Juan Antonio Montoya - cursillosmadrid.es · Juan Antonio Montoya 2 QUE NO SE NOS OLVIDE "Hemos...

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Juan Antonio Montoya

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QUE NO SE NOS OLVIDE

"Hemos tocado el Verbo de

la Vida" (1Jn1, 1-2) y esto, que todos hemos experimentado, nos ha cambiado la vida. Y no se nos puede olvidar, porque ya no podemos vivir de otra for-ma: "Somos de Cristo" (1Cor 3). Pueden venir curvas, mo-mentos duros, el mundo se nos puede colar, pero el Señor nos ha elegido, estamos salvados y no podemos parar de dar gra-cias y anunciarlo en nuestros ambientes.

El curso pasado el Papa nos ex-hortaba a la santidad; no a ser buenos o a llevar una vida pia-dosa, no, a la santidad. ¡Ul-treia!, ¡Suseia! Mas allá, más al-to. Nos llamaba a dar la vida en el matrimonio, en el noviazgo, en la familia, en el trabajo, en "las duras y en las maduras". Y a nosotros como cursillistas, además, a ser punta de lanza; por amor a Cristo, por gratitud, por ser administradores de su misericordia. Se nos tiene que notar que somos hijos de Dios, que corre por nuestras venas la Sangre derramada de Cris-to, presente a diario en la Euca-ristía. Me viene a la cabeza la Misión de Perú y tantos otros si-

tios donde solo pueden cele-brar la Eucaristía de vez en cuando. ¡Y nosotros, con cien oportunidades diarias de vivir-la!

Hay que ir a por nuestros am-bientes. Que nadie diga que es-tán agotados. Los míos por lo menos no lo están, ni mucho menos. Y si no, a buscar nue-vos. Tenemos por delante quin-ce Cursillos previstos para es-te curso, y todos tienen que es-tar con "lista de espera". Volve-mos del Camino de Santiago, de Perú, de nuestro descanso veraniego con el corazón en-cendido, habiendo podido ex-perimentar cuánta necesidad de Dios hay en todas partes. Yo he sido testigo en mi casa. ¡Ultreia! ¡Suseia!

Y además de la Eucaristía y otros muchos instrumentos que el Señor nos pone para ha-cerlo, contamos con la Comu-nidad, que no es para "vivir ca-lentitos" y aislados, sino para lanzarnos, arroparnos y ayu-darnos a difundir la Buena Noti-cia, que se puede vivir de otra manera.

Hace unas semanas, en el ani-versario de la Ultreya de Virgen del Camino, un dirigente reso-naba, a propósito del lema pa-ra este año, que la Comunidad de Cursillos está muy viva, que el Señor nos suscita su Pala-bra para recordarnos quiénes somos, de dónde venimos y cuál es nuestra tarea.

Las fechas, que tanto nos ayu-dan en nuestro caminar, nos re-cordaban este año los setenta años de la peregrinación a San-

tiago de Compostela, espoleta de Cursillos; y el que viene, los del primer Cursillo de Cristian-dad en San Honorato. ¡Ultreia! ¡Suseia!

También este año nos unimos como Iglesia de Madrid al vein-ticinco aniversario de la consa-gración de la Catedral de la Almudena, y nos regala un año jubilar mariano para peregrinar juntos como Comunidad para ganar el jubileo.

Pero esta memoria sólo nos puede servir para lo esencial, para recordarnos que lo nues-tro es anunciar a Cristo y su rei-no, haciendo lo que estamos llamados como cursillistas: pre-cursillo, cursillo y poscursillo. Que todo nuestro trabajo, nues-tras reuniones, nuestros es-fuerzos familiares sean para esto.

Tenemos además en marcha muchos proyectos que una vi-da comunitaria fuerte, asistida por el Espíritu, impulsa. En es-tos y en las estructuras del Mo-vimiento hay muchas perso-nas y familias comprometidas (como el cerdo, no implicadas como la gallina), ilusionadas y dispuestas, por las que os pido vuestra oración incesante. Que todas estas actividades no nos desvíen de nuestra fina-lidad de evangelizar, ni de nuestra primera vocación, la santidad.

Y por último, os pido que recéis y cuidéis a nuestros sacerdo-tes, testimonio vivo de entrega y amor a Cristo y a Cursillos. Y que los cuidéis y queráis como lo que son, sacerdotes.

¡Ultreia! ¡Suseia!

De Colores

EDITA: Secretario Diocesano de Cursillos de Cristiandad de MadridREDACCIÓN: Begoña AragonesesPORTADA: Beatriz Rodríguez de los RíosFOTOGRAFÍA: Rocio VacasMAQUETACIÓN: Carlos de MiguelCOLABORADORES: Luis Casarrubios, Álex González, Roberto González-Tapia, Juan Antonio Montoya, Joaquín Reis, Inma Sánchez-Castañer, Miguel Torres y Nicol ValenciaIMPRIME: Reproconsulting S.L.

Este número se puede ver online en:

www.cursillosmadrid.es

EDITORIAL

Alex González

Ese era el título del rollo que se dio en mi Ultreya y con el que empezaba esta

aventura. Todavía me acuerdo el día en que se dio ese rollo y se nos invitaba a apuntarnos a la pe-regrinación de este verano. En cuanto salieron las plazas me apunté sin dudar y, después de unos cuantos días de espera, allí estaba yo, con mi macuto lleno de ropa, tiritas e ilusión por empezar a caminar.

El día 20 de julio salía desde el Santiago Bernabéu un autobús con casi 100 jóvenes, algunos cur-sillistas veteranos, otros casi re-cién llegados y unas 30 personas que todavía no habían hecho el Cursillo. Ese primer día llegába-

mos a Tui donde tuvimos el rollo de bienvenida y los primeros con-tactos y presentaciones. La gente empezó a conocerse y a soltarse poco a poco, y después de la pri-mera noche en polideportivo, la marcha a Santiago comenzaba.

El camino estuvo plagado de sor-presas y regalos del Señor y siem-pre seguía la misma fórmula: pri-mero un rato de oración y silencio donde uno podía poner en orden sus pensamientos, charlar con Dios y, en definitiva, poder disfru-tar de un momento de introspec-ción y recogimiento. Tras estos pri-meros instantes, el silencio se

ANIVERSARIO DELA PEREGRINACIÓN

A SANTIAGO

ANIVERSARIO DELA PEREGRINACIÓNA SANTIAGO

“DE SANTIAGO… ¡SANTOS Y APÓSTOLES! "

¡EN MARCHA PEREGRINOS!

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Juan Antonio Montoya

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QUE NO SE NOS OLVIDE

"Hemos tocado el Verbo de

la Vida" (1Jn1, 1-2) y esto, que todos hemos experimentado, nos ha cambiado la vida. Y no se nos puede olvidar, porque ya no podemos vivir de otra for-ma: "Somos de Cristo" (1Cor 3). Pueden venir curvas, mo-mentos duros, el mundo se nos puede colar, pero el Señor nos ha elegido, estamos salvados y no podemos parar de dar gra-cias y anunciarlo en nuestros ambientes.

El curso pasado el Papa nos ex-hortaba a la santidad; no a ser buenos o a llevar una vida pia-dosa, no, a la santidad. ¡Ul-treia!, ¡Suseia! Mas allá, más al-to. Nos llamaba a dar la vida en el matrimonio, en el noviazgo, en la familia, en el trabajo, en "las duras y en las maduras". Y a nosotros como cursillistas, además, a ser punta de lanza; por amor a Cristo, por gratitud, por ser administradores de su misericordia. Se nos tiene que notar que somos hijos de Dios, que corre por nuestras venas la Sangre derramada de Cris-to, presente a diario en la Euca-ristía. Me viene a la cabeza la Misión de Perú y tantos otros si-

tios donde solo pueden cele-brar la Eucaristía de vez en cuando. ¡Y nosotros, con cien oportunidades diarias de vivir-la!

Hay que ir a por nuestros am-bientes. Que nadie diga que es-tán agotados. Los míos por lo menos no lo están, ni mucho menos. Y si no, a buscar nue-vos. Tenemos por delante quin-ce Cursillos previstos para es-te curso, y todos tienen que es-tar con "lista de espera". Volve-mos del Camino de Santiago, de Perú, de nuestro descanso veraniego con el corazón en-cendido, habiendo podido ex-perimentar cuánta necesidad de Dios hay en todas partes. Yo he sido testigo en mi casa. ¡Ultreia! ¡Suseia!

Y además de la Eucaristía y otros muchos instrumentos que el Señor nos pone para ha-cerlo, contamos con la Comu-nidad, que no es para "vivir ca-lentitos" y aislados, sino para lanzarnos, arroparnos y ayu-darnos a difundir la Buena Noti-cia, que se puede vivir de otra manera.

Hace unas semanas, en el ani-versario de la Ultreya de Virgen del Camino, un dirigente reso-naba, a propósito del lema pa-ra este año, que la Comunidad de Cursillos está muy viva, que el Señor nos suscita su Pala-bra para recordarnos quiénes somos, de dónde venimos y cuál es nuestra tarea.

Las fechas, que tanto nos ayu-dan en nuestro caminar, nos re-cordaban este año los setenta años de la peregrinación a San-

tiago de Compostela, espoleta de Cursillos; y el que viene, los del primer Cursillo de Cristian-dad en San Honorato. ¡Ultreia! ¡Suseia!

También este año nos unimos como Iglesia de Madrid al vein-ticinco aniversario de la consa-gración de la Catedral de la Almudena, y nos regala un año jubilar mariano para peregrinar juntos como Comunidad para ganar el jubileo.

Pero esta memoria sólo nos puede servir para lo esencial, para recordarnos que lo nues-tro es anunciar a Cristo y su rei-no, haciendo lo que estamos llamados como cursillistas: pre-cursillo, cursillo y poscursillo. Que todo nuestro trabajo, nues-tras reuniones, nuestros es-fuerzos familiares sean para esto.

Tenemos además en marcha muchos proyectos que una vi-da comunitaria fuerte, asistida por el Espíritu, impulsa. En es-tos y en las estructuras del Mo-vimiento hay muchas perso-nas y familias comprometidas (como el cerdo, no implicadas como la gallina), ilusionadas y dispuestas, por las que os pido vuestra oración incesante. Que todas estas actividades no nos desvíen de nuestra fina-lidad de evangelizar, ni de nuestra primera vocación, la santidad.

Y por último, os pido que recéis y cuidéis a nuestros sacerdo-tes, testimonio vivo de entrega y amor a Cristo y a Cursillos. Y que los cuidéis y queráis como lo que son, sacerdotes.

¡Ultreia! ¡Suseia!

De Colores

EDITA: Secretario Diocesano de Cursillos de Cristiandad de MadridREDACCIÓN: Begoña AragonesesPORTADA: Beatriz Rodríguez de los RíosFOTOGRAFÍA: Rocio VacasMAQUETACIÓN: Carlos de MiguelCOLABORADORES: Luis Casarrubios, Álex González, Roberto González-Tapia, Juan Antonio Montoya, Joaquín Reis, Inma Sánchez-Castañer, Miguel Torres y Nicol ValenciaIMPRIME: Reproconsulting S.L.

Este número se puede ver online en:

www.cursillosmadrid.es

EDITORIAL

Alex González

Ese era el título del rollo que se dio en mi Ultreya y con el que empezaba esta

aventura. Todavía me acuerdo el día en que se dio ese rollo y se nos invitaba a apuntarnos a la pe-regrinación de este verano. En cuanto salieron las plazas me apunté sin dudar y, después de unos cuantos días de espera, allí estaba yo, con mi macuto lleno de ropa, tiritas e ilusión por empezar a caminar.

El día 20 de julio salía desde el Santiago Bernabéu un autobús con casi 100 jóvenes, algunos cur-sillistas veteranos, otros casi re-cién llegados y unas 30 personas que todavía no habían hecho el Cursillo. Ese primer día llegába-

mos a Tui donde tuvimos el rollo de bienvenida y los primeros con-tactos y presentaciones. La gente empezó a conocerse y a soltarse poco a poco, y después de la pri-mera noche en polideportivo, la marcha a Santiago comenzaba.

El camino estuvo plagado de sor-presas y regalos del Señor y siem-pre seguía la misma fórmula: pri-mero un rato de oración y silencio donde uno podía poner en orden sus pensamientos, charlar con Dios y, en definitiva, poder disfru-tar de un momento de introspec-ción y recogimiento. Tras estos pri-meros instantes, el silencio se

ANIVERSARIO DELA PEREGRINACIÓN

A SANTIAGO

ANIVERSARIO DELA PEREGRINACIÓNA SANTIAGO

“DE SANTIAGO… ¡SANTOS Y APÓSTOLES! "

¡EN MARCHA PEREGRINOS!

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rompía y tenían lugar los prime-ros cantos de la mañana y con-versaciones. Doy infinitas gracias al Señor por todas y cada una de las conversaciones que durante el camino (y en los períodos de descanso) he podido tener. Tuve la oportunidad de conocer gente genial y maravillosa y profundizar en relaciones que ya tenía y, des-de luego, tengo la certeza de que ha sido un regalo del Señor.

Pero no todo se queda en lo que vivimos mientras caminábamos. ¡Qué hubiera sido de este camino sin los rollos y las Eucaristías! ¡Qué bonito poder conocer más en profundidad a los rollistas! ¡Có-mo han abierto su corazón ante un grupo de personas, algunas de ellas totalmente desconoci-das, sólo para poder acercarlas a Dios! ¡Qué emoción el ver cómo el Señor transforma corazones de piedra en corazones de carne! Por otro lado, en las Eucaristías, el coro hizo una labor increíble y eso ayudó mucho a poder profun-dizar en la Misa. Poder escuchar a todo el grupo cantar con una so-la voz es una sensación sencilla-mente indescriptible. El entrar en una iglesia desconocida y sentirte como en casa… eso sólo puede hacerlo Dios. Fue muy emocio-nante ver cómo gente alejada de Cristo disfrutaba con la Eucaris-tía, cómo gente que hacía tiempo que no se acercaba al Señor lo ha-cía ahora, e incluso se confesaba y comulgaba. Algo muy hermoso.

El resultado de todo esto se vio re-flejado el día en que llegamos a Santiago cuando, todos como una unidad, entrábamos cantan-do el "De Colores". En ese mo-mento no había ni cansancio ni do-lor, sino una alegría enorme por haber llegado a Santiago, por re-

correr las mismas calles que Se-bastián recorrió junto con los jóve-nes de Mallorca en 1948 y dio co-mienzo a este Movimiento que a día de hoy tantas alegrías me ha dado y en el que he encontrado una Comunidad donde dar gloria a mi primer gran amor: Jesucris-to.

Sin ningún tipo de duda este Ca-mino ha sido una experiencia in-creíble, que además tenía mu-chas ganas de vivir y que tanto a otras personas como a mí nos ha servido para poder estar cerquita de Dios y contemplar de cerca las maravillas que puede hacer si uno se deja amar por Él.

¡De Colores!

Este verano, gracias a una invitación insistente y per-suasiva, fui al Camino de

Santiago con los jóvenes de Ma-drid del 20 al 31 de julio. Los días previos al viaje ya no tenía ganas de ir porque el otro joven que iba a acompañarme desde París no pu-do venir, de modo que era la única parisina que se unía a la aventura compostelana.

Me costó adaptarme porque no era fácil integrase a los grupos ya hechos y no veía mucho el senti-do de estar allí. Pero después del rollo de una amiga me puse a llo-rar un buen rato y ese llanto fue una especie de limpieza de todo lo que había vivido durante el año. Efectivamente, el curso ha-bía sido difícil: la facultad, los pro-blemas del apartamento donde vi-vimos y unas semanas intensas en Chile donde pude ver a mi pa-dre después de mucho tiempo… Fue una experiencia intensa en la que me pareció que el Señor po-día sanar mi alma y mostrarme lo que tenía previsto para mí. Cada vez que me sentía mal, volvía a te-ner la sensación de que el Señor me limpiaba.

Las largas caminatas iban po-niendo las cosas en su sitio. Co-menzábamos el día con una hora de silencio después del desayu-no. Yo aprovechaba para rezar el rosario por tantas intenciones que necesitan oración y después me quedaba en silencio. A la lle-gada al destino de cada etapa, además de descansar, teníamos un rollo y participábamos en la Eu-caristía. Fue hermoso poder con-

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Nicol Valencia

EL CAMINO DE SANTIAGO NOS ENSEÑA A CAMINAR HACIA EL CIELO

fesarme el primer día y comulgar después. Fui la última de la fila, ¡pero me dio tiempo a todo! Cuan-do buscas al Señor, Él alimenta tu alma y te da lo que necesitas en el momento adecuado.

Si tuviera que destacar algo del Camino de Santiago diría que me ha hecho pensar en esos perío-dos de la vida en los que no sabes cómo acercarte a Dios pero Él es-tá dando pasos contigo, soste-niéndote y mostrándote por dón-de ir. Ya en Santiago, la catedral me decepcionó, pero lo que tenía fuerza allí no eran las piedras del edificio sino poder participar en la Misa con todos los jóvenes cursi-llistas. La última vez la celebró el cardenal de Madrid. Ese día yo an-daba buscando a Jaime, el sacer-dote que venía con nosotros, para que bendijera dos medallas que había comprado, pero no le en-contré. Finalmente fue el propio cardenal quien las bendijo des-

pués de decirme que en el Movi-miento de Cursillos de París hay mucho fuego y que "eso va a cre-cer". Y me pregunté, ¿es que real-mente yo me siento con ese fue-go, con esas ganas de evangeli-zar? Llegué a la conclusión de que no y de que debo actuar más. Por eso, en la oración de los fieles durante la Misa, fui la primera en pedir, y mi petición fue precisa-mente por la comunidad de Cursi-llos de París. Fue una ocasión muy especial donde noté la ac-ción al Espíritu Santo.

Después surgió la posibilidad de ir a un viaje a Italia con mi madre y mi abuela. Dudé en ir porque los jóvenes de París estaban prepa-rando un viaje a Lourdes y tenía la impresión de que me iba a perder algo. Finalmente, allá que fui. En principio se trataba de un tour tu-rístico pero el Señor hace bien las cosas porque mi abuela no podía seguir el ritmo de la guía y tuvi-mos que separarnos del grupo. Así que decidimos hacer un reco-rrido por las iglesias. La iglesia de San Pablo me impresionó particu-larmente porque durante el año habíamos tratado las cartas de

San Pablo y, siendo el patrono de Cursillos, me hizo recapacitar mu-cho. El Señor cuenta conmigo… y así era, porque durante esos días me llamaron para pedirme que diera el rollo de la convivencia de inicio de curso en París. El título del rollo no dejaba mucho margen para decir 'no': "Haced lo que Él os diga", las palabras de María a los servidores de las bodas de Ca-ná. Y siguiendo el consejo de la Virgen me lancé a preparar mi tes-timonio.

Este verano ha sido muy bonito para mí. El Señor me ha hecho comprender que uno tiene que crecer siempre. Nunca termina-mos de crecer, es un camino que termina en el cielo si Dios quiere. Un camino en el que a veces nos toca mucho luchar pero hay que saborearlo a fondo con el Señor.

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ANIVERSARIO DE LA PEREGRINACIÓN A SANTIAGO

rompía y tenían lugar los prime-ros cantos de la mañana y con-versaciones. Doy infinitas gracias al Señor por todas y cada una de las conversaciones que durante el camino (y en los períodos de descanso) he podido tener. Tuve la oportunidad de conocer gente genial y maravillosa y profundizar en relaciones que ya tenía y, des-de luego, tengo la certeza de que ha sido un regalo del Señor.

Pero no todo se queda en lo que vivimos mientras caminábamos. ¡Qué hubiera sido de este camino sin los rollos y las Eucaristías! ¡Qué bonito poder conocer más en profundidad a los rollistas! ¡Có-mo han abierto su corazón ante un grupo de personas, algunas de ellas totalmente desconoci-das, sólo para poder acercarlas a Dios! ¡Qué emoción el ver cómo el Señor transforma corazones de piedra en corazones de carne! Por otro lado, en las Eucaristías, el coro hizo una labor increíble y eso ayudó mucho a poder profun-dizar en la Misa. Poder escuchar a todo el grupo cantar con una so-la voz es una sensación sencilla-mente indescriptible. El entrar en una iglesia desconocida y sentirte como en casa… eso sólo puede hacerlo Dios. Fue muy emocio-nante ver cómo gente alejada de Cristo disfrutaba con la Eucaris-tía, cómo gente que hacía tiempo que no se acercaba al Señor lo ha-cía ahora, e incluso se confesaba y comulgaba. Algo muy hermoso.

El resultado de todo esto se vio re-flejado el día en que llegamos a Santiago cuando, todos como una unidad, entrábamos cantan-do el "De Colores". En ese mo-mento no había ni cansancio ni do-lor, sino una alegría enorme por haber llegado a Santiago, por re-

correr las mismas calles que Se-bastián recorrió junto con los jóve-nes de Mallorca en 1948 y dio co-mienzo a este Movimiento que a día de hoy tantas alegrías me ha dado y en el que he encontrado una Comunidad donde dar gloria a mi primer gran amor: Jesucris-to.

Sin ningún tipo de duda este Ca-mino ha sido una experiencia in-creíble, que además tenía mu-chas ganas de vivir y que tanto a otras personas como a mí nos ha servido para poder estar cerquita de Dios y contemplar de cerca las maravillas que puede hacer si uno se deja amar por Él.

¡De Colores!

Este verano, gracias a una invitación insistente y per-suasiva, fui al Camino de

Santiago con los jóvenes de Ma-drid del 20 al 31 de julio. Los días previos al viaje ya no tenía ganas de ir porque el otro joven que iba a acompañarme desde París no pu-do venir, de modo que era la única parisina que se unía a la aventura compostelana.

Me costó adaptarme porque no era fácil integrase a los grupos ya hechos y no veía mucho el senti-do de estar allí. Pero después del rollo de una amiga me puse a llo-rar un buen rato y ese llanto fue una especie de limpieza de todo lo que había vivido durante el año. Efectivamente, el curso ha-bía sido difícil: la facultad, los pro-blemas del apartamento donde vi-vimos y unas semanas intensas en Chile donde pude ver a mi pa-dre después de mucho tiempo… Fue una experiencia intensa en la que me pareció que el Señor po-día sanar mi alma y mostrarme lo que tenía previsto para mí. Cada vez que me sentía mal, volvía a te-ner la sensación de que el Señor me limpiaba.

Las largas caminatas iban po-niendo las cosas en su sitio. Co-menzábamos el día con una hora de silencio después del desayu-no. Yo aprovechaba para rezar el rosario por tantas intenciones que necesitan oración y después me quedaba en silencio. A la lle-gada al destino de cada etapa, además de descansar, teníamos un rollo y participábamos en la Eu-caristía. Fue hermoso poder con-

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Nicol Valencia

EL CAMINO DE SANTIAGO NOS ENSEÑA A CAMINAR HACIA EL CIELO

fesarme el primer día y comulgar después. Fui la última de la fila, ¡pero me dio tiempo a todo! Cuan-do buscas al Señor, Él alimenta tu alma y te da lo que necesitas en el momento adecuado.

Si tuviera que destacar algo del Camino de Santiago diría que me ha hecho pensar en esos perío-dos de la vida en los que no sabes cómo acercarte a Dios pero Él es-tá dando pasos contigo, soste-niéndote y mostrándote por dón-de ir. Ya en Santiago, la catedral me decepcionó, pero lo que tenía fuerza allí no eran las piedras del edificio sino poder participar en la Misa con todos los jóvenes cursi-llistas. La última vez la celebró el cardenal de Madrid. Ese día yo an-daba buscando a Jaime, el sacer-dote que venía con nosotros, para que bendijera dos medallas que había comprado, pero no le en-contré. Finalmente fue el propio cardenal quien las bendijo des-

pués de decirme que en el Movi-miento de Cursillos de París hay mucho fuego y que "eso va a cre-cer". Y me pregunté, ¿es que real-mente yo me siento con ese fue-go, con esas ganas de evangeli-zar? Llegué a la conclusión de que no y de que debo actuar más. Por eso, en la oración de los fieles durante la Misa, fui la primera en pedir, y mi petición fue precisa-mente por la comunidad de Cursi-llos de París. Fue una ocasión muy especial donde noté la ac-ción al Espíritu Santo.

Después surgió la posibilidad de ir a un viaje a Italia con mi madre y mi abuela. Dudé en ir porque los jóvenes de París estaban prepa-rando un viaje a Lourdes y tenía la impresión de que me iba a perder algo. Finalmente, allá que fui. En principio se trataba de un tour tu-rístico pero el Señor hace bien las cosas porque mi abuela no podía seguir el ritmo de la guía y tuvi-mos que separarnos del grupo. Así que decidimos hacer un reco-rrido por las iglesias. La iglesia de San Pablo me impresionó particu-larmente porque durante el año habíamos tratado las cartas de

San Pablo y, siendo el patrono de Cursillos, me hizo recapacitar mu-cho. El Señor cuenta conmigo… y así era, porque durante esos días me llamaron para pedirme que diera el rollo de la convivencia de inicio de curso en París. El título del rollo no dejaba mucho margen para decir 'no': "Haced lo que Él os diga", las palabras de María a los servidores de las bodas de Ca-ná. Y siguiendo el consejo de la Virgen me lancé a preparar mi tes-timonio.

Este verano ha sido muy bonito para mí. El Señor me ha hecho comprender que uno tiene que crecer siempre. Nunca termina-mos de crecer, es un camino que termina en el cielo si Dios quiere. Un camino en el que a veces nos toca mucho luchar pero hay que saborearlo a fondo con el Señor.

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ANIVERSARIO DE LA PEREGRINACIÓN A SANTIAGO

¿Qué tal el verano? Corto, ¿verdad? A mí también se me ha hecho cortísimo, pe-

ro si os digo la verdad, ha sido el MEJOR VERANO DE MI VIDA. Sin duda alguna, la Misión de Pe-rú este año ha sido una pasada, un volver al amor primero y darme cuenta de que Dios me ama siem-pre, todos los días de mi vida. Igualmente, me he vuelto a ena-morar todavía más de nuestra ma-dre la Iglesia. Es una suerte que, vaya donde vaya, es la misma, compuesta por la gente humilde y gente a la que Dios con todo su amor hace capaces de todo.

Este año, la Misión en Perú la he-mos realizado en dos pueblecitos de la selva peruana, Consuelo y San Pablo. Dos pueblos muy hu-mildes, pero con un corazón más grande que muchos países, y con una Fe que hacía que fuéramos nosotros los misionados. De las tres semanas de Misión que estu-vimos, las dos primeras las pasa-mos en Consuelo y la tercera, en San Pablo. Ambas culminaron con bautizos de niños, que sin dos duda hacían desbordar la Gracia de Dios en toda la selva.

¡¡La Misión de este año era la se-

gunda que hacía, este año he re-petido!! Como cuando comes un plato que te gusta, normalmente yo repito. Pero al contrario que me pasa normalmente, que el segun-do plato ya no me gusta tanto, la Misión este año me ha gustado in-finitamente más. Creo que así son las cosas de Dios, cuanto más te acercas a Él, más te gusta lo que haces.

Recuerdo que un sacerdote, justo antes de irme el año pasado, me dijo que la Misión me cambiaría la vida. Y vamos que si lo ha hecho, y este año me va a volver a trans-formar totalmente. Porque Dios no nos ha llamado al grupo de mi-sioneros para pasar el rato, sino para hacer que pase algo y por-que quiere decirnos sobre todo al-go, y es que nos AMA CON LOCURA. Y no sólo nos lo ha di-cho en la Eucaristía, sino a través de nuestros hermanos peruanos allá, cada vez que nos abrían su puerta, nos ofrecían una silla y conversación, nos permitían ver que a través de la humildad Dios se hace presente. Dios decidió na-cer en un pesebre, y nos invita a ser humildes como Él. Esta gente ya, tengo seguro, cumple con una de las bienaventuranzas, en cuan-

to a que tienen la sencillez y lim-pieza de corazón con la que ven a Dios.

No quiero acabar sin olvidarme de dar gracias a Dios por la gran Co-munidad de Cursillos de la que for-mo parte, y sin la cual la Misión no habría sido posible, sin sus rosa-rios, sin sus ofrecimientos y sacri-ficios por nosotros, cada uno en su vida. Sin vosotros no habría si-do posible. Pero eso, sí, la Misión es un Cursillo de un mes, y al igual que una vez acabado el Cursillo no se deja de rezar por los frutos del mismo, os pido que no dejéis de tener en vuestras oraciones a todos los nuevos hijos de Dios, así como a todos a los que misio-namos, con mención especial de una intención por el Padre Fran y la gran labor que hace allí.

¡DE COLORES!

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Luis Casarrubios Sánchez

MISION PERÚ“En el mundo tendréis luchas,

pero tened valor: yo he vencido al mundo"

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Todos tenemos claro el trí-pode de la vida cristiana: oración, formación y ac-

ción. Es el movimiento que sub-yace a todo lo que hacemos en nuestra vida, una especie de guión en el que vamos escribien-do todo lo que vivimos, y que nos sirve para repasar someramente la vida cada semana en nuestras reuniones de grupo.

En el Cursillo escuchamos el rollo de formación, el de acción, y el de vida cristiana, que nos ayuda a comprender el nexo de unión en-tre las tres famosas patas. Pero, ¿qué pasa con el rollo de ora-ción? ¿Es lo mismo que la vida es-piritual? ¿Qué es la vida espiri-tual?

Antiguamente existía en los Cur-sillos el rollo de "piedad". Ahora queda compendiado entre el rollo de fe, si da tiempo, y el rollo de sa-cramentos. Se suele decir que la oración del cursillista es la funda-mental, y ésta se basa en los sa-cramentos de la Iglesia. Aunque no son palabras faltas de razón, hemos de tener cuidado en identi-ficar en su absoluto la vida espiri-tual con los sacramentos, la ora-ción y sus derivados ("el sagrario" y la meditación del Evangelio).

Nuestro mundo tiende a dividir, a

separar, no sabe distinguir y su-mar. Es evidente, y no me hace fal-ta citar a nadie, que vivimos en una grave fragmentación de la persona, cuando lo propio del ca-tólico es integrar. Tenemos una confusión grande respecto a la vi-da espiritual porque la reducimos a actos de piedad, que nos llevan a pensar que somos malos cris-tianos si no los cumplimos todos.

El problema más grande que de-tecto en la dirección espiritual y en las reuniones de grupo es esta incapacidad de entender la vida como un todo, donde se distin-guen algunos aspectos que entre sí dependen absolutamente uno de los otros. La oración, la forma-ción y la acción son un todo. Toda la vida es oración, toda es acción, y todo forma, aunque distingamos para examinar y poder compartir. Es necesario no agobiarse en la revisión de la patas del trípode si alguna de las patas no parece es-tar en la misma cantidad que la de otro de los miembros. No se es más cristiano por cantidad, sino por la calidad de lo que vivimos.

Lo primero que nos debería que-dar claro es que la vida cristiana es una vida espiritual. Y que, co-mo dice un conocido autor fran-cés, «la vida espiritual es la expe-riencia de una vida» (André Louf, “Iniciación a la vida espiritual”). Sólo tenemos una vida, y está lla-

mada a ser espiritual, experiencia de Dios continua. Es decir, una vi-da llevada por el Espíritu Santo. Toda la vida es espacio del Espíri-tu. El mayor deseo de un cristiano será cumplir la voluntad de Dios, dejarse llevar por el Espíritu, «por-que los que se dejan llevar por el Espíritu, esos son hijos de Dios» (Rm 8,14). Y al movimiento de de-jarse llevar por el Espíritu la Igle-sia lo ha llamado "discernimien-to". Este es el nexo de las patas del trípode. De que discernamos o no dependerá la calidad de nuestra vida espiritual.

El discernimiento nos protegerá de hacer de nosotros los protago-nistas de la vida espiritual, saltán-donos la pedagogía divina a la que Jesús nos ha invitado, el dis-cipulado. Sólo Él es el Maestro y el Señor, que nos precede. Tam-bién nos protegerá del agobio an-te una vida que parece falta de oración porque no se hacen los ac-tos de piedad, y se lleva el mismo ritmo de lecturas que el resto, pe-ro que, frente a otros que se nu-tren de un activismo asfixiante, esa vida espiritual está llena de ca-ridad en casa, en el trabajo y en to-dos los ambientes de cada uno. Los actos concretos, la caridad, y la paz que se contengan en ellos revelarán de calidad de la vida de un cristiano, de "una vida a lo Je-sús", el impulsado por el Espíritu (cf.Lc 4,1).

¿Qué es la vida

espiritual? (I)

Roberto González-Tapia

¿Qué tal el verano? Corto, ¿verdad? A mí también se me ha hecho cortísimo, pe-

ro si os digo la verdad, ha sido el MEJOR VERANO DE MI VIDA. Sin duda alguna, la Misión de Pe-rú este año ha sido una pasada, un volver al amor primero y darme cuenta de que Dios me ama siem-pre, todos los días de mi vida. Igualmente, me he vuelto a ena-morar todavía más de nuestra ma-dre la Iglesia. Es una suerte que, vaya donde vaya, es la misma, compuesta por la gente humilde y gente a la que Dios con todo su amor hace capaces de todo.

Este año, la Misión en Perú la he-mos realizado en dos pueblecitos de la selva peruana, Consuelo y San Pablo. Dos pueblos muy hu-mildes, pero con un corazón más grande que muchos países, y con una Fe que hacía que fuéramos nosotros los misionados. De las tres semanas de Misión que estu-vimos, las dos primeras las pasa-mos en Consuelo y la tercera, en San Pablo. Ambas culminaron con bautizos de niños, que sin dos duda hacían desbordar la Gracia de Dios en toda la selva.

¡¡La Misión de este año era la se-

gunda que hacía, este año he re-petido!! Como cuando comes un plato que te gusta, normalmente yo repito. Pero al contrario que me pasa normalmente, que el segun-do plato ya no me gusta tanto, la Misión este año me ha gustado in-finitamente más. Creo que así son las cosas de Dios, cuanto más te acercas a Él, más te gusta lo que haces.

Recuerdo que un sacerdote, justo antes de irme el año pasado, me dijo que la Misión me cambiaría la vida. Y vamos que si lo ha hecho, y este año me va a volver a trans-formar totalmente. Porque Dios no nos ha llamado al grupo de mi-sioneros para pasar el rato, sino para hacer que pase algo y por-que quiere decirnos sobre todo al-go, y es que nos AMA CON LOCURA. Y no sólo nos lo ha di-cho en la Eucaristía, sino a través de nuestros hermanos peruanos allá, cada vez que nos abrían su puerta, nos ofrecían una silla y conversación, nos permitían ver que a través de la humildad Dios se hace presente. Dios decidió na-cer en un pesebre, y nos invita a ser humildes como Él. Esta gente ya, tengo seguro, cumple con una de las bienaventuranzas, en cuan-

to a que tienen la sencillez y lim-pieza de corazón con la que ven a Dios.

No quiero acabar sin olvidarme de dar gracias a Dios por la gran Co-munidad de Cursillos de la que for-mo parte, y sin la cual la Misión no habría sido posible, sin sus rosa-rios, sin sus ofrecimientos y sacri-ficios por nosotros, cada uno en su vida. Sin vosotros no habría si-do posible. Pero eso, sí, la Misión es un Cursillo de un mes, y al igual que una vez acabado el Cursillo no se deja de rezar por los frutos del mismo, os pido que no dejéis de tener en vuestras oraciones a todos los nuevos hijos de Dios, así como a todos a los que misio-namos, con mención especial de una intención por el Padre Fran y la gran labor que hace allí.

¡DE COLORES!

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Luis Casarrubios Sánchez

MISION PERÚ“En el mundo tendréis luchas,

pero tened valor: yo he vencido al mundo"

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Todos tenemos claro el trí-pode de la vida cristiana: oración, formación y ac-

ción. Es el movimiento que sub-yace a todo lo que hacemos en nuestra vida, una especie de guión en el que vamos escribien-do todo lo que vivimos, y que nos sirve para repasar someramente la vida cada semana en nuestras reuniones de grupo.

En el Cursillo escuchamos el rollo de formación, el de acción, y el de vida cristiana, que nos ayuda a comprender el nexo de unión en-tre las tres famosas patas. Pero, ¿qué pasa con el rollo de ora-ción? ¿Es lo mismo que la vida es-piritual? ¿Qué es la vida espiri-tual?

Antiguamente existía en los Cur-sillos el rollo de "piedad". Ahora queda compendiado entre el rollo de fe, si da tiempo, y el rollo de sa-cramentos. Se suele decir que la oración del cursillista es la funda-mental, y ésta se basa en los sa-cramentos de la Iglesia. Aunque no son palabras faltas de razón, hemos de tener cuidado en identi-ficar en su absoluto la vida espiri-tual con los sacramentos, la ora-ción y sus derivados ("el sagrario" y la meditación del Evangelio).

Nuestro mundo tiende a dividir, a

separar, no sabe distinguir y su-mar. Es evidente, y no me hace fal-ta citar a nadie, que vivimos en una grave fragmentación de la persona, cuando lo propio del ca-tólico es integrar. Tenemos una confusión grande respecto a la vi-da espiritual porque la reducimos a actos de piedad, que nos llevan a pensar que somos malos cris-tianos si no los cumplimos todos.

El problema más grande que de-tecto en la dirección espiritual y en las reuniones de grupo es esta incapacidad de entender la vida como un todo, donde se distin-guen algunos aspectos que entre sí dependen absolutamente uno de los otros. La oración, la forma-ción y la acción son un todo. Toda la vida es oración, toda es acción, y todo forma, aunque distingamos para examinar y poder compartir. Es necesario no agobiarse en la revisión de la patas del trípode si alguna de las patas no parece es-tar en la misma cantidad que la de otro de los miembros. No se es más cristiano por cantidad, sino por la calidad de lo que vivimos.

Lo primero que nos debería que-dar claro es que la vida cristiana es una vida espiritual. Y que, co-mo dice un conocido autor fran-cés, «la vida espiritual es la expe-riencia de una vida» (André Louf, “Iniciación a la vida espiritual”). Sólo tenemos una vida, y está lla-

mada a ser espiritual, experiencia de Dios continua. Es decir, una vi-da llevada por el Espíritu Santo. Toda la vida es espacio del Espíri-tu. El mayor deseo de un cristiano será cumplir la voluntad de Dios, dejarse llevar por el Espíritu, «por-que los que se dejan llevar por el Espíritu, esos son hijos de Dios» (Rm 8,14). Y al movimiento de de-jarse llevar por el Espíritu la Igle-sia lo ha llamado "discernimien-to". Este es el nexo de las patas del trípode. De que discernamos o no dependerá la calidad de nuestra vida espiritual.

El discernimiento nos protegerá de hacer de nosotros los protago-nistas de la vida espiritual, saltán-donos la pedagogía divina a la que Jesús nos ha invitado, el dis-cipulado. Sólo Él es el Maestro y el Señor, que nos precede. Tam-bién nos protegerá del agobio an-te una vida que parece falta de oración porque no se hacen los ac-tos de piedad, y se lleva el mismo ritmo de lecturas que el resto, pe-ro que, frente a otros que se nu-tren de un activismo asfixiante, esa vida espiritual está llena de ca-ridad en casa, en el trabajo y en to-dos los ambientes de cada uno. Los actos concretos, la caridad, y la paz que se contengan en ellos revelarán de calidad de la vida de un cristiano, de "una vida a lo Je-sús", el impulsado por el Espíritu (cf.Lc 4,1).

¿Qué es la vida

espiritual? (I)

Roberto González-Tapia

Dispuestos a pasar una tarde estupenda en co-munidad nos embarca-

mos a asaltar la casa de la sim-patiquísima Angelines Osuna para el ya famoso "Café Con". Bien es cierto que todos toma-ron agua o Coca-Cola y solo uno tomó café, por aquello de mantener la autenticidad del acto.

Angelines nos recibió con el ca-riño de una abuela de seis nie-tos y el rato que estuvimos fue de lo más ameno y enriquece-dor para jóvenes y mayores. Pronto nos dimos cuenta de su vitalidad y energía. Aquí os de-jamos un pequeño reflejo de lo más importante vivido aquella tarde en la que, aparte de con-tarnos que estudió Físicas, nos contó muchas anécdotas. Pa-ra que os hagáis una idea de lo

bien que lo pa-s a m o s , u n a quedada que en principio iba a durar una ho-ra y media se alargó sin que-rer a más de tres.

¿Cuándo hi-ciste tu primer Cursillo?

Un día en la parroquia vi un gru-po de jóvenes super animados y alegres. Esa felicidad que no-sotros conocemos y que a la gente es de lo que más le im-presiona. Gracias a aquel gru-po de personas, a mi párroco Santos Paniagua, y a Dios, hi-

ce mi primer Cursillo hace 32 años, del 4 al 6 de abril de 1986 en Guadalajara. Antes, los Cur-sillos de la diócesis de Madrid se hacían allí, y en el equipo es-tuvo Sebastián Gayá. Al Cursi-llo fui con la intención de mejo-rar como persona.

Durante estos 32 años, ¿có-mo ha sido tu vida en la Co-munidad?

Sin ninguna duda le he dado siempre mucha importancia a la Comunidad, sobre todo a la Ultreya. Voy a Nuestra Señora del Bosque. En estos 32 años habré faltado unas 10 veces. Cuando hacía recados con mis hijos siempre les advertía de que luego tenía que ir a la Ul-treya y me decían: "Mamá, ¿no puedes decir que hoy no pue-des ir?". Y yo les contestaba: "Si yo no tengo que avisar a na-die. Me gusta ir". Yo a la Ultreya no voy por compromiso, voy por amor a la Comunidad. Tam-bién tengo Reunión de Grupo, pero como todas tenemos mil cosas (aun estando jubiladas) y también nietos, compatibili-zar horarios nos es muy difícil, pero de vez en cuando nos ve-mos y por supuesto rezamos las unas por las otras. También entrego parte de mi vida en un voluntariado, dando clase de matemáticas a niñas de un co-legio-hogar cercano a mi casa.

Ahora que has nombrado a tu familia, ¿tu familia ha he-cho Cursillos?

Sí, mis hijos han hecho Cursi-

llos y mi marido también. Ten-go tres hijos, Ricardo, que vive en Estados Unidos, casado con Eva; Blanca, casada con Álvaro, y Marta, casada con Íñi-go. Mis dos hijas y sus maridos han hecho Cursillos y han invi-tado a hacerlos a muchos de sus amigos y familiares, y le pi-do a Dios ver a alguno de mis nietos hacerlo también. A mi casa han venido sacerdotes a comer, ¡tuve el honor de tener a Sebastián comiendo en mi ca-sa durante la convivencia del equipo de un Cursillo!

¿Hay algún Cursillo que re-cuerdes con más cariño?

Pues la verdad es que no, to-dos por igual, porque cada Cur-sillo es diferente: la gente no es la misma y vas en momentos de tu vida distintos. Lo más im-portante del Cursillo es el cur-sillista y su vida, no la nuestra. He conocido muchos casos en los que un Cursillo ha cambia-do la vida de mucha gente. Me dio pena tenerme que borrar del último Cursillo por un pro-blema de salud, pero hay que aceptar las limitaciones.

¿Qué nos recomiendas a los jóvenes?

Sobre todo os recomiendo que os abráis a la Gracia para que perseveréis. La perseverancia es lo más importante en la vida de la Iglesia, y no vamos por la vida solos. Perseverar en Co-munidad, y para ello es funda-mental que vuestra pareja ten-ga los mismos ideales que vo-

ANGELINES OSUNA

Café con…

8

Escuchar a Angelines ha sido una gozada, ver el paso del Señor por su vida y ver cómo ella poco a poco se ha ido de-jando hacer por Él. Cómo ha ido perseverando gracias a la Comunidad, la cual ha sido su sostén hasta el momento, 32 años después. Su ilusión, su entrega, sus ganas de evangelizar, todo un ejemplo para aplicar a mi vida, y dejar de lado los miedos, la ver-güenza del qué dirán; no que-darme con todo lo que el Se-ñor me regala y llevar la ale-gría del Señor a mis ambien-tes con mi testimonio. Pero, sobre todo, me he quedado con algo que me ha interpela-do mucho: que no somos per-fectos ni pretendemos serlo, pero que gracias a la miseri-cordia y la gracia del Señor, podemos ver esas cosas que hacemos mal, esas que an-tes pasábamos por alto, para así mejorar en ellas y seguir adelante, intentando cada día ser un poquito mejor que ayer.

Paola

Ha sido un encuentro de un testimonio de perseverancia. Me llevo que no podemos per-severar en nuestro camino de fe sin una Comunidad. Que sigo haciendo las cosas mal pero que ahora me doy cuenta de que las hago mal y hay que seguir. Y que en-contrarse con Jesucristo es un testimonio de alegría.

El "Café Con" te da una expe-riencia de Cursillos que de ninguna otra forma podía-mos haber vivido. El hecho de estar en casa de Angeli-nes, hablar y compartir tan-tas cosas de su vida, ha sido algo realmente impresionan-te. Si con algo me tuviese que quedar de toda la tarde, es con su perseverancia en la fe; a pesar de las dificulta-des, de los obstáculos o in-cluso del simple paso del tiempo, ella se ha mantenido fiel al Señor y, como nos dijo, el hecho de que los martes a las ocho tiene Ultreya, y eso condiciona todo lo demás, es algo que nos hace pensar a todos sobre nuestra fideli-dad. Es todo un ejemplo de vi-da, para que no nos dé miedo salir a la calle a evangelizar, sin importar el qué dirán ni qué pensarán. El Señor se en-contró con muchos 'no' en su vida, y aún así siguió adelan-te, igual que Angelines. ¿Por qué no nosotros, los jóve-nes?

Vega

Albertosotros y que, a ser posible, ca-minéis en la misma Comuni-dad o trocito de la Iglesia.

Damos gracias a Dios por ha-ber asistido al "Café Con" Ange-lines y porque, al haber sido en su casa, hemos tenido una sen-sación de unidad y comunión muy especiales. También te da-mos gracias, Señor, por Ange-lines y su perseverancia, apo-yada en la fe, que sin duda son testimonio para los que empe-zamos ahora. Te pedimos Se-ñor que esta oportunidad de mejorar y todas las que nos pongas en nuestro camino no sean estériles en nosotros.

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Dispuestos a pasar una tarde estupenda en co-munidad nos embarca-

mos a asaltar la casa de la sim-patiquísima Angelines Osuna para el ya famoso "Café Con". Bien es cierto que todos toma-ron agua o Coca-Cola y solo uno tomó café, por aquello de mantener la autenticidad del acto.

Angelines nos recibió con el ca-riño de una abuela de seis nie-tos y el rato que estuvimos fue de lo más ameno y enriquece-dor para jóvenes y mayores. Pronto nos dimos cuenta de su vitalidad y energía. Aquí os de-jamos un pequeño reflejo de lo más importante vivido aquella tarde en la que, aparte de con-tarnos que estudió Físicas, nos contó muchas anécdotas. Pa-ra que os hagáis una idea de lo

bien que lo pa-s a m o s , u n a quedada que en principio iba a durar una ho-ra y media se alargó sin que-rer a más de tres.

¿Cuándo hi-ciste tu primer Cursillo?

Un día en la parroquia vi un gru-po de jóvenes super animados y alegres. Esa felicidad que no-sotros conocemos y que a la gente es de lo que más le im-presiona. Gracias a aquel gru-po de personas, a mi párroco Santos Paniagua, y a Dios, hi-

ce mi primer Cursillo hace 32 años, del 4 al 6 de abril de 1986 en Guadalajara. Antes, los Cur-sillos de la diócesis de Madrid se hacían allí, y en el equipo es-tuvo Sebastián Gayá. Al Cursi-llo fui con la intención de mejo-rar como persona.

Durante estos 32 años, ¿có-mo ha sido tu vida en la Co-munidad?

Sin ninguna duda le he dado siempre mucha importancia a la Comunidad, sobre todo a la Ultreya. Voy a Nuestra Señora del Bosque. En estos 32 años habré faltado unas 10 veces. Cuando hacía recados con mis hijos siempre les advertía de que luego tenía que ir a la Ul-treya y me decían: "Mamá, ¿no puedes decir que hoy no pue-des ir?". Y yo les contestaba: "Si yo no tengo que avisar a na-die. Me gusta ir". Yo a la Ultreya no voy por compromiso, voy por amor a la Comunidad. Tam-bién tengo Reunión de Grupo, pero como todas tenemos mil cosas (aun estando jubiladas) y también nietos, compatibili-zar horarios nos es muy difícil, pero de vez en cuando nos ve-mos y por supuesto rezamos las unas por las otras. También entrego parte de mi vida en un voluntariado, dando clase de matemáticas a niñas de un co-legio-hogar cercano a mi casa.

Ahora que has nombrado a tu familia, ¿tu familia ha he-cho Cursillos?

Sí, mis hijos han hecho Cursi-

llos y mi marido también. Ten-go tres hijos, Ricardo, que vive en Estados Unidos, casado con Eva; Blanca, casada con Álvaro, y Marta, casada con Íñi-go. Mis dos hijas y sus maridos han hecho Cursillos y han invi-tado a hacerlos a muchos de sus amigos y familiares, y le pi-do a Dios ver a alguno de mis nietos hacerlo también. A mi casa han venido sacerdotes a comer, ¡tuve el honor de tener a Sebastián comiendo en mi ca-sa durante la convivencia del equipo de un Cursillo!

¿Hay algún Cursillo que re-cuerdes con más cariño?

Pues la verdad es que no, to-dos por igual, porque cada Cur-sillo es diferente: la gente no es la misma y vas en momentos de tu vida distintos. Lo más im-portante del Cursillo es el cur-sillista y su vida, no la nuestra. He conocido muchos casos en los que un Cursillo ha cambia-do la vida de mucha gente. Me dio pena tenerme que borrar del último Cursillo por un pro-blema de salud, pero hay que aceptar las limitaciones.

¿Qué nos recomiendas a los jóvenes?

Sobre todo os recomiendo que os abráis a la Gracia para que perseveréis. La perseverancia es lo más importante en la vida de la Iglesia, y no vamos por la vida solos. Perseverar en Co-munidad, y para ello es funda-mental que vuestra pareja ten-ga los mismos ideales que vo-

ANGELINES OSUNA

Café con…

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Escuchar a Angelines ha sido una gozada, ver el paso del Señor por su vida y ver cómo ella poco a poco se ha ido de-jando hacer por Él. Cómo ha ido perseverando gracias a la Comunidad, la cual ha sido su sostén hasta el momento, 32 años después. Su ilusión, su entrega, sus ganas de evangelizar, todo un ejemplo para aplicar a mi vida, y dejar de lado los miedos, la ver-güenza del qué dirán; no que-darme con todo lo que el Se-ñor me regala y llevar la ale-gría del Señor a mis ambien-tes con mi testimonio. Pero, sobre todo, me he quedado con algo que me ha interpela-do mucho: que no somos per-fectos ni pretendemos serlo, pero que gracias a la miseri-cordia y la gracia del Señor, podemos ver esas cosas que hacemos mal, esas que an-tes pasábamos por alto, para así mejorar en ellas y seguir adelante, intentando cada día ser un poquito mejor que ayer.

Paola

Ha sido un encuentro de un testimonio de perseverancia. Me llevo que no podemos per-severar en nuestro camino de fe sin una Comunidad. Que sigo haciendo las cosas mal pero que ahora me doy cuenta de que las hago mal y hay que seguir. Y que en-contrarse con Jesucristo es un testimonio de alegría.

El "Café Con" te da una expe-riencia de Cursillos que de ninguna otra forma podía-mos haber vivido. El hecho de estar en casa de Angeli-nes, hablar y compartir tan-tas cosas de su vida, ha sido algo realmente impresionan-te. Si con algo me tuviese que quedar de toda la tarde, es con su perseverancia en la fe; a pesar de las dificulta-des, de los obstáculos o in-cluso del simple paso del tiempo, ella se ha mantenido fiel al Señor y, como nos dijo, el hecho de que los martes a las ocho tiene Ultreya, y eso condiciona todo lo demás, es algo que nos hace pensar a todos sobre nuestra fideli-dad. Es todo un ejemplo de vi-da, para que no nos dé miedo salir a la calle a evangelizar, sin importar el qué dirán ni qué pensarán. El Señor se en-contró con muchos 'no' en su vida, y aún así siguió adelan-te, igual que Angelines. ¿Por qué no nosotros, los jóve-nes?

Vega

Albertosotros y que, a ser posible, ca-minéis en la misma Comuni-dad o trocito de la Iglesia.

Damos gracias a Dios por ha-ber asistido al "Café Con" Ange-lines y porque, al haber sido en su casa, hemos tenido una sen-sación de unidad y comunión muy especiales. También te da-mos gracias, Señor, por Ange-lines y su perseverancia, apo-yada en la fe, que sin duda son testimonio para los que empe-zamos ahora. Te pedimos Se-ñor que esta oportunidad de mejorar y todas las que nos pongas en nuestro camino no sean estériles en nosotros.

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11111110

Este comienzo de milenio en el que estamos incur-sos todo nos lleva a pen-

sar que lo estamos haciendo a trompicones. La incertidumbre y la desconfianza dominan el con-texto social y económico, por eso recurrimos permanentemente a un discurso que se aferra más a los aspectos disgregadores que a aquellos más positivos y cons-tructivos.

Las dificultades que padecemos son evidentes, no hay más que ob-servar cómo la lenta recuperación económica se refleja en las duras condiciones de la creación de em-pleo, sobre todo para nuestros jó-venes, o en la permanente incerti-dumbre que domina el panorama sociopolítico de Occidente. Sin embargo, todas estas dificultades no explican por sí solas la deriva que parece prevalecer en todos los ámbitos de la vida social y cul-tural.

Por ello, ante las terribles violen-cias que se viven a diario en tan-tos rincones del planeta, muchos de nosotros deseamos una reac-ción de la humanidad para poner la palabra "fin" a todas estas reali-dades dolorosas. No hay más que

echar un vistazo somero a nues-tro alrededor para comprobar las persecuciones religiosas y políti-cas que se producen cada día, in-cluso en Europa, así como otras dramáticas realidades que llevan a millones de personas a sufrir in-justicia, hambre, exclusión o a vi-vir la tragedia de la emigración.

Sí, somos muchos los que perci-bimos, con particular intensidad, la urgencia de un cambio, de una novedad radical. Pero por desgra-cia, en la lectura de esta situación, a menudo somos víctimas de una cierta miopía. Vemos solo una cri-sis económica y/o política y no la reconocemos según su verdade-ra naturaleza. Nos encontramos, como bien ha señalado el arzobis-po emérito de Milán y gran pensa-dor, Angelo Scola, ante un parto de civilización en el comienzo del nuevo milenio.

En efecto, a mi parecer, dolores de parto y transición son términos muy adecuados para describir la crisis de nuestro tiempo. Este tiempo, en el que estamos llama-dos, más que nunca, a actuar co-mo actores de un drama (agonis-tas) se parece al momento del par-to, una condición de sufrimiento

agudo, pero con la mirada ya puesta en la vida que está nacien-do. Así lo expresa el apóstol San Juan en su evangelio: «La mujer, cuando va a dar a luz, siente tris-teza, porque ha llegado su hora; pero, en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la ale-gría de que al mundo le ha nacido un hombre» (Jn 16,21). Sin em-bargo, los dolores de parto exigen de la mujer el compromiso de toda su energía humana. Del mismo modo, nosotros, ciudadanos in-mersos en la crisis, estamos lla-mados a comprometer toda nues-tra energía personal y comunita-ria.

Hablar de dolores de parto, y no li-mitarse a hablar de crisis econó-mica y política, quiere decir ir más allá de la búsqueda de las medi-das técnicas necesarias que re-quieren las graves dificultades que estamos atravesando. Se tra-ta de reconocer que no todo se re-duce a problemas técnicos, vincu-lados al mal funcionamiento del sistema, sino que el malestar tie-ne un origen más profundo, que implica todo un modo de concebir lo humano. ¿Cómo no ver que sin una acción decidida y responsa-ble a nivel ético-antropológico, ni

Miguel Torres Galera

Transición y dolores de parto

siquiera el mercado mejor estruc-turado y garantizado resolverá nuestros problemas?

En este momento de grave prue-ba, el peso de la persona y de sus relaciones vuelve testarudamen-te a alzar su voz. Es imposible huir de los dolores de parto. Si no los asumimos corremos el riesgo de quedar sometidos a ellos. Na-die puede ni debe considerarse excluido de la necesidad de impli-carse personalmente. Ante los ojos de todos están dos preocu-pantes síntomas de este minus-valorar la dimensión humana del actual momento de parto: por un lado la crisis de la representación política, y, por otro, la ausencia de un lenguaje de lo humano com-partido.

Precisamente en momentos de parto como el presente es cuando recobra toda su plenitud el pro-blema del sentido de la vida, cues-tión que Cristo ha sintetizado ad-mirablemente en la pregunta: «¿De qué le sirve a un hombre ga-nar el mundo entero y perder su al-ma?» (Mc 8,36). ¿Y cómo resol-ver este dilema? En el tiempo pre-sente la cuestión del sentido de la vida se plantea en su forma más noble, la forma del don: ¿a quién estoy donando mi vida? Cuenta Angelo Scola, prestigioso profe-sor de Filosofía, que a menudo in-terpelaba a los jóvenes diciéndo-les: «Atención, existe un test para saber que la vida es don: si tú no la donas, el tiempo te la roba». Y henos aquí de nuevo, ante el sen-tido de la vida, que se hace breve, y ante una existencia que pide al-go más que la pura superviven-cia. Se trata de convertir nuestra existencia terrena en una verda-dera vida, en una vida acogida y donada. Comprometámonos en ello en este tiempo de transición y dolores de parto.

Inma Sánchez-Castañer y Joaquín Reis

Nuevos responsables del Área de Mayores

Querida Comunidad:

Con todo el amor y cariño quere-mos haceros partícipes de nues-tra alegría al ser requeridos como responsables del Área de Mayo-res de Cursillos de Madrid. Hici-mos nuestro Cursillo en mayo de 2009, año en los que nos encon-tramos con el Señor y, desde en-tonces, fuimos acogidos en la Ultreya de López de Hoyos. Aho-ra el Señor nos regala el poder asistir, atender, querer y mimar, aún más si cabe, a nuestros mayo-res. Nos viene a la memoria la fra-se "Acordaos de vuestros dirigen-tes que os anunciaron la Palabra de Dios; fijaos en el desenlace de su vida e imitad su fe" (Hb 13,7). Nuestros mayores son ese ejem-plo de fe y perseverancia que de-be ser el motor que mueva nues-tras vidas en ese camino a la san-tidad que el Señor nos pide. Esos mayores que necesitan ayuda y

otros que pueden darla son los que, con su imprescindible apor-tación, contribuyen para que el Área de Mayores trabaje desde el acompañamiento en las Ultreyas y promoviendo el rollo del mayor y el envío del PROA a los que no pueden acudir a éstas. Igualmen-te, desde este Área se promueve el apadrinamiento de Cursillos, misiones, convivencias y peregri-naciones. También el "Café Con", donde mayores y jóvenes se enri-quecen con los testimonios y experiencias de unos y de otros compartiendo la misma fe.

Con toda la alegría e ilusión de que el Señor cuente con nosotros nos ponemos a disposición de es-te nuestro Movimiento, y así po-der servir eficazmente a nuestros mayores, contando al mismo tiem-po con vuestra oración, ayuda y colaboración, tan necesaria para que podamos llevar a cabo nues-tra misión.

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Este comienzo de milenio en el que estamos incur-sos todo nos lleva a pen-

sar que lo estamos haciendo a trompicones. La incertidumbre y la desconfianza dominan el con-texto social y económico, por eso recurrimos permanentemente a un discurso que se aferra más a los aspectos disgregadores que a aquellos más positivos y cons-tructivos.

Las dificultades que padecemos son evidentes, no hay más que ob-servar cómo la lenta recuperación económica se refleja en las duras condiciones de la creación de em-pleo, sobre todo para nuestros jó-venes, o en la permanente incerti-dumbre que domina el panorama sociopolítico de Occidente. Sin embargo, todas estas dificultades no explican por sí solas la deriva que parece prevalecer en todos los ámbitos de la vida social y cul-tural.

Por ello, ante las terribles violen-cias que se viven a diario en tan-tos rincones del planeta, muchos de nosotros deseamos una reac-ción de la humanidad para poner la palabra "fin" a todas estas reali-dades dolorosas. No hay más que

echar un vistazo somero a nues-tro alrededor para comprobar las persecuciones religiosas y políti-cas que se producen cada día, in-cluso en Europa, así como otras dramáticas realidades que llevan a millones de personas a sufrir in-justicia, hambre, exclusión o a vi-vir la tragedia de la emigración.

Sí, somos muchos los que perci-bimos, con particular intensidad, la urgencia de un cambio, de una novedad radical. Pero por desgra-cia, en la lectura de esta situación, a menudo somos víctimas de una cierta miopía. Vemos solo una cri-sis económica y/o política y no la reconocemos según su verdade-ra naturaleza. Nos encontramos, como bien ha señalado el arzobis-po emérito de Milán y gran pensa-dor, Angelo Scola, ante un parto de civilización en el comienzo del nuevo milenio.

En efecto, a mi parecer, dolores de parto y transición son términos muy adecuados para describir la crisis de nuestro tiempo. Este tiempo, en el que estamos llama-dos, más que nunca, a actuar co-mo actores de un drama (agonis-tas) se parece al momento del par-to, una condición de sufrimiento

agudo, pero con la mirada ya puesta en la vida que está nacien-do. Así lo expresa el apóstol San Juan en su evangelio: «La mujer, cuando va a dar a luz, siente tris-teza, porque ha llegado su hora; pero, en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la ale-gría de que al mundo le ha nacido un hombre» (Jn 16,21). Sin em-bargo, los dolores de parto exigen de la mujer el compromiso de toda su energía humana. Del mismo modo, nosotros, ciudadanos in-mersos en la crisis, estamos lla-mados a comprometer toda nues-tra energía personal y comunita-ria.

Hablar de dolores de parto, y no li-mitarse a hablar de crisis econó-mica y política, quiere decir ir más allá de la búsqueda de las medi-das técnicas necesarias que re-quieren las graves dificultades que estamos atravesando. Se tra-ta de reconocer que no todo se re-duce a problemas técnicos, vincu-lados al mal funcionamiento del sistema, sino que el malestar tie-ne un origen más profundo, que implica todo un modo de concebir lo humano. ¿Cómo no ver que sin una acción decidida y responsa-ble a nivel ético-antropológico, ni

Miguel Torres Galera

Transición y dolores de parto

siquiera el mercado mejor estruc-turado y garantizado resolverá nuestros problemas?

En este momento de grave prue-ba, el peso de la persona y de sus relaciones vuelve testarudamen-te a alzar su voz. Es imposible huir de los dolores de parto. Si no los asumimos corremos el riesgo de quedar sometidos a ellos. Na-die puede ni debe considerarse excluido de la necesidad de impli-carse personalmente. Ante los ojos de todos están dos preocu-pantes síntomas de este minus-valorar la dimensión humana del actual momento de parto: por un lado la crisis de la representación política, y, por otro, la ausencia de un lenguaje de lo humano com-partido.

Precisamente en momentos de parto como el presente es cuando recobra toda su plenitud el pro-blema del sentido de la vida, cues-tión que Cristo ha sintetizado ad-mirablemente en la pregunta: «¿De qué le sirve a un hombre ga-nar el mundo entero y perder su al-ma?» (Mc 8,36). ¿Y cómo resol-ver este dilema? En el tiempo pre-sente la cuestión del sentido de la vida se plantea en su forma más noble, la forma del don: ¿a quién estoy donando mi vida? Cuenta Angelo Scola, prestigioso profe-sor de Filosofía, que a menudo in-terpelaba a los jóvenes diciéndo-les: «Atención, existe un test para saber que la vida es don: si tú no la donas, el tiempo te la roba». Y henos aquí de nuevo, ante el sen-tido de la vida, que se hace breve, y ante una existencia que pide al-go más que la pura superviven-cia. Se trata de convertir nuestra existencia terrena en una verda-dera vida, en una vida acogida y donada. Comprometámonos en ello en este tiempo de transición y dolores de parto.

Inma Sánchez-Castañer y Joaquín Reis

Nuevos responsables del Área de Mayores

Querida Comunidad:

Con todo el amor y cariño quere-mos haceros partícipes de nues-tra alegría al ser requeridos como responsables del Área de Mayo-res de Cursillos de Madrid. Hici-mos nuestro Cursillo en mayo de 2009, año en los que nos encon-tramos con el Señor y, desde en-tonces, fuimos acogidos en la Ultreya de López de Hoyos. Aho-ra el Señor nos regala el poder asistir, atender, querer y mimar, aún más si cabe, a nuestros mayo-res. Nos viene a la memoria la fra-se "Acordaos de vuestros dirigen-tes que os anunciaron la Palabra de Dios; fijaos en el desenlace de su vida e imitad su fe" (Hb 13,7). Nuestros mayores son ese ejem-plo de fe y perseverancia que de-be ser el motor que mueva nues-tras vidas en ese camino a la san-tidad que el Señor nos pide. Esos mayores que necesitan ayuda y

otros que pueden darla son los que, con su imprescindible apor-tación, contribuyen para que el Área de Mayores trabaje desde el acompañamiento en las Ultreyas y promoviendo el rollo del mayor y el envío del PROA a los que no pueden acudir a éstas. Igualmen-te, desde este Área se promueve el apadrinamiento de Cursillos, misiones, convivencias y peregri-naciones. También el "Café Con", donde mayores y jóvenes se enri-quecen con los testimonios y experiencias de unos y de otros compartiendo la misma fe.

Con toda la alegría e ilusión de que el Señor cuente con nosotros nos ponemos a disposición de es-te nuestro Movimiento, y así po-der servir eficazmente a nuestros mayores, contando al mismo tiem-po con vuestra oración, ayuda y colaboración, tan necesaria para que podamos llevar a cabo nues-tra misión.

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ANIVERSARIO DE LA ULTREYA VIRGEN DEL CAMINO

CALENDARIO 2018/2019