Kali Señora de la destrucción
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Kali, Señora de la Destrucción
Siempre creí que Argentina tenía enferma su médula en la moral misma, pero al
revisar nuestra historia y ser testigo presencial de nuestro presente me embarga una duda
que me provoca escalofríos y un miedo atroz, afianzado al ver este tipo de imágenes.
Argentina no tiene enferma su moral, porque sencillamente carece de ella. El gran
problema de Argentina es que carece de Alma y estamos sometidos por el efluvio de los
demonios ancestrales.
Ella no viste de negro por el luto. Viste de negro por otros motivos más siniestros. Y
sus gestos no son los de una abstinencia de litio sino gestos precisos de invocación. Yo
mismo no me di cuenta, sumergido en esta vorágine mágica que nos carcome, donde
prolifera el odio, las bajas pasiones, el desinterés por la vida y la ausencia total de honor.
Ella es Kali. Una de sus formas, uno de sus aspectos. Pero es ella
Y su influjo puede observarse, extendiéndose como un cáncer, como un manto de
podredumbre que nos sepulta día a día enfrentándonos, denigrándonos, impulsándonos
hacia la oscuridad, transmutándonos en seres oscuros con fobia a la luz carentes de
horizontes, de excelencia y de futuro.
Pero lo terrible de todo esto (si, hundamos el puñal hasta lo más hondo) es que
nosotros mismos la parimos, le dimos existencia y la alimentamos todos los días para su
perpetuación.
Porque no gusta. La amamos. En una vorágine febril de locura creemos que nos da
distinción, el ser tan especiales, raros, únicos de llamarla "Reina" aún quienes luchan por
no caer bajo sus garras, esa que nos enseña proyectándose sobre nuestras enfermizas
voluntades conminándonos a obedecer o morir. a plegarse o sufrir, a parecer sin ser en
espera que nos ofrezca en Holocausto al Amo del Mundo
Porque el argentino no solo carece de moral y de alma. También adolece de
voluntad, motor de cualquier impulso hacia un horizonte ideal. El argentino se hamaca en
las sombras, se sumerge, gira en círculos, o lo arrastra la corriente, pero nunca camina
por voluntad propia, conducido por su alma, forjada por una noble moral.
Kali, La Diosa Negra, Señora de la Destrucción, Comandante de Legión, Señora de
Asmodeo:
NO PERITURI MORTEN ¡SALUTAMUS!
Texto original de Auringal de Mirasala