Jóvenes y política

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Jóvenes y política Ivana Sandoval Leg. 21123/1 | 27 de noviembre de 2013 | Juan Domingo Perón y Eva Duarte han sido referentes de la historia argentina, permitiendo a los jóvenes de ayer y hoy expre- sarse libremente, militar, sentirse identificados con un proyecto. Néstor Kirchner y Cristina Fernández reivindican a esas dos figu- ras. Nos trajeron un proyecto nacional y popular que nos deja que nos sintamos identificados, que aquellas personas que vivieron durante el gobierno de Perón, sientan que con el de Cristina hoy Perón sigue vivo. Cuando Rodolfo Walsh habla de “Esa mujer” se refiere a Evita, una ficción que da cuenta de la muerte de esta gran guerrera, al igual que “La señora muerta” de David Viñas. Evita ha peleado hasta la muerte por causas sociales, aún sin llegar a ser presiden- ta. Se caracterizó por la lucha de los derechos de las mujeres, por la clase baja, por los trabajadores. “El hombre que está solo y espera” de Raúl Scalabrini Ortiz, escrito en la década infame, personifica al argentino que está solo. Solo porque hay un Estado que no lo identifica, que mira hacia afuera. ¿Pero qué es lo que espera? Espera que llegue alguien que lo represente, con el que se pueda sentir identificado. Ese alguien, años después, es Perón. La llegada de Perón, en 1946, permitió el nacimiento de un nuevo movimiento: el peronismo. Actualmente dicho movimiento sigue vigente gracias a un gobierno que lo reivindica y a los jóve- nes que militan compartiendo esa ideología colectiva. Por ende, el peronismo está presente no sólo en aquellos que vivieron esa época y que hoy son viejos, sino que también está vivo en muchos jóvenes militantes. Tanto el gobierno de Perón como el de Néstor y Cristina per- mitieron que el pueblo se sienta identificado y que los jóvenes puedan luchar por lo que quieren. De esto se trata la revista. De pensar cómo los jóvenes de hoy no se olvidan del pasado, de cómo luchan por causas sociales, de cómo a veces no fueron escuchados y resultaron reprimidos. Y es hora de darles más espacio. Los pibes están cubiertos

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Trabajo Final Textos II - Ivana Sandoval (Facultad de Periodismo y Comunicación Social - UNLP)

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Jóvenes y política Ivana SandovalLeg. 21123/1 | 27 de noviembre de 2013 |

Juan Domingo Perón y Eva Duarte han sido referentes de la historia argentina, permitiendo a los jóvenes de ayer y hoy expre-sarse libremente, militar, sentirse identificados con un proyecto. Néstor Kirchner y Cristina Fernández reivindican a esas dos figu-ras. Nos trajeron un proyecto nacional y popular que nos deja que nos sintamos identificados, que aquellas personas que vivieron durante el gobierno de Perón, sientan que con el de Cristina hoy Perón sigue vivo.

Cuando Rodolfo Walsh habla de “Esa mujer” se refiere a Evita, una ficción que da cuenta de la muerte de esta gran guerrera, al igual que “La señora muerta” de David Viñas. Evita ha peleado hasta la muerte por causas sociales, aún sin llegar a ser presiden-ta. Se caracterizó por la lucha de los derechos de las mujeres, por la clase baja, por los trabajadores.

“El hombre que está solo y espera” de Raúl Scalabrini Ortiz, escrito en la década infame, personifica al argentino que está solo. Solo porque hay un Estado que no lo identifica, que mira hacia afuera. ¿Pero qué es lo que espera? Espera que llegue alguien que lo represente, con el que se pueda sentir identificado. Ese alguien, años después, es Perón.

La llegada de Perón, en 1946, permitió el nacimiento de un nuevo movimiento: el peronismo. Actualmente dicho movimiento sigue vigente gracias a un gobierno que lo reivindica y a los jóve-nes que militan compartiendo esa ideología colectiva. Por ende, el peronismo está presente no sólo en aquellos que vivieron esa época y que hoy son viejos, sino que también está vivo en muchos jóvenes militantes.

Tanto el gobierno de Perón como el de Néstor y Cristina per-mitieron que el pueblo se sienta identificado y que los jóvenes puedan luchar por lo que quieren. De esto se trata la revista. De pensar cómo los jóvenes de hoy no se olvidan del pasado, de cómo luchan por causas sociales, de cómo a veces no fueron escuchados y resultaron reprimidos. Y es hora de darles más espacio.

Los pibes están cubiertos

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Los jóvenes, a lo largo de la historia, han mili-tado por diversas causas sociales, lo que los carac-teriza por su lucha y convicción. Cada vez son más los que se interesan por la política, ¿pero para qué y por qué militan? Algunos consideran que se trata de una herramienta de transformación social, con la que se puede cambiar aspectos del presente para construir un futuro distinto, otros simplemente buscan colaborar en barrios, como lo fue en las inundaciones del 2 de abril.

Este ambiente es percibido constantemente cuando uno ingresa a la facultad, y mucho más cuando se trata de una tan politizada como lo es la de Periodismo y Comunicación Social de La Plata. Jóvenes que se sienten identificados con ideolo-gías colectivas integran diversas agrupaciones que muchas veces conllevan el nombre de un referente que murió pero que sigue vivo, porque permanece en la memoria de los que aún están, por su lucha, ideales y convicción, como lo fue Rodolfo Walsh.

Las elecciones en la facultad se vivieron intensa-mente. Una vez conocidos los resultados el hecho se transformó en una fiesta. La Walsh ganaba una vez más.

-¡Por un año más de gestión! –decía uno con toda la fuerza de sus pulmones.

Mientras un compañero de otra agrupación con remeras naranjas se acercaba:

- Felicidades compañero.

“Perón volvió con Néstor y Cristina” era la con-signa de los pibes que salían a festejar su día. Los militantes celebraban esa participación política que comenzó con el gobierno de Perón y que hoy continúa viva gracias al gobierno de Cristina Fer-nández, con su proyecto nacional y popular que se inició en 2003 junto a Néstor Kirchner.

El Parque Lezama se vio completo de alegría y

felicidad. Se celebraba una vez más el día del mi-litante, y se recordaba aquel 17 de noviembre de 1945 en el que Perón volvía del exilio. La proyec-ción de la película “Néstor Kirchner” conmovió no sólo a los jóvenes militantes sino también a veci-nos que se habían acercado logrando que más de uno derramara lágrimas de sus ojos. Los bombos y los cantitos se hacían sentir. Las banderas y los carteles copaban el sitio.

“En nuestras manos está el proyecto nacional y popular” fueron las últimas palabras de Hebe de Bonafini que provocaron emoción seguida de gritos, chiflidos y aplausos. El Himno Nacional so-naba al mismo tiempo que los jóvenes cantaban y mostraban con orgullo sus dedos en “V”.

- ¡Viva Perón carajo! -se manifestaba emocionado uno que tenía la remera de la Cámpora.

- ¡Fuerza Cristina! -decía otro, en espera del regre-so de la mandataria.

Estos jóvenes que militan con compromiso y po-seen fuertes ideales reivindican a otros tantos que, a lo largo de la historia argentina, se interesaron en la militancia y sobre todo en la política. Un claro

ejemplo es Darío Santillán, que como Ariel Hend-ler, Mariano Pacheco y Juan Rey titulan su libro fue “El militante que puso el cuerpo”. La actual lu-cha de los jóvenes se encarnece en esta figura.

En plena crisis de 2001 durante el gobierno de Eduardo Duhalde, previo al de Néstor Kirchner, Darío Santillán y Maximiliano Kosteki fueron asesinados en el incidente ocurrido el 26 de junio del 2002 denominado “Masacre de Avellaneda”. Como militantes del movimiento de desocupa-dos, estos jóvenes y muchos más habían intentado cortar el Puente Pueyrredón en reclamo de traba-jo. Maximiliano jamás había participado de una manifestación de estas características pero por lo contrario, Darío venía militando, en ese entonces, desde hace ya dos años junto a otros compañeros desocupados.

-¡Que aumenten los suelos! –afirmaba un piquete-ro con mucho enojo-. Queremos mejores condicio-nes laborales.

Las fotos capturadas por el fotógrafo militante Sergio “el Ruso” Kowalewski son impactantes. En ellas se refleja y sintetiza lo vivido en aquel mo-

mento. Sergio logró tomar con su cámara el ins-tante previo a la muerte de Darío Santillán: Maxi tirado en el suelo y Darío en cuclillas. “Sabía que iba a haber represión” dice el fotógrafo y agrega

Los ganadores de esta historia

Proyección de la película Nestor Kirchner.

Portada del libro.

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“Se estaba instalando una sensación de miedo”.

Miedo y represión. Dos palabras que parecían haber que-dado atrás y que nos remiten a la dictadura militar de 1976, en la que Isabelita, presidenta en ese entonces, fue derro-cada y la junta encabezada por Jorge Rafael Videla asumió el poder.

Se trató de una época en la que la incertidumbre fue pro-tagonista. Constantemente las personas estaban pendientes de su alrededor al pensar estrategias para esconderse, para no ser encontrados y asesinados, al ser cuidadosos con la información que le podían revelar a otras personas.

Se caracterizó por la sensación de una persecución per-manente por quienes vivieron ese momento. Tenían miedo de militar en tal o cual lugar o de simplemente expresarse, porque el hecho de hacer algo que fuera en contra de los militares, podría desencadenar en la peor tragedia.

La famosa novela de la platense Laura Alcoba, “La casa de los conejos”, permite dar cuenta de todas estas situaciones pero con la particularidad de que la autora narra su historia desde la mirada de esa nena que fue. Sus padres la lleva-ron a vivir en la clandestinidad debido a que eran militantes montoneros y fabricantes de la revista “Evita Montonera”, que se imprimía detrás de un muro falso. La escritora relata que estaba jugando con una cámara sin royo y fingió sacar una foto, lo que desencadenó en una actitud violenta por parte del ingeniero. A ese punto llegaba la paranoia.

Con tan sólo siete años tuvo que pasar por estas vivencias. No podía decir en dónde estaba su casa y el episodio con la

vecina, en el que dice que “no tiene apellido”, desata la furia de la madre. Por otro lado, para disimular la vuelta de las camionetas en las que trasladaban los ejemplares de las re-vistas hicieron un criadero de conejos, y por ello el nombre de la novela.

El miedo también se instala en “Hay unos tipos abajo” de Antonio Dal Masseto. El protagonista cree ser perseguido por unos hombres que se encuentran en un auto ubicados en la puerta de su edificio, preocupado por la situación deci-de contárselo a su amiga. El eje central de la novela está en el miedo que siente el protagonista, un miedo generado por esa etapa que obligó a muchas familias a pasar a la clan-destinidad, a callarse, a esconderse. La desesperación por resguardarse lo llevaba a pensar si había hecho algo, algo que condujera a su persecución. Tenía esa necesidad de sa-ber por qué esos tipos estaban abajo, aún sabiendo que él no estaba metido en ninguna agrupación, no había hecho o dicho nada “malo”. La paranoia lo llevaba a querer saber por qué se encontraban allí, saber qué había hecho mal.

Estas novelas reflejan claramente lo vivido en la última dictadura, pero es una situación no sólo transitada por Al-coba o por el personaje ficticio de Dal Masseto, sino que se trata de una vivencia de muchísimas personas que sentían miedo, terror, desesperación y que por ello se escondían.

La libertad de expresión estaba en peligro, y Rodolfo Walsh tuvo la valentía de escribir en la clandestinidad su “Carta Abierta de un Escritor a la Junta Militar”, en la que

sin escrúpulos expresa todo el terror que vivió luego del de-rrocamiento de Isabelita. Desaparecidos, presos, muertos son palabras clave del texto. “Lo que ustedes liquidaron no fue el mandato transitorio de Isabel Martínez sino la posibi-lidad de un proceso democrático donde el pueblo remediara males que ustedes continuaron y agravaron”, manifiesta en la carta con sinceridad y crudeza, con dolor por el asesinato de su hija, que como dice él: “murió combatiéndolos”

Esta carta fue publicada el 24 de marzo de 1977 y un día después el escritor desapareció. ¿Es posible que la misma haya desencadenado en su asesinato? Walsh no sólo era un escritor sino que fue un militante político desde muy joven que en sus últimos años de vida luchó contra la represión de un gobierno militar.

Tanto Rodolfo Walsh como Darío Santillán hoy siguen vivos en la memoria de muchos otros jóvenes, que a partir de su militancia buscan reivindicar estas grandes figuras, seguir sus pasos para no volver a aquel pasado, para vivir el presente y transformar el futuro. A pesar de la dictadura, de la represión y de la muerte de Darío en plena democra-cia, los jóvenes han sido los ganadores de esta historia, por su lucha y convicción, que como Darío llegaron a poner el cuerpo por eso que creen, que se expresaron, que no para-ron de luchar, que se hicieron sentir. Hoy los jóvenes son los ganadores, y la represión ha perdido. Llevamos treinta años de democracia, y ésta continuará eternamente permitiendo que todos se expresen libremente, porque el futuro depen-de de estos jóvenes comprometidos con el país.

Dario Santillan, el militante que puso el cuerpo.

Parque Lezama. 17 de noviembre de 2013. Día del militante.

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Jóvenes y política

Un completo silencio invadía la sala, y ya hasta se tornaba incómodo. No se oía ni el sonido de una voz, sólo el sonido del tic tac del reloj y la lapicera de la secretaria al escribir.

-¡Martínez!- salía un médico a llamar a su paciente.

Éste se levantaba lentamente, caminando con pa-sos de tortuga al punto tal que se oía cómo arrastraba los pies. Cerraba la puerta del consultorio y la sala de espera continuaba silenciosa.

Había poca gente, primero se paró uno y después otro. Llegó un punto en el que sólo quedaron dos personas. Dos hombres: Sergio y Jorge. Uno sentado al lado del otro. Mientras uno largaba un suspiro, el otro se ataba los cordones.

- Esto de estar esperando no me gusta nada- se quejó Sergio.

- Sí, ya no doy más de aburrimiento- replicó Jorge.

Y otra vez la tranquilad invadía la sala, el tic tac se escuchaba más fuerte que nunca, pero el televisor se prendió y el Graf decía que la presidenta estaba de regreso.

Jorge sonrió:

-¡Al fin una buena noticia! Aunque a mí la política no me interesa tanto -afirmó-. Siempre me han de-fraudado.

-¿Quiénes?

- Los políticos.

- ¿Por ejemplo?- interrogó Sergio con una cuota de curiosidad en su rostro.

- ¡Menem!- le respondió con furia.

- ¿Por qué? Si yo viví muy bien durante esos diez años en los que gobernó el gran transfor-mador, tal como lo dice Pacho O’ Donell- ar-gumentó Sergio.

- Perdón si lo ofendo pero sus decisiones políticas sólo favorecieron a la clase media y dejaron de lado a los otros sectores de la sociedad- respondió-. Su discurso fue to-talmente opuesto a lo que realizó una vez que asumió la presidencia, en aquel 1989. Recuerdo que dijo que iba a estatizar todo, ¿y qué hizo? ¡Privatizó todo! Entonces, ¿de qué está hablando usted? Quizás lo vea como un ganador, como alguien que ayudó a la gente pero nosotros, los que no teníamos un peso en ese momento terminamos perdiendo.

- No sé, yo creo que la famosa convertibilidad de un peso un dólar fue grandiosa- contestó-. Además yo soy de La Rioja y vine a vivir acá a Buenos Ai-res cuando era un niño. Mis viejos son de La Rioja también. Soy peronista, y Menem fue un político que defendió a los dirigentes peronistas de esa provincia.

- Pero usted no entiende nada- señala Sergio-. Me-nem nunca fue peronista. Sí, comenzó con un discur-so peronista pero sus hechos fueron diametralmente opuestos.

No terminó de decir eso cuando entró un hombre. Revoltosamente, cerró la puerta de golpe, se acercó al escritorio y dijo:

- Tengo turno con la psiquiatra.

- Espere un momentito, ahora la doctora está con otro paciente- dijo al mismo tiempo que soltaba la lapicera.

- ¿Pero cómo?- contestó furioso-. Si yo tenía turno

tres en punto.

- Se atrasó un poquito con el otro paciente- dijo-. Ya es-tará con usted.

Sin más remedio y con furia, el hombre se sentó. En frente de los otros dos.Seguía acelerado por la si-

tuación.

- Vamos ganando- dijo de la nada-. Eso era lo que decían

los medios, y terminamos per-diendo.

Intrigado Sergio preguntó:

- ¿De qué habla?

- Soy Quiquito, el único sobreviviente de la pichicera.

- ¿Qué es eso de la pichicera?- pregunta Jorge.

- ¡La pichicera! El lugar donde nos escondíamos en el momento de la guerra de Malvinas en ese 1982, en donde los soldados, con tan sólo 18 20 años, sa-lían a pelear por la patria- dijo Quiquito-. Y acá es-toy, después de tantos años, tratando de superar esos momentos. De haber sido el único sobreviviente. De haber visto a mis compañeros morir. Y de haber per-dido a Las Malvinas, que para mí siguen siendo ar-gentinas.

Una de las puertas se abrió, era una mujer con anteojos, con ropa suelta y pelo despeinado. Era la psiquiatra. Lo miró a Quiquito con ojos de compli-cidad y este se paró, dejando a Sergio y Jorge con más ganas de saber de aquella historia. El tic tac se escuchaba otra vez.

Más allá de la derrota