Juan Sukilbide catálogo

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Exposición en el Museo Gustavo de Maeztu

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DEL 10 DE OCTUBRE AL 16 DE NOVIEMBRE DE 2008MUSEO GUSTAVO DE MAEZTU. ESTELLA

Juan María

TOMOMUNDOGRAFÍAS

Sukilbide

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www.sukilbide.com

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Este aguacero es hoy lluvia reventando; el feroz encadenamiento de los

rayos puede cegarte.

Bajo el cobertizo, Yol une los hierros y no se da cuenta de que el agua va

a terminar mojando la soldadora y provocará un accidente.

Redactar el texto del catálogo es un reto, una oportunidad y una exigen-

cia cada vez más perentoria según se acerca la fecha de entrega.

Recuerdo haber leído a alguien asegurar que únicamente es necesario

sentir amor y creer verdaderamente en lo que haces.

Sé que hay mucho que decir y más que ha de permanecer sin desentrañar.

Éste era un comienzo:

Son muy numerosas y variadas las actividades que como trabajo habitual

desarrolla el ser humano. Pueden distinguirse en función de su productivi-

dad, bondad, exigencia, trascendencia…

Hay quien vigila la deriva de los icebergs, quien tañe campanas; otros di-

señan puertas, prueban helados en fase de experimentación, dan sepultura

a sus convecinos, reparan grúas en los muelles.

Con líneas de pintura blanca hay quien confecciona castillos, fragmenta

un mar de olas entreabiertas, une estrellas en constelaciones. Con cuerdas

y nudos mágicos, los chamanes de las tierras de los renos entrelazan ríos y

montañas para que no se disgreguen; también así retienen a los espíritus

queridos y ellos mismos se ligan a lo que aprecian.

Y éste otro intento:

¿Cómo detiene la imagen la pintura? ¿Hasta qué punto consigue conge-

larla o es su propósito destacar en la permanencia el incesante flujo?

¿Y cómo atrapa la fotografía? Se trata de evaluar la manera como inter-

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viene cada técnica desde que se abandona la mímesis por el auge de lo

creativo.

Primero la pintura, luego su fotografía, la elaboración de la toma, la inclu-

sión de la subjetividad del espectador; más tarde la intromisión de las herra-

mientas informáticas, por ejemplo retocando pictóricamente la fotografía a

través del ordenador.

Buscamos las maneras de fotografiar la pintura, ella sola o en los entor-

nos que le son comunes de paredes privadas, de galerías, de museos,

acompañada de espectadores o sola. Combinarla en improbables magnífi-

cos contextos, desorbitarla.

Fotografía el pintor su obra para documentarla, el visitante, para apro-

piársela. Pintar sobre las fotos.

En estos dos últimos años he fotografiado personas dormidas con la evi-

dencia de las conexiones entre pintura y sueño, creación y dimensiones oní-

ricas.

Además he probado a reinterpretar, con la plasticidad de los colores y

las texturas pictóricas, fotogramas de toda clase de películas, escenas y es-

cenarios, personajes tan variados como rico es el alcance de épocas, te-

mas, sucesos que ha llegado a cubrir el cine. Aquí importa el conocimiento

que tenemos de según qué tramas.

Puedes ajustarte a una forma de expresión y explorarla, comprometién-

dote con ella con el convencimiento de que la gramática es un colosal punto

de partida; o puedes dejarte arrastrar por otras representaciones, embarga-

do por el destello de la novedad, por el vértigo de las enormes posibilidades

en su inmediato fulgor.

Hay mucho donde mirar: el marco de un cuadro o de una fotografía su-

pone un imán para ojos taciturnos o miradas excitadas. Y un pozo, y un tú-

nel, deslumbrantes.

Soñé que retrataba a un grupo de personas alrededor de una mesa bien

surtida de alimentos y de bebidas. Una escena de pura alegría de vivir, un

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festín que he vivido y he visto en pinturas como las de las Bodas de Canaá

(por ejemplo, las del Veronés) o un banquete nupcial de Brueghel, en cine,

deleitándose en un tema plástico y hermoso como pocos.

Veía, tumbado en la hierba, las hojas de dos árboles entrecruzados,

unas en los conmovedores matices del granate, otras en deslumbrantes

inagotables verdes, y la luz del sol sobre cada porción de cada una de ellas

resultaba espléndida, hipnótica, los deliciosos recortes de las formas conta-

giadas por el soberbio espacio cenital. El azul provoca el verde; el aire hue-

co y el aire henchido crean más verdes.

Aire de luz que deja escuchar su aliento rebotando de una hoja a otra,

de la devoción de una hoja alta a la devoción de otra arropada. En el salto

mortal, la luz se despoja de la luz y resulta una luminosa nada en el instante

en que pretendes retenerla, por ejemplo para una pintura.

Ahora pensaba en un pintor que siempre expone los mismos cuadros —

eso de que al final uno siempre pinta igual, escribe el mismo libro, cuenta

una historia idéntica por mucho que truque lo accesorio—. Sólo que de una

a otra ocasión cambia lo que él juzga estrictamente necesario variar. Bien

porque ha mejorado su técnica —ahora sabe dibujar mejor los pliegues de

ese vestido—, bien porque la imagen ha necesitado evolucionar por su pro-

pia dinámica interna, por las influencias de los tiempos nuevos, del avance

de las artes.

Siempre las mismas obras, con elementos añadidos según un nuevo ico-

no ha cobrado importancia en el mundo personal del pintor (el emblema del

cordel enredado, la alegoría de la orilla oculta, su particular símbolo del vuel-

co vertiginoso).

Ha de distinguir —y esto no es nada sencillo— qué merece quedarse y

qué ha de reconvertirse. Trata de calibrar el significado del paso del tiempo

valorando lo que ha de ser permanente; busca reflejar cómo cambiamos.

Tozudo empeño.

Cambiar sólo lo estrictamente indispensable para evitar el estancamien-

to, la alienada detención, el atraso, la cansina repetición.

Un reto a su integridad, un compromiso con su centro más profundo,

una búsqueda de sus creencias más inamovibles.

Sin importarle las críticas obvias.

Intemporal. Conservar el dinamismo o la quietud, la violencia, la rabia o la

serenidad que originariamente aparecieran en la pintura.

Claro que un libro no necesita reescribirse, ponerse al día (a pesar de

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que sí se producen constantes reinterpretaciones), ni un cuadro de Hopper

repintarse ni una pieza de Chopin alterarse…

Ya hay mucho hecho.

La tormenta es un violento lazo de fecundación entre el cielo y la tierra.

La que está cayendo ahora es tan feroz que podría engendrar un diablo de

espinosa armadura azul. Disuelve las formas sugiriendo metáforas que

apuntan a un mundo sin sentido, sin propósito, siluetas indefinidas, aleato-

rias, banales, apoderándose de las telas pintadas.

Sabemos de los animales en peligro de extinción como los tapires, los

gorilas, las vicuñas, los canguros, las ballenas; plantas como el diablito de

tres cuernos, el higuero de sierra, el palo de rosa, la palma manaca.

Desaparecen palabras: tamangos, piola, noviar, bigotera. Otras han per-

dido su filo, su penetración, se convierten en expresiones manidas o retóri-

cas —el término revolución se lo apropian con descaro un banco o un go-

bierno de más de cuarenta años—. Mueren lenguas enteras, oficios, culturas.

Pero los colores no se pierden. La calidad de la luz —salvo en zonas

contaminadas o invadidas por la artificial luz eléctrica— no se degrada. A pe-

sar de la polución o de la explotación agraria que consume la tierra, a pesar

de la ya multimillonaria edad del sol.

Claro que en una planta enferma, en un paisaje corrompido, vemos re-

ducido el esplendor del color. Un portón que se ha enfrentado erguido du-

rante años al sol y al agua o unos zapatos gastados muestran otras cualida-

des no estelares del color. Los ojos cansados, el espíritu deprimido, eso

también condiciona nuestra visión. Por el contrario, el entusiasmo, la alegría,

las emociones positivas, sin duda, añaden claridad.

Los colores se degradan con el uso abusivo: omnipresentes señales ro-

jas para alertarnos de innumerables —en ocasiones falsos, interesados—

peligros; el blanco para designar una inocencia que muy a menudo resulta

ser simplicidad o candor si no una afrenta a ese mismo ideal. La publicidad

se adueña de colores concretos. Igual que hay palabras gastadas, hay colo-

res maltratados. La economía, la política, la tecnología, el consumo marcan

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tendencias, favorecen a unos colores imponiéndolos frente a otros.

Coches, ropas, paredes en nuestras casas… ¿Qué elegimos? ¿Con qué

margen más allá de prejuicios, convenciones, consignas escogemos noso-

tros los colores?

El uso masificado de objetos producidos industrialmente, las contunden-

tes campañas propagandísticas condicionan nuestra percepción.

En este sentido una de las aspiraciones de la pintura sería contribuir a

rescatar, a sanar, a conservar el color, reconocerle su vigoroso y alentador

ser ayudándonos no sólo de él mismo sino de tantas herramientas del oficio

que potencian o matizan sus cualidades. Más allá de la pintura que evolu-

ciona con su tiempo y con las ideas que lo conforman, hay otra que reclama

los valores intrínsecos, intemporales, del color, su expresividad esencial tan

necesaria, irrenunciable.

Podría ser ésta la idea a desarrollar. Sin embargo, precisamente hoy, tras

la cortina de agua no distingo a qué transitoria inquietud corresponde el

amarillo de aquel rótulo.

Tomografía viene del griego tomos, que significa ‘corte’ o ‘sección’, y de

grafía, que significa ‘representación gráfica’. Por tanto, tomografía es la ob-

tención de imágenes de cortes o secciones de algún objeto. Así son algu-

nos de mis cuadros: planos sin sombras ni perspectivas, ¿descarnados?,

delgados como el corte de un tejido humano que, en una placa de cristal,

ponemos bajo la lente del microscopio.

Ahora recuerdo que entre dos de los personajes del banquete surgía

una fuerte atracción, también que por un momento uno de ellos desapare-

cía y todos se miraban extrañados, hasta que una ola de espigas acuosas

barrió la mesa reemplazando las fuentes de fruta por dos piezas de ajedrez

que flanqueaban a un hermoso tucán bajo la lluvia.

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Tomoingenuografía Mixta / lienzo. 130 x 162 cm.

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Tomouniongrafía Mixta / lienzo. 97 x 130 cm.

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Tomooceanografía Mixta / lienzo. 130 x 162 cm.

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Tomoescenografía Mixta / lienzo. 130 x 194 cm.

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Tomocomunicografía Mixta / lienzo. 114 x 145 cm.

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Tomotormentagrafía Mixta / lienzo. 130 x 162 cm.

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Tomogrupografía Mixta / lienzo. 130 x 194 cm.

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Tomozalatamborgrafía Mixta / lienzo. 130 x 162 cm.

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Tomorojografía Mixta / lienzo. 130 x 162 cm.

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Tomodanzagrafía Mixta / lienzo. 130 x 162 cm.

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Tomogatografía Mixta / lienzo. 130 x 162 cm.

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Tomocelestigrafía Mixta / lienzo. 130 x 162 cm.

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Tomodeseografía Mixta / lienzo. 114 x 145 cm.

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Tomodualgrafía Mixta / lienzo. 166 x 105 cm.

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Tomoarquitectografía Mixta / lienzo. 130 x 194 cm.

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Tomoglobografía Mixta / lienzo. 130 x 162 cm.

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Tomopsicografía Mixta / lienzo. 130 x 162 cm.

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Tomointeriorgrafía Mixta / lienzo. 114 x 145 cm.

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Tomointimografía Mixta / lienzo. 130 x 162 cm.

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Tomojardingrafía Mixta / lienzo. 97 x 130 cm.

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Tomoriesgografía Mixta / lienzo. 130 x 194 cm.

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Tomocalmografía Mixta / lienzo. 130 x 162 cm.

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Tomoestelagrafía Mixta / lienzo. 130 x 162 cm.

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Tomolinealgrafía Mixta / lienzo. 130 x 162 cm.

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Tomorioanhelografía Mixta / lienzo. 162 x 130 cm.

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Be Freeze 1 Fotografía digital

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Be Freeze 12Fotografía digital

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Exposición / Erakusketa

Organiza / Antolatzailea:Museo Gustavo de MaeztuAyuntamiento de Estella-Lizarra

Alcaldesa / Alkatesa:Begoña Ganuza

Concejalía de Cultura / Kultur Zinegotzigoa:Silvia García

Coordinación / Koordinazioa:Francisco Javier Bartos

Montaje / Muntaia:Manuel Jordana y Desireé Gastón

Seguro / Asegurua:Seguros Vitalicio

Transporte / Garraioa:José Antonio Moreno

Catálogo / Katalogoa

Edita / Argitatzailea:Museo Gustavo de Maeztu

Coordinación / Koordinazioa:Francisco Javier Bartos

Textos / Testuak:Juan María Sukilbide

Fotografías / Argazkiak:Juantxo EgañaJuan María Sukilbide

Diseño / Diseinua:Pub. Calle Mayor ([email protected])

Impresión / Imprimatzea:Gráficas Lizarra

Depósito Legal: NA-2810-2008

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