José Natanson. Las Cuatro Paradojas de La Campaña. El Dipló. Edición Nro 190. Abril de 2015

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El Dipló: Las cuatro paradojas de la campaña 1/4 1-04-2015 21:40:58 Por José Natanson - 1 - Edición Nro 190 - Abril de 2015 Edición Nro 190 - Abril de 2015 EDITORIAL Las cuatro paradojas de la campaña Por José Natanson a política es siempre muchas cosas: lucha por el poder, por supuesto, pero también defensa de ideas, construcción discursiva, enmascaramiento de intereses, astucia. A seis meses de las elecciones presidenciales y cuatro de las PASO, la campaña se va definiendo en torno a cuatro paradojas, que explican los frenéticos movimientos tácticos de los últimos días. Analicémoslas. Paradoja 1 Según las mediciones incluso de los encuestadores de la oposición, el kirchnerismo dejará el poder con la adhesión de un sector importante de la sociedad (1). El núcleo duro kirchnerista es más amplio que el que acompañó el final agónico del alfonsinismo y el menemismo, los dos ciclos largos de la democracia recuperada, que de todos modos contaron con un respaldo considerable: el alfonsinismo siguió gravitando políticamente muchos años después de la renuncia del ex presidente y Menem arañó el 25 por ciento en las elecciones del 2003; luego se apagó su estrella. Pero ese apoyo militante no alcanza. Ni suficientemente populista como para forzar una reforma constitucional al estilo venezolano o ecuatoriano, ni suficientemente institucionalista como para apoyarse en una organización partidaria que le permita designar a un sucesor al estilo brasilero o uruguayo, el kirchnerismo enfrenta ahora la paradoja de no poder transformar su sólida primera minoría en una opción de continuidad expresiva de su vibración ideológica y al mismo tiempo electoralmente competitiva: ni siquiera Florencio Randazzo, el candidato que más se ajusta a este molde difícil, puede desempeñar cabalmente el rol, por su origen duhaldista, su distancia del entorno presidencial y su estrategia de eludir las definiciones fuertes para concentrar su discurso en sus éxitos ferroviarios. La historia se repite, no necesariamente como farsa. En 1989 y 1999, Alfonsín y Menem se resignaron a que el candidato oficialista, respectivamente Angeloz y Duhalde, representara una línea interna diferente a la propia. Ahora, con Daniel Scioli liderando las encuestas del Frente para la Victoria, podría suceder lo mismo. La diferencia es el contexto: en tiempos de pos-modernidad partidaria, Scioli mantiene una distancia ideológica similar a la que en su momento exhibían Angeloz o Duhalde, pero la diluye en una serie de gestos equívocos y buena onda, como si la única forma de expresar su disidencia fuera a través de la imagen y el silencio: Scioli es un anti-kirchnerista implícito. Paradoja 2 La segunda paradoja es ideológica. Como señalamos en otra oportunidad (2), el kirchnerismo, independientemente del resultado de las elecciones de octubre, permanecerá como una cultura política. ¿A qué me refiero exactamente?

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El Dipló: Las cuatro paradojas de lacampaña 1/4 1-04-2015 21:40:58

Por José Natanson - 1 - Edición Nro 190 - Abril de 2015

Edición Nro 190 - Abril de 2015EDITORIAL

Las cuatro paradojas de la campañaPor José Natanson

a política es siempre muchas cosas: lucha por el poder, por supuesto, pero también defensa de ideas, construccióndiscursiva, enmascaramiento de intereses, astucia. A seis meses de las elecciones presidenciales y cuatro de las PASO,la campaña se va definiendo en torno a cuatro paradojas, que explican los frenéticos movimientos tácticos de losúltimos días.

Analicémoslas.

Paradoja 1

Según las mediciones incluso de los encuestadores de la oposición, el kirchnerismo dejará el poder con la adhesión deun sector importante de la sociedad (1). El núcleo duro kirchnerista es más amplio que el que acompañó el finalagónico del alfonsinismo y el menemismo, los dos ciclos largos de la democracia recuperada, que de todos modoscontaron con un respaldo considerable: el alfonsinismo siguió gravitando políticamente muchos años después de larenuncia del ex presidente y Menem arañó el 25 por ciento en las elecciones del 2003; luego se apagó su estrella.

Pero ese apoyo militante no alcanza. Ni suficientemente populista como para forzar una reforma constitucional al estilovenezolano o ecuatoriano, ni suficientemente institucionalista como para apoyarse en una organización partidaria quele permita designar a un sucesor al estilo brasilero o uruguayo, el kirchnerismo enfrenta ahora la paradoja de no podertransformar su sólida primera minoría en una opción de continuidad expresiva de su vibración ideológica y al mismotiempo electoralmente competitiva: ni siquiera Florencio Randazzo, el candidato que más se ajusta a este molde difícil,puede desempeñar cabalmente el rol, por su origen duhaldista, su distancia del entorno presidencial y su estrategia deeludir las definiciones fuertes para concentrar su discurso en sus éxitos ferroviarios.

La historia se repite, no necesariamente como farsa. En 1989 y 1999, Alfonsín y Menem se resignaron a que elcandidato oficialista, respectivamente Angeloz y Duhalde, representara una línea interna diferente a la propia. Ahora,con Daniel Scioli liderando las encuestas del Frente para la Victoria, podría suceder lo mismo. La diferencia es elcontexto: en tiempos de pos-modernidad partidaria, Scioli mantiene una distancia ideológica similar a la que en sumomento exhibían Angeloz o Duhalde, pero la diluye en una serie de gestos equívocos y buena onda, como si la únicaforma de expresar su disidencia fuera a través de la imagen y el silencio: Scioli es un anti-kirchnerista implícito.

Paradoja 2

La segunda paradoja es ideológica. Como señalamos en otra oportunidad (2), el kirchnerismo, independientemente delresultado de las elecciones de octubre, permanecerá como una cultura política. ¿A qué me refiero exactamente?

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Por José Natanson - 2 - Edición Nro 190 - Abril de 2015

Durante años, los estudios politológicos descartaron a la cultura política como una dimensión a ser tenida en cuenta,una entelequia imposible de capturar analíticamente, asimilable al “ser nacional” de los fascistas. Últimamente, sinembargo, comenzaron a elaborarse investigaciones que, a través de complejos estudios de opinión, permiten atrapar elespectro y sacar de allí algo en limpio, como el disparador nuclear de protones con el que los Cazafantasmascapturaban a sus víctimas. En este sentido, las principales investigaciones realizadas en Argentina coinciden en que lasgrandes orientaciones políticas de la última década –intervencionismo estatal, políticas sociales, latinoamericanismo,derechos humanos– constituyen un núcleo de valores compartido por la mayoría de la sociedad (3).

Y sin embargo, pese al giro a la izquierda experimentado por la sociedad, las elecciones de octubre aparecen como unasuerte de interna del centroderecha, incluyendo dentro de estas opciones a Scioli, que en el quincho de su casa de VillaLa Ñata combina estatuas tamaño natural de Menem y los Pimpinela con fotos posando junto a Lula, el Papa yKirchner: el “Aleph de Scioli”, como describen el espacio sus biógrafos, es una especie de museo de sí mismo queexhibe sin complejos la trayectoria de un dirigente que se escondía a jugar a las cartas para evitar las asambleas delhiperpolitizado Colegio Pellegrini de los 70, que cuando se lanzó por primera vez a un cargo público, aspirante a unabanca de diputado por un menemismo declinante, recurrió a una frase muy suya (“Yo soy la contracara de la pálida”) yque acompañó hasta el final, pagando incluso costos personales, a sus tres jefes políticos: Menem, Duhalde y Kirchner(4).

Paradoja 3

La tercera paradoja es opositora. Escarmentado luego de varios experimentos presidenciales fallidos (fórmula propiacon Leopoldo Moreau en 2003, candidatura extra-partidaria de Roberto Lavagna en 2007, alianza con De Narváez en2011), el radicalismo se inclina ahora por la única opción tácticamente posible: un acuerdo electoral con MauricioMacri y Elisa Carrió, quien se había adelantado unos meses a la movida confirmando de paso su capacidad paraconducir a su viejo partido pese a carecer de un volumen electoral importante, lo cual, por otra parte, demuestra que esposible conducir a la UCR sin votos, algo impensable en el peronismo: ¿alguien se imagina un líder peronistaminoritario?

Pero no nos desviemos. El giro radical fue posible por la laxitud ideológica de una fuerza política que, pese a lo quesuele creerse, no es menos amplia que el peronismo: el radicalismo, más allá del recuerdo sesgado delalfonsín-kirchnerismo, remite a la tradición de Alem-Yrigoyen-Alfonsín tanto como a la de Alvear-Balbín-De la Rúa.Pero sobre todo se explica por la paradoja de un partido que conserva una cuota de poder institucional importante, conlos segundos bloques en ambas cámaras, unos 320 intendentes y la perspectiva de recuperar unas cinco gobernaciones,y que al mismo tiempo sufre la ausencia de un candidato presidencial expectante.

La mejor comparación es el PMDB brasilero, la fuerza que, como la UCR, se impuso en la primera elección de larecuperación democrática, con Tancredo Neves, pero que luego nunca acertó a construir una alternativa nacional. Con18 senadores (contra 15 del PT), la segunda bancada de diputados y el mayor número de gobernaciones (7), el PMDBes el principal partido político de Brasil (su eslogan, de hecho, es “el partido de Brasil”), pese a lo cual no presenta uncandidato propio a la Presidencia… desde hace 20 años.

Paradoja 4

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Por José Natanson - 3 - Edición Nro 190 - Abril de 2015

Por último, una paradoja territorial. Los principales candidatos presidenciales (Scioli, Macri y Massa) y el cuarto actorfundamental de la campaña (Cristina) carecen de candidatos propios en distritos importantes. Se acercan las PASO dela Ciudad y ni Scioli ni Massa tienen nada para ofrecer, del mismo modo que el kirchnerismo no cuenta con figurasimportantes en Córdoba y Santa Fe, y que el PRO adolece de un postulante taquillero en la provincia de Buenos Aires:el hecho de que su candidata a gobernadora sea la vicejefa del gobierno ¡porteño! es sintomático.

La causa de esta aparente anomalía es la territorialización del sistema de partidos argentino (5). Nacidos a partir de lairradiación de un centro hacia una periferia, los principales partidos (el peronismo, el radicalismo y el socialismo)atraviesan, al menos desde los 90, un proceso de relocalización de sus centros de poder, de la nación a los territorios.Esto es resultado de las políticas de descentralización implementadas durante el menemismo, que fortalecieron a losEstados provinciales mediante el control de los servicios de salud y educación y convirtieron a los gobernadores enactores políticos de un peso impensable algunos años atrás. La tendencia se acentuó durante la crisis del 2001, cuandoel Estado nacional se vio obligado a establecer diálogos directos y urgentes con los municipios para atender lasurgencias sociales: como un bombero desbordado, el gobierno nacional derivó en los intendentes la ejecución de losprogramas de asistencia social (el Plan Jefas y Jefes de Hogar, primero, y el Argentina Trabaja, entre otros, después).Así, si los gobernadores habían irrumpido en la política grande en los 90, los intendentes lo hicieron a partir del 2001:Massa es, en este sentido, un hijo de la crisis.

Como resultado de estas mutaciones profundas, los partidos políticos se astillaron en fragmentos que establecen entresí articulaciones contingentes y oportunistas, con el Estado como el único actor capaz de ordenarlas y darles sentido(hasta cierto punto). Los principales candidatos son jefes territoriales, pero tienen dificultades para proyectarse más alláde sus respectivos territorios.

Doble T

Rebobinemos antes de concluir. Las dos “minorías intensas” de la política argentina, el kirchnerismo sunnita y elanti-kirchnerismo intransigente, carecen de candidatos a la altura del ruido mediático que meten: su hegemoníacomunicacional no se traduce en éxitos electorales, porque la representación es más complicada que la televisión yporque el rating no equivale a votos (políticos que miden pero no ganan elecciones: Elisa Carrió, Luis D’ Elía, DianaConti, Patricia Bullrich…).

Lejos de estos polos ardientes, la sociedad parece inclinarse por el amplio centro de los “políticos-commoditie”, unecosistema viscoso por donde ellos nadan despacito, tratando de no equivocarse. Y es que la política es televisión perotambién territorio, la doble T que encierra la cifra de sus éxitos y sus fracasos. Si se mira bien, las estrategias de losprincipales actores se explican en última instancia por las necesidades de aquellos que cuentan con altos niveles deconocimiento y aceptación pública pero carecen de estructura territorial (Macri, Massa, Scioli), frente a quienescontrolan municipios y provincias, acumulan poder institucional y disponen de amplios contingentes militantes, perosufren la ausencia de figuras nacionales representativas (el radicalismo, los gobernadores peronistas, La Cámpora). Lascuatro paradojas enunciadas más arriba constituyen la explicación más básica de esta necesidad cruzada.

1. Alrededor del 30 por ciento, según las mediciones más pesimistas, y del 40, según las más optimistas.

2. “El kirchnerismo como cultura política”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, Nº 184, octubre de 2014.

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El Dipló: Las cuatro paradojas de lacampaña 4/4 1-04-2015 21:40:58

Por José Natanson - 4 - Edición Nro 190 - Abril de 2015

3. Entre otros estudios, destacamos el que realiza Flacso-Ibarómetro.

4. Pablo Ibáñez y Walter Schmidt, Scioli secreto, Sudamericana, 2015.

5. Ernesto Calvo y Marcelo Escolar, La nueva política de partidos en la Argentina, Pent/Prometeo, 2005.

© Le Monde diplomatique, edición Cono Sur