Jurisdicción y competencia

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Derecho Procesal I (Teoría General del Proceso) Profesores: Alfredo Mirolo y Esteban Roncaglia - 1 - 1.Jurisdicción y competencia 1.1. Jurisdicción. Definición. Caracteres. Límites. Elementos. Momentos de su ejercicio (Cap. V, págs. 149 a 169) 1 Definición: jurisdicción es la función pública de administrar justicia emanada de la soberanía del Estado y ejercida por un órgano especial. Tiene por fin la declaración o realización del derecho y la tutela de la libertad individual y del orden jurídico, mediante la aplicación de la ley en los casos concretos, para obtener la armonía y paz social. Es el poder-deber que tiene el Estado de aplicar justicia al caso concreto y nace desde el momento en que la sociedad decide realizar indirectamente el derecho en su actuación coactiva, eliminando la actuación directa de sus componentes. El Estado, como representante del grupo asume esa función, la que es puesta en actividad por medio de los órganos predispuestos, en nuestro caso, conforme al sistema representativo de gobierno y a la base del juez natural. Se desarrolla mediante un trámite regular y legal. Si bien nadie más puede ejercer la potestad del Estado de administrar justicia, este tiene la obligación de intervenir cada vez que le es solicitado en la forma prevista por la ley, mediante el ejercicio de la acción procesal. En sentido amplio, la función jurisdiccional comprende la creación y constitución de los órganos encargados de administrar justicia, la determinación de sus facultades y la fijación de las reglas para la tramitación de los juicios. En un sentido restringido, se refiere al poder o facultad conferido a ciertos órganos para administrar justicia en los casos que les son presentados. La jurisdicción es un poder que puede asimilarse a los poderes de acción y de excepción. Estos últimos implican poner en actividad poderes que exhiben pretensiones subjetivas de las partes y se manifiestan como simples o meras facultades o eventualmente, como cargas procesales. La jurisdicción, en cambio, se presenta como el poder de actuación de un órgano público con un criterio objetivo de justicia. La jurisdicción es ejercida por el estado de manera monopólica y en consecuencia, se prohíbe la justicia por mano propia. La autodefensa es permitida en contadas excepciones que la misma ley señala y precisa. El derecho procesal, el proceso y la función jurisdiccional son instrumentos para la realización indirecta y coactiva del derecho sustancial. El ejercicio de la función jurisdiccional requiere la existencia de un caso concreto que se presenta a la manera de un conflicto de intereses. La sentencia es el acto jurisdiccional por excelencia, ya que pone fin al pleito. La jurisdicción se manifiesta a lo largo de todo el proceso mediante el dictado de decretos, autos o providencias en general. Comprende desde el acto inicial de simple admisión de la demanda hasta la sentencia definitiva. Por último, cabe destacar que el fin de la función jurisdiccional es el de proteger el orden jurídico preestablecido, por ello, al existir algún quiebre de ese orden sustantivo-formal, es misión del órgano judicial la de reestablecerlo por medio del proceso judicial. Caracteres: La jurisdicción es pública, única, exclusiva y excluyente, indelegable e inderogable. Pública, por su naturaleza. Es una potestad del Estado cumplida por órganos públicos y en consecuencia también es pública la naturaleza del acto jurisdiccional. Tanto el 1 Al lado de cada encabezado se consignan capítulo y página de la bibliografía básica de la asignatura.

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Derecho Procesal I (Teoría General del Proceso) Profesores: Alfredo Mirolo y Esteban Roncaglia

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1.Jurisdicción y competencia

1.1. Jurisdicción. Definición. Caracteres. Límites. Elementos. Momentos

de su ejercicio (Cap. V, págs. 149 a 169)1

Definición: jurisdicción es la función pública de administrar justicia emanada de

la soberanía del Estado y ejercida por un órgano especial. Tiene por fin la declaración o realización del derecho y la tutela de la libertad individual y del orden jurídico, mediante la aplicación de la ley en los casos concretos, para obtener la armonía y paz social.

Es el poder-deber que tiene el Estado de aplicar justicia al caso concreto y nace desde el momento en que la sociedad decide realizar indirectamente el derecho en su actuación coactiva, eliminando la actuación directa de sus componentes. El Estado, como representante del grupo asume esa función, la que es puesta en actividad por medio de los órganos predispuestos, en nuestro caso, conforme al sistema representativo de gobierno y a la base del juez natural. Se desarrolla mediante un trámite regular y legal.

Si bien nadie más puede ejercer la potestad del Estado de administrar justicia, este tiene la obligación de intervenir cada vez que le es solicitado en la forma prevista por la ley, mediante el ejercicio de la acción procesal.

En sentido amplio, la función jurisdiccional comprende la creación y constitución de los órganos encargados de administrar justicia, la determinación de sus facultades y la fijación de las reglas para la tramitación de los juicios.

En un sentido restringido, se refiere al poder o facultad conferido a ciertos órganos para administrar justicia en los casos que les son presentados.

La jurisdicción es un poder que puede asimilarse a los poderes de acción y de excepción. Estos últimos implican poner en actividad poderes que exhiben pretensiones subjetivas de las partes y se manifiestan como simples o meras facultades o eventualmente, como cargas procesales. La jurisdicción, en cambio, se presenta como el poder de actuación de un órgano público con un criterio objetivo de justicia.

La jurisdicción es ejercida por el estado de manera monopólica y en consecuencia, se prohíbe la justicia por mano propia. La autodefensa es permitida en contadas excepciones que la misma ley señala y precisa.

El derecho procesal, el proceso y la función jurisdiccional son instrumentos para la realización indirecta y coactiva del derecho sustancial. El ejercicio de la función jurisdiccional requiere la existencia de un caso concreto que se presenta a la manera de un conflicto de intereses. La sentencia es el acto jurisdiccional por excelencia, ya que pone fin al pleito. La jurisdicción se manifiesta a lo largo de todo el proceso mediante el dictado de decretos, autos o providencias en general. Comprende desde el acto inicial de simple admisión de la demanda hasta la sentencia definitiva.

Por último, cabe destacar que el fin de la función jurisdiccional es el de proteger el orden jurídico preestablecido, por ello, al existir algún quiebre de ese orden sustantivo-formal, es misión del órgano judicial la de reestablecerlo por medio del proceso judicial.

Caracteres: La jurisdicción es pública, única, exclusiva y excluyente, indelegable

e inderogable. Pública, por su naturaleza. Es una potestad del Estado cumplida por órganos

públicos y en consecuencia también es pública la naturaleza del acto jurisdiccional. Tanto el

1 Al lado de cada encabezado se consignan capítulo y página de la bibliografía básica de la asignatura.

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órgano como la actividad tienen carácter público, aunque fueren privados los conflictos o situaciones sometidas a juzgamiento.

Única, porque la jurisdicción es una sola. La Constitución de la Provincia de Córdoba en su artículo 153 dispone que el ejercicio de la función judicial corresponde exclusivamente al Poder Judicial de la Provincia. Como poder o función del poder no puede ser dividida, sin embargo, atendiendo a razones de división del trabajo, extensión del territorio, naturaleza de las cuestiones y necesidad de especialización, existe lo que se denominan reglas de competencia, que imponen a determinados tribunales la obligación de entender en ciertas cuestiones por razones prácticas vinculadas al territorio, el grado y la materia a elucidar.

Exclusiva y excluyente, exclusiva porque solamente el Estado está habilitado para ejercerla legítimamente a través de sus tribunales como representantes del órgano jurisdiccional. Es excluyente ya que rechaza cualquier interferencia de particulares y de los demás poderes respecto del ejercicio de la función jurisdiccional.

Indelegable, toda vez que el juez en el que el Estado ha delegado la facultad de administrar justicia no puede despojarse de su ejercicio, para dejar que otras personas lo asuman en el caso concreto y ejerzan las funciones de juez. No obstante ello, no se impide la delegación en ciertos casos para la comisión de medidas específicas por diferentes razones (art. 291 C.P.C.).

Inderogable, porque no puede ser atribuida a otros órganos. Se trata de un poder-deber que proviene de la soberanía del Estado y por ende no puede ser modificado por voluntad de los justiciables. En casos especiales la ley otorga a los particulares un reducido ámbito para elegir otros métodos para la resolución de su conflicto (ejs. arbitraje, conciliación, mediación, etc.).

Límites: para el ejercicio de la jurisdicción, o sea para la actuación del órgano

jurisdiccional, deben darse los siguientes requisitos: Límite territorial, caso concreto, ley anterior y excitación extraña.

Límite territorial: la primera delimitación de la jurisdicción está dada por una cuestión geográfica ya que la soberanía del Estado se ejerce dentro de su límite territorial, por ende, la jurisdicción es ejercida solamente dentro de los límites de su territorio. Comprende a todas las personas físicas o jurídicas que habiten o se hallen instaladas en nuestro territorio. También comprende todas las cosas muebles o inmuebles que se encuentren situadas dentro del país.

Caso concreto: el juez no resuelve en abstracto, no aplica la ley a un caso hipotético elaborado por la imaginación. Esa es tarea de la ciencia del derecho y del legislador. El órgano jurisdiccional requiere de la existencia de un caso de la vida real donde se encuentren relacionadas personas físicas o jurídicas, con un verdadero conflicto de intereses. Ese conflicto de intereses implica un hecho histórico, circunstancias de modo, tiempo, lugar y personas y un derecho sustantivo que luego se aplica al primero, dando lugar a una sentencia definitiva.

Por ese motivo la sentencia es una norma individual, porque sus efectos sólo alcanzan a las personas que intervinieron en el proceso como interesados.

Ley anterior: el juez no crea derecho, lo interpreta y aplica. Por ese motivo el conflicto se tiene que haber generado en situaciones de hecho contempladas por una norma vigente al tiempo de su producción, es decir, conductas reguladas previamente por el derecho.

En materia penal y en virtud del principio de legalidad, el juez jamás podrá juzgar como delictiva a una conducta no tipificada en la ley previamente, ya que no se admite la analogía. En materia civil, la analogía si está permitida y autoriza asimilar una conducta no regulada específicamente con una norma jurídica que contemple una conducta cuyos elementos relevantes sean similares la juzgada.

Excitación extraña: en materia civil, el juez no actúa de oficio, se hace indispensable que el titular del interés solicite su actuación de acuerdo con las previsiones del

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orden jurídico. La demanda del actor producirá esa excitación y fijará además los límites fácticos que serán impuestos al juzgador de modo tal que toda extensión efectuada por este será invalida.

En materia penal, corresponde al Ministerio Público ya no la facultad, sino la potestad de excitar la jurisdicción, de promover la acción penal ante la hipótesis de comisión de un delito de acción pública. Su actuación se funda en los principios de oficialidad y de legalidad. Una vez excitada la jurisdicción, su ejercicio es ineludible para el órgano jurisdiccional o el Ministerio Público en el caso del C.P.P. de la Provincia de Córdoba. Tiene carácter imperativo y debe continuar hasta la decisión que pone fin al conflicto, que resuelve acerca de las pretensiones esgrimidas por las partes o acerca de la existencia o no del delito y de la participación o no del imputado en él.

Elementos: tradicionalmente, la jurisdicción se descomponía en los siguientes

elementos: I. Notio: facultad conferida al órgano jurisdiccional para conocer una

determinada cuestión litigiosa. Se trata de un poder que habitualmente ejercita el juez en materia civil, familiar o laboral cuando le es presentado el caso. Ello no sucede en el procedimiento penal, ya que esta facultad de conocimiento puede ocurrir antes del juicio propiamente dicho, durante la investigación penal preparatoria.

II. Vocatio: facultad o poder de llamar a las partes para que comparezcan o prosigan el juicio. En materia civil y familiar, el juez convocará al demandado para que dentro del plazo fijado por el tribunal asuma su calidad. Ello importa una carga procesal, por lo que en caso de no hacerlo, la ley le atribuye al juez la facultad de ordenar la prosecución del juicio en rebeldía. En el proceso penal, la rebeldía es un estado de hecho en que se coloca el imputado en relación con la causa que se le sigue en su contra. El prevenido debe intervenir ya que su participación importa una carga pública. La declaración de rebeldía trae aparejada la orden de detención del imputado y el consiguiente pedido de captura. Sobre el proceso, la declaración de rebeldía no suspende el curso de la investigación, pero si fuere declarada durante el juicio, este se suspende en relación al rebelde y continua para los demás imputados presentes. Cuando el rebelde comparezca, la causa continuará según su estado (arts. 86 a 90 C.P.P).

III. Coertio: facultad para utilizar la fuerza pública a fin de hacer cumplir las resoluciones que se dicten con motivo del proceso y durante este. En todas las leyes de forma se prevén medidas para asegurar los fines del proceso tales como el traslado por la fuerza pública para los testigos que no comparecieren voluntariamente, la posibilidad de ordenar el allanamiento de un domicilio en búsqueda de medidas probatorias en el fuero penal o para el secuestro de bienes o ejecución de alguna cautelar en materia civil.

IV. Iudicium: es el poder-deber de resolver el litigio. Se exterioriza en la sentencia que pone fin al pleito y su efecto especial y trascendente es que adquiere autoridad de cosa juzgada.

V. Executio: facultad para hacer cumplir la sentencia. La sentencia puede cumplirse de manera espontánea, pero si no es así, y dicha resolución se encontrara firme y ejecutoriada, puede concederse su ejecución previo requerimiento de parte, de acuerdo a los trámites establecidos y aún con el empleo de la fuerza pública. En el proceso penal, la ejecución es dispuesta de oficio por el tribunal.

En la actualidad están cinco categorías se limitan a cuatro pero en esencia siguen cumpliendo la misma función.

I. Poder de decisión: se puede dividir en dos aspectos, uno formal o extrínseco y otro material o intrínseco.

Desde el primer punto de vista, se tienen en cuenta la forma en que se expresa el órgano jurisdiccional en su facultad de juzgar. Ella se manifiesta a través de diferentes pronunciamientos como sentencias, autos interlocutorios, decretos, etc.

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El aspecto material o intrínseco se refiere al contenido del poder de decisión y se resume en el acto de autoridad dado por el juez y que comprende un juicio y un mandato. El juez tiene el deber de emitir el juicio conforme a derecho, para lo cual debe explicitar los fundamentos que le han llevado a resolver en un sentido determinado con fundamentación lógica y legal. La motivación es un deber de la jurisdicción impuesto por la ley como garantía para los justiciables (art. 155 Const. Cba.).

II. Poder de ejecución: facultad del órgano jurisdiccional para producir actos coactivos tendientes a la realización práctica del interés tutelado sobre el cual ha recaído una afirmación jurisdiccional de existencia. En materia civil solamente puede ser ejercido a instancia de parte porque satisface su interés (ej. inscripción del pronunciamiento final en un registro). En materia penal, los actos de ejecución se realizan de manera compulsiva (ej. secuestro, requisa personal, etc.).

III. Poder de coerción: facultad conferida al juez para imponer sanciones a los sujetos que con su conducta obstaculicen la tarea de administrar justicia. También comprende la facultad de emplear la fuerza para el cumplimiento de las resoluciones judiciales. Alcanza facultades propias de la coertio y executio.

IV. Poder de instrumentación: posibilidad de dar el carácter de instrumento público a las actuaciones que se realizan con la intervención del Tribunal. Comprende la facultad que tiene el mismo tribunal de conservar documentos y el deber de custodia.

Momentos de su ejercicio: pueden distinguirse tres momentos distintos: a) Momento cognoscitivo: se inicia con la demanda, continúa con la contestación

y producción de las pruebas y finaliza con los alegatos de las partes. b) Momento resolutivo: luego de fijado el hecho y de la subsunción del mismo en

el derecho, el juez resuelve acerca de las pretensiones esgrimidas. c) Momento ejecutivo: tiene carácter eventual cuando el condenado no acata lo

resuelto de manera voluntaria. En ese caso el juez ejercita su imperium (poder de coerción) para hacer cumplir lo resuelto.

1.2. Competencia (Cap. VI, pág. 171 a 212)

Definición y caracteres: la competencia es la medida de la jurisdicción, toda vez que si esta es el género, la competencia es una especie dentro de aquella. La jurisdicción por ser única no puede medirse, cada juez la tiene íntegramente, pues la jurisdicción es una potestad relacionada con la soberanía del Estado. La competencia responde a exigencias técnico-jurídicas de política procesal, a cuestiones de orden práctico tendientes a delimitar la actuación de un determinado tribunal, que no es más que el resultante de un fraccionamiento del órgano jurisdiccional. Es la facultad que cada juez tiene para ejercer la jurisdicción en determinados asuntos y dentro de cierto territorio.

Sus caracteres son: debe estar prevista legalmente, es de orden público, es indelegable y es improrrogable.

Debe estar fijada previamente por ley: el justiciable debe saber de antemano que existe un órgano jurisdiccional con competencia atribuida en la ley para conocer del asunto que le aqueja.

Orden público: los particulares no pueden disponer de la regla de la competencia ni modificarla en cuanto a su distribución.

Indelegable: los actos atribuidos al juez deben ser cumplidos indefectiblemente por él, salvo excepciones en que puede encomendarse a otros órganos (art. 291 C.P.C.).

Improrrogable: la competencia no es prorrogable, la distribución pertenece a la ley y las partes no podrán conferir otras competencias ya sea por razón de la materia, grado o valor a otro órgano jurisdiccional. La competencia es prorrogable solamente cuando en el caso concreto no prima el interés público y las partes, mediante un convenio escrito, hayan elegido otro

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juez para que conozca el conflicto (expresa), o cuando una de las partes realice actos que impliquen renunciar a la competencia del juez determinado por ley y la otra no se oponga, ej. interponer demanda ante un juez incompetente y que el demandado no se oponga (tácita).

Fundamentos: el legislador ha considerado diferentes factores para

fundamentar el reparto de la competencia, entre ellos podemos mencionar a los siguientes: a) Criterio institucional: existe un doble orden judicial fijado por la Constitución.

Ello da lugar a la justicia ordinaria de cada provincia y a la justicia nacional, federal de excepción distribuida en todo el país. La primera existe en virtud de la reserva efectuada por las provincias de organizar su Poder Judicial (art. 1 y 5 C.N.). La federal de excepción se fundamenta en los artículos 116, 117 y 75, inciso 12 de la C.N.

b) Especialización y naturaleza de las causas: las diversas ramas del derecho se hacen cada día más complejas por la mayor cantidad de situaciones que el ordenamiento jurídico tiende a resolver y por las modificaciones sociales, económicas o laborales, ello permite concluir que sería inconcebible que un magistrado tuviera que conocer todas las ramas del derecho y resolver con serenidad y justicia en cada una de ellas. A través de la competencia, a cada magistrado se facilita la tarea de comprender cuál es la naturaleza de la cuestión a resolver, el objeto del litigio, el estado civil de las personas, el valor económico de la pretensión. Esto es lo que se denomina competencia material y permite dividir la jurisdicción en civil, comercial, familia, penal, laboral, etc.

c) Territorio: tampoco es posible que un mismo tribunal atienda los conflictos suscitados en un extenso ámbito territorial o densamente poblado. Surge la competencia territorial por la que se distribuyen zonalmente las causas de una misma materia entre diversos tribunales. Esta distribución persigue la aproximación del tribunal a la persona, cosa o hecho que debe considerarse como el centro del despliegue jurisdiccional en la correspondiente causa. En razón del territorio, la competencia puede distribuirse por el lugar de la cosa, el domicilio del demandado, el lugar de cumplimiento del contrato o el lugar del contrato.

d) Funcional: este criterio se funda en la conveniencia de establecer la diversificación del órgano jurisdiccional para el ejercicio de la función cognoscitiva y la ejecutiva. En los sistemas que admiten más de una instancia, el criterio funcional se manifiesta en la existencia de tribunales de mérito y tribunales de alzada. Se trata de la competencia por razón del grado y en el fuero de familia permite distinguir entre los jueces de familia y la Cámara de juicio; en el fuero laboral entre el juez de conciliación y la Cámara de juicio; en el fuero civil entre el juez de primera instancia y la Cámara en lo Civil.

e) Turno: entre jueces de una misma circunscripción judicial que atienden la misma materia y dentro del mismo grado, existe además otra división del trabajo en virtud de la cual se distribuyen las causas que ingresan. Existen dos métodos: la recepción de causas dentro de un período limitado de tiempo (utilizado en materia penal, cada fiscalía de instrucción se encuentra de turno una semana); y la recepción de un número determinado de causas (se utiliza en materia civil).

1.2.1 Competencia provincial: criterios para su determinación.

De acuerdo al régimen de Estado Federal instituido en los artículos 5 y 75, inciso 12 de la C.N., nuestro Estado se caracteriza por la coexistencia de dos órbitas judiciales: la de las provincias y la de la Nación.

El Poder Judicial provincial se encarga de todas las cuestiones relacionadas con el derecho común ocurridas dentro de sus respectivos territorios, a excepción de las materias expresamente delegas a la Nación, cuyo conocimiento compete a la Justicia Nacional.

La competencia material es el límite que la ley impone al juez para que pueda resolver sólo ciertos asuntos relacionados con la rama del derecho aplicable. Divide en razón de la diversas naturaleza de las causas y por el criterio de especialización.

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En la Provincia de Córdoba en razón de la materia, la competencia se divide en los siguientes fueros: Civil y Comercial, Concursos y Sociedades, Penal, Laboral, Familia y Contencioso Administrativo.

Fuero Civil y Comercial: en materia civil en la Provincia de Córdoba, establece el artículo 5 del Código ritual que la competencia se determinará por la naturaleza de las pretensiones deducidas en la demanda y no por las defensas opuestas por el demandado.

Se organiza en doble instancia, la primera corresponde a juzgados unipersonales que resuelven en primer grado. Sus resoluciones son recurribles ante la Cámara de Apelaciones del mismo fuero, que son órganos colegiados integrados por tres vocales. La resolución dictada en segunda instancia solamente admite recurso extraordinario (casación, revisión o inconstitucionalidad ante el Tribunal Superior de Justicia).

Fuero de concursos y sociedades: entiende exclusivamente en causas vinculadas al concurso de acreedores, la quiebra y la constitución de sociedades comerciales. Está organizado como el fuero civil y comercial.

Fuero penal: entiende en materia de delitos y es de instancia única. Se estructura en dos etapas: la primera es la investigación penal preparatoria a cargo de Fiscales de Instrucción o jueces de instrucción, cuando el imputado tuviere algún privilegio constitucional. Esta etapa concluye con el archivo de las actuaciones cuando el Fiscal no pudiere proceder o cuando el hecho investigado no encuadre en figura penal alguna (art. 334 C.P.P.); con el sobreseimiento del imputado (art. 350 C.P.P.), cuando:

1. El hecho investigado no se hubiere cometido o no lo hubiere sido por el imputado;

2. Cuando el hecho no encuadre en figura penal; 3. Cuando medie una causa de justificación, inimputabilidad, inculpabilidad o una

excusa absolutoria; 4. Cuando la pretensión penal se haya extinguido; 5. Cuando habiendo vencido todos los términos de la investigación penal

preparatoria y sus prórrogas, no hubiere suficiente fundamento para elevar la causa a juicio y no fuese razonable objetivamente prever la incorporación de nuevas pruebas.

Por último, la investigación penal preparatoria también puede concluir con el requerimiento fiscal de elevación a juicio siempre que existieren elementos de convicción suficiente para sostener como probable la participación punible del imputado en el hecho intimado (art. 355 C.P.P.).

La segunda etapa es la del juicio propiamente dicho y se lleva a cabo en una audiencia oral y pública ante la Cámara del Crimen, colegiada con tres vocales, quienes tiene a su cargo el juzgamiento en definitiva y el dictado de la sentencia absolutoria o condenatoria. Contra dicha sentencia solamente caben los recursos extraordinarios ante el Tribunal Superior de Justicia.

Dentro del fuero penal también se encuentran: los Juzgados Correccionales que juzgan en única instancia en los delitos de acción pública dolosos que estuvieren reprimidos con prisión no mayor de tres años o pena no privativa de la libertad; delitos culposos cualquiera sea la pena y delitos de acción privada (art. 37); los Juzgados de Menores Corrección que entienden en causas en las que haya menores que cometen delitos; los Juzgados de Ejecución Penal que tienen la competencia que establece el artículo 35 bis del C.P.P. y que fuera detallada ut-supra en el módulo I, punto 2.3. Por último, el fuero penal económico que está destinado a investigar delitos de los denominados “de cuello blanco” que tienen trascendencia económica y son de gran complejidad.

Fuero laboral: entiende en materia de contrato de trabajo y está organizado en instancia única. También se estructura en dos etapas, la primera ante el juez de conciliación que no dicta sentencia y la segunda, ante la Cámara del Trabajo que lleva adelante el juicio y dicta sentencia solo recurrible ante el Tribunal Superior de Justicia mediante recursos extraordinarios.

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Fuero de familia: de instancia única que entiende en los conflictos de familia y se integra con asesorías que intervienen en una etapa prejurisdiccional con el fin de alcanzar el avenimiento de las partes, ejercen representación promiscua de los menores y patrocinan a las partes carentes de recursos, le siguen los jueces de familia que tienen función conciliadora y homologan los acuerdos celebrados sin dictar sentencia. Finalmente, si se hace necesario el juicio, este se sustancia ante las Cámaras de Familia constituidas por tres vocales, quienes resuelven en definitiva.

Fuero contencioso administrativo: de instancia única en todas las causas salvo en aquellas en que la provincia sea parte. En caso de instancia única se sustancia ante la Cámara mediante un procedimiento escrito que concluye en una sentencia recurrible mediante recursos extraordinarios ante el Tribunal Superior de Justicia. En caso de doble instancia, la primera se sustancia ante la Cámara y la segunda ante el Tribunal Superior mediante recurso ordinario.

En la provincia de Córdoba, el máximo órgano del Poder Judicial es el Tribunal Superior de Justicia cuya competencia y funciones se encuentran reguladas en la Constitución. Puede entender por razón del fuero en todas las causas que lleguen ante él sin perjuicio de que la labor se reparta en diversas salas establecidas con un criterio de especialización. A este máximo tribunal integrado por siete miembros se llega por vía de recurso o por vía originaria. Su competencia está establecida expresamente en el artículo 165 de la Constitución Provincial que reza:

1) Conoce y resuelve originaria y exclusivamente, en pleno: a. De las acciones declarativas de inconstitucionalidad de las leyes, decretos,

reglamentos, resoluciones, Cartas Orgánicas y ordenanzas, que estatuyan sobre materia regida por la Constitución, y se controviertan en caso concreto por parte interesada.

b. De las cuestiones de competencia entre poderes públicos de la Provincia y en las que se susciten entre los tribunales inferiores, salvo que estos tengan otro superior común.

c. De los conflictos internos de las Municipalidades, de una Municipalidad con otra, o de estas con autoridades de la Provincia.

d. De las acciones por responsabilidad civil promovidas contra magistrados y funcionarios del Poder Judicial, con motivo del ejercicio de sus funciones, sin necesidad de remoción previa.

2) Conoce y resuelve, en pleno, de los recursos extraordinarios de inconstitucionalidad.

3) Conoce y resuelve, por intermedio de sus salas, de los recursos extraordinarios que las leyes de procedimiento acuerden.

4) Conoce y resuelve de la recusación de sus Vocales y en las quejas por denegación o retardo de justicia de acuerdo con las normas procesales.

Desplazamiento de la competencia: por regla general, la competencia es de

orden público e improrrogable, sin embargo, existen supuestos excepcionales que permiten que le pleito se radique ante un tribunal distinto al que tenía que intervenir. Los desplazamientos encuentran motivo algunas veces en la voluntad de las partes intervinientes, en una disposición de la ley, por circunstancias de conexidad o por efecto del fuero de atracción.

Prórroga: esta forma de desplazamiento transmite la competencia a un juez que

en principio resultaba incompetente. Son prorrogables las cuestiones claramente patrimoniales y en relación al

territorio, sin embargo, no son prorrogables la competencia en razón del grado y la materia. La prórroga de competencia se encuentra expresamente regulada en los

artículos 2, 3 y 4 del C.P.C.

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Conexidad: por razones de economía procesal, cuando entre dos o más asuntos haya alguna conexión, la ley determina que sea un mismo juez el que intervenga.

Existen causas de interés público y privado en la acumulación. Las primeras porque tienden a evitar el dictado de sentencia contradictorias entre asuntos relacionados. Las razones de interés privado se vinculan con la economía procesal y el ahorro de costos y esfuerzos.

La conexión puede existir por razones subjetivas, objetivas o causales y será competente para entender el juez que entienda sobre la materia principal o el que intervino primero en el tiempo.

En materia civil se encuentra una amplia casuística en el artículo 7 del C.P.C, mientras que en el fuero penal, la conexidad está regulada en los artículos 47, 48 y 49 del C.P.P.

Fuero de atracción: tiene aplicación en los procesos universales como los

juicios de sucesión y concursos o quiebras. El desplazamiento se justifica en la necesidad de tratar en forma conjunta y simultánea todas las pretensiones deducidas contra el caudal común. De esta forma se otorga certeza al derecho que se declara en acciones independientes pero que se encuentran vinculadas.

En materia de sucesiones, el fuero de atracción está contemplado en el artículo 3284 del Código Civil, siendo por ello, una norma procesal en un código de fondo y por tanto, con alcance nacional, aunque solamente alcanza a las pretensiones con contenido patrimonial, toda vez que las acciones personales deberán tramitarse por ante el juez de familia.

Al imponerse por razones de orden público por el hecho de que pueden verse afectadas muchas personas, por lo general indeterminadas, el fuero de atracción es improrrogable e irrenunciable y en consecuencia debe ser aplicado de oficio por el tribunal.

Una vez concluido el juicio sucesorio o finiquitada la quiebra o el concurso, el fuero de atracción también finaliza.

1.2.2 Competencia federal

Definición: facultad reconocida a los órganos que integran el Poder Judicial de la Nación para ejercer sus funciones en los casos, respecto de las personas y en los lugares especialmente determinados por la Constitución Nacional. Se establece especialmente en las provincias respecto de las materias que estas delegaron a la Nación.

Los artículos 116 y 117 de la Constitución Nacional establecen los asuntos que incumben a la competencia federal.

Caracteres: a) limitada: la C.N. establece taxativamente sus límites, no hay ley, interpretación

ni voluntad de parte que pueda extenderlos a otros casos. b) privativa: a contrario sensu, en las causas asignadas a la justicia federal

resulta excluida la justicia provincial que no puede entender en dichas cuestiones y debe declarar su incompetencia de oficio en cualquier estado del proceso. En casos de competencia concurrente entre Nación y provincias, la ley nº 927 sustrajo del fuero federal este tipo de causas (en casos en que el fuero federal proceda por distinta vecindad o nacionalidad de las partes, cuando la cuantía del asunto no exceda de un determinado monto, así como los juicios universales).

También se admite la prórroga de competencia cuando el demandado extranjero o vecino de otra provincia no opone la excepción pertinente, entendiéndose por ello que renuncia al fuero federal.

c) improrrogable: la competencia material es improrrogable, no así en razón de las personas.

d) contenciosa: nunca procede de oficio y solamente se ejerce la judicatura cuando es solicitado a instancia de parte.

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Criterios para su determinación

A fin de elucidar si una causa corresponde ser resuelta por los tribunales locales de cada provincia o si corresponde al Poder Judicial de la Nación se establecen tres criterios diferenciadores: el territorio, la materia y las personas.

En razón del territorio, la competencia nacional corresponde cuando se hayan afectado derechos federales o intereses nacionales en aquellos lugares que sean de propiedad del Estado Nacional, adquiridos a las provincias o cesión de estas, con el objeto de instalar allí establecimientos de utilidad nacional (ej. Universidad Nacional de Córdoba). El solo hecho que se trate de un lugar propiedad del Estado Nacional no le atribuye toda la potestad legislativa, administrativa y judicial en forma exclusiva y excluyente, esta solo corresponde a la Justicia Nacional cuando se haya interferido directa o indirectamente en la satisfacción del servicio de interés público que requiere el establecimiento nacional (ej. Municipios y provincias conservan la facultad de controlar las normas de tránsito dentro de la órbita territorial de su competencia sobre rutas nacionales).

En razón de la materia, está relacionada al conocimiento de los litigios que impliquen aplicación de la legislación federal. Dentro del país existen leyes federales, leyes comunes y leyes provinciales.

La legislación federal se integra por la Constitución Nacional, los tratados con las naciones extrajeras o con los organismos internaciones de carácter público y las leyes dictadas por el Congreso que regulan la actividad propia de la Nación y sus organismos descentralizados (ej. Convención Americana sobre Derechos Humanos, decretos del Ministerio de Economía de la Nación, resoluciones del Banco Central de la República).

La legislación común es aquella dictada por el Congreso de la Nación, haciendo uso de las facultades que las provincias le delegaron en virtud del artículo 75, inciso 12 de la C.N. y comprende materias sustantivas de nuestro ordenamiento jurídico. Pueden ser aplicadas por los tribunales federales y por los tribunales de provincia.

La legislación provincial es dictada por cada provincia, con validez espacial circunscripta al ámbito territorial de la provincia que la dictó. Comprende todas las facultades no delegadas (ejs. Códigos de procedimiento civil, penal, laboral, etc.).

Por último, en razón de las personas, la competencia federal se arroga teniendo en cuenta la cualidad especial de las personas que son parte en la controversia (ej. Si en el pleito intervienen ministros o embajadores extranjeros) o por la presencia del Estado Nacional en el juicio, si existiese un interés federal en disputa.

Competencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación

1. Competencia originaria y exclusiva: 1.1 Asuntos que se susciten entre dos o más provincias; entre una provincia y

los vecinos de otra; entre los vecinos de diferentes provincias; y entre una provincia o sus vecinos, contra un Estado o ciudadano extranjero.

1.2 Causas concernientes a embajadores y otros ministros diplomáticos extranjeros, personas que compongan la delegación e individuos de sus familias.

1.3 Causas que versen sobre privilegios y exenciones de los cónsules extranjeros en su carácter público, es decir, por hechos o actos cumplidos en el ejercicio de sus funciones propias, siempre que en ellas cuestione su responsabilidad civil o penal.

2. Competencia derivada: 2.1 Competencia por apelación extraordinaria: prevista por ley 48, artículo 14, ley

4.055, artículo 6 y recursos directos deducidos con motivo de la denegatoria del recurso extraordinario. Esta vía permite elevar a la Corte Suprema un litigio sobre el cual haya recaído sentencia definitiva emanada de un tribunal superior de justicia de la provincia donde se tramitó el pleito. Esta competencia atiende al control judicial de la constitucionalidad de las normas para el

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cual la Corte Suprema es el máximo y último tribunal que puede decidir acerca de ella en el caso concreto. No obstante ello, todos los tribunales pueden ejercer el control de constitucionalidad en el caso concreto. Esta vía del recurso extraordinario tiene como finalidad mantener la supremacía de los preceptos constitucionales asegurando una uniforme interpretación de ellos.

2.2 Competencia por apelación ordinaria: Se trata de un recurso contra las sentencias definitivas de las Cámaras Nacionales de Apelaciones, pronunciadas en los siguientes casos:

- Causas en que la Nación es parte, en la medida que superen un monto determinado.

- Causas por extradición de criminales reclamados por países extranjeros. - Causas suscitadas por apresamiento o embargos marítimos en tiempos de

guerra, sobre salvamento militar y sobre nacionalidad del buque, legitimidad de su patente o regularidad de sus papeles.

- Recurso de apelación que prevé el artículo 4 de la ley 4055 contra las sentencias dictadas en material federal por la Cámara de Casación penal en los recursos de revisión deducidos con arreglo a lo dispuesto por el artículo 479 del C.P.P. de la Nación.

- Recursos contra sentencias definitivas de la Cámara Federal de la Seguridad Social.

- Recursos directos que sean consecuencia de la denegatoria de los recursos mencionados precedentemente.

Hipótesis practica

A. Jurisdicción, competencia ordinaria y federal.

El caso: Entre el Juzgado Nacional en lo Criminal de Instrucción N° 19 y el Juzgado de Garantías N° 1 del Departamento Judicial de Mercedes, provincia de Buenos Aires, se suscitó contienda negativa de competencia en la causa donde se investigan tres homicidios. El magistrado nacional, que conoció primero en las actuaciones a raíz del hallazgo en esta ciudad de dos automóviles utilizados por las víctimas, uno de ellos quemado, se declaró incompetente para seguir conociendo en la causa. Fundó su resolución en la investigación practicada por la fiscal, que logró determinar que la secuencia de la captura, privación de libertad y posterior muerte de las víctimas, habría ocurrido en jurisdicción bonaerense, descartando que existieran puntos de conexión entre esta causa y la seguida ante el Juzgado Federal de Zárate-Campana. El juez local no aceptó el planteo. Sostuvo en este sentido, que la declinatoria resultaba prematura, por cuanto carecía de la calificación jurídica de los hechos que la motivaron. Asimismo, consideró que la conducta analizada podría encuadrar en el delito previsto en el artículo 142 bis del Código Penal, que según la jurisprudencia, debe tramitar en primer lugar ante la justicia federal. La Corte resolvió, por mayoría, que deberá entender en la causa el Juzgado de Garantías del Departamento Judicial de Mercedes, lugar donde se desprende habrían ocurrido los homicidios.

1. Es doctrina del Tribunal que cualquiera sea el vínculo de conexión final que pueda existir entre hechos que se presentan prima facie como independientes, ellos deben ser investigados por los jueces del lugar en que aparecen cometidos, en tanto la distribución de competencias judiciales entre las provincias, o entre ellas y la Nación, escapa a las regulaciones locales y no puede ser alterada por razones de mero orden y economía procesal que inspiran las reglas de acumulación por conexidad -que sólo son aplicables entre jueces nacionales. Máxime cuando aún no es manifiesta la conveniencia de que las investigaciones sean apreciadas y

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juzgadas en su conjunto y que no se divida entre los distintos fueros. (Del voto en mayoría de los Dres. Lorenzetti, Fayt, Petracchi, Maqueda y Argibay).

2. Más allá de la relación que pueda existir entre algunos sujetos involucrados en estas actuaciones y los investigados en la causa por infracción a la ley 23.737 y al artículo 866 del Código Aduanero, en trámite ante el Juzgado Federal de Campana, lo cierto es que en autos se investiga únicamente la desaparición y posterior muerte de tres personas. (Del voto en mayoría de los Dres. Lorenzetti, Fayt, Petracchi, Maqueda y Argibay).

3. Es doctrina del Tribunal que cuando pudo haber existido privación ilegítima de la libertad en más de una jurisdicción y en alguna de ellas se cometió además otro delito, es a los tribunales de esta última a los que corresponde entender en la causa. (Del voto en mayoría de los Dres. Lorenzetti, Fayt, Petracchi, Maqueda y Argibay).

4. Por aplicación de tales principios, y habida cuenta que de las constancias de la causa surge que la privación de la libertad de los nombrados habría tenido principio de ejecución en Quilmes, provincia de Buenos Aires, y que de los peritajes realizados sobre sus cuerpos sin vida encontrados en la localidad de General Rodríguez, se desprende que los homicidios habrían ocurrido allí, corresponde al magistrado provincial con jurisdicción en esa localidad continuar con la investigación. (Del voto en mayoría de los Dres. Lorenzetti, Fayt, Petracchi, Maqueda y Argibay)

5. La ausencia, en la causa, de elementos que permitan determinar al menos prima facie el móvil criminal de la privación ilegítima de libertad y homicidio calificado -pero que sí señalan una comunidad de intereses entre ellos en vinculación a la manipulación de drogas farmacéuticas- y, por otra parte, los fuertes indicios que pueden extraerse del proceso en trámite ante la justicia federal de Campana por infracción a la ley 23.737, no permiten descartar que aquellos delitos fueron cometidos en un contexto directamente relacionado con el tráfico de estupefacientes, de competencia exclusiva del fuero de excepción. (Del voto en disidencia de Highton de Nolasco en adhesión al dictamen del Procurador Fiscal).

6. La intervención de la justicia de excepción cuando su jurisdicción surge ratione materiae es improrrogable, privativa y excluyente de los tribunales provinciales, sin que el consentimiento ni el silencio de las partes sean hábiles para derogar esos principios, y la incompetencia de la justicia ordinaria, sobre esa base, puede promoverse en cualquier estado del proceso. (Del voto en disidencia de Highton de Nolasco en adhesión al dictamen del Procurador Fiscal)

7. Por ello, y establecida la competencia de la justicia de excepción, más allá del lugar donde ocurrieron los homicidios y fueron hallados los cuerpos, considero que corresponde a la justicia federal de Campana, que se encuentra ya abocada a la causa en que se investigan infracciones a la ley 23.737, continuar con esta investigación, aunque no haya sido parte en la contienda. Ello en razón de que estos hechos, como ya se dijo, habrían ocurrido dentro de un mismo contexto delictivo, por lo que deben ser investigados por un único magistrado en pro de una mayor, más efectiva y eficaz administración de justicia. (Del voto en disidencia de Highton de Nolasco en adhesión al dictamen del Procurador Fiscal)

Corte Suprema de Justicia de la Nación, Bs. As., 21/10/2008 “Forza, Sebastián y

otros”. B. Competencia, inmediación, debido proceso.

El caso: entre el Juzgado de Menores de 3ª Nominación de Córdoba y el Juzgado Civil, Comercial y Laboral de la IV Circunscripción Judicial de la ciudad de Pasos de los Libres, Provincia de Corrientes, se trabó un conflicto negativo de competencia, por cuanto, iniciadas las presentes actuaciones ante los tribunales de Corrientes, los pretensos guardadores judiciales con fines de adopción iniciaron la acción de guarda del niño, quien se encontraba en situación

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de desamparo. Razones familiares y laborales llevaron a los accionantes a mudarse junto con el incapaz y sus hijos biológicos a la localidad de Salsipuedes, Provincia de Córdoba, otorgándoseles, el 22 de diciembre del 2006, la guarda con miras de adopción. Seis meses después, la guardadora compareció ante el Juzgado de Menores informando que el menor debió ser internado a raíz de una crisis de esquizofrenia y que, por razones de seguridad física y psicofísica de todo el grupo familiar resolvieron junto a su marido renunciar a la adopción del niño. La Suprema Corte de Justicia de la Nación resolvió, de conformidad con lo dictaminado por la señora Procuradora Fiscal y por el señor defensor oficial, declarar competente para conocer en las actuaciones al Juzgado de Menores de 3ª Nominación de la ciudad de Córdoba.

1. En el sub examen, ante la existencia de la internación de larga data del menor, resulta imperioso extremar la salvaguarda del principio de inmediatez en resguardo de los derechos fundamentales del niño, en procura de su eficaz protección.

2. Por tratarse de un menor de edad, le asisten todos los derechos y garantías reconocidos por Naciones Unidas en la Convención sobre los Derechos del Niño, instrumento que posee jerarquía constitucional de acuerdo al art. 75, inc. 22, de la Constitución Nacional, y en la Ley de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes (Ley 26.061, B.O. 26 de octubre de 2005). Entre ellos, el art. 23 de la Convención de Derechos del Niño destaca para “el niño mental o físicamente impedido el disfrute de una vida plena y decente en condiciones que aseguren su dignidad, le permitan llegar a bastarse a sí mismo y faciliten la participación activa del niño en la comunidad” y reconoce su derecho a “recibir cuidados especiales y alentando y asegurando con sujeción a los recursos disponibles la prestación al niño que reúna las condiciones requeridas y a los responsables de su cuidado de la asistencia que se solicite y que sea adecuada al estado del niño y a las circunstancias de sus padres”.

3. El respeto de la regla del debido proceso debe ser observado con mayor razón en el caso de personas sometidas a tratamientos de internación psiquiátrica coactiva debido al estado de vulnerabilidad, fragilidad, impotencia y abandono en el que se encuentran frecuentemente estas personas.

4. El juez del lugar donde se encuentra el centro de internación es quien debe adoptar las medidas urgentes necesarias para dar legalidad y controlar las condiciones en que el tratamiento de internación se desarrolla. Sin perjuicio de ello, mientras se dirime la cuestión de competencia, el tribunal que esté conociendo en el caso -aún si resolviere inhibirse- debe seguir interviniendo en la causa a fin de no dejar a la persona en un estado de desamparo.

5. Corresponde al juez de la jurisdicción territorial donde se encuentran residiendo efectivamente los menores conocer en las actuaciones sobre protección de personas (art. 235 del Código Procesal y Comercial de la Nación, y art. 90, inc. 6, del Código Civil) ya que la eficiencia de la actividad tutelar, torna aconsejable una mayor inmediación del juez de la causa con la situación de éstos.

CSJN, 28/05/2008. “G., O. H. y A. S. B. v. S., M. E.”.

C. Competencia originaria, exclusiva y excluyente.

El caso: El querellante particular interpone recurso de apelación en contra de la sentencia del Juez de Control que resolvió sobreseer totalmente a las imputadas por supuestas coautoras de los delitos de turbación de la posesión y hurto simple (arts. 181 incs. 2 y 3, 162 y 55 del CP) que se les atribuye por no haber existido ilícito penal alguno en virtud de lo prescripto por el art. 350 inc. 1, primer supuesto, del CPP. La Cámara resolvió no avocarse al conocimiento de la presente causa.

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1. Esta cámara de acusación sostuvo en reciente precedente (Auto Nº 107 de fecha 26/06/07 in re “Denuncia formulada por Mariela Victoria Ramallo – Conflicto de competencia”) que, en virtud del principio del Juez Natural (art. 18 de la CN) y del ordenamiento vigente en consonancia con aquél (art. 43, 45 y 50 del CPP), ni de la inhibición del fiscal de instrucción al que originariamente le corresponde intervenir en razón del territorio, ni de las consecuencias que de ello se deriven, puede devenir constitucional o procesalmente consecuente el desplazamiento de la competencia territorial que le corresponda en forma originaria, exclusiva y excluyente al juez de control respectivo.

2. Tal criterio es aplicable a la presente causa en la que, por aplicación de las reglas de competencia referidas supra en el punto “II” de estos Considerandos, las apelaciones interpuestas han sido ya resueltas por la Cámara del Crimen de Villa Dolores, competente para las apelaciones de la 7ª Circunscripción Judicial. La contingencia de que se hayan inhibido los dos únicos fiscales de instrucción de esa circunscripción y que, por ello, la Fiscalía General de la Provincia haya designado para intervenir en la causa a un fiscal de otra región, no provoca la pérdida de competencia del juez de control y la cámara de acusación a los que originariamente les corresponde intervenir por razón del lugar en donde ocurrió el hecho.

3. Afirmar lo contrario implicaría que también quedase desplazada la competencia de la cámara del crimen que –eventualmente- debería realizar el juicio y, entonces, si finalmente se diera la potencial circunstancia de que el hecho investigado en esta causa llegue a juicio, éste tendría que ser realizado por alguna de las cámaras del crimen de la ciudad de Córdoba por la exclusiva razón de que el Fiscal General designó para continuar interviniendo a una fiscalía de la 1ª Circunscripción. En tal supuesto, la Cámara del Crimen de Cruz del Eje no realizaría el juicio sólo porque los dos fiscales de instrucción de la 7ª Circunscripción se inhibieron, lo que sería un absurdo, dado que la jurisdicción –como potestad para actuar en concreto la ley- le es otorgada tanto a la cámara del crimen, como al tribunal que debe intervenir como cámara de apelación de lo resuelto por el juez de control, no sólo por la Constitución Provincial, sino también por el Código Procesal Penal y el acuerdo reglamentario mencionado.

4. Asimismo -y sin perjuicio de que lo expuesto es razón suficiente per se para que esta Cámara de Acusación no se avoque al conocimiento de la presente causa-, las razones tenidas en cuenta por el Tribunal Superior de Justicia en el punto IV –2º párrafo- del acuerdo referido, que procuran disminuir en la mayor medida posible la afectación de la defensa del imputado y las dificultades de traslado de las partes, encuentran abono en la postura aquí sostenida. Debe tenerse en cuenta que tanto los imputados cuanto la parte querellante particular han debido seguir el derrotero de esta causa por cuatro ciudades diferentes (Cruz del Eje, Cosquín, Villa Dolores, Villa Carlos Paz), con las consiguientes complicaciones que ello acarrea (traslados, fijación de domicilio legal, etc.) a lo que, si la causa quedase radicada en esta ciudad, deberían sumar una nueva (ubicada a más de 170 Km. del lugar del hecho). Por lo tanto, la correcta administración del servicio de justicia indica que continúe interviniendo en estas actuaciones con funciones de cámara de acusación la Cámara del Crimen de Villa Dolores, como ya lo ha hecho en etapas anteriores de este mismo proceso.

Cám. Acusación Cba., A. 190 del 19/09/2007. Trib. de origen: Juzg. de Control,

Menores y Faltas de Carlos Paz “Aveta, Susana Mabel y otra p.ss.aa. Turbación de la posesión”. D. Prórroga de competencia

El caso: Un Juzgado Nacional en lo Comercial y la Cámara Arbitral de la Bolsa de Cereales de Bs. As. discreparon respecto a quién resultaba competente para entender en una acción de cobro de sumas de dinero promovida por el vendedor contra su agente corredor. Tal conflicto de competencia debió ser dirimido por la CSJN al no existir un superior común a ambos órganos en

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conflicto conforme a lo dispuesto en el decreto ley 1285/58, texto según ley 21.708. La CSJN declaró la competencia del primero en razón de la materia y el territorio.

1. El juez natural para intervenir en los conflictos entre particulares es el Poder Judicial de la Nación. Sin embargo, la legislación nacional ha admitido que los justiciables sometan la solución de sus diferendos a árbitros o amigables componedores y ha dado virtualidad a tales decisiones para, ulteriormente, solicitar su ejecución o cumplimiento ante los órganos de justicia.

2. La prórroga de jurisdicción, debe surgir del contrato que relacione a las partes en litigio y ello requiere una manifestación concreta, clara y expresa del consentimiento de las partes en favor del arbitraje.

3. Si bien el corredor ha intervenido en la celebración de los contratos de compraventa en calidad de representante de la actora, la cláusula compromisoria, contenida en los boletos de compraventa, claramente está referida a la intervención del órgano arbitral para la solución de diferendos que surjan entre vendedor y comprador, pero no entre el corredor y su comitente enajenante.

4. Cualquiera sea la figura jurídica que relacione a las partes de la acción, cuenta corriente mercantil, cuenta de gestión simple, la del mandato o gestión de corretaje o comisión, lo que es indudablemente cierto es que la cláusula compromisoria inserta en el contrato, sólo obliga a las partes que realizan la compraventa de cereales, pero no puede relacionarse con la relación jurídica particular establecida entre el vendedor y su mandatario, gestor, comisionista o corredor.

Corte Suprema de Justicia de la Nación, causa n° 1651. XXXIX.- 11/05/2004

“Basf Argentina S.A. c. Papdevielle Key y Cía. S.A. s. Competencia”. E. Competencia, fuero de atracción

El caso: Se plantea un conflicto negativo de competencia entre el Juzgado en lo Civil, Comercial, Conciliación y Familia de 2ª Nominación de la Sexta Circunscripción Judicial con sede en la ciudad de Villa Dolores, y el Juzgado de Primera Instancia en lo Civil y Comercial de 34º Nominación de esta ciudad de Córdoba, con relación a la determinación del tribunal que debe seguir entendiendo en una acción de filiación, siendo que existe un juicio sucesorio respecto del sindicado como progenitor. El T.S.J. declaró que debe entender el Juzgado en lo Civil y Comercial de 34º Nominación de esta Ciudad, donde se tramita el juicio sucesorio.

1. El objetivo que persigue el art. 3284 del Código Civil al establecer en materia sucesoria el fuero de atracción, es la concentración en un mismo magistrado que entiende en el principal de todos los juicios seguidos contra los causantes, dada la conveniencia de que un mismo juez intervenga en todas las cuestiones que puedan afectar la universalidad del patrimonio. A la luz de este cardinal, es dable destacar que se trata de un instituto de orden público, ya que contempla no sólo el interés particular sino también el interés general para la mayoría y más rápida administración de justicia

2. La Corte Suprema de Justicia de la Nación ha sostenido que las acciones de estado de familia, de las que resulte o pueda derivar una pretensión de reconocimiento de un llamado a la herencia –entre las que se hallan comprendidas las acciones de filiación- están sometidas al fuero de atracción de la sucesión por estar alcanzadas por las disposiciones del inc. 1 del art. 3284 citado, en cuanto dispone que deben tramitar ante el juez del sucesorio las demandas concernientes a los bienes hereditarios, hasta la partición inclusive, cuando son

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interpuestas por alguno de los sucesores universales contra sus coherederos. Ello así, pues justamente la acción de filiación tiene por objeto determinar el estado filial de una persona y consecuentemente, la vocación hereditaria de ésta respecto de la sucesión.

3. Nuestra doctrina y jurisprudencia, en forma casi unánime, reconocen que quien peticiona la herencia, en última instancia lo que discute es la entrega de parte o de todos los bienes hereditarios, y en consecuencia, sea o no reconocido heredero, atento lo que surge del inc. 1, no puede discutirse que debe someterse tal reclamo al juez del sucesorio, sea por la vía del juicio de petición en sí o por el de filiación, que en cierto modo la comprende.

4. Las acciones de estado o de familia de las que resulte o pueda derivar una pretensión del reconocimiento de un llamado a la herencia –entre las que se hallan comprendidas las acciones de filiación– están sometidas al fuero de atracción de la sucesión, por estar alcanzadas por las disposiciones del inc. 1 del art. 3284 del Código Civil.

Tribunal Superior de Justicia, Cba., Auto Interlocutorio nº 21 del 14/04/2008, "G.

B. A. c/ Suc. J. M. C. – Filiación - Cuestión de competencia".

2. Organización judicial

2.1. Organización judicial (cap. VII, págs. 213 a 235)

En nuestro país, las provincias conservan todo el poder no delegado al gobierno federal y, por consiguiente, administran justicia conformando la denominada jurisdicción ordinaria, por oposición a la federal, conocida como de excepción.

Toda organización judicial responde a las siguientes reglas: a) Normatividad: Solo es posible concebir una organización judicial desde el

punto de vista normativo. La organización del Poder Judicial se halla instrumentada por reglas de naturaleza procesal que integran el orden público.

b) Jerarquía: Existe una relación de subordinación manifestada en un grado de dependencia del juez inferior al juez superior, en lo atinente al aspecto funcional (control de legalidad y de legitimidad), que resulta delimitado por las normas adjetivas.

c) Sedentariedad: El tribunal tiene su asiento en un determinado lugar geográfico. Existen sedes en que funciona el poder judicial y cada una tiene su ámbito espacial en que habrá de administrar justicia.

d) Permanente: Se estructura sobre la base del criterio funcional, independientemente del sujeto que tiene a su cargo prestarla, lo cual resulta contingente.

En la provincia de Córdoba, la organización judicial se estructura basándose en el siguiente esquema: Tribunal Superior, Cámaras de Apelación, Cámaras de juicio, Jueces de primera instancia, Jueces penales, de familia y conciliación, Jueces de paz y otros funcionarios judiciales y auxiliares de la justicia.

Tribunal Superior de Justicia: es la cabeza del Poder Judicial, está

estructurado en forma colegiada con siete miembros y tiene una competencia limitada y acotada material y funcionalmente. Su competencia ya fue explicitada en el punto 1.2.1 al cual me remito.

Además de ello, tiene funciones de control y vigilancia de los demás miembros del Poder judicial conocidas como funciones de superintendencia y, por último, su presidente ejerce la representación del Poder Judicial.

Cámaras de apelación: órganos colegiados que tienen competencia para

conocer de los recursos que se interpongan contra las resoluciones de los jueces letrados de primera instancia por lo que constituye un tribunal de segunda instancia. Además conoce de las recusaciones de sus propios miembros, con exclusión del recusado, y entiende en la recusación con causa de los jueces de primera instancia y de los funcionarios del Ministerio Público. Por

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último, conoce de los recursos de retardada justicia contra los jueces. Funcionan principalmente en casos de procedimientos escritos.

Cámaras de juicio: Son las Cámaras del crimen, de familia y del trabajo. Son

órganos colegiados que tienen por fin decidir sobre la pretensión esgrimida y dictar sentencia. Las Cámaras del crimen son aquellas ante las que se lleva a cabo el juicio

plenario que habrá de resolver sobre si existe certeza de que el acusado es penalmente responsable del delito que se le atribuye y eventualmente imponerle una pena. Pueden funcionar a través de salas unipersonales (art. 34 C.P.P.).

Las Cámaras de familia intervienen en el juicio oral de instancia única para el denominado juicio común y actúa únicamente a través de un tribunal colegiado.

La Cámara del trabajo constituye el órgano de sentencia que actúa luego que el juez de conciliación concluye con la instrucción de la causa. Se encuentra autorizada para actuar de manera unipersonal y también conoce y resuelve las apelaciones deducidas en contra de las resoluciones dictadas por los jueces de conciliación.

Jueces de primera instancia: son el primer escalón en la justicia, conocen el

objeto litigioso en toda su extensión, convocan a las partes, dirigen el proceso, reciben las pruebas y deciden sobre las pretensiones hechas vales en juicio por ellas.

Jueces penales, de familia y de conciliación: el juez de instrucción lleva

adelante la investigación penal preparatoria cuando el imputado goce de privilegios constitucionales, juzga como tribunal de única instancia en los casos del juicio abreviado previsto en el artículo 356 del C.P.P., ejerce control jurisdiccional y resuelve las oposiciones planteadas por el imputado o su defensa en contra de las resoluciones del Fiscal de Instrucción como juez de garantías.

El juez de familia puede intervenir como juez instructor o como tribunal de sentencia. En el primer caso lo hace en cuestiones que deben tramitarse como juicio común, tales como divorcio, adopción o filiación. Como tribunal de sentencia actúa en juicios especiales como medidas cautelares, guarda, tenencia o cuota alimentaria.

Los jueces de conciliación actúan como jueces instructores en el caso de los procesos de conocimientos y son jueces de sentencia para las cuestiones incidentales. En el primer caso, conocen de las actuaciones que se practiquen para entablar y contestar la demanda y operan la conciliación previa propia del proceso laboral. Además, cuentan con atribuciones para resolver las cuestiones incidentales, el despacho de las medidas precautorias y en la ejecución de sentencia.

Jueces de paz: los jueces de paz son nombrados por el Poder Ejecutivo con

acuerdo del Poder Legislativo y durante el período de su ejercicio sólo pueden ser removidos por el Tribunal Superior de Justicia si concurren las causales del artículo 154 de la Constitución Provincial. El procedimiento ante ellos es verbal, sumarísimo, gratuito y de características arbitrales. Ostentan una escasa competencia y actúan como delegados del Estado como amigable componedor.

Otros funcionarios judiciales y auxiliares de la justicia: Dentro de las

personas que colaboran de manera directa con el juez se encuentra el secretario que es el jefe de oficina, prepara el despacho, vigila a los empleados, lleva los libros reglamentarios, entrega bienes, expedientes y documentos a las personas que la ley autorice, entre otras funciones.

El prosecretario, que colabora de manera directa con el secretario, cumple las tareas que éste le indique y lo reemplaza en sus funciones. Firma cédulas de notificación, citaciones, oficios, cargos de escritos y mantiene actualizados los ficheros de jurisprudencia.

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También integran la organización judicial los oficiales de justicia que ejecutan mandamientos de embargo, secuestro o desalojo. Los notificadotes y ujieres, que practican las notificaciones dentro y fuera del radio respectivo y demás oficinas administrativas que colaboran con la justicia, como la Dirección de Superintendencia, la Dirección de Administración o la Dirección de Servicios Judiciales.

2.2 El juez o tribunal (cap. VIII, pags. 237 a 258)

Definición: el juez o tribunal es uno de los sujetos esenciales en el proceso, sin el juez no puede haber un proceso propiamente dicho. Cumple la función jurisdiccional del Estado y se encuentra compuesto por un juez o un conjunto impar de jueces.

El tribunal tiene a su cargo la administración de justicia y concurre con los otros órganos del Estado al cumplimiento integral de la función judicial. Es un presupuesto procesal esencial, que tiene la potestad de juzgar y cumple la función realizadora del derecho.

Los poderes otorgados al juez son los de dirección formal y material del proceso, disciplinarios y ordenatorios, de iniciativa probatoria y de decisión. Su deber fundamental consiste en administrar justicia legalmente, no pudiendo dejar de juzgar bajo pretexto de silencio, oscuridad o insuficiencia de las leyes.

Caracteres: a) Público: el tribunal es un órgano público creado para la administración de

justicia. Su representación física es un magistrado o funcionario del Estado. b) Permanente: en virtud del artículo 18 de la C.N. el tribunal reviste el carácter

de permanente, prohibiéndose la constitución de comisiones especiales designadas para resolver jurisdiccionalmente un caso determinado. Los jueces no son permanentes sino inamovibles en el cargo salvo renuncia, fallecimiento, jubilación o remoción.

c) Sedentario: no existen los tribunales ambulantes. Cada uno desempeña sus funciones en un ámbito territorial determinado establecido como sede.

d) Letrado: el juez debe tener título de abogado, además de otros requisitos que la Constitución establece. Los jueces de paz no necesitan ser abogados.

e) Normativo: Solamente la ley puede crear, modificar o extinguir un ordenamiento jurisdiccional. Fuera de la ley no puede haber organización judicial.

Poderes y atribuciones: los poderes y facultades que se otorgan a los jueces

tienen íntima vinculación con las facultades, deberes y cargas que se conceden a las partes en el proceso civil o al imputado en el proceso penal.

El poder característico de la función judicial es el estrictamente jurisdiccional. La exteriorización de ésta, por excelencia, es la decisoria que se realiza por medio del dictado de decretos, autos interlocutorios y sentencias. La sentencia es el acto jurisdiccional de mayor trascendencia y condensa la potestad del juez de resolver en forma definitiva sobre las pretensiones esgrimidas por las partes.

Además pueden corregir errores materiales, aclarar conceptos oscuros o suplir cualquier omisión en que hubieren incurrido en su sentencia. Tienen facultades ordenatorias que se ejercen a lo largo del juicio y que se manifiestan por el proveimiento que efectúan los tribunales a las peticiones de las partes o a las necesidades en el trámite o en casos excepcionales, oficiosamente.

También tienen facultades instructorias con el fin de facilitar su tarea tendiente a esclarecer la verdad y ella solo puede ejercerse en la medida que no se quiebre la igualdad de las partes.

Por último, tienen facultades disciplinarias que pueden ejercer a lo largo del trámite y que, generalmente, se manifiestan con la imposición de multas u otras sanciones a los litigantes que violenten las reglas de la lealtad y buena fe procesal.

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Deberes y garantías: es deber fundamental y primario de los jueces, el de

administrar justicia cada vez que tal actividad les sea requerida en un caso concreto. Se trata de un poder-deber propio de la jurisdicción que impone al juez pronunciarse sobre las pretensiones hechas valer en juicio.

Por otra parte, entre los deberes formales, cabe destacar que los magistrados y funcionarios judiciales tienen el deber de prestar juramento antes de asumir sus funciones, están obligados a concurrir a sus despachos en los horarios de atención al público y deben resolver las causas dentro de los plazos fatales que las leyes procesales establezcan con fundamentación lógica y legal.

En cuanto a las garantías funcionales, vale destacar la inamovilidad de sus cargos mientras dure su buena conducta y la intangibilidad de sus remuneraciones.

Sistemas de designación: estos sistemas son variados y responden a

motivaciones políticas y jurídicas, aunque todos en mayor o menor medida, pretenden hacer del sistema elegido el más seguro para proveer al imperativo de imparcialidad de la administración de justicia. Entre ellos su puede distinguir a los siguientes:

a) Por elección popular: sólo podría funcionar en sociedades de gran cultura cívica para evitar riesgos que afecten la garantía de imparcialidad necesaria.

b) Por designación del máximo tribunal: conforme a un sistema de promoción y concursos o designación efectuada por el tribunal jerárquicamente superior.

c) Por designación efectuada por los poderes públicos: utilizando métodos que tengan en cuenta la capacidad, idoneidad, condiciones morales y antigüedad en la función judicial o en el ejercicio profesional.

Modos de designación en la justicia nacional: 1. Miembros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación: designados por el

Presidente de la Nación con acuerdo del Senado por dos tercios de sus miembros presentes, en sesión pública convocada al efecto (art. 99, inc. 4, párr. 1, C.N.). Para ser miembro de este máximo tribunal se requiere cumplimentar con los requisitos establecidos en el artículo 111 de la Carta Magna.

2. Jueces de tribunales inferiores: son designados por el Presidente de la Nación sobre la base de una propuesta en terna vinculante emitida (previo concurso público) por el Consejo de la Magistratura, mediante acuerdo del Senado. El Consejo de la Magistratura es un órgano consagrado en la reforma constitucional como una entidad integrada de modo de procurar equilibrio entre la representación de los órganos políticos resultantes de la elección popular, de los jueces de todas las instancias y de los abogados de matrícula nacional, como así también de personas del ámbito académico y científico (art. 114, C.N.).

Modos de designación en la justicia provincial: por ley nº 8802 del año 1999

se crea el Consejo de la Magistratura que asiste al Poder Ejecutivo en la tarea de selección de los jueces y magistrados. La designación comienza con una convocatoria pública y abierta para que los aspirantes se inscriban y así accedan a la evaluación prevista consistente en oposición escrita, oral y de antecedentes.

Sobre la base del resultado, el Consejo confecciona un orden de mérito que es remitido al Poder Ejecutivo y que este no puede alterar.

Remoción: la remoción implica la separación del cargo. En el ámbito nacional

los jueces sólo pueden ser separados de sus cargos mediante el procedimiento del juicio político (arts. 53, 110 y 115 C.N.) que puede iniciarse por mal desempeño o delito en el ejercicio de la función o por crímenes comunes.

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El juicio político contra un miembro de la Corte requiere de acusación de la Cámara de diputados que debe declarar por mayoría de dos terceras partes de sus miembros que hay lugar a la formación de causa. Efectuada la acusación, el juicio es realizado por el Senado y se requiere para la declaración de culpabilidad el voto de dos tercios de los miembros presentes. Su fallo tiene el efecto de destituir al acusado, quien quedará sujeto a acusación, juicio y castigo conforme a las leyes y ante los tribunales ordinarios si fuere el caso.

Respecto de los jueces de los tribunales inferiores de la Nación, la facultad de decidir la apertura del procedimiento y de ordenar, en su caso, la suspensión, corresponde al Consejo de la Magistratura y el juicio se realiza por un jurado integrado por legisladores, magistrados y abogados. Su fallo es irrecurrible.

En el ámbito de la provincia de Córdoba, los miembros del Tribunal Superior de Justicia sólo pueden ser separados de sus cargos mediante juicio político, en tanto para los magistrados y funcionarios del Poder Judicial y el Ministerio Público no removibles por juicio político, la ley 7956 ha regulado un procedimiento denominado “juri de enjuiciamiento” que tiene como único efecto la destitución del acusado. Esta ley determina como causales de destitución las siguientes:

a) Mal desempeño; b) Negligencia grave; c) Desconocimiento inexcusable del derecho; d) Supuesta comisión de delito. En el caso de delitos culposos, cuando tenga

incidencia funcional; e) Inhabilitación física o psíquica; f) Morosidad. Salvo prueba en contrario, se presumirá configurada esta causal

en caso de omisión reiterada de pronunciamiento, requerimiento, dictamen u opinión, según correspondiere, dentro de los plazos fatales establecidos por las leyes. El Fiscal General llevará un registro y promoverá automáticamente el procedimiento cuando se verifique la tercera omisión o en caso de inobservancia inexcusable del término establecido en el artículo 47 de la Constitución de la Provincia con arreglo a lo dispuesto por la ley respectiva.

El jurado está compuesto por un vocal del Tribunal Superior de Justicia y cuatro senadores, letrados si los hubiere, dos por la mayoría y dos por la minoría. Contra la resolución no procederá recurso alguno, salvo el de aclaratoria que podrá interponerse dentro de las cuarenta y ocho horas.

Inhibición y recusación: la recusación del juez es el medio por el que se

exterioriza la voluntad de parte legítima del proceso para que un juez determinado se separe de su conocimiento por sospecharse, por algún motivo, de su imparcialidad. Es una garantía de imparcialidad y un respaldo a la debida consideración de la magistratura.

La inhibición es el medio que permite que el juez, al concurrir alguna de las circunstancias anteriores, se aparte espontáneamente del conocimiento de la causa.

La recusación puede realizarse con o sin causa, en este último caso, se admite como garantía para el litigante, pues le permite ejercer ese derecho cuando existiendo una causal legal, le resulta dificultosa o imposible la prueba de los hechos, o se pueda afectar la dignidad de la magistratura. Atento que este recurso ha sido utilizado de manera abusiva para entorpecer los trámites, la jurisprudencia ha limitado el recurso de la recusación sin causa a casos excepcionales y de interpretación restrictiva.

Recusación sin causa: en el proceso civil, las partes podrán recusar sin expresión de causa al juez, al entablar o contestar la demanda u oponer excepciones dentro de los tres días de notificado el llamamiento de autos para definitiva o el decreto de avocamiento. A uno de los miembros de la Cámara y del Tribunal Superior de Justicia, dentro de los tres días de llegados los autos ante el superior, de notificado el decreto a estudio o el de integración del tribunal.

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Las partes podrán ejercer una sola vez este derecho y cuando sean varios los actores o los demandados, únicamente uno de ellos podrá hacer uso de este derecho. No procede en las cuestiones incidentales ni en la ejecución de sentencia (art. 19 C.P.C.). Tampoco procede en los procesos concursales (art. 18, inc. 1º), en las diligencias preparatorias de los juicios, en las que tienen por objeto asegurar el resultado del juicio, en la ejecución de diligencias comisionadas, a menos que fuesen probatorias y en las diligencias para la ejecución de la sentencia, a no ser por causas nacidas con posterioridad a ella (art. 24 C.P.C.).

Recusación con causa: el fundamento de este instituto se encuentra en la extensión de la independencia del poder judicial a la persona del juez. Por razones de economía y de seguridad jurídica, se establecen límites temporales para deducir incidente de recusación con causa. Cuando la causa de recusación fuese anterior a la iniciación del pleito, deberá ser propuesta en el primer escrito que se presente. Cuando fuese posterior o anterior no conocida, se propondrá dentro de los tres días de haber llegado a conocimiento de la parte (art. 22 C.P.C.).

El tribunal competente para entender en la recusación es el superior inmediato al recusado: del juez de primera instancia y funcionarios del Ministerio Público, la Cámara; de los vocales del Tribunal Superior y de la Cámara, los restantes miembros.

Causales de recusación: si bien la jurisprudencia analiza las causales de recusación en sentido restrictivo para evitar el uso inadecuado del instituto, el análisis debería realizarse en el sentido inverso y otorgar a las causas de recusación un criterio amplio que atienda en principio al interés particular de contar con un juez imparcial y que con posterioridad atienda al abuso en su utilización. Por ello, los listados contenidos en los códigos adjetivos deberían interpretarse con carácter enunciativo y no taxativo.

En general, las causales son similares en todas las ramas del ordenamiento por lo que sólo consideraremos algunas de ellas y nos remitiremos al estudio de las restantes. En el C.P.C. se encuentran previstas en el artículo 17; en el C.P.P. están reguladas en el artículo 60; en la ley procesal del trabajo en el artículo 12

Son causales de recusación: 1. El parentesco hasta el cuarto grado de consanguinidad en línea recta y

colateral hasta el segundo grado. 2. Interés del juez en el pleito. 3. Sociedad, salvo el caso de sociedad por acciones o cooperativas. 4. Pleito pendiente. 5. Crédito o deuda. 6. Denuncia o querella. Haber sido el juez denunciante o acusador o haber

sido acusado o denunciado por la parte. 7. Prejuzgamiento. Haber anticipado el juez opinión sobre el litigio en

cualquier carácter. 8. Beneficio de importancia que haya recibido el juez o sus parientes de

alguno de los litigantes. 9. Amistad o enemistad manifiesta. 10. Haber producido en el procedimiento nulidad que haya sido declarada

judicialmente. 11. Haber dado lugar a la queja por retardada justicia.

2.3 El Ministerio Público Fiscal (cap. IX, págs. 259 a 276)

Definición: es el órgano estatal encargado de hacer valer ante el órgano jurisdiccional la representación y defensa de los intereses públicos y sociales del Estado.

En nuestro país, la Constitución de la Provincia de Córdoba (art. 171), elMinisterio Público fue incluido como órgano perteneciente al Poder Judicial; en el orden Nacional (Art. 120) el Ministerio Público es un órgano EXTRAPODER.

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Los funcionarios que integran el Ministerio Público carecen de facultades de decisión, las que se reservan al órgano jurisdiccional. Los ordenamientos procesales penales les acuerdan, en diverso grado, facultades de instrucción.

En el proceso civil, los funcionarios del Ministerio Público aparecen en ocasiones como representantes de parte y en otras desempeñando funciones de vigilancia.

El Ministerio Público se divide en Ministerio Público Fiscal y Pupilar. Dentro del primero de ellos se encuentra el que actúa ante los tribunales penales, civiles y de familia. El pupilar se encarga de la defensa de los incapaces y de los que se hallen en inferioridad de condiciones.

Su intervención en el proceso reviste un carácter formal, no sustancial, en tanto se lo considera un representante de la ley, no de un particular ni de la sociedad. Defiende el interés público y por ende, su actuación es imparcial.

Su organización se asienta en el principio de unidad orgánica y su actuación; en los de legalidad, imparcialidad, unidad de actuación y dependencia jerárquica.

a) Unidad orgánica: el Ministerio Público es único, a pesar de que para el ejercicio de sus funciones se efectúen dentro de él una división del trabajo.

b) Legalidad: como defensor de la legalidad, su actuación es reglada y no se admite la discrecionalidad.

c) Imparcialidad: su actuación tiene carácter objetivo y formal. Su función es hacer prevalecer con imparcialidad la ley. De allí que puede pedir la absolución o la condena del imputado.

d) Unidad de actuación: el dictamen o resolución de un miembro del ministerio público lo representa a todo.

e) Subordinación jerárquica: implica que un inferior debe obedecer las órdenes de su inmediato superior. Esta subordinación no existe en los oficios del Poder Judicial. En la provincia de Córdoba se encuentra regulado en la ley orgánica del Ministerio Público nº 7826 que en sus artículos 11 a 13 establece las características de la subordinación jerárquica.

En el orden penal, el Ministerio Público es el titular de la función requirente y actúa bajo las reglas de la oficiosidad y del principio de legalidad. Cumple la función de excitar y requerir a los jueces a fin de que se obtenga una decisión adecuada a una pretensión jurídico-penal. Es el encargado del ejercicio de la acción penal que constituye una función pública que forma parte de la función judicial en sentido amplio.

En el ámbito civil y comercial, el Ministerio Público Fiscal interviene en todos los procesos que rocen al orden público y su intervención cesa cuando se encuentre desinteresado el orden social.

En los procesos de familia, su actuación responde al interés comunitario que se proyecta desde el estado en la tutela de ciertas instituciones que deben ser protegidas en su realización jurisdiccional.

El Ministerio Público Fiscal en la provincia de Córdoba

El Ministerio Público esta compuesto por un fiscal general, dos fiscales adjuntos y los fiscales de cámara, en lo correccional, de instrucción, en lo civil y comercial, de familia, de menores y en lo electoral.

El fiscal general tiene a su cargo la misión de fijar las políticas de persecución penal e instruir a los fiscales inferiores sobre el cumplimiento de sus funciones.

Las funciones del Ministerio Público están explicitadas en el artículo 172 de la Constitución Provincial y ellas son:

1. Preparar y promover la acción judicial en defensa del interés público y los derechos de las personas.

2. Custodiar la jurisdicción y competencia de los tribunales provinciales y la normal prestación del servicio de justicia y procurar ante aquellos la satisfacción del interés social.

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3. Promover y ejercitar la acción penal pública ante los tribunales competentes, sin perjuicio de los derechos que las leyes acuerden a los particulares.

4. Dirigir la Policía Judicial. El artículo 10 de la ley orgánica del Ministerio Público Fiscal establece cuales

son sus atribuciones, entre las que se puede destacar: a) Interesarse en cualquier proceso judicial al sólo efecto de observar la normal

prestación del servicio, denunciando las irregularidades que observare. b) Concurrir a los lugares de detención cuando lo estime conveniente. c) Requerir el auxilio de las autoridades provinciales y de la fuerza pública. d) Impartir órdenes e instrucciones generales y particulares a los integrantes de

la Policía Judicial. e) Impartir instrucciones a los inferiores jerárquicos. Por su parte, compete a los fiscales civiles y comerciales: 1) deducir toda acción

fiscal que interese al orden público, con excepción de los asuntos encomendados a otros funcionarios; si el proceso ya se hubiese iniciado y se encontrare comprometido el orden público, se corre vista al Fiscal a los fines que se expida mediante dictamen. Así, cuando se solicita el beneficio de litigar sin gastos, se corre vista al fiscal en protección de los intereses del fisco y de otros organismos (caja de abogados) y 2) intervenir en los conflictos de competencia, en los juicios concursales, en los procesos sucesorios, actos de jurisdicción voluntaria, en lo relativo al estado civil de las personas cuando no le corresponda intervenir al Fiscal de Familia.

En lo que corresponde al ministerio pupilar, el constituyente local ha hecho caso omiso a su referencia por lo que ha sido la ley 7982, conocida como de Asistencia Jurídica Gratuita, la que ha salvado el olvido del legislador. Así, se instituyen Asesores Letrados en lo civil y comercial, penal, de familia, de menores y de trabajo.

Los asesores letrados en lo penal defienden a los imputados que no hayan designado abogado, representan y defienden los intereses de los imputados no individualizados y también pueden intervenir como querellante particular cuando la víctima careciere de recursos.

Los asesores letrados en lo civil y comercial, representan en juicio a los incapaces en cuanto interese a su persona y sus bienes, ejerce la representación y defensa en juicio de los que hubiesen sido declarados rebeldes, en los casos que el código determine, defiende a los pobres o carenciados en los términos de la ley de Asistencia Jurídica Gratuita, lo que importa que brindará asesoramiento jurídico, dará consejos y esgrimirá la defensa técnica que a su juicio requiera la causa. Presentara escritos, ofrecerá prueba, etc. Cuenta con las mismas atribuciones y sujeciones que las partes, con la salvedad de que al Ministerio Pupilar no se le impondrán costas por las actuaciones que promueva o por los recursos que entable en cumplimiento de sus funciones (art. 137 C.P.C.).

En el fuero de familia, pueden ejercer el patrocinio de la parte que por razones de pobreza no puede contratar abogado, requiriéndose para ello un trámite sumario de conocimiento. También cumple una función específica y conciliadora de las partes en una etapa prejurisdiccional que en algunos casos es obligatoria.

En el fuero del trabajo, también cumple funciones específicas como “procurador del trabajo” y actúa en defensa o patrocinio de la parte obrera.

Ministerio Público Nacional

El artículo 120 de la Constitución Nacional instituye: “el Ministerio Público es un órgano independiente con autonomía funcional y autarquía financiera, que tiene por función promover la actuación de la justicia en defensa de la legalidad, de los intereses generales de la sociedad, en coordinación con las demás autoridades de la República.

Está integrado por un procurador general de la Nación y un defensor general de la Nación y los demás miembros que la ley establece.

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Sus miembros gozan de inmunidades funcionales e intangibilidad de remuneraciones”.

En el orden nacional, el Ministerio Público comprende tanto al fiscal como al pupilar, no forma parte del Poder Judicial, ni se encuentra subordinado al Ejecutivo. Se trata de un órgano extrapoder de característica bicéfalo porque por una parte está el procurador general de la Nación y por otra el defensor general de la Nación.

Funciones de los integrantes del Ministerio Público Fiscal: a) Promueve la actuación de la justicia en defensa de la legalidad y de los

intereses generales de la sociedad. b) Representa y defiende el interés público en todas las causas y asuntos que

conforme a la ley se requiera. c) Promueve y ejerce la acción pública en las causas criminales y correccionales,

salvo cuando fuese necesario instancia o requerimiento de parte. d) Promueve la acción civil en los casos previstos por la ley. e) Interviene en los procesos de nulidad de matrimonio y divorcio, filiación,

venias supletorias, declaraciones de pobreza. f) Vela por la observancia de la Constitución Nacional, las leyes de la República

y por el efectivo cumplimiento del debido proceso legal. g) Vela por la defensa de los derechos humanos en los establecimientos

carcelarios, judiciales, de policía y de internación psiquiátrica. Deberes y atribuciones del defensor general de la Nación: Es la cabeza del Ministerio Público de la Defensa y tiene las siguientes

atribuciones: a) Ejerce ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación, las facultades del

Ministerio Público de la Defensa. b) Delega sus funciones en los defensores oficiales ante la Corte Suprema de

Justicia de la Nación. c) Imparte instrucciones generales o particulares a los integrantes del Ministerio

Público de la Defensa para la adopción de todas las medidas necesarias y conducentes al ejercicio de las funciones y atribuciones que las leyes le confieren.

d) Promueve y ejecuta políticas para facilitar el acceso a la justicia de los sectores discriminados.

e) Asegura la debida asistencia de cada una de las partes con intereses contrapuestos, designando diversos defensores cuando así lo exija la naturaleza de las pretensiones de las partes.

Pueden distinguirse en la función, los defensores públicos de Menores e Incapaces y los defensores públicos oficiales.

Los defensores públicos de Menores e Incapaces aseguran en las instancias y fueros en que actúen, la representación promiscua del artículo 59 C.C., por consiguiente, entablan en defensa de los menores e incapaces las acciones y recursos pertinentes, ya sea en forma autónoma o junto con sus representantes necesarios, v.gr. padres, tutores o curadores.

Los defensores públicos oficiales tienen como función la de proveer lo necesario para la defensa de la persona y los derechos de los justiciables en las causas penales y en otros fueros cuando aquellos fueren pobres o estuvieren ausentes.

Hipótesis practica

A. Independencia del Poder Judicial, intangibilidad de remuneraciones.

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El caso: la demanda interpuso recurso contra la decisión de la Cámara Federal de Apelaciones de la Seguridad Social que hizo lugar a la acción de amparo entablada por un magistrado de San Juan persiguiendo la no a aplicación del impuesto a las ganancias en los haberes jubilatorios del accionante. La CSJN, integrada por conjueces y por mayoría, confirmó la sentencia recurrida. La decisión se fundó en el principio constitucional de la intangibilidad de las remuneraciones de los jueces, en su vigencia en el ámbito de la justicia provincial y su aplicación a los magistrados que se encuentran en situación de retiro. Así, el Máximo Tribunal ratificó su postura histórica de que las remuneraciones de los jueces federales no pueden ser rebajadas por ningún concepto.

1. La vigencia del principio de intangibilidad no podría ser desconocida en el ámbito provincial según lo estableció la Corte en Fallos: 311:460 y 316:2747. En concordancia con ello, la ley del impuesto a las ganancias eximía de tal tributo tanto a los magistrados nacionales como a los de provincia -así como los haberes jubilatorios y pensiones correspondientes a dichas funciones- colocando a unos y otros jueces en un pie de igualdad (Artículo 20, incs. p y r de la Ley Nº 20.628, t.o. en 1986 y sus modificaciones). Del mismo modo, cuando la Ley Nº 24.631 - Artículo 1 inc. a- derogó tales normas exentivas, lo hizo sin distinguir entre la situación de la judicatura nacional y las provinciales. Establecida por la jurisprudencia del Tribunal la invalidez de la referida derogación, por resultar ésta incompatible con el principio instituido por el Artículo 110 de la Constitución Nacional, y como tal principio no puede ser desconocido en los ámbitos provinciales, debe afirmarse que esa derogación, inaplicable respecto de los integrantes del Poder Judicial de la Nación, también lo es con relación a las judicaturas de las provincias. En efecto, los jueces locales son, como los nacionales y federales, jueces de la Constitución, motivo por el cual cumplen, como los demás, idéntico ministerio y, por lo tanto, se hallan sujetos a parejas responsabilidades y deberes, y han de contar, a tal efecto, con similares garantías.

2. No se opone a lo concluido el Artículo 200 de la Constitución de San Juan, en cuanto prescribe que las retribuciones de los magistrados y representantes del Ministerio Público de la provincia “serán establecidas por ley y no pueden ser disminuidas con descuentos que no sean los que aquélla dispusiera con fines de previsión o de carácter general”, pues, obviamente, de acuerdo con su texto literal, dicha norma sólo se refiere a disminuciones que pudieran efectuar las propias leyes locales. Sin abrir opinión sobre la validez que ello tendría, si ocurriese, cabe observar que la parte recurrente no ha planteado a lo largo del pleito -ni en su recurso extraordinario- la posibilidad de que tal limitación pudiera dar fundamento a aplicar válidamente a los magistrados locales -ni a los jubilados como tales- un impuesto establecido por una ley federal.

3. La independencia del Poder Judicial obliga a concluir que la intangibilidad de los emolumentos de los magistrados es extensible al haber de los jueces jubilados, desde que la posible disminución de los derechos previsionales generaría intranquilidad en el ejercicio funcional o presión para motivar el abandono de sus cargos de quienes, con ese grado de incertidumbre, tuvieran que administrar justicia (Voto de los conjueces Dres. Juan Carlos Poclava Lafuente y Jorge Ferro).

4. El monto del haber que le corresponde a un juez jubilado forma parte de la expectativa de todo magistrado en actividad, quien ya sea por un hecho fortuito (incapacidad sobreviniente) o por el transcurso del tiempo (cumplimiento de la edad requerida para el retiro o jubilación), cuenta con tal régimen y haber para el ejercicio independiente y sereno de su función, que es precisamente lo que persigue la garantía constitucional de incolumidad de las remuneraciones. Tal garantía no se vería salvaguardada si los magistrados viesen frustrada su expectativa a obtener en el futuro una jubilación que les permita mantener similar nivel de vida al que tienen en actividad. (Voto de los conjueces Dres. Juan Carlos Poclava Lafuente y Jorge Ferro).

5. La protección que el legislador ha dispensado al régimen de jubilaciones de los magistrados no se sustenta en bases discriminatorias o de privilegio, sino en principios que preservan las instituciones republicanas, con la finalidad de asegurar la independencia funcional

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de los jueces. Ello para evitar que los otros poderes del Estado –administrativo o legislativo - dominen su voluntad con la amenaza de reducir su salario, de hacerlos cesar en sus cargos o de jubilarlos, y que esa situación favorezca un ámbito proclive a componendas contrarias a la independencia de criterio necesaria para la función jurisdiccional (Voto del conjuez Dr. Don Alberto Manuel García Lema).

6. La preservación de la intangibilidad de las remuneraciones como garantía de funcionamiento del sistema judicial no debe encontrarse hoy eludiendo el pago del Impuesto a las Ganancias sino: a) asegurando una participación presupuestaria adecuada del Poder Judicial en el presupuesto general; b) defendiendo la autarquía judicial; c) garantizando mecanismos que permitan dar sustentabilidad en el tiempo al poder adquisitivo de las remuneraciones de los magistrados a partir de criterios objetivos, ajenos a la injerencia de otros poderes (éste y no otro es el sentido de la reivindicación de la cláusula constitucional federal norteamericana que prevé la movilidad de la retribución de los jueces según la autorizada opinión de Alexander Hamilton en El Federalista, LXXIX); y, d) permitiendo que, llegado el caso, por vía judicial se corrijan aquellas situaciones que generen un “ostensible deterioro temporalmente dilatado” en las remuneraciones de los magistrados (Del voto en disidencia del conjuez Horacio Daniel Rosatti).

7. El Artículo 110 no puede ser interpretado como una norma especial o de excepción con relación al principio del Artículo 16, estando los jueces obligados a pagar todos aquellos impuestos que, por su carácter general, no expresen un ánimo hostil o persecutorio contra su noble actividad (Del voto en disidencia del conjuez Horacio Daniel Rosatti).

8. La independencia del Poder Judicial, inserta en las entrañas del sistema republicano de gobierno, sin la cual éste no sobrevive, lo es frente a los poderes políticos y en el esquema constitucional vigente requiere su respeto en tres momentos trascendentes: en la designación de los magistrados (independencia selectiva); en su desempeño y funcionamiento (independencia de ejercicio o funcional) y en su remoción (independencia sancionatoria), no se encuentra perjudicada, toda vez que, por lo antes expuesto, con el pago de sus impuestos al igual que el resto de la población no se afecta institucional ni individualmente a los jueces (Del voto en disidencia del conjuez Héctor Oscar Méndez).

9. No ha de verse en la garantía de intangibilidad del Artículo 110 de la Constitución Nacional una excepción o limitación a la de igualdad consagrada por el Artículo 16, sino que por el contrario ambas disposiciones deben ser interpretadas en forma armónica y de acuerdo al contenido de las demás, cuidando que la inteligencia de sus cláusulas no altere el equilibro del conjunto (Fallos: 296:432; 324:3219 cit.), ni su finalidad. Bajo esas reglas de hermenéutica, no es prudente asignar -como se lo hizo en las instancias inferiores- a la garantía que consagra la intangibilidad de las remuneraciones de los magistrados, una extensión tal que desconozca las facultades que los Artículos 4, 17 y 75 inc. 2 de la Ley Fundamental confieren al Congreso de la Nación, para hacer imponer con carácter general y no discriminatorio contribuciones equitativas y proporcionales a la población (Del voto en disidencia del conjuez Héctor Oscar Méndez).

Corte Suprema de Justicia de la Nación, Expte. G. 196. XXXV 11/04/2006 Trib.

de origen: Cám. Fed. Seg. Social – Sala I “Gutiérrez, Oscar Eduardo c. ANSeS”.

B. Remoción de jueces

El caso: contra la decisión del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados de la Nación que rechazó el planteo de nulidad del dictamen de la Comisión de Acusación y de la acusación formulada por el Consejo de la Magistratura al juez de la Cámara Federal de Apelaciones de Salta, este magistrado dedujo el recurso extraordinario cuya denegación dio origen a la queja pertinente. Que para decidir del modo indicado, el Jurado de Enjuiciamiento consideró que el alcance del término “renuncia” a la que se refiere el art. 5° del “Reglamento Procesal” de dicho

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Cuerpo debe ser interpretado como renuncia aceptada por el órgano competente. El juez recurrente centró sus agravios en la consideración de que, a su juicio, la renuncia presentada implica la conclusión de la atribución constitucional y legal del jurado de Enjuiciamiento, pues dicho acto pone fin al interés público de examinar las cuestiones que el Consejo de la Magistratura propuso al Jurado, en tanto la necesidad de alejarlo de la función jurisdiccional ya se cumplió, único efecto que produce una decisión condenatoria del Cuerpo cuya decisión aquí se recurre. La CSJN admitió la queja y suspendió el procedimiento de remoción.

1. La Convención Nacional Constituyente de 1994 modificó el procedimiento de remoción de los magistrados judiciales prevista en el texto constitucional de 1853/1860, en cuanto, el nuevo art. 115, dispone que los jueces inferiores de la Nación serán removidos por las causales expresadas en el art. 53, por un jurado de enjuiciamiento integrado por legisladores, magistrados y abogados de la matrícula federal y expresamente aclara que su fallo, que será irrecurrible, no tendrá más efectos que destituir al acusado. Pero la parte condenada quedará no obstante sujeta a acusación, juicio y castigo conforme a las leyes ante los tribunales ordinarios. (Del dictamen del Procurador General de la Nación).

2. Desde la última reforma constitucional existen dos procedimientos para remover a los jueces, según se trate de los miembros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación o de los tribunales inferiores, con algunas características comunes y otras claramente diferentes. Entre las primeras, las causales de remoción -previstas en el art. 53-, entre las segundas, pueden mencionarse el procedimiento, el órgano encargado de llevarlo adelante y los efectos de la decisión. Sobre este último aspecto, vale la pena destacar que, mientras el fallo del Senado tiene por efectos destituir al acusado y aun declararle incapaz de ocupar ningún empleo de honor, de confianza o a sueldo de la Nación (art. 60), la única consecuencia de lo decidido por el jurado de enjuiciamiento es separar al magistrado de su cargo, tal como indica el art. 115 CN. (Del dictamen del Procurador General de la Nación).

3. El proceso de remoción se trata de un juicio de responsabilidad política con sujeción a las reglas del debido proceso legal, lo que equivale a decir que en lo sustancial el juicio es político, pero en lo formal se trata de un proceso orientado a administrar justicia, es decir, a dar a cada uno su derecho, sea a la acusación en cuanto le asista el de obtener la remoción del magistrado, sea a éste, en cuanto le asista el de permanecer en sus funciones. (Del dictamen del Procurador General de la Nación).

4. En el régimen constitucional argentino, el propósito del juicio político no es el castigo del funcionario, sino la mera separación del magistrado para la protección de los intereses públicos contra el riesgo u ofensa, derivados del abuso del poder oficial, descuido del deber o conducta incompatible con la dignidad del cargo. De tal manera que se lo denomina “juicio político” porque no es un juicio penal, sino de responsabilidad, dirigido a aquellos ciudadanos investidos con la alta misión del gobierno, en su más cabal expresión. (Del dictamen del Procurador General de la Nación).

5. El art. 9 bis del Reglamento para la Justicia Nacional (texto agregado por acordada del 29/12/62) establece que los magistrados presentarán la renuncia a su cargo directamente ante el Poder Ejecutivo, debiendo dar cuenta de dicha presentación -en su caso- a la Corte Suprema, por intermedio de la cámara respectiva. Hasta tanto la renuncia no les sea formalmente aceptada, estarán sujetos a las disposiciones legales y reglamentarias concernientes a la función judicial y, en particular, a las que se refieran a la incompatibilidad con toda actividad política y al desempeño de cargos dependientes de uno de los poderes políticos, salvo los autorizados expresamente por el reglamento. (Del dictamen del Procurador General de la Nación).

6. Para que el procedimiento del juicio político se ponga en movimiento es indispensable que él se refiera y aplique a uno de los funcionarios enumerados por el art. 45 de la Constitución y que se encuentre actualmente en el desempeño y posesión de la función pública. Y

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se comprende esta última exigencia, porque si el efecto de la sentencia del Senado es simplemente el de destituir al acusado, no se ve cómo ésta podría realizarse respecto de un funcionario que ha dejado de serlo por terminación de su mandato, por renuncia presentada antes de iniciado el procedimiento del juicio político o por derrocamiento generado en una revolución triunfante. (Del dictamen del Procurador General de la Nación).

7. No existiría utilidad práctica ni razón doctrinaria que justifique el procedimiento de remoción respecto de quien no tiene el ejercicio de la función, ni puede por consiguiente ser destituido de ella, circunstancia que, por cierto, no impide que el magistrado quede sujeto a acusación, juicio y castigo conforme a las leyes ante los tribunales ordinarios, tal como expresamente dispone el tantas veces citado art. 115 de la Ley Fundamental. La renuncia presentada por un juez produce que, en cierta medida, el proceso de remoción carezca de sentido, pues con la voluntad de aquél de alejarse de su cargo el propósito del instituto estaría cumplido y no existirían obstáculos para una investigación judicial para determinar la existencia de delitos. (Del dictamen del Procurador General de la Nación).

8. La renuncia es un derecho ínsito previsto en el nombramiento, como lógica consecuencia de la relación de empleo, pues si así no fuera, el magistrado aparecería compelido a continuar en la función pública contra su voluntad, lo que implicaría un agravio a su esfera de libertad, sin que el ordenamiento positivo condicione o limite de algún modo el ejercicio de tal derecho. El hecho que el art. 9° bis del Reglamento para la Justicia Nacional establezca que mientras la renuncia no sea formalmente aceptada, el juez estará sujeto a las disposiciones legales y reglamentarias a la función judicial, dicha norma -y los efectos de la falta de aceptación de la renuncia presentada- no se proyecta al proceso de enjuiciamiento de magistrados, porque, además de que este instituto se rige por normas propias, ya estaría cumplida su finalidad con la voluntad de dimitir expresada por aquél. (Del dictamen del Procurador General de la Nación).

9. La renuncia implica no sólo una manifestación de voluntad, sino también la petición de una decisión dirigida a quien deba decidir sobre la suerte de la misma, mediante la forma expresa de su aceptación o rechazo. El silencio en la resolución de la solicitud, bien puede dar pábulo a una fundada crítica con base en que esa indiferencia al requirente afecta la garantía constitucional que emana del art. 14 de la Constitución Nacional de peticionar a las autoridades. El derecho de petición no se agota con el hecho de que el ciudadano pueda pedir, sino que exige una respuesta. Frente al derecho de petición se encuentra la obligación de responder.

10. La necesidad de una respuesta concreta y en tiempo prudente respecto de la renuncia de un magistrado, encuentra su fundamento en un criterio de certeza jurídica, pues sembrar la incertidumbre o alentar la indefinición no es atributo que competa el ejercicio racional de facultades o atribuciones de ninguno de los poderes del Estado.

11. La decisión del Poder Ejecutivo, se vislumbra como de absoluta e impostergable trascendencia. Así, se aportaría claridad a la situación de un magistrado sometido a juicio político, quien tiene derecho a saber su posición frente a un proceso de tal significación y, en caso de admitirse la renuncia, facilitaría ser sometido prontamente a los jueces naturales que correspondan, para lograr el total y acabado esclarecimiento de los cargos que se le imputan. Una dilación innecesaria, producto de la indefinición del Poder Ejecutivo, no hace sino provocar un evidente dispendio económico procesal, al propiciarse con el silencio la prosecución de un juicio (el que promueve el Jurado de Enjuiciamiento), para llegar, en definitiva, al mismo resultado, es decir, la separación en el cargo del juez de aceptarse la renuncia.

12. Si se aceptara que el Poder Ejecutivo puede manejar los tiempos de renuncia de un juez de la Nación a su albedrío, se aceptaría convertir una facultad propia y no discrecional (como es la aceptación o no de la misma) en una herramienta política de injerencia de un poder sobre el otro.

13. La renuncia para tener eficacia debe ser aceptada, pero también considero que una decisión al respecto no puede ser demorada injustificadamente. De ello queda claro que la renuncia no produce por su sola manifestación, el cese en el cargo, antes bien habrá de

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complementarse con la aceptación de parte del Poder Ejecutivo. No pueden ser consideradas aisladas una de la otra, pues ambas hacen al ejercicio de la magistratura.

14. El objetivo primario del Jurado de Enjuiciamiento consiste en analizar la conducta del magistrado en su desempeño como tal, no le corresponde, entonces, realizar otras actividades que, en definitiva, hacen a la esfera de decisión del enjuiciado (renunciar a su cargo, emplazar la decisión del Poder Ejecutivo sobre la aceptación o rechazo de la misma).

15. No puede soslayar los graves perjuicios que origina la falta de aceptación por parte del Poder Ejecutivo Nacional de la renuncia de un magistrado judicial, pues la falta de definición de su situación institucional, su continuidad o vacancia entorpecen, sin lugar a dudas, el adecuado funcionamiento del servicio de justicia, llegándose al extremo de que, si se aceptara que el Poder Ejecutivo pudiera disponer, a su libre albedrío, de los tiempos de renuncia de un juez de la Nación, se llegaría al extremo de convertir una facultad que naturalmente le es propia en una herramienta política de injerencia de un poder del Estado sobre otro. (Voto de los Doctores Leal de Ibarra y Gallegos Fedriani)

16. El sometimiento a juicio a un juez de la Nación no constituye un perjuicio de imposible reparación ulterior que posibilite hacer excepción a la regla según la cual las resoluciones cuya consecuencia sea la obligación de seguir bajo tal sometimiento no revisten, regularmente, la calidad de sentencias definitivas a los fines del recurso extraordinario; máxime, cuando no se observa circunstancia alguna que justifique hacer excepción al principio enunciado, por lo que la invocación de estar en juego garantías constitucionales no permite superar el óbice que significa la ausencia de definitividad de la resolución impugnada. (Del voto del Doctor Boggiano)

17. La facultad del Poder Ejecutivo de aceptar o rechazar la renuncia de un magistrado sometido al procedimiento del juicio político integra el ámbito de cuestiones políticas no justiciables y, en tal sentido, la no aceptación de aquélla importa un acto de apreciación institucional que tiene relación directa con los fines constitucionales que motivaron la inclusión del procedimiento de remoción. (Voto del Doctor Maqueda).

18. La decisión del Jurado de Enjuiciamiento de no aceptar la renuncia solicitada por un juez, ha sido dictada en el marco de las facultades atribuidas constitucionalmente a dicho órgano, con aplicación razonable de distintas normas en vigencia y sin que se pueda apreciar la más mínima violación de las garantías de defensa en juicio y del debido proceso. La decisión del Poder Ejecutivo de no aceptar la renuncia es una cuestión política ajena a la jurisdicción del Jurado de Enjuiciamiento y, que por otra parte, no ha sido cuestionada en forma directa por el recurrente. (Voto del Doctor Maqueda).

19. La decisión del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados de denegar el recurso extraordinario interpuesto fue adoptada sin haber dado cumplimiento, en forma previa, con el traslado que determina el art. 257, segundo párrafo, del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, omisión que obsta a un pronunciamiento del Tribunal en la medida en que la adecuada notificación de las distintas etapas fundamentales del proceso -máxime tratándose del recurso extraordinario federal- tiene por objeto brindar a los litigantes la oportunidad de ejercer sus defensas con la amplitud que exige el debido proceso y plantear las cuestiones que crean conducentes para la correcta solución del litigio, lo que no ha ocurrido en el sub examine y justifica suspender la tramitación de la queja y devolver la causa al tribunal a quo a fin de que se sustancie el trámite omitido (Del voto en disidencia del Doctor Vázquez).

Corte Suprema de Justicia de la Nación, 10/02/2004 “Lona, Ricardo s/ pedido de

enjuiciamiento”.

C. Recusación con causa.

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El caso: la Cámara en lo Criminal rechazó la recusación con causa interpuesta por los defensores del imputado. Contra dicha resolución, la defensa interpuso recurso de casación invocando el motivo formal (art. 468, CPPP) y planteó la inconstitucionalidad del art. 68 in fine. El Tribunal resolvió hacer lugar al recurso de casación deducido.

1. A través de la recusación y excusación de magistrados y funcionarios, la ley pone a resguardo la garantía del juez imparcial o de la objetividad del integrante del Ministerio Público en el caso concreto. Para que proceda el apartamiento del magistrado o funcionario, hemos negado que haya de requerirse certeza sobre el trato inequitativo; basta la sospecha del mismo, en función de la sí efectiva acreditación de la circunstancia objetiva contemplada por el legislador.

2. La CSJN expresó que “la garantía de imparcialidad del juez es uno de los pilares en que se apoya nuestro sistema de enjuiciamiento... Puede ser definida como la ausencia de prejuicios o intereses de éste frente al caso que debe decidir, tanto en relación a las partes como a la materia...”.

3. El Alto Tribunal ha tomado razón de las directrices emanadas de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, afirmando que “la imparcialidad supone que el tribunal o juez no tiene opiniones preconcebidas sobre el caso sub judice. De la misma manera, recordó que “esta garantía ha sido interpretada por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, señalándose que en materia de imparcialidad judicial lo decisivo es establecer si, desde el punto de vista de las circunstancias externas (objetivas), existen elementos que autoricen a abrigar dudas con relación a la imparcialidad con que debe desempeñarse el juez, con prescindencia de qué es lo que pensaba en su fuero interno”.

4. La suficiencia de la sospecha para hacer operativa la exclusión no ofrece mayores dificultades cuando se trata de las causales expresamente delineadas en la ley. Así, v.gr., ante la mera constatación del parentesco, de la emisión de un pronunciamiento previo o de la existencia de un litigio pendiente con alguna de las partes, procederá el apartamiento.

5. La cuestión adquiere complejidad, en cambio, si la hipótesis que se examina es la contenida en el inc. 12 del art. 60 del Código Procesal Penal, que impone la recusación o inhibición cuando -en defecto de las causales anteriores- “mediaren otras circunstancias que, por su gravedad, afectaren su imparcialidad”, fórmula que provee una significativa apertura al sistema y así permite “superar las „lagunas axiológicas‟ que el propio ordenamiento procesal contiene en su catálogo”.

6. En el ámbito de dicha causal genérica, a falta de una expresa previsión de la situación objetiva que genere desconfianza, habrá de efectuarse una cuidadosa ponderación a los efectos de establecer si dicha circunstancia, objetivamente considerada, permite sostener una sospecha razonable acerca del riesgo de parcialidad del juez o funcionario. Y será entonces la valoración en abstracto de la situación y no su efectiva incidencia en el devenir del proceso lo que impondrá la exclusión. Es que aguardar una concreta y tangible afectación a raíz de la actuación interesada resta eficacia a la garantía constitucional y por ello la sola acreditación de extremos objetivos que den base a razonables conjeturas sobre el proceder del magistrado resulta suficiente para relevarlo de intervenir en dicha causa.

7. Pues bien, al examinar las constancias de la causa, advierto que si bien la defensa invocó dos incisos del artículo 60 al formular la recusación, lo hizo como cauce alternativo de un mismo contenido: el temor de parcialidad en razón de ya haberse expedido los magistrados objetados con relación a la existencia del abuso sexual que se atribuye al imputado.

8. En efecto, esta única razón fue objeto de un doble encuadre: de manera principal, se la incluyó en el primer inciso del artículo 60, a título de prejuzgamiento. A ello respondió la a quo, con acierto, indicando que no se trataba de “el mismo proceso”, ni de otra situación contemplada en dicha hipótesis.

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9. Subsidiariamente, se invocó la causal del inciso 12°, como fórmula abierta que permita encauzar situaciones no contenidas a otras hipótesis. Sin embargo, al analizar su procedencia, el Tribunal mutó el motivo y en lugar de expedirse acerca de la misma sospecha objetiva de parcialidad por la intervención anterior en el proceso, en el ámbito más genérico del inciso 12°, le asignó un cariz de “violencia moral”.

10. Sin dudas, la violencia moral -de neto corte subjetivo- admite holgada recepción en dicha previsión legal, pero en modo alguno agota su alcance, toda vez que, como ya he referido, el inciso 12° constituye una herramienta de importante amplitud que permite albergar toda situación que merezca ser atendida a la luz de la garantía del juez imparcial y que no tenga expresa cabida en el elenco provisto por los incisos anteriores.

11. Por ello, más allá de las consideraciones vertidas por la a quo acerca de la improcedencia de la recusación por violencia moral, lo cierto es que no fue tal el motivo alegado por los recusantes. Y la respuesta negativa, en consecuencia, queda sólo fundada en la inadecuación del motivo esgrimido respecto del inciso 1° del artículo 60 -lo que es correcto- pero deviene indebidamente motivada en cuanto a su improcedencia en virtud de la cláusula abierta del inciso 12°, la que ha sido infundadamente estrechada a una causal subjetiva.

12. El defecto apuntado nulifica el decisorio, en cuanto omite dar tratamiento a un extremo decisivo de la pretensión incoada (art. 413, inc. 4, CPP), y ello ameritaría el reenvío de los presentes para que se dicte un nuevo pronunciamiento sobre el punto. Empero, estimo que razones de economía procesal, entre las que computa el tiempo que ya ha insumido la incidencia de marras, aconsejan que sea esta Sala la que dirima definitivamente la cuestión.

13. El caso exhibe particulares aristas que ameritan ser consideradas. Se juzga aquí la conducta del imputado, a quien se le atribuye la autoría de un presunto abuso sexual en perjuicio de una mujer, fruto del cual ésta habría quedado embarazada y dado a luz a una niña a la que habría dado muerte apenas nacida, encontrándose al cometer el hecho en un estado psíquico de inimputabilidad cuya génesis habría tenido -entre otras variables- la victimización sexual a la que habría sido sometida a manos del imputado; la que fue juzgada y absuelta, sentencia que en la actualidad se encuentra impugnada en casación.

14. Dada esta estrecha vinculación entre uno y otro proceso, resulta razonable suponer que los magistrados que intervinieron en el primero tuvieron contacto con un importante caudal probatorio que versaba tanto acerca de la existencia del abuso sexual, como de la autoría del mismo, extremos éstos que requieren ser definidos -en el juicio ahora seguido en contra del imputado- por jueces de los que no pueda siquiera sospecharse que se hayan formado opinión alguna acerca de lo que deben decidir.

15. Este contacto previo con prueba íntimamente conexa a los aspectos a debatir en el presente proceso, provoca la necesidad de apartar a los magistrados intervinientes en el juzgamiento de la mujer, a los fines de aventar toda sospecha relativa a una idea preconcebida sobre la responsabilidad del imputado por el abuso sexual de aquélla.

16. En suma, estimo que un acabado respeto por la garantía de la imparcialidad objetiva aconseja razonablemente renovar el Tribunal para asegurar al imputado que su conducta será juzgada por magistrados completamente ajenos a cualquier conjetura que pudiere formularse sobre su parcialidad.

Tribunal Superior de Justicia, Sala Penal, Cba., Sent. nº 174 del 03/07/2008.

Trib. de origen: Cám. en lo Criminal Villa Dolores, “Benavidez, Arturo José Luis p.s.a. Abuso sexual simple, etc. - Recurso de casación”.

3. Clasificación de los procesos

3.1 Estructura del proceso civil (cap. X, págs. 279 a 290)

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El proceso civil presenta una estructura dialéctica, se inicia por actos de postulación en los que se plasman la pretensión esgrimida por el actor que se integra con la contestación de la demanda u otra actitud que puede asumir el demandado frente a ella y se desarrolla en etapas posteriores, de prueba, de discusión y de sentencia.

De acuerdo al criterio utilizado, el proceso civil puede clasificarse: 1. Por la naturaleza del órgano; 2. Por la existencia de conflicto; 3. Por el fin perseguido; 4. Por la estructura; 5. Por la naturaleza de la pretensión.

1. Por la naturaleza del órgano:

Esta clasificación considera al sujeto que va a dirimir el conflicto y por ello puede diferenciarse entre el procedimiento judicial público del procedimiento arbitral realizado ante jueces privados.

Proceso judicial hace referencia al que se desarrolla ante el órgano jurisdiccional o tribunales públicos y constituye el proceso por excelencia. Se realiza ante un juez investido por el Estado de la potestad de administrar justicia con todas las facultades que le son inherentes. Su fundamento constitucional deriva de los principios de juez natural y debido proceso.

Proceso arbitral, a diferencia del proceso judicial, es aquel que se lleva adelante ante un árbitro que recibe el mandato de las partes o de la ley, con el fin de dirimir la contienda, respetando las garantías de imparcialidad y ecuanimidad. El órgano jurisdiccional se sustituye por un juez privado elegido por las partes. El límite está dado por los puntos propuestos por las partes y por tanto carece de coertio y de executio. Sólo puede conocer y llamar a las partes para que comparezcan y se defiendan y dicta sentencia que se denomina “laudo arbitral”. Para que éste tenga posibilidades de ser ejecutado, debe ser inscripto en los libros de un juzgado ordinario ante el que se llevaran a cabo los trámites de ejecución de sentencia.

2. Por la naturaleza de la pretensión

Existen procesos universales y singulares. Los primeros tienden a la distribución del patrimonio de una persona por causa de muerte o falencia.

En estos juicios resulta de aplicación el denominado “fuero de atracción” por lo que todas las actuaciones personales que tengan terceros contra el causante de la sucesión o el fallido, se acumulan por ante el juez que entiende en la sucesión o la quiebra. Los procesos universales regulados en nuestro derecho son el juicio sucesorio, el proceso concursal (art. 22, ley nº 24.552) y el juicio de quiebra (art. 136, ley 24.552).

Se denominan procesos singulares a aquellos en los que existen partes individuales en conflicto. Tanto actor como demandado se encuentran en una posición doble, igual y contradictoria y deben contar con capacidad procesal. Doble, porque deben existir dos partes con poderes de acción y excepción respectivamente. Iguales, en cuanto a oportunidades para defenderse y probar y contradictoria porque ante la pretensión del actor se esgrime una pretensión negativa u opuesta del demandado.

3. Por la existencia o no de conflicto

Se distingue entre procedimientos contenciosos y de jurisdicción voluntaria. Son procesos contenciosos aquellos que tienden a la obtención de un

pronunciamiento que dirima un conflicto u oposición de intereses suscitado entre dos o más personas identificados como partes.

Ante la pretensión del actor, el demandado puede tomar la postura de comparecer y contestar la demanda, en cuyo caso se da la plena vigencia del contradictorio ya que podrá ofrecer y producir pruebas y discutir las pretensiones hechas valer por el actor. Caso

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contrario y de no comparecer, el demandado es declarado rebelde y el proceso continuará su curso teniéndoselo por notificado de las resoluciones dictadas en el futuro.

Por el contrario, se consideran actos de jurisdicción voluntaria a aquellos que tiene por objeto integrar, constituir o dar eficacia a ciertos estados o relaciones jurídicas privadas frente a la sociedad. En ellos participa un miembro del Ministerio Público Fiscal para garantizar el contradictorio. Últimamente y para descongestionar la actividad del Poder Judicial, se ha sostenido que sería conveniente que estos procesos se tramitasen en sede administrativa.

4. Atendiendo al fin perseguido

Esta clasificación atiende al resultado del proceso y permite clasificarlo en declarativos, ejecutivos y cautelares.

Son juicios declarativos aquellos que tiene por objeto una pretensión inicialmente incierta y que busca lograr que el tribunal que conoce el problema reciba la prueba y dicte la sentencia decidiendo sobre el fondo de la cuestión, en definitiva, se pretende la declaración de un derecho.

Dentro de los juicios declarativos se encuentran el juicio ordinario y el abreviado (art. 411 C.P.C.). La sentencia que se dicte en estos procesos produce el efecto de cosa juzgada material, es decir, una vez firme y ejecutoriada goza de inmutabilidad y no puede ser modificada. En este tipo de procesos, las partes tienen la posibilidad de discutir y alegar abiertamente sus pretensiones como así también de ofrecer y diligenciar todas las medidas de pruebas pertinentes.

Son juicios ejecutivos aquellos en los cuales preexistiendo un derecho cierto o presumiblemente cierto, se procura su efectivización para satisfacer el interés del titular. Se procura la efectivización coactiva de un derecho reconocido en una sentencia o en un título de ejecución.

Por último, los procedimientos cautelares son aquellos instituidos para garantizar los derechos del actor o evitar que ellos se tornen ilusorios durante la tramitación del proceso principal, ente la demanda y la sentencia. Se tramitan inaudita parte.

5. Por su estructura

Los juicios contenciosos declarativos y ejecutivos por su estructura, se subclasifican en especiales y generales, atendiendo a las formas procesales asignadas para su trámite.

Cuando la ley procesal no prevé un trámite especial, el juicio se lleva adelante por el procedimiento general o de conocimiento amplio. Esta regla general está expresamente instituida en los artículos 420 y 423 del C.P.C., mientras que el artículo 418 de idéntico cuerpo normativo contempla los casos de aplicación del trámite abreviado.

Son juicios declarativos generales: a) Juicio ordinario: pueden plantearse y decidirse en forma definitiva la totalidad

de las cuestiones jurídicas derivadas de un conflicto entre partes. Es la forma más común de tramitación de una litis. La sentencia produce el efecto de cosa juzgada material por lo que no podrá realizarse otro juicio entre las mismas partes, con el mismo objeto y por la misma causa.

b) Juicio abreviado: se reserva para cuestiones de menor cuantía económica con un trámite más escueto. Toda demanda cuya cuantía no exceda de doscientos cincuenta Jus, con excepción de las que persigan la condenación de daños y perjuicios que siempre se sustanciarán por el trámite ordinario. También comprende los juicios por consignación de alquileres, la acción declarativa de certeza, el pedido de alimentos y litis expensas, los incidentes y todos los casos para los cuales la ley sustantiva establece el juicio sumario u otra expresión equivalente (art. 418 C.P.C.). La sentencia produce el efecto de cosa juzgada material.

Juicios declarativos especiales: son aquellos que la ley establece para determinadas relaciones de derecho (art. 412 C.P.C.). Entre ellos se encuentran el juicio de

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división de condominio, el de mensura y deslinde, el desalojo. Son juicios sometidos a particularidades procesales y trámites específicos.

Juicio ejecutivo general: es el procedimiento que permite a través de una sustanciación ágil obtener la realización del crédito plasmado en el título, título ejecutivo que goza de una presunción de autenticidad, siempre que contenga ciertas condiciones indispensables como la de contener una obligación de pagar una suma de dinero, que la cantidad sea líquida o fácilmente liquidable por una simple operación aritmética sobre la base que el mismo título suministre y que resulte exigible, o sea de plazo vencido, no sujeta a condición. Produce el efecto de cosa juzgada formal por lo que tanto actor como demandado podrán entablar demanda en juicio declarativo (art. 529 y 557), aunque no pueden volver a discutirse las defensas que hayan sido motivo de pronunciamiento.

Juicio ejecutivo especial: Son pretensiones de naturaleza ejecutiva que están contenidas en documentos a los que la ley les asigna una forma particular de sustanciación. Comprende los juicios de ejecución prendaria, hipotecaria, ejecución de sentencia, ejecuciones fiscales, cobro de multa y costas liquidadas, cobro de honorarios regulados judicialmente (art. 801 C.P.C.).

3.2 Derecho procesal civil actual. Modernas tendencias (cap. X, págs.

295 a 319)

En búsqueda de superar el excesivo formalismo del proceso escrito y dispositivo, en la actualidad se intenta encontrar una propuesta superadora y alentadora para tornar el deficiente proceso civil en una herramienta ágil y útil para la solución de conflictos.

Entre los mayores problemas que se presentan en la actualidad se pueden destacar el excesivo formalismo, la falta de inmediación, la utilización abusiva de instituciones que prolongan innecesariamente los trámites como son los incidentes o las recusaciones, la falta de infraestructura y escasez de recursos humanos y económicos del poder judicial y por último, la imposibilidad de acceso a la justicia de un grupo de justiciables por las desigualdades económicas y culturales.

En pos de superar estos viejos problemas, las tendencias actuales implican un paso hacia la oralidad con participación activa del juez que pasa de ser un mero espectador, a transformarse en un verdadero director del proceso. Juntamente con ello, se intenta instaurar el denominado proceso por audiencias.

En este proceso, se pasa de un trámite completamente escrito como el que existe en la actualidad, a uno eminentemente mixto que comprenda un escrito inicial y luego una audiencia de prueba y otra de debate con el dictado de la sentencia al final de esta última.

Ambas audiencias se realizan de manera oral. En la primera de ellas o audiencia preliminar, todos los sujetos procesales se reúnen luego de que ellos hubieren aportado los hechos y el derecho por escrito. El procedimiento se completa con la audiencia de vista de causa en la que se lleva a cabo el debate oral de las cuestiones oportunamente introducidas. Luego se cierra el trámite al que solo resta agregarle el dictado de sentencia.

3.3 Estructura del proceso penal (cap. X, págs. 290 a 293)

El proceso penal es una serie de actos cumplidos por los órganos públicos determinados por la ley y por los particulares obligados o autorizados a actuar.

Se estructura sobre la base de dos momentos: El primero de ellos denominado investigación penal preparatoria es llevado

adelante por el Fiscal de Instrucción y excepcionalmente por el Juez de Instrucción (arts. 301 y 339 C.P.P.). Culmina con la requisitoria fiscal de elevación a juicio siempre que hubiere elementos de convicción suficientes para sostener como probable la participación punible del imputado en el hecho intimado (art. 354 C.P.P.).

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El segundo momento es el que se lleva adelante con el juicio plenario, oral, público y contradictorio que se realiza ante el tribunal de sentencia. La Cámara del Crimen que conoce en forma unipersonal o colegiada. El tribunal de juicio resuelve en forma definitiva.

En el libro tercero del C.P.P., además del juicio común se regulan los procedimientos especiales que comprenden el juicio correccional, el juicio abreviado y el juicio por delitos de acción privada.

El juicio abreviado regulado en el artículo 415 de dicho cuerpo normativo está previsto para casos en que el imputado confiese circunstanciada y llanamente su culpabilidad, ocasión en que podrá omitirse la recepción de la prueba tendiente a acreditarla, siempre que estuvieren de acuerdo el Tribunal, el Fiscal y los defensores. El fundamento de dudosa constitucionalidad que se da al juicio abreviado, se encuentra en buscar una solución que otorgue al justiciable una salida rápida y justa a su conflicto, aunque al fundarse en las pruebas recogidas durante la investigación penal preparatoria, se afecta sensiblemente su legítimo derecho de defensa en juicio. El verdadero motivo del juicio abreviado es el descongestionamiento del Estado en su tarea de administrar justicia, reduciendo el juicio oral y público a una audiencia en la que el imputado confiesa el hecho y el tribunal le aplica una pena previamente acordada con el fiscal y el defensor.

El proceso de menores se rige por idénticas normas del C.P.P., con algunas salvedades como por ejemplo la no aplicación de las normas relativas a la prisión preventiva y la audiencia de debate a puertas cerradas para preservar la intimidad de los menores.

Los juicios por delitos de acción privada se denominan “querella” y se refiere a las acciones de calumnias e injurias. Prevé en su procedimiento una audiencia de conciliación.

3.4 Estructura del proceso laboral y de familia (cap. X, págs. 293 a 295)

En el proceso de familia, las normas procesales se encuentran en la ley procesal provincial y algunas en el Código Civil.

Existe lo que se denomina juicio común que es de trámite oral y reservado, de única instancia, con tribunal colegiado e impulso procesal de oficio. Por esta forma de sustanciación se resuelven en general los asuntos referidos a divorcio, separación personal y nulidad de matrimonio, filiación y adopción. Es un procedimiento mixto que prevé el impulso procesal de oficio y potestades jurisdiccionales para proponer y diligenciar pruebas.

También se prevén para diversas materias juicios especiales más breves para cuestiones menores tales como la determinación de la guarda de menores no sometidos a patronato, fijación de régimen de visitas o cuotas alimentarias y autorizaciones en general. El conocimiento y resolución de estos juicios especiales están atribuidos al juez de familia quien también es el juez de sentencia. Sus resoluciones son apelables ante la Cámara de Familia.

El ordenamiento procesal laboral comprende la regulación de los conflictos individuales de trabajo derivados de la relación de contrato de trabajo, las acciones emergentes de la ley nacional de accidentes y enfermedades del trabajo y acciones de cobros de aportes y contribuciones de fondos sindicales. Este procedimiento de trámite común se resuelve en forma de juicio con trámite de juicio oral, público y continuo en instancia única.

También la ley del fuero laboral prevé procedimientos especiales como un trámite ejecutivo para el cobro de deudas plasmadas en títulos ejecutivos que provengan de una relación laboral o para el cobro de costas judiciales (art. 68, ley nº 7987). Asimismo, prevé el juicio de desalojo cuando se pretenda obtener el lanzamiento de un trabajador de la vivienda proporcionada por el patrón (art. 77).

6.5 Medios alternativos para la resolución de conflictos

Arbitraje

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El arbitraje es un modo de solucionar con equidad, sabiduría y humanidad una controversia sin ataduras jurídicas rígidas. Con este proceso se intenta arribar a una solución efectiva en una leal paridad, sin recurrir a la tramitación formal, en busca de una amigable composición.

A pesar de ser un procedimiento útil, tiene poco uso por la concepción tradicionalista de soberanía estatal en la resolución de conflictos, la deficiente legislación en la materia y la desconfianza y desconocimiento de los abogados y sus clientes sobre ella.

El arbitraje puede ser voluntario o forzoso. El primero de ellos está regulado en los artículos 601 y 602 del C.P.C., mientras que el forzoso está previsto un artículo después y comprende los juicios declarativos generales entre ascendientes y descendientes o entre hermanos y todas las cuestiones que deban decidirse por árbitros conforme la legislación de fondo.

Árbitro es la persona elegida por las partes de un litigio para que decida la cuestión suscitada entre ellas, sustrayendo de ese modo el asunto del tribunal de derecho al que hubiese correspondido. Se consagra de ese modo una excepción al proceso ordinario porque la decisión de recurrir al arbitraje debe ser tomada por todos los interesados. Los árbitros serán uno o tres, nombrados de común acuerdo por los interesados.

Compromiso arbitral es el acto por el cual, en cumplimiento de una cláusula compromisoria, de una manifestación de voluntad posterior a ella o de una disposición de la ley, las partes someten a la decisión arbitral las cuestiones concretas que en él se determinen, fijándose los árbitros, las normas de procedimiento y las condiciones e impugnaciones del laudo.

Cláusula compromisoria es el acuerdo en virtud del cual las partes se comprometen a someter cualquier controversia que se suscite en relación con el acto jurídico que celebran, a un juicio arbitral.

El procedimiento arbitral está establecido en los artículos 624 a 629 del C.P.C. y el fallo de los árbitros recibe la denominación de laudo arbitral que se diferencia de la sentencia judicial porque en esta, el órgano jurisdiccional está obligado a fallar, mientras que el laudo puede no ser pronunciado puesto que los árbitros carecen de la potestad otorgada por la constitución a los jueces.

Mediación

La ley nº 24.573 de Mediación y Conciliación impone para todo proceso judicial nacional, una instancia de conciliación obligatoria y consecuente con ella, modifica disposiciones del Código de Procedimientos Civil y Comercial de la Nación.

El artículo 1 establece el objetivo de la mediación que responde a la intención de proveer a las partes de una instancia que les permita, sin importantes erogaciones, alcanzar una solución extrajudicial para la cuestión entre ellas suscitada.

El régimen de mediación, si tiene éxito, estimulará un cambio de mentalidad hacia la elección de sistemas que, aunque no se impongan de manera obligatoria, permitan encausar los diferendos sin necesidad de iniciar trámite judicial alguno, salvo, por supuesto, que no se logre el avenimiento buscado.

Por lo pronto, el C.P.C. de la Nación no admite una demanda que no sea acompañada del certificado en el que conste la realización de la mediación.

Hipótesis practica

A. Juicio abreviado.

El caso: La Cámara en lo Criminal declaró al imputado, en lo que aquí interesa, autor responsable de los delitos de abuso sexual sin acceso carnal agravado reiterado y abuso sexual con acceso carnal agravado reiterado, en concurso real; y corrupción de menores agravada, en concurso ideal con los hechos anteriores y le impuso una pena de diez años de prisión. El

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imputado presenta un escrito en el que manifiesta su voluntad de recurrir en casación la sentencia antes aludida. El defensor del encartado presenta recurso de casación, canalizando su pretensión a través del motivo sustancial de tal vía impugnativa (art. 468 inc. 1° del C.P.P.). La queja gira en torno a denunciar la errónea aplicación al caso de las agravantes, en tanto entienden que siendo el imputado padre adoptivo de la menor víctima, no puede el mismo ser considerado como ascendiente de aquélla a la hora de agravar su conducta. Posteriormente, el encartado presenta un escrito al que titula “Ampliación fundamentos casación” en el que formula diversas críticas al fallo en cuestión; refiere que la confesión que realizó en el debate (bajo la modalidad del juicio abreviado) no fue un relato pormenorizado y sólo reconoció “...la responsabilidad sin decir como se relacionaron los hechos...”., careciendo de toda validez la autoincriminación que no esté acompañada de un relato expreso y pormenorizado de los hechos. Considera también que en su caso hubo coacción psicológica en aceptar el procedimiento de juicio abreviado ya que al momento de efectivizarse, se encontraba en prisión preventiva y la experiencia de otros reclusos evidenciaba que aquellos que no aceptaron el juicio abreviado, sus condenas aumentaron en más del cincuenta por ciento. El TSJ resolvió rechazar el recurso de casación.

1. En la sentencia de marras, se le achaca al encartado una serie de ataques contra la integridad sexual de su hija adoptiva, consignándose expresamente en la relación de los hechos dicho vínculo. Si bien es cierto que desde la doctrina se ha considerado que el vínculo derivado de la adopción no ingresa en la categoría de ascendientes a la que se refieren los arts. 119, cuarto párrafo, letra b. y 125, tercer párrafo del C.P., no menos cierto es que mayoritariamente se ha entendido que el adoptante es respecto del adoptado una persona encargada de su guarda, motivo por el cual, en tales supuestos, resultan de aplicación las agravantes reguladas en los dispositivos legales mencionados, no ya por el vínculo parental sino por esa relación derivada de la guarda.

2. Se ha acreditado que el imputado tenía la guarda de la víctima, siendo además un requisito legal exigido por el art. 316 del C.C. para la concesión de la adopción, situación que se mantuvo durante la ocurrencia de los hechos, cuyo relato da claras muestras de que ocurrieron encontrándose el imputado a cargo de tal guarda. Por tales razones, evidenciándose que la aplicación de las agravantes obedeció a la calidad de guardador en relación a su hija adoptiva (relación de la cual fue debidamente informado).

3. La presentación que bajo el rótulo “Ampliación de los fundamentos de la

casación” efectuara el imputado ante este Tribunal Superior, cuando ya había transcurrido prácticamente un año del plazo para interponer recurso de casación, resulta claramente extemporánea. No obstante ello, a fin de satisfacer las expectativas del acusado, corresponde señalar que esta Sala, en diversos precedentes ha entendido que en aquellos casos en los que, como en el presente, el debate se desarrolló bajo las modalidades del juicio abreviado (art. 415 del C.P.P.), en principio, no se puede objetar a través del recurso de casación el fallo alegando un reproche de carácter formal, si no se acusa una inobservancia de los requisitos que vulneren la base misma del consenso propio de tal tipo de procedimiento.

4. El imputado haber aceptado el juicio abreviado encontrándose coaccionado

psicológicamente puesto que hallándose bajo prisión preventiva, de la experiencia de otros reclusos surgía que aquellos que no aceptaron en su momento el procedimiento previsto en el art. 415 del C.P.P., recibieron condenas que “aumentaron en más del cincuenta por ciento” y en la presente, “se hablaba que de no aceptar dicho trámite, la pena que se le impondría en el juicio oral, en lugar de ser de 10 años de prisión, sería de 15”.

Derecho Procesal I (Teoría General del Proceso) Profesores: Alfredo Mirolo y Esteban Roncaglia

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5. La coacción psicológica que dice haber sufrido el imputado no encuentra respaldo en elemento probatorio alguno. Del acta del debate surge que éste, al ser intimado por los hechos atribuidos reconoció los mismos “como le fueron intimados”; que en virtud de la confesión lisa y llana su defensor solicitó se imprimiera a la causa el trámite previsto por el art. 415 del C.P.P. (sin que en ningún momento aludiera a tal coacción que estaría sufriendo su defendido); que acto seguido el Tribunal informó al imputado el alcance y sentido establecido por la ley a lo solicitado, oportunidad en la que el mismo manifestó tener conocimiento y estar de acuerdo con ello; que en base a tal acuerdo de las partes, el Tribunal dispuso hacer lugar a lo solicitado y que al momento de concedérsele al encartado la última palabra (art. 402, octavo párr. C.P.P), el mismo “imploró clemencia por la clase de persona que es”.

6. Por lo demás, la supuesta experiencia de los restantes reclusos como el rumor

en cuanto a que el imputado sería condenado a una pena de quince años de prisión, no es más que eso: una afirmación del encartado no acreditado por elemento convictivo alguno, motivo por el cual se descarta violación alguna a las bases del consenso del juicio abreviado llevado a cabo en la presente.

Tribunal Superior de Justicia, Sala Penal, Cba. Sent. nº 17, 28/02/2008. Trib. de

origen: Cám. 2 del Crimen Cba. "García, Héctor p.s.a. abuso sexual con acceso carnal agravado continuado -Recurso de Casación".