Jose Maria Caro

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1 PRESENTACIÓN Cuando comienza a escudriñarse la historia desde la base, desde y con quienes la hicieron, son infinitas las interpretaciones que se le pueden dar a un mismo hecho, son distintos los prismas que ven una misma realidad. Para uno puede ser un grato recuerdo, mientras que para otro puede ser mejor olvidar. Matices de esta índole se dieron durante el proceso de reconstrucción de la historia del barrio José María Caro de La Serena, en donde luego de la conformación del Comité de Recuperación Histórica, se comenzó un trabajo metódico que contempló distintas fases tendientes a obtener la Mayor cantidad de información posible. La convocatoria para la Comisión se hizo invitándolos a todos, independiente de su edad y género, porque entendimos que cada quien tenía algo que aportar desde su visión y perspectiva. Circunstancialmente, el llamado fue oído y respondido por un grupo de seis mujeres, en su mayoría fundadoras de la población. En paralelo se hicieron entrevistas a personas que no viven en el barrio pero que están vinculadas con él. Algunos profesionales que ayudaron en su formación, otros que contextualizaron la época en que se hizo y también quienes se han involucrado poco a poco durante su vida. Fueron los propios vecinos los que hicieron un Mapa Barrial y fueron ellos mismos los que volvieron a recorrer las calles para conocer y reconocer el lugar que los ha acogido por tantos años. En esta caminata, le contaron a quienes no sabían, historias de personajes en lugares que los cobijan a diario. Cada uno condimentó a su gusto cada recuerdo, manteniendo viva la historia colectiva que la rutina quiere aletargar. El debate se hizo presente en más de una ocasión, y la opinión sobre algún dato trascendente permitió que se expusieran diversos puntos de vista, dejando la respuesta abierta. Se establece, por ende, que esta publicación no es una verdad absoluta, sino que es un intento abierto por conocer la historia desde la visión de los protagonistas, quienes quisieron trabajar y aportar en la recuperación de la memoria de su barrio. Barrio que con el correr de los años y casi sin darse cuenta paso de ser Chacra Figari a José María Caro.

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Jose María Caro

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PRESENTACIÓN

Cuando comienza a escudriñarse la historia desde la base, desde y con quienes la hicieron, son infinitas las

interpretaciones que se le pueden dar a un mismo hecho, son distintos los prismas que ven una misma realidad.

Para uno puede ser un grato recuerdo, mientras que para otro puede ser mejor olvidar.

Matices de esta índole se dieron durante el proceso de reconstrucción de la historia del barrio José María Caro de

La Serena, en donde luego de la conformación del Comité de Recuperación Histórica, se comenzó un trabajo

metódico que contempló distintas fases tendientes a obtener la Mayor cantidad de información posible.

La convocatoria para la Comisión se hizo invitándolos a todos, independiente de su edad y género, porque

entendimos que cada quien tenía algo que aportar desde su visión y perspectiva. Circunstancialmente, el

llamado fue oído y respondido por un grupo de seis mujeres, en su mayoría fundadoras de la población. En

paralelo se hicieron entrevistas a personas que no viven en el barrio pero que están vinculadas con él. Algunos

profesionales que ayudaron en su formación, otros que contextualizaron la época en que se hizo y también

quienes se han involucrado poco a poco durante su vida.

Fueron los propios vecinos los que hicieron un Mapa Barrial y fueron ellos mismos los que volvieron a recorrer las

calles para conocer y reconocer el lugar que los ha acogido por tantos años. En esta caminata, le contaron a

quienes no sabían, historias de personajes en lugares que los cobijan a diario. Cada uno condimentó a su gusto

cada recuerdo, manteniendo viva la historia colectiva que la rutina quiere aletargar. El debate se hizo presente

en más de una ocasión, y la opinión sobre algún dato trascendente permitió que se expusieran diversos puntos de

vista, dejando la respuesta abierta. Se establece, por ende, que esta publicación no es una verdad absoluta, sino

que es un intento abierto por conocer la historia desde la visión de los protagonistas, quienes quisieron trabajar y

aportar en la recuperación de la memoria de su barrio. Barrio que con el correr de los años y casi sin darse cuenta

paso de ser Chacra Figari a José María Caro.

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UN POCO DE HISTORIA

Una crónica de diario El Día, del 22 de agosto de

1968 se convirtió en fiel testimonio de lo que estaba

pasando en la ex Chacra Figari durante aquel año.

Ahí, grupos familiares completos se dedicaban a

concretar el tan anhelado sueño de la casa propia.

Durante el día, mujeres y niños. Durante la tarde y

noche los hombres. El fin de semana toda la familia

y estudiantes voluntarios. Ese era el ritmo general

con que se llevaba adelante el proceso de auto

construcción de casas en lo que hoy conocemos

como el barrio José María Caro. Una etapa no

exenta de problemas, temores y sacrificios que

mostraron el temple de las familias de la época.

Gracias a una política de gobierno del entonces

presidente Eduardo Frei Montalva, en Chile

comenzó un proceso habitacional tendiente a

entregar soluciones a las familias que hasta

entonces no contaban con un techo propio o

legalizado. Fue así que en el plano local se

organizaron comités y se erradicaron familias,

entregándoles el terreno y los materiales para que

hicieran sus edificaciones. Nace el proceso de auto

construcción.

Los elegidos provenían desde diversos sectores

como Peñuelas, Capuchinos, Santa Lucía, Cinco

Quesos, Almagro, Ladera norte y Santa Inés,

quienes por diversas razones necesitaban una

solución pronta de vivienda. A juicio de los mismos

vecinos era gente humilde, carente de un lugar

donde residir y solidaria.

Este proceso, se ve antecedido por una serie de

políticas migratorias establecidas y espontáneas

que tenían como único fin el acercarse a la ciudad

para obtener mejores posibilidades

socioeconómicas para perfeccionar la calidad de

vida.

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A juicio del periodista e historiador Fernando

Moraga, La Serena, como la mayoría de las

grandes urbes se convierte en un polo de atracción

para muchas familias, “el año 1907, más o menos,

en esa época se empieza a producir una erupción,

primero es de la gente de campo hacia la ciudad,

buscando mejores posibilidades.

Se produce también en ese mismo período una

movilidad social, en que el sector rural empieza a

reclamar mejores condiciones de vida, entonces

pasan a buscar la marginalidad de La Serena. Una

cantidad bastante importante de gente, que viene

especialmente de Illapel, Combarbalá, Ovalle,

etcétera, se instalan en un cordón que está

inmediatamente después de la calle Infante, hasta

Juan Cisternas con Amunátegui. La escuela Normal

era el final de la ciudad de La Serena hacia el sur. Y

dentro de la ciudad, desde antes inclusive, venían

una cantidad impresionante de conventillos y

construcciones echas nada más en churqui, con

puertas y ventanas, son los famosos cuartos

redondos, que no tenían ni servicios higiénicos, ni

agua”.

Ese fenómeno de migración hacia la ciudad se

acentúa en el año 1930, en que vuelve toda la

gente que estaba trabajando en el norte por la

movilización de las salitreras y a su vez también una

cantidad grande de gente que viene de Santiago,

de la periferia santiaguina, para incorporarse a los

trabajos de lavaderos de oro, esos lavaderos de oro

estaban todos instalados aquí en Quebrada de

Talca y en Andacollo.

Situaciones como esta hacen que la ciudad “se

haga chica”, debiéndose diseñar nuevos

mecanismos de expansión. Primero, a juicio de

Moraga, se hace una entrega de terrenos un tanto

desordenada, “están más absolutamente

marginales y la ciudad de La Serena en realidad no

se preocupa mucho del tema, deja sencillamente

que esa gente construya”.

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Luego, y previo al Cuarto Centenario de la ciudad

y a la creación del Plan Serena, se buscan algunas

soluciones a raíz de las políticas que empiezan a

desarrollar el gobierno de Pedro Aguirre Cerda, “el

famoso Frente Popular, que ofrece como slogan de

su gobierno ’Pan, techo y abrigo’. El Techo, es la

posibilidad de que en algún momento

determinado, por políticas del gobierno se pueda

construir algún tipo de población, de echo acá en

la ciudad de La Serena se construyen algunas”.

También se estableció la creación de barrios en

que los vecinos estaban vinculados por algún factor

común, especialmente en lo laboral. “Por ejemplo,

en el sector de la Juan XXIII tú vas y en el primer

sector te encuentras con trabajadores gráficos,

luego te encuentras con gente que trabaja en la

construcción, otros que trabajan en el campo,

bodegueros, etcétera…”.

Mientras que hay otros posteriores que se crean por

la necesidad y las solicitudes, “en donde mezclas a

la gente que estaba aquí en el río, la gente que

estaba abajo del Puente Fiscal y los que estaban en

el sector de la Avenida de Aguirre, o los que en

algún momento determinado van a la Intendencia

a pedir que la ayuden de alguna manera, los llevan

a la Chacra Figari”. A juicio del periodista, esta

diversidad de vecinos hace difícil encontrar una

guía que los defina como barrio, ya que no tienen

un pasado común, “es difícil marcarles un patrón

común de existencia, de hecho la tienen, porque

llevan ahí más de 40 años, pero ellos no tienen un

referente de identidad tierra y tampoco se integran

entre ellos, porque habitualmente los barrios se

ligan casándose la vecina con el vecino,

estableciendo un acuerdo de comadre, de

compadre, etcétera”.

Referente al traspaso del terreno de manos de la

familia Figari al Fisco, este se realizó el 21 de octubre

de 1966, según consta en contrato de

compraventa pactado entre la Sociedad Civil

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Agrícola Mario Figari y Compañía Limitada y la

Corporación de Mejoramiento Urbano.

Esta transacción dice en lo medular que “la

Corporación de Mejoramiento Urbano, es dueña

de una parte de la propiedad, denominada

‘Chacra Serena’, ubicada en esta ciudad, parte

que tiene una superficie aproximada de doscientos

un mil ciento sesenta metros cuadrados (…).

Adquirió la parte de la chacra citada por compra a

la Sociedad Civil Agrícola Mario Figari y Compañía

Limitada representada por don Mario Figari Bausa,

en la cantidad de cuatrocientos cuarenta y dos mil

quinientos cincuenta y dos escudos”. De ahí que el

barrio tenga la ascendencia de Chacra Figari hasta

estos días.

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Copia de la compraventa, documento que da fe de la adquisición de parte del Estado de los terrenos donde se

construyó el barrio José María Caro.

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DÍAS DE ESFUERZO Y SOLIDARIDAD

Luego de aquel proceso histórico, que marcó algunas

pautas para el nacimiento del barrio, llega el año 1968

y en el sector de la Chacra Figari se comienza a

fraguar una de las poblaciones populares más

importantes del sur de La Serena.

Pocos vecinos especulan con el porqué del nombre

del barrio. Muchos se sienten aún de “la Figari”, pero

quienes se atreven a opinar basan su teoría en el

reconocimiento que quiso hacer el Gobierno

democratacristiano de Eduardo Frei Montalva a quien

fue el primer cardenal de nuestro país: José María Caro

Rodríguez, quien además fue obispo de La Serena

entre 1925 y 1939.

Según datos del Ministerio de Vivienda y Urbanismo, el

barrio José María Caro está compuesto por 285

viviendas y se ubica entre las calles Cuatro Esquinas

por el sur, Guillermo Carter y Gallo por el norte, Larraín

Alcalde por el Oeste y Gabriel González Videla por el

este. Su superficie total es de 89.000 metros cuadrados

y presenta una población de 1227 habitantes, de los

cuales 607 son hombres y 620 corresponden a mujeres.

Pero llegar a esta población y cantidad de casas no

fue cosa del azar. Antes que aquí hubiese alguien,

estas tierras se utilizaban para la agricultura, el alimento

y tránsito de animales. Hace cuarenta años este sector

estaba muy alejado de la ciudad propiamente tal y

apareció como una solución habitacional pionera,

ganando nuevos espacios para la urbe gracias al

sacrificio de sus nuevos habitantes.

Sobre esos años hay sabrosas historias, anécdotas,

vivencias y recuerdos que los propios vecinos no

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quieren olvidar. Tal como se destaca en las impresiones

recogidas del grupo de mujeres que acudieron al

llamado para conformar el Comité de Recuperación

Histórica y otros protagonistas que de una u otra forma

se fueron vinculando con el barrio durante el transcurso

de los años. Es así como se recuerda a quienes

habitaron las primeras construcciones, entre ellos Nilda

Palma, Hugo Moreno y Emelinda Ossandón, quienes se

adelantaron en hacer para sus familias las primeras

casas.

También se recuerda que los pasajes estaban

señalados por letras y que cada terreno estaba

denominado por sitio y su correspondiente número, por

ejemplo, la vecina Ana Vásquez llegó hace cuarenta

años al barrio y vivió en el pasaje M, sitio número 126.

Las jornadas para la construcción de las casas no

fueron fáciles, la escasez de varones fue un tema

clave, de ahí que se destaque el trabajo y ahínco

puesto por las mujeres. “Nosotros con el terremoto del

67 quedamos sin casa, vivíamos por la avenida de

Aguirre y nos llevaron a Peñuelas y en Peñuelas se

formó un comité y vinieron a trabajar acá. Incluso

siempre me acuerdo que mi mamá me sacó 3 meses

de la escuela, nos estaba apurando por que era sola,

o sea, no habían hombres en mi casa, es esa la

verdad, unas primas, mi abuelita, mi mamá y yo”,

relata la señora Ana.

Otra familia que enfrentó un problema similar fue la de

la señora Bélgica Aguirre, grupo que estaba

compuesto por una tías que eran mayores, lo que les

imposibilitaba cumplir con todo el trabajo que

implicaba levantar una residencia. Golpearon puertas

y llegaron hasta el intendente de la época, Eduardo

Sepúlveda, quien finalmente se comunicó con la

dirigencia de los estudiantes universitarios,

encabezada en esos años por Oscar Rojas, para que

participaran del proceso de construcción.

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“Ellos levantaron la casa de nosotros, fue la primera

casa que levantaron y de ahí empezaron a levantar a

la otra gente que no tenía quien les levantara sus

casas. Y por eso estoy súper agradecida de él (Rojas),

porque en realidad nos hicieron la casa, pero se

olvidaron de hacer el pozo séptico, por lo que

llegamos y no teníamos baño, entonces le pedíamos a

los vecinos prestado y nadie quería prestarnos.

Entonces don Efraín, el dueño de la casa de atrás, nos

hizo el baño”.

Aspectos como éste realzan a la solidaridad como un

valor transversal, que permitió que todos alcanzaran el

sueño. El mismo Rojas recuerda esta época como

parte de un proceso social importante, donde el

compromiso de los estudiantes con el país era una

prioridad. “Circunstancialmente yo era presidente de

la Universidad de La Serena, Universidad de Chile en

aquella época y creyendo en nuestro deber de

jóvenes, impulsamos trabajos voluntarios los fines de

semana, para ir en apoyo tanto del sector urbano

como rural y en la Federación de Estudiantes nosotros

un poco apadrinamos a la Chacra Figari, porque

habían muchas familias que si bien eran numerosas, no

tenían hombres, por lo tanto habían mujeres viudas,

con niños y de edad. Nosotros fuimos a iniciar un

trabajo que no fue fácil porque en aquella época, y los

vecinos del barrio y los habitantes de La Serena se

tienen que acordar, eran unos tierrales inmensos, y

donde estaba el sector de acopio del material de auto

construcción, llámense los paneles de madera de las

casas, por que todos eran de madera, les entregaban

los paneles hechos, eran no menos de 800 y nosotros

teníamos que acarrearlos en carretillas entre todos los

jóvenes. Íbamos unos 40 muchachos, entre hombres y

mujeres, a ayudar a las casas, hacíamos los radieres y

tratábamos de parar de la mejor manera las casas.

Estuvimos un tiempo largo, no fue corto y tampoco fue

fácil, por eso a nosotros nos marcó, por lo menos a mí

me marcó como una etapa muy importante”.

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Así comenzó a edificarse el barrio José María Caro, con

grandes cargas de trabajo y sacrificio que le fueron

entregando cierto carácter al vecindario. Las jornadas

de esfuerzo se extendían de sol a sol e intentaban

hacerlas más livianas con la convivencia y unión de

todos los pobladores. “Usted se acostaba en la noche

y al otro día amanecía una casa armada. Trabajaban,

trabajaban los caballeros de noche, estaban toda la

noche trabajando”, recuerda la señora Norma Ojeda.

Mientras que para cuidar y hacer más liviano el

esfuerzo se reunían para compartir. “Para

entretenernos en la noche hacíamos fogatas,

cantábamos, las que éramos de por aquí, porque

éramos cabras chicas, mientras construían las casas”,

relata Ana Vásquez, quien señala que acciones como

esta servían también para mantener despiertos a los

turnos de vigilancia, que debían velar porque nadie les

robara los materiales.

El aislamiento también era un tema por aquellos años,

el hecho de que la población se construyera al

extremo sur de la ciudad provocaba algunos

inconvenientes difíciles de soslayar por los nuevos

habitantes.

La señora Bélgica recuerda: “El acceso para llegar era

difícil, porque se estaba construyendo la población de

Los Perales y todo eso estaba cerrado, entonces la

locomoción estaba por Balmaceda, hasta la escuela

de las monjas que era en ese tiempo, Buen Pastor,

paradero 5; y de ahí uno tenía que irse caminando o

se venía a pie por Chacra Julieta, nosotras nos

veníamos a pie por Chacra Julieta y teníamos que

pasar los alambrados, pedir permiso para poder llegar

acá, porque estos eran potreros y se veían unas casitas

que otras que la gente levantaba, que la gente iba

levantando, esto se armó solamente el cascaron

primero, no había luz, no había agua, no había

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locomoción”. También recuerdan el almacén de

Carlos Ordenes en el paradero 8 y la carnicería “del

Rigo”, allá también en Balmaceda.

Pero esto también generó algunas anécdotas sobre el

particular. De hecho, la primera liebre que llegó al

sector fue la “Taco Alto”, con su conductor apodado

“El Sandro”, por su parecido con el cantante

argentino. “Justamente, cuando tuve mi primera hija,

me toco irme en la Taco Alto al hospital”, dice la

señora Ana.

Después vinieron otras, la A, B y C, que tenían su

terminal el Gabriel González con Cuatro Esquinas, y

que con el correr de los años ampliaron su recorrido,

llegando ahora, incluso, hasta Tierras Blancas, en

Coquimbo.

Inicialmente, para abastecerse de agua, debían

recurrir a pilones que estaban ubicados

estratégicamente dentro del barrio,

fundamentalmente en cada vértice de la población,

los que se hacían pocos para tanta familia, generando

conflictos menores y algunas anécdotas.

La señora Bélgica sintetiza algunos hitos en torno al

tema, “Don Sergio Ossandón compró una manguera,

200 metros de manguera y él la ponía y le daba agua

a todo el barrio, se llenaban ellos primero y le daban a

todos, entonces a mi me llamaban y me decían, ‘niña

vente’, y me tocaba a mí y nos iba tocando a todos.

Claro que si venía alguien del sector de la llave, nos

sacaba la manguera también y nos cortaban el agua,

pero la gente era solidaria con nosotros si, yo tengo

esos bonitos recuerdos, que eran solidarios. Antes de

esto, como éramos niños chicos, íbamos con los baldes

acarreando agua”. Mientras que la vecina Norma

Collao recuerda que a ella le tocaba al otro extremo,

en Gabriel González con Cuatro Esquinas.

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Dentro de los recuerdos más gratos están las fiestas de

antaño, ocasiones donde todas las familias

compartían, disfrutaban y sacaban a relucir lo mejor

de sí. Estaban las celebraciones de La Primavera y

aquellas que se realizaban para Fiestas Patrias. La

misma señora Bélgica rememora: “Yo recuerdo que se

hacían fiestas populares para el 18.

Nosotros concursábamos en la gymcana, concursos

de baile, se hacía una ramada, bailábamos cueca

con la Ana María Ojeda”. Apreciación que se ve

reafirmada con las palabras de la señora Norma

Collao, “se hacían las ramadas ahí en el centro de

madres de nosotros (José María Caro), se cerraba la

calle, todo eso”.

También se recuerdan celebraciones masivas, que

convocaban a toda La Pampa, al estilo de la Quinta

Vergara en Viña del Mar, festival que se realizó al inicio

de la década de los 70 en los terrenos donde

actualmente se emplaza el Centro de Salud José María

Caro, y que no pudo tomar vuelo en los años postreros

debido al golpe militar de 1973.

Este acontecimiento político, económico y social

marcó el devenir del barrio José María Caro, porque

cortó la incipiente vida en comunidad y los privó de

reuniones y encuentros masivos, imponiendo incluso,

quien sería el presidente de la Junta de Vecinos.

Si bien en la población no existe registro de detenidos

desaparecidos ni torturados, sí se recuerda la

presencia militar como un sino difícil de olvidar. Los

allanamientos y los toques de queda eran constantes,

coartando la libertad e imponiendo el terror, lo que a

la larga generó la casi nula vinculación entre vecinos,

haciendo que las familias se refugiaran en sus hogares.

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A juicio de las integrantes del Comité de Recuperación

Histórica, el año 1973 marcó el nacimiento de la apatía

y la desconfianza.

De vuelta en los recuerdos más gratos, las vecinas

hacen memoria sobre la importancia de la educación

de los más pequeños del barrio. En éste ámbito se

cuenta la lucha por lograr la escuela, sacrificio que se

expresa en el rostro de Isabel Pérez, quien incluso viajó

a Santiago para conseguir que se quedara en el sitio

original, lo que finalmente no se obtuvo, ya que los

terrenos habían sido entregados a un tercero.

Este establecimiento, que abrió sus puertas por primera

vez el 15 de abril de 1969, funcionó durante los

primeros años de existencia del barrio al interior del

mismo, justo en donde actualmente es Humberto

Valenzuela –entre Walker Vudlar y Gabriel González

Videla- y luego se trasladó a calle Cisternas, donde se

encuentra hoy bajo el nombre de “Víctor Domingo

Silva”.

Entre los hitos más importantes del establecimiento está

la presencia del entonces primer mandatario Eduardo

Frei Montalva, quien en una visita a la zona en 1970

llegó hasta la escuela original, usándola como

plataforma para inaugurar el barrio José María Caro.

En el mismo plano, se recuerda con nostalgia a la Tía

Alejandrina Ossandón, encargada del funcionamiento

del primer Jardín Infantil, en dependencias de la sede

del Centro de Madres José María Caro. Aquí también

primó el esfuerzo, compromiso y visión de Isabel Pérez,

quien en ese entonces era la Jefa de Carrera de

Educación Parvularia en la Universidad de Chile

(actual Universidad de La Serena).

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Gracias a esta gestión muchos niños del barrio

pudieron cursar sus primeros años de estudio y

conocieron lo que era un aula, forjando desde ahí su

futuro.

Una de las educadoras de entonces fue Marcia

Lamatta, que en reportaje de diario El Día expresó sus

recuerdos de aquellos años. “Fue una bonita

experiencia.

Ese lugar empezó como un centro de prácticas, y ese

año (1971) la hice allí, siendo yo egresada de la

primera generación de educadoras de párvulo de la

Universidad de Chile. Empezamos con 25 niños y

terminamos los 25. Todavía me acuerdo de cada uno

de ellos”.

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El primer Jardín Infantil del barrio funcionó en dependencias del Centro de Madres José María Caro.

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La vecina Juana Castillo, a nombre de los pobladores del barrio José María Caro, saludó y dio la bienvenida al

Presidente Eduardo Frei Montalva, cuando éste los visitó en 1970.

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Antiguamente, el barrio elegía a sus reyes y Damas de honor

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Nota aparecida en Diario El Día, destacando las acciones del Centro de Madres Santa Bernardita.

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Codo a codo, más que sólo vecinos

La solidaridad es un valor transversal entre los

habitantes del barrio y durante los años de vida del

sector. Desde sus inicios, la cooperación con el prójimo

ha sido marcada, ya sea en la construcción de las

primeras casas, como en cada etapa y proyecto que

han llevado adelante.

Fueron los mismos vecinos quienes ayudaron a terminar

las casas, a hacer los baños, a construir plazas y las

distintas sedes que existen en el sector. Las manos y el

sello de quienes viven alrededor están en cada

espacio y lugar, porque siempre se sabe quien hizo

cada cosa o quien colaboró para que todo

funcionara mejor. Incluso, para conseguir recursos se

hacían bailes y platos únicos, a los que acudía toda la

comunidad con el fin de ayudar a conseguir la meta.

Uno de los aspectos más relevantes en el tema

solidario dice relación con el acompañamiento que se

produce ante los momentos de dolor por el

fallecimiento de algún vecino. Aquí salen a relucir las

delegadas de pasaje, vecinas que cuentan con la

confianza de la población y que solicitan un aporte

voluntario para entregarlo a la familia que sufrió la

pérdida. No existe un acuerdo previo, ni una cuota

señalada con anterioridad, ya que son los propios

habitantes, quienes en la medida de su condición

económica, realizan una colaboración.

Y no es sólo el aporte económico el que prima en esos

difíciles momentos, ya que por lo general son muchos

quienes asisten al velatorio, responso y posterior

traslado al cementerio, haciendo sentir a la familia del

fallecido que no están solos y que los acompañan,

haciéndoles un poco menos doloroso el trance.

Según la vecina y delegada de pasaje Norma Collao,

pequeñas colaboraciones en dinero, café o azúcar

sirven para aplacar la pena y para apoyar a quienes

están sufriendo.

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Dicen que la unión hace la fuerza y éste es un

concepto muy arraigado dentro del barrio, ya que

para lograr ciertos objetivos se articulan, naciendo así

comités para distintos fines, pretendiendo paliar alguna

necesidad colectiva.

También se encuentran aquellos vecinos y vecinas que

están constantemente preocupados por el prójimo.

Están los que limpian las calles y plazas, los que ayudan

a hacer algún trámite o gestión, los que asumen

liderazgos y los que toman la iniciativa para desarrollar

alguna actividad que vaya en dirección del bien

común.

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Los platos únicos eran una excelente forma de conseguir recursos para terminar los proyectos de las organizaciones.

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Los del norte… los del sur

El barrio siempre ha tenido características especiales,

que le han dado el perfil que hoy tiene. Aspectos

como la solidaridad, el esfuerzo y el compromiso

conviven con una imagen de división interna, que

hasta hace un par de años era muy marcada, y que

se refiere a la existencia de “dos Figaris”. Un llamado

lado Norte (desde Carter y Gallo hasta Humberto

Valenzuela) y otro lado Sur (desde Humberto

Valenzuela hasta Cuatro Esquinas).

Frente a esta visión, proyectada por los propios

vecinos, y palpable con el sólo hecho de conversar

con ellos y recorrer sus calles, se encontraron algunas

teorías para dicha noción de división, estos supuestos

describen como se ha ido configurando la

socialización en el barrio y de qué manera han

afectado a las fortalezas de los vecinos, describiendo a

su vez la importancia de un modelo fundamentado

desde los vecinos. A continuación se rescatan los

siguientes supuestos de noción de división que estaban

presentes en el discurso de los pobladores:

Las familias que llegaron a constituir el barrio,

provenían desde distintos sectores, muchas de ellas

con sus organizaciones ya constituidas por medio de

los comités y que fueron ubicados en el sector sur de la

población, a diferencia de los vecinos provenientes,

básicamente, del sector Capuchinos, quienes fueron

ubicados al otro lado de la calle Humberto Valenzuela,

apareciendo aquí un primer supuesto de distribución.

Otra visión que se encontró, corresponde a la

capacidad de organización que se daba en ambos

lados, mientras los vecinos ubicados al sur de la

población venían de diferentes partes y estaban más

segregados, los del norte estaban más avanzados en

ese aspecto debido a que eran grupos que venían

con mayor conocimiento entre ellos.

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Los vecinos provenientes de Capuchinos o Quebrada

de San Francisco se reconfiguraron rápidamente, ya

que eran familias enteras o vecinos, trasladados desde

su anterior barrio de origen, lo que les permitió

mantener una fuerte red de apoyo. Prueba de esto es

el Centro de Madres “Santa Bernardita”, en la calle

Francisco Cornely, Centro de Madres que los vecinos

trasladaron desde su barrio original.

Se señala también en los relatos de los vecinos, el

desarrollo de actividades de integración vecinal en las

que participaba toda la población, como Fiestas

Patrias y carnavales, en los cuales se elegían reinas. En

esta última instancia, se recuerda a un presidente de la

Junta de Vecinos, quién exigía “3 candidatas por

lado”, esta petición, en vez de unir, separaba, ya que

los vecinos apoyaban a las candidatas de sus

respectivos lados, marcando la existencia de dos

poblaciones en actividades en las que se llamada a

participar a todo el sector.

La pavimentación participativa tiene el objetivo de

otorgar una mejora en la calidad de vida de los

vecinos, solucionando problemas de acceso y tránsito

en las poblaciones, pero en el caso del barrio José

María Caro trajo consigo otra consecuencia, la

apreciación visual de la existencia de dos poblaciones.

En el grupo focal aplicado a las integrantes del Comité

de Recuperación Histórica, las vecinas relatan que la

primera calle en pavimentarse fue Humberto

Valenzuela, vía que se ha considerado históricamente

como eje de referencia que marca la mitad de la

población, que al ser pavimentada, acentuó la visión

estructural de división.

El último supuesto de división y quizás el más notorio

para quienes no son del barrio, tiene que ver con la

apreciación estética de las casas, en el denominado

“sector sur” se pueden apreciar viviendas que

presentan una mejor fachada, en comparación a las

que están ubicadas entre las calles Humberto

Valenzuela y Carter y Gallo. Esta apreciación se debe,

al acceso a un subsidio habitacional que fue

aprovechado por vecinos, en su mayoría del “sector

sur”. Este hecho está basado según los entrevistados, a

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la desconfianza que se tenía por dicho subsidio, lo que

ha marcado la apreciación de diferencias entre las

casas ubicadas en distintos sectores de la población.

Se agrega a esto también la existencia de casas

ubicadas en la calle Humberto Valenzuela, las que

están construidas en su totalidad de ladrillos y cuya

arquitectura es diferente a las demás casas, estas

viviendas corresponden a familias cuyo destino de

origen era la población “Serena” y que por razones de

espacio, tuvieron que ser reubicadas en el barrio José

María Caro.

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El Centro de Madres Santa Bernardita venía constituido desde la Quebrada de San Francisco, reestructurándose en

el “lado norte” del barrio José María Caro.

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Vulnerabilidad: presente desde el inicio

Debemos ubicar el origen del barrio “José María Caro”,

en un contexto de vulnerabilidad asociado a la

ruralidad, ya que el barrio fue el primero que se fundó

al sur de la ciudad, quedando rodeado de parcelas y

terrenos agrícolas, lo cual determinó el tipo de

convivencia y relación con el medio entre los primeros

pobladores.

Asociado a esta vulnerabilidad, hay que tomar en

cuenta la precariedad inicial en que se encontraban

las primeras familias y que en la mayoría de las

viviendas aún se aprecia, esta precariedad está

asociada a la infraestructura de las casas e

implementación comunitaria del barrio que aún se

mantiene. Parte de la infraestructura del sector son las

calles del barrio y los lugares de comercio menor, junto

a los dos Centros de Madres, la Junta de Vecinos, el

Templo Evangélico, el Club de Rayuela, la sede de

colectivos N°5 Vista Hermosa y la oficina de la línea de

colectivos N°35, también Vista Hermosa.

Esta vulnerabilidad se expresa también en las

condiciones y actividades laborales a las que han

tendido acceso los pobladores, asociadas a la carga

de horarios y sueldos que hace referencia a trabajos

agrícolas, servicios domésticos, trabajos en fábricas,

etc. Esto, sin tomar en cuenta a los pobladores que

son profesionales y aquellos que han logrado

independizarse.

Como elemento agregado al contexto de

vulnerabilidad están presentes el micro tráfico y ventas

de drogas, que es causa de conflictos y de

estigmatización. Actualmente el barrio está inserto en

el radio urbano, con una excelente conectividad a

distintos puntos de la ciudad, lo que permite a los

habitantes tener movilidad a los distintos servicios que

ofrece la urbe. Además, están recuperando los

espacios públicos por medio del Programa de

Recuperación de Barrios, Quiero Mi Barrio, del Ministerio

de Vivienda y Urbanismo.

Page 27: Jose Maria Caro

27

Sin embargo, a pesar de que actualmente el barrio

esté dentro del radio urbano por los “naturales”

procesos de expansión de las ciudades hacia las tierras

cultivables, aun está presente la vulnerabilidad, ahora

de tipo urbana.

En esta realidad han crecido los jóvenes del barrio,

quienes debido a las diferentes situaciones que han

enfrentado sus familias, tienen distintas formas de

canalizar sus inquietudes.

Desde la fundación del barrio, el devenir de este grupo

etario ha variado, algunos han sido influenciados por la

penetración de las drogas y modas foráneas, lo que ha

incidido en que se asuman pautas de comportamiento

que han variado su forma de actuar, de reunirse, de

participar entre ellos y con la comunidad.

Si bien en un principio, fines de los 60 y principio de los

70, se reconoce a una juventud comprometida con el

desarrollo del sector y el progreso de sus familias

(fundamentalmente en el trabajo de auto

construcción de casas y organizaciones comunitarias),

la dictadura bajó los niveles de participación y anuló la

posibilidad de reunión, restringiendo la participación

de los jóvenes, quienes casi exclusivamente se

vinculaban a través del deporte.

Con el retorno de la democracia se abrieron nuevas

opciones, pero el temor que aun reinaba y la “falta de

costumbre” generaron que no resurgiera la

participación, la que pese a que mejoró, se mantuvo

baja.

Ya en los 90 aparecieron agrupaciones juveniles de

distinta índole, por una parte estaban los grupos de

amigos que se unían por un interés común, sano y

positivo y por otra nacieron las pandillas, que

canalizaron sus inquietudes de forma más violenta y

vinculadas con la droga.

Gracias a una iniciativa del Fondo de Solidaridad e

Inversión Social, FOSIS, en 1999 se desarrolla el

Programa Local de Desarrollo Juvenil “Aquí Estamos”,

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28

que ejecutó la Corporación JUNDEP, proyecto gracias

al cual se contribuyó al mejoramiento de las

condiciones materiales, no materiales y de vida de los

jóvenes y grupos juveniles de los sectores Vista Hermosa

y José María Caro.

Entre estas agrupaciones se cuentan “J.S.” (Júntate

sola), compuesto por 7 amigas que se reunían en la

Junta de Vecinos N°13 para conversar, escuchar

música y salir; “Los Rebeldes”, integrado por 29

varones, que se reunían para jugar a la pelota en las

canchas de “El Milagro” y que participaban en las

actividades de la ANFA; “Tribus Clan”, integrado por 10

hombres y mujeres que se reunían en las tardes a

conversar y escuchar música, básicamente Hip Hop; y

el “Grupo de Jóvenes Chacra Figari”, 10 jóvenes de

ambos sexos que se reunían a conversar y escuchar

música.

También irrumpe el grupo “Acan”, compuesto por 8

jóvenes que se reunían a conversar o escuchar música,

pero que básicamente se unen en torno al comic, las

revistas de historietas y el manga japonés; los “SK 8”,

agrupación interesada fundamentalmente en los

deportes extremos como los patines y el skate; “Clan

Real Estilo”, 6 amigos y vecinos del sector aficionados

al graffitti; “Indios Azules”, 9 niños del sector que se

reúnen periódicamente a jugar a la pelota y a

practicar otros deportes; y “Demencia”, banda de

rock metal que se reunía periódicamente a ensayar y

realizar tocatas.

Otras agrupaciones vigentes eran los “Chacoteros

S.A.”, grupo que nació a raíz de la preparación

sacramental de la confirmación y que luego siguió

adelante con otras acciones sociales; los P.M.P.O.

(Puras mentiras por la oreja), grupo informal que se

reunía desde la infancia y que seguían ligados

fundamentalmente por la música; Comunidad de Ruta

“Manutara”, grupo formal organizado dentro del grupo

de guías y scouts “Guayacán”; “Brigada Juvenil”,

grupo de jóvenes ligados a la Quinta Compañía de

Bomberos y “Clown Performance”, unidos por la

entretención popular, como el malabarismo circense.

Page 29: Jose Maria Caro

29

Debido al Programa, se fortaleció el trabajo con los

grupos existentes y se generaron acciones tendientes a

acercar a quienes funcionaban a través de pandillas,

como una forma de crear las redes para una

vinculación positiva de éstos con su entorno.

Entre estas pandillas estaban los “Choco pandas”,

ligados a actividades ilícitas y que estigmatizó al

barrio José María Caro y a La Pampa durante la

década del ’90.

Si bien, en algún momento pudieron considerase

amigos de otras pandillas como “Los Baja Pampa” o

“Los del Muro”, llega un momento en que

territorialmente se dividen y cada una se apropia de

un sector. Los primeros entre Larraín Alcalde hasta

Balmaceda, “Los del Muro”, que se vinculan más

con el Club Deportivo Universidad de Chile y “Los

Choco pandas” que son transversales, pasando por

sectores como Vista Hermosa, Población La Serena,

José María Caro o Pampa Baja.

Eran niños entre 12 y 17 años, que usaban como forma

de subsistencia el robo y el asalto, generando

“ingresos” para adquirir drogas, alcohol y en algunas

ocasiones bienes materiales, estudiando su mayoría, en

escuelas y colegios del sector.

El porqué se llamaron “Choco pandas” es una

incógnita que no tiene una respuesta absoluta,

aunque algunas teorías indican que el padre de uno

de los participantes era vendedor de helados de esta

marca, acción que habría causado gracia e hilaridad

en el resto, que de tanto repetir el característico grito

decide ponerle este nombre a la pandilla.

Otra de las elucubraciones, dice que nace a raíz de

una canción que los representaba, tema que versa

sobre jóvenes y niños marginales que ven en la calle un

lugar de encuentro, participación y respeto. Canción

en la que aparecería mencionado el nombre Choco

pandas, que posteriormente sería adquirido por los

menores del sector.

Page 30: Jose Maria Caro

30

No existe un patrón común en las familias de donde

provenían estos niños. Si bien algunos eran de núcleos

disfuncionales, otros provenían de familias

aparentemente normales y de estratos económicos no

necesariamente pobres.

Uno de los grandes temores en el vecindario no

pasaba necesariamente por los delitos que cometían

contra ellos, ya que la mayoría de los ilícitos los

perpetraban fuera del radio de donde vivían. El temor

se fundamentaba en que ellos llegaban a los barrios a

jactarse de lo que eran capaces de hacer.

Con el correr de los años, este grupo se fue disolviendo

por distintos motivos. Algunos de sus integrantes que

ingresaron al Centro Talay pasaron a la cárcel, otros

fueron adquiriendo compromisos familiares y laborales

o se fueron alejando del sector, lo que sumado a

algunas intervenciones estatales desarrolladas por

Organizaciones No Gubernamentales como JUNDEP,

lograron que ya jóvenes, tomaran otros caminos o

visualizaran otras alternativas de vida.

Al parecer, para los jóvenes no existe mucha diferencia

en la forma de disfrutar el ocio y el tiempo libre hoy

como hace 10 años.

Si damos una mirada retrospectiva, ya en el año 1999

habían grupos de jóvenes que se organizaban, algunos

por medio de la moda del hip hop, importada desde

Estados Unidos, el regaee asociado a Jamaica y el

rock con sus distintas variedades, las que han

conformado las principales marcas de las expresiones

culturales en los barrios. A las que se han sumado la

incorporación de nuevos ritmos como el “reggaetón”,

más contemporáneas.

En la actualidad, se pueden observar jóvenes en las

calles del barrio que se agrupan según sus afinidades y

relaciones de vecindad, siendo prueba de ello la

conformación del grupo Hip Hop Marabús, agrupación

musical de gran proyección y que reafirma

constantemente en sus discursos y letras la pertenencia

al sector Figari.

Page 31: Jose Maria Caro

31

Los niños y niñas del barrio comparten entretenciones

en común, se les puede ver jugando a la pelota,

corriendo y siendo cómplices de las jugarretas que

inventan en el momento en la nueva “Obra de

confianza”, en algún pasaje, o en una multicancha en

otras poblaciones. Pareciera ser que el fútbol es una

de las pocas o la única instancia de diversión que

cruza transversalmente las generaciones de varones.

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32

Los jóvenes del barrio también mostraron sus aptitudes musicales en 1999.

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33

La agrupación Hip Hop Marabús es un grupo de jóvenes del barrio que se proyecta a través de la música.

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34

La unión hace la fuerza

Distintas son las organizaciones que dan vida al barrio

José María Caro; existe una Junta de Vecinos, Clubes

Deportivos, de Adultos Mayores y de Madres, instancias

que aglutinan a muchos vecinos y vecinas y que sirven

para articular las redes internas del sector.

Dentro del trabajo de recopilación de información se

reunieron las primeras actas de estas organizaciones y

en el caso de la no existencia de las mismas fueron sus

propios fundadores y vecinos quienes de puño y letra

las reconstruyeron, antecedentes que sirven para tener

una visión global de la época en que se inició cada

una. La trascripción de las actas se hizo literalmente,

intentando mantener la esencia de la información.

Junta de Vecinos N°13, España:

Antiguamente, la Junta de Vecinos abracaba desde el

deslinde de la Chacra Julieta hasta el Polígono, que

era en el paradero 12 de La Pampa e incluía los

huertos familiares hasta la carretera Panamericana 5,

desde Cisternas. Cuando se reestructuraron las

Unidades Vecinales le correspondió el numero 13, ya

que se hizo por orden y Leopoldo Barrera,

vicepresidente de esos años y dirigente propuso

colocarle Nº 13, España, pensando que como era un

sector pobre, la embajada de España, por el hecho de

llevar su nombre, los ayudaría o apadrinaría. Lo que

nunca sucedió.

También se recuerda a Raúl Zapata como uno de los

presidentes más influyentes y visionarios de la primera

época del barrio. En él, muchos vecinos reconocen a

la persona que le dio gran fuerza al nacimiento y

estructuración de la primeras viviendas, generando,

además, los espacios para la participación y

solidaridad entre los vecinos. Gracias a sus gestiones,

gran parte de las casas pudieron obtener sus

revestimientos de internit, que permitió mejorar la

calidad de vida de los vecinos cuando la población

recién daba sus primeros pasos.

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35

A la izquierda Raúl Zapata y su cónyuge, Georgina Villanueva, en una convivencia.

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36

Estandarte de la Unidad Vecinal N° 13, España.

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37

Centro de Madres Santa Bernardita:

Esta entidad fue reorganizada en el sector Figari un

miércoles 11 de abril de 1969, día en que se bautizó

oficialmente como Santa Bernardita. Su fecha de

fundación fue el 26 de agosto de 1964 en el sector

“Quebrada de San Francisco”, con una inscripción de

56 socias.

Su primera directiva en el sector estaba compuesta

por:

Presidenta: Adriana Collao de Salinas.

Secretaria: Norma Ojeda de Anacona.

Tesorera: María Tapia Suarez.

Directoras: Irma Encina y Olga Ossandón.

En ese entonces las reuniones se hacían en la casa de

una socia, que aún no la habitaba.

Desde la primera reunión se acordó trabajar para

construir una sede social. Fue así que después de

haber conseguido un terreno en comodato por SERVIU

se empezó a trabajar en bailes, platos únicos, fiestas de

elección de mini reinas, venta de completos y rifas. Los

bailes se hacían en la calle Cuatro, llamada así en esos

años, actualmente Isidro Díaz Aracena.

Cuando se logró conseguir algo de dinero se sacó a

letras el material para el piso y enseguida la madera.

Todo esto se logró construir con la ayuda de los

esposos e hijos de las socias. Para la instalación

eléctrica se tuvo que contratar a una persona

autorizada por Endesa.

La labor de los Centros de Madres en esos años era

muy positiva ya que también se debía trabajar con y

para la comunidad. Entre todos los pobladores tuvimos

que cancelar la escuelita de madera que hubo en

nuestro sector y que fue inaugurada el 15 de abril de

1969. La sede fue terminada e inaugurada en 1971 y

actualmente tiene una inscripción de 31 socias.

(Recopilación gentileza de la Señora Norma Ojeda).

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38

Socias del Centro de Madres Santa Bernardita

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39

Centro de Madres José María Caro:

Otra organización que tampoco cuenta con sus

primeros registros, desaparecidos durante los primeros

años de la dictadura es el Centro de Madres José

María Caro, primera organización de este tipo fundada

en el barrio. Por lo que sus socias, encabezadas por su

presidenta Norma Collao, reconstruyeron parte de su

historia.

El Centro de Madres José María Caro fue fundado el 13

de mayo de 1969, recibiendo su personería jurídica el

14 de agosto de 1970, como así lo acredita la

documentación que tiene en su poder y donde se

señala que pertenecían en la unidad vecinal N°13 de

la comuna de La Serena.

Su sede fue entregada por la CORVI, siendo los

cónyuges de las socias los que la levantaron, durante

la época en que dirigía Chile el presidente Eduardo

Frei Montalva.

Las presidentas que ha tenido el Centro de Madres son

Luzmira Polanco, Hilda Zambra, Cristina Calderón,

Odilia Pizarro, Alejandrina Ossandón, María

Maldonado, Juana Castillo y Norma Collao.

Su sede, ubicada en calle Humberto Valenzuela, se

ocupó como Jardín Infantil, para pesar, medir y

entregar leche a los niños. También se usó como base

para quienes trabajaban en el empleo mínimo y

actualmente se facilita para operativos sanitarios, en

los que se vacunan y desparasitan perros.

Antes del golpe militar se ocupaba la parte de la plaza

para hacer bailes con los Viking’s 5 y ramadas durante

Fiestas Patrias.

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Actuales integrantes del Centro de Madres José María Caro.

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41

Club de Adultos Mayores Nueva Esperanza:

Fundado el 11 de abril de 1978, el Club de Ancianos

Nueva Esperanza no tiene registro de sus primeras

actas, el tiempo hizo que estas desaparecieran,

quedando tangible el libro actualizado en 1980.

Dentro de éste se rescata el archivo del 8 de enero de

1980 que señala que siendo las 15:10 horas se abre la

sesión donde la Señora presidenta da la bienvenida a

los socios, por ser la última reunión para quedar en

receso, en seguida da cuenta de las últimas

actividades de fin de año de 1979, siendo aprobada

por la asamblea.

También propone un aumento de la cuota mensual de

$10 a $20, que también fue aprobado por los socios.

La asamblea propone una cuota extraordinaria de

auxilio para casos de enfermedad o fallecimiento de

un abuelito, y se acordó $10 mensuales por

unanimidad, para tal efecto.

La presidenta da a saber sobre el posible traslado de la

señora asistente social Velia Alcalde, manifestándose

un gran pesar de los asistentes.

El tesorero da cuenta de las entradas y salidas de la

tesorería durante su periodo y hasta fin de año,

quedando un haber de $3177 para el periodo 1980.

Se procedió a abrir las alcancías que se colocaron en

unos negocios, dando un total de $493, más la venta

de 17 tarjetas $510. Total $1003. A las 16.30 horas se

levanta la sesión y se procede a servir unas onces a los

abuelitos.

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Adultos Mayores del Club Nueva Esperanza

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43

Club de Adultos Mayores Rayito de Sol:

Con fecha 23 de octubre del año 2003 se da comienzo

a la primera reunión ordinaria, la que se realizó a las

16.30 horas con asistencia de 24 socios.

Este centro está formado por personas de la tercera

edad, con el propósito de hacer la existencia de cada

uno más alegre y sana para lo cual necesitamos la

participación, disponibilidad y el compartir de cada

integrante y así poder mejorar nuestro estilo y calidad

de vida. En primer lugar se acuerda dar nombre al

club, el que pasará a llamarse “Rayito de Sol”.

Paso segundo, se elige una directiva provisoria, de

común acuerdo por los integrantes, la que queda

conformada de la siguiente manera:

Presidente: Sra. Rebeca Salazar.

Vicepresidente: Sra. Alba Ramos.

Secretario: Sra. María Arancibia.

Tesorero: Sr. Bernardino Galleguillos.

Una vez conformada la directiva provisoria se

proponen algunas actividades, acordando traer un

huevo cada semana para efectuar una rifa a $50 el

número.

También se acuerda fijar una cuota de $200 con

objeto de reunir fondos para actividades posteriores.

Quedan fijadas las reuniones semanales para los días

jueves de 16 a 17.30 hrs.

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44

.

Club de Adultos Mayores Rayito de Sol.

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45

Líneas de colectivos:

Otro tipo de organizaciones que están presentes en el

barrio son las líneas de colectivos N°5 y N°35. Ambas

tienen vinculación con el sector, pese a que no están

compuestas fundamentalmente por vecinos del

mismo.

La Línea N° 5, “Sindicato de Trabajadores

Independientes de Taxis Colectivos, Vista Hermosa”,

cuentan con una sede social y oficinas en calle Walker

Vudlar, en el corazón del barrio y se vinculan

directamente con los vecinos, poniendo a su

disposición dos vehículos para trasladar a los deudos

de un funeral o facilitando el espacio y su mobiliario

para que se realicen reuniones sociales.

Uno de los hitos más importantes para esta Línea se

desarrolló el 20 de diciembre de 1989, fecha en que

oficialmente la Municipalidad de La Serena les hizo

entrega del terreno donde funciona su sede.

Este decreto, el 301, firmado por la entonces alcaldesa

Adriana Peñafiel, dice que se autoriza al Sindicato

Línea N°5 de Vista Hermosa para ocupar un área de

terreno destinado a equipamiento, de una superficie

aproximada de 165 m2, para la construcción de una

sede social.

Desde ese instante comenzó a afianzarse la relación

entre el barrio José María Caro y este grupo de

trabajadores, a quienes hoy los vecinos ven como

aliados y amigos, generándose una relación de

respeto y buena convivencia.

La Línea de colectivos N°35, Vista Hermosa – Antena –

Juan XXIII, ubica una de sus garitas en calle Humberto

Valenzuela, al costado del Centro de Madres José

María Caro, y fue fundada el 5 de septiembre de 1990.

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46

El 23 de Agosto del año 2000, se pasa a denominar

oficialmente como Sindicato de Trabajadores

Independientes, dueños de taxis colectivos, Línea 35,

Vista Hermosa, con domicilio en Avenida Cuatro

Esquinas N°751, La Serena. Su primer Presidente fue

Juan Quinteros, asumiendo posteriormente Franco

Narrias y Pedro Castillo, siendo el último presidente del

Sindicato, Carlos Araya.

La finalidad de esta institución es el cumplimiento de

las leyes y reglamentos que beneficien a sus asociados

y proporcionar la cooperación entre los mismos como

así mismo entregar un servicio de calidad a los usuarios

de nuestro sector, para lo cual se han mantenido en

constante contacto con la Junta de Vecinos, a fin de

averiguar antecedentes que les permitan mejorar el

servicio.

“En caso de disolución del Sindicato nuestros bienes

irán en beneficio del Centro de Madres José María

Caro con domicilio en Calle Humberto Valenzuela s/n

La Serena”, señala Francisco Placencio, actual

presidente de la Línea.

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Primera directiva y socios de la Línea N°5 de colectivos.

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48

Al igual que el resto de las organizaciones, los Clubes

Deportivos han dado vida y relevancia al barrio, ya

que son sus propios habitantes las piedras angulares

que le dan vida.

A continuación se entrega un extracto con la vida de

cada uno de ellos, en los que aparecen algunos hitos

de sus vidas como organizaciones. Para este trabajo

jerarquizamos por los que tienen asentamiento en el

polígono, por los que nacieron, están y funcionan en

un nuestro barrio.

Se reconoce, eso sí, la importancia de clubes como

Yugoslavia y Estrella Roja, que si bien consideran en sus

filas a deportistas y dirigentes del sector, no funcionan

necesariamente en él.

Juventud San Bernardo:

El Deportivo, antes de su fundación, hereda jugadores,

implementación y elementos del club Tahiti San

Bernardo, el cual surgió de la fusión de dos clubes de la

población, los que recibieron a su vez, en los años 80,

jugadores provenientes de clubes desaparecidos

como Unión Seis y Vista Hermosa.

El 25 de febrero de 1989, la inquietud de los socios y

jugadores de formar una nueva institución con base en

el sector, aprovechando la factibilidad de realizar el

cambio de nombre de Tahíti, sirvió para acordar los

siguientes puntos:

El nombre del club será Juventud San Bernardo, a raíz

de que la mayoría de jugadores jóvenes y a gran

cantidad de niños que practicaban fútbol en ese

entonces, se Mantiene el nombre de San Bernardo,

referencia masculina de Santa Bernardita, patrona de

uno de los Centros de Madres del sector.

Los colores oficiales serán rojos y negros, en diferencia

para contrarrestar con la mayoría de los equipos del

sector La Pampa, de color rojo y sus variaciones. En

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49

1993 se introduce el blanco para ampliar la variedad

de modelos de la nueva indumentaria.

Algunos socios presentes en aquella asamblea de 1989

aun pertenecen al Deportivo, entre ellos Hernán

Bustamante, Régulo Oyanadel, Alejandro Araya, Omar

Toro, Manuel Quijada, los hermanos Anacona (Román,

Carlos, Rubén y Patricio) entre otros, además del primer

presidente del club, Luis Encina.

Desde su incorporación a la Asociación La Pampa, el

Deportivo ha logrado títulos en las series que participa

(Adultos, Infantil, Juvenil y Seniors), destacando

además el título Regional Sub 15 obtenido por la

Asociación el año 2001, ya que la base de ese equipo

eran jugadores provenientes de San Bernardo.

Dentro de los objetivos de la institución está la

proyección de jugadores jóvenes, la orientación de

éstos hacia la práctica del deporte como prevención

al consumo de alcohol y drogas, el fomento a la sana

y leal competencia, así como la solidaridad. En la

actualidad, San Bernardo compite en series 3° Infantil,

Juvenil y cuatro series adultas, con 250 personas

vinculadas directas o indirectamente con el deporte.

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Una de las primeras formaciones del Club San Bernardo.

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Rebeldes:

Este club fue fundado el 20 de marzo de 1981 por

jóvenes y niños del sector que se reunían

periódicamente a jugar fútbol. En un principio se

llamaría Atlético Figari, pero posteriormente optaron

por Rebeldes, “porque nos portábamos mal, no le

hacíamos caso a nuestros padres y hacíamos fiestas sin

permiso”, recuerda Nelson Rodriguez, actual

presidente del club y uno de sus fundadores.

Pero este club, que nació casi como un juego, fue

evolucionado hasta convertirse en uno de los

representantes del sector ante la Asociación de Fútbol

de La Pampa, contando actualmente con dos series

seniors (45 y 35), serie adulta, juvenil y tercera infantil,

que compiten en las canchas del Complejo El Milagro.

Rodríguez destaca que es un club solidario, de esfuerzo

y mucho compañerismo, reconociendo que hay

familias que han apoyado al deportivo durante todos

estos años, entre ellas los Rodríguez Veliz, Fernández

Maurén, González Calderón, Villegas Rodríguez y

Briceño Pastén. Y entre sus jugadores más valiosos

recuerda al fallecido Julio Valera, a don Erasmo y

Héctor Cortés.

Dentro de los próximos objetivos del club está contar

con una sede propia donde poder reunirse y exhibir

sus trofeos, los que han obtenido durante todos los

años en que se han dedicado al fútbol, esperando

también la pronta construcción de la multicancha en

Larraín Alcalde.

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Juegos de ayer

A partir del relato de Luis Encina, conocido como Tío

Memo, los juegos y tradiciones de antes no eran como

los de hoy, ya que desde su perspectiva las cosas eran

“más sanas” en el pasado. Él, entrega su apreciación,

mencionando que antes, las familias y los menores de

edad realizaban paseos y excursiones con sus grupos

de pares o familiares al cerro grande o al canal.

También se menciona en su relato los pasatiempos con

los que se divertían, como pichangas, el trompo (al

come carne), las bolitas, el volantín, cazar lagartijas en

el cerro grande, a bañarse o buscando copaos, lirios y

añañucas.

Luís Encina señala que “para todo había una época, y

eso no te cansaba”, no como se ve en la actualidad,

ya que a su juicio “los cabros ahora se sientan, se

agachan frente al computador y ahí no más”.

En su entrevista relata las actividades de producción

de juguetes por los niños “de antes”, cuando se hacían

camiones de madera y lata, tractores de madera,

cuando jugaban con una argolla que ellos mismos

sacaban de los barriles con la cual corrían todo el día.

También fabricaban focos con tarros de café, los que

usaban para explorar el cerro.

Destaca la creatividad que tenían para hacer juguetes

con los desechos de las cajetillas de los cigarros, con

las que hacían cinturones, el aplastar las latas de

botellas y sorteárselas en juegos del cachipún. El hacer

balones para jugar fútbol con trapos viejos, con

calcetas, el hacer un run – run con un hilo y botones,

yo –yos, manufacturar los hilos de volantines a partir de

las hebras de los sacos de harina.

A Juicio de Encina, la tecnología, la entretención

virtual y la falta de una política que se preocupe de

rescatar esas tradiciones (haciendo referencia no sólo

al juego en sí, sino también a la capacidad de

inventiva en la fabricación de los juguetes) han

propiciado que se pierda esa capacidad para crear

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53

que mantenía ocupadas las mentes de los menores de

edad de su época.

También se refiere a otro factor que está presente en el

ambiente del barrio y que contribuyó a que se

perdiera la práctica de muchos de estos juegos, es el

caso de la pavimentación.

Sobre el factor de la pavimentación, la señora Olga, la

madre de Luis Encina, coincide con su hijo, por el

hecho de que antes era fácil para los niños intervenir

la tierra para sus pasatiempos, en la cual hacían

caminos para los camiones, o para jugar a las bolitas.

He aquí algunos factores que han marcado diferencias

en las actitudes de los menores de edad de ayer y hoy,

los que están

marcados por un cambio en la vida cotidiana que se

ha debido por algunos factores, propios de la

modernidad, como la pavimentación de calles y

pasajes, factor del mejoramiento en la calidad de vida

y conectividad vial, así como la facilidad de acceso a

la entretención virtual, programas en la televisión y

videos juegos.

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Los niños y jóvenes del barrio se divertían de otra forma en el pasado. Aquí un concurso de bebés.

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55

Un canal cargado de presencia

El canal “La Pampa”, corresponde a la red fluvial que

en sus tiempos regó las parcelas y huertos ubicados

entre las calles Larraín Alcalde y Pampa Baja.

La utilidad de regadío de éste proveyó no solo de

productividad a dichas parcelas, sino que también se

convirtió en un escenario de recreación para

generaciones de habitantes del sur de La Serena, más

precisamente de aquellas familias que se encontraban

próximas a él.

Pero también es relacionado con delincuencia y con

focos de insalubridad, lo que lo convierte en una

referencia de lo dulce y agraz que existe en el sector.

Como testimonio de una época tenemos el relato de

Miguel Castillo, quien recuerda los juegos y las tardes

de recreación junto a sus amigos y familiares.

“El canal era un lugar, en que incluso mi mamá que

era súper aprensiva, se sentía segura de que

estuviéramos jugando ahí (…) era el lugar de los niños,

de hecho pasaba hasta agua y hubo un tiempo en

que hasta camarones hubo en el canal. Entonces era

nuestro lugar por excelencia” recuerda.

Sin embargo, dicho lugar de recreación,

lamentablemente fue utilizado también como refugio

para que delincuentes ocultaran sus armas o especies

robadas en la vegetación que hay en el canal, como

también de refugio para alcohólicos y drogadictos,

según se ha denunciado por vecinos.

Es así como a partir del año 2008 el canal “La Pampa”,

empezó a ser embovedado, ya que la otrora

funcionalidad de surtir con aguas a las parcelas de los

huertos y parcelas del sector había llegado a su fin,

convirtiéndose en refugio de delincuentes, propicio

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56

para la reproducción de roedores, amenazando la

salud pública y la seguridad de los niños que aún usan

el canal como lugar de recreación.

Actualmente el canal se encuentra embovedado en

el tramo que va entre las calles Seminario y Los Perales.

Y en el sector comprendido entre Los Perales y Cuatro

Esquinas, se han realizado limpiezas como primera

medida antes de entubar ese tramo, sector que en un

futuro cercano se emplazará un paseo peatonal, con

juegos y multicanchas, cumpliendo un sueño anhelado

por muchos vecinos de contar en su entorno más

inmediato con un lugar donde los niños puedan contar

con una recinto deportivo para sus actividades.

.

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En canal, antes del proceso de entubamiento

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Vuelve la esperanza… renace el barrio

Desde la formación del barrio José María Caro y

gracias a su característica de autoconstrucción, se dio

una temática de convergencia comunitaria,

entendiendo esto como la interrelación de los vecinos

en torno a un objetivo común, en ese entonces, la

casa propia.

Y pese a que se contemplaron distintas sedes para el

desarrollo comunitario, existían carencias de

infraestructura y sociales, que afloraron ante la llegada

del Programa de Recuperación de Barrios, Quiero Mi

Barrio, del Ministerio de Vivienda y Urbanismo.

Fue así como salieron a la palestra las necesidades de

contar con una sede comunitaria, con una

multicancha, con el mejoramiento de las áreas verdes

existentes en Manuel Rojas, Humberto Valenzuela y

Aladino Miranda, con la remodelación del sitio eriazo

de Gabriel González Videla y con juegos infantiles,

entre otras.

Todas ellas son necesidades que se hicieron presentes

de boca de los propios vecinos, quienes reactivaron

sus redes sociales para estar en una de las

transformaciones históricas del barrio.

El renacimiento físico de la población se abordó como

una oportunidad imposible de desechar.

El aspecto social tampoco quedó al margen de este

proceso de reanimación barrial y mediante una

votación popular, los habitantes del sector

jerarquizaron cuales debían ser las acciones a llevar

adelante.

Fue así que llegaron a la conclusión de que se debía

trabajar en la prevención del consumo de drogas y

alcohol, en capacitaciones laborales, en combatir la

presencia de micro basurales, en actividades

culturales, encuentros comunitarios y recuperación de

espacios inseguros, en el equipamiento de una

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biblioteca, en charlas informativas sobre proyectos o

programas de gobierno, en nivelación de estudios y

talleres de liderazgo, en formulación de proyectos

sociales, trabajo en equipo, resolución de conflictos y

comunicación.

Gracias a estas decisiones de los vecinos se comenzó a

trabajar, primando siempre la opinión de ellos y

tomando en cuenta sus observaciones, para que se

sientan reflejados en cada acción y lugar.

Poco a poco la relación entre el equipo barrial y los

habitantes del lugar comenzó a tomar fuerza y a

estrecharse. Con cada día que transcurría, la

familiaridad se hacía cada vez mayor.

Gran parte de ese vínculo se vio sustentado en el

mejoramiento de un sitio eriazo ubicado en Humberto

Valenzuela, ahí se construyó la denominada “Obra de

Confianza”, consistente en una mini cancha, áreas

verdes y mobiliario urbano, signo inequívoco de que el

compromiso del Programa con los vecinos era

concreto y real.

Luego de ese hito inicial se abrieron las confianzas, los

miembros de la comunidad se empaparon de la

iniciativa y sacaron la voz para dar su opinión.

Nació el Consejo Vecinal de Desarrollo (CVD),

organismo formal constituido por representantes de las

diversas organizaciones, actores locales y entidades

públicas o privadas involucradas en el barrio, más un

representante del Ministerio de Vivienda y Urbanismo y

un profesional del municipio.

Fue así que el 12 de enero de 2008 los mismos vecinos

escogieron a la directiva del CVD, la que quedó

compuesta por Isabel Pérez (presidenta), Norma Collao

(vice presidenta), Bélgica Aguirre (secretaria), Gabriela

Varas (tesorera) y María Moreno (primera directora),

más una decena de vecinos que son los socios.

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Esta entidad fue protagonista y aliada en las acciones

desarrolladas por el Programa. Con un rol activo se hizo

cargo de las diversas acciones en que debía

participar, fundamentalmente en la fiscalización de los

acuerdos que quedaron suscritos en el contrato de

barrio, que es el documento suscrito por el MINVU, la

Municipalidad de La Serena y los vecinos, en que se

dice qué se va a hacer y cómo se van a invertir los

recursos mientras dure la intervención ejecutada por

los profesionales de la Corporación JUNDEP.

Renacieron tradiciones perdidas, se volvió a celebrar el

Aniversario del Barrio, el Día de la Madre, del Padre,

Internacional de la Mujer, del Adulto Mayor y del Niño.

Se juntaron vecinos que no se hablaban por años.

Todos aspectos que difícilmente se podían cuantificar

al iniciar esta iniciativa nacida de la misma presidenta

Michelle Bachelet.

Ahora, la misión de los vecinos es mantener viva el

alma del barrio, seguir recuperando las tradiciones y

acciones positivas, así como mantener los espacios y

obras físicas que se consiguieron con este Programa.

Esta es una visión que tiene clara la comunidad, que

de a poco se dio cuenta que el regalo recibido

requería de un compromiso posterior, comprometido

con retomar los aires perdidos para mantenerlos y

hacerlos tangibles en el tiempo, tanto como la

herencia que les deja el Programa Quiero Mi Barrio.

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Consejo Vecinal de Desarrollo.

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Participantes en el Hito Inaugural del Programa Quiero Mi Barrio.

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Profesionales del extranjero y vecinos de otros lugares conocieron la experiencia del Barrio José María Caro.

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Gracias al trabajo realizado con los distintos estamentos de la comunidad, los vecinos conocieron distintas y nuevas

experiencias.

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El Centro Islámico de Coquimbo fue uno de los lugares que conocieron los vecinos del barrio José María Caro gracias

al Programa Quiero Mi Barrio.

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Gracias al taller de Medio Ambiente nacieron las bolsas ecológicas para el pan.

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Gracias al taller de Batucada, los niños conocieron una realidad positiva de participación.

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Aquí no se acaba

La irrupción del Programa Quiero MI Barrio no es el fin

de los sueños del vecindario. De hecho, se aborda

como el comienzo de una nueva mirada, como el piso

para levantar nuevos cimientos y para ver el sector de

una manera nueva.

Toma aquí gran relevancia el Consejo Vecinal de

Desarrollo y sus dirigentes, quienes deben seguir

profundizando y haciendo propio el rol de esta nueva

estructura que cada vez gana más confianza entre los

propios habitantes del sector.

Gran parte de la reactivación del barrio se debe a su

compromiso e ideas, siempre pensadas en satisfacer

las necesidades de sus propios vecinos, muchas veces

amigos o familiares, con quienes comparten un tiempo

importante de sus vidas. Y para ello se formalizaron,

disponiéndose a seguir trabajando para el progreso de

la comunidad.

Las expectativas futuras también están puestas en

resolver temas atingentes que, o son de larga data o

se han acentuado durante los últimos años. Destacan

entre ellos el tema de la vivienda y la seguridad

ciudadana. La precariedad de muchas viviendas es

una espina clavada en el corazón de la José María

Caro. A diario ven que sus hogares no tienen las

condiciones que sus vecinos del norte, sur, este y oeste,

quienes habitan casas de material sólido y con mejores

condiciones de habitabilidad, situación que más que

envidia los hace cuestionarse por qué ellos no.

Para mejorar esta condición, los comités son una

buena alternativa, y así lo entienden los vecinos,

quienes organizados, pretenden acceder a beneficios

estatales que dignifiquen el lugar que habitan. Quieren

mejorar sus fachadas, construir en material sólido y

arreglar sus baños. En la práctica, quieren hacer

realidad uno de sus sueños más importantes.

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“Nosotros llevamos años trabajando en el tema de la

vivienda y esperamos que se resuelva lo antes posible,

porque hay gente que necesita imperiosamente que

se mejoren sus casas.

Esa es una de las tareas que nos queda por superar”,

reconoce Bélgica Aguirre. Gracias a los Grupos Focales

que se realizaron en el marco del Programa Quiero Mi

Barrio, se reforzó el deseo de vivir en un lugar más

seguro. Si bien los habitantes del sector reconocen un

avance en esta materia, fundamentalmente gracias a

la recuperación de sitios eriazos, sienten que aún

quedan cosas por hacer.

De a poco, han entendido que gracias a una buena

convivencia los niveles de delincuencia bajan y es por

eso que siguen reafirmando la importancia de

mantener con vida a sus propias organizaciones,

fortaleciéndolas y trabajando con ellas. También

esperan una mayor cercanía de Carabineros, a fin de

amedrentar a quienes cometen delitos

Otro aspecto que se comenzó a recuperar y que los

vecinos sienten que deben seguir trabajando es la

integración del barrio, y en esto tiene mucho que ver el

Consejo Vecinal de Desarrollo. La brecha entre “norte

y sur” se redujo durante el tiempo que intervino el

Programa, haciendo más amable la convivencia entre

los habitantes de ambos sectores.

Así lo refleja el vecino Cipriano Vergara, quien

reconoce los importantes pasos que se dieron en este

aspecto con la llegada el Programa Quiero Mi Barrio,

“se ha notado un avance, por ejemplo ahora como

que hay más integración entre los vecinos de ambos

lados, lo que antes no se veía”.

Sobre el mismo tema, la delegada de pasajes Isabel

González reafirma los pasos adelante que se dieron en

el aspecto de la integración barrial. “La vinculación

entre los vecinos mejoró, pese a que yo nunca tuve

problemas, la gente se integró, incluso había algunos

que ni se conocían, ahora se empezaron a saludar, a

conversar, no importando de que lado son”.

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Este aspecto, incalculable hace un par de años,

demostró la necesidad de seguir trabajando el tema

de la integración, y al parecer los vecinos están

dispuestos, asumiendo roles más solidarios y

compenetrados con todos los integrantes del barrio

José María Caro.

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El mural realizado en la Obra de Confianza intenta reflejar el proceso que ha vivido el barrio el sus 41 años.