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1 JORNADAS INTERCATEDRAS 2011. FACULTAD DE ARQUITECTURA EL CUIDADO DEL PLANETA COMO NUESTRA CASA COMUN PANEL DE CIERRE Las abejas y los arquitectos Desafíos para la construcción de habitares Lic. María Orozco Cátedra de Antropología Facultad de Arquitectura UCC Estas Primeras Jornadas Intercátedras, son, además de un desafío un verdadero ejercicio de creatividad. Las fronteras disciplinares suelen ser mucho más que la especificidad de mirada sobre una realidad compleja. En el mejor de los casos, los límites, cuando son flexibles, permiten un relativo ir y venir entre fronteras; las más de las veces, el límite escenifica verdades, prescribe saberes y define la legitimidad del acceso a esos saberes y a esas verdades. Estas Jornadas son pues, un desafío a las fronteras, una provocación a su apertura, un llamado a la implosión de las seguridades disciplinares a fin de que, sin perder singularidad, se produzca una paulatina ampliación del horizonte de nuestros conocimientos. Propongo, entonces, una reflexión en dos movimientos, por un lado re-pensar el lugar de la arquitectura como saber particular y de las disciplinas en general, a la luz de su vinculación con las fuerzas que estructuran el orden de las cosas y; por otro lado, a partir de lo anterior, explorar alternativas para la puesta en marcha de las potencialidades de esos saberes como constructores, no sólo de objetos sino, fundamentalmente, de mundos de vida. Para ello quisiera servirme de dos figuras, que a modo de arquetipos, permitan guiar la exploración. Esas figuras son las de las abejas y el arquitecto. Si remarco la palabra figura es porque ella convoca a la apertura de nuevos universos simbólicos, despierta, en suma, a un ejercicio de imaginación y creatividad. Comienzo con las abejas Las abejas sorprenden a los científicos por varias razones, entre ellas: la capacidad de optimizar determinadas figuras geométricas y; tomar decisiones conjuntas para elegir un lugar donde habitar. Papus de Alejandría, matemático griego que vivió del año 284 al 305,

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JORNADAS INTERCATEDRAS 2011. FACULTAD DE ARQUITECTURA EL CUIDADO DEL PLANETA COMO NUESTRA CASA COMUN

PANEL DE CIERRE

Las abejas y los arquitectos Desafíos para la construcción de habitares

Lic. María Orozco Cátedra de Antropología Facultad de Arquitectura

UCC

Estas Primeras Jornadas Intercátedras, son, además de un desafío un verdadero ejercicio de creatividad. Las fronteras disciplinares suelen ser mucho más que la especificidad de mirada sobre una realidad compleja. En el mejor de los casos, los límites, cuando son flexibles, permiten un relativo ir y venir entre fronteras; las más de las veces, el límite escenifica verdades, prescribe saberes y define la legitimidad del acceso a esos saberes y a esas verdades.

Estas Jornadas son pues, un desafío a las fronteras, una provocación a su apertura, un llamado a la implosión de las seguridades disciplinares a fin de que, sin perder singularidad, se produzca una paulatina ampliación del horizonte de nuestros conocimientos.

Propongo, entonces, una reflexión en dos movimientos, por un lado re-pensar el lugar de la arquitectura como saber particular y de las disciplinas en general, a la luz de su vinculación con las fuerzas que estructuran el orden de las cosas y; por otro lado, a partir de lo anterior, explorar alternativas para la puesta en marcha de las potencialidades de esos saberes como constructores, no sólo de objetos sino, fundamentalmente, de mundos de vida.

Para ello quisiera servirme de dos figuras, que a modo de arquetipos, permitan guiar la exploración. Esas figuras son las de las abejas y el arquitecto. Si remarco la palabra figura es porque ella convoca a la apertura de nuevos universos simbólicos, despierta, en suma, a un ejercicio de imaginación y creatividad.

Comienzo con las abejas

Las abejas sorprenden a los científicos por varias razones, entre ellas: la capacidad de optimizar determinadas figuras geométricas y; tomar decisiones conjuntas para elegir un lugar donde habitar. Papus de Alejandría, matemático griego que vivió del año 284 al 305,

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al observar la forma hexagonal que imprimen las abejas a sus celdillas para guardar la miel, constató que optimizaban matemáticamente el espacio. Lo mismo afirmaron con posterioridad el astrónomo italiano Jacques P. Maraldi(1687-1718), el físico francés René de Réaumur (1683-1757) el geómetra alemán Samuel Koening.

En efecto, al almacenar la miel, las abejas deben resolver un serio problema: guardarla en celdillas individuales, de tal manera que formen un mosaico sin huecos aprovechando el espacio al máximo con el menor consumo de cera. De entre todas las posibles figuras geométricas las abejas escogieron el hexágono, pero esta elección no fue arbitraria, sino que se fundamenta en lo que podría denominarse una lógica matemática.

Entre todos los polígonos regulares con el mismo perímetro, encierran más área aquellos que tienen mayor número de lados. La figura que abarca mayor área para un perímetro determinado es el círculo, con un número infinito de lados. No obstante, un círculo deja espacios vacíos cuando se rodea de otros círculos. Así, de todas las figuras geométricas que cumplen la condición “mayor número de lados y adyacencia sin huecos”, para la matemática es el hexágono la más óptima. Para las abejas esto es verdad desde siempre, el hexágono les permite no sólo, ahorrar espacio sino también, material de construcción.

El segundo aspecto a tener en cuenta de estos curiosos animalillos es su capacidad de organización para la toma de decisiones conjuntas a la hora, por ejemplo, de seleccionar un lugar para construir una nueva morada1.

Los apicultores saben desde hace siglos que, en las postrimerías de la primavera las colonias de abejas se escinden por enjambres. En este proceso, la reina y alrededor de la mitad de las obreras abandonan la colmena para fundar una nueva colonia. En los años cincuenta del siglo XX Martin Lindauer, zoólogo alemán, publicó un artículo seminal sobre la búsqueda de vivienda que hacen las abejas melíferas. Lindauer completaba entonces su formación posdoctoral en la Universidad de Múnich con el etólogo Karl von Frisch, quien poco antes había decodificado la danza del vientre2 de las abejas (movimiento oscilante del abdomen). Mediante este comportamiento comunicador, las abejas merodeadoras informaban a sus compañeras de colmena la ubicación de ricas fuentes de alimento. Lindauer, confirmó los datos de su maestro y agrego uno nuevo y sorprendente. Un conjunto de abejas, que no parecían ser merodeadoras, también bailaban, pero de una manera diferente a las buscadoras de alimento. Estas nuevas danzarinas designaban con su baile posibles lugares de anidamiento cerca del enjambre. De todos los lugares señalados

                                                                                                                         1  Cfr. Thomas D. Seeley, P. Kirk Visscher y Kevin M. Passino. Toma de decisiones en enjambres. En: Rev Investigación y Ciencia, N°360 Septiembre, 2006. p. 8.  2  La abeja danzarina avanza volando y efectúa una pasada de contoneo (“waggle run”), haciendo vibrar su abdomen hacia los lados; después describe un círculo de regreso a su punto de partida. En eso consiste un circuito de danza. Von Frisch descubrió que la longitud de la pasada de contoneo representaba la distancia hasta la fuente de alimento; el ángulo de la danza denotaba la dirección en que se encontraba el alimento.  

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por las exploradoras, finalmente se optaba por uno tras lo cual, el enjambre completo iniciaba su vuelo hacia la nueva casa. Los estudios confirmaron que la distinción, entre un lugar de anidamiento mediocre y el mejor lugar posible, es establecida por las exploradoras a través de la intensidad de circuitos que se ejecutan en una danza. El número de éstos varía en función de la calidad del lugar.

La variación de los circuitos de la danza, sumado a la cantidad de danzarinas que coinciden en señalar un único emplazamiento, permite que las exploradoras lleguen a un consenso o bien, sumen quórum a favor de un lugar determinado lo que conlleva, con posterioridad, el vuelo del enjambre hacia el sitio previamente seleccionado3. Lo más relevante de este hecho es que el modo de organización de las abejas exploradoras promueve la diversidad de conocimiento en el seno del grupo. No están dirigidas ni dominadas por un conjunto restringido de abejas. Antes bien, en el proceso que conduce a la toma de decisiones participan todas las exploradoras del enjambre. Ello significa que el proceso se basa en las acciones de centenares de individuos: cada uno opera como un agente autónomo que proporciona información propia e independiente para resolver de manera colectiva el problema de búsqueda de vivienda.

Las abejas, construyendo van habitando, y habitando cuidan, cuidan el enjambre, la reina, las obreras, la miel, la cera, las flores.

Lo descripto hasta aquí, nos conecta con dos cuestiones esenciales que bien pueden ser pensadas desde el punto de vista de la acción humana. Por un lado, la capacidad creativa para resolver asuntos vitales. Por otro, el problema de la decisión colectiva y el trabajo conjunto. Pero ¿qué tiene que ver esto con los arquitectos o la arquitectura? Empecemos por la capacidad creativa…

Marx decía que “(…) la abeja avergüenza con la construcción de sus celdillas a más de un arquitecto, pero lo que distingue al peor de los arquitectos de la mejor abeja es que aquel ha construido una celdilla en su cerebro antes de construirla en cera (…)”4. En su libro Espacios de Esperanza, David Harvey, recurre a esta imagen para poner en cuestionamiento el papel de los arquitectos en el proceso de construcción y organización de los espacios que han dado forma a nuestro mundo. Al hacerlo destaca unas potencialidades humanas, cuyo emergente es la figura del arquitecto, pero que, en tanto potencialidades humanas, nos cabe a todos: la imaginación y la voluntad de “crear”.

                                                                                                                         3Cfr. Thomas D. Seeley, P. Kirk Visscher y Kevin M. Passino. Toma de decisiones en enjambres. En: Rev Investigación y Ciencia, N°360 Septiembre, 2006, p 13-15. 4 Marx, Karl. El Capital, Tomo I Akal, Madrid, 2002, pp. 241-242.

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Lo que Marx nos permite captar en ese pasaje, no es sólo la capacidad humana de “crear” mundos imaginarios antes que materiales, sino también el potencial de transformación social e individual inmanente a todo acto creativo5.

Ciertamente, hace falta un enorme ejercicio de imaginación para diseñar una torre de oficinas, lugares residenciales, planes de vivienda, una fábrica, un parque, una ciudad o un templo religioso. La historia de la humanidad es una historia de permanente creación de lugares donde desarrollar la vida.

El arquitecto debe, primero, imaginar espacios, ordenamientos, materiales, efectos estéticos, relaciones con el medio ambiente y tratar al mismo tiempo cuestiones tan prosaicas como conexiones eléctricas, de gas, desagües, cañerías. En la amplia gama de actividades que realiza no es sin embargo plenamente independiente. La disponibilidad y costes de materiales, la naturaleza de los emplazamientos, las tradiciones educativas, las prácticas aprendidas, el mercado, el Estado, las preferencias de los clientes, condicionan y no pocas veces orientan el potencial imaginativo, y por tanto, la capacidad creadora6. Al igual que las abejas, el arquitecto desarrolla su labor con otros, pero a diferencia de aquellas, esa labor parece tener menos el aspecto de un trabajo conjunto, orientado al bien común, que una puja por la definición final de lo que se va a crear. Y esto quizás es así, porque la arquitectura siempre ha dependido de la asignación de unos recursos escasos y su ejecución a gran escala, “ha estado más en manos de los que tienen accesos a los hilos del poder” 7 y definen el curso del progreso que en manos de los propios arquitectos.

Esto nos conecta directamente con el problema de la configuración espacial y urbana, de nuestras ciudades contemporáneas y, ciertamente, con el rol de la arquitectura y su vinculación con las fuerzas estructurantes de la economía y la política.

Nuestras ciudades se hayan signadas por una creciente polarización geográfica entre núcleos urbanos empobrecidos y exclusivas zonas residenciales8; por la destrucción del medio ambiente, y en muchos casos el deterioro del patrimonio histórico y cultural a raíz

                                                                                                                         5 Lagueux Maurice, «La tête de l'architecte» en Soulez Antonia (dir.), L'architecte et le philosophe, colección «Architecture + Recherches», N°36, Mardaga, Liège, 1993, pp. 79-111. Traducción al español de Jorge Parra "La Cabeza del Arquitecto", En: Ideas y Valores, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 1995, pp. 143-178.|  6   Sobe el problema de la polarización urbana, el crecimiento de la miseria, los enclaves cerrados y la degradación urbana, puede verse para un panorama general y más orientado a la problemática en los países desarrollados los siguientes trabajo: Harvey, David. Espacios de Esperanza. Ed. Akal, Madrid, 2007, Saskia Sassen, Una sociología de la globalización, Ed. Katz, Buenos Aires, 2007, Loic Wacquant. Los condenados de la ciudad. Gueto, periferia y Estado. Ed. Siglo XXI, Buenos Aires, 2007. Para el caso argentino puede revisarse entre otros, los textos de Maristella Svampa Los que ganaron. La vida en los countries y barrios privados. Ed. Biblos, Buenos Aires, 2001, y la Sociedad Excluyente. La Argentina bajo el signo del neoliberalismo, Ed. Taurus, Buenos Aires, 2010.  7  Sudjic, Deyan. La arquitectura del poder. Ed. Ariel, Barcelona, 2007, p. 13  8  Cfr. Harvey,David. Espacios de Esperanza. Ed. Akal, Barcelona, 2007, pp. 205-206  

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de la creciente presión del mercado inmobiliario y especulativo. David Harvey9 señala que el desarrollo del capitalismo, especialmente en su fase avanzada, ha constituido una empresa de generación de desigualdades geográficas en diferentes escalas10. El crecimiento desmedido de esas desigualdades pone en evidencia una lógica de “acumulación por desposesión”, un des-cuido de los espacios de nuestro mundo, ha generado un des-habitar.

Observamos entonces, que la forma que materialmente van adquiriendo los entornos en los que vivimos, escenifican más la capacidad creadora (de desigualdades) propia del mercado, a la que acaba subsumiéndose la arquitectura, que al potencial transformador de la mirada utópica del arquitecto.

La arquitectura ha estado siempre involucrada en la tarea de definir el mundo en que habitamos, y por ello vinculada a las fuerzas estructurantes de lo social, y es en ese sentido que ha cumplido, aunque no se asuma con frecuencia, una función política. Nuestras construcciones, la forma de nuestras ciudades, la distribución de los espacios públicos y privados, los espacios sagrados y profanos, los de estilo y los relegados, revelan nuestros miedos y pasiones, las prioridades del poder y definen nuestra manera de vivir11.

Es en este punto en donde entra en juego, la segunda cuestión para pensar a que nos habilita el ejemplo de las abejas: el trabajo colectivo por el bien común. Las abejas con su diminuto cerebro son capaces, colectivamente, de resolver problemas matemáticos como la economía de espacios y materiales, y al mismo tiempo decidir en forma conjunta cual es y donde se encuentra el mejor de los lugares para habitar. De esa decisión se benefician todas las abejas. Claro que, en el caso de los humanos la cosa no es tan sencilla, y ocurre que muy a menudo, decisiones, en apariencia colectivas, acaban por beneficiar a unos pocos.

Las abejas nos ayudan a ver que el acierto en las decisiones grupales, en este caso sociales, se favorece mediante la adquisición de algunas habilidades cruciales: la estructuración de espacios de deliberación, la promoción de la diversidad de conocimientos y, por fin, la agregación de las opiniones mediante procedimientos que aprovechen sabiamente el abanico de conocimientos que él o los grupos poseen.

                                                                                                                         9  Cfr. Harvey,David. Espacios del Capital. Hacia una geografía critica. Ed. Akal. Madrid, 2007, pg. 137 y ss. también en p. 225 y ss.  10  Harvey plantea la necesidad de desarrollar una” teoría de los desarrollos geográficos desiguales” para lo cual establece la distinción entre la producción de escalas espaciales y la producción de diferencias geográficas. La primera se trata de un proceso de jerarquización articulada de espacios en donde se desenvuelven y organizan las actividades humanas de todo tipo. La producción de desigualdades, se refiere a un proceso que se desenvuelve dentro de esas escalas y que, vinculado a la movilidad del capital, implican fundamentalmente, diferencias en los modos y estilos de vida, uso de los recursos naturales, relaciones con el medio ambiente, formas culturales y políticas, etc. Harvey,David, Espacios de Esperanza, pp. 93-116.  11  Sudjic, Deyan. La arquitectura del poder, p.14

 

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La arquitectura es, ante todo, un acontecimiento, en el sentido de ser un devenir que trasciende el control de su hacedor. En todas sus fases de definición (diseño, calculo, selección de materiales, construcción, etc.), la arquitectura, está siempre en contacto con múltiples “otros”. Se vincula con otros saberes como la ecología, la antropología, la filosofía o la matemática, y se vincula con dinámicas espacio temporales como la economía, las regulaciones estatales, los vaivenes del mercado. Aunque no siempre lo reconozca, la arquitectura está habitada por muchas voces. Su potencial creador de espacios y mundos, en la medida en que haga lugar a las voces que la habitan, puede hacer emerger su fuerza crítica para impugnar las desmesuras del mercado y la propia complicidad con esas desmesuras, que tan frecuentemente se traduce en la concentración mezquina de recursos. El potencial creador también puede actuar como emergente estético y político que habilite lugares comunes e inclusivos que promuevan el ejercicio de la sociabilidad y provoquen el desmontaje de las desigualdades geográficas.

Recuperando, ahora el último punto que plantee al inicio del texto, se me ocurren algunas alternativas para explorar de cara a la construcción de saberes y habitares comunes: por un lado el fomento del dialogo y la cooperación interdisciplinar para pensar y resolver problemas que atañen al habitar del hombre. Y si señalo habitar, es porque esa palabra convoca mucho más universos de sentidos que la palabra vivienda, o solución habitacional.

En segundo lugar, creo necesario la recuperación de lo que me gustaría llamar los “saberes urgentes”. Se trata de esos conocimientos, habilidades y disposiciones que brotan de la urgencia por satisfacer necesidades vitales. Esas estrategias verdaderamente originales y creativas, que los más despojados desarrollan para sobrevivir, son, creo yo, capaces de poner en jaque los saberes y no saberes más convencionales y habilitar, en definitiva, nuevos horizontes. Joan McDonald de Selavip, en esta misma Facultad hace un par de año,s al hablar de los tugurios en las ciudades, decía que “los pobres tienen mucho que decir” y “no pueden esperar”.

Aquí radica el principal desafío para la arquitectura, los arquitectos como profesionales, y cada uno de nosotros, en tanto hombres y mujeres capaces de asumir la función de construir mundos de vida común. Ese desafío se encuentra vinculado al potencial del trabajo colectivo para “imaginar” alternativas que fisuren el orden actual de las cosas. Si aceptamos que la sociedad y las ciudades se hacen y se imaginan, también podemos creer que se pueden re-hacer y re-imaginar a la luz de unos principios menos mercantiles y más humanitarios12.

                                                                                                                         12Cfr. Harvey,David. Espacios de Esperanza, p. 186.

 

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Harvey llamó arquitecto insurgente a aquel, profesional o no, que consciente de su participación en el proceso de construcción del mundo se anima a imaginar, uno enteramente diferente, verdaderamente humano y común.

BIBLIOGRAFIA

Harvey, David. Espacios de Esperanza. Ed. Akal, Madrid, 2007

Harvey,David. Espacios del Capital. Hacia una geografía critica. Ed. Akal. Madrid, 2007

Lagueux Maurice, «La tête de l'architecte» en Soulez Antonia (dir.), L'architecte et le philosophe, colección «Architecture + Recherches», N°36, Mardaga, Liège, 1993, pp. 79-111. Traducción al español de Jorge Parra "La Cabeza del Arquitecto", En: Ideas y Valores, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 1995

Marx, Karl. El Capital, Tomo I Akal, Madrid, 2002.

Sudjic, Deyan. La arquitectura del poder. Ed. Ariel, Barcelona, 2007

Thomas D. Seeley, P. Kirk Visscher y Kevin M. Passino. Toma de decisiones en enjambres. En: Rev Investigación y Ciencia, N°360 Septiembre, 2006.