Justicia - EditexBuscando a Themba Mbete 7 2. Zeni Kumalo 15 3. Nueva Patria 27 4. Paradise Road 37...

14
Justicia David Fermer

Transcript of Justicia - EditexBuscando a Themba Mbete 7 2. Zeni Kumalo 15 3. Nueva Patria 27 4. Paradise Road 37...

Page 1: Justicia - EditexBuscando a Themba Mbete 7 2. Zeni Kumalo 15 3. Nueva Patria 27 4. Paradise Road 37 5. El diploma 51 6. La boda 71 7. Catherine de Koning 95 8. El señor Stein 107

1

JusticiaDavid Fermer

Page 2: Justicia - EditexBuscando a Themba Mbete 7 2. Zeni Kumalo 15 3. Nueva Patria 27 4. Paradise Road 37 5. El diploma 51 6. La boda 71 7. Catherine de Koning 95 8. El señor Stein 107

2

Titulo original: Justice

Autor:David Fermer

Fermer, JUSTICE © 2009 by Thienemann Verlag (Thienemann Verlag GmbH), Stuttgart / Wien.

Editorial Editex, S.A.Vía Dos Castillas, 33. C.E. Ática 7, edificio 3, planta 3ª, oficina B28224 Pozuelo de Alarcón (Madrid) Traducción: Anna Coll

Ilustraciones: Mario Martín Crespo

Diseño de colección:Paso de Zebra

ISBN: 978-84-9771-948-3Depósito Legal: M-17231-2012

Imprime:OrymuRuiz de Alda, 1 y 3. Pol. Ind. La Estación28320 Pinto (Madrid)

Impreso en España – Printed in Spain

Reservados todos los derechos. Ni la totalidad, ni parte de este libro, pueden reproducirse o transmitirse o archivarse por ningún procedimiento mecánico, informático o electrónico, incluyendo fotocopia, grabación o cualquier sistema de almacenamiento de información sin permiso escrito de Editorial Editex, S.A.

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transfor-mación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

Page 3: Justicia - EditexBuscando a Themba Mbete 7 2. Zeni Kumalo 15 3. Nueva Patria 27 4. Paradise Road 37 5. El diploma 51 6. La boda 71 7. Catherine de Koning 95 8. El señor Stein 107

3

Apartheid, el [en afrikáans “separación”; política practicada por la República de Sudáfrica consistente en separar a la pobla-ción por razas, blancos y no blancos, cuyo objetivo consistía en garantizar la suprema-cía de los blancos (1948-1984).

Page 4: Justicia - EditexBuscando a Themba Mbete 7 2. Zeni Kumalo 15 3. Nueva Patria 27 4. Paradise Road 37 5. El diploma 51 6. La boda 71 7. Catherine de Koning 95 8. El señor Stein 107

4

Page 5: Justicia - EditexBuscando a Themba Mbete 7 2. Zeni Kumalo 15 3. Nueva Patria 27 4. Paradise Road 37 5. El diploma 51 6. La boda 71 7. Catherine de Koning 95 8. El señor Stein 107

5

Índice

1. Buscando a Themba Mbete 7

2. Zeni Kumalo 15

3. Nueva Patria 27

4. Paradise Road 37

5. El diploma 51

6. La boda 71

7. Catherine de Koning 95

8. El señor Stein 107

9. En el Ambassador 133

10. Broederbond 143

11. Alfred Smith 181

12. El atentado 207

13. En casa de Themba Mbete 217

Agradecimientos 227

Glosario 229

Page 6: Justicia - EditexBuscando a Themba Mbete 7 2. Zeni Kumalo 15 3. Nueva Patria 27 4. Paradise Road 37 5. El diploma 51 6. La boda 71 7. Catherine de Koning 95 8. El señor Stein 107

6

Page 7: Justicia - EditexBuscando a Themba Mbete 7 2. Zeni Kumalo 15 3. Nueva Patria 27 4. Paradise Road 37 5. El diploma 51 6. La boda 71 7. Catherine de Koning 95 8. El señor Stein 107

7

Oye, tú! ¿A dónde vas, muchacho?La voz de la mujer atravesó la noche. Tenía una voz cálida, bondadosa. Era muy profunda y a Milan

le dio sensación de seguridad, casi de protección. Pero no prestó atención a la voz. No se lo podía permitir. No ahora. No tenía tiempo. Avanzaba por la acera a grandes zancadas.

De pronto notó una mano sobre su hombro. El susto le hizo detenerse y darse la vuelta. La mujer estaba justo a su lado. Su cara era redonda, surcada por arrugas profundas y oscuras; en el lugar de los incisivos se abría un hueco y sus grandes ojos pardos parecían tristes.

—Está muy oscuro —exclamó sin resuello, mirando la camisa ensangrentada de Milan—. Tienes que irte a casa, hijo, tienes que volver con tu familia.

Milan bajó la cabeza. Claro que sería mejor estar en casa. Con su madre, en su gran casa sin muros, donde siempre se había sentido a salvo. Con su familia. El solo recuerdo de esa palabra se le clavó en el corazón como un cuchillo. Milan ya no tenía hogar.

El joven sacudió la cabeza. Un sudor frío hacía brillar su pálida piel. Era mucho más alto que la anciana que estaba frente a él. Su cuerpo era robusto y musculoso, sus hombros fuertes. La mujer miró intrigada su hermoso rostro: la piel

Buscando a Themba Mbete1

Page 8: Justicia - EditexBuscando a Themba Mbete 7 2. Zeni Kumalo 15 3. Nueva Patria 27 4. Paradise Road 37 5. El diploma 51 6. La boda 71 7. Catherine de Koning 95 8. El señor Stein 107

8

fresca y juvenil, la barbilla angulosa, los pómulos promi-nentes, los ojos almendrados. Su cuerpo podía ser el de un hombre adulto, pero su cara resultaba aún muy inocente.

Milan percibió la perplejidad en sus ojos. Y también notó la sangre en su camisa, que se le pegaba al pecho. Pero antes de que la mujer obtuviese una respuesta, se dio la vuelta sin decir una palabra y siguió apresurado por la calle.

—¡Ten mucho cuidado, hijo! —le gritó alarmada, pero la oscuridad pareció tragarse su voz—. ¡Vuelve a tu casa!

Milan corría como poseído por las oscuras calles del township, el gueto negro. Sus pasos eran firmes y resueltos, como un perro de caza que acabase de detectar el rastro de su presa. Respiraba con dificultad, tenía la camisa empapa-da de sudor. Estaba agotado, con una tensión casi insopor-table en todo el cuerpo. Solo ansiaba llegar a su destino: la casa de Themba Mbete.

Otras voces perseguían indignadas a Milan, personas que nunca antes habían visto a un muchacho blanco por aquellas calles. Pero sus gritos resultaban vanos, pues Milan solo era capaz de oír la voz que en su cabeza le decía: ¡Tienes que matarlo!

—¡Eh tú, bóer, párate! Las risotadas de los niños y los jóvenes tampoco le inti-

midaban. Surgían de las sombrías callejuelas y corrían junto a él. Le empujaban, intentaban hacerle tropezar y le escu-pían.

De pronto uno de los chicos se quedó clavado en el suelo. —¡Mierda! —gritó asustado—. ¡Lleva un arma!Los demás también se detuvieron de golpe. Vieron la

culata de la pistola que asomaba por la parte de atrás de su pantalones. Milan los ignoró y continuó su camino por el township, mientras los chicos le seguían desconcertados con la mirada.

Page 9: Justicia - EditexBuscando a Themba Mbete 7 2. Zeni Kumalo 15 3. Nueva Patria 27 4. Paradise Road 37 5. El diploma 51 6. La boda 71 7. Catherine de Koning 95 8. El señor Stein 107

9

Pero no llegó muy lejos: un tipo apareció de la nada y se plantó delante de él, como un muro. Era un hombre grande con la cabeza rapada, los ojos inyectados en sangre y las meji-llas hundidas. Un enfermo. Un yonqui. Milan quiso esquivar-le, pero su rival extendió su nervudo brazo y le cerró el paso.

—¿Qué andas buscando por aquí, fisgón? —gruñó el hombre. Echó la cabeza hacia atrás y miró al intruso con los ojos entreabiertos.

Milan notó la pistola en su espalda, apretada contra la cinturilla de su pantalón, muy a mano. Pensó en sacarla para impresionarle, pero el yonqui no merecía ni siquiera que corriera ese riesgo. Apenas podía tenerse en pie.

—¡Eh tú, estúpido! ¿Es que no me oyes? —le gritó otra vez el drogadicto—. ¡Dime qué estás buscando por aquí!

Milan miró a su alrededor. En cuestión de un par de minutos, una multitud se había congregado a su alrededor. Era el único blanco en un mar de rostros negros. Le mira-ban fijamente, con curiosidad, pero sus miradas le dejaban frío. Milan no tenía ningún miedo. Dio un paso hacia un lado e intentó de nuevo esquivar al yonqui, pero este le agarró por el brazo.

—Te quedas aquí.Un segundo hombre apareció de entre la multitud. No

era mucho mayor que el yonqui, pero su rostro también mostraba las huellas de una vida dura, aunque este estaba limpio: ni drogas, ni alcohol.

Se dirigió al drogadicto en lengua xosa. Milan solo pi-lló alguna palabra suelta, pero suficiente para entender el sentido. Querían obligarle a salir del township antes de que ocurriese algo.

El yonqui miró a Milan con sus ojos enrojecidos. Escu-chaba al otro y no se movía de su sitio. Por fin le cogió sua-vemente del brazo para alejarle de la multitud.

Page 10: Justicia - EditexBuscando a Themba Mbete 7 2. Zeni Kumalo 15 3. Nueva Patria 27 4. Paradise Road 37 5. El diploma 51 6. La boda 71 7. Catherine de Koning 95 8. El señor Stein 107

10

—Ven conmigo —le dijo, mientras los curiosos le iban abriendo el paso—. Tengo allí el coche, te llevaré a casa.

Milan siguió al hombre como un perro sigue a su amo. Ahora que el jaleo había pasado, la gente perdió el interés por el intruso blanco. El espectáculo se había terminado.

Sin detenerse, el hombre le tendió la mano a Milan. —Dame el arma —le ordenó con firmeza.Milan no reaccionó. Miró por encima de su hombro

cómo la muchedumbre se iba dispersando. —Llegaremos enseguida —insistió el hombre—. Quiero

que me des el arma antes de montar en el coche. Estas ca-lles pertenecen a los tsotsis, y a ellos les da igual el color de tu piel, ¿comprendes? Te matarán de todas formas, si te ven con la pistola.

Milan notaba a cada paso la presión del largo cañón del arma contra su espalda. El hombre lo decía con buena inten-ción, no cabía duda, pero no tenía ni idea de lo que estaba ocurriendo en realidad. Él no estaba en Khayelitsha porque no pudiera estar en ningún otro lugar. Estaba allí porque te-nía que estar allí. No podía marcharse. No podía entregarle la pistola. Ahora no. Y puede que más tarde tampoco. No tenía ni idea de lo que iba a ocurrir a continuación.

El hombre vio con alivio cómo Milan echaba la mano hacia atrás y sacaba la pistola de la parte de atrás del panta-lón. Pero su alivio se tornó en puro pánico al verle alzar el arma y murmurar de manera casi imperceptible:

—Lo siento mucho.El chico de diecisiete años le golpeó con el arma en la

cara. El hombre profirió un grito aterrador y se desplomó. Sin perder un momento, Milan escapó del alcance de la luz de la farola y buscó refugio en una callejuela lateral.

—¡Tú, no seas idiota! —le gritó el herido—. ¡Te cogerán, no tienes ninguna oportunidad!

Page 11: Justicia - EditexBuscando a Themba Mbete 7 2. Zeni Kumalo 15 3. Nueva Patria 27 4. Paradise Road 37 5. El diploma 51 6. La boda 71 7. Catherine de Koning 95 8. El señor Stein 107

11

Milan siguió impasible su camino. Tampoco tenía mie-do de los tsotsis. Se sentía como si fuera inmune ante cual-quier peligro. La rabia y el dolor que sentía le hacían invul-nerable.

Enseguida logró orientarse de nuevo, apenas se había desviado de su camino. Reconoció la parroquia, el único edificio alto de los alrededores. Pasó por la parte de atrás de la casa y saltó la verja. La zona abierta en la que se en-contraba estaba oscura y desierta. Los montones de basura acumulada junto a la verja olían a comida podrida y ex-crementos. Durante la boda, Milan había estado paseando con Zeni por detrás de la iglesia, al otro lado de la calle. Fue donde se besaron por primera vez. La casa de Themba esta-ba muy cerca. Estaría allí. Tenía que estar en casa.

Mientras atravesaba el solar, un coche dobló la esquina a toda velocidad y se detuvo junto a la iglesia, haciendo chi-rriar las llantas. Salieron cinco figuras. Milan vio los gorros azules que llevaban: un distintivo evidente. Eran tsotsis. Al parecer, ya les habían llegado noticias del chico blanco que llevaba un arma.

Los cinco miembros de la banda cruzaron el recinto en pos de Milan. Dos de ellos llevaban bates de béisbol, los otros navajas, cuyas hojas brillaban reflejando la luz amari-llenta que desprendían las ventanas de la iglesia.

Miró desesperado a su alrededor. Una pequeña valla ro-deaba el cementerio a su derecha. A través del cementerio podría llegar a la iglesia y después regresar a la calle en la que vivía Themba Mbete.

Los hombres se acercaban a grandes zancadas. No te-nía elección: sacó la pistola del pantalón, apuntó al aire y disparó dos veces. Los cinco pandilleros se tiraron al suelo, llamándose nerviosos unos a otros. Milan saltó rápidamen-te sobre la valla y se deslizó entre las tumbas. Cuando los

Page 12: Justicia - EditexBuscando a Themba Mbete 7 2. Zeni Kumalo 15 3. Nueva Patria 27 4. Paradise Road 37 5. El diploma 51 6. La boda 71 7. Catherine de Koning 95 8. El señor Stein 107

12

asustados tsotsis lograron ponerse en pie, él ya había des-aparecido.

De ahí en adelante, procuró evitar cualquier foco de luz. Se agachaba al pasar por las ventanas de las chabolas de chapa, procurando ocultar su blanco rostro. Oyó cómo los pandilleros se subían al coche y salían disparados con el motor a todo gas. No iban a rendirse hasta encontrarle.

Al otro lado de la iglesia vio la puerta roja de la casa de Themba Mbete. La sólida construcción de cemento era uno de los mejores edificios del barrio. Tenía incluso un tejado de verdad. Esta casa contrastaba visiblemente con las des-tartaladas chabolas de los alrededores.

Esperó hasta no ver a nadie en las cercanías y atravesó rápidamente el sendero lleno de polvo. Vio el coche de los tsotsis virar en el cruce y se escondió enseguida detrás de un container de basura. El coche pasó por delante de él, lenta-mente. Los hombres iban asomados a las ventanillas, bus-cándole por las calles desiertas. Cuando el coche desapare-ció por la siguiente calle, Milan se dirigió hacia la puerta de la casa de Themba. Empujó suavemente el picaporte, y la puerta se abrió.

Sigiloso como un tigre, fue avanzando por la casa. Escu-chó ruidos que provenían de la cocina al fondo del pasillo, donde alguien estaba preparando la comida. Con la espalda pegada a la pared, avanzó con cautela por el estrecho pasi-llo. Tras la puerta del salón se oían risas infantiles. La tele estaba puesta. La voz de la mujer de Themba también se oía con claridad, así es que era él el que estaba en la cocina. El buen padre. El sustento del hogar. El cabeza de familia. Y estaba solo.

Themba echó algo en la sartén. El olor llegaba hasta el pasillo. Por primera vez desde que había llegado al township, Milan sintió miedo. Tenía el corazón desbocado y su respira-

Page 13: Justicia - EditexBuscando a Themba Mbete 7 2. Zeni Kumalo 15 3. Nueva Patria 27 4. Paradise Road 37 5. El diploma 51 6. La boda 71 7. Catherine de Koning 95 8. El señor Stein 107

13

ción era irregular. Por un instante le dominó la sensación de que no lo lograría. Todavía estaba a tiempo de escapar.

Nadie le había oído. Podría haber hecho desaparecer la pistola, haber dejado la casa sin ser visto y volver a su casa. Pero ya no había vuelta atrás.

Tragó con dificultad y respiró hondo. Cogió la pistola con las dos manos, colocó el índice en el gatillo y de un sal-to se plantó en la cocina. Themba se dio la vuelta sorprendi-do y dejó caer la cuchara de madera al suelo. Al ver el arma en las manos de Milan, instintivamente levantó las manos.

El miedo de Milan desapareció de pronto. Lo que estaba haciendo era lo correcto.

—¡Tú, sabandija! —murmuró apuntándole al pecho.Themba abrió los ojos aterrorizado.—¿Qué haces, Milan? ¿Te has vuelto loco?—¡Maldita escoria!Milan soltó la mano izquierda de la pistola. Se llevó la

mano al bolsillo del pantalón y sacó unas gafas. Los cristales azules estaban rotos, la fina montura dorada torcida.

—¿Son estas tus gafas? —gritó Milan fuera de sí.Themba las miró, como si fuera su sentencia de muerte. —Sí —balbuceó.Milan dio un paso al frente y le apuntó en la cabeza.—No entiendo nada —musitó Themba presa del pánico.

Dio un traspiés hacia atrás y rodeó una silla—. ¿Qué es lo que he hecho?

Milan notaba el gatillo. Un leve movimiento y todo ha-bría terminado.

—¡Has matado a mi madre! —chilló, casi sin fuerzas para articular palabra.

Themba no protestó. Cerró los ojos consternado y se dejó caer sobre las rodillas.

—¡Milan! ¡No, lo siento mucho! —su voz temblaba.

Page 14: Justicia - EditexBuscando a Themba Mbete 7 2. Zeni Kumalo 15 3. Nueva Patria 27 4. Paradise Road 37 5. El diploma 51 6. La boda 71 7. Catherine de Koning 95 8. El señor Stein 107

14

Ahí estaba, su confesión: Milan la percibió en sus ojos. Ahora sí que tenía que disparar. Un leve gesto del dedo índi-ce hacia atrás. Un gesto minúsculo, apenas un centímetro.

¡Vamos, Milan!, le decía una voz en su cabeza. Hazlo, igual que lo hizo Themba. Se lo merece, es un cerdo asqueroso. El dolor desaparecerá. La rabia se esfumará. Después ya no sentirás dolor.

Milan cerró los ojos y se dispuso a apretar el gatillo.