Juan Pablo II - Carta a Los Artistas

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  • 8/8/2019 Juan Pablo II - Carta a Los Artistas

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    CARTA

    DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II

    A LOS ARTISTASA los que con apasionada entrega

    buscan nuevas epifanas de la belleza

    para ofrecerlas al mundoa travs de la creacin artstica.

    Dios vio cuanto haba hecho, y todo estaba muy bien (Gn 1, 31)

    El artista, imagen de Dios Creador

    1. Nadie mejor que vosotros, artistas, geniales constructores de belleza, puedeintuir algo delpathos con el que Dios, en el alba de la creacin, contempl la obrade sus manos. Un eco de aquel sentimiento se ha reflejado infinitas veces en lamirada con que vosotros, al igual que los artistas de todos los tiempos, atradospor el asombro del ancestral poder de los sonidos y de las palabras, de loscolores y de las formas, habis admirado la obra de vuestra inspiracin,descubriendo en ella como la resonancia de aquel misterio de la creacin a la que

    Dios, nico creador de todas las cosas, ha querido en cierto modo asociaros. Por esto me ha parecido que no hay palabras ms apropiadas que las del Gnesispara comenzar esta Carta dirigida a vosotros, a quienes me siento unido porexperiencias que se remontan muy atrs en el tiempo y han marcado de modoindeleble mi vida. Con este texto quiero situarme en el camino del fecundodilogo de la Iglesia con los artistas que en dos mil aos de historia no se hainterrumpido nunca, y que se presenta tambin rico de perspectivas de futuro enel umbral del tercer milenio.En realidad, se trata de un dilogo no solamente motivado por circunstanciashistricas o por razones funcionales, sino basado en la esencia misma tanto de laexperiencia religiosa como de la creacin artstica. La pgina inicial de la Biblianos presenta a Dios casi como el modelo ejemplar de cada persona que produceuna obra: en el hombre artfice se refleja su imagen de Creador. Esta relacin sepone en evidencia en la lengua polaca, gracias al parecido en el lxico entre laspalabras stwrca (creador) y twrca (artfice).Cul es la diferencia entre creador y artfice ? El que crea da el ser mismo,saca alguna cosa de la nada exnihilo sui et subiecti, se dice en latn y esto, ensentido estricto, es el modo de proceder exclusivo del Omnipotente. El artfice,por el contrario, utiliza algo ya existente, dndole forma y significado. Este modode actuar es propio del hombre en cuanto imagen de Dios. En efecto, despus dehaber dicho que Dios cre el hombre y la mujer a imagen suya (cf. Gn 1, 27), laBiblia aade que les confi la tarea de dominar la tierra (cf. Gn 1, 28). Fue en elltimo da de la creacin (cf. Gn 1, 28-31). En los das precedentes, como

    marcando el ritmo de la evolucin csmica, el Seor haba creado el universo. Alfinal cre al hombre, el fruto ms noble de su proyecto, al cual someti el mundovisible como un inmenso campo donde expresar su capacidad creadora.As pues, Dios ha llamado al hombre a la existencia, transmitindole la tarea deser artfice. En la creacin artstica el hombre se revela ms que nuncaimagen de Dios y lleva a cabo esta tarea ante todo plasmando la estupenda materia de la propia humanidad y, despus, ejerciendo un dominio creativosobre el universo que le rodea. El Artista divino, con admirable condescendencia,trasmite al artista humano un destello de su sabidura trascendente, llamndolo

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    a compartir su potencia creadora. Obviamente, es una participacin que dejaintacta la distancia infinita entre el Creador y la criatura, como sealaba elCardenal Nicols de Cusa: El arte creador, que el alma tiene la suerte de alojar,no se identifica con aquel arte por esencia que es Dios, sino que es solamente unacomunicacin y una participacin del mismo[1].Por esto el artista, cuanto ms consciente es de su don, tanto ms se siente

    movido a mirar hacia s mismo y hacia toda la creacin con ojos capaces decontemplar y de agradecer, elevando a Dios su himno de alabanza. Slo as puedecomprenderse a fondo a s mismo, su propia vocacin y misin. La especial vocacin del artista 2. No todos estn llamados a ser artistas en el sentido especfico de la palabra.Sin embargo, segn la expresin del Gnesis, a cada hombre se le confa la tareade ser artfice de la propia vida; en cierto modo, debe hacer de ella una obra dearte, una obra maestra.Es importante entender la distincin, pero tambin la conexin, entre estas dosfacetas de la actividad humana. La distincin es evidente. En efecto, una cosa esla disposicin por la cual el ser humano es autor de sus propios actos y

    responsable de su valor moral, y otra la disposicin por la cual es artista y sabeactuar segn las exigencias del arte , acogiendo con fidelidad sus dictmenesespecficos[2]. Por eso el artista es capaz de producir objetos, pero esto, de por s,nada dice an de sus disposiciones morales. En efecto, en este caso, no se trata d erealizarse uno mismo, de formar la propia personalidad, sino solamente deponer en acto las capacidades operativas, dando forma esttica a las ideasconcebidas en la mente.Pero si la distincin es fundamental, no lo es menos la conexin entre estas dosdisposiciones, la moral y la artstica. stas se condicionan profundamente demodo recproco. En efecto, al modelar una obra el artista se expresa a s mismohasta el punto de que su produccin es un reflejo singular de su mismo ser, de loque l es y de cmo es. Esto se confirma en la historia de la humanidad, pues el

    artista, cuando realiza una obra maestra, no slo da vida a su obra , sino que pormedio de ella, en cierto modo, descubre tambin su propia personalidad. En elarte encuentra una dimensin nueva y un canal extraordinario de expresin parasu crecimiento espiritual. Por medio de las obras realizadas, el artista habla y secomunica con los otros. La historia del arte, por ello, no es slo historia de lasobras, sino tambin de los hombres. Las obras de arte hablan de sus autores,introducen en el conocimiento de su intimidad y revelan la original contribucinque ofrecen a la historia de la cultura. La vocacin artstica al servicio de la belleza 3. Escribe un conocido poeta polaco, Cyprian Norwid: La belleza sirve paraentusiasmar en el trabajo, el trabajo para resurgir[3].

    El tema de la belleza es propio de una reflexin sobre el arte. Ya se ha vistocuando he recordado la mirada complacida de Dios ante la creacin. Al notar quelo que haba creado era bueno, Dios vio tambin que era bello[4]. La relacinentre bueno y bello suscita sugestivas reflexiones. La belleza es en un ciertosentido la expresin visible del bien, as como el bien es la condicin metafsica dela belleza. Lo haban comprendido acertadamente los griegos que, uniendo losdos conceptos, acuaron una palabra que comprende a ambos: kalokagathia,es decir belleza-bondad. A este respecto escribe Platn: La potencia del Biense ha refugiado en la naturaleza de lo Bello[5].

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    El modo en que el hombre establece la propia relacin con el ser, con la verdad ycon el bien, es viviendo y trabajando. El artista vive una relacin peculiar con labelleza. En un sentido muy real puede decirse que la belleza es la vocacin a laque el Creador le llama con el don del talento artstico . Y, ciertamente,tambin ste es un talento que hay que desarrollar segn la lgica de la parbolaevanglica de los talentos (cf. Mt25, 14-30).

    Entramos aqu en un punto esencial. Quien percibe en s mismo esta especie dedestello divino que es la vocacin artstica de poeta, escritor, pintor, escultor,arquitecto, msico, actor, etc. advierte al mismo tiempo la obligacin de nomalgastarese talento , sino de desarrollarlo para ponerlo al servicio del prjimo yde toda la humanidad. El artista y el bien comn 4. La sociedad, en efecto, tiene necesidad de artistas, del mismo modo que tienenecesidad de cientficos, tcnicos, trabajadores, profesionales, as como detestigos de la fe, maestros, padres y madres, que garanticen el crecimiento de lapersona y el desarrollo de la comunidad por medio de ese arte eminente que esel arte de educar. En el amplio panorama cultural de cada nacin, los artistas

    tienen su propio lugar. Precisamente porque obedecen a su inspiracin en larealizacin de obras verdaderamente vlidas y bellas, non slo enriquecen elpatrimonio cultural de cada nacin y de toda la humanidad, sino que prestan unservicio social cualificado en beneficio del bien comn. La diferente vocacin de cada artista, a la vez que determina el mbito de suservicio, indica las tareas que debe asumir, el duro trabajo al que debe sometersey la responsabilidad que debe afrontar. Un artista consciente de todo ello sabetambin que ha de trabajar sin dejarse llevar por la bsqueda de la gloria banal ola avidez de una fcil popularidad, y menos an por la ambicin de posiblesganancias personales. Existe, pues, una tica, o ms bien una espiritualidad del servicio artstico que de un modo propio contribuye a la vida y alrenacimiento de un pueblo. Precisamente a esto parece querer aludir Cyprian

    Norwid cuando afirma: La belleza sirve para entusiasmar en el trabajo, eltrabajo para resurgir.El arte ante el misterio del Verbo encarnado

    5. La ley del Antiguo Testamento presenta una prohibicin explcita derepresentar a Dios invisiblee inexpresable con la ayuda de una imagen esculpidao de metal fundido (Dt 27, 25), porque Dios transciende toda representacinmaterial: Yo soy el que soy (Ex 3, 14). Sin embargo, en el misterio de laEncarnacin el Hijo de Dios en persona se ha hecho visible: Al llegar la plenitudde los tiempos, Dios envi a su Hijo, nacido de mujer (Ga 4, 4). Dios se hizohombre en Jesucristo, el cual ha pasado a ser as el punto de referencia paracomprender el enigma de la existencia humana, del mundo creado y de Dios

    mismo[6].

    Esta manifestacin fundamental del Dios-Misterio aparece como animacin ydesafo para los cristianos, incluso en el plano de la creacin artstica. De ello sederiva un desarrollo de la belleza que ha encontrado su savia precisamente en elmisterio de la Encarnacin. En efecto, el Hijo de Dios, al hacerse hombre, haintroducido en la historia de la humanidad toda la riqueza evanglica de laverdad y del bien, y con ella ha manifestado tambin una nueva dimensin de labelleza, de la cual el mensaje evanglico est repleto.

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    La Sagrada Escritura se ha convertido as en una especie de inmensovocabulario (P. Claudel) y de Atlas iconogrfico (M. Chagall) del que se hannutrido la cultura y el arte cristianos. El mismo Antiguo Testamento,interpretado a la luz del Nuevo, ha dado lugar a inagotables filones deinspiracin. A partir de las narraciones de la creacin, del pecado, del diluvio, delciclo de los Patriarcas, de los acontecimientos del xodo, hasta tantos otros

    episodios y personajes de la historia de la salvacin, el texto bblico ha inspiradola imaginacin de pintores, poetas, msicos, autores de teatro y de cine. Unafigura como la de Job, por citar slo un ejemplo, con su desgarradora y siempreactual problemtica del dolor, contina suscitando el inters filosfico, literario yartstico. Y qu decir del Nuevo Testamento? Desde la Navidad al Glgota, desdela Transfiguracin a la Resurreccin, desde los milagros a las enseanzas deCristo, llegando hasta los acontecimientos narrados en los Hechos de losApstoles o los descritos por el Apocalipsis en clave escatolgica, la palabrabblica se ha hecho innumerables veces imagen, msica o poesa, evocando con ellenguaje del arte el misterio del Verbo hecho carne.Todo ello constituye un vasto captulo de fe y belleza en la historia de la cultura,

    del que se han beneficiado especialmente los creyentes en su experiencia deoracin y de vida. Para muchos de ellos, en pocas de escasa alfabetizacin, lasexpresiones figurativas de la Biblia representaron incluso una concretamediacin catequtica[7]. Pero para todos, creyentes o no, las obras inspiradasen la Escritura son un reflejo del misterio insondable que rodea y est presenteen el mundo.Alianza fecunda entre Evangelio y arte 6. La autntica intuicin artstica va ms all de lo que perciben los sentidos y,penetrando la realidad, intenta interpretar su misterio escondido. Dichaintuicin brota de lo ms ntimo del alma humana, all donde la aspiracin a darsentido a la propia vida se ve acompaada por la percepcin fugaz de la belleza yde la unidad misteriosa de las cosas. Todos los artistas tienen en comn la

    experiencia de la distancia insondable que existe entre la obra de sus manos, porlograda que sea, y la perfeccin fulgurante de la belleza percibida en el fervor delmomento creativo: lo que logran expresar en lo que pintan, esculpen o crean esslo un tenue reflejo del esplendor que durante unos instantes ha brillado antelos ojos de su espritu.El creyente no se maravilla de esto: sabe que por un momento se ha asomado alabismo de luz que tiene su fuente originaria en Dios. Acaso debe sorprendersede que el espritu quede como abrumado hasta el punto de no poder expresarsesino con balbuceos? El verdadero artista est dispuesto a reconocer su limitaciny hacer suyas las palabras del apstol Pablo, segn el cual Dios no habita ensantuarios fabricados por manos humanas, de modo que no debemos pensarque la divinidad sea algo semejante al oro, la plata o la piedra, modelados por elarte y el ingenio humano (Hch 17, 24.29). Si ya la realidad ntima de las cosasest siempre ms all de las capacidades de penetracin humana, cunto msDios en la profundidad de su insondable misterio!El conocimiento de la fe es de otra naturaleza. Supone un encuentro personal conDios en Jesucristo. Este conocimiento, sin embargo, puede tambin enriquecersea travs de la intuicin artstica. Un modelo elocuente de contemplacin estticaque se sublima en la fe son, por ejemplo, las obras del Beato Anglico. A esterespecto, es muy significativa la lauda exttica que San Francisco de Ass repite

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    dos veces en la chartula compuesta despus de haber recibido en el monte Vernalos estigmas de Cristo: T eres belleza... T eres belleza![8]. San Buenaventuracomenta: Contemplaba en las cosas bellas al Bellsimo y, siguiendo las huellasimpresas en las criaturas, segua a todas partes al Amado[9].Una sensibilidad semejante se encuentra en la espiritualidad oriental, dondeCristo es calificado como el Bellsimo, de belleza superior a todos los

    mortales[10]. Macario el Grande comenta del siguiente modo la bellezatransfigurante y liberadora del Resucitado: El alma que ha sido plenamenteiluminada por la belleza indecible de la gloria luminosa del rostro de Cristo, estllena del Espritu Santo... es toda ojo, toda luz, toda rostro [11].Toda forma autntica de arte es, a su modo, una va de acceso a la realidad msprofunda del hombre y del mundo. Por ello, constituye un acercamiento muyvlido al horizonte de la fe, donde la vicisitud humana encuentra suinterpretacin completa. Este es el motivo por el que la plenitud evanglica de laverdad suscit desde el principio el inters de los artistas, particularmentesensibles a todas las manifestaciones de la ntima belleza de la realidad.Los principios

    7. El arte que el cristianismo encontr en sus comienzos era el fruto maduro delmundo clsico, manifestaba sus cnones estticos y, al mismo tiempo, transmitasus valores. La fe impona a los cristianos, tanto en el campo de la vida y delpensamiento como en el del arte, un discernimiento que no permita unarecepcin automtica de este patrimonio. As, el arte de inspiracin cristianacomenz de forma silenciosa, estrechamente vinculado a la necesidad de loscreyentes de buscar signos con los que expresar, basndose en la Escritura, losmisterios de la fe y de disponer al mismo tiempo de un cdigo simblico ,gracias al cual poder reconocerse e identificarse, especialmente en los tiemposdifciles de persecucin. Quin no recuerda aquellos smbolos que fuerontambin los primeros inicios de un arte pictrico o plstico? El pez, los panes o elpastor evocaban el misterio, llegando a ser, casi insensiblemente, los esbozos de

    un nuevo arte.Cuando, con el edicto de Constantino, se permiti a los cristianos expresarse conplena libertad, el arte se convirti en un cauce privilegiado de manifestacin dela fe. Comenzaron a aparecer majestuosas baslicas, en las que se asuman loscnones arquitectnicos del antiguo paganismo, plegndolos a su vez a lasexigencias del nuevo culto. Cmo no recordar, al menos, las antiguas Baslicasde San Pedro y de San Juan de Letrn, construidas por cuenta del mismoConstantino, o ese esplendor del arte bizantino, la Haghia Sophia deConstantinopla, querida por Justiniano? Mientras la arquitectura diseaba el espacio sagrado, la necesidad de contemplarel misterio y de proponerlo de forma inmediata a los sencillos suscit

    progresivamente las primeras manifestaciones de la pintura y la escultura.Surgan al mismo tiempo los rudimentos de un arte de la palabra y del sonido. Y,mientras Agustn inclua entre los numerosos temas de su produccin un Demusica, Hilario, Ambrosio, Prudencio, Efrn el Sirio, Gregorio Nacianceno yPaulino de Nola, por citar slo algunos nombres, se hacan promotores de unapoesa cristiana, que con frecuencia alcanzaba un alto valor no slo teolgico,sino tambin literario. Su programa potico valoraba las formas heredadas de losclsicos, pero se inspiraba en la savia pura del Evangelio, como sentenciaba conacierto el santo poeta de Nola: Nuestro nico arte es la fe y Cristo nuestro

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    canto[12]. Por su parte, Gregorio Magno, con la compilacin del Antiphonarium,pona poco despus las bases para el desarrollo orgnico de una msica sagradatan original que de l ha tomado su nombre. Con sus inspiradas modulaciones elCanto gregoriano se convertir con los siglos en la expresin meldicacaracterstica de la fe de la Iglesia en la celebracin litrgica de los sagradosmisterios. Lo bello se conjugaba as con lo verdadero, para que tambin a

    travs de las vas del arte los nimos fueran llevados de lo sensible a lo eterno. En este itinerario no faltaron momentos difciles. Precisamente la antigedadconoci una spera controversia sobre la representacin del misterio cristiano,que ha pasado a la historia con el nombre de lucha iconoclasta . Las imgenessagradas, muy difundidas en la devocin del pueblo de Dios, fueron objeto de unaviolenta contestacin. El Concilio celebrado en Nicea el ao 787, que est ableci lalicitud de las imgenes y de su culto, fue un acontecimiento histrico no slo parala fe, sino tambin para la cultura misma. El argumento decisivo que invocaronlos Obispos para dirimir la discusin fue el misterio de la Encarnacin: si el Hijode Dios ha entrado en el mundo de las realidades visibles, tendiendo un puentecon su humanidad entre lo visible y lo invisible, de forma anloga se puede

    pensar que una representacin del misterio puede ser usada, en la lgica delsigno, como evocacin sensible del misterio. El icono no se venera por s mismo,sino que lleva al sujeto representado[13].La Edad Media 8. Los siglos posteriores fueron testigos de un gran desarrollo del arte cristiano.En Oriente continu floreciendo el arte de los iconos, vinculado a significativoscnones teolgicos y estticos y apoyado en la conviccin de que, en ciertosentido, el icono es un sacramento. En efecto, de forma anloga a lo que sucede enlos sacramentos, hace presente el misterio de la Encarnacin en uno u otro desus aspectos. Precisamente por esto la belleza del icono puede ser admiradasobre todo dentro de un templo con lmparas que arden, produciendo infinitosreflejos de luz en la penumbra. Escribe al respecto Pavel Florenskij: El oro,

    brbaro, pesado y ftil a la luz difusa del da, se reaviva a la luz temblorosa deuna lmpara o de una vela, pues resplandece en miradas de centellas, haciendopresentir otras luces no terrestres que llenan el espacio celeste[14].En Occidente los puntos de vista de los que parten los artistas son muy diversos,dependiendo en parte de las convicciones de fondo propias del ambiente culturalde su tiempo. El patrimonio artstico que se ha ido formando a lo largo de lossiglos cuenta con innumerables obras sagradas de gran inspiracin, queprovocan una profunda admiracin an en el observador de hoy. Se aprecia, enprimer lugar, en las grandes construcciones para el culto, donde la funcionalidadse conjuga siempre con la fantasa, la cual se deja inspirar por el sentido de labelleza y por la intuicin del misterio. De aqu nacen los estilos tan conocidos enla historia del arte. La fuerza y la sencillez del romnico, expresada en lascatedrales o en los monasterios, se va desarrollando gradualmente en la esbeltezy el esplendor del gtico. En estas formas, no se aprecia nicamente el genio deun artista, sino el alma de un pueblo. En el juego de luces y sombras, en lasformas a veces robustas y a veces estilizadas, intervienen consideraciones detcnica estructural, pero tambin las tensiones caractersticas de la experienciade Dios, misterio tremendo y fascinante . Cmo sintetizar en pocaspalabras, y para las diversas expresiones del arte, el poder creativo de los largossiglos del medioevo cristiano? Una entera cultura, aunque siempre con las

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    limitaciones propias de todo lo humano, se impregn del Evangelio y, cuando elpensamiento teolgico produca la Summa de Santo Toms, el arte de las iglesiasdoblegaba la materia a la adoracin del misterio, a la vez que un gran poeta comoDante Alighieri poda componer el poema sacro, en el que han dejado su huellael cielo y la tierra [15], como l mismo llamaba la Divina Comedia .Humanismo y Renacimiento

    9. El frtil ambiente cultural en el que surge el extraordinario florecimientoartstico del Humanismo y del Renacimiento, tiene repercusiones significativastambin en el modo en que los artistas de este perodo abordan el tema religioso.Naturalmente, al menos en aqullos ms importantes, las inspiraciones son tanvariadas como sus estilos. No es mi intencin, sin embargo, recordar cosas quevosotros, artistas, sabis de sobra. Al escribiros desde este Palacio Apostlico,que es tambin como un tesoro de obras maestras acaso nico en el mundo,quisiera ms bien hacerme voz de los grandes artistas que prodigaron aqu lasriquezas de su ingenio, impregnado con frecuencia de gran hondura espiritual.Desde aqu habla Miguel ngel, que en la Capilla Sixtina, desde la Creacin alJuicio Universal, ha recogido en cierto modo el drama y el misterio del mundo,

    dando rostro a Dios Padre, a Cristo juez y al hombre en su fatigoso camino desdelos orgenes hasta el final de la historia. Desde aqu habla el genio delicado yprofundo de Rafael, mostrando en la variedad de sus pinturas, y especialmenteen la Disputa del Apartamento de la Signatura, el misterio de la revelacin delDios Trinitario, que en la Eucarista se hace compaa del hombre y proyecta luzsobre las preguntas y las expectativas de la inteligencia humana. Desde aqu,desde la majestuosa Baslica dedicada al Prncipe de los Apstoles, desde lacolumnata que arranca de sus puertas como dos brazos abiertos para acoger a lahumanidad, siguen hablando an Bramante, Bernini, Borromini o Maderno, porcitar slo los ms grandes, ofreciendo plsticamente el sentido del misterio quehace de la Iglesia una comunidad universal, hospitalaria, madre y compaera deviaje de cada hombre en la bsqueda de Dios.

    El arte sagrado ha encontrado en este extraordinario complejo una expresin deexcepcional fuerza, alcanzando niveles de imperecedero valor esttico y religiosoa la vez. Sea bajo el impulso del Humanismo y del Renacimiento, sea por influjode las sucesivas tendencias de la cultura y de la ciencia, su caracterstica msdestacada es el creciente inters por el hombre, el mundo y la realidad de lahistoria. Este inters, por s mismo, en modo alguno supone un peligro para la fecristiana, centrada en el misterio de la Encarnacin y, por consiguiente, en lavaloracin del hombre por parte de Dios. Lo demuestran precisamente losgrandes artistas apenas mencionados. Baste pensar en el modo en que Miguelngel expresa, en sus pinturas y esculturas, la belleza del cuerpo humano [16].Por lo dems, en el nuevo ambiente de los ltimos siglos, donde parece que partede la sociedad se ha hecho indiferente a la fe, tampoco el arte religioso hainterrumpido su camino. La constatacin se ampla si, de las artes figurativas,pasamos a considerar el gran desarrollo que tambin en este perodo de tiempoha tenido la msica sagrada, compuesta para las celebraciones litrgicas ovinculada al menos a temas religiosos. Adems de tantos artistas que se handedicado preferentemente a ella cmo no recordar a Pier Luigi da Palestrina,a Orlando di Lasso y Toms Luis de Victoria, es bien sabido que muchosgrandes compositores desde Hndel a Bach, desde Mozart a Schubert, desde

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    Beethoven a Berlioz, desde Liszt a Verdi nos han dejado asimismo obras degran inspiracin en este campo.Hacia un dilogo renovado 10. Es cierto, sin embargo, que en la edad moderna, junto a este humanismocristiano que ha seguido produciendo significativas obras de cultura y arte, se haido tambin afirmando progresivamente una forma de humanismo caracterizado

    por la ausencia de Dios y con frecuencia por la oposicin a l. Este clima hallevado a veces a una cierta separacin entre el mundo del arte y el de la fe, almenos en el sentido de un menor inters en muchos artistas por los temasreligiosos.Vosotros sabis que, a pesar de ello, la Iglesia ha seguido alimentando un granaprecio por el valor del arte como tal. En efecto, el arte, incluso ms all de susexpresiones ms tpicamente religiosas, cuando es autntico, tiene una ntimaafinidad con el mundo de la fe, de modo que, hasta en las condiciones de mayordesapego de la cultura respecto a la Iglesia, precisamente el arte contina siendouna especie de puente tendido hacia la experiencia religiosa. En cuanto bsquedade la belleza, fruto de una imaginacin que va ms all de lo cotidiano, es por su

    naturaleza una especie de llamada al Misterio. Incluso cuando escudria lasprofundidades ms oscuras del alma o los aspectos ms desconcertantes del mal,el artista se hace de algn modo voz de la expectativa universal de redencin.Se comprende as el especial inters de la Iglesia por el dilogo con el arte y sudeseo de que en nuestro tiempo se realice una nueva alianza con los artistas,como auspiciaba mi venerado predecesor Pablo VI en su vibrante discursodirigido a los artistas durante el singular encuentro en la Capilla Sixtina el 7 demayo de 1964[17]. La Iglesia espera que de esta colaboracin surja unarenovada epifana de belleza para nuestro tiempo, as como respuestasadecuadas a las exigencias propias de la comunidad cristiana.En el espritu del Concilio Vaticano II11. El Concilio Vaticano II ha puesto las bases de una renovada relacin entre la

    Iglesia y la cultura, que tiene inmediatas repercusiones tambin en el mundo delarte. Es una relacin que se presenta bajo el signo de la amistad, de la apertura ydel dilogo. En la Constitucin pastoral Gaudium et spes, los Padres conciliaressubrayaron la gran importancia de la literatura y las artes en la vida delhombre: Tambin la literatura y el arte tienen gran importancia para la vida dela Iglesia, ya que pretenden estudiar la ndole propia del hombre, sus problemasy su experiencia en el esfuerzo por conocerse mejor y perfeccionarse a s mismoy al mundo; se afanan por descubrir su situacin en la historia y en el universo,por iluminar las miserias y los gozos, las necesidades y las capacidades de loshombres, y por disear un mejor destino para el hombre [18].Sobre esta base, al concluir el Concilio, los Padres dirigieron un saludo y una

    llamada a los artistas: Este mundo en que vivimos decan tiene necesidadde la belleza para no caer en la desesperanza. La belleza, como la verdad, ponealegra en el corazn de los hombres; es el fruto precioso que resiste a la usuradel tiempo, que une a las generaciones y las hace comunicarse en laadmiracin[19]. Precisamente en este espritu de estima profunda por labelleza, la Constitucin Sacrosanctum Concilium sobre la Sagrada Liturgia habarecordado la histrica amistad de la Iglesia con el arte y, hablando msespecficamente del arte sacro, cumbre del arte religioso, no dud enconsiderar noble ministerio a la actividad de los artistas cuando sus obras

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    son capaces de reflejar de algn modo la infinita belleza de Dios y de dirigir elpensamiento de los hombres hacia l[20]. Tambin por su aportacin semanifiesta mejor el conocimiento de Dios y la predicacin evanglica se hacems transparente a la inteligencia humana[21]. A la luz de esto, no debesorprender la afirmacin del P. Marie Dominique Chenu, segn la cual elhistoriador de la teologa hara un trabajo incompleto si no reservara la debida

    atencin a las realizaciones artsticas, tanto literarias como plsticas, que a sumanera no son solamente ilustraciones estticas, sino verdaderos lugaresteolgicos[22].La Iglesia tiene necesidad del arte 12. Para transmitir el mensaje que Cristo le ha confiado, la Iglesia tienenecesidaddel arte. En efecto, debe hacer perceptible, ms an, fascinante en lo posible, elmundo del espritu, de lo invisible, de Dios. Debe por tanto acuar en frmulassignificativas lo que en s mismo es inefable. Ahora bien, el arte posee esacapacidad peculiar de reflejar uno u otro aspecto del mensaje, traducindolo encolores, formas o sonidos que ayudan a la intuicin de quien contempla oescucha. Todo esto, sin privar al mensaje mismo de su valor trascendente y de su

    halo de misterio.La Iglesia necesita, en particular, de aquellos que sepan realizar todo esto en elmbito literario y figurativo, sirvindose de las infinitas posibilidades de lasimgenes y de sus connotaciones simblicas. Cristo mismo ha utilizadoabundantemente las imgenes en su predicacin, en plena coherencia con ladecisin de ser l mismo, en la Encarnacin, icono del Dios invisible. La Iglesia necesita tambin de los msicos. Cuntas piezas sacras hancompuesto a lo largo de los siglos personas profundamente imbuidas del sentidodel misterio! Innumerables creyentes han alimentado su fe con las melodassurgidas del corazn de otros creyentes, que han pasado a formar parte de laliturgia o que, al menos, son de gran ayuda para el decoro de su celebracin. Enel canto, la fe se experimenta como exuberancia de alegra, de amor, de confiada

    espera en la intervencin salvfica de Dios.La Iglesia tiene necesidad de arquitectos, porque requiere lugares para reunir alpueblo cristiano y celebrar los misterios de la salvacin. Tras las terriblesdestrucciones de la ltima guerra mundial y la expansin de las metrpolis,muchos arquitectos de la nueva generacin se han fraguado teniendo en cuentalas exigencias del culto cristiano, confirmando as la capacidad de inspiracinque el tema religioso posee, incluso por lo que se refiere a los criteriosarquitectnicos de nuestro tiempo. En efecto, no pocas veces se han construidotemplos que son, a la vez, lugares de oracin y autnticas obras de arte. El arte, tiene necesidad de la Iglesia?13. La Iglesia, pues, tiene necesidad del arte. Pero, se puede decir tambin que el

    artenecesita a la Iglesia? La pregunta puede parecer provocadora. En realidad, sise entiende de manera apropiada, tiene una motivacin legtima y profunda. Elartista busca siempre el sentido recndito de las cosas y su ansia es conseguirexpresar el mundo de lo inefable. Cmo ignorar, pues, la gran inspiracin que lepuede venir de esa especie de patria del alma que es la religin? No es acaso enel mbito religioso donde se plantean las ms importantes preguntas personalesy se buscan las respuestas existenciales definitivas?De hecho, los temas religiosos son de los ms tratados por los artistas de todaslas pocas. La Iglesia ha recurrido a su capacidad creativa para interpretar el

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    mensaje evanglico y su aplicacin concreta en la vida de la comunidad cristiana.Esta colaboracin ha dado lugar a un mutuo enriquecimiento espiritual. Endefinitiva, ha salido beneficiada la comprensin del hombre, de su imagenautntica, de su verdad. Se ha puesto de relieve tambin una peculiar relacinentre el arte y la revelacin cristiana. Esto no quiere decir que el genio humanono haya sido incentivado tambin por otros contextos religiosos. Baste recordar

    el arte antiguo, especialmente griego y romano, o el todava floreciente de lasantiqusimas civilizaciones del Oriente. Sin embargo, sigue siendo verdad que elcristianismo, en virtud del dogma central de la Encarnacin del Verbo de Dios,ofrece al artista un horizonte particularmente rico de motivos de inspiracin.Cmo se empobrecera el arte si se abandonara el filn inagotable del Evangelio! Llamada a los artistas 14. Con esta Carta me dirijo a vosotros, artistas del mundo entero, paraconfirmaros mi estima y para contribuir a reanudar una ms provechosacooperacin entre el arte y la Iglesia. La ma es una invitacin a redescubrir laprofundidad de la dimensin espiritual y religiosa que ha caracterizado el arte entodos los tiempos, en sus ms nobles formas expresivas. En este sentido os dirijo

    una llamada a vosotros, artistas de la palabra escrita y oral, del teatro y de lamsica, de las artes plsticas y de las ms modernas tecnologas de lacomunicacin. Hago una llamada especial a los artistas cristianos. Quierorecordar a cada uno de vosotros que la alianza establecida desde siempreentreelEvangelio yel arte, ms all de las exigencias funcionales, implica la invitacin aadentrarse con intuicin creativa en el misterio delDios encarnado y, al mismotiempo, enel misterio del hombre.Todo ser humano es, en cierto sentido, un desconocido para s mismo. Jesucristono solamente revela a Dios, sino que manifiesta plenamente el hombre al propiohombre[23]. En Cristo, Dios ha reconciliado consigo al mundo. Todos loscreyentes estn llamados a dar testimonio de ello; pero os toca a vosotros,hombres y mujeres que habis dedicado vuestra vida al arte, decir con la riqueza

    de vuestra genialidad que en Cristo el mundo ha sido redimido: redimido elhombre, redimido el cuerpo humano, redimida la creacin entera, de la cual sanPablo ha escrito que espera ansiosa la revelacin de los hijos de Dios (Rm 8,19). Espera la revelacin de los hijos de Dios tambin mediante el arte y en elarte. sta es vuestra misin. En contacto con las obras de arte, la humanidad detodos los tiempos tambin la de hoy espera ser iluminada sobre el propiorumbo y el propio destino. Espritu creador e inspiracin artstica15. En la Iglesia resuena con frecuencia la invocacin al Espritu Santo: Veni,Creator Spiritus... Ven, Espritu creador, visita las almas de tus fieles y llena dela divina gracia los corazones que T mismo creaste [24].

    El Espritu Santo, el soplo (ruah), es Aqul al que se refiere el libro del Gnesis:La tierra era caos y confusin y oscuridad por encima del abismo, y un viento deDios aleteaba por encima de las aguas (1, 2). Hay una gran afinidad entre laspalabras soplo-espiracin e inspiracin. El Espritu es el misterioso artistadel universo. En la perspectiva del tercer milenio, quisiera que todos los artistasreciban abundantemente el don de las inspiraciones creativas, de las que surgetoda autntica obra de arte.Queridos artistas, sabis muy bien que hay muchos estmulos, interiores yexteriores, que pueden inspirar vuestro talento. No obstante, en toda inspiracin

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    autntica hay una cierta vibracin de aquel soplo con el que el Espritucreador impregnaba desdeel principio la obra de la creacin . Presidiendo sobrelas misteriosas leyes que gobiernan el universo, el soplo divino del Espritucreador se encuentra con el genio del hombre, impulsando su capacidad creativa.Lo alcanza con una especie de iluminacin interior, que une al mismo tiempo latendencia al bien y a lo bello, despertando en l las energas de la mente y del

    corazn, y hacindolo as apto para concebir la idea y darle forma en la obra dearte. Se habla justamente entonces, si bien de manera anloga, de momentos degracia, porque el ser humano es capaz de tener una cierta experiencia delAbsoluto que le transciende. La Belleza que salva

    16. Ya en los umbrales del tercer milenio, deseo a todos vosotros, queridosartistas, que os lleguen con particular intensidad estas inspiraciones creativas.Que la belleza que transmitis a las generaciones del maana provoque asombroenellas. Ante la sacralidad de la vida y del ser humano, ante las maravillas deluniverso, la nica actitud apropiada es el asombro. De esto, desde el asombro, podr surgir aquel entusiasmo del que habla Norwid

    en el poema al que me refera al comienzo. Los hombres de hoy y de maanatienen necesidad de este entusiasmo para afrontar y superar los desafoscruciales que se avistan en el horizonte. Gracias a l la humanidad, despus decada momento de extravo, podr ponerse en pie y reanudar su camino.Precisamente en este sentido se ha dicho, con profunda intuicin, que la bellezasalvar al mundo[25].La belleza es clave del misterio y llamada a lo trascendente. Es una invitacin agustar la vida y a soar el futuro. Por eso la belleza de las cosas creadas no puedesaciar del todo y suscita esa arcana nostalgia de Dios que un enamorado de labelleza como san Agustn ha sabido interpretar de manera inigualable: Tarde team, belleza tan antigua y tan nueva, tarde te am![26].Os deseo, artistas del mundo, que vuestros mltiples caminos conduzcan a todos

    hacia aquel ocano infinito de belleza, en el que el asombro se convierte enadmiracin, embriaguez, gozo indecible.Que el misterio de Cristo resucitado, con cuya contemplacin exulta en estos dasla Iglesia, os inspire y oriente.Que os acompae la Santsima Virgen, la tota pulchra que innumerablesartistas han plasmado y que el gran Dante contempla en el fulgor del Parasocomo belleza, que alegraba los ojos de todos los otros santos [27].Surge del caos el mundo del espritu. Las palabras que Adam Michiewiczescriba en un momento de gran prueba para la patria polaca[28], me sugierenun auspicio para vosotros: que vuestro arte contribuya a la consolidacin de unaautntica belleza que, casi como un destello del Espritu de Dios, transfigure la

    materia, abriendo las almas al sentido de lo eterno.Con mis mejores deseos.Vaticano, 4 de abril de 1999, Pascua de Resurreccin. IOANNES PAULUS PP. II

    [1]Dialogus de ludo globi, Lib. II: Philosophisch-Theologische Schriften, Viena1967, III, p. 332. [2] Las virtudes morales, y entre ellas en particular la prudencia, permiten alsujeto obrar en armona con el criterio del bien y del mal moral, segn la recta

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    ratio agibilium (el justo criterio de la conducta). El arte, al contrario, es definidopor la filosofa como recta ratio factibilium (el justo criterio de las realizaciones).[3]Promtehidion: Bogumil vv. 185-186: Pisma wybrane, Varsovia 1968, vol. 2, p.216.[4] La versin griega de los Setenta expres adecuadamente este aspecto,traduciendo el trmino tb (bueno) del texto hebreo con kaln (bello).

    [5]Filebo, 65 A. [6] Carta enc. Fides et ratio (14 septiembre 1998), 80: AAS91 (1999), 67. [7] San Gregorio Magno formul magistralmente este principio pedaggico enuna carta del 599 al Obispo de Marsella, Sereno: La pintura se usa en las iglesiaspara que los analfabetos, al menos mirando a las paredes, puedan leer lo que noson capaces de descifrar en los cdices, Epistulae, IX, 209: CCL 140 A, 1714. [8]Alabanzas alDios altsimo, vv. 7 y 10: Fonti Francescane, n. 261, Padua 1982, p.177.[9]Leyenda mayor, IX, 1: Fonti Francescane, n. 1162, l. c., p. 911. [10]Enkomia del Orths del Santo yGran Sbado .[11]Homila, I, 2: PG 34, 451.

    [12] A

    tnobis ars una fides et musica Christus: Carmen 20, 31: CCL 203, 144. [13] Cf. Carta ap. Duodecimum saeculum, al cumplirse el XII centenario del IIConcilio de Nicea (4 diciembre 1987), 8-9: AAS 80 (1988), 247-249. [14]La prospettiva rovesciata ed altri scritti, Roma 1984, p. 63. [15]Paraso XXV, 1-2.[16] Cf. Homila durante la Santa Misa al trmino de los trabajos de restauracinde los frescos deMiguel ngel(8 abril 1994): L'Osservatore Romano, ed. semanalen lengua espaola, 15 abril 1994, 12. [17] Cf. AAS 56 (1964), 438-444.[18] N. 62.[19] Mensaje a los artistas (8 diciembre 1965): AAS 54 (1966), 13. [20] Cf. n. 122.

    [21] Const. past. Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, 62. [22]La teologia nel XII secolo, Jaca Book, Miln 1992, p. 9. [23] Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundoactual, 22.[24]Himno deVsperas de Pentecosts.[25] F. Dostoievski, El Idiota, p. III, cap. V. [26] Sero te amavi! Pulchritudo tam antiqua et tam nova, sero te amavi!:Confesiones, 10, 27, 38: CCL 27, 251. [27]Paraso, XXXI, 134-135.[28]Oda do modoci, v. 69: Wybr poezji, Breslau 1986, vol. I, p. 63.