Jambeli 1865

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2014 Luis PACHECO Manya Ex Suboficial Primero Armada del Ecuador 01/01/2014 Jambelí, 26 de Junio de 1865

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Combate Naval desarrollado en el área de Jambelí, el día 26-JUN-1865, entre las fuerzas del Gobierno de Gabriel García Moreno en contra de los Generales: José María Urvina y Francisco Robles, ex Presidentes de la República del Ecuador, por hacerse del Poder Supremo de la Nación.

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Luis PACHECO Manya

Ex Suboficial Primero

Armada del Ecuador

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“El mar es un reto y una esperanza. Un reto para quienes buscan superación; esperanza para quienes ansían una vida

mejor para su patria. Es reto para el presente y una esperanza en el futuro. Un reto para dominarlo con ciencia y valor; una

esperanza porque el mar es sustento y desarrollo de los pueblos.- (VALM. Raúl SORROSA Encalada, 1979)

INTRODUCCIÓN

El Ecuador a raíz del triunfo militar del Alto Cenepa, en 1995, tenía la imagen de un país renovado y sólidamente unido. El protagonista de esta nueva imagen fue el Poder Militar en base a su profesionalismo y patriotismo sin límites que le permitió definir y mantener los objetivos nacionales. Sin embargo y aunque pudiese parecer destinada a satisfacer un simple juego retórico, la pregunta más acuciante del Ecuador actual es hasta dónde puede llegar la crisis institucional, cuánto durará y sobre todo en dónde están las reservas morales y sociales que preserven del caos a un país que se ha acostumbrado a vivir, cada vez con más frecuencia, las secuelas de la intolerancia política, la indolencia social y la inequidad económica.

La historia reciente es pródiga en ejemplos en los que se han desbordado los límites institucionales. Las mediaciones políticas y sociales parecerían no funcionar, los líderes oportunistas, que buscan perennizarse en sus cargos públicos, que manejan el país a través de dádivas y subsidios, la corrupción galopante; pero sobre todo, la desinstitucionalización de las Fuerza Armadas, otrora “columna vertebral” del País, así como de la Policía Nacional, avizoran un Ecuador sin futuro.

El vértigo de los sucesos tiene paralelo con la confusión institucional que reina en el país desde hace varios años. El Ecuador debe tomar conciencia de que uno de sus principales problemas radica en qué hacer con un sistema político tramposo, en el que tampoco la sociedad civil asume sus tareas, no exige las suyas a los dirigentes políticos y no llena el vacío que ha obligado a las Fuerzas Armadas, ocasionalmente a tomar un papel deliberante a despecho de la urgente redefinición de sus tareas.

Los miembros de la Marina de Guerra del Ecuador, estamos convencidos que la nuestra no es solo una profesión, creemos, que es mucho más que aquello, que es casi una religión rica en: dogmas, mística, profundas convicciones éticas y morales; y sostenemos que allí radica la solidez valórica de la Institución a la que consideramos uno de los sustentos de la Patria, una organización dinámica, permanentemente preocupada y participativa en la vida nacional

Cuando se trata de temas a favor de la Patria, cuando abordamos temas referentes al desarrollo, ponemos la mirada en el futuro, nos proyectamos sin mezquinos intereses cortoplacistas al mañana, no pensamos en nosotros y las generaciones que nos acompañan sino en las venidera. En aquellas que recién han nacido o están por nacer.

Sin embargo, ahora que estamos en el Servicio Pasivo, tampoco intentamos olvidar o borrar el pasado, no pretendemos juzgar a los protagonistas de la historia, con la visión actual, sino recoger los hechos y exponerlos a la luz de los amables lectores, que sean ustedes, los jueces imparciales de estos acontecimientos.

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Las luchas políticas intestinas han llenado de sangre y luto a las familias ecuatorianas, siempre o casi siempre ha buscado inmiscuir en estas confrontaciones a las Fuerzas Armadas, en el caso analizado en este trabajo, específicamente a la incipiente Marina de Guerra, en la lucha fratricida protagonizada por el Presidente Gabriel García Moreno, por el un lado; y, por el otro, los Generales: José María Urvina y Francisco Robles, que buscaban hacerse con el poder político. Confrontación que tuvo su escenario en el área de Jambelí, allá por el fatídico año 1865. Como podrá apreciar el amable lector, desde los albores de la República, la Marina de Guerra del Ecuador, siempre se ha mantenido cumpliendo su misión constitucional, defender la soberanía marítima y la integridad territorial del Estado; así como contribuir al desarrollo social y económico de la nación, en el campo marítimo, sin descuidar las tareas de defensa interna del país, misiones arduas, cumplidas silenciosamente por todos los miembros de esta noble Institución, convencidos de la satisfacción que nos embarga el deber cumplido.

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“Los muchos años de servicio proporcionan esa afectada indiferencia que tiene por objeto mostrar a los subalternos el desprecio al peligro, el desprecio a los hombres, el desprecio a la vida, el desprecio a la muerte y el desprecio a sí mismo, aún cuando debajo de esa dura envoltura se halle siempre una profunda sensibilidad. La dureza del hombre de guerra es como una máscara de hierro sobre un rostro noble, como una mazmorra de piedra que encierra a un prisionero real”.- Graandeur y servitude militaires, Alfredo de Vigny.

Espero, esta vez, poder exponer con claridad y dejar aclarada la duda y cierta confusión que genero el artículo publicado en el año 2002, “Génesis de la Armada del Ecuador”, publicado por el suscrito en la Revista de Fuerzas Armadas y también en la página web www.militar.org, en el año citado anteriormente. Es mi obligación realizar una ampliación de la información referente a la fecha del “Combate Naval de Jambelí de 1865”. Actualmente, la información anterior, se encuentra en la siguiente dirección: www.foroplus. net/web/colabora.htm, ya que la www.militar.org con sede en España, ha vendido sus derechos. La epopeya del 25 de Julio de 1941, de la que forma parte una pléyade de marinos, como el Comandante Rafael Morán Valverde, Alférez de Fragata Víctor Naranjo Fiallo y las heroicas tripulaciones del “Cañonero Calderón” y del Aviso “Atahualpa”, ejemplos de valor de nuestra Armada del Ecuador, nada tiene que ver con aquel Combate Naval de 1865, suscitado como producto de la lucha política interna por alcanzar el poder político de la naciente República y efectuado, coincidencialmente en el área de Jambelí. Este, tema apasionante, ya que se refiere al polémico Presidente Gabriel García Moreno, un dictador, un tirano y un déspota para unos; y, un santo para otros, principalmente para

el clero en general, y para los conservadores en particular. En este acontecimiento infausto fueron protagonistas principales dos ex Presidentes: Urvina y Robles; el primero, formado en la Primera Escuela Náutica de Guayaquil y que por no existir el grado de General en la Marina, se vio obligado por las circunstancias a formar parte de nuestro Ejército Nacional. Junto al General Francisco Robles fueron conocidos como “los hermanos siameses”. Aquél día lunes 26 de junio de 1865, se efectuó este combate intestino y doloroso para los ecuatorianos, pues todo enfrentamiento armado entre hermanos y compatriotas, deja una estela de dolor, mucho sufrimiento y eterno rencor.

Estas son las causas, por las cuales, me he permitido ampliar este doloroso capítulo, recogiendo información a lo largo de los años de un trajinar intenso en la Armada Nacional me ha permitido realizar un análisis pormenorizado del tema; y, también de cierta información inédita recogida por el señor Roberto Andrade, durante el siglo XIX. Como es costumbre en estos casos, se mantiene la ortografía original.

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Temario a ser analizado: 1. Conducta de García Moreno en la elección de otro Presidente

2. Candidatos del Gobierno y del pueblo

3. “El Centinela”, periódico de Cuenca

4. Nueva invasión de los emigrados, y proeza de José Marcos y compañeros, el 31

de Mayo en el río Guayas

5. Actividad de García Moreno

6. Nuevas conjuraciones contra su vida

7. Asalto en Jambelí y horrorosos degüellos subsiguientes

8. Fusilamiento del doctor Viola

9. Proclama y oficios del tirano

10. Nuevos fusilamientos y persecuciones

11. Fiestas religiosas y conducta de García Moreno con los Obispos y Delegado

Apostólico

12. Capítulos del Mensaje al Congreso

13. El Dr. Nicolás Espinosa

14. Acusación del Dr. José Gabriel Moncayo.

15. Duelo entre Gabriel García Moreno y el General José María Urvina

16. Panorama histórico de Gabriel García Moreno.

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1.- Conducta de García Moreno en la elección de otro Presidente

Era ya época de tratar de elecciones, debían éstas verificarse en Mayo de 1865, y la transmisión del Gobierno, en Agosto del mismo año. No había sino un elector en toda la República, y éste era Gabriel García Moreno, quien, si no continuo en la Presidencia, no fue por que la Constitución se lo prohibía, pues ya se ha podido ver que esta prohibición no le importaba, más aún porque tenía muy crecido que á los ecuatorianos les podía engañar de cualquier modo, con aparentar, sumisión a la ley, por ejemplo, en los casos que esta sumisión era conveniente á sus pasiones. En el seno del Ecuador había entonces varios hombres doctos; de gabinete, pero no de espada; de fondo, pero no de mundo; venerables, si se les trataba en su bufete, pero incapaces de cambiar su vida sedentaria con la intempestuosa de las lides y el Poder. Uno de éstos le convenía a García Moreno, porque no se resistiría a sus caprichos, se dejaría imponer fácilmente en sus lances que requerían ánimo y trabajo, la actividad de los caracteres educados en la lucha. Eso de que el Presidente interviniera en las elecciones del que iba á sucederle, con toda autoridad, como el Comandante que manda un batallón, aun que las leyes lo prohíban y lo prohíbe también la moral republicana, no era raro en aquella época de escapularios y arroyos de sangre; se había realizado antes y se realizará hasta que el Ecuador se civilice. 2.- Candidatos del Gobierno y del pueblo

Los Presidentes son más ó menos cínicos; no hay más, algunos, por ventura, obran persuadidos de que así propenden al bien de la República; pero generalmente salen engañados, y siempre caen sobre ellos la opinión de sus contemporáneos y la historia. Vacilaba el tirano entre don Gerónimo Carrión y don Benigno Malo, el primero lojano, Vicepresidente en el Gobierno de Robles y miembro del Triunvirato subsiguiente, y el segundo cuencano, entonces Gobernador del Azuay, hombre de talento, pero no independiente. Quién sabe por qué causa, en un mes cambió de opinión y se decidió por el guayaquileño José María Caamaño, á quien tributó elogios desmedidos, como el de que “no se había avergonzado de sus deberes de cristiano, que hombre de actividad y energía, inconciliable con los malvados. (1) El partido liberal pacífico, el que ya desconfiaba de las armas, temía las conspiraciones y prefería libertarse con la observancia de la ley, propuso la candidatura de Pedro Carbo, al principio, y éste vino á caer desde luego debajo de la visual del tirano, quien empezó á cubrir de improperios. “Hé allí la nulidad en dos tomos”, dijo una vez, al ver pasar á Carbo en compañía del doctor Javier Endara, á quien ya había atormentado en la barra de grillos; entonces no consideró nulidad a este tomo. “Como Carbo (2) es inaceptable por sus ideas irreligiosas y lugareñas, y sobre todo por haber permitido que los autores de la última tentativa revolucionaria tomasen su nombre, he aceptado la candidatura del señor José María Caamaño”, dice García Moreno en la carta aludida. Carbo vió que era imposible el triunfo de su candidatura y se retiro con tiempo. Entonces los liberales que confiaban en la ley, le propusieron sostener la candidatura de don Manuel Gómez de la Torre persona de suposición de Quito ya enemigo de García Moreno como lo hemos visto desde que conspiró contra él. Consumada la derrota de Tulcán. Pareció que despertaba la Patria al nombre de este nuevo candidato, el que se popularizó en corto tiempo. (1).- Carta de García Moreno al Dr. Borrero (23 de Abril 1864), citada por el último (página No. 236 de su obra). (2).- No sabemos por qué razón, el Sr. Borrero oculta en este lugar el nombre de Pedro Carbo.

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3.- El Centinela, periódico de Cuenca

“El Centinela”, periódico de Cuenca, adquirió entonces fama, porque con entereza y franqueza defendía a Gómez de la Torre. García Moreno montó en ira; no era hombre que se dejaría vencer en elecciones. Disolvió con violencia la “Sociedad Republicana”, fundada en Quito por partidarios de Gómez de la Torre, enmordazó las imprentas liberales y atropelló á varios ciudadanos en provincias, cantones y parroquias. Caamaño entonces rehusó a ser candidato: “No quiero que mi candidatura, dijo, sea impuesta por la coacción y la violencia”. García Moreno expuso inmediatamente, en una circular firmada en Quito el 28 de Febrero, entre otras disculpas, la siguiente: “La candidatura del señor José maría Caamaño fue presentada por mi y aceptada por la mayoría de la República en el concepto de que él contribuía al bien y no a la runa del país. Por desgracia estamos engañados, y la Providencia nos ha favorecido permitiendo que el mismo señor Caamaño se haya encargado de desengañarnos. Ud. no ignora que en la capital se formó un Club sedicioso, en el cual figuraban los ecos de la infame revolución de Junio pasado; y que el Gobierno prohibió su reunión, como contraria al orden público, dejando á sus miembros en plena libertad de sufragar por quien quieran. Esta medida aconsejada por las exigencias del orden, es conforme con la Constitución y las leyes, pues como en ellas se encuentra reconocido el derecho de formar clubs, el Gobierno tiene completa libertad de acción para tolerarlos ó prohibirlos, según lo considere conveniente. Y sin embargo el señor Caamaño ha reprobado esta medida legal y necesaria, dándole el colorido que no tiene, y deja, por consiguiente, conocer cuál sería su políticas, si mandase, y cuáles las consecuencias de ella. No permita el cielo que contribuyamos á establecer una administración débil y ciega, que dejara sin freno las pasiones anárquicas y entregase el país en manos rapaces y envilecidas de que se libertó á costa de tantos sacrificios. No permita el cielo que influyamos en que el señor Caamaño sea elegido” (3).

Desde entonces volvió á patrocinar la candidatura de don Gerónimo Carrión, y al señor Gómez de la Torre lo combatió como él solía combatir, sin tregua, sin consideración ninguna, con la calumnia, la intriga y poniendo en juego todos los recursos del poder. “He sido compañero de otro (de Gómez de la Torre) en el Gobierno Provisorio, dice en la circular citada, y puedo asegurar por mi honor que el señor Gómez no tiene ninguna de las prendas que forman al verdadero hombre de Estado”. “El Centinela” le contestó en términos severos: “La desconsoladora situación del país, el triste concepto que la opinión ilustrada de dentro y fuera de la República ha formado de la presente Administración, y su indigna conducta en la lucha electoral, que hoy nos ocupa, están

probando elocuentemente que no es el señor García Moreno quien puede conceder ni negar á ningún ecuatoriano las prebendas que forman el verdadero hombre de Estado… Pero quién le ha dado al Presidente del Ecuador el derecho de hacer y deshacer Presidentes, de formar en un instante profundos estadistas, de decir “hágase la luz” para que la luz quede hecha?... (3).- Borrero. Obra citada, Capítulo XXXI, Pág. 239.

Gerónimo Carrión

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Nuestros primeros hombres públicos, los mejores y más leales servidores de la Patria han quedado reducidos á vil escoria, bajo el soplo devastador del señor García Moreno, y llevan en su frente la marca de una oprobiosa ineptitud, al paso que, conspicuas nulidades, hombres sin pasado ni porvenir, son colocados en el pináculo de la gloria política y literaria del país. (4)

En Quito ultrajó a dos Ministros del Tribunal de Cuentas y les obligó á renunciar sus destinos; hizo lo propio con el Juez de Letras y el Agente Fiscal, á quienes se les redujo a prisión y se les amenazó de destierro, enmordazó, en fin, todas las imprentas liberales. En Guayaquil hostilizaba a don Pedro Carbo, á don José Domingo Elizalde Vera, á don Carlos Antonio Andrade, y no consentía que se fundasen sociedades patrióticas.

Don Pedro Carbo que no era de borrascas, pero se vio en la necesidad de buscar asilo en el Perú. El señor Elizalde Vera, Concejero Municipal, había pronunciado un discurso relativo á obras públicas, no muy favorable al tirano, quien llegó á tener el conocimiento; con arrogancia mandó á pedir el archivo del Concejo, ordenó la prisión del señor Elizalde Vera y lo condenó á ser expulsado á las selvas del Napo. También fue preso el doctor Carlos Antonio Andrade, Rector del Colegio “San Vicente”, y amigo y confidente de Elizalde Vera. Ambos fueron puestos en libertad, por dicha, merced á la mediación de amigos; pero el señor Elizalde Vera fue confinado á una hacienda. (5) En Riobamba un Gobernador llamado León cometía varios

abusos. En Cuenca fué depuesto el señor Juan Bautista Vásquez de la Jefatura Política, así como varios Tenientes Parroquiales, y aprehendido hasta un tipógrafo que imprimía “El Centinela”. Ya se sabe que este periódico había llegado á hablarle desde lo alto: “Después de los asesinatos de Maldonado y Campoverde, dice, debían venir naturalmente el desconocimiento de la soberanía popular, la violación de la libertad electoral, el ataque a la libertad de imprenta, el atropello de la libertad y seguridad individual, en una palabra, el entronizamiento de la dictadura. Maldonado y Campoverde fueron víctimas sacrificadas para salvar la Patria, según la expresión del dictador: los derechos más sagrados de los ecuatorianos los han sido también para salvar la dictadura. Ayer se decía francamente que la Constitución de la República era una traba, una ligadura que el Gobierno debía romper si quería salvarse y salvar al país de la anarquía y la demagogia. Hoy esta Constitución ha reaparecido como por encanto, ha resucitado de entre los muertos, pero ha reaparecido como la túnica ensangrentada de César, para ofrecernos á la vista el espectáculo de ese crimen que la historia de todos los tiempos y la sanción de todos los pueblos han condenado sin misericordia: la tiranía. (6) Al fin de impacientó el tirano y mandó llevar á Quito á los Redactores del Periódico, los señores Juan Bautista Vásquez, Antonio y Ramón Borrero y Rafael Arízaga, personas de peso en Cuenca, y varios de ellos Magistrados. El señor Mantilla, Gobernador, no obedeció la orden, porque algunos d los indicados eran sus parientes, y por esto fué depuesto de la Gobernación. En Imbabura los escándalos fueron en más número, porque en dicha provincia el Sr. Gómez de la Torre era más popular. (4).- “El Centinela”, citado por Borrero. Págs. 246 y 250. (5).- Relación del señor Elizalde Vera al autor. Véase también Borrero, capítulo citado. (6).- “El Centinela” I b.

Pedro Carbo

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Triunfo, pues, García Moreno en las elecciones de Mayo: su candidatura obtuvo 14.000 votos, en contra de 8.000 mil obtenidos por el partido Liberal. Ya es una verdad comprobada: persecuciones y torturas, cadalso y exterminios sistemáticos, no sirven sino para preparar nuevas escenas sangrientas, no son obras sino de criminales instintivos, de aquellos que ven el fin de la historia en el fin de sus propias existencias. Siempre odio inextinguible, despiertan la compasión de indiferentes, robustecen á la parcialidad perseguida, perpetuándola en la historia, á causa de sus sacrificios y esfuerzos, y al fin viene á resultar que ella triunfa, y ¡ay! del atormentador, aun que no sobreviva á esta victoria. Afortunado ha sido García Moreno, gracias solamente á haber apelado al catolicismo, á haber sido católica su patria, y á no hallarse inmediata á las Naciones vigorosas y avanzadas. Los patriotas de energía y combate quizás cayeron también en el yerro de confiar en el triunfo eleccionario. ¿Triunfar sobre tan terrible cínico? ¿Y hay ejemplo de que la oposición haya triunfado en elecciones? Se acostumbra de tal manera el pueblo á corruptelas, aún á delitos y crímenes, que el ejercicio de la justicia viene á parecer tontería: en la actualidad se burlan del Presidente que les da libertad eleccionaria. 4.- Nueva invasión de los emigrados, y proeza del Comandante José Marcos y compañeros, el 31 de Mayo en el río Guayas

Los patriotas de energía debieron hallarse “ojo avizor”, al menos los

indudablemente intrépidos, porque, concluida la farsa eleccionaria, retumbó en Guayaquil un hecho de hombres valerosos. Había en dicho puerto un joven de familia distinguida, de nombre José Marcos, Comandante de la Marina de Guerra. Tenía muchos amigos, y no le fué difícil organizar una empresa bien arriesgada. Comprometió al señor

Francisco M. Game, (7) Capitán del vaporcito fluvial “Washington”, y unido con D. Juan Heredia, D. Eduardo Hidalgo y 30 jóvenes valerosos del Guayas, el 31 de mayo de 1865, embarcóse en el dicho vapor, y en altas horas de la noche embistió al abordaje al buquecito del Gobierno “Guayas”, ex “Clorinda María, adquirido en 1858, surto frente á Guayaquil. (7).- Padre del entonces Ministro de Hacienda, 1904.

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Jefe de este último era el Comandante Matos, quien murió valientemente en la refriega. La tripulación del “Guayas” se unió con la del “Washington”, y ambos buques, al mando de Marcos, tomaron rumbo á las costas del Perú, para ponerse á las órdenes de Urvina. Esperábamos a este General con el vapor “Bernardino”, mandado por el Coronel José María Vallejo, militar de los tiempos de Bolívar, y con la goletita “La Luz”, al mando del Comandante Antonio Suárez. Formada con estas naves la flota, vino inmediatamente en son de guerra, y se detuvo cerca de Guayaquil, en los sitios llamados Punta Gorda y Canta Gallo. El Coronel Rafael Real se hallaba en Taura, y se incorporó á los expedicionarios con un grupo pequeño de patriotas. Algunos días permaneció la flotilla en Punta Gorda, en expectativas de que Guayaquil se levantara; pero como

esto no sucedió, hubo de regresar a Jambelí, en el Golfo, y distante de Guayaquil cosa de 140 kilómetros. 5.- Actividades de García Moreno

García Moreno se hallaba en una hacienda de Chillo, á inmediaciones de Quito, cuando le llegó la noticia de la captura del “Guayas”. Partió inmediatamente, no se demoró en Quito sino para declarar en un Decreto: Salteadores, detentadores, piratas

fuera de la ley a los que abordaron al “Guayas” (8), y continúo rápidamente á Guayaquil. Escapó de ser atacado al paso, en Ambato: hallábase confinado allí Miguel Lazo, y él y un señor Robles, guayaquileño, de acuerdo con el patriota Isaac Viteri, comprometieron á varios jóvenes, entre los cuales se hallaban los Borjas, quienes se armaron sigilosamente y se dirigieron á la casa donde el tirano acababa de alojarse. “Los jóvenes guardaron secreto hasta la muerte del tirano y sólo lo revelaron más tarde a sus íntimos amigos, dice don Pedro Moncayo. “En presencia del tirano desalentaron y volvieron con los revólveres cargados, agrega. No eran asesinos, y en esa lucha con la tiranía creían desempeñar un papel tan glorioso como el de Bruto. Habían leído a Plutarco y se habían

apasionado del patriotismo de ese romano que ha dejado su nombre á la posteridad como un símbolo de honor y gloria” (9). (8).- Decreto del 6 de Junio. (9).- “El Ecuador. Cap. LXXVI.

José María Vallejo

García Moreno con uniforme militar que no le corresponde, pues era civil.

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6.- Nuevas conjuraciones contra la vida de García Moreno

En Guaranda fracasó igualmente otra conjuración improvisada: acaudillaba el patriota don Camilo Montenegro, persona de viso en su provincia. El ataque debía efectuarse en las afueras del lugar; pero sucedió que los conjurados se equivocaron en la hora. (10) Continuó García Moreno y llegó á Guayaquil el 11 de Junio. En el acto empezó á disponer la defensa con actividad vertiginosa; pero no llegaría á tener confianza en ella. El 18 (de Junio) fondeó la fragata de guerra española “Blanca”, cuyo Almirante era don Juan Bautista Topete, quien se puso de acuerdo con el cónsul de España, señor Herreros de Tejada, ambos vieron con indiferencia el decreto en que el tirano declaraba piratas á los expedicionarios liberales. El 19 de Junio, llegó al puerto el vapor mercante “Talca”, de propiedad de comerciantes ingleses, y al momento García Moreno se propuso adquirirlo por todos los medios posibles. Mr. Harman era agente y también cónsul inglés, y se comprometió á fletar la nave por una cantidad moderada. Una Caja Fuerte (11) había intervenido muy en secreto. Harman dijo que ya no fletaba, sino que vendía el vapor, y que su precio era de 50.000 libras esterlinas.

Después de varios regateos, se convino que 20.000 serían entregadas al contado, y el resto cuando el Agente General aprobara la venta; si la desaprobaba, las 20 mil libras eran el precio del flete. Convenidos ya comprador y vendedor, con la más grande actividad empezó á armarse la nave; pero hé ahí que el Capitán de ella interviene y dice que él únicamente es responsable del vapor, y que, por consiguiente, no ha podido venderle agente ni cónsul; arma a los Marineros, expulsa a los militares ecuatorianos que trabajaban en armar el buque, arroja el pabellón nacional, ya izado en él, pide protección a la “Blanca”, cuyo Comandante se comprometió á impedir á balazos la salida del “Talca”, alegando que este buque es de una nación amiga. García Moreno entonces comprometió en secreto á Mr. Chambers, Capitán del “Talca”, en público alegó el derecho de angaria, y se apoderó definitivamente de la nave. Surgieron otros obstáculos; ya contratados maquinistas, exigieron precio excesivo, el cual fué indispensable pagarles. (12) Otros, ingleses también, dañaron la máquina; pero García Moreno les mandó tomar presos y les obligó á componerla. Preciso le fué comprometer el crédito del Estado para tanta inversión de dinero, pero el buque estuvo listo el 25 de Junio. Nunca fué más notable la actividad y energía del tirano. (10).- Esta relación la debe el señor Roberto Andrade al mismo señor Montenegro. (11).- Así la llama “El Correo del Ecuador”, Quito á 10 de Julio de 1965, periódico del cual he tomado esta narración. Siento mucho no saber quiénes fueron aquellos comerciantes patriotas. El periódico defendía al Gobierno. (12).- “Ya colocados cinco cañones grandes y buenos enganchados algunos Marineros americanos, se necesitaban maquinistas; se vieron dos, y éstos pidieron cinco mil pesos: se les contrató en esto, á las dos horas quisieron ocho mil pesos, y que fuese en dinero, depositándolo en poder del señor Harman. Convino el señor García y mandó embarcar la tropa, pensando salir a las nueve del día de ayer. Pues no se pudo, porque los dichos maquinistas se escondieron y no asomaron sino á las cinco de la tarde, diciendo que no podían irse si no se les daba veinte mil pesos. Como eran necesarios, se convino en darles lo que pedían, depositándole donde Harman. A más de esto ha habido que darles diez mil pesos a Ly (¤), cinco mil á otro. Y sabe Ud., amigo mío, quien era la causa de todo esto? Una caja fuerte que movía todos los resortes á efectos de embarazar la expedición. “El Correo del Ecuador”, Quito, 10 de Julio de 1865.- Correspondencia de Guayaquil de Junio 26.- Por ahí puede conjeturarse cuánto dinero hubo de gastar García Moreno para salir de Guayaquil. (¤) Este era Mr. Lee, inglés que desde entonces residió en Guayaquil.

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El Dr. Santiago Viola, á quien ya conocemos por los ultrajes de que fué victima en Quito en 1861, hallábase en Guayaquil, donde ejercía la profesión de abogado; y meses antes había salvado del patíbulo á Claudio Espinal, negro anónimo, asesino y salteador de caminos. La gratitud ligó á éste con el Dr. Viola. Cuando apareció el General Urvina en nuestras costas, Viola se puso en comunicación con él y le informaba de cuanto ocurría en Guayaquil. Claudio Espinal era el mensajero. Una ó dos veces había llevado y traído cartas, antes de que García Moreno llegase de Quito. Ya el tirano en Guayaquil, y sabedor Viola de que se alistaba el “Talca”, envió otra vez á Espinal; pero entonces acaeció lo que era de esperarse de un hombre semejante: Salió Espinal de la casa de Viola, y en vez de embarcarse acto continuo, fué a la de García Moreno y puso en manos de éste la correspondencia. La suerte contribuyó á la nueva victoria del tirano. Leyó las cartas, forjó otras, y con ellas envió á Espinal á Jambelí (13) Es de suponerse que en la correspondencia forjada se tranquilizaba á Urvina, y que, en vista de ella, este General verificó lo que vamos á ver. 7.- Asalto en Jambelí y horrorosos degüellos subsiguientes

Casi toda la fuerza liberal, excepto algunas partidas vagaban por la actual provincia de El Oro, hallábase reunida á bordo de la flotilla fondeada en Jambelí. Santa Rosa estaba guarnecida por fuerzas del Gobierno, mandadas por los Coroneles Celestino Lara y Pacífico Aguirre. Tranquilizado probablemente Urvina con la llegada de Espinal, se resolvió á dividir sus fuerzas, por no dejar enemigo á retaguardia. Trasbordó parte de la tropa al “Washington”, mandado por el Comandante Juan Heredia y su segundo Francisco M. Game, dejó el menor número en los demás buquecitos, y en el “Washington” partió á Zarumilla. En este punto saltó á tierra y siguió al Papayal, donde se encontró con el Coronel José M. Irigoyen, quien, con treinta hombres, marchaba á incorporarse. Allí se dividió la fuerza en dos columnas: una al mando del Coronel José M. Cornejo, del Coronel José Sotomayor y Nadal y del Comandante Antonio Suárez; y otra, al del Comandante Lautaro Lamota y de don Luis Molina. Muchos Jefes y oficiales como los Coroneles Juan Antonio Robinsón, Pedro Campuzano, Pedro Jaramillo, Ramón Cornejo, los Comandantes Gregorio Rodríguez, Rafael Real, Pablo Chica Cortázar, Julio Lavayen, Pedro Ruiz, José Villao, el Dr. Francisco Rivera Cortázar y varios Capitanes, Tenientes y Subtenientes, quedaron sin colocación, por escases de tropa y marcharon armados de fusiles. También se organizó un piquete de caballería, cuyos Jefes fueron el Comandante J. M. Campuzano y el Capitán Zuñiga. El 24 llegaron á afueras de Santa Rosa. El General Urvina mandó de parlamentario al Coronel Lavayen, quien fué recibido a balazos. Entonces Urvina dispuso el ataque. Las fuerzas de García Moreno constaban de 300 soldados; las de los patriotas no llegaban a 200. Antes de avistarse las dos tropas, porque entre ellas había una colina, dispararon dos balazos de sitio enemigo y uno de ellos mató al Capitán Vicente Franco, joven edecán de Urvina y que avanzaba junto á éste. (13).- Del crimen del negro Espinal se habló mucho entonces; pero no se publicó por la imprenta. Los viejos con quienes ha conversado Roberto Andrade, lo recuerdan. Me narró por primera vez en Guayaquil un anciano de Tenguel, testigo ocular del degüello de Jambelí, y la narración ha sido confirmada por varias personas muy serias. Don Roberto Cucalón, ex Gobernador del Guayas, ex Ministro del Tribunal de Cuentas, me dijo que Espinal, días después de Jambelí, había muerto de improviso en las calles. La intervención de este negro explica la idea de Urvina cuando dejó casi aislada la flotilla surta en Jambelí; de otro modo habría cometido Urvina un disparate.

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La tropa liberal embistió entonces furiosamente por dos sitios: duró el combate una hora, y la victoria vino á lisonjear al partido liberal. Se distinguieron, entre éstos, los Jefes Lamota, Cornejo, Cortés y Jaramillo, y los tres últimos salieron heridos. Cirujano de los liberales era el benemérito Dr. Carlos Auz, quien ya muchas persecuciones del tirano había soportado en su patria, á pesar de sus condiciones como médico y de su corazón generoso y compasivo. Los muertos no pasaron de doce. En la tropa vencida hubo también varios muertos y prisioneros, y uno de estos últimos fué el Comandante Ramón Quiroz, á quien habían herido en el brazo. En Santa Rosa se incorporó el General Guillermo Franco, y al siguiente del combate marchó con 100 hombres sobre Machala, población defendida por el Coronel Melitón Vera. Urvina se embarcó en chatas y canoas con el resto de la tropa, cosa de 90 hombres, y bajó por el río Santa Rosa, con el objeto de reforzar la escuadrilla y ver sin con ella podía proteger la entrada de Franco en Machala. En las chatas oyeron cañonazos: era el asalto que se estaba efectuando en Jambelí. Convencido ya García Moreno en Guayaquil de que Urvina había dividido sus fuerzas y dejado desguarnecida la flotilla en Jambelí, dio la orden a sus soldados de partir el 25 en la tarde. Aquel día fué a misa, se confesó y comulgó, según lo refiere el mismo periódico oficial. La víspera dió la siguiente proclama á sus soldados: “¡Defensores de la Patria! Los piratas que asaltaron al “Washington” y al “Guayas” y asesinaron cobardemente al leal Comandante Marcos, se creían seguros de impunidad, porque nos creían sin embarcaciones para arrojarlos fuera de nuestras aguas, y esperaban seguir insultándonos y atacando la propiedad, para vivir del robo y la ruina del pueblo. Esas criminales esperanzas están desvanecidas. Tenemos ya los buques necesarios, contamos con la protección de Dios, perseguidor del crimen y vengador de la justicia; y muy pronto el castigo ejemplar de los piratas dejará tranquilo á los hombres de bien.- ¡Marinos Soldados! Voy á tener la honra de acompañaros para ser testigo de vuestro valor y vuestra disciplina, y para recompensarlos dignamente. La intrepidez y pericia de nuestros jefes y oficiales, y de vuestro denuedo conocido, nada me dejarán que hacer. Lo único que sentiréis es que tenéis que combatir contra enemigos indignos de vosotros, contra viles piratas y cobardes asesinos, contra lo más abyecto e infame. Pero la Patria os impone este sacrificio, y en sus aras no hay ningún superior á vuestro esfuerzo y á vuestra resolución. Marchemos, pues, y cumplamos todos con nuestro deber.- Guayaquil, Junio 24 de 1865.- Gabriel García Moreno.

Dos buques componían la flotilla de García Moreno, el vapor inglés “Talca” y el “Smirk” Se embarcaron 250 hombres, entresacados de los batallones “Guayas” y “Babahoyo” y de un regimiento. Los comandaban los Coroneles Juan Manuel Úraga Lemus, José Martínez de Aparicio, Francisco J. Martínez; los Comandantes José María Quiroz, Manuel Sixto Arévalo, Marcelino Maridueña, José Gutiérrez, Valdomero Haz, Santiago Pazos, Guillermo Pareja, José Murgueitio, Juan León Arcia; los Capitanes Darío Capelo, Antonio José de Sucre, Francisco Macini, Pedro Moncada, Estanislao Andrango, Modesto Álvarez, José Mercedes Brito, Joaquín Pastor, Francisco Parreño y otros muchos Tenientes, Subtenientes y Alféreces. El Comandante en Jefe era García Moreno en persona. Partieron el domingo 25 de Junio, á las 7 p.m., navegaron

toda la noche por el río Guayas, y el 26 a las 7 a.m., llegaron a divisar el “Guayas” y el “Bernardino” fondeados tranquilamente en Jambelí.

Juan Manuel Úraga

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A bordo del “Bernardino”, ex “Nueva Granada” se encontraba el General Francisco Robles, ex Presidente de la República, y á bordo del “Guayas” el Comandante José Marcos y cosa de 35 hombres. Parece que en el “Bernardino” no había sino tripulación. Marcos divisó primero al “Talca”, y vió que traía bandera inglesa; días antes habían visto pasar; pero ¿cómo hubieran presumido que regresaría en contra de ellos? Cuando ya estuvo próximo, arrió el pabellón inglés y apareció el ecuatoriano. Entonces el General Robles quiso pasar al “Guayas” en un bote; pero ya no pudo hacerlo, porque la escala estaba arriba. Alcanzó a gritar á Marcos que incendiara el buque, pues la defensa era imposible, y se puso a salvo con la velocidad que le era permitida. El “Guayas” disparó el primer cañonazo; le

contestó el “Talca” con algunos, y uno de ellos perforó al “Guayas” á flor de agua. El buque empezó á inundarse y no podían ser defensa los disparos de un grupo de valientes. Marcos comprendió que el peligro era inminente, pues iba á ser abordado su buque, y precipitóse á la Santa Bárbara con una mecha encendida en la mano. La Santa Bárbara estaba ya inundada. Marcos volvió á la cubierta, y ya encontró en ella al enemigo, y á varios de sus compañeros degollados. Fue aprehendido al instante, así como uno de los sobrevivientes de los suyos, y acto continuo pasaron todos al “Talca” porque el “Guayas” estaba yéndose á pique. García Moreno mandó fusilar á Marcos al momento.- “Fusílame, dijo Marcos. Un patriota no puede pedir la vida á un asesino”. Unieron al heroísmo de Marcos con el no menos valiente Juan Bohorques, colocáronles á orillas del buque y de espaldas al mar, y dispararon: ambos cadáveres cayeron inmediatamente al agua y se perdieron. En seguida fueron apresados el “Bernardino”, que estaba indefenso y la goleta “La Luz” que solo cargaba combustible. Varios infelices que se hallaban en chatas y que habían ido á vender legumbres, fueron también aprehendidos. El “Smyrk” partió á Jelí en persecución del “Washington”, en el que se había embarcado Robles, quien le dio la noticia del desastre. A poco oyeron á corta distancia el ruido de un buque de vapor; no lo vieron porque la costa hacía una curva; minutos después apareció el “Smyrk”; como el “Washington” estaba ya acoderado á tierra, casi todos habían desembarcado, y el resto desembarcó en el acto, y todos penetraron al bosque; solo fueron aprehendidos soldados que se hallaban en las chatas. Volvió el “Smyrk” á Jambelí, llevando preso al “Washington” y de allí todas las naves tomaron rumbo á Guayaquil. Si el triunfo de García Moreno hubiera sido obra del valor, si hubiera sido alcanzado por el amor á la patria y la justicia, dicho triunfo no se habría manchado con las escenas sangrientas que siguieron. Hubo en el tirano gran actividad é incontrastable energía; lo demás no fue sino obra de la impiedad de la fortuna. ¿Heroísmo puede haber en atacar á un enemigo casi indefenso, cuando el asaltante ha conocido su debilidad de antemano? Que no hubo patriotismo ni justicia, le probarán los sucesos que vamos á narrar. Hubo venganza, eso sí; el odio de la bestia brava cuando intentan arrebatarle lo que come. La escuadrilla se detuvo en Puná; desembarcó allí el tirano, y buscó cómo descansar de sus fatigas. Pidió la lista de los presos, mándoles desembarcar uno á uno, y en el acto que desembarcaban eran fusilados. En Puná fusiló a 12, he aquí los nombres de 10: Comandante José María Robles, Buenaventura Vallejo, Joaquín Franco, José Acosta, José Leal, Nicanor Vásquez, Ambrosio Baquerizo, M. Palma, Manuel Vera y Cayetano Fuentes. Los dos restantes fueron los infelices bogas, de una de las chatas. Buenaventura

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Vallejo era hijo del Coronel José María Vallejo, también preso, y él fué llamado á ser fusilado en Puná. Era militar de la independencia, como antes dijimos, estaba herido y era cojo, razón por la que no había marchado á pelear en tierra en compañía de Urvina. Al oír su sentencia, dijo al vencedor en tono lastimero, pero firme: “Fusíleme, yo no le pido la vida, yo habría fusilado a Ud., si usted hubiera caído en mis manos. Pero aquí va un hijo mío, un muchacho de diez y siete años, ya ingeniero y útil al país, quien anda conmigo por ayudarme en mi cojera. Le suplico que le ponga en libertad; quiero que vaya á acompañar á su madre” “¡Saquen al hijo de Vallejo!”, ordenó el tirano. Sacaron al adolecente. “¡Fusílenlo!” volvió á ordenar. Y fusilaron al hijo, á pesar de las súplicas del padre y á su vista. Lo sorprendente es que haya habido ecuatorianos que ejecutasen tales órdenes, en vez de volver las armas y despedazar ese corazón de chacal. Regresaba ya al buque un hombre del pueblo, quien no era de los presos; reparó en él el tirano y exclamó: “éste va vestido con la ropa del Comandante Matos”.- “No sé qué ropa sea; la compré á un soldado”, contestó el infeliz.- “Este, sobre asesino, es ladrón, gritó García Moreno “¡Fusílenlo!”. Y el pobre hombre fué también fusilado. “Señor yo soy peruano y he venido á vender plátanos”, gritó otro sentenciado.- “Tiene razón; es menos culpable; que le den 200 palos y después lo ahorquen; y la orden fué cumplida. (14) Al arribo a Punta de Piedra, luego de haberse vivido aquellas horrorosas escenas, a las pocas horas, nuevamente ordenó el fusilamiento de trece personas más: hé aquí los nombres de nueve: 1. Darío Viteri, 2. Domingo A. Lamota, 3. Lorenzo Velanzátegui, 4. Rafael Vaca, 5. Eugenio Romero, 6. Carlos M. Franco, 7. Juan Mariscal, 8. Juan Mena; y, 9. El Coronel José María Vallejo. Los cuatro restantes fueron labriegos, cuyos nombres se ignoran. (15) Dio tiempo para que se destrozaran las entrañas de Vallejo con el recuerdo del sacrificio de su hijo. “La política de García Moreno fué de Dios, dice uno de los jesuitas á quienes antes hemos citado. García Moreno fué justo. García Moreno fué, entre todos los jefes de los pueblos, el hombre de Dios del siglo XIX y el fruto de bendición de la fecundidad santa de la iglesia católica”. (16) Recordamos que entre los tiranos de Roma, hubo uno que consumó un hecho semejante al consumado por el ecuatoriano. Máximo y Condino fueron víctimas de Cómodo, aunque con menos aparatos de crueldad. (14).- Estos últimos sucesos los he tomado del “Grito del Pueblo” periódico de Guayaquil de 1900. Vivian todavía muchos testigos presenciales (hasta inicios del siglo XX). (15).- Esta lista y la de los fusilados en Puná, las hemos tomado de las conservadas por los señores (ancianos) Manuel Ramírez y Santiago Castro, quienes fueron autoridades en Puná y Punta de Piedra cuando acaeció la matanza, sepultaron á los cadáveres, y en 1895 designaron para la exhumación las sepulturas (véase “La Nación” de Guayaquil, Diciembre 4 de 1895). Triunfante el Partido Liberal, fueron exhumados estos restos y trasladados al panteón de Guayaquil en medio de grandiosa ceremonia. (16).- El jesuita Manuel Proaño.- “Oración fúnebre”

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Merece narrarse la historia de Darío Viteri; era un joven de Ambato, cuya familia vino a distinguirse en el martirologio del Partido Liberal; era sobrino del General José María Urvina Viteri. Adolescente aún se había trasladado a Guayaquil, donde se consagró al comercio y se casó. Giraba ya con un capital no despreciable en 1861, cuando García Moreno, movido por ciertas sospechas ó denuncias, aprehendióles á él y á otros jóvenes, entre ellos á José Sotomayor y Nadal y á Mires, y los mandó a Quito con escolta. (17) Viteri había prometido á la señora su madre, residente en Ambato, ir por ella en aquellos días y llevarla á Guayaquil para que viviera con él y su esposa. La señora lo esperaba;

pero hé allí que llega un amigo y lo anuncia que Darío queda al centro de la escolta en las proximidades de Ambato. Acto continuo parte Juan Viteri, casi niño, al encuentro de su hermano. Vuelve después de algunas horas y conmueve á la familia con la noticia de que los presos pasan á Quito, que no entrarán á Ambato, sino que se irán por las afueras, pues la escolta recela que el pueblo la embista á mano armada. La señora madre entonces da un grito, echa á mano un manto y desaparece sin que nadie la vea. A pié anduvo aquella madre hasta que una persona compasiva le proporcionó caballo y compañía. Llegó á una casuca del camino, sabe que la escolta no ha pasado y la espera. A pocos instantes llega ésta, repara el hijo en la madre y se arroja en brazos de ella sollozando. Se desmayó la señora y Darío se esforzaba en vano por reanimarla. Pocas veces puede presenciarse escena más conmovedora. Empezaron á llegar grupos de gente curiosa, la que echaba miradas de odio á la escolta. Al oficial le entró temor y mandó continuar la marcha. Viteri fué arrancado de los brazos de su madre desmayada. En el camino le alcanzó Juan, quien desde entonces no se separó de su hermano. En Quito fueron sometidos los presos al tormento de la barra de grillos. Días permanecieron en ella, hasta que García Moreno volvió de Guayaquil. Aparentó no acordarse de los presos, á pesar de solicitudes de varios ciudadanos, y al fin murió uno de aquellos en la barra. El tirano dio orden de que no movieran de aquel sitio al cadáver “para que con su presencia se escarmentaran os bandidos”, decía él. Entró el Dr. Cayetano Uribe, médico llamado para recetar á uno de los presos, y presenció aquel cuadro horripilante ¡varios hombres vivos y uno muerto, colgados de la barra de grillos por la piernas! El Dr. Uribe de suposición y colombiano, y por su influencia se consiguió que sacaran el cadáver. El Dr. Uribe influyó también en que se trocara la prisión con el destierro, arguyendo que con el espectáculo de los presos, el cuartel podía sublevarse; y por fin dichos presos fueron enviados al Napo. En Papallacta fugaron varios de ellos, menos Viteri y algún otro por nobleza, y entonces el tirano ordenó que Viteri saliera á Ibarra, y que de esta ciudad fuera expulsado á Colombia. El Gobernador de Imbabura, Dr. Luciano Solano de la Sala, notable por su moderación y la bondad de su genio, ofició al Gobierno a favor de Viteri, fundándose en que no había fugado por su honorabilidad y confianza en su aprehensor, y en que, para el mayor enemigo, esta conducta tenía que ser recomendable. El tirano insistió en que Viteri saliera al destierro. Juan le acompañó hasta su arribo á Panamá. (17).- He aquí cómo se expresa Mr. Hassaurek respecto a la prisión de Viteri: “Una expresión indiscreta bastaba para la condenación del indiscreto. En 1861 un joven Viteri había tenido un bautizo en su casa; entre los convidados se hallaba un oficial en servicio, o sea, del partido del Presidente. Viteri, enardecido por el vino y el regocijo de la fiesta, señalaba las charreteras del oficial y le decía que ellas caerían pronto de sus hombros. Al día siguiente fue arrestado, se le mantuvo en prisión por algún tiempo, y al fin fué expulsado á los bosques del Napo, con violación directa de la Constitución, que expresamente prohibía tales expulsiones. “Four Years”, Chap. XII. Fourht Edición.- Cincinnati.- 1892.

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Como Juan no había salido expulsado, sino voluntariamente, acordaron en que este joven volviera á Guayaquil á dirigir los negocios de su hermano. No bien desembarcó, fué aprehendido, y se le expulsó violentamente al Perú. Darío partió también de Panamá á Lima, y ambos, llevaron allí una vida de proscritos, hasta que avino la invasión de 1865. Darío tomó las armas; Juan no lo pudo, porque le impidió una enfermedad. Darío, pues, fué llamado á morir en Punta de Piedra. “Si quiere Ud. salvar su alma, arrepiéntase de su crimen”, dijo García Moreno. Viteri era gallardo y de fisonomía distinguida. ¿Arrepentirme de mi crimen? ¿Y he de arrepentirme ahora cuando estoy presenciando las ferocidades de Ud.? Cuando iban á disparar sobre él, sacó siete águilas de oro y púsolas en las manos del mismo García Moreno, diciéndole: “sírvase entregar este dinero á mi madre en Ambato”. Fusiláronle. El tirano, delirante por no mostrar debilidad, pues veía las miradas de sus compañeros de armas, mandó manchar las monedas en la sangre de la víctima y guardólas. Así deben llegar a las manos de la madre de un bandido, dijo. Ocho meses después, la familia recibió el dinero en Ambato, no en oro ni en la suma completa, sino en billetes de banco y el valor correspondiente á cuatro águilas. (18) La esposa del joven Viteri.- Doña Francisca Barreiro, guayaquileña de buena posición, ofreció al tirano cuatro mil pesos por el cadáver de su esposo, pero aquél rechazó la propuesta, probablemente porque comprendió el sarcasmo (19). Los cadáveres quedaron insepultos, hasta que al día siguiente fueron sepultados, por compasión, por labriegos. Imitó hasta en esto á Rosas y á Francia, tiranos de Argentina y Paraguay (20). Hé aquí la más evidente prueba de que García Moreno estaba lejos de profesar la doctrina de Cristo. El Cristianismo tiende á salvar las almas, y para que se salven es indispensable atrición. ¿Podía suponerse atrición en quienes morían furiosos en vista de la impiedad de su verdugo? El imitador de Cristo era árbitro de tantos desgraciados, árbitro de sus vidas temporal y eterna. Prívales de la primera sin juicio, sin sentencia, sin necesidad de precaverse de riesgo, porque se hallaban presos, inofensivos, indefensos é inermes, y la paz ya no era amenazada en la República. Teníase por dueño de ellos, como un ganadero lo es del ganado. ¿Y cómo imitador de Cristo quiso también mandarlos al infierno, cuando fácilmente podía enviarlos al cielo, si les daba oportunidad para atrición y confesión? ¿Cristo no rogó al morir por aquellos que le ejecutaron en la cruz? Y en los atentados que narramos, obsérvanse refinamientos de crueldad, esmero en recrudecer el martirio; todos pedían ser fusilados de una vez; pero así no hubieran padecido unos, oyendo los disparos que inmolaban á los otros, la angustia de los infelices hubiera terminado en un momento; García Moreno, el hombre de Dios, no habría podido prolongar su deleite. Hombres de esta clase de deben gobernar á pueblos; el Magistrado es uno, así como el maestro de ellos; no debe enseñar á matar, pues así les enseña también á que le maten. (18).- Véase la siguiente carta “Señora Ángela Villacrés, viuda de Viteri.- Guayaquil, Febrero 14 de 1866.- Muy Señora Mía: Recién he conseguido recabar de la administración de correos los ciento veinte y tres pesos, equivalentes á las cuatro águilas de oro que, por encargo de su finado hijo Darío, remití á Ud. en el mes de Junio del año próximo pasado. Va la respectiva libranza de esta suma para que Ud. Se sirva recibirla de la Administración de Correos, y me abone el correspondiente recibo.- De Ud. afectísimo atento S. S. Q. B. S. M.- Rafael Arias”. Este Arias era Tesorero en Guayaquil, estuvo en el degüello de Jambelí, y quizá él recibió las monedas de manos del joven Viteri. A todos cuantos presenciaron la muerte de éste, les constó que había dejado siete águilas. La ratería fué monstruosa por la condición en que se hallaban los perjudicados. Arias fugó más tarde al Perú, como veremos adelante, con dinero del Erario.

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(19).- Estas noticias son del dominio público. Nosotros los hemos tomado de un relato que conserva la señorita Mercedes Viteri, quien vive todavía y es hermana de los patriotas difuntos. (Vivía hasta la segunda década del siglo XX). (20).- He aquí la relación de Mr. Hassaurek. Traducimos de esta obra todo cuanto se refiere á nuestro objeto, porque ella no ha sido hasta ahora traducido, y los ecuatorianos no la conocen, por lo mismo. “En 1865 acaeció otra tentativa del partido de Urvina para derribar á García Moreno. Cosa de treinta hombres resueltos se apoderaron del vapor fluvial “Washington” durante uno de sus viajes regulares de Bodegas á Guayaquil, llegaron á bordo de él á esta última ciudad y juntáronle costado al único buque del Gobierno, buque que estaba fondeado en la ría. El Capitán y la tripulación nada habían sospechado, y, por consiguiente, fueron tomados por sorpresa. El Capitán fué muerto y la tripulación dominada, y levantadas las anclas del buque, fué llevado a remolque por el otro. Hecho lo principal tan fácilmente, ambos buques navegaron río abajo, sin que las baterías de tierra pudiesen disparar ni un solo tiro. El golpe fue tan repentino y certero, que los revolucionarios hubieran podido levantarse con solo atacar inmediatamente á Guayaquil, plaza que no estaba bien guarnecida y que es la llave de la República en lo militar y en lo político. Desperdiciaron esta oportunidad yéndose afuera, y casi un mes emplearon inactivamente, voltigeando por la boca del río con la poca gente que tenían y esperando algún auxilio de los emigrados del Perú. (a).- García Moreno, entre tanto, cuya tremenda energía é intrépido valor admiraba á sus propios enemigos, (b) habían llegado repentinamente á Guayaquil, puesto la plaza en estado de defensa, e inmediatamente se propuso á tomar la ofensiva. A poder de grandes esfuerzos consiguió una buena suma de dinero, con la que adquirió un vapor de los agentes de la compañía inglesa de navegación por el Pacífico, por un enorme precio y venciendo innumerables obstáculos; lo equipó y lo armó en guerra en pocos días. En este vapor salió á combatir al enemigo, que tenía dos vapores de alto bordo, uno fluvial y dos buques de vela. (c) Todas las probabilidades estaban contra él; pero se aprovechó de que sus enemigos estaban completamente descuidados. Uno de sus más grandes buques se hallaba con las chimeneas apagadas cuando fué avistado por García Moreno, quien atacó inmediatamente, penetró al abordaje en el buque de guerra que antes era de él y triunfó después de cosa de media hora de combate. Las otras embarcaciones fueron capturadas y apresadas cuantos se hallaban en ellas, excepto los que ganaron la costa y pudieron huir a territorio peruano. Las ejecuciones empezaron entonces; dos de los prisioneros fueron fusilados ahí mismo, á bordo de sus propios navíos. (d) Doce o quince lo fueron por la tarde y seis ó diez al día siguiente, antes de su llegada á Guayaquil. Tan atropellado anduvo en estas ejecuciones, que dos fueron realizadas, sin que se supieran los nombres de las víctimas (e) Todos, es menester recordarlo, no fueron muertos en combate, sino cuando estaban prisioneros. Ninguna Corte Marcial hubiera dado sentencia semejante. El mismo Presidente interrogaba y el mismo escogía á su gusto las víctimas. Una lista de ellas fue publicada poco después en Guayaquil, que concluía con el siguiente resumen muy característico: “Y dos más, cuyos nombres se ignoran”. Todavía más, estos hombres habrían sido tomados mientras defendían á un gobierno de facto, y por lo mismo, muchos de ellos pudieron haber sido reclutados, forzados por los caudillos rebeldes, circunstancias que debieron atenuar su falta, aún en Estados inestables y anárquicos como son los Hispano-Americanos”.- Obra y capítulos citados. Veamos el dictamen de Mr. Onffroy de Thoron, ingeniero francés, comisionado por el mismo García Moreno para la medición de los lotes que en la provincia de Esmeraldas fueron entregados á los ingleses: “García Moreno fué elevado al poder por una revolución que él hizo en su provecho. Mandó á fusilar sin juicio, á veintiocho individuos apresados por él, á bordo de una nave que capturó, hallándose fondeada en la bahía de Jambelí, nave que pertenecía al partido del general Urvina. También fusiló á un abogado de Guayaquil, por una carta que había escrito á este General. Las diligencias de las personas influyentes, el Cuerpo Consular no alcanzaron á salvar á esta desgraciada víctima del odioso asesinato del dictadorcillo ecuatoriano, cuyo efímero poder no ha sido señalado, sino por arbitrariedades y actos de crueldad”.- Amerique Ecuatoriale.- Son Historie.- París.- 1866. (a) Esta censura es muy justa; mas ella debe recaer sobre Urvina, pues el valeroso Marcos había acometido su empresa con la mira de poner á órdenes de aquél, y él fué quien permaneció en Cantagallo inactivo. (b) Mr. Hassanrek no tuvo conocimiento sin duda, de la deslealtad de Espinal. (c) El número de las naves liberales es el que consta en el parte mismo del tirano. Mr. Hassanrek participó de las exajeraciones de entonces, echadas á volar por los secuaces de aquél. (d) Los fusilamientos se efectuaron en el “Talca”, pues el “Guayas” se iba a pique, como lo tenemos referido. (e) Cuatro fueron las víctimas cuyos nombres no se supieron, según la noticia dada por los Tenientes Políticos.

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Por fin llegó á Guayaquil, en medio de la expectación general. El pueblo se atumultaba en los malecones, en las balsas. García Moreno apareció en lo alto de una rueda del Talca, en actitud de un prócer de leyenda. Circuló el rumor de la hecatombe; como varios de los fusilados eran Guayaquileños, algunas familias rompieron en llanto, entonces el triunfador dió orden de que fuera aprehendido el que lloraba, pues, “todos deben bendecir a Dios, dijo, y no deplorar de un acto de justicia”. Apenas desembarcó, dijo a sus acompañantes las palabras siguientes: “mañana principiarán á ver el cimiento que pongo á la paz”.

(21) Hablaba probablemente del suplicio del indefenso Dr. Viola. Sangre era el cimiento, sangre las columnas, sangre todo el edificio y en sangre vino á ahogarse él al exhalar el último suspiro. 8.- Proclama y oficios del tirano García Moreno

El siguiente es el oficio en que el tirano habla del combate: “República del Ecuador.- Comandancia en Jefe del Ejército.- Plaza de Guayaquil, á 27 de Junio de 1865, al señor Ministro de Estado en el Despacho de Guerra y Marina. ¡Gloria á Dios que nos ha concedido la victoria! Ayer á las nueve y media de la mañana, después de cerca de media hora de combate, tomamos al abordaje el Guayas y el Bernardino en Jambelí, sin más pérdida de nuestra parte que un sargento de artillería muerto y siete heridos, incluso dos oficiales. El Washington, aun armado con cuatro piezas de artillería, fué tomado en Jelí, sin combate, por el Smyrk. Los ex Generales Urvina y Robles, que se han dado los títulos de Presidente en campaña el primero y Almirante de la Armada el segundo, se salvaron en Jelí, arrojándose al lodo y huyendo á Santa Rosa, de que se habían apoderado dos días antes, batiendo al Coronel Lara, que no tenía cincuenta hombres disponibles, con más de trescientos, al mando de los ex Generales Franco y Ríos. (22) Cayeron en nuestro poder cuarenta y cinco prisioneros (23), entre los cuales merecen especial mención el Coronel Vallejo, José Robles, José Marcos que asaltó al Guayas en la noche del 31 de Mayo y otros. Separados los que habían sido tomados por la fuerza, veintisiete han sido pasados por las armas como piratas.- En Jelí rescatamos los Jefes y oficiales nuestros; que heridos o enfermos fueron tomados en Santa Rosa el día 24 y nos apoderamos de las armas y municiones que llevaban en una chata, y aún de los papeles y equipaje de Urvina.- La victoria de Jambelí es un golpe mortal para los piratas y traidores. Dentro de pocos días podré informar á US. H. para conocimiento de S.E. el Vicepresidente y tranquilidad del país, que el territorio queda limpio de bandidos que lo infestaban.- Me es grato recomendar á los Jefes, oficiales y soldados que me acompañaron. Todos se han comportado con el arrojo de los valientes defensores de la patria. Pero principalmente debo mencionar al Coronel Juan Manuel Uraga, Jefe del Estado mayor de la Escuadrilla, cuyas acertadas disposiciones y heroico valor hicieron segura la victoria.- En el parte detallado se darán al Ministerio todos los por menores de tan glorioso combate.- Gabriel García Moreno. P.S. Traemos como presa los vapores Bernardino y Washington y una goleta de vela. El Guayas se fué á pique en Jambelí un cuarto de hora después de tomado, abierto su popa por una bala de cañón á flor de agua. De él no queda fuera del agua más que parte de la arboladura”. (21) “El Correo del Ecuador” Número citado. (22).- Ni uno ni otro de estos Jefes estuvieron en el combate. Quien lo dirigió fué el General Urvina, como queda narrado. El General Franco se incorporó después, y el General Ríos se hallaba todavía en Tumbes. (23).- Se comprende que cayeron prisioneros todos cuantos combatientes tenían el “Bernardino” y el “Guayas”, pues no hay noticia de que alguno se haya arrojado al océano, la tripulación de la goleta “La Luz” y algunos campesinos neutrales de los que se hallaban en canoas, y si entre todos fueron cuarenta y cinco, ya puede verse que la flotilla estaba casi indefensa, esto es, que los liberales armados no pasaban de treinta y cinco.

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“En Jelí rescatamos los Jefes y oficiales nuestros”, dice en este oficio. ¡Y lo declara después de declarar que ha fusilado á veintisiete de los de ellos! Este hecho está probado que aquellos á quienes calificaba de viles piratas, de cobardes asesinos, de los más abyecto y lo más infame, habían sido menos fieras y más hombres, pues que habían conservado la vida á prisioneros. Degollar á prisioneros ha sido siempre calificado de vil é innoble hasta entre los templarios y los bárbaros; degollar en la actualidad, á compatriotas, algunos desconocidos, sin prueba de que hayan tomado armas en contra, sin previa averiguación, sin proceso, sin autorización de la ley, menos de la costumbre, porque este pueblo en todo tiempo ha sido manso, reservado estaba á un cristiano, á uno que por poco no ha sido declarado Santo en Roma. La monstruosidad resalta cuando se le ve glorificar á Dios por tales hechos. Esta es una explicación satisfactoria del apego que va tomando el pueblo ecuatoriano á los actos ejecutados en nombre de la iglesia católica. 9.- Fusilamiento del doctor Santiago Viola

Y lo admirable es que no se tranquilizaba, á pesar del número de víctimas. Quien prueba sangre inocente, es devorado por la sed de ella hasta la tumba. Uno de los apologistas de García Moreno, cita, por disculpar á éste, los fusilamientos ordenados por el General Santander en Colombia y entre ellos el de don Juan Aguirre, Gobernador del Chocó. “En todo caso era ya innecesario ese acto de rigor”, dice. (24) ¿Y qué debe decirse del fusilamiento del doctor Santiago Viola, ya porque era argentino, ya porque no había tomado las armas, ya porque se hallaba enfermo y, especialmente, porque había cesado todo peligro, y, como decía el mismo tirano, el territorio estaba limpio de bandidos? ¿Era siquiera prisionero de guerra el doctor Viola? García Moreno había guardado su venganza, venganza por una simple carta, é iba á satisfacerla cuando no había sombra de peligro. Se contaba que el doctor Viola era defensor de un pleito en contra de uno de los hermanos del tirano, y esto se da por causa de aquel asesinato lamentable. A las 8 a.m. del 28 mandó conducir al doctor Viola á su presencia. Viola no era ecuatoriano, como ya sabemos. Hé aquí los informes á cerca de su juventud, suministrados por un escritor su compatriota: En 1838 concurría á la Universidad de Buenos Aires á obtener su grado de Doctor el joven D. Santiago Viola, el estudiante más lujoso y á la moda de los de su tiempo, dice don Juan María Gutiérrez, al anunciar su tesis. Emigró á Montevideo en 1840, y allí se recibió de abogado, con plena satisfacción de sus jueces. La noche del día en que tuvo lugar el acto, hemos oído decir al Sr. Dr. Florencio Varela, que lo había presenciado: “No he visto nunca mejores exámenes que los que ha rendido Viola ante el Tribunal”. Después de sus triunfos universitarios en La Plata, el doctor Viola pasó á Europa, de donde regresó para establecerse en el Ecuador. Se recibió de abogado en Quito, en donde dejó sentada fama de gran jurisconsulto y maestro en el manejo de la palabra. Llegó á ser muy estimado en Guayaquil y á merecer la clientela de todas las personas del comercio de aquella plaza, particularmente de los extranjeros, cuyas lenguas conocía. El Dr. Viola es el más triste testimonio que tenemos los argentinos de la crueldad de García Moreno” (25).

(24).- Juan León Mera.- “García Moreno”, Cap. VI. Quito – 1904. (25).- Ensayo de Crítica Literaria.- Montalvo y García Moreno.- Estudios Históricos”.- Por David Peña.- El Rosario, República Argentina, 1891

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Entró el doctor Viola y se presentó al tirano.- “¿Qué pena se merecen los traidores á la patria?, dijo éste. Ud. Debe saberlo como buen abogado. “A un traidor a la patria yo le fusilaría”, contestó Viola, aludiendo probablemente á las varias traiciones de quien le interrogaba.- “Pues está usted sentenciado á muerte por sus propios labios”, replicó y le presentó una carta. ¿Es esa su firma?. Es mía. ¿Y quiénes son mis jueces?.- Aquellos, dijo García Moreno, señalando unos fusiles colocados en la panoplia. “Será Ud. fusilado a las cinco de la tarde”. Enmudecieron todos y salieron. En la calle había espectativa, incredulidad, espanto. La noticia circuló inmediatamente en Guayaquil. La anciana madre de García Moreno, de más de ochenta años de edad, mandó que la trasladaran en silla de mano á la casa donde se hallaba su hijo, y al verlo, intercedió con voz de madre. “La política tiene sus exigencias, y las mujeres no deben intervenir en ella”, fué la contestación que recibió. La popularidad del Dr. Viola fué causa que se conmovieran todas las clases sociales. Acudieron el cuerpo consular, las señoras más distinguidas, comerciantes, banqueros, amigos y partidarios del tirano, hasta el ilustrísimo Obispo Aguirre, varias de las comunidades religiosas, en general, todo el clero. Unos le rogaban, otros querían convencerlo con tales y cuales raciocinios. Alguno le observó que sería más conveniente enviarlo fuera del Ecuador al sentenciado, y García Moreno contestó: “Por eso le mando al otro mundo”. El señor Aguirre llegó á hablarle con vehemencia: “Usted será responsable ante Dios por la sangre que va á derramar, á pesar de la Constitución y la ley”, le dijo. “No caerá sobre mí esa sangre, sino sobre el que, pudiendo, no ha evitado esos sucesos”, contestó el tirano. (26) Atribuía al señor Aguirre complicidad en la revolución, porque éste le odiaba por sus crímenes. Como el Obispo replicase, García Moreno ordenó discutiese con él á un jesuita llamado el P. Franco, se acercó éste al Obispo y le dijo humildemente: “el miembro gangrenado debe cortarse”. Se publicó por la imprenta que un jesuita, probablemente este mismo, que había confesado al tirano en los momentos en que partía á Jambelí, le exigió con instancia el fusilamiento del Dr. Viola. (27) Todos los clamores y ruegos fueron inexorablemente desoídos. Viola, entre tanto, soportaba grillos y esposas; estaba incomunicado, y se negó á recibir á un clérigo enviado hipócritamente por el déspota. Se acercaban las cinco de la tarde; entonces pidió lápiz y papel y escribió, no sabemos cómo, pues se negaron á quitarle las esposas: “Señor José Félix Frías: En este momento salgo á morir en el cadalso. Declaro que soy inocente, y ruego al Gobierno de mi Patria pida al Presidente del Ecuador satisfacción del atentado contra un argentino. Santiago Viola (28) Marchó la escolta silenciosa hasta fuera de la ciudad, la sabana, y llegó al sitio designado. Viola caminaba sereno á pesar de su enfermedad y su edad. L quitaron los grillos y le mandaron arrodillarse de espaldas, porque debían fusilarle como á traidor. Viola sacó un pañuelo, lo tendió en tierra y se arrodilló en él. Dos descargas acabaron con la vida de aquel mártir. No se consintió que inmediatamente recogiesen el cadáver, y le negaron sepultura eclesiástica; pero si hubo quien rezara por la víctima; en la casa de gobierno se hallaban aún reunidas muchas personas; al oír los tiros García Moreno invitó á arrodillarse á todos, se arrodilló él y rezó algunas oraciones por el alma del difunto (29). (26).- “El Nacional”.- Quito, Marzo 8 de 1871 (27).- “La Libertad”.- Periódico de Santiago de Chile (28).- “Boletín del Pueblo”.- Quito, 1875. Esta hoja fué atribuida al doctor Marcos Espinel.

(29).- “Biografía del doctor Juan Borja”.- Quito, 1866.- Hé aquí la narración de Mr. Hassaurek, quien, á más de Plenipotenciario, de enviado de una de las Naciones más serias del mundo, fué testigo presencial.

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“Pero el fusilamiento del que voy á hablar, es inexcusable, es un asesinato a sangre fría, sin parecido en la historia de las conmociones civiles. El doctor Viola, abogado de Guayaquil, hombre docto y honorable, simpatizaba con la oposición, según era notorio; sabíase que desaprobaba con entera franqueza las medidas ilegales é inconstitucionales de García Moreno; y esto fué su único crimen; ninguna prueba pudo aparecer contra él. Al día siguiente del en que García Moreno arribó á Guayaquil, obtenida la victoria naval en Jambelí, decretó el destierro del Dr. Viola y le ordenó saliera del país en el próximo vapor. En la misma noche descubrió el Presidente, entre los papeles que había encontrado á bordo de una de las naves capturadas, una carta dirigida por el Dr. Viola al Dr. Yerovi, ecuatoriano desterrado en el Perú, quien, aun que cuñado del General Urvina, Jefe de la revolución, no había tomado parte en la campaña, sino que, como después se aseguró, había permanecido pacíficamente en Lima, mientras sucedían los acontecimientos que hemos mencionado. Su familia residía en el Ecuador, y como Yeroví era muy pobre, mandábale dinero al Perú para que se sostuviese en tan dispendioso destierro. Pero la remisión de estas sumas, aprovechábanse los deudos del Dr. Viola, su agente en Guayaquil. Generalmente era creído en el país que las cartas dirigidas desde el Ecuador á los refugiados en el Perú, eran sustraídas y abiertas por las autoridades en las oficinas ecuatorianas de correos; era pues práctica general dirigir tales cartas con nombres supuestos, convenidos de antemano con los corresponsales. El doctor Viola siguiendo está precaución indicaba á Yerovi en una breve nota el pseudónimo con el que serían enviadas sus cartas. Yerovi no leyó jamás esta carta; su cuñado el General Urvina la recibió en Paita y la guardó sin abrirla hasta que fracasó la expedición. Así cayó ella en manos de García Moreno, concluida la pelea en Jambelí. Apenas constaba de una página la carta; yo la vi, la leí con mis propios ojos y recuérdome de su contenido perfectamente. Nada probado, ni siquiera daba lugar á la menor presunción; solo la suspicacia de un déspota pudo haber hallado en ella alguna circunstancia sospechosa, pero sin ninguna explicación satisfactoria. En todo caso, la carta era insuficiente para abrumar á un hombre indefenso, para desvanecer la presunción de su inocencia. Al tribunal menos civilizado le habría convencido en su favor el Dr. Viola con la presentación de un documento semejante; hasta una Corte Marcial elegida por el mismo García Moreno habría hallado inocente al doctor Viola. [+] Los mismos oficiales del presidente, excepto uno de ellos, se oponían á la ejecución; pero con García Moreno de nada servían estas consideraciones. Ocurrió por el doctor Viola en la mañana del día siguiente al en que efectuó su regreso del combate. Mostróle una carta y le preguntó si ya había leído. “¿Es esta su firma?”.- Sí, señor; es mía.- Entonces es Ud. un traidor, y será fusilado esta tarde á las cinco”. Como rayo espació la nueva en Guayaquil, engendrando consternación en todos los ánimos. Todo el mundo vio que la espada de Damocles estaba suspendida sobre su cabeza. La constitución prohibía la pena capital por delitos políticos; y conforme á otro precepto de la misma, cuando el Presidente se alejaba de la capital venía a ser un simple ciudadano particular mientras el Poder Ejecutivo era ejercido por el Vicepresidente. Y sin ninguna razón o excusa, sin la menor autorización de la Ley, García Moreno disponía de la vida de un hombre inocente. Todo el mundo intercedió por su vida. El Obispo, el clero, la madre del Presidente, una venerable anciana, a quien habían conducido en silla de mano á la casa de gobierno, los principales comerciantes y banqueros, los amigos personales y políticos del Presidente, el Cuerpo Consular, todos pedían la vida de Viola, pero García Moreno estaba inexplorable. Cuando alguno le sugirió que sería mejor enviar á Viola fuera de la patria, él le contestó con fisga: “Se va al otro mundo”. Personalmente Viola era muy popular, todos le conocían, le estimaban. Rogaron al Presidente todo el día, pero en vano. Sus labios no proferían otra frase que ésta: “A las cinco de la tarde será fusilado”. Cuando el Obispo alegó que tal ejecución sería violatoria de la Ley y en quebrantamiento de la Constitución, el Presidente replicó, que siendo imposible, ateniéndose a la Constitución, salvar al país de la anarquía, asumía la responsabilidad de gobernar sometiéndose únicamente a las necesidades del Estado. Añadió que era preciso un escarmiento y que él había resuelto sirviera como tal lo que ya estaba decretado. Mientras toda la ciudad se interesaba en que fuera conmutada la sentencia, Viola se hallaba con grillos, hasta que llegase la hora designada. Ninguno de sus amigos pudo verlo; solamente uno entró y a él le dictó su última voluntad y algunas de sus cartas privadas. Rehusó recibir á un sacerdote que quiso introducirse en nombre del Gobierno. Cuando pidió le quitaran las esposas solo por algunos minutos y mientras escribía una carta á una señora, contestaron que no tenían orden de hacerlo. A las cinco fué llevada á la sabana ó pampa, despoblado á las inmediaciones de la ciudad; allí le quitaron los grillos, y como traidor, fué fusilado de espaldas. Los ejecutores inadvertidamente le habían mandado arrodillarse cerca de un nido de hormigas y ellas encubrieron su cuerpo, a penas cayó a la primera descarga, y antes de que se hubiera extinguido su vida; fue necesaria una segunda descarga, la que acabó con él para siempre. A nadie se le consintió acudir á su entierro, y todavía le negaron sepultura eclesiástica. ¿Tal es el republicanismo en la América Española? [+] De que la primera sentencia haya sido de destierro, no hemos tenido ningún conocimiento. Aparentó García Moreno que la única causa de la sentencia de muerte era la carta del sentenciado al Dr. Antonio Yerovi, pero en realidad fué el informe de Claudio Espinal. Prefiero aparecer como cruel, antes que perder la fama como intrépido.

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En el Ecuador hay causas, como en épocas Nacionales actualmente, para que el hombre amé el catolicismo con delirio. El Dr. Viola murió, pues, como un criminal, como perro: Viola, el estudiante tan distinguido en Buenos Aires, el abogado de tanta nota, el caballero instruido, según Hasaaurek, murió fusilado por la espalda en los alrededores de la ciudad de Guayaquil. Como perro no; todo Guayaquil se interesó por su vida. Pero morir como él, debe ser muy triste, lejos de su patria, en el patíbulo, sin crimen, sin que nadie le defienda, y cuando tanto respeto se había gangrenado por sus méritos. En Guayaquil, desde entonces, García Moreno era conocido con el cognomento de asesino; los jesuitas fueron su principal cuchillo en este lance. El miedo es pasión muy sanguinaria en los tiranos, dice Plutarco. En García Moreno se ha confundido la actividad con el valor; el conocimiento de la debilidad del adversario, con la serenidad y el ímpetu del héroe. El Padre Berthe le compara con Bayardo y el Cid por la atrocidad cometida en Jambelí. Cuando el cobarde triunfa, cuando sin peligro puede disponer de su enemigo, le hace trizas; lo que en él venga es haber sido presa del miedo. Como el valiente no ha soportado esta angustia, su primer movimiento es acudir en auxilio del vencido. El Senador argentino José Félix Frías (30) á quien al morir escribió al Dr. Viola, pronunció un discurso en el Senado de Buenos Aires en la sesión del 25 de Septiembre de 1865: “Quiero aprovechar, señor Presidente, la presencia del señor Ministro de relaciones Exteriores para pronunciar algunas palabras que deseo sean conocidas por el público. “Hace poco que, entre las noticias venidas del Pacífico, nos llegó la del execrable asesinato cometido en el Ecuador en un compatriota nuestro. He conocido últimamente los horribles detalles de ese atentado: son ellos tales, que hacen estremecer de indignación el alma de todo hombre de corazón; y vengo hoy á cumplir el deber que este puesto me impone, llamando hacia él la más seria atención del gobierno encargado de la defensa de nuestro honor ultrajado. “Cuando una ofensa sangrienta se á inferido a la dignidad nacional, no sólo se la protege con las armas en la mano, como hoy lo hacemos. Los que tienen por misión representar al Estado en el Exterior, hacen oír por lo menos su voz a favor del oprimido, ó para pedir el desagravio de la injuria recibida, si la mano cobarde de un asesino ha derramado la sangre de un compatriota. “Cuando el asesino es un magistrado, que deshonra la elevada posición que ha usurpado, en voz tanto más alta se debe exigir la satisfacción que nos es debida. Y en tal caso, señor Presidente, á la tribuna de un pueblo libre, no es permitido guardar silencio. Esta satisfacción nos cupo más de una vez á los argentinos, siempre que el Gobierno de una nación civilizada y cristiana ó algún ilustre orador lanzaba sus anatemas contra el tirano que en otros tiempos humilló a esta República. (30) Indudablemente este Sr. Frías fue el mismo que en París publicó un folleto, algunos años antes, en defensa de los jesuitas, y al cual contestó en Quito don Jacobo Sánchez, colombiano, contestación que dio margen á la réplica de García Moreno a favor de aquellos Padres.

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“El doctor Santiago Viola ha muerto con el ánimo sereno y la conciencia tranquila. Las cartas que escribió á dos pasos del patíbulo le muestran aceptando la muerte con el mismo valor con que más de una vez la buscaron sus compatriotas en los campos de batalla del Ecuador. Y si algún sentimiento de pudor abriga al bárbaro que le ha arrebatado la vida, habría podido comprender que en la tierra que ilustraron Lavalle y Oramazábal con sus hazañas, no debía cavarse la fosa de ese argentino sin que resonara por lo menos su defensa en el recinto de la justicia. Cuando se mata a un hombre, á una criatura racional hecha á imagen de Dios, violando de esa manera las leyes protectoras de la inocencia, hay siempre un criminal en verdad; pero no es la víctima, sino el verdugo. Y espero que no se me diga, señor, que el doctor Viola había perdido sus derechos á la protección del Gobierno del país de su nacimiento, por ejercer la profesión de abogado en el Foro de aquella República. ¡Cómo señor! ¡Si yo argentino trabajara en humilde oficio, si fuera artesano, me ampararían en el suelo extraño la palabra de mi Gobierno y las armas de mi país; pero si ejerzo en él la noble profesión de abogado, habré cesado las funciones de ser ciudadano y mi patria no me prestará protección alguna! “Yo rechazo tal doctrina, señor Presidente; y pienso que el doctor Viola, por lo mismo que tantas veces se había presentado ante los tribunales del Ecuador para abogar por los intereses de los hijos de esa República, era acreedor á que no se le cerraran las puertas de ellos cuando le importaba defender su propia vida contra los furores de un déspota. Cuando Rosas arrojaba á los pies de un Almirante europeo la cabeza de Varangot, pretendía justificarse de esa muerte, y lo hacía nacer en un país que no podía entonces amenazarlo con sus cañones. Pero nosotros sabemos que la sangre del doctor Viola era la misma que vertieron nuestros padres en Riobamba y Pichincha: Sabemos cómo se llama y qué puesto ocupa el que lo mandó fusilar por la espalda, y eso nos basta para hacer llegar á los oídos del asesino las protestas enérgicas del Gobierno Nacional y la maldición de los representantes del pueblo argentino. “Abrigaba, sin duda, la esperanza de que tan sagrado deber cumpliríamos el desgraciado Viola, cuando cubierto de grillos, devorado por crueles insectos, con los que aquel tigre quiso hacer preceder el tormento á la muerte, escribía cartas nobles y varoniles, que no pueden leerse con ojos enjutos: y exclamaba en una de ellas: ¡Tengo confianza en Dios y muero inocente! “No burlemos esa esperanza, señores; y mientras cumple el Gobierno con su deber, enviemos nosotros á aquella lejana tumba los acentos de la patria indignada”. El Sr. Ministro de Relaciones Exteriores, doctor Rufino Elizalde, que se hallaba presente en la sesión de ese día, contestó en los términos siguientes: “Como miembro del Gobierno, después de las palabras que acaba de decir el señor Senador por Buenos Aires, sólo me resta imponer al Congreso de lo que hasta este momento sabe el Gobierno respecto de ese suceso y de lo que ha hecho. “El Cónsul argentino, residente en Guayaquil que es una persona respetable, ha creído no poder tener derecho á reclamar nada a favor del desgraciado Dr. Viola, tan bárbaramente asesinado, porque cree que ha perdido su calidad de ciudadano argentino, por haber tomado carta de ciudadano ecuatoriano. “El Gobierno ha pedido informes especiales sobre este hecho, para ver si tiene ó no representación en este caso; pero al mismo tiempo ha sabido que el Gobierno del Ecuador ha roto el exequátur al Cónsul General Argentino, que al mismo tiempo lo era de Chile.

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“En el decreto, dice el Gobierno del Ecuador que explicará al Gobierno Argentino los motivos de su proceder, pero no lo ha hecho hasta ahora. Hemos esperado tres correos á ver si venía la nota del Ecuador, y nos hemos persuadido de que esa nota no vendrá. Así es que nos hemos dirigido al Gobierno del Ecuador pidiéndole explicaciones sobre ese hecho, y llamándole la atención sobre las circunstancias de que, como la persona del señor Gutierres desempeñaba al mismo tiempo dos consulados, no ha podido cometer ningún acto que merezca romperse el exequátur del Cónsul Argentino conservándole á la vez la patente del Cónsul de Chile. “Tan luego como el Gobierno Argentino reciba alguna contestación, procederá como corresponde; y si tiene derecho para intervenir en la causa del bárbaro asesinato cometido en la personal del doctor Viola, el Gobierno Argentino ha de hacer todo lo posible para reparar la justicia tan bárbaramente ultrajada” (31) “Dirán lo que puedan los Walker Martínez y demás defensores de García Moreno para enaltecer su memoria al amparo del tiempo que seca la sangre y aleja al criminal. ¡Pero es tan difícil cerrar los ojos al presente para que vean en la oscuridad del pasado esta figura simpática del doctor Viola que animara un alma privilegiada, caminando al patíbulo!... Afanes de tantos años de lucha y contracción inteligente, á dónde fuisteis á concluir!!...” (32) El Sr. Nicolás González, uno de los más honorables liberales, y su cuñado don Jorge Tola, habían escrito al General Urvina, en unión del doctor Viola, dándole los informes necesarios: García Moreno llegó á saberlo; pero no pudo aprehender á los patriotas, porque se refugiaron á bordo de la “Blanca”, la fragata española que ya conocemos. El tirano intentó extraerlos; pero tuvo que ceder á una negativa noble del Almirante Topete. Para satisfacer su venganza, acudió á otra medida que escandalizó al clero. “Como ambos eran parientes del Ilustrísimo Obispo de Berisa, Sr. Tola, entonces auxiliar de la Diócesis de Guayaquil, intimó al Ilustrísimo Aguirre, Obispo en propiedad, suspendiese al Obispo auxiliar, declarándole culpado. Se negó el Diocesano, en obediencia á su deber: El tirano montó en cólera, y amenazó fusilar al Sr. Tola, quien se vio obligado á pedir pasaporte para salir inmediatamente al destierro. García Moreno dijo que no se lo daba, porque quería recibiese castigo en la ciudad donde había cometido el crimen de mostrar enemistad á su Gobierno. A empeño de todo el vecindario salió al destierro el Sr. Tola, y no volvió sino cuando fue Presidente don Gerónimo Carrión (33). Al día siguiente organizó una fiesta religiosa, en la cual comulgaron él y los soldados, é hizo bendecir su espada victoriosa. Cuando en Puná y Punta de Piedra eran fusilados los patriotas, otros, Layana, Manjarrés, y Vásquez, al mando de diminuta tropa, combatían inútilmente en Vinces, antes de tener conocimiento de aquellas tragedias. Era la última respiración del Ecuador. (31) Estos fueron los únicos pasos del Gobierno Argentino a favor del Dr. Viola. No sabemos qué García Moreno haya dado ningún decreto en satisfacción de su atentado.

(32) David Peña, (antes citado). (33) Borrero “Refutación etc”.- Cap. XVI y XXXIX.

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Antes de salir de Guayaquil, escribió García Moreno estos otros documentos, sin darse por entendido del nuevo título que, con el fusilamiento de Viola, acababa de adquirir á la gloria: 10.- Nuevos fusilamientos y persecuciones “El Comandante en Jefe del Ejército, á los vencedores en Jambelí.- ¡Amigos!.- La victoria ha coronado vuestro heroico valor, y la Patria contempla agradecida la página gloriosa que habéis agregado á su historia. Dos vapores armados en guerra y dos buques de vela guarnecidos por los piratas, se presentaron en línea de batalla á vuestros ojos en la bahía de Jambelí; y con sólo el vapor Talca, con cien guardias nacionales del Guayas, cincuenta lanceros y treinta y dos artilleros, os apoderasteis de la flotilla pirata en media hora de combate, venciendo, á bayoneta y lanza, la desesperada resistencia de cuantos no buscaron á nado su salvación en las aguas. A los valientes que iban en el Smyrk les cupo la gloria de tomar en Jelí al Washington, armado con doble número de piezas (34) y dirigido por los que, con insensato orgullo, se daban el título de caudillos, y con vil cobardía huyeron cubiertos de lodo y de ignominia.- Compañeros.- Os felicito por la brillante victoria con que el Dios de los ejércitos ha premiado vuestro denuedo asombroso. La República está salvada por vuestro irresistible esfuerzo. Nuestras aguas están ya libres de piratas, y los que se atrevieron antes á hollar Santa Rosa, corrieron despavoridos al sólo anuncio de nuestra presencia. Faltan solamente que los que se hayan ocultado en los bosques ó hayan vuelto á continuar la existencia de salteadores, los extermine el brazo de la justicia, envueltos en su propia sangre. De hoy más el patíbulo del malvado será la garantía del hombre de bien.- Guayaquil, Junio 30 de 1865.- Gabriel García Moreno”. No es de un guerrero ni de un Presidente este leguaje: es de un asesino. Un hombre de bien no insulta de esta manera á los vencidos. No seguro de que los derrotados hubiesen pasado al Perú, se embarcó de nuevo, se encaminó al teatro del drama y llegó a la población de Santa Rosa. Hasta los heridos huían á la aproximación del tirano: Cortés, Cornejo, Jaramillo pudieron huir del hospital y llegaron á Zarumilla. Un joven quiteño llamado Juan Chiriboga, con ambas piernas despedazadas, no pudo escapar del hospital: le encontró García Moreno, y ordenó fuera fusilado en media plaza. El Dr. José Illezcas, médico del tirano, le observó que era inútil la sentencia porque el joven moriría en breve de la herida. Murió, en efecto, al día siguiente. (35) Los Capitanes Aguilar y Sinche, el joven Alamiro Plaza, sobrino del General Franco, habían caído prisioneros después de que García Moreno partió de Jambelí; a su llegada á Santa Rosa supo que todos tres se paseaban en la calle: les mandó aprehender. No fueron hallados sino los dos primeros, y se les fusiló en el acto en el cementerio del pueblo. El joven Plaza se había ocultado: le buscaron con afán y fue sacado del escondite en altas horas de la noche. El tirano mandó fusilarlo; mas revocó la orden á ruego de los suyos (36). (34) Hé aquí otra prueba de que Urvina, engañado por las noticias que le llevó el negro Espinal, reforzó el Washington, buque en el que él se fue al Sur, y desguarneció al Guayas y al Bernardino, víctimas de García Moreno. (35) Informe escrito del Coronel Rafael Real, quien vive todavía. (Hasta la segunda década del siglo XX). (36) Informe del señor Alamiro Plaza, quien vive todavía. (Hasta la segunda década del siglo XX).

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Los Generales Urvina, Robles, Franco y subalternos, habían salido, por dicha, á Tumbes, donde encontraron á los Generales Wright y Ríos, al Coronel Zerda, y á otros oficiales que de Paita habían pasado á incorporarse. Aquella campaña fue la tumba de ellos por infortunados é ineptos, y su nombre no volvió á ser mentado en la patria. García Moreno regresó á Guayaquil, y allí escribió el oficio que va á leerse: “República del Ecuador.- Comandancia en Jefe del ejército.- Plaza de Guayaquil, á 5 de Julio de 1865.- Al H. Señor Ministro de Estado en el Despacho de Guerra y Marina.- Tengo la satisfacción de comunicar á US. H., para conocimiento del Supremo Gobierno, que la paz está establecida y consolidado el orden con el severo castigo de los piratas y traidores. Hoy he regresado de Santa Rosa, después de convencerme de que no quedan enemigos que combatir; y en el acto he ordenado cese el servicio de campaña y regresen á sus hogares los leales soldados de la Guardia Nacional, con excepción de la que vino de Guaranda, que seguirán en el servicio por algunas semanas más, y excepción también de los que andan cazando por los bosques á los salteadores de las Ramas.- Felicito á la Nación y al Gobierno por el brillante resultado producido por la victoria de Jambelí; y me atrevo á presagiar que por largo tiempo no será perturbado el reposo y progreso del país.- Dios guarde á US. H.- G. García Moreno”. Presagiaba que por largo tiempo no sería alterado el reposo, y vamos á ver de qué modo siguió demostrando que le inspiraba confianza esta idea. Lo que procuraba demostrar era cuán profundo desdén le inspiraba la desventurada patria suya. Disponía de las vidas como un manirroto dispone de los caudales que ha heredado. El Congreso debía inaugurarse el 10 de Agosto, y como ya en Guayaquil era innecesaria su presencia, partió velozmente á Quito, y se detuvo algunas horas en Bodegas (Babahoyo). También allí había presos, porque las autoridades locales, afanosas por no desagradar al asesino, habían aprehendido á varios individuos. Le presentaron la lista de estos infelices; todos eran pobres campesinos, y entre ellos había un anciano de Pimocha, caserío inmediato á Bodegas. García Moreno mandó que una escolta partiese en una canoa con el anciano á Pimocha, y lo fusilara en el centro mismo de la aldea. No bien se embarcaron ejecutores y víctimas, acudieron al Gobernador y otros empleados, y manifestaron á García Moreno que aquel anciano era inocente.- ¡Ha injuriado al Gobierno!, exclamó el tirano.- “Lo único que sucedió, Señor, fue que en una tiesta de familia el viejo se embriagó y brindó por el General Urvina. Por lo demás, su conducta ha sido intachable, dijo el Gobernador. La dicha falta quizá no merece ni reconvención verbal”. Reflexionó el tirano, conoció que iba á cometer un disparate, y ordenó fuese otra canoa á impedir la ejecución. Cuando llegó esta canoa á Pimocha, se oyeron tiros: eran los que arrancaban la vida del anciano. Tal era la complexión de aquel imitador de Caracalla. (37) (37) “No debe concluir, continúa Mr. Hassaurek, con esta narración de horrores, sin relatar otra muerte, todavía más repugnante en sus detalles que el asesinato de Viola. Poco después del suceso que acabo de referir, el Presidente partió á Quito á cubrir las sesiones del Congreso Ordinario. En Bodegas pidió la lista de los que habían sido aprehendidos por orden de la autoridad local; entre otros, encontró el nombre de un pobre anciano, vecino de la aldea de Pimocha, quien, por causa de embriaguez, había vitoreado á Urvina, Jefe de la Revolución. El Presidente ordenó lo llevaran á Pimocha en una canoa, y lo ejecutaran allí en el mismo día. Inmediatamente después de que la canoa había partido, el Gobernador y los principales vecinos de Bodegas acudieron al Presidente y le aseguraron que el hombre á quien acababa de sentenciar era enteramente inocente. Para mayor satisfacción del señor García Moreno, le comprobaron que el sujeto había sido siempre adicto al Gobierno, y que solamente una ocasión, bajo la influencia del licor, sin saber lo que decía, había aplaudido la revolución de Urvina. Persuadido el Presidente de que, por equivocación, iba á cometer otro acto de crueldad, despachó una segunda canoa á Pimocha, con orden de que no se efectuara la sentencia. El mensajero de gracia llegó demasiado tarde; cuando la canoa se acercaba á la aldea, resonaron tiros de fusiles que cavaban de efectuar su sangrienta labor.- Obra y Cap. Citados.

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11.- Fiestas religiosas y conducta de García Moreno con el clero

Quito le recibió aterrado, pues su partido estaba únicamente en los cuarteles y conventos, y eso en los conventos en que rebozaban extranjeros. Su primera idea fue, como siempre, interesar el fanatismo. Hallábase en Quito el señor Tabani, Delegado Apostólico, y recibió orden de García Moreno para que pontificase una misa de gracias por la victoria que acababa de obtener. El Delegado contestó que no era sacerdote del paganismo, y no quiso ofrecer á la Divinidad el horroroso culto de un sacrificio sangriento. El tirano montó en rabia, mandó que se cerrasen las puertas de la Iglesia Metropolitana, que el Delegado no se le pagase su renta y á éste le intimó salir de la República. (38)

La misa se celebró en el templo de Santo Domingo: García Moreno comulgó durante ella, y consagró la espada, ya bendecida en Guayaquil, á la Virgen del Rosario. Dicen que hasta la hora de su muerte la lleva al cinto aquella imagen. Regaló también al Convento la campana traída del vapor “Guayas”. 12.- Capítulos del Mensaje al Congreso

En Quito elevó el último Mensaje al Congreso, ante el cual iba á rendir el Poder, para que lo ejerciera el señor Gerónimo Carrión. Fue claro, franco, sin hipocresías ni ficciones, y todos sus crímenes y errores procuraba justificarlos con admirable arrogancia. Hablaba de franqueza y buena fe con la naturalidad con que el niño habla de dulces.- Ya hemos visto los párrafos relativos al Concordato y á la guerra declarada por Mazarredo al Perú. Para disculparse de tantos asesinatos cometido en enemigos tomados con las armas en la mano, y en enemigos presuntos y sin armas, “en el interior, dice, el Gobierno ha tenido que sostener una lucha continua contra conspiradores incorregibles, estimulados por la tendencia anárquica de nuestras leyes, instigados por la perfidia tradicional de cobardes enemigos y favorecidos por ambiciosos demagogos, que nada han omitido para trastornar el orden… El Gobierno carecía de todo medio legal de represión, desde que se derogó por el Congreso de 1863 la ley de 1845 sobre juicio de conspiradores, y con ella la prudente regla de que se castiguen las tentativas de rebelión y sedición que por el Código Penal deben quedar impunes. En la alternativa inevitable de entregar el país en manos de insignes malhechores ó de tomar sobre mí la responsabilidad de salvarlo, escarmentándolos en el patíbulo, no debía ni podía vacilar…” Al asesinar al General Maldonado había dicho que las leyes eran insuficientes; ahora las apellidaba anárquicas. No hacía caso de ellas, en hecho de verdad: mensajes, proclamas eran fórmula. Por ahogar el remordimiento tal vez, ó porque todavía no se aplacaban sus instintos sanguinarios, extremaba los insultos á sus víctimas, cuando nadie en el Ecuador se atrevía á defenderlas. “Se presentaron el diez de Junio a corta distancia de Guayaquil, dice hablando de los desventurados conspiradores de Jambelí, con una expedición pirática, compuesta de malhechores prófugos y otros hombres perdidos de la peor ralea”.

“Las elecciones por el voto universal, dice también en el Mensaje, han dado resultados satisfactorios en el nombramiento de los primeros funcionarios, según acaba de verse en la designación del distinguido ecuatoriano llamado por el pueblo á sucederme. El actual sistema electoral tiene, sin embargo, dos defectos graves, que algún día producirán resultados terribles; y consisten en la innecesaria profusión de elecciones populares y en la influencia decisiva y casi irresponsable de las Municipalidades, las cuales poseen medios seguros de suplantar la voluntad del pueblo” (38) Borrero.- “Reputación”.- Cap. XV.

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¡Hablar de suplantación cuando él era el usurpador de toda facultad imaginable! Él lo tenía todo, y con todo eso, aparentaba no tener nada. En un Gobierno como el de él, útil habría sido la frecuencia de las elecciones populares, si el pueblo hubiera podido presentarse imponente. Como entonces no era sino víctima, en nada le perjudicaban ellas al tirano. El Gobierno Municipal era también entonces inútil, y por ventura lo será mientras el pueblo no aprenda sus deberes. De primera importancia suele ser este Gobierno en pueblos educados, pues entonces sirve para contrarrestar los desmanes del Poder Ejecutivo. Se queja también de la organización judicial. ¿Y qué juez había de obrar con rectitud si, caso de no agradar en todo al tirano, temía, como era natural, un formidable puntillazo? “La instrucción pública desde 1863 depende, agrega en el Mensaje, no del Poder Ejecutivo, sino del Consejo General, que forma un cuerpo soberano, un cuarto Poder, para el cual no hay responsabilidad ni sujeción, y al que se debe el reglamento que hoy rige, triste momento de la ignorancia de sus autores. Los establecimientos de enseñanza que el Gobierno ha fundado por contratas y sin intervención de aquel Consejo, son los únicos que prosperan, gracias á la perseverancia de los institutos religiosos encargados de dirigirles”. Todo cuanto él hacía era lo único digno de elogio. El Consejo General no tenía ya ninguna influencia, porque el Poder Ejecutivo le había usurpado todos sus derechos y puesto la enseñanza en manos de la clerecía europea. Por lo que especialmente elogiaba á los institutos religiosos era porque lo principal de su enseñanza consistía en el odio al semejante, lo contrario de lo que preceptúa el Evangelio. Tan desaforadas ofensas al Consejo General de Instrucción, prevenían de que algunos liberales eran individuos del mencionado Consejo. El único que mereció alabanza en el Mensaje fue el Ejército, el mismo al cual había ultrajado por el desastre de Cuaspud, pues ahora había suministrado ejecutores para los fusilamientos que consternaron á la patria. Aquel Congreso dio un Decreto que autorizaba al Poder Ejecutivo para que trajera de Europa Hermanos Cristianos y los difundiera en toda la República: El mismo aprobó también un contrato celebrado por don Antonio Flores y el Superior de los dichos Hermanos en París. En la Universidad Central fundó una escuela normal dirigida por los Hermanos Cristianos. Fundó un Seminario en Loja con $ 33.000 tomados del caudal del Colegio de San Bernardo. El Colegio de San Diego de Ibarra, fundación antigua, debida á la liberalidad de dos ciudadanos ibarreños, los señores Sánchez y Sifuentes, lo convirtió también en Seminario y en escuela de Hermanos Cristianos. Aprobó otro contrato celebrado en París con la Superiora de las religiosas de los Sagrados Corazones. Asustado el Ecuador de tanto espectáculo de sangre inerme, porque la sangre era de los más valerosos, corrompidas las clases débiles con la irrupción y pláticas de frailes, ya el tirano no corría ningún peligro, y sin embargo quiso cambiar la Presidencia con el primer poder militar de la República. Estaba persuadido de que era el único hombre, de que era hombre necesario y de que la República quedaría huérfana sin él. Un grupo de Diputados propuso darle el nombramiento de General en Jefe; pero la minoría consiguió volverse mayoría, y rechazó triunfalmente el proyecto. El tirano, antes de saber el éxito, pero convencido ya de que era malo, protestó, siempre jesuita, que no aceptaría el Generalato en Jefe.

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13.- El doctor Nicolás Espinosa

Presidía el Senado el Dr. Nicolás Espinosa, sometido el año anterior á martirio, según lo tenemos referido, y él presidió el Congreso Pleno cuando don Gerónimo Carrión presentó la promesa constitucional. “Habéis prestado la solemne promesa, dijo el Presidente en su discurso, de cumplir los deberes que os impone el cargo de Presidente de la República, no licenciosamente, sino con sujeción á la Constitución y á las leyes… Respetad la independencia de Poderes Públicos en que está dividido el Poder Supremo: Limitad vuestra autoridad al ejercicio de la prerrogativas que la Constitución os concede y rechazad la repugnante presunción de creer que el Poder Ejecutivo es el más brillante y el que debe cargar con todos… Mientras la Autoridad, con sujeción á las leyes, no declare la delincuencia de un individuo, tiene éste derecho á conservar su buena reputación, á que se le considere inocente, y vos debéis respetarlo. La Constitución os impone ese deber, concede esas garantías, afianza esos derechos. Os recomiendo que les prestéis el acatamiento que se merecen, porque éste es conforme con la piedad cristiana y la moral evangélica. Permitid que todo ecuatoriano exprese y publique sus pensamientos. Tened en menos el juicio de los hombres que pretenden despreciar el poder de la imprenta. Con sólo este poder en plena libertad se puede conquistar todos los perdidos derechos de la humanidad. Un ilustre americano ha dicho: “Pueblos, defended la libertad de imprenta, y desaparecerá la tiranía del haz de la tierra”.- Dirigid con prudencia las negociaciones diplomáticas, cultivad con esmero las relaciones con los Estados amigos, procediendo con probidad, franqueza y buena fe.- Someted vuestras concepciones al juicio de los hombres de bien y obtendréis el acierto: Haced que vuestros actos administrativos estén subordinados á los principios de la justicia, y alejaréis de vuestro corazón la desesperante intranquilidad y el cruel remordimiento. Sed justo, y vuestra memoria será tan imperecedera como la de Arístides” Siquiera de esta manera se desahogaban algunas veces los patriotas. Por las frases citadas, no quiso García Moreno que este discurso sea publicado. 14.- Acusación del doctor José Gabriel Moncayo

En el Ecuador había quedado todavía algunas gotas de sangre: El Dr. José Gabriel Moncayo, abogado de suposición, de Quito, había sido ultrajado en 1862 de una manera indecorosa: Por denuncia de que profería frases ofensivas al Gobierno, se le arrastró inconsideradamente al cuartel, se le vistió de soldado y se le obligó á marchar por la calle en medio de un batallón. No consiguiendo envilecerlo, el tirano le mandó desterrado á Colombia, con una escolta mandada por el Capitán Faustino Lemus Rayo, al servicio todavía de aquel. De Colombia regresó á los pocos meses con indulto. Se hallaba en Quito de Jefe Político cuando estaba reunido el Congreso de que hablamos. Quiso volver por la honra de su patria, y presentó al Congreso una acusación que sorprendió. Acusaba á García Moreno por los azotes al General Ayarza y á los treinta presos expulsados después al Napo, por los asesinatos de Maldonado, Borja, Viola y los vencidos en Jambelí: Lo acusaba por todos los crímenes cometidos con violación de la Ley fundamental. El resultado fué que guardó silencio el Congreso, se encarpetó la acusación y el Dr. Moncayo hubo de ocultarse y salir prófugo al Perú, donde se vió obligado á residir seis ó siete años. Prueba de dignidad grande ó leve, había de ser remunerada con esta clase de premio. El Ecuador debe rendir algún recuerdo á la memoria de este ilustre ciudadano.

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15.- Duelo entre García Moreno y José Urvina

El último acto del duelo entre García Moreno y Urvina, que ha durado tantos años, nos dice Manuel Calvez, en su "Biografía de García Moreno", va a empezar. Esta vez Urvina ha movido con más habilidad a sus agentes en Guayaquil. Tiene una pequeña escuadra. El 31 de mayo de 1865 el comandante liberal José Marcos ocupa el “Washington”, vapor inglés entregado por su capitán mediante mil pesos al contado y diez mil a pagar, a cuyo bordo asaltan el buque de guerra "Guayas", muriendo en la refriega su Comandante Eugenio Matos y el cocinero, con heridas de hacha de abordaje. (Posiblemente tanto Marcos como Matos fueron alumnos de la Escuela Náutica). A remolque del “Washington” llevan al “Guayas” a juntarse con el "Bernardino" que han traído del Perú, una goleta de que se apoderan días después y algún velero más, presentase Urvina el 14 de junio titulándose Presidente en campaña, frente a la rada de Guayaquil. Siguiendo a Pareja Diezcanseco en su Historia, Capítulo "Jambelí" dice: García Moreno se hallaba descansando en una hacienda de Los Chillos. Inmediatamente montó a caballo y en 3 días llegó a Guayaquil. Urvina no le daba sosiego. Era la cuarta expedición del tenaz jefe liberal. El 19 de junio García Moreno negoció con el Cónsul inglés la compra del buque mercante "Talca", fondeado en Guayaquil, mediante el pago de cincuenta mil libras. Habiéndose negado el capitán a entregar el buque, el Presidente lo conminó a darlo, so pena de fusilarlo si no lo hacía. Obtenido el buque lo artillaron, y con 250 hombres a bordo, en la noche del 25 de junio salió al combate. El 26 encontró a los buques de Urvina en el canal de Jambelí. Fue rápido. Ordenó acometer al "Guayas", y después de averiarlo se lanzó al abordaje. Oigamos al mismo García Moreno en el parte que dio al Gobierno, que aparece en "Apuntes Biográficos del Gran Magistrado Ecuatoriano" por el Dr. Pablo Herrera: “R. del E. Comandancia en Jefe del Ejército. Plaza de Guayaquil, a 27 de junio de 1865. AI H. Sr. Ministro de Estado en el despacho de Guerra y Marina— iGloria a Dios que nos ha concedido la Victoria! Ayer, a las 9 y media de la mañana, después de media hora de combate, tomamos al abordaje el "Guayas" y el "Bernardino", en Jambelí, sin más pérdidas, por nuestra parte que un Sargento de Artillería muerto, y 7 heridos, incluso 2 oficiales!. El Washington aunque armado con 4 piezas de artillería, fue tomado en Puerto Jelí, sin combate, por el vapor “Smyrk”. Los Generales Urvina y Robles, que se han dado los títulos de Presidente en campaña el primero, y de Almirante de la Armada el segundo, se salvaron en Jelí arrojándose al lodo... Cayeron en nuestro poder 45 prisioneros, entre los cuales merecen especial mención el ex Coronel Vallejo, José Robles, José Marcos que asaltó al “Guayas” en la noche del 31 de mayo, y otros. Separados los que habían sido tomados por la fuerza, 27 han sido pasados por las armas como piratas… Me es muy grato recomendar a los jefes, oficiales y soldados que me acompañaron... Pero particularmente debo mencionar al Coronel Juan Manuel Uraga (otro alumno de la Escuela Náutica), Jefe del Estado Mayor de la Escuadrilla, cuyas acertadas disposiciones y heroico valor hicieron posible, la victoria… En el parte detallado se darán al Ministerio todos los pormenores de este glorioso combate. Gabriel García Moreno.— P.S. Traemos como presa los vapores “Bernardino” y “Washington” y una goleta de vela. El "Guayas" se fue a pique en Jambelí un cuarto de hora después de tomado, abierto su popa por una bala de cañón a flor de agua. De él no queda fuera del agua más que la parte de la arboladura. Así terminó el vapor “Guayas” que figura, en el Escudo Nacional. Y aquí terminó su vida el Capitán de Navío José María Vallejo, fusilado por orden de

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García Moreno. Cedamos la pluma a J. J. Pino de Icaza, que en el mismo artículo "El precio de un voto" narra con brillantez dicho suceso: "Ha llegado la hora de las retaliaciones del Providencialismo en el Poder. En la proa entre los rebeldes amontonados como bestias de matadero. Los jefes. El CPNV José María Vallejo, el Coronel José Robles, el Capitán José Acosta, reciben el Adiós del Comandante José Marcos Tejada, cuyo fusilamiento en el puente de la nave es el primer jalón del interminable vía crucis que empieza para los vencidos. Junto con el cocinero Juan Bohorquez... Luego los prisioneros son llevados a la bodega. Y el barco empieza á surcar aquellas aguas, en las que sobrenadan, como sangrientos peces, los cadáveres de Marcos y de Bohorquez, proscrito de cristiana sepultura. Al llegar a Puna el General Juan Manuel Uraga, baja, de orden de García Moreno para separar a los que, contra su voluntad, se vieron obligados a entregar sus naves a los revolucionarios. ¡Uraga! General Uraga! es el grito que en graduación de tonos recorre las filas. ¡Que nos espera! El noble militar se cubre el rostro con el brazo: Morir, responde. Preparaos, como caballeros y como cristianos. Yo he dado la escolta que se me ha pedido, pero corre a encerrarme en mi camarote. No he de ser yo quien os lleve a la muerte! Que los asesine don Gabriel en persona, termina, con un acento de reproche. Apoyándose en el brazo de su hijo natural, el joven Buenaventura Vallejo, el Capitán de Navío José María Vallejo, se acerca lenta y gravemente: Uraga, interroga confidencialmente, (ha sido su compañero en la Escuela Naval) No hay esperanza de salvación?.., Ninguna? Acaso es de piedra el pecho de ese hombre? ... "No hay esperanza alguna. Tú lo has dicho, tiene el corazón de piedra, dice con emoción el General. Pero tú, eres un hombre, un patriota. Prepárate, pues a morir como guayaquileño, como soldado. Y no le des el espectáculo de tu debilidad. Sobreponte a tus dolores de hombre enfermo y a tus ternuras de padre. Ese hombre va a gozarse en tu agonía. No te ha perdonado nunca, el voto a favor de Roca y menos puede perdonarte aquélla carta escrita desde Panamá) en la que lo pusiste de oro y de azul, cuando te desterró... "Minutos breves de angustia... está bien... el morirá pero su hijo. No! Su hijo no debe morir. La pobre y humilde madre necesita a este huérfano para su subsistencia. No es posible que su hijo vaya a morir en esa Punta de Piedra que ve, con los ojos de la imaginación, como calvario de agonía! Todo, menos eso... Si. El irá a pedir a García Moreno la vida de su hijo! "El "Tirano" Inexorable no le contesta siquiera. Lo calcina con una mirada de desprecio: "Estos urvinistas no saben morir!" rezonga entre los labios. Vallejo se reporta. Silenciosamente los condenados del destino se han alineado. .. Allí al centro de los condenados entre el bravo José Robles y el heroico Capitán Joaquín Bravo, le han abierto un espacio, “Los liberales saben morir”, le grita en un desafío de retaliación postuma, el Coronel José Robles. Pero Vallejo siente que la cólera le burbujea en la lengua: "Tirano, te emplazo para los quintos infiernos" le espeta en un exabrupto de rabia que le mancha de espuma los labios cárdenos... La descarga rubrica la tragedia... Allí quedan tirados largas horas sirviendo de pasto a los buitres hasta que la mano piadosa del pobre cura párroco de Puna Nueva, el misericordioso Dr. F. David Martínez Orbe, les dé cristiana aunque desconocida sepultura. No, nadie sabe donde duermen los mártires de la Libertad! Sólo Dios que, acaso viste su sepultura con las algas marinas y con las pobres flores de los cementerios campesinos.

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Horas después, cumplido ya el fusilamiento, García Moreno ardiente y solitario, reza torvamente, en su camarote del “Talca: "Y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores…". La deuda del Capitán de Navío José María Vallejo, el voto en favor de Roca, está ya cancelado. Como corolario de este estudio, nos indica Alfredo Pareja: "Su joven hijo, casi un niño, lo acompañaba en la aventura para ayudarle a caminar. El anciano imploró por la vida del muchacho, irresponsable por su edad, de cualquier delito político que quisiera atribuírsele. Y he aquí cómo la dureza diabólica del dictador respondió a la súplica del anciano: OBLIGANDOLO A PRESENCIAR LA EJECUCIÓN DE SU HIJO. Para finalizar me referiré a lo que manifiesta Sonia Fernández Rueda, sobre este asunto: 16.- Panorama histórico del "Garcianismo"

“Una vez derrotadas las fuerzas de la dictadura de Guillermo Franco, el 24 de septiembre de 1860 se convocó a una Asamblea Constituyente a reunirse el 10 de enero de 1861. La Asamblea encargada en la promulgación de una nueva Constitución y de la elección presidencial, designó a García Moreno para el gobierno interino del país y, antes de finalizar sus labores, lo eligió presidente constitucional. Algunos sectores dominantes jugaron un papel fundamental en su instalación en el poder. Sus matrimonios con Rosa de Azcásubi y, a la muerte de ésta, con su sobrina Mariana de Alcázar le permitieron incorporarse a la aristocracia quiteña, al mismo tiempo que conservaba sus vínculos con Guayaquil. Una alianza con la aristocracia quiteña y las élites guayaquileñas lo llevó al gobierno y convertirse, en las condiciones de descomposición política y social planteada por la crisis de 1859, en el agente y protagonista de la unificación del Estado ecuatoriano. El primer período garciano (1861-1865) transcurrió en un ambiente de constante agitación política, provocado principalmente por la revuelta popular urvinista que se mantuvo latente hasta 1865, año en el que los Generales Urvina y Robles (levantados en armas en el Puerto de Guayaquil, y ya electo Jerónimo Carrión Presidente) fueron derrotados en la famosa batalla naval de Jambelí. García Moreno y sus colaboradores vieron en la Constitución de 1861 (mal considerada garciana) la causa del estado de convulsión y anarquía que reinaba en el país. Inspirada en los mismos principios semifederalistas de la de 1852, sancionó un sistema político descentralizado, garantizado a los poderes seccionales y provinciales una amplia autonomía administrativa con respecto al poder central, (Maiguashca: 1933:5) pero limitando sus atribuciones y sujetándose al control de un Consejo de Estado, creado con ese fin….”