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Juan Bautista Alberdi: La Constitución de 1853, el Derecho y los Jueces

Juan Bautista Alberdi:La Constitución de 1853, el Derecho y los Jueces(1)

Por Pedro R. David

(1) Conferencia pronunciada el día 18 de Octubre del año 2016, en ocasión de recibir solemnemente el autor el Doctorado Honoris Causa en Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Tucumán, en el Auditorio Eugenio F. Virla.

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Juan Bautista Alberdi: La Constitución de 1853, el Derecho y los Jueces

ÍNDICEAgradecimientosVisión de Alberdi. Recordando al General Manuel BelgranoSobre la Justicia y los Valores en AlberdiLa Paz y el OrdenSobre el Derecho, la Justicia y la IgualdadLa República Argentina y su vida históricaDe la Educación de los JuecesDel Exilio de los argentinosEl Exilio de Grandes Maestros a la Universidad Nacional de Tucumán 1945-1955Tucumán, Atenas MediterráneaEl Primer Congreso Argentino de Psicología de 1954Recordando mis visitas a la Biblioteca Alberdi, a la de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, a la Biblioteca Domingo F. Sarmiento y a la del ilustre Médico Antonio Torres (1946-1950).Sobre la Justicia, el Derecho y la AmistadDerecho y Ética en AlberdiAlberdi y la Doctrina Económica de la ConstituciónLa innovación interdisciplinaria de Alberdi en su obra: Sistema Económico y Rentístico de la Confederación Argentina según su Constitución de 1853Alberdi: sus ideas penales (62) La Jurisdicción Penal Internacional en la obra de Alberdi: el crimen de la guerraSobre la inequidad planetariaEl retorno de Alberdi: hacia el exilio definitivoDos citas de Alberdi para recordarConclusionesBibliografía

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AGRADECIMIENTOS

Deseo expresar, en primer término, mi más sentido agradecimiento a la Señora Rectora de la Universidad Nacional de Tucumán, Dra. Alicia Bardón, por su inmensa generosidad al otorgarme esta altísima distinción, debida más a su benevolencia que a mis modestos merecimientos.

También deseo expresar mi gratitud a la Señora Decana de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Tucumán, Profesora Doctora Adela Seguí, que tuvo a bien distinguirme otorgándome, con anterioridad, el título de Graduado Destacado de nuestra Facultad.

Igualmente quiero hacer mi reconocimiento a los señores integrantes del Consejo Académico Superior de la Universidad Nacional de Tucumán por haber apoyado con indudable largueza mi nominación y aprobación a esta significativa distinción.

Deseo agradecer asimismo la recomendación del Sr. Presidente de la Sociedad Internacional de Defensa Social, rector Emérito de la Universidad de Castilla La Mancha y uno de los más eminentes juristas de nuestro tiempo: el Prof. Dr. Luis Arroyo Zapatero.

También debo agradecer que este acto se realiza en el auditorio Eugenio Flavio Virla, uno de los distinguidos Rectores de esta Universidad.

Deseo igualmente, y en modo muy especial, agradecer a mis dilectos amigos, los Dres. Gabriel Casas, Juez del Tribunal Oral Federal de Tucumán, y al Dr. Fernando Poviña, Juez Federal de nuestra provincia, por haber iniciado y continuado incansablemente sus gestiones para impulsar este reconocimiento.

Debo hacer constar que mi amistad con los Dres. Casas y Poviña, vienen ya desde lejos. Manuel Gonzalo Casas que es una autoridad de la filosofía argentina que honró los claustros de nuestra universidad, fue el padre de nuestro querido amigo Gabriel Casas; y lo mismo sucedió con los Dres. Horacio y Jorge Poviña, abuelo y tío abuelo del Dr. Fernando Poviña. Especialmente debo mencionar aquí al Dr. Alfredo Poviña, tío abuelo de Fernando, ilustre sociólogo y jurista quien fuera mi padrino de Tesis Doctoral en nuestra Facultad de Derecho y Ciencias Sociales y con

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quien trabajara yo incansablemente como Secretario General cuando el maestro presidía la Sociedad Argentina de Sociología y el Instituto Internacional de Sociología, entidad mundial que había liderado antes el respetado economista Corrado Gini.

Debo asimismo reconocer y agradecer las distinciones que anteriormente recibí: entre otras, Medalla y Diploma de la Honorable Legislatura de la Provincia de Tucumán como Mayor Notable, en Noviembre de 2006; la de nuestra ciudad capital, como Ciudadano Ilustre, la distinción del Premio de la Peña Cultural El Cardón, presidida por el Ingeniero Hugo Berreta; la investidura de Profesor Visitante Ilustre de la Escuela de Medicina de la UNT, la designación de Miembro de Honor de la Comisión Asesora de la Fundación Miguel Lillo y la distinción de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Tucumán como Graduado Destacado.

Finalmente quiero expresar mi gratitud a los Sres. Intendentes de las Ciudades de Alberdi, Aguilares y La Cocha, que en el año 2011 me distinguieron como Ciudadano Ilustre, de sus Municipios, en virtud de su solidaria actitud con mis escasos méritos.

Debo asimismo agradecer a todos mis amigos que continuando la tradición de amistad que me unían a mis maestros de la Facultad de Derecho de la UNT han seguido brindándome apoyo firme, como el Dr. Raúl Martínez Araoz, que representa la figura de un gran internacionalista, su padre, el Dr. Raúl S. Martínez Moreno quien nos inspiró la pasión de pensar como Alberdi nuestro país en el mundo, y que él mismo puso en práctica, ya que asesoró a la delegación argentina que en 1948, en las IX Conferencia Internacional de Bogotá, originó la creación de la O.E.A. (Organización de Estados Americanos). Con él, había otros queridos profesores que, por razones de tiempo no puedo mencionar aquí, pero que son presencias que viven en mi permanente agradecimiento, y con los que me ligara una larga y afectuosa amistad.

Igualmente aprovecho aquí para saludar a todos mis compañeros de estudios de la Facultad de Derecho, a los Dres. Raúl Mender, Roberto Imbert, Carlos Alberto Bravo y muchos otros.

Soy deudor del permanente cuidado y amor de mis padres, Tomasa del Carmen Loberza Lucena y Emilio David, de sus familias, y de mis hermanos y hermanas, tíos y primos. Lo poco que hice en mi vida fue por ellos guiado y apuntalado sin cesar, mientras vivieron, y aún hoy, porque están en mi afecto y recuerdos

Por último, quiero agradecer la infatigable y permanente cooperación y entusiasmo de mi esposa María Elisa y de mis hijos Agustín, Sofía, Teresa y Mani y la de mis nietos, en donarme sus vidas, su amor, su fe y apoyo, en este largo camino que pude hacer sobre la incansable apoyatura de sus afectos sin fisuras.

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INTRODUCCIÓN

VISIÓN DE ALBERDI RECORDANDO AL GENERAL MANUEL BELGRANO

“Me parece que veo aún al Gral. Belgrano, cortejado de su playa mayor, recorrer las filas: me parece que oigo las músicas y el bullicio de las tropas y la estrepitosa concurrencia que alegraba estos campos.

Para nosotros, el virtuoso general Belgrano se arrojó en brazos de la mendicidad desprendiéndose de toda su fortuna que consagró a la educación de la juventud, porque sabía que por allí debía dar principio la verdadera revolución” (2).

Y continúa Alberdi: En los anales de Tucumán, es menester ir a ver que la salvación de la libertad argentina es debida a la victoria obtenida en 1812 sobre el campo de la Ciudadela. Debe también Tucumán, contar entre sus timbres, una circunstancia muy lisonjera: era el pueblo querido del Gral. Belgrano y la simpatía de los héroes no es un síntoma despreciable. Cuando visitaba por última vez los campos vecinos al Aconquija, puso en aquella mañana una mirada de amor, y bajando el rostro bañado en lágrimas, dijo: adiós por última vez, montañas y campos queridos.(3)

Esa visión de Belgrano, mostró a nuestro glorioso comprovinciano, el camino de la entrega sin retaceos de la vida y fortuna propias, al engrandecimiento y consolidación del bien común, más allá de toda ventaja o beneficio personal.

Por ello pudo afirmar Alberdi: La política no puede tener miras diferentes de las miras de la constitución. Ella no es sino el arte de conducir las cosas de modo que se cumplan los fines de la constitución. De suerte que los principios señalados en este libro como Bases, en vista de las cuales debe ser concebida la Constitución, son los mismos principios en cuyo sentido deba ser encaminada la política que conviene a la República Argentina (4). Y añade: cuando la Constitución es oscura e indecisa, se debe pedir un comentario a la libertad y al progreso, las dos deidades en que ha de tener inspiración (5).

Y refiriéndose a la elección de los funcionarios expresa: “En la elección de los funcionarios nos convendría una política que eluda al pedantismo de los títulos como la rusticidad de la ignorancia”.

“Se debe preferir en general para la elección de los funcionarios, el juicio al talento, el juicio práctico, es decir el talento de proceder, al talento de escribir y de hablar en los negocios de gobierno”.

2- Alberdi, Juan B. “Viajes y Descripciones”, Edit. El Ateneo, Bs. As. 1928, pág. 52 - 248 págs.3- Alberdi, Ob. Cit. Págs. 48-494- Alberdi, Juan B., “Las Bases” –Librería La Facultad- Director Ricardo Rojas, págs. 186-187, 1915, págs. 3275- Ob. Cit. Pág. 253

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Y así reitera Alberdi: “He aquí el que de las constituciones de hoy día. Ellas deben propender a organizar y constituir los grandes medios prácticos de sacar a la América emancipada del estado oscuro y subalterno en que se encuentra (6).

Por ello, Bernardo Canal Feijoo ha destacado que en Alberdi “no basta hablar de conciencia constitucional, sino de conciencia constituyente y que fue el único argentino que la poseyó en toda su plenitud en su siglo”.

Como lo sostiene Alberdi en el Prefacio, Canal Feijoo realza que “el designio esencial de su concepción constitucional es ‘alcanzar el tiempo en su carrera y servirse de su colaboración. El propósito era articular la Revolución de Mayo en el mundo actual (7).

Esa voluntad de traspaso de la revolución del pueblo a la revolución industrial traslada el centro de gravedad de la concepción constitucional a la economía política.

Es claro que Alberdi, en el Fragmento siguió a los filósofos franceses Leroux y Lerminier. Leroux fue la antorcha filosófica y Lerminier le acopló la idea de la acción para constituir y organizar la sociedad mediante la legislación (8).

Alberdi no se permitía, a pesar de sus fuentes filosóficas, ignorar la realidad de las enconadas batallas de las facciones políticas de su país y señala que: “Hace muchos años que persigo a las dos facciones en que se ha dividido la generación pasada de mi país, no nos han dado sino inmensos males: la colorada por sus crímenes, la celeste por inepcia” (Escritos Póstumos).

Volviendo a la sabiduría práctica que tanto estima Alberdi en la vida política, enlaza directamente, nos parece, con el concepto de sabiduría práctica de Aristóteles en su Ética a Nicómaco, que la cuenta entre las virtudes intelectuales.

La sabiduría práctica (phronesis) a diferencia de la sabiduría teórica o sophia es la capacidad para actuar en un marco político de la vida en común.

Se define en términos de virtud política (9).

En esta perspectiva ético-política, la sabiduría práctica arraiga en un ethos, es decir un conjunto de disposiciones sobre el que se basa la opción por tal o cual acción política.

Así Alberdi pudo borrar de un trazo la división epistemológica entre ciencias especulativas y ciencias prácticas – Todo es para la praxis (10).

Lo que propugna Alberdi como razón práctica, lo recuerda el ilustre filósofo de la UNT Manuel Gonzalo Casas, desde Platón que buscaba en la armonía de las virtudes la funcionalidad de la vida humana.

Así como es un virtuoso un instrumento, así como decimos es un virtuoso cuando hablamos de alguien que domina su quehacer, así es virtuosa un alma cuyas virtudes se armonizan de tal modo que la sensualidad está regida por la templanza, las pasiones por la fortaleza, la razón por la sabiduría, por la prudencia (11). Y cuando estas tres virtudes actúan así, la armonía funcional del todo, la unidad del conjunto, será la justicia (12).6- Alberdi, ob. Cit. Pág. 47- Canal Feijoo Bernardo. Estudios sobre Alberdi. Alberdi y el País, pág. 408--Ghirardi, Olsen, La Filosofía de Alberdi, Córdoba- Argentina, 1993, pág. 33- 56, 161 págs. No nos referiremos a la influencia de Hegel que ha motivado controversias. Al respecto ver Lucía Prossek de Zucchi. 9- Gaelle Frasse –Coord. Paul Ricoeur – Del hombre Falible al Hombre Capaz, pág. 23. Ediciones Nueva Visión, Buenos Aires 157 págs.10- Ghirardi, Olsen, Ob. Cit., pág. 1911- Gonzalo Casas, Manuel – Introducción a la Filosofía, Onceava Edición, Tucumán, Facultad, pág. 22-2312- Ob. Cit.

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En Sud América, reitera Alberdi, el talento se encuentra a cada paso. Lo menos común que por allí se encuentra es lo que impropiamente se llama sentido común, buen sentido o juicio recto. Gonzalo Casas elucida magistralmente en su obra, la relación entre filosofía y sentido común (13).

SOBRE LA JUSTICIA Y LOS VALORES EN ALBERDI

LA PAZ Y EL ORDEN

Para Alberdi, la paz y el orden constituyen uno de los grandes fines de la Constitución Argentina; porque la paz es de tal modo necesaria al desarrollo de las instituciones, que sin ella serían vanos y estériles los esfuerzos hechos en favor de la prosperidad del país. Pero no debemos olvidar que la paz no viene sólo por el camino de la ley. La Constitución es el medio más poderoso de la pacificación y el orden.

Y añade que “la dictadura es una provocación perpetua a la pelea: es un sarcasmo, un insulto sin argumento a los que obedecen sin reservas. La dictadura, dice, es la anarquía constituida y convertida en institución permanente (14). Kelsen, uno de las más preclaros juristas del siglo XX, pudo como Alberdi afirmar: “y si la Paz es un valor, un fundamental valor social, helo aquí al valor del Derecho, que es Paz”(15) .

Además, señala Alberdi: “Que toda Constitución de Libertad, tiene en sí misma, el poder de sustraerse a su tiempo del influjo personal que la hizo nacer, y la constitución argentina es excelente porque tiende justamente a colocar la suerte del país fuera de la voluntad discrecional de un hombre: servicio hermoso que la patria debe al General Urquiza (16).

No se ha de esperar a que las constituciones expresen las necesidades de todos los tiempos. Como los andamios de que se sirve el arquitecto para construir los edificios, ellas deben servirnos en la obra interminable de nuestro edificio político, para colocarlas hoy de un modo y mañana de otro, según las necesidades de la construcción (17).

SOBRE EL DERECHO, LA JUSTICIA Y LA IGUALDAD

En el Prefacio al Fragmento Preliminar al Estudio del Derecho, anota Alberdi que “se trata de considerar al derecho de una manera nueva y fecunda, como un elemento vivo y continuamente progresivo de la vida social y de estudiarle en el ejercicio mismo de esta vida social. No es el derecho de la norma cristalizada en el texto legal, sino como diría Eugene Ehrlich, Sociólogo alemán del siglo pasado lo mismo que Vico, el derecho viviente, siempre en movimiento y cambio (18).

13 Ob. cit. pág. 51. Lección VIII14 Las Bases, Cap. XVIII, Cap. XIX. También Fayt Carlos, ob. Cit. Pág. 21. Por razones de brevedad, dejo de tratar aquí el grave problema de nuestra vida constitucional desde el golpe de Estado del año 1930 y los subsiguientes. Ver: Bidart Campos, Germán J.: Tratado Elemental de Derecho Constitucional Argentino. Tomo II. Ediar. Bs. As. 1988. Págs. 505-537.15 Kelsen, Hans, Teoría Pura del Derecho. Edit. G. Kraft. Bs. As. 1952, pág. 6016 Bases, ob. cit. Pág. 26117 Bases, ob. cit. Pág. 261Fragmento. Prefacio. Juan B. Alberdi. Antología Conmemorativa 1810-2010, Edición de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación. 18 Ehrlich, Eugene, Sociology of LawDavid, Pedro R. Sociología Jurídica. Editorial Depalma 1980

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Las reflexiones de Alberdi sobre la justicia, refirman que “La Ley es un Dios mudo. Habla siempre por la boca del magistrado, éste la ha de hacer ser siempre sabia o inicua. Cread la Jurisprudencia que es el suplemento de la legislación siempre incompleta, y dejad en reposo las leyes que de otro modo jamás echarán raíz (19).

Elabora aún más sobre la justicia diciendo “Donde la Justicia es cara nadie la busca y todo se entrega al dominio de la inequidad. Entre la injusticia barata y la justicia cara, no hay término que elegir (20). La propiedad, la vida, el honor, los bienes nominales cuando la justicia es mala (21).

Respecto de la igualdad humana, expresa: También sabemos comprender la igualdad humana. No intentamos agotar al lugar común de la igualdad absoluta de los hombres. Sancionada la igualdad de las capacidades queremos que se sancione la igualdad de todos los hombres en el derecho de optar la capacidad, que todo hombre tenga igual derecho a ser todo lo que pueda ser. La capacidad verdadera está en el talento, la fortuna, en la industria, en la virtud, en el honor (22).

LA REPÚBLICA ARGENTINA Y SU VIDA HISTÓRICA

La República Argentina, afirma Alberdi no es un pueblo que esté por crearse, no se compone de gentes desembarcadas ayer en aquel suelo y venidos de otro mundo para constituirse recién.

Es un pueblo con más de dos siglos de existencia, que tiene instituciones antiguas y modernas, desquiciadas e interrumpidas, pero reales y existentes en cierto modo (23).

Y analizando los antecedentes unitarios y federales de nuestra historia, concluye que: El poder respectivo de esos hechos anteriores conduce la opinión pública de aquella república al abandono de todo sistema exclusivo y al alejamiento de las dos tendencias o principios.

En suma, Alberdi afirma una conciencia colectiva histórica.

Diría con Renan: Tener glorias comunes en el pasado; una voluntad común en el presente, haber hecho grandes cosas juntos, querer seguir haciéndolas, he ahí las condiciones esenciales para ser un pueblo (24).

En ese mismo sentido, Bidart Campos, ese gran maestro y amigo que dedicó su vida a los estudios de nuestra Constitución y organización política y administrativa afirmó que “la Constitución formal de 1853-60 no fue hija del racionalismo puro ni de una planificación normativa abstracta, sino un curso peculiar de gestación y composición que aportó al proceso, a las fuentes y al contenido de aquella constitución los elementos configurativos y los ingredientes de lugar y tiempo propios de nuestra comunidad: marco geográfico, mesológico y sociológico, cultura, tradición, historia, ideologías, etc.

Por eso afirma Bidart Campos que la Constitución reconoce y ostenta características

19 Bases, pág. 25520 Bases, pág. 21 Bases, Cap. XXXIV22 Pérez Guilhou, Dardo. El pensamiento Conservador de Alberdi y la Constitución de 1853. Edit. Depalma, pág. 87. Alberdi: Escritos Póstumos. Tomo XV, págs. 183-18423 Las Bases, ob. cit. pág. 14224 Renan, Ernest. Qué es una Nación. 1947, pág. 903-9604. Madrid. Centro de Estudios Constitucionales. 1947. Gaelle Fiasse. Ob. cit. pág. 30

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fundamentales del tipo tradicional historicista (25). Alberdi admiraba a Giambattista Vico y dice de él: “Sea cual fuere el valor de sus doctrinas, él tiene el gran mérito de haber aplicado la filosofía a la historia, pero no sigue a Vico en su alternancia histórica, el “Corsi y el ricorsi”.

DE LA EDUCACIÓN DE LOS JUECES

“Un Poder Judicial permanente y general será indispensable para la República Argentina. No tenemos escuelas especializadas para formar jueces, magistrados, es decir hombres prácticos, hombres de aplicación que pongan en acción las leyes escritas, que las tenemos de sobra”

La Ley, la Constitución, el gobierno, son palabras vacías si no se reducen a hechos por la mano del juez, que en último resultado es quien las hace verdad o mentira (26).

Más tarde, el filósofo Alberto Rouges tomará las afirmaciones de Alberdi diciendo que: “el juez crea el derecho para el caso dado que no se absorbe en el caso dado y que la sentencia es una adaptación creadora del caso a la estructura legal preexistente”(27).

Alberto Rouges acuña el concepto de “totalidad sucesiva”. Es significativo, dice que Plotino haya recurrido al ejemplo de un coro y Bergson al de una melodía para sugerir la idea de una unidad en la vida espiritual. El mundo espiritual es un mundo de totalidades sucesivas, de totalidades en las que el pasado no es irrevocable.

Y cita Rouges a San Agustín cuando afirma que “Vio en la coexistencia de lo sucesivo un carácter esencial de la vida espiritual: es en…. Mi espíritu, que se mide el tiempo (28).

Carlos Cossio, otro gran jurista tucumano en una obra central (29), escribió:

Pero ha decirse todavía más: “no sólo que el Juez está dentro del ordenamiento jurídico, sino que está en la estructura del mismo como parte de esa estructura”.

DEL EXILIO DE LOS ARGENTINOS

Un distinguido publicista y escritor de nuestra tierra, Tomás Eloy Martínez, sostuvo que en Argentina siempre hay un culpable para los males infinitos que aquejan a la nación (30).

Hasta San Martín, dice Martínez, el guerrero que acabó con el yugo español, murió viejo, a los 72 años, sin haber permanecido más de once o doce años en el suelo natal. Las veces que el Libertador intentó volver, le alejaron, con uno u otro pretexto del puerto de Buenos aires.

“No baje Ud. de su nave, le escribían. No gaste Ud. su tiempo en esta tierra de discordias. La discordia es perpetua. Brotó ya en los tiempos de la colonia y no ha cesado”.

Por ello también Alberdi en una pieza autobiográfica, publicada entre sus escritos póstumos,

25 Bidart Campos, Germán. Biblioteca de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires. La tipología de la Constitución Argentina. 28 de octubre de 1971. Discurso de Recepción. Abeledo Perrot.26 Perez Guilhou, ob.. cit. pág. 11027 Alberto Rouges: Carta a Carlos Cossio en el libro de Diego F. Pró Alberto Rouges. Pág. 16328 Rouges Alberto. Las Jerarquías del Ser y la Eternidad. UNT 1942, pág. 29-50-3129 Cossio, Carlos: La Teoría Egológica del Derecho y el Concepto Jurídico de Libertad. 2º Edición. Abeledo Perrot. Bs. As. 1964. Pág. 115.30 Martínez, Tomás Eloy. Memorias del Fin del Mundo. La Argentina de Borges y Perón.

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y que se titula: Mi vida privada que se pasa toda en la República Argentina, aclara “que no he vivido fuera de mi país, para estar presente en él por mis escritos y apunta luego que su existencia podría titularse “la vida de un ausente que no ha salido de su país”(31).

Una pregunta le atormentaba: ¿Cuándo volveré a la patria? ¿Seré yo de esos proscriptos que acaban su día entre extraños?(32).

Las visitas más importantes que hace Alberdi den Europa no son a personajes europeos: las que han quedado en la historia son a dos argentinos desterrados: en 1843 a San Martín en el Grand Bourg; en 1854 a Rosas en Londres (33).

EL EXILIO DE GRANDES MAESTROS A LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE TUCUMÁN

1945-1955

En el año 1949, más de medio siglo ya, estoy próximo a tomar mis exámenes de Filosofía del Derecho, en el cuarto año de la carrera de abogacía. En los años inmediatamente anteriores, desde 1945 en adelante, se había producido un vuelco profundo y renovador en la estructura académica, administrativa e institucional de la Universidad Nacional de Tucumán.

Aquella entidad con su lema “Pedes in terra ad sidera visus”, “Los pies en la tierra y la mirada en el cielo”, había descubierto, de la mano de un distinguidísimo científico que fue también un gran Rector, el Dr. Horacio Descole, horizontes nuevos de renovación. Por lo pronto se adoptaba la estructura departamental y de escuelas que caracterizaban la Universidad anglosajona y la Universidad inglesa en especial, con la que Descole tenía conocimiento. Se crea la Facultad de ciencias Culturales y Artes que dirigía el Prof. Guido Parpagnoli.

De esta forma, la Facultad de Derecho, comenzó a llamarse Escuela de Derecho, no sin gran pesar y rechazo de muchos de los profesores que, graduados de otras facultades del país desconocían los fundamentos de este nuevo modelo que más allá de la Europa Continental, fuente de la Universidad Napoleónica que aún tenemos, inspiraba al a concepción de Descole y sus seguidores.

Nuestra Facultad de Derecho, devino así en una Escuela de Derecho. Otra de las grandes innovaciones, fue el reemplazo de los exámenes orales tradicionales, con su repetición, formalismo y azar. Todo ello, como modo de evaluación imperfecta, fue reemplazado por un sistema de coloquios donde alumnos y profesores, en una estructura tutorial adaptado a la realidad cultural de nuestro país; a lo largo del semestre realizaban un diálogo educativo sobre los contenidos programáticos de las asignaturas. Esas tutorías unían a los maestros y discípulos en una relación de cordial amistad y de apoyo recíproco, fueron muchas las tardes en que nuestro titular de Derecho Constitucional, de gran bonhomía y generosidad, el Dr. Miguel Araoz, nos explicaba el caso Marbury vs. Madison a la hora de té, luego de la clase en una confitería de 25 de Mayo en la esquina de la Facultad.

31 Villagra Delgado Ramos Tomas. Alberdi, la presencia constante. En Juan B. Alberdi. Homenaje del Colegio de Abogados de Tucumán a dos siglos de su nacimiento. Tucumán. Octubre de 2010, pág. 19032 Terán Oscar. La palabra ausentes. Fondo de Cultura Económica. 2004, pág. 36 - pág. 7233 Fernández Moreno, César: Alberdi en París. P. 179 Estudios sobre Alberdi. Municipalidad de Buenos Aires. Edit. Kraft. 20/1/1964.

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TUCUMÁN, ATENAS MEDITERRÁNEA

Tucumán era a la sazón, una Atenas pequeña pero importantísima en este rincón de América. Habían llegado huyendo del Nazismo y del Facismo figuras internacionales de gran relieve, no solamente en las Ciencias, también en las artes, la literatura, las disciplinas filosóficas, las ciencias de la cultura, de la naturaleza y las técnicas, doscientas designaciones de altísimo nivel.

Entre sus nombres debo mencionar al gran historiador Claudio Sánchez Albornoz; a María Rosa Lida, la gran filóloga, que más tarde fue a Harvard, E.E.U.U.; a Renato Treves, antecesor de la cátedra de Filosofía del Derecho que luego, a su regreso de Europa, fue a manos de nuestro distinguido colega, el Profesor Dr. Miguel Herrera Figueroa.

También recuerdo al maestro Werner Goldschmidt que arribaba a enseñar Derecho Internacional Privado desde Madrid y con quien cursé mi última asignatura de la carrera, en Diciembre de 1950. Todos ellos junto a una pléyade de académicos y artistas nacionales y extranjeros, algunos de los nuestros como Lorenzo Domínguez, el escultor; Lino Spilinbergo, el gran dibujante y pintor; Lajos Szalay y grandes músicos y filósofos como Manuel García Morente, Rodolfo Mondolfo, Diego Pró, Risieri Frondizi, Manuel Gonzalo Casas y literatos como Aníbal Sánchez Reulet y Alfredo Roggiano (34).

En la Facultad de Derecho, no puedo dejar de mencionar a los doctores Miguel Herrera Figueroa, a Climaco de la Peña a Miguel Figueroa Román; a Jorge y Horacio Poviña, a Raúl S. Martínez Moreno, a Francisco Andrés Mulet a Jorge Antoni, a Rafael García Zavalía, a Ismael Sosa, Antonio Juez Pérez, a Mario Posse y otros maestros que no puedo citar por razones de brevedad.. Recuerdo también a mis compañeros de facultad, entre ellos a Carlos Alberto Bravo, a Julio César Castiglione, a Raúl Mender, a Roberto Imbert, a Lucio Eduardo Vallejos, a Irma Madkur, a Elsa Villagra y muchos otros.

En ese escenario comienza a construirse, una de las primeras Ciudades Universitarias de América Latina en Horcó Molle, en las faldas bellísimas del Aconquija. Debo agregar que más tarde, la construcción de esta revolucionaria ciudad, diseñada por uno de los grandes arquitectos argentinos, Horacio Sacriste, fue discontinuada algún tiempo después. Los grandes maestros que vinieron del extranjero, y también argentinos, se fueron también a escenarios académicos más propicios, a países de América o a sus patrias originarias.

En 1954, se describía así en la Revista “Norte de Tucumán”, la Ciudad Universitaria de la cual hablamos… “La Ciudad Universitaria Eva Perón se concibe como un sistema educacional residencial y contará con las instalaciones y servicios de una ciudad completa, con una población tope de 30.000 habitantes. La superficie de terreno expropiada es de 16.000 hectáreas. Contará con zonas perfectamente definidas, con dos núcleos principales: en la cumbre, el casco principal compuesto de: viviendas individuales para profesores y empleados,

34 Florencia G. Aceñolaza. La Universidad Nacional de Tucumán en la Década 1945-1955. Actas 1º congreso Historia de la UNT. P. 447-463

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bloques de enseñanza, rectorado y biblioteca, centro comunal, campo deportivo, estadio y teatro griego; al pie del cerro, el casco secundario, donde irán las facultades de Agronomía y Medicina, institutos y escuelas de enseñanza técnica y secundaria, campo de deporte, viviendas para profesores, alumnos y empleados, centro comunal.

En las laderas del cerro y siguiendo el trazado del nuevo camino, se ubicará el jardín botánico, arboretum, y parque zoológico. Los dos cascos o núcleos principales estarán unidos por el ferrocarril funicular, primera construcción de este tipo que se ejecuta en la República Argentina, siguiendo un recorrido pleno de paisajes de bosques y montañas. La provisión de agua se efectúa a la Ciudad Universitaria por medio de un acueducto a gravedad con toma sobre el río Anfama, afluente superior del río Lules, y tiene 28 kilómetros de longitud. La Energía de la Nación y el funicular será accionado con Usina Térmica propia ya construida”.

Tuve la gran fortuna de encontrar en Europa, durante mis años en Naciones Unidas en Viena, Austria, a varios de esos grandes maestros. Recuerdo especialmente al maestro Renato Treves, que luego de su regreso a la Universidad de Milán, Italia, y siguiendo con sus clases de Sociología del Derecho, mantenía un gran interés por la vida Argentina y por la Universidad Nacional de Tucumán. Y también encontré en la Universidad de Indiana, Bloomington, Indiana, USA al maestro Alfredo Roggiano, que seguía en 1957, enseñando Literatura Argentina e Iberoamericana.

Lo mismo ocurrió con el gran penalista Prof. Dr. Don Manuel López Rey y Arrojo, que publicara aquí en Tucumán alguna de sus conferencias (35) y a quien tuve el honor de sustituir en sus funciones en Naciones Unidas en Viena: como Consejero Interregional de Prevención del Delito y Justicia Penal, 33 años después de sus conferencias iniciales en la Facultad de Derecho de la UNT. Pude afortunadamente publicar en su honor un Volumen de homenaje, publicado por la Editorial Franco Angeli de Milán, Italia y con el sello de Naciones Unidas.

EL PRIMER CONGRESO ARGENTINO DE PSICOLOGÍA DE 1954

De enorme trascendencia científica, el Primer Congreso Argentino de Psicología que convocó a distinguidos científicos europeos, de nuestro continente y del país, se realizó bajo el Rectorado del Dr. Carlos Aguilar y el Vice Rectorado de Diego F. Pró, un educador y filósofo de gran actuación y prestigio académico.

Yo fui designado miembro del Comité de Recepción en Salta, ya que el Congreso debía sesionar en Tucumán y en la hermana provincia. Era yo a la sazón, miembro de la Corte Suprema de Justicia de Salta.

No existía entonces, ninguna Escuela de Psicología en el país, y de hecho fue este Congreso el que inició el progreso de las ciencias psicológicas en nuestra patria.

El Congreso se desarrolló inicialmente aquí en Tucumán, en la recientemente inaugurada Ciudad Universitaria de Horcó Molle, diseñada por el arquitecto Horacio Sacriste (36).

35 López Rey y Arrojo, Manuel. Cuestiones Penológicas. Prólogo de Miguel Herrera Figueroa. Editorial Richardet. Julio de 195536 Ver Actas del Primer Congreso de Historia de la UNT. Junio de 2006. Aceñolaza Florencio G. “La Universidad Nacional de Tucumán en la Década 1945-1955”, págs. 447-463

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Juan Bautista Alberdi: La Constitución de 1853, el Derecho y los Jueces

Sacriste había construido unos Quontsets para alojar a los participantes.

Tuve en suerte compartir uno de ellos con el gran jurista Enrique R. Aftalión, muy cercano a Carlos Cossio y la Escuela Egológica del Derecho y también con el Padre S. J. Ismael Quiles, uno de los intelectuales más sólidos del país y Rector de la Universidad del Salvador.

Fue el maestro Aftalión, de la Universidad de Buenos Aires, quien me refirió al gran penalista de Estados Unidos, también Sociólogo y Filósofo del Derecho, el Profesor Jerome Hall, con quien estudié luego con una beca Fulbright en 1957, en la Universidad de Indiana, Bloomington, Indiana, USA, donde recibí luego el mi Doctorado (PhD) en Sociología y Derecho.

Ese Congreso, ratificó la posición de excelencia de la UNT en las Américas y Europa como centro de innovación académica y de jerarquización científica también en el mundo de ese tiempo.

RECORDANDO MIS VISITAS A LA BIBLIOTECA ALBERDI, A LA DE LA FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS SOCIALES, A LA BIBLIOTECA DOMINGO F. SARMIENTO Y A LA DEL ILUSTRE MÉDICO ANTONIO TORRES (1946-1950).

En los años 1946 a 1950 vivía en casa de una de mis tías, María Luisa Loberza, en calle Congreso 553, frente a la casa de mi abuela Tránsito Lucena de Loberza en calle Congreso 555.

Solía yo caminar diariamente hasta la Facultad de Derecho ya en calle 25 de Mayo en su dirección actual. Y siempre encontraba necesario consultar las bibliografías recomendadas en mis cursos en los anaqueles de la biblioteca que lleva el nombre de nuestro prócer.

Así pude conocer a los grandes autores del pensamiento político europeo, entre ellos los del socialismo democrático, como Jean Jaures. Recuerdo un enorme volumen, encuadernado en rojo y oro, donde Jaures exponía su pensamiento y reflexiones sobre el siglo que ya despuntaba, el siglo XX. Luego supe que Jean Jaures era un gran admirador de Alberdi. Cita De Diego: “en efecto, Jaures, ‘por su parte, sin parangones, dice que Alberdi no es uno de los grandes enemigos de la guerra, es uno de los más valientes glorificadores de la paz. Tuvo el coraje, agrega de decir a los pueblos que los conflictos sangrientos ya no tenían excusa posible y que la verdadera gloria era asegurar la justicia entre los pueblos, afianzando la paz” (37).

El estudio de la obra de Alberdi le produjo a Jaures gran impresión. Tanto es así que lo coloca al lado de Tocqueville, Laboulage y Montesquieu, por hallar en sus escritos firmeza y plenitud de pensamiento (38).

También en esos años, Mario Bravo, otro ilustre tucumano había donado su biblioteca a la Facultad de Derecho, y ello nos enriqueció a profesores y alumnos haciendo posible avizorar las grandes coordenadas sociales y políticas, y desde luego económicas, de nuestra existencia como nación.

Por último, y no menos importante, visitábamos al ilustre médico Dr. Antonio Torres, médico de

37 De Diego J.A. “Alberdi visto por los extranjeros”, en Estudios sobre Alberdi. Ediciones de la Municipalidad de Buenos Aires, pág. 17538 Ob. cit. pág. 175

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nuestra familia, con el Prof. Miguel Aráoz y allí junto al gran médico, miembro de la Fundación Miguel Lillo, admiraba yo su colección de clásicos griegos y sus historias de Viena, donde se había perfeccionado y donde yo viví luego por más de una década (1980-1993).

También visitaba la Biblioteca que llevaba el nombre de otro gran prócer provinciano, Domingo Faustino Sarmiento. Esas bibliotecas me enseñaron a descubrir los inmensos tesoros de las culturas, que nos esperan en silencio, desde el milagro del lenguaje.

SOBRE LA JUSTICIA, EL DERECHO Y LA AMISTAD

El ilustre jusfilósofo español Luis Legaz y Lacambra recuerda que, en el libro VIII de la Ética a Nicómaco dice Aristóteles, que en toda asociación humana se encuentra la justicia, y en ella la amistad, y que la medida de la asociación es la de la amistad, y por ende, también de la justicia.

Y agrega: como se trata de ingredientes ontológicos, es claro que en toda y cualquier sociedad tienen que estar presente la amistad y la justicia.

Allí donde por hipótesis inverificable, sólo existiesen la radical y absoluta injusticia y la universal e integral enemistad entre los hombres, no podría decirse que se da una verdadera sociedad entre ellos (39).

A toda sociedad, y por tanto, al concepto de sociedad, le corresponde el poseer una estructura jurídica y una estructura de amistad. Es derecho la vida social en cuanto puede ser medida y valorada con criterios de justicia. Es amistad la vida de relación interhumana en cuanto puede ser medida y valorada en términos de amor (40).

Cuando el amor es el cristiano amor al prójimo, se configura una forma específica de interrelación, la caridad.

La justicia, añadía también Aristóteles es ya una cierta amistad (41).

La idea helénica de la amistad busca el bien del amigo por el amigo mismo: y busca en ello la perfección de la naturaleza. La idea cristiana del amor no sólo quiere que se ame al prójimo como a uno mismo, sino como si uno mismo y el prójimo fuere Cristo (42).

“Hay una amistad política que no consiste en la amistad propiamente dicha sino en la concordia, la cual es uno de los aspectos de la amistad y se ejerce en el dominio de los intereses comunes y de la vida en sociedad (43).

La actividad del jurista se vuelve vana logomaquia si pierde de vista el fin esencial que le ha sido asignado: la realización del bien en la forma del derecho (44).

La valoración jurídica no elimina la valoración moral (45). Alberdi fue un apasionado luchador para lograr la concordia entre los argentinos. La proclama que redactó para el Gral. Lavalle al invadir Entre Ríos, el 2 de septiembre de 1839, decía “No traigo recuerdos: he arrojado mis tradiciones, yo no quiero opiniones que no pertenezcan a la nación entera. Federal o unitario

39 Legaz y Lacambra, Luis “El Derecho y el Amor”. Bosch Barcelona. Pag. 5-6, 1976, 221 págs.40 Ob. cit.41 Ob. cit. pág. 542 Ob. cit. pág. 3943 Ob. cit. pág. 2944 Ob. cit. pág. 11345 Ob. cit. pág. 214

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seré lo que imponga el pueblo. No traigo a la República Argentina otros colores que los que ella me encargó defender. Sólo traigo un partido: LA NACION. Sólo traigo una causa: LA LIBERTAD”.

DERECHO Y ÉTICA EN ALBERDI

En un párrafo que anticipa la distinción del maestro Giorgio Del Vecchio, entre normas morales, éticas y jurídicas, dice Alberdi:

“De donde se sigue que el derecho no es la moral personal que regla la conducta del hombre consigo mismo, porque no puede serlo en virtud de la naturaleza íntima, psicológica, invisible de la observancia o infracción de esta norma individual, que no admite otra sanción que la del juicio mismo de la consciencia del individuo (46). Separa Alberdi claramente el Derecho de la Moral.

Un siglo después, Carlos Cossio hablaría del Derecho como conducta en interferencia intersubjetiva y de la moral, como interferencia subjetiva siguiendo a Del Vecchio (47).

Más antes, otro ilustre filósofo tucumano, Alberto Rouges, había señalado que un legislador o un juez no son meros rodajes de su mecanismo; tienen una función creadora (48).

No hay más que un modo de poseer su libertad y ese consiste en poseer la seguridad completa en sí mismo (49).

Y añade Alberdi: Si es un hecho que deje mi país para defender su libertad desde Montevideo, no lo es menos que durante mi ausencia de tantos años no he cesado de hacer de esa libertad y de sus condiciones de existencia el estudio favorito de mi vida, pasada solo materialmente en el extranjero pues moralmente puedo decir que he vivido en mi país, en fuerza de esa extraterritorialidad del corazón patriota, que no es privilegio exclusivo de los diplomáticos.

ALBERDI Y LA DOCTRINA ECONÓMICA DE LA CONSTITUCIÓN

Es necesario examinar aquí la otra gran expresión del enfoque interdisciplinario de Alberdi, en su obra “Sistema económico y rentístico de la República Argentina, según su Constitución de 1853”, donde en una anticipación de Sociología Económica y una dialéctica con las normas jurídicas constitucionales, inaugura un camino que muy pocos economistas, sociólogos y juristas de su tiempo habían transitado con tanta precisión y claridad.

Son tres los grandes enfoques que clasifica desde la doctrina económica de la Constitución, su impacto en el derecho: uno que elucida el impacto de la Constitución sobre el problema de la producción de riqueza, otro sobre el impacto sobre la distribución de la riqueza y finalmente las pautas de administración y uso de los fondos públicos de gobierno (50).

46 Alberdi: ob. cit. pág. 112, Cap. IX 183747 Cossio, Carlos: El Derecho en el Derecho Judicial. Editorial Guillermo Kraft. Ltd. Buenos Aires, pág. 195, pág. 74-77, 1943 – 243 págs.48 Rouges Alberto, Carta a Carlos Cossio. Tucumán. 1º de Enero de 1937, en Diego Pro: Alberto Rouges, UNT 197749 Alberdi, Antología Conmemorativa, págs. 741-74450 Ver Marcotulio, Miguel Eduardo, Sistema Económico y Rentístico: Alberdi fue un precursor en el análisis económico del Derecho, pág. 153

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Esa interdisciplina, es más que dualista, está relacionada en una tensión de implicación y polaridad con la circunstancia histórico-fáctica de un lado, por el otro con los valores económicos jurídicos y finalmente con la normatividad constitucional, legislativa y jurisprudencial.

Y rechaza así la escuela mercantilista de Colbert y la “economía socialista de nuestros días (51) diciendo “estas dos escuelas son opuestas a la doctrina económica en que descansa la Constitución Argentina” (52).

Y afirma que “La Constitución es en materia económica, lo que en todos los ramos del Derecho Público: la expresión de una revolución en libertad, la consagración de la revolución social en América (53).

La libertad para Alberdi no sólo es la política, sino la libertad de todo género y es para todos los habitantes, para nacionales y extranjeros.

Esa fue la libertad que, décadas más tarde, traería a nuestras riberas, a millones de inmigrantes atraídos por esas condiciones de acceso sin restricciones legislativas, de modo tal que, junto a EE.UU. llegaron desde 1880 a 1920, casi un millón de nuevos habitantes por año a nuestro país, entre ellos muchos de nuestros abuelos y nuestros padres.

En 1914, la proporción de extranjeros en el Gran Buenos Aires excedía en el censo de 1895 a la de los habitantes nacionales en una proporción de 50,3 a 49,7 % respectivamente (54).

Los Censos Nacionales han reflejado esa realidad, también los de 1914 y 1947, que han puesto de manifiesto palmariamente lo propugnado por Alberdi.

Era la encarnación en la realidad del país de la máxima de Alberdi “gobernar es poblar”.

La economía, dice Alberdi, como la legislación es Universal, cuando estudia los hechos económicos en su generalidad filosófica y nacional o fáctica, cuando se ocupa de las modificaciones que esos hechos reciben de la edad, suelo y condiciones específicas de un país determinado.

Aquella es la economía pura: esta es la economía aplicada o positiva (55).

Sobre la Política Económica afirma Alberdi que la Constitución Federal Argentina contiene un sistema completo de política económica, en cuanto garantiza, por disposiciones terminantes, la libre acción del trabajo, del capital y la tierra.

Sobre esa vertiente económica, debemos recordar al maestro Miguel Angel Carcano: Alberdi no se limita a encarar el problema de la producción, encara también la cuestión de la distribución de la riqueza. La riqueza es sólo un medio. No basta que la riqueza sea grande, es necesario que esté bien distribuida, bien nivelada y repartida para que se realice el bien y la prosperidad de los argentinos y agrega: no debe haber exiliados en el banquete de la riqueza nacional (56).

51 T.IV, pág. 14752 T.IV, pág. 16353 T.IV, pág. 16354 Germani Gino, “Estructura Social de la Argentina”. Análisis Estadísticos. Ediciones Solar. Buenos Aires, 1987, pág. 8955 Ibarra, José María. Sistema Económico y Rentístico de la Confederación Argentina según su Constitución de 1853. Y sus citas de Alberdi J. B., Obras completas, T. IV, pág. 191. La tribuna Nacional 1896.56 Etchepareborda. Ob. cit. pág. 141

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LA INNOVACIÓN INTERDISCIPLINARIA DE ALBERDI EN SU OBRA: SISTEMA ECONÓMICO Y RENTÍSTICO DE LA CONFEDERACIÓN ARGENTINA SEGÚN SU CONSTITUCIÓN DE 1853

Se ha dicho de Alberdi que puede ser considerado el primer jurista argentino que cultivó el análisis económico del Derecho (57).Díaz, con gran acierto, señala que ya en el Fragmento Preliminar al Estudio del Derecho Alberdi señalaba, más allá del normativismo jurídico que el Derecho no es la norma sino un conjunto de relaciones sociales y está estructuralmente determinado por las relaciones económicas, que ambos son fenómenos distintos pero armónicos, que las relaciones sociales consisten en actos humanos a la vez económicos y jurídicos y que se determinan recíprocamente (58).La ley social del desarrollo moral de los seres, el derecho. Ley social del desarrollo material de los seres humanos, la economía. “En rigor, pues la economía y la moral no son dos ciencias, sino los aspectos de una misma ciencia (59) señala Alberdi en su artículo sobre “Causas económicas del fenómeno político “y donde aborda el análisis económico del Derecho Constitucional. Este implica una rama normativa, interesada en la legitimación del Estado y de las acciones de sus agentes, la rama positiva, que explica la emergencia y modificación de las normas constitucionales y los resultados de esas normas.En la Constitución de 1853, dice Alberdi están dados los principios en cuyo sentido se han de resolver todas las cuestiones económicas del dominio de la legislación y la política argentina.Señala además Alberdi que en la situación caótica de la economía política de su tiempo, conviene tener presente a cuál de las escuelas… pertenece la doctrina de la Constitución Argentina, y no es otra que la fundada por Adam Smith y cuyo expositor más brillante es el famoso Juan Bautista Say.Luego Alberdi le otorga valor jurídico a los principios económicos que codifica la Constitución. El Preámbulo expresa sumariamente las grandes miras que preceden a sus disposiciones y otorgado ese valor, les otorga Alberdi jerarquía supra-legal.Alberdi considera a esos principios lo que constituyen la economía constitucional. Rouges señala la incorporación en las Bases de la cláusula del Progreso (art. 67, inc. 16 de la Carta Constitucional de 1853) (60). No me detendré en un análisis más puntual del gran libro de Alberdi pero hay que señalar como primer acierto genial, la superación del normativismo jurídico, excluyente de la circunstancia histórica concreta, el hecho, y de los valores de paz, orden e igualdad que forman con la Justicia y libertad como soles, un sistema planetario de valores que Alberdi incorpora expresamente a su análisis.Esa concepción de Alberdi, inaugura la innovación epistemológica y metodológica que más tarde las doctrinas trialistas del Derecho de manos de Carlos Cossio y de la Escuela Egológica, y de las teorías del trialismo filosófico jurídico, aportarían desde las obras de Miguel Herrera Figueroa, Werner Golsdmicht, Jerome Hall, Miguel Reale, el que les habla y muchos otros, casi

57 Díaz, Rodolfo, Alberdi, precursor del análisis económico del Derecho. Ob. cit., pág. 4758 Díaz, ob. cit. pág. 4959 Díaz, ob. cit., pág. 5060 Rougés, Jorge Luis. Alberdi, Prosperidad y el Progreso integral

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setenta años después de la muerte del prócer.Esas teorías trialistas hablan del derecho como conducta y señalan que el juez no interpreta las leyes, sino las conductas humanas a través del prisma de la norma, ligada en una relación dialéctica de implicación y polaridad en la circunstancia histórica y los valores socio-jurídicos. El derecho anclado en la conducta socio-jurídica es interdisciplinario y se debe señalar en Alberdi ese viraje epistemológico central, que más tarde serviría tal vez para que Cossio disputara con Hans Kelsen la ontología del fenómeno jurídico más aquí y más allá de las normas codificadas. Dice Cossio “A nuestra manera de ver logicismo y eticismo, así como empirismo y racionalismo, son los ángulos de enfoque de un problema pero no el propio problema que, como objeto cultural, se crea libremente por el pensamiento delos juristas de la época señalada. Este objeto es la ciencia del Derecho positivo con su sentido ontológico de dar cuenta de la realidad jurídica. Y es en función de esta unidad objetal que se ha de considerar el curso del pensamiento jurídico, sin dejar fuera de perspectiva la aportación de los científicos y sin poner en una falsa perspectiva las aportaciones de los filósofos. Para ello consideramos que hay que hacer girar el problema sobre tres ejes: la Dogmática jurídica erróneamente comparada con la Dogmática teológica, que no es fenoménica; la Lógica jurídica falsamente identificada con la Lógica del ser, que no es de la libertad; y la Estimativa jurídica equivocadamente confundida con la Estimativa moral, que no sienta jurisprudencia (61).

ALBERDI: SUS IDEAS PENALES (62)

Jorge Cabral Texo que fuera Profesor de Sociología de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, se refiere al Fragmento como la primera obra de enciclopedia jurídica, o de introducción al Derecho escrita en América (63).“El Fragmento Preliminar se publicó en Buenos Aires por la imprenta de la Libertad en 1837, es decir, alrededor de la fecha en que se constituyó la “Asociación de la Joven Generación Argentina -8 de julio de 1837- antecesora directa de la célebre “Asociación de Mayo” y para dar cumplimiento a sus fines; según lo expresa el mismo Alberdi (64).En el prefacio al estudio preliminar al Estudio del Derecho: Alberdi anuncia la adhesión a una filosofía de la historia. Vico, dice Alberdi, es uno de los que han enseñado en Europa la filosofía de la historia... y su obra es todavía una mina de ideas nuevas y fecundas.El subtítulo de la obra añade Laplaza, reza que está va acompañada de “una serie numerosa de consideraciones formando una especie de programa de los trabajos futuros de la inteligencia argentina”.Después de ocuparse de la teoría del Derecho Natural, en la segunda parte de la obra trata la teoría del Derecho Positivo.Dentro de esta última, incluye en el Capítulo III, el examen de la sanción del Derecho: que

61 Cossio, Carlos: La valoración jurídica y la ciencia del Derecho. Universidad Nacional del Litoral. 1941, pág. 12, 125 págs. 62 Ver Laplaza Francisco, Las ideas Penales de Alberdi en el “Fragmento Preliminar al Estudio del Derecho. Arayú. Buenos Aires. 195463 Juan B. Alberdi, Escritos Póstumos. Buenos Aires. Imprenta Juan B. Alberdi. 190064 Jorge Cabral Texo, págs. XXIX-XXXI, citado por Ghirardi Olsen. La filosofía en Alberdi, pág. 77

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constituye, siguiendo siempre a Alberdi, la cuarta división del Derecho Positivo: Penal, Represivo, Penitenciario.La potestad penal parte del derecho y cesa en el derecho: es un poder de equilibrio y armonía, no de venganza y reacción: es el sostén de la libertad, no el invasor (65)Asigna al derecho penal “el doble fin de remediar el mal del delito y evitar su repetición; y sostiene que no hay delito sin imputabilidad, ni imputabilidad sin libertad (66)Son tres los grandes sistemas sancionatorios: el penal, el represivo y el penitenciario.Alberdi adopta aquí la terminología de Carlos Lucas (67).Lucas combate, dice Laplaza, las teorías absolutas, que ven en el castigo un fin en sí y pretenden realizar la justicia aunque perezca el mundo por reemplazarla.Por la concreta necesidad de defenderse contra los malos hábitos arraigados (prisión represiva) o de crear hábitos para el bien (prisión penitenciaria),Toda la teoría de la penalidad dice Alberdi, depende del contrapeso del interés del delito por el mal de la pena, lográndose desviar por este medio la voluntad del crimen (68).Las reminiscencias de Beccaría son notorias en estos pasajes, señala Laplaza.Una vez invadida nuestra individualidad, nuestro deber y poder no es otro que el de rechazar al invasor hasta ponerle fuera de los límites, y detenerle hasta garantirnos que no invadirán más.Se trata, como en la concepción de Lucas, de un derecho de defensa.No hay aquí ataque, sino defensa; interdecir la individualidad invasora, es asegurar la nuestra (69).Y sigue Alberdi, “La pena al contrario defiende una individualidad invadiendo otra; sostiene la libertad oponiendo la libertad: sanciona el derecho infringiéndole, remedia el mal con el mal.Anticipa Alberdi, los planteos de la Escuela Positiva del Derecho Penal, cuando indaga por las causas de la delincuencia.El hombre malo no difiere del hombre bueno, ni en el modo de pensar, ni en el modo de sentir, ambos aman a la virtud y desprecian al vicio. Pero difieren en cambio en el modo de proceder: los dos aman la virtud y la ley: más el orden, uno lo observa y el otro no.El tratamiento más adecuado para el delincuente es corregir sus malos hábitos.El sólo medio de aniquilar la habitud es la habitud misma.Y por ello el régimen correccional penitenciario es más justo, humano, racional y eficaz... (70). Es que la imparcialidad y la independencia de los jueces es garantía de un sistema judicial no subordinado a razones políticas contingentes.Entroncan así las ideas penales de Alberdi, un siglo después, con las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos que elaborara en 1950, una subcomisión de la Comisión Penal y Penitenciaria de las Naciones Unidas, y que fueron finalmente aprobadas por el 1° Congreso de

65 Fragmentos, pág. 18, 2166 Fragmentos, pág. 7667 Charles Lucas: Recueil des debats des Asemblees Legislatives de la France sur la question de la peine de mort. VC Charles Bechet 1831, pág. 52, nota 1. Ver Jean Pinatel: La vie et oubre de Charles Lucas. Revieu Internationale de Droit Penal. Paris. Recueil Sirey. 1947. Fasc. 2, pág. 12368 Fragmento pág. 7269 Fragmento pág. 8070 Fragmento, pág. 83. También Sarulle, Oscar Emilio. La crisis de Legitimidad del sistema Jurídico Penal. Editorial Universidad. Bs. As. 1998, pag. 119. 133 págs.

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Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente, Ginebra, 1955, bajo la dirección científica del maestro López Rey y Arrojo.Esa semilla arrojada al terreno penal por nuestro insigne comprovinciano, fructificó años después, cuando otro de los representantes de la generación de 1837, Juan María Gutiérrez, siendo Rector de Buenos Aires creó la cátedra de Medicina Legal en los cursos de jurisprudencia que funcionarían de 1870 a 1873.Laplaza finalmente apunta a las relaciones que sobre la pena de muerte podrían haber enlazado las ideas de Alberdi con las de Valentín Alsina en su discurso sobre la pena de muerte.

LA JURISDICCIÓN PENAL INTERNACIONAL EN LA OBRA DE ALBERDI:

EL CRIMEN DE LA GUERRA

“No hay un preservativo más poderoso de la guerra... que la libertad” (71)En el Crimen de la Guerra, según Sánchez Viamonte (72) lo mejor que se había producido hasta entonces, se enfrenta Alberdi con el Derecho Romano para condenarlo como culpable de lo que se llama derecho de la guerra, es decir, el derecho de homicidio, del robo, del incendio, de la devastación en la más grande escala posible, porque esto es la guerra y si no es esto, la guerra no es guerra.“Estos actos, agrega, son crímenes por las leyes de todas las naciones del mundo”.Todo el libro de Alberdi, “es un formidable alegato contra la guerra, sin admitir, como lo hace Groccio, a quien refuta, que pueda existir alguna guerra justa.No puede haber guerra juiciosa. La guerra es la suspensión temporal del juicio.Y un párrafo que expresamente afirma la necesidad de establecer tribunales internacionales de guerra, dice: ()Si todos los actos de los que conste la guerra por duros que se supongan, fueron ejercidos contra el Estado culpable del crimen de la guerra o de otro crimen por un tribunal internacional compuesto de jueces desinteresados en el proceso, la guerra dejaría de ser un mal y sus durezas serían al contrario un medio de salud, como lo son para el Estado las penas aplicables a los crímenes comunes.No hay más que un medio para transformar la guerra en el sentido de su legalidad: es arrancar el ejercicio de sus violencias de entre las manos de sus beligerantes () y entregarlo a la humanidad convertida en Corte Suprema de Justicia Internacional y representada para ello por los Estados más civilizados de la tierra.En otro de sus premonitorios párrafos Alberdi enfoca el problema de las responsabilidades de los actores de la guerra en el Cap. IV de su obra.La guerra ha sido hecha casi siempre por procuración. Sus verdaderos y únicos autores, que han sido los jefes de las naciones se han hecho representar en la tarea poco agradable de

71 Alberdi, Juan B. El Crimen de la Guerra. Pág. 97. Colección Histórica. Buenos Aires. 200372 Sanchez Viamonte, Carlos. Alberdi y el Problema Internacional de la Paz

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pelear y morir. Más bien han asistido para hacer pelear que para pelear. Alberdi propugna la responsabilidad tanto de los que las decretan y la de los que las ejecutan.La responsabilidad penal será al fin, el único medio eficaz de prevenir el crimen de la guerra, como lo es de todos los crímenes en general.La libertad democrática es para Alberdi el mejor de los medios utilizables en contra de la guerra.La idea innovadora de Alberdi, Pueblo-Mundo en el Capítulo X de su obra, sostiene que la persona del hombre o persona humana no es extraña al derecho internacional y el hombre individual puede invocar su protección del mismo modo en que puede invocarlo el Estado. En un gran libro reciente, dos prestigiosos juristas franceses, Jean Baudrillard y Edgar Morín, hablan de la “Sociedad Mundo”, para referirse a la gran emergencia de seguridad que según ellos remite a una policía mundial del fenómeno del terrorismo a nivel global (73). De hecho llega Alberdi, a desarrollos del Derecho Internacional Humanitario y del Derecho Penal Internacional de nuestro presente, a través de las creaciones de las Naciones Unidas, de los Tribunales Ad-Hoc, el TIPY, Rwanda, Cambodia, El Líbano, Timor del Este, Sierra Leona y desde el Tratado de Roma la Corte Penal Internacional con respecto al genocidio, delitos de guerra y delitos contra la humanidad.Cuando uno o muchos individuos de un Estado, dice Alberdi, son atropellados en sus derechos internacionales, es decir de miembros de la sociedad de la humanidad, aunque sea por el gobierno de su país, ellos pueden invocando el derecho internacional, pedir al mundo que lo haga respetar en su persona, aunque sea en contra del gobierno de su país.Estos párrafos de Alberdi, anticipan así en casi dos siglos, la creación de los Tribunales Penales Internacionales de Naciones Unidas y la de la Corte Penal internacional del Estatuto de Roma.

SOBRE LA INEQUIDAD PLANETARIA Asistimos consternados a un tiempo que el Santo Padre Francisco ha llamado de inequidad planetaria diciendo que “el ambiente humano y el ambiente natural se degradan juntos, y no podemos afrontar adecuadamente la degradación ambiental si no prestamos atención a causas que tienen que ver con la degradación humana y social. De hecho, el deterioro del ambiente y el de la sociedad afectan de un modo especial a los más débiles del planeta (74). Y luego agrega: Pero hoy no podemos dejar de reconocer que un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social que debe integrar la justicia en las decisiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el de los pobres”.En ese mismo orden de ideas, se pregunta el Santo Padre:“La sociedad, cómo ordena y custodia su devenir en un contexto de constantes innovaciones tecnológicas?“Un factor que actúa como moderador afectuoso es el derecho que establece las reglas para las conductas admitidas a la luz del bien común”. Hay una creciente jurisprudencia ordenada a disminuir los efectos contaminantes de los emprendimientos empresariales.

73 Baudrilard, Jean –Morín Edgar. La violencia del Mundo. Libros del Zorzal. Bs. As. 2003, pág. 4174 Carta Encíclica Laudatio Si. Sobre el Cuidado de la Cosa Común. Conferencia Episcopal Argentina. Pág. 37 y 39

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Pero el marco político e institucional no existe sólo para evitar malas prácticas, sino también para alentar las mejores (75)Y por último agregaría una frase suya, plena de sabiduría: “La sobriedad que se vive con libertad y conciencia, es liberadora” (76)Alberdi ya lo había expresado con una frase inequívoca: Por el alma de su humildad, el cristianismo ha conquistado las dos cosas más grandes de la tierra, la paz y la libertad.Y añade (77) “La razones porque sólo son libres los humildes, es que la humildad, como la libertad, es el respeto del hombre al hombre, y es la libertad del uno, que incluye respetuosa ante la libertad de su semejante; es la libertad de cada uno erigida en majestad ante la libertad del otro”. También afirma Alberdi: El hombre, pues, no es dictador de las cosas. Tiene las cosas a su servicio, al uso de su naturaleza, pero no al abuso. Si comete dicho abuso, es usurpador, es ladrón. Roba del orden absoluto más de lo que este orden le debe”. Y destacando el fundamento ontológico de sus ideas jurídicas afirma que: El Derecho es uno para todo el género humano en virtud de la unidad misma del género humano. Que le falta al Derecho se pregunta Alberdi, para tener la sanción y fuerza obligatoria que tiene el derecho en su forma y manifestación de la ley nacional o internacional?Y responde, que exista un gobierno que lo escriba como ley, lo aplique como juez y lo ejecute como soberano, y que ese gobierno sea universal como el derecho mismo.Que se necesita para ello: que la masa de las naciones que pueblan la tierra formen una misma y sola sociedad y se constituya bajo una especie de federación como los Estados Unidos de la Humanidad: (78). Esa sociedad está en formación.No se verán felices, profetiza Alberdi, “los Estados Unidos de Europa, ni mucho menos los Estados Unidos del Mundo… porque las naciones de la Europa no son fragmentos de un mismo pueblo que habla un mismo idioma, practica un mismo gobierno, tiene una misma legislación y un mismo origen y pasado histórico, como les sucede a los Estados Unidos de América” (79).Alberdi pudo formular, a través de casi doscientos años, una predicción certera sobre los últimos acontecimientos planetarios porque conocía a fondo las estructuras sociopolíticas del mundo de su tiempo a las que había intuido con enorme profundidad y sabiduría.Su obra augura así la creación de la Liga de las Naciones, y también la de la Organización de las Naciones Unidas e incluso hoy la fragmentación inicial de Europa en nuestro presente inmediato, con el Brexit, que alienta otros estrépitos futuros igualmente impredecibles mientras la guerra inmisericorde continúa y millones de refugiados mueren buscando asilo y cobijo en sus playas.Su Jus-gentium se funda sobre la base de que: “No hay derecho respetado donde no hay justicia que le sirva de medida; ni justicia donde no hay juez; ni juez donde falta la imparcialidad; ni puede haber imparcialidad donde no hay desinterés inmediato y directo en el conflicto”.Ese párrafo de Alberdi reproduce casi textualmente el artículo primero de la Declaración de las Naciones Unidas sobre la independencia del Poder Judicial que afirma que: “Los jueces

75 SS Francisco. Ob. Cit. Pág. 13676 SS Francisco. Ob. Cit. Pág. 16977 Alberdi Juan B. El crimen de la Guerra. Librería Historia. Bs. As. 2003, pág. 27 – 238 págs. Ver también Ghirardi, Olsen. El Derecho Natural en Alberdi. Pág. 166.78 Alberdi, El crimen de la Guerra, ob. cit. pág. 4579 Ob. cit. pág. 143

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resolverán los asuntos de que conozcan con imparcialidad, con el derecho, sin restricción alguna y sin influencias, alicientes, presiones, amenazas o intromisiones indebidas, sean directas o indirectas, de cualquier sector o por cualquier motivo.Esas normas, entre otras de los Principios, muestran que a nivel internacional un poder judicial absolutamente independiente de toda manipulación del poder y garante de los derechos fundamentales de las personas reconocidas en los Pactos de Derechos Humanos es la base central del acceso a la justicia y de un juicio justo respetuoso del Estado Democrático de Derecho (80).

EL RETORNO DE ALBERDI: HACIA EL EXILIO DEFINITIVO

No contamos con el tiempo indispensable para siquiera rozar la riquísima experiencia diplomática de Alberdi en Inglaterra y Francia.Pero queremos subrayar aquí, como sus enormes esfuerzos en favor de una nación unificada, le trajeron de vuelta hacia el exilio definitivo.La capitalización de Buenos Aires había anunciado una nueva época. El choque de las fuerzas nacionales y bonaerenses se había producido y en los combates de Puente Alsina quedan tres mil cadáveres sobre las calles... (81)La convención que ha de elegir nuevo Jefe de la Provincia de Buenos Aires le ofrece la presidencia. Pero Alberdi tiene siempre el pensamiento en Francia.Pero bloqueada su designación por el Diario La Nación de Mitre, el General Roca no pudo cumplir su promesa.En cambio le designa... Comisario de Inmigración.Popolizio agrega: (82) Para Alberdi, el brillante escritor político, sólo había un pobre empleo de Comisario de Inmigración. Su ánimo decayó y al fin tuvo también que renunciar a ese cargo que era una forma disimulada de darle una limosna, que él, a pesar de todo, no necesitaba ni pedía”.Enterado Roca de la realidad, se apresura a remitir al Congreso un proyecto de pensión vitalicia para Alberdi, que se aprueba sin oposición en las sesiones del 23 y 27 de Marzo de 1884, en la Cámara de Diputados y el Senado.Su salud en Francia sigue deteriorándose en una clínica de Neuilly Sur - Seine y ni siquiera el auxilio financiero llegaría a sus manos. Finalmente y a las 9 y media de la mañana del 19 de junio de 1884 y en la mayor soledad deja de vivir.No pudo así evitar su destino de proscripto al que había conjurado con estas palabras:“Oh yo haré que así no sea, no seré proscripto eternamente” (83)Habría que repetir aquí lo que escribió sobre Alberdi, Pablo Rojas Paz: “Su grandeza estuvo madura de soledad. Le rozó el odio. Le hirió la venganza. Tuvo la crueldad de lo puro..... amó el

80 Ver David, Pedro R., Globalización, Prevención del Delito y Justicia Penal. Editorial De Zavalía. Bs. As., pág. 269, 1999, 805 págs.81 Popolizio, Enrique. Alberdi. Editorial Lozada. Buenos Aires, 1946, pág. 21182 ob. Cit. Págs. 220-22483 Alberdi. Escritos Póstumos. Vol. XVI

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sacrificio que es la ley del elegido y creyó en la justicia como fuente de la felicidad. Así fue su grandeza solitaria, una permanente lucha por lo justo” (84)Como lo señaló Mayer (Mayer, Jorge. Alberdio y su tiempo. Eudeba. 1963. Pág. 920. 1006 páginas): “La fe y la esperanza habían sido más largas que las largas noches de la tiranía y el exilio, y las brumas se habían entreabierto.“Sus ideas se habían impuesto a las hordas saladeristas, al puñal de los degolladores, a los remington de los banderilleros, habían germinado en las pampas y en las sierras, habían disipado el alarido de los indios y el revoleo de las lanzas, habían armado al país, lo habían unido, habían salvado su integridad y habían marcado el cauce de los destinos esenciales”

DOS CITAS DE ALBERDI PARA RECORDAR

1.- Hay siempre una hora dada en que la palabra humana se hace carne cuando ha sonado esa hora, el que propone la palabra, orador o escritor, hace la ley. La ley no es suya, en ese caso, es obra de las cosas. Pero esa es la ley duradera porque es la verdadera ley (85). Alberdi apunta aquí a la ley como síntesis de una estructura de valores con referencia a un tiempo fáctico-histórico determinado. Puede ser ubicado como un precursor de las teorías integrativas o trialistas de la Ciencia y de la Filosofía del Derecho.Alberdi reseña aquí una línea directriz de su arquitectura constitucional, filosófico-jurídica y socio-económica.

2.- La segunda cita nos vuelve a su constante recuerdo de su tierra natal que llevó siempre en su corazón: “Por donde quiera que se venga a Tucumán, el extranjero sabe cuando ha fijado su territorio sin que nadie se lo diga. El cielo, el aire, la tierra, las plantes, todo es nuevo y diferente de lo que se ha acabado de ver (86).No es sino atinado pensar, que ese paisaje habría de atenuar con su milagroso recuerdo, las soledades de su exilio y la de su partida definitiva.

CONCLUSIONES

Como lo afirmó Etchepareborda “La lección que se desprende la vida de Alberdi, quedará como modelo válido para todos los tiempos y para todos los hombres; habrá que mantener la tónica de su carácter, su ejemplar desinterés, su larga lucha por el bien general, junto a su decidida vocación por las tareas redentoras. A medida que pasa el tiempo se agiganta su figura” (87)El proyecto de Alberdi fue el elemento más importante de que se sirvieron los constituyentes de Santa Fé (88).Y hasta Mitre pudo decir, rectificándose: “Ensalzar a Alberdi no importa desconocer la influencia que, a la par de él ejercieron otros políticos distinguidos de su época. Cada uno con

84 Rojas Paz, Pablo. Alberdi el Ciudadano de la Soledad. Editorial Losada. Buenos Aires. 1945. págs. 10-1185 Alberdi, Juan B. Las Bases. Prefacio86 Alberdi, Juan B. Viajes y Descripciones. El Ateneo. Bs. As. 1928, pág. 2387 Etchepareborda, Roberto. Ob. Cit. Pág. 14288 Seco Villalba, José A. Fuentes de la Constitución Argentina. Pág. 114. Editorial Depalma. Buenos Aires. 1943

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sus cualidades distintas y su parte en la labor común. Pero Alberdi representa la verdadera inteligencia creadora, el político de maduro pensamiento y largas vistas en el seno de un grupo de hombres de acción (89).Es en efecto, señalaba Dana Montaño, Alberdi fue el verbo iluminado y esclarecedor del pensamiento vivo de la organización nacional argentina (90).También Juan B. Terán el fundador de la Universidad Nacional de Tucumán rindió homenaje a nuestro prócer diciendo (91): “Que hijos, padres, esposos, hermanos, amigos volviendo mañana a encontrarnos sobre el surco afanoso de la vida, practiquemos la paz y el trabajo, las fuentes verdaderas de la vida humana que fueron las palabras supremas de Alberdi”.

Muchas Gracias.

89 Longhi, Luis R. Génesis del Derecho e Historia Constitucional Argentina. Editorial Bibliográfica Argentina. 1946, pág. 55390 Dana Montaño, Salvador M. “Alberdi, Gran Orientador de la Organización Nacional. Estudios sobre Alberdi. Editorial Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, pág. 51, 196491 Terán, Juan B. Estudios y Notas. Tucumán, 1908, 49-65 en Juan B. Alberdi, Homenaje del Colegio de Abogados de Tucumán, a dos siglos de su nacimiento. P. 306

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