-cias en los dos primeros años y al

tercer año eligen la orientación que más les gusta. Ya se han recibido los primeros Licenciados en Oceano-grafía y todos están siguiendo docto-rados pues les gusta la investigación. Por supuesto que actualmente soy la Coordinadora de la Comisión Curri-cular de la Carrera de Oceanografía y sigo ocupándome del tema y con-versando mucho con ellos. Volver a tener la carrera en la UNS, aunque es un logro para la universidad, para mí en lo personal significó restaurar un daño que se había hecho en su momento por causas totalmente po-líticas. La Oceanografía es una cien-cia fundamental para la Argentina no sólo por la longitud de nuestras costas, sino por nuestro recurso pes-quero entre otros más.

Luego de cuatro años, y a pesar de recibir el ofrecimiento de seguir en el cargo, presenté mi renuncia así podía seguir participando con más tiempo de los proyectos internacio-nales en los cuales estoy involucra-da. Actualmente estoy participando del proyecto denominado Sensing the Americasscassmerica Ecosystem Risk (SAFER) from Climate Change financiado por el Inter-American Institute for Global Change Research (IAI). Este proyecto me permite diri-gir tres estudiantes de la Licenciatu-ra en Medio Ambientey otros cinco becarios doctorales. A los investi-gadores de mi edad les recomien-do estar cerca de la gente joven, se aprende mucho y se entienden los grandes cambios a los que está su-jeta nuestra humanidad y podemos transmitir mejor nuestra experiencia y conocimientos.

Todavía no me jubilé y cuando lo haga pienso seguir trabajando en investigación pues tengo todavía temas pendientes para desarrollar. Analizaré con más detalle el efec-to de la brisa y/o el viento sobre la abundancia del plancton en cuerpos de agua continentales y marinos.

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En los dos últimos años, y gracias a las mediciones de alta frecuencia de nuestras boyas, hemos avanzado con mis discípulos en el tema y hay mucho por realizar. Además estoy generando una base de datos de ma-pas meteorológicos sinópticos dia-rios no solo del SMN, sino de otras base de datos internacionales. Voy a monitorear estadísticamente la loca-lización y el cambio de trayectoria de los diferentes sistemas de tiem-po que caracterizan nuestro país. Utilizaré las nuevas técnicas que se dispone actualmente (por sugeren-cia de mi hijo) y no las que tenía en mente cuando comencé a guardar los mapas. Por otro lado seguiré cui-dando de mi huerta, que es una acti-vidad que me brinda satisfacciones. No hay nada más lindo que cortar

los vegetales que uno va a consumir diariamente.

Escribiendo esta reseña me di cuenta que, con el sinnúmero de ac-tividades que he cumplido a lo largo de mi vida y que actualmente reali-zo, tengo la capacidad para formar parte de una familia feliz, investigar temas que me gustan, dirigir nume-rosos recursos humanos, enseñar en dos cátedras en la universidad, ser miembro del Consejo Departamen-tal de la UNS y Directivo del IADO, y por supuesto hacer actividad físi-ca…

Las enseñanzas de mi abuelo y tía paterna están siempre en mi co-razón. Ya no corro más, aunque he ganado algunos trofeos por correr

competencias de 10 km a los 60 años… He practicado body combat y dobles de tenis. Actualmente, por mi edad, me conformo con bailar Zumba, caminar 8 km tres veces por semana y hacer Yoga…

Según dijo Montaigne “la ve-jez pone más arrugas en el espíritu que en la cara”, por lo tanto vivo tratando de mantener el espíritu jo-ven, aprendiendo todo lo nuevo que nos muestra la vida, estudiando las nuevas técnicas y generando nuevos conocimientos en mi especialidad. Luego de escribir esta reseña de mi trayectoria, me doy cuenta que -sin lugar a dudas- hay que vivir sin estar atado a nuestro pasado y aunque a veces el presente sea triste debemos disfrutarlo con esperanza.

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SEMBLANZA

La idea de agregar algo al artícu-lo escrito por J. A. Tirao tiene algo de descabellado. A Alfredo no se le ha escapado ningún elemento de una larga historia. Yo me limitaré a des-cribir unos pocos puntos que ilus-tran nuestra interacción a partir de 1960, año que ingresamos a IMAF. Yo entré con la idea de estudiar físi-ca. Mis energías estaban orientadas al estudio del libro de Perucca. Mis cursos de matemática los sobrevi-ví sin estudiar seriamente durante todo el primer año. Al comenzar el segundo año, todo se puso más di-fícil, y yo seguía sobreviviendo sin estudiar seriamente el libro de J. Rey Pastor. Tirao era tal vez el único de mis compañeros que estudiaba ese libro letra por letra.

A las pocas semanas del comien-zo de las clases, Tirao anunció que había un resultado en ese libro cuya demostración él no entendía. Por un buen rato esto me dejó muy indife-rente: yo nunca había leído ninguna demostración de ese libro. Después de un par de semanas decidí leer con cuidado el teorema en cuestión y después de bastante esfuerzo en-contré un ejemplo que violaba la afirmación del teorema.

Este incidente fue para mí un descubrimiento de que Tirao y yo te-níamos habilidades más bien com-plementarias. Ese fue “the beginning

JUAN ALFREDO TIRAOpor Alberto Grünbaum

of a beautiful friendship” en las pa-labras de H. Bogart al fin de Casa-blanca.

Al fin del segundo año yo decidí cambiar de física a matemática con la idea de que necesitaba más de la última para entender la primera. Pronto notamos, en nuestro grupo de siete estudiantes, que necesitá-bamos consejos que no estaban a mano. Ahí decidimos escribir una carta a J. Dieudonne, quien había visitado IMAF -tal vez por dos días- un poco antes. Su plan nos dio un rumbo que casi todos seguimos se-riamente, pero tal vez Tirao más en serio que el resto.

Durante nuestra carrea de estu-diantes en IMAF cursamos juntos con Tirao un par de materias y de él aprendí cómo leer matemática seria-mente, lo que para mí no era natu-ral. En ese sentido, él fue mi maestro más importante, aunque pocas ve-ces haya seguido sus enseñanzas.

Al acabar la carrera nuestros ca-minos divergieron. Cada uno fue a hacer una tesis en lugares y temas muy distintos. Como producto de mi tesis en un tema de física-ma-temática yo encontré la necesidad de probar cierta propiedad de los polinomios de Legendre, quienes juegan un rol muy importante en física y matemática. Estos son los ejemplos más básicos de “funciones esféricas” un tema que siempre fue central para Tirao. En ese momento Tirao estaba en Rutgers U. y recuer-do que hablamos varias veces sobre esto.

Aunque nos seguimos viendo de tanto en tanto, nuestros caminos si-guieron divergiendo. Yo me interesé en “Tomografía computada” y eso me llevó a plantear un problema motivado por la relación entre «la radiación recibida por el paciente” y “la calidad de la imagen”. En algún sentido, esta pregunta aparece en varias áreas de “signal processing” y fue atacada inicialmente por Claude Shannon el fundador de la teoría de comunicaciones.

En alguna visita mía a Córdoba, Tirao me contó de su teoría de fun-ciones esféricas a valores matriciales y mi primera (y segunda y tercera) reacción fue preguntarle cuántos ejemplos tenía. Muchos años más tarde, en una sesión de charlas en

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homenaje a nuestro maestro y que-rido amigo Eduardo Zarantonello, Tirao habló de este tema. Me arrimé a él y le dije (más o menos) “después de tantos años estarás lleno de ejem-plos”. Su respuesta fue “ni uno”. La mía fue (algo así como) “no nos que-dan tantos años para esto, por qué no nos ponemos seriamente buscar al menos un ejemplo”.

Yo tenía mi motivación para esta búsqueda: esto daría ejemplos matri-ciales de lo que yo había estudiado en el caso escalar, junto con Hans Duistermaat, a partir del problema motivado por Tomografía.

Desde mi punto de vista, este proyecto con Tirao e Inés Pacharoni, fue muy exitoso. En algún sentido casi todo esta aun por ser hecho. Desde mi ángulo, lo más interesante sería encontrar aplicaciones en par-ticular en la física y la geometría de esta nueva clase de “funciones espe-ciales”. Tirao encontró la forma inte-ligente de extender al caso matricial la función hipergeométrica de Euler y Gauss, y esto debería dar origen a aplicaciones profundas.

Mis memorias reflejadas arriba dejan de lado completamente la obra institucional de Tirao en cuan-to a la matemática en Córdoba y la

Argentina. Nuestra interacción ha sido, y sigue siendo, ideal. Tenemos intereses muy distintos pero hemos conseguido hacer de estas diferen-cias algo productivo. Este tipo de colaboración no se puede planear, es un accidente que para mí ha sido muy afortunado. Yo empecé a hacer matemática bebiendo cerveza con Eduardo Zarantonello en varias me-sas de restaurantes en Córdoba.

Estoy seguro que los buenos vi-nos que compartí con Tirao muchos años más tarde nos han ayudado. Con suerte quedan aún, años y vi-nos, para disfrutar productivamente.

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MEDIO SIGLO ACOMPAÑANDO EL DESARROLLO MATEMÁTICO EN CÓRDOBAPalabras clave: Funciones esféricas, polinomios matriciales ortogonales, función hipergeo-métrica matricial.Key words: Spherical functions, matrix ortogonal polynomials, matrix hypergeometric function.

Nací en la ciudad de Córdoba el 3 de febrero de 1942 en un hogar de clase media, en el que reinaba el re-conocimiento a la trascendencia de la educación de los hijos y el valor del trabajo, la palabra, el respeto y el amor. Mis padres se esforzaron mu-cho para brindarme la oportunidad de estudiar sin apuros materiales. Mi padre egresó de la Escuela de Me-cánica de la Armada con un título de técnico mecánico en motores de aviación, lo que le abrió las puertas para ingresar en el año 1927 como empleado civil a la recientemente creada Fábrica Militar de Aviones donde trabajó hasta su jubilación. Mi madre con su primario completo se dedicó al cuidado del hogar y la crianza de sus hijos. Era ella la que nos atendía a mí y a mi hermana cinco años menor que yo, y supervi-saba diariamente la elaboración de los deberes de la escuela. A ambos les debo muchísimo y aunque los perdí jóvenes y hace mucho, mi pa-dre falleció en 1975 y mi madre en

el año 1981, los recuerdo con gran afecto por lo que me enseñaron y por los valores que me inculcaron.

Cursé mis estudios primarios en el Colegio La Salle de Argüello, Córdoba, como alumno medio pu-pilo y mis estudios secundarios en el Liceo Militar General Paz. Tengo un recuerdo imborrable del Colegio, tanto por la formación que me brin-dó como por el ambiente de vida que me ofreció. En el Liceo Militar donde pasé tres cuartas partes de mi adolescencia, recibí una muy bue-na educación general sin interrup-ciones por parte de un excelente cuerpo de profesores, que me per-mitió afrontar con éxito el examen de ingreso al Instituto de Matemáti-ca, Astronomía y Física (IMAF) de la Universidad Nacional de Córdoba, y forjar amistades que allí surgieron y que aún conservo.

Mi vocación por la matemática y las ciencias exactas apareció tem-

pranamente en el secundario y se definió ni bien comencé el quinto año. Defraudé a mi madre porque ella soñaba con que fuera doctor (médico), mientras mi padre, si bien no influyó en mi decisión, en una oportunidad me dijo que fuera ma-temático. Nunca tuve claro el por-qué. Ingresé al IMAF con un grupo de compañeros en 1960 para ha-cer la Licenciatura en Matemática. Más adelante me referiré al estado del ambiente matemático donde me formé.

Terminada la licenciatura obtu-ve una beca externa del CONICET que me permitió hacer el doctora-do en la Universidad de California en Berkeley. Allí encontré la exce-lencia académica y el estímulo que brindaban los grandes profesores de la Universidad y los muchos vi-sitantes que pasaban en esos años por uno de los departamentos de matemática más prestigioso y acti-vo del mundo. En ese ambiente era

Juan A. TiraoFacultad de Matemática, Astronomía, Física y Computación (UNC)Centro de Investigación y Estudios de Matemáti-ca de Córdoba (UNC - CONICET) Academia Nacional de Ciencias

[email protected]

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relativamente fácil percibir qué era investigar y cuáles eran los temas de la frontera del conocimiento, y allí se consolidó mi elección de la Teoría de Lie, mencionada por Jean Dieudonné cuando cursaba el tercer año de IMAF, como el espacio para desarrollar las habilidades y conoci-mientos adquiridos en otras ramas de la Matemática.

A mi regreso al país en el año 1970 me dediqué con ahínco a dar-le un nuevo impulso al desarrollo de la Licenciatura en Matemática del IMAF, teniendo como meta el arma-do de un centro de investigación de prestigio y reconocimiento interna-cional. Esto se consiguió con mucho trabajo, perseverancia y con la cola-boración de varios soñadores como yo que se fueron sumando a lo largo de los últimos cincuenta años.

Nunca imaginé que a la edad de 35 años sería propuesto por el claustro de profesores como Di-rector del IMAF, tampoco que sería miembro del primer Directorio del CONICET elegido por los pares en 1997, reelegido por otro período y Vicepresidente Científico desde 1998 al 2002, y que ya jubilado se-ría elegido Presidente de la Acade-mia Nacional de Ciencias para los períodos 2012-2016 y 2016-2020. Si Dios quiere tendré la oportunidad de celebrar el sesquicentenario de la ANC, fundada por el Presidente Do-mingo Faustino Sarmiento el 11 de setiembre de 1869.

Respeto mucho a las institucio-nes que me otorgaron diversos pre-mios al mérito académico o me dis-tinguieron con diversas designacio-nes. Además cada uno de ellos los he valorado mucho y me han hecho mucho bien. Menciono entre otros: abanderado de la Universidad Na-cional de Córdoba; Fellow de la Fun-dación John Simon Guggenheim, desde el 1 de octubre de 1973; Jo-

ven Sobresaliente, Cámara Junior de Buenos Aires, 1977; Primer Premio de Matemática del Concurso Coca-Cola en las Artes y las Ciencias, 1980; Premio Bernardo Houssay a la investigación científica, otorgado por el CONICET en 1988; Vicepre-sidente de la Unión Matemática Ar-gentina (UMA) 1978-1989.

Presidente de la UMA 1993-1997; Redactor de la Revista de la Unión Matemática Argentina; Miembro y reviewer de la American Mathematical Society; Académico Titular de la Academia Nacional de Ciencias en Córdoba, desde 1979; Académico Correspondiente de la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, desde 1987; Miembro Asociado del Cen-tro Internacional de Física Teórica (ICTP), Trieste, 1990-1997; Miem-bro Senior del ICTP 1997-2002; Miembro del Comité Ejecutivo de la Unión Matemática de América Latina y el Caribe (UMALCA), desde su creación 1995-2002; Miembro de The World Academy of Sciences (TWAS), desde 1999. Profesor Uni-versidad de Brasilia, 1976; Visiting Scholar MIT, 1983; Visiting Profes-sor University of Massachussetts, Amherst 1988; Tinker Visiting Profes-sor Stanford University, 2008.

Permítaseme acompañar ahora al querido lector a recorrer rápidamen-te el estado de las Ciencias Exactas y Naturales con énfasis en la Mate-mática, en Argentina y el mundo, sobre el cual se dio la fundación el 15 de noviembre de 1956 del IMAF, describiéndoles también de la ma-nera más objetiva posible, que me permiten mi memoria y la perspec-tiva que me dan los cincuenta años de distancia, sus primeros años de vida deteniéndonos en algunos pun-tos desde donde se puede apreciar cómo fueron éstos. Este legado his-tórico personal puede ser valioso para las generaciones más jóvenes

al conocer los antecedentes, dificul-tades y vicisitudes que jalonaron el camino de una empresa tan impor-tante cual es implantar la investiga-ción matemática en una universidad y en un país con escaso desarrollo científico al promediar el siglo XX.

1. LA MATEMÁTICA EN LA AR-GENTINA A FINES DEL SIGLO XIX Y COMIENZOS DEL SIGLO XX

El inicio de los estudios superio-res en la República Argentina se dio en las últimas décadas del siglo XIX, acompañando un importante avan-ce en la educación y un esbozo de Ciencia en nuestro país. En 1865 la Universidad de Buenos Aires, toda-vía dependiente del gobierno pro-vincial, creó el Departamento de Ciencias Exactas. Era Rector Juan María Gutiérrez, uno de los repre-sentantes más genuinos del liberalis-mo ilustrado y constructor de la épo-ca. Este departamento fue el gérmen de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, conocida como tal a par-tir de 1952.

Hasta aquí solamente habían realizado estudios científicos inves-tigadores extranjeros que llegaban en viaje de exploración para hacer conocer en sus respectivos países y academias los misterios que encerra-ba la naturaleza de estas tierras. Para ello vinieron entre otros D’ Orbigni, Darwin, Burmeister, Mantegazza y Bravard. Germán Burmeister, médi-co alemán dedicado a la zoología y a la paleontología, se hizo cargo de la Dirección del Museo Público de Buenos Aires en 1862.

Sarmiento llegó a tener una gran estima por Burmeister y le encargó un informe detallado sobre el estado de la ciencia en el país y la mane-ra de promoverla. El memorándum de contestación está fechado el 5 de octubre de 1868, siete días antes de que Sarmiento asumiera como pre-

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61Medio siglo acompañando el desarrollo matemático en Córdoba

sidente. En él Burmeister recuerda que la única universidad que poseía carácter nacional era la de Córdoba (nacionalizada en 1854) y analiza los estudios que allí se realizaban, encontrando que eran insuficientes para el fin que se perseguía. Coinci-día además con Sarmiento que con-venía aprovechar el ámbito univer-sitario cordobés para fortalecer los estudios científicos. Esto desembocó en una solicitud del Poder Ejecutivo al Congreso de la Nación de una ley que permitiera la contratación en el extranjero de profesores competen-tes. La ley fue sancionada el 4 de se-tiembre de 1869 y promulgada el 11 de setiembre.

A partir de entonces Burmeister se puso en la tarea de hacer venir de Alemania a los primeros científi-cos que integrarían nuestra Acade-mia Nacional de Ciencias. En 1872 Sarmiento y Avellaneda proyectaron una ley en la que se habla de la Aca-demia de Ciencias Físicas y Mate-máticas, y en 1873 Burmeister fue designado Director Científico de la Academia.

En agosto de 1871 comenzaron a llegar los primeros investigadores. Los científicos traídos por Burmeis-ter debían ejercer su docencia en la Facultad de Ciencias Exactas y Fi-losóficas, creada en la Universidad Nacional de Córdoba por decreto del Gobierno Nacional de fecha 15 de febrero de 1864. Ésta fue realidad recién a partir del 16 de marzo de 1870 con el nombramiento de Bur-meister como Comisario Extraordi-nario de la misma. Es de hacer no-tar que estos investigadores, por un lado, eran profesores de la universi-dad pero no reconocidos como ta-les; por otro lado eran miembros in-vestigadores de una academia inde-pendiente de la universidad. Esta es una indicación de las bases inciertas sobre las que comenzaron los estu-dios de ciencias en la Universidad

Nacional de Córdoba.

Finalmente, por decreto de Ave-llaneda del 14 de octubre de 1876 se fundó la Facultad de Ciencias Fí-sicas y Matemáticas, hoy Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Natu-rales.

El Congreso Científico Interna-cional Americano de 1910, que tuvo lugar en Buenos Aires como parte de las celebraciones del primer cen-tenario, fue una vidriera de lo que la ciencia argentina había logrado hasta el momento y un anuncio de las expectativas sobre lo que se con-cebía como su brillante futuro. En-tre las doce secciones que tuvo el Congreso, la dedicada a las Ciencias Físicas y Matemáticas contó con el ya consagrado matemático italiano Vito Volterra. Participaron también los físicos alemanes del Instituto Na-cional del Profesorado. Entre ellos Paul Frank discípulo de Sophus Lie (1842-1899), matemático noruego creador de la teoría que lleva su nombre, presentó un trabajo en la línea de su maestro.

No obstante podría decirse que hasta fines de la Primera Guerra Mundial la Argentina estaba atrasa-da en siglos frente al desarrollo ma-temático que existía en otras partes del mundo.

Para comprender mejor esta afir-mación considero conveniente dar un apretado resumen de la historia de la matemática desde la segunda mitad del siglo XIX a la primera mi-tad del siglo XX.

2. LA MATEMÁTICA EN EL MUNDO ENTRE 1850 Y 1950

La segunda mitad del siglo XIX ex-hibe grandes transformaciones ma-temáticas. Se busca la rigorización, lo que requiere nuevos conceptos. Se destaca la figura de B. Riemann

quien introduce y estudia la noción de variedad geométrica, lo que pro-duce grandes avances en geometría y en la teoría de funciones de varia-ble compleja. Se completa la clasifi-cación de las superficies compactas y se desarrolla la escuela italiana en geometría algebraica. Asimismo, la labor de Riemann y otros geómetras sienta las bases para la teoría de la relatividad general de Einstein.

Se desarrolla la teoría algebraica de números y sus aspectos analíti-cos, probándose en 1895 el famo-so teorema del número primo. Este resultado y los métodos de variable compleja utilizados impulsan pos-teriores generalizaciones obtenidas con una combinación de técnicas algebraico-analíticas. F. Klein da inicio al programa de Erlangen que propone el estudio de las acciones geométricas de grupos en varieda-des. Asimismo, Sophus Lie estudia los grupos continuos y sus aplicacio-nes a las ecuaciones diferenciales. En suma, la Matemática comienza a ser vista como un todo y su for-malización genera el surgimiento de nuevas áreas, en particular la topo-logía algebraica, que abre nuevos caminos y permite la formulación correcta de diversos teoremas de análisis.

Así, como en épocas anteriores, cabe distinguir algunas figuras gi-gantes de la matemática como Ar-químedes, Isaac Newton, Leonard Euler y Carl Friedrich Gauss, en el desarrollo de la Matemática en el período 1850-1950 se destaca la la-bor de dos figuras excluyentes: Hen-ri Poincaré y David Hilbert.

Henri Poincaré (1854-1912) fue un matemático francés, científi-co teórico y filósofo de la ciencia, descripto a menudo como el último universalista, capaz de entender y contribuir en todos los ámbitos de la disciplina matemática.

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CIENCIA E INVESTIGACIÓN - RESEÑAS - TOMO 6 Nº 1 - 201862

Las numerosas contribuciones realizadas por Poincaré constan en más de 500 publicaciones científi-cas y estuvieron especialmente re-lacionadas con los siguientes temas: topología algebraica, funciones ana-líticas de varias variables complejas, funciones automorfas y abelianas, geometría algebraica, problema de los tres cuerpos, teoría de números, electromagnetismo y teoría de la re-latividad especial. Hizo contribucio-nes claves para la teoría cualitativa de ecuaciones diferenciales. Reali-zó numerosos aportes en diferentes campos de la matemática aplicada, tales como mecánica celeste, mecá-nica de fluidos, óptica, capilaridad, termodinámica, teoría del potencial, mecánica cuántica y cosmología; fue además un gran divulgador de la matemática y la física, escribien-do numerosas obras de epistemolo-gía y metodología que alcanzaron gran popularidad, como Ciencia e Hipótesis (1901), Ciencia y Méto-do (1908) y El Valor de la Ciencia (1904).

Fue el primero en considerar la posibilidad de caos en un sistema determinista en su trabajo sobre ór-bitas planetarias, que tuvo poco in-terés hasta que comenzó el estudio moderno de la dinámica caótica en 1963. En 1889 fue premiado por sus trabajos sobre el problema de los tres cuerpos, publicados en tres vo-lúmenes Les Méthodes Nouvelles de la Mécanique Céleste.

La segunda figura descollante de la época fue David Hilbert (1862-1943), quien estableció su reputa-ción como matemático y científico inventando y desarrollando un gran abanico de ideas, como la teoría de invariantes, la axiomatización de la geometría y la noción de espacio de Hilbert, una de las bases del análisis funcional. Hilbert y sus estudiantes proporcionaron partes significativas de la infraestructura matemática ne-

cesaria para la mecánica cuántica y la relatividad general. Fue uno de los fundadores de la lógica matemática, adoptando y defendiendo vivamente la teoría de conjuntos y los números transfinitos de G. Cantor.

Hilbert afianzó su fama al pro-poner una lista de 23 problemas abiertos fundamentales en el Segun-do Congreso Internacional de Mate-máticos de París, en 1900. Se reco-noce que esta es la recopilación de problemas abiertos más exitosa y de profunda consideración, producida nunca por un único matemático. Esta lista fijó el rumbo de gran parte de la investigación matemática del siglo XX.

Muchos de estos problemas se resolvieron, otros se han discutido durante todo el siglo XX y algunos continúan siendo un reto para los matemáticos. Siguiendo la tenden-cia que era estándar a mitad de siglo, el conjunto de problemas de Hilbert también constituía una especie de manifiesto, que abrió la vía para el desarrollo de la escuela formalista, una de las escuelas matemáticas más importantes del siglo XX.

Hilbert y otros matemáticos de talento que trabajaron con él en esta empresa estaban dedicados al proyecto de dar soporte a la mate-mática axiomatizada con principios definidos, que eliminaría las incerti-dumbres teóricas. Sin embargo, esta meta acabaría en una derrota. Gödel en 1931 demostró que no se podía demostrar la completitud de ningún sistema formal no contradictorio, sólo mediante sus propios axiomas. El trabajo de Hilbert había iniciado el camino a la clarificación; la nece-sidad de entender el trabajo de Gö-del llevó al desarrollo de la teoría de la computabilidad y de la lógica ma-temática como disciplina autónoma en la década de 1930-1940, que fue la base para la informática teórica

de A. Church y A. Türing.

Alrededor de 1909, Hilbert se de-dicó al estudio de ecuaciones dife-renciales e integrales. A este efecto, introdujo el concepto de espacio eu-clídeo de infinitas dimensiones, lla-mado más tarde espacio de Hilbert. Su trabajo en esta parte del análisis fue la base de importantes contribu-ciones a la física matemática en las dos décadas siguientes, aunque en direcciones que por entonces no se podían anticipar.

El espacio de Hilbert es por sí misma la idea más importante del análisis funcional, que creció a su alrededor durante el siglo XX.

Sus trabajos fueron clave para los de H. Weyl y J. Von Neumann so-bre la equivalencia matemática de la mecánica de W. Heisenberg y la ecuación de las ondas de E. Schrö-dinger y tienen un papel importante en la teoría cuántica.

En lo que respecta a otros avan-ces importantes en la primera mitad del siglo XX, contemporáneos o pos-teriores a Hilbert, se destaca la crea-ción y el sostenido desarrollo de nu-merosas áreas, en particular, la teo-ría de la medida, el análisis armóni-co y sus aplicaciones. Estas incluyen la integral de Lebesgue (1901), la axiomatización de Kolmogorov de la teoría de probabilidades, la teoría ergódica y la ciencia de comunica-ciones. Se inicia la teoría de repre-sentación de grupos con G. Frobe-nius e I. Schur (1896) en Berlín y la geometría diferencial, utilizada por Einstein, se convierte en sí misma en objeto de estudio. Áreas enteramen-te nuevas de la matemática como la lógica matemática, la topología y la teoría de juegos de John von Neu-mann cambian el tipo de preguntas a las cuales se podía dar respuesta con métodos matemáticos.

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63Medio siglo acompañando el desarrollo matemático en Córdoba

A. Grothendieck y J. P. Serre re-lanzan la geometría algebraica utili-zando la teoría de haces introducida por J. Leray (1945) y grandes avan-ces se logran en el estudio cualitati-vo de los sistemas dinámicos inicia-dos por Poincaré en 1890. La mecá-nica cuántica impulsa el desarrollo del análisis funcional. Otras nuevas áreas incluyen la teoría de distribu-ciones de L. Schwartz, la teoría de singularidades, las catástrofes de R. Thom, los sistemas integrables y el estudio de solitones y de ecuaciones no lineales originadas en la física. La teoría de Lie, constituida por los grupos y álgebras de Lie y sus repre-sentaciones se convierte en un área de gran interés.

La invención y el continuo pro-greso de las computadoras, al co-mienzo máquinas mecánicas analó-gicas y luego máquinas electrónicas, permitieron trabajar con cantidades cada vez más grandes de datos, y surgieron áreas como la teoría de la computabilidad de A. Turing; la teo-ría de la información de C. Shannon; el procesamiento de señales; el aná-lisis de datos; la optimización y otras áreas de investigación. En los siglos precedentes, muchos de los focos matemáticos estaban puestos en el cálculo y las funciones continuas, pero el surgimiento de la computa-ción y la tecnología de las comuni-caciones llevaron a una importancia creciente los conceptos de la mate-mática discreta y la expansión de la combinatoria, incluyendo la teoría de grafos. La velocidad y procesa-miento de datos de las computado-ras también permitieron atacar pro-blemas matemáticos que consumi-rían demasiado tiempo con cálculos hechos con papel y lápiz, llevando a áreas como el análisis numérico y el cálculo formal.

En 1935 surgió el grupo con pseudónimo Nicolás Bourbaki, con base en la École Normale Superieu-

re de París, donde aún hoy mantiene una oficina. Este grupo incluyó ini-cialmente destacados matemáticos franceses, entre ellos Jean Dieudon-né y André Weil y se propuso la re-dacción de tratados de matemática avanzada, partiendo de los funda-mentos, con énfasis en el rigor y la generalidad. Ha publicado nume-rosos volúmenes y organiza anual-mente los reconocidos Seminarios Bourbaki, donde se exponen los más importantes resultados recientes de la matemática.1

3. LA LLEGADA DE REY PAS-TOR

En la Argentina y para la mate-mática, en el período comprendido entre ambas guerras mundiales se dio el arranque de algo nuevo y dife-rente. En 1917 llegó Julio Rey Pastor y se encontró -como dijimos- con un medio atrasado en siglos frente a la matemática del momento. Poco más de veinte años después ese mismo medio había producido suficiente matemática nueva como para alber-gar a una institución, la Unión Mate-mática Argentina, fundada en 1936; una publicación, como la Revista de la UMA, creada en 1937; y un cen-tro de investigación como el actual Instituto Beppo Levi, que funciona en Rosario desde 1939. Todos estos logros tuvieron que ver con Julio Rey Pastor.

Sería sin embargo injusto no mencionar a la Revista de Matemá-ticas que Manuel Guidarte editaba desde 1916. También en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires ya enseñaban Guidarte, Camilo Meyer, condiscípulo de Poincaré, Bernardo Baidaff, Jorge Duclout, Emilio Re-buelto y Claro C. Dassen, que en 1901 se había doctorado en Mate-mática en la misma Universidad. Varios de ellos tenían sólidos cono-cimientos y estaban bastante al día,

pero ninguno podía aplicarlos para formar matemáticos. La Facultad es-taba dedicada a formar profesiona-les: ingenieros civiles, arquitectos, químicos. Pese a su nombre, en la Facultad no se formaban matemá-ticos ni físicos, ni se investigaba en esas disciplinas. Recién en 1928 la Biblioteca de la Facultad comenzó a recibir algunas de las revistas más importantes de Europa y Estados Unidos.

Rey Pastor llegó invitado por la Institución Cultural Española, que había sido fundada en 1914 para dar a conocer “las investigaciones y estudios científicos y literarios que se realicen en España”. La conferen-cia que pronunció, a su llegada en la Facultad de Ciencias Exactas, el 2 de julio de 1917 tuvo por título “Evo-lución de la Matemática en la Edad Contemporánea”. Luego dictó dos cursos hasta el 22 de setiembre. El primero se refirió a “Sistematización de la geometría según el Programa de Erlangen” y dedicó el segundo a “Fundamentos de la matemática”. Los temas tratados por el maestro es-pañol, que todavía no tenía treinta años, fueron novedosos. Introdujo la teoría de grupos en el primero, y nociones sobre conjuntos y lógica matemática en el segundo.

Entre 1917 y 1928 dictó varios cursos dirigidos principalmente a estudiantes avanzados de Ingeniería. El aire de renovación y actualización que traían, llevó a los estudiantes a solicitar a la Facultad la sucesiva re-novación de sus contratos. A partir de marzo de 1928 fue designado Profesor Titular, con dos cátedras y la dirección de un Seminario Mate-mático, similar al que había creado en Madrid. Se llegó a un acuerdo con su Universidad por el cual la ac-tividad en Madrid era de octubre a mayo y en Buenos Aires de mayo a noviembre. Sus estancias en Europa las aprovechaba para viajar invitado

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CIENCIA E INVESTIGACIÓN - RESEÑAS - TOMO 6 Nº 1 - 201864

a otros países, como Alemania, Fran-cia o Italia. Rey Pastor quedó al fren-te de las cátedras de Análisis Mate-mático del plan de Ingeniería Civil, y de Geometría Superior del Docto-rado en Matemáticas, que mantuvo hasta su retiro en 1952. Su labor docente fue también importante en la preparación de profesores de en-señanza media ya que, desde 1924 hasta 1946, fue también profesor en el Instituto Nacional del Profesora-do Secundario. Enseñó además en las Universidades Nacionales de La Plata y Cuyo.

Durante casi toda la década de 1930, la principal investigación matemática se hacía en el Semina-rio Matemático de la Universidad de Buenos Aires. Allí Rey Pastor iba formando a los futuros matemáticos y dando posiciones de responsabi-lidad a los más adelantados. Uno de los primeros fue Juan Blaquier que hizo su tesis y publicó varios trabajos bajo la dirección de Rey Pastor. Se contaron también entre sus alumnos, Biggeri, Durañona y Vedia, Guitarte, La Menza y Rebuel-to. Alrededor de 1940, además de Yanny Frenkel, se incorporaron al Seminario Celina Repetto y María A. Ferrari, quienes se desempeñaron en el profesorado secundario y se doc-toraron con Rey Pastor. También lo fueron Fernando Gaspar y Clotilde Bula quienes tuvieron una destaca-da actuación en Rosario. Mención aparte merecen Alberto González Domínguez, que fue su discípulo más destacado, y Roque Scarfiello. Mencionemos por último a Alberto Calderón, quien siendo aún estu-diante de Ingeniería se sintió atraído por los cursos y seminarios de Rey Pastor, y en la década de los sesenta llegó a estar entre los cincuenta ma-temáticos más famosos del mundo.

4. LA MATEMÁTICA FUERA DE BUENOS AIRES Y LA UMA

En la Facultad de Ciencias Eco-nómicas, Comerciales y Políticas de Rosario, dependiente de la Universi-dad Nacional del Litoral, se fundó en 1932 un Instituto de Estadística, bajo la dirección de Carlos E. Dieulefait, donde el propio director y colabo-radores -como Clotilde Bula- hacían investigación matemática, actividad que luego cobró más vuelo en la Facultad de Ciencias Matemáticas, Físico-Químicas y Naturales Apli-cada a la Industria, hoy Facultad de Ciencias e Ingeniería.

En 1939 en esta Facultad se fun-dó un Instituto de Matemática, luego llamado Instituto Beppo Levi. El mis-mo se creó dos días después de la llegada al país del matemático italia-no Beppo Levi, Profesor de la Uni-versidad de Bolonia, quien se hizo cargo de la dirección. Otra resolu-ción de la Facultad fue la de poner al lado de un analista de la jerarquía de Beppo Levi al joven geómetra español Luis A. Santaló, doctor en Ciencias Exactas de la Universidad de Madrid. El Instituto reunió inme-diatamente un grupo de profesores y alumnos de la propia Facultad, al que se sumaron, temporariamente, en 1942 el matemático italiano An-drea Levialdi y, en 1943, el matemá-tico uruguayo Rafael Laguardia.

La Universidad Nacional de la Plata, que lo había contado a Brog-gi como profesor a comienzos de la década de 1910 y a Rey Pastor du-rante varios años, no parece haber albergado en esos años tareas de in-vestigación matemática.

En cuanto a la Universidad Na-cional de Tucumán, donde existía un Profesorado de Matemática, la lle-gada del matemático italiano Ales-sandro Terraccini en 1939 produjo un vuelco excepcional. Además de dictar cursos superiores sobre los más variados temas, impulsó la fundación, junto a Félix Cernuschi,

de una revista de matemática en la que publicó 14 trabajos de los 19 que produjo en la Argentina, donde permaneció hasta 1947. La Revista de la Universidad Nacional de Tu-cumán Serie A: Matemáticas y Física Teórica, de la que aparecieron cua-tro volúmenes entre 1940 y 1944, fue dirigida al comienzo por Terra-cini y Cernuschi y, a partir de 1944, por Terracini. En el primer volumen se advierte a los autores que se pu-blicarán “exclusivamente trabajos inéditos y originales sobre Matemá-tica y Física Teórica”.

El 28 de setiembre de 1936 tuvo lugar en la Facultad de Cien-cias Exactas de la Universidad de Buenos Aires el acto de fundación de la Unión Matemática Argentina (UMA). Los primeros tiempos fue-ron difíciles y hubo divisiones, re-nuncias y expulsiones, debido sobre todo, como recuerda Luis Santaló, a que “la sabia prédica de Rey Pastor invitando a denunciar a los que lla-maba sabios por definición, que sa-ben una barbaridad pero que no lo ponen en evidencia escrita, originó un ansia colectiva de publicar que hacía difícil seleccionar lo publica-ble de lo que no lo era, por trivial o por disparatado”.

Los puntales de la UMA fueron, sin duda, Julio Rey Pastor que, con su prestigio e iniciativa, la mantuvo activa durante los primeros años, y José Babini que en 1968 fue nombra-do miembro honorario de la UMA. Alberto González Domínguez, que llegó a ser el más importante mate-mático argentino de su tiempo, co-laboró firmemente desde los inicios, aunque por ser más joven que los anteriores, tuvo su actuación más destacada luego de 1945.

La Revista de la UMA comenzó a aparecer en 1937. Fernando L. Gas-par fue Secretario desde 1938 hasta 1944. En el primer volumen se ex-

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65Medio siglo acompañando el desarrollo matemático en Córdoba

plican los propósitos que la inspira-ron y se dice que estará consagrada exclusivamente a trabajos de inves-tigación de Matemática Superior y Física Teórica.

El propósito inicial de la UMA de promover reuniones, seminarios y conferencias, tuvo inicio inmedia-to con las sesiones científicas, que al comienzo se llevaron a cabo en la Facultad de Ciencias Exactas, en el marco del Seminario de Rey Pas-tor y fueron los primeros intentos de reunir regularmente a la comunidad matemática, para discutir los avan-ces de sus trabajos y sus nuevas con-tribuciones.

En 1937, Tulio Levi Civita dirigió un seminario y dictó conferencias, entre ellas una “Introducción a la Teoría de la Relatividad”. Hubo una sesión en 1940 y tres en 1941, la se-gunda de ellas en la sede San Juan de la Universidad Nacional de Cuyo. Al cerrar ese acto, Rey Pastor se re-firió a sus investigaciones recientes “tendientes a llenar la laguna que todavía existía entre la Topología y la Geometría Diferencial”. En junio de 1942 la reunión fue en honor del matemático estadounidense George D. Birkhoff. En la sesión de 1943 se incorporó a la UMA el Profesor Marshall H. Stone, de la Universidad de Harvard, y expuso entre otros, Alberto Calderón “Sobre la conver-gencia de desarrollos de Fourier”. En 1944 hubo dos reuniones científicas del Seminario Matemático, siempre en el edificio de la calle Perú 222, donde funcionaba la vieja Facultad de Ciencias Exactas de la Universi-dad de Buenos Aires.

Las Primeras Jornadas Matemá-ticas Argentinas se realizaron en las universidades de Buenos Aires y La Plata, los días 27, 28 y 29 de julio de 1945. La convocatoria de la UMA fue suscripta también por directores de centros de investigación matemá-

tica de todo el país, como Agustín Durañona y Vedia (La Plata), Beppo Levi (Rosario), Pedro Pi Calleja (San Luis), Emilio Rebuelto (Buenos Ai-res), Julio Rey Pastor (Buenos Aires) y Alessandro Terracini (Tucumán). Asistieron delegaciones de las Uni-versidades de Montevideo, presidi-da por José Luis Massera, Buenos Aires, Litoral, Tucumán, La Plata y Cuyo. El Observatorio Astronómico de Córdoba estuvo representado por Guido Beck.

Esta etapa histórica de la mate-mática argentina había comenzado con la primera estadía de Julio Rey Pastor en Buenos Aires y se cerraría con la llegada, a fines de la déca-da de 1930, de los refugiados espa-ñoles e italianos que la guerra civil española de 1936-1939 y la guerra mundial de 1939-1945 habían aven-tado. La radicación definitiva de to-dos ellos, sumada al terreno fértil de una juventud ansiosa por investigar en la matemática contemporánea, hicieron posible un desarrollo pro-metedor que las universidades am-paraban y promovían.

Las condiciones creadas durante las dos presidencias de Juan Domin-go Perón (1946-1952 y 1952-1955) modificaron este panorama alenta-dor. En las universidades prevalecie-ron, con menor intensidad en el in-terior del país que en Buenos Aires, un sectarismo político y un ambien-te hostil a las manifestaciones de la cultura superior que afectaron, e in-cluso llegaron a impedir, las labores de investigación que se habían es-tado desarrollando hasta entonces. Los casos de José Babini despojado de sus cátedras en la Universidad Nacional del Litoral en 1946, y de Manuel Sadosky renunciante en la de Buenos Aires, en 1952, son sólo muestras de la suerte que corrieron muchos científicos, no sólo matemá-ticos, en la Argentina de entonces.

5. LA CREACIóN DEL IMAF

El desarrollo de la Astronomía, la Física y la Matemática, como cien-cias puras, se inició en Córdoba con la fundación del Observatorio As-tronómico Nacional dispuesta por el Congreso de la Nación a fines de 1868, siendo Presidente Sarmiento y Avellaneda su Ministro de Edu-cación. El Observatorio fue oficial-mente inaugurado el 24 de octubre de 1871. Su primer Director fue Benjamín A. Gould.

Por decreto de Avellaneda del 14 de octubre de 1876 se fundó en Córdoba la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Matemáticas, hoy Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Entre sus objetivos es-taba “la colaboración con quienes deseasen dedicarse al estudio de la Medicina, a la carrera de Boticario, a la de Agrimensor Nacional, o a la de Ingeniero Nacional, y a formar Profesores de Ciencias Físico Mate-máticas para Colegios Nacionales, Escuelas Normales y enseñanza su-perior y técnica”.

En 1879 se modificó el Plan de Estudios de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas creándose la Escuela de Ingeniería para la forma-ción de Agrimensores, Arquitectos e Ingenieros Civiles.

Entre 1877 y 1942 un hecho no-table en lo que se refiere a astrono-mía fue el proyecto de Charles Dillon Perrine, tercer Director del Obser-vatorio Astronómico (1909-1936), de completar la Estación Astrofísica de Bosque Alegre, Córdoba, cons-truyendo un gran telescopio cuyo espejo reflector tendría 1,50 metros de diámetro, similar al existente en el Observatorio de Monte Wilson, Estados Unidos de Norteamérica. En Física y Matemática, como ciencias, no había pasado nada durante todo ese lapso, ellas fueron meras auxilia-

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CIENCIA E INVESTIGACIÓN - RESEÑAS - TOMO 6 Nº 1 - 201866

res para la Astronomía y las distintas carreras de Ingeniería.

Cuando el domingo 5 de julio de 1942 se procedió a la inaugura-ción del gran telescopio de Bosque Alegre, en el Pequeño Congreso de Astronomía y Física, organizado por Enrique Gaviola como complemen-to de este acontecimiento, sólo se pudo reunir alrededor de cuarenta personas especializadas en estos te-mas. Era evidente que con este nú-mero era imposible pensar en el de-sarrollo de estas ciencias en el país.

Las Fuerzas Armadas, por inter-medio del Presidente Provisional de la Nación General Pedro Eugenio Aramburu, apoyaron fuertemente el desarrollo de la investigación cien-tífica, creando el CONICET, intro-duciendo la dedicación exclusiva en las universidades y en particular promoviendo la creación del Institu-to de Física de Bariloche en 1955, dirigido por José Antonio Balseiro, y del Instituto de Matemática, As-tronomía y Física de la Universidad Nacional de Córdoba en 1956, crea-ción propuesta por Enrique Gaviola entonces Director del Observatorio Astronómico.

El 15 de noviembre de 1956, el Rector Interventor Dr. Jorge A. Núñez protocolizó la Ordenanza No. 6/56 por la cual el Consejo Superior de la Universidad Nacional de Córdoba dispuso la creación del IMAF, el que dependería directamente del Recto-rado de la Universidad.

El 27 de noviembre Gaviola se dirigió nuevamente al Rector sugi-riendo las medidas necesarias para poder iniciar las clases en la fecha estipulada, 1º de marzo de 1957, entre ellas: designación del Director del Instituto, divulgación de su crea-ción y aceptación de donaciones. En esta nota apareció por primera vez la sigla IMAF.

Finalmente el 30 de noviembre, se reunieron, como Comisión Orga-nizadora, el Rector Jorge Núñez, el Decano de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y el Di-rector del Observatorio Astronómico Dr. Enrique Gaviola. En esta reunión procedieron a designar al Dr. Ga-viola como Director ad-honorem del Instituto y al Dr. Fernando R. Colomb como Secretario Interino, también ad-honorem. Asimismo autorizaron a Gaviola a aceptar o rechazar donaciones, aprobaron el plan de estudios del primer año y encargaron a Gaviola la redacción del plan de estudios definitivo, el cual debía ponerse a consideración de la Comisión.

El 15 de enero de 1957 Gaviola elevó el proyecto respectivo, el que fue aprobado por el Consejo Supe-rior de la Universidad el 26 de fe-brero. El plan de estudios estaba ela-borado presuponiendo la existencia de profesores, todos con dedicación exclusiva que fuesen capaces de dictar varios cursos sucesivamente. Establecía también que un alumno aplazado dos veces en la misma materia quedaba separado del Insti-tuto. El listado de materias de dicho plan revela que Gaviola no tuvo en cuenta la formación de matemáti-cos. Reproducimos a continuación el ciclo propedéutico de dos años de duración, común a las tres carreras. El número entre paréntesis que sigue a una materia indica el peso de la misma en puntos para la promoción.

Primer semestre: Cálculo dife-rencial e integral I (5); Trigonometría y álgebra (3); Física experimental I (5); Taller (carpintería) (5); Química inorgánica I (2); Geometría descrip-tiva I (dibujo) (2); Idiomas (inglés y alemán obligatorios, ruso e italiano optativos) (6+3).

Segundo semestre: Cálculo dife-rencial e integral II (5); Geometría

proyectiva (5); Física experimental II (5); Trabajos prácticos en Física I (5); Taller (carpintería) (5); Química inorgánica II (2); Geometría descrip-tiva II (2); Idiomas (inglés y alemán obligatorios; francés, ruso e italiano optativos) (6+3).

Con el apoyo total del perso-nal del Observatorio, y el empuje de Gaviola, en febrero de 1957 se realizó el primer Curso de Ingreso al IMAF. En este curso preparato-rio se inscribieron 72 alumnos y lo aprobaron 26. Gaviola solicitó se acordara beca a 22 de ellos en con-cordancia con lo prometido por el señor Rector.

Como dijimos, los cursos regula-res debían comenzar el 1º de marzo de ese año. Pero, sorpresivamente y sin consultar a los otros miembros de la Comisión Organizadora, Ga-viola suspendió la iniciación de las clases. Adujo para eso que en el pre-supuesto vigente no se habían asig-nado los fondos necesarios para esas 22 becas.

Se trató este tema en la reunión ordinaria del martes 12 de marzo junto con el pedido de Gaviola al Ministro de Educación de la Nación que el Observatorio vuelva a depen-der del Ministerio como había sido durante 83 años. Sometidos ambos temas a votación se decidió, por un lado, encargar a la Comisión Orga-nizadora y Directiva del IMAF “rea-lizar las gestiones necesarias para que la actividad docente se inicie a la brevedad” y, por otro lado, se aconsejó al Director del Observa-torio el establecimiento de horarios para el personal en turnos y horas continuas, ya fuese por la mañana o por la tarde. Este conflicto gremial fue el que desencadenó la solicitud del Dr. Gaviola.

Enterado el Rector Núñez de este pedido de separación efectuado por

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67Medio siglo acompañando el desarrollo matemático en Córdoba

Gaviola, de inmediato, el martes 19, dio por terminadas sus funcio-nes como Director del Observatorio Astronómico y Director Interino del IMAF. A últimas horas de la tarde el Consejo Superior aprobó unánime-mente la actitud del Dr. Núñez y la designación del Dr. Livio Grattón como Director del Observatorio y Director Interino del IMAF, a partir del día 20 de marzo de 1957.

El Dr. Livio Grattón, astrónomo italiano había sido responsable del Departamento de Astrofísica de la Universidad de La Plata entre 1947 y 1955. Apenas hecho cargo de la Dirección del IMAF el Dr. Grattón manifestó su desacuerdo con al-gunos aspectos de las Ordenanzas de creación del Instituto y propuso el Primer Plan de Estudios, conser-vando las características del ciclo propedéutico preexistente. Estas ini-ciativas fueron puestas en vigor por el Consejo Superior el 4 de abril. El 15 de abril de 1957 se realizó la ce-remonia oficial de inauguración del año lectivo en el Aula Magna de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales.

Las dificultades por las que atra-vesó el Instituto en sus primeros años, principalmente la inestabili-dad de su personal docente, que-daron reflejadas en la rápida su-cesión de directores: a L. Grattón (20/03/57-31/07/57) siguieron Ricar-do Pablo Platzeck (físico, 01/08/57-31/08/59), Jorge Landi Dessi (astró-nomo, 01/09/59-28/02/60), Emilio Machado (matemático, 01/03/60-31/01/62). En estos años predomi-naron como docentes, astrónomos, físicos e ingenieros.

A mediados de 1961, año en el cual no se sabía qué iba a ocurrir con la existencia del IMAF, algunos proponían cerrarlo, el Consejo Su-perior autorizó la contratación del Doctor Alberto Pascual Maiztegui,

físico, quien fuera nombrado Direc-tor (01/02/1962-12/06/1973). Con la llegada de Maiztegui comenzó la consolidación del IMAF. Con la co-laboración de profesores visitantes y con el envío de estudiantes de los años superiores a cursar sus últimas materias en otros centros de estudio, como las Universidades de Buenos Aires y La Plata y el hoy Instituto Balseiro, se graduó la primera pro-moción.

La primera Colación de Grados se realizó, significativamente, en el Salón de Grados de la Universidad el 7 de julio de 1962. En ese acto se entregaron seis diplomas; todos fue-ron de Licenciados en Física. Recién en diciembre de 1964 terminaron su carrera los primeros Licenciados en Matemática (ocho) y también los primeros Licenciados en Astronomía (tres).

La Colación de Grados de di-ciembre de 1964 se llevó a cabo en el Salón de Actos del Pabellón Ar-gentina y fue presidido por el Presi-dente de la Nación Dr. Arturo Hum-berto Illia y el Rector de la Univer-sidad Dr. Jorge Orgaz. Los primeros Licenciados en Matemática fueron: Gorki Jover, Salvador Daniel Gige-na, Lydia Graciela Prieri, Humberto Raúl Alagia, Juan Carlos Amblard, Aroldo Gustavo Kaplan, Francisco Alberto Grünbaum y Juan Alfredo Tirao.

6. JEAN DIEUDONNÉ Y EL RE-ENCAUZAMIENTO DE LA LICEN-CIATURA EN MATEMÁTICA

Bajo los auspicios de la UNESCO y la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Bue-nos Aires, el profesor Jean Dieudon-né de la Universidad de París dictó -durante los meses de julio a setiem-bre de 1962- un curso en Buenos Aires sobre Representaciones de Grupos Compactos y Funciones Es-

féricas, siendo publicado en la co-lección de Cursos y Seminarios del Departamento de Matemáticas de la mencionada Facultad. También diri-gió un seminario sobre Álgebra Li-neal, que fue redactado por los asis-tentes al mismo y publicado en la misma colección de Cursos y Semi-narios. El 22 de setiembre de 1962 fue nombrado Miembro Honorario de la Unión Matemática Argentina.

En ese seminario de Álgebra Li-neal participaron varios ingenieros, profesores del Departamento de Ma-temática de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de nues-tra universidad. Entre ellos Nicolás Bello, Pedro Luis Cecchi, Dori Dra-gone, Pier Baldaccini. Ellos tuvieron la genial idea de invitar al profesor Dieudonné a visitar Córdoba. La vi-sita se concretó a través de la Acade-mia Nacional de Ciencias.

Dieudonné estuvo en Córdoba dos o tres días en el mes de julio de 1962 y pronunció dos conferencias en el IMAF. Los resultados presenta-dos eran clásicos pero formulados en términos de la matemática mo-derna.

El profesor Dieudonné integraba el grupo de matemáticos Nicolás Bourbaki, y era poseedor de una vastísima cultura matemática acorde con su estatura y su fuerte persona-lidad. Deslumbró a la audiencia y en particular atrajo al grupo de es-tudiantes que estaban cursando su tercer año: Graciela Prieri, María Teresa Vazquez, Humberto Alagia, Juan Carlos Amblard, Ronny Kaplan, Tito Grünbaum y Alfredo Tirao. Este grupo estuvo a su lado escuchándo-lo hablar de matemática con mucha atención durante tantas horas como fue posible. A partir de entonces hubo un intercambio de cartas don-de Dieudonné indicaba qué era lo más conveniente estudiar para com-pletar la Licenciatura en Matemática

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CIENCIA E INVESTIGACIÓN - RESEÑAS - TOMO 6 Nº 1 - 201868

y luego continuar con un doctorado.

En una carta fechada en París el 10 de noviembre de 1962 Dieu-donné se dirigía a “Gentlemen” y comenzaba diciendo “I have recei-ved your letter and I certainly would like to help you as much as I can, although it is certainly difficult to discuss such matters by correspon-dence, and furthermore, as I have not been teaching regular classes for some years by now, I may be a little out of touch with what may be expected of a student with your present background. What I will tell you is therefore more something like an ideal program of studies, and I cannot guarantee that even with the best determination and serious work, you can actually put it through in the remaining two years of your studies.

Regarding the background you now have, you certainly have acqui-red serious foundations in Algebra (modern, of course), General Topo-logy and Functions of one Complex Variable if you have mastered the contents of the books you list, which are all excellent. The other books I do not know; whatever the merits of the Castelnuovo book, you have obviously lost your time studying old-fashioned “Analytic Geometry”, a theory which really never existed: it is merely a bad way of doing linear algebra. Of course, I assume that you have not only read these books but also worked through a substantial number of exercises: doing problems in mathematics is the only and uni-que way of becoming a mathemati-cian, otherwise you may have read all the books in the world and know no better!!”.

A continuación decía que visua-lizaba que se debía dedicar los dos años restantes a cuatro tópicos cen-trales, que constituyen la base para cualquier estudio que conduzca a hacer investigación moderna en ma-

temática: Análisis Funcional; Gru-pos de Lie y sus Aplicaciones; Álge-bra y Topología Algebraica. En cada caso recomendaba los textos y hacía comentarios sustanciales sobre los contenidos y forma de abordarlos.

Con el plan de estudios propues-to por Dieudonné esa generación de estudiantes de 1960 le propuso al Director del IMAF lo que querían estudiar. Fue una fortuna que el di-rector fuera Alberto Maiztegui quien después de salir de su sorpresa hizo todo lo posible para que se pudiera llevar a cabo dicho plan.

En los primeros años en el cuerpo de profesores del IMAF predomina-ron astrónomos, ingenieros y físicos. El primero con formación de mate-mático, y por varios años el único, fue Emilio A. M. Machado, cuyo título de Doctor en Ciencias Físico Matemáticas le fue entregado por la Universidad Nacional de La Plata en 1948. Más adelante le sucedie-ron José Norberto Aguirre, Moisés Sprevak, Carmen Casas de Kalnay, Carlos Loiseau, Magdalena Moujan Otaño, Pedro Luis Cecchi y Arcadio Niell (los dos últimos ingenieros por su título).

Dos matemáticos, profesores visitantes durante varios años, ejer-cieron fuerte influencia en el IMAF, Eduardo H. Zarantonello y Enzo R. Gentile. Sus cursos de grado y pos-grado y sus trabajos con los jóvenes graduados dieron un sello a parte de las actividades de investigación del Instituto.

Debe destacarse la colaboración prestada por la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universi-dad de Buenos Aires, que autorizó a miembros de su personal con de-dicación exclusiva a dictar cursos, colaboración que fue disminuyendo pero que aún se mantuvo importan-te durante casi toda la década de los

setenta.

El Plan de Estudios 1961 de la Licenciatura en Matemática fue re-emplazado por el Plan 1965 que incorporó las recomendaciones de Dieudonné y cuya implementación fue posible por la eficaz y decidida gestión de Maiztegui que logró la incorporación de nuevos profesores y la contratación de muy calificados profesores viajeros.

Entre 1963 y 1965 fueron con-tratados como profesores visitantes: Jorge Bosch, Carmen Casas de Kal-nay, Enzo Romeo Gentile, Angel Larotonda y Eduardo Zarantonello. Los docentes de las materias de ma-temática en 1965 eran: José Norber-to Aguirre, Pier Baldaccini, Carmen Casas de Kalnay, Pedro Luis Cecchi, Carlos Loiseau, Luis A. Milone, Ar-cadio Niell, Magdalena Mouján Otaño, Moisés Sprevak. Entre los Je-fes de Trabajos Prácticos estaban los licenciados: Humberto Raúl Alagia, Juan Carlos Amblard, Francisco Al-berto Grünbaum, Gorki Jover, Arol-do Gustavo Kaplan, Lydia Graciela Prieri, Jorge Enrique Smith, Juan Al-fredo Tirao y Oilda Zanardi.

En octubre de ese año 1965 se realizó la primera Reunión Anual de la Unión Matemática Argentina organizada por gente del IMAF; los primeros licenciados tuvimos una participación muy activa en su orga-nización. La misma se llevó a cabo en Villa Carlos Paz.

En 1966 fueron contratados como profesores visitantes Calixto Calderón, Emilio Roxin y Eduardo Ortiz. Lamentablemente este pro-misorio período de crecimiento fue interrumpido por el golpe militar del 27 de junio de 1966, que derrocó al presidente Dr. Arturo Humberto Illia y designó como Presidente Provisio-nal al General Juan Carlos Onganía. La Revolución Argentina interrum-

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69Medio siglo acompañando el desarrollo matemático en Córdoba

pió uno de los períodos más prolífi-cos y dinámicos de la historia de las universidades argentinas.

Los sucesos acaecidos hicieron trastabillar nuevamente la estabi-lidad del IMAF, poco afianzada to-davía. Varios docentes fuimos san-cionados por las declaraciones en contra del golpe militar y a diversas medidas tomadas por el Rector In-terventor, las que fueron acompaña-das en varias oportunidades con sus-pensión de actividades. Así perdi-mos para siempre a Carmen Casas, Carlos Loiseau, Magdalena Mouján Otaño y Oilda Zanardi.

En los últimos meses de 1966 y primeros de 1967 varios egresados de lMAF partieron a hacer sus docto-rados en universidades norteameri-canas: Francisco Alberto Grünbaum a Rockefeller University (Nueva York), Graciela Prieri a McGill Uni-versity (Montreal), Humberto Alagia y Aroldo Kaplan a Washington Uni-versity (Saint Louis), y Juan Alfredo Tirao e Ignacio Unsain a la Universi-dad de California, Berkeley. En 1968 Cristián Urbano Sánchez inició sus estudios doctorales en la Universi-dad de Rutgers.

Dos condiciones muy favorables para mi carrera universitaria fueron: el edificio del Observatorio Astro-nómico donde transcurrieron esos años de formación tenía una mística de trabajo silencioso y concentra-do, de ambiente fresco y tranquilo rodeado de un gran parque con co-níferas añosas que lo aislaban de la ciudad que lo circundaba, un am-biente ideal para estudiar y pensar, para la discusión y el desafío entre los compañeros; el otro aspecto muy trascendente para mí fue ser parte de un grupo de estudiantes muy es-pecial. Para que se entienda mejor transcribiré a continuación palabras pronunciadas por Eduardo Zaranto-nello en su discurso del 24 de junio

de 1985, en ocasión de su nombra-miento como Profesor Honorario de la Universidad Nacional de Córdo-ba: “Estamos en el segundo semestre de ese año (1963), acaso en agosto, y allí, en una de las alas sur del Ob-servatorio, me enfrento con el grupo de estudiantes más notable entre to-dos los que me ha tocado enfrentar en el curso de mi vida de matemáti-co, grupo único entre muchos otros desperdigados en siete países y más de veinte universidades distintas. Grupo más desamparado y ávido -de matemática, se entiende- no he conocido nunca. Poco más de me-dia docena, siete, de levantado y pa-rejo talento y vocación empecinada reciben mi palabra como maná caí-do del cielo en lo que hasta enton-ces había sido para ellos un desierto. Hoy, como entonces, los tengo ante mis ojos: en el centro, en primera fila, veo a Francisco Alberto (Tito) Grünbaum en actitud de mando, que nunca perderá; a su izquierda, Graciela Prieri, tan perceptiva como tímida, murmura objeciones a su oído dirigidas a mí; más atrás, a mi derecha percibo a Juan Alfredo Ti-rao, bien compuesto, haciendo gala ya de su fino aticismo intelectual; le sigue Aroldo Gustavo Kaplan, tan fresco su exterior como recóndito su pensar; en el centro sonríe María Te-resa Vásquez, la más vivaz y la que menos vida había de tener; recordé-mosla por un instante evocando la traviesa picardía de sus ojos; junto a ella se desparrama incómodo en su silla Humberto Raúl Alagia, agi-tado sabe dios por qué problemas; de Juan Carlos Amblard, que com-pleta el cuadro a extrema izquierda, recibo reflejos de una mente impla-cable.”

Después del golpe de Onganía y hasta 1970 el IMAF tuvo serias di-ficultades para mantener en pie las Licenciaturas. El programa de es-tudios establecido en 1965 para la Licenciatura en Matemática se vio

seriamente afectado. Sólo la abne-gada labor de los docentes que se quedaron y la contribución de los profesores visitantes hizo posible la supervivencia de la Licenciatura. En algunos cuatrimestres de ese perío-do se contó con la colaboración de Manuel Balanzat, Vicente Carugno, Enzo Gentile, Guillermo Hansen, Juan José Martínez, Carlos Ruiz y Eduardo Zarantonello.

7. LA DÉCADA DE LOS SETEN-TA Y LA TRANSFORMACIóN DEL IMAF EN FAMAF

En el mes de junio de 1970 se de-signó Profesor Adjunto a Francisco Alberto Grünbaum, aprovechando su estadía hasta fin de año en Cór-doba, y en agosto del mismo año fui designado profesor con igual cate-goría. Ambos, después de tres años y medio en el exterior, habiendo com-pletado nuestros doctorados.

Se preparó un nuevo plan de es-tudios, volviéndose en lo sustancial al plan de 1965 que fue elabora-do con los lineamientos dados por Jean Dieudonné. El mismo se puso en vigencia a partir de 1971 con la anuencia del Doctor Alberto Maizte-gui quien continuaba como director del IMAF. El plan sigue vigente con algunos cambios y una oferta de ma-terias optativas más amplia.

La investigación en el IMAF fue organizada por el Dr. Maiztegui en Grupos de Trabajo, siguiendo el mo-delo de la física que trajo del Insti-tuto Balseiro. En junio de 1965 en matemática había dos grupos: el de Matemática Aplicada a cargo de Ar-cadio Niell, y el de Matemática Pura a cargo de Carlos Loiseau.

En 1972 se formalizaron los si-guientes dos Grupos de Trabajo:

- Análisis Numérico y Compu-tación a cargo de Arcadio Niell e

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CIENCIA E INVESTIGACIÓN - RESEÑAS - TOMO 6 Nº 1 - 201870

integrado por: Dr. Sady Maurin, y los licenciados Jorge Enrique Smith, Gorki Jover, Marta Norma Parnisari, Oscar Humberto Bustos y Juan Car-los Amblard.

- Geometría y Teoría de Lie sien-do responsable del mismo Juan A. Tirao e integrado por los doctores Cristián Urbano Sánchez e Ignacio Unsain, y por los licenciados: León Roque Sinay, Oscar Antonio Cámpo-li, Isabel Graciela Dotti, Roberto Jor-ge Miatello, María Josefina Druetta, José Raúl Martinez, Graciela Birman, Ana María Redolfi y Roberto Oscar Gandulfo. Poco tiempo después se incorporaron, Susana Cándida For-nari, Sofía Rosalía Paczka y Jorge Antonio Vargas. Los licenciados Re-dolfi y Gandulfo estaban haciendo sus doctorados en la Universidad de Washington, Saint Louis; Dotti, Miatello y Cámpoli eran ya estu-diantes graduados de la Universidad de Rutgers, New Brunswick; y Sinay estaba cursando su doctorado en el Courant Institute de Nueva York. En 1973 Jorge Vargas se incorporó a la Universidad de Columbia para pro-seguir su doctorado.

Claramente se aprecia que a partir de 1966 se inició una políti-ca de envío de jóvenes licenciados a realizar sus estudios de doctorado en centros del exterior, cuyo regreso al IMAF se produjo a partir del año 1970 (un total de 11 matemáticos entre 1970 y 1985). Este regreso marcó el inicio de las actividades de investigación en matemática.

Entre el 2 y el 21 de agosto de 1971 se desarrolló en Río Ceballos el Primer Seminario Nacional de Ál-gebra. A instancia del Dr. Maiztegui, el mismo fue organizado por Enzo Gentile, Darío Picco y Juan Tirao. Actuaron como directores de cursos los doctores Horacio O’Brien, Juan José Martínez, Carlos Sánchez y Da-río Picco.

El Segundo Seminario Nacional de Matemática se realizó en Vaque-rías, sierras de Córdoba, entre el 24 de julio y el 17 de agosto de 1972, y fue organizado por Enzo Gentile y por mí. Entre otros concurrieron: Luis Santaló, Alberto Calderón, Al-berto González Domínguez, Eliza-beth Hornix, Artibano Micali, Or-lando Villamayor, Darío Picco, Ma-ría Luisa Gastaminza y María Inés Platzeck.

Hasta 1994 se realizaron 11 Se-minarios Nacionales bianuales, los primeros en el país cuyo objetivo primordial era despertar las vocacio-nes de los jóvenes universitarios por la investigación matemática.

En ese tiempo, la guerrilla orga-nizaba campos subversivos en Tu-cumán y diversas acciones armadas ocurrían en Córdoba y en todo el país. El viernes 29 de mayo de 1970 secuestraron en Buenos Aires al Te-niente General Pedro Eugenio Aram-buru. El 2 de junio Onganía, por decreto, impuso la pena de muerte. Todo ello motivó su caída y la Junta de Comandantes en Jefe (Alejandro Agustín Lanusse, Pedro Gnavi y Car-los A. Rey) reasumió el mando el 9 de junio de 1970.

Después de un llamado a elec-ciones con proscripciones, cuando en 1973 asumió la Presidencia de la Nación Héctor J. Cámpora, el Dr. Maiztegui fue obligado a renunciar y se hizo cargo de la dirección del IMAF el Dr. Juan Carlos Gallardo. Las nuevas autoridades pretendieron llevar adelante una serie de medi-das, que por insensatas e irreales no prosperaron más allá de la agitación negativa que generaron.

Cuando María Estela Martínez de Perón asumió la Presidencia en 1974 su gobierno trató de eliminar el activismo político y forzó cam-bios sustanciales en los Consejos

que gobernaban las universidades. Esto empeoró cuando los militares fueron instruidos por la Presidente de aniquilar a la guerrilla.

En ese momento, el IMAF fue in-tervenido y pasó a depender de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, nombrándose Director del IMAF al Secretario Académico de la Facultad Ing. Ángel Agustín Degiampietro. Debe decirse que el Decano Ing. Alejandro Dante Ma-rocchi fue muy respetuoso del Ins-tituto, conservando su estructura e independencia. Repentinamente y por orden superior proveniente de la Presidencia de la Nación el Rector dispuso el reemplazo del Ing. Die-giampietro por el Ing. Juan Carlos Cervi. A mi juicio esta designación se constituyó en la más nefasta de la historia del IMAF.

En 1976 una nueva dictadura trató de parar los reclamos sociales con una terrible represión política. Las Fuerzas Armadas anularon toda oposición pero a un altísimo costo. El 21% de los muertos y desapareci-dos fueron estudiantes.

Para eliminar el activismo políti-co en las universidades cambiaron el gobierno democrático y colegiado poniendo límites estrictos en la ad-misión de estudiantes e implementa-ron un moderado arancel universita-rio. Como ocurrió en 1966, pero en una escala mucho mayor, miles de profesores y estudiantes fueron per-seguidos y forzados a emigrar.

La intervención militar en la Uni-versidad Nacional de Córdoba se extendió hasta principios de marzo de 1977. El 2 de marzo de 1977 asu-mió el rectorado el Dr. Jorge A. Cla-riá Olmedo. El nuevo Rector invitó al claustro de profesores del IMAF a proponer a un hombre de la casa para designarlo como Director. El claustro reunido decidió proponer

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71Medio siglo acompañando el desarrollo matemático en Córdoba

mi designación. Yo estaba instalado como profesor en la Universidad de Brasilia. Acepté y estuve al frente del Instituto desde abril de 1977 hasta diciembre de 1983.

Durante este período se consoli-daron las Licenciaturas en Matemá-tica y Física, y se estructuraron los doctorados. En el caso de matemá-tica se estableció como obligatorio para obtener el título de Doctor en Matemática, aprobar tres cursos de posgrado, exponer en dos semina-rios, aprobar dentro de los dos pri-meros años un Examen de Matemáti-ca Básica (examen de calificación) y aprobar una tesis doctoral, régimen aún vigente con pocos cambios.

Se consiguió que la universidad asignara un predio para el IMAF dentro de la ciudad universitaria y que se levantara la estructura del primer edificio propio del Instituto. Hoy esta estructura es la del edificio central de unos 5.500 metros cu-biertos que ocupa FaMAF y que fue inaugurado en 1993.

Al IMAF lo concebíamos como un centro destinado a la formación de matemáticos, físicos y astróno-mos. Esta función determina una muy específica conjunción de las tareas docentes y de investigación, que no pueden separarse a nivel ins-titucional sin desvirtuar su función. Formar profesionales en estas disci-plinas requiere un proceso de edu-cación en un ambiente en el cual la investigación, además de su impor-tancia intrínseca, sea parte esencial de la actividad docente. Estas carac-terísticas definieron a una institución como el IMAF, y fijaron su posición dentro de la Universidad.

En 1980 los doctores Humberto Alagia, entonces Jefe de la Sección Matemática del IMAF, y yo prepa-ramos toda la documentación ne-cesaria para solicitar la creación de

un Programa del CONICET llamado PROMIMAF (Programa de Acción para Actividades de Posgrado e In-vestigación Matemática del IMAF), establecido el 1/7/1980, con el ines-timable apoyo del Profesor Orlando Villamayor. De esta forma se contó con una fuente de financiación adi-cional para la compra de revistas y libros, para cubrir los gastos de pa-sajes y estadas de profesores invita-dos, compra de muebles y útiles de librería.

Tres años después (10/05/1983), este programa se transformó en el CIEM (Centro de Investigación y Es-tudios de Matemática de Córdoba), un instituto de doble dependencia Universidad-CONICET con los mis-mos objetivos de afianzar el desarro-llo matemático dentro del IMAF. Fui el primer Director del CIEM (1983-1995) y me sucedieron Cristián U. Sánchez (1995-2011), Roberto J. Miatello (2011-2017) y Nicolás An-druskiewtsch.

Después de treinta y cinco años desde su creación, ha quedado palmariamente demostrado que el CIEM ha contribuido significativa-mente al desarrollo de un centro de formación y de investigación de pri-mer nivel. Cuando trabajábamos en la creación del CIEM y en mi carác-ter de Director del IMAF insté a los físicos a hacer lo propio y les ofrecí ayudarlos a gestionar la creación de un instituto de física en el ámbito del IMAF. Veinticinco años más tarde se creó el Instituto de Física Enrique Gaviola dentro de FaMAF.

El IMAF se había convertido en una unidad académica madura a la que le quedaba chica la estructura de instituto. Durante el segundo semes-tre de 1983 me puse al frente de una campaña tendiente a lograr la trans-formación del IMAF en facultad, lo cual se logró el 21 de noviembre de 1983 por Decreto Ley 3038/83 de la

Presidencia de la Nación. Los que propiciamos esta transformación lo hicimos convencidos de que esto favorecería un mayor desarrollo de la docencia e investigación en Ma-temática, Física y Astronomía y haría un aporte significativo a la vida aca-démica de la Universidad partici-pando de las decisiones de gobierno del Consejo Superior.

Afortunadamente, el 10 de di-ciembre de 1983 la Argentina reto-mó la democracia y desde entonces las universidades volvieron a ser modeladas sobre los principios de la Reforma Universitaria, basados en el gobierno tripartito. Le tocó al Dr. Humberto Alagia, como Decano Normalizador, conducir la FaMAF en sus primeros pasos como facultad organizando la nueva estructura de gobierno y elaborando toda la nor-mativa involucrada.

8. MI RECORRIDO POR LA MA-TEMÁTICA DESDE 1965

El 9 de agosto de 1965 Jean Dieu-donné escribió: “Dear Mr. Tirao, I have received your letter of July 24, and I very much approve your deci-sion to start studying Lie theory, even if it implies, as you know, a conside-rable amount of work. I do not re-member exactly if I gave you or your friends a Bibliography of Lie theory starting from scratch, so I am doing it again.” Dividía los textos en tres clases: A) De orientación general; B) Teoría básica y C) Representaciones de dimensión infinita. Las referen-cias eran completas y, en cada caso, con indicaciones sobre su conteni-do; además me aconsejaba sobre el orden que convenía seguir para faci-litar su estudio. Terminaba su carta diciéndome: “If you decide to go to the USA for further study, the best people who could supervise your work are: Harisch-Chandra (Prin-ceton), Mackey (Harvard), Kadison (Pennsylvania), Fell (Pennsylvania),

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CIENCIA E INVESTIGACIÓN - RESEÑAS - TOMO 6 Nº 1 - 201872

Glim (MIT), I. Segal (MIT), A. Borel (Princeton), G. Mostow (Yale), G. Hochschilld (Berkeley).”

Con Eduardo Zarantonello ya ha-bía cursado Variedades diferenciales y Grupos de Lie siguiendo el famoso libro de Claude Chevalley Theory of Lie Groups, primer tratado sobre grupos de Lie donde el autor adoptó sistemáticamente un punto de vista global y moderno. Con Enzo Gen-tile había estudiado álgebras de Lie usando como texto el “Seminario Sophus Lie, Paris 1955”, y el libro Lie Algebras de N. Jacobson. Duran-te los años 1965 y 1966 me dediqué a estudiar solo, en Córdoba, renglón por renglón, las 485 páginas del li-bro Differential Geometry and Sym-metric Spaces de S. Helgason, 1962 [10].

A fines de diciembre de 1966 partí para Berkeley con una beca ex-terna del CONICET a hacer el docto-rado en la Universidad de California bajo la dirección del Profesor Joseph A Wolf. A poco de llegar me recibió una tarde en su oficina y, tras un amable saludo de bienvenida, em-pezó a hacerme preguntas muy con-cretas de matemática. Claramente el interrogatorio de un par de horas frente al pizarrón, tenía como finali-dad calibrarme y saber hasta dónde había asimilado el contenido de los libros que le había mencionado en mis cartas. Él contaba con las reco-mendaciones que le habían enviado Zarantonello y Gentile y no mucho más. Además de indicarme los cur-sos para graduados que me conve-nía hacer, le tenía que entregar se-manalmente resueltos el centenar de problemas del libro de Helgason, para su corrección. Por suerte, ya había resuelto una buena parte de ellos en Córdoba.

Mi director sostenía que era muy importante que ampliara mi hori-zonte matemático, pues cuando

regresara al IMAF no iba a tener la posibilidad de buscar ayuda para proseguir con mi trabajo de inves-tigación. Así es que hice diversos cursos para graduados en distintas direcciones pero armonizados en su temática, por ejemplo: Topología al-gebraica (dos cursos consecutivos), Teoría de Lie (tres cursos consecuti-vos) a cargo de C. Moore, Funciones de varias variables complejas (dos cursos), Superficies de Riemann y el Teorema de Riemann-Roch, y Méto-dos topológicos en geometría alge-braica dictados por S. Kobayashi, El Teorema del índice de Atiyah-Singer por S. S. Chern, El teorema de perio-dicidad de Bott por M. Atiyah, entre otros.

Le agradezco enormemente a Joe Wolf su sabia orientación que me llevó a adquirir una formación ma-temática muy sólida y amplia antes de concentrarme en la investigación propiamente dicha. No obstante, antes de emprender mi tesis había terminado mi primer trabajo “Self adjoint function spaces on rieman-nian symmetric manifolds” publica-do en los Proceedings de la Ameri-can Mathematical Society (AMS) en 1970 [18], donde doy una demos-tración general de un resultado de J. Wolf obtenido usando la clasifi-cación de estos espacios. A partir de mis ideas y enfoque, J. Wolf y C. Moore lo generalizaron al caso no compacto en “Totally real repre-sentations and real function spaces” que apareció en el Pacific Journal of Mathematics en 1971. Mi tesis doc-toral presentada en el mes de junio de 1970 versó sobre “Square integra-ble representations of semisimple Lie groups” y fue publicada en Transac-tions of de AMS en 1974 [20]. Como subproducto de ella publicamos un trabajo en colaboración con J. Wolf sobre “Homogeneous holomorphic vector bundles”, en el Indiana Uni-versity Mathematics Journal en 1970 [19]. Mi contribución central fue

formular una ecuación que carac-teriza las estructuras holomorfas de estos fibrados. El artículo está citado en la obra de dos volúmenes de G. Warner Harmonic Analysis on Semi-Simple Lie Groups publicado por Springer-Verlag en 1972 [26]. Per-mítaseme saltar cuarenta años para comentarles que en la “Conference-Lie Groups: structure, actions and re-presentations” llevada a cabo del 11 al 14 de enero de 2012 en Bochum, Alemania, dedicada a la celebración del 75 aniversario de J. Wolf, el Prof. Karl-Hermann Neeb (Erlangen) en su conferencia “Unitary holomorphic induction for infinite demensional groups” citó nuestro trabajo. Para mí fue un inesperado regalo.

Otra derivación de mi tesis doc-toral que marcó por muchos años mi trabajo de investigación fue el siguiente: por razones teóricas sabía que un fibrado homogéneo holo-morfo sobre un dominio simétrico acotado D en el espacio complejo n-dimensional era trivial. Pero nece-sitaba una función explícita que lo trivializara. Encontré tal función y la llamé Φ, definida sobre el grupo G de simetrías holomorfas de D con valores en el espacio de las trans-formaciones lineales de la fibra del fibrado en cuestión. Si K denota el subgrupo de G de isotropía de un punto de D, entonces inesperada-mente encontré que Φ satisfacía la siguiente ecuación integral

Φ(x) Φ(y)=d ∫k χ(k-1)Φ(xky)dk,

donde χ es el carácter y d es la di-mensión k de una representación irreducible de K. Esta ecuación es la misma que la que define las funcio-nes esféricas zonales de los espacios simétricos M=G/K salvo que la me-dida dk que aparece en ella se ha remplazado por χ(k-1)dk. Las esféri-cas zonales son a valores complejos y sus propiedades, como autofun-ciones de operadores diferenciales

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73Medio siglo acompañando el desarrollo matemático en Córdoba

G-invariantes en M, fueron amplia-mente investigadas por E. Cartan, quien estableció una muy fructífera conexión entre ellas y el mundo de las funciones especiales y de los po-linomios ortogonales estudiados por los más grandes matemáticos duran-te los siglos XIX y XX.

Harisch-Chandra y Godement habían estudiado la traza de funcio-nes de la forma Φ(g)=PU(g)P donde U es una representación de un gru-po localmente compacto G y P es la proyección sobre una componente isotípica de un subrupo compacto “grande” K de G. Como referencias muy importantes cito “Spherical functions on semi-simple Lie groups I y II” de Harisch-Chandra publica-dos en American Journal of Mathe-matics en 1958, y “A theory of sphe-rical functions, I” de I. M. Godement que apareció en Transactions of the AMS en 1952. Una exposición muy completa de estas funciones llama-das “spherical trace functions” está contenida en la mencionada obra de G. Warner [25] donde no se lle-ga a la definición intrínseca de fun-ción esférica matricial. Cuando K es un subgrupo “grande” de G, las funciones Φ(g)=PU(g)P son a valores matriciales y están caracterizadas por la ecuación integral destacada anteriormente. Estos resultados es-tán contenidos en mi trabajo “Sphe-rical functions”, Revista de la Unión Matemática Argentina en 1977 [21]. Desde entonces tenemos una defini-ción intrínseca de función esférica matricial para cada K-tipo. Lamen-tablemente la escasa visibilidad de la revista de la UMA hizo que este trabajo fundacional fuera descono-cido o ignorado. Recién mi punto de vista y la ecuación integral apare-cen en el libro Harmonic analysis of spherical functions on real reductive groups de R. Gangolli y V.S. Vara-darajan, Springer Verlag, 1988 [5], sin mencionar mi trabajo publicado diez años antes. Recientemente fui

gratificado por el reconocimiento de mi contribución que hace S. Hel-gason en su publicación Spherical functions on Riemannian symmetric spaces 2017 [11].

Cuando G es un grupo de Lie conexo las funciones esféricas ma-triciales irreducibles están en co-rrespondencia biunívoca con las representaciones irreducibles de di-mensión finita del álgebra D(G)K de todos los operadores diferenciales en G invariantes a izquierda por G e invariantes a derecha por K. Este he-cho me llevó a estudiar esta álgebra cuando G es un grupo de Lie semi-simple conexo y K es un subgrupo maximal compacto de G. El primer resultado importante fue obtenido en colaboración con el profesor B. Kostant del MIT y publicado en el trabajo “On the structure of certain subalgebras of a universal envelo-ping algebra”, en Trans. Amer. Math. Soc., 1976 [12]. La suerte quiso que estando nuevamente en Berkeley -durante el año académico 1973-1974 con una beca posdoctoral de la Fundación John Simon Geggen-heim-, Bertram Kostant estuviera también pasando un año sabático. Después de una exposición en el seminario semanal de teoría de Lie, donde participaban una media do-cena de próceres y una docena de doctorandos, Bert golpeó la puerta de mi oficina y se mostró muy inte-resado en el resultado que acababa de exponer. Para mí fue un momento único. Allí comenzó mi interacción con él y mi amistad, que se prolon-gó hasta su muerte. Falleció el 2 de febrero de 2017, un día antes de mi cumpleaños.

A partir de este trabajo se deri-varon entre otros [1], [2], [3], [4], [12], [22] que cito en la Bibliogra-fía con colaboradores como N. An-druskiewitsch, O. Brega, L. Cagliero y B. Kostant. En particular las tesis de Andruskiewitsch (Investigador

Superior) y de Cagliero (Investigador Independiente) fueron sobre esta te-mática enmarcada en la teoría con-mutativa y no conmutativa de inva-riantes.

La Academia Nacional de Cien-cias y la Facultad de Matemática, Astronomía y Física, le rindieron ho-menaje al doctor Eduardo Zaranto-nello en ocasión de cumplir sus 80 años y en reconocimiento a su con-tribución a la formación de matemá-ticos en la Universidad Nacional de Córdoba. El homenaje consistió en un ciclo de conferencias los días 4 y 5 de junio de 1998 a cargo de los exalumnos y discípulos doctores: M. Elgueta, F. A. Grünbaum, H. Alagia, A. Kaplan y J. Tirao. Cerraron el acto los doctores C. Sánchez Decano de FaMAF, H. Juri Rector de la UNC y A. Maiztegui Presidente de la ANC.

Titulé mi conferencia “Teoría de representaciones y de invariantes de grupos de Lie reductivos”. Después de un paréntesis de más de veinte años volví a hablar de funciones es-féricas matriciales porque sabía que estaría en la audiencia mi excompa-ñero y amigo Alberto Grünbaum. Él mordió el anzuelo y cuando terminó la conferencia me vino a proponer que encaráramos juntos un proyec-to sobre funciones esféricas y poli-nomios matriciales ortogonales. Él tenía un gran conocimiento y expe-riencia en polinomios ortogonales.

Armamos un equipo de investiga-ción con Grünbaun e Inés Pacharoni y después de más de tres años de ar-duo trabajo publicamos en el 2002 el artículo “Matrix valued spherical functions associated to the complex projective plane” en el Journal of Functional Analysis [7]. Este trabajo abrió una ancha puerta a una fruc-tífera interrelación entre funciones esféricas matriciales asociadas a espacios simétricos compactos de rango uno y sucesiones de polino-

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mios ortogonales matriciales en una variable, que generaliza la relación entre las funciones esféricas zona-les de la esfera bidimensional y los polinomios de Legendre, y los resul-tados fundacionales sobre el tema de E. Cartan, obtenidos en el caso escalar alrededor de 1930. Una con-secuencia de mucha trascendencia para la teoría de polinomios ortogo-nales matriciales fue el haber cons-truido las primeras sucesiones de polinomios ortogonales matriciales que son autofunciones de un mis-mo operador diferencial de segundo orden. Un grupo de investigadores, liderados por A. Durán de la Univer-sidad de Sevilla, después de una dé-cada de intenso trabajo abandona-ron la búsqueda de tales sucesiones pues llegaron a pensar que no exis-tían. A partir de nuestro resultado han aparecido un gran número de trabajos sobre el tema y se convirtió en un área de mucha actividad en España, Holanda y Argentina. Una larga serie de publicaciones de F. A. Grünbaum (Berkeley), I. Pacharoni, P. Román y I. Zurrián (FaMAF), A. Durán y M. Castro (Universidad de Sevilla), M. Domínguez de la Iglesia (UNAM), E. Koelink y G. Heckman (Radboud University), tienen una influencia directa de nuestro aporte. En particular, las tesis de Pablo Ro-mán y de Ignacio Zurrián dirigidas por mí se enmarcan en esta línea de trabajo. Junto con F. A. Grünbaum introdujimos el álgebra D(W) de operadores diferenciales asociados a un peso matricial W. Algunos de los resultados obtenidos hasta ahora están en [9] y [24]. Preveo que en los próximos años veremos una im-portante interacción entre la Teoría de la Aproximación y la Teoría de Anillos no Conmutativos a partir de estas álgebras.

Otra consecuencia para mí de gran impacto fue encontrar que el operador de segundo orden, men-cionado anteriormente, obtenido

como la parte radial del operador de Casimir asociado al espacio simétri-co, era la generalización matricial exacta del muy famoso operador de Euler

donde los escalares a,b,c aparecen reemplazados por matrices cua-dradas A,B,C. La única solución f=2F1(a,b;c;z) analítica en z=0 de Df=0 tal que f(0)=1 es la también muy famosa función hipergeomé-trica de Gauss. En el trabajo “The matrix valued hypergeometric equa-tion” publicado en los Proceedings de la National Academy of Sciences de USA en el año 2003 [23] intro-duzco la función hipergeométrica matricial F=2F1(A;B;C;z), de manera análoga a como lo hizo Gauss, y es-tablezco sus primeras propiedades. A quince años de entonces todavía me debo hallar una representación integral de F que generalice la fór-mula integral de Euler para la fun-ción de Gauss. No sé si en los años que me quedan la encontraré o si alguien lo logrará antes. Me consta que algunos ya lo han intentado.

Este viaje por los recuerdos está llegando a su fin. Estoy muy emocio-nado y gracias a que estas últimas líneas las estoy escribiendo en la soledad de mi departamento, pue-do seguir adelante a borbotones con lágrimas en los ojos. La experiencia adquirida, mis logros y errores gol-pean en este momento la puerta de mi cerebro emocional. He tenido cinco hijos maravillosos que me die-ron siete nietos: Paulo (matemático, Investigador Independiente), Ger-mán (físico, Investigador Indepen-diente), Eugenia (pediatra con un posgrado en Infectología) y Marcos (Licenciado en Ciencias de la Com-putación, Software Architect) hijos de mi esposa por más de cuarenta y cinco años a quien le agradezco el apoyo que mi brindó para mi de-

sarrollo profesional; e Ignacio regalo de Dios que está cursando su tercer grado y que le ha dado un nuevo sentido a mi vida. Mi agradecimien-to se extiende a toda mi familia, a mis amigos, exalumnos, discípulos, colegas, y profesores que han sido una continua fuente de estímulo y sustento. Si alguna vez me he porta-do mal les pido perdón y espero que sean magnánimos conmigo.

BIBLIOGRAFÍA

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[5] Gangolli, R. Varadarajan, S. V. (1988) “Harmonic Analysis of Spherical Functions on real Re-ductive Groups”. In: Ergebnisse der Mathematik und ihrer Grenz-gebiete (2) 101.

[6] Grünbaum, F. A., Pacharoni, I., Tirao, J. A. (2001) “A matrix va-lued solution to Bochner’s pro-blema”. J. Phys. A: Math. Gen. Vol. 34 (48): 10647-10656.

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75Medio siglo acompañando el desarrollo matemático en Córdoba

[7] Grünbaum, F. A., Pacharoni, I., Tirao, J. A. (2002) “Matrix valued spherical functions associated to the complex projective plane”. J. Functional Analysis Vol 188 (2): 350-441.

[8] Grünbaum, F. A., Pacharoni, I., Tirao, J. A. (2003) “Matrix valued orthogonal polynomials of Jacobi type”. Indagationes Mathema-ticae, New Series. Vol 14 (3,4): 353-366.

[9] Grünbaum, F. A., Tirao, J. A. (2007) “The algebra of differen-tial operators associated to a weight matrix”. Integr. Equ. Oper. Theory Vol. 58 (4): 449-475.

[10] Helgason, S. (1962) Differential Geometry an Symmetric Spaces. Academic Press.

[11] Helgason, S. (2017) Spherical functions on Riemannian symme-tric spaces. arXiv: 1707.06124v3 [math.RT].

[12] Konstant, B., Tirao, J. A. (1976) “On the structure of certain sub-algebras of a universal envelo-ping algebra”. Trans. Amer. Math. Soc. Vol. 218: 113-154.

[13] Pacharoni, I., Tirao, J. A. (2004) “Three term recursion relation for spherical functions associated to the complex projective plane”. Math. Phys., Analysis and Geom. Vol. 7 (3): 193-221.

[14] Pacharoni, I., Tirao, J. A. (2007) “Matrix valued orthogonal poly-nomials arising from the complex projective space”. Constr. Ap-prox. Vol. 25 (2): 177-192.

[15] Pacharoni, I., Tirao, J. A. (2013) “One-step spherical functions of the pair (SU(n+1), U(n))”. En: Huckleberry A., Penkov I., Zuckerman G. (eds) Lie Groups:

Structure, Actions, and Represen-tations. Progress in Mathematics, vol 306.

[16] Pacharoni, I., Tirao, J. A., Zu-rrián, I. N. (2014) “Spherical functions associated to the three dimensional sphere”. Annali di Matematica Pura ed Applicata. Vol. 193 (6): 1727-1778.

[17] Román, P., Tirao, J. A. (2006) “Spherical functions, the com-plex hyperbolic plane and the hypergeometric operator”. Int. J. Math. Vol. 17 (10): 1151-1173.

[18] Tirao, J. A. (1970) “Self adjoint function spaces on riemannian symmetric manifolds”. Proc. Amer. Math. Soc. Vol. 24 (2): 223-228.

[19] Tirao, J. A., Wolf, J. A. (1970) “Homogeneous holomorphic vector bundles”. Indiana Univ. Math. J. Vol. 20 (1): 15-31.

[20] Tirao, J. A. (1974) “Square in-tegrable representations of semi-simple Lie groups”. Trans. Amer. Math. Soc. Vol. 190: 57-75.

[21] Tirao, J. A. (1977) “Spherical functions”. Revista de la Unión Mat. Arg. Vol. 28 (1): 75-98.

[22] Tirao, J. A. (1994) “On the cen-tralizer of K in the universal en-veloping algebra of SO(n,1) and SU(n,1)”. Manuscripta Math. Vol. 85 (1): 119-139.

[23] Tirao, J. A. (2003) “The matrix valued hypergeometric equa-tion”. Proc. Natl. Acad. Sci. U.S.A. Vol. 100 (14): 8138-8141.

[24] Tirao, J. A. (2011) “The algebra of differential operators asso-ciated to a weight matrix: a first example”. XVIII Latin American Algebra Colloquium, Contem.

Math. Vol. 537: 291-324.

[25] Tirao, J. A., Zurrián, I. N. (2014) “Spherical functions of funda-mental K-types on the n-dimen-sional sphere”. SIGMA. Vol. 10: 41 pág.

[26] Warner G. (1972) Harmonic Analysis on Semi-Simple Lie Groups. Vols. I, II, Springer-Ver-lag.

NOTAS

1 Esta sección es un resumen de un capítulo escrito por R. Miate-llo de un libro en colaboración con él sobre la Historia de la Matemá-tica en Córdoba, encargado por la Universidad Nacional de Córdoba como parte de la celebración de su cuarto centenario; aún no publica-do.

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INSTRUCCIONES PARA LOS AUTORES

CIENCIA E INVESTIGACIÓN RESEÑASLa Asociación Argentina para el Progreso de las Ciencias (AAPC) presenta esta nueva revista on line, cuyo objetivo es el de publicar reseñas escritas, por invitación, de prestigiosos investigadores argentinos sobre su trayectoria y sus logros científicos. Los artículos describen en el cuerpo central del mismo aquellos aspectos que cada investigador considera más relevantes tanto en su producción científica como en el tema. Dicho cuerpo puede incluir reflexiones sobre las razones que impulsaron a elegir una determinada línea de investigación, o a seguir una determinada línea de razonamiento, así como consideraciones sobre el marco institucional y la época en el que se desarrollaron las tareas. El lenguaje debe ser preciso, y apuntar a lectores que pueden ser colegas investigadores, educadores, profesionales o estudiantes universitarios que no necesariamente están familiarizados con los temas tratados. Puede incluirse opcionales boxes o recuadros que elaboren temas que se desea separar del cuerpo principal. Para ello se pueden emplear cuadros de texto, o texto normal con bordes externos.El artículo se complementa con una Semblanza, escrita idealmente por un colaborador cercano o discípulo, que sirva como presentación del investigador. Debe evitarse la rígida formalidad de un currículo, pero debe contener la información importante sobre la trayectoria del investigador.Las reseñas se publicarán por invitación, tras análisis por parte del Comité Científico, constituido por prestigiosos investigadores de diversas disciplinas. La AAPC recibe con agrado sugerencias sobre investigadores a invitar, dado que uno de los objetivos es la creación de un archivo de las tareas de investigación que se llevaron a cabo en el país. En la primera etapa se contempla especialmente publicar contribuciones de investigadores mayores de 70 años.Las instrucciones para los autores se dan a continuación.

Presentación del manuscritoEl artículo podrá presentarse vía correo electrónico, como documento adjunto, escrito con procesador de texto word (extensión «doc») en castellano, en hoja tamaño A4, a doble espacio, con márgenes de por lo menos 2,5 cm. en cada lado, letra Times New Roman tamaño 12. No se dejará espaciado posterior adicional después de cada párrafo, y no se indentará el comienzo de los párrafos. Las páginas deben numerarse (arriba a la derecha) en forma corrida. La primera página deberá contener: Título del trabajo, nombre del autor, institución a la que pertenece o última que perteneció y correo electrónico. Es conveniente incluir en esta primer página al menos tres palabras claves en castellano y su correspondiente traducción en inglés para facilitar su obtención a través de los buscadores de internet. A partir de la segunda página se desarrollará la reseña correspondiente. De ser posible es útil iniciar el escrito con un resumen o introducción que rápidamente ubique al lector en la persona y tema que trata la reseña. De querer agregarse una lista de citas de los trabajos publicados en su trayectoria la misma se colocará al final del texto siguiendo las instrucciones que se dan más abajo, y bajo el título BIBLIOGRAFÍA (Times New Roman 12, negrita alineado a la izquierda). La extensión del manuscrito total no excederá las 30 páginas a doble espacio, salvo consulta previa con los Editores.En caso de ser necesario incluir ilustraciones, hacerlo al final y de no ser original deberá citarse su procedencia en la leyenda correspondiente. Es responsabilidad del autor asegurarse de contar con los permisos necesarios para su reproducción. En el texto del trabajo se indicará el lugar donde el autor desea ubicar la ilustración (haciéndolo en la parte media de un renglón en negrita y tamaño de letra 14). Es importante que las ilustraciones sean de buena calidad. Se pueden incluir cuadros de texto con información que se desea separar del texto principal. Los cuadros de texto se escribirán en Times New Roman 12 con espaciado simple, y contendrán un borde sencillo en todo su perímetro; alternativamente pueden armarse usando la facilidad cuadro de texto de Word. Se puede agregar un título a cada cuadro de texto, en negrita, Times New Roman 12, alineado a la izquierda.

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Por la naturaleza de las reseñas, es poco probable que se incluyan tablas. De presentarse esta situación, la misma debe contener un título en Times New Roman 12, negrita + bastardilla, centrado, arriba de la tabla. La lista total de trabajos citados en el texto se colocará al final y deberá ordenárse alfabéticamente de acuerdo con el apellido del primer autor, seguido por las iniciales de los nombres, año de publicación entre paréntesis, título completo de la misma, título completo de la revista o libro donde fue publicado, volumen y página. Ejemplo: Benin L.W., Hurste J.A., Eigenel P. (2008) The non Lineal Hypercycle. Nature 277, 108-115.La reseña debe enviarse como documento word adjunto por correo electrónico a la Secretaría de la revista, [email protected] con copia al miembro del Comité Editorial de la revista o del Colegiado Directivo de la AAPC que formulara la invitación, y que actuará en la etapa de adecuación del manuscrito para asegurar que el mismo cumpla con todas las pautas editoriales. El material adicional (fotos, figuras, etc) se enviará también como adjuntos en el mismo mensaje.

Precisiones complementarias1. El Titulo, en la página 1, irá en negrita, mayusculas pica 14, seguida, a doble espacio del nombre

del autor, negrita, pica 12, seguida a doble espacio del nombre la institución o institutciones a las cuales quiere asociar su nombre, negrita, pica 12, seguida a doble espacio de la dirección de correo electrónico del autor, pica 12. Todo esto irá centrado. A continuación se dejarán tres renglones y se colocarán en renglones seguidos, espaciado sencillo con espaciado posterior de 6 puntos palabras clave y keywords en renglones separados. Ejemplo:

Palabras clave: Física nuclear; problemas de muchos cuerpos; coordenadas colectivas; teoría de campos nucleares; cuantización BRST.

Keywords: Nuclear physics; many-body problems; collective coordinates; nuclear field theory; BRST quantization

2. En caso que el manuscrito presente secciones y subsecciones, se procederá de la siguiente forma. Las secciones se numerarán 1., 2., etc, y el título de cada sección irá en negrita, mayúsculas, pica 12. Las subsecciones se numerarán 1.1., 1.2., etc, y el título irá en negrita, pica 12, con formato de oración (sólo comienza con mayúsculas). En la eventualidad de un nivel adicional de secciones, se numerarán 1.1.1., 1.1.2., etc, y el titulo ira en negrita + bastardilla (italics), pica 12, con formato de oración (sólo comienza con mayúsculas).

3. En el cuerpo del texto, las referencias se indicarán entre paréntesis, con el apellido del autor y el año de publicación. Si son dos autores, con los apellidos de los dos autores mediados por “y” y el año de publicación. Si son más de dos autores, con el apellido del primero seguido por “y col.” y el año de publicación.

4. Las palabras en idioma extranjero (incluyendo el nombre de instituciones en su idioma original extranjero) se escribirán en bastardilla.

5. Las citas textuales se escribirán en bastardilla6. Las figuras podrán numerarse y contar con una leyenda. La leyenda se escribirá en Times New

Roman pica 10, siguiendo el formato del ejemplo siguiente:Figura 1. Fotografía tomada en ocasión del X Congreso Argentino de Fisicoquímica,San Miguel de Tucumán, abril de 1997. De izquierda a derecha: Albert Haim, NéstorKatz y José A. Olabe 7. Se debe proveer una foto del autor para ilustrar su artículo, y se debe sugerir el nombre de la

persona que puede escribir la Semblanza.8. El listado de referencias se escribirá con espaciado sencillo y espaciado posterior de 6 puntos.9. Las notas al final se escribirán en espaciado sencillo, pica 10. Las notas al final se indicarán en

el texto correlativamente, numerándolas 1,2, 3,… Si se usa Microsoft Word 2010, la inserción de notas al final se logra pulsando Referencias, Insertar nota al final, cuidando que el formato sea 1, 2, 3,… El formato se puede establecer pulsando Notas al pie (dentro de Referencias). Versiones anteriores de Word poseen opciones equivalentes.

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