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    ARTCULO/ ARTICLE

    RESUMEN Este artculo analiza la trayectoria de Juan Csar Garca, uno de los referen-tes del movimiento latinoamericano de medicina social. La pregunta que desencadeneste trabajo busc indagar el momento y las circunstancias en que Garca incorpor paras la matriz del marxismo para pensar los problemas de salud. De esta manera, siguien-do los lineamientos metodolgicos propuestos por Pierre Bourdieu, utilizamos la nocinde "trayectoria de vida" para reconstruir un recorrido vital que se bifurca en varias rutas:de su Necochea natal a la ciudad de La Plata, desde all hasta Santiago de Chile y, final-mente, sus innumerables viajes desde Washington hacia gran parte de Amrica Latina.Para ello, realizamos entrevistas semiestructuradas con informantes clave: familiares,amigos y colegas de Argentina, Brasil, Ecuador y Cuba. Asimismo, analizamos los ttulosde su biblioteca personal, donada a la fundacin internacional que lleva su nombre, ydocumentos de distintos archivos particulares.

    PALABRAS CLAVE Historia; Medicina Social; Salud Pblica; Ciencias Sociales;Organizacin Panamericana de la Salud.

    ABSTRACT This article analyzes the trajectory of Juan Csar Garca, one of the referen-tial figures of the Latin American social medicine movement. The question that inspiredthis work sought to uncover in what moment and in what circumstances Garca incorpo-rated a Marxist framework into his way of thinking about health problems. Following themethodological guidelines proposed by Pierre Bourdieu, we used the concept of "life tra-

    jectories" to reconstruct a life path that divides in various directions: from his birthplacein Necochea to the city of La Plata, from there to Santiago de Chile and, finally, his nume-rous trips from Washington DC to a large part of Latin America. In order to trace thesepaths, we carried out semi-structured interviews with key informants: family members,

    friends, and colleagues from Argentina, Brazil, Ecuador and Cuba. We also analyzed thebooks included in his personal library, donated after his death to the international foun-dation that carries his name, and documents from different personal archives.KEY WORDS History; Social Medicine; Public Health; Social Sciences; Pan AmericanHealth Organization.

    Juan Csar Garca y el movimiento latinoamericanode medicina social: notas sobre unatrayectoria de vida

    Juan Csar Garca and the Latin American socialmedicine movement: notes on a life trajectory

    Galeano, Diego1; Trotta, Luca2; Spinelli, Hugo3

    1Docente Investigador,

    Instituto de Salud Colectiva,

    Universidad Nacional deLans (UNLa), Argentina.

    [email protected]

    2Docente Investigadora,Instituto de Salud Colectiva,

    Universidad Nacional de

    Lans (UNLa), [email protected]

    3Director, Instituto de Salud

    Colectiva, Universidad

    Nacional de Lans (UNLa),Argentina.

    [email protected]

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    INTRODUCCIN

    Juan Csar Garca (1932-1984) esconocido en gran parte de Amrica Latina como

    uno de los articuladores de la "medicina social",

    corriente de pensamiento que en la segundamitad del siglo XX comenz a renovar la forma

    de estudiar los procesos de salud-enfermedad-atencin (PSEA). En verdad, fue algo ms que

    una corriente de pensamiento, ya que tuvomuchos elementos de un verdadero movimien-

    to poltico. El concepto de "medicina social"supo obtener un cierto consenso, aunque convi-

    vi con las ideas de "salud pblica", "sanitaris-mo", "medicina preventiva" y "medicina comu-

    nitaria". Cada una de estas nociones tiene unagenealoga especfica y relativamente autno-

    ma. El paradigma de la salud pblica surge enlos estados modernos europeos, fundamental-

    mente en Francia y en Alemania durante el siglo

    XVIII, a travs de procesos histricos que comoinnumerables autores han estudiado (1,2) tie-

    nen mucho que ver con proyectos de reformamoral de las sociedades y cdigos higienistas

    para el control de la poblacin.Sin embargo, los pensadores latinoame-

    ricanos que se identificaron con el movimientode medicina social reconocieron este linaje ms

    bien tardamente, mientras que en las dcadas de1960 y 1970 tendan a identificar a la "medicina

    social" como una corriente contrahegemnica,opuesta a la medicina de mercado individualista,

    liberal y capitalista. En el ltimo texto que escri-

    be antes de morir, una suerte de autoentrevistaque logra esbozar (aunque no finalizar) cuando

    estaba ya muy enfermo, Garca reconoce esa his-toria de larga duracin. "Cul es la historia y el

    significado del trmino medicina social?", se

    interroga y responde:

    Mil ochocientos cuarenta y ocho (1848) es el

    ao de nacimiento del concepto de medicina

    social. Es tambin el ao de los grandes movi-

    mientos revolucionarios en Europa. Al igual que

    las revoluciones, el concepto de medicina social

    surge casi simultneamente en varios pases

    europeos. [] El concepto, a pesar de que era

    utilizado en una forma ambigua, trataba de sea-

    lar que la enfermedad estaba relacionada con

    "los problemas sociales" y que el Estado debera

    intervenir activamente en la solucin de los pro-

    blemas de salud. Asimismo, el trmino de medi-

    cina social se entrelazaba con las nuevas con-

    cepciones cuantitativas sobre la salud y la enfer-

    medad, abandonando la visin de la diferencia

    cualitativa entre estos estados. As, la medicina

    social aparece como una concepcin "moder-

    na", adecuada a las nuevas formas productivas

    que se estaban desarrollando en Europa. (3 p.22)

    El higienismo latinoamericano, desarro-llado como racionalidad poltica desde media-

    dos del siglo XIX, implicaba una institucionaliza-

    cin de la medicina social y de sus ms ambicio-sos proyectos de intervencin, muchas veces

    limitados por las resistencias del liberalismo. Encambio, ya durante la posguerra en el siglo

    siguiente, el paradigma de la "medicina preven-tiva" promovido desde los Estados Unidos de

    Norteamrica vino a ofrecer un nuevo esquemade atencin a la salud que articulaba la prctica

    privada con la salud pblica a travs de disposi-tivos especficos como la "medicina comunita-

    ria" o la "medicina familiar" (1).El movimiento latinoamericano de

    medicina social surgi a partir de una mirada cr-

    tica con relacin a estos saberes heredados, mar-cando la necesidad de prestar atencin a los

    "determinantes sociales" de los PSEA, as como alas desigualdades en la distribucin de los servi-

    cios de atencin mdica. Esta renovacin estuvoestrechamente ligada a un creciente dilogo de la

    medicina con las ciencias sociales, en particularcon la sociologa y la historia. Ese recorrido de las

    ciencias mdicas a las sociales fue precisamentela trayectoria intelectual de Juan Csar Garca,

    quien se gradu en medicina en la UniversidadNacional de La Plata (UNLP) (Provincia de

    Buenos Aires, Argentina), para luego optar por lacontinuacin de su formacin acadmica en lasede que la Facultad Latinoamericana de Ciencias

    Sociales (FLACSO) tiene en Santiago de Chile.Tanto la opcin por la sociologa, como

    la posibilidad de obtener una beca para realizarestudios de posgrado en el exterior eran caminos

    marcados por ciertas lneas de poltica universita-ria vinculadas al desarrollismo. Sin embargo, en

    el caso de Garca, tambin incidi una trayecto-ria individual atravesada por su propia militancia

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    poltica y social. Esta es la parte menos conocidade su biografa, que podra relacionarse con la

    escasa atencin que ha recibido en su propio pas(Argentina), en comparacin con la repercusin

    que tuvo y sigue teniendo en otros como Brasil,Ecuador, Mxico, as como en buena parte de

    Centroamrica y el Caribe.

    ALGUNAS CONSIDERACIONESMETODOLGICAS

    Para reconstruir la trayectoria vital y pro-fesional de Juan Csar Garca recurrimos a distin-

    tos tipos de fuentes. En primer lugar, realizamos

    una revisin de sus propios escritos y de la biblio-grafa existente sobre l, as como del movimientode medicina social y salud colectiva. En segundo

    lugar, gracias a la generosidad de su familia, ami-gos y colegas, tuvimos acceso a lo largo de la

    investigacin a distintas fuentes documentales:fotografas y cartas de su juventud; ejemplares de

    una produccin periodstica de la que participaba

    en sus aos platenses; escritos, recortes periodsti-cos y correspondencia de sus aos en la

    Organizacin Panamericana de la Salud (OPS). Enesta bsqueda documental tuvimos acceso tam-

    bin al material conservado en el Archivo de laDireccin de Inteligencia de la Polica de la

    Provincia de Buenos Aires (DIPBA) en guarda de laComisin Provincial por la Memoria sobre la

    poca de la militancia estudiantil de Garca.A su vez, realizamos entrevistas con

    familiares, amigos, colegas universitarios de suetapa en la UNLP, compaeros de FLACSO y de

    las primeras experiencias de organizacin de

    redes latinoamericanas de medicina social. Elnexo con el movimiento de "sade coletiva" bra-

    sileo ha sido fundamental, por lo que entrevista-mos a representantes de esa corriente, adems de

    analizar el acervo de entrevistas del archivo oralde la Fundacin Oswaldo Cruz y del proyecto

    sobre la trayectoria de Sergio Arouca de laUniversidade Federal do Estado do Rio de

    Janeiro. Finalmente, entrevistamos a colegas deotros pases que tuvieron estrecha relacin con

    las lneas de pensamiento de izquierda que sedesarrollaban subrepticiamente en la OPS, en

    particular, al ecuatoriano Miguel Mrquez.

    Gran parte de estas entrevistas pasaronluego a formar parte del acervo documental del

    Centro de Documentacin "Pensar en Salud"(CEDOPS) en el Instituto de Salud Colectiva

    (ISCo) de la Universidad Nacional de Lans, conel fin de enriquecer la construccin de la memo-

    ria oral de la medicina social latinoamericana yponer a disposicin pblica estos materiales pro-

    ducidos en el proceso de la investigacin.La tarea de reconstruccin de una tra-

    yectoria de vida encierra una cierta tensin con

    el propio legado de Juan Csar Garca y del movi-miento de la medicina social. En cualquier

    reconstruccin historiogrfica de la vida de unmdico, aparece como teln de fondo el modelo

    de la historia tradicional de la medicina, edifica-

    da a partir de una coleccin de biografas demdicos ilustres. Ese paradigma fue muy critica-do por la corriente denominada "nueva historia

    de la medicina", que desde diferentes enfoquestericos privilegi el estudio de los sistemas de

    salud, de grandes procesos y estructuras. Por lotanto, se dej de lado a las historias de vida, para

    dar lugar al anlisis de las instituciones de salud,a la crtica de los dispositivos de saber-poder, etc.

    Hasta qu punto, entonces, un trabajo de esta

    naturaleza no implicara un retorno a la historiatradicional de la medicina, al estar basado en la

    vida de un mdico, quien paradjicamente seopuso a los enfoques tradicionales?

    Esta pregunta conduce a un debateabsolutamente actual, puesto que algunos histo-

    riadores latinoamericanos de los PSEA, estn dis-cutiendo la necesidad y pertinencia de un "retor-

    no a las historias de vida", como nuevo impulsorenovador de un campo de estudios que comien-

    za a sentirse saturado. Este impulso ya dio sus fru-tos, con la aparicin de algunos trabajos que

    logran una sntesis ms o menos exitosa entre

    todo el corpus crtico producido por la nueva his-toria de la medicina y el anlisis biogrfico como

    herramienta metodolgica (4).En este trabajo dejamos de lado el con-

    cepto de "historia de vida", y en su lugar emple-amos la nocin de "trayectoria", siguiendo las

    sugerencias de Pierre Bourdieu sobre los riesgosde la metodologa de las historias de vida, muy

    en boga en las ciencias sociales (5). El socilogofrancs realiz una sugestiva crtica a lo que

    llama la "ilusin biogrfica", o sea, la tendencia a

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    tratar la integridad de una vida como una historia

    coherente. En su lugar, Bourdieu propone analizarla vida en trminos de una trayectoria, el modo en

    que un actor toma posiciones en un campo social,empleando recursos y medios que siempre son

    limitados, negociando y disputando con otros elcontrol de capitales econmicos y simblicos.

    Esta trayectoria, como cualquier otra, noes solamente un movimiento en el tiempo, sino

    tambin una serie de desplazamientos en el espa-

    cio. La llegada a la ciudad de La Plata en 1950desde su pueblo natal (Necochea), hasta la parti-

    da a Santiago de Chile a mediados de la dcadasiguiente, marcan una primera ruta. Su faceta ms

    conocida en Amrica Latina dibuja una segundaruta que va desde Chile hasta EE.UU., donde pri-

    mero se incorpor a un equipo de investigacinen la Universidad de Harvard y luego comenz a

    trabajar en la OPS. Y, desde all, Garca pivote lacreacin de distintas redes latinoamericanas de

    medicina social, un trabajo que en gran medidarealiz desde el anonimato, porque su contenido

    poltico no era compatible con las lneas hegem-

    nicas sostenidas dentro de la OPS.El artculo se estructurar, entonces, en

    dos partes. La primera abarca la formacin en laUNLP y su participacin en la poltica universita-

    ria; la especializacin en pediatra en la mismacasa de estudios; sus primeros trabajos asistencia-

    les en la Sociedad de Estudiantes de Medicina; surol en la creacin de un Centro de Estudiantes

    Necochenses y de un grupo de mdicos querecorran la Provincia de Buenos Aires. Se inda-

    ga, asimismo, la experiencia de un mdico queviaj a Santiago de Chile para estudiar en FLAC-

    SO, la coyuntura de esa decisin y sus implica-

    ciones. En suma, se trata de rastrear en una dca-da y media de formacin acadmica y poltica,

    muchos de los problemas que Garca intentar

    resolver con nuevas herramientas intelectualesen los aos siguientes.

    La segunda parte se centrar en la expe-

    riencia dentro de las reas de Recursos Humanosy de Investigaciones de la OPS, es decir, sus casi

    dos dcadas de vida en Washington. En estaetapa, resulta fundamental la primera investiga-

    cin desarrollada por Garca bajo el patrociniode la OPS, que se extendi desde que ingres a

    la organizacin en 1967 hasta 1972, momentoen que se public el libro La educacin mdica

    en Amrica Latina (6) que difundi los resulta-

    dos. Esa investigacin fue marcante porque lepermiti conocer en profundidad la enseanza

    de la medicina social en distintos pases latinoa-mericanos y comenzar a construir una red de

    contactos, acumulando un importante capitalsocial y poltico que lo ayud a sostener lneas de

    trabajo al interior de la OPS, incluso bajo la mira-da desconfiada de muchos directivos que no

    vean estas actividades con simpata.

    UNIVERSIDAD, MILITANCIAESTUDIANTIL Y CIENCIAS SOCIALES

    Juan Csar Garca naci el 7 de junio de

    1932 en la localidad argentina de Necochea,sobre el litoral de la Provincia de Buenos Aires,

    donde transcurrieron sus primeros aos de vida ysu juventud. All, en su martimo pueblo natal,

    varios compaeros que entrevistamos lo recuer-

    dan an hoy como un estudiante inquieto, unapersona sensible que acostumbraba a escuchar a

    los dems (7,8). Garca provena de un hogar debajos recursos, su padre trabajaba en el campo y

    su madre se dedicaba a las tareas hogareas, porlo que las posibilidades de ascenso intergenera-

    cional quedaban limitadas a lo que pudieranaportarle las credenciales educativas.

    En la escuela secundaria vivi un climade poca muy particular, donde lo poltico

    comenzaba a instalarse en los mbitos educati-vos: precisamente el director del Colegio

    Nacional de Necochea, donde estudi, era un

    dirigente socialista de la zona e impulsor de mto-dos y herramientas pedaggicas novedosas (a).

    Segn los testimonios de algunos entrevistados

    (9,10), fue importante tambin para Garca lainfluencia poltica de su to Julio Laborde, herma-no de la madre. Los Laborde provenan de una

    familia de inmigrantes vascos que llegaron en elsiglo XIX al pas y se instalaron en la zona de

    Quequn como arrendatarios de tierras para eltrabajo agrario. Su to lleg a ser dirigente del

    Partido Comunista de Mar del Plata, luegoSecretario del Comit Central del partido en

    Avellaneda y director del peridico Nuestra

    Palabra y de la revista Nueva Era. En la entrevista,

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    Miguel Mrquez recuerda conversaciones en lasque Juan Csar le coment que fue este to quien

    lo introdujo en lecturas afines al socialismo,como los libros de Jos Ingenieros (11).

    Una vez terminado el colegio secunda-rio, la familia decide vender la casa de Necochea

    y mudarse a la ciudad de La Plata para que JuanCsar pudiera continuar sus estudios e iniciar una

    carrera universitaria. All se instal junto a sumadre, su hermana y su hermano. La opcin por

    la carrera de medicina se inscribi segn relata

    un compaero de Necochea en aquel clima depoca donde la eleccin de una carrera universi-

    taria de corte tradicional y profesional implicabauna apuesta de ascenso social (7).

    La posibilidad de acceder a estudios

    superiores surge en un contexto histrico en elcual el ttulo universitario sera la llave de accesoal mercado laboral y a mejores posiciones socia-

    les, y la experiencia en el colegio nacional delpueblo permitira que muchos de aquellos alum-

    nos que, como Garca, provenan de hogareshumildes, se instruyeran y pensaran en la posibi-

    lidad de continuar sus estudios. El valor que el

    ttulo profesional tuvo en la Argentina marcaba elpaso por las instituciones educativas, en particu-

    lar por el campo universitario, que para las clasesmedias fue el canal de movilidad social por exce-

    lencia. En este tipo de sociedades donde laestructura productiva (y educativa) se encuentra

    poco diversificada y los campos profesionalesescasamente especializados, la obtencin de un

    ttulo universitario adquiere una importanciacapital para la composicin de las clases (12,13).

    En los nueve aos que residi en La Plata(1950-1959), Garca transit por las aulas universi-

    tarias, pero tambin por variados espacios colecti-vos donde teji redes de sociabilidad que fueron,

    sin duda, escenarios centrales en su trayectoria, y

    en los que dej su impronta. En sus primeros tiem-pos en La Plata, realiz tareas como auxiliar mdi-

    co en la periferia de esta ciudad, un trabajo que leprovea la Sociedad de Estudiantes de Medicina y

    lo ayudaba a paliar las dificultades econmicasque por entonces enfrentaba la familia.

    A su vez, Garca fue promotor delCentro de Estudiantes Necochenses, que nuclea-

    ba a los alumnos universitarios de aquella ciudadque haban decidido emprender sus estudios en

    la capital provincial. La vida de universitario, sus

    preocupaciones como estudiantes provenientesde una ciudad del interior, reunan a jvenes de

    distintas carreras, pero tambin de distintas rai-gambres ideolgicas, delimitando dos grupos

    bien diferenciados: l, su hermana y otros com-paeros, que eran ms bien de extraccin popu-

    lar; y unos estudiantes de la Facultad deIngeniera futuros ingenieros agrnomos vin-

    culados al peronismo nacionalista, que proven-an de un nivel socioeconmico ms alto (9).

    Una vez recibido, Garca volver areencontrarse con las tareas que lo condujeron a

    la eleccin por la medicina. Su opcin por la

    pediatra lo llevar a realizar la residencia en laSala 3 del Hospital de Nios de La Plata "Sor

    Mara Ludovica", y luego a un centro de salud de

    Berisso, localidad contigua a La Plata donde darsus primeros pasos en la prctica profesional ycomunitaria. A raz de estas experiencias y en

    estrecho contacto con las problemticas socialesque poda observar a partir de ellas, es que junto

    con otros colegas deciden, a fines de 1958, salira recorrer la Provincia de Buenos Aires para rea-

    lizar un relevamiento de las condiciones sanita-rias de los pueblos y ciudades del interior. As

    recorren Tandil, Balcarce y su Necochea natal,

    entre otros lugares (Figura 1).Otro momento relevante de su trayecto-

    ria inicial fue el acercamiento a la Escuela dePeriodismo. Una vez avanzados sus estudios en

    la Facultad de Ciencias Mdicas, busc otrasinserciones dentro de la universidad que pudie-

    ran canalizar aquellos intereses e inquietudesque sobrepasaban al saber mdico. Segn pudi-

    mos recoger del testimonio de una compaera deaquella poca, lleg a anotarse formalmente en

    la Escuela de Periodismo aunque no termin lacarrera (14). Sin embargo, en su trnsito por este

    mbito de reciente creacin, fue uno de los pro-

    motores del estatuto del Centro de Estudiantes,de la biblioteca, y tuvo marcada influencia en las

    propuestas que derivaran en el pasaje de estaEscuela a la rbita de la UNLP. La inclinacin

    emprendedora de Garca, as como su inters porlos debates culturales, quedaron tambin refleja-

    dos en la creacin de un peridico llamadoEdicin (Figura 2), producido junto a otros com-

    paeros de la Escuela de Periodismo, del quesalieron dos nmeros en 1955. El peridico, lejos

    de circunscribirse a un rea especfica del campo

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    cultural, contena artculos vinculados a la cien-cia, al arte, diversos ensayos y entrevistas. Esta

    red de vnculos propiciaba tambin el intercam-bio de libros entre estos estudiantes: autores tan

    dismiles como Borges, Sbato, Estrada,Macedonio Fernndez, Sartre y los existencialis-

    tas franceses habilitaban lecturas que apasiona-

    ban a Juan Csar, lecturas que sola recomendar

    a todos los que lo rodeaban.Juan Csar Garca ingres a la UNLP en

    un momento particular de la historia de la educa-

    cin superior en Argentina. La reforma universita-ria de 1918 haba desplegado una serie de tensio-

    nes que se mantendran a lo largo del tiempo yque tenan como eje de disputa a los "modelos

    de universidad": una institucin ms volcada a laproduccin cientfica versus otra expendedora de

    ttulos que habilitaran a la prctica profesional,era el principal dilema en juego. Lo particular de

    la configuracin de la universidad argentinaposterior a la reforma era que precisamente se

    destacaba por conjugar una matriz altamenteprofesional, en relacin con el peso relativo de

    los estudios de las profesiones liberales y, almismo tiempo, contena elementos ms moder-

    nizadores y democrticos, como la participa-cin de los estudiantes en el gobierno universi-

    tario (15-17). Sin duda, la reforma habilit apensar una universidad de puertas abiertas,democratizando el acceso, pero tambin, al des-

    plazar a las elites conservadoras de su gobierno,abri el paso a un fuerte vnculo con las corpo-

    raciones profesionales (18 p.137-143).El perodo del primer peronismo (1946-

    1955), en el que entran los aos de estudiante deGarca, es un momento de cambio en las aulas,

    donde se inicia un crculo de politizacin delcampo universitario. La poltica irrumpe en el

    Figura 1. Juan C. Garca (a la izquierda de la imagen) y el grupo de mdicos platenses recorriendola Provincia de Buenos Aires (Tandil, 8 de diciembre de 1958).

    Fuente: Fotografa cedida por la familia.

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    escenario acadmico para retrotraerse a tiemposprerreformistas (suspensin de la autonoma ins-

    titucional, derogacin del gobierno tripartito,ausencia de libertad de ctedra y de la poltica de

    concursos), de la mano de intervenciones, purgasy una creciente regulacin de la actividad polti-

    ca en la universidad. Esta regulacin se fue inten-sificando en el tiempo y en los primeros aos de

    la dcada de 1950 fueron los estudiantes los msfervorosos defensores de la no injerencia estatal,

    encarnando uno de los principales frentes de

    resistencia al gobierno nacional. En este sentido,cabe aclarar que no se produjo una ruptura en la

    dinmica opositora estudiantil, sino ms bien unaprofundizacin de la defensa de la autonoma

    universitaria y los principios reformistas que ya

    venan practicndose desde la dcada de 1930;as como tambin una amalgama de distintos sec-tores en el seno de las federaciones estudiantiles

    que, ms all del reformismo, se aunaban en supostura antiperonista (19 p.79, 20 p.150).

    Por otro lado, estos aos estuvieron mar-cados por un contexto mundial de creciente ten-

    dencia hacia la masificacin de los estudios de

    educacin superior y aumento de la matrcula. EnArgentina, este proceso tuvo ribetes particulares,

    no solo por ser uno de los pases con las ms altastasas de escolarizacin secundaria de toda

    Amrica Latina (esto es, por contener una matrcu-la potencial para el nivel terciario ms amplia),

    sino que adems el gobierno peronista impulsciertas polticas que propiciaron el acceso a la uni-

    versidad de estudiantes de los sectores populares.Si bien es discutido el alcance real de dichas pol-

    ticas, se destaca la apertura que supuso el sistemade becas que funcion en los ltimos aos de la

    dcada de 1940, la eliminacin de los arancelesen 1950 y la supresin del examen de ingreso en

    1953. En paralelo, se fortaleca un modelo centra-

    do en el desarrollo profesional, lo que quedaexpresado en la composicin de la matrcula: a

    principio de los aos 50 los estudios de medicinaconcentraban el 30% de la matrcula estudiantil

    del nivel universitario en todo el pas (18 p.160).El proceso de apertura del acceso, tal

    como se dio en la Facultad de Ciencias Mdicasde La Plata, es un caso testigo de estas transfor-

    maciones a nivel nacional e internacional. A dife-rencia del resto de las facultades del pas, esta

    contaba no solo con un examen de ingreso sino

    tambin con una poltica de cupos. La derogacinde estas medidas junto con la declaracin de gra-

    tuidad de la enseanza universitaria redundarnen un aumento sustancial de su matrcula: si para

    1945 ingresaban a la facultad 128 alumnos, esenmero ya se haba ms que duplicado hacia

    1952 (288 alumnos), pero dara un salto exponen-cial en 1953 con 630 nuevos inscriptos (21).

    Garca transit sus aos como estudian-te de medicina en La Plata sumergido en este

    contexto de apertura y politizacin. Ms an,vivi activamente estas tensiones del campo estu-

    diantil posicionado dentro de las fuerzas refor-

    mistas, para las cuales milit en oposicin algobierno nacional. Eso le cost que, en dos opor-

    tunidades, las fuerzas de seguridad irrumpieran

    en su casa para llevarlo preso. La primera vez lo

    Figura 2. Primera pgina del peridico Edicin. 1955.

    Fuente: Ejemplar cedido por Mara Luisa Gainza.

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    mantuvieron detenido por algunos das, mientrasque la segunda vez la familia evit la detencin

    mostrndoles una foto de Pern, que por casuali-dad haba en la casa (9).

    El Centro de Estudiantes de Medicina(CEM), en donde Garca militaba, tena una fuer-

    te presencia en las federaciones estudiantiles quese encolumnaban contra el gobierno nacional.

    Esta tensin, que recorrer el espacio universita-rio durante los primeros gobiernos peronistas, se

    actualizaba dentro de cada unidad acadmica de

    manera particular. Ejemplo de ello fue la imple-mentacin de la Ley 13.031 de 1947, que esta-

    bleca la representacin estudiantil en el ConsejoDirectivo a travs de un estudiante elegido por

    las autoridades entre los mejores promedios, con

    voz pero sin voto.

    En la institucin platense sucedi queen alguna oportunidad esos estudiantes intenta-

    ron expresar ante el Consejo posiciones de laasamblea estudiantil de impronta reformista

    frente a lo cual la Confederacin GeneralUniversitaria (CGU) busc generar canales para-

    lelos de dilogo con las autoridades. Esta agrupa-cin, identificada con el peronismo, impuls

    entonces una norma para que cualquier estudian-te pudiera peticionar ante las autoridades y per-

    mitir de este modo elevar tambin sus demandas.

    En los primeros aos de la dcada de 1950, losenfrentamientos de estos estudiantes afines al

    gobierno peronista con los estudiantes nucleadosbajo el ala reformista eran cada vez ms profun-

    dos. Todas las posiciones en la facultad tendan a

    polarizarse, siendo las autoridades proclives algobierno nacional, mientras que las federacionesestudiantiles se situaban en el arco opositor.

    El antiperonismo tie entonces el climade poca en el claustro estudiantil de estos aos.

    Los centros estudiantiles llamaban a restablecerlos valores democrticos y los principios refor-

    mistas, posicionndose frente a lo que denomina-

    ban el "avance totalitario", la "dictadura" que los"trataba de cercar de la mano de matones e inter-

    venciones en la facultades" (22) (b). Este enfren-tamiento se acrecienta de la mano de ciertas

    medidas que toman las autoridades universitariasa favor del gobierno nacional. Tal es el caso del

    revuelo que ocasion una declaracin formal delrector de la UNLP, profesor de la Facultad de

    Ciencias Mdicas, quien inst a la comunidad uni-versitaria a votar por la reeleccin presidencial de

    Pern, o aquellas propuestas de la CGU en pro decolocarle a la propia facultad el nombre del presi-

    dente y al aula magna "Evita Pern" (21 p.73).Varias fueron entonces las luchas que se

    emprendieron desde la Federacin Universitaria

    de La Plata (FULP) (Figura 3): a favor del comedorestudiantil; contra la Ley de Residencia y los apre-

    mios ilegales a los estudiantes que llevaban ade-lante actividades polticas; contra la intervencin

    en las facultades, la presencia de la CGU, lasdesignaciones arbitrarias de cargos, el recorte pre-

    supuestario, la visin de la universidad como una"unidad bsica", la promocin de asignaturas de

    "doctrina nacional justicialista" y, dentro de laFacultad de Ciencias Mdicas, una pelea especfi-

    ca por revocar el curso premdico (22).

    Figura 3. Volante de la Federacin Universitaria de LaPlata (FULP). 1952.

    Fuente: Archivo de la DIPBA. Mesa A, factor estudiantil, Leg. N 1 (FULP).

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    Garca particip en 1954 de laAgrupacin de Estudiantes Reformistas (ADER)

    (23,24). Esta agrupacin arm una lista para dis-putar la conduccin del Centro de Estudiantes de

    Medicina, en cuya boleta aparece l como can-didato suplente a delegado de la FULP para el

    perodo 1954-1955 (Figura 4). La lista de ADERcompeta con la de la "Agrupacin Unitaria

    Medicina" y con otra llamada "Libertad yReforma", segn pudimos reconstruir a partir de

    un informe de la DIPBA (c).

    La ADER tena una fuerte improntareformista, estaba vinculada al Partido Radical, y

    en su seno se nucleaban estudiantes que proven-an de sectores ms populares; mientras que

    "Libertad y Reforma" comparta los ideales refor-

    mistas desde una matriz ms libertaria, pero susintegrantes provenan en su mayor parte de sec-tores medios y altos. Eso sugiere que, como en el

    caso de muchos estudiantes universitarios de lapoca, esta insercin de Garca en la poltica

    estudiantil no solo estaba atravesada por sus posi-cionamientos polticos, sino tambin por los vn-

    culos y el capital social acumulado, en el que se

    notaba una cierta distancia con las familias de laselites locales que histricamente reproducan los

    profesionales mdicos de mayor renombre.El inicio del decenio siguiente (1955-

    1966), conocido como la "edad de oro" de la uni-versidad argentina, encontrar a Garca partici-

    pando activamente en las discusiones que guia-rn los entretelones universitarios. Desde un pri-

    mer momento la Federacin UniversitariaArgentina tendr un rol fundamental en la recu-

    peracin de la autonoma y asimismo en la desig-nacin de los rectores y decanos interventores

    (en La Plata el interventor de la Facultad deCiencias Mdicas fue un nombre propuesto por

    los estudiantes reformistas). El Decreto N

    6403/55 del gobierno de la llamada "RevolucinLibertadora" marc el rumbo de la reorganizacin

    universitaria, restableciendo no solo el principiode autonoma sino tambin la poltica de concur-

    sos por medio de la cual se buscaba restituir loscargos de todos los cesanteados en la dcada

    anterior y discriminar a aquellos otros que hubie-ran tenido vinculaciones con el gobierno depues-

    to. Este decreto contena tambin en su artculo28 la habilitacin para la creacin de "universi-

    dades libres", una de las fuentes de tensin que

    tiempo despus va a minar la armona que impe-

    raba en este renacer universitario.

    En la Facultad de Ciencias Mdicas dela UNLP se conform en 1956 una Junta Asesora

    integrada por profesores, graduados y delegadosestudiantiles, entre los que se encontraba Garca.

    Dos debates centrales rigieron la existencia deesta entidad: los concursos y el examen de ingre-

    so. En cuanto a los concursos, ms all de la tota-lidad de impugnaciones presentadas tanto por los

    graduados como por los estudiantes, el decanodio curso a una cantidad bastante limitada. Por su

    parte, la discusin por el carcter del ingreso a lasaulas mdicas se prolong a lo largo de los aos,

    y todava hoy es un tema rspido y no resuelto enla historia de la facultad. En aquel momento, el

    decano, algunos profesores y los graduados de la

    Junta peleaban por crear algn mecanismo quelimitara parcialmente el ingreso a la facultad,

    Figura 4. Boleta de elecciones de la Agru-pacin de Estudiantes Reformistas (ADER),del Centro de Estudiantes de Medicina dela Universidad Nacional de La Plata. 1954.

    Fuente: Archivo de la DIPBA. Mesa A, factor estudiantil, Leg. N 39(CEM).

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    amparados en las dificultades materiales y derecursos humanos que se profundizaban con la

    afluencia masiva de nuevos estudiantes.Ante esta postura, enarbolando la voz

    de la representacin estudiantil, Garca pedaatender problemticas ms profundas del sistema

    educativo argentino, vinculadas con la calidad dela enseanza secundaria y la falta de presupues-

    to, al mismo tiempo que propona una prueba deseleccin no eliminatoria. Este debate mostraba

    claramente el panorama de una nueva antinomia

    entre los viejos reformistas y aquellos ms jve-nes, quienes si bien se haban incorporado a las

    filas reformistas al calor de la lucha contra elgobierno peronista, en gran parte haban accedi-

    do a la universidad gracias a las polticas de este.

    Las restricciones de acceso a la educacin supe-rior ya no entraran dentro de su imaginario, loque generaba un amalgamiento de ideas refor-

    mistas y reivindicaciones conseguidas bajo elgobierno peronista (25 p.17-18).

    De esta manera, como podemos notar,profundos procesos histricos permiten entender

    las posiciones de Garca en la militancia estu-

    diantil. La renovacin cultural y social del mundode posguerra configura el marco en el que se ins-

    criben estos hechos, y cobra en Argentina carac-tersticas singulares teidas de un matiz netamen-

    te poltico, inaugurado con el derrocamiento delperonismo (26 p.54). El diagnstico que caba en

    un contexto donde el peronismo era sinnimo deun pasado arcaico que se pretenda dejar atrs,

    hablaba de una universidad vaca: la idea de rup-tura con ese pasado inmediato ir de la mano con

    la restauracin reformista y la reivindicacin delos valores democrticos (27).

    Esta desperonizacin de la universidad

    se dar en un contexto de impulso de las ideasdesarrollistas imperantes en casi toda Amrica

    Latina. La ciencia y la tcnica constituan los ejesprivilegiados en los cuales se asentaba cualquier

    programa de desarrollo econmico y social,mientras se proyectaba al Estado como principal

    agente viabilizador de los cambios. En estemarco se ensayaron inditas experiencias de

    modernizacin cultural y la universidad constitu-y un espacio legtimo de creacin y produccin

    de conocimiento. Esto estuvo acompaado poruna acelerada institucionalizacin acadmica y

    el fortalecimiento de campos disciplinares que,

    como en el caso de la sociologa cientfica impul-sada por Gino Germani, traern nuevos elementos

    tericos como el estructural-funcionalismo nortea-mericano y una mirada propia asentada en los pro-

    cesos de desarrollo de las sociedades perifricas.Fue en este escenario que Garca, alen-

    tado por una amiga de la Escuela de Periodismo,decidi volcarse de lleno al estudio de lo social,

    y se postul para una estada en la sede chilenade FLACSO. A travs de una beca de estudios,

    pudo inscribirse en la Escuela Latinoamericanade Sociologa (ELAS), dependiente de esa unidad

    acadmica. As, en 1960 viaj a Santiago con la

    intencin de profundizar aquellas primerasinquietudes y a buscar una mirada ms integral

    de los PSEA. La estada en la FLACSO-Chile fue

    fundamental en su carrera. El clima que impera-ba en la institucin en aquella poca era demucha efervescencia, creatividad, apuesta al

    conocimiento y al desarrollo de recursos huma-nos locales. Al menos as reconstrua l esta

    experiencia:

    Hay que recordar que la Facultad Latinoamericana

    de Ciencias Sociales, auspiciada por la UNESCO

    para elevar la enseanza de las ciencias socia-

    les, se crea a fines de los aos 1950. Al mismo

    tiempo, se adjudican becas para el extranjero

    intentando, con este y otros mecanismos, crear

    una "masa crtica" de cientficos sociales. Por

    supuesto, y no podra ser de otro modo, la for-

    macin se haca bajo la hegemona del positivis-

    mo sociolgico, lo cual no quiere decir que se

    impidiera el florecimiento de otras escuelas y

    que algunos alumnos reaccionaran contra la

    enseanza imperante. (3 p.XX)

    Garca curs sus estudios en la FLACSOentre 1960 y 1962. Luego, por sugerencia de

    Peter Heintz, director de la ELAS durante esosaos, pas a formar parte del equipo docente

    como profesor de Teora Social, hasta fines de1963. El propio Heintz lo recomendar despus

    para trabajar con Alex Inkeles, socilogo de lainstitucin, aunque ese trabajo no prosper y fue

    uno de los alicientes para aceptar la beca que lollevara a Harvard al ao siguiente (28). Este vn-

    culo con la universidad norteamericana surgi araz de una investigacin internacional realizada

    en siete pases sobre "La influencia del medio de

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    trabajo en las conductas de los individuos", en lacual Garca particip con otros compaeros. Esta

    investigacin, con sede en la FLACSO, requerade la sistematizacin, por parte del grupo de estu-

    diantes, del material recogido en 1.500 encuestasrealizadas en Chile, lo que les brind una expe-

    riencia metodolgica importante y fue el vnculoinicial para que se produjera la consiguiente invi-

    tacin de esa universidad.Esta posibilidad de participar en traba-

    jos de campo form parte de una estrategia peda-

    ggica impulsada por Heintz dentro de la institu-cin, donde la enseanza se organizaba a partir

    de la transmisin de contenidos vinculados a lateora sociolgica, metodologa, tcnicas de

    investigacin y aspectos empricos del desarrollo

    econmico y social. Esto supona la participacinde los alumnos en investigaciones concretas quebuscaban integrar teora, metodologa e investi-

    gacin emprica en un mismo proceso. Siguiendovarios testimonios y la propia produccin de

    Garca en aquellos aos, la formacin tena unenfoque eminentemente estructural-funcionalista

    con agregados de la sociologa germaniana que

    llegaba desde Argentina. As lo describe un alum-no de la tercera cohorte:

    En FLACSO encontr un clima muy conservador.

    Su director en ese momento era Peter Heintz, un

    suizo muy orientado por la moda norteamerica-

    na Parsons, Merton y, por otro lado, la pode-

    rosa influencia de Gino Germani desde

    Argentina. No haba ningn curso de marxismo,

    todo era funcionalismo estructural, con alguna

    orientacin antropolgica. (29 p.73)

    Segn figura en los archivos de la

    Biblioteca de FLACSO-Chile, la tesis con la queGarca se gradu llevaba el ttulo: "Variacin en

    el grado de anomia en la relacin mdico-pacien-te en un hospital" (30). Era el puntapi inicial

    para una serie de estudios cuyos ejes centralesgirarn en torno a la problemtica de las elites

    mdicas, la relacin mdico-paciente y el autori-tarismo, elemento que segn l defina ese vncu-

    lo. Estos primeros trabajos manifiestan el inci-piente dilogo entre las ciencias sociales y la

    medicina, horizonte que nunca abandonara. Deesta poca (1961-1964) datan tambin los artcu-

    los "Sociologa y medicina: bases sociolgicas de

    la relacin mdico-paciente" y "Comportamientode las elites mdicas en una situacin de subde-

    sarrollo" (31,32).En estos trabajos de los tempranos aos

    60, Garca recoge categoras de la sociologa mdi-ca norteamericana, pero tambin un anlisis crtico

    del enfoque centrado en la "resolucin de proble-mas" prcticos de la medicina. Producto de sus

    indagaciones y de la lectura crtica de esta literatu-ra ser una coleccin que l realiza en 1971, para

    la difusin informal de una serie de ttulos de

    Talcott Parsons, John Simmons, Edward Suchman yJoan Hoff Wilson. Este inters lo llevar a ir cen-

    trndose paulatinamente en los procesos de ense-anza de la medicina y en el rol de las ciencias

    sociales en los currculos mdicos, problemtica

    medular de sus escritos del perodo 1965-1972,que analizaremos en la prxima parte.

    De esta manera, la formacin de los pro-

    fesionales de la salud en las instituciones de edu-cacin superior se convertira en un punto decisi-

    vo para la construccin de un nuevo paradigma.Para Garca, los espacios universitarios estaban

    histricamente determinados e integraban la pro-

    duccin, transmisin y socializacin del saber deacuerdo a la formacin social concreta en la que

    se enmarcan. En este sentido, el rol de la educa-cin mdica terminaba siendo vertebral en la

    reproduccin de los servicios de salud. Al mismotiempo, Garca otorgaba a estas instituciones cier-

    ta autonoma y capacidad para albergar espaciosde cambio e innovacin (33,34).

    Quiz hayan sido sus primeras experien-cias como actor universitario en aquel contexto de

    politizacin estudiantil y las disputas en torno a ladefinicin del modelo universitario, los elementos

    que operaron en los aos posteriores como cimien-to desde el cual preguntarse por la relacin entre la

    estructura social y el modo dominante en la pro-

    duccin de profesionales mdicos.

    MEDICINA SOCIAL Y REDES DECOOPERACIN LATINOAMERICANA

    En marzo de 1966, Juan Csar Garca

    ingres al Departamento de Recursos Humanos dela OPS, con sede en la ciudad de Washington, ins-

    titucin en la que permanecera hasta su muerte.

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    Eran tiempos de gran convulsin poltica: el telnde fondo lo marcaba la guerra de Vietnam, la

    escalada del antiimperialismo, el mayo francs ylos movimientos revolucionarios en Amrica

    Latina, que tenan a la Revolucin Cubana comoprincipal estandarte. Cuando entr a la OPS tena

    33 aos, un ttulo de socilogo obtenido enFLACSO-Chile y la experiencia como asistente de

    investigacin en la Universidad de Harvard.En la dcada de 1960, un sector de la

    OPS encabezaba proyectos para reformular los

    cursos sobre salud pblica, desde una perspecti-va crtica al paradigma biologicista de la historia

    natural de la enfermedad. Fue fundamental eneste proceso la incorporacin de saberes prove-

    nientes de las ciencias sociales que permitan dar

    cuenta de la multicausalidad de los problemas desalud, tanto de aquellos que provenan del mode-lo preventivista norteamericano, como de las

    perspectivas histrico-estructurales que estabanemergiendo en Amrica Latina como nueva clave

    de lectura (35,36). Desde Harvard, Garca ingre-s a la OPS a travs de un ambicioso proyecto de

    investigacin patrocinado por la Fundacin

    Milbank, que buscaba cartografiar el espaciologrado por las disciplinas de medicina preventi-

    va y social en la educacin de los profesionalesde la salud en Amrica Latina; proyecto que

    luego se ampliara al anlisis curricular de laenseanza mdica en general.

    El trabajo de campo de esta investiga-cin le permiti recorrer una enorme cantidad de

    pases, conocer de primera mano un centenar deescuelas de medicina, establecer dilogos con dis-

    tintos colegas e ir tejiendo las redes que ms tardedaran lugar a las primeras reuniones sobre "cien-

    cias sociales aplicadas a la salud", de acuerdo con

    la denominacin que todava se usaba en los aos70. Una vez ms, como en sus aos de militancia

    en la Facultad de Medicina de la UNLP, la cues-tin del diseo curricular apareca como un espa-

    cio de luchas y como un horizonte de posibilida-des de cambio. Garca contaba que esta preocu-

    pacin por trazar un mapa de los procesos deenseanza de la medicina a nivel latinoamericano

    tena algunos antecedentes en la propia OPS, quehaba organizado previamente dos seminarios:

    uno en Chile en 1955 y otro en Mxico en 1956,"ambos con la participacin de casi todas las

    escuelas de medicina del continente" (6 p.2). Los

    participantes en esas reuniones recomendaron ala OPS la tarea de evaluar los alcances que efec-

    tivamente tenan los saberes de las ciencias socia-les en el diseo curricular de estas escuelas.

    Siguiendo esta sugerencia, la OPS deci-di reunir en Washington a un grupo de expertos

    que discutieron (entre 1964 y 1967) la posibili-dad de disear una investigacin que sirviera de

    "marco de referencia" para la recomendacin depolticas tendientes a homogeneizar criterios

    para la enseanza de la medicina. Garca seincorpor para la coordinacin del trabajo de

    campo, realizado entre fines de 1967 y comien-

    zos de 1968. En total, fueron ms de cuatro aosde trabajo y la recoleccin de datos cont con la

    colaboracin de profesionales locales de 18 pa-

    ses diferentes, encargados de aplicar cuestiona-rios previamente diseados por el Departamentode Desarrollo de Recursos Humanos de la OPS.

    Entre ellos estaban varios de los colegas conquienes ms tarde Garca estrechara vnculos

    para la organizacin del movimiento de sanitaris-tas vinculados a la medicina social (d).

    Uno de ellos, el mdico ecuatorianoMiguel Mrquez, sintetiza hoy lo que recurren-

    temente se destaca sobre su estilo de trabajo,

    desplegado en toda Amrica Latina con colegasmdicos y otros profesionales de la salud: "tena

    una gran capacidad de aglutinar gente" (11). AMrquez le encarg la recoleccin de datos en

    Ecuador y seis pases centroamericanos. lcuenta que lo conoci en la ciudad de Cuenca

    durante el perodo previo al inicio del trabajode campo, cuando Garca emprendi una reco-

    rrida por los pases que la investigacin iba aabarcar. Segn explica este entrevistado, tuvo

    que esforzarse para convencer a diferentes cole-gas pertenecientes a federaciones universitarias

    alineadas con el ideal comunista, quienes en

    principio sospechaban de una investigacin sos-tenida desde Washington y financiada por una

    fundacin norteamericana.Cuando l llega a Ecuador para conocer

    las escuelas de medicina, Mrquez era asesor dela Federacin de Estudiantes de Medicina en

    Cuenca. Lo primero que hace Garca es ir ahablar con los estudiantes y les explica las inten-

    ciones del proyecto. Entonces, los estudiantes(algunos eran maostas, otros ms bien prosovi-

    ticos) lo fueron a ver a su asesor, trasladndole su

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    sospecha: para ellos, Garca era un agente encu-bierto de la CIA. Mrquez les pide que lo dejen

    hablar personalmente con l. Tuvieron una con-versacin largusima, de un da entero: "me

    encuentro con una figura de muy pocas palabrasy ah supe de dnde vena l", dice Mrquez con

    relacin a sus orgenes socialistas y su paso por lasociologa (35). Ese da comenz a gestarse una

    larga amistad, repleta de colaboraciones.En 1972, el mismo ao en que Garca

    public La educacin mdica en Amrica Latina,

    logr reunir a varios de estos colegas en la ciudadde Cuenca, Ecuador, donde por primera vez el

    incipiente grupo toma una posicin explcita-mente crtica con relacin al marco terico fun-

    cionalista que por entonces imperaba en los an-

    lisis sociolgicos de la salud. Al filo de su muer-te, Garca valoraba los resultados de esta reuninque busc, en su momento, "definir ms clara-

    mente el campo" de las ciencias sociales ensalud, es decir, reconoca la bsqueda de una

    revisin de las mismas bases tericas y metodol-gicas que podran sustentar un campo de estu-

    dios an en ciernes. El grupo se mostraba cada

    vez ms nutrido, pero segn sus propias palabras"le faltaba el cemento ideolgico que permitiera

    trascender las relaciones amistosas, diferencian-do a la medicina social de la salud pblica y

    separndola de la medicina preventiva" (3 p.XX).Para comprender el contexto en el que

    se desarrollaron las discusiones de Cuenca espreciso recordar lo que eran en Amrica Latina

    las "ciencias sociales aplicadas a la salud" a ini-cios de la dcada de 1970. En primer lugar, la

    insercin institucional de estos saberes no pasa-ba de un puado de ctedras de medicina pre-

    ventiva y social. En la bibliografa abundaba elenfoque de las "ciencias de la conducta", des-

    arrollado en EE.UU. desde la segunda posgue-

    rra. Crtico de este enfoque, Garca lo cuestio-nara por su metodologa positivista y por utili-

    zar un trmino (conducta) que invisibilizaba laraz histrica de la accin humana. En tal senti-

    do, el grupo reunido en Cuenca manifest con-juntamente que la "aplicacin del anlisis fun-

    cionalista a los problemas de la salud", ascomo las visiones reduccionistas de los trabajos

    basados en el paradigma de la historia naturalde la enfermedad y en los estudios de los deter-

    minantes de la conducta individual, contribuan

    todos a una "concepcin esttica" y a una "des-cripcin formalista" de los procesos de salud

    (37 p.XIX).De acuerdo con la opinin de varios de

    nuestros entrevistados (11,38,50,71), Garca fueel principal impulsor de ese primer seminario y

    de la consolidacin interna del grupo que semantuvo en estrecho contacto durante los

    siguientes aos. Planearon adems repetir la reu-nin realizada en 1972, la que finalmente se rea-

    liz en 1983 y nuevamente en Cuenca. Uno delos asistentes a ambas reuniones, Everardo

    Nunes, afirma en la entrevista que Garca le

    encarg, cuando ya estaba bastante enfermo, larecopilacin de todos los trabajos presentados en

    ese segundo seminario (38). Ese pedido fue cum-

    plido y dio lugar a la aparicin del libro Las cien-cias sociales en salud en Amrica Latina: tenden-

    cias y perspectivas, publicado tanto en espaol

    como en portugus (37).Poco despus de la segunda reunin de

    Cuenca, Garca muere. Varios de los asistentesSal Franco Agudelo, Asa Cristina Laurell, Hesio

    Corderio, Jaime Breilh, Sergio Arouca y EverardoNunes, entre otros se reunieron nuevamente a

    fines de ese ao en la ciudad brasilea de Ouro

    Preto. En esa reunin, a la que tambin concurrie-ron Mario Testa y Susana Berlmartino, se constitu-

    y la Asociacin Latinoamericana de MedicinaSocial (ALAMES). En las consideraciones finales

    del acta constitutiva, los firmantes deciden hacer"una especial mencin" a Juan Csar Garca, reco-

    nociendo "su trabajo pionero en la corriente mdi-co-social en Amrica Latina, su slido aporte teri-

    co a esta corriente y su liderazgo en nuestraAsociacin" (39). Paradjicamente, lo que quizs

    sera la mayor aspiracin de Garca se materializel mismo ao de su muerte.

    Si el funcionalismo haba permitido

    avanzar desde las ciencias sociales para pensaralgunos problemas como la relacin mdico-

    paciente o el vnculo entre estructura social ysalud, el contexto de crisis del proyecto des-

    arrollista y la emergencia de otros enfoquescomo la teora de la dependencia apuntalaban

    la resistencia al paradigma funcionalista impe-rante. Ese "cemento ideolgico" al que se refe-

    ra Garca fue el marxismo y, como bien descri-bi Hugo Mercer, la transicin del funcionalis-

    mo al materialismo histrico fue un proceso de

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    "sustitucin de un estructuralismo por otro", yaque el marxismo que se impuso en Amrica Latina

    estuvo en lnea con la corriente althusseriana (40).De este modo, en la obra de Garca (no

    solo en la obra escrita y publicada sino tambin enla ms silenciosa tarea de armado de un movimien-

    to latinoamericano de medicina social) se constataa inicios de los aos 70 algo que podramos llamar

    un "giro marxista". Este giro puede vislumbrarsedesde unos aos antes cuando viaja a Harvard con

    su compaera, Carlota Ros, una abogada que tam-

    bin fue alumna de FLACSO y estaba formada enel pensamiento socialista chileno. En Harvard fue-

    ron becarios de George Rosen y Milton Roemer,ambos discpulos de Henry Sigerist (11).

    Sigerist (1891-1957), reconocido como

    uno de los ms grandes historiadores de la medi-cina, se desempe entre 1932 y mediados delos aos 40 como director del Instituto de

    Historia de la Medicina de la Universidad JohnHopkins en Baltimore, y fue uno de los pioneros

    en pensar la medicina desde el anlisis histricoy sociolgico. Siguiendo esta lnea, lleg a com-

    prender las limitaciones que la estructura social

    impona a los fenmenos de la salud, incorporan-do a partir de su recorrido cientfico una perspec-

    tiva marxista que lo acercara a pensar el socialis-mo como una forma superior de vida para el

    hombre (41). En varios de los escritos de Garcaposteriores a esta poca se observa, en la biblio-

    grafa que utiliza, la presencia de este autor,como en el trabajo "Las ciencias sociales en

    medicina", trabajo presentado en el XXIIICongreso Internacional de Sociologa, Caracas,

    Venezuela, 20-25 de noviembre de 1972 (42).Desde luego, este golpe de timn tuvo

    mucho que ver con un universo de lecturas y de

    discusiones tericas, pero a la vez hubo un acerca-miento a las experiencias de Cuba y Nicaragua, en

    las que el marxismo era algo ms que una realidadde papel. Miguel Mrquez, un colega muy cercano

    a la Revolucin Cubana, recuerda que en la dca-da de 1960, antes de este giro de Garca hacia el

    marxismo, se haban encontrado en el sendero dela medicina social, al que haban llegado con baga-

    jes ideolgicos diferentes: Garca desde el socialis-mo y l desde la Teologa de la Liberacin. Los

    aos 70, en cambio, no hicieron otra cosa que con-solidar el punto de vista del marxismo estructuralis-

    ta, incorporando diferentes lecturas.

    Una radiografa de su biblioteca perso-nal, donada luego de su muerte a la Fundacin

    Internacional de Ciencias Sociales y Salud deEcuador (e), hace posible una reconstruccin, al

    menos aproximada, de esas lecturas. Varios testi-monios indican que Garca era, adems de un

    vido lector, un asiduo comprador de libros. Labiblioteca contiene aproximadamente 3.700 vol-

    menes. La mitad de ellos son publicaciones cien-tficas peridicas, actas de congresos y memorias

    institucionales; mientras que la otra mitad estcompuesta por libros de autora individual y

    colectiva. Entre las publicaciones cientficas se

    destacan algunas series de revistas norteamerica-nas de sociologa (American Sociological Review,

    Theory and Society, The American Journal of

    Sociology, etc.); revistas de sociologa de la cien-cia y de la educacin (Sociology of Education,Science in Society, Harvard Education Review); y

    varias publicaciones en el rea de ciencias socia-les y salud, en ingls (Social Science and

    Medicine,Journal of Health & Human Behavior),pero fundamentalmente en espaol y portugus:

    Revista Panamericana de Salud Pblica, GacetaMdica de Mxico, Revista Cubana de Salud

    Pblica, Revista Ecuatoriana de Higiene y

    Medicina Tropical, los Cuadernos Mdico-Sociales de Chile, y los Cadernos de Sade

    Pblica de Brasil. Los boletines de la OPS y dife-rentes publicaciones de la Organizacin Mundial

    de la Salud (OMS) cubran una buena parte de laspublicaciones que reciba.

    La biblioteca no solo permite trazar unmapa de sus lecturas, sino tambin un mapa de

    contactos, ya que muchos de esos volmenesproceden de viajes y redes de relaciones con

    otros colegas. En tal sentido, y aun viviendo enWashington, la presencia de libros en espaol y

    portugus es notoria: la mitad de sus libros (apro-

    ximadamente 1.170) son ttulos en espaol, untercio en ingls y el restante en otros idiomas con

    predominio del portugus. En sus sucesivos via-jes a Brasil haba acumulado un centenar de ttu-

    los de una gran variedad temtica, lo que sugiereque no se trataba nicamente de obsequios de

    colegas brasileos del movimiento sanitarista. Dehecho, los libros sobre salud son pocos, frente a

    los numerosos ttulos de socilogos como CaioPrado Junior, Octavio Ianni o Gilberto Freyre;

    economistas y politlogos de la teora de la

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    dependencia como Celso Furtado, numerosos tra-bajos de historia brasilea y no pocos libros sobre

    movimiento obrero, anarquismo y marxismo.Aunque en su biblioteca quedan las

    huellas de la literatura funcionalista anglosajona(de la cual atesoraba muchos ttulos), es notable la

    cantidad y diversidad de libros de teora marxista,antiimperialismo e historia latinoamericana. Poco

    despus de la primera reunin de Cuenca, presen-ta el trabajo programtico "Las ciencias sociales

    en medicina", donde el pensamiento marxista ya

    surcaba plenamente sus reflexiones. All apostabaal estudio de la estructura social para entender la

    produccin de las enfermedades y de los serviciosmdicos; y adems afirmaba que la "posicin del

    mdico" como actor social estaba "determinada

    por el modo de produccin" esclavista, feudal ocapitalista (42 p.21).

    Sin embargo, esta bsqueda de un

    "cemento ideolgico" y de un nuevo "marco dereferencia" diferente al del funcionalismo nortea-

    mericano, estuvo lejos de convertirse en una tareaabstracta y metaterica. Desde la OPS, Garca

    apuntal dos procesos complementarios que se

    desarrollaron en la dcada de 1970: un notableimpulso hacia la investigacin emprica y la cons-

    truccin institucional de programas de posgradoen medicina social. Una ancdota relatada por

    Miguel Mrquez ilustra bien esta preocupacinpor plasmar rpidamente las discusiones tericas

    en resultados tangibles. En una reunin de 1978se le ocurri dirigirse a sus colegas a travs de una

    parbola que llam "la bestia y el contexto". Setrataba de un cuento sobre una selva tranquila en

    la que haba aparecido una bestia extraa quegener revuelo y debates entre los animales. El

    bho, filsofo de la selva, quiso ordenar las discu-siones argumentando que antes de debatir era

    preciso "tener un marco de referencia o un con-

    texto para discutir esta accin". Uno de los anima-les propuso entonces discutir debajo del elefante,

    que poda hacer las veces de contexto y albergar-los a todos. Cada vez que los animales parecan

    llegar a un acuerdo, el bho presentaba una duday todo el debate volva a cero. En un momento, el

    elefante sinti el cansancio y, como su memoriaera bastante dbil, se acost olvidando lo que

    pasaba y aplast a todos los conferencistas. Deesta parbola, tan trivial como efectiva, Garca

    extrajo la siguiente moraleja: mejor acabar con

    los debates y hacer algo, antes que el contexto senos venga encima (43).

    En realidad, ese contexto ya estaba enci-ma: la dictadura militar instalada en Brasil desde

    1964 se estaba expandiendo junto a la Doctrina dela Seguridad Nacional en buena parte de Amrica

    Latina. Los golpes de Estado en Chile (1973),Uruguay y Argentina (1976) amenazaban seria-

    mente las aspiraciones polticas de los sanitaristasy mdicos ligados a corrientes populares, de

    izquierda o marxistas. Desde que inici su trabajoen la OPS, la estrategia adoptada por Garca para

    incidir en los pases gobernados por militares pasa-

    ba por una resistencia capilar, nutriendo los cana-les ms subrepticios de oposicin al rgimen. As

    fue en el caso de Brasil, donde estableci vnculos

    muy estrechos con los ncleos universitarios quearticulaban una mayor resistencia a la dictadura.

    En el estado de San Pablo, se acerc al

    Departamento de Medicina Preventiva de laUniversidad Estadual de Campinas (UNICAMP),

    creado en 1965 bajo el modelo preventivistaque vena impulsando, entre otros organismos

    internacionales, la propia OPS. A inicios de ladcada de 1970, ese modelo comenzaba a ser

    cuestionado por profesores de este departamen-

    to como Sergio Arouca y Anamaria Tambellini,por cierto muy influidos por la lectura de los pri-

    meros textos de Garca sobre la enseanza mdi-ca. Ellos crearon el Laboratorio de Educacin

    Mdica y Medicina Comunitaria (LEMC), incor-porando debates tericos sobre los determinan-

    tes sociales de los procesos de salud y enferme-dad para superar el paradigma biologicista, as

    como discusiones sobre las bases estructuralesde la organizacin de los servicios de salud. El

    laboratorio coordin, adems, trabajos que lle-varon estas ideas por fuera de los muros de la

    universidad, fundamentalmente en los munici-

    pios cercanos a Campinas (38).La experiencia del LEMC y del

    Departamento de Medicina Preventiva fue unode los pilares del movimiento sanitarista brasile-

    o, el cual, adems, sirvi de base para las refor-mas constitucionales que tras el regreso de la

    democracia instalaron en Brasil el Sistema nicode Salud. Uno de los mdicos que particip de

    esta experiencia, Alberto Pellegrini, cuenta que larelacin con OPS va Juan Csar Garca fue deci-

    siva. En particular, Garca permita el acceso a

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    material bibliogrfico que no circulaba fcilmen-te por motivos materiales y por las restricciones

    de la censura. Segn Pellegrini:

    Juan Csar Garca haca un esquema de biblio-

    grafa seleccionada, que enviaba a sus amigos. l

    tena una red, enviaba textos que, en aquella

    poca, leamos vidamente: fotocopias de artcu-

    los de Foucault, de Polack []. Todos lo reciba-

    mos directamente y armbamos mesas de deba-

    te. Fue en gran medida una formacin de carc-

    ter casi heroico. (44)

    Varias de esas misivas, prolijamentemecanografiadas en hojas con membrete, se con-

    servan en los acervos personales de los colegas

    que formaban parte de esta red. Miguel Mrquez,por ejemplo, posee una copia de una carta fecha-da el 31 de octubre de 1973, que reproducimos

    ntegramente porque ofrece algunas claves paraentender los alcances de esta tarea de difusin de

    bibliografa (Figura 5).Ms all de un dato que salta a la vista,

    como es la tarea de constante actualizacin

    bibliogrfica ya que se trata de textos sobre urba-nismo que acababan de ser publicados, apare-

    cen aqu otros elementos importantes. Ante todo,la mencin de dos libros de Friedrich Engels que

    tratan la cuestin urbana (La condicin de la claseobrera en Inglaterra y Contribucin sobre el pro-

    blema de la vivienda). Lo curioso es que, a dife-rencia de todos los otros autores que aparecen

    aludidos en la carta, a Engels hace referenciausando sus inciales "F.E", y ambos libros son cita-

    dos en ingls, como si se quisieran evitar proble-mas ante un eventual censor desprevenido.

    Garca estableci una relacin estrecha

    con mdicos latinoamericanos de una fuerte for-macin marxista. Junto al acercamiento a los

    sanitaristas cubanos, la amistad con SergioArouca era en ese sentido determinante. Arouca,

    adems de uno de los referentes delDepartamento de Medicina Preventiva de UNI-

    CAMP, era entonces un alto cuadro del PartidoComunista Brasileo. En 1975, en un momento

    en que el rgimen militar haba endurecido larepresin de la disidencia poltica, la experiencia

    del laboratorio LEMC se hizo insostenible y variosmiembros de ese grupo directamente se fueron de

    la universidad. Arouca haba finalizado su tesis

    doctoral O dilema preventivista (45), pero sola-

    mente pudo defenderla en 1976 cuando ya tenaasegurado un lugar en la Escola Nacional de Sade

    Pblica de Ro de Janeiro. En esa tesis, inclua a suscolegas de la OPS, Miguel Mrquez y Juan Csar

    Garca, a quienes mencionaba entre los profesoresque haban contribuido a su formacin intelectual

    (45). Ms tarde, en la dcada de 1980, y luego desu paso por Ro de Janeiro, Arouca ira a Nicaragua

    como asesor del gobierno sandinista, invitado porel propio Garca en calidad de asesor de la OPS

    para el Ministerio de Salud de ese pas, donde tam-

    bin estaba Miguel Mrquez (f).Sarah Escorel recuerda que "el grueso

    de las personas que fundaron el Centro Brasileirode Estudos da Sade (CEBES) eran del Partido

    Comunista Brasileo, que estaba en la clandesti-nidad". Despus de salir de Campinas y antes de

    ir a Nicaragua, Arouca dirigi este centro quecongregaba a quienes estaban pensando los pro-

    blemas de salud desde una perspectiva marxista.Segn Escorel:

    La fuente de inspiracin era marxista en serio,

    ms de Marx que de Lenin. Haba varios pensa-

    dores que todos ellos lean, principalmente a

    partir de bibliografa que enviaba Juan Csar

    Garca. [] Era un funcionario de un organismo

    internacional, pero lo que haca, fuera del traba-

    jo burocrtico dentro de OPS, era justamente

    estimular esos ncleos latinoamericanos con

    mucha bibliografa que aqu no exista y que no

    era publicada. (47)

    En los aos 70, era muy fluida la rela-

    cin entre estos intelectuales marxistas que en

    Amrica Latina comenzaban a discutir polticasde salud y los espacios que dentro de la OPS fue-

    ron ms receptivos a las ideas de izquierda, como

    el Departamento de Recursos Humanos y deInvestigaciones, desde donde sostuvo la publica-cin de la revista Educacin Mdica y Salud. Uno

    de los brasileos, Carlyle Guerra de Macedo, quegravit en esos espacios y termin dirigiendo la

    OPS de 1985 a 1991, destaca el carcter clandes-tino de varios espacios de debates que en ese

    momento se daban desde una perspectiva mar-xista: "Nosotros discutamos todo eso de noche,

    escondidos, en la casa de los amigos, publicba-

    mos, y as creamos el llamado Proyecto

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    Figura 5. Carta de Juan Csar Garca. 31 de octubre de 1973.

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    Figura 5. Continuacin

    Fuente: Acervo personal de Miguel Mrquez

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    Andrmeda". En ese proyecto estaban el propioMacedo, Arouca, Hsio Cordeiro y otros miem-

    bros de lo que despus se conocera como elmovimiento sanitarista. Durante el perodo en el

    que la dictadura haba endurecido ms los meca-nismos de vigilancia de las actividades comunis-

    tas, estos personajes segn narra Macedo "dis-cutan en las sombras" y "conspiraban" contra la

    dictadura aprovechando los viajes al exteriorcomo modo de articular redes de disidencia (48).

    En ese punto, el acceso a la OPS y a sus recursos

    para viajes, encuentros y organizacin de semi-narios, pareca estar garantizado. Como agrega

    otro integrante del Proyecto Andrmeda, NelsonRodrguez:

    Nuestros encuentros eran en el hall de los aero-puertos []. No ramos ms que unos 15 o 20,

    pero tenamos una posibilidad de movilidad

    efectiva [] participbamos en congresos, en

    mesas redondas, en proyectos de investigacin

    que financiaban los viajes. Entonces hacamos

    varios encuentros clandestinos [], coordinba-

    mos los horarios de viajes para realizar encuen-

    tros en los aeropuertos o en las residencias de

    algunas capitales, como Ro de Janeiro, Belo

    Horizonte, San Pablo. [] Nosotros ramos cos-

    teados para viajes oficiales con objetivos claros y

    cumplamos los objetivos institucionales, pero

    asegurndonos en esos viajes algunos momentos

    para intercambiar ideas. (49)

    Si prestamos atencin nuevamente a lacarta de 1973 (Figura 5), otro elemento resulta

    sumamente relevante para comprender la tarea querealizaba Garca desde Washington. Adems de la

    actualizacin bibliogrfica y la introduccin

    subrepticia de lecturas marxistas, cabe destacar lacentralidad que le otorgaba a la investigacin emp-

    rica. En definitiva, junto a las discusiones tericas ymetodolgicas, lo que propona en esta carta era

    una "investigacin-hobby" que podra replicarse endiferentes ciudades de Amrica Latina. Consista en

    correlacionar las desigualdades en el espacio urba-no con la desigual distribucin de los servicios de

    atencin a la salud, incorporando la perspectiva dela geografa humana como una forma de discutir

    contra lo que l llamaba all la "metodologahegemnica", basada en muestreos que tomaban

    al individuo como unidad de anlisis.

    Este mismo espritu de orientacin a lainvestigacin emprica es el que Garca intentaba

    transmitir en los numerosos cursos y seminariosque imparti en diferentes pases latinoamerica-

    nos. Segn narran algunos colegas, emple laposibilidad de viajar como "experto" de la OPS

    para impartir distintos cursos de metodologa de lainvestigacin social aplicada a la salud. El mdico

    cubano Francisco Rojas Ochoa asisti a una seriede cursos de este tipo, dictados en la isla a comien-

    zos de la dcada de 1970. En ese momento Ochoa

    era el jefe de estadstica del Ministerio de Salud deCuba y as narra el impacto que caus Garca entre

    los alumnos del curso, principalmente psiclogosy tan solo dos mdicos:

    En ese entonces, el libreto mo era cuantitativis-ta. La investigacin pasaba mucho por la esta-

    dstica, por los indicadores de salud.

    Queramos medirlo todo: medir la mortalidad,

    medir la morbilidad, medir el tamao de los

    nios, medir la muerte de las mujeres. Incluso

    habamos hecho una investigacin nacional de

    crecimiento y desarrollo, basndonos en medi-

    das antropomtricas, un ejercicio estrictamente

    cuantitativo donde no haba nada social. Era

    medir y pesar a los muchachos. Nos imaginba-

    mos materialistas dialcticos, pero en ese senti-

    do ramos ms bien positivistas. Juan Csar nos

    abri otro horizonte. (50)

    Ese otro horizonte era el de la investi-

    gacin cualitativa. Garca lleg a Cuba con otrolenguaje: llev al curso una seleccin de artcu-

    los cientficos sobre investigacin en el campode la salud, la mayora de ellos de autores nor-

    teamericanos, y lo que propona no era exacta-

    mente leer textos tericos ni manuales de meto-dologa, sino discutir esos artculos enfatizando

    en el mtodo, en la trastienda de la produccinde ese trabajo.

    Finalmente, es preciso referirse a unltimo ncleo de actividades que Garca contri-

    buy a sostener desde la OPS: la creacin de losprimeros posgrados en medicina social y el

    apoyo para traer a Amrica Latina, en el marcode esos nuevos programas de posgrado, a diver-

    sos intelectuales europeos de gran renombre. Elprimer curso de medicina social se cre en 1973

    en la Universidade do Estado da Guanabara

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    actualmente, Universidad del Estado de Ro deJaneiro (UERJ), con ayuda de la OPS y de la

    Fundacin Kellogg; y un ao despus lograronorganizar otro curso de posgrado en medicina

    social en la Universidad Autnoma de Mxico enla sede Xochimilco (51).

    Roberto Passos Nogueira, uno de losprimeros alumnos de la Maestra en Medicina

    Social de la UERJ, explica que tuvo como compa-eros a varios alumnos extranjeros (de Honduras,

    Costa Rica, Per, etc.) enviados por Juan Csar

    Garca desde Washington como becarios.Nogueira recuerda que esa poltica dentro de la

    OPS, de otorgamiento de becas para formacinde recursos humanos en medicina social, depen-

    da mucho de Garca, quien fue tambin el que

    impuls la visita de profesores extranjeros comoIvn Ilich y Michel Foucault (52).

    La llegada de Foucault a Ro de Janeiro

    ilustra bien el funcionamiento de estas redes y, encierta forma, tambin sus cortocircuitos. Foucault

    ya conoca Brasil, su primer viaje haba sido en1965, invitado por Grard Lebrun, quien entonces

    era profesor visitante en la Facultad de Filosofa y

    Letras de la Universidade de So Paulo (USP). Enese momento, Foucault haba publicado solamen-

    te Maladie mentale et psychologie, (primera obratraducida al portugus), Histoire de la folie y

    Naissance de la clinique. Estas obras no tuvierongran impacto entre los estudiantes brasileos de

    filosofa, inmersos en el paradigma marxista. Encambio, la recepcin fue importante en el campo

    de la psicologa, especialmente entre los psicoana-listas heterodoxos: Jurandir Freire Maia, Roberto

    Machado, Renato Mezan y Suely Rolnik (53).Foucault regres a Brasil ocho aos ms

    tarde, y lo hizo en cuatro visitas en aos consecuti-

    vos: 1973, 1974, 1975 y la ltima en 1976. Si enlos inicios de la dictadura el paso de Foucault por

    San Pablo haba sido bastante sigiloso, en 1973tuvo mucho ms impacto: en Belo Horizonte ofre-

    ci unas charlas informales con estudiantes enhospitales psiquitricos y en Ro de Janeiro dict

    un famoso ciclo de cinco conferencias en laPontificia Universidade Catlica (PUC), que en

    gran medida anticipaban las tesis de Vigilar yCastigary que fueron publicadas en Brasil (54). En

    octubre de 1974 Foucault vuelve a Ro de Janeiro,esta vez al Instituto de Medicina Social en el que ya

    estaba en marcha la maestra. En ese momento,

    segn nos explica Mrquez en la entrevista (11), elcontacto lo hacen ellos, con Juan Csar Garca,

    desde la OPS, y Sergio Arouca desde Brasil.De hecho, de las seis conferencias que

    dict en esta oportunidad, las primeras reproduc-ciones salieron en espaol, antes que en portugus:

    "La crisis de la medicina o de la antimedicina","Incorporacin del hospital a la tecnologa moder-

    na" e "Historia de la medicalizacin". Estas trans-cripciones fueron publicadas en la revista de la

    OPS Educacin Mdica y Saludentre 1976 y 1978,reunidas luego en un mismo libro en portugus

    (55); mientras que las dos primeras fueron publica-

    das tambin, junto con "El nacimiento de la medi-cina social", en la Revista Centroamericana de

    Ciencias de la Salud, entre los mismos aos (56).

    Lo curioso de esta historia fue que, enparticular en esa conferencia sobre el nacimientode la medicina social, Foucault traa unas ideas

    que venan a sacudir parte del discurso que sus-tentaba al grupo de sanitaristas de izquierda.

    Foucault cuestion ese da la oposicin entre unamedicina de mercado, individualizante, profesio-

    nalista y liberal, por un lado, versus otra medici-na social, contraria a la lgica capitalista y en

    consecuencia potencialmente revolucionaria.

    Frente a eso, sostena la siguiente hiptesis:

    con el capitalismo no se pas de una medicina

    colectiva a una medicina privada, sino que ocu-

    rri precisamente lo contrario; el capitalismo

    que se desarroll a finales del siglo XVIII y

    comienzos del XIX, socializ un primer objeto,

    que fue el cuerpo, en funcin de la fuerza pro-

    ductiva, de la fuerza de trabajo. El control de la

    sociedad sobre los individuos no se oper sim-

    plemente a travs de la conciencia o de la ideo-

    loga, sino que se ejerci en el cuerpo, y con el

    cuerpo. Para la sociedad capitalista lo ms

    importante era lo biopoltico, lo somtico, lo cor-poral. (2 p.365-366)

    Solamente este prrafo condensaba

    varios cuestionamientos al pensamiento marxistaque sustentaba el grupo de mdicos latinoameri-

    canos: una crtica a la nocin de ideologa, unainsistencia en la centralidad del cuerpo biolgico

    como objeto de gobierno y una revisin de lanocin de "medicina social" que la reinsertaba

    en la genealoga de las modernas sociedades

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    305JUAN CSAR GARCA Y EL MOVIMIENTO LATINOAMERICANO DE MEDICINA SOCIAL

    SALUD

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    capitalistas. Para Foucault, la medicina modernaera inevitablemente social y el gesto de preocu-

    parse por la salud de los trabajadores, de lospobres, de los mendigos, era una invencin de los

    estados capitalistas europeos. ReinaldoGuimares explica en una entrevista colectiva

    junto a otros colegas del Instituto de MedicinaSocial de la UERJ que la visita de Foucault no fue

    una "cuestin bien resuelta" dentro del grupo. Nose rechazaron todas sus ideas, sino que se las con-

    sideraron casi unnimemente "atractivas", aunque

    resultara difcil conciliarlas con el discurso queeste grupo arrastraba. "Nosotros tenamos una tra-

    dicin", aclara Guimares, "era Estado, era socia-lismo, era Robert Carr, y Foucault vino a tirar todo

    eso por la borda []. Eso es una cuestin terica

    y poltica que el movimiento sanitarista brasileojams logr resolver adecuadamente" (46).

    Fue quizs Sergio Arouca quien, a tra-

    vs de su tesis, ensay la tentativa ms arriesgadade incorporar esas ideas, cuando analizaba al

    paradigma preventivista como una "formacindiscursiva" (concepto foucalteano, tomado de

    Archologie du savoir), cuya genealoga rastrea-

    ba en el siglo XIX. Miguel Mrquez nos cuentaque Juan Csar Garca siempre dijo que fue

    Arouca quien haba criticado ms fuertemente lasideas que hasta entonces l empleaba para pen-

    sar los problemas de salud, y que esas crticassurtieron efectos en su propio pensamiento. En la

    segunda mitad de la dcada de 1970, Garca iraincorporando un anlisis sobre las races histri-

    cas de la nocin de medicina social y se aproxi-mara a otros investigadores de formacin marxis-

    ta, fundamentalmente italianos (como GiovaniBerlinger y Franco Basaglia), que tenan una

    mirada ms cercana al materialismo histrico.Hacia el final de su vida, esa nueva orien-

    tacin quedara plasmada en el texto "Medicina y

    sociedad: las corrientes de pensamiento en elcampo de la salud", donde daba cuenta de una

    "lucha terica actual en el campo de la salud" quese haba librado en los aos 70 y que tena al pen-

    samiento marxista como uno de los rivales en dis-puta. Reconoca el aporte que haba hecho

    Foucault, pero se apartaba de la propuesta metodo-lgica que otros colegas como Arouca haban

    recibido con mayor entusiasmo, porque conside-raba que "a la arqueologa le falta un punto de

    vista de clase y olvida las respuestas dadas por el

    materialismo histrico" (57 p.45). Su inclinacinal marxismo se mantena intacta, aunque ante

    todo rescataba la importancia de sostener estosdebates tericos para pensar la salud en Amrica

    Latina, gesto que jams abandonara.

    LA ORGANIZACIN PANAMERICANADE LA SALUD: TENSIONES YCONFLICTOS

    A lo largo de este artculo pusimos la

    lupa sobre una tarea constante, sostenida y meti-culosa de impulso al desarrollo de la medicina

    social latinoamericana, que Garca realiz desde

    la OPS. Resta ahora detenernos, aunque breve-mente, en la relacin hacia el interior de esta ins-titucin. Garca entr cuando esta tena algo ms

    de medio siglo de historia y algunas lneas de tra-bajo muy claras. Desde su creacin en 1902 y

    durante toda la primera mitad del siglo XX, laOPS estuvo marcada por una definicin particu-

    lar del panamericanismo, subordinada a las pol-

    ticas de salud del gobierno estadounidense, ses-gada por la presencia de fundaciones privadas

    que financiaban ciertas polticas sanitarias, antetodo programas verticalistas para el control de

    enfermedades infectocontagiosas (58).Garca mantendra una mirada crtica

    sobre ese legado histrico, crtica que quedabaclara en un texto publicado en 1981 bajo el ttu-

    lo The laziness disease. All estudiaba la emer-gencia del concepto "enfermedad de la pereza"

    en las primeras dcadas del siglo XX, junto a lacentralidad que tuvo la Comisin Sanitaria

    Internacional de la Fundacin Rockefeller. Desde

    un enfoque cualitativo (construido a partir de lasideas de Lukcs sobre las categoras sociales y de

    Canguilhem sobre el carcter histrico de lasenfermedades), Garca sugera que las razones

    del "descubrimiento" de una parasitosis frecuen-te entre los trabajadores rurales y nios, en regio-

    nes tropicales de Amrica Latina, no deban bus-carse precisamente en el humanismo filantrpico

    de las fundaciones sino en la preocupacin por laproductividad de las clases populares en las plan-

    taciones de caf, cacao, caucho y caa de azcarde Brasil, Colombia, Ecuador y gran parte de

    Amrica Central (59).

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    Diciembre,

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    GALEANO D, TROTTA L, SPINELLI H.

    Desde la segunda posguerra, y funda-mentalmente a partir de la creacin de la OMS en

    1948, la economa de las relaciones internacio-nales cambi y afect sensiblemente el funciona-

    miento de la OPS. En forma lenta pero sostenida,se inicia un perodo de mayor presencia de los

    pases latinoamericanos en su administracin,cuyo punto culminante es la eleccin del chileno

    Abraham Horwitz como director general (1959-1975). En el medio de esta gestin entr Garca a

    la OPS. Ambos tenan algo en comn: al igual

    que Garca, Horwitz era descendiente de inmi-grantes sin formacin universitaria y logr gra-

    duarse en medicina gracias a la ayuda de becasde estudio. En este sentido, no es exagerado lla-

    mar la atencin sobre cmo ciertas matrices idio-

    sincrticas y trayectorias individuales puedenpermear las instituciones: nos referimos al nota-ble crecimiento de las polticas de concesin de

    becas durante la gestin de Horwitz, muchas delas cuales fueron destinadas al desarrollo de estu-

    dios en el rea de salud pblica y ms tarde demedicina social.