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CENTRO DE ESTUDIOS POLÍTICOS Y CONSTITUCIONALES ITZIAR RUIZ-GIMÉNEZ ARRIETA HÉCTOR CEBOLLA BOADO FORO 12 INMIGRACIÓN Y CIUDADANÍA ITZIAR RUIZ-GIMÉNEZ ARRIETA Profesora de Relaciones Internacionales Universidad Autónoma de Madrid. HÉCTOR CEBOLLA BOADO Investigador Instituto Juan March de Estudios e Investigaciones. FORO 12 INMIGRACIÓN Y CIUDADANÍA “La emigración es una de las estrategias de supervivencia y desarrollo de millones de personas en el continente africano, así como un vector claro de desarrollo de los países de origen y acogida. Debe no ser vista, por tanto, como un problema sino como un conjunto de oportunidades y desafíos. Más que intentar contrarrestar los procesos migratorios, deben aceptarse y regularse, así como potenciar sus efectos beneficiosos.” I. R-G. A. ORIGEN Y CAUSAS DE LA EMIGRACIÓN DE ÁFRICA A ESPAÑA FORO 12 ORIGEN Y CAUSAS DE LA EMIGRACIÓN DE ÁFRICA A ESPAÑA 10,00

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ITZIAR RUIZ-GIMÉNEZ ARRIETA Profesora de Relaciones InternacionalesUniversidad Autónoma de Madrid.

HÉCTOR CEBOLLA BOADOInvestigador Instituto Juan Marchde Estudios e Investigaciones.

FORO12INMIGRACIÓNY CIUDADANÍA

“La emigración es una de las

estrategias de supervivencia y

desarrollo de millones de personas

en el continente africano, así

como un vector claro de desarrollo

de los países de origen y acogida.

Debe no ser vista, por tanto, como

un problema sino como un

conjunto de oportunidades y

desafíos. Más que intentar

contrarrestar los procesos

migratorios, deben aceptarse y

regularse, así como potenciar sus

efectos beneficiosos.”

I. R-G. A.

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ORIGEN Y CAUSAS DE LA EMIGRACIÓNDE ÁFRICA A ESPAÑA

CENTRO DE ESTUDIOS POLÍTICOS Y CONSTITUCIONALES

CONSEJO EDITORIAL

Luis Aguiar de LuqueJosé Álvarez JuncoBartolomé Clavero

Carlos ClosaElías Díaz

Santos JuliáFrancisco J. LaportaJavier Moreno Luzón

Francisco Rubio LlorenteJoan Subirats Humet

Joaquín Varela Suanzes-Carpegna

Itziar Ruiz-Giménez Arrieta

Héctor Cebolla Boado

ORIGEN Y CAUSASDE LA EMIGRACIÓN

DE ÁFRICA A ESPAÑA

CENTRO DE ESTUDIOS POLÍTICOS Y CONSTITUCIONALES

Madrid, 2007

© CENTRO DE ESTUDIOS POLÍTICOS Y CONSTITUCIONALES

NIPO: 005-07-059-7ISBN: 978-84-259-1354-9Depósito legal: M. 7.241-2007

Diseño de cubierta: Área Gráfica Roberto Turégano

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ÍNDICE

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Página

Aproximación al origen y las causas de la emigraciónde África a España

por ITZIAR RUIZ-GIMÉNEZ ARRIETA ............................................... 91. Introducción ................................................................... 92. Rasgos más relevantes de las migraciones africanas ........ 123. Factores de «empuje» de las migraciones africanas ........ 19

3.1. La crisis del estado africano ....................................... 213.2. Las transiciones a la democracia ................................. 323.3. Huyendo de la guerra y la violencia política... .............. 37

4. Conclusiones ................................................................... 44

La inmigración subsahariana hacia España: control de flujos,estrategias de supervivencia y cooperación

por HÉCTOR CEBOLLA BOADO ...................................................... 53

ÍNDICE

ITZIAR RUIZ-GIMÉNEZ ARRIETA APROXIMACIÓN AL ORIGEN Y LAS CAUSAS DE LA EMIGRACIÓN DE ÁFRICA A ESPAÑA

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Aproximación al origen y las causasde la emigración de África a España*

Itziar Ruiz-Giménez ArrietaProfesora de Relaciones Internacionales

Universidad Autónoma de Madrid

1. INTRODUCCIÓN

La llegada en los últimos meses de cientos de pateras y cayucosa las Islas Canarias vuelve a colocar a la inmigración africana enel centro de la agenda política española. Al mismo tiempo ha servi-do de acicate al debate público sobre cómo hacer frente a lo quese percibe como drama humano y a la vez como «invasión» y «pro-blema».

La cobertura mediático-política del fenómeno no se correspondecon la relevancia cuantitativa del colectivo subsahariano en nuestropaís. Los datos del Observatorio Permanente de la Inmigraciónmuestran que en 2002 arribaron 9.875 personas en pateras a Ca-narias, 9.388 en 2003 y 8.426 en 2004, cifra que descendió a4.715 en 2005. Es en el año actual cuando se observa un granincremento ya que, a finales de agosto, habrían llegado 23.1931. Sise comparan sin embargo con las entradas de extranjeros por aero-puertos son, en términos relativos, cifras insignificantes.

* Ponencia presentada en el Foro de Inmigración del Centro de EstudiosPolíticos y Constitucionales de 29 septiembre del 2006.

1 Datos de la delegación de Gobierno de las Islas Canarias.

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APROXIMACIÓN AL ORIGEN Y LAS CAUSAS DE LA EMIGRACIÓN DE ÁFRICA A ESPAÑA ITZIAR RUIZ-GIMÉNEZ ARRIETA

Los ciudadanos subsaharianos residentes legalmente en Españatampoco son un colectivo significativo en términos relativos. Endiciembre de 2005 había 115.000 con permiso de residencia y lapoblación censada ascendía a cerca de 130.000 (el 3,4% de losextranjeros censados)2. Por nacionalidades, el más importante es elsenegalés (26.972 personas), seguido del nigeriano (18.549), deGambia (15.504), Ghana (8.532) y Guinea Ecuatorial (7.566),todos ellos países del África Occidental y del Golfo de Guinea3.La inmigración africana se sitúa, por tanto, muy por debajo deotros colectivos como el marroquí (503.966 personas), ecuatoriano(339.618), colombiano (211.122), rumano (189.966) o británico(165.534).

La importancia del fenómeno deriva para el gobierno «no tantode factores cuantitativos sino de la gravedad del problema a medioplazo, y sobre todo, de las circunstancias que rodean el tránsito porvarios países africanos y la entrada en España de los emigrantessubsaharianos, a merced de mafias que trafican con seres humanosen condiciones a menudo trágicas y mortales»4. Por tal motivo, enlos últimos meses, se han desplegado una amplia gama de medidas(hasta ahora poco efectivas) para «contener» la llegada de los sub-saharianos: por un lado, el refuerzo del control fronterizo en laFrontera Sur (Ceuta, Melilla, estrecho, islas Canarias) y en las cos-tas de Marruecos, Mauritania, Senegal (con patrullas conjuntas)para impedir la salida de las pateras y cayucos; y, por otro, con unaofensiva diplomática para conseguir la repatriación de quienes lle-gan. Al mismo tiempo, las autoridades españolas han insistido enla importancia de actuar sobre las causas que desde el continenteafricano vienen empujando a la emigración.

En este contexto se sitúa el nuevo Plan África 2006-2008 pre-sentado en el mes de julio de este año. Recoge el compromiso del

2 Datos mencionados en el Plan África 2006-2008 presentado por el Go-bierno en julio del 2006.

3 Datos sobre personas con permisos de residencia a junio del 2006, Ob-servatorio de Extranjería.

4 Plan África 2006-2008, p. 70.

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gobierno de aumentar los fondos de AOD al continente africano, asícomo de destinar parte de dichos fondos a los principales paí-ses emisores de emigrantes (Senegal, Nigeria, Malí, Guinea Ecuato-rial, etc.). Asimismo, incluye la cooperación en materia de flujosmigratorios como uno de los grandes objetivos de la política exteriorespañola. Sin embargo, el Plan adolece de un análisis riguroso delas causas que dan lugar a la emigración.

En efecto, a pesar del papel central que ocupa en la actual po-lítica española (exterior y migratoria), la inmigración africana no hasido estudiada en nuestro país, en concreto en lo referente a suscausas5. Es más, existe una tendencia acusada en el debate públicoa achacar el origen a la miseria y pobreza del continente y a su di-ferencia abismal en el nivel de vida y desarrollo con España. Quedaasí oscurecido el hecho de que las causas del fenómeno son múl-tiples, complejas e interrelacionadas y necesitan enmarcarse enprocesos sociopolíticos y económicos más amplios. Procesos que vin-culan la realidad africana (compleja y heterogénea) con la actualglobalización económica, así como el contexto político y socio-eco-nómico de España (y Europa). De igual forma, no se puede enten-der la movilidad sin abordar aspectos microestructurales individua-les y colectivos que motivan que unas personas emigren y otras no.

Este texto no intenta realizar una radiografía completa de losmecanismos que impulsan a la emigración africana. No aborda losllamados factores de atracción que genera el contexto socio-econó-mico español. Tampoco incide en los análisis sobre la «diáspora»

5 Existen un número creciente de estudios empíricos sobre los inmigrantesafricanos en España desde la antropología, sociología o geografía humana. Ver,p.e., V. GOZÁLVEZ PÉREZ, 1993: Inmigrantes marroquíes y senegaleses en Alicantey Castellón (1993), Alicante, Universidad de Alicante, o del mismo autor: «Lainmigración africana hacia España: el acceso a través de la frontera sur», In-vestigaciones Geográficas, Alicante, 15, 1996, pp. 5-18; R. DÍAZ HERNÁNDEZ,1994: «Análisis demográfico de la inmigración llegada a Canarias desde elÁfrica occidental», Espacio y Tiempo. Revista de Ciencias Humanas, Sevilla,núm. 8, pp. 73-90. C. GALLEGO RENEDO: La inmigración africana en Zaragoza.Espacio, discurso y memoria de los procesos migratorios en Aragón, tesis doc-toral, etc.

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africana como fenómeno social y cultural donde las familias, lascadenas de amigos, las redes trasnacionales juegan un papel centralpara entender los aspectos «micro» antes mencionados. Intenta, porel contrario, desvelar el velo de la «miseria y la pobreza» para acer-carse a los contextos políticos y socio-económicos en los que se in-sertan. Antes resulta pertinente aportar algunos datos generalessobre el fenómeno.

2. RASGOS MÁS RELEVANTES DE LAS MIGRACIONES AFRICANAS

A lo largo de la historia, África ha sido un continente con enor-me movilidad, jugando los desplazamientos migratorios un papelcentral en la configuración de sus estructuras políticas, socio-eco-nómicas y culturales.

El nomadismo ha sido una constante hasta el punto de que al-gunas historiográficas explican su historia como la de sucesivasoleadas migratorias que se fueron extendiendo por el continente6.La llegada posterior de los europeos daría lugar a nuevos procesosmigratorios, en su mayoría de carácter forzoso, como fueron la tratade esclavos y los desplazamientos provocados por la colonizacióneuropea.

Al igual que en otros continentes, la esclavitud existía en Áfricadesde siglos. Sin embargo, adquirió dimensiones enormes a partirdel siglo XV debido al comercio promovido por europeos y árabes.No se conocen cifras exactas pero se calcula que más de 10 millo-nes de personas fueron víctimas de un comercio que transformó engran medida la realidad socio-política del continente7. Algunas so-ciedades se convirtieron en «estados negreros», especializados enatacar otros pueblos para obtener cautivos. Otras vieron cómo supoblación (en especial, hombres y mujeres jóvenes) era secuestrada

6 Sobre ello, ver V. BILGER & A. KRALER, 2005: «Introduction: African Migra-tions. Historical perspectives and contemporary dynamics», Stichproben.Wiener Zeitschrift für Kritische Afrikastudien, núm. 8, p. 8.

7 H. THOMAS, 1997: La trata de esclavos. Historia del tráfico de seres hu-manos de 1440 a 1870, Barcelona, Editorial Planeta.

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y llevada por la fuerza a las costas y hacia América y Oriente. Algu-nos retornaron al continente africano y se asentaron en la regiónoccidental (en Liberia y Sierra Leona). La trata de personas supusoun negocio muy lucrativo que, junto a otros factores, sentará lasbases del desarrollo de Europa y América del Norte además de darlugar a la diáspora «afroamericana». «Si los comerciantes de escla-vos definieron África como un espacio donde podían legítimamenteesclavizar a gente, sus víctimas descubrieron en su terrible expe-riencia un sentido de comunidad que les definió como gente conun pasado, con un espacio, con una imaginación colectiva»8.

La colonización europea dio lugar también a nuevas pautasmigratorias. Mientras miles de europeos se asentaban en el conti-nente, muchos más africanos eran obligados a desplazarse segúnlas necesidades de la economía colonial. Así por ejemplo, en 1970,existían más de 260.000 extranjeros trabajando en las minas deSudáfrica como resultado de la política de reclutamiento forzosoque promovió el régimen del «apartheid»9. La inmigración colonialfue en general de índole laboral y circular al obligarse a muchosjóvenes varones a desplazarse de forma temporal a trabajar en mi-nas, plantaciones, obras de infraestructuras (líneas de ferroca-rril, etc.), ciudades, etc., en durísimas jornadas laborales, con sala-rios escasos y condiciones de vida pésimas. Hubo incluso cierta mo-vilidad femenina, a pesar de su prohibición en la normativa colo-nial. Igualmente, algunos africanos (un número reducido que secifra en unos 1.500) pudieron desplazarse a las metrópolis pararealizar estudios universitarios y convirtiéndose luego algunos deellos en los líderes de la descolonización.

Las independencias de los años cincuenta y sesenta del si-glo XX10, significaron nuevas formas de desplazamientos migratorios

8 F. COOPER, 2002: «¿Para que sirve la globalización? La perspectiva de unhistoriador africanista», Nova África, núm. 10, p. 25.

9 En su mayoría provenientes del África Austral y, en especial, deMozambique.

10 La descolonización no concluyó hasta 1990-94 con las independenciasde Namibia y Sudáfrica.

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vinculados a los procesos de modernización y construcción estatalemprendida por los estados africanos. Será, no obstante, en las úl-timas dos décadas cuando se acentúa la movilidad africana hasta elpunto que el informe World Migration Report del 2005 consideraque África representa «la población más móvil del mundo».

Afirmación que contrasta con los datos de la Organización Inter-nacional de Migraciones (en adelante OIM) que estimaba que en elaño 2000 había 16,3 millones de emigrantes africanos (el 9% delos emigrantes internacionales) y el 2% de la población africana.Por su parte, el informe de la población Mundial (2006) eleva a 17millones los emigrantes africanos lo que, dado el crecimiento demo-gráfico del continente, supone el 1,9% de su población. Datos todosellos que desmienten la idea de que la inmensa mayoría de la po-blación huye del continente.

Sin embargo, tales cifras deben ponerse en entrecomillas dadala enorme escasez de datos objetivos. Si las estadísticas sobre laemigración en general no suelen ser completas (por las dificultadesde obtener datos fiables, por ejemplo, sobre los desplazamientosclandestinos o irregulares), el problema se acentúa en el caso afri-cano por varios factores añadidos: primero, la capacidad muy limi-tada de muchos de los estados para recopilar datos fiables de casicualquier ámbito de la vida socio-económica que se desenvuelvepor canales informales y no registrados; segundo, al menos hastaahora, se ha dado poca prioridad al fenómeno migratorio. Aunquealgunos países (como Ghana o Sudáfrica) disponen de fuentes rela-tivamente buenas, la gran mayoría presentan graves deficiencias.Muchos censos están anticuados o no reflejan de forma adecuadala composición demográfica del país ni la movilidad poblacional. Enocasiones no se distingue entre migración regular e irregular yen otras, los ciudadanos no disponen de pruebas de su nacionali-dad. Es más, según la Global Commission on International Migration(GCIM), la información disponible actualmente sobre las migracio-nes africanas es mucho menor en cantidad y peor en calidad quehace 20 años debido fundamentalmente a la crisis profunda sufri-da por muchos estados. Sin duda, uno de los desafíos existentes

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actualmente para conocer mejor la emigración africana, es mejorarla recogida de datos fiables sobre el fenómeno dentro y fuera delcontinente.

En todo caso lo que si se puede decir es que la movilidad afri-cana se ha diversificado y se ha hecho más compleja en las últimasdos décadas. También se puede afirmar que la inmensa mayoría delos desplazamientos no se producen hacia el Norte (Europa o NorteAmérica) sino dentro del propio continente africano.

Los desplazamientos mayores se producen dentro de los propiospaíses, desde el mundo rural hacia las ciudades cuyas proyeccionesde crecimiento son las mayores del mundo. Si en 1950 había 19millones de personas en dichas ciudades, en 1980 ascendían a 64millones y en el 2000 a 181 millones. Una parte de tales despla-zamientos es de quienes huyen de conflictos armados o de la vio-lencia, esto es, los desplazados internos que, según algunas fuen-tes, ascienden a 13 millones11.

Los que siguen en importancia al éxodo rural, son los intra-regio-nales entre los países del continente (migración sur-sur). Aunqueno existen datos fiables, algunas fuentes señalan que de cada diezemigrantes africanos dos se dirigen hacia el Norte y los otro ochohacia otros países africanos12. Se pueden distinguir dos circuitosmigratorios: la movilidad generada en las regiones fronterizas entredos estados que suele ser de carácter informal, circular y trans-fronteriza articulada en redes comerciales informales (en especialde mujeres) favorecidas por fronteras en general muy extensas ypoco custodiadas. Aunque escasamente estudiadas, dichas redesjuegan un papel fundamental en las estrategias de supervivencia demuchas familias (garantizando su seguridad alimentaría, la genera-ción de ingresos, el desarrollo de pequeños negocios, etc.)13.

11 Más de la mitad de los 20 millones de desplazados internos que existenen el mundo: R. W. COPSON, 1994: Africa’s Wars and Prospects for peace,Nueva York, Sharpe, p. 7.

12 M. KABUNDA, «La inmigración africana: verdades y contraverdades», LetraInternacional, núm. 68.

13 También existe una movilidad producida por cuestiones familiares (ya que

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Otros grandes circuitos migratorios se producen entre los estadosafricanos bien entre países vecinos o hacia los polos del continente(Sudáfrica, Nigeria, etc.). Muchos suelen ser de índole laboral y hancontribuido de forma notable al desarrollo de países (con muchosrecursos naturales) como Bostwana, Costa Marfil, Gabón, Kenia,Nigeria, Uganda o Sudáfrica. Otros son desplazamientos forzosos dequienes huyen de la represión o la guerra. África (con sólo el 12por ciento de la población mundial) acoge alrededor del 30% (3millones) de los refugiados (9,2 millones) del mundo. También seha observado en los últimos años un aumento de la trata de sereshumanos con fines de explotación sexual o para el trabajo domesti-co que se dirige sobre todo hacia Sudáfrica, África Occidental ytambién fuera del continente.

Se podría hablar incluso de varios subsistemas migratorios ca-racterizados por una gran complejidad, extraordinario dinamismo ygran inestabilidad en cuanto a las formas y pautas migratorias. Losdesplazamientos varían sobremanera y con cierta rapidez por lo queno resulta fácil delimitar claramente países de emigración, de tran-sito o de inmigración.

Aunque se producen procesos migratorios importantes entre lospaíses del África central (en especial hacia Gabón), en la zona delos grandes lagos (por ejemplo, de ruandeses y borundeses hacia laRDC y Tanzania) y en el Cuerno de África hacia Kenia, se puedehablar de dos grandes subsistemas: el África Austral y el ÁfricaOccidental.

En la región austral, el legado de las guerras en Angola y Mo-zambique y el creciente empobrecimiento del mundo rural y urbano(en especial en Lesotho, Malawi o Zimbabwe) han empujado a milesde personas hacia Mozambique, Namibia y, sobre todo, Sudáfrica.Como ha sido mencionado, el régimen del «apartheid» desarrollóuna política agresiva de reclutamiento de inmigrantes para sus mi-

debido a la imposición colonial de los límites fronterizos entre países o a mi-graciones anteriores, muchas familias viven separadas por fronteras internacio-nales).

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nas y plantaciones14. También se convirtió en destino de miles deemigrantes europeos al tiempo que otros miles de africanos huíande la represión y se refugiaban en países vecinos. Tras la indepen-dencia en 1990-94, mientras miles de personas de origen europeosalían del país, su dinamismo económico (con un PIB que supe-ra al conjunto de los países de la región) atrae a miles de inmi-grantes (en especial de países vecinos e incluso de otros estadosafricanos o asiáticos). A pesar de su contribución al desarrollo eco-nómico del país (sobre todo en las zonas mineras), en los últimosaños se produce una hostilidad creciente hacia la inmigración porparte de la opinión pública y los políticos adoptan políticasmigratorias cada vez más restrictivas. A partir de 1999 se procedea expulsar a más de un millón de personas, lo que vino a reducir elnúmero de trabajadores extranjeros legales de 52.704 (en 1996) a15.834 (2000). Sin embargo, el censo del 2001 sitúa en1.025.072 extranjeros, que supondría el 2,3% de la población delpaís. De forma parecida a lo que ocurre en España, tal cifra no secorresponde con la percepción de «invasión» que existe en el deba-te público sudafricano15. Con todo, es innegable que Sudáfrica seha convertido en el gran polo de atracción de emigrantes del conti-nente, proceso favorecido por el proyecto de integración regionaldel SADC (Southern African Development Community) al eliminarlos controles fronterizos en la región. También contribuirá desgracia-damente al aumento de la trata de personas hacia Sudáfrica. Segúnla OIM, las víctimas provienen tanto de la región (en especialMozambique y Malawi) como de países de Europa del Este, China oTailandia.

14 Tras las independencias, algunos países como Tanzania, Zambia yMalawi intentaron evitar esos desplazamientos.

15 J. CRUSH, V. WILLIAMS & S. PEBERDY, 2005: «Migration in Southern Afri-ca, Global Commission on International Migration», www.gcim.org; M. NIEMANN,2003: Migration and the Lived Spaces of Southern Africa Alternatives, vol. 28,pp. 115-140.

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Por su parte, el África Occidental es uno de los destinos preferi-dos de la emigración intraregional (sobre todo la de carácter circu-lar, temporal y laboral); en especial, desde los países del Sahelhacia los países costeros y que también se ve favorecida por el pro-ceso de integración regional de la Comunidad Económica del ÁfricaOccidental (CEDEAO). Los dos grandes polos de atracción sonNigeria (con cerca de 1 millón, el 0,7% de la población) y Costa deMarfil con más de 2.300.000 inmigrantes (13,1% de la pobla-ción)16, si bien la inestabilidad política actual de éste último paísparece revertir la tendencia. También es la región con mayor emi-gración hacia otros continentes. Se estima que un tercio de los afri-canos de la región viven fuera de sus lugares de nacimiento17.

En suma, la movilidad africana se produce mayormente dentrodel continente si bien, aumentan los desplazamientos intercon-tinentales. Se iniciaban en los años cincuenta y sesenta favorecidospor las políticas de «puertas abiertas» de las antiguas colonias(Francia, Reino Unido). En la década siguiente, se observa mayordiversificación hacia otros países (Alemania, Canadá, Estados Uni-dos, Países Bajos, países escandinavos), así como, en los años no-venta, hacia Portugal, Italia y España. Se estima que 3.6 millonesde africanos viven en la actualidad fuera del continente, dos deellos en Norte América y Europa18.

Otro aspecto que refleja la gran complejidad de la movilidadafricana es su creciente diversificación. Efectivamente, otra de laspercepciones erróneas (provocada gran parte por el perfil de losque llegan a Europa) es que se desplazan en su inmensa mayoríahombres jóvenes (entre los 20 y los 30 años). Imagen que no pare-ce adecuada a la luz de estudios diversos. Así el informe de la po-blación mundial del 2006 recuerda que el 47% de los emigrantes

16 Datos del informe de la población mundial del 2006.17 A. DE HAAN, 2000: Migrations Livelihoods and Rights: The Relevance of

Migration in Development Policies, Londres, DIFD, Social Development WorkingPaper, núm. 4, p. 7; ver también A. ADEPOJU, 2003: «Migration in West Afri-ca», Development, 46:3.

18 OIM, 2004.

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africanos son mujeres19. Aunque la mayoría se mueve dentro y entrelos países de la región, una parte creciente se dirige hacia el Norte.Dichas inmigrantes no llegan sólo por reagrupación familiar. Emi-gran solas y son, de forma creciente, personal altamente cualifi-cado, en especial, personal sanitario que proveniente de Ghana,Nigeria, Sudáfrica o Zimbabwe, se han instalado en Arabia Saudita,Canadá, Estados Unidos y Reino Unido.

Tales datos invitan a desterrar otra idea extendida: que los emi-grantes subsaharianos son pobres, provenientes del mundo rural ysemianalfabetos. Por el contrario, los políticos africanos vienen de-nunciando desde hace años que muchos de sus profesionales máscualificados emigran hacia el Norte. Un informe de la ComisiónEconómica para África de Naciones Unidas (UNECA) estima queel continente perdió más de 25.000 profesionales en el periodo1960-1975, más de 40.000 en 1975-1984, duplicándose la ci-fra en 1987. El Banco Mundial señala que estos trabajadores supo-nen el 40% de la actual emigración africana20.

Nos encontramos, por tanto, con una gran complejidad que difi-culta poder dar una respuesta única a la pregunta sobre las causasy factores origen del fenómeno.

3. FACTORES DE «EMPUJE» DE LAS MIGRACIONES AFRICANAS

Se mencionaba en la introducción que la percepción general enEspaña vincula las migraciones africanas con la miseria y pobrezacreciente sin que parezca necesaria mayor explicación. Por su parte,los organismos internacionales sitúan su origen en la llamada pato-logía del subdesarrollo, que se considera producto de una crisis eco-nómica galopante, del progresivo deterioro medioambiental, del cre-

19 No está claro si este proceso de feminización representa una nueva pau-ta migratoria o si era invisible por su exclusión de los canales migratorios for-males y los escasos estudios al respecto…

20 Sobre todo ello, ver E. PAPP, 2006: «Los refugiados intelectuales enOccidente», en Nova África, núm. 18, pp. 41-42.

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cimiento demográfico descontrolado, del aumento de la exclusión ymarginalidad social, la corrupción e incapacidad de los gobiernosafricanos, y la debilidad de sus estados. Esta visión incide, sinduda, en aspectos que influyen en la génesis de las migracionesafricanas21. Sin embargo, también resulta parcial e inadecuada paraexplicar por qué se producen los desplazamientos, como se perpe-túan (o acaban), porque adoptan unas formas u otras, y participanunos actores u otros. Cuatro serían las posibles críticas a tal plan-teamiento:

La primera sería que, si fuera cierto que el subdesarrollo es lacausa de que las personas emigren, deberían ser los que viven enpeores condiciones (de vida, de expectativas de futuro) quienes másse muevan; la investigación empírica parece demostrar lo contrario.Una segunda sería la tendencia a generalizar lo que ocurre en elcontinente cuando, bajo la etiqueta del subdesarrollo, subyacen si-tuaciones muy diversas: desde potencias económicas (para los es-tándares africanos) como Sudáfrica o Nigeria, a regiones situadasen los últimos puestos del índice de desarrollo humano (IDH); des-de democracias, a regímenes autoritarios o conflictos armados; des-de megaestados como RDC (cuyo territorio es más grande que Eu-ropa Occidental), a microestados como Ruanda, Burundi; desdepaíses culturalmente homogéneos (como Botswana o Somalia) aotros con una gran diversidad etno-cultural, etc. Una tercera criticasería la incapacidad de explicar porqué la mayoría de los emigran-tes africanos no se dirigen hacia el Norte sino hacia otros lugaresdel continente. El cuarto reproche remite al fuerte reduccionismo ala hora de explicar las causas del subdesarrollo y la emigración.Aunque reconoce ciertas influencias externas (el peso de la deuda,la dependencia de los estados africanos de los mercados interna-cionales, etc.), ponen el énfasis en factores endógenos al propiocontinente. Y con todo ello esconde (más que desvela) muchos delos procesos políticos y socio-económicos que originan la miseria yla pobreza.

21 S. RICKARD, 2005: ¿Saltaron o les empujaron? El aumento de la inmigra-ción subsahariana (ARI), núm. 133/2005.

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Este texto es un intento de situar a la emigración africana en elmarco de tales procesos. Para ello, se pretende analizar y compren-der la crisis multidimensional que han sufrido los estados africanosen los últimos veinte años, y cuyo fruto ha sido la sistemática viola-ción de los derechos humanos (civiles, políticos, sociales, económi-cos y culturales) de las sociedades africanas, principal «factor deempuje» de la emigración.

3.1. LA CRISIS DEL ESTADO AFRICANO

Existe un consenso amplio en la literatura africanista en que losestados africanos sufren un proceso de erosión y debilitamientoque, como veremos, supondrá un importante «incentivo macroes-tructual» en la emigración. En las páginas siguientes, intentaremosaproximarnos (de forma inevitablemente superficial dada la exten-sión del texto) a la multitud de factores históricos y contemporá-neos, estructurales y coyunturales, endógenos y exógenos que expli-can la crisis del estado africano. Es preciso recordar que cada paísha tenido su propia historia —sus personajes, su particular trayec-toria histórica, coyuntura socio-económica y política, acontecimien-tos señalados, pautas de comportamiento, etc.22 Aún así, en la cri-sis de muchos de los estados, confluyen elementos similares:

• Factores endógenos de la crisis

a) El difícil legado colonial ya que los lideres de las indepen-dencias construyeron los estados sobre estructuras no pensadaspara el bienestar de sus sociedades. Todo lo contrario, heredabanunas fronteras que no se ajustan a la realidad social existente (divi-den grupos etno-culturales, familias, rompen rutas comerciales o

22 La excesiva tendencia a generalizar sobre lo que ocurre en África es unode los recurrentes problemas a los que se enfrenta cualquier investigaciónsobre el continente.

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de ganado preexistentes, etc.). También recibían instituciones ad-ministrativas débiles, ausentes en la mayor parte del territorio (salvoen las ciudades), escaso personal local cualificado, infraestructurasmínimas e inadecuadas y una economía extrovertida23. Asimismo,se les lega una cultura política de violencia, arbitrariedad e impuni-dad, así como una realidad etno-cultural tensionada por las políti-cas coloniales del «divide y vencerás»24.

b) Regímenes de naturaleza personalista y neo-patrimonial

Con tal legado histórico, los dirigentes emprendieron proyectosdiversos de modernización y desarrollo. Impulsaron mejoras en lasinfraestructuras, una incipiente industrialización e urbanización y,sobre todo, un fuerte crecimiento del sector público convertido enel motor del desarrollo. Dichos proyectos impulsaron el crecimientode las ciudades africanas gracias al importante éxodo rural. Al mis-mo tiempo, se extendían (sin duda de forma limitada), los serviciossanitarios y educativos, lo que impulsaba el incremento exponencialde la población. Si África contaba con 277 millones de habitantesen 1960, en el 2000 ascendía a 796 millones y en el año 2005a 897 millones, esto es el 14% de la población mundial.

Teniendo como prioridad absoluta el desarrollo, la clase políticaafricana promovía en muchos casos, un proceso de centralizacióndel poder político, el férreo control de la economía y la supresióndel pluralismo político. La democracia se convertía en excepción(Bostwana, Mauricio), y los regímenes autoritarios en la regla. Se

23 P.e., la colonización portuguesa construyó en Mozambique tres únicaslíneas de comunicación (los corredores de Limpopo, Beira y Nacala) para unirel océano Índico con las colonias británicas del interior. Ninguna línea decomunicación recorre el país de Norte a Sur (unos 4.000 kilómetros). Algosimilar ocurre en otros muchos países africanos.

24 Sobre esta herencia colonial, ver M. MANDANI, 1996: Citizen and Subject:Contemporary Africa and the legacy of the Late Colonialism, Princenton,Princenton University Press.

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calcula que entre 1952 y 1990 se produjeron 78 levantamientosarmados en el continente25. Las dos superpotencias entonces exis-tentes y sus aliados (Francia, Cuba, Libia) alentaron claramentedicha tendencia, ignorando el historial de violaciones de derechoshumanos de tales regímenes, historial que iba a producir importan-tes desplazamientos forzados de población (refugiados y desplazadosinternos).

Otra característica distintiva del estado africano es su carácterneo-patrimonial. Bajo la expresión que J.B Bayart denominó la «po-lítica del vientre»26, se da cuenta de una forma de gobierno por laque los dirigentes se apropian de forma privada de las estructurasestatales para crear y mantener redes clientelares, a través de lascuales, a cambio de apoyo político, se distribuyen de forma selecti-va e informal los recursos estatales (prebendas, empleo público,actividades ilegales)27. Dicha forma de gobierno ocupa un lugar pre-dominante en el escenario político africano y ha contribuido, juntoal miedo y la violencia, a que muchos dirigentes permanezcan en elpoder durante décadas. Tal fue el caso de Maussa Traore en el po-der en Malí desde 1968 a 1991, o del partido socialista de LepoldSedar Senghor que gobernó Senegal de 1960 hasta el 2000, etc.

La centralidad de las políticas del vientre en la agenda políticaafricana no debe, sin embargo, hacernos pensar que es una especi-ficidad africana ya que dicha forma de gobierno neopatrimonial seda en muchos lugares del mundo. Tampoco difiere de la utilizada

25 Benin (en 6 ocasiones), Burkina Fasso (6 oc.), Burundi (4 oc.), Repú-blica Centroafricana (3), Chad (1), Las Comores (4) RDC (1), Congo-Braza-ville (4), Guinea Ecuatorial (1), Etiopia (1), Gabón (1), Guinea (1), GuineaBissau (2), Lesotho (3), Liberia (1), Madagascar (1), Malí (2), Mauritania (3),Níger (2), Nigeria (6), Ruanda (1), Santo Tome y Príncipe (1), Sierra Leona(5), Somalia (1), Sudan (5), Togo (3), Uganda (4),

26 J. B. BAYAR, 1999: El estado en África. La política del vientre, Barcelona,Ediciones Bellaterra.

27 Esas actividades privadas irían desde el sector informal hasta actividadesilegales como caza furtiva de animales, comercio ilegal de diamantes, etc. VerP. CHABAL & C. DALOZ, 2002: África camina. El desorden como instrumento po-lítico, Barcelona, Ediciones Bellaterra.

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por las propias potencias coloniales28. Por otro lado, la composición,extensión y bases sociales de las redes neopatrimoniales varían depaís a país. Afecta en ocasiones a un porcentaje importante de lapoblación para quien el Estado es, con intensidad diferente, unrecurso central, secundario o esporádico. Se produce así una re-distribución (sin duda ineficaz) de los recursos. Un puesto en laadministración sirve en numerosos casos para mantener a una ex-tensa red familiar: se acoge a algún familiar proveniente del cam-po, se paga los estudios de otro, se financia a un tercero un peque-ño negocio o el alimento diario, se envían remesas a los parientesen el mundo rural, etc. En este sentido es importante recordar quelas sociedades africanas tienen muy arraigado el sentido de perte-nencia a una familia extensa y enraizada la idea de que cada indi-viduo es responsable en algún grado, de la supervivencia no sólo desus hijos o cónyuge, sino también de sus padres, tíos, primos, abue-los, tíos segundos, primos terceros, etc...

Aunque a veces son extensas, en otras las redes neopatrimonialesse manifiestan en el lenguaje del «tribalismo político» cuando se ar-ticulan sobre el linaje étnico, familiar o religioso de los gobernantes29.En ambos casos, se excluye a gran parte de la población que adoptadiferentes estrategias. Una de las respuesta ante el «tribalismo polí-tico» es la resistencia y la lucha por el control del estado desde laoposición política pacifica o armada pero siempre fuertemente repri-mida. De esta forma se alimentan los levantamientos armados y tam-bién un sinfín de conflictos internos como los que asolaron Áfricadurante el periodo de la Guerra Fría30. Conflictos en los que en muchos

28 Ver, p.e., A. MBEMBE, 2001: On the postcolony, Los Angeles, Universidadde California.

29 J. LONDSDALE, 2000: «Etnicidad moral y tribalismo político», Nova Africa,núm. 8. Ver también B. BERMAN, 1998: «Ethnicity, patronage and the Africanstate: the politics of uncivil nationalism», African Affairs, núm. 97.

30 P.e., en Ruanda-Burundi (1959, 1962, 1972), Congo (60-64), Biafra en1968 en Nigeria, Sudán (1963-72, 1983-actualidad), Etiopía, Chad,Mozambique (1977-92), Angola (1976) y Uganda. También se producían le-vantamientos armados en Kenia, Lesotho, Malawi, Malí, Níger, Mauritania,Yibuti, Senegal.

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casos fue determinante la injerencia ya aludida de las superpotenciaso sus aliados31. Dichos conflictos reforzaron el otro tipo de respuesta:la estrategia de «salida» o «escapada» del estado refugiándose en suscomunidades étnicas o en la huida y el refugio en otros países.

Según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los refu-giados (ACNUR), en 1964 había 700.000 refugiados africanos,1.451.800 en 1978 y una cifra cuatro veces superior en 1990(5.501.500). La inmensa mayoría de ellos se refugiaron en paísesvecinos, en especial, en aquellos que disfrutaron de largos periodosde paz como Botswana, Camerún, Costa de Marfil, Djibuti, Kenia,Gambia, Malawi, Islas Mauricio, Senegal, Somalia, Suazilandia,Tanzania, Zambia, Zimbabwe. Durante muchos años, estos paísesmantuvieron unas políticas de asilo generosas a las que con eltiempo afecto la crisis del estado africano.

c) Extraversión de los estados africanos

Otra de las características del estado postcolonial es su carácterextrovertido y altamente dependiente del exterior debido a dos fac-tores: las dificultades de financiar el estado a través de los impues-tos de una población que vive en su mayoría en una economía desubsistencia y el mantenimiento de las economías de exportaciónde productos agrícolas (heredadas de la colonización y promovidaspor los organismos económicos internacionales). Por tal motivo, paraquienes dominan el estado es vital el control de los flujos económi-cos internacionales (en especial, el comercio exterior y la ayudainternacional). Con dicho control pueden obtener recursos para susredes, promover políticas de desarrollo o mantener la represión sien-do, según algunos autores, mayor la capacidad de cooptación y re-presión cuantos más recursos atraigan desde el exterior32.

31 Como Francia, que intervenía militarmente en más de 30 ocasiones en elÁfrica francófona para apoyar o derrocar regímenes.

32 A. CAMPOS SERRANO, 2005: «Ubicando el desarrollo: las implicaciones po-líticas de la ayuda en Guinea Ecuatorial y Mozambique», en A. CAMPOS SERRANO

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El contexto internacional facilita la labor de «gapekeepers»33.Por un lado, la inicial bonanza económica (interna y externa graciasa los petrodólares) les permite obtener créditos de los organismoseconómicos internacionales; por otro, el contexto bipolar favore-ció el apoyo de las dos superpotencias (o de Francia en el caso delÁfrica Occidental) para quienes el historial de represión o corrup-ción de los dirigentes no fue un impedimento para concederlesayuda.

La extraversión de los estados africanos sostenía de esta formala centralidad del estado africano y «su política del vientre». Tam-bién dificultaba la creación de espacios económicos independientesque pudieran absorber la creciente población activa que se veíaexcluida del estado, favoreciendo sus estrategias de «salida» o «es-capada». Igualmente fortalecía la dependencia exterior de esos paí-ses y, por tanto, la fragilidad y vulnerabilidad ante los cambios quese producían en el sistema internacional.

• Factores exógenos de la crisis

En las páginas siguientes se abordan aquellos avatares interna-cionales que, dada su naturaleza extrovertida, van a contribuir deforma determinante a la erosión del estado africano.

a) Crisis de los mercados internacionales de materias primas

Durante las primeras décadas de independencia los países afri-canos crecieron un 3,9% en el periodo 1960-1970 y un 2,9% en-tre 1970-198034. El PNB por habitante aumentó una media anual

(ed.): Ayuda. Mercado y buen gobierno. Los lenguajes del desarrollo en Áfricaen el cambio del milenio, Barcelona, Icaria, p. 259.

33 F. COOPER, 2000: Africa since 1940. The past of the present, Cam-bridge, Cambridge University Press.

34 Datos del Banco Mundial citados en A. SANTAMARÍA, 2000: «África en las

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del 1,6% gracias a la buena cotización de los productos agrícolas(café, cacao, algodón, tabaco, té, aceite de palma, etc.) y a los re-cursos naturales (minerales, madera, petróleo) en los que estabanespecializados.

La bonanza económica se quebró (en momentos diversos y condiferente impacto según cada país) debido al «efecto dominó» quela crisis energética de 1973 tendría sobre el mercado internacionalde materias primas. A partir de principios de los ochenta, se des-ploman los precios de las exportaciones africanas, como se reflejaen el cuadro adjunto:

relaciones económicas internacionales», en F. J. PEÑAS ESTEBAN, África en elSistema Internacional, Madrid, Los Libros de la Catarata.

1980 1988 1996

Volumen Ingresos Volumen Ingresos Volumen Ingresos

Ghana (cacao) 218 789 294 509 372 638Costa de Marfil (cacao) 332 1.955 519 1.724 1.138 2.400Costa de Marfil (café) 207 — 180 — 149 —Senegal (cacahuete) 175 115 376 132 207 87

Fuente: A. SANTAMARÍA, 2000.

VOLÚMENES DE EXPORTACIÓN E INGRESOS EN LOS PAÍSESDEL ÁFRICA OCCIDENTAL

El aumento del volumen de las exportaciones de los países delÁfrica Occidental no implicó un aumento correlativo de los ingresosestatales. Al contrario, el desplome de los precios internacionalesdel café (un 13% menos), cacao (33%), etc., sumió a lo estados enuna crisis financiera importante que se vio agravada por el peso delpago de la deuda externa (acumulada las décadas anteriores).

Quienes se vieron más afectados fueron sin duda los habitantesdel mundo rural. A pesar del crecimiento de las ciudades, la mayo-ría de la población seguía viviendo de la agricultura, y tras la crisisdel sector agrícola perdía su principal fuente de ingresos. La situa-ción se agrava debido al deterioro medioambiental provocado, entre

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otros factores, por la presión demográfica, el cambio climático, lascatástrofes naturales35, etc.

El empobrecimiento de la población rural acentuado por el cre-cimiento demográfico y la inseguridad alimentaría, impulsa a mu-chas familias a enviar a alguno de sus miembros hacia las ciudadeso a países vecinos. Aumentan así, las llamadas unidades domesticasgeográficamente divididas (geographically split household) dondelas remesas del emigrante ocupan un papel central en la economíafamiliar al permitir comprar alimentos, insumos agrícolas, pagargastos escolares o médicos, invertir en pequeños negocios (normal-mente venta ambulante, etc.).

La crisis refuerza asimismo las estrategias de «escapada» deamplios grupos de la población que, de forma creciente, viven almargen, articulando sus relaciones sociales sobre redes de parentes-co, étnicas, acudiendo a las autoridades tradicionales para resolversus conflictos, etc. Sobreviven en una economía popular en la quelas redes comerciales transfronterizas (y las diásporas), contribuyena paliar la creciente crisis económica agravada por las nuevas diná-micas internacionales.

b) Efectos de los planes de ajuste estructural

A principios de los ochenta, los organismos internacionales (enespecial el FMI y BM) y los países donantes se replantean sus polí-ticas de Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) con el continente. Cons-cientes del fracaso de las medidas anteriores, aprovechan su posi-ción predominante para imponer su nueva visión del «desarrollo»,que pasa por el predominio del mercado y la reducción del estado(considerado el culpable del subdesarrollo). Para ello condicionansu ayuda a la aplicación de los famosos Planes de Ajuste Estructu-ral (PAE) y aportan la receta de liberalización de la economía,privatización del sector público, refuerzo de la producción agrícola

35 Como sequías —Etiopia, Chad, Níger—, inundaciones —Mozambique.Etiopia—, plagas —Níger—, etc.

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para la exportación (a pesar de las proteccionistas políticas agríco-las del Norte) y, sobre todo, de reducción de la centralidad del es-tado en la economía y la sociedad. A pesar de medidas tan drásti-cas, la crisis de legitimidad y de recursos (por el fracaso de los pro-yectos de modernización) empujará a muchos países africanos aaceptar dichas políticas de ajuste.

Pronto se pondrán sin embargo de manifiesto los efectos delajuste así como su influencia en los desplazamientos migratorios.Primero, el recorte del sector público supone, para bien o para mal,el estrangulamiento de las redes patrimoniales reduciendo la legiti-midad y base social del estado. Segundo, implica una importantedisminución del empleo público, Miles de trabajadores son despe-didos y abocados a sobrevivir en la economía informal (venta ambu-lante, agricultura urbana, etc.). Aunque esta última crece de formaespectacular, las familias se ven afectadas por la disminución deingresos y por la mayor competencia y aumento de la pobreza urba-na, lo que favorece la movilidad. También impacta en el mundorural donde las familias (geográficamente divididas) ven reducidaslas remesas provenientes de la ciudad. En tercer lugar, los PAE eli-minan las barreras aduaneras y los subsidios a los alimentos, lo queencarece la dieta básica de la población y agudiza la inseguridadalimentaría, en especial, en el mundo urbano. Cuarto, el recorteestatal afecta al mantenimiento de las infraestructuras de trans-porte y de sectores sanitarios o educativos que también se reducendrásticamente. En unos casos, se impone de forma oficial el pagode «tasas» escolares o médicas. En otros se congela, reduce (o nose paga) el salario de maestros, médicos, enfermeras quienes parasobrevivir se ven obligados a exigir dinero a la población por su tra-bajo. El impacto en la economía de las familias será enorme yaque, en muchos casos, no podrán enviar a sus hijos a las escuelas opagar la asistencia sanitaria de sus enfermos. La otra opción de lostrabajadores del sector público va a ser la emigración.

Efectivamente, el impacto de los PAE en las inversiones en edu-cación y sanidad, incentiva la salida de profesionales que se en-cuentran con sus salarios congelados o impagados, con despidos,

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deterioro de las instalaciones, etc. Al igual que en otros ámbitos noexisten estadísticas fiables pero diversos estudios estiman que, enlas últimas décadas (y en especial en los años noventa), decenas demiles de profesionales altamente cualificados optaron por la emi-gración. Se calcula que, a principios de los noventa, el capital hu-mano fuera del continente equivalía al 35% del PIB de la región(cuando en Asia sólo llegaba al 3%).

Por último, los PAE tienen un impacto desproporcionado en lasmujeres y las niñas. Por un lado, aumenta su carga como principa-les responsables de la supervivencia familiar dado el desempleomasculino, perdida de remesas, etc.; por otro, se produce una reti-rada de las niñas de las escuelas al aumentar sus carga familiar.Más en familias en las que los adultos (tanto hombres como muje-res) optan por emigrar para garantizar la supervivencia de la fami-lia. De ahí, la creciente feminización de la emigración africana querequiere estudios más detallados que aborden su magnitud, direc-ción y su impacto en el desarrollo de los países de origen y destino,y en las estructuras familiares y sociales africanas (cambios de ro-les, estrategias de supervivencia, etc.36).

En definitiva, el impacto de los PAE en el proceso de erosión delos estados africanos contribuirá a agravar significativamente lascondiciones de vida de la población africana hasta el punto que losindicadores de desarrollo humano de muchos países empeoraran deforma manifiesta respecto a la década de los sesenta y setenta. Seagranda así, el malestar social y el divorcio entre la población yunos dirigentes que, en algunos casos, optan por aumentar el «tri-balismo político», crispando aún más las relaciones interétnicas. Aligual que ocurriera en el pasado (en especial en la época colonial),las identidades étnicas se reinventaban y reconstruían para excluira otros grupos. La situación se agrava a finales de los ochenta conlos cambios que se producen en las políticas oficiales de coopera-ción al desarrollo.

36 J. CRUSH, V. WILLIAMS & S. PEBERDY, 2005, op. cit., p. 15.

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c) El final de la Guerra Fría y la nueva agenda de «desarrollo»para África

El fin de la contienda bipolar libera a las políticas de ayuda delas ataduras de la «realpolitik» que, en el periodo anterior, habíamotivado el apoyo de los países occidentales (y de la extinta URSS)a los regimenes africanos37. Surgía toda una nueva agenda de «co-operación al desarrollo» ligada a lo que se conoce como la con-dicionalidad política de la ayuda: sólo se dan fondos a quienesrespetan los derechos humanos y son democráticos. El «buen go-bierno» (y el liberalismo económico) pasan a ser los puntos centra-les de la agenda del desarrollo y asistimos a cierta vuelta al estado,aunque ahora se exige transparencia, buena gestión, rendición decuentas, participación de la sociedad civil, respeto de los derechoshumanos, etc.38.

Aunque existe quien señala, de forma acertada, la incoherenciade exigir el respeto de los derechos humanos y mantener los PAE; ola subordinación de la ayuda a consideraciones de interés nacional(y, en especial, de seguridad) de los donantes39; o lo cierto es que,al menos durante la primera mitad de los noventa, los gobiernos deEstados Unidos, Francia, Reino Unido, la UE (con los acuerdos deLome V) asumen la nueva agenda del desarrollo y suspenden o cor-tan su ayuda a más 20 gobiernos africanos (hasta entonces aliados).

La nueva agenda de «buen gobierno» se suma así, a las fuertespresiones internas a favor del cambio político y de una mayor justi-cia social, dando lugar a nuevos rumbos en el continente...

37 Ver I. RUIZ-GIMÉNEZ, 2001: «El papel de la Comunidad Internacional enla resolución de los conflictos internos africanos en la década de los noventa»,en J. R. TRUJILLO, África hacia el siglo XXI, Colección Casa de África, SIAL Edi-ciones, pp. 485-500.

38 A. ALCALDE, & J. ALBERDI, 2005: «Gobernabilidad y cooperación internacio-nal al sur del Sahara», en A. CAMPOS SERRANO (ed.), op. cit., pp. 39-70.

39 G. R. OLSEN, 1998: «Europe and the promotion of democracy in postCold War Africa: How serious is Europe and for what reason?», African Affairs,núm. 97; ver también, entre otros, G. SORENSEN (ed.), 1993: PoliticalConditionality, Londres, Frank Cass.

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3.2. LAS TRANSICIONES A LA DEMOCRACIA

Los cambios internacionales y su impacto en la crisis del estadoposcolonial tienen consecuencias diversas según la historia y coyun-tura política de cada estado. En algunos el final de la contien-da bipolar ayudó a la finalización de los conflictos de Etiopía,Mozambique y Angola —luego reanudada—, al derrumbe pacíficodel apartheid en Sudáfrica y, por consiguiente, a la independenciade Namibia. En otras, ante presiones internas y externas, muchosregímenes africanos emprenden procesos de transición a la demo-cracia.

Efectivamente, en más de cuarenta estados africanos se pone fina regímenes de partido único, se celebran elecciones multipar-tidistas, se admite el pluralismo político y cierta libertad de prensa,posibilitando el retorno de más de 5.5 millones de refugiados. Al-gunos proclaman el «renacimiento africano» o la «segunda libera-ción» del continente.

Sin embargo, tras más de una década, se puede afirmar que «elalcance de dichos cambios en cuanto a la participación de los afri-canos en su propio gobierno ha sido muy limitado, y se ha circuns-crito a menudo a operaciones de maquillaje o reproducción de for-mas autocráticas»40. Muchas de las transiciones han sido meros«pactos entre elites», tendentes a garantizar que todo cambie paraque todo siga igual. No sólo algunos antiguos dictadores volvían alpoder a través de las elecciones sino que, tras el nuevo lenguajedemocrático, las «políticas del vientre» continúan jugando un papelprotagonista.

A pesar del crecimiento económico de determinados países (vin-culado a la subida del precio del petróleo y ciertos recursos natura-les), en la mayor parte la situación socioeconómica no cambia, alcontrario, empeora. Diversos factores juegan en contra: la creciente

40 CAMPOS SERRANO, 2005: «Introducción. Discursos y prácticas del desarrolloen África: ¿Diálogos convergentes?», en op. cit., p. 19.

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marginalidad económica del continente (agravada por la especiali-dad agrícola y las políticas proteccionistas del Norte), el peso de ladeuda externa (que supone el 70,2% del PIB del continente)41, lasmedidas de ajuste y las «políticas del vientre», etc. La confluenciade tales factores agrava el empobrecimiento de la población lo quees, a su vez, un incentivo importante para la emigración.

También se incrementa, de forma alarmante, la fuga de cere-bros. Se estima que el continente ha perdido más de un tercio desu personal altamente cualificado (aprox. entre 400.000 y 1 mi-llón de personas), en su mayoría investigadores, académicos, profe-sores, médicos, ingenieros42. Los bajos salarios, el contexto de tra-bajo pobre e inadecuado, las pésimas condiciones de vida, así comolas limitadas expectativas que disponen en sus países son, sin duda,factores que les empujan a emigrar. Empuje que, en ocasiones, seve reforzado por la represión del gobierno, las desigualdades degénero o la búsqueda de mejores incentivos o una mejor educaciónpara los hijos…

Según la OIM, actualmente unos 20.000 profesionales abando-nan anualmente el continente. En su estudio Kapur y McHalen43

concretan la distribución geográfica del brain drain al señalar que,en el año 2000 el porcentaje de africanos con estudios de tercerciclo fuera de su país superaba el 50% en Gambia, Seychelles,Somalia, se situaba entre el 25 y 50% en 14 países (entre ellosGuinea Ecuatorial, Guinea Bissau, Liberia, Nigeria)44, y estaba entreun 5% y un 25% en 29 países (entre ellos Costa de Marfil, Ca-merún, Gabón, Malí, Marruecos, Mauritania, Níger, Senegal, Sudá-

41 La deuda externa de África Subsahariana en el año 2000 fue de215.794 millones de dólares, representando el 70,2% del PIB. Datos delBanco Mundial. Global Development Finance 2002.

42 EDITH PAPP, 2006: «Los refugiados intelectuales en Occidente», NovaÁfrica, núm. 18, p. 41.

43 KAPUR y McHALEN, 2005: The global migration of talent: What does itmean for developing countries?, Center for Global Development.

44 Los otros son Angola, Eritrea, Ghana, Kenia, Madagascar, Mauricio,Mozambique, São Tomé y Príncipe, Sierra Leona.

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frica)45. Sólo en 7 países el porcentaje era inferior al 5%46. El casode Zambia es extremo pues de los 600 médicos que había en laindependencia, hoy en día sólo quedan 50 en todo el país47.

La UNECA advierte que, «de seguirse el ritmo actual, en 25años, África se quedará sin cuadros». En especial, como denuncianlos países africanos, si continúan las agresivas políticas de recluta-miento de algunos países del Norte que intentan cubrir así su défi-cit demográfico. Así, en el año 2003 el gobierno británico concedía5.880 permisos de trabajo a profesionales de la salud de Sudá-frica, 2.825 para Zimbabwe, 1.510 para nigerianos y 850 ghaneses.La OMS estima que para el año 2008, el Reino Unido tendrá undéficit de más de 250.000 enfermeras, Canadá (78.000) y Aus-tralia (40.000)48.

En los últimos tiempos se han adoptado determinadas medidaspara intentar revertir esta tendencia. Por un lado, algunos gobiernos(Canadá, Reino Unido, Sudáfrica) han revisado sus políticas paracontratar enfermeras exclusivamente de países con los que se hayafirmado un acuerdo aunque en la práctica no han sido muy efecti-vos. Por ejemplo, tras anunciar el compromiso, 3.300 enfermerassudafricanas se incorporan al sistema sanitario británico a pesar deno existir convenio. Por otro, algunos países africanos (con apoyo deorganismos internacionales) han intentado incentivar el retorno desu personal cualificado, pero la situación socio-económica y políticade muchos estados juega en su contra. Según Edith Papp, se hanadoptado medidas para posibilitar el llamado «retorno virtual» me-diante la creación de redes de conocimiento con el fin de que losemigrantes ofrezcan su conocimiento y experiencia en sus países de

45 Argelia, Benin, Burundi, Chad, Comores, Congo, RDC, Yibuti, Etiopía,Guinea, Malawi, Ruanda, Sudán, Suazilandia, Tanzania, Togo, Túnez, Uganda,Zambia y Zimbabwe.

46 Botswana, Lesotho, Burkina Faso, República Centroafricana, Egipto,Libia y Namibia.

47 Informe de la población mundial, 2006, p. 8.48 Actualmente existen en la ciudad inglesa de Manchester más doctores de

Malawi que en su país de origen.

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origen, a través de consultoras on line, estancias cortas o enseñan-za a distancia. Se han creado para ello diversas redes africanas(SANSA —South African Netwok of Skills Abroad—, ANA ni-geriana) que buscan incrementar la capacidad científico-tecnológi-ca de los países africanos y contribuir a su desarrollo. Sin embargo,hasta ahora, todas estas medidas no han sido suficientes para re-vertir la fuga de cerebros49.

La fuga de cerebros presenta un impacto especial en el sectorsanitario. Según la OMS, África carga con el 25% de las enferme-dades infecciosas en el mundo y sólo dispone del 13% de los tra-bajadores sanitarios. El efecto es determinante, por ejemplo, en laspolíticas de lucha contra el SIDA y su incidencia en el continenteafricano50.

Aunque es un tema complejo y no existen datos demasiado fia-bles, diversos estudios muestran la estrecha relación del SIDA conlos procesos migratorios del continente51. La evidencia muestra, porun lado, que las redes migratorias son uno de los principales cana-les de extensión de la epidemia, así como que la movilidad dificultael acceso de los emigrantes a programas de prevención, educación,asistencia, etc.52 Por otro lado, están surgiendo nuevas formas demigración como respuesta a la enfermedad: el retorno de enfermospara ser cuidados por sus familiares con el consiguiente aumentode carga (en especial para las mujeres) y el declive de ingresos(pérdida de las remesas) en el mundo rural. A veces, la muerte delenfermo obliga a la mujer a abandonar el hogar y la tierra y mover-se a otro lugar. Se incentiva, así, nuevos desplazamientos (sobretodo, de mujeres) que retroalimentan las diásporas tanto a nivel

49 E. PAPP, 2006, op. cit., p. 62.50 Según la OMS, el personal sanitario que vive en regiones con los mayo-

res porcentajes de incidencia del SIDA (p.e., el 68% en Zimbabwe y el 26%en Uganda) muestra mayores intenciones de emigrar.

51 J. CRUSH, V. WILLIAMS & S. PEBERDY, 2005, op. cit., p. 22.52 Existe una mayor incidencia de SIDA cerca de las carreteras, y entre

personas que han tenido experiencias migratorias o tienen parejas que sonmigrantes.

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local y de las redes comerciales informales y circulares como haciael mundo urbano o la migración interestatal.

En definitiva, la epidemia del SIDA y el deterioro de la crisisagrícola agudizan en los años noventa la crisis del mundo rural.Ello anima a muchas personas, incluido un creciente porcentaje demujeres, a abandonar el campo y desplazarse a la ciudad. Allí seincorporan a otras miles de personas que no encuentran empleo ysubsisten en la economía popular. Aunque muchos permanecen enellas, en algunos casos, (los menos) se produce la vuelta a la loca-lidad de origen. Otros, por el contrario, consiguen las conexionesnecesarias para migrar hacia otros países. Como se mencionó en elapartado anterior, la mayoría se desplaza a países vecinos, en espe-cial aquellos que pudieran estar menos afectados por la crisis (p.e.,por disponer de recursos naturales como petróleo, p.e., Nigeria oGuinea Ecuatorial) o tener mayor estabilidad política (Costa de Mar-fil). Sin embargo, en ocasiones, se encuentran con que dichos paí-ses han adoptado políticas migratorias restrictivas.

Tal sería, por ejemplo, el caso de Costa de Marfil que durantedécadas mantuvo sus «puertas abiertas» a la inmigración lo quecontribuyó de forma muy significativa a su crecimiento económico.En 1998, los extranjeros representaban un 26% de la población(4.000.047)53 y, en general, tenían derecho a trabajar, cultivar tie-rra, votar o casarse con nacionales del país. También acogió a milesde refugiados provenientes de la guerra de Liberia (1989-1997).Sin embargo, a mediados de los años 90, se agudiza el deterioroeconómico iniciado una década antes con la caída de los preciosdel cacao (del que era primer productor mundial), la piña y el acei-te de palma y agravado con la devaluación del franco CFA y las di-ficultades para hacer frente al pago de la deuda externa o para im-portar petróleo. Al mismo tiempo, aumenta el malestar social ante

53 Frente a 3.039.037 en 1988, lo que supone una tasa de crecimientomedio anual del 2,6%. Procede generalmente de países limítrofes como Malí,Guinea, Ghana, Liberia y Burkina Faso. Los nacionales de este último país re-presentan el 56% de la población extranjera y el 15% de la población de Costade Marfil.

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las medidas impuestas por el FMI y el Banco Mundial. El deteriorode la situación y el miedo del antiguo partido único (reconverti-do en democrático) a perder el poder lleva al presidente LaurentGbagbo a usar el tema migratorio como chivo expiatorio, abogar porla expulsión de miles de inmigrantes (incluidos miles de personasnacidas en el país pero de padres inmigrantes) lo que no hará másque agudizar la inestabilidad política del país hasta que en el año2001 se transforma en guerra abierta.

En otros países ocurre algo parecido. En 1989, a raíz de ciertosenfrentamientos en el que se vieron involucrados sectores de laspoblaciones fronterizas entre ambos países con cientos de muertos,Mauritania expulsa a 70.229 senegaleses y Senegal hace lo mismocon 240.000 mauritanos. En 1998, debido al conflicto fronterizocon su vecino país, Etiopia procede expulsar en pocos días a 5.000eritreos y, durante toda la década de los noventa, Sudáfrica hace lopropio con miles de inmigrantes. Al igual que en Europa, los inmi-grantes pasaban a ser vistos como una amenaza (más que una opor-tunidad), como portadores de enfermedades (SIDA, etc.), delin-cuentes o acaparadores de empleo…

Aunque harían falta más estudios para confirmarlo, es posibleque estas nuevas políticas migratorias más restrictivas, hayan afec-tado a los circuitos migratorios, ampliando los desplazamientoshacia Europa y el Norte.

3.3. HUYENDO DE LA GUERRA Y LA VIOLENCIA POLÍTICA…

A lo largo de este texto se ha pretendido cuestionar las explicacio-nes que sitúan el origen de la emigración africana en la miseria y lapobreza mostrando los procesos políticos y socio-económicos que haydetrás. En mi opinión, se minimiza la importancia de los conflictosarmados, la represión política y las violaciones de los derechos huma-nos (civiles y políticos) como «incentivos» a la movilidad africana.

Aunque en el discurso público se mantiene que los extranjerosde origen subsahariano que llegan a España, son en su inmensa

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mayoría inmigrantes económicos, el continente africano ha sido (ysigue siendo) un importante productor de refugiados. Es más, unade las características de la posguerra fría ha sido la proliferación deconflictos internos, destacándose tres zonas altamente conflictivas:

— El África Occidental y la región del Río Mano: con los con-flictos de Liberia (1990-1997, 1998-2003), Sierra Leona(1990-2000), Costa de Marfil (2002-actualidad). Tambiénse producen conflictos de menor intensidad en Guinea Bis-sau (2003 por la crisis de los refugiados), Nigeria (2003 convarios grupos armados por ejemplo en el Delta del Níger,etc.). Asimismo se mantiene el conflicto independentista enla región de la Casamancia de Senegal.

Dicho conflicto se inicia en 1982 con la creación delMovimiento de Fuerzas Democráticas de la Casamancia—MFDC— que cuestiona la marginación política y económi-ca que sufre la región por parte del gobierno y los «nordis-tas». Durante los ochenta, la represión gubernativa fue durí-sima y a partir de 1990, los enfrentamientos se radicalizanal tiempo que el MFDC se escinde en varios grupos. El con-flicto continua en la actualidad, a pesar de diferentes treguasalcanzadas entre el gobierno y algunos de los grupos arma-dos. La violencia en la región obliga a muchas personas ahuir de la región y desplazarse a Dakar o a los países vecinos(Gambia, Guinea Bissau) que han apoyado, por épocas, elmovimiento independista, lo que ha tensionado su relacióncon Senegal54.

— La zona de los Grandes Lagos con el conflicto en Burundi(1993-actualidad), el genocidio en Ruanda (1994) y su pos-terior efecto de desestabilización de la región, en especial, dela República Democrática del Congo. La crisis de los refugia-dos de 1996 desencadena primero, la caída del régimen de

54 Sobre este conflicto ver, p.e., J. TOMÁS, 2004: «Casamance: ¿hacia unapaz real?», Nova África, núm. 14.

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Mobutu (1996-1998) y, después, un conflicto bélico (1998-2003), considerado la primera «guerra mundial africana»por la implicación de Angola, Burundi, Chad, Ruanda, Ugan-da, Zimbabwe. También existe un conflicto separatista en elnorte de Uganda (1996-actualidad), así como varios levanta-mientos armados en el Congo Brazaville y República CentroAfricana.

— El Cuerno de África con el conflicto de Somalia, estado co-lapsado desde 1991. Otra guerra importante es la de Sudándonde, desde su independencia en 1956, se entrecruzandiferentes conflictos (en las montañas de Nuba, Darfur, SurSudan) relacionados con la respuesta armada de ciertos gru-pos a la exclusión y marginación de sus regiones por el go-bierno de Jartum. Además de una breve escaramuza fronte-riza entre Etiopia y Eritrea, subsisten conflictos de menorintensidad en el primero (por la represión política del gobier-no de Meles Zenawi) o en Kenia.

Es necesario señalar, no obstante, que la violencia armada noafecta por igual a todas las regiones. Así, el África Austral es unaregión estable, en especial, tras el final de la guerra civil en Angolacon la muerte de Savimbi, líder de UNITA (União Nacional para aIndependencia Total de Angola) en febrero del 2002, si bien esposible observar un aumento de inestabilidad política en Zimbabwe.

Aunque cada uno dispone de su historia, protagonistas y acon-tecimientos señalados, los conflictos africanos se relacionan no sólocon el «tribalismo político» o las «políticas del vientre», sino tam-bién con una enardecida lucha por la llamada economía política dela guerra, esto es, el control de los recursos naturales (petróleo,diamantes, coltan, minerales, madera, etc.) muy apreciados en elmercado internacional55. Este aspecto ha llevado a M. Kaldor a de-

55 Véanse, por ejemplo, I. RUIZ-GIMÉNEZ, 2004: Las “buenas intenciones”:intervención humanitaria en África, Barcelona, Icaria. M. DUFFIELD, 2000: Lasnuevas guerras en un mundo global. La convergencia entre desarrollo y segu-ridad, Madrid, Los Libros de la Catarata.

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nominar los conflictos africanos como «nuevas guerras», «guerraspor recursos» en las que lógica primordial de ciertos actores locales(gobiernos y grupos armados) e internacionales (gobiernos africanosy del Norte así como una multitud de empresas multinacionales...)es el control de territorios de depredación (con recursos naturalesvaliosos) a través de la extensión del terror entre la población: vio-laciones masiva de mujeres, cooptación de niños y niñas para losgrupos armados o trabajar en minas, etc. El fácil acceso al flore-ciente comercio internacional de armas favorece las violaciones dederechos humanos. Algunos de los principales países donantesde ayuda para el continente son al mismo tiempo los principalesexportadores de dichas armas...

Según la campaña Adiós a las armas de Amnistía Internacional,Greenpeace, Intermón y Médicos Sin Fronteras, España ha vendidograndes cantidades de munición en el África Occidental (a pesar dela moratoria contra las armas ligeras de la CEDEAO desde 1998),en especial a Ghana (350 millones de pesetas en 2001), inclusocuando había evidencias claras de que las armas se desviaban apaíses en conflicto como Sierra Leona, Nigeria o incluso Angola.

Es importante, por tanto, destacar que los conflictos en Áfricano son luchas «tribales», ni la economía política de la guerra bene-ficia sólo a los señores de la guerra. Al igual que otras políticas in-ternacionales, contribuyen a proporcionar materia prima (si es posi-ble a bajo coste) a los países del Norte. Estas redes sobre las que seactúa poco desde las políticas de AOD, aceleran el proceso de em-pobrecimiento de la población africana así como la destrucción desu capital humano, recursos naturales y medio ambiente.

El impacto de las redes y la violencia armada han sido inmensos,agravando la situación política y socio-económica de muchos paí-ses, lastrando su futuro durante décadas. Se calcula, por ejemplo,que el 60% de las muertes producidas en conflicto armado en laposguerra fría ocurrieron en el continente africano. También origi-naron desplazamientos masivos de población, incrementándose deforma espectacular el número de refugiados africanos durante laprimera mitad de los noventa. Si en 1990 había 5.501.500, en el

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año 1994 ascendía a 6.75 millones, esto es, el 47% de la pobla-ción mundial de refugiados. Son sobre todo mujeres (el 48% de lapoblación refugiada) y niños y niñas (el 54%).

La inmensa mayoría de los refugiados africanos acuden a paísesvecinos: en el Cuerno de África (Etiopia, Kenia, Somalia, Sudan),en los Grandes Lagos: (Burundi Ruanda, Tanzania Uganda) y en elÁfrica Occidental (Costa de Marfil, Guinea, Guinea Bissau, Liberia,Sierra Leona). Subsisten, no obstante, un número significativo derefugiados en Angola, Argelia, Congo-Brazaville, Chad, Kenia, Zam-bia. Algunos estados (RDC, Sudán, Chad, Etiopia, Kenia, Liberia oSudan) son, al mismo tiempo, países de origen y de asilo.

Como se puede observar en la tabla siguiente, a partir de 1995,disminuye el número de refugiados hasta los aproximadamente 3millones actuales (el 30%), en su inmensa mayoría refugiados pri-ma facie.

Categoría Refugiados Solicitantes de asilo Retornados

1993 6.417.089 773.467

1994 6.792.881 2.531.937

1995 5.972.881 665.147

1996 4.361.232 25.688 1.648.912

1997 3.482.025 36.228 628.246

1998 3.345.407 63.269 695.317

1999 3.523.393 61.095 291.944

2000 3.627.130 90.541 253.638

2001 3.283.863 107.159 266.804

2002 3.343.663 159.570 345.261

2003 3.135.800 166.100 345.100

2004 3.022.600 208.100 329.700

2005 2.571.500 238.896 281.400

PERSONAS PROTEGIDAS POR EL ACNUR EN ÁFRICA

Fuente: ACNUR.

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Las explicaciones sobre dicha reducción difieren. Algunos auto-res vinculan la reducción con el final de algunos conflictos comolos de Liberia o Sierra Leona y el retorno de más de un millón derefugiados rwandés a su país de origen. Otros autores por el contra-rio, se preguntan si la disminución no guarda más relación con elaumento espectacular de desplazados internos (DI) en la región56.Su cifra ha ascendido de los 5 millones a principios de los noventaa los 13 millones actuales57, si bien la Unión Africana eleva la cifraa 16 millones58. Para J. Crisp, el aumento de DI se debe sobre todoa las crecientes dificultades que encuentran las poblaciones africa-nas para abandonar su país59 y que, en mi opinión, remiten a lacrisis del asilo que se ha producido, similar a la acontecida en elNorte y que ha servido de «efecto dominó». A pesar de que durantedécadas han acogido a millones de personas y a que reciben fuertespresiones desde el Norte para que acepten a quienes previamentehabían pedido asilo en Europa, muchos gobiernos africanos hanpasado a considerar a los refugiados una carga inaceptable en tér-minos económicos, medioambientales o de seguridad.

Se quejan de que los refugiados (y en general los inmigrantes)compiten con su población por los trabajos escasos, recursos (tierra,agua, madera...) y que sobrecargan la escasa infraestructura exis-tente (escuelas, centros de salud, alojamientos). Esta «competen-cia» parece generar hostilidad y resentimiento en una poblaciónlocal que, a veces, percibe a los extranjeros como privilegiados (porla asistencia internacional) frente a su difícil lucha por la supervi-vencia. También existe una denuncia creciente del impacto medio-ambiental (erosión del suelo, deforestación, sobreexplotación del

56 J. CRISP, 2000: «Africa’s Refugees: Patters, Problems and PolicyChallenges», Journal of Contemporary African Studies, núm. 18: 2, p. 160.

57 R. W. COPSON, 1994: Africa’s Wars and Prospects for peace, Nueva York,Sharpe, p. 7.

58 OUA, 2005: Addis Ababa Document on Refugees and Forced PopulationDisplacements in Africa, http://www.unhcr.org/cgibin/texis/vtx/home/opendoc.htm?tbl=RSDLEGAL&page=research&id=3ae68f43c.

59 J. CRISP, 2000, op. cit., p. 160.

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agua) que la presencia masiva de refugiados supone en las regionesde acogida60. Por todo ello, muchos gobiernos han adoptado políti-cas de asilo muy restrictivas: cierre de fronteras y campos de refu-giados, devoluciones y repatriaciones forzosas de miles de personas,etc. También se observa un preocupante aumento de los sentimien-tos xenófobos y de hostilidad contra los refugiados (y, en general, losinmigrantes) por parte de políticos y poblaciones locales61.

A pesar de ello, el continente africano sigue albergando al 41%de los refugiados del mundo, con más de dos millones y medio,cifra que contrasta enormemente con los 5.374 refugiados políti-cos de España. La mayoría de ellos se concentra actualmente enel Cuerno de África con 1.6 millones de refugiados sudaneses y839.000 somalíes62. En el África Occidental se ha producido unincremento importante de refugiados togoleses que se han cua-driplicado desde los 11.200 de principios del 2005 a los 51.100al final del año, desplazándose en su mayoría hacia Benin yGhana…

A pesar del creciente rechazo público, la población de refugia-dos aporta aspectos positivos a las sociedades de acogida y, en es-pecial, a través de dos vías. Por un lado, los nada despreciablesingresos que reciben a través de la ayuda para refugiados63 y que

60 K. JACOBSEN, 2001: «The forgotten solution: local integration for refugeesin developing countries», New Issues in Refugee Research, UNCHR workingpapers. Sobre estudios concretos de casos véanse, por ejemplo, BAKEWELL,2000: «Repatriation and self-settled refugges in Zambia», Journal of RefugeeStudies, vol. 13:4; CALLAMARD, 1994: «Refugee and Local host: a study of thetrading interactions between Mozambican refugees and Malawian villages»,Journal of Refugee Studies, vol. 7:1.

61 Sobre ello, ver I. RUIZ-GIMÉNEZ, 2006: «Refugiados en África: De la tradi-cional hospitalidad africana a la crisis del asilo», en CEAR: La situación de losrefugiados en España, Madrid, Los Libros de la Catarata.

62 Datos del ACNUR a finales del año 2005.63 Así, por ejemplo, en 2000, la ayuda recibida para asistir a los refugiados

ascendió en Tanzania a 29.742.000 dólares, en Kenia a 22.407.000, enEtiopia a 20.015.000, en República Democrática del Congo a 20.074.000 yen Zambia a 11.376.000, según los datos del ACNUR.

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sirven para nutrir las arcas estatales. También sirven para beneficiara las poblaciones locales (con empleo, mejora de infraestructuras,de la atención sanitaria o escuelas) y mitigar así, su creciente hos-tilidad hacia refugiados. Por otro, las sociedades de acogida se be-nefician de las actividades económicas y capacidades de los refu-giados que canalizan sus recursos (ayuda, pertenencias o remesas)en los mercados locales. Y, como es frecuente, si los campos per-sisten años, los refugiados se integran localmente contribuyendo ala actividad económica local y regional. No son, por tanto, exclusi-vamente una carga. Por el contrario, al confinarlos en campos ais-lados (como ocurre cada vez con más frecuencia en el continente)y privarles de libertad de movimiento, acceso a la tierra o al merca-do laboral, es cuando se violan sus derechos además de impedirlescontribuir al desarrollo del país de acogida.

Existe otra forma de desplazamiento forzoso que no aporta efec-tos positivos a la población africana sino, por el contrario, es unanueva forma de esclavitud. Me refiero a la «trata» de seres huma-nos que, de forma creciente, se dirige hacia los dos polos del con-tinente (Sudáfrica o el África Occidental) y también hacia el Norte.Existen dos tipos de trata: la de niños para el trabajo domestico oagrícola dentro de los estados o a través de las fronteras y la demujeres, niños y niñas con fines de explotación sexual. A pesar dediversas iniciativas que se han llevado a cabo a nivel regional e in-ternacional, esta gravísima violación de los derechos humanos siguesiendo un problema creciente en el que, entre otros factores, influ-ye la feminización de la emigración, las políticas de «cierre de fron-tera» que aumentan la vulnerabilidad de las mujeres, niños y niñasante las redes organizadas, etc.

4. CONCLUSIONES

Se ha pretendido acercarse a la génesis de la movilidad africanaactual incidiendo en los contextos políticos y socio-económicos don-de se inserta. Se ha prestado especial atención a la crisis multidi-

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mensional de los estados africanos analizando tanto sus factoresendógenos como exógenos. También se han abordado los rumbosdiferentes que en la posguerra fría han emprendido los estadosafricanos (transiciones a la democracia, conflictos armados, etc.).No se han eliminado, no obstante, muchos de los factores que pro-ducen la violación sistemática de derechos humanos que es, en miopinión, el principal «factor de empuje» de la emigración.

Los contextos políticos y socio-económicos vinculan la realidadafricana con el actual proceso de globalización (sobre todo en sudimensión económica) y ofrece nuevas causas, incentivos y mediospara los desplazamientos. En su inmensa mayoría se producen den-tro del propio continente africano (migraciones sur-sur) y reflejangran complejidad: éxodo rural, redes locales transfronterizas, emi-gración intra-regional, desplazamientos forzosos de refugiados, des-plazados internos o victimas de trata, fuga de cerebros, femini-zación, etc. Suelen ser procesos migratorios que se mueven porcanales informales (más ante las nuevas políticas migratorias res-trictivas de muchos países africanos) pero que realizan una impor-tante contribución al desarrollo de los países de la región. Tambiénhan aumentado significativamente los desplazamientos fuera delcontinente. En todos ellos, las personas buscan mejorar sus vidasy que, a diferencia de donde viven, se respeten sus derechos hu-manos.

Con todo, la movilidad africana contemporánea no se puede en-tender sólo centrándose en lo que ocurre en el continente y se debeampliar a otros aspectos igualmente importantes. En primer lugar,la atracción del contexto socio-económico en España productomúltiples factores: mejores condiciones de vida y empleo, necesida-des laborales en ciertos sectores económicos (sector hostelero, cons-trucción, agricultura, servicio doméstico, etc.) la incorporación de lamujer al trabajo, el descenso demográfico, etc.

Segundo, la revolución actual de las comunicaciones favorece ladifusión de ideas e imágenes sobre la forma de vida en el Norte, asícomo facilita los viajes. Asimismo, incentiva la creación y difusiónde las «diásporas», esto es, de redes trasnacionales que vinculan a

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los emigrantes con sus sociedades de origen, dando lugar a nuevasformas de vida, redes e identidades transnacionales.

No se debe olvidar que la emigración responde a decisiones yacciones concretas (diferentes en cada caso) de personas y grupos(los menos) que, en lugar de permanecer en sus lugares de origen(como hacen la mayoría), deciden emigrar. En muchos casos, taldecisión se toma en el contexto de familias extensas (que ya hemosmencionado juegan un papel central en el caso africano) que envíaa la emigración a alguno de sus miembros como estrategia colecti-va de supervivencia. Aún así, dicha explicación no debe generalizar-se al existir gran diversidad de «incentivos micro» al desplazamien-to. Así, junto al proyecto colectivo mayoritario, existen proyectosindividuales de hombres y mujeres que emigran para huir del férreocontrol social y familiar (mucho mayor en el ámbito rural), por eldeseo de fundar nuevas familias, como rito iniciativo para accedera la edad adulta, o incluso por ansias de aventura. Además, la emi-gración requiere recursos materiales y sociales para acceder a lasredes sociales que posibilitan el desplazamiento (y más en el con-texto de «cierre de fronteras» tanto dentro de África como en elNorte). «La existencia de tales redes ayuda a explicar ciertas dis-cordancias entre contextos y conductas: una persona puede tomaruna decisión de emigrar más por la seguridad que le ofrecen suscontactos que por las ventajas materiales que se deducen de la si-tuación objetiva»64.

Existe, por tanto, gran diversidad de experiencias concretas queconfluyen en el origen de los viajes migratorios. Con estudios másconcretos podremos entender mejor el proceso actual de «auto-selección» del flujo migratorio. Como es sabido, este último no sue-le ser una muestra aleatoria de la población de origen. Presenta,por el contrario, características que hacen que sea más probable eldesplazamiento de ciertos grupos: en el caso español, jóvenes varo-nes de ámbitos más bien urbanos y con cierto nivel educativo.

64 COLECTIVO IOE, 1999: Inmigrantes, trabajadores, ciudadanos. Una visiónde las migraciones desde España, Valencia, Universitat de Valencia, p. 211.

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A pesar de la heterogeneidad de «incentivos micro», los emigran-tes suelen articularse en multitud de actividades transnacionales(económicas, sociales, culturales, religiosas), las diásporas que con-tribuyen al desarrollo económico social y cultural no sólo de suspaíses de origen sino también de destino y que necesitan ser estu-diadas desde una perspectiva histórico-holística65. Se han converti-do en un factor clave de la integración de los estados africanos enla globalización.

Existe un debate creciente sobre la relación existente entre laemigración y el desarrollo de las sociedades africanas66. Parte deldebate se centra en los efectos negativos de la ya abordada «fugade cerebros» y en la evidencia creciente del efecto positivo de lasredes migratorias y, en especial de las remesas, en el desarrollosocio-económico del continente.

Según fuentes oficiales (OIM), el continente recibe oficialmenteel 15% de las remesas mundiales y la región subsahariana sólo el5%. Si en general las cifras sobre remesas suelen ser parciales(dado que sólo se cuentan las canalizadas por circuitos financierosformales), en el contexto africano, el problema se acentúa ya que lamayoría de los emigrantes africanos utilizan mayormente canalesinformales a través de las propias diásporas familiares o de amigos.Para enviar fondos se aprovecha el retorno de un amigo, familiar,miembro de la misma cofradía religiosa, etc. La debilidad de lossistemas financieros en el continente (con escasa presencia en elmundo rural, elevados costes financieros, etc.) desincentiva por suparte el uso de los canales legales.

Aunque se conoce poco el impacto de las remesas en la econo-mía africana (dado que se canalizan en su inmensa mayoría porcanales informales) es evidente que suponen una de las principalesfuentes de financiación, supervivencia y desarrollo de muchas fami-lias africanas. De forma individual y también colectiva, los emigran-

65 Ídem.66 Ver, p.e., R. BLACK & S. AMMANSSARI (et al.), 2004: Migration and Pro-

paper Policy in West Africa, Working Paper, Sussex Centre for MigrationResearch.

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tes contribuyen con fondos y bienes a la supervivencia de sus fami-lias y comunidades quienes las destinan principalmente al consumobásico (comida, ropa), gastos educativos, sanitarios, mejora de vi-viendas, compra de insumos agrícolas, puesta en marcha de peque-ños negocios. Las remesas no son sólo económicas, sino tambiénsociales, ya que las diásporas juegan un papel esencial en la difu-sión en múltiples direcciones de ideas, conocimiento, nuevas for-mas de conocimiento, etc.

Las remesas de alguna forma permiten paliar (muchas veces deforma limitada) los efectos de la crisis del estado, del impacto delas políticas de ajuste, así como del creciente empobrecimientotanto del mundo rural como urbano. En este sentido, algunos estu-dios muestran el impacto de las migraciones en los objetivos delMilenio, en especial, el de erradicar la pobreza (objetivo 1), educa-ción primaria para todos (2) o los objetivos relacionados con la sa-lud (4-6)67. Además, pueden contribuir a reducir la movilidad haciala ciudad y limitar el número de personas que necesitan migrar aotros países.

Según el Banco Mundial, sólo las remesas oficiales representanuna suma cuatro veces mayor que la AOD y contribuyen más quecualquier iniciativa internacional a la reducción de la pobreza. To-mando el caso de Senegal (país de origen de la mayoría de losemigrantes africanos en España), se estima que el flujo financierode las remesas alcanza los 60.000 millones de francos CFA, estoes, la décima parte del presupuesto nacional, sin contar que lasremesas informales son aún mucho más numerosas. En el caso deBurkina Fasso, suponen alrededor del 25% del PIB68. Sin embargomuy pocos países africanos han incorporado la inmigración en susestrategias de reducción de la pobreza: así en el África Occidentalsólo Cabo Verde, Senegal y Níger.

67 Ya hemos mencionado los efectos negativos, pero también hay positivospues los emigrantes pueden beneficiarse de los mejores servicios sanitarios yeducativos de los países de acogida.

68 D. KAPUR, 2003: Remmittances: The New Development Mantra, G-24Technical Group Meeting.

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A pesar del impacto positivo, algunos autores advierten de losposibles efectos negativos: pueden exacerbar las desigualdades so-ciales entre las familias de los emigrantes y las que no han queridoo podido emigrar; pueden generar cierta cultura de dependenciatanto de las familias como de los estados que reciben menos incen-tivos para reestructurar sus economías. Algunos expertos cuestionanque son fondos que se destinan al consumo de las familias más quea inversiones productivas. Otros plantean que la propensión a en-viar remesas varía según el sexo (más las mujeres), estado civil, in-tención de retorno, fortaleza de los lazos con las comunidades deorigen, etc.

Los estudios existentes, no obstante, resaltan los efectos positi-vos de las remesas que brindan beneficios incuestionables a lasfamilias, comunidad y países de origen y así lo defienden las prin-cipales instituciones internacionales (Naciones Unidas, Banco Mun-dial), organizaciones regionales69 o agencias de cooperación70. Mo-tivo por el cual, el «co-desarrollo» se ha puesto de moda en el dis-curso actual del desarrollo71. Es necesario reflexionar sobre el im-pacto que algunas de las medidas que esta adoptando el gobiernoespañol (y la Unión Europa) en relación con la emigración africana.Me refiero, en concreto, a la condición que se está imponiendo alos estados de los que provienen los emigrantes subsaharianos(Senegal, Malí, Guinea Bissau, etc.): más fondos de AOD a cambiode que impidan la salida o que acepten la repatriación de sus na-cionales.

69 Sobre el papel de las organizaciones regionales africanas sobre la migra-ción africana, ver A. ADEPOJU, 2001: «Regional Organizations and Intra-regionalmigration in Sub-Saharan Africa: Challenges and Prospects», InternationalMigration, vol. 39.

70 Ver, p.e., el informe de la International Development Committee del Par-lamento britanico: Migration and development: How to make migration work forpoverty reduction, vol. 1, 2004.

71 AMADOU MAMADOU CÂMARA, 2002: «El desafío de los emigrantes en el desa-rrollo», Nova África, núm. 10, p. 54; ver también ALIOU DIAO, 2004: «Migracio-nes y desarrollo local», en Mugak, núm. 27.

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Los dirigentes de dichos países se encuentran con una disyuntivacompleja: si impiden la salida de sus nacionales obtienen fondosmuy necesarios dado su extroversión tanto para sus «políticas delvientre» como para las políticas de «reducción de la pobreza» quellevan a cabo. Pero entonces se granjean el rechazo de la población,sobre todo, de aquellos cuya supervivencia y bienestar depende di-rectamente de las remesas o de quienes aspiran a emigrar. En elcontexto actual democrático, dicho malestar puede suponer un «sui-cidio» político y el aumento de la inestabilidad política. Asimismo,al reducirse las remesas se impacta de forma apreciable en las es-trategias de lucha contra la pobreza de las sociedades africanas y enel desarrollo de los países. Se dificulta en suma, la (ya de por sídifícil) consecución de los Objetivos del Milenio. En suma, antes decondicionar la AOD, se debe reflexionar sobre el impacto que di-chas medidas pueden tener en las poblaciones africanas.

El contexto actual de globalización, y la multiplicidad de causasque confluyen en la emigración africana aconsejan no seguir con lasactuales políticas migratorias centradas en el control de fronteras,en «poner puertas al mar», o en condicionar la AOD al control deflujos migratorios. Es necesario repensar la política migratoria des-de, en mi opinión, ciertas premisas:

• Si se quiere dar respuesta a la emigración, se deben analizarsus causas de una manera integral sin separar la realidad afri-cana (y los factores endógenos que la generan) del sistemapolítico y económico internacional donde dicha realidad seinserta de forma inexorable. Es necesario estudiar con másprofundidad y cuidado el impacto que tienen sobre las socie-dades africanas ciertas dinámicas nacionales (las políticas delvientre, el «tribalismo político», la extroversión) e internaciona-les: AOD, las políticas agrícolas del Norte, el comercio interna-cional, los PAE, las redes transnacionales que actúan en losconflictos, la exportación de armas, el cambio climático, etc.Vivimos en un mundo global donde África y España estánmucho más conectadas de lo que normalmente pensamos.

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• La emigración es una de las estrategias de supervivencia y de-sarrollo de millones de personas en el continente africano, asícomo un vector claro de desarrollo de los países de origen yacogida. Debe no ser vista, por tanto, como un problema sinocomo un conjunto de oportunidades y desafíos. Más que inten-tar contrarrestar los procesos migratorios, deben aceptarse yregularse, así como potenciar sus efectos beneficiosos. Tam-bién se debe minimizar los posibles efectos perniciosos (efec-tos negativos de las remesas, el impacto de la fuga de cere-bros, problemas de integración social, etc.).

• Los emigrantes generan desarrollo tanto en las sociedades deorigen como de acogida. En España son actualmente necesa-rios e imprescindibles por lo que la política migratoria debepartir de dicha premisa. Mas que enviar patrullas conjuntas aSenegal y repatriar, se deberían crear canales legales para fa-cilitar la venida de emigrantes de forma regulada, tal y comoya existe en otros países.

• Deben adoptarse medidas que garanticen la cada vez másdebilitada protección de los refugiados y establecer mecanis-mos adecuados para identificar a quienes huyen de violacionesde derechos humanos, permitir su acceso al asilo y garantizarel principio de non-refoulement. También se debería contri-buir en mayor medida al sostenimiento de los refugiados deconformidad con los principios de corresponsabilidad y solida-ridad internacional.

• Deben adoptarse finalmente políticas y medidas que garanti-cen de forma efectiva la lucha contra la trata de personas y,sobre todo, el derecho de las victimas a la justicia, reparación,protección y asistencia.

Con ello, no se pretende obviar que el fenómeno migratorio escomplejo en cuanto a sus causas, dinámicas y consecuencias, pero siresaltar que es en parte intrínseca del actual proceso de globalizacióny que, en mi opinión, sólo se puede abordar desde la premisa que losinmigrantes son seres humanos dotados de derechos humanos.

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La inmigración subsahariana hacia España:control de flujos, estrategias de supervivencia

y cooperación

Héctor Cebolla BoadoInvestigador

Instituto Juan March de Estudios e Investigaciones

Durante el año 2006, la inmigración de origen africano, y másen concreto la procedente de la región subsahariana, ha vuelto aponer en evidencia el drama humano en el que viven miles de per-sonas que arriesgan su vida por alcanzar a las costas españolas. Loespectacular de las imágenes que los medios de comunicación handifundido día tras día, ha contribuido a concienciar a la opiniónpública de la gravedad de la situación desde el punto de vista hu-manitario, y de la necesidad de intervenir en esta situación, ya seapara canalizar los flujos de forma razonable y desvincularlos de lasmafias, o para reducir el ritmo de las llegadas. El documentadoy sistemático análisis de Itziar Ruiz-Giménez sobre el origen y lascausas de las emigraciones africanas hacia España, es una intere-santísima contribución sobre los factores de empuje que movilizanesos flujos migratorios hacia España y Europa, precisamente la par-te de la historia que ha recibido menos atención mediática y acadé-mica.

La guerra de cifras que acompaña al debate de la inmigraciónen España, arroja pocas dudas respecto a la escasa importancia

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cuantitativa de la inmigración subsahariana en nuestro país, sobretodo si se pone en comparación con la procedente del Magreb y deLatinoamérica. Sin embargo, esto no debe hacer olvidar dos datosque otorgan a la inmigración con origen en esta región del continen-te africano una enorme trascendencia. El primero de ellos es elaumento sin precedentes de las llegadas de inmigrantes irregularesen embarcaciones a las Islas Canarias, que alcanzó un máximo his-tórico en el verano de 2006, y que ha continuado de forma inusualdurante el otoño, aunque con menor intensidad. El segundo es elpotencial de África Subsahariana como emisor de inmigrantes. Enmi opinión, la importancia cuantitativa de los flujos migratorios conorigen en cualquier región del planeta, no debe ser evaluada enfunción de los ya llegados, si no de los que aún podrían quererhacerlo. Como muy acertadamente sugiere Ruiz-Giménez en su tex-to, cualquier reflexión entorno a la inmigración debe considerar lasconsecuencias que ello tendría tanto para los países emisores comopara los receptores.

Repasemos en primer lugar algunos factores micro que puedanayudar a predecir la tendencia de los flujos migratorios subsaha-rianos en el medio y largo plazo. Como es sabido, África es un con-tinente joven en el que el 60 por 100 de la población tiene menosde 25 años —es decir, está por debajo de edad media de los inmi-grantes que llegan a Europa—, y el desempleo es una realidad ga-lopante que constriñe sus perspectivas vitales. África Subsaha-riana es la región más pobre del planeta, y todo apunta a que lo se-guirá siendo en las próximas décadas. A pesar de que tras años deestancamiento, el PIB de la región creció entre 2003 y 2005 porencima del 3,5 por 100 —alcanzando el 5,4 por 100 en 2005—,el crecimiento de la mayoría de los países está por debajo del 7por 100 necesario para cumplir el objetivo del milenio que persi-gue la reducción de la pobreza a la mitad para el año 20151 . Lavolatilidad del crecimiento económico ofrece pocos incentivos para

1 Datos del Economic Report on Africa 2006. (Comisión Económica paraÁfrica de las Naciones Unidas).

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la creación de empleo en el sector privado, al mismo tiempo que lacorrupción sigue explicando porqué hacer negocios en África esmás costoso que en cualquier otro lugar del mundo. En la mayoríade los países de la región, la creación de empleo no es uno de losobjetivos explícitos de la política macroeconómica, que tiende aperseguir otros fines como el control del déficit y la inflación. Juntoa ello, la desigualdad aumenta en casi todos los indicadores, desdelos ingresos por hogar, al acceso a la educación y a la asistenciasanitaria, tanto entre grupos de ingreso dentro de cada país comoentre países. Esta explosiva situación se agrava si además pensamosque las economías africanas no han abordado aún las reformas eco-nómicas necesarias para ser menos dependientes de la explota-ción de materias primas y estar menos expuestos a los shocks eco-nómicos.

A todo ello hay que añadir la situación política del Continen-te, que Ruiz-Giménez describe de forma muy precisa. La existen-cia de conflictos armados, la preocupante situación de los Dere-chos Humanos y la crisis del Estado, hacen pensar que la estabili-dad política y la democratización de la región serán aspiracionescostosas.

Por todas estas razones, la emigración es, como dice la autora,una estrategia de supervivencia para millones de personas en elContinente. Como consecuencia, es posible pensar que la llegada deinmigrantes procedentes de África Subsahariana podría aumentarde forma considerable y sostenida en los próximos años. ¿Cómo hade comportarse España ante esta pujante realidad? Al final de sureflexión, Ruiz-Giménez propone repensar la política de inmigraciónde forma que se facilite la llegada regular de inmigrantes sub-saharianos tal y como se hace para los procedentes de otros países.Es opinión de muchos, que los canales existentes en España paraordenar la llegada regular de inmigrantes son poco eficaces y, sobretodo, demasiado rígidos como para acabar con la inmigración irre-gular. Por ello, la ausencia de cauces apropiados no es un problemaespecífico de la inmigración subsahariana, sino que lo es de la po-lítica española de inmigración en general. Además, la proximidad

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geográfica de las costas africanas, hace que los instrumentos queen otros casos han permitido controlar otros flujos migratorios, comolo fue en su momento el establecimiento de un visado para los ciu-dadanos ecuatorianos y colombianos, sean poco eficaces para con-trolar la inmigración irregular subsahariana. En este sentido, unpaso hacia la normalización de los flujos migratorios subsaharianoshacia España es la apertura de embajadas en muchos países de laregión (Cabo Verde, Malí, Sudán entre otros), y la apertura de ofi-cinas técnicas de cooperación, oficinas económicas y comerciales yagregadurías de interior.

La autora propone también, no contrarrestar los procesos mi-gratorios, sino aceptarlos, minimizando sus consecuencias negati-vas y potenciando sus efectos beneficiosos, que Ruiz-Giménezdetalla con precisión. El problema es, claro está, cómo dar con lafórmula que permita encontrar ese equilibrio, preservando el legí-timo derecho de los individuos a mejorar su perspectivas de viday proteger sus derechos fundamentales. Al respecto, España haoptado por una doble estrategia, que se resume en la contenciónde los flujos irregulares en las mismas costas africanas y en eldifuso pero bien intencionado Plan África (2006-2008) desarro-llado por el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación. ElPlan se reconoce a sí mismo como un hito histórico, ya que es laprimera vez que España desarrolla una estrategia global de acciónpolítica hacia su frontera sur. Durante décadas, la región sub-sahariana de África ha estado totalmente ausente de los debatespolíticos, sociales y económicos de España. No es casualidad queaún hoy sea necesario hacer escala en alguna capital europeapara poder alcanzar ciudades como Abidján o Yaundé, y que sólodesde hace poco exista algún vuelo directo entre Madrid y Lagos.Con la excepción de Guinea Ecuatorial, y por razones obvias, Áfri-ca ha sido para la opinión pública española, poco más que elMagreb y algunos caladeros. El Plan África es un reconocimientoal hecho de que el destino de muchos estados subsaharianos y elde nuestro país, están cada vez más unidos por una razón funda-mental: la inmigración.

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El Plan África tiene una vocación multidimensional, y persiguecomo objetivo genérico aumentar la presencia internacional de Es-paña (y del español) en África Subsahariana, como se ha hechotambién en otras zonas del planeta en los últimos tiempos. Así,España declara su compromiso con la democratización y la integra-ción de los países subsaharianos, y su intención de colaborar en laresolución de conflictos y promover el respeto a los Derechos Huma-nos. Persigue también garantizar el acceso de España a los recursosenergéticos existentes en la región, sobre todo en el sector de loshidrocarburos, y en especial a los yacimientos del Golfo de Guinea.Pero por encima de todos estos objetivos, el Plan África es la res-puesta a una serie de necesidades surgidas al hilo de la relaciónque los flujos migratorios han impuesto entre nuestro país y ÁfricaSubsahariana. Esto queda claro en las distinciones que el planhace entre los países de la región. En el primer grupo están lospaíses de interés prioritario, entre los que encontramos a Malí,Senegal y Nigeria, tres de los principales emisores de inmigraciónhacia España de la región. Por otro lado están los países que «[...]por ser origen o tránsito de la inmigración irregular [...]» tienen paraEspaña un interés específico. Entre estos últimos se encuentranGhana, Camerún, Níger, la República de Guinea, Guinea Bissau,Gambia y Cabo Verde, entre otros. En el tercer grupo están los paí-ses para los que España sólo ve potencialidad a medio o largo pla-zo —Zimbabwe, Sudán; Chad o la República Democrática delCongo—.

El Plan África pone un énfasis muy significativo en dos aspectosclave para la relación entre España y los países subsaharianos, lacooperación al desarrollo y la política de inmigración. Repasemoslos objetivos de cada una de estas dos estrategias. El plan anunciaun verdadero salto cualitativo en la ayuda oficial al desarrollo queEspaña concede a África Subsahariana de acuerdo con un Plan Di-rector que dará prioridad a la soberanía alimentaria, la educación,la pobreza urbana, el abastecimiento de agua potable y el sanea-miento básico, la protección sanitaria, estimular el crecimiento deltejido económico, la lucha contra la desertificación y la igualdad de

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género. Esta lista de intenciones es realmente ambiciosa y de con-tar con los fondos adecuados y poder asegurar una gestión eficientede los mismos, representaría un éxito muy significativo de la coope-ración española.

En cuanto a la estrategia de acción en materia de inmigración,el Plan tiene un sesgo muy marcado a favor del control de los flu-jos migratorios y, exceptuando alguna vaga mención a la integraciónde los inmigrantes, se limita a ello. En concreto el Plan anuncia elreforzamiento del control de fronteras, y el desarrollo de mecanis-mos para la obtención de información acerca de las rutas y de losmedios que utilizan las mafias, así como agilizar los procesos derepatriación. El Plan anuncia además que se intensificarán los es-fuerzos para completar una red de acuerdos de cooperación mi-gratoria y readmisión.

En mi opinión, el reforzamiento de la vigilancia fronteriza y lapolítica de repatriaciones es imprescindible para ordenar los flujosmigratorios procedentes de África Subsahariana. Durante 2006,muchos medios de comunicación españoles se han hecho ecode cómo la idea de emigrar a España, ya sea como destino final ocomo vía de acceso a Europa, es percibida como la mejor opciónpara aquellos que quieren emigrar. El caso más llamativo es el deuna Web senegalesa (www.senegalaisement.com) que a principiosde 2007 animaba a sus compatriotas a alcanzar España paraesperar alguna de las regularizaciones extraordinarias de indo-cumentados. La misma Web presentaba la llegada por mar a Cana-rias como la opción más segura para entrar en Europa y, posterior-mente recomienda la línea de tren Port Bou-Montpellier para salirdel país.

Por esta razón, creo que la mejor forma de canalizar los flujosmigratorios procedentes de África Subsahariana es aumentar la vi-gilancia fronteriza y perfeccionar el sistema de repatriaciones, siem-pre en combinación con un sistema ágil, flexible y, sobre todo, creí-ble para los países emisores de inmigración —contratación enorigen u otro sistema de cupos nacionales, etc.—, que permita ga-rantizar la llegada regular a nuestro país de los inmigrantes que

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puedan venir en función de las necesidades del mercado laboralespañol, un objetivo aún no alcanzado, aunque verdaderamente im-prescindible desde hace años.

Al final de su documento, la autora también menciona un últi-mo aspecto que a mi entender es clave para poder gestionar el cau-dal de buenos deseos que se desprende tanto del Plan África comode las reflexiones que hacen muchos medios de comunicación y loscírculos académicos entorno a la inmigración subsahariana. Es im-prescindible entender las condiciones en las que los gobiernos afri-canos se enfrentan a presiones para colaborar con las políticas decontrol de flujos impuestas por las sociedades receptoras de inmi-gración —planes de repatriación y control fronterizo—. En un con-texto de pobreza extrema como el que existe en la mayor parte delos estados subsaharianos, donde el objetivo de emigrar es muypopular en amplios sectores de la opinión pública, y donde la sub-sistencia de muchas familias depende de las remesas que envían sufamiliares emigrados, firmar y poner en marcha acuerdos de repa-triación puede tener consecuencias políticas imprevisibles en con-textos democráticos como el que existe por ejemplo en Senegal.Por ello, muchos gobernantes africanos tratan de evitar medidas queimpliquen un coste electoral demasiado alto o que incluso puedanbloquear su reelección. En este contexto, España como también hanhecho otros países, ha tratado de utilizar la política de coopera-ción como contraprestación al «suicidio» político que significa paramuchos gobernantes africanos, blindar sus fronteras a la salida deirregulares. Estas dinámicas podrían generar una nueva fuente deinestabilidad política en la región. Por ello, cooperación al desarrolloy política de inmigración deben ser ámbitos de actuación estricta-mente independientes.

Estos son sólo algunos de los múltiples dilemas que podríanilustrar la complejidad del asunto. Cómo garantizar simultáneamen-te el reconocimiento del derecho a emigrar y la regularidad de losflujos migratorios, asegurando la mejor combinación entre los bene-ficios de la inmigración/emigración y sus inconvenientes, es unasunto prioritario para cualquier país receptor de inmigración. Dar

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con esta fórmula requiere un conocimiento exhaustivo de los flujosmigratorios, de sus causas y de las dinámicas de integración de losinmigrantes. El trabajo de los africanistas, y más en concreto el deIztiar Ruiz-Giménez, representa una contribución imprescindiblepara avanzar en esta dirección.