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IV. Pobreza y reproducción social a fines de la convertibilidad Nélida Redondo * * Colaboración estadística y procesamiento de la información a cargo de Octavio Groppa

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IV. Pobreza y reproducción social a fines de la convertibilidad

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** Colaboración estadística y procesamiento de la información a cargo de Octavio Groppa

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1. Introducción 4

2. La pobreza en la Argentina. evolución reciente 5 2.1. La evolución de la pobreza en la última década del siglo XX 7 2.2. La pobreza urbana en la Argentina en el mes de octubre de 2001 10 2.3. La pobreza urbana en el primer cuatrimestre del año 2002 13

3. Familia, reproducción social y pobreza urbana en la Argentina 17 3.1. Familia y pobreza estructural 18 3.2. Familia y nueva pobreza 19 3.3. Familia y pobreza urbana en octubre de 2001 21

3.3.1. Tipo de hogares familiares, tamaño e índice de dependencia demográfico 21 3.3.2. Sexo y edad de los jefes de hogar según estratos de pobreza 25 3.3.3. Activos de las familias: recursos no monetarios e ingresos corrientes 28

a. Pobreza urbana y clima educativo de las familias 29 b. Percepción de ingresos monetarios, ocupación laboral y pobreza urbana 31 c. categoría de la ocupación laboral y condición de inactividad de los jefes de hogar: su

relación con la pobreza 34 d. Los ingresos monetarios de los hogares en los distintos estratos de pobreza 37 e. El capital habitacional de las familias 38

4. Biografía personal y pobreza urbana en la Argentina 40 4.1. El impacto de la pobreza en el ciclo de vida individual 40 4.2. Etapas del ciclo de vida: necesidades individuales y carencias de recursos 41 4.3. La pobreza entre niños, jóvenes y personas mayores en octubre de 2001 43

4.3.1. La pobreza en la primera infancia de las áreas urbanas argentinas 44 4.3.2. Niños en edad escolar y pobreza urbana 46 4.3.3. Juventud y pobreza urbana 48 4.3.4. Vejez y pobreza urbana en la Argentina 55 4.3.5. Ciclo de vida individual y pobreza urbana en Argentina 63

5. La pobreza en las grandes regiones argentinas 65 5.1. Familia y pobreza urbana: diferencias regionales 68 5.2. Niños, jóvenes y mayores: diferencias regionales 70

5.2.1. Los niños en la primera infancia 70 5.2.2. Los niños en edad escolar 71 5.2.3. Los jóvenes 72 5.2.4. Las personas mayores 74

6. “Estilos de desarrollo” y aumento de las desigualdades. El camino hacia la reduccion de las brechas entre pobres y no pobres 77

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6.1. Los parámetros de la brecha entre pobres y no pobres hacia el final de la Convertibilidad: un marco metodológico para la mensura. 77

6.1.1. La brecha educativa en las familias pobres 80 6.1.2. Rezago escolar de los niños que provienen de hogares pobres 81 6.1.3. Educación y trabajo de los jóvenes provenientes de hogares pobres 81 6.1.4. Las personas mayores de 65 años en situación de pobreza sin cobertura previsional 82 6.1.5. La brecha en el capital habitacional de las familias en situación de pobreza estructural 82

a. Hacinamiento 82 b. Hacinamiento, carencia de acceso a servicios básicos y tenencia irregular 83

6.2. Globalización, competitividad y desigualdades 84 6.3. “Estilo de desarrollo” y aumento de las desigualdades en la Argentina de los 90 86 6.4. El desafío emergente: saldar la brecha entre pobres y no pobres 90 6.5. Lineamiento de un plan de acción social que contribuya a la interrupción de la reproducción social de la pobreza en la Argentina 92 6.6. El contenido de una programación destinada a salvar la brecha crítica de la pobreza en la Argentina 95

7. Anexo cuadros 99 7.1. Capítulo 1 99 7.2. Capítulo 2 101 7.3. Capítulo 3 108 7.4. Capítulo 4 116 7.5. Capítulo 5 128

Hacinamiento 129 Tenencia irregular y carencia de acceso a servicios sanitarios 130

8. Bibliografia 131

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1. INTRODUCCIÓN Una de las consecuencias de la evolución socioeconómica argentina de los últimos 25

años fue la expansión de la pobreza y el consecuente aumento de la “deuda social” con los gru-pos, familias o personas especialmente afectados.

Esta investigación, inscripta en el Programa de la Deuda Social Argentina, tiene como propósito proveer insumos para orientar y precisar los alcances de las acciones públicas y pri-vadas destinadas a cubrir la brecha actualmente existente entre pobres y no pobres, así como las que se dirijan a interrumpir los mecanismos de la reproducción intergeneracional de la pobreza en nuestro país. Por tal motivo, la investigación no está focalizada en el análisis crítico de la evolución del fenómeno de la pobreza en el pasado reciente, sino en su proyección presente y futura sobre el conjunto de la sociedad argentina.

Para cumplir sus objetivos, el estudio adoptó un marco conceptual y metodológico que facilita el análisis comprensivo tanto de los comportamientos microsociales asociados a la po-breza, como del impacto de los mismos sobre la reproducción macrosocial. El enfoque concep-tual seleccionado considera a la familia y a la biografía personal como las instancias mediadoras entre el sujeto y la estructura social, por tal motivo la metodología desarrollada toma como uni-dades de observación y análisis los hogares y las personas en etapas vulnerables de su ciclo de vida.

A lo largo de la década del 80 se desarrollaron en América Latina numerosos estudios empíricos que mostraron el papel de la familia como ámbito de decisión de comportamientos sociales básicos de la población. Por un lado, investigaciones efectuadas con técnicas etnográfi-cas iluminaron acerca de las modalidades de transferencias intergeneracionales de recursos en el seno de las familias y el papel de las redes extendidas de parentesco para la ayuda mutua al-ternativa, frente a la carencia de cobertura de la seguridad social en las áreas de pobreza (Lom-nitz, 1975; Ramos, 1981). Por otra parte, los estudios demográficos adoptaron enfoques como el de las estrategias familiares de vida (Torrado, 1982; Forni, 1991) que abrieron un fecundo campo de observación de comportamientos diferenciales según características de los hogares y mo-mentos históricos, asociados con la nupcialidad, la socialización de los niños y su escolaridad, los hábitos del cuidado de la salud, la participación en el mercado laboral y las migraciones de sus miembros.

Asimismo, trabajos desarrollados a partir de esa década aplicaron la perspectiva del ciclo de vida -retomando las propuestas de Wright Mills que permitían analizar los vínculos entre his-toria y biografía personal- debido a que ofrecía un enfoque comprensivo para el estudio de la heterogeneidad y la desigualdad entre distintos grupos sociales (Balán y Jelín, 1979). La pers-pectiva del ciclo de vida como abordaje en los estudios sociales, permite analizar las maneras en que la localización de los sujetos en el sistema, el período histórico en el que viven y la biografía personal se conjugan para delinear patrones de prácticas y comportamientos socialmente signi-ficativos, en términos de generación o reproducción de heterogeneidad y desigualdad (Bertaux, 1981).

Las referidas vertientes conceptuales subyacen en los enunciados que continuación se presentan. También se incluyen un conjunto de hipótesis formuladas a partir de la revisión de estudios estadísticos y etnográficos más recientes que han descripto o explicado, desde distintas disciplinas humanas y sociales, múltiples dimensiones involucradas en el dramático proceso de empobrecimiento de la sociedad argentina.

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El presente estudio de la “Pobreza urbana y reproducción social en la Argentina hacia fines de la Convertibilidad” procura conocer, tomando como variable explicativa los tipos de pobreza, las estrategias familiares de allegamiento habitacional, el clima educacional de los hogares y su relación con las fuentes de obtención de ingresos monetarios y no monetarios y la categoría ocupacional de los miembros activos, el calendario escolar de los niños, la educación y el trabajo de los jóvenes y la situación de los mayores en los grupos domésticos pobres de todo el territorio nacional, entre las dimensiones más relevantes. Pretende, asimismo, relacionar estos comportamientos microsociales con las alternativas macroestructurales, es decir con los “estilos de desarrollo” vigentes, que condicionan y constriñen el mapa de las opciones que los agentes sociales tienen a su disposición.

Dado que el estudio se inscribe en el programa de la Deuda Social, su objetivo es aproximarse a una medición de los recursos monetarios y no monetarios, públicos y privados, deficitarios en las familias pobres de la Argentina, a fin de estimar las magnitudes y composi-ción de los paquetes de bienes básicos requeridos para alcanzar umbrales satisfactorios de desa-rrollo humano y social. Debido a la variabilidad y las oscilaciones que se producen en cada una de las dimensiones consideradas, el estudio toma un punto fijo de observación inicial: el fin de la “convertibilidad”, momento en que culmina un período de reformas que transformaron los patrones de relación tradicionales entre el Estado y la Sociedad en la Argentina moderna. El propósito es, justamente, establecer un diagnóstico de base que permita seguir la evolución del proceso social, rela cionándolo con los diferentes momentos político-institucionales del país.

Es decir, el aporte peculiar que se espera obtener es el conocimiento de las característi-cas de la inversión que el conjunto de la sociedad argentina debería realizar para saldar la deu-da social contraída a lo largo de estos años, así como plantear una metodología para el segui-miento de su dinámica y lineamientos para el diseño de una estrategia adecuada tendiente a honrarla.

2. LA POBREZA EN LA ARGENTINA. EVOLUCIÓN RECIENTE La pobreza, cualquiera sea la forma en que se manifiesten o midan las privaciones -

necesidades básicas insatisfechas, ingresos económicos que no alcanzan para el consumo esen-cial, indigencia - limita el acceso a bienes materiales y culturales y a la información, impidiendo el flujo de recursos y la acumulación de activos. Las familias se ven afectadas por una situación integral que, si bien no siempre implica la insatisfacción de todas las necesidades básicas, limita el desarrollo humano de sus miembros y les impide participar decorosamente del estilo de vida prevaleciente en una sociedad dada y en un tiempo histórico determinado.

En algunos contextos, la privación deriva de la insuficiencia de los ingresos monetarios. En estos casos, las situaciones se caracterizan por su mayor variabilidad en el corto plazo. Estas carencias temporarias o momentáneas pueden subsanarse parcialmente por una reorganización de los recursos acumulados, o por nuevas estrategias de los miembros activos para la obtención de ingresos. En otros casos, la insuficiencia de recursos impide el acceso a servicios públicos es-tratégicos para la satisfacción de las necesidades básicas del hogar. El resultado observable so-bre las condiciones de vida de estas familias es más representativo de situaciones estructurales, es decir, de difícil variabilidad en el corto plazo a menos que se pongan a su disposición servi-cios públicos gratuitos, o ampliamente subsidiados.

Los primeros estudios destinados a medir estadísticamente la pobreza se efectuaron, en nuestro país, sobre los datos proporcionados por el Censo Nacional de Población del año 1980 y

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tuvieron como objetivo cuantificar la población residente en hogares particulares que, en todo el territorio nacional, vivía en condiciones de pobreza. El estudio inicial elaboró el mapa de la po-breza estructural en la Argentina, mostrando la densidad de los hogares con viviendas preca-rias, con niveles de hacinamiento crítico, con malas condiciones de la red sanitaria, con niños en edad escolar que no asistían a establecimientos educativos o con problemas de subsistencia de-bido a la alta carga de dependencia de inactivos sobre jefes de hogar con bajos niveles educati-vos, en las distintas zonas del país.

Al finalizar la década del 80, conocida en América Latina como la “década perdida”, los estudios sociales mostraban la emergencia de un fenómeno de nuevo tipo: sectores de la pobla-ción que no pertenecían a los históricamente pobres, carecían de ingresos monetarios suficientes para acceder a una canasta de bienes materiales, sociales y culturales indispensables para la subsistencia o para llevar adelante una vida digna. El decrecimiento del Producto Bruto Interno, la precarización del mercado laboral, el proceso inflacionario, entre los aspectos macro estructu-rales más destacados, habían arrojado a la pobreza a significativos grupos de la población ar-gentina.

Las ciencias sociales y el sistema estadístico nacional dieron cuenta del nuevo fenómeno, que se procuró medir a partir de la determinación de una línea de pobreza, utilizada como pará-metro para la observación de los hogares cuyos ingresos mensuales se ubicaban por debajo de ella. Nuevos pobres o pauperizados, pobres estructurales, indigentes y no pobres (INDEC, 1990), tal la estratificación generalizadora de la población argentina, analizada según diferenciaciones re-gionales, que se conoció al comenzar la última década del siglo pasado. Dicha estratificación partió de considerar entre los recursos no monetarios indispensables para las familias, el acceso a: a) condiciones sanitarias mínimamente satisfactorias, b) servicios de salud, c) la educación, d) alimentación y nutrición y e) cantidad y calidad de los recursos habitacionales. Cuando las fa-milias o personas no disponen de suficientes recursos no monetarios como para satisfacer este conjunto de necesidades básicas se categorizaban como pobres por NBI, denominación que se encuentra actualmente en revisión.

Los ingresos monetarios, en cambio, permiten clasificar la población según el alcance o no de determinados umbrales. Según sea la definición de dicho umbral se obtiene un modo de medir la pobreza. La pobreza es considerada absoluta cuando el nivel del umbral se fija a partir de terceros criterios, como por ejemplo el nivel de subsistencia mínima o el valor de una canasta de bienes. Siguiendo esta metodología –la usual en nuestro país- se establecen dos umbrales, a saber, la “línea de indigencia”, entendida como el ingreso mínimo requerido para mantener el nivel de subsistencia (valor de una canasta básica de alimentos) y la “línea de pobreza” definida como el ingreso necesario para obtener un mínimo de consumo incluyendo otras necesidades por encima de las alimentarias, respectivamente. De esta manera puede clasificarse la población en tres grupos: a) indigentes, b) pobres y c) no pobres. La combinación de ambos enfoques, es decir, de ingresos monetarios y de recursos no monetarios, permitió distinguir distintos subes-tratos dentro del universo de la pobreza, fundamentalmente reconocer la pobreza reciente de la que mostraba mayor persistencia en el tiempo, también conocida como pobreza estructural.

En los años 80 la CEPAL planteaba el interrogante acerca de cuánto tardarían los nuevos pobres -si es que persistían con similares déficit en sus condiciones de vida- en consumir su stock acumulado de bienes materiales y culturales, empezando entonces a adoptar los patrones de reproducción social característicos de la pobreza estructural.

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El primer quinquenio de los 90 ofreció un cambio en la situación argentina. En un con-texto de crecimiento económico, la pobreza estructural tendía a la disminución debido a la am-pliación de la red de servicios públicos en las barriadas periféricas y del mejoramiento de la vi-vienda popular. Sin embargo, la incidencia de la nueva pobreza crecía como consecuencia del aumento del desempleo y el subempleo. Finalmente, la recesión económica de los últimos años extendió el universo de la pobreza a niveles sin precedentes, modificando además las modali-dades de su manifestación. Si bien las mediciones oficiales de la pobreza se circunscribieron al Área Metropolitana de la Ciudad de Buenos Aires, el aumento de la población con necesidades básicas insatisfechas y con ingresos económicos insuficientes es un hecho notorio en todo el te-rritorio nacional, que afecta a sectores hasta el momento ajenos a ambas condiciones.

La Argentina inicia el siglo XXI con un panorama social amenazante. Las transformacio-nes en la relación Estado y Sociedad que se manifestaron en casi todos los países del mundo, in-teractuaron en nuestro ámbito con las particularidades del sistema social y político, generando un fuerte impacto en las condiciones de vida de amplios sectores de la población. Como en otros países de la región (Finot, 1999; Banco Mundial, 1998), la descentralización de los servicios universales de educación y salud, en el contexto de la quiebra de muchas economías regionales, derivó en marcadas desigualdades de acceso entre las distintas provincias a ambos bienes meri-torios. La reforma del sistema de seguridad social asociada con la flexibilización del mercado de trabajo, excluyó de sus prestaciones a gran parte de la fuerza de trabajo y no proporcionó cober-tura ante el riesgo de desempleo. El resultado de esta evolución fue la inclusión de amplios grupos de trabajadores en el universo de la pobreza debido a la carencia de ingresos moneta-rios, mientras crecen los sectores de la población argentina que, para subsistir, acuden al true-que e intercambian bienes y servicios.

2.1. La evolución de la pobreza en la última década del siglo XX

En el último trimestre del año 2001 finalizó el ciclo político, institucional y económico iniciado en la Argentina en los primeros años de la década del 90, tras los shocks hiperinflacio-narios de 1989 y 1990. La emergencia económica de esos años planteó la necesidad urgente de realizar cambios estructurales a fin de mejorar la eficiencia y la competitividad de la economía. A lo largo de la década se desarrolló un amplio proceso de reformas estructurales pro-mercado que se organizaron alrededor de tres grandes ejes: a) la privatización de empresas públicas pro-ductoras de bienes y prestadoras de servicios, b) modificaciones profundas en las relaciones en-tre el Estado y la Sociedad y c) la desregulación y apertura de los mercados y la economía. Asi-mismo, a partir del año 1991 se estabilizó el sistema monetario a través de la aplicación de la Ley de Convertibilidad que limitó la emisión de moneda nacional a la disponibilidad de divisas en el Banco Central y dispuso la paridad cambiaria entre el peso y el dólar estadounidense.

En el contexto de estos cambios el rol del Estado se modificó, retirándose de sus funcio-nes de productor de bienes y servicios, priorizando las funciones esenciales -justicia, seguridad interna y externa, relaciones exteriores- y atendiendo en concurrencia con el sector privado la seguridad social, la educación y la salud (al respecto ver INAP, 1997).

Los costos sociales de la reforma fueron elevados. Durante el período 31/12/89 al 31/12/93 se llevó a cabo una drástica reducción de personal de las empresas públicas sujetas a privatización que provocó 280.509 bajas. La disminución se instrumentó mediante retiros volun-tarios y compulsivos, transferencias a otros organismos, transferencias a los nuevos operadores privados o a las provincias que tomaron a su cargo unidades de negocio, bajas vegetativas, etc.

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(Tesoro, 1997). A su vez, las empresas privatizadas despidieron trabajadores para alcanzar me-jores niveles de competitividad en los mercados nacionales e internacionales.1Astudillo (1999) señala además que, según fuentes oficiales argentinas, en el año 1993 –en pleno proceso de ajus-te estructural- el 89,5% de los despedidos no recibió subsidio de desempleo, en tanto el 62% tampoco recibió indemnizaciones por despido. El impacto de este proceso se traducía en un vertiginoso crecimiento de la tasa de desempleo que pasó del 6,0 % en el año 1991 al 18,8% en 1995. Al promediar la década del 90, los principales dirigentes políticos y empresarios del país consideraban que el costo social era inevitable en un proceso de reconversión productiva como el encarado. Se esperaba que -de manera similar a lo sucedido en otros países sometidos a este tipo de reformas- la crisis fuera transitoria y durara hasta tanto la nueva estructura económica absorbiera, paulatinamente, a los trabajadores afectados. El Informe Económico correspondiente al año 1994 (MEOSP, 1995: 50) señalaba “mientras que hasta 1993 el aumento de la desocupación fue acompañado por un aumento en el nivel de ocupación, a lo largo de 1994 se observó un estancamiento en la creación de empleos. Para dar respuesta a esta situación el P.E.N. intensificó sus gestiones ante el Con-greso para obtener la aprobación de un conjunto de leyes orientadas a remover factores que, hasta ahora, tienden a inhibir la demanda de trabajadores”. Dichas leyes procuraban fomentar el empleo a través de la incorporación de modalidades flexibles de contratación por tiempo determinado, pasantí-as o prácticas laborales para jóvenes y de la reducción de los aportes patronales a la seguridad social.

La flexibilización del mercado de trabajo no produjo los resultados esperados. La nueva economía no integró a los trabajadores desplazados por la desindustrialización y el desempleo se instaló con pertinacia en la sociedad argentina a partir del año 1994, aún cuando el contexto era de crecimiento general del producto bruto interno. Asimismo, el período se caracterizó por la carencia de políticas de contención a través de las instituciones de la seguridad social, o de al-ternativas institucionales efectivas de nuevo cuño.

En este escenario social, económico y político se reinstaló, en la sociedad argentina, el problema de la pobreza. El empobrecimiento de la población había alcanzado sus puntos más altos en los momentos de los picos hiperinflacionarios -años 1989 y 1990-. El conjunto de medi-das de reforma estructural llevadas a cabo a partir de esos momentos derivó en la disminución de los niveles de pobreza, tal como se puso en evidencia en todas las mediciones posteriores a 1990. Sin embargo, la onda de octubre del año 1994, en la que se registraran valores de 14,2% de los hogares y 19,0% de la población del AMBA con ingresos inferiores a la línea de pobreza, mostró la inflexión en esa tendencia decreciente (Ver Figura 1). “Es probable que la interrupción de la tendencia descendente observada hasta mayo de 1994 en la proporción de hogares bajo la línea de pobre-za esté asociada al incremento de la tasa de desempleo” argumentaba por entonces el Informe Eco-nómico del Ministerio de Economía (MEOySP, 1995:49)

FIGURA 1.- PORCENTAJES DE HOGARES Y POBLACIÓN POR DEBAJO DE LA LÍNEA DE POBREZA (LP) Y DE LA LÍNEA DE INDIGENCIA (LI) – ELAB. METROPOLITANA DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES – 1988-2000

1 Un estudio de caso en profundidad se presenta en el documento “La reinserción laboral de los empleados desplazados del Estado: el caso de la Destilería La Plata de YPF” (Redondo et al, 1997)

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Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA sobre datos del Informe Económico Año 10, número 36. Abril de 2001. Ministerio de Economía de la Nación.

Los valores de las mediciones en hogares y población del año 1995 ratificaron la discon-tinuidad de la tendencia descendente de los niveles de pobreza. Pero ese año, el Ministerio de Economía decidió publicar las mediciones según dos enfoques: el de la línea de pobreza (LP) y el de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI). Según el primero de los enfoques, los hogares del AMBA con ingresos por debajo de la LP aumentaban 4,2 porcentuales más que el año anterior. Aplicando el segundo de los enfoques, en cambio, la proporción de hogares del AMBA con N.B.I. continuaba el descenso iniciado en 1990, disminuyendo -en 1995- 2,9 puntos con respecto al año precedente. “Probablemente esta caída tiene que ver con el mejoramiento de los indicadores de condiciones sanitarias” (MEyOSP, 1996:67). El Ministerio de Economía remarcaba en ese docu-mento las diferencias entre el enfoque de LP que mide las variaciones de pobreza en el corto plazo, y el de NBI que apunta a las condiciones de pobreza del largo plazo, o pobreza estructu-ral. La presentación de los diferentes comportamientos en uno y otro indicador procuraban abonar la hipótesis de un problema coyuntural de pobreza por insuficientes ingresos moneta-rios –atribuible al desempleo- en el marco de una progresiva disminución de la pobreza estruc-tural, es decir del fenómeno de más largo plazo, como resultado del crecimiento económico ge-neral que permitía el mejoramiento de las condiciones sanitarias en las zonas periféricas.

Sin embargo, a partir del año 1996 la pobreza de los hogares y la población del AMBA, única área sobre la que se presentaban mediciones oficiales, se estabilizaron en una tendencia al crecimiento tanto si se aplicara el enfoque de la percepción de ingresos insuficientes (LP), como el de las necesidades básicas insatisfechas (NBI). Al finalizar el año 2000, el 20,8 % de los hoga-res y el 28,9% de la población del AMBA percibía ingresos inferiores a la línea de pobreza, en tanto el 5,6% de los hogares y el 7,7% de la población de esa jurisdicción no alcanzaba la línea de indigencia (LI).

La persistencia del desempleo a pesar de la flexibilización del mercado de trabajo –o quizás agravada por ella- y la interrupción del proceso del crecimiento general de la economía que derivó, a partir del segundo semestre de 1998, en una prolongada recesión, incidieron en la

Hogares y población por debajo de LP y LI

0

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20

25

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2000

HLP

HLI

PLP

PLI

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rápida expansión de la pobreza entre amplios sectores de la sociedad argentina. Hacia finales del año 2001, la gravedad de la situación social y económica y el complicado escenario político dieron paso a una profunda crisis que puso fin al ciclo económico y monetario desarrollado a lo largo la década anterior.

En los capítulos siguientes se presenta el panorama nacional de la pobreza en la Argen-tina, tal como se registrara en la última medición del agitado año 2001.

2.2. La pobreza urbana en la Argentina en el mes de octubre de 2001

En el mes de octubre del año 2001 se mantenía en vigencia –todavía- la Ley de Converti-bilidad que establecía la paridad cambiaria del peso respecto del dólar estadounidense. La in-formación elaborada en este documento permite apreciar la situación de la pobreza al finalizar una etapa de la historia política y económica del país, que se caracterizó por el desarrollo de re-formas pro-mercado siempre en el marco de gobiernos democráticos.

A fin de estimar las proporciones de hogares y población que en esa fecha evidenciaban carencia de recursos monetarios y no monetarios para llevar una vida digna de acuerdo con los estándares de la sociedad argentina, hemos aplicado y combinado los dos enfoques: el de la in-suficiencia de ingresos monetarios (LP) y el de necesidades básicas insatisfechas (NBI).

La aplicación de cada uno de ellos sobre el universo encuestado permite distinguir, por un lado, los hogares y la población pobre y no pobre según los ingresos económicos del hogar y, por el otro, los hogares y la población pobre y no pobre según el acceso a recursos no moneta-rios básicos (servicios de infraestructura, de la vivienda y educativos). La combinación de am-bos posibilita, además, establecer tres categorías según los perfiles de las carencias: a) los pobres estructurales, entendidos como el conjunto de hogares y de población que carece de acceso a ser-vicios básicos (NBI) y posee además ingresos económicos insuficientes (LP); b) los pobres coyun-turales, que comprende el colectivo de hogares y de población que no percibe ingresos moneta-rios suficientes para proveerse los bienes indispensables (LP), aunque tiene acceso a recursos habitacionales, servicios sanitarios y educativos básicos y c) los pobres inerciales, definidos como los hogares y la población que no tiene acceso a los recursos no monetarios básicos (NBI) pero percibe ingresos monetarios por encima de la línea de pobreza. Finalmente, se obtiene una cate-goría residual, denominada genéricamente como no pobre, que constituye un grupo analítico testigo contra el que se contrastan los déficit observados en los estratos pobres (Al respecto, ver Murtagh, 1990 y 1996).

En octubre de 2001, casi sobre el fin de la convertibilidad en la Argentina, el 38,3% del total de la población urbana del país reunía ingresos monetarios por debajo de la línea de po-breza y podía categorizarse como pobre según el enfoque de LP, dentro de ese porcentaje, un 13,6% era indigente. Por su parte, el 20, 4% del total de la población urbana tenía algunas de sus necesidades básicas insatisfechas y se incluía en la pobreza según el enfoque de NBI .

FIGURA 2.- PORCENTAJE DE POBLACIÓN EN SITUACIÓN DE POBREZA POR TIPO DE POBREZA – TO-TAL DEL PAÍS – OCTUBRE 2001.

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Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

Si se toma como unidad de análisis los hogares, estas proporciones de población pobre correspondían, por una parte, al 28,1% del total de los hogares pobres del país por reunir ingre-sos monetarios por debajo de la línea de pobreza y, por la otra, al 15,1% de hogares con necesi-dades básicas insatisfechas. –Cuadro 2-.

FIGURA 3.- PORCENTAJE DE HOGARES POBRES POR TIPO DE POBREZA – TOTAL DEL PAÍS – OCTU-BRE DE 2001

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

¿Cuáles eran los servicios a los que no accedían o las necesidades básicas que no se satis-facían –en las áreas urbanas de todo el país- en los hogares pobres por NBI?.

El cuadro 3 permite la observación de los porcentajes de hogares pobres –aplicando el enfoque de NBI-, según el tipo de necesidad o servicio insatisfecho. La desagregación de la in-formación muestra la importancia relativa de dos tipos de necesidades básicas sin satisfacer en el universo de los hogares pobres de todo el país: a) el hacinamiento crítico, es decir, la cohabi-

Porcentaje de población pobre por tipo de pobreza - Total del País - Octubre

2001

38,30%20,40%

0%

20%

40%

60%

Pobres LP Pobres NBI

Porcentaje de hogares pobres por tipo de pobreza - Total del país - Octubre de 2001

28,10%

15,10%

0,00%5,00%

10,00%15,00%20,00%25,00%30,00%

Pobres LP Pobres NBI

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tación de más de tres personas en cada uno de los ambientes de la casa (excepto baño y cocina) que afectaba al 8,4% de los hogares urbanos argentinos y b) la falta de condiciones sanitarias mínimas de las viviendas, entendiendo por tales la carencia de un baño con arrastre de agua a cloaca o a cámara séptica, situación padecida por el 8,3% de los hogares. También interesa des-tacar que, en octubre de 2001, la Encuesta Permanente de Hogares no detectó estadísticamente –en todo el territorio nacional- casos de niños de edad escolar –entre 6 y 12 años de edad- que no asistieran a establecimientos educativos.

FIGURA 4.- PORCENTAJE DE HOGARES POBRES POR NBI SEGÚN TIPO DE NECESIDAD O SERVICIO INSATISFECHO – TOTAL DEL PAÍS – OCTUBRE DE 2001

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

Finalmente, la combinación de ambos enfoques de medición de la pobreza –LP y NBI- permite reconocer sub estratos en el universo de hogares y población pobre, se trata de los ya definidos: a) pobres estructurales, b) pobres coyunturales, c) pobres inerciales. Las proporciones de población incluidos en cada uno de los referidos sub estratos, para octubre de 2001, se pre-senta en el cuadro 4 del Anexo.

Porcentaje de hogares pobres por NBI según tipo de necesidad - Total del País - Octubre de 2001

2,90%

8,40%

0,00% 1,00%

8,30%

15,10%

0%2%4%6%8%

10%12%14%16%

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...

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FIGURA 5.- PORCENTAJE DE POBLACIÓN POR ESTRATO DE POBREZA – TOTAL DEL PAÍS – OCTUBRE 2001

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

En el mes de octubre de 2001 la pobreza todavía no alcanzaba a la mitad de la población urbana argentina, aunque estaba próxima a esa proporción: el 43,6% del total de la población en aglomerados urbanos vivía en situación de pobreza (pobres estructurales, coyunturales e iner-ciales).

2.3. La pobreza urbana en el primer cuatrimestre del año 2002

El 20 de diciembre de 2001, en medio de una aguda crisis económica, social y política, se puso fin a una década caracterizada por la estabililidad monetaria merced a la paridad cambia-ria del peso nacional con el dólar estadounidense. La devaluación de la moneda ocasionó, de manera inmediata, otro abrupto incremento de la pobreza y la indigencia en la población argen-tina. En el primer cuatrimestre del año 2002, la incidencia de la pobreza y de la indigencia en el Área Metropolitana del Gran Buenos Aires -única región del país en la que es posible efectuar el seguimiento de la serie histórica- había superado el valor máximo originario que correspondía al pico hiperinflacionario de 1989.

El empobrecimiento de la población crecía a la par que descendía el Producto Bruto In-terno argentino: - 10,7% en el cuarto trimestre del año 2001; -16,3% y –14,9% en el primer y se-gundo trimestres de 2002, respectivamente. La caída general de la economía tenía su correlato en el aumento de la pobreza y la indigencia de la población que, en la medición de mayo de 2002, registraba alrededor de 20 millones de personas con ingresos por debajo de la línea de po-breza y de 9,6 millones de ciudadanos por debajo de la línea de indigencia (SIEMPRO, 2002).

Porcentaje de población por estrato de pobreza - Total del País - Octubre 2001

56,40%

16,50%21,90%

5,30%0%

10%

20%

30%

40%

50%

60%

No po

bres

Pobre

estr

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Pobre

coyu

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al

Pobre

iner

cial

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FIGURA 6.- INCIDENCIA DE LA POBREZA Y DE LA INDIGENCIA EN LA POBLACIÓN DEL AMBA- 1988-2002

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA sobre datos del Informe Económico Año 10, nú-mero 36. Abril de 2001. Ministerio de Economía de la Nación e INDEC, 2002.

La crisis que puso fin al “estilo de desarrollo” dominante a lo largo de la última década del siglo XX arrastró hacia la pobreza y la indigencia a importantes contingentes de la pobla-ción argentina: entre los meses de octubre de 2000 y de 2001 la indigencia aumentó 40%, en tan-to en el primer trimestre de 2002 se incrementó otro 40% por sobre el valor precedente. En el primer trimestre del 2002 aumentó el 25% la incidencia de la pobreza, que ya se había incremen-tado más del 16% el año anterior.

FIGURA 7.- VARIACIÓN ANUAL EN LA POBREZA Y EN LA INDIGENCIA DE PERSONAS ENTRE 1998 Y 2001 Y CUATRIMESTRAL ENTRE OCTUBRE 2001 Y MAYO DE 2002

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA sobre datos INDEC, 2001 y 2002

32,2

47,3

33,7

21,517,8 16,8

19,0

24,827,9

26,0 25,9 26,728,9

35,4

49,7

10,7

16,5

6,63 3,2 4,4 3,5

6,3 7,5 6,4 6,9 6,7 7,7

12,2

22,7

0

10

20

30

40

50

6019

88

1989

1990

1991

1992

1993

1994

1995

1996

1997

1998

1999

2000

2001

2002

PLP PLI

0,61%6,40%

16,33%

24,47%

-3,19%

15,38%

41,90% 40,62%

-10%0%

10%20%30%40%50%

Oct 98

-99

Oct 99

-00

Oct 00

-01

Oct 01

- Mar

02

var lp

var li

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En mayo de 2002, más de la mitad de la población argentina tenía ingresos monetarios por debajo de la línea de pobreza, es decir, percibía montos inferiores a los necesarios para cu-brir una canasta de bienes básicos para su alimentación, transporte, vestimenta, educación y sa-lud; en tanto casi la cuarta parte del total de la población urbana del país no reunía ingresos su-ficientes para garantizar el acceso a una canasta de alimentos imprescindibles para su sobrevi-vencia, es decir, se hallaba por debajo de la línea de indigencia. Las magnitudes presentaban no-torias y dramáticas diferencias regionales.

FIGURA 8.- INCIDENCIA DE LA POBREZA Y DE LA INDIGENCIA EN PERSONAS POR REGIONES – MA-

YO 2002

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA sobre datos INDEC, 2002.

El efecto más notable de la crisis fue el incremento de la incidencia de indigencia en la población,o sea, el mayor empobrecimiento de los pobres. La caída de los ingresos monetarios en el primer cuatrimestre de 2002 incrementó significativamente la cantidad de familias indi-gentes en todo el territorio nacional. En el NEA los indigentes alcanzaban casi el 40% de la po-blación urbana total y en Cuyo la incidencia de la indigencia se duplicó en esos tres meses.

24.8 22.7 25.1

38.829.5 24.7

15.4

49.753.0 52.7

69.863.5

54.9

39.1

0

10

20

30

40

50

60

70

Tota

l urb

ano

EPH

Gra

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es

Pam

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NEA

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Pata

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Indigencia Pobreza

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FIGURA 9.- VARIACIÓN EN LA INCIDENCIA DE LA INDIGENCIA EN PERSONAS ENTRE OCTUBRE 2001 Y MAYO 2002 POR REGIONES.

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA sobre datos INDEC, 2002.

En los primeros meses del año también continuó en aumento la incidencia de la pobreza, aunque en magnitudes menores que la de indigencia.

FIGURA 10.- VARIACIÓN EN LA INCIDENCIA DE LA POBREZA EN PERSONAS ENTRE OCTUBRE 2001 Y MAYO 2002 POR REGIONES.

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA sobre datos INDEC, 2002.

La caída de importantes sectores de la población argentina en la pobreza y en la indi-gencia debido a la carencia de ingresos monetarios es, sin duda, la consecuencia de la evolución macroestructural del país. Como se ha señalado precedentemente, estas variaciones en los in-gresos monetarios pueden ser de corto plazo y afectar sólo circunstancialmente las trayectorias de las familias y las personas. Sin embargo, si las privaciones se mantuvieran en el tiempo, o si afectaran momentos claves del desarrollo personal y familiar, el impacto de la pobreza podría

12,20% 13,70%26,90%

16,20% 12,30% 7,30% 13,60%

10,50% 11,40%

11,90%

13,30%12,40%

8,10%11,20%

0%

10%

20%

30%

40%

50%

GBA

PampeanaNEA

NOACuyo

PatagoniaTotal

Oct-01 Oct 01- May 02

35,40% 37,10%57,30% 48,40% 39,70%

23,20%38,30%

14,30% 15,60%

12,50%15,10%

15,20%15,90%

14,70%

0%

20%

40%

60%

80%

GBA

PampeanaNEA

NOACuyo

PatagoniaTotal

Oct-01 Oct 01-May 02

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afectar el curso de sus vidas a futuro. Asimismo, las transformaciones en las prácticas y com-portamientos microsociales influiría –en plazos más largos- sobre la reproducción social y modi-ficaría negativamente la tradicional participación de los estratos en la distribución de los recur-sos de la sociedad argentina.

A fin de contribuir a la comprensión de cómo las privaciones asociadas con la pobreza afectan las estrategias de vida de las familias, y las prácticas de los sujetos en las distintas etapas del ciclo de vida individual, e impactan sobre la reproducción social, se optó por utilizar un en-foque que vincula los procesos de la macroestructura política y económica con los comporta-mientos microsociales de las familias y los individuos. Para ello, en este estudio se analizan los datos proporcionados por la Encuesta Permanente de Hogares (INDEC), dado que es la única que releva información -de manera sistemática- en muestras representativas de los hogares par-ticulares en las áreas urbanas de todo el país. Se decidió asimismo, estudiar en profundidad los datos proporcionados por la onda correspondiente al mes de octubre de 2001, por entender que la misma captaba el momento en que finalizaba dramáticamente una década de reformas eco-nómicas y políticas en el país. Por otra parte, la medición de octubre de 2001 es la primera -tras una interrupción de más de diez años- que permite observar la incidencia de la pobreza en todo el territorio nacional.

En definitiva, se estima que ésta constituye la mejor opción para establecer una línea de base que permita seguir la variabilidad de las magnitudes, los comportamientos y las prácticas asociados con la pobreza, referenciándolos con la de los sucesivos “estilos de desarrollo” que entren en vigencia.

En los siguientes capítulos se presentan los resultados del análisis efectuado tomando como variable explicativa los tipos de pobreza, entre los que se incluye como grupo testigo al subuniverso residual denominado como “no pobre”. Como quedó dicho, se consideraron a la familia y a la biografía personal las instancias mediadoras entre el individuo y la sociedad. Con el propósito de no superponer esfuerzos con la investigación del Programa de Mercado de Tra-bajo de este Instituto de Integración del Saber, este estudio focalizó su interés en las prácticas de los sujetos en etapas potencialmente consumidoras no productivas: niños de 0 a 5 años (primera infancia), niños de 6 a 12 años (edad escolar), jóvenes de 13 a 18 (jóvenes) y personas mayores de 65 años.

3. FAMILIA, REPRODUCCIÓN SOCIAL Y POBREZA URBANA EN LA ARGENTINA La familia es la institución que tiene a su cargo la formación de las futuras generaciones.

Los trabajos de Bourdieu fueron precursores en mostrar el rol decisivo que juega la familia en el mantenimiento del orden social a través de sus funciones de reproducción, tanto biológica como social, esto es, en la reproducción de la estructura del espacio y las relaciones sociales. La fami-lia está en la base de las condiciones de acumulación y transmisión del patrimonio económico, cultural y simbólico de una sociedad y, sin intervenciones externas, tiende a transmitir o refor-zar las desigualdades sociales existentes (Bourdieu, 1996:23). La familia está en proceso de transformación en la mayor parte de los países del mundo, como consecuencia de un conjunto de fenómenos que caracterizaron la evolución de la vida privada occidental a partir de la se-gunda mitad del siglo pasado. Según Giddens (1999) éstos derivan, fundamentalmente, del desmoronamiento del poder patriarcal a partir de la separación entre sexualidad y procreación, de la igualdad entre los sexos y de la libertad sexual de las mujeres.

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Los cambios iniciados tempranamente en los países más industrializados, se ponen de manifiesto actualmente en nuestro país a través de las tendencias hacia la postergación de la edad del casamiento y al aumento de las uniones consensuales, de los casamientos legales si-multáneos o posteriores a embarazos, del nacimiento de hijos extramatrimoniales, de las sepa-raciones y los divorcios, de la cantidad de hogares unipersonales, de hogares formados por una pareja sin hijos, de los conformados por una madre y sus hijos, sin padre, de hogares “ensam-blados” o “reconstituidos” en los que convive, por ejemplo, una nueva pareja, cada uno de los cuales tuvo otra con anterioridad, con los hijos de las parejas anteriores de ambos, o de alguno de ellos, y con los hijos de la nueva unión (Wainerman, 1996; Gelstein, 1996).

En la Argentina, a partir de la década del 70 del siglo pasado, se produjo un aumento notorio de los niveles de educación formal adquiridos por las mujeres de las Áreas urbanas y, como correlato, se registró una creciente incorporación femenina al mercado de trabajo, en una tendencia que continúa hasta el presente. Al promediar la última década del siglo XX, el aumen-to relativo de la participación laboral femenina tuvo lugar en el marco de una reducción general del mercado de trabajo que afectó, de manera particular, a los hombres y, entre ellos, a los tra-bajadores manuales con menor calificación. Este comportamiento diferencial por género de la fuerza de trabajo se tradujo en un incremento persistente de la cantidad de mujeres que pasan a ser las principales proveedoras de ingresos económicos de sus hogares.

Geldstein (1996) analizó el potencial sinérgico que tienen estas macro transformaciones al asociarse con factores culturales preexistentes inherentes a la pobreza estructural en nuestro país, para la expansión de formas de familias “no tradicionales”. Geldstein señala que en los sectores populares, los hogares con una mujer como proveedora principal constituyen una vía de acceso privilegiada al universo de las familias vulnerables. La secuencia que la autora des-cribe se puede sintetizar en: a) la puesta en crisis del hogar nuclear a partir del mayor ingreso económico de la mujer, cuestionando de manera directa el modelo patriarcal que sitúa al hom-bre como proveedor; b) con frecuencia la crisis se resuelve mediante la ruptura del hogar nu-clear, transformándose en hogar monoparental con jefa mujer; c) eventualmente, con el tiempo puede conformarse un hogar reconstituido, que generalmente se organiza sobre la base del hogar de la madre con sus hijos del anterior matrimonio, por lo que mantiene la jefatura femenina, d) Si la madre es joven, el hogar reconstituido puede incluir hijos de la nueva pareja. En estos ca-sos el nuevo núcleo conyugal tiende a reconocer los modelos tradicionales de género, por lo que suele conformarse un hogar reconstituido o ensamblado de jefe varón.

3.1. Familia y pobreza estructural

En los estratos pobres de la sociedad, la crisis del hogar nuclear y la consecuente expan-sión de formas no tradicionales de familia - hogares unipersonales; hogares no-familiares; fami-lias monoparentales- con el aumento de las proporciones de jefa de hogar mujer, produce con frecuencia pérdidas en la capacidad de soporte de sus miembros. Es necesario tener en cuenta que, en contextos de pobreza, las familias nucleares completas suelen disponer de más recursos afectivos y materiales para la protección y socialización de sus integrantes debido a que los la-zos de parentesco, nucleares y extendidos, continúan siendo la base fundamental de la organi-zación de su vida cotidiana que es, principalmente, una organización “en familia” (Ramos, 1985; Wainerman, 1996; Vignoli, 2000).

La particular dinámica demográfica de los hogares pobres, caracterizada (Torrado, 1995) por tasas de mortalidad y fecundidad que exceden con holgura los promedios, patrones repro-

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ductivos precoces, mayor tamaño de las unidades domésticas, elevados niveles de dependencia demográfica, contribuye a la continuidad de la desventaja social y, en consecuencia, a la repro-ducción intergeneracional de la pobreza. Dicha reproducción opera tanto en el nivel micro so-cial –las familias pobres tienen más probabilidad de transmitir la pobreza a sus sucesores- como a escala macro social debido a que por su mayor crecimiento demográfico, los pobres tenderán a aumentar su proporción en el total de la población (CEPAL-CELADE, 2000). Por ello, el sub-universo de las familias en cuya dinámica están presentes estas características constituyen el “núcleo duro” de la pobreza, es decir, el subuniverso con mayor inflexibilidad en sus condicio-nes de reproducción cotidiana y social.

Sin perjuicio de reconocer el enorme poder de estos mecanismos demográficos sobre la reproducción social de la pobreza, el accionar de políticas específicas y la tendencia al creci-miento económico con movilidad social ascendente suelen disminuir o interrumpir su impacto. Por el contrario, existen situaciones sociales y económicas en las que el progreso está disponible para muy pocos y diversos grupos sociales, ajenos a la dinámica demográfica descripta, ingre-san en el universo de la pobreza. Cuando la tendencia al descenso social se sostiene en el tiem-po, tal el caso de la Argentina en las últimas décadas, cristaliza un fenómeno al que genérica-mente se denominó en la Región “nueva pobreza” debido, quizás, a su característica más notoria: son grupos “recién llegados” al colectivo y no puede saberse a priori cuáles de ellos permanece-rán y por cuánto tiempo.

3.2. Familia y nueva pobreza

La Argentina desarrolló a lo largo del Siglo XX una parábola dramática. Durante las primeras seis décadas, la dinámica social y económica del país facilitó la inclusión de amplios grupos de la población nativa y extranjera en la senda del progreso. Por aquellos tiempos, los fundadores de la sociología académica nacional estudiaban los cambios en la estructura social generados por la transición de la sociedad tradicional a la sociedad de masas. La educación era el vehículo privilegiado para el ascenso, instalando una lógica en la que cada generación supe-raba los logros materiales e intelectuales de la precedente. Los “nuevos ricos” conformaban por entonces una categoría social, muchas veces satirizada por su afán en ocupar los espacios de poder y prestigio dominados por los grupos de riqueza tradicional.

Feijoó (2001) señala que el modelo de país se caracterizaba por una dinámica social in-clusiva sustentada en la accesibilidad de la mayor parte de la población urbana a los bienes bá-sicos, mediante la participación en puestos de trabajo formales, y a los servicios públicos, fun-damentalmente a buenos niveles de cobertura de educación pública y seguridad social. A partir de la década del 70, y con más fuerza en el último cuarto del Siglo XX, se produjeron importan-tes fisuras en el funcionamiento de ese modelo social.

Existe una vasta literatura referida a las causas que convergieron en el inicio de la pen-diente para la sociedad argentina. A los fines de este análisis, alcanza con señalar algunas de las que tuvieron más impacto sobre las condiciones de vida de amplios sectores de la población. A modo de apretada reseña puede mencionarse, por ejemplo, que desde mediados de la década del 70, la creciente desindustrialización del país ocasionó la pérdida de puestos de trabajos en ocupaciones manuales y la precarización del empleo, a través de la difusión de formas de con-tratación inestables. Asimismo, la persistente caída de los salarios se tradujo en la distribución regresiva del ingreso con el consiguiente aumento de las desigualdades. En la década del 80, la democracia procuró torcer el rumbo social, pero el desborde inflacionario que caracterizó la

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época, con la hiperinflación en su epílogo, fueron decisivos en el aumento de la intensidad de la pobreza y su extensión a diversos sectores sociales. Tras un corto período de optimismo durante el primer quinquenio de los 90, el desempleo abierto, el subempleo, la informalización laboral y una interminable recesión derivada en depresión, contribuyeron a la expansión y consolidación de la pobreza sin precedentes en la sociedad argentina.

Una de las características del proceso expansivo de la pobreza es su rápida propagación, afectando cada vez más áreas o sectores. El fenómeno trascendió su incidencia originaria sobre los sectores menos calificados del trabajo manual industrial y, lentamente primero, velozmente en la actualidad, fue involucrando a distintos niveles ocupacionales de la población activa, in-cluyendo grupos o sectores con mejores niveles educacionales relativos.

En definitiva, sectores de los estratos medios de la estructura social argentina tradicional se están incorporando al universo de la pobreza debido a que el desempleo, la caída de los sala-rios o la quiebra de las pequeñas y medianas empresas, cercenó sus ingresos monetarios. Se tra-ta de familias con suficiente patrimonio, acumulado intergeneracionalmente, como para vivir con adecuadas instalaciones sanitarias, sin la promiscuidad que ocasiona el hacinamiento y para continuar enviando sus niños a establecimientos educativos. Pero prácticamente perdieron, se-gún la etapa del ciclo de vida en que los afecta, la posibilidad de acceder a puestos de trabajo formales en la “nueva economía”, a planes de salud –privados o de la seguridad social- o de percibir una jubilación en su vejez.

La heterogeneidad y la diseminación en el tejido urbano son características inherentes a los sectores empobrecidos, contrastantes con la relativa homogeneidad de los patrones repro-ductivos y de localización de los pobres estructurales. Mucho se discute acerca de la convenien-cia de su denominación como “nueva pobreza” o “pobreza reciente”. Entre otras consideracio-nes, debe señalarse que como fenómeno social no es nuevo en la Argentina: lleva ya más de 10 años desde que se lo describiera y analizara con profundidad (INDEC, 1990). Además, la perti-nacia del empobrecimiento de la sociedad genera y multiplica los nuevos tipos de pobreza abso-luta y relativa, dentro y fuera de ambos subuniversos.

Sin perjuicio de ello, la denominación es útil –y continúa vigente- justamente porque fa-cilita la diferenciación entre dos perfiles en la carencia de recursos: por un lado, un núcleo duro de pobreza o pobreza estructural y, por el otro, contextos variables que dan lugar a privaciones temporarias de ingresos monetarios. El término “pobreza reciente” o “nueva pobreza” no hace referencia a la reproducción macrosocial del fenómeno en la Argentina, porque ya no es nuevo, sino que caracteriza la reproducción microsocial: la situación de pobreza es novedosa para los hogares, las familias o las personas.

Es probable que en alguna medida el paso por la pobreza de los recientemente incorpo-rados sea coyuntural y, en los mejores casos, fugaz. Pero también es probable que significativos sectores resulten afectados de manera más persistente, debido a la prolongación de las altas ta-sas de desempleo en el país y a la carencia de adecuada cobertura de la seguridad social para hacer frente a dicho riesgo. El interrogante crucial es, sin duda, cuánto tiempo de privaciones pueden soportar estas familias o personas hasta agotar su patrimonio –tanto en capital humano, como en activos habitacionales- y comenzar a vivir y reproducirse en situación de pobreza es-tructural, es decir, careciendo de acceso a servicios públicos indispensables.

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3.3. Familia y pobreza urbana en octubre de 2001

En el análisis que se presenta, consideramos a la familia desde una perspectiva socioló-gica, es decir, hacemos referencia al conjunto de personas –generalmente relacionadas con lazos de parentesco- que comparten el mismo techo y contribuyen mancomunadamente al manteni-miento cotidiano. Desde esta perspectiva familia, unidad doméstica u hogar constituyen térmi-nos sinónimos para denominar el mismo concepto. Así definido, se diferencia del enfoque an-tropológico que considera familia a la totalidad de las personas unidas por casamiento o lazos de parentesco, co residan o no en un mismo ámbito (al respecto ver Wainerman y Geldstein, 1996).

3.3.1. Tipo de hogares familiares, tamaño e índice de dependencia demográfico

Las “formas” de vivir en familia, ya lo hemos mencionado, son diferentes en los distin-tos estratos sociales. Mientras en los sectores de ingresos medios y altos es evidente una tenden-cia a la individuación de los miembros y una preferencia por las contextos habitacionales uni-personales y unigeneracionales (Jelin, 1996), en los sectores con menores recursos prevalecen las modalidades de organización familiar con base en los lazos de parentesco, pudiendo confor-marse hogares nucleares –núcleo conyugal completo o con uno solo de los padres e hijos-, y ex-tendidos, es decir, incluyendo a abuelos u otros parientes y no parientes. Debe tenerse en cuenta además que las estrategias de allegamiento habitacional son claves en contextos de pobreza cre-ciente o empobrecimiento, debido a que permiten el mejor y más rápido aprovechamiento de los recursos acumulados intergeneracionalmente para hacer frente a las situaciones de priva-ción.

Los cuadros y figuras que se presentan en este punto muestran –en ese orden- la relación entre el tipo de unidad doméstica, el tamaño y la estructura etaria de los hogares y los tipos de pobreza, categorizados a partir de la combinación de los enfoques de LP yNBI, para el total de la población urbana argentina entrevistada por la EPH en el mes de octubre de 2001.

Observando en primer lugar el tipo de hogar y familia en el que residía la población ur-bana argentina –cuadro 5 del Anexo- merece destacarse que la disponibilidad de ingresos mo-netarios por encima de la línea de pobreza aumentaba la probabilidad de residir en hogares unipersonales: alrededor del 18% de los hogares con ingresos monetarios por encima de la línea de pobreza eran unipersonales (no pobres y pobres inerciales). Como contrapartida, la probabi-lidad descendía entre los pobres estructurales y, fundamentalmente, entre los pobres coyuntu-rales en los que sólo se evidenciaba que algo más del 4 % de los hogares eran unipersonales.

El sostén de hogares unipersonales resulta muy caro por sus costos fijos y aumenta noto-riamente las necesidades de vivienda de las familias. Ante carencias de ingresos monetarios, pa-recería que una de las primeras estrategias compensatorias es un reacomodamiento habitacional que suprime los hogares unipersonales.

En los estratos pobres con ingresos monetarios por debajo de la línea de pobreza –pobres estructurales y pobres coyunturales- el descenso en la probabilidad de residir en hogares uni-personales resultaba complementario con el ascenso de las probabilidades de formar parte de familias ampliadas: esta modalidad superaba el 20% del total de los hogares de los referidos sub estratos.

También en los estratos pobres con ingresos por debajo de la línea de pobreza aumenta-ba la probabilidad de conformar hogares monoparentales, que representaban casi el 15% del to-

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tal de los hogares, robusteciendo las hipótesis referidas a la mayor vulnerabilidad ante la po-breza de los hogares nucleares incompletos, encabezados con más frecuencia por mujeres.

FIGURA 11.- DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS HOGARES POR TIPO DE POBREZA SEGÚN TIPO DE HOGAR –TOTAL DEL PAÍS – OCTUBRE 2001

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

Como es fácil inferir, estas diferentes formas de allegamiento habitacional de las fami-lias, están asociadas con las diferencias observables en el tamaño de los hogares. Los hogares pobres tienden a ser de mayor tamaño que lo no pobres. En las áreas urbanas de nuestro país, los hogares del estrato pobre estructural tenían un tamaño medio que casi duplicaba al de los hogares no pobres: en promedio los hogares en situación de pobreza estructural estaban forma-dos por más de 5 personas, seguido en importancia relativa por algo más de 4 personas prome-dio en los hogares pobres coyunturales, mientras que el tamaño medio de los no pobres era de 3 personas y el de los pobres inerciales algo más de 3 (cuadro 6).

Tamaño medio de los hogares por tipo de pobreza - Total del País - Octubre de 2001

3

5,44,3 3,4

0123456

No po

bre

Pobre

Estr

uctu

ral

Pobre

Coy

untu

ral

Pobre

Iner

cial

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FIGURA 12. TAMAÑO MEDIO DE LOS HOGARES POR TIPO DE POBREZA –TOTAL DEL PAÍS – OCTU-BRE 2001.

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

Para comprender la relación entre el tamaño del hogar y las posibilidades del soporte económico de sus miembros, es necesario considerar además el índice de dependencia demo-gráfica. El referido índice permite medir las cargas potenciales de personas inactivas (niños has-ta 14 años y mayores de 65 años) sobre los miembros en edades productoras (personas entre 15 y 64 años) de una determinada comunidad o grupo. Se trata, en realidad, de una forma de ob-servar la estructura de edades de una población que, como se sabe, es consecuencia de la evolu-ción de la fecundidad y la mortalidad.

La inclusión del índice de dependencia demográfica en los estudios sobre pobreza resul-ta siempre de interés, debido a que pone en evidencia los comportamientos diferenciales de la fecundidad y la mortalidad asociados con la pobreza, en una sociedad dada.

La estructura de edades de la población es nítidamente diferencial en los distintos estra-tos de pobreza2. En el “núcleo duro” de la pobreza –los hogares pobres estructurales- se regis-traba el índice de dependencia total más alto, la más elevada carga de niños y la dependencia de ancianos más baja (cuadro 7). La carga de dependencia total de miembros del hogar potencial-mente inactivos sobre los potencialmente productores duplicaba a las de los hogares no pobres, -0,92 vs. 0,47- y era significativamente más alta que la de los restantes sub estratos (0,59 tanto entre los pobres coyunturales como entre los inerciales). En la pobreza estructural era muy ele-vada la carga de dependencia de niños. La estructura del índice de dependencia de los hogares

2 En la información relacionada con la aplicación del índice de dependencia demográfica en los estratos de pobreza se debe tener en consideración que la forma de medición de la pobreza estructural (indicador de NBI) puede sobredimensionar la pobreza en los hogares con niños y jóvenes y subcaptar la de los ancianos y ello, como es obvio, influiría sobre los valores del índice.

Tipo de hogar por tipo de pobreza - Total del País - Octubre 2001

0%

20%

40%

60%

80%

100%

No po

bres

Pobre

s estr

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rales

Pobre

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Pobre

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es

Multipersonal no familiar

Ampliado

Nuclear completo

Nuclear Monoparental

Unipersonal

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del “núcleo duro” de la pobreza urbana argentina pone de manifiesto la prevalencia de altas ta-sas de fecundidad y mortalidad, es decir, refleja una pirámide de población que todavía man-tiene la base ancha y la cúspide afinada.

En el extremo opuesto, el estrato no pobre posee un índice de dependencia demográfico propio de las poblaciones envejecidas, que han completado la transición demográfica3, con los más bajos índices de dependencia total y los más altos de personas mayores.

En los sectores pobres coyunturales y pobres inerciales los valores del índice evidencian cargas más bajas de dependencia de niños y totales que la de los pobres estructurales, aunque son significativamente más altas que las de los no pobres.

FIGURA 13. ÍNDICE DE DEPENDENCIA DEMOGRÁFICA POTENCIAL DE JÓVENES, DE ANCIANOS Y TOTALES POR TIPO DE POBREZA – OCTUBRE 2001.

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

En síntesis, se puede señalar que en la población urbana argentina, según la información proporcionada por el relevamiento de la EPH del mes de octubre de 2001, los hogares pobres con ingresos monetarios por debajo de la línea de pobreza –pobres estructurales y pobres co-yunturales en este estudio- tendían a ser de mayor tamaño, como resultado de la mayor canti-dad de niños en el caso de los hogares pobres estructurales, y de las mayores proporciones de formas de organización familiar intergeneracional –hogares ampliados- tanto en la pobreza es-tructural como en la coyuntural. Asimismo, es destacable entre los pobres coyunturales el au-mento de la probabilidad de conformar hogares monoparentales, que evidenciaría la mayor vulnerabilidad ante la pobreza de los hogares nucleares incompletos.

3 La transición demográfica hace referencia al proceso que acompañó al crecimiento económico posterior a la revolución industrial, las poblaciones que lo protagonizaron pasaron de altas de fecundidad y mortalidad iniciales a bajas tasas en ambas al finalizar la transición.

Índice de dependencia potencial de niños y ancianos - Total del País - Octubre de 2001

0,27

0,87

0,52 0,520,2

0,04

0,07 0,07

00,10,20,30,40,50,60,70,80,9

1

No po

bre

Pobre

Estr

uctu

ral

Pobre

Coy

untu

ral

Pobre

Iner

cial

Ancianos

Niños

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En cambio, en los hogares con ingresos monetarios por encima de la línea de pobreza, aún cuando tuviesen algunas necesidades básicas insatisfechas como es el caso de los pobres inerciales, las familias tendían a los contextos unigeneracionales, con un significativo aumento relativo de los hogares unipersonales. Los hogares eran además de menor tamaño.

Los hogares no pobres, entre los que prevalecen los sectores medios urbanos, evidencia-ban una estructura etaria característica de los grupos o comunidades que habrían completado su transición demográfica: bajas cargas de dependencia totales y las más altas de ancianos. En el extremo opuesto, en el subestrato de pobreza estructural, se visualizaba una estructura etaria propia de sectores que no han iniciado o se hallan en fases iniciales de su transición demográfi-ca, en los que todavía persisten altas tasas de natalidad y de mortalidad. En el “núcleo duro” de la pobreza urbana argentina se registraba el índice de dependencia potencial más alto, con las más elevadas cargas de dependencia de niños y las más bajas de ancianos. La presión demográ-fica tendería, en consecuencia, a la reproducción macrosocial de la pobreza en los próximos años debido a que el crecimiento vegetativo de la sociedad argentina descansa sobre la más ele-vada fecundidad de los hogares pobres.

3.3.2. Sexo y edad de los jefes de hogar según estratos de pobreza

Las edades de la primera unión y conformación de las familias varían en los distintos es-tratos sociales: mientras los sectores con ingresos más altos tienden a postergarlas, debido a la mayor extensión de los períodos de formación y acumulación de activos y bienes físicos, en los estratos pobres se describen con frecuencia patrones de nupcialidad y paternidad precoces. Su-sana Torrado (1995) denomina “apremiante” al ciclo de vida de las familias pobres “caracteriza-do por uniones precoces, mayor consensualidad, más niños a intervalos más cortos, menor es-peranza de vida”. En estos escenarios, el embarazo adolescente es otro de los eventos que se asocia frecuentemente con vulnerabilidad en la formación de las familias. La referida autora ob-servó que en nuestro país es importante la proporción de nacimientos entre mujeres adolescen-tes unidas o casadas, hecho que la lleva a suponer la concreción de las uniones a partir de con-cepciones prenupciales.

Los hogares encabezados por jóvenes, en contextos de pobreza, acentúan las desventajas de los miembros de la familia. Los jefes de hogar jóvenes, por su etapa del ciclo de vida, con fre-cuencia no pueden acumular los bienes necesarios para la adecuada satisfacción de las necesi-dades básicas y tienen más probabilidades de reproducir intergeneracionalmente la pobreza familiar.

En nuestro país, ya sea que se observe la edad promedio o las categorías de las edades de los jefes –cuadros 8 y 9 respectivamente-, los estratos con pobreza por carencia de acceso a servicios o satisfacción de necesidades básicas –pobres estructurales y pobres inerciales- estaban encabezados por jefes más jóvenes que en los sub estratos sin necesidades básicas insatisfechas, tanto fueran pobres coyunturales como no pobres.

Los mayores de 65 años eran mayoritariamente jefes de hogares no pobres debido, entre otros factores, a la acumulación de recursos, fundamentalmente de capital habitacional y aho-rros, a lo largo de la vida activa. Debe tenerse en cuenta además, que en las actuales cohortes envejecidas de nuestro país todavía se registran altas proporciones de cobertura previsional; como se verá más adelante, los ingresos económicos provenientes de las jubilaciones y pensio-nes estarían evitando la extensión de la pobreza entre los mayores.

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FIGURA 14. EDAD PROMEDIO DE LOS JEFES DE HOGAR POR TIPO DE POBREZA – OCTUBRE 2001.

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

El avance de la edad aumenta significativamente la probabilidad de ser propietario de la vivienda en que se vive: mientras menos del 20% de los jefes jóvenes eran propietarios de la vi-vienda, más del 80% de los de edad madura y mayor eran dueños de la vivienda que habitaban. El cuadro 10 muestra nítidamente la significativa asociación que existe en nuestro país entre propiedad de la vivienda y edad o ciclo de vida individual.

FIGURA 15.- PORCENTAJE DE JEFES DE HOGAR PROPIETARIOS DE LA VIVIENDA EN QUE VIVEN, POR CATEGORÍA DE EDAD DE LOS JEFES. TOTAL DEL PAÍS - OCTUBRE DE 2001.

Porcentaje de propietarios de la vivienda según edad del jefe de hogar - Total del País - Octubre de

2001

18,90% 37,70%63,30% 79,70% 85,50%

0,00%20,00%40,00%60,00%80,00%

100,00%

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

El envejecimiento diferencial de los distintos sub estratos de pobreza modifica las pro-babilidades de diferencias en el sexo de los jefes de hogares: entre los no pobres aumenta la probabilidad de hogares con jefa mujer debido, precisamente, a la mayor sobrevivencia femeni-

Edad media de los jefes de hogar por tipo de pobreza. Total del País - Octubre de 2001

52,742,8 47,6 40,9

0102030405060

No po

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Pobre

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na en edades avanzadas, con el consiguiente aumento de la jefatura de hogares unipersonales entre las viudas de los estratos medios urbanos.

FIGURA 16 . DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS HOGARES SEGÚN SEXO DE LOS JEFES, POR TIPO DE POBREZA – OCTUBRE 2001.

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

La jefatura del hogar es de carácter cultural, es decir, hace referencia a la persona que el conjunto de los miembros del hogar reconoce como tal. En general, fuertes condicionantes de género otorgan este reconocimiento al varón dentro del núcleo conyugal, de modo que la jefatu-ra femenina suele estar asociada a la viudez o al divorcio de la pareja. Asimismo, las familias ampliadas y ensambladas suelen reconocer la jefatura de una mujer cuando ella es la propieta-ria de la vivienda, o bien cuando la nueva familia se organizó en torno a su núcleo primario. Por estos motivos, el hogar unipersonal tiene mayores probabilidades de estar encabezado por las mujeres y es típico de los estratos con ingresos monetarios por encima de la línea de pobreza. En cambio, en la pobreza coyuntural y estructural las mayores probabilidades de jefatura feme-nina se registraban en los hogares monoparentales y, siguiendo en orden de importancia, en las familias ampliadas (ver cuadro 12).

Distribución porcentual de los hogares según sexo del jefe por tipo de pobreza -

Total del país - Octubre de 2001

69% 77% 75% 79%

31% 23% 25% 21%

0,00%20,00%40,00%60,00%80,00%

100,00%120,00%

No po

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Jefe Mujer

Jefe Varón

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FIGURA 17.- DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS HOGARES CON JEFATURA FEMENINA POR TIPO

DE POBREZA SEGÚN TIPO DE HOGAR –TOTAL DEL PAÍS – OCTUBRE 2001 Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

La jefatura femenina en las familias ampliadas de los estratos pobres, por su parte, esta-ría reflejando el allegamiento habitacional de los núcleos más jóvenes en el hogar de las abuelas. Es interesante mencionar que las mujeres jefas de hogar, en todos los tipos de hogar y estratos de pobreza, tienen mayor edad que los hombres.

3.3.3. Activos de las familias: recursos no monetarios e ingresos corrientes

En las condiciones “normales” de funcionamiento de las economías de mercado, el in-greso monetario percibido por sus miembros permite a las familias el acceso a una gama gra-diente de servicios básicos, de bienestar o de confort. Sin embargo, es sabido que no todas las familias con igual magnitud de ingresos satisfacen de la misma manera las necesidades básicas debido, entre otras dimensiones, a preferencias de consumo que pueden ocasionar disfunciona-lidades en la asignación: el ejemplo más citado es el de las adicciones o los vicios. Asimismo, los ingresos monetarios obtenidos dependen de la disponibilidad de otros recursos no monetarios, tales como los años de educación formal de los miembros del hogar, de sus pautas de cuidado de la salud o de las condiciones sanitarias del hábitat.

Por lo tanto, un análisis focalizado en privaciones de las familias debe observar tanto las magnitudes de sus ingresos monetarios, como la disponibilidad de recursos no monetarios aso-ciados con la satisfacción de necesidades básicas. Por recursos no monetarios se entienden los activos fijos del hogar, fundamentalmente la vivienda y el equipamiento, el capital humano y otros activos productivos.

El análisis de la relación entre las carencias de recursos no monetarios y la magnitud de los ingresos monetarios, estableciendo perfiles de privación, permite integrar los aspectos es-tructurales y los coyunturales y, en consecuencia, facilita una mejor aproximación al complejo multidimensional de la pobreza en las familias, su intensidad en el ámbito microsocial, así como

Distribución porcentual del tipo de hogar de jefatura femenina por tipo de pobreza - Total del

País - Octubre de 2001

0%

20%

40%

60%

80%

100%

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Multipersonal no familiar

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Nuclear completo

Nuclear Monoparental

Unipersonal

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una mejor ponderación de la pertinacia de su impacto en la reproducción macrosocial. En la di-námica de la sociedad argentina actual, este tipo de análisis resulta imprescindible para efectuar un seguimiento longitudinal del proceso.

a. Pobreza urbana y clima educativo de las familias

Existe consenso en señalar que la obtención de recursos monetarios y no monetarios y la satisfacción de necesidades básicas de las familias están significativamente asociadas con los años de educación formal de los miembros adultos y con la tasa de dependencia económica en el interior de cada hogar.

A fin de conocer las características de las familias de nuestro país respecto de estos dos indicadores, hemos considerado clima educativo a la cantidad de años promedio de educación formal de los miembros mayores de 15 años de los hogares y tasa de dependencia económica a la relación entre la cantidad de miembros no perceptores de ingresos monetarios con la de los per-ceptores, en ambos casos según estratos de pobreza.

El análisis del clima educativo de los hogares muestra que el promedio de los años de educación formal de todos los mayores de 15 años de los hogares no pobres superaba en 3 años al de los hogares pobres estructurales, en 2,1 años al de los hogares pobres coyunturales y en 1,9 años al de los pobres inerciales.

FIGURA 18. CLIMA EDUCATIVO (PROMEDIO DE AÑOS) DE LOS HOGARES POR TIPO DE POBREZA –TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE 2001.

Clima educativo promedio de los hogares por tipo de pobreza - Total del País - Octubre de 2001

9,906,90 7,80 8,00

02468

1012

No po

bre

Pobre

Estr

uctu

ral

Pobre

Coy

untu

ral

Pobre

Iner

cial

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

La primera observación que merece destacarse es que los años promedio de educación formal de los mayores de 15 años -en todas las áreas urbanas del país- superaba los 7 años de enseñanza básica obligatoria. Sólo en los hogares incluidos en el “núcleo duro” de la pobreza –pobres estructurales- el valor promedio es levemente inferior a 7. En los hogares pobres inercia-les se registraba un aumento de los años de educación de sus miembros que debiera tomarse en consideración al evaluar sus posibles ventajas relativas para la obtención de ingresos moneta-rios por encima de la línea de pobreza. En el mismo sentido y con similar argumento, deben te-

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nerse en cuenta las diferencias entre el clima educativo de los hogares no pobres y el de los po-bres coyunturales.

Si el clima educativo del hogar está relacionado con las posibilidades de mejor desem-peño en el mercado de trabajo y, en consecuencia, de mejores ingresos económicos, la tasa de dependencia económica -entendida como la cantidad de miembros no perceptores que en cada hogar dependen de los ingresos que obtienen los perceptores- proporciona una noción acerca de la suficiencia de los ingresos monetarios de la familia para la adecuada manutención de todos sus miembros.

La tasa de dependencia económica está fuertemente influenciada por el tamaño de la familia, principalmente por el número de hijos pequeños o ancianos sin cobertura previsional que son, típicamente, consumidores no productores. Sin embargo, la tasa de dependencia eco-nómica también aumenta si se reduce la cantidad de miembros perceptores. Este fenómeno puede deberse a contingencias particulares de los hogares –problemas de salud o muerte de adultos jóvenes, desintegración del núcleo conyugal- y puede también estar influenciado por problemas macrosociales –aumento del desempleo, recesión- que afectan la capacidad de absor-ción del mercado de trabajo. Es esperable entonces que altas tasas de dependencia económica estén asociadas con la caída de los ingresos monetarios de los hogares por debajo de la línea de pobreza.

FIGURA 19. TASA DE DEPENDENCIA ECONÓMICA (PROMEDIO) DE LOS HOGARES POR TIPO DE PO-BREZA – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE 2001.

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

En el mes de octubre de 2001 las tasas de dependencia económica de los hogares según estratos de pobreza mostraba una tendencia similar a la de los tamaños medios de las familias: entre los hogares con ingresos monetarios por debajo de la línea de pobreza – pobres estructura-les y pobres coyunturales- aumentaba la probabilidad de tener mayores tasas de dependencia económica: alrededor de 4 personas por cada perceptor de ingresos. Entre los pobres inerciales y los no pobres las tasas de dependencia eran significativamente más bajas: algo más de 2 per-sonas dependían de cada perceptor de ingresos monetarios.

En la pobreza estructural la tasa de dependencia económica más alta es consistente con la también alta tasa de dependencia demográfica, derivada de las cargas de niños de los hoga-

Tasa de dependencia económica promedio por tipo de pobreza - Total del País - Octubre de 2001

2,264,25 3,75

2,53012345

No po

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Pobre

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res. En cambio, no se registraba similitud entre la tasa de dependencia económica de los hoga-res y el índice de dependencia demográfica de los hogares pobres inerciales y pobres coyuntu-rales. La estructura demográfica en los referidos sub estratos es prácticamente igual. Sin embar-go sus tasas de dependencia económica son significativamente diferentes, poniendo en eviden-cia que las elevadas tasas de dependencia económica de los hogares pobres coyunturales no se originan en problemas de índole demográfico, si no en dificultades en la percepción de ingresos monetarios por parte de los adultos potencialmente productores.

Finalmente, el marcado envejecimiento de los hogares no pobres no se traducía en vul-nerabilidad demográfica. Los datos de octubre de 2001, de las áreas urbanas de nuestro país muestran que el envejecimiento demográfico no constituye riesgo de pobreza si las personas mayores perciben ingresos monetarios, sea que éstos provengan de su jubilación, de su trabajo, de transferencias o de rentas.

b. Percepción de ingresos monetarios, ocupación laboral y pobreza urbana

A fin de profundizar el análisis respecto de la capacidad de obtención de ingresos mone-tarios de las familias en los diferentes estratos, presentamos a continuación un conjunto de cua-dros y figuras que proporcionan información sobre la cantidad promedio de perceptores de in-gresos por hogar y la calidad de los puestos de trabajo de los miembros ocupados.

En el relevamiento de octubre de 2001, los hogares con ingresos por encima de la línea de pobreza –pobres inerciales y no pobres- en todas las modalidades de allegamiento habitacio-nal consideradas (cuadro15), tenían mayor número promedio de perceptores de ingresos que los hogares con ingresos por debajo de la línea de pobreza.

FIGURA 20.- CANTIDAD PROMEDIO DE PERCEPTORES DE INGRESOS MONETARIOS POR HOGAR, POR TIPO DE POBREZA –TOTAL DEL PAÍS – OCTUBRE 2001

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

Los hogares pobres inerciales registraban la mayor cantidad promedio de miembros perceptores de ingresos monetarios en todos los tipos de hogar, aspecto que debe ser tenido en

Promedio de perceptores de ingresos por hogar por tipo de pobreza - Total del País - Octubre de

2001

1,43 1,21 1,311,57

00,20,40,60,8

11,21,41,61,8

No po

bres

Pobre

s estr

uctu

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es

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cuenta al evaluar las condiciones de los hogares que facilitan la superación de sus desventajas. Los hogares no pobres –en todos los tipos- también tenían mayores probabilidades de tener más cantidad de perceptores que la media general. Pero en el extremo opuesto, los hogares en situa-ción de pobreza estructural presentaban los promedios más bajos y también los de la pobreza coyuntural resultaban inferiores a la media.

La calidad de los puestos de trabajo de los miembros del hogar activos es otra de las di-mensiones relevantes para el análisis de la capacidad de obtención de recursos monetarios. En este trabajo hemos optado por desagregar la dimensión en cuatro categorías excluyentes4: a) to-dos los miembros del hogar activos poseen cobertura de la seguridad social (todos formales), b) todos los miembros del hogar ocupados tienen puestos de trabajo precarios (todos informales) y c) algunos miembros del hogar ocupados tienen puestos de trabajo con cobertura de la seguri-dad social y otros poseen trabajos precarios (mixtos) y d) en el hogar no hay ningún miembro ocupado. La cuarta categoría es residual, es decir, se incluyen en ella tanto a los miembros des-ocupados como a los inactivos, y dentro de los últimos, tanto a los jubilados y pensionados co-mo a amas de casa o estudiantes.

La calidad de los puestos de trabajo de los miembros activos del hogar está fuertemente asociada a las características de las carencias de los hogares. Mientras la mayoría de los pobres estructurales activos tienen las mayores probabilidad de tener puestos de trabajo informales (todos los miembros informales en el 57,6% del total de los hogares pobres estructurales), y de que en los hogares en los que no hay ocupados la tasa de jubilados sea baja –como se verá más adelante- entre los no pobres es muy elevada la probabilidad de tener puestos de trabajos en el sector formal de la economía (todos los miembros formales en el 37,60% de los hogares), al tiempo que entre los hogares sin miembros ocupados es alta la probabilidad de que éstos sean jubilados y pensionados. Entre los miembros de los hogares pobres inerciales también es alta probabilidad de la formalidad de los puestos de trabajo (31,30% de los hogares tienen todos los miembros ocupados formales), aunque la característica más notable de este subestrato es que registraba la menor probabilidad de tener hogares sin ningún miembro ocupado.

4 La categorización de esta variable ha sido tomada de las elaboraciones del Programa de Investigación: Orientación Económica: Desocupación y Mercado de Trabajo. Instituto de Integración del Saber UCA.

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FIGURA 21. DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS HOGARES POR TIPO DE POBREZA SEGÚN CONDI-CIÓN DE FORMALIDAD DE LOS MIEMBROS ACTIVOS DE HOGAR – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE DE 2001

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

Los datos analizados ponen de relieve la gravedad del problema de la ocupación y el mercado de trabajo en la extensión de la pobreza coyuntural: en este subestrato se observaba la más alta probabilidad de hogares sin ningún miembro ocupado (27,40% del total de los hogares no tenían ningún miembros ocupado)–y además sin altas tasas de jubilados, como se analizará posteriormente- así como una elevada probabilidad de que todos los miembros ocupados estén en el sector informal de la economía (el 45,10% de los hogares tienen todos los miembros ocu-pados en el sector informal).

A fin de observar con mayor nitidez el comportamiento diferencial de la ocupación de los miembros del hogar en los distintos sub estratos de pobreza, se analizó el promedio de miembros del hogar ocupados5.

En los hogares pobres coyunturales se registraban los menores promedios de miembros ocupados. En el total de los hogares en situación de pobreza coyuntural no alcanzaba a regis-trarse en promedio un miembro ocupado por hogar (0,98). La ocupación en este subestrato es menor que la que se verificaba en los hogares pobres estructurales (1,20 miembros ocupados por hogar). En el extremo opuesto, entre los pobres inerciales se observaban las mayores canti-dades promedio de ocupados, llegando a 1,32 miembros por hogar (cuadro 17).

5 Nótese que en el cuadro 14 se presentaron las cantidades promedio de miembros de los hogares perceptores de in-gresos monetarios, que incluye a quienes reciben jubilaciones, rentas o transferencias monetarias de otra índole. En este cuadro sólo se incluyen las cantidades promedios de personas ocupadas laboralmente.

Distribución porcentual de los hogares por tipo de pobreza según formalidad - Total del país - Octubre

2001

0%10%20%30%40%50%60%70%80%90%

100%

No po

bres

Pobre

s estr

uctu

rales

Pobre

s coy

untu

rales

Pobre

s ine

rcial

es

Ningún ocupado

Mixtos

Todos informales

Todos formales

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FIGURA 22. PROMEDIO DE MIEMBROS DEL HOGAR OCUPADOS POR TIPO DE POBREZA – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE DE 2001

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

El promedio de ocupados de los hogares no pobres es más bajo que el de los pobres inerciales debido al pronunciado envejecimiento de la población que origina un aumento de miembros inactivos.

c. Categoría de la ocupación laboral y condición de inactividad de los jefes de hogar: su relación con la po-breza

Hemos analizado hasta ahora las diferencias de los valores promedio en el nivel educa-tivo, la ocupación y la percepción de ingresos monetarios de todos los miembros mayores de 15 años de los hogares en los distintos estratos de pobreza. Presentamos en este punto el análisis de los atributos ocupacionales de los jefes de hogar, que complementa la información preceden-te y facilita una evaluación más precisa acerca de las capacidades de las familias urbanas argen-tinas para obtener y distribuir ingresos. Debe señalarse, en primer lugar, que el jefe del hogar designa a una persona culturalmente legitimada en esa posición y puede no coincidir con el principal perceptor de ingresos monetarios del hogar. Sin embargo, en octubre de 2001 más del 85% de los jefes de hogar eran también los principales perceptores.

La observación de la condición ocupacional de los jefes de hogar ratifica las tendencias hasta aquí descriptas. La desocupación de los jefes de hogar era una probabilidad significativa en las familias que tenían ingresos monetarios por debajo a la línea de pobreza; en cambio, la ocupación de los jefes aumentaba en los hogares con carencias de acceso a servicios básicos que reunían ingresos por encima de la línea de pobreza. (cuadro 18)

Promedio de miembros ocupados en los hogares por tipo de pobreza - Total del país - Octubre de

2001

1,23 1,2 0,981,32

00,20,40,60,8

11,21,4

No po

bres

Pobre

s estr

uctu

rales

Pobre

s coy

untu

rales

Pobre

s ine

rcial

es

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FIGURA 23. DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS JEFES DE HOGAR POR CONDICIÓN DE ACTIVIDAD SEGÚN TIPO DE POBREZA – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE DE 2001

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

En efecto, estaban ocupados más del 75% de los jefes de hogares definidos como pobres inerciales. Por el contrario, casi la cuarta parte de los jefes de hogares identificados como pobres coyunturales estaban desocupados. También era elevada la probabilidad de que los jefes de hogares pobres estructurales estuvieran desocupados.

La precariedad o la calidad de los puestos de trabajo de los jefes de hogar puede anali-zarse a través de su categoría ocupacional. El cuadro 19 muestra que más del 60% de los jefes de hogares pobres estructurales y pobres coyunturales económicamente activos se desempeñaban en puestos informales del mercado laboral: trabajadores por cuenta propia y asalariados sin co-bertura de la seguridad social. Los jefes de hogares estructuralmente pobres mostraban la peor situación relativa.

Distribución porcentual de la condición de actividad por tipo de pobreza - Total del país - Octubre de

2001

0%20%40%60%80%

100%

No po

bres

Pobre

s estr

uctu

rales

Pobre

s coy

untu

rales

Pobre

s ine

rcial

es

Inactivo

Desocupado

Ocupado

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Figura 24. Distribución porcentual de los jefes de hogar activos por categoría ocupacional según tipo de pobreza – Total del país- Octubre de 2001

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

Los jefes de hogares definidos en este estudio como pobres inerciales tenían una impor-tante probabilidad, casi el 50% de los jefes, de tener empleos con relación de dependencia en el sector formal del mercado de trabajo. Por su parte, algo más de la mitad de los jefes activos de hogares no pobres tenían empleos formales y, además, sólo entre los jefes de hogares no pobres se registraban empresarios y profesionales. Sin perjuicio de señalar una obviedad, debe subra-yarse que la formalidad en la ocupación de los jefes de hogar está fuertemente asociada con la percepción de ingresos por encima de la línea de pobreza.

Finalmente, la condición de inactividad de los jefes de hogar inactivos completa esta ca-racterización de la situación ocupacional en los distintos estratos de pobreza. Es fácil inferir que entre los jefes de hogar que se declaran económicamente inactivos, sólo los jubilados y pensio-nados y los rentistas perciben ingresos monetarios. La jubilación representa un derecho adqui-rido a partir de las contribuciones efectuadas a lo largo del ciclo de vida laboral y sólo se accede al beneficio a través de la participación en puestos de trabajo debidamente formalizados. Tal como se adelantara a lo largo del trabajo, el 80% de los jefes inactivos de hogares no pobres es jubilado o pensionado, en tanto sólo algo más del 30% de los jefes inactivos de hogares estructu-ralmente pobres lo eran (cuadro 20). La jubilación o pensión de los jefes inactivos contribuye a evitar la pobreza de los hogares, fenómeno que se observa tanto entre los no pobres como entre los pobres inerciales. En cambio, entre los pobres coyunturales se debería considerar la hipótesis de que las formas de allegamiento habitacional alrededor de la vivienda de los mayores podría aumentar las cargas de dependencia económica sobre las jubilaciones de los mayores y condi-cionar el empobrecimiento de los hogares.

Distribución porcentual por categoría ocupacional y tipo de pobreza - Total del país - Octubre de

2001

0%20%40%60%80%

100%

No po

bres

Pobre

s estr

uctu

rales

Pobre

s coy

untu

rales

Pobre

s ine

rcial

es

Sin salario

Asalariado sin dctos

Asalariado condctosTrab cuenta propia

AutónomoprofesionalPatrón

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Figura 25. Distribución porcentual de los jefes de hogar inactivos por condición de inac-tividad según tipo de pobreza – Total del país- Octubre de 2001

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

Es significativa la probabilidad de hogares con jefe incapacitado en la pobreza estructu-ral, en primer término y en la pobreza coyuntural, en menor medida. Ambos valores están refle-jando la carencia de cobertura social ante el riesgo de enfermedad y discapacidad de los traba-jadores informales, y su fuerte asociación con la pobreza familiar.

d. Los ingresos monetarios de los hogares en los distintos estratos de pobreza

El conjunto de las dimensiones analizadas: el clima educativo del hogar, las característi-cas ocupacionales de los miembros adultos y de los jefes de los hogares, intervienen en la obten-ción de los ingresos monetarios de las familias. El resultado más visible de las diferentes capa-cidades y oportunidades familiares se pone de manifiesto en el siguiente cuadro que presenta los ingresos medios per cápita de los hogares según estratos de pobreza.

Distribución porcentual de la condición de inactividad del jefe por tipo de pobreza - Total del

País - Octubre de 2001

0%

20%

40%

60%

80%

100%

No po

bres

Pobre

s estr

uctu

rales

Pobre

s coy

untu

rales

Pobre

s ine

rcial

es

Otros

Incapacitado

Ama de casa

Estudiante

Rentista

Jubilado opensionado

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FIGURA 26. INGRESO MONETARIO (EN $) PER CÁPITA FAMILIAR POR TIPO DE POBREZA – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE DE 2001

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

No es necesario efectuar comentarios adicionales dada la elocuencia de estos valores. El ingreso per cápita promedio de los no pobres superaba 8 veces el valor de los pobres estructura-les y más de 5 veces el de los pobres coyunturales. La diferencia era, como se sabe, mayor en la realidad debido a los sesgos en las declaraciones de ingresos monetarios de las familias: los de mayores ingresos tienden a subdeclararlos, en tanto los de menores los sobreestiman por ver-güenza. De todos modos, por tratarse de mediciones según el enfoque con línea de pobreza, no importan tanto las diferencias como subrayar que se trata de ingresos económicos determinan-tes de la pobreza absoluta de los hogares pobres estructurales y pobres coyunturales.

Cabe destacar que en octubre de 2001 el peso argentino equivalía a un dólar. Por lo tan-to, es fácilmente comprensible el agravamiento de las condiciones de vida de las familias pobres tras la megadevaluación de la moneda ocurrida en enero de 2002.

e. El capital habitacional de las familias

La vivienda es el bien físico más valioso en el patrimonio de la mayor parte de las fami-lias. La calidad de la vivienda familiar -evaluada fundamentalmente en términos de acceso a servicios de infraestructura básicos, materiales y técnicas constructivas adecuadas para su ais-lamiento y seguridad y cantidad de ambientes necesarios para garantizar la autonomía y priva-cidad de sus miembros- es un buen indicador de la satisfacción de necesidades básicas del hogar. La inversión en vivienda -principalmente para la adquisición, pero también para el man-tenimiento en valor- requiere una acumulación de recursos que muchas veces compromete al esfuerzo de varias generaciones. La carencia histórica o coyuntural de recursos monetarios difi-culta seriamente la tenencia de una vivienda apta para el desarrollo de la cotidianeidad.

El cuadro 22 presenta los tipos de vivienda que habitaban los hogares de las Áreas urba-nas de nuestro país en octubre de 2001.

FIGURA 27.-DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS HOGARES POR TIPO DE POBREZA SEGÚN TIPO DE VIVIENDA –TOTAL DEL PAÍS – OCTUBRE 2001

Ingreso monetario per-cápita de los hogares por tipo de pobreza - Total del País - Octubre 2001

370.99

45.41 68.22

207.11

050

100150200250300350400

No po

bres

Pobre

s estr

uctu

rales

Pobre

s coy

untu

rales

Pobre

s ine

rcial

es

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Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

La información que proporciona la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) sólo permite conocer la proporción de las viviendas deficitarias –viviendas precarias, carentes de servicios sanitarios o de ambientes insuficientes- de las áreas urbanas de nuestro país. Dado que estas tres características de carencias habitacionales son tomadas como indicador de insatisfacción de necesidades básicas, los hogares y la población residente en ellas se incluye en los sub estratos de pobreza estructural o inercial. Poco se puede conocer, en cambio, de las casas o departamen-tos emplazadas en barrios residenciales con servicios de red, habitadas por población con ingre-sos monetarios por debajo de la línea de pobreza. El tema es relevante debido a que la carencia coyuntural de ingresos en el hogar puede no afectar al patrimonio habitacional de las familias. Sin embargo, si el déficit se sostiene en el tiempo, la ausencia de inversiones para el correcto mantenimiento de las instalaciones o la interrupción en los pagos de impuestos inmobiliarios y de servicios públicos pueden precarizar las condiciones de tenencia o de confort de las vivien-das familiares y alterar, en consecuencia, la vida cotidiana de todos los miembros del hogar.

Merece destacarse que en las grandes ciudades argentinas la inmensa mayoría de los hogares residen en casas o departamentos. Es muy baja la proporción de hogares en villas de emergencia y más baja aún la que habita en otros tipos de viviendas precarias, tales como los hoteles e inquilinatos. Por supuesto, la habitación en estos tipos de vivienda determina la incor-poración de los hogares –como se señalara- a las categorías de pobres estructurales o inerciales, según su disponibilidad de ingresos monetarios mensuales por debajo o por encima de la línea de pobreza. La probabilidad de vivir en inquilinatos y hoteles era más elevada entre los pobres inerciales, seguramente por tener capacidad de ingresos para pagar las cuotas de alquiler men-sual.

La propiedad de la vivienda que se habita era diferencial en los distintos sub estratos de pobreza. Los porcentajes de propietarios de vivienda y terreno eran altos entre los no pobres y los pobres coyunturales, en tanto descendía entre quienes residían en hogares con necesidades básicas insatisfechas.

Distribución porcentual del tipo de vivienda de los hogares por tipo de pobreza

0%10%20%30%40%50%60%70%80%90%

100%

No po

bres

Pobre

s estr

uctu

rales

Pobre

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rales

Pobre

s ine

rcial

es

Vivienda nodestinada a fineshabitacionalesVivienda en villa

Inquilinato, hotel opensión

Vivienda en lugar detrabajo

Casa odepartamento

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FIGURA 30.-DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS HOGARES POR TENENCIA DE LA VIVIENDA SE-GÚN TIPO DE POBREZA –TOTAL DEL PAÍS – OCTUBRE 2001

Distribución porcentual de la condición de tenencia por tipo de pobreza - Total del país - Octubre de 2001

0%

20%

40%

60%

80%

100%

No po

bres

Pobre

s estr

uctu

rales

Pobre

s coy

untu

rales

Pobre

s ine

rcial

es

Desconocido

Ocupante gratuito

Ocupante en relacdependencia

Inquilino o arrendatario

Propietario de la viviendasolamente

Propietario de la vivienday del terreno

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

La observación de mayor interés es, quizás, la que permite ratificar que los hogares po-bres coyunturales poseen un stock de bienes acumulados debido a que su situación de carencia es reciente. Prácticamente no existen diferencias en la probabilidad de que los hogares posean vivienda propia entre los no pobres y los pobres coyunturales. En cambio, la probabilidad de ser inquilinos es más baja en el último debido, sin duda, a que los déficit de ingresos impide hacer frente al pago mensual de un alquiler. Por lo tanto es consistente el aumento relativo de la probabilidad de ser ocupantes gratuitos de la vivienda, no siendo posible distinguir entre ellos a los que viven en una casa cedida por familiares o amigos, de los que ocupan viviendas usurpa-das. Asimismo, es probable que el allegamiento habitacional de los núcleos jóvenes en la vi-vienda de propiedad de los mayores sea una de las estrategias de estas familias empobrecidas.

En los hogares con necesidades básicas insatisfechas –tanto pobres estructurales como inerciales- aumentaba la probabilidad de ser propietarios de la vivienda pero no del terreno. Como es conocido, ello se debe a las características de la tenencia de las casillas o casas en villas y asentamientos. Era alta también la proporción de hogares en viviendas ocupadas gratuita-mente. Como se señalara precedentemente, la información no permite distinguir entre las vi-viendas cedidas y las usurpadas, aunque es posible que en estos sub estratos aumenten las úl-timas.

4. BIOGRAFÍA PERSONAL Y POBREZA URBANA EN LA ARGENTINA

4.1. El impacto de la pobreza en el ciclo de vida individual

La familia es la institución formadora de futuras generaciones. En ese sentido, es una instancia que media entre la estructura social en un momento histórico dado y el futuro de esa estructura social (Jelin, 1996). La biografía personal, el ciclo de vida individual constituye, a su vez, la otra instancia mediadora entre el sujeto y la estructura social.

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La perspectiva del ciclo de vida ha sido incorporado con fuerza por las ciencias sociales a partir de la segunda mitad del siglo XX, sobre la base de las proposiciones teóricas y metodo-lógicas del sociólogo norteamericano Wright Mills (1959). El enfoque del ciclo de vida aborda el problema de las desigualdades y la heterogeneidad social a través de observar que el impacto de un evento histórico sobre las vidas de las personas depende, en parte, de la edad que tienen cuando se experimenta el evento.

El enfoque distingue entre efecto edad, efecto cohorte y efecto período para explicar como los sucesos históricos afectan el diseño del ciclo de vida personal, dependiendo del año de naci-miento. La edad cronológica es un marcador del tiempo y del desarrollo biológico individual, en el que impactan los eventos social y culturalmente distintivos de un punto particular en la his-toria. La historia crea un efecto período cuando el cambio atraviesa de manera relativamente uni-forme las sucesivas generaciones o cohortes de nacimiento. Por el contrario, el efecto cohorte se refiere al impacto diferencial de un evento o experiencia particular sobre los miembros de dife-rentes generaciones. Para comprender las desigualdades desde la perspectiva del ciclo de vida, es necesario considerar las diferencias en el interior de los distintos grupos de edad o etapas biográficas, según características de raza, género o posición social (Palo Stoller et al., 2000).

El enfoque del ciclo de vida es de aplicación indispensable en los estudios que pretenden analizar el impacto de la pobreza y de la desigualdad de oportunidades sobre las trayectorias de las vidas de los sujetos y, en consecuencia, sobre la reproducción del conjunto del sistema so-cial. Desde esta orientación conceptual, las relaciones sociales se pueden entender como estruc-turas de opciones que se les presentan a los individuos localizados en determinados espacios sociales, puestas de manifiesto en un diagrama de regularidades que asocian los cursos de ac-ción con sus consecuencias, siendo estos siempre específicos para situaciones históricas concre-tas.

En otras palabras, los distintos grupos sociales tienen, en un momento histórico dado, un conjunto de opciones disponibles entre los que los actores realizan sus elecciones. Las estrate-gias individuales están limitadas por la estructura de opciones que se abren según el estadio del ciclo de vida, su posición social y el momento histórico que les toca vivir. En uno de los extre-mos del espacio social, la pobreza estrecha el mapa de las opciones disponibles. El impacto de las privaciones sobre las condiciones de vida individuales -presentes y futuras- es diferente se-gún el momento biográfico en que las mismas afectan.

Adoptando esta perspectiva, resulta necesario estudiar el efecto producido por la evolu-ción socioeconómica argentina -efecto período- sobre los sujetos que atraviesan etapas espe-cialmente vulnerables del ciclo de vida. Se entienden por tales aquellas en las que las personas tienen necesidades de consumo que no pueden satisfacer mediante la propia producción de re-cursos: la infancia, la temprana juventud y la vejez. En cada una de estas etapas, el impacto de la pobreza puede provocar déficit específicos que tendrán consecuencias para el resto de sus vi-das.

4.2. Etapas del ciclo de vida: necesidades individuales y carencias de recursos

Los niños, los jóvenes y los mayores constituyen grupos de la población que, por su loca-lización en el ciclo de vida, consumen bienes y servicios que no producen, dependiendo de transferencias de recursos de la familia, del estado o, en el caso de las personas mayores, tam-bién del mercado para la satisfacción de sus necesidades básicas.

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Los niños en la primera infancia, desde su nacimiento hasta los 5 años, disponen de los bienes y servicios a los que sus familias tienen acceso: las carencias de sus hogares impactan de manera directa en su desarrollo físico y emocional. Al llegar a la edad escolar, entre los 6 y 12 años, los niños requieren además servicios educativos accesibles y adecuados y, finalmente, a partir de los 13 años y hasta los 18 se toman decisiones –a veces familiares y otras individuales- vinculadas con la permanencia en el sistema educativo o el ingreso al mercado de trabajo, que modelarán las alternativas de su vida adulta.

En el otro extremo de la biografía personal, a partir de la finalización de la actividad la-boral, las personas también dependen para su supervivencia de transferencias de ingresos mo-netarios y servicios básicos. En esta etapa del ciclo de vida, sin embargo, las transferencias no sólo pueden provenir de las familias, sino de los propios bienes acumulados a lo largo de la vi-da activa o de los derechos adquiridos, a través de las contribuciones al sistema previsional, so-bre el fruto del trabajo del conjunto de la sociedad.

En la primera infancia –entre el nacimiento y los cinco años- las carencias de recursos habitacionales o de ingresos monetarios suficientes, así como la inadecuada provisión de servi-cios públicos, suelen afectar las condiciones de salud y, en los casos más severos, involucrar la supervivencia de neonatos, lactantes y niños pequeños. La morbilidad o la falta de estimulación adecuada en edades tempranas, pueden ocasionar secuelas físicas y emocionales que obstaculi-cen la evolución madurativa y el crecimiento normal, impactando negativamente sus capacida-des a lo largo de todo el ciclo de vida, favoreciendo a su vez la reproducción intergeneracional de las desventajas.

Las dimensiones asociadas al cuidado de la salud y la preservación de la vida resultan claves en el análisis de esta etapa del ciclo de vida. Lamentablemente, existen algunas limitacio-nes en el tratamiento y la disponibilidad de este tipo de datos en nuestro país. Debe destacarse en primer lugar, que no es posible estimar tasas de mortalidad infantil en universos pequeños, por lo que no hay modo de estudiar su incidencia diferencial en los hogares según estratos de pobreza. Sólo se podrían realizar inferencias a través de la localización geográfica de los mis-mos, en el máximo nivel de desagregación que permita la realización de estimaciones plausi-bles. Están disponibles, en cambio, datos referidos a morbilidad, pautas de cuidado de la salud y acceso a servicios sociales y de salud de los lactantes y niños a partir del embarazo de sus ma-dres.

En la segunda infancia –entre 6 y 12 años- los comportamientos relacionados con la asis-tencia a establecimientos educativos y el calendario escolar de los niños son cruciales para esti-mar el impacto micro y macro social de la pobreza, así como su potencial reproducción interge-neracional. La educación de los niños en edad escolar y el resultado de su rendimiento –estimado a través de medidas negativas del mismo: abandono y retraso- pueden considerarse indicadores resúmenes de múltiples dimensiones de su desarrollo individual. Existe muy buena cobertura informativa sobre esta dimensión en nuestro país, por lo que el retraso y abandono escolar pueden analizarse sin incovenientes entre los niños que residen en hogares particulares y colectivos en todo el territorio nacional.

Durante la temprana juventud –entre los 13 y 18 años- se consolida el capital cultural y simbólico con los que se contará a lo largo del ciclo de vida para transformar -o reproducir- las condiciones de vida adscriptas. Aspectos claves para el análisis son los relacionados con el re-traso y la repitencia escolar, la terminalidad de estudios básicos, la continuidad educativa, la condición de actividad y ocupación y las características de los primeros empleos. El embarazo

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adolescente y la formación de núcleos conyugales en edades tempranas en contextos de pobre-za, deben ser especialmente considerados en el estudio de esta etapa del ciclo de vida pues son fuertes condicionantes de la reproducción intergeneracional de desventajas sociales. La inacti-vidad juvenil, por su asociación con conductas adictivas, con la violencia y las actividades ilíci-tas también merece atención. Sobre las características del nivel educativo alcanzado, el retraso escolar, las características de la ocupación y la condición de actividad existe buena cobertura in-formativa en el país. La información acerca de la edad de la formación de uniones y el embara-zo adolescente, en cambio, presenta problemas debido a que en estos momentos se están revi-sando las formas tradicionales de relevamiento de datos sobre estas dimensiones.

Por último, las personas mayores también constituyen un grupo vulnerable de la pobla-ción. Es sabido que vejez no es equivalente a pobreza. Menos aún debería serlo en nuestro país dado que el envejecimiento es diferencial en los distintos estratos sociales y afecta, fundamen-talmente, a los sectores medios urbanos. Los estratos pobres tienen tasas de fecundidad más al-tas y menor esperanza de vida, por lo que son estructuralmente jóvenes. Sin perjuicio de ello, la pobreza se puede extender en la vejez como consecuencia de la interacción de dos políticas: a) las de empleo y el mercado de trabajo y b) las de seguridad social.

En la Argentina, hace ya casi una década que ambas políticas evolucionan negativamen-te. Por un lado, el desempleo afectó de manera particular a los trabajadores de edad madura, por el otro, la reforma del sistema previsional del año 1994 impuso exigencias más duras para el acceso al beneficio jubilatorio. Como resultado de ambas tendencias, se prevé que en las prime-ras décadas de este siglo, alrededor del 60% de las personas mayores de 65 años del país carece-rán de cobertura previsional (Stirparo,1999). Las políticas de salud exhiben, asimismo, fuerte impacto sobre la calidad de vida de las personas mayores de una sociedad. El recientemente de-clarado “Estado de Emergencia Sanitaria” en todo el territorio nacional está en gran medida motivado por el colapso del Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensiona-dos y afecta de manera especial el acceso de las personas mayores argentinas a recursos básicos de salud.

En síntesis, para evaluar la satisfacción de las necesidades de las personas mayores es necesario analizar su disponibilidad de cobertura previsional y de salud, la propiedad y calidad de sus recursos habitacionales, la disposición de fuentes de ingresos monetarios y no moneta-rios y el acceso a servicios básicos de salud. Sobre estas dimensiones hay disponibilidad de in-formación en nuestro país, pero es necesario combinar distintas fuentes de datos6.

4.3. La pobreza entre niños, jóvenes y personas mayores en octubre de 2001

En este punto presentamos aspectos relativos a las condiciones de vida de sectores de la población argentina que, por la etapa que viven de su biografía personal, son consumidores de bienes y servicios que en general no producen, es decir, resulta esperable que para satisfacción de sus necesidades básicas se deban transferir recursos desde las familias, otras organizaciones sociales, el Estado o, en el caso de los mayores, también desde el mercado. Debido a que el aná-lisis está fundado en los datos relevados por la EPH, no incluye ningún tipo de información re-

6 En el momento de elaborarse este informe todavía no estaba disponible la base de datos de la Encuesta SIEMPRO 2001 ni los datos del Censo de Población y Vivienda 2001, por lo que su información no pudo procesarse en este estudio.

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ferida a la dimensión del cuidado de la salud o el consumo diferencial de vida en los subestra-tos de la pobreza.

4.3.1. La pobreza en la primera infancia de las áreas urbanas argentinas

Más de la mitad de los niños de entre 0 y 5 años de las áreas urbanas de nuestro país vivían, en octubre de 2001, en situación de pobreza. Casi el 30% de los niños más pequeños vivían en el seno de familias que no tenían acceso a servicios básicos y que además tenían ingresos moneta-rios por debajo de la línea de pobreza, es decir, en situación de pobreza estructural. Los datos de la Encuesta Permanente de Hogares permiten estimar que en las áreas urbanas de nuestro país, alrededor de 900.000 niños menores de 5 años crecían en hogares con ingresos monetarios insuficientes y/o con carencia de servicios básicos.

FIGURA 29. PORCENTAJE DE NIÑOS DE 0 A 5 AÑOS POR TIPO DE POBREZA – TOTAL DEL PAÍS- OC-TUBRE 2001.

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reproces. base de datos EPH-INDEC – Total del País- Oct 2001

Cerca del 30% de los niños más pequeños de las áreas urbanas del país vivía en condi-ciones de hacinamiento, y alrededor del 20% habitaba en viviendas que carecían de servicios sanitarios (retrete en la vivienda o tratamiento de excretas). Ambas carencias resultan serias amenazas para el adecuado crecimiento infantil.

Porcentaje de niños de 0 a 5 años por tipo de pobreza -Total del País - Octubre de 2001

42,80%27,60% 21,40% 8,30%

0,00%10,00%20,00%30,00%40,00%50,00%

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FIGURA 30. PORCENTAJE DE NIÑOS DE 0 A 5 AÑOS QUE TIENE NECESIDADES BÁSICAS INSATISFE-CHAS POR TIPO DE CARENCIA – TOTAL DEL PAÍS– OCTUBRE 2001.

Fuente: Elaboración Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001

La mayoría de los niños pequeños vivía en el seno de familias nucleares completas –63,8% del total de los niños- aunque también era significativa la proporción de los que crecían en familias ampliadas.

FIGURA 31. DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS NIÑOS DE 0 A 5 AÑOS POR TIPO DE HOGAR, SE-GÚN TIPO DE POBREZA – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE DE 2001

Fuente: Elaboración Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001

La probabilidad de formar parte de familias nucleares completas era más pronunciada en los estratos con ingresos monetarios por encima de la línea de pobreza: los no pobres y los pobres inerciales. En los estratos con ingresos monetarios por debajo de la línea de pobreza, en cambio, aumentaban las probabilidades de que los niños pequeños vivieran en el seno de fami-lias ampliadas y monoparentales.

Porcentaje de niños de 0 a 5 años por tipo de necesidad básica insatisfecha

28,50%17,20%

0,00%10,00%20,00%30,00%

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Distribución porcentual de los niños de 0 a 5 años por tipo de hogar según tipo de pobreza

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100%

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La edad promedio de los jefes de los hogares con niños menores de 5 años está asociada, justamente, con los variaciones en los tipos de familia de los distintos subestratos de pobreza. La diferencia más notoria se presentaba entre las edades medias de los jefes de hogares no po-bres –39 años- y la de los jefes de los hogares pobres inerciales –33 años- teniendo en cuenta que en ambos subestratos se registraban las mayores proporciones de hogares nucleares completos. La menor edad promedio de los jefes de hogares con niños pequeños puede constituir una des-ventaja, que estaría condicionando la precariedad de las condiciones habitacionales en las que se desenvuelve la vida cotidiana de los hogares pobres inerciales (Cuadro 27).

Por su parte, el mayor promedio de edad de los jefes de hogares con niños pequeños po-bres coyunturales es consistente con el mayor porcentaje de formas de familias ampliadas en es-te subestrato: el núcleo más joven se suele allegar en la vivienda de los padres para compensar las deficiencias en los ingresos monetarios. La mayor probabilidad de crecer en el seno de las familias ampliadas estaría condicionando, a su vez, el aumento de las edades promedio de los jefes de hogares pobres estructurales y pobres coyunturales, debido a que en este tipo de familia los abuelos, en tanto propietarios de las viviendas, son reconocidos como los que las encabezan.

FIGURA 32. EDAD PROMEDIO DE LOS JEFES DE HOGARES CON NIÑOS DE 0 A 5 AÑOS POR TIPO DE POBREZA – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE 2001.

Fuente: Elaboración Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

4.3.2. Niños en edad escolar y pobreza urbana

El 57,8% de los niños en edad escolar de las áreas urbanas de nuestro país también viví-an en hogares pobres, proporción que representaba alrededor de 1 millón de niños creciendo con carencias de servicios básicos y/o ingresos monetarios insuficientes. Casi el 30% del total de los escolares crecían en el “núcleo duro” de la pobreza, es decir, en el seno de hogares que ade-más de tener insatisfechas necesidades básicas tenían ingresos monetarios por debajo de la línea de pobreza.

Edad promedio de los jefes de hogares con niños de 0 a 5 años - Total del País - Octubre de 2001

39,86 38,02 40,5333,63

05

1015202530354045

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FIGURA 33. PORCENTAJE DE NIÑOS DE 6 A 12 AÑOS POR TIPO DE POBREZA – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE 2001.

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reproces. base de datos EPH-INDEC – Total del País- Oct 2001

Es interesante señalar que los niños de edad escolar tenían menores probabilidades de vivir en hogares ampliados, es decir familias en las que corresiden varias generaciones, que los niños más pequeños. A medida que aumenta la edad de los niños aumentan las probabilidades de que ellos vivan en familias nucleares, completas e incompletas, es decir, los hogares tenderí-an a evolucionar hacia contextos unigeneracionales. La información ratificaba que el hogar nu-clear completo resultaba más eficaz para evitar la pobreza por ingresos monetarios: son mayo-res las probabilidades de que los niños crezcan en hogares nucleares completos en los subestra-tos no pobres y pobres inerciales. Los niños de edad escolar que vivían en hogares pobres es-tructurales y pobres coyunturales tenían menores probabilidades de crecer en hogares nucleares completos y, en cambio, mayores a residir en hogares monoparentales y ampliados (cuadro 29).

FIGURA 34. DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS NIÑOS DE 6 A 12 AÑOS POR TIPO DE HOGAR, SE-GÚN TIPO DE POBREZA – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE DE 2001

D is tr ib uc ió n p o rc e ntua l d e lo s n iñ o s d e 6 a 1 2 a ñ o s s e g ú n t ip o d e ho g a r p o r t ip o d e p o b re z a - T o ta l d e l

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Porcentaje de niños de 6 a 12 años por tipo de pobreza - Total del país - Octubre de 2001 -

42,1628,45 24,67

4,7205

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El calendario escolar de los niños es el dato más significativo para evaluar el impacto de los déficits actuales sobre sus futuras perspectivas de desempeño a lo largo del ciclo de vida. La pobreza afectaba el rendimiento escolar de los niños en todo el territorio nacional. Los efectos más negativos se registraban en los niños que crecían en el “núcleo duro” de la pobreza.

Algo más del 20% de los niños que crecían en situación de pobreza estructural tenían re-zago escolar, es decir, cursaban grados de la educación básica inferiores a los que formalmente correspondían por su edad cronológica. Los escolares que crecían en hogares con pobreza es-tructural tenían el doble de probabilidades de cursar con retraso sus estudios básicos que los provenientes de hogares pobres coyunturales y el triple que los no pobres. Como se ha señala-do, el atraso escolar es precursor de la reproducción intergeneracional de las desventajas socia-les. Por tal motivo, es también preocupante el aumento de la probabilidad de niños con rezago escolar entre los hogares en situación de pobreza coyuntural. La carencia de ingresos moneta-rios está afectando el capital educativo de las familias empobrecidas y ello se puede traducir en la cristalización a futuro de las carencias y desigualdades actuales.

FIGURA 35. DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS NIÑOS DE 6 A 12 AÑOS POR ATRASO ESCOLAR, SEGÚN TIPO DE POBREZA – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE DE 2001

Fuente: Elaboración Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Oc-tubre 2001.

4.3.3. Juventud y pobreza urbana

La incidencia de la pobreza entre los jóvenes de 13 a 18 años es relativamente menor a la que se registraba entre la niñez. Sin perjuicio de ello, algo más de la mitad de los jóvenes de los centros urbanos del país –52,1%- vivían en hogares pobres, que equivalían a casi 850.000 indivi-duos. A diferencia de los niños pobres que vivían principalmente en hogares pobres estructura-les, la mayor parte de los jóvenes pobres –casi el 27% del total- formaba parte de familias empo-brecidas más recientemente, es decir, de hogares en situación de pobreza coyuntural.

FIGURA 36. PORCENTAJE DE JÓVENES DE 13 A 18 AÑOS POR TIPO DE POBREZA – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE 2001.

Distribución porcentual de los niños de 6 a 12 años con rezago escolar por tipo de pobreza - Total del

País - Octubre de 2001

05

10152025

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Con 1 año de atraso

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Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reproces. base de datos EPH-INDEC – Total del País- Oct 2001

Las proporciones de jóvenes viviendo en hogares monoparentales son más elevadas que las de los niños, tanto en los subestratos pobres como en el no pobres. Las familias monoparen-tales aumentaban, particularmente, entre los jóvenes en situación de pobreza coyuntural y tení-an menor importancia relativa entre los hogares pobres inerciales. También entre los jóvenes el hogar nuclear completo tiene más probabilidades de evitar la pobreza por ingresos monetarios insuficientes.

FIGURA 37. DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS JÓVENES DE 13 A 18 AÑOS POR TIPO DE HOGAR, SEGÚN TIPO DE POBREZA – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE DE 2001

Fuente: Elaboración Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Oc-tubre 2001.

La familia nuclear completa es el tipo de hogar en el que residían más del 60% de los jó-venes no pobres, mientras que en los hogares con necesidades básicas insatisfechas -pobres es-tructurales y pobres inerciales- los jóvenes tenían mayor probabilidad de vivir en el seno de fa-milias ampliadas.

Porcentaje de jóvenes de 13 a 18 años por tipo de pobreza - Total del País - Octubre de 2001

47,9122,03 26,75 3,31

0102030405060

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Distribución porcentual de los jóvenes por tipo de hogar y tipo de pobreza - Total del País - Octubre

de 2001

0%

20%

40%

60%

80%

100%

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Multipersonal nofliar Ampliado

Nuclear

Monoparental

Unipersonal

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La permanencia en el sistema educativo y/o el ingreso en el mercado laboral son alter-nativas decisivas en esta etapa de la biografía personal. Como contrapartida, la falta de trabajo cuando ya se ha abandonado la escuela suele ser un indicador negativo en el desarrollo juvenil, dado que además de cercenar las perspectivas individuales aumenta los riesgos de adicciones o estrategias ílicitas.

FIGURA 38. PORCENTAJE DE JÓVENES DE 13 A 18 AÑOS QUE NO TRABAJAN NI ESTUDIAN, SEGÚN TIPO DE POBREZA – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE DE 2001

Porcentaje de jóvenes que no trabajan ni estudian por tipo de pobreza - Total del País - Octubre de 2001

5.4

16.1610.8 12.48

02468

1012141618

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Fuente: Elaboración Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Oc-tubre 2001.

Casi el 10 % de los jóvenes –menores de 18 años- de áreas urbanas argentinas no trabaja-ba ni estudiaba, y las probabilidades se duplicaban o triplicaban en los estratos de pobreza res-pecto de la de los no pobres. El 16 % de los jóvenes que vivían en hogares del “núcleo más du-ro” de la pobreza no trabajaba ni estudiaba. Los jóvenes que vivían en el seno de familias que tenían necesidades básicas insatisfechas, aunque reunieran ingresos monetarios por encima de la línea de pobreza –pobres inerciales- mostraban mayor tendencia a no trabajar ni estudiar, y continuaban estudiando en menor proporción que los jóvenes de hogares pobres coyunturales y, por supuesto, que los no pobres. Los jóvenes que vivían en hogares con necesidades básicas insatisfechas –tanto con ingresos monetarios bajo la línea de pobreza, como por encima de ella- tendían a salir antes del sistema educativo, evidenciando un pronóstico sombrío sobre la repro-ducción intergeneracional de la pobreza en la Argentina.

Por su parte, la carencia de ingresos monetarios -la pobreza coyuntural- afectaba tam-bién las perspectivas de los jóvenes. Si bien es más alto el porcentaje de jóvenes que se mantenía en el sistema educativo entre los pobres coyunturales respecto de los que residen en hogares con necesidades básicas insatisfechas, la probabilidad de que los jóvenes pobres coyunturales no trabajara ni estudiara duplicaba a la de los que vivían en hogares no pobres.

Dos dimensiones son importantes en el análisis de las perspectivas futuras de los jóve-nes: por un lado, el calendario escolar de los que permanecen en el sistema educativo y, por el otro, el nivel educativo alcanzado por los jóvenes que ya no asisten a clase. El cuadro 34 mues-

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tra el calendario de los jóvenes entre 13 y 18 años de todo el país que asistían a clases en estable-cimientos educativos.

FIGURA 39. PORCENTAJE DE JÓVENES DE 13 A 18 AÑOS CON REZAGO ESCOLAR POR AÑOS DE RE-TRASO, SEGÚN TIPO DE POBREZA – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE DE 2001

Fuente: Elaboración Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Oc-tubre 2001.

La situación de pobreza influía en el desempeño escolar de los jóvenes. Alrededor del 40% de los jóvenes de hogares pobres estructurales que permanecían en el sistema educativo es-taban atrasados en sus estudios, resultando el subestrato más afectado en el rendimiento estu-diantil de sus jóvenes. Pero también resultaba notorio el peor desempeño relativo de los otros dos subestratos pobres, los denominados en este estudio pobres coyunturales y pobres inercia-les.

Los cuadros 35 y 36 presentan el nivel educativo de los jóvenes que asistían y el alcanza-do por los que no asistían más a clases respectivamente, según subestratos de pobreza.

FIGURA 40. DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS JÓVENES DE 13 A 18 AÑOS QUE ASISTEN A ESTA-BLECIMIENTOS EDUCATIVOS POR EL NIVEL AL QUE ASISTEN, SEGÚN TIPO DE POBREZA – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE DE 2001

Porcentaje de jóvenes con rezago escolar según años de rezago- Total del país - Octubre de 2001

01020304050

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Con 2 años de atraso

Con 1 año de atraso

Distribución porcentual de los jóvenes que asisten según nivel educativo que cursan - Total del País -

Octubre de 2001

0%20%40%60%80%

100%

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Fuente: Elaboración Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Oc-tubre 2001.

Las desventajas educativas de los jóvenes de los hogares pobres estructurales son su-mamente significativas. Casi el 30% de los jóvenes que permanecían en el sistema estaban tra-tando de terminar los estudios primarios y eran muy escasos los jóvenes que llegaban a cursar estudios terciarios. También eran notoriamente bajas las proporciones de jóvenes de familias empobrecidas –pobres coyunturales- que cursaban niveles terciarios. La información sugiere que la carencia –estructural o coyuntural- de ingresos monetarios cercena las posibilidades de los jóvenes para mantenerse en el sistema educativo y cursar estudios avanzados. Los jóvenes de las familias en los tres subestratos de pobreza poseía notorias desventajas en su formación educativa respecto de los jóvenes de los hogares no pobres.

Los jóvenes que habían abandonado el sistema educativo alcanzaban a alrededor del 14 % en el total del país. El comportamiento era notablemente diferencial entre pobres y no pobres. Mientras alrededor de la cuarta parte –alrededor del 24 %- de los jóvenes en situación de pobre-za –necesidades básicas insatisfechas, ingresos monetarios por debajo de la línea de pobreza o ambas condiciones- había abandonado la asistencia a clases, menos del 10% de los no pobres lo había hecho.

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FIGURA 41. PORCENTAJES DE JÓVENES DE 13 A 18 AÑOS QUE NO ESTUDIAN, SEGÚN TIPO DE PO-BREZA – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE DE 2001

Fuente: Elaboración Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Oc-tubre 2001.

A su vez, el nivel alcanzado al dejar los estudios era diferente entre jóvenes pobres y no pobres.

FIGURA 42. DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS JÓVENES DE 13 A 18 AÑOS QUE NO ASISTEN A ESTABLECIMIENTOS EDUCATIVOS POR EL NIVEL ALCANZADO, SEGÚN TIPO DE POBREZA – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE DE 2001

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

La información sobre los jóvenes que no asistían a establecimientos educativos refuerza la noción de que la carencia de ingresos monetarios –sea ésta coyuntural o esté asociadas a ra-zones estructurales- afecta las oportunidades educativas. Es realmente preocupante que prácti-camente la cuarta parte de los jóvenes de hogares pobres estructurales que abandonó la asisten-

Distribución porcentual de los jóvenes que no asisten según nivel educativo alcanzado por tipo

de pobreza - Total del País - Octubre de 2001

0%20%40%60%80%

100%

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Terciaria Incompleta

Secundaria Completa

SecundariaIncompletaPrimaria Completa

Primaria Incompleta

Porcentaje de jóvenes que no estudian - Total del país - Octubre de 2001

7,56%

24,55% 23,43% 22,46%

0,00%5,00%

10,00%15,00%20,00%25,00%30,00%

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cia a clases, lo haya hecho sin terminar sus estudios primarios. Más del 60% de los jóvenes en hogares con pobreza estructural y casi el 45% de los que pertenecían a familias con pobreza co-yuntural que no asistían a clases, sólo llegaron a cursar estudios primarios.

La pobreza también afectaba la participación en el mercado laboral y la calidad de los puestos de trabajo de los jóvenes.

FIGURA 44. PORCENTAJES DE JÓVENES DE 13 A 18 AÑOS QUE TRABAJAN, SEGÚN TIPO DE POBREZA – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE DE 2001

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

Los jóvenes que pertenecen a hogares con necesidades básicas insatisfechas –reúnan su-ficientes o insuficientes ingresos monetarios con relación a la línea de pobreza- tenían más pro-babilidad de trabajar que los jóvenes que provenían de hogares no pobres o pobres coyuntura-les. Además son mayores las probabilidades de que jóvenes pobres estructurales y pobres iner-ciales trabajen y no estudien, es decir, que salgan del sistema educativo para ingresar más tem-pranamente al mercado de trabajo.

Porcentaje de jóvenes que trabajan por tipo de pobreza - Total del País - Octubre de 2001

5,01%10,54%

5,10%

12,18%

0%2%4%6%8%

10%12%14%

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FIGURA 45. DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS JÓVENES DE 13 A 18 AÑOS QUE TRABAJAN POR CATEGORÍA OCUPACIONAL, SEGÚN TIPO DE POBREZA – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE DE 2001

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

Alrededor del 70% del total de jóvenes que trabajaban, lo hacían en puestos de trabajos en relación de dependencia sin cobertura social. Si se suma además la proporción de los que trabajaban por cuenta propia, queda claro que en nuestro país la casi totalidad de los jóvenes entre 13 y 18 años que trabajan, están insertos precariamente en el mercado de trabajo. Son es-casos los porcentajes de asalariados de esta edad que tienen descuentos jubilatorios y otros be-neficios sociales. Las proporciones de jóvenes con puestos de trabajo asalariados formales son más altas entre los que provienen de hogares no pobres y pobres coyunturales, poniendo en evidencia su mayor disposición de capital social y simbólico –respecto de los que vienen de hogares con necesidades básicas insatisfechas- para el acceso a las mejores posiciones.

El conjunto de la información sugiere que la pobreza –en cualquiera de sus manifesta-ciones- afectaba las oportunidades presentes y la perspectiva futura de los jóvenes en dos di-mensiones fundamentales de su calidad de vida: la educación y el trabajo.

4.3.4. Vejez y pobreza urbana en la Argentina

En el mes de octubre de 2001 los datos de la EPH mostraban que todavía más de las tres cuartas partes de la población mayor argentina formaba parte del subestrato no pobre. Incidían en ello dos motivos fundamentales: por un lado, los estratos medios urbanos son los más enve-jecidos debido a que iniciaron tempranamente el proceso de control de la fecundidad y de la mortalidad. Por el otro lado, las condiciones de vida de las personas mayores cristalizan el ma-pa de las opciones personales y de las oportunidades que presentaba la estructura social argen-tina precedente. Es decir, la situación presente de las personas mayores –fundamentalmente en las cohortes de más edad- es el resultado de una vida de trabajo, en un país que ofrecía pleno empleo y cobertura de la seguridad social.

Distribución porcentual de los jóvenes que trabajan según su categoría ocupacional por tipo de pobreza -

Total del País - Octubre de 2001

0%20%40%60%80%

100%

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FIGURA 46.- PORCENTAJE DE PERSONAS MAYORES DE 65 AÑOS POR TIPO DE POBREZA- TOTAL DEL PAÍS – OCTUBRE 2001.

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

Alrededor del 85% de las personas mayores de 65 años eran no pobres en octubre de 2001. Sin perjuicio de ello, resulta significativo el casi 10% de personas mayores incluidas en hogares pobres coyunturales. Se trata de población que no fue pobre a lo largo de todo su ciclo de vida, sino que vio disminuir sus recursos durante la madurez. Dada su edad, estas personas no podrán revertir con el esfuerzo propio la actual situación de carencia. Deberán recurrir a transferencias familiares o a políticas gubernamentales para salvar la brecha de la pobreza. Si no mediara la ayuda de terceros, el panorama se agravaría por el “efecto ciclo de vida”, es decir, porque aumentarían sus necesidades de consumo –principalmente de servicios médicos y cui-dados personales- sin estar en condiciones de producir los recursos para satisfacerlas.

Existía en nuestro país una estrecha asociación entre carencia de jubilación y pobreza en la edad mayor. Mientras el 72% de las personas mayores de 65 años no pobres era jubilada o pensionada, sólo el 20% de los mayores pobres estructurales se declaraba en esa condición.

Porcentaje de mayores de 65 años por tipo de pobreza - Total del País - Octubre de 2001

84,67

3,95 9,35 2,020

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100

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FIGURA 47. PORCENTAJES DE PERSONAS MAYORES CON JUBILACIÓN POR GRUPOS DE EDADES, SEGÚN TIPO DE POBREZA – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE DE 2001

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reproces. base de datos EPH-INDEC – Total del País- Oct 2001

La tenencia de jubilación durante la vejez aparecía significativamente asociada con la ob-tención de ingresos monetarios por encima de la línea de pobreza. La diferencia es más impor-tante a medida que avanza la edad. Es notorio que entre los no pobres y los pobres inerciales –es decir, estratos en hogares sin y con necesidades básicas insatisfechas respectivamente, pero en ambos casos con ingresos monetarios por encima de la línea de pobreza- se registraba mayo-res porcentajes de jubilados que entre los pobres estructurales y los pobres coyunturales –es de-cir, población mayor con y sin necesidades básicas insatisfechas respectivamente- pero con in-gresos monetarios por debajo de la línea de pobreza.

Resulta particularmente interesante destacar que la cobertura previsional entre la pobla-ción mayor de 65 años argentina ha disminuido entre el año 1993 y el 2000 en un 8,8% (OIT, 2002:27), es decir, en el año 2000 había 8,8% menos de personas mayores con jubilación o pen-sión entre el total de la población de mayores de 65 años. Nótese la similitud de dicho valor, con el 9,4 % de personas mayores pobres coyunturales –pobres recientes- registrado a fines del 2001.

Las personas mayores de 65 años son, desde el punto de vista legal, jubilables. Se quiere significar con ello, que 65 años es la edad legal vigente para percibir el beneficio previsional, si es que se han cumplido los requisitos contributivos que actualmente establece el Sistema Inte-grado de Jubilaciones y Pensiones: 30 años de aportes sobre la nómina salarial durante la vida activa. Sabido es que la reforma del sistema nacional de previsión del año 1993 hizo más estric-tas las condiciones exigibles para alcanzar el beneficio. Como resultado de estas mayores exi-gencias y del aumento sostenido del desempleo, que afectó de manera particular a los trabaja-dores de edad madura, amplios sectores de la población argentina quedaron excluidos de la co-bertura previsional.

Resulta por lo tanto de interés conocer cuáles son las proporciones de personas mayores que continúan trabajando en edades jubilables, porque entre ellas hay grupos de población de edad avanzada que tienen como único ingreso el de su trabajo y dependen de sus condiciones de salud para mantenerlo.

Porcentaje de personas mayores de 65 años con jubilación por grupos de edad y tipo de pobreza -

Total del País - Octubre de 2001

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65 a 69 años

70 a 79 años

80 años y más

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FIGURA 48. DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LAS PERSONAS MAYORES DE 65 AÑOS POR CONDI-CIÓN DE ACTIVIDAD, SEGÚN TIPO DE POBREZA – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE DE 2001

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

Alrededor del 10% del total de la población mayor del país, en áreas urbanas, se mantie-ne ocupado en edades jubilables. La probabilidad de estar ocupado es ligeramente superior en-tre los pobres inerciales, mostrando que también en las edades avanzadas se registraba una ma-yor participación en el mercado laboral por parte de los miembros de los hogares de este subes-trato. Sería posible atribuir a este comportamiento la percepción de ingresos por encima de la línea de pobreza, a pesar de tener insatisfecha alguna necesidad básica. Entre los no pobres, la participación en el mercado laboral de las personas de edad avanzada suele obedecer a la deci-sión de profesionales, comerciantes, empresarios o empleados en relación de dependencia de posponer la jubilación para mejorar sus ingresos monetarios y, a la vez, demorar la inactividad, que suelen asociar con la declinación de sus capacidades físicas e intelectuales.

Lo preocupante son, sin duda, los porcentajes de ocupados y desocupados que se regis-traban en los subestratos de la pobreza estructural y coyuntural. La ocupación laboral en edades jubilables en contextos de carencias –tanto la efectiva, como los desocupados que no encuentran inserción- puede indicar falta de acceso a cobertura previsional y, por tanto, carencia de ingre-sos monetarios ante el cese de la actividad. A efectos de una mejor comprensión de estos com-portamientos asociados con la permanencia en el mercado laboral de los mayores es convenien-te observar la categoría ocupacional de los activos.

Distribución porcentual de los mayores de 65 años según condición de ocupación y por tipo de pobreza - Total del país - Octubre de 2001

0%20%40%60%80%

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Inactivo

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FIGURA 49. DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LAS PERSONAS MAYORES DE 65 AÑOS ACTIVAS

POR CATEGORÍA OCUPACIONAL, SEGÚN TIPO DE POBREZA – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE DE 2001

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

Los puestos de trabajos de las personas en edades jubilables son significativamente dife-rentes según los estratos de pobreza. Entre los mayores no pobres permanencen ocupados em-presarios y profesionales. También continúan trabajando asalariados con descuentos jubilato-rios, es decir, personas con derecho a beneficio previsional que no han alcanzado a reunir la an-tigüedad de aportes necesaria para acceder al mismo, o las que desean permanecer en la activi-dad a pesar de estar en condiciones de jubilarse. Entre los no pobres son relativamente menores las proporciones de trabajadores por cuenta propia y de asalariados sin descuentos.

Entre los trabajadores mayores pobres estructurales, pobres coyunturales y pobres iner-ciales, en cambio, son muy elevados los porcentajes de trabajadores por cuenta propia y de asa-lariados sin descuento jubilatorio, sugiriendo que la permanencia en el mercado laboral está fuertemente condicionada por la falta de derecho a cobertura previsional o la necesidad de au-mentar los ingresos familiares. En los casos más dramáticos, el avance de la edad o el deterioro de las condiciones de salud podría implicar el riesgo de caer en la indigencia absoluta y amena-zaría la sobrevivencia misma, si no mediaran la asistencia familiar o adecuadas políticas públi-cas de asistencia económica.

La importancia del haber jubilatorio en el ingreso total de los hogares con personas ma-yores se puede observar en el siguiente cuadro.

Distribución porcentual de los mayores de 65 años ocupados por categoría ocupacional y tipo de

pobreza - Total del País - Octubre de 2001

0%20%40%60%80%

100%

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FIGURA 50.- PORCENTAJE PROMEDIO DEL INGRESO TOTAL DEL HOGAR CON PERSONAS MAYORES DE 65 AÑOS, PROVISTO POR LAS JUBILACIONES Y PENSIONES – TOTAL DEL PAÍS – OCTUBRE 2001.

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

El haber jubilatorio es un componente fundamental en los ingresos monetarios totales de los hogares urbanos con personas mayores, en todos los subestratos considerados. En los subes-tratos con más elevadas proporciones de personas mayores jubiladas o pensionadas –no pobres y pobres inerciales-, la jubilación representaba en promedio más del 60% del total de los ingre-sos de los hogares. En los hogares en situación de pobreza coyuntural, pese a que se observaban proporciones más bajas de jubilados o pensionados, los haberes jubilatorios contribuían en promedio con más de la mitad de los ingresos totales. Ello robustece la hipótesis de que una parte importante de los mayores pobres coyunturales, son jubilados que debieron albergar en sus hogares a los núcleos familiares de los hijos con problemas de trabajo y compartir con ellos sus ingresos monetarios. Finalmente, en los hogares pobres estructurales, los que menores por-centajes de jubilados y pensionados registraban, alrededor del 30% de los ingresos totales de los hogares con personas mayores provenían de las jubilaciones o pensiones.

El tipo de hogar y familia en el que residían las personas mayores también estaba signi-ficativamente asociado con la pobreza. Entre los mayores no pobres prevalecía la tendencia a mantener hogares unipersonales: suelen ser mujeres de edad avanzada que quedan viudas y prefieren continuar en el hogar que habían formado con el núcleo conyugal. El hogar uniperso-nal demanda mayores gastos, debido a que los cargos fijos de servicios y mantenimiento de la vivienda no se comparten y recaen en un solo ingreso.

Porcentaje sobre ingreso de los hogares provisto por la jubilación por tipo de pobreza - Total del

País - Octubre de 2001

67%

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FIGURA 56. DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LAS PERSONAS MAYORES DE 65 AÑOS POR TIPO DE HOGAR, SEGÚN TIPO DE POBREZA – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE DE 2001

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

Entre las personas mayores no pobres las proporciones más elevadas se registraban en hogares nucleares y unipersonales, es decir, ante disponibilidad de recursos parecería que los mayores optaran por contextos unigeneracionales de convivencia. El mayor porcentaje de per-sonas mayores viviendo en hogares unipersonales se verificaba, en cambio, en el más reducido subestrato de la pobreza inercial. Un estudio de caso en Áreas de pobreza urbana (Redondo, 1990) mostraba que trabajadores retirados de puestos poco calificados de la fuerza de trabajo: servicio doméstico, personal embarcado, peones y obreros no calificados -principalmente solte-ros- ocupaban piezas de inquilinatos u hoteles que carecían de servicios sanitarios básicos, pero reunían muchas veces ingresos monetarios por encima de la línea de pobreza debido a que sus jubilaciones y pensiones solían superar el haber mínimo.

Los pobres coyunturales, en cambio, constituyen el subestrato con la menor proporción de hogares unipersonales. Como se ha señalado en puntos anteriores, una de las primeras estra-tegias de las familias ante la carencia de ingresos monetarios es el reacomodamiento habitacio-nal, tendiente a bajar los gastos fijos en vivienda. En este sentido, es probable que la vuelta de los hijos adultos que se habían independizado al hogar nuclear o unipersonal de los padres o la madre viuda, forme parte de las referidas estrategias. Ello contribuiría al aumento del porcenta-je de mayores de este subestrato viviendo en familias ampliadas.

Por su parte, prácticamente la mitad de las personas mayores pobres estructurales vivían en hogares ampliados. Este tipo de organización familiar es la que prevalece en contextos de pobreza a lo largo de todo el ciclo de vida de las personas y, como se puede apreciar, se mante-nía al llegar a la vejez. Los contextos familiares unigeneracionales, así como la tendencia a la in-dividuación de los miembros de las familias son tendencias que se evidencian entre los sectores medios urbanos.

Distribución porcentual de los mayores según tipo de hogar por tipo de pobreza - Total del País - Octubre de

2001

0%20%40%60%80%

100%

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Multipersonal no fliar

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Respecto del capital habitacional, ya se ha visto que la mayor parte de las personas ma-yores son propietarios de las viviendas en las que habitan. Como resulta obvio, las proporciones de propietarios son diferenciales según tipos de pobreza.

FIGURA 52. DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LAS PERSONAS MAYORES DE 65 AÑOS POR CONDI-CIÓN DE TENENCIA DE LA VIVIENDA, SEGÚN TIPO DE POBREZA –TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE DE 2001

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

Más del 85% de las personas mayores de 65 años eran propietarios de su vivienda. En re-lación con la población más joven, entre las personas mayores hay mayor proporción de propie-tarios y menores porcentajes de inquilinos. Casi el 60% de las personas mayores en hogares po-bres estructurales eran propietarios de la vivienda y el terreno, en tanto alrededor del 20% sólo de la vivienda y carecía de la tenencia del terreno, probablemente por estar ubicadas en terrenos fiscales, villas de emergencias y asentamientos.

La casi totalidad de la población mayor urbana argentina residía en casa o departamen-tos, eran muy poco significativas las proporciones de quiénes vivían en villas, inquilinatos y otros tipos de viviendas. Como es obvio, las proporciones variaban sensiblemente en la pobreza estructural e inercial, dado que el tipo de vivienda y los servicios básicos de los que dispone son definitorios en estos subestratos (cuadro 48).

Entre el escaso porcentaje de personas mayores de 65 años que residía en hogares con necesidades básicas insatisfechas, eran ligeramente superiores las proporciones de quiénes care-cían de servicios sanitarios. En cambio, se registraba escasa proporción de personas que resi-diendo en condiciones de hacinamiento, la casi totalidad de los cuales vivían en el seno de fami-lias ampliadas.

Distribución porcentual de los mayores por condición de tenencia de la vivienda y tipo de

pobreza - Total del País - Octubre de 2001

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Desconocido

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Ocupante en relacdependencia

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Propietario de lavivienda solamente

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FIGURA 53. PORCENTAJES DE PERSONAS MAYORES DE 65 AÑOS CON NBI POR TIPO DE NECESI-DAD BÁSICA INSATISFECHA, SEGÚN TIPO DE HOGAR – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE DE 2001

Condiciones sanitarias: sin baño con arrastre de agua a cloaca o cámara séptica

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

En definitiva, la información ratifica que a lo largo del ciclo de vida, la gran mayoría de las personas que actualmente tienen edades avanzadas en la Argentina, tuvieron amplias pro-babilidades de acceder a la vivienda propia y adquirir derechos para la percepción de jubilacio-nes y pensiones. Sin perjuicio de ello, los datos disponibles no permiten conocer las condiciones de habitabilidad de sus inmuebles, el equipamiento o su adaptación a las condiciones físicas de los mayores. Un ya citado estudio en sectores populares urbanos (Redondo, 1990) señalaba que en estos aspectos radicaban algunos de los rubros más deficitarios en los presupuestos de las personas mayores. Otra dimensión importante en el consumo es el de atención de la salud y tampoco se pueden hacer inferencias al respecto con la información proporcionada por la EPH.

4.3.5. Ciclo de vida individual y pobreza urbana en Argentina

Al finalizar el año 2001 se cerró una década de la vida política y económica del país ca-racterizada por significativos cambios en la relación entre el Estado, el mercado y la sociedad.

El último relevamiento en los hogares efectuado ese año, mostró que todavía la mayor parte de los hogares y de la población de los centros urbanos del país no era pobre, sin perjuicio de que las proporciones de pobres y no pobres resultaban cercanas al 50%. Sin embargo, la inci-dencia de la pobreza era diferencial según las distintas etapas del ciclo de vida de las personas: la mayoría de los niños y de los jóvenes crecían en hogares pobres. Los primeros prevalecían en el seno de familias pobres estructurales, los últimos en hogares pobres coyunturales. Las perso-nas mayores, en cambio, eran mayoritariamente no pobres.

A lo largo de la década, la evolución del país generó un “efecto período” que impactó de distinta manera a cada generación de la población argentina y, contribuyó, según la etapa de la biografía personal, a incluir nuevos grupos en el universo de la pobreza. Con relación al fenó-meno del empobrecimiento de la sociedad, el “período” al que hacemos referencia está com-prendido entre los picos hiperinflacionarios en el inicio, y el fin de la convertibilidad en la cul-minación. Durante el período se sucedieron un primer momento de notable crecimiento econó-mico, un persistente aumento del desempleo después y una larga recesión económica sobre el final. Como parte de las reformas orientadas al mercado, se efectuaron importantes transforma-

Porcentaje de personas mayores con NBI según tipo de NBI por tipo de hogar - Total del País -

Octubre de 2001

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ciones en las relaciones laborales y en el sistema previsional que tendieron trasladar los riesgos de desempleo, de incapacidad y de vejez desde el estado y la sociedad, hacia la capacidad de soporte individual de los trabajadores involucrados.

La referida evolución política y económica interactuó con una evolución demográfica de más larga data, caracterizada por el sostenido envejecimiento de la población argentina, resul-tante del descenso secular de la fecundidad y, más recientemente, del aumento de la esperanza de vida en las edades avanzadas. Hacía ya más de dos décadas que el crecimiento vegetativo de la población del país descansaba, principalmente, sobre las más altas tasas de fecundidad de los estratos pobres (Torrado, 1986) dado que los amplios sectores medios urbanos habían finalizado su transición demográfica.

La conjunción de ambos procesos –político-económico y demográfico- generó la rápida expansión de la pobreza estructural en la base de la pirámide de edad a partir del año 1996, momento en que se produce la inflexión en la tendencia descendente de la pobreza por NBI7. Los sectores menos calificados de la fuerza de trabajo fueron los primeros afectados por la re-conversión económica del país, y entre ellos crecía el mayor número de niños pequeños. De allí que más de la mitad de los niños argentinos padecieran la pobreza y que se verificara la mayor incidencia de la pobreza estructural, es decir, que fuera relativamente más significativa la pro-porción de niños que desarrollaban su vida en el “núcleo más duro” de la pobreza. También los jóvenes, en una medida levemente menor y con prevalencia relativa de la coyuntural, estaban afectados mayoritariamente por la pobreza. Pero la cúspide de la pirámide poblacional perma-necía en su mayor parte8 ajena al fenómeno del empobrecimiento de la sociedad.

Las personas mayores eran en su mayoría no pobres por varios factores concomitantes. Por un lado, la consecuencia más negativa de la pobreza es el consumo precoz de la vida, o sea, las personas pobres suelen –en promedio- alcanzar menos años de vida que las no pobres. Por otro lado, a lo largo del curso de vida las personas acumulan bienes físicos, ahorros y adquieren derechos jubilatorios que son consumidos en la vejez. La posibilidad de acumular bienes de-pende tanto de las trayectorias individuales -de las opciones que tuvieron ante sí y de las elec-ciones que realizaron- como de las oportunidades históricas que se les presentaron a lo largo de su vida productiva. En definitiva, las personas que actualmente llegaron a edades avanzadas disponen de los recursos obtenidos en etapas anteriores de la historia del país, por lo que la evo-lución reciente los afectó en menor medida que a los más jóvenes. Sin perjuicio de ello, se ob-servaba una preocupante proporción viviendo en hogares con ingresos por debajo de la línea de pobreza.

Los porcentajes de niños en su primera infancia creciendo en hogares con hacinamiento crítico y carencia de servicios sanitarios, el rezago escolar de los niños pobres, la salida prema-tura del sistema educativo de los jóvenes pobres, las mayores proporciones de jóvenes en situa-ción de pobreza estructural que no trabajan ni estudian, las personas pobres en edad jubilable que continúan trabajando en puestos precarios sin cobertura previsional y las que ya son inacti-vas y no perciben jubilaciones o pensiones, constituyen algunos de los aspectos más amenazan-tes para la sociedad argentina.

7 La medición corresponde al AMBA, a través del relevamiento EPH (ver op.cit. en capítulo 1) 8 Ya se ha señalado que la modalidades de medición de la pobreza por necesidades básicas insatisfechas subcapta el fenómeno de la pobreza en la vejez.

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El análisis del “efecto período” -generado en el país a lo largo de la década- sobre los distintos sectores de la población, según las etapas de la biografía personal en el que les tocó vi-virlo, delinea un panorama sombrío de intensificación de las desigualdades y su reproducción intergeneracional, así como una próxima expansión de la pobreza desde la cúspide de la pirá-mide de edades. Sólo decididas y eficaces políticas públicas, con la participación del conjunto social, podrían revertir -o por lo menos mitigar- la fuerza que ya se percibe de estas presiones sobre el futuro cercano de la sociedad argentina.

5. LA POBREZA EN LAS GRANDES REGIONES ARGENTINAS Razones de diversa índole –disponibilidad de información, conveniencia política, entre

las más destacadas- intervinieron a lo largo de la década para obstaculizar el seguimiento del fenómeno de la pobreza en las distintas regiones del país. Las sucesivas mediciones, basadas en los datos proporcionados por la Encuesta Permanente de Hogares, se circunscribieron al Área Metropolitana de la Ciudad de Buenos Aires (AMBA) por lo que no existen registros sistemáti-cos y periódicos para el total del país, discriminando la incidencia diferencial en cada una de las grandes regiones geográficas. En la onda de octubre de 2001 fue posible observar la incidencia de la pobreza en los hogares y la población, medida a través de cada uno de los enfoques (LP y NBI), en todo el territorio nacional, poniendo en evidencia que el fenómeno social presentaba notorias diferencias en las distintas regiones.

El Noreste argentino (NEA)–comprendido por las provincias de Misiones, Corrientes, Chaco y Formosa- era el área que mostraba la mayor proporción de hogares y personas pobres, tanto por insuficiencia de ingresos como por falta de acceso a servicios básicos. Más de la mitad de la población del NEA tenía carencias para adquirir la canasta de bienes indispensables, en tanto algo más del 30% tenía insatisfechas sus necesidades básicas. El Noroeste (NOA)–provincias de Salta, Jujuy, Tucumán, Santiago del Estero, Catamarca y La Rioja- era la otra re-gión argentina castigada: casi la mitad de su población estaba por debajo de la línea de pobreza y alrededor del 30% tenía insatisfechas sus necesidades básicas. Las provincias del norte del pa-ís padecían con mayor rigor la severidad de la crisis.

La Patagonia argentina era el área del territorio nacional con mejor situación relativa. La región mostraba los valores más bajos tanto de población como de hogares en situación de po-breza, cualquiera fuera el enfoque que se aplicara para la medición (Cuadro 50 del Anexo).

El Área Metropolitana de la Ciudad de Buenos Aires, la región Pampeana y Cuyo evi-denciaban ligeras variaciones dentro de un rango de valores entre las jurisdicciones que podría considerarse similar. Los valores eran altos, teniendo en cuenta que se trata de las regiones más desarrolladas del país: variaban entre más del 35% y casi el 40% de población con ingresos insu-ficientes y algo menos del 20% con necesidades básicas insatisfechas (Figuras 49 y 50).

¿Cuáles son los servicios a los que no acceden o las necesidades básicas que no satisfacen –en las distintas regiones del país- los hogares pobres por NBI?

El cuadro 52 permite la observación de los porcentajes de hogares pobres –aplicando el enfoque de NBI9- de las distintas regiones, según el tipo de necesidad o servicio insatisfecho. La desagregación de la información en las celdas presenta problemas de variabilidad asociados con

9 Se ha señalado que este enfoque está actualmente sujeto a revisión. Las nuevas definiciones estarán disponibles a partir del proce-samiento del Censo Nacional de 2001.

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el número de casos. Sin embargo, se optó por incluirla en el análisis debido a que muestra la importancia relativa de dos tipos de necesidades básicas sin satisfacer en el universo de los hogares pobres de todo el país: a) el hacinamiento crítico, es decir, la cohabitación de más de tres personas en cada uno de los ambientes de la casa (excepto baño y cocina) que afectaba al 8,4% de los hogares de todo el país, y b) la falta de condiciones sanitarias mínimas de las vi-viendas, entendiendo por tales la carencia de un baño con arrastre de agua a cloaca o a cámara séptica, situación padecida por el 8,3% del total de los hogares urbanos argentinos. También in-teresa subrayar que, en octubre de 2001, la Encuesta Permanente de Hogares no detectó casos de niños de edad escolar que no asistieran a establecimientos educativos en ninguna de las ju-risdicciones.

FIGURA 57.- PORCENTAJES DE HOGARES CON NBI SEGÚN GRANDES REGIONES – TOTAL DEL PAÍS – OCTUBRE 2001.

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

Merece destacarse que alrededor del 25% de los hogares del NEA y el NOA tenían por lo menos una necesidad básica insatisfecha. La situación más grave la padecía el NEA, cuya pro-porción de hogares con NBI prácticamente duplicaba a la de las restantes regiones, con la única excepción del NOA. También es llamativa el bajo porcentaje de hogares pobres estructurales del NOA que residía en viviendas precarias. Si bien podría estar influenciado por errores muestra-les, no puede dejar de considerarse el impacto que en la región hubieran tenido los planes de vivienda FONAVI u otros programas de construcción de viviendas populares.

Por su parte, al aplicar el enfoque de línea de pobreza pueden distinguirse las propor-ciones de la población que percibían ingresos por debajo de la línea de indigencia, es decir, los que manifestaban los máximos niveles de carencia de ingresos monetarios.

Porcentaje de hogares con al menos una NBI por regiones - Octubre 2001

13,80% 14,10%

26,50%22,50%

13,70% 13,10%

0,00%

5,00%

10,00%

15,00%

20,00%

25,00%

30,00%

AMBA

Pampe

ana

NEANOA

Cuyo

Patag

onia

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FIGURA 58. PORCENTAJE DE POBLACIÓN POR SITUACIÓN DE INDIGENCIA SEGÚN REGIONES – OC-TUBRE 2001.

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

En el Noreste argentino casi el 27% de la población estaba por debajo de la línea de indi-gencia, es decir, algo más de uno cada cuatro habitantes vivía con tal insuficiencia de ingresos monetarios que estaba amenzada su supervivencia.

Finalmente, la combinación de ambos enfoques de medición de la pobreza permite reco-nocer subestratos en el universo de hogares y población pobre. En el mes de octubre de 2001 el 43,6% del total de la población en aglomerados urbanos vivía en situación de pobreza, pero tan-to en el Noreste como en el Noroeste la pobreza ya se expandía entre más de la mitad de los re-sidentes. A su vez, más del 20% de las personas de esas regiones -casi el 30% en las ciudades del Noreste- quedaba comprendida en el considerado “núcleo duro” de la pobreza, es decir vivía en condiciones de pobreza estructural con falta de acceso a servicios básicos o necesidades básicas insatisfechas e ingresos económicos por debajo de la línea de pobreza. Sólo en la Patagonia la pobreza estructural afectaba a menos del 10% de las personas, en tanto en las restantes regiones oscilaba alrededor del 15% de sus respectivas poblaciones (cuadro 54 del Anexo).

Porcentaje de población en situación de indigencia por regiones - Octubre de 2001

12,20% 13,70%

26,90%

16,20%12,30%

7,30%0

0,050,1

0,150,2

0,250,3

AMBA

Pampe

ana

NEANOA

Cuyo

Patag

onia

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FIGURA 59. PORCENTAJE DE POBLACIÓN POR TIPO DE POBREZA SEGÚN REGIONES – OCTUBRE 2001.

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

Las proporciones de población en situación de pobreza coyuntural – el 21,9% de la po-blación urbana argentina- mantenía diferencias regionales, pero los rangos de las variaciones eran más suaves: oscilaban entre el 20 y algo menos del 30%, con la única excepción de la Pata-gonia que se encontraba por debajo del primer valor.

Por último, alrededor del 5% de la población urbana –sin notorias diferencias regionales- carecía de acceso a algún servicio básico o registraba necesidades básicas insatisfechas, pero ob-tenía ingresos monetarios por encima de la línea de pobreza, correspondiendo según este estu-dio al subestrato de pobres inerciales.

5.1. Familia y pobreza urbana: diferencias regionales

Las variaciones asociadas con la pobreza en las formas de organización familiar, el ta-maño y los índices de dependencia demográficos de los hogares registraban, a su vez, variacio-nes según las regiones. Mientras los hogares unipersonales verificaban mayores proporciones relativas en los centros urbanos de la región pampeana y del Área Metropolitana de la Ciudad de Buenos Aires (AMBA), el Noroeste Argentino (NOA) mostraba los más altos porcentajes de familias ampliadas y era la única región del país en la que el hogar nuclear completo no alcan-zaba al 50% del total de los hogares. Por otra parte, la proporción de hogares unipersonales po-bres inerciales era más elevada que la de los no pobres en el Noreste, el Noroeste y la Patagonia, probablemente por la incidencia de los trabajadores solos ocupando viviendas con precarias condiciones sanitarias. En todas las regiones del país la forma de familia ampliada aumentaba en los hogares con ingresos monetarios por debajo de la línea de la pobreza, es decir, entre los pobres estructurales y coyunturales las proporciones eran más elevadas que entre los no pobres y los pobres inerciales (ver cuadro 55).

Distribución porcentual de la población por tipo de pobreza según regiones - Octubre de 2001

0%

20%

40%

60%

80%

100%

AMBA

Pampe

ana

NEANOA

Cuyo

Patag

onia

Pobre inercial

Pobre coyuntural

Pobre estructural

No pobres

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El tamaño medio de los hogares también presentaba diferencias regionales. El Noroeste y Noreste argentinos mostraban los mayores tamaños medios en todos los estratos según tipo de pobreza, coincidiendo con las mayores proporciones de hogares ampliados que se registra-ban en esas regiones. En todas las áreas urbanas del país los hogares pobres por ingresos mone-tarios insuficientes, principalmente los estructurales y luego los coyunturales, tenían mayor ta-maño relativo que los hogares con ingresos por encima de la línea de pobreza, es decir, que los no pobres y los pobres inerciales (Cuadro 56).

El índice de dependencia demográfica potencial mostraba, en todo el territorio nacional, similares variaciones asociados con los subestratos de pobreza: en el subestrato no pobre de ca-da región se registraba el índice de dependencia de niños y totales más bajos y el más alto índi-ce de dependencia de ancianos y, por el contrario, en la pobreza estructural se presentaban las cargas de dependencia de niños y totales más altas y las más bajas de ancianos. El envejecimien-to diferencial de las poblaciones de las áreas geográficas no alteraba esta tendencia de los índi-ces entre los referidos subestratos, aunque sí sus valores.

El Noreste argentino –la región con mayor incidencia de la pobreza del país- presentaba el índice de dependencia demográfico total y de niños más altos y compartía con la Patagonia –la única región estructuralmente joven- el índice de dependencia de ancianos más bajo. Seguía en orden de importancia el índice de dependencia demográfica de niños y total del Noroeste. La región pampeana y el AMBA poseían los índices de dependencia totales y de niños más bajos del país y los más altos de ancianos, la transición demográfica parecía muy avanzada o comple-ta en toda la zona centro litoral. En síntesis, los índices de dependencia demográfica de los dis-tintas regiones ponían en evidencia los diferentes estadios de la transición demográfica en el pa-ís, así como la mayor incidencia de pobreza –en todas las modalidades, pero fundamentalmente de la estructural- en las regiones en las que aún permanecían altas tasas de fecundidad y morta-lidad (cuadro 57).

El clima educativo de los hogares, medido como el promedio total de la cantidad total de años de educación finalizados por los miembros mayores de 15 años, no mostraba significativas diferencias regionales. Sólo es destacable la mayor brecha entre los años de educación de los hogares no pobres y los pobres estructurales que se registraba en el Noroeste y Noreste, los cua-les podrían indicar una mayor polarización en las estratificaciones sociales de esas regiones. A fin de observar con mayor precisión las diferencias se optó por presentar las medianas de los climas educativos por estratos de pobreza según regiones, dado que los promedios se hallaban muy influenciados por los rangos de variación entre los puntos extremos. Se debe subrayar que en todo el territorio nacional, y en todos los subestratos de pobreza, la mediana de la distribu-ción de años de estudios finalizados por los miembros mayores de 15 años de los hogares al-canzaba a los 7 años de educación básica obligatoria (cuadro 58).

Las características económicas de los hogares, evaluadas a través de las cargas de de-pendencia económica -cantidad de perceptores de ingresos sobre el total de los miembros del hogar– (cuadro 59) y formalidad de los puestos de trabajo de los integrantes ocupados (cuadro 60), no muestran diferencias significativas entre las regiones, aún cuando el NEA y el NOA re-flejaban condiciones más negativas en ambas dimensiones. Es destacable, asimismo, la mayor proporción de personas ocupadas en puestos de trabajo formales en la región patagónica.

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5.2. Niños, jóvenes y mayores: diferencias regionales

En octubre de 2001 la Patagonia era la única región del país en la que todos los grupos poblacionales: niños, jóvenes y mayores vivían en el seno de hogares no pobres. El Noreste, por su parte, mostraba la peor situación relativa para todos los grupos de edades considerados en este estudio. La pobreza afectaba también con singular intensidad, aunque en menor medida que en el Noreste, a los integrantes de los hogares del Noroeste argentino.

Como se analizará en detalle seguidamente, en todas las regiones del país –con excep-ción de la Patagonia- la mayor parte de los niños pequeños y en edad escolar crecían en el seno de hogares pobres, prevaleciendo levemente las proporciones de niños en hogares pobres es-tructurales por sobre los que vivían en hogares pobres coyunturales. En el Noreste la situación mostraba el mayor dramatismo, dado que alrededor del 75% de los niños entre 0 y 5 años y del 70% de los niños de 6 a 12 años vivían en hogares pobres. El Nororeste también evidenciaba condiciones duras para el crecimiento de su población infantil y escolar: alrededor del 65% de los niños pequeños y de los escolares pertenecían a hogares pobres. En el Área Metropolitana del Gran Buenos Aires, la región pampeana y Cuyo los niños en hogares pobres alcanzaba a aproximadamente el 55% de sus respectivas poblaciones infantiles y escolares. La Patagonia era la única región del territorio nacional en la que más de la mitad de los niños pequeños y escola-res –61%- vivían en hogares no pobres.

La proporción de jóvenes viviendo en hogares pobres era levemente inferior a las de ni-ños pequeños y escolares: poco más de la mitad -52%- de los jóvenes entre 13 y 18 años de todo el país vivía en hogares pobres. Sin embargo, en octubre de 2001 casi el 70% de los jóvenes de la Patagonia y algo más del 50 % de los del AMBA y la región pampeana pertenecían a hogares no pobres. La situación era más grave en el Noreste, en donde casi el 70% de los jóvenes era pobre, en el Noroeste con el 65 % de jóvenes en hogares pobres y en Cuyo con el 55% de su población juvenil en situación de pobreza. El Noreste registraba asimismo, los mayores niveles de rezago en el calendario estudiantil.

Finalmente, las personas mayores eran mayoritariamente no pobres en todas las regio-nes del país. Alrededor del 85% de la población de más edad de todo el país era no pobre. Las mayor proporción de no pobres se registraba en el AMBA, en tanto el Noreste mostraba la pro-porción más baja de no pobres –68%- y la más alta de personas mayores viviendo en hogares pobres estructurales –alrededor del 13%-. Debe preocupar, sin embargo, que en octubre de 2001 había casi un 10% de población mayor viviendo en hogares pobres coyunturales, es decir, su empobrecimiento se habría producido en la madurez o en la vejez por lo que no es esperable que puedan revertir de manera autónoma la situación de carencia.

5.2.1. Los niños en la primera infancia

La mayor parte de los niños pequeños argentinos vivían en hogares pobres. La Patago-nia era la única región del país que tenía más del 60% de los niños creciendo en hogares no po-bres. En el extremo opuesto, más del 40 % de los pequeños del NEA vivían en el núcleo más du-ro de la pobreza y el porcentaje total de niños pobres en el área superaba el 70%. También en el NOA era importante la extensión de la pobreza entre los niños menores de 5 años: alrededor del 65% de los más pequeños vivían en hogares pobres, dentro de los cuales el 37% vivía en hogares pobres estructurales (Cuadro 61).

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FIGURA 60. DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS NIÑOS DE 0 A 5 AÑOS POR TIPO DE POBREZA SE-GÚN REGIONES – OCTUBRE 2001.

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

El Noreste y Noroeste argentinos, y las ciudades de la región pampeana presentaban las peores situaciones relativas en términos de hacinamiento y falta de acceso a servicios sanitarios (cuadro 62). Más del 35% de los niños menores de 5 años del NEA, el 33% de los del NOA y el 30% de los niños pequeños de la región pampeana crecían en viviendas con hacinamiento críti-co. También en estas tres regiones eran más elevadas las proporciones de hogares con niños pe-queños que carecían de acceso a servicios sanitarios básicos.

5.2.2. Los niños en edad escolar

La extensión de la pobreza entre los niños de edad escolar también a alcanzaba a más de la mitad en el total del país. En el Noreste argentino casi el 70% de los niños en edad escolar crecía en familias pobres y, dentro de ellos, el 40% vivía en situación de pobreza estructural. En el Noroeste la situación también era dramática. Alrededor del 65% de los niños era pobre y algo más del 30% de ellos vivía en hogares pobres estructurales. La Patagonia era la única región del territorio nacional en la que la mayoría de los niños eran no pobres (Cuadro 63).

Distribución porcentual de los niños de 0 a 5 años por tipo de pobreza según regiones - Octubre de 2001

0%10%20%30%40%50%60%70%80%90%

100%

AMBA

Pampe

ana

NEANOA

Cuyo

Patag

onia

Pobres inerciales

Pobres coyunturales

Pobres estructurales

No pobres

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FIGURA 61. DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS NIÑOS DE 6 A 12 AÑOS POR TIPO DE POBREZA SEGÚN REGIONES – OCTUBRE 2001.

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

Como resultaba previsible, en las áreas urbanas del Noreste argentino se registraban las mayores proporciones de niños con rezago escolar, en tanto el AMBA y la Patagonia mostraban los menores porcentajes. El Área Metropolitana de la Ciudad de Buenos Aires era la única juris-dicción en la que sólo se mostraba afectado el rendimiento escolar de los niños en situación de pobreza estructural, en los restantes subestratos de pobreza no presentaban variaciones en el desempeño respecto de los niños no pobres (cuadro 64).

5.2.3. Los jóvenes

La mayor parte de los jóvenes de 13 a 18 años de todo el país pertenecía a hogares po-bres. Sin perjuicio de ello, la mitad de los jóvenes del AMBA y la región pampeana, así como ca-si el 70% de los que vivían en la Patagonia, eran no pobres. En todas las regiones del país, la proporción de jóvenes viviendo en hogares pobres coyunturales era más elevada que la que lo hacía en el seno de hogares pobres estructurales. La mayor proporción relativa de jóvenes resi-diendo en hogares pobres coyunturales se registraba en Cuyo, mientras que en el Noreste y No-roeste se registraban las mayores proporciones relativas de jóvenes en situación de pobreza es-tructural (cuadro 65).

Distribución porcentual de los niños de 6 a 12 años por tipo de pobreza según regiones - Octubre de 2001

0%

20%

40%

60%

80%

100%

AMBA

Pampe

ana

NEANOA

Cuyo

Patag

onia

Pobres inerciales

Pobres coyunturales

Pobres estructurales

No pobres

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FIGURA 62. DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS JÓVENES DE 13 A 18 AÑOS POR TIPO DE POBREZA SEGÚN REGIONES – OCTUBRE 2001.

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

Existen diferencias regionales en los comportamientos juveniles relacionados con el es-tudio y el trabajo. El Noroeste muestra la mayor proporción relativa de jóvenes que no trabajan ni estudian –alrededor del 13 % del total de sus jóvenes- en el extremo opuesto la Patagonia ar-gentina es la región con mayor proporción de jóvenes –casi el 90% del total- que se dedicaban exclusivamente a estudiar.

FIGURA 63.- PORCENTAJE DE JÓVENES DE 13 A 18 AÑOS QUE NO TRABAJAN NI ESTUDIAN, SEGÚN REGIONES – OCTUBRE 2001.

Las proporciones de jóvenes que no trabajan ni estudian variaban significativamente se-gún los subestratos de pobreza. En la pobreza estructural se registraban las mayores proporcio-nes, destacándose la situación de los jóvenes del Noroeste argentino en hogares pobres estruc-turales, entre los que el 25% no realizaba ninguna de ambas actividades. En todas las regiones

Distribución porcentual de los jóvenes de 13 a 18 años por tipo de pobreza según regiones - Octubre 2001

0%

20%

40%

60%

80%

100%

AMBA

Pampe

ana

NEANOA

Cuyo

Patag

onia

Pobres inerciales

Pobres coyunturales

Pobres estructurales

No pobres

Porcentaje de jóvenes que no estudian ni trabajan por regiones

7,79 10,05 9,1313,31

9,64 7,64

0

5

10

15

AMBA

Pampe

ana

NEANOA

Cuyo

Patag

onia

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del país las diferencias entre los no pobres y los restantes subestratos de pobreza eran significa-tivas (cuadro 67).

El rezago estudiantil entre los jóvenes también se manifestaba de manera diferencial en las regiones argentinas. El Noreste argentino mostraba los peores desempeños relativos, segui-do por la región de Cuyo. En tanto en el Área Metropolitana de la Ciudad de Buenos Aires y en las ciudades de la región pampeana se registraban las mayores proporciones de jóvenes sin re-zago en su calendario estudiantil (Cuadro 68).

FIGURA 64.- DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS JÓVENES DE 13 A 18 AÑOS POR REZAGO ESTU-DIANTIL SEGÚN REGIONES – OCTUBRE 2001.

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

En todas las regiones del país el calendario estudiantil de los jóvenes se mostraba signi-ficativamente afectado por la situación de pobreza. Los jóvenes que vivían en hogares pobres estructurales poseían proporciones de rezago escolar más elevadas que los de los restantes sub-estratos. La mayor gravedad la presentaba la región de Cuyo, en la que más de la mitad de los jóvenes pobres estructurales tenía atraso en el calendario estudiantil y, dentro de ellos, casi el 30% presentaba más de dos años de rezago. En la Patagonia y el Noreste se registraban propor-ciones cercanas al 40% de los jóvenes en hogares pobres coyunturales con rezago escolar. En ambas jurisdicciones se manifestaban los mayores impactos de la pobreza por ingresos moneta-rios sobre el mal desempeño estudiantil (cuadro 69).

5.2.4. Las personas mayores

En octubre de 2001, la amplia mayoría de las personas mayores de 65 años de todo el pa-ís –alrededor del 85%- se incluía en el subestrato no pobre. Las proporciones más importantes de personas mayores residiendo en hogares pobres estructurales se registraban en el Noreste argentino –alrededor del 13%-, en tanto en el Noroeste, el Noreste y Cuyo se observaban los porcentajes más elevados de población mayor en hogares pobres coyunturales.

Porcentaje de jóvenes con rezago escolar por regiones - Octubre de 2001

11,44 11,99 12,75 12,32 12,05 14,07

11,18 11,2417,39

13,58 15,02 12,3

05

101520253035

AMBA

Pampe

ana

NEANOA

Cuyo

Patag

onia

Con más de 2añosCon 1 año

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La cobertura previsional de los mayores también reconocía diferencias entre las distintas regiones argentinas, aunque no evidenciaban un alto rango de variación. Curiosamente, la ma-yor cobertura previsional se registraba en el Noroeste argentino, en tanto la región pampeana y la Patagonia mostraban las proporciones más bajas. Debe tenerse en cuenta que la información de cobertura incluye tanto los beneficios previsionales contributivos (jubilación o pensión por viudez) como los no contributivos (pensiones graciables, a la vejez, etc.). A su vez, los beneficios contributivos abarcan a los proporcionados por el sistema nacional de previsión y por los siste-mas provinciales (cuadro 72).

FIGURA 65.- DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LAS PERSONAS MAYORES DE 65 AÑOS POR TIPO DE POBREZA, SEGÚN REGIONES – OCTUBRE 2001.

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

La variación interregional de la cobertura previsional entre las personas mayores pobres estructurales, es uno de los aspectos más destacables: mientras sólo el 18% de los mayores en si-tuación de pobreza estructural del AMBA cobraba jubilación o pensión, en la Patagonia lo hacía el 50% de los mayores pobres estructurales, en tanto en las restantes regiones oscilaba alrededor del 40% de cobertura (Cuadro 70). Dos aspectos incidirían sobre este comportamiento diferen-cial: por un lado, la distribución de pensiones graciables (no contributivas) por parte de los le-gisladores que suele favorecer a ciertas provincias argentinas y, por el otro, los sistemas previ-sionales provinciales cubren a una alta proporción de población, sobre todo en jurisdicciones con altas tasas de empleo público. La población en situación de pobreza estructural de los gran-des aglomerados del área metropolitana parecer estar más desprotegida en materia de cobertu-ra del riesgo de vejez.

Las jubilaciones y pensiones constituían el 64% de los ingresos monetarios de los hoga-res con personas mayores en todo el país. Sin perjuicio de la mayor cobertura previsional en el Noroeste, los beneficios previsionales o las pensiones sólo contribuían en promedio, con el 58% de los ingresos totales de los hogares con mayores de esa región, en tanto en la región pampea-

Distribución porcentual de la población mayor de 65 años por tipo de pobreza según regiones - Octubre de 2001

0%10%20%30%40%50%60%70%80%90%

100%

AMBA

Pampe

ana

NEANOA

Cuyo

Patag

onia

Pobre Inercial

PobreCoyunturalPobreEstructuralNo pobre

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na el promedio se elevaba al 70%. La información permite suponer que existen diferencias re-gionales en los montos mínimos y medios de los haberes previsionales (Cuadro 71).

Los tipos de hogar y familia en los que residían las personas mayores también presenta-ban diferencias entre las regiones. En la región pampeana y en el AMBA se observaba la prefe-rencia por los contextos unigeneracionales: hogares unipersonales y hogares nucleares. En cam-bio, La familia ampliada es el tipo de hogar en el que vivían más del 40% de las personas mayo-res en el Noroeste y más del 30% del Noreste y de Cuyo. En estas regiones prevalecían todavía formas de familia más tradicionales, en las que corresiden varias generaciones (cuadro 72).

FIGURA 66.- DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LAS PERSONAS MAYORES DE 65 AÑOS POR TIPO DE HOGAR, SEGÚN REGIONES – OCTUBRE 2001.

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

La preferencia por modalidades de allegamiento habitacional unigeneracionales deter-mina que el tamaño medio de los hogares con personas mayores sea menor que el de los niños y jóvenes. El hacinamiento crítico afectaba sólo al 1,7% del total de la población mayor de todo el país. La proporción más alta se registraba en el Noreste, en cuyas ciudades residía un 5% del to-tal de personas mayores de 65 años en condiciones de hacinamiento habitacional (cuadro 73).

Distribución porcentual de las personas mayores por tipo de hogar según regiones - Octubre de 2001

0%10%20%30%40%50%60%70%80%90%

100%

AMBA

Pampe

ana

NEANOA

Cuyo

Patag

onia

Multipersonal AmpliadoNuclearMonoparentalUnipersonal

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FIGURA 67.- PORCENTAJES DE PERSONAS MAYORES DE 65 AÑOS CON NBI, POR TIPO DE NECESI-DAD BÁSICA INSATISFECHA, SEGÚN REGIONES – OCTUBRE 2001.

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

El porcentaje de personas de edad que en todo el país, residía en viviendas con carencia de acceso a servicios sanitarios –4%- era superior al que se registraba con hacinamiento. El ma-yor déficit en las condiciones sanitarias de los hogares de personas mayores también se regis-traba en el Noreste argentino en el que alcanzaba a alrededor del 13% de las personas mayores de la región.

6. “ESTILOS DE DESARROLLO” Y AUMENTO DE LAS DESIGUALDADES. EL CAMINO HACIA LA REDUCCION DE LAS BRECHAS ENTRE POBRES Y NO POBRES

6.1. Los parámetros de la brecha entre pobres y no pobres hacia el final de la Conver-tibilidad: un marco metodológico para la mensura.

Un insumo necesario –aunque está lejos de ser suficiente- para estimar la deuda social argentina con la pobreza y orientar las políticas específicas, es establecer las magnitudes de fa-milias, niños, jóvenes y personas mayores con necesidades básicas insatisfechas e ingresos mo-netarios insuficientes, identificando los diferentes tipos de bienes y servicios de los que carecen, a fin de ponderar la brecha existente entre los referidos déficit y los respectivos umbrales de sa-tisfacción. El ejercicio sólo resulta válido en el supuesto de que las políticas macroeconómicas se orienten definitivamente a la supresión de las desigualdades y el Estado encare con decisión po-líticas y programas destinados a reparar de los daños producidos en el cuerpo social, en pos de un camino de crecimiento con equidad.

Una cuantificación de este tipo no es suficiente porque, como se ha mencionado, la si-tuación de pobreza no implica necesariamente la insatisfacción de todas las necesidades básicas. Asimismo, no todos los miembros de una familia o grupo doméstico están afectados por el mismo espectro de privaciones, ni experimentan el mismo impacto sobre sus posibilidades de acción futuras. Los perfiles diferenciales de necesidades básicas insatisfechas o de acceso res-

Porcentaje de personas mayores de 65 años con NBI según regiones - Octubre 2001

1,07 2,215,04 3,48 2,2 1,52

3,653,61

13,49

6,53

2,742,33

02468

101214161820

AMBA

Pampe

ana

NEANOA

Cuyo

Patag

onia

Condiciones sanitarias

Hacinamiento

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tringido a bienes esenciales pautan, a su vez, diferencias tanto en la magnitud como en la com-posición de la inversión social requerida para disminuir su incidencia.

En consecuencia, cualquier intento por cuantificar la brecha entre pobres y no pobres es siempre una simplificación, que sólo resulta útil desde la perspectiva de la sociedad y el Estado, dado que no toma en consideración una multiplicidad de factores, el más destacado sin duda, la opinión de los mismos interesados, la definición propia acerca de sus necesidades y de los ser-vicios más adecuados para satisfacerlas. Tampoco tiene en consideración los bienes intangibles, no abordables a través de este tipo de datos, tales como los culturales y simbólicos. Sin perjuicio de ello, la mensura de los déficit básicos que ocasionan desventajas estructurales de las familias pobres –no sólo los referidos a los ingresos monetarios de los hogares- es una tarea imprescin-dible para orientar las acciones estatales que se propongan interrumpir y erradicar la pobreza extrema en nuestro país.

Las consideraciones expuestas permiten desplegar una tabla en la que se relacionan las dimensiones de las necesidades básicas de familias y personas, con los resultados evidenciables de insatisfacción, los indicadores de recursos para su adecuada satisfacción y la mensura de la deuda, entendida como inversión social (pública y privada) para saldar los déficit.

La matriz que a continuación se presenta, constituye un ejemplo teórico-metodológico del tipo de indicadores que se podrían construir y monitorear sistemáticamente, sobre la base de las mediciones y la información actualmente disponible en el sistema estadístico nacional y en el SIEMPRO.

Dimensiones de necesidades bá-sicas

Indicadores de in-satisfacción

Indicadores de recursos Deuda: brecha insatisfac-ción-recursos

Familias: habita-ción

Hacinamiento Vivienda precaria Materiales inconve-nientes Falta de propiedad del suelo Condición irregular de tenencia

Cantidad de ambientes sufi-cientes para la cantidad de miembros Materiales y equipamiento adecuados Tenencia regular

Cantidad de ambientes fal-tantes Cantidad de viviendas a me-jorar por tipo y cantidad ma-teriales- equipamiento Regularización de la tenencia (tenencia de la tierra o pro-piedad de la vivienda)

Familias: condicio-nes sanitarias

Falta de agua potable Falta de cloacas y tra-tamiento excretas

Acceso a agua corriente Retrete sanitario

Areas de tendido de infraes-tructura de red Cantidad de retretes sanita-rios

Familias: capital humano del hogar

Bajo clima educacio-nal de los miembros adultos Bajo capital humano per cápita

Niveles de educación básica completos

Años de educación de adul-tos para terminalidad y for-mación laboral

Niños de 0 a 5 años Malnutrición Morbilidad Retrasos del creci-miento y la madura-ción

Nutrición adecuada Acceso a servicios de salud Cobertura de programa pre-escolar

Cantidad de dietas calóricas nutricionales Cantidad de centros de salud integrales Cantidad de establec. Prees-colares

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Niños de 6-12 años Mala calidad educati-va Bajo desarrollo de ca-pital humano Trabajo y explotación infantil

Ingreso oportuno al sistema escolar Calendario escolar apropia-do Nivelación escolar para evi-tar repitencia

Cantidad de escuelas prima-rias integrales Días/año de apoyo escolar según niveles

Jóvenes de 13 a 18 años

Bajo desarrollo de ca-pital humano Salarios bajos, puestos de trabajo precarios –desempleo Inactividad (violencia, adicciones, etc.) Embarazo adolescente

Permanencia en sistema educativo. Calendario educ. secundario apropiado Empleo y salario adecuados Salud reproductiva. Preven-ción de adicciones

Cantidad de becas para pro-mover permanencia Días/año de apoyo educativo Días/año de formación y ca-pacitación laboral Centros de salud para jóve-nes y adolescentes

Mayores de 65 años Ingresos monetarios insuficientes Carencia de cobertura de salud Vivienda inadecuada

Derecho a cobertura previ-sional Derecho a cobertura de sa-lud Propiedad y mantenimiento adecuado de la vivienda

Cantidad de pensiones asis-tenciales para vejez Centros de salud geriátricos integrales Cantidad de viviendas en comodato para ancianos sin vivienda.

Dado que la sociedad cambia, el mapa de las privaciones de recursos no monetarios y monetarios de las familias es variable –los primeros en ondas largas, los segundos en plazos cortos- determinando la variabilidad de los perfiles de la deuda social. Por este motivo, es nece-sario desarrollar una metodología que permita la actualización sistemática de necesidades, re-cursos y magnitud y composición de la deuda con la pobreza en la Argentina, que permita el seguimiento del proceso hasta tanto se observen niveles aceptables de equidad e integración so-cial.

Ejemplificando, se presentan a continuación los valores que surgen de los datos proce-sados por este estudio. Debido a las limitaciones de cobertura temática de las fuentes que pro-veyeron los datos brutos10, sólo se presentan las estimaciones de las brechas para algunas di-mensiones: a) la brecha educativa en niños, jóvenes y adultos en edades productivas, b) las per-sonas mayores de 65 años sin cobertura previsional ni derecho habientes, es decir, no son jubi-ladas o pensionadas ni cónyuges de los mismos y c) los déficit en el capital habitacional de las familias. Debido a la dinámica política, económica y social del país, la información que a conti-nuación se presenta sufrió modificaciones negativas de importancia por lo que la misma debe ser considerada con propósitos metodológicos y como un diagnóstico de base sobre el que asen-tar un sistema periódico de seguimiento que permita observar y evaluar las magnitudes de las variaciones en las distintas dimensiones.

10 En el momento de elaborarse este informe final, el SIEMPRO puso a disposición de los usuarios la base de datos consolidada de la “Encuesta sobre utilización de servicios sociales – 2001”. Debido a que no estuvo disponible con anterioridad, las dimensiones relativas al cuidado de la salud y el acceso a los servicios de atención médica no pudieron ser incluidas en este estudio.

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6.1.1. La brecha educativa en las familias pobres

El bajo clima educativo de los miembros adultos del hogar es uno de los factores que muestra mayor asociación con la pobreza. El bajo clima educativo limita las oportunidades en el mercado de trabajo y perpetúa las condiciones de pobreza en las generaciones futuras. El estí-mulo activo para el mejoramiento de los niveles educativos de todos los miembros mayores de 15 años de las familias en situación de pobreza debe ser un componente fundamental de cual-quier política que se proponga, con seriedad, erradicar el círculo vicioso de la pobreza del seno de la sociedad argentina. La información procesada por este estudio permite establecer una lí-nea de división en los 9 años promedio de escolaridad de los miembros del hogar, dado que además de ser la cantidad de años actualmente requerida por la enseñanza básica, está cercana al promedio general de los hogares no pobres que alcanzaba los 9,9 años.

Para estimar la brecha educativa hemos considerado, dentro del universo de los hogares por debajo del límite definido, la cantidad de adultos entre 15 y 64 años –potencialmente acti-vos- con déficit escolar. Dado que la extensión en los años requeridos por la enseñanza básica es reciente, es posible precisar una brecha educativa crítica en los adultos con menos de 7 años de escolaridad. Como se verá seguidamente, la diferencia entre una y otra línea son notorias en términos de cantidad de población afectada, por lo que parece ser más realista tomar el número de adultos con menos de 7 años de educación para ponderar la brecha educativa actual a salvar mediante programas de terminalidad de estudios básicos.

En las áreas urbanas de todo el territorio nacional 3.393.172 personas mayores de 15 años y menores de 65 en situación de pobreza tenían menos de 9 años de escolaridad. La cifra de per-sonas pobres del mismo segmento de edad con menos de 7 años de escolaridad descendía a 707.660. A fin de precisar la brecha educativa de los adultos en los hogares pobres se puede considerar que:

2.685.512 personas entre 15 y 64 años tienen derecho a participar de programas de ter-minalidad del polimodal, formación profesional o capacitación laboral, según grupos de eda-des.

Se encuentran comprendidos dentro de la brecha crítica:

707.660 personas entre 15 y 64 años con derecho a acceder a programas de terminalidad de estudios básicos y capacitación laboral.

La desagregación de la población con carencias educativas críticas, según los años de dé-ficit para alcanzar el promedio establecido por la línea de clima educativo – 9 años- se presenta en el siguiente gráfico:

FIGURA 70. CANTIDAD DE PERSONAS POBRES ENTRE 15 Y 64 AÑOS CON CARENCIAS EDUCATIVAS CRÍTICAS SEGÚN CANTIDAD DE AÑOS FALTANTES PARA ALCANZAR EL NIVEL BÁSICO – TOTAL

DEL PAÍS – OCTUBRE DE 2001

Cantidad de personas según cantidad de años de educación por debajo del nivel básico

50.558

161.398

167.346 147.446

114.273

66.639 3 años

4 años

5 años

6 años

7 años

8 años

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Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

La distribución regional de la población adulta con carencias educativas se detalla en el cuadro 74 del ANEXO.

6.1.2. Rezago escolar de los niños que provienen de hogares pobres

El rezago escolar de los niños pobres, en tanto puede ser atribuido a las desventajas es-tructurales en las que sus vidas se desenvuelven, involucra acciones de discriminación positiva o apoyo activo por parte del Estado y del conjunto de la sociedad. Como se sabe, el rezago es un indicador negativo del desempeño de los niños, lamentablemente la información proveniente de la EPH no permite una mejor aproximación al panorama de la calidad de la educación que reciben.

La gran mayoría de los niños de todo el país, provenientes de hogares en situación de pobreza no presentaba problemas en su calendario escolar. Pero 228.728 niños, entre los 6 y 12 años de edad, tenían rezago escolar:

FIGURA 71. CANTIDAD DE NIÑOS DE 6 A 12 AÑOS PROVENIENTES DE HOGARES POBRES CON RE-ZAGO ESCOLAR SEGÚN LA CANTIDAD DE AÑOS REZAGADOS – TOTAL DEL PAÍS – OCTUBRE DE

2001

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

6.1.3. Educación y trabajo de los jóvenes provenientes de hogares pobres

A partir de los 13 años aumenta la probabilidad de que los jóvenes provenientes de hogares pobres que asisten a establecimientos educativos presenten rezago en su calendario es-tudiantil: 486.085 jóvenes de todo el país, de entre 13 y 18 años, estaban rezagados con respecto al curso normal:

FIGURA 72. CANTIDAD DE JÓVENES DE 13 A 18 AÑOS PROVENIENTES DE HOGARES POBRES CON REZAGO ESTUDIANTIL SEGÚN LA CANTIDAD DE AÑOS REZAGADOS.

Niños pobres con rezago escolar según cantidad de años- Total del País - Octubre 2001

72.102

156.626

1 año

Más de un año

Jóvenes pobres de 13 a 18 años que asisten a establecimientos educativos según años de rezago - Total del país -

Octubre 2001

244.667

241.418

1 año

Más de un año

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Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

Asimismo, 151.017 jóvenes provenientes de hogares pobres ya no asistían a estable-cimientos educativos, la mayoría de los cuales tampoco estaba inserto en el mercado laboral: 104.677 jóvenes entre los 13 y 18 años de edad, provenientes de hogares pobres no trabajaba ni estudiaba.

6.1.4. Las personas mayores de 65 años en situación de pobreza sin cobertura previsional

La reforma del sistema jubilatorio del año 1994 produjo una disminución cercana al 9% en la cobertura previsional de la población mayor de 65 años argentina. Está actualmente planteada una nueva reforma a fin de corregir éste y otros problemas críticos generados por el nuevo sistema. Sin duda, debería integrarse a esta prevista re-adecuación del sistema previsio-nal contributivo, el rediseño del sistema de pensiones no contributivas a la vejez para personas con carencias de recursos.

La situación más crítica de carencia de cobertura previsional se registraba entre las 213.374 personas mayores de 65 años de hogares pobres de todo el país que no tenían cobertura previsional propia, ni tenían cónyuge jubilado o pensionado.

6.1.5. La brecha en el capital habitacional de las familias en situación de pobreza estructural

Las necesidades insatisfechas de vivienda están fuertemente asociadas con la perpetua-ción de la pobreza extrema. El plan de mejoramiento de las viviendas familiares en los bolsones de pobreza profunda requiere, en primer lugar, regularizar las condiciones de tenencia del lote, condición indispensable para que las familias puedan beneficiarse de las acciones y el plan re-sulte genuinamente sustentable. A la luz de la información analizada11, los dos problemas que deben encarar los programas de viviendas populares son la erradicación el hacinamiento crítico y proveer el adecuado acceso los servicios sanitarios básicos. Ambas condiciones guardan estre-cha relación con la promoción de la salud de la población y el desarrollo integral de los niños.

a. Hacinamiento

En octubre de 2001, 561.289 hogares urbanos de todo el país vivían en hacinamiento crí-tico, es decir, dormían más de tres personas por ambiente edificado que no fueran cocina y ba-ño.

Para erradicar el hacinamiento crítico es necesario ampliar (suponiendo que las vivien-das fueran de calidad aceptable y tenencia regular):

1 ambiente en 468.920 viviendas.

2 ambientes en 82.686 viviendas

3 ambientes en 9.704 viviendas

4 ambientes en 979 viviendas

11 Es necesario recordar que la EPH presenta limitaciones para el análisis de las características de las viviendas defici-tarias. El Censo Nacional de Población y Viviendas de 2001 permitirá profundizar y precisar el diagnóstico.

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Si deseara priorizar la erradicación del hacinamiento crítico en los hogares urbanos de todo el país en los que viven niños (0 a 12 años de edad) sería necesario ampliar 414.575 vivien-das, construyendo (bajo supuesto similar al expuesto precedentemente):

1 ambiente en 343.303 viviendas

2 ambientes en 65.981 viviendas

3 ambientes en 7.312 viviendas

4 ambientes en 979 viviendas

Falta de acceso a servicios sanitarios básicos y tenencia irregular de la vivienda

866.790 viviendas urbanas de todo el país carecían de acceso a servicios sanitarios bási-cos, tenían condiciones irregulares de tenencia o reunían ambos tipos de problemas.

El universo total de viviendas deficitarias se desagrega según si: a) sólo carecen de retre-te y tratamiento de excretas, b) sólo poseen condiciones irregulares de tenencia o c) carecen de retrete y también tienen condiciones irregulares de tenencia.

FIGURA 72.- CANTIDAD DE VIVIENDAS SIN SERVICIOS SANITARIOS O CONDICIÓN DE TENENCIA IRREGULAR – TOTAL DEL PAÍS – OCTUBRE DE 2001

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

Dentro de este universo total de viviendas deficitarias, las viviendas que alojaban hoga-res con niños alcanzaban a: a) 137.034 viviendas sin retretes, b) 180.855 viviendas en condiciones irregulares de tenencia y c) 143.259 viviendas que carecían a la vez de retrete y tenían condicio-nes irregulares de tenencia.

b. Hacinamiento, carencia de acceso a servicios básicos y tenencia irregular

Un conjunto de viviendas de las áreas urbanas de todo el país se encontraba en la peor situación relativa al coincidir, simultáneamente, todas las condiciones adversas: hacinamiento

Viviendas sin servicios sanitarios y tenencia irregular - Total del país - Octubre 2001

295.099264.142

307.549

Sin retrete

Tenencia irregular

Sin retrete y tenenciairregular

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crítico, falta de servicios sanitarios y tenencia irregular. Se trata de un total de 383.503 vivien-das, de las cuales 370.525 alojan hogares con niños, jóvenes y ancianos, dentro de ellos los hoga-res con niños exclusivamente alcanzaban a 237.163 viviendas. Un programa de mejoramiento de las viviendas familiares e infraestructura básica en las zonas de pobreza extrema debería tomar en cuenta las diferencias regionales. La distribución regional de las viviendas deficitarias se pre-senta en el cuadro 75 del ANEXO.

El ejercicio metodológico de precisar los parámetros de la brecha existente entre pobres y no pobres en la sociedad argentina es estrictamente instrumental. El objetivo principal es esti-mar los alcances de un programa nacional de acción que se proponga reducir las desigualdades e interrumpir la reproducción intergeneracional de las desventajas. Los lineamientos de una propuesta en este sentido han tomado en consideración tanto la información aportada por este estudio, como una revisión crítica de los aprendizajes emergentes de las políticas llevadas a ca-bo en el país a lo largo de la década y de la experiencia internacional en la cuestión, que a conti-nuación se presenta.

6.2. Globalización, competitividad y desigualdades

La evolución de la pobreza a lo largo de la década del 90 fue acompañada por una estra-tegia global para la implementación de las políticas públicas que, en la práctica, motivó que la suerte de los ciudadanos excluidos de la nueva organización económica quedara librada a sus propias fuerzas, al mercado o a las prestaciones voluntarias de la sociedad civil. Se combinaron negativamente una serie de medidas que produjeron los resultados no deseados de acrecentar, en niveles sin precedentes históricos, la desigualdad entre los sectores sociales y entre las dife-rentes regiones del país.

Confluyeron en esta debacle aspectos preexistentes, tales como la descentralización de los servicios sociales universales de salud y educación en el marco de la quiebra de muchas economías regionales, a los que se agregó el desmantelamiento de políticas redistributivas de la seguridad social. En su reemplazo se ejecutaron programas focalizados sobre grupos de pobla-ción objetivo que no facilitaron la inclusión de los destinatarios en la dinámica social, ni alcan-zaron siquiera los resultados de contención y eficiencia esperados.

La modalidad de gestión social que se utilizó en los años 90 para hacer frente al incre-mento de la pobreza iniciado ya en la década anterior, se basó en el doble propósito de: a) iden-tificar las necesidades de los diferentes grupos de población “vulnerables” para su adecuada atención por parte de programas específicos y b) mejorar la eficiencia en la asignación de los re-cursos públicos. La idea fuerza que subyacía en la focalización era la transitoriedad de la oferta programática. Dicha idea resultaba consistente con la caracterización del fenómeno: se entendía que a partir de la reforma del sistema económico el empobrecimiento afectaría sólo tempora-riamente a la sociedad argentina. La transitoriedad de los programas permitiría a su vez el logro simultáneo de, por lo menos, dos metas centrales. En primer lugar se pretendía ganar flexibili-dad para adaptar la programación tanto a las realidades cambiantes, como a la evaluación de los resultados alcanzados. Por otro lado, se trataba de evitar que la población destinataria “ad-quiriera derechos” sobre las prestaciones de bienes y servicios que recibía de manera continua.

En realidad, las políticas sociales focalizadas formaron parte del conjunto de reformas orientadas al mercado, desarrolladas en nuestro país a partir de la preeminencia del paradigma neoliberal. Debe tenerse en cuenta que la “re-mercantilización” (re-commodification, Pierson, 2001) de la fuerza de trabajo y el ajuste de los costos públicos fueron los objetivos iniciales de las

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reformas de los estados de bienestar occidentales a fin de aumentar la competitividad de los países en los mercados globales. Los “gloriosos treinta años” del capitalismo social (entre 1945 y 1975) habían alcanzado con éxito el objetivo de asegurar, más allá de los avatares del mercado de trabajo, niveles aceptables de condiciones de vida para los trabajadores. Esping Andersen (1990:21 y 22) desarrolló el concepto de-commodification (“des-mercantilización”) para explicar la evolución de los estados de bienestar que, tras las movilizaciones de los trabajadores, había da-do lugar a la introducción de los derechos sociales modernos. Según el ya clásico aporte de Es-ping Andersen, la “des-mercantilización” ocurre cuando un servicio se proporciona por una cuestión de derecho, cuando una persona puede mantener sus condiciones de vida sin depen-der de la venta de su trabajo en el mercado. La “des-mercantilización”, favorecida por la instau-ración de los derechos sociales a partir de la post guerra, fortaleció el poder de los trabajadores y debilitó la autoridad absoluta del empleador.

Sin embargo, múltiples críticas y objeciones se efectuaron en su momento – tanto desde posiciones neoliberales como desde orientaciones socialistas- a las maquinarias de los estados benefactores occidentales de la posguerra. El socialismo denunció que la función distributiva de las políticas de bienestar, aunque mejoraban sensiblemente las condiciones de vida de los traba-jadores, no afectaba las inequidades básicas en la distribución de ingresos entre éstos y los capi-talistas. Dicha función distributiva se efectuaba exclusivamente en sentido horizontal, dentro del estrato asalariado de la fuerza de trabajo. Asimismo, cuestionó la mediación burocrática y profesional en la prestación de los servicios estatales: las burocracias absorbían más recursos y proporcionaban menos servicios que otras modalidades de estructuras administrativas. Según el análisis socialista, ello se debía a la función de control social que el estado de bienestar ejercía a través de las burocracias centralizadas. Por parte de las posiciones neoliberales -políticamente poderosas- se enfatizó que implicaba un desincentivo para la inversión, debido a la fuerte carga fiscal y normativa que imponía al capital, al mismo tiempo que un desincentivo al trabajo por garantizar pretensiones y posiciones de poder colectivo a trabajadores y sindicatos. Ambos efec-tos conducían, desde esta perspectiva, a una dinámica de crecimiento declinante y expectativas en aumento, generadora de la “sobrecarga en la demanda económica” (inflación) y la “sobre-carga en la demanda política” (ingobernabilidad) (Offe, 1990:137 – 145).

Las hegemónicas revisiones neo liberales indicaban la necesidad de “re-mercantilizar” a la fuerza de trabajo. El principal obstáculo que debieron enfrentar los reformadores fue, justa-mente, el entramado de “derechos adquiridos” por los trabajadores y de “servicios sociales ga-rantizados” por los estados de bienestar. De allí que las recomendaciones insistieran en la estric-ta aplicación del principio de subsidiaridad, trasladando los riesgos y responsabilidades desde el Estado hacia el mercado y la sociedad civil, reservando sus funciones indelegables en materia de asistencia a los grupos más vulnerables. En todos los casos, la meta fue la disminución o su-presión de los “derechos de propiedad” de la ciudadanía sobre los servicios sociales.

En los países de la OCDE, el veto electoral y la presión de los grupos sociales organiza-dos impusieron límites rígidos a las reformas de los estados de bienestar. Por un lado, señalaron los servicios sociales estatales que no podían suprimirse y, más aún, los que debían expandirse, y por el otro orientaron hacia la eficiencia, impugnando cualquier aumento excesivo de las tasas impositivas sobre los contribuyentes (Bonoli, 2001: Kitcheld, 2001). En consecuencia, buena par-te de los países -fundamentalmente los europeos- debieron ampliar el espectro de sus presta-ciones sociales para mitigar el aumento de las demandas sociales, que crecían a la par que el cambio tecnológico y la globalización incrementaban los riesgos en el mercado de trabajo, que las poblaciones envejecían y que se transformaba la estructura familiar. A los tradicionales sis-

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temas de pensiones y de salud, los estados de bienestar occidentales fueron agregando subsi-dios al desempleo, salarios mínimos sociales, pensiones asistenciales o cuidados de niños fuera del hogar, procurando equiparar oportunidades entre los géneros y evitar la pobreza o la exclu-sión de los trabajadores menos calificados en el seno de sus sociedades nacionales (Glennester, 2001; Esping Andersen, 2001;). La ampliación con nuevos servicios sociales o el adecuamiento de los tradicionales se efectuó en el marco de la austeridad estatal y la responsabilidad fiscal a partir, entre otras medidas de reforma administrativa, de reasignaciones presupuestarias, del mejoramiento de la eficiencia, de la incorporación de nuevas tecnologías, y de la redefinición de las áreas de competencia estatales.

Paul Pierson (2001) subraya que los 20 años de crisis de los estados de bienestar occiden-tales no han derivado en su desmantelamiento. En el marco de un permanente control del gasto público, los esfuerzos se dirigieron a alcanzar la “recalibración” (recalibration) generando inno-vaciones y hasta extensión en la provisión de servicios para satisfacer las nuevas demandas so-ciales. Señala el autor que en la actualidad los mayores esfuerzos están orientados a mejorar la provisión de servicios sociales para los sectores más vulnerables y para los nuevos riesgos que van emergiendo. En síntesis, no sólo la “remercantilización” de la fuerza de trabajo y el ajuste de los presupuestos públicos empujaron las reformas de los aparatos estatales de bienestar, también motorizó el cambio la “recalibración”, entendida como la adaptación y ampliación de los servicios a las nuevas realidades sociales. Los servicios sociales se mantuvieron, y hasta se ampliaron -en algunos casos significativamente- tras las reformas iniciadas hace ya 20 años. Myles y Pierson (2001) realizan una interesante revisión de los procesos llevados a cabo en los países más industrializados y envejecidos, analizando las adaptaciones efectuadas y señalando las notorias diferencias de orientación entre la mayor parte de los casos y la propuesta de re-forma enunciada por el Banco Mundial en el año 1994, a la que denominan “una propuesta más radical de ‘reforma paradigmática’.12

6.3. “Estilo de desarrollo” y aumento de las desigualdades en la Argentina de los 90

En los países emergentes, o en vías de desarrollo (developing countries) la crisis de sus más modestos estados sociales originó la intervención de otros actores y siguió caminos distin-tos a los de los países de la OCDE. La dependencia del financiamiento externo determinó, a lo largo de toda la década del 90, la adopción de los modelos más estrictos propugnados por los organismos multilaterales de crédito. Por ello, las reformas de los sistemas de seguridad social se efectuaron siguiendo aquellos lineamientos “paradigmáticamente radicales”. En la Argenti-na, en particular, tanto la privatización del sistema público de reparto de jubilaciones y pensio-nes, como la reforma de las políticas de empleo y el diseño y ejecución de los programas focali-zados de asistencia social, estuvieron más influenciados por consideraciones ideológicas que por la decisión de adaptar el sistema de seguridad social a los cambios que se manifestaban en la sociedad.

Mario Paganini (2001:1) sostiene que la seguridad social es un sistema parcial que debe evolucionar en función del sistema total de la sociedad. Esto es, debe reaccionar en la medida que el que el entorno le genera problemas, procurando resolver las fallas que se producen en la organización social. Sin embargo, la evolución del gasto público social total argentino no mostró – a lo largo de la década- variaciones que pudieran originarse en un intento de adaptar los ser-

12 “more radical ‘paradigmatic reform’ advocated by he World Bank” (en el original) (Myles y Pierson, 2001: 320)

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vicios a los cambios que ocurrían en la sociedad. Por el contrario, la nueva orientación dada a las políticas sociales no sólo careció de efectividad para detener el creciente aumento de las des-igualdades, sino que tampoco se tradujo en una reducción del gasto público, es decir, tampoco alcanzó la eficiencia que se pretendía cuando se diseñó la reforma. Resulta notorio que a lo lar-go de la década, la proporción del gasto público social respecto del P.B.I se mantuvo en niveles similares, cualquiera fuera la evolución del fenómeno del empobrecimiento de la población–Figura 68-.

Excede los alcances de este estudio analizar las causas que explican, dada la visible inefi-ciencia en la respuesta del aparato gubernamental, las fallas en el sistema de alerta e impugna-ción ciudadana ante el agravamiento de la situación social argentina. Sin perjuicio de ello, no pueden soslayarse aspectos de la dinámica de la sociedad civil que interactuaron con modali-dades de funcionamiento del sistema político institucional, produciendo resultados negativos en términos de la regulación social de los desequilibrios y conflictos. En primer lugar, es conve-niente incorporar las hipótesis de Gargarella (2002) o Ghío (2000), entre otras, referidas a la es-casa capacidad del electorado para modelar el juego de las instituciones democráticas argenti-nas. Como en buena parte de los países de la Región, “la Argentina sigue careciendo de una red de instrumentos que torne posible, para todos sus ciudadanos, expresar sus demandas y pedir cuentas por la insatisfacción de las mismas” (Gargarella, 2002: 1). La experiencia de la Argentina y de otros países de América Latina sugiere que, al lanzar reformas o “ajustes” eco-nómicos, el Estado suele usar sus poderes en forma discrecional, produciendo incertidumbre institucional en lugar de eficiencia contractual (Ghio, 2000; 69-72). La incertidumbre institucio-nal es causada por el mal funcionamiento de las reglas en general y por la discreción de los go-bernantes al alterar periódicamente las normas aduciendo razones de “emergencia”. Las demo-cracias se sostienen más por los pactos de gobernabilidad entre facciones, que por las sanciones o los estímulos que reciben a través del voto popular.

FIGURA 68.- EVOLUCIÓN DEL PORCENTAJE DE POBLACIÓN POR DEBAJO DE LA LÍNEA DE POBREZA Y EVOLUCIÓN DEL PORCENTAJE DEL PBI INSUMIDO POR EL GASTO PÚBLICO SOCIAL – 1988-2001

% de población argentina por debajo de la línea de pobreza y % del PBI del gasto público social total -1988-2001

0

10

20

30

40

50

1988

1990

1992

1994

1996

1998

2000

PLP

Gasto Social % PBI

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Fuentes: INDEC - Dirección de Gastos Sociales Consolidados. Secretaría de Política Económica – MECON - 2002

En el caso de la reforma de las políticas de empleo y seguridad social argentinas, esta fal-ta de control de la sociedad civil sobre las acciones de sus representantes se vio agravada por la particular relación entre los sindicatos –actores claves para la presión por mayor equidad distri-butiva- y el partido gobernante ejecutor de dichas reformas. Un estudio de Murillo (1997:430-442) sugiere que una parte importante de los sindicatos peronistas se subordinaron ante las ini-ciativas reformistas del poder ejecutivo –de su mismo partido político- a fin de preservar su re-lación privilegiada con el gobierno, en tanto otros optaron por lo que la autora denomina “su-pervivencia organizativa”, una estrategia que les permitió introducir los mecanismos de merca-do promovidos por las reformas estructurales (empresas de servicios públicos, AFJPs, gerencia-doras de salud) como fuente de recursos para sus organizaciones y dirigentes. Sólo un grupo de sindicatos del sector público radicalizó sus posiciones y rechazaron las reformas de mercado. La alianza entre estos sindicatos y las organizaciones sociales que se iban conformando a partir de los grupos excluidos por el nuevo modelo económico, iría liderando el movimiento opositor más firme, con un papel decisivo en la demanda de reorientación y ampliación de las políticas de asistencia social.

Barreto, Benítez y Attia (2002) examinan la paradojal relación que se estableció entre las políticas sociales focalizadas y la acción política de estos nuevos movimientos sociales en el No-reste Argentino, la región del territorio nacional que registra la mayor incidencia y persistencia de la pobreza. En este contexto de incremento y perpetuación de la pobreza, “los programas so-ciales focalizados, no sólo no han alcanzado la eficiencia buscada, sino que su utilización políti-ca ha tenido efectos sociales regresivos: la exaltación de la pobreza, la vulnerabilidad y la exclu-sión social como identidad social por parte de la potencial población beneficiaria y la fragmen-tación del campo social de la pobreza” (Barreto et al. 2002:1)13

El argumento de los autores se centra, justamente, en el análisis del poder de “clasifica-ción” que ejercen las políticas sociales del Estado. Desde su perspectiva, la pobreza o la exclu-sión no eran desconocidas para la sociedad argentina de algunas décadas atrás. Sin embargo, estas categorías no nominaban a una clase “oficial” de ciudadanos debido a que las políticas so-ciales eran de carácter universal, basadas en una concepción integrada de la sociedad argentina. “En cambio, las políticas sociales instrumentadas a partir del principio de focalización, han construido un nuevo sistema clasificatorio, dentro del cual, la pobreza, la vulnerabilidad y la exclusión social, son reconocidas como categorías sociales y dan el espacio a quienes consideran que disponen de las propiedades requeridas, de forjar una identidad social en respuesta a dicha situación” (Barreto et al, 2002:11).

El carácter estigmatizante de las políticas sociales y el poder legitimador del Estado en la construcción de identidades sociales ya había sido analizado por la sociología formal de Simmel de principios del siglo XX. En la concepción simmeliana, los pobres constituyen uno de los tipos sociales que por su dualismo de inserción -pertenecen al todo social pero son confrontados y tratados como objeto cuando la comunidad los asiste14- dan lugar a interacciones sociales espe-cíficas. Desde su perspectiva, reviste importancia distinguir y observar la natural distribución entre dos tipos de asistencia: a) la que realiza el Estado que se dirige a eliminar la pobreza, y b) la asistencia privada que ayuda al pobre. En el primer tipo de asistencia, la pobreza es un fenó-

13 Las bastardillas en el original. 14 Las bastardillas son nuestras

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meno objetivamente determinado que requiere compensación por su deficiencia social. En el segundo, el interés va dirigido a la persona pobre, que es asistida sin cuestionamientos por el hecho de ser pobre. La asistencia privada atiende a las causas individuales, mientras que sólo la comunidad puede cambiar las circunstancias fundamentales, económicas y culturales, que ge-neran las condiciones personales asociadas con el empobrecimiento (Simmel, 1971:169-170).

La perspectiva simmeliana enuncia una regla de validez general “sociológicamente hablando, no viene primero la pobreza y después la asistencia, sino que una persona es llamada pobre cuando recibe asistencia…los pobres, como una categoría sociológica, no son aquellos que sufren deficiencias y deprivaciones específicas, sino aquellos que reciben asistencia o los que la deberían recibir porque cumplen los requisitos que las normas sociales estipulan” (op. cit., 175). En las sociedades avanzadas, argumenta, cada clase social tiene necesidades típicas: la imposibilidad de satisfacerlas significa pobreza. Pero en tales casos prima la asignación de sus estatus de pertenencia, se habla de un artista pobre, de un vendedor pobre. En consecuencia, la pobreza existe en todas las clases sociales, pero sólo cuando la sociedad –en su conjunto, o indi-viduos particulares- reacciona hacia las personas proporcionando asistencia, sólo entonces se desempeña el rol social de pobre, sólo entonces se habla de un hombre pobre.

La expansión de los derechos sociales en todos los países occidentales a lo largo de las décadas posteriores, con la consecuente extensión de ciudadanía, correría del centro de la teoría social al problema de la pobreza, y llevarían a un segundo plano estos escritos de Simmel del año 1908. La crisis del petróleo de los años 70, la revolución tecnológica y la desindustriali-zación volvieron a plantear la amenaza de la pobreza en los países occidentales y a renovar el interés por los análisis de los teóricos que observaron el fenómeno de la pobreza desde la pers-pectiva de la unidad de la sociedad y el rol de los pobres en tanto miembros orgánicos de la misma, pero al mismo tiempo negados como sujetos.

También en la Argentina, la asistencia estatal y privada a la pobreza y a los pobres sur-gieron con la conformación misma del estado independiente y se mantuvieron como el núcleo de las acciones sociales hasta la década del 40, en que se masificaron las prestaciones de la segu-ridad social. Floreal Forni (2002:5) señala que a partir de la década del 40, en una economía prácticamente de pleno empleo y con un alto gasto social (para la población urbana), la pobreza extrema pasó a ser una situación casi excepcional. Este modelo societario continuó en la etapa desarrollista, y su vigencia se reflejó en el planteo del concepto de marginalidad, con el que las ciencias sociales nominaron una situación de pobreza que caracterizaban como transitoria en las trayectorias de las familias y los individuos. Según el autor, esta estructura aparentemente auto-suficiente también empezó a resquebrajarse en el país al promediar la década del 70. Con el ad-venimiento de la democracia, la pobreza absoluta o estructural y la coyuntural o reciente se instaló como tema de estudio y como problema central de la sociedad. Los picos hiperinflacio-narios de 1989 y 1990 mostraron los más elevados porcentajes de población argentina en situa-ción de pobreza, aún cuando los niveles de ocupación de la fuerza de trabajo eran también ele-vados.

En la década del 90, en cambio, el desarrollo de los programas asistenciales focalizados coexistió con la creciente desafiliación de las prestaciones universales de la seguridad social por parte de amplios sectores de la población argentina. La pérdida de derechos aumentaba entre los trabajadores, a medida que el desempleo y la precarización laboral se instalaban en el mer-cado de trabajo.

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En la actualidad, tras la brutal crisis social, económica y política que puso fin a la conver-tibilidad y despojó de legitimidad a las políticas de reformas neoliberales “paradigmáticamente radicalizadas”, existe consenso en todos los sectores de la vida nacional acerca de la necesidad de desarrollar un plan de acción para reducir las desigualdades y erradicar la pobreza absoluta. La evaluación negativa de los resultados alcanzados por los programas sociales focalizados condujo al reconocimiento de que el Estado tiene funciones indelegables en la integración so-cial, aún cuando las acciones se efectúen en coordinación o subsidiariamente con el mercado y la sociedad civil.

Durante el primer semestre de 2002 se lanzó un programa nacional de emergencia social centrado en la provisión de ingresos monetarios mínimos para los jefes / as de hogar desocu-pados. Hacía ya algún tiempo se había instalado la discusión parlamentaria acerca de la nece-sidad de reformular el sistema de políticas públicas dando prioridad a la distribución de un in-greso monetario básico a todas las personas de manera incondicional –Ingreso Ciudadano-, cu-yo primer paso se plasmaría a través del proyecto “Ingreso Ciudadano para la Infancia” (Lo Vuolo, 2002). En síntesis, utilizando los términos de Pierson (op.cit.) está ahora planteada con dramatismo la “recalibración” del estado de bienestar argentino, entendiendo al mismo como el conjunto de programas y servicios dirigidos a garantizar condiciones básicas para la inclusión de todos los miembros de la sociedad.

6.4. El desafío emergente: saldar la brecha entre pobres y no pobres

El desmantelamiento de las políticas del Estado de Bienestar basadas en el empleo, que también en la Argentina se había masificado y consolidado a partir de la segunda posguerra, fue acompañado a lo largo de las últimas décadas por un proceso de degradación del sistema público de educación, por el deterioro del sistema de salud público y por la paulatina desapari-ción de las políticas de vivienda dedicadas al hábitat popular. El desempleo persistente y la in-diferencia o ineficacia estatal reforzaron a niveles insospechados las desigualdades, así como las carencias y privaciones de los más pobres.

Auyero (2001:60) estudió detenidamente el cambio cualitativo que produjo esta evolu-ción en las relaciones sociales y en las expectativas de los pobres, así como en los modos de sa-tisfacción de las necesidades de subsistencia. Su reseña de la cotidianeidad en un barrio pobre del Gran Buenos Aires observa que

“La forma de satisfacción de las principales necesidades de subsistencia consiste en una combinación de extremadamente bajos ingresos (decrecientes), redes de reciprocidad entre ve-cinos y familiares (crecientes), actividades ilegales (tráfico de drogas, pequeños robos, etc.) (cre-ciente), caridad asistencial de las iglesias y del Estado y (creciente) resolución de problemas a través de la mediación política”.

Sus observaciones parecen coincidir con las de Barreto et al (op. cit.) al señalar tam-bién, desde otra perspectiva, que la pérdida de derechos sociales se tradujo en los mejores casos -para cada vez más amplios sectores de la población argentina- en la asunción de una identidad basada en la pobreza, ya sea a partir de la demanda de políticas estatales focalizadas, ya sea como participante de una red de intercambio vecinal o de una red “clientelar” de acceso a bie-nes y servicios a cambio de votos y lealtades personales. En las peores alternativas, en cambio, se tradujo en la también creciente adopción de estrategias ilegales para la obtención de recursos.

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Este deterioro en las formas y los contenidos de las relaciones sociales remite de inme-diato a la noción de anomia, tal como fuera utilizada por Durkheim en sus clásicos trabajos:

“A este estado de anomia deben atribuirse, como lo mostraremos, los conflictos sin cesar renacientes y los desórdenes de todo tipo cuyo triste espectáculo nos da el mundo eco-nómico. Pues, como nada contiene a las fuerzas enfrentadas y les asigna límites que de-ben mantener, respetar, tienden a desarrollarse sin términos, y vienen a chocar unas co-ntra otras para rechazarse y reducirse mutuamente. Sin duda, las más fuertes logran aplastar a las más débiles, o subordinárselas. Pero si el vencido puede resignarse por un tiempo a una subordinación que está obligado a sufrir, no la consiente, y, en consecuen-cia, ésta no podría constituir un equilibrio estable.

Las treguas impuestas por la violencia son provisorias y no pacifican a los espíritus. Las pasiones humanas no se detienen más que ante un poder moral que respetan. Si toda au-toridad de este tipo falta, reina la ley del más fuerte, y, latente o agudo, el estado de gue-rra resulta necesariamente crónico (Durkheim, 1967:8).”

Como es bien conocido, el concepto de “anomia” fue uno de los principales aportes de Durkheim a la teoría sociológica. Desde su perspectiva teórica, la anomia se instala cuando no existe una intensa fuerza moral capaz de moderar y regular los intereses particulares y, si bien proponía formas de solidaridad orgánicas que mediaran la relación entre el Estado y los indivi-duos, Durkheim sostenía que hasta tanto éstas se alcancen es el Estado quien debe ejercer el po-der moral que requiere la integración social. El problema con que se enfrenta el Estado es la conciliación de las libertades individuales con el mantenimiento del control moral, del que de-pende la existencia misma de la sociedad.

“Sólo puedo ser libre en la medida en que los demás no pueden aprovechar la superio-ridad física, económica o cualquier otra de que disponen para someter mi libertad, y sólo la regla social puede obstaculizar este abuso de poder. Ahora se sabe qué complicada re-glamentación es necesaria para asegurar a los individuos la independencia económica sin la cual su libertad sólo es nominal” (Durkheim, op.cit.: 9).

Dado que rechazó explícitamente la revolución de las clases como alternativa para la re-organización de la sociedad, Durkheim basó la integración social en la función moral del Esta-do, incluyendo en ella la reglamentación que modere la conflictiva tensión entre el trabajo y el capital, así como la extensión de los programas de ayuda y otras medidas que alivien las condi-ciones de la vida material de los pobres.

Durkheim y su contemporáneo Simmel, compartieron la oposición a las proposiciones marxistas vinculadas con la lucha de clases, así como el interés por el estudio de las funciones que contribuían a la unidad de la sociedad. Ambos capturan en sus análisis los momentos más álgidos de la tensión social en Europa, que ya se bifurcaba hacia dos grandes trayectorias: la re-volución socialista, por un lado, y la legislación social en los estados capitalistas, por el otro. No es extraño entonces que sus escritos resulten vigentes para analizar la situación argentina, tras más de dos décadas de evolución social que condujeron al creciente aumento de las desigual-dades y la pobreza absoluta, sin que el Estado y la sociedad pudieran desarrollar estrategias efectivas y eficientes para interrumpir el proceso. El fracaso de las políticas focales dirigidas a grupos de población objetivo y la falta de regulación social estatal son antecedentes que deben ser tenidos en cuenta a la hora de pensar en alternativas eficaces para retornar a la senda del crecimiento económico con inclusión.

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Los puntos siguientes analizan, con base en la revisión de la experiencia internacional en la materia y los datos proporcionados por este estudio, posibles caminos para saldar la actual brecha entre pobres y no pobres en la sociedad argentina. Queda fuera del alcance de esta pro-puesta y de los objetivos de este trabajo, el análisis de las tendencias macroeconómicas o de los modelos de acumulación y distribución, entre otras dimensiones cruciales, que explican las cau-sas más profundas de los desequilibrios y proporcionan el sustento indispensable para diseñar políticas capaces de romper el círculo vicioso de la pobreza en el país. Se quiere señalar con ello que al formularlas, se conoce y se asume el presupuesto de Simmel:

“La meta de la asistencia es precisamente mitigar ciertas manifestaciones extremas de di-ferenciación social, para que la estructura social pueda continuar basada sobre esa dife-renciación. Si la asistencia estuviera basada en los intereses de la persona pobre, no de-bería haber, en principio, ningún tipo de límite en la transmisión de propiedad a favor del pobre, una transmisión que llevaría a la igualdad de todos. Pero dado que el foco es el todo social –la política, la familia, u otros círculos sociológicamente determinados- no hay razón para ayudar a la persona más de que lo que se requiere para mantener el status quo social. Cuando esta teleología puramente social y centralista prevalece, la asistencia al pobre ofrece quizás la más importante tensión sociológica entre las metas directas e indirectas de una acción” (Simmel, 1971:155-156).

En otras palabras, al presentar propuestas de políticas sociales posibles para la supera-ción de la actual brecha entre pobres y no pobres se sabe que las mismas no constituyen –por sí mismas- alternativas de fondo, ni suficientes, para el cambio radical de un estado de cosas que condujo al país a la peor crisis social de su historia. Sin perjuicio de ello, y justamente por la gravedad de la crisis, estas políticas serán en todos los casos necesarias porque está tanto en juego la integración social, como la integridad de millones de ciudadanos argentinos.

6.5. Lineamiento de un plan de acción social que contribuya a la interrupción de la reproducción social de la pobreza en la Argentina

Las políticas sociales destinadas a reducir las desigualdades deben necesariamente esta-blecerse sobre una red de derechos y obligaciones que confieran valores morales a los intercam-bios de contribuciones y servicios esto es, en principio, que involucren simetría en las relaciones entre los agentes participantes .

Existe abundante experiencia internacional referida, justamente, a la adecuación de los sistemas de seguridad social en procura de que sus prestaciones alcancen genuina universali-dad. Para hacer frente a los riesgos derivados de la globalización de los mercados y la desindus-trialización, la mayoría de los países exitosos en el logro de niveles aceptables de equidad adi-cionaron a la cobertura tradicional de la población con capacidad contributiva de ingresos mo-netarios, las prestaciones asistenciales y de desarrollo dirigidas a la población más desaventaja-da.

Parecería haberse alcanzado consenso, desde las más diversas orientaciones de políticas macroeconómicas, en la necesidad de reformular el conjunto de la programación social de los aparatos estatales a fin de garantizar universalidad de cobertura para el mantenimiento de la inte-gración social. En la Argentina actual, dicha reformulación debería propender a la unificación de los seguros sociales para las personas con ingresos monetarios suficientes como para procu-rarse por sí mismas un nivel determinado de protección (históricamente denominado sistema contributivo), con los programas asistenciales dirigidos a la cobertura de necesidades básicas de

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los sectores más desprotegidos (históricamente denominado sistema no contributivo). A fin de plasmar la equidad en la interacción, es decir, de hacer efectiva la norma de que a cada derecho de unos corresponde una obligación en los otros, la universalidad de la cobertura debería tener como contrapartida la universalidad de las contribuciones, mensurando para ello los aportes en servicios personales, trabajo o formación profesional como contribuciones no monetarias que legitiman y otorgan derecho a la cobertura social del riesgo de pobreza (Finot, 1999).

Como se ha visto a lo largo de este estudio, la pobreza hace referencia a un complejo multidimensional de desventajas que incluye, entre las más importantes, el menor clima educa-tivo de los miembros del hogar determinante de su más baja calificación laboral. En la pobreza estructural se suman, además, las dificultades en el cuidado de la salud ocasionadas por la falta de servicios sanitarios esenciales en sus viviendas precarias, las deficiencias en la nutrición y la estimulación sensorial desde edades tempranas y la inaccesibilidad de los servicios de salud. Asimismo, la experiencia internacional más reciente indica que las grandes inequidades de gé-nero, expresadas en el acceso diferencial de las mujeres a la educación, al empleo, al crédito y a la tecnología, constituye otra de las dimensiones que influye en el aumento de la pobreza. Las investigaciones coinciden en remarcar que las mujeres asignan más recursos a la alimentación, al cuidado de la salud y a la educación de sus hijos que los varones, por lo que la educación fe-menina es el factor que mayores efectos muestra sobre la incidencia de la pobreza.

Las políticas sociales destinadas a reducir las desigualdades deben ser, en consecuencia, necesariamente intersectoriales y garantizar, además de ingresos monetarios mínimos, el acceso preferencial de las familias y personas más desaventajados a los servicios y programas de: a) sa-lud primaria, b) educación, c) vivienda, d) capacitación laboral y empleo. Asimismo, las políti-cas destinadas a erradicar la pobreza estructural deben estar focalizadas territorialmente, esto es, deben implicar intervenciones activas en los bolsones de pobreza profunda promoviendo prioritariamente: a) la educación a través de subsidios y becas, b) el establecimiento de centros de cuidados de niños pequeños y de apoyo extraescolar fuera del hogar, c) consultorios de aten-ción primaria de la salud y d) inversiones en infraestructura de red y en mejoramiento de las viviendas familiares. Deben también promover activamente la equidad de género, favoreciendo el acceso de las mujeres a mejores niveles de educación, el acceso a adecuados servicios de sa-lud, el empleo y la equiparación de retribuciones, el crédito y el entrenamiento para la utiliza-ción de las nuevas tecnologías de producción, información y comunicación.

Dado que las políticas de reducción de las desigualdades y erradicación de la pobreza sólo son efectivas en contextos de estabilidad económica y requieren responsabilidad fiscal, es imprescindible que el presupuesto público se oriente preferencialmente hacia la inversión para la accesibilidad de los servicios públicos estratégicos en las áreas de pobreza estructural y hacia el subsidio preferencial de la población con desventajas. Por tal motivo, la transparencia en la gestión estatal de todos los niveles gubernamentales erradicando la corrupción, y la eficiencia en la distribución de los servicios públicos eliminando cualquier forma de clientelismo, consti-tuyen requisitos indispensables para alcanzarlos. Como correlato indispensable, también debe sostenerse la transparencia en la gestión privada subsidiaria.

Desde la perspectiva de este estudio, y a la luz del conjunto de la información que el mismo proporciona, el diseño y la puesta en marcha de un conjunto unificado de políticas socia-les que contribuyan a reducir las desigualdades y erradicar la pobreza extrema en el país, re-quiere enfocar cuatro núcleos de problemas.

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El primero de ellos está relacionado con la configuración de un sistema genuina y objeti-vamente universal de cobertura de la seguridad social, obligado a cubrir los diferentes riesgos y contingencias sociales que afectan al conjunto de la población argentina, convenientemente in-tegrado con la realidad económica nacional. Será necesario propiciar la adhesión del sistema de seguridad social argentino al principio de unidad, a fin de que el conjunto de acciones y pro-gramas constituyan un todo orgánico para la mejora continua de las condiciones de vida, de sa-lud, de educación y de trabajo de toda la comunidad. Se debería propender a que el mejora-miento general de la sociedad se traduzca en la disminución de población cubierta por los pro-gramas asistenciales a expensas del correlativo aumento de la cobertura de población con capa-cidad contributiva monetaria y que tal transformación se constate a través de la evolución del registro único de beneficiarios de la seguridad social.

El segundo núcleo de cuestiones a analizar se relaciona con los incentivos fiscales a incor-porar en el sistema de coparticipación federal entre nación y provincia, y entre provincias y municipios y en el régimen impositivo de las personas físicas o jurídicas. Los incentivos deberí-an tender a reconocer los esfuerzos que cada gobierno local o provincial realice y que muestren eficacia en el mejoramiento de las condiciones de vida de la población, evaluada en términos de mejores resultados educativos, de salud, de inserción laboral, de mejoramiento de las condicio-nes sanitarias de las viviendas, entre otras dimensiones. La mensura de tales esfuerzos formaría parte de la contribución territorial dentro del sistema de coparticipación federal nación-provincias, provincias-municipios. Asimismo, las personas físicas o jurídicas que participaran del conjunto de acciones incluidas en el programa para erradicar la pobreza extrema podrían tributar sus cargas impositivas a través de la imputación de sus servicios personales o de la provisión de recursos monetarios y no monetarios, según normas que se debieran analizarse debidamente en cada nivel gubernamental.

El tercer núcleo de cuestiones está referido al diseño y planeamiento de los programas específicos para la erradicación de la pobreza extrema a través de la promoción de las capacida-des individuales y familiares. Los programas de referencia deberían estar específicamente diri-gidos a los grupos de la población que son típicamente consumidores no productores, es decir, los niños, los jóvenes hasta su ingreso al primer puesto de trabajo, las personas mayores de 65 años. Se deben hacer extensivos, asimismo, a las mujeres embarazadas, nodrizas y madres de familias numerosas. Los programas tendrían que estar localizados territorialmente en los bolso-nes de pobreza extrema, según el mapa elaborado por el INDEC con los datos del Censo Nacio-nal de Población del año 2001, incluyendo módulos específicos para el mejoramiento de la in-fraestructura urbana y de las viviendas familiares, así como para la integración urbanística de los aglomerados de pertenencia. Su diseño debiera basarse en servicios y prestaciones que pue-dan inscribirse en distintas modalidades de economía social trabajo-intensivos.

El cuarto núcleo problemas está referido a la articulación de los programas específicos para erradicar la pobreza extrema con las áreas de políticas sustantivas en las que se inscriban, de acuerdo con sus objetivos. La articulación debería abarcar tanto los aspectos vinculados con el diseño conceptual y metodológico de la programación, como con las cuestiones organizativas y administrativas para su desarrollo y evaluación. Los programas tendrían que estar centraliza-dos en la seguridad social, organismo que tendría a su cargo la consolidación financiera, la dis-tribución de los fondos y el registro único de los beneficiarios que permita identificar grupos familiares.

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6.6. El contenido de una programación destinada a salvar la brecha crítica de la po-breza en la Argentina

Dentro de la elevadísima proporción de hogares que forman parte del universo de la pobreza es posible distinguir situaciones familiares e individuales que son socialmente críticas en el presente y tienen altísimo potencial de recursividad a futuro. Tales situaciones son las que requieren la acción de activas políticas dirigidas a la reducción de las desigualdades e interrup-ción de la transmisión intergeneracional de las desventajas.

La insuficiencia de los ingresos monetarios puede sufrir variaciones de corto de plazo, estrechamente asociadas con la evolución del mercado de trabajo, de los salarios o del tipo de cambio. Dado que las familias cuentan con bienes acumulados, en su mayor parte intergenera-cionalmente, es posible que diversas estrategias de reordenamiento de los hogares, fundamen-talmente de allegamiento habitacional, les permita hacer frente mancomunadamente a las con-tingencias adversas. Sin embargo, la información alertaba acerca del impacto negativo de la po-breza reciente sobre los jóvenes y las personas mayores. Entre los primeros aumentaban las probabilidades de rezago estudiantil o de salida prematura del sistema educativo, con las con-secuentes desventajas presentes y futuras en el mercado laboral derivadas de la baja calificación de sus habilidades técnicas. Entre las personas mayores, resulta preocupante la proporción de jubilados cuyos hogares reunían ingresos por debajo de la línea de pobreza, así como la de las personas que alcanzaron edades jubilables que continúan trabajando en puestos sin cobertura jubilatoria y de los que están desocupados sin poder acceder a un beneficio previsional. Ambas situaciones –la de los jóvenes y la de los mayores- constituyen indicadores que alertan acerca de una posible permanencia de las desventajas, si no se llevaran a cabo acciones específicamente dirigidas a interrumpir tales efectos.

La situación de los hogares que presentan carencias en el acceso a servicios básicos, por su parte, se modifica en plazos más largos y está íntimamente vinculada con la intensidad de las políticas destinadas a facilitar el acceso preferencial de las familias a servicios estratégicos. La información procesada por este estudio muestra la gravedad que tiene el impacto de la pobreza estructural sobre las condiciones de vida de los niños argentinos. Casi el 30% de los niños nací-an y crecían en el seno de hogares del núcleo más duro de la pobreza. En el norte del país, prin-cipalmente en el Noreste y en segundo orden en el Noroeste más del 40% de los niños entre 0 y 5 años de edad vivían en hogares con pobreza estructural, en condiciones en las que primaba el hacinamiento crítico y también tenía incidencia la falta de acceso a servicios sanitarios básicos. La pertinacia de las situaciones de privación en el futuro se puede prever a través del impacto negativo sobre el desempeño escolar de niños y jóvenes, así como en las más elevadas propor-ciones de jóvenes que no trabajan ni estudian. La información analizada por este estudio no permite apreciar los efectos devastadores de la pobreza estructural sobre la morbi-mortalidad general y, en especial, sobre la infantil, aunque los índices de dependencia demográfica permi-ten suponer que en estas familias están coexistiendo altas tasas de fecundidad y de mortalidad.

Las acciones que contribuyan a interrumpir la reproducción social de la pobreza en la Argentina deben abarcar, entonces, un conjunto de programas asistenciales que incluyan:

La implantación de un salario mínimo social destinado a cubrir el riesgo de indigencia en toda la población argentina. Debido a la necesidad de inscribir ésta -y todas las acciones- en un marco de responsabilidad fiscal, el salario mínimo social debe excluir -ya sea a través de las contribuciones compensadas de los impuestos a las ganancias, ya sea a través de establecer un límite a los patrimonios personales o familiares similares a los fijados para las tarifas sociales- a

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población con capacidad para proveerse por medios propios un seguro privado o social con tal finalidad. El programa debería integrar un sistema de contraprestaciones mediante –entre otras- puestos de trabajo en la economía social, terminalidad de educación básica de adultos, forma-ción profesional y pasantías o puestos de trabajo en la economía mercantil.

Programas localizados territorialmente –trabajo-intensivos- de mejoramiento de la in-fraestructura básica –saneamiento ambiental, agua potable- y de la vivienda familiar en los bol-sones de pobreza profunda para erradicar el hacinamiento, las viviendas precarias, regularizar la tenencia y facilitar el acceso a servicios sanitarios y sociales básicos.

Programa nacional de alimentación complementaria y control de la salud destinado pre-venir y atender la desnutrición infantil y la morbimortalidad materna e infantil reducible, por medio de controles sistemáticos de salud y de entrega de alimentos básicos o reforzados a la población infantil menor de 6 años, mujeres embarazadas y nodrizas. El programa debe abarcar el establecimiento de centros de atención primaria de la salud focalizados territorialmente en los bolsones de pobreza y en jurisdicciones con altas tasas de mortalidad materna e infantil.

Programa de atención pre-escolar –con acciones focalizadas territorialmente en bolsones de pobreza y en áreas con altas tasas de expulsión de niños a la calle- para niños entre los dos y seis años de edad que incluya estimulación para el desarrollo psicomotriz, alimentación, aten-ción social y de salud médico dental, en establecimientos adecuados para la educación preini-cial.

Programa de asistencia integral a los alumnos de enseñanza básica provenientes de hogares con recursos insuficientes entre los 6 y 14 años de edad que incluya alimentación, con-trol de salud médico-dental, provisión de útiles escolares, libros y material didáctico, apoyo ex-traescolar para la nivelación y recreación en los períodos de receso. El programa abarcará el re-fuerzo de sedes y actividades atendiendo a criterios de focalización territorial en bolsones de pobreza extrema o en áreas con altas tasas de expulsión de niños a la calle.

Programa de asistencia integral a los alumnos de enseñanza polimodal y de formación profesional provenientes de hogares con recursos insuficientes de entre 15 y 18 años que incluya becas para la permanencia en el sistema educativo, estímulo al desempeño destacado, provisión de útiles y materiales didácticos, sistemas de pasantías para el primer puesto de trabajo, forma-ción deportiva y educación para la salud. El programa abarcará el refuerzo de sedes y activida-des atendiendo a criterios de focalización territorial en bolsones de pobreza extrema o en áreas con elevadas tasas de desempleo en el primer puesto de trabajo.

Programa nacional para la eliminación del abuso, la explotación y la mendicidad infantil destinados a los niños y jóvenes hasta los 18 años en situación de calle que incluya tratamiento familiar, hogares de tránsito, hogares sustitutos, inserción escolar, formación profesional y otras actividades innovadoras que muestren eficacia.

Estudio de la sustitución del carácter obligatorio de la jubilación, por un régimen flexible que beneficie la opción del trabajador para el retiro de la actividad. Establecimiento de un régi-men de pensiones asistenciales que cubra eficazmente el riesgo de vejez de las personas mayo-res de 65 años sin derechos a jubilaciones contributivas. Establecimiento de un régimen que compatibilice la percepción de jubilaciones o pensiones contributivas y no contributivas, con la opción del trabajador de desempeñar actividades laborales, tanto en forma permanente como temporal.

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Estímulo y promoción de programas de desarrollo local que incluyan microcréditos, emprendimientos de economías solidarias, sociales, de comunión y otros tipos de organizacio-nes que generen puestos de trabajo e ingresos monetarios a través de modalidades de produc-ción y distribución de bienes innovadoras, alternativas a la economía mercantil.

Con base en los parámetros estimados de la brecha en cada una de las dimensiones con-sideradas, es posible inferir que la unificación de las prestaciones asistenciales detalladas con las que ya proporciona el sistema de seguridad social argentina para la población con capacidad contributiva demandará, además de la adaptación de todos los programas asistenciales en vi-gencia, la asignación de otros recursos públicos. Por lo tanto, obligará a una reforma del aparato gubernamental –en todos los niveles: nacional, provincial y municipal- que redireccione parti-das presupuestarias otorgando prioridad a la inversión social. Obligará asimismo, a una refor-ma impositiva que incluya las contribuciones no monetarias y confiera progresividad a la impo-sición sobre los patrimonios y ganancias, en pos de la equidad distributiva. Implicará también, gestionar con eficiencia y transparencia la totalidad del sistema, imponiendo topes máximos en los costos de administración, consolidando y actualizando en tiempo real el registro único de beneficiarios y contribuyentes y diseñando la arquitectura normativa y de flujo con las áreas sustantivas que tengan a su cargo la responsabilidad de la administración y evaluación de los diferentes programas.

Sin perjuicio de muchas otras objeciones que seguramente escaparon al análisis de este estudio, no puede dejar de señalarse la mayor de las limitaciones de esta propuesta: se basa en el tratamiento de aspectos”objetivos”, y por lo tanto fácilmente mensurables, que permiten una aproximación a la brecha entre pobres y no pobres generada en la sociedad argentina a lo largo de más de dos décadas de acrecentamiento de las desigualdades sociales. Quedaron fuera de es-ta investigación otras dimensiones de las privaciones, de compleja aprehensión, que afectan la construcción misma de la subjetividad, o amenazan la sobrevivencia de las personas, produ-ciendo daños irreparables sobre los afectados, sobre todos los miembros del grupo familiar más próximo e interpelan moralmente al conjunto de la sociedad.

Resulta de difícil mensura, por ejemplo, el impacto que provoca sobre los involucrados y sobre la dinámica social más amplia, la construcción de identidades sociales basadas en la asun-ción de rasgos negativos tales como los prescriptos por el desempeño exclusivo de roles de ca-recientes, desempleados, y otros pasibles de estigmatización o discriminación. A los ya citados trabajos de Auyero y de Barreto et al. que reseñan la angustiante dinámica microsocial de dos áreas distintas –el primero en el Gran Buenos Aires, el segundo en el Area Metropolitana de Re-sistencia, Chaco- en las que se perpetuó la pobreza, se debe agregar el doloroso aporte que rea-liza el estudio cualitativo, a través de grupos focales, de Sbrocco, Vázquez y Aguilar (2002:52) sobre la difícil situación en la provincia de Salta (Noroeste Argentino), otra de las regiones en las que la pobreza se instaló con pertinacia.

“El problema del hambre, en aquellos grupos donde hubo testimonios personales, salió en relatos muy conmovidos, pero a la vez sin dramatismo, con dolor y con dignidad. Hubo coincidencias en distintos grupos en que el hambre de los niños es lo más insopor-table que hay. Por ello fue vinculada a situaciones de violencia familiar, cuando el niño tiene hambre y llora, el padre que no tiene para darle de comer le pega, porque no sopor-ta la situación. En otro caso, se mencionó que el adulto se aguanta el hambre, pero que el llanto de los niños por hambre es insoportable. Una joven madre dijo: ‘A mi changuito de tres años yo le digo…Mami, me dice, quiero pan. No hay, papá –le digo- mañana va a te-ner plata la mamá para comprar pan. Está bien, dice, y se da la media vuelta, toma la mamadera y se duerme. Es así, cuestión de hablar con los chicos…”

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¿Cómo estimar el impacto de estas privaciones sobre la vida de las personas, la trayec-toria de las familias o la dinámica de las comunidades?, ¿Qué acciones pueden rehabilitar las secuelas de estos daños sobre las identidades personales y sociales? Estos interrogantes exceden los análisis de una disciplina, convocan a la búsqueda de respuestas interdisciplinarias y -con su sola formulación- cuestionan los cimientos morales y éticos sobre los que se basa el pacto social de la Argentina contemporánea.

Las primeras décadas del Siglo XXI enfrentarán a la Argentina con el desafío de recons-truir el Estado para que cumpla con su razón de ser: garantizar el bien común y regular la inte-gración social. Para ello, ineludiblemente, el conjunto de la sociedad –según niveles diferencia-dos de responsabilidad- deberá honrar la deuda contraída con las personas y las familias que, a lo largo de más de dos décadas, se hicieron cargo del empobrecimiento material y moral del pa-ís, comprometiendo en ello su calidad de vida pasada y presente y sus posibilidades de revertir la situación a futuro.

El camino hacia la integración requiere que se restablezca, para el conjunto de las rela-ciones sociales, el principio según el cual a cada derecho de un ciudadano corresponde una obligación por parte de los otros. En este marco normativo deben inscribirse las acciones que se destinen a salvar la brecha actualmente existente entre pobres y no pobres, y a interrumpir el círculo de la reproducción intergeneracional de las desventajas en la sociedad argentina. En términos de políticas sociales, el respeto a este marco moral implica la garantía gubernamental de universalidad de cobertura ante las contingencias sociales y el compromiso de los ciudada-nos en la universalidad de las contribuciones. Se trata, desde una perspectiva práctica, de unifi-car organizadamente el conjunto de servicios –seguros sociales y asistenciales- y de contribu-ciones –monetarias y no monetarias- en un genuino sistema de garantía del bienestar social y del desarrollo humano para toda la comunidad nacional. Esta debe ser la base de la reconstruc-ción del Estado social argentino, adaptado a las exigencias que plantea la amenaza de desinte-gración social, y convenientemente amalgamado con una realidad económica nacional que de-cididamente tienda a reducir los riesgos de los ciudadanos derivados de los nuevos escenarios internos e internacionales.

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7. ANEXO CUADROS

7.1. Capítulo 1

CUADRO 1. PORCENTAJE DE POBLACIÓN EN SITUACIÓN DE POBREZA POR TIPO DE POBREZA –TOTAL DEL PAÍS – OCTUBRE 2001.

Pobreza Total del país

Pobres LP 38,3% Pobres LI 20,4%

Fuente: Elaboración Area Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

CUADRO 2. PORCENTAJE DE HOGARES EN SITUACIÓN DE POBREZA POR TIPO DE POBREZA –TOTAL DEL PAÍS – OCTUBRE 2001.

Pobreza Total del país

Pobres LP 28,1% Pobres NBI 15,1%

Fuente: Elaboración Area Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

CUADRO 3.- PORCENTAJES DE HOGARES CON ALGÚN TIPO DE NBI – TOTAL DEL PAÍS – OCTUBRE 2001.

Tipo NBI

Total del

país Vivienda precaria

2,90%

Hacinamiento

8,40%

Niños sin escola-ridad

0,0%

Capacidad de subsistencia

1,00%

Condiciones sani-tarias

8,30%

TotalHogares con al menos una NBI

15,10%

Fuente: Elaboración Area Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

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CUADRO 4. PORCENTAJE DE POBLACIÓN POR TIPO DE POBREZA –TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE 2001.

Tipo de pobreza Total del país

No pobre 56,40% Pobre estructural 16,50% Pobre coyuntural 21,90%

Pobres inercial 5,30% TOTAL 100,00%

Fuente: Elaboración Area Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

7.2. Capítulo 2

CUADRO 5.- DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS HOGARES POR TIPO DE POBREZA SEGÚN TIPO DE HOGAR –TOTAL DEL PAÍS – OCTUBRE 2001

Tipo de hogar No pobres Pobres es-

tructurales Pobres co-yunturales

Pobres iner-ciales

Total

Unipersonal

18,9 6,0 4,6 17,8 15,3

Nuclear Mo-noparental

10,7 11,3 14,7 6,4 11,2

Nuclear completo 52,2 55,8 56,2 57,7 53,4 Ampliado

12,9 23,8 21,2 14,2 15,4

Multipersonal no familiar

5,3 3,1 3,2 3,8 4,7

Total

100,0 100,0 100,0 100,0 100,0

Fuente: Elaboración Area Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

CUADRO 6. TAMAÑO MEDIO DE LOS HOGARES POR TIPO DE POBREZA –TOTAL DEL PAÍS – OCTU-BRE 2001.

Tipo de pobreza Total del

País No pobre 3

Pobre Estructural 5,4 Pobre Coyuntural 4,3

Pobre Inercial 3,4 Total 3,5

Fuente: Elaboración Area Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

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CUADRO 7. ÍNDICE DE DEPENDENCIA DEMOGRÁFICA POTENCIAL DE JÓVENES, DE ANCIANOS Y TOTALES POR TIPO DE POBREZA – OCTUBRE 2001.

Tipo de pobreza Niños Ancianos Total

No pobre 0,27 0,20 0,47 Pobre Estructural 0,87 0,04 0,92 Pobre Coyuntural 0,52 0,07 0,59

Pobre Inercial 0,52 0,07 0,59 Total 0,41 0,15 0,56

Fuente: Elaboración Area Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

CUADRO 8. EDAD PROMEDIO DE LOS JEFES DE HOGAR POR TIPO DE POBREZA – OCTUBRE 2001.

Tipo de pobreza Edad

No pobre 52,7 Pobre Estructural 42,8 Pobre Coyuntural 47,6

Pobre Inercial 40,9 Total 50,3

Fuente: Elaboración Area Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

CUADRO 9. DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS HOGARES POR TIPO DE POBREZA SEGÚN CATE-GORÍA DE EDAD DE LOS JEFES DE HOGAR – OCTUBRE DE 2001

Categoría de edad No pobres Pobres es-

tructurales Pobres co-yunturales

Pobres iner-ciales

Total

13 a 18 años 0,20% 0,20% 0,20% 0,50% 0,30% 19 a 30 años 10,00% 20,50% 10,00% 33,10% 12,20% 31 a 44 años 24,20% 38,30% 35,50% 33,60% 27,90% 45 a 64 años 38,60% 33,10% 41,50% 22,00% 37,70%

65 y más años 27,00% 7,90% 12,70% 10,80% 22,00% Total 100,00% 100,00% 100,00% 100,00% 100,00%

Fuente: Elaboración Area Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

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CUADRO 10.- DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL POR CATEGORÍA DE EDAD DE LOS JEFES DE HOGAR, POR CONDICIÓN DE PROPIEDAD DE LA VIVIENDA EN LA QUE RESIDEN. OCTUBRE DE 2001.

Propiedad/Edad del

jefe 13 a 18 años

19 a 30 años

31 a 44 años

45 a 64 años

65 y más años

Total

Propietario de vi-vienda y terreno

18,90% 37,70% 63,30% 79,70% 85,50% 71,10%

No propietario

81,10% 62,30% 36,70% 20,30% 14,50% 28,90%

TOTAL

100,00% 100,00% 100,00% 100,00% 100,00% 100,00%

Fuente: Elaboración Area Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

CUADRO 11 . DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS HOGARES SEGÚN SEXO DE LOS JEFES, POR TIPO DE POBREZA – OCTUBRE 2001.

Tipo de pobreza Jefe Varón Jefe Mujer TOTAL

No pobre 68,75% 31,25% 100.0% Pobre Estructural 77,35% 22,65% 100.0% Pobre Coyuntural 75,46% 24,54% 100.0%

Pobre Inercial 79,03% 20,97% 100.0% Total 71,17% 28,83% 100.0%

Fuente: Elaboración Area Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

CUADRO 12.- DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS HOGARES CON JEFATURA FEMENINA POR TIPO DE POBREZA SEGÚN TIPO DE HOGAR –TOTAL DEL PAÍS – OCTUBRE 2001

Tipo de hogar No pobres Pobres es-

tructurales Pobres co-yunturales

Pobres iner-ciales

Total

Unipersonal

40,7 8,3 9,0 34,1 33,7

Nuclear Mo-noparental

29,2 43,2 50,9 26,3 33,1

Nuclear completo

6,0 9,3 6,4 10,8 6,5

Ampliado

13,6 34,6 27,3 19,2 17,3

Multipersonal no familiar

10,5 4,6 6,4 9,6 9,4

Total 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 Fuente: Elaboración Area Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

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CUADRO 13. CLIMA EDUCATIVO (PROMEDIO DE AÑOS) DE LOS HOGARES POR TIPO DE POBREZA –TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE 2001.

Tipo de pobreza Total

No pobre 9,9 Pobre Estructural 6,9 Pobre Coyuntural 7,8

Pobre Inercial 8,0 Total 9,2

Fuente: Elaboración Area Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

CUADRO 14. TASA DE DEPENDENCIA ECONÓMICA (PROMEDIO) DE LOS HOGARES POR TIPO DE POBREZA – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE 2001.

Tipo de pobreza Total

No pobre 2,26 Pobre Estructural 4,25 Pobre Coyuntural 3,75

Pobre Inercial 2,53 Total 2,71

Fuente: Elaboración Area Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

CUADRO 15.- CANTIDAD PROMEDIO DE PERCEPTORES DE INGRESOS MONETARIOS POR HOGAR, POR TIPO DE POBREZA SEGÚN TIPO DE HOGAR –TOTAL DEL PAÍS – OCTUBRE 2001

Tipo de hogar No pobres Pobres estruc-

turales Pobres coyun-

turales Pobres iner-

ciales Total

Unipersonal

0,92 0,52 0,63 1,00 0,89

Nuclear Mo-noparental

1,38 1,03 1,17 1,38 1,30

Nuclear completo 1,46 1,14 1,20 1,49 1,39 Ampliado

1,99 1,60 1,80 2,59 1,91

Multipersonal no familiar

1,75 1,38 1,41 2,14 1,71

Total

1,43 1,21 1,31 1,57 1,40

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CUADRO 16. DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS HOGARES POR TIPO DE POBREZA SEGÚN CON-DICIÓN DE FORMALIDAD DE LOS MIEMBROS ACTIVOS DE HOGAR – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE

DE 2001

Condición de formalidad

No pobres Pobres estruc-turales

Pobres coyun-turales

Pobres iner-ciales

Total

Todos formales 37,60% 11,70% 20,30% 31,30% 32,00% Todos informales 21,40% 57,60% 45,10% 37,10% 29,60%

Mixtos 16,60% 9,50% 7,20% 17,00% 14,40% Ningún ocupado 24,40% 21,20% 27,40% 14,60% 24,10%

Total 100,00% 100,00% 100,00% 100,00% 100,00% Fuente: Elaboración Area Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

CUADRO 17. PROMEDIO DE MIEMBROS DEL HOGAR OCUPADOS POR TIPO DE HOGAR SEGÚN TIPO DE POBREZA – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE DE 2001

Tipo de hogar No pobres Pobres estruc-

turales Pobres coyun-

turales Pobres iner-

ciales Total

Unipersonal

0,41 0,30 0,32 0,47 0,40

Monoparental

1,22 0,96 0,75 1,13 1,09

Nuclear

1,44 1,12 0,99 1,39 1,33

Ampliado

1,71 1,69 1,30 2,20 1,64

Multipersonal no familiar

0,93 1,37 0,82 1,22 0,96

Total

1,23 1,20 0,98 1,32 1,19

Fuente: Elaboración Area Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

CUADRO 18. DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS JEFES DE HOGAR POR CONDICIÓN DE ACTIVI-DAD SEGÚN TIPO DE POBREZA – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE DE 2001

Condición de ac-

tividad No pobres Pobres estruc-

turales Pobres coyun-

turales Pobres iner-

ciales Total

Ocupado 62,09 61,77 54,15 76,95 61,53 Desocupado 5,35 21,33 22,81 6,08 9,75

Inactivo 32,53 16,88 22,89 16,97 28,68 Total 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00

Fuente: Elaboración Area Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

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CUADRO 19. DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS JEFES DE HOGAR ACTIVOS POR CATEGORÍA OCUPACIONAL SEGÚN TIPO DE POBREZA – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE DE 2001

Categoría ocupa-

cional No pobres Pobres estruc-

turales Pobres coyun-

turales Pobres iner-

ciales Total

Patrón

8,40% 1,70% 1,90% 1,70% 6,40%

Autónomo profe-sional

3,10% 0,10% 0,00% 2,20%

Trab cuenta pro-pia

21,30% 36,40% 34,70% 19,30% 24,60%

Asalariado con dctos

51,30% 23,80% 34,20% 48,10% 45,90%

Asalariado sin dctos

15,70% 37,90% 28,80% 30,80% 20,70%

Sin salario

0,20% 0,10% 0,40% 0,00% 0,20%

Total

100,00% 100,00% 100,00% 100,00% 100,00%

Fuente: Elaboración Area Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

CUADRO 20. DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS JEFES DE HOGAR INACTIVOS POR CONDICIÓN DE INACTIVIDAD SEGÚN TIPO DE POBREZA – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE DE 2001

Categoría ocupa-cional

No pobres Pobres estruc-turales

Pobres coyun-turales

Pobres iner-ciales

Total

Jubilado o pen-sionado

79,99 31,06 52,75 61,03 73,10

Rentista 2,37 0,84 1,12 1,37 2,10 Estudiante 6,14 3,25 4,14 13,49 5,92

Ama de casa 6,25 36,57 23,90 17,76 10,61 Incapacitado 1,63 10,90 5,54 1,26 2,67

Otros 3,61 17,37 12,55 5,09 5,60 Total 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00

Fuente: Elaboración Area Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

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CUADRO 21. INGRESO MONETARIO PER CÁPITA FAMILIAR POR TIPO DE HOGAR SEGÚN TIPO DE POBREZA – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE DE 2001

Tipo de hogar No pobres Pobres estruc-turales

Pobres coyun-turales

Pobres iner-ciales

Total

Unipersonal 553,86 40,95 47,95 302,23 495,67 Monoparental 325,55 37,56 67,06 176,02 238,58

Nuclear 354,30 47,05 70,45 191,51 266,50 Ampliado 229,17 45,80 67,92 166,96 162,49

Multipersonal no fliar

317,98 50,12 65,75 201,77 267,99

Total 370,99 45,41 68,22 207,11 282,59 Fuente: Elaboración Area Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

CUADRO 22.-DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS HOGARES POR TIPO DE POBREZA SEGÚN TIPO DE VIVIENDA –TOTAL DEL PAÍS – OCTUBRE 2001

Tipo de vivienda No pobres Pobres es-tructurales

Pobres co-yunturales

Pobres inerciales

Total

Casa o departamento 99,88 82,70 99,88 76,99 97,01 Vivienda en lugar de trabajo 0,12 0,22 0,12 0,08 0,13 Inquilinato, hotel o pensión 2,36 7,37 0,59

Vivienda en villa 14,27 14,46 2,17 Vivienda no destinada a fines habi-

tacionales 0,39 0,93 0,08

Total

100,00 100,00 100,00 100,00 100,00

Fuente: Elaboración Area Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

CUADRO 23.-DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS HOGARES POR TENENCIA DE LA VIVIENDA SE-GÚN TIPO DE POBREZA –TOTAL DEL PAÍS – OCTUBRE 2001

Tenencia de vivienda No pobres Pobres es-tructurales

Pobres co-yunturales

Pobres iner-ciales

Total

Propietario de la vivienda y del te-rreno

76,05 47,35 73,47 43,91 71,15

Propietario de la vivienda sola-mente

1,24 24,89 4,64 17,69 5,01

Inquilino o arrendatario 16,34 8,10 10,53 20,22 14,76 Ocupante en relac dependencia 0,96 1,00 0,74 1,71 0,97

Ocupante gratuito 4,27 17,35 8,97 15,75 6,90 Desconocido 1,12 1,32 1,64 0,72 1,20

Total

100,00 100,00 100,00 100,00 100,00

Fuente: Elaboración Area Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

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7.3. Capítulo 3

CUADRO 24. DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS NIÑOS DE 0 A 5 AÑOS POR TIPO DE POBREZA – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE 2001.

Tipo de pobreza

% Niños de 0 a 5

años No pobre 42,80%

Pobre estructural 27,60% Pobre coyuntural 21,40%

Pobre inercial 8,30% Total 100,00%

Fuente: Elaboración Area Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

CUADRO 25. PORCENTAJE DE NIÑOS DE 0 A 5 AÑOS QUE TIENE NECESIDADES BÁSICAS INSATISFE-CHAS POR TIPO DE CARENCIA – TOTAL DEL PAÍS– OCTUBRE 2001.

Tipo de pobreza % de niños de 0 a 5 años

Hacinamiento

28,5 %

Condiciones sanita-rias

17,2 %

Fuente: Elaboración Area Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001

CUADRO 26. DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS NIÑOS DE 0 A 5 AÑOS POR TIPO DE HOGAR, SE-GÚN TIPO DE POBREZA – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE DE 2001

Tipo de hogar No pobres Pobres

estructurales Pobres

coyunturales Pobres iner-

ciales Total

Monoparental 5,2 9,1 8,4 3,1 6,6 Nuclear 67,6 59,3 55,2 75,8 63,8

Ampliado 26,0 29,2 34,8 20,3 28,1 Multipersonal no fliar 1,1 2,3 1,6 0,8 1,5

Total 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 Fuente: Elaboración Area Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

CUADRO 27. EDAD PROMEDIO DE LOS JEFES DE HOGARES CON NIÑOS DE 0 A 5 AÑOS POR TIPO DE POBREZA – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE 2001.

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Tipo de pobreza

Edad promedio del jefe

No pobre 39,86 Pobre estructural 38,02 Pobre coyuntural 40,53

Pobre inercial 33,63 Total 39,03

Fuente: Elaboración Area Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

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CUADRO 28. DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS NIÑOS DE 6 A 12 AÑOS POR TIPO DE POBREZA – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE 2001.

Tipo de pobreza % niños de 6

a 12 años No pobre 42,16

Pobres estructural 28,45 Pobre coyuntural 24,67

Pobre inercial 4,72 Total 100,00

FFuueennttee:: EEllaabboorraacciióónn AArreeaa SSoocciioollóóggiiccaa IIIISS--UUCCAA,, rreepprroocceessaa--mmiieennttoo ddee llaa bbaassee ddee ddaattooss EEPPHH--IINNDDEECC –– TToottaall ddeell PPaaííss-- OOccttuu--

bbrree 22000011..

CUADRO 29. DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS NIÑOS DE 6 A 12 AÑOS POR TIPO DE HOGAR, SEGÚN TIPO DE POBREZA – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE DE 2001

Tipo de hogar No pobres Pobres estruc-turales

Pobres coyun-turales

Pobres iner-ciales

Total

Monoparental 9,68 11,34 13,37 5,89 10,77 Nuclear 68,91 59,84 60,71 68,51 64,83

Ampliado 20,06 26,84 24,65 23,15 22,87 Multipersonal no

fliar 1,35 1,98 1,28 2,44 1,53

Total 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00 Fuente: Elaboración Area Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

CUADRO 30. DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS NIÑOS DE 6 A 12 AÑOS POR ATRASO ESCOLAR, SEGÚN TIPO DE POBREZA – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE DE 2001

Atraso escolar No pobres Pobres estruc-turales

Pobres coyun-turales

Pobres iner-ciales

Total

Sin retraso escolar

92,9 78,6 89,6 90,9 88,0

Con 1 año de atra-so

5,9 14,4 7,3 6,8 8,7

Con más de 2 años de atraso

1,1 7,0 3,1 2,3 3,3

TOTAL

100,0 100,0 100,0 100,0 100,0

Fuente: Elaboración Area Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

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CUADRO 31. DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS JÓVENES DE 13 A 18 AÑOS POR TIPO DE POBRE-ZA – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE 2001.

Tipo de pobreza % jóvenes de 13

a 18 años No pobre 47,91

Pobre estructural 22,03 Pobre coyuntural 26,75

Pobre inercial 3,31 Total 100,00

FFuueennttee:: EEllaabboorraacciióónn AArreeaa SSoocciioollóóggiiccaa IIIISS--UUCCAA,, rreepprroocceessaa--mmiieennttoo ddee llaa bbaassee ddee ddaattooss EEPPHH--IINNDDEECC –– TToottaall ddeell PPaaííss-- OOccttuu--

bbrree 22000011..

CUADRO 32. DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS JÓVENES DE 13 A 18 AÑOS POR TIPO DE HOGAR, SEGÚN TIPO DE POBREZA – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE DE 2001

Tipo de hogar No pobres Pobres estruc-

turales Pobres coyun-

turales Pobres iner-

ciales Total

Unipersonal 0,69 0,23 0,07 0,09 0,43 Monoparental 14,31 13,03 18,39 9,96 14,94

Nuclear 61,39 54,46 55,64 54,96 58,40 Ampliado 20,44 29,44 23,29 31,71 23,27

Multipersonal no fliar

3,16 2,85 2,60 3,28 2,97

Total 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00 Fuente: Elaboración Area Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

CUADRO 33. DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS JÓVENES DE 13 A 18 AÑOS POR CONDICIÓN DE TRABAJO Y ESTUDIO, SEGÚN TIPO DE POBREZA – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE DE 2001

Condición No pobres Pobres estruc-

turales Pobres coyun-

turales Pobres iner-

ciales Total

Trabaja y estudia 2,49 2,15 1,75 2,21 2,21 Trabaja y no estu-

dia 2,52 8,39 3,35 9,97 4,28

No trabaja y estu-dia

89,95 73,26 84,81 75,34 84,42

No trabaja ni es-tudia

5,04 16,16 10,08 12,48 9,09

Total 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00 Fuente: Elaboración Area Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

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CUADRO 34. DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS JÓVENES DE 13 A 18 AÑOS POR ATRASO ESCO-LAR, SEGÚN TIPO DE POBREZA – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE DE 2001

Atraso escolar No pobres Pobres estruc-

turales Pobres coyun-turales

Pobres iner-ciales

Total

Sin atraso 83,64 61,57 73,62 73,88 76,03 Con 1 año de atraso 8,99 16,44 13,60 11,65 11,86 Con 2 años de atraso 5,08 11,27 7,73 5,45 7,09 Con más de 3 años 2,29 10,72 5,04 9,02 5,02 Total 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00 Fuente: Elaboración Area Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001

CUADRO 35. DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS JÓVENES DE 13 A 18 AÑOS QUE ASISTEN A ES-TABLECIMIENTOS EDUCATIVOS POR EL NIVEL AL QUE ASISTEN, SEGÚN TIPO DE POBREZA – TO-

TAL DEL PAÍS- OCTUBRE DE 2001 Nivel educativo No pobres Pobres estruc-

turales Pobres coyun-turales

Pobres iner-ciales

Total

Primaria Incompleta 8,30% 29,20% 13,80% 15,60% 14,00% Secundaria Incomple-ta

84,80% 70,20% 84,80% 77,50% 81,80%

Terciaria Incompleta 6,80% 0,60% 1,40% 6,90% 4,20% Total 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00 Fuente: Elaboración Area Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

CUADRO 36. PORCENTAJES DE JÓVENES DE 13 A 18 AÑOS QUE NO ESTUDIAN, SEGÚN TIPO DE PO-BREZA – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE DE 2001

No estudian No pobres Pobres estruc-

turales Pobres coyun-turales

Pobres iner-ciales

Total

No estudian y tra-bajan

2,52 % 8,39 % 3,35 % 9,97 % 4,28 %

No estudian y no trabajan

5,04 % 16,16 % 10,08 % 12,48 % 9,09 %

Total no estudian

7,56 % 24,55 % 23,43 % 22,46 % 13,37 %

Fuente: Elaboración Area Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

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CUADRO 37. DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS JÓVENES DE 13 A 18 AÑOS QUE NO ASISTEN A ESTABLECIMIENTOS EDUCATIVOS POR EL NIVEL ALCANZADO, SEGÚN TIPO DE POBREZA – TOTAL

DEL PAÍS- OCTUBRE DE 2001 Nivel educativo No pobres Pobres estruc-

turales Pobres coyun-turales

Pobres iner-ciales

Total

Primaria Incompleta 4,00% 24,40% 10,90% 8,60% 14,40% Primaria Completa 21,90% 37,00% 33,80% 27,10% 31,50% Secundaria Incomple-ta

52,10% 34,10% 39,30% 56,30% 41,60%

Secundaria Completa 18,70% 4,30% 13,50% 7,90% 10,90% Terciaria Incompleta 3,30% 0,20% 2,40% 1,60% Total 100,00% 100,00% 100,00% 100,00% 100,00% Fuente: Elaboración Area Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

CUADRO 39. PORCENTAJES DE JÓVENES DE 13 A 18 AÑOS QUE TRABAJAN, SEGÚN TIPO DE POBRE-ZA – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE DE 2001

Trabajan No pobres Pobres estruc-

turales Pobres coyun-turales

Pobres iner-ciales

Total

Trabajan y estu-dian

2,49 % 2,15 % 1,75 % 2,21 % 2,21 %

Trabajan y no es-tudian

2,52 % 8,39 % 3,35 % 9,97 % 4,28 %

Total trabajan 5,01 % 10,54 % 5,10 % 12,18 % 6,49 % Fuente: Elaboración Area Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

CUADRO 40. DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS JÓVENES DE 13 A 18 AÑOS QUE TRABAJAN POR CATEGORÍA OCUPACIONAL, SEGÚN TIPO DE POBREZA – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE DE 2001

Categoría ocupacio-nal

No pobres Pobres estruc-turales

Pobres coyun-turales

Pobres inercia-les

Total

Trab cuenta propia 13,50% 22,60% 21,10% 23,00% 18,90% Asalariado con dctos 12,30% 4,10% 11,00% 8,30% Asalariado sin dctos 70,30% 64,00% 65,30% 77,00% 67,40% Sin salario

3,90% 9,30% 2,60% 5,30%

Total

100,00 100,00 100,00 100,00 100,00

Fuente: Elaboración Area Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

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CUADRO 41.- DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LAS PERSONAS MAYORES DE 65 AÑOS POR TIPO DE POBREZA. -TOTAL DEL PAÍS– OCTUBRE 2001.

Tipo de pobreza % mayores de 65 años

No pobre 84,67 Pobre Estructural 3,95 Pobre Coyuntural 9,35 Pobre Inercial 2,02 Total 100,00

Fuente: Elaboración Area Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

CUADRO 42. PORCENTAJES DE PERSONAS MAYORES CON JUBILACIÓN POR GRUPOS DE EDADES, SEGÚN TIPO DE POBREZA – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE DE 2001

Edad No pobres Pobres estruc-turales

Pobres coyun-turales

Pobres iner-ciales

Total

65 a 69 años 53% 19% 41% 53% 50% 70 a 79 años 77% 33% 50% 64% 72% 80 años y más 89% 33% 57% 92% 86% Total de grupo 72% 28% 48% 65% 68% Fuente: Elaboración Area Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

CUADRO 43. DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LAS PERSONAS MAYORES DE 65 AÑOS POR CONDI-CIÓN DE ACTIVIDAD, SEGÚN TIPO DE POBREZA – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE DE 2001

Condición de ac-tividad

No pobres Pobres estruc-turales

Pobres coyun-turales

Pobres iner-ciales

Total

Ocupado 10,10% 10,60% 11,30% 15,40% 10,40% Desocupado 1,20% 3,80% 4,90% 0,40% 1,70% Inactivo 88,60% 85,50% 83,70% 84,20% 87,90% Total 100,00% 100,00% 100,00% 100,00% 100,00% Fuente: Elaboración Area Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

CUADRO 44. DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LAS PERSONAS MAYORES DE 65 AÑOS ACTIVAS POR CATEGORÍA OCUPACIONAL, SEGÚN TIPO DE POBREZA – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE DE 2001

Categoría ocupacio-nal

No pobres Pobres estruc-turales

Pobres coyun-turales

Pobres inercia-les

Total

Patrón 13,10% 0,60% 10,90% Autónomo profe-sional

4,50% 3,70%

Trab cuenta propia 34,10% 62,80% 58,70% 39,90% 37,90% Asalariado con dctos

26,20% 3,70% 8,20% 17,70% 23,20%

Asalariado sin dctos 20,90% 32,50% 28,20% 42,40% 22,80% Sin salario 1,20% 1,00% 4,00% 1,40% Total 100,00% 100,00% 100,00% 100,00% 100,00%

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Fuente: Elaboración Area Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

CUADRO 45.- PORCENTAJE PROMEDIO DEL INGRESO TOTAL DEL HOGAR CON PERSONAS MAYO-RES DE 65 AÑOS, PROVISTO POR LAS JUBILACIONES Y PENSIONES – TOTAL DEL PAÍS – OCTUBRE

2001. Tipo de pobreza % sobre in-

greso No pobre 67% Pobre Estructural 32% Pobre Coyuntural 54% Pobre Inercial 60% Total 64%

Fuente: Elaboración Area Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

CUADRO 46. DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LAS PERSONAS MAYORES DE 65 AÑOS POR TIPO DE HOGAR, SEGÚN TIPO DE POBREZA – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE DE 2001

Tipo de hogar No pobres Pobres estruc-turales

Pobres coyun-turales

Pobres iner-ciales

Total

Unipersonal 29,64 17,06 7,04 45,44 27,38 Monoparental 7,45 5,99 11,86 6,50 7,76 Nuclear 33,75 17,89 29,77 15,29 32,25 Ampliado 23,32 49,78 46,63 26,28 26,70 Multipersonal no fliar

5,84 9,28 4,71 6,49 5,91

Total de grupo 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00 Fuente: Elaboración Area Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

CUADRO 47. DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LAS PERSONAS MAYORES DE 65 AÑOS POR CONDI-CIÓN DE TENENCIA DE LA VIVIENDA, SEGÚN TIPO DE POBREZA – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE DE

2001 Tenencia de la vi-vienda

No pobres Pobres estruc-turales

Pobres coyun-turales

Pobres inercia-les

Total

Propietario de la vi-vienda y del terreno

87,83 58,19 84,96 73,70 86,11

Propietario de la vi-vienda solamente

0,47 21,58 1,27 12,59 1,62

Inquilino o arrenda-tario

5,95 1,91 5,73 5,05 5,75

Ocupante en relac dependencia

0,62 3,76 1,27 2,77 0,85

Ocupante gratuito

4,01 12,72 5,08 5,38 4,49

Desconocido

1,01 1,84 1,68 0,49 1,10

TOTAL

100.0 100.0 100.0 100.0 100.0

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Fuente: Elaboración Area Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

CUADRO 48. DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LAS PERSONAS MAYORES DE 65 AÑOS POR TIPO DE VIVIENDA, SEGÚN TIPO DE POBREZA – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE DE 2001

Tipo de vivienda No pobres Pobres estruc-

turales Pobres coyun-turales

Pobres inercia-les

Total

Casa o departamen-to

99,94 87,37 99,78 84,60 99,01

Vivienda en lugar de trabajo

0,06 0,22 0,07

Inquilinato, hotel o pensión

1,09 5,30 0,17

Vivienda en villa

11,55 10,10 0,75

TOTAL

100.0 100.0 100.0 100.0 100.0

Fuente: Elaboración Area Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

CUADRO 49. PORCENTAJES DE PERSONAS MAYORES DE 65 AÑOS CON NBI POR TIPO DE NECESI-DAD BÁSICA INSATISFECHA, SEGÚN TIPO DE HOGAR – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE DE 2001

Tipo de NBI Uniper-sonal

Monopar-ent

Nuclear Ampliado Mult. no familiar

Total

Hacinamiento 0,09 0,24 6,17 1,10 1,71 Condiciones sani-tarias

5,75 4,34 2,32 5,22 5,03 4,05

Condiciones sanitarias: sin baño con arrastre de agua a cloaca o cámara séptica

Fuente: Elaboración Area Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

7.4. Capítulo 4

CUADRO 50. PORCENTAJE DE POBLACIÓN EN SITUACIÓN DE POBREZA POR TIPO DE POBREZA SE-GÚN REGIONES – OCTUBRE 2001.

Pobreza AMBA Pampeana NEA NOA Cuyo Patagonia Total

Pobres LP 35,4% 37,1% 57,3% 48,4% 39,7% 23,2% 38,3%

Pobres NBI

19,1% 19,3% 32,6% 27,4% 17,9% 14,9% 20,4%

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

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CUADRO 51. PORCENTAJE DE HOGARES EN SITUACIÓN DE POBREZA POR TIPO DE POBREZA SEGÚN REGIONES – OCTUBRE 2001.

Pobreza AMBA Pampeana NEA NOA Cuyo Patagonia Total

Pobres LP 25,5% 27,2% 45,1% 38,0% 30,3% 18,2% 28,1%

Pobres NBI

13,8% 14,1% 26,5% 22,5% 13,7% 13,1% 15,1%

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

CUADRO 52.- PORCENTAJES DE HOGARES CON NBI, POR TIPO DE NBI SEGÚN GRANDES REGIO-NES – TOTAL DEL PAÍS – OCTUBRE 2001.

Tipo NBI AMBA Pampeana NEA NOA Cuyo Patagonia Total Vivienda precaria

2,30% 3,00% 7,10% 2,60% 3,60% 4,70% 2,90%

Hacinamien-to

7,40% 8,20% 12,60% 12,40% 8,90% 7,50% 8,40%

Niños sin es-colaridad

0,0% 0,0% 0,0% 0,0% 0,0% 0,0% 0,0%

Capacidad de subsisten-

cia

0,80% 1,30% 2,20% 1,20% 0,90% 0,80% 1,00%

Condiciones sanitarias

7,80% 6,90% 16,50% 13,80% 6,60% 4,80% 8,30%

TotalHoga-res con al

menos una NBI

13,80% 14,10% 26,50% 22,50% 13,70% 13,10% 15,10%

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

CUADRO 53. PORCENTAJE DE POBLACIÓN POR SITUACIÓN DE INDIGENCIA SEGÚN REGIONES – OCTUBRE 2001.

Ingresos AMBA Pampeana NEA NOA Cuyo Patagonia Total

Indigentes 12,20% 13,70% 26,90% 16,20% 12,30% 7,30% 13,60% No

indigentes 87,80% 86,30% 73,10% 83,80% 87,70% 92,70% 86,40%

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

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CUADRO 54. PORCENTAJE DE POBLACIÓN POR TIPO DE POBREZA SEGÚN REGIONES – OCTUBRE 2001.

Tipo de pobreza

AMBA Pampeana NEA NOA Cuyo Patagonia Total

No pobres

59,00% 57,80% 38,00% 46,80% 56,40% 70,00% 56,40%

Pobre es-tructural

14,90% 15,50% 29,70% 22,80% 14,50% 8,50% 16,50%

Pobre co-yuntural

20,50% 21,60% 27,60% 25,60% 25,20% 14,70% 21,90%

Pobre inercial

5,60% 5,10% 4,80% 4,80% 4,00% 6,80% 5,30%

TOTAL

100,00% 100,00% 100,00% 100,00% 100,00% 100,00% 100,00%

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

CUADRO 55. DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS HOGARES POR TIPO DE HOGAR, SEGÚN TIPO DE POBREZA –GRANDES REGIONES- OCTUBRE DE 2001

Tipo de hogar No pobres Pobres estruc-

turales Pobres coyun-turales

Pobres iner-ciales

Total

AMBA Unipersonal 19,6 5,5 3,8 15,0 15,9 Monoparental 10,1 11,0 15,2 4,4 10,7 Nuclear 53,7 54,4 57,0 63,8 54,7 Ampliado 12,7 25,7 21,6 14,9 15,2 Multipersonal no fliar 3,8 3,5 2,3 1,9 3,5 Total de grupo 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 Pampeana Unipersonal 20,2 7,5 7,0 19,9 17,0 Monoparental 10,8 11,0 14,4 7,6 11,2 Nuclear 51,0 58,5 59,1 50,8 52,9 Ampliado 10,8 21,0 15,5 14,1 12,7 Multipersonal no fliar 7,2 1,9 4,0 7,7 6,2 Total de grupo 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 NEA Unipersonal 16,3 6,6 4,1 25,9 12,2 Monoparental 12,9 11,7 14,3 10,7 12,8 Nuclear 49,4 57,4 54,2 44,8 51,8 Ampliado 14,4 21,5 22,6 10,5 17,4 Multipersonal no fliar 7,0 2,9 4,8 8,0 5,7 Total de grupo 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 NOA Unipersonal 15,1 5,4 3,2 25,5 11,6 Monoparental 11,9 12,2 15,9 6,5 12,5 Nuclear 43,3 53,4 44,6 50,4 45,7

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POBREZA URBANA EN LA ARGENTINA

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Ampliado 21,2 25,9 32,0 14,8 23,8 Multipersonal no fliar 8,5 3,1 4,3 2,8 6,4 Total de grupo 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 Cuyo Unipersonal 14,7 3,1 4,1 12,9 11,4 Monoparental 11,7 10,3 11,3 15,8 11,6 Nuclear 54,3 59,8 59,6 54,5 55,9 Ampliado 14,8 22,2 21,5 12,2 16,7 Multipersonal no fliar 4,5 4,5 3,6 4,7 4,4 Total de grupo 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 Patagonia Unipersonal 15,3 10,2 8,5 18,3 14,4 Monoparental 12,9 16,9 15,2 9,1 13,1 Nuclear 51,8 51,1 56,4 55,8 52,5 Ampliado 10,2 14,6 15,9 12,4 11,3 Multipersonal no fliar 9,8 7,1 4,1 4,4 8,7 Total de grupo 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

CUADRO 56. TAMAÑO MEDIO DE LOS HOGARES POR TIPO DE POBREZA SEGÚN REGIONES – OC-TUBRE 2001.

Tipo de pobreza AMBA Pam-peana

NEA NOA Cuyo Patago-nia

Total

No pobre 3 2,9 3,2 3,5 3,2 3,2 3 Pobre Estructural 5,4 5,2 5,5 5,7 5,6 4,8 5,4 Pobre Coyuntu-

ral 4,2 4 4,6 4,9 4,5 4,2 4,3

Pobre Inercial 3,4 3,4 3 3,2 3,4 3,4 3,4 Total 3,4 3,3 4 4,1 3,7 3,4 3,5

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

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CUADRO 57. ÍNDICE DE DEPENDENCIA DEMOGRÁFICA POTENCIAL DE JÓVENES, DE ANCIANOS Y TOTALES POR TIPO DE POBREZA – GRANDES REGIONES- OCTUBRE 2001.

Tipo de pobreza Niños Ancianos Total AMBA No pobre 0,26 0,22 0,47 Pobre Estructural 0,83 0,04 0,87 Pobre Coyuntural 0,52 0,08 0,60 Pobre Inercial 0,53 0,06 0,60 Total 0,38 0,17 0,55 Pampeana No pobre 0,26 0,20 0,45 Pobre Estructural 0,89 0,06 0,95 Pobre Coyuntural 0,48 0,07 0,55 Pobre Inercial 0,51 0,07 0,58 Total 0,38 0,15 0,53 NEA No pobre 0,31 0,12 0,44 Pobre Estructural 0,93 0,05 0,98 Pobre Coyuntural 0,56 0,05 0,61 Pobre Inercial 0,47 0,09 0,56 Total 0,53 0,08 0,61 NOA No pobre 0,34 0,15 0,49 Pobre Estructural 0,90 0,04 0,94 Pobre Coyuntural 0,53 0,06 0,59 Pobre Inercial 0,51 0,08 0,58 Total 0,50 0,10 0,60 Cuyo No pobre 0,32 0,18 0,50 Pobre Estructural 0,93 0,05 0,97 Pobre Coyuntural 0,53 0,07 0,60 Pobre Inercial 0,55 0,05 0,59 Total 0,44 0,13 0,58 Patagonia No pobre 0,39 0,09 0,48 Pobre Estructural 1,01 0,04 1,06 Pobre Coyuntural 0,63 0,06 0,69 Pobre Inercial 0,61 0,04 0,65 Total 0,48 0,08 0,56

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

CUADRO 58. CLIMA EDUCATIVO DE LOS HOGARES (MEDIANA) POR TIPO DE POBREZA SEGÚN RE-GIONES – OCTUBRE 2001.

Tipo de pobre-za

AMBA Pampea-na

NEA NOA Cuyo Patagonia Total

No pobre 9,0 9,0 10,0 10,0 9,0 9,0 9,0 Pobre Estruc-

tural 7,0 7,0 7,0 7,0 7,0 7,0 7,0

Pobre Coyun-tural

7,0 8,0 8,0 8,0 7,5 7,5 7,5

Pobre Inercial 7,3 7,5 7,0 7,5 7,5 7,5 7,5

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POBREZA URBANA EN LA ARGENTINA

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Total 8,0 8,5 8,0 8,5 8,2 8,5 8,2

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

CUADRO 59. TASA DE DEPENDENCIA ECONÓMICA PROMEDIODE LOS HOGARES (PERCPETORES) POR TIPO DE POBREZA SEGÚN REGIONES – OCTUBRE 2001.

Tipo de pobreza

AAAAMMBBAA Pampeana NNNNEEAA NNNNOOAA CCCCuuyyoo Patagonia TTTToottaall

No pobre 2,3 2,3 2,5 2,6 2,5 2,4 2,3 Pobre Es-tructural

4,2 4,4 4,7 4,3 4,4 4,5 4,3

Pobre Co-yuntural

3,8 3,7 3,9 4,0 3,7 3,8 3,8

Pobre Inercial

2,6 2,7 2,6 2,5 2,5 2,7 2,6

Total 2,7 2,8 3,2 3,2 2,9 2,7 2,8

Fuente: Elaboración Area Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

CUADRO 60. DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS HOGARES SEGÚN TIPO DE POBREZA POR CON-DICIÓN DE FORMALIDAD DE LA OCUPACIÓN– GRANDES REGIONES-OCTUBRE 2001.

Formalidad No pobres Pobres

estructurales Pobres coyunturales

Pobres iner-ciales

Total

AMBA Todos formales 36,80% 11,90% 21,80% 31,10% 32,10% Todos informales 22,00% 57,20% 44,20% 37,00% 29,10% Mixtos 17,20% 11,60% 6,90% 18,70% 15,30% Ningún ocupado 24,00% 19,30% 27,10% 13,20% 23,50% Total 100,00% 100,00% 100,00% 100,00% 100,00% Pampeana Todos formales 36,10% 11,20% 17,80% 32,20% 30,70% Todos informales 21,40% 55,50% 43,00% 37,80% 28,70% Mixtos 14,60% 7,60% 5,20% 13,30% 12,40% Ningún ocupado 27,80% 25,60% 34,10% 16,80% 28,10% Total 100,00% 100,00% 100,00% 100,00% 100,00% NEA Todos formales 44,50% 13,30% 20,20% 32,30% 32,10% Todos informales 18,40% 56,40% 48,30% 30,20% 33,40% Mixtos 15,70% 6,60% 9,40% 16,70% 12,50% Ningún ocupado 21,30% 23,60% 21,80% 20,80% 21,90% Total 100,00% 100,00% 100,00% 100,00% 100,00% NOA Todos formales 40,60% 10,40% 20,40% 25,90% 30,50% Todos informales 19,70% 60,50% 48,50% 40,50% 33,60% Mixtos 18,30% 8,90% 10,50% 14,20% 14,90% Ningún ocupado 21,40% 20,20% 20,00% 19,40% 20,80%

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POBREZA URBANA EN LA ARGENTINA

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Total 100,00% 100,00% 100,00% 100,00% 100,00% Cuyo Todos formales 37,50% 12,60% 19,30% 33,50% 31,40% Todos informales 21,60% 66,60% 48,20% 38,80% 31,80% Mixtos 18,00% 6,50% 9,40% 19,10% 15,30% Ningún ocupado 22,90% 14,20% 23,20% 8,60% 21,60% Total 100,00% 100,00% 100,00% 100,00% 100,00% Patagonia Todos formales 52,30% 14,30% 17,60% 40,90% 45,20% Todos informales 15,90% 53,70% 50,70% 34,10% 23,40% Mixtos 15,70% 4,80% 3,80% 18,30% 13,90% Ningún ocupado 16,00% c27,20% 27,30% 6,70% 17,40% Total 100,00% 100,00% 100,00% 100,00% 100,00%

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

CUADRO 61. DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS NIÑOS DE 0 A 5 AÑOS POR TIPO DE POBREZA SEGÚN REGIONES – OCTUBRE 2001.

Tipo de pobreza AMBA Pampea-na

NEA NOA Cuyo Patago-nia

Total

No pobres 45,10% 43,90% 26,50% 33,70% 44,90% 61,20% 42,80% Pobres estructurales 24,50% 28,00% 43,40% 36,90% 24,70% 13,20% 27,60% Pobres coyuntura-les

21,10% 20,20% 24,50% 23,00% 24,30% 13,90% 21,40%

Pobres inerciales 9,30% 7,90% 5,60% 6,40% 6,10% 11,70% 8,30% Total 100,00

% 100,00% 100,00

% 100,00

% 100,00

% 100,00% 100,00

%

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

CUADRO 62. PORCENTAJE DE NIÑOS DE 0 A 5 AÑOS QUE TIENE NECESIDADES BÁSICAS INSATISFE-CHAS POR TIPO DE CARENCIA, SEGÚN REGIONES – OCTUBRE 2001.

Tipo de pobreza AM-BA

Pam-peana

NEA NOA Cuyo Pata-gonia

Total

Hacinamiento 26,3 30,1 35,9 33,3 26,6 21,9 28,5 Condiciones sanita-rias

15,7 16,5 29,9 23,1 13,4 7,1 17,2

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

CUADRO 63. DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS NIÑOS DE 6 A 12 AÑOS POR TIPO DE POBREZA SEGÚN REGIONES – OCTUBRE 2001.

Tipo de pobreza

AMBA Pampeana NEA NOA Cuyo Patagonia Total

No pobres 43,14 43,59 29,06 36,10 44,23 61,04 42,16 Pobres es-tructurales

27,29 29,03 40,06 32,30 23,78 14,72 28,45

Pobres co- 24,41 22,65 27,49 27,81 28,08 18,45 24,67

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POBREZA URBANA EN LA ARGENTINA

-123 -

yunturales Pobres inerciales

5,16 4,73 3,39 3,79 3,91 5,79 4,72

Total 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

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POBREZA URBANA EN LA ARGENTINA

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CUADRO 64. DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS NIÑOS DE 6 A 12 AÑOS SEGÚN TIPO DE POBRE-ZA POR REZAGO ESCOLAR– GRANDES REGIONES-OCTUBRE 2001.

Rezago escolar No pobres Pobres estruc-turales

Pobres coyun-turales

Pobres iner-ciales

Total

AMBA Sin rezago 93,75 80,33 93,86 92,85 90,16 Con 1 año de rezago 6,05 13,58 4,43 5,35 7,62 Con más de 2 años 0,20 6,08 1,70 1,80 2,21 Total 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00 Pampeana Sin rezago 91,51 77,17 84,66 89,17 85,77 Con 1 año de rezago 5,61 15,33 9,86 8,30 9,46 Con más de 2 años 2,89 7,50 5,48 2,53 4,77 Total 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00 NEA Sin rezago 92,41 75,68 86,17 87,05 84,01 Con 1 año de rezago 5,60 14,35 9,53 12,95 10,33 Con más de 2 años 1,99 9,97 4,30 5,66 Total 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00 NOA Sin rezago 94,23 78,34 86,41 92,15 86,89 Con 1 año de rezago 4,86 15,09 10,30 5,20 9,66 Con más de 2 años 0,92 6,57 3,29 2,64 3,44 Total 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00 Cuyo Sin rezago 91,29 75,13 86,85 85,01 86,17 Con 1 año de rezago 7,21 16,04 10,19 12,85 10,26 Con más de 2 años 1,50 8,83 2,96 2,13 3,58 Total 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00 Patagonia Sin rezago 92,31 81,57 83,28 87,89 88,86 Con 1 año de rezago 6,50 12,58 10,54 8,19 7,97 Con más de 2 años 1,19 5,85 5,50 3,91 2,91 Total 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00

CUADRO 65. DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS JÓVENES DE 13 A 18 AÑOS POR TIPO DE POBRE-ZA SEGÚN REGIONES – OCTUBRE 2001.

Tipo de pobreza AMBA Pampeana NEA NOA Cuyo Patagonia Total

No pobres

50,14 51,04 32,12 35,58 45,10 67,04 47,91

Pobres estructu-rales

22,05 19,41 31,43 28,50 17,80 9,04 22,03

Pobres coyuntu-rales

24,19 26,58 33,90 32,37 34,94 20,17 26,75

Pobres inerciales 3,62 2,97 2,55 3,55 2,16 3,76 3,31 Total 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00

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POBREZA URBANA EN LA ARGENTINA

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Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

CUADRO 66.- PORCENTAJE DE JÓVENES DE 13 A 18 AÑOS QUE : A) ESTUDIAN Y NO TRABAJAN Y B) NO TRABAJAN NI ESTUDIAN, SEGÚN REGIONES – OCTUBRE 2001.

Condición AMBA Pampea-na

NEA NOA Cuyo Patago-nia

Total

Estudian y no trabajan 85,44 83,95 85,11 79,51 83,74 87,72 84,42 No trabajan y no estudian 7,79 10,05 9,13 13,31 9,64 7,64 9,09

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

CUADRO 67. DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS JÓVENES DE 13 A 18 AÑOS SEGÚN TIPO DE PO-BREZA POR CONDICIÓN DE TRABAJO Y ESTUDIO – GRANDES REGIONES-OCTUBRE 2001.

Condición No pobres Pobres estructurales

Pobres coyun-turales

Pobres iner-ciales

Total

AMBA Trabaja y estudia 2,88 1,51 2,14 2,31 2,38 Trabaja y no estudia 2,01 9,64 3,54 11,09 4,39 No trabaja y estudia 89,58 77,61 85,41 75,84 85,44 No trabaja ni estudia 5,52 11,24 8,91 10,76 7,79 Total 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00 Pampeana Trabaja y estudia 2,08 3,35 1,09 0,58 2,02 Trabaja y no estudia 3,32 7,15 2,48 8,23 3,98 No trabaja y estudia 90,29 67,60 84,89 73,43 83,95 No trabaja ni estudia 4,32 21,90 11,54 17,76 10,05 Total 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00 NEA Trabaja y estudia 1,17 2,49 2,17 1,89 Trabaja y no estudia 1,68 6,67 2,64 13,00 3,86 No trabaja y estudia 92,94 75,34 87,12 80,12 85,11 No trabaja ni estudia 4,21 15,51 8,06 6,89 9,13 Total 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00 NOA Trabaja y estudia 2,12 2,08 1,68 6,57 2,13 Trabaja y no estudia 3,78 7,73 3,35 9,24 4,96 No trabaja y estudia 89,10 64,57 82,95 71,89 79,51 No trabaja ni estudia 4,99 25,31 12,02 12,30 13,31 Total 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00 Cuyo Trabaja y estudia 2,64 3,89 1,58 2,43 Trabaja y no estudia 2,69 5,73 5,35 3,98 4,19 No trabaja y estudia 90,93 70,93 81,31 78,65 83,74 No trabaja ni estudia 3,74 19,45 11,77 17,38 9,64 Total 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00 Patagonia Trabaja y estudia 1,62 0,35 1,92 1,23

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POBREZA URBANA EN LA ARGENTINA

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Trabaja y no estudia 2,53 7,95 3,50 7,70 3,41 No trabaja y estudia 89,92 76,69 86,92 79,42 87,72 No trabaja ni estudia 5,93 15,36 9,24 10,96 7,64 Total 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

CUADRO 68. DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS JÓVENES DE 13 A 18 AÑOS SEGÚN TIPO DE PO-BREZA POR REZAGO ESTUDIANTIL– GRANDES REGIONES-OCTUBRE 2001.

Rezago escolar No pobres Pobres estructurales

Pobres coyunturales

Pobres iner-ciales

Total

AMBA Sin rezago 83,88 63,60 76,27 73,65 77,38 Con 1 año 7,95 17,57 13,25 13,26 11,44 Con más de 2 años 8,17 18,83 10,49 13,09 11,18 TOTAL 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00 Pampeana Sin rezago 83,58 63,58 71,63 81,30 76,77 Con 1 año 10,76 13,19 14,52 4,48 11,99 Con más de 2 años 5,66 23,22 13,85 14,22 11,24 TOTAL 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00 NEA Sin rezago 83,53 57,75 67,98 59,61 69,86 Con 1 año 9,67 14,55 13,27 24,57 12,75 Con más de 2 años 6,81 27,70 18,75 15,82 17,39 TOTAL 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00 NOA Sin rezago 84,50 58,89 75,00 69,58 74,09 Con 1 año 8,72 14,97 14,51 11,06 12,32 Con más de 2 años 6,78 26,14 10,49 19,36 13,58 TOTAL 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00 Cuyo Sin rezago 84,54 48,54 71,34 55,31 72,93 Con 1 año 8,83 23,32 10,15 17,87 12,05 Con más de 2 años 6,64 28,14 18,52 26,82 15,02 TOTAL 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00 Patagonia Sin rezago 78,10 55,62 62,66 86,24 73,63 Con 1 año 11,98 20,34 20,68 5,57 14,07 Con más de 2 años 9,92 24,04 16,66 8,19 12,30 TOTAL 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

CUADRO 69.- DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LAS PERSONAS MAYORES DE 65 AÑOS POR TIPO DE POBREZA, SEGÚN REGIONES – OCTUBRE 2001.

AMBA Pampeana NEA NOA Cuyo Patagonia Total No pobre 86,38 85,24 68,17 76,03 83,56 84,76 84,67

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POBREZA URBANA EN LA ARGENTINA

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Pobre Estructural 3,07 4,30 12,91 6,41 3,93 3,38 3,95 Pobre Coyuntural 8,74 8,48 13,89 14,08 11,38 9,31 9,35 Pobre Inercial

1,80 1,99 5,04 3,48 1,13 2,55 2,02

Total

100,00 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

CUADRO70.- PORCENTAJES DE PERSONAS MAYORES DE 65 AÑOS CON JUBILACIÓN POR TIPO DE POBREZA – TOTAL DEL PAÍS- OCTUBRE 2001.

AMBA Pampea-na

NEA NOA Cuyo Patagonia Total

No pobre

74% 68% 72% 78% 71% 68% 72%

Pobre Estructural 18% 34% 38% 38% 40% 50% 28% Pobre Coyuntural 45% 51% 56% 50% 51% 53% 48% Pobre Inercial 57% 78% 61% 78% 82% 52% 65% Total 69% 66% 65% 71% 68% 65% 68%

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

CUADRO 71.- PORCENTAJE PROMEDIO DEL INGRESO TOTAL DEL HOGAR CON PERSONAS MAYO-RES DE 65 AÑOS, PROVISTO POR LAS JUBILACIONES Y PENSIONES – TOTAL DEL PAÍS – OCTUBRE

2001. AMBA Pam-

peana NEA NOA Cuyo Patago-

nia Total

No pobre 66% 72% 65% 61% 62% 61% 67% Pobre Estructural 24% 39% 46% 34% 30% 65% 32% Pobre Coyuntu-ral

52% 66% 55% 47% 48% 54% 54%

Pobre Inercial 57% 62% 58% 75% 74% 29% 60% Total

64% 70% 61% 58% 59% 59% 64%

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

CUADRO72.- DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LAS PERSONAS MAYORES DE 65 AÑOS POR TIPO DE HOGAR, SEGÚN REGIONES – OCTUBRE 2001.

Tipo de hogar AMBA Pampea-

na NEA NOA Cuyo Patagonia Total

Unipersonal 27,99 30,98 20,11 18,47 21,84 21,94 27,38 Monoparental 7,67 7,52 6,82 8,66 8,49 9,96 7,76 Nuclear 33,19 33,61 30,64 21,81 30,87 29,74 32,25 Ampliado 26,09 21,69 34,41 42,54 31,35 26,73 26,70 Multipersonal 5,06 6,20 8,03 8,53 7,44 11,63 5,91

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POBREZA URBANA EN LA ARGENTINA

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Total 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

CUADRO 73.- PORCENTAJES DE PERSONAS MAYORES DE 65 AÑOS CON NBI, POR TIPO DE NECESI-DAD BÁSICA INSATISFECHA, SEGÚN REGIONES – OCTUBRE 2001.

Tipo de NBI AMBA Pampea-na

NEA NOA Cuyo Patago-nia

Total

Hacinamiento 1,07 2,21 5,04 3,48 2,20 1,52 1,71 Condiciones sanitarias 3,65 3,61 13,49 6,53 2,74 2,33 4,05

Fuente: Elab. Área Sociológica IIS-UCA, reprocesamiento de la base de datos EPH-INDEC – Total del País- Octubre 2001.

7.5. Capítulo 5

CUADRO 74.- DISTRIBUCIÓN REGIONAL DE LA POBLACIÓN ADULTA CON CARENCIAS EDUCATI-VAS POR REGIONES

1. En la región del AMBA

1.377.194 personas en situación de pobreza -entre 15 y 64 años- tienen derecho a demandar programas de terminalidad del polimodal, formación profesional o capacitación laboral, se-gún grupos de edades.

Asimismo, se encuentran comprendidos dentro de la brecha crítica:

351.742 personas entre 15 y 64 años con derecho a demandar programas de terminalidad de estudios básicos y capacitación laboral

2. En la región PAMPEANA:

580.690 personas en situación de pobreza -entre 15 y 64 años- tienen derecho a acceder a programas de terminalidad del polimodal, formación profesional o capacitación laboral, se-gún grupos de edades.

Asimismo, se encuentran comprendidos dentro de la brecha crítica:

152.900 personas entre 15 y 64 años con derecho a acceder a programas de terminalidad de estudios básicos y capacitación laboral.

3. En la región del NEA:

177.647 personas en situación de pobreza -entre 15 y 64 años- pueden demandar programas de terminalidad del polimodal, formación profesional o capacitación laboral, según grupos de edades.

Asimismo, se encuentran comprendidos dentro de la brecha crítica:

61.419 personas entre 15 y 64 años con derecho a requerir programas de terminalidad de estudios básicos y capacitación laboral.

4. En la región del NOA:

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308.564 personas en situación de pobreza - entre 15 y 64 años- pueden reclamar programas de terminalidad del polimodal, formación profesional o capacitación laboral, según grupos de edades.

Asimismo, se encuentran comprendidos dentro de la brecha crítica:

85.222 personas entre 15 y 64 años con derecho a acceder a programas de terminalidad de estudios básicos y capacitación laboral

5. En la región de CUYO:

183.216 personas en situación de pobreza -entre 15 y 64 años- pueden requerir programas de terminalidad del polimodal, formación profesional o capacitación laboral, según grupos de edades.

Asimismo, se encuentran comprendidos dentro de la brecha crítica:

43.368 personas entre 15 y 64 años con derecho a acceder a programas de terminalidad de estudios básicos y capacitación laboral

6. En la PATAGONIA:

51.201 personas en situación de pobreza -entre 15 y 64- años tienen derecho a demandar programas de terminalidad del polimodal, formación profesional o capacitación laboral, se-gún grupos de edades.

Asimismo, se encuentran comprendidos dentro de la brecha crítica:

13.009 personas entre 15 y 64 años con derecho a acceder a programas de terminali-dad de estudios básicos y capacitación laboral

CUADRO 75.- DISTRIBUCIÓN REGIONAL DE LAS VIVIENDAS DEFICITARIAS POR TIPO DE DEFICIT Y REGIONES

Hacinamiento

Para erradicar el hacinamiento será necesario ampliar:

1. en el AMBA 266.871 viviendas

1 ambiente en 228.167 viviendas

2 ambientes en 34.568 viviendas

3 ambientes en 4.136 viviendas

2. en la región PAMPEANA 136.078 viviendas

1 ambiente en 115.083 viviendas

2 ambientes en 19.121 viviendas

3 ambientes en 1.824 viviendas

4 ambientes en 50 viviendas

3. en la región del NEA 39.133 viviendas

1 ambiente en 29.994 viviendas

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POBREZA URBANA EN LA ARGENTINA

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2 ambientes en 7.491 viviendas

3 ambientes en 1.127 viviendas

4 ambientes en 521 viviendas

4. en la región del NOA 68.106 viviendas

1 ambiente en 54.411 viviendas

2 ambientes en 11.580 viviendas

3 ambientes en 1.759 viviendas

4 ambientes en 356 viviendas

5. en la región de Cuyo 36.773 viviendas

1 ambiente en 28.593 viviendas

2 ambientes en 7.485 viviendas

3 ambientes en 695 viviendas

6. en la Patagonia 14.328 viviendas

1 ambiente en 12.672 viviendas

2 ambientes en 1.441 viviendas

3 ambientes en 163 viviendas

4 ambientes en 52 viviendas

Tenencia irregular y carencia de acceso a servicios sanitarios

La distribución regional de las viviendas con problemas de servicios y tenencia se detalla a continuación:

1. en el AMBA 426.904 viviendas

Sólo sin retrete 170.277 viviendas

Tenencia irregular 146.587 viviendas

Sin retrete y con tenencia irregular 110.040 viviendas

2. En la región PAMPEANA 184.184 viviendas

Sólo sin retrete 47.538 viviendas

Tenencia irregular 68.736 viviendas

Sin retrete y con tenencia irregular 67.910 viviendas

3. En la región del NEA 72.127 viviendas

Sólo sin retrete 24.212 viviendas

Tenencia irregular 20.957 viviendas

Sin retrete y con tenencia irregular 26.958 viviendas

4. En la región del NOA 113.663 viviendas

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Sólo sin retrete 38..528 viviendas

Tenencia irregular 37.777 viviendas

Sin retrete y con tenencia irregular 37.358 viviendas

5. En la región de CUYO 52.363 viviendas

Sólo sin retrete 10.039 viviendas

Tenencia irregular 25.007 viviendas

Sin retrete y con tenencia irregular 17.317 viviendas

6. En la PATAGONIA 17.549 viviendas

Sólo sin retrete 4.505 viviendas

Tenencia irregular 8.485 viviendas

Sin retrete y con tenencia irregular 4.559 viviendas

8. BIBLIOGRAFIA ASTUDILLO, Javier, 1999. ¿En interés de quién?: Las estrategias sindicales de ámbito nacional

ante las reformas económicas en América Latina. Estudio/Working Paper 1999/136. Madrid. Fundación Juan March.

AUYERO, Javier, 2001. La política de los pobres. Las prácticas clientelares del peronismo. Edi-ciones Manantial. Buenos Aires.

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