Kant - Josep Fortuny

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Más bien algo que nada. El sentido de lo que hay Josep Fortuny «Si considero el conjunto de todos los conocimientos de la razón pura especulativa como un edificio del que tenemos al menos la idea en nosotros mismos, puedo decir que en la doctrina trascendental de los elementos hemos efectuado un calculo aproximado de los materiales de construcción, determinando la clase, altura y solidez del edificio para el que son suficientes. Naturalmente, el resultado ha sido que, si bien pensábamos en una torre que debía llegar al cielo, los materiales de que disponíamos sólo han alcanzado para una casa lo suficientemente espaciosa en relación con nuestros asuntos en el plano empírico y suficientemente alta para abarcarlos con la vista. Se ha visto que esa audaz empresa tenía que fracasar por falta de materiales, por no mencionar la confusión lingüística que inevitablemente tenía que dividir a los obreros en torno al proyecto, dispersándolos por todo el mundo de forma que cada uno edificara a su aire, de acuerdo con su propio proyecto. Ahora, en cambio, no se trata tanto de los materiales como del plan. Estamos ya advertidos en el sentido de no llevarlo a cabo siguiendo un proyecto arbitrario y ciego, susceptible acaso de rebasar toda nuestra capacidad. Pero, por otro lado, no podemos dejar de construir una casa solida. Se trata, pues, de proyectar un edificio que corresponda a los materiales de que disponemos y que sea, a la vez, conforme a nuestras necesidades. En consecuencia, entiendo por doctrina trascendental del método la determinación de las condiciones formales de un sistema completo de la razón pura.». De A707/B735 a A708/B736 se extiende el primer párrafo y la primera frase del segundo, en la introducción a la segunda parte de la Critica de la razón pura de Immanuel Kant, titulada “Doctrina trascendental del método”. Aquí se establece una comparación entre los conocimientos de la «razón pura especulativa», o sea todo lo que los hombres pueden saber y la bíblica Torre de Babel. Toda la Tierra tenía una misma lengua y usaba las mismas palabras. Los hombres en su emigración hacia oriente hallaron una llanura en la región de Senaar y se establecieron allí. Y se dijeron unos a otros: «Hagamos ladrillos y cozámoslos al fuego». Se sirvieron de los ladrillos en lugar de piedras y de betún en lugar de argamasa. Luego dijeron: «Edifiquemos una ciudad y una torre cuya cúspide llegue hasta el cielo. Hagámonos así famosos y no estemos más dispersos sobre la faz de la Tierra». (Génesis 11:1-4). De la misma manera que en el relato de la Biblia se cuenta que aquellas gentes no consiguieron alcanzar el cielo, Kant reconoce no poder alcanzar el conocimiento pleno, el cielo de la razón. Los materiales de construcción no dan para tanto, la metafísica no es 1

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Teoría del conocimiento

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Ms bien algo que nada. El sentido de lo que hayJosep FortunySi considero el conjunto de todos los conocimientos de la razn pura especulativa como un edificio del que tenemos al menos la idea en nosotros mismos, puedo decir que en la doctrina trascendental de los elementos hemos efectuado un calculo aproximado de los materiales de construccin, determinando la clase, altura y solidez del edificio para el que son suficientes. Naturalmente, el resultado ha sido que, si bien pensbamos en una torre que deba llegar al cielo, los materiales de que disponamos slo han alcanzado para una casa lo suficientemente espaciosa en relacin con nuestros asuntos en el plano emprico y suficientemente alta para abarcarlos con la vista. Se ha visto que esa audaz empresa tena que fracasar por falta de materiales, por no mencionar la confusin lingstica que inevitablemente tena que dividir a los obreros en torno al proyecto, dispersndolos por todo el mundo de forma que cada uno edificara a su aire, de acuerdo con su propio proyecto. Ahora, en cambio, no se trata tanto de los materiales como del plan. Estamos ya advertidos en el sentido de no llevarlo a cabo siguiendo un proyecto arbitrario y ciego, susceptible acaso de rebasar toda nuestra capacidad. Pero, por otro lado, no podemos dejar de construir una casa solida. Se trata, pues, de proyectar un edificio que corresponda a los materiales de que disponemos y que sea, a la vez, conforme a nuestras necesidades.

En consecuencia, entiendo por doctrina trascendental del mtodo la determinacin de las condiciones formales de un sistema completo de la razn pura..De A707/B735 a A708/B736 se extiende el primer prrafo y la primera frase del segundo, en la introduccin a la segunda parte de la Critica de la razn pura de Immanuel Kant, titulada Doctrina trascendental del mtodo. Aqu se establece una comparacin entre los conocimientos de la razn pura especulativa, o sea todo lo que los hombres pueden saber y la bblica Torre de Babel.Toda la Tierra tena una misma lengua y usaba las mismas palabras. Los hombres en su emigracin hacia oriente hallaron una llanura en la regin de Senaar y se establecieron all. Y se dijeron unos a otros: Hagamos ladrillos y cozmoslos al fuego. Se sirvieron de los ladrillos en lugar de piedras y de betn en lugar de argamasa. Luego dijeron: Edifiquemos una ciudad y una torre cuya cspide llegue hasta el cielo. Hagmonos as famosos y no estemos ms dispersos sobre la faz de la Tierra. (Gnesis 11:1-4).De la misma manera que en el relato de la Biblia se cuenta que aquellas gentes no consiguieron alcanzar el cielo, Kant reconoce no poder alcanzar el conocimiento pleno, el cielo de la razn. Los materiales de construccin no dan para tanto, la metafsica no es una ciencia, y la confusin lingstica no ayuda. Pero si que son suficientes, los elementos de la doctrina trascendental, para edificar una casa slida que sea conforme a nuestras necesidades en el plano emprico. Su propsito es trazar un plan que no sea ni arbitrario ni ciego para poner en marcha la razn necesaria.

Acerca de por qu hay algo y no ms bien nadaCuestin aparentemente sin solucin. Se puede responder como ya han hecho algunos pensadores conocidos con el inefable porque si. O se puede recordar que ya Parmnides hace algunos siglos nos dijo que el ser es y el no ser no es, una tautologa de Perogrullo. Pero la pregunta tiene un presupuesto subyacente elemental: las cosas del universo, (el sujeto y el objeto), existen, y constituyen el ser. De tal manera que si hay cosas, la nada absoluta no es de este mundo. La pregunta pasa a ser as, a que se debe, cual es el motivo y el origen de la existencia de lo que hay?.

Es este, as planteado, sin duda, un problema del conocimiento. Johannes Hessen en su Teora del conocimiento explica que entre el pensamiento y el ser, entre la idealidad y la realidad, existe un principio comn del que se ocupa secularmente la metafsica. Para explicar el Universo se ha recurrido desde siempre a Dios como causa creadora y como coordinador del reino ideal y el real. La idea de la Divinidad ha sido tradicionalmente la solucin y la manera de armonizar el plano del pensamiento y el del ser. Dios es el origen comn entre ambos. Pues bien, Leibniz era un devoto creyente cristiano, un testa. Estaba convencido de que hay un Dios personal, inteligente y libre que conserva, que gobierna y que ha creado el mundo y todas las cosas que hay en l. Por eso es por lo que hay algo y no ms bien nada: por la voluntad divina. Esta es la posicin del tesmo cristiano como seala Hessen, quien afirma que Leibniz "resuelve el problema de la conexin de las cosas [...] mediante la idea de la armona preestablecida. El universo se compone, segn l, de infinitas mnadas, que representan mundos completamente cerrados. Una accin recproca no es posible, por consiguiente, entre ellas. La conexin y el orden del universo descansan en una armona establecida originariamente por Dios. En ella descansa tambin la concordancia del pensamiento y el ser, del sujeto y el objeto". As pues, en cierto sentido, Leibniz le traslada el problema a Dios. Hay que preguntarle a Dios, quien, con toda certeza, ha creado las cosas existentes, y l es el origen de todo lo que hay, y es quien que ha dado el ser al mundo. Son sus creaciones mismas, por ende, las que demuestran y justifican su propia existencia.Esta metafsica testa, que siempre tuvo afn concluyente, caduc a partir de la crisis escptica de la modernidad. Ya no serva como material de construccin, ni siquiera para una casa habitable a la medida de las nuevas necesidades del hombre. Los problemas materiales, reales, cotidianos permiten una, o mltiples, explicaciones metafsicas que los justifiquen, pero no se pueden resolver con explicaciones metafsicas. El problema del conocimiento reaparece con fuerza como todos los problemas que se cierran en falso, de la mano de la discusin entre racionalistas y empiristas a la que ser Kant, precisamente, quien intentara poner fin. A partir de la teora del conocimiento, Kant se propone responder a la pregunta de si es posible la metafsica como ciencia, si es posible un conocimiento metafsico.

Garca Morente en sus Lecciones preliminares de filosofa explica que Kant intenta responder en la Dialctica trascendental, (donde la razn dialoga con y acerca de la propia razn), a la pregunta de si es posible y legitima la metafsica como forma de conocimiento. Y se responde que no. Es imposible porque las condiciones de posibilidad del conocimiento objetivo, que se enumeran en la Esttica y en la Analtica trascendental no son compatibles con la metafsica. Solamente se pueden conocer los fenmenos, el conocimiento es, siempre, fenomnico y la pretensin de la metafsica va ms lejos de lo que las condiciones epistmicas permiten. En otras palabras, que no hay materiales de construccin suficientes para hacer una torre tan alta, lo que es incognoscible no se puede conocer. Pero atencin, es nicamente, como ciencia emprica la forma en que no es posible la metafsica, no es posible como teortica racional y hay que buscarla en otras actividades de la conciencia humana que no tienen nada que ver con el conocimiento. Con Kant nace una metafsica distinta de la tradicional, se inauguran caminos nuevos, distintos del emprico, para alcanzar las convicciones de las que nada sabe la fsica.Muy esquemticamente y siempre a partir de la lectura que hace Garca Morente de Kant: el saber que persigue la metafsica esta orientado al objeto en si, del cual no tenemos percepcin sensible alguna. Los conceptos de la metafsica, (alma, inmortalidad, voluntad, libertad, universo, Dios), son construcciones de la razn, producto de su capacidad de sntesis. Y es precisamente esta capacidad la que permite componer las unidades, suma total de vivencias, que Kant llama ideas. Son para Kant, unidades absolutas y totalitarias, que edifica la razn a pesar de los limites empricos del conocer. Sus cimientos estn en la cadena causa-efecto en que se sustenta el conocimiento posible: todo fenmeno [] es por una parte condicionado por otro anterior y, por otra parte, condicionante del que le sigue. Cada fenmeno depende, est condicionado, por ortos fenmenos y, a su vez es condicionante de otros tantos. Conocer, el trabajo permanente de la razn, es pasar del efecto a la causa que es, a su vez, efecto de otra causa, y as sucesivamente. La razn, que quiere siempre saber ms, como ya dijera Aristteles, busca de esta manera la primera causa, la causa que por nuestra experiencia no se puede percibir y es aqu donde aparecen las ideas sintticas como un atajo del entendimiento para comprender, aprehender lo absoluto. Esta es, y no otra, la verdadera tarea que Kant propone para la metafsica. Veamos por ejemplo, a partir de este planteamiento, como se resuelve el caso concreto de lo existente. Para Kant la existencia, es una categora formal. Como el espacio, el tiempo, la causalidad, la substancia. Aplicamos la categora de la existencia, (prescindiendo de las percepciones de los sentidos y de paso, de los problemas que plantean los empiristas), como aplicamos cualquier otra categora, para poder conocer. Los sentidos y sus percepciones existen por lo tanto, porque les aplicamos la categora de existencia. Cuando no tenemos conocimiento sensible de la existencia de algo, si sabemos, por el contrario, que podramos tenerlo, an sin poder confirmarlo. Las ideas que tenemos de lo que existe contienen en si mismas la idea de la existencia. Y voila, est es la clave, este es el sentido de la existencia, esto es, lo que propone Kant como critica al argumento ontolgico tradicional de la existencia de Dios, una suerte de fe racional. Claro est, sin embargo, que a la existente idea de Dios solo le falta ser perceptible.El inters, digamos metafsico, de Kant no es el de demostrar si hay algo o no lo hay como hicieron sus antecesores desde Aristteles hasta Leibniz, sino el de establecer un mtodo convincente para poder averiguarlo. Queda de esta manera en el aire la cuestin de la necesidad de la metafsica, de su utilidad. Para solucionar esta cuestin Kant traslada el campo de operaciones metafsicas al mbito de la moral. Al conocimiento moral, a la tica, (aquello de qu puedo hacer? de la razn prctica), a las reflexiones sobre el alma, sobre la existencia, sobre la libertad, sobre la voluntad, etc. Reflexiones muy necesarias para darle sentido a lo que hay.Referencias:

GARCA MORENTE. Manuel: Lecciones preliminares de filosofa. Mxico: Porra, 1980.

HESSEN, Johannes: Teora del conocimiento. Madrid: Espasa-Calpe. Col. Austral, n. 107, 1981KANT, Immanuel: Crtica de la razn pura. Madrid: Alfaguara, 1998. (Trad. Pedro Ribas)PAGE 4