Katari, la rebelión… Evo, la Revolución. Módulo Bolivia

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Katari, la rebelión… Evo, la Revolución. 1 Módulo Bolivia Los Pueblos Originarios y la colonia El territorio del actual país de Bolivia se formó en base a pueblos aimaras que constituían el Kollasuyo, y que vivieron a orillas del Lago Titicaca, extendiendo su influencia hasta las costas del Océano Pacífico. Los pueblos que integraban el Gran Kollasuyo estaban los Ayaviri, el Colla (del que ha tomado nombre toda la región), los Omasuyos, los Lupacas, Larecajas, Pacajes, Charcas y Chichas. Luego, con la llegada de los Incas, todos estos pueblos fueron sometidos bajo su imperio. Las primeras penetraciones se efectuaron en las tierras de La Plata. La fama de las leyendas sobre el "Rey Blanco" habían llegado a los españoles a través de los indios guaraníticos. Uno de los sobrevivientes de la expedición de Solís al Río de la Plata, Alejo García organizó una expedición que de 1516 a 1524 atravesó todo el actual Chaco (desde la ciudad de Nuestra Señora de la Asunción, en el Paraguay) hasta la región de Chuquisaca, Charcas o La Plata. Hacia 1535 entró procedente del Perú, por el sur del lago Titicaca, el evangelizador dominico fray Tomás de San Martín, y más tarde los hermanos Gonzalo y Hernando Pizarro, que luego de sangrientos enfrentamientos con los indígenas afianzaron la conquista del Alto Perú. La nueva región descubierta y conquistada pasó a depender del novísimo Virreinato del Perú. La primera ciudad en ser creada fue la de La Plata/Chuquisaca/Charcas. El 30 de noviembre de 1538 el capitán pizarrista Pedro de Anzúrez erigió la población. En 1545 se produjo una gran guerra civil, cuyos contrincantes eran los partidarios pizarristas y almagristas conducidos por Diego de Almagro. La lucha llegó a ser incontrolable, por lo que el Rey de España comisionó al licenciado don Pedro de la Gasca para "pacificar el Perú". La Gasca venció a los rebeldes y los ejecutó (9 de abril de 1548). Luego comisionó al capitán Alonso de Mendoza, para que fundara una nueva población en memoria de la conclusión de las luchas civiles. El 3 de octubre de 1549, se fundó Nuestra Señora de La Paz. En 1544 en la región de Sumac Orco los españoles tomaron posesión del gran Cerro Rico de Potosí. En 1545 comenzaron a construir en la zona viviendas y depósitos, con el objeto de explotar las minas de plata. Enterado el Rey Carlos I, por medio de una Real Cédula en 1546 concedió el título de fundador de la ciudad al capitán Juan de Villarroel, le dotó un escudo y el título de "Villa Imperial". Felipe II concedería a esta célebre ciudad más motivos para sus orgullosos moradores: un nuevo y más fastuoso escudo. La verdadera fundación de Potosí se realizó en tiempos del Virrey del Perú Toledo en 1572. Los territorios orientales, selváticos y casi inexplorados debían ser asegurados para evitar que los indígenas guaraníticos cercaran a la populosa ciudad de Nuestra Señora de la Asunción ubicada a las márgenes del río Paraguay. Con ese fin fue fundada Santa Cruz de la Sierra por un contingente originado en el Paraguay. La tarea la realizó Ñulfo Chávez el 26 de febrero de 1561. En el valle de Kjocha Pampa, por encargo del virrey Toledo, el capitán Jerónimo de Osorio fundó la Villa Real de Oropesa (hoy Cochabamba), el 2 de agosto de 1571. La nueva ciudad se encargaría de abastecer por medio de su producción agrícola a los demás poblados instalados en el altiplano. El mismo virrey Toledo encomendó al capitán don Luís Fuentes asentar un nuevo poblado en el Valle de los Chiriguanos, confín sur del Kollasuyo, límite con el Tucumán. El capitán Fuentes partió y el 4 de julio de 1574 fundó la Villa de San Bernardo de Tarija. En 1561 se instaló en la ciudad de La Plata (actual Sucre) la Real Audiencia de Charcas, suprema autoridad judicial del Alto Perú. Atendiendo la necesidad de crear un nuevo centro administrativo regional desde donde se pudiera controlar con el debido cuidado y atención la zona de mayor producción de plata. La Real Audiencia de Charcas y el Obispado de La Plata fueron el foco jurídico y religioso que durante siglos “iluminó” al extenso territorio de la actual Bolivia. A causa de las continuas sublevaciones indígenas capitaneadas principalmente por los bravíos indios Chiriguanos, el virrey encargó la fundación de un conjunto de ciudades que tendrían como misión principal el resguardo de las fronteras. El capitán Melchor de Rodas se hizo cargo en 1575 de la erección de Santiago de la Frontera de Tomina, y en 1580 de la Villa de San Juan de Rodas. Al capitán don Pedro de Segura le fue encomendada la fundación de Villar (1582); y la reducción de los pueblos de Presto y Tarabuco (1583). La inhóspita región de Moxos fue considerada centro de interés para el asentamiento de misiones. Con tal objetivo partió el sacerdote Vázquez de Urrea, que tras explorar gran parte del actual departamento de Pando, pereció víctima de un ataque perpetrado por el pueblo toromana (1562-1568). Con autorización de la Audiencia de Charcas le fue encomendado al padre Cabello de Balboa el reconocimiento de la región del Beni (1594-1595). Hacia el año 1605 se descubrió minerales finos en el cerro de San Cristóbal, en la comarca de Uru uru. Instalados los exploradores y mineros en la deshabitada región solicitaron a la Audiencia de Charcas que

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Módulo Bolivia Los Pueblos Originarios y la colonia

El territorio del actual país de Bolivia se formó en base a pueblos aimaras que constituían el Kollasuyo, y que vivieron a orillas del Lago Titicaca, extendiendo su influencia hasta las costas del Océano Pacífico. Los pueblos que integraban el Gran Kollasuyo estaban los Ayaviri, el Colla (del que ha tomado nombre toda la región), los Omasuyos, los Lupacas, Larecajas, Pacajes, Charcas y Chichas. Luego, con la llegada de los Incas, todos estos pueblos fueron sometidos bajo su imperio.

Las primeras penetraciones se efectuaron en las tierras de La Plata. La fama de las leyendas sobre el "Rey Blanco" habían llegado a los españoles a través de los indios guaraníticos. Uno de los sobrevivientes de la expedición de Solís al Río de la Plata, Alejo García organizó una expedición que de 1516 a 1524 atravesó todo el actual Chaco (desde la ciudad de Nuestra Señora de la Asunción, en el Paraguay) hasta la región de Chuquisaca, Charcas o La Plata.

Hacia 1535 entró procedente del Perú, por el sur del lago Titicaca, el evangelizador dominico fray Tomás de San Martín, y más tarde los hermanos Gonzalo y Hernando Pizarro, que luego de sangrientos enfrentamientos con los indígenas afianzaron la conquista del Alto Perú. La nueva región descubierta y conquistada pasó a depender del novísimo Virreinato del Perú.

La primera ciudad en ser creada fue la de La Plata/Chuquisaca/Charcas. El 30 de noviembre de 1538 el capitán pizarrista Pedro de Anzúrez erigió la población.

En 1545 se produjo una gran guerra civil, cuyos contrincantes eran los partidarios pizarristas y almagristas conducidos por Diego de Almagro. La lucha llegó a ser incontrolable, por lo que el Rey de España comisionó al licenciado don Pedro de la Gasca para "pacificar el Perú". La Gasca venció a los rebeldes y los ejecutó (9 de abril de 1548). Luego comisionó al capitán Alonso de Mendoza, para que fundara una nueva población en memoria de la conclusión de las luchas civiles. El 3 de octubre de 1549, se fundó Nuestra Señora de La Paz.

En 1544 en la región de Sumac Orco los españoles tomaron posesión del gran Cerro Rico de Potosí. En 1545 comenzaron a construir en la zona viviendas y depósitos, con el objeto de explotar las minas de plata. Enterado el Rey Carlos I, por medio de una Real Cédula en 1546 concedió el título de fundador de la ciudad al capitán Juan de Villarroel, le dotó un escudo y el título de "Villa Imperial". Felipe II concedería a esta célebre ciudad más motivos para sus orgullosos moradores: un nuevo y más fastuoso

escudo. La verdadera fundación de Potosí se realizó en tiempos del Virrey del Perú Toledo en 1572.

Los territorios orientales, selváticos y casi inexplorados debían ser asegurados para evitar que los indígenas guaraníticos cercaran a la populosa ciudad de Nuestra Señora de la Asunción ubicada a las márgenes del río Paraguay. Con ese fin fue fundada Santa Cruz de la Sierra por un contingente originado en el Paraguay. La tarea la realizó Ñulfo Chávez el 26 de febrero de 1561.

En el valle de Kjocha Pampa, por encargo del virrey Toledo, el capitán Jerónimo de Osorio fundó la Villa Real de Oropesa (hoy Cochabamba), el 2 de agosto de 1571. La nueva ciudad se encargaría de abastecer por medio de su producción agrícola a los demás poblados instalados en el altiplano.

El mismo virrey Toledo encomendó al capitán don Luís Fuentes asentar un nuevo poblado en el Valle de los Chiriguanos, confín sur del Kollasuyo, límite con el Tucumán. El capitán Fuentes partió y el 4 de julio de 1574 fundó la Villa de San Bernardo de Tarija.

En 1561 se instaló en la ciudad de La Plata (actual Sucre) la Real Audiencia de Charcas, suprema autoridad judicial del Alto Perú. Atendiendo la necesidad de crear un nuevo centro administrativo regional desde donde se pudiera controlar con el debido cuidado y atención la zona de mayor producción de plata. La Real Audiencia de Charcas y el Obispado de La Plata fueron el foco jurídico y religioso que durante siglos “iluminó” al extenso territorio de la actual Bolivia.

A causa de las continuas sublevaciones indígenas capitaneadas principalmente por los bravíos indios Chiriguanos, el virrey encargó la fundación de un conjunto de ciudades que tendrían como misión principal el resguardo de las fronteras. El capitán Melchor de Rodas se hizo cargo en 1575 de la erección de Santiago de la Frontera de Tomina, y en 1580 de la Villa de San Juan de Rodas. Al capitán don Pedro de Segura le fue encomendada la fundación de Villar (1582); y la reducción de los pueblos de Presto y Tarabuco (1583).

La inhóspita región de Moxos fue considerada centro de interés para el asentamiento de misiones. Con tal objetivo partió el sacerdote Vázquez de Urrea, que tras explorar gran parte del actual departamento de Pando, pereció víctima de un ataque perpetrado por el pueblo toromana (1562-1568). Con autorización de la Audiencia de Charcas le fue encomendado al padre Cabello de Balboa el reconocimiento de la región del Beni (1594-1595).

Hacia el año 1605 se descubrió minerales finos en el cerro de San Cristóbal, en la comarca de Uru uru. Instalados los exploradores y mineros en la deshabitada región solicitaron a la Audiencia de Charcas que

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oficializara al asentamiento. El 1º de noviembre de 1606, se la bautizó con el nombre de Real Villa de don Felipe de Austria (Oruro).

Fue así, cómo el colonialismo español tomó asiento en esta parte de América, atraído por los grandes yacimientos de oro y plata que lo convirtieron posteriormente en un país netamente minero. A las ciudades fundadas se las dotó de cabildos, funcionarios de justicia, como el alguacil mayor, alcaldes de primero y segundo voto y autoridades militares. Hacia fines del siglo XVI ya se había descubierto y colonizado casi todo el territorio de la actual Bolivia. Además se habían constituido instituciones políticas y religiosas que demostraban el prestigio que había alcanzado la región.

Como es natural, una autoridad impuesta por la fuerza donde el abuso y la prepotencia, la imposición de una cultura y religión ajena al de los indígenas, más los servicios obligatorios de la mita y de la encomienda, despertaron con el tiempo un sentimiento de profundo resentimiento y rencor hacia el poder español.

Economía Colonial*

¿Qué son la Mita y la Encomienda?

La mano de obra constituyó el mayor problema de las Indias, sostiene Manuel Lucena Salmoral. En el transcurso de la era colonial los españoles sometieron a sus súbditos americanos a distintas formas de trabajo. Al mismo tiempo, la esclavitud fue una fuerza laboral muy importante durante este período.

En el contexto del proceso de conquista se esclavizó al nativo, capturado en "guerra justa", para que trabajara en la extracción de metales preciosos y proporcionara alimento a los conquistadores. Las presiones ejercidas por sectores de la Iglesia y la disminución de la población indígena, determinaron que la corona permitiese el ingreso de negros africanos para que sustituyeran a la mano de obra aborigen.

Los esclavos negros fueron empleados fundamentalmente en los sistemas de plantación y, en menor medida, en los lavaderos de oro. También fueron requeridos para el servicio doméstico donde, además, les otorgaban prestigio social a sus amos.

El sostén de la economía colonial fue el indígena americano, considerado legalmente súbdito de la corona y, por tanto, hombre libre. La categoría de súbdito implicaba el pago de un tributo o, en su defecto, un servicio personal a los representantes de la autoridad monárquica en América.

En los dos primeros siglos coloniales la encomienda reguló la fuerza de trabajo y la distribución de la mano de obra. La encomienda era una vieja institución de carácter feudal, que establecía servidumbre a los señores a cambio de protección para los siervos. Se estableció entregando una comunidad de indios a un español (benemérito) a cambio de los servicios prestados por éste, explica Lucena Salmoral.

El historiador Guillermo Céspedes del Castillo agrega que el beneficiario (encomendero) cobra y disfruta el tributo de sus indios, en dinero, en especie (alimentos, tejidos, etc.) o en trabajo (construcción de casas, cultivo de tierras o cualquier otro servicio); a cambio de ello, debe amparar y proteger a los indios encomendados e instruirles en la religión católica, por sí o por medio de una persona seglar o eclesiástica (doctrinero) que él mantendrá.

Por lo tanto, la encomienda no implicaba la propiedad sobre los nativos; era una concesión no heredable. Al quedar vacante (sin poseedor) ésta volvía al monarca, quien podía retener a los indígenas bajo administración real o entregarlos a otro encomendero.

Paralelamente a la encomienda funcionó el sistema del repartimiento forzado, que consistió en el trabajo rotativo y obligatorio del indígena en proyectos de obras públicas o trabajos agrícolas considerados vitales para el bienestar de la comunidad. Esta modalidad de trabajo se basaba en reclutamientos laborales precolombinos, como fueron el coatequitl mexicano y la mita peruana, que los españoles aplicaron con un sentido diferente al que tenía en las sociedades nativas.

Las encomiendas paulatinamente fueron perdiendo su razón de ser, entre otros motivos, por la caída de la población aborigen, la desaparición de los conquistadores ávidos de recompensa y la paz que imperó en la mayoría de las provincias. En cambio, los repartimientos persistieron hasta el fin del período colonial.

La corona fue incapaz de conceder encomiendas indígenas al cada vez mayor número de españoles. Por ello, muchos de éstos se vieron forzados a recurrir a otras alternativas para proveerse de mano de obra. Aparecieron de esa manera diversas formas de peonaje y trabajadores libres remunerados.

Especialmente desde finales del siglo XVI, estos sistemas laborales predominaron en gran parte de la América española. Mientras en las haciendas laboraban peones, jornaleros y capataces, en las minas obreros libres ofrecían sus servicios. En las ciudades, por su parte, se constituyó una mano de obra libre calificada, compuesta por plateros, carpinteros, carreteros y gremios de artesanos en general.

Todas las categorías laborales descritas -esclavismo, encomienda, repartimiento, etc.- operaron de manera muy diversa de acuerdo a costumbres y regiones muy variadas. Por ello, las generalizaciones no dan necesariamente cuenta de muchas situaciones locales.

La minería en la America española se centró en la extracción de metales preciosos, es decir, plata y, en menor medida, oro. Los minerales de baja ley (cobre, estaño, plomo, etc.) fueron explotados muy escasamente, si bien eran corrientes. Especialmente en los Andes, en territorios de la Audiencia de Charcas, existían yacimientos de estos metales. Además se descubrió una zona rica en perlas alrededor de la isla Margarita, pero se agotó en el siglo XVI. De hecho resultaba más barato importar los metales de baja ley

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(por ejemplo el hierro), antes que producirlos en América.

No cabe duda que oro y plata fueron los incentivos principales para la mayoría de los europeos que marcharon al Nuevo Mundo. Para conseguir las preciadas riquezas los conquistadores no escatimaron esfuerzo alguno y se disputaron todo vestigio aurífero.

En un comienzo los nativos fueron violentamente presionados para que revelaran la procedencia del oro de sus adornos. Luego, la ininterrumpida búsqueda de metales preciosos permitió a los españoles el hallazgo de importantes yacimientos mineros, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XVI.

Las minas de oro de Carabaya, Antioquia, Chocó, Popayán y Zaruma y las de plata de Taxco, Guanajuato, Zacatecas, Potosí o Castrovirreina impulsaron el desarrollo económico indiano. Una verdadera fiebre por la riqueza fácil se apoderó de los europeos, cuyo principal lazo de unión con América será, en adelante, la producción minera y el comercio que se desarrolló en torno a ésta.

En torno a las industrias extractivas giraron otros sectores de la economía, como agricultura, comercio y transportes. Para abastecer a las ciudades mineras surgieron explotaciones agrícolas y ganaderas alrededor de ellas y para dar salida a la producción metálica se construyeron caminos que las unían con los puertos de embarque.

Tal como indica Guillermo Céspedes del Castillo, el flujo de metales preciosos hacia Europa transforma y activa la vida económica del Viejo Mundo y de todo el orbe. De hecho, las exportaciones de oro y plata a la península alcanzaron una proporción superior al noventa por ciento del valor total de las mismas.

A continuación presentamos una serie de gráficos ilustrativos de la producción minera colonial:

Gráfico 3: Las dos edades de la

plata americana (1550-1800)

Años Oro (kilos) Plata (kilos)

1503-1510 4.965 0

1511-1520 9.153 0

1521-1530 4.889 148

1531-1540 14.466 86.193

1541-1550 24.957 177.573

1551-1560 42.620 303.121

1561-1570 11.530 942.858

1571-1580 9.429 1.118.592

1581-1590 12.101 2.103.027

1591-1600 19.451 2.707.626

Gráfico 4: Producción de oro y plata en el siglo XVII

Años Oro y plata (Maravedíes)

1601-1605 10.981.524.600

1606-1610 14.132.343.150

1611-1615 11.037.654.220

1616-1620 13.550.688.000

1621-1625 12.154.805.325

1626-1630 11.229.536.925

1631-1635 7.699.884.430

1636-1640 7.341.570.900

1641-1645 6.193.711.121

1646-1650 5.296.746.150

Totales: 99.618.464.825

Gráfico 5: Envíos de oro y plata a España en la primera mitad del siglo XVII según Hamilton

Años Oro y plata (Maravedíes)

1651-1655 2.095.791.820

1656-1660 1.514.658.928

1661-1665 1.852.668.884

1666-1670 1.188.953.240

1671-1675 1.155.335.451

1676-1680 1.083.506.286

1681-1685 529.266.946

1686-1690 600.385.644

1691-1695 205.696.380

1696-1699 535.709.304

Totales: 10.761.972.883

Las frías cifras de producción minera no nos transmiten lo ocurrido con quienes participaron, forzada o voluntariamente, en el proceso extractivo. La fuerza de trabajo indígena fue la base de dicha actividad, mientras blancos y mestizos por lo general eran supervisores y propietarios.

El reclutamiento forzado de trabajadores indígenas fue una práctica común, especialmente en Perú, donde el sistema de la mita imperó desde finales del siglo XVI. Los mayores estragos los sufrieron quienes laboraban en la mina de mercurio de Huancavélica, producto esencial en el proceso productivo de la plata.

Asimismo, según opiniones de contemporáneos e historiadores modernos, las condiciones de trabajo en los socavones americanos eran inhumanas. La mortandad de los aborígenes y su desmembramiento social se relacionan en importante medida con los sistemas laborales aplicados y lo inhóspito e inaccesible de los lugares donde se ubicaban los principales yacimientos mineros.

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Sin embargo, también existió (especialmente en el siglo XVIII mexicano) el trabajo voluntario y asalariado, ideal perseguido desde los comienzos de la era colonial. Esta forma de trabajo tardó en extenderse debido a la falta de hábito de los indígenas en los trabajos mineros, al desconocimiento de la moneda como salario y al natural anhelo de rehuir las pesadas tareas que se les confiaban.

En virtud de los privilegios otorgados por el Papa a la corona de España (bulas de donación de Alejandro VI de 1494), ésta tuvo el dominio sobre el suelo y el subsuelo de las tierras americanas. Por lo tanto, quienes se dedicaron a la actividad extractiva debían pagar un impuesto a la corona que, generalmente, fue de un 20% del producto. Este fue conocido como el quinto real.

Además, la monarquía se reservó para sí los ingresos y la distribución del mineral de mercurio, base del método de la amalgama, que agilizaba y optimizaba la obtención de la riqueza argentífera.

En América la minería se trabajó gracias al esfuerzo de particulares. Se trató muchas veces de aventureros que improvisaron métodos de extracción valiéndose de la mano de obra indígena.

Los capitales requeridos para habilitar una mina provenían de una serie de individuos que ganaron mucho dinero por concepto de préstamos a interés, comercio y especulación. Entre ellos podemos mencionar a los aviadores, quienes operaban en las mismas ciudades mineras y a los grandes mercaderes de la plata cuyo centro de acción fueron las capitales virreinales.

La minería permitió a muchas personas amasar grandes fortunas, otorgándoles el reconocimiento social y político. No obstante, con la misma rapidez que se ascendía, cualquier imprevisto provocaba la ruina inmediata. Así, por ejemplo, la pérdida de un filón o la inundación de los socavones liquidaban la inversión. De hecho, muy pocas familias siguieron siendo prósperas gracias a la minería durante más de tres generaciones.

Para la población nativa los efectos sociales de la explotación minera fueron extraordinariamente perjudiciales. Los desplazamientos forzados desarticularon la organización de las comunidades indígenas, alteraron sus jerarquías tradicionales y acabaron con innumerables vidas humanas.

En el siglo XVIII, la política reformadora de los Borbones procuró aumentar significativamente la producción de plata americana, lo que pasaba por elevar la condición del minero y romper su vinculación con comerciantes y especuladores. Por ello la corona elaboró una nueva legislación que incluyó, entre otras, el establecimiento de Tribunales de Minería en México y Lima (1780), y la creación de bancos de rescate que darían créditos a los mineros.

Asimismo, se intentó mejorar las técnicas de explotación mediante la contratación de especialistas europeos, fundamentalmente alemanes.

Mientras en Nueva España la producción de plata se cuadruplicó a lo largo del siglo XVIII, en Perú no se experimentó un alza significativa, debido especialmente a las difíciles condiciones de extracción y desplazamiento en los centros mineros.

Para comprender el significado de la actividad minera colonial, creemos que basta citar las palabras de Eduardo Galeano: En Potosí la plata levantó templos y palacios, monasterios y garitos, ofreció motivo a la tragedia y a la fiesta, derramó la sangre y el vino, encendió la codicia y desató el despilfarro y la aventura.

* Hugo Rosati A.

La Audiencia de Charcas

Una de las instituciones más importantes fueron las Reales Audiencias. La más alta autoridad jurídica del territorio del Alto Perú (hoy Bolivia), Tucumán, Río de la Plata y Paraguay durante gran parte del período colonial fue la Audiencia de Charcas, situada en el departamento de Chuquisaca, ciudad también llamada La Plata.

El presidente de la Audiencia, aparte, era Capitán General de La Plata (cargo similar al de Gobernador), y por lo tanto gozaba de facultades administrativas. La Real Audiencia de Charcas fue creada por Cédula del Rey Felipe II el 18 de septiembre de 1559. Con el transcurso del tiempo y luego de finalizar la conquista y colonización de Sudamérica se incorporaron, al dominio judicial de Charcas, Buenos Aires y Paraguay.

Durante el reinado de Carlos II, el monarca mandó a erigir una nueva Audiencia que ubicará en la ciudad de Nuestra Señora de Buenos Aires (20 de junio de 1661). La acción jurisdiccional de la misma no logró obtener el resultado esperado y se dispuso suprimirla mediante Real Cédula del 31 de diciembre de 1671. Así nuevamente se le otorgó a Charcas toda la jurisdicción del Tucumán, Paraguay y Río de la Plata.

La Audiencia de La Plata, perteneció al Virreinato del Perú hasta el año de 1776, fecha en que se fundó el Virreinato del Río de La Plata, momento en el cual pasó a depender de ese virreinato junto con los territorios a los que regía jurisdiccionalmente: La Paz, Potosí, Chuquisaca, Santa Cruz, Moxos, Chiquitos, Tucumán, Paraguay, Misiones y Río de La Plata.

Con la creación de la segunda Real Audiencia de Buenos Aires el 14 de abril de 1783, Charcas vio nuevamente disminuido su campo de acción, ya que las Intendencias de Salta y Córdoba del Tucumán, Paraguay y Misiones salieron de su dependencia para integrar la Audiencia de Buenos Aires.

El 3 de agosto de 1810, cuando ya se había producido el intento independentista en el Río de la Plata, el virrey del Perú don José de Abascal anexó la Audiencia de Charcas a su dominio. A pesar de ello, durante los últimos meses de 1811 y los primeros de 1812 ocupó la presidencia de la Audiencia el coronel Juan Martín de Pueyrredón en su carácter de

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Gobernador Intendente de Charcas y Comandante del Ejército del Norte. Al poco tiempo, Pueyrredón, será desalojado del poder por parte de los realistas, y el virrey del Perú nombrará nuevamente a un presidente contrario a la causa de la independencia. Esa situación se mantendrá hasta 1824, fecha en que concluyó el mandato del último presidente realista de la Audiencia, el Brigadier Antonio Vigil, nombrado por el comandante de los ejércitos españoles don Pedro Antonio de Olañeta. Para 1825 la acción de Bolívar y de Sucre harán lo imposible para mantener al Alto Perú como parte del gobierno de Buenos Aires, pero las fuerzas contrarias a Bolívar lograron la independencia separando a Bolivia del resto de los paise. Así, las clases más reaccionarias de Bolivia contribuian al desmembramiento de la Patria Grande.

Universidad de San Francisco Xavier

Debido a la creciente importancia de la ciudad de La Plata, que había sido elevada a la dignidad de Arzobispado y en ella se encontraba la prestigiosa Real Audiencia de Charcas, se creó en 1622, la Real y Pontificia Universidad de San Francisco Xavier de Chuquisaca, cuya fundación se materializó en 1624. La influencia que ejerció la Casa de Estudios en el Alto Perú y Río de la Plata fue magnífica, y en ella se comenzaron los estudios de filosofía política que germinaron en teorías liberales libertarias, que dieron su fruto a partir de fines del siglo XVIII y principios del XIX, posibilitando que la revolución americana encontrara en aquellas doctrinas sus fundamentos idealistas. Podemos nombrar entre sus estudiantes a Mariano Moreno y a Bernardo de Monteagudo.

1780: La insurrección Tupakarista en el Alto Perú

En el año 1780 todo el altiplano se hallaba convulsionado con la sublevación de Tupac Catari . En las principales ciudades como Potosí, Charcas, La Paz sonaban los pututus anunciando el levantamiento indígena

contra tantos años de abusos españoles.

Para los españoles dominar la insurrección era cuestión de vida o muerte. Si vencían los rebeldes, acababa el poderío de España no solo en las colonias americanas, sino en todo el imperio, en cuyos dominios nunca se ponía el sol.

Para los indios la sublevación constituía la recuperación de su libertad, territorio y riquezas o su definitiva claudicación ante el poderío de los blancos,

de esa otra raza que había venido allende los mares para hacerse dueña de sus riquezas y de derribar su cultura milenaria.

La vida en los pueblos de la colonia era cada vez más insoportable para los pueblos originarios. Los cargos públicos, con una que otra excepción, estaban monopolizados por los españoles. Todas las riquezas que se extraían en Potosí y de las minas del Alto Perú eran conducidas a la metrópoli, quedando su producto como beneficio para el tesoro español y para los aventureros que habían cruzado los mares en busca de riquezas en el nuevo mundo. Los corregidores españoles se confabulaban con los curacas, curas y gobernadores, para oprimir a los naturales, encarcelándolos, torturándolos y violando a las mujeres que no tenían ningún derecho ya que eran esclavas. Por estas causas muchos huyen hacia otras tierras, otros se despeñan junto a su familia o quiebran los brazos y piernas de sus hijos para que no sean usados como esclavos.

El corregidor de Chayanta, provincia de Potosí, Joaquín Alor y Bru, conjuntamente con el recaudador de impuestos reales, inició una verdadera expoliación a los indígenas de aquella provincia, aumentando en forma considerable el tributo que debían pagar. El cacique de Macha, Tomas Catari, tomó la representación de sus compañeros indígenas de la provincia de Chayanta y se fue primero a Potosí y después a Chuquisaca a reclamar por el aumento del tribute real. Pero, sus reclamos fueron inútiles tanto en Potosí como en Charcas.

No hubo autoridad que atienda y considere sus reclamaciones, ratificándose, por el contrario la elevación del tributo sobre las tierras de origen y aprobándose las medidas adoptadas por el corregidor Alor y Bru . Tupac Catari luego de muchos sacrificio emprendió viaje a Buenos Aires allí se entrevisto con el virrey José Vertiz quien se concretó en darle una recomendación para que le atiendan las autoridades de Charcas y Potosí. Catari se presento ante la real audiencia de Charcas enseñando la recomendación del virrey, el fiscal de la audiencia José Castillo, al hacerse cargo de dicha recomendación pidió informe al corregidor de Chayanta, el informe de este fue justificar el aumento y desprestigiar y humillar a Catari . Cuando Catari regresó a su casa fue tomado preso acusándolo de provocar perturbaciones en el cobro de los impuestos. Este hecho exacerbo los ánimos de los originarios quienes atacaron la guardia que custodiaba a Catari , hasta poner a este en libertad. Luego de esto vengaron la humillación degollando al recaudador de impuestos de apellido Bernal.

El corregidor Alor mandó a prender a Catari a quien consideraba el cabecilla de esta revuelta. Lo hizo conducir a Chuquisaca para su juzgamiento por los delitos de rebelión y asesinato. El 24 de agosto de 1780 el corregidor de Chayanta dispuso que en el pueblo de Pocoata se levante las nominas de los indios que debían viajar a las minas de Potosí en el carácter de mitayos. Para el efecto, Alor y Bru se traslado personalmente a aquel pueblo.

Tupac Catari

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Katari, la rebelión… Evo, la Revolución.

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Cuando ya se iniciaba el empadronamiento, uno de los indígenas se encontraba en el grupo de los que debía viajar a Potosí, dio el grito de rebelión. E inmediatamente, todos se levantaron contra el reducido número de españoles encargados de su custodia. Dieron muerte a casi todos y al resto lo detuvieron, entre ellos al corregidor a quien condujeron preso hasta el pueblo de Macha.

A la llegada de los insurrectos a esta población no hubo resistencia, los españoles que allí se encontraban se escondieron o escaparon dejando el pueblo a los rebeldes.

Consumada la rebelión en Macha y en Pocoata, lo mismo que en algunos caseríos y poblados indígenas, en los que en breve tiempo circulo la noticia de sublevación, asumieron la jefatura del movimiento Dámaso y Nicolás Catari , hermanos de Tomás.

Tan pronto como tuvieron establecidos sus reductos, enviaron emisarios a Chuquisaca, exigiendo la libertad de Tomas Catari y haciendo saber a los oidores de la audiencia de charcas, que conservarían en rehenes al corregidor de Chayanta y al resto de los españoles y haciendo saber que si no ponían en inmediata libertad a Catari degollarían al corregidor y al resto de los españoles.

Ante esta amenaza la audiencia de Charcas puso en libertad a Tomas quien regreso a Macha, no solo con mayor prestigio ante sus compañeros, sino decidido a terminar con la violencia de los españoles.

Y la rebelión creció por todas partes La Paz, Oruro, Cochabamba, Tarija, unos tras otros los caseríos se fueron uniendo a la insurrección.

Los rebeldes hicieron base en Chayanta. Al enterarse Julián Apaza, de los levantamientos, y de las posteriores ejecuciones de los hermanos Catari en Chayanta y de José Gabriel Condorcabnqui en Tinta, decide tomar un nombre de guerra. En homenaje a los insurgentes asesinados, se hace llamar a sí mismo Tupac Katari . Antes de comenzar la guerra había sido sacristán en la parroquia de Ayoayo situada a noventa kilómetros de La Paz. Su esposa Bartolina Sisa se unió a él con 25 años. Bonifacio Chuquimamani, otro de los líderes del levantamiento, tomo el nombre de Manuel Clavijo .

Bartolina Sisa, la Comandante Aymara*

Con toda la experiencia en comercio que ya tenía, Bartolina, logra independizarse de sus padres a los diecinueve ños. Logró conseguir su propio capital y llegó a tener sus propios animales de carga. Realizaba sus transacciones comerciales ella sola, viajaba por todo el altiplano, los yungas, las ciudades y las quebradas, rescatando coca, vendiendo y comprando telas de la tierra en los obrajes, para después venderlas en las ciudades y en la comunidades del altiplano y conociendo gran cantidad de personas en todos sus caminos recorridos.

Julian Apaza luego de estar dos años en el trabajo forzado de la mita en las minas de Oruro, escapa y regresa a sus pueblo natal Ayo Ayo, ejerciendo el trabajado de panadero por algunos meses. Posteriormente, tras conocer que el comercio ambulante daba buenos resultados económicos y a la vez, era una forma de liberarse de la esclavitud de las mitas y las haciendas, decide volverse comerciante.

Como todos los comerciantes compraban las mercancías en los mismos lugares, vendían en los mismos mercados, llegaban a los mismos tambos, viajaban por los mismos caminos y tenían los mismos compradores era muy común que se conocieran entre ellos. Es así que llegan a conocerse los comerciantes Bartolina Sisa y Julián Apaza. Según la investigadora Marina Ari, Bartolina Sisa era una mujer-autoridad: Bartolina provenía de la linea de las Mama Tallas, mujeres autoridades a la par de los hombres, que tenian incluso divinidades femeninas propias. Mujeres inteligentes, laboriosas, guerreras que eran contempladas con respeto dentro de la filosofía Aymara de los opuestos complementarios. Lo femenino y masculino como complementariedad necesaria para el equilibrio. La solidaridad como principio extendido a las relaciones entre ser humano y naturaleza, hombre y mujer, cosmos y tierra. La solidaridad el Ayllu.

Bartolina Sisa era una mujer aguerrida, dominada, el uso de la “kurawa” (onda) y el fusil, sabía montar a caballo, era joven y de piel morena, muy atractiva, esbelta de ojos negros y muy inteligente. Julián Apaza, era un hombre en

buenas condiciones

físicas y con una inteligencia

notable. Como describe Valencia

Vega: (…) por eso es que el encuentro de la pareja, dio como resultado el enamoramiento recíproco…Según Valencia Vega, el Matrimonio entre Bartolina y Julián se realizó el año 1770 en Sicasica con la correspondiente repetición en la población de Ayo Ayo. Inmediatamente deciden establecer su residencia en la población de Sapahaqui, por su ubicación estratégica, en un punto intermedio, entre todas las poblaciones que ellos recorrían para realizar sus transacciones comerciales.

Los cronistas e historiadores criollos, nunca revelan el aspecto familiar de Bartolina Sisa y Julián Apaza. En 1772 los esposos Sisa – Apaza tiene su primer hijo, llamado Anselmo, según Valencia Vega llegan a tener tres más, haciendo un total de tres varones y una mujer.

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Se tiene información de la captura del primer hijo de la Apaza – Sisa, en el Perú, por el brigadier Sebastián Segurola, en el año 1783, seguramente asesinado posteriormente. Los otros tres hijos, según Valencia Vega, fueron entregados a parientes o familias amigas y si es que llegaron a sobrevivir, en la clandestinidad se cambiaron los nombres y apellidos.

En todos los levantamientos, siempre estuvieron presentes las mujeres, actuando de manera aguerrida, directa y firme, frente a los ejércitos españoles. Así lo demuestra el diario de Segurola: (…) repetidamente y en cada reducto, en cada campo de batalla, las mujeres indias participan en las mismas condiciones que los insurrectos de la lucha y los combates, batiéndose y muriendo con entereza y bravura…

Bartolina Sisa se destacó por ser una mujer lider, inteligente y hábil para participar de las actividades de la campaña rebelde desde el primer momento. Formó parte activa desde los preparativos anteriores para la rebelión. Tomaba decisiones y daba órdenes, ya que contaba con la total obediencia de los indígenas sublevados. En cierto momento (relata Valencia Vega) envió a dos mil hombres para reforzar el cerco de La Paz.

Antes de comenzar el cerco, se nombró a Bartolina Sisa como Virreina, y a Tupac Catari como Virrey del Inca Tupac Amaru. Posteriormente, cuando comenzó el levantamiento, como ella compartí las ideas liberar a su pueblo y de iniciar un proceso de cambio, junto a su esposo Tupac Catari, se la nombró Jefa Auxiliar que era un cargo más que Lugarteniente, es decir que tomaba el mando total, en caso de faltar Tupac Catari.

Con esta jerarquía, Bartolina Sisa, organizó campamentos militares durante en la sublevación en: El Alto, en Chacaltaya, en Killi-killi, en el Calvario, en el Valle de Potopoto y en las alturas de Pampajasi.

Bartolina Sisa, también formó parte, además de la administración y el comando militar, de la administración de Justicia. El fraile Matías de la Borda, traidor y delator de Tupac Catari, escribe en su informe al Brigadier Segurola: Que cuando el consejo indígena se reunía para resolver problemas políticos o administrativos, o para hacer justicia, Tupaj Catari se sentaba en un sillón alto y a su lado a la misma altura, la Virreina Bartolina Sisa.

*Bolivia, Ministerio de la Presidencia

Colección Biografías de Líderes Sociales

La rebelión: los dos cercos

El 13 de marzo de 1781 el Ejercito Aymara decide la toma de La Paz, sitiándola. En la ceja del alto se levantó el campamento desde el cual se divisaba la ciudad. A todo esto la ciudad preparaba su defensa, Sebastián de Segurola, brigadier, fue el líder de las milicias.

Con el paso del tiempo comenzaron a faltar los víveres y el agua. Todos los días el ejercito Catarista avanzaba

sobre la ciudad, se hacían pelotas de lana empapadas con aceite o pólvora y se arrojaban a la ciudad para cansar al enemigo y desgastarlos para la lucha.

El 21 de mayo Tupac Catari se aleja y el ejército queda bajo la dirección de Bartolina Sisa, su misión es la de cuidar que el cerco a Chuquiago no se rompa pero los españoles al ver a una mujer en la dirección envían 300 soldados para capturarla.

Lejos de pensar en retirarse, Bartolina ordena el ataque que ella dirige y a fuerza de piedras los españoles son derrotados por el ejército andino donde las guerreras aymaras lucharon a la par de los hombres aymaras.

No fue rara la participación de las amazonas Aymaras y Quechuas. El ejército de Quiswas de Chayanta, por ejemplo, estuvo dirigido por la viuda de Tomas Catari : Kurusa Llave, quien luchó valerosamente hasta ser derrotada por las fuerzas de auxilio que recibieron los españoles, dirigidos por Ignacio Flores.

De la misma forma Gregoria Apaza, hermana menor de Tupac Catari quien fue compañera de Andrés Tupac Amaru hijo del Inca Tupac Amaru, dirigió a las tropas femeninas, en varias batallas. Esta comandanta, vestida de hombre, dirigió fieras ofensivas del ejército del joven Amaru.

Muchas otras mujeres anónimas andinas pelearon en los ejércitos Amaristas y Cataristas.

Se habían cumplido 109 días del cerco Catarista cuando el 10 de julio de 1781, los españoles recibieron refuerzos desde Charcas. Después de dejar algunas provisiones que no lograron satisfacer a la población española y criolla en Chuquiago, el ejército español salió de la ciudad para asaltar a las comunidades. Se produjeron nuevas atrocidades con el incendio y quema de hombres, mujeres y niños en las comunidades y el degüello de varios pobladores indígenas.

Tupac Catari es obligado a replegarse y en esta acción se produce la captura de Bartolina Sisa.

Cuando la comandanta se dirigía al campamento de Pampajasi, sus mismos acompañantes la traicionan y la entregaron al cruel Flores quien la condujo presa a la ciudad de La Paz. En Chuquiago fue recibida por una lluvia de piedras, insultos y golpes. El genocida Segurola la encerró encadenada en la peor de las celdas.

Los españoles torturan a Bartolina Sisa y le dan el peor de los tratos pero la mantienen con vida esperando usarla como un cebo para capturara Catari .

El 5 de octubre, por ejemplo, sacan a Bartolina de su prisión y disfrazan las terribles condiciones en que la tenían prisionera, lavada y vestida con ropajes ajenos la colocan a pocos pasos del cerco humano del ejercito Katarista , mientras Segurola prepara el ataque con varios soldados españoles disfrazados de indígenas. Sin embargo, Tupac Catari, no cae en la trampa y envía a dos mensajeros para que entreguen alimentos, coca y oro a Bartolina . Los Cataristas planearon usar el recurso de la inundación para tomar Chuaquiago, el 12

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de octubre es desbordada la represa a orillas del cerro Achachicala que las tropas cataristas habían construido; pero la inundación no tuvo el resultado esperado. En tanto, Chuquiago recibió un fuerte refuerzo militar muy superior numéricamente y armamentísticamente al ejercito catarista, obligándolo al repliegue.

Tupac Catari es atacado por dos ejércitos, el de Reseguín y el de Segurola quien ataca desde el valle de Mallasilla masacrando a diferentes poblaciones indígenas. Catari se ve obligado a ordenar la retirada hasta Peñas donde se encuentra con Miguel Bastidas, quien ya había desertado. Otro traidor: Tomas Inkalipe , delata a Catari y facilita su aprehensión.

Catari es conducido hasta Achachicala, rapado, coronado con una gorra de espinas y clavos es paseado y expuesto para burlas. El 14 de noviembre de 1781 es masacrado. Amarrado a las cinchas de 4 caballos que lo descuartizarían, después de arrancarle la lengua y luego exponen los trozos.

Después de 10 meses sus restos son quemados y sus cenizas arrojadas al aire. Un año mas tarde, el 5 de septiembre de 1782 los españoles y sus bizarros mestizos, sacan a Bartolina Sisa rapada y desnuda, la hacen pasear por la calles de Chuquiago, torturada, golpeada e insultada, es atada a la cola de un caballo con una soga al cuello y le ponen una corona de espinas. Sus miembros fueron arrancados y su cabeza clavada en un palo fue expuesta en Cruzpata.

El mismo trato español, recibió Gregoria Apaza, compañera del joven inca Andrés Tupaj Amaru , ella fue igualmente paseada con una corona de clavos y espinas junto a Bartolina Sisa y ahorcada y después despedazada. Su cabeza fue expuesta en Sorata y luego quemada y sus cenizas arrojadas al viento. Anselmo, hijo de Andrés Tupaj Amaru, un niño de 10 años fue descubierto por el Corregidor Necochea y torturado y luego muerto.

Como recompensa moral de los esfuerzos y sacrificios que tuvo que soportar por célula real del 20 de mayo de 1784, a la ciudad de La Paz le fue otorgada el titulo de noble, valerosa y fiel.

Desgaste del sistema gubernamental español

Los diversos levantamientos indígenas ya habían evidenciado que la situación política se encontraba en una etapa crucial. El Alto Perú (y gran parte de la América hispana) esperaban el momento indicado para iniciar la revuelta general y por ese medio lograr la tan ansiada independencia.

En 1776 el monarca español, Carlos III, había adjudicado la actual región boliviana al Virreinato del Río de la Plata, cuyo centro administrativo se ubicaba en la distante y lejana Buenos Aires, por lo que los vastos territorios de Potosí, Chuquisaca, Cochabamba, La Paz, Mojos y Chiquitos se mantenían casi aislados de la capital del novel virreinato.

Pero el Alto Perú contaba con cierta independencia, ya que en Charcas (Chuquisaca o La Plata) residían un gran número de brillantes intelectuales y juristas, a la época ya influenciados por las ideas liberales, que propugnaban solapadamente la "autodeterminación" del pueblo. A la magna Universidad Mayor Real y Pontificia de San Francisco Xavier acudían a estudiar jóvenes de todas las latitudes del virreinato.

A ello se le sumaba la situación del nativo, que era explotado en pesadas tareas mineras y de otras layas, sin recibir un trato digno, lo que "caldeaba" la situación imperante. Impactado por tal estado el fiscal de la Real Audiencia de Charcas, Victorián de Villalba, se propuso mejorar la situación, procurando un régimen más benigno y liberal para con los parajes altoperuanos en su célebre obra Apuntes para una reforma de España, sin trastorno del gobierno monárquico de la región (1797). Sus doctrinas debieron influenciar en los jóvenes porteños (como Moreno) que en 1810 se lanzaron en pro de la revolución.

Las dos invasiones inglesas a Buenos Aires (1806 y 1807) manifestaron claramente la "unidad" del Alto Perú para con el Virreinato (a pesar del recelo que guardaba Lima, de la que siempre habían dependido), y mostraron el potencial poderío del pueblo para la autodefensa. Aquella victoria trajo aparejado el germen determinante para los sucesivos levantamientos independentistas.

Cuando, el 17 de septiembre de 1808, se conoció en Charcas que el nuevo rey Fernando VII había abdicado a favor de José Napoleón (Rey José I, alias “Pepe botellas”), que los franceses habían invadido España, que se había instalado la Junta suprema y que llegaría el general Goyeneche a La Plata como representante de ella, los oidores de la Real Audiencia hicieron oídos sordos y postergaron el reconocimiento a la Junta Suprema y al general Goyeneche, procediendo a jurar solemnemente a Fernando VII como su rey (25 de septiembre de 1808).

Mientras tanto, en Buenos Aires (capital del virreinato) la Junta Suprema ya había sido reconocida, y se aprestaban a destituir al virrey Liniers (que era de origen francés), acusado por las Audiencias de Charcas y Buenos Aires de complicidad con el invasor francés.

Por fin, el general Goyeneche llegó a Chuquisaca en noviembre de 1808. Fue recibido con esmerado celo por la Audiencia, el Gobernador, el Arzobispo y las personalidades más representativas de la ciudad. El funcionario español relató los hechos peninsulares, comentó sobre la posibilidad de que la princesa Carlota, Reina de Portugal exiliada en el Brasil, gobernara América en nombre de su hermano el rey Fernando VII, y explicó sus objetivos. Rápidamente los Oidores expresaron su desconocimiento hacia la Junta española y juraron nuevamente la fidelidad al Rey, por lo que se produjo un leve altercado que llegó a solucionarse gracias a la intervención del Arzobispo Benito María de Moxo. El incidente fue celosamente guardado a fin de no producir más caos en la política chuquisaqueña. El general Goyeneche, continuó su

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rumbo por las intendencias del Alto Perú, pero dejaba tras de sí sembrado un nuevo germen productor de discordia.

El Grito de Chuquisaca

Bernardo de Monteagudo, que luego será amigo personal de Moreno y miembro de las logias inauguradas por San Martín, considerará este Grito emancipatorio el 25 de mayo de 1809 contra la Real Audiencia de Charcas, como el inicio de la revolución americana. Los oidores de la Audiencia de Charcas se hicieron eco de los rumores de conspiración carlotista (hermana del rey Fernando VII, radicada en Brasil, que pretendía tomar posesión de las colonias de su hermano en América) y ordenaron el arresto del gobernados intentende García de León y Pizarro, éste al tomar conocimiento se adelantó y mandó prender a algunos de los oidores y miembros del Cabildo de Chuquisaca, los cuales se ocultaron y sólo pudo ser arrestado el fiscal Jaime de Zudáñez. Encabezados por Bernardo de Monteagudo y otros seguidores de ideales liberales, se realizaron protestas populares en las calles de Chuquisaca con el lema ¡Muera el mal gobierno, viva el Rey Fernando VII!. Los estudiantes de la Universidad de San Francisco Xavier, descontentos también con el rector arzobispo Moxó y Francolí, se rebelaron, seguidos por el pueblo, pidiendo la liberación de Zudáñez y la renuncia de García de León y Pizarro. Como llamada al pueblo se tocó una de las campanas de la iglesia de San Francisco hasta rajarse. La campana ahora es llamada "La Campana de la Libertad" y se la toca cada 25 de mayo en honor a la "Chispa de la Liberación Americana", como lo nombró Monteagudo. Luego de una represión feroz de parte del gobernador intendente García de León y Pizarro, el pueblo levantado en armas y fogoneado por los ideales democráticos (representados en este momento por Fernando VII) hace dimitir a García de León y Pizarro, asumiendo la Audiencia el mando político y militar en nombre de Álvarez de Arenales. Secretamente un grupo de líderes independentistas decidió aprovechar las circunstancias a favor de la independencia, para lo cual partieron desde Chuquisaca hacia varias ciudades en busca de propagar sus ideas. Con encargos de la Audiencia fue a La Paz Mariano Michel , quien durante el mes que permaneció en la ciudad se reunió con partidarios de la independencia. Los revolucionarios encabezados por Pedro Domingo Murillo apoyados por el Batallón de Milicias al mando de su segundo jefe, Juan Pedro de Indaburu, tomaron el cuartel de Veteranos, arrestaron a los oficiales y convocaron al pueblo a la plaza por medio de campanas y pidieron un cabildo abierto, solicitando que fueran separados de sus cargos el obispo de La Paz Remigio de la Santa y Ortega y el gobernador intendente interino Tadeo Dávila. Tras la renuncia del gobernador y del obispo, la deposición de los alcaldes ordinarios y de los subdelegados partidarios, el cabildo secular de la ciudad dispuso que Murillo asumiera como comandante militar de la provincia con el

grado de coronel, mientras que Juan Pedro de Indaburu quedó como su segundo, otorgándosele el grado de teniente coronel. Todas las deudas en favor del fisco fueron abolidas y los documentos que las avalaban fueron quemados. El cabildo tomó el nombre de Junta Gobernadora, conformándose en una junta de gobierno consultiva de doce miembros, denominada “Junta Tuitiva de los derechos del Rey y del Pueblo”.

El presidente separado de su cargo, envía al gobernador de Potosí, Francisco de Paula Sanz el 9 de julio, una comunicación ordenándole que reuniera una fuerza competente en Potosí para mantener el orden. A su vez, desconoció la Junta Tuitiva de La Paz, procedió a separar a los oficiales americanos del Batallón de Cívicos e hizo arrestar a varios simpatizantes de la Revolución. Pidió ayuda al virrey del Perú José Fernando de Abascal y Sousa y esté mandó al brigadier José Manuel de Goyeneche a ofrecerle al virrey del Río de la Plata Baltasar Hidalgo de Cisneros sus fuerzas militares para actuar sobre los sublevados de La Paz y de Charcas. Cisneros aceptó el 21 de setiembre pidiendo que se coordinara con el general Vicente Nieto quien había sido nombrado presidente de la Audiencia de Charcas.

Marchó entonces Paula Sanz con tropas sobre Chuquisaca en auxilio del gobernador intendente depuesto, mientras Álvarez de Arenales organizó la defensa formando las milicias de Chuquisaca y Yamparáez con nueve compañías de infantería organizadas por los oficios de sus miembros: I Infantería (al mando de Joaquín Lemoyne), II Académicos (Manuel de Zudáñez), III Plateros (Juan Manuel Lemoyne), IV Tejedores (Pedro Carbajal), V Sastres (Toribio Salinas), VI Sombrereros (Manuel de Entre Ambas Aguas), VII Zapateros (Miguel Monteagudo), VIII Pintores (Diego Ruiz) y IX Varios

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gremios (Manuel Corcuera). Se formaron además tres partidas de caballería ligera al mando de Manuel de Sotomayor, Mariano Guzmán y Nicolás de Larrazabal, un cuerpo de artillería al mando de Jaime de Zudáñez y un batallón de pardos y morenos. La Audiencia de Charcas ordenó a Paula Sanz que retrocediera con sus tropas y éste obedeció. Enterado el virrey del Río de la Plata, Baltasar Hidalgo de Cisneros, aprobó las acciones de la Audiencia.

Por otro lado, el 13 de octubre Goyeneche abandonó el Campamento de Zepita rumbo a La Paz, mientras el 15 de octubre Murillo (quien había asumido el mando político y militar el 30 de setiembre disolviendo la Junta Tuitiva), trasladó las tropas y la artillería a Chacaltaya, excepto una compañía que permaneció custodiando la ciudad. De esa compañía se apoderó Juan Pedro de Indaburu el 18 de octubre, pasándose a los realistas, capturando a varios revolucionarios y haciendo ahorcar al día siguiente a Pedro Rodríguez. Murillo entró con las tropas en la ciudad, siendo herido Indaburu y ejecutado por Antonio de Castro, mientras las tropas saqueaban La Paz, retirándose ese mismo día hacia Chacaltaya. El 25 de octubre Goyeneche atacó con artillería Chacaltaya, por lo que los revolucionarios huyeron hacia el Partido de las Yungas abandonando la artillería, 200 fusiles y posibilitando la entrada de Goyeneche en la ciudad ese mismo día.

Tras dominar la insurrección, Goyeneche ordenó el juzgamiento de los revolucionarios. El virrey Cisneros le ordenó que "procediese contra los reos pronta y militarmente aplicándoles todo el rigor de la ley", sabiendo que la rebelión pronto podría llegar hasta Buenos Aires. Diez de los cabecillas fueron ahorcados, otros fueron degollados y sus cabezas clavadas en picas colocadas en la vía pública y otros fueron puestos en prisión o desterrados a las islas Malvinas y a las Filipinas, a todos se les confiscaron los bienes.

El Alto Perú y la Revolución de Mayo del 10

La noticia de la instalación en Buenos Aires de la Primera Junta, el 25 de mayo de 1810, llegó a Charcas el 20 de junio. El gobernador intendente, Nieto, se reunió con su par de Potosí, Paula Sanz, y convocaron una Junta que representara al Alto Perú. Reunida la misma decidió (en vista de los acontecimientos ocurridos en la capital del Virreinato) someter toda la jurisdicción al virrey del Perú, Abascal.

Inmediatamente, Buenos Aires envió una expedición hasta el Alto Perú liderada por el general Antonio González de Balcarce y por el político Juan José Castelli (Ejército del Norte o del Alto Perú), por lo que Abascal organizó una contraofensiva que tendría por objeto invadir Tucumán y luego marchar hacia Buenos Aires y sofocar a las autoridades de la Primera Junta.

Los dos ejércitos (el realista de Abascal y el patriota de González Balcarce) se batieron el 27 de octubre de 1810 en Cotagaita, obteniendo el triunfo los realistas. Un nuevo combate se sucedió el 7 de noviembre en

Suipacha, del que las armas patrias salieron triunfantes. Al conocerse la victoria, el pueblo de Potosí se plegó a la causa libertaria, Chuquisaca anuló la anexión del Alto Perú al Virreinato del Perú. La Paz se pronunció a favor de la Junta de Buenos Aires el 19 de noviembre. Todo el Alto Perú se había plegado a la revolución nacida en la capital del virreinato (la que había sido gestada por numerosos abogados doctorados en la Universidad de San Francisco Xavier de Chuquisaca).

El Ejército del Norte entró triunfante en Potosí, y comenzó a dictar medidas tendientes a lograr el afianzamiento de la revolución. Durante su gobierno Castelli tomó medidas drásticas que le ganaron la enemistad de gran parte de las clases acomodadas, como fusilar a los jefes realistas, entre ellos al gobernador presidente de la Audiencia de Charcas, mariscal Vicente Nieto, al intendente de Potosí, Francisco de Paula Sanz, al general Córdova y al obispo de La Paz, así como confiscar los bienes de los realistas. Frente a una asamblea multitudinaria integrada por quechuas y aymaras, Castelli anuló el sistema de castas colonial, declaró la igualdad de razas y dispuso que cada intendencia enviaría un diputado indio al Congreso General. Cometió también la imprudencia de mostrar una actitud antireligiosa frente a las clases altas profundamente religiosas y finalmente detuvo la persecución de las fuerzas realistas dándoles tiempo a su reorganización.

El gobierno de Buenos Aires nombró al general Juan Martín de Pueyrredón Gobernador Intendente de la Audiencia de Charcas, y éste constituyó una Junta, que estaría compuesta por

criollos e indígenas.

Desde Chuquisaca parte del ejército marchó hasta Oruro y se les incitó a la revolución, luego pasaron a La Paz, donde se pactó (con el general Goyeneche, representante del Virreinato del Perú) un armisticio de cuarenta días hasta el 14 de mayo de 1811. Tres días antes de vencerse el acuerdo las tropas realistas y patrias se batieron en Huaqui, siendo destrozado el Ejército del Alto Perú. El desastre de Huaqui posibilitó que los españoles reasumieran el control de casi todo el territorio boliviano.

El presidente de la Junta de Buenos Aires, general Cornelio Saavedra, marchó hacia el Norte, y se hizo cargo del gobierno en Buenos Aires un triunvirato instalado en septiembre de 1811. Gracias a las políticas rivadavianas de acercarse al capital británico a través del puerto, el gobierno central en Buenos Aires olvidó y desconoció lo importante que era para la Revolución el Alto Perú.

Goyeneche comenzó su avanzada por Cochabamba rumbo a Chuquisaca, en donde un grupo de patriotas al mando del general Eustoquio Díaz Vélez hizo frente al Ejército Realista en Sipe-Sipe el 13 de agosto de 1811,

Juan José Castelli

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donde fueron vencidos. Cochabamba quedó en manos de los representantes del Virrey del Perú.

Pueyrredón abandonó Chuquisaca y se instaló en Potosí con el fin de reorganizar al Ejército. Luego marchó llevándose los caudales públicos, privando a los españoles de cuantiosos recursos. Goyeneche tomó, entonces, Potosí.

Las expediciones auxiliares del Alto Perú

Primera Campaña al Alto Perú (1811-1812)*

(…) Belgrano a su regreso de la expedición al Paraguay marcho al norte haciendose cargo de los restos salvados en Huaquí, que trasladó a Jujuy. Cochabamba por pimera vez se levantó en armas reteniendo a Goyeneche en su pacificación. Tristán sería el encargado de conquistar el norte argentino avanzando hacia Tucumán. Belgrano cede el terreno y golpea por primera vez en Las Piedras el 3 de setiembre de 1812. El enemigo más cauto avanza siempre pero el 24 de setiembre la Batalla de Tucumán pone fin a sus operaciones ofensivas. El 20 de febrero de 1813 en la batalla de Salta Belgrano al cubrirse de gloria había reconquistado el territorio hasta el Desaguadero según el juramento exigido a los vencidos de no tomar las armas en contra de las Provincias Unidas hasta los límites de Desaguadero.

Pero es natural que este acto fue una ilusión, pues poco tiempo después los realistas por intermedio del virrey del Perú desaprobaría la capitulación de Tristán en Salta.

Segunda Campaña al Alto Perú (1813)

Mientras Tristán era aniquilado en Salta, Goyeneche se retiraba a Oruro y obtenía de Belgrano un armisticio de 40 días.

Belgrano se pone luego en marcha y alcanza Potosí recién el 24 de junio de 1813. La ofensiva de Belgrano tan lenta lo lleva a su propia derrota. El 1 de octubre era batido en Vilcapugio y el 14 de noviembre derrotado en Ayohuma. Con la retirada del Ejército de Belgrano hacia Tucumán habia terminado la segunda campaña del Alto Perú, que no había tenido mejor suceso que la primera, como no la tuvo tampoco la tercera.

Estos antecedentes que conviene tener presentes antes de comentas el estudio de la situación correspondiente a los años 1814 al 1817, ponen de relieve la iunutilidad de los esfuerzos hacia el norte, que el gobierno de las Provincias Unidas no quiere reconocer sino a costa de tres desastres jabonados en Huaqui, Ayohuma y Sipe Sipe y que la extraordinaria clarividencia de San Martin descubre inmediatamente.

*Perón, J.D.: documento manuscrito e Inédito nombrado “Antecedentes de la Campaña Libertadora del General San Martín”, escrito en

1941. Tercera Campaña al Alto Perú*

El general Belgrano, exhausto, entregó el mando del Ejército al general José de San Martín, el que planeó una nueva ofensiva dirigida por otras latitudes.

Durante todo el tiempo de ocupación los altoperuanos lucharon encarnizadamente contra los españoles. Sublevación tras sublevación. Guerrilla tras guerrilla. El hostigamiento diezmó a las fuerzas realistas.

La resistencia continuó de manos de los generales Álvarez de Arenales y Warnes gobernadores nombrados por Belgrano en Cochabamba y en Santa Cruz de la Sierra respectivamente. El primero se batió contra una columna del ejército de Pezuela en La Florida (24 de mayo de 1814), derrotándola por completo, el 4 de julio volvió a triunfar en Postrer Valle, y el 5 de agosto fue vencido en Sumarpata.

En agosto de 1814 otra insurrección paralizó los planes de Pezuela: en el Cuzco había estallado un motín de indígenas, mestizos y criollos que eran comandados por el cacique Pumachahua (realista pasado de bando) y los hermanos Angulo. Rápidamente se extendió a las provincias de Puno y Arequipa (Virreinato del Perú), y de allí a La Paz, la que quedó en poder de los revolucionarios el 24 de septiembre. La ciudad boliviana pudo ser recuperada recién a principios de noviembre de 1814.

Mientras tanto el mando del Ejército del Norte había pasado al general Rondeau. Se reconquistó Cochabamba y Chuquisaca. Los realistas comenzaron a sufrir continuos reveses que fueron debilitándolos. Pero el ejército criollo comenzó a desmoralizarse. A ello se le sumaban los problemas por el manejo político de Buenos Aires que paralizaba a las luchas revolucionarias. Aún así se consiguió que el general español Pezuela retrocediera a Tupiza y luego a Cotagaita. El 17 de abril de 1815 se lograba un nuevo triunfo para las armas patrias en Puesto del Marqués. Entonces Pezuela retrocedió de Cotagaita a Chollapata donde concentró todas las fuerzas militares españolas.

Potosí cayó en poder de Rondeau. Allí la indisciplina del ejército patrio hizo peligrar la revolución. En octubre una división criolla fue derrotada en Venta y Media. Mas adelante en Sipe-Sipe o Viluma, el 29 de noviembre de 1815 los realistas liderados por Pezuela derrotaron nuevamente al ejército de Rondeau. Los patricios retrocedieron una vez más hasta Humahuaca, en Jujuy.

Parecía que la revolución en el Alto Perú había fracasado. Ya la independencia había sido declarada solemnemente en San Miguel de Tucumán, donde el Congreso Constituyente sesionaba gracias a la insistencia de San Martín y Belgrano (9 de julio de 1816).

*Montilla Zavalía, F.A.: Breve Historia de Bolivia Ilustrada

La Guerra de Republiquetas

Charcas después de las violentas represiones de 1810 queda en manos de las guerrillas por un lado y de los

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realistas por otro. Entre los guerrilleros hay que destacar la actuación de Juana Azurduy de Padilla en la zona de Chuquisaca, Warnes en Santa Cruz, y Lanza y los guerrilleros de Ayopaya en la zona de La Paz y Cochabamba. A partir de ese momento el Alto Perú, actual república de Bolivia, queda aislada como reducto del poder hispánico hasta la llegada de ejércitos libertadores, y son solo las guerrillas las que mantienen la guerra.

Esta guerra fue llamada Guerra de Republiquetas o Guerra Gaucha. Son el tipo de guerra que nosotros conocemos con el nombre de Guerra de Guerrillas . Las diferencias entre el ejército realista y el ejército patriota son tan agudas, que los patriotas no pueden enfrentarlos en campo abierto, en batalla regular, a los realistas y es por eso que realizan actos pequeños de sabotaje, pillaje y acciones rápidas en las que el enemigo no puede reaccionar. Fue una larga serie de enfrentamientos casi diarios; en su mayoría, apenas cortos tiroteos seguidos de retiradas. En esas condiciones, unas fuerzas poco disciplinadas y mal equipadas, pero apoyadas por la población, podían hacer mucho daño a un ejército regular de invasión. Necesitan para esto un amplío y profundo conocimiento de la campiña que les permitia a las montoneras aparecer y desaparecer rápidamente, confundiendo al enemigo.

Esta Guerra de Guerrillas fue la que sostuvo la llama revolucionaria en el Alto Perú y rechazó todas las invasiones a Jujuy y Salta, conteniendo a los ejércitos realistas hasta la llegada de Bolívar.

Juana Azurduy

Nació el 8 de marzo de 1780, en Chuquisaca (Bolivia). Su madre, mestiza, le enseñó a hablar en quechua, luego aprendería el aymara de los indios con los que trabajará en el campo. Su padre, un criollo de posición acomodada, fue el que le trasmitió los rudimentos necesarios para convertirse en una jineta imbatible. En Chuquisaca conocerá a su compañero de cama y armas, Manuel Ascensio Padilla, uno de los guerrilleros más destacados en la lucha por la independencia del Alto Perú. Con él tendrá dos hijos y dos hijas que morirán de disentería en 1813 mientras huye con ellos de las tropas reales. Al año siguiente de esta tremenda pérdida, queda nuevamente embarazada y vuelve al combate, junto a su compañero. Su quinta hija, Luisa, nace en medio de una batalla junto al Río Grande. Luego del parto, mientras intentaba escapar con la beba recién nacida, fue emboscada por un grupo de suboficiales a los que hizo frente y salió ilesa junto a su pequeña. Este tipo de actos fueron los que convirtieron a Juana Azurduy en una especie de ser mítico para muchos de sus contemporáneos. Luego combatió a los realistas en la zona comprendida entre Chuquisaca y Santa Cruz de La Sierra y lideró la guerrilla que atacó el cerro de Potosí. Manuel Belgrano, que comandaba la tropa, le entregó su espada en reconocimiento a su bravura y lealtad a la causa. Fue ella quién ocupó en plena guerrilla el cerro de La Plata y se adueñó de la bandera realista.

El gobierno de Buenos Aires, al mando de Pueyrredón, le concedió en 1816 el grado de Teniente Coronel del ejército de las Provincias Unidas en virtud de su “varonil” esfuerzo. En 1816 Juana y su compañero, tenían bajo sus órdenes a 6000 indios y sitiaron por segunda vez la ciudad de Chuquisaca. Los realistas lograron poner fin al

cerco, y en Tinteros, matan a Manuel Ascensio Padilla. Su cabeza fue exhibida en la plaza pública durante meses, ésta se convirtió en un símbolo de la resistencia. El 15 de mayo de 1817 Juana al frente de cientos de cholos la recuperó. Al quedar viuda y con su única hija, se unió en la defensa del Norte bajo el servicio de Martín Miguel de Güemes. Tras la muerte del caudillo, sin más combate, quedó carente de recursos para volver a su patria. Su vida transcurrió en Salta reclamando inútilmente a Bolivia sus bienes confiscados. Recién en 1825, el gobierno salteño le otorgó dinero para su regreso. Murió a los 82 años, olvidada y en la mayor pobreza. Se la enterró en una fosa común sin los honores ni las glorias que su accionar y compromiso por la patria merecía.

Al fin la Independencia

Por otro lado, el ejército realista estaba dividido entre liberales y absolutistas, vale decir entre aquellos que acataban las directivas de Cádiz y los que se plegaron al rey Fernando que había optado por el absolutismo. En el primer grupo estaba el Virrey La Serna y el general Valdez, en tanto que Pedro de Olañeta era partidario del rey y del absolutismo.

Esta era la situación el año de 1821 cuando Bolívar, después de las batallas de Boyacá y Carabobo emprende su gran sueño: la libertad de América. Atravesando Colombia llega a Quito encomendando su ejército al General José Antonio de Sucre, quien vence en Pichincha. En esta batalla estuvo el Mariscal Andrés de Santa Cruz.

Después de la reunión en Guayaquil (1822) con San Martín , Bolívar bajó hasta Lima donde fue recibido con cierto recelo. El Virrey La Serna se había retirado a Cuzco. Es entonces que el general Pedro de Olañeta que controlaba el Alto Perú se rebela. Valdez va a enfrentársele; Olañeta se retira al sur, hasta Cotagaita. Con su muerte el camino a la Audiencia de Charcas, conocida entonces como Alto Perú, queda despejado.

El mismo año que muere Olañeta se dan las batallas de Junín y Ayacucho, y Bolívar decide enviar a Sucre para liberar al Alto Perú.

Mientras las tropas colombianas desembarcaban en el puerto peruano del Callao bajo el mando del general Antonio José de Sucre, el general Andrés de Santa Cruz que hasta hace poco había luchado en filas realistas, llegó a compartir las ideas libertarias de San

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Martín y fue enviado a engrosar las tropas de Sucre, iniciando su marcha hacia el Alto Perú, y en agosto de 1823 ingresó en la ciudad de La Paz. Forzado a librar combate, Santa Cruz sale victorioso en la batalla de Zepita contra una división del general Valdés, el 25 de agosto de 1823.

Entre los años 1822 y 1823, la situación en el Perú se había tornado caótica, por la conspiración de los políticos realistas y la amenaza del ejército español. En estas condiciones muy lamentables encontró el Libertador Bolívar al Perú, cuando al fin el 1º de septiembre de 1823 se presento en Lima. El Congreso le otorgó la jefatura militar.

El panorama no podía ser más sombrío para los patriotas, la independencia del Perú no estaba consolidada, ya que el 29 de febrero de 1824 los realistas lograron ocupar nuevamente Lima. Pero esta vez, las conmociones políticas que vivía España influyeron decididamente para el fraccionamiento de las tropas españolas en América.

El general Pedro Antonio Olañeta absolutista recalcitrante, se rebeló contra el virrey La Serna, que era de tendencia liberal y constitucionalista, porque se atribuía a éste el deseo de separarse de la monarquía para liberar al Perú del absolutismo que quería imponer Olañeta.

Bolívar, encontró a los españoles divididos y organizó prontamente un ejército formado por colombianos y peruanos y el 6 de Agosto de 1824, derrotó al ejército español del general Canterác en los campos de Junín. Esta victoria constituye sobre todo, el paso previo para el triunfo final de Ayacucho. Los jefes españoles, Canterác, Valdés y La Serna, reunidos en el Cuzco deciden reorganizar sus fuerzas y salir al encuentro de los vencedores de Junín. Sucre, por encargo del Libertador Bolívar , decide continuar la campaña militar en el Perú, y el 9 de diciembre de 1824, los patriotas logran una espectacular victoria en la llanura de Ayacucho, con la capitulación del virrey La Serna se reconocía "La Independencia del Perú y América".

Antes de su muerte el general Olañeta había enviado a su sobrino Casimiro y conseguir refuerzo de armas, éste desvía su camino y sale al encuentro de Sucre que con sus tropas se aprestaba a ocupar el Alto Perú. Ambos se encuentran en el Desaguadero, ambos cabalgaron rumbo a la ciudad de La Paz donde se emitió el decreto del 9 de febrero que pide que las provincias altoperuanas decidan su destino. Mucho se ha escrito sobre la influencia que pudo tener Olañeta sobre Sucre para que el decreto se emitiera en esta forma; en todo caso, Sucre vio a través de él el deseo de autonomía que tenían los altoperuanos.

De acuerdo al decreto se eligieron los representantes para la Asamblea que tuvo lugar en Chuquisaca, la que estuvo presidida por Mariano Serrano. En la Asamblea, la mayoría determinó que Charcas se separaba tanto del Bajo Perú (antiguo Virreinato) como de las Provincias del Río de La Plata (que con anterioridad habían formado el Virreinato de Buenos Aires). El acta se firmó el 6 de agosto de 1825

constituyendo la independencia de Bolivia. El Libertador Bolivar no veía esta decisión como acertada, pues la balcanización de las Patrias Chicas tendería a debilitar la Patria Grande de América del Sur. Así se lo hizo saber el Libertador a Sucre, quién contestó que ni Buenos Aires ni Lima se hacían cargo de las provincias altoperuanas, lo cual es cierto, pues Buenos Aires miraba a Inglaterra desde que los rivadavianos gobernaban y desconocían todo el proceso emancipatorio del interior de las mismas Provincias Unidas y del interior de la América del Sur.

Bolívar había cruzado el Desaguadero y las poblaciones en masa salían a recibirlo. El Libertador se dirigió a Potosí a cumplir su promesa de visitar el famoso cerro. Bolívar fue el primer presidente de Bolivia y durante su mandato promulgó la Constitución Vitalicia que cuando el libertador abandonó el país, se derogó. En mayo de 1826 el Congreso encargó el mando de la nación al General Sucre. Durante el gobierno de Sucre se crearon, en base a las antiguas intendencias, los departamentos de Chuquisaca, La Paz, Potosí, Cochabamba, Santa Cruz y Oruro. Confiscó parte de los bienes de la Iglesia Católica y expulsó a los miembros de las órdenes religiosas, con excepción de los franciscanos. Esta medida le trajo el rechazo de la iglesia y de los sectores conservadores, por otra parte, las tropas colombianas que aun se mantenían en Bolivia sin una función aparente estaban descontentas, llegando a sublevarse el destacamento de Voltígeros. Por otra parte la manutención de estas tropas era muy onerosa para Bolivia.

En el campo internacional Perú se aprestada para una guerra con Colombia por lo que le resultaba incómoda la presencia de tropas colombianas en Bolivia. Gamarra se aproximó a la frontera, ante lo cual Sucre arregló una entrevista con él, a su regreso sufrió un atentado en el que fue herido en el brazo. Gamarra entonces avanzó con sus tropas hasta Oruro, las tropas bolivianas comandadas por Urdininea y Blanco lograron detener a Gamarra y firman, en 1828, el tratado de Piquiza el cual estipulaba la salida de las tropas colombianas de Bolivia. Sucre renunció al mando y abandonó el país quedando Pérez de Urdininea como jefe del consejo de ministros.

Época Republicana en Bolivia (1828 – 1899)*

La salida del Mariscal Sucre de Bolivia y la presión del Gral. Agustín Gamarra que tras invadir el país pretendía la anexión de Bolivia al Perú, abrió un tiempo complejo y altamente inestable en el país en el periodo abril de 1828 a mayo de 1829. Los interinatos del Gral. José María Pérez de Urdininea y el Gral. José Miguel de Velasco, dieron lugar a la reunión de una asamblea general en diciembre de 1828 que dejó sin efecto la primera elección del Mariscal Andrés de Santa Cruz (agosto de 1828) y eligió Presidente al Gral. Pedro Blanco, cuya tendencia era aceptar las presiones de Gamarra y la influencia decisiva del Perú en el destino de la joven nación. El asesinato de Blanco

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apenas cinco días después de su posesión cambió dramáticamente el rumbo de las cosas. La asamblea reconoció la elección original de Santa Cruz y entregó el mando al Gral. Velasco que había sido elegido su vicepresidente. Santa Cruz llegó a Bolivia en mayo de 1829 y el 24 de ese mes fue posesionado como Presidente constitucional de Bolivia.

Con esta decisión, la tensión entre Gamarra y Santa Cruz, que reflejaba la posición anexionista del Perú (Gamarra) y la integracionista de Bolivia (Santa Cruz) se resolvería por el segundo camino.

Andrés de Santa Cruz

Santa Cruz fue el verdadero constructor de la nación. Hasta su llegada al mando el país estaba sumido en el desorden, el déficit fiscal crónico, un ejército incipiente y desorganizado y una absoluta carencia de base institucional y legal. El único punto de referencia era la Constitución bolivariana proclamada en 1826. Los dos objetivos fundamentales del Mariscal de Zepita fueron la consolidación y fortalecimiento del país y hacer posible la confederación entre Bolivia y Perú.

Entre 1829 y 1835, Santa Cruz emprendió una tarea

verdaderamente titánica. En su gobierno se dictaron dos constituciones, la de 1831 y la de 1834 que sustituyeron la concebida por el Libertador. La tarea de redacción de códigos inspirados en los códigos napoleónicos, colocó

a Bolivia a la vanguardia de las naciones sudamericanas al ser el primer país del continente en contar con códigos civil, penal, de procedimientos, mercantil y de minería. En 1831 creó el departamento de Tarija que había decidido voluntariamente integrarse a Bolivia rechazando la opción de formar parte de la Argentina.

Su obra económica partió de la idea de ordenar el manejo del erario público votando los presupuestos en el congreso y manejando el tesoro con gran escrupulosidad. El ministro José María de Lara se ocupó de ese trabajo. Esa sola medida superó los graves déficits fiscales anteriores. Su política económica fue inicialmente proteccionista en un intento de impulsar la industria (particularmente textil), pero progresivamente fue abriendo fronteras en la medida en que la producción local no era competitiva. Fomentó la producción minera y en particular la de oro. Creó el primer banco del país, el Banco de Circulación y varios de rescate de minerales. Consciente de la importancia que tenía para el país una vinculación con el mar, declaró al puerto La Mar

(Cobija), como puerto franco con un arancel único y lo visitó personalmente. Regularizó la propiedad de la tierra en el agro declarando propietarios a los caciques que demostraran posesión de por lo menos diez años de sus tierras. La creación de la moneda feble (acuñación de moneda con menor ley del metal de plata) fue a la larga contraproducente, pues terminó desvalorizando la moneda boliviana, generando un valor artificial e inflacionario al circulante. En sus nueve años y medio de gobierno promovió dos censos, el de 1831 y el de 1835. La población bordeaba el millón de habitantes.

En la educación superior creó la primera universidad en tiempo de la República, la Universidad Mayor de San Andrés de La Paz (1831) y luego la Universidad Mayor de San Simón de Cochabamba (1832).

Su imponente personalidad y la tarea de organizador le ganó el respeto de naciones europeas con las que abrió relaciones como Inglaterra y Francia o americanas como Estados Unidos.

Si bien el ejército boliviano nació al regularizarse las fuerzas revolucionarias que nos dieron la independencia, el verdadero ordenamiento militar se dio a partir de 1829 con un reglamento estricto, la contratación de oficiales extranjeros como Otto Felipe Braun y otros. En pocos años su modernización y pertrechamiento lo convirtió en una de las fuerzas militares más poderosas de Sudamérica.

La Confederación Perúana-Boliviana

En 1835 Bolivia era una nación respetada en el continente, organizada y respaldada por leyes modernas, con una economía estable y poder militar significativo. En esas circunstancias Santa Cruz hizo realidad el sueño de su vida. El Mariscal de Zepita fue el único gobernante sudamericano que logró aplicar un proyecto integracionista. Se basaba en un pasado común, raíces históricas y culturales que se remontaban al periodo prehispánico, pre-inca e inca (el origen mítico del imperio en el Titicaca) y casi 250 años de historia colonial bajo el Virreinato del Perú. Los elementos comunes entre ambas naciones justificaban sobradamente la idea crucista.

Ante el caos reinante en un Perú dividido, su Presidente José Orbegoso casi inerme pidió apoyo a Santa Cruz. Las tropas bolivianas cruzaron el Desaguadero en 1835. Los triunfos militares de Yanacocha frente a Gamarra y Socabaya frente a Santiago Salaverry consolidaron su poder en el sur, lo que le permitía encarar su gran proyecto. Para equilibrar el peso específico de los países confederados dividió al Perú en dos, norte con capital en Huaura y sur con capital en Sicuani. Bolivia mantenía su integridad. Reunió tres congresos, uno en Huaura, otro en Sicuani y otro en Tapacarí (Bolivia) que aprobaron la creación del nuevo estado confederado y nombraron a Santa Cruz su Supremo Protector. El 28 de octubre de 1836 se ratificó el pacto de la Confederación Perú-Boliviana.

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Muy pronto surgieron las presiones externas, el dictador Rosas de la Argentina intentó intervenir en Bolivia pero sus fuerzas fueron derrotadas brillantemente por Braun en las batallas de Iruya y Montenegro. Pero el peligro más grande venía de Chile. Diego Portales, ministro del Presidente Fernando Errázuriz, planteó la tesis de que la única posibilidad de supervivencia de Chile en el futuro era la destrucción de la Confederación que era en todo superior a su patria. En 1837 Chile declaró la guerra y envió al Gral. Manuel Blanco Encalada que desembarcó en Ilo y atacó Arequipa. Santa Cruz lo rodeó y lo paralizó totalmente. Ingenuamente, el Protector le perdonó la vida y le permitió volver a Chile con un mensaje de paz que el congreso chileno no consideró. En 1839 el Gral. Manuel Bulnes desembarcó en el norte de Lima y derrotó a Santa Cruz en la batalla de Yungay. La oposición peruana y boliviana aprovecharon la oportunidad para hundir la Confederación y derrocar a Santa Cruz que no pudo volver a Bolivia ante el golpe de estado protagonizado por Velasco, que en el colmo de su anticrucismo envió una carta de felicitación a Bulnes a nombre del nuevo gobierno boliviano.

* Carlos D. Mesa Gisbert

Yungay: ¿festejo o funeral?*

Cada 20 de enero se celebra el Día del Roto. El apetito de énfasis supone apellidar el sujeto. Entonces se alude a la Fiesta del Roto Chileno. Así (usando de fachada al hombre típico del país, aquel que nace y muere en la pobreza y al cual se atribuye un abanico de vicios y defectos) se evoca la batalla de Yungay. Con ese hecho de armas se finiquita la guerra de Chile contra la Confederación Perú-Boliviana. El «roto», es decir, Juan Verdejo conocido como el General Pililo (igual que en la Guerra del Pacífico) es carne de cañón en un choque armado urdido por nuestra oligarquía. Los blanquitos (pijes, futres o momios) usan a los mestizos en aquella reyerta iniciada en 1835 y culminada en 1839 con el luctuoso entrevero cuyo escenario fuera el Pan de Azúcar. He allí un dato toponímico que involucra colosal paradoja. Aquella carnicería ahoga la prosperidad que habría fluido de la integración preconizada por el Mariscal de Zepita y la gresca genera una situación amarga (perdurable hasta hoy) entre repúblicas fraternas. En suma, se evapora una posibilidad cierta de "pan" y el "azúcar" se convierte en agraz.

*Por el profesor Pedro Godoy P., Director del Centro de Estudios Chilenos CEDECH

La consolidación de la independencia. Ingavi*

Entre 1839 y 1841 Bolivia se sumió en el desorden y en el peligroso trance de su desaparición como estado soberano. Velasco gobernó un país en permanente

conmoción. Al principio el gobierno de la “restauración” dictó una nueva Constitución (1839) y oficializó a Sucre como capital de la república. Enfrentó en su corto periodo el asedió del Gral. José Ballivián con fuertes aspiraciones presidenciales y de los seguidores de Santa Cruz que impulsaban la recuperación del mando arrebatado para éste. Ballivián fue desterrado a Perú y aliado con Gamarra emprendió una aventura en la que el peruano alimentaba de nuevo la idea de anexar Bolivia al Perú. En junio de 1841 Velasco fue derrocado. Entre junio y septiembre de ese año los precarios y breves gobiernos del Gral. Sebastián Agreda y luego de Mariano Enrique Calvo (nominalmente el primer Presidente civil de Bolivia) instalados en Cochabamba, ambos a nombre del depuesto Santa Cruz, terminaron ante la imposibilidad del Mariscal de volver a Bolivia. La fuerza militar de Ballivián tomó La Paz y proclamó a su jefe. Pero Gamarra una vez en Bolivia rompió con Ballivián y amenazó al país. Velasco desde el sur le ofreció sus tropas a Ballivián dejando de lado sus enconos personales y en noviembre de 1841 en los campos de Ingavi, Ballivián derrotó a Gamarra que murió en combate. Fue el último intento peruano por lograr la anexión, este triunfo militar significó la consolidación definitiva de la independencia boliviana.

El militarismo. Entre aristocracia y populismo

Los seis años de gobierno de José Ballivián, descendiente de una aristocrática familia paceña, se inscriben en la continuidad de la línea crucista. Impulsó la educación, fortaleció las políticas de minería aumentando los bancos mineros de rescate y desarrolló una veta de proteccionismo económico a través del incremento de impuestos de importación de varios productos, estos son algunos rasgos que definen este periodo en el que comenzó el auge de la producción de cascarilla o quina. La quina se usaba en el mundo como medicamento para curar la fiebre terciana y reportó importantes ingresos al país. También aparecieron los primeros indicios de la explotación de guano en el Pacífico. La obra de Ballivián es fundamental en la integración del noreste boliviano. La creación del departamento de Beni que incluía las misiones de Mojos (1842) fue un paso fundamental, así como las exploraciones e investigaciones de ese territorio promovidas por el Presidente.

El censo de 1845 estableció una población de 1.378.896 habitantes, la inmensa mayoría asentados a más de 2.500 mts. de altura en las zonas del altiplano y valles.

Durante su gobierno Arica, igual que en el periodo colonial, volvió a ser el puerto natural de exportación e importación de Bolivia, con un tratamiento preferencial logrado en acuerdo con el gobierno de Perú.

A lo largo de su mandato, los intentos permanentes de su enemigo personal, el Gral. Manuel Isidoro Belzu por derrocarlo, culminaron en una escalada subversiva en 1847 que terminó en diciembre con el ingreso triunfal

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de Belzu a La Paz. El 23 de ese mes Ballivián resignó el mando en la figura del Gral. Eusebio Guilarte que apenas diez días después, fue derrocado por el Gral. Velasco quien tras nueve meses de precaria administración, poco pudo hacer como no fuera mantenerse en el mando hasta ser derrotado en diciembre de 1848 por Belzu en la batalla de Yamparáez.

Belzu marcó un giro en el relacionamiento del gobernante con su sociedad. Era hostil a la aristocracia chuquisaqueña y planteó un nuevo lenguaje que algún historiador ha definido como “socialismo cristiano”. Se proclamó defensor de los desposeídos, especialmente de los artesanos, atacó la propiedad privada, pero por sobre todo llevó adelante una política proteccionista radical, mucho mayor que la de sus antecesores que en algunos aspectos habían aplicado políticas económicas eclécticas. Sus medidas fueron aranceles contra la manufactura inglesa, leyes que prohibían a los extranjeros ejercer el comercio y creó monopolios de producción estatal. La producción de quina llegó a su momento de mayor auge hasta convertirse en uno de los items más importantes de ingreso para las arcas fiscales. En este periodo comenzó a renacer la minería que durante los primeros años de la república había atravesado una grave crisis. Los cambios tecnológicos en Europa y Estados Unidos, permitieron la rehabilitación de minas inundadas y el comienzo aún incipiente de nuevos procesos industriales. En 1854 se realizó el quinto censo en periodo republicano, arrojando una población de 1.544.300 habitantes para un territorio mayor a los dos millones de km2. Por todo ello, el Presidente se convirtió casi en un mito para los más pobres que lo conocían como el “Tata”

Uno de los más pintorescos episodios de nuestro pasado atribuido erróneamente a Mariano Melgarejo, ocurrió en realidad en la gestión de Belzu. Un incidente surgido por el encarcelamiento de un comerciante norteamericano, provocó la intervención del embajador de la Gran Bretaña que fue expulsado del país, el móvil básico era en realidad la intransigente política proteccionista del gobierno, lo que provocó la ira del imperio británico y la supuesta frase de la reina Victoria que tachando a Bolivia del mapa afirmó “a partir de hoy Bolivia no existe para el imperio británico”.

Su gestión estuvo signada por la turbulenta inestabilidad. El Presidente sufrió un atentado protagonizado por el Coronel Agustín Morales en Sucre que casi le cuesta la vida. José María Linares conspiró constantemente contra el gobierno, igual lo hicieron Ballivián, Velasco y el Gral. José María Achá. Hastiado de estas tensiones, convocó a elecciones que ganó en 1855 su yerno el Gral. Jorge Córdoba. Ninguno de los rasgos esenciales del gobierno de su mentor cambiaron, ni en la orientación de proteccionismo económico, ni en una administración que arrojó un interesante superavit en el tesoro del país. La diferencia estaba en la personalidad más bien débil de Córdoba. Pero es evidente que las ideas cada vez más proclives al liberalismo económico comenzaron a

penetrar con fuerza en Bolivia. La debilidad de Córdoba terminó por doblegar a su gobierno. Las permanentes intentonas de Linares culminaron exitosamente en el triunfo militar de sus tropas sobre las del gobierno en Cochabamba.

Linares. Civil, dictador y moralista

El 9 de setiembre de 1857 Linares llegó a la presidencia. De hecho fue realmente el primer Presidente civil del país, ya que Calvo tuvo un paso efímero por la primera magistratura.

Igual que Belzu, Linares impuso su fuerte impronta personal. Obsesionado por el ascetismo, la moralidad y la necesidad de orden como norma de conducta primordial, supeditó todo criterio a estas premisas y muy pronto se declaró dictador (setiembre de 1858), con la idea de que ese era un mecanismo político indispensable para aplicar su programa de limpieza ética. Por primera vez desde el nacimiento de la república consideró que el ejército era un lastre de gasto y foco permanente de sedición, por lo que redujo drásticamente sus efectivos (de 6.000 a 1.200) y su presupuesto. Comenzó por dar ejemplo de austeridad al reducir su salario y el de su personal de gobierno. Estableció una secante centralización administrativa a través de la creación de la caja central de pagamentos.

Mientras la quina declinaba, la minería se fortalecía con el uso de las maquinas de vapor, vagonetas y carriles. Comenzaban a consolidar su gran poder económico los grandes mineros de la época, Aniceto Arce, Gregorio Pacheco y José Avelino Aramayo, cuyo rol protagónico en política vendría después de la guerra del Pacífico. En 1857 se descubrieron los primeros depósitos de nitrato en el Litoral y comenzó el crecimiento demográfico y económico de la región, pero el control de este desarrollo económico estaba en manos de capitalistas ingleses y chilenos, no bolivianos.

Linares abrió el camino hacia el librecambismo que fue una tendencia casi inalterable de allí hasta el fin de la guerra del Chaco, si bien su gobierno alentó todavía restricciones en el comercio del mercurio y la acuñación de moneda.

Bolivia, que había nacido a la vida independiente con una mayoría abrumadora de población quechua-aymara en el área rural del altiplano y los valles interandinos, vivía en buena parte del tributo indígena que en 1860 representaba el 36% de los ingresos del erario, más del doble que cualquier otro rubro. El tributo obligatorio no implicaba ninguna retribución del Estado a las comunidades indígenas, postergadas y totalmente fuera del circuito económico del país como no fuera para pagar sus tributos. La situación de los originarios sin embargo, no había llegado todavía a su punto más crítico.

La política intransigente de Linares terminó por generar la conspiración. El fusilamiento de un sacerdote acusado de corrupción y las sanciones

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implacables para las contravenciones a la ley, dieron lugar a un alto grado de descontento en los sectores acostumbrados a medrar del poder.

Entre la inestabilidad, la dictadura y el librecambismo

Ante la presión del belcismo que acosó sin tregua su gobierno, el dictador convocó a un congreso que le aceptara la dimisión y eligiera a su sucesor, el congreso nunca se reunió, un golpe de estado (enero de 1861) protagonizado por sus más estrechos colaboradores, dio lugar a la primera junta de gobierno de nuestra historia, integrada por quien fuera su ministro José María Achá, el también ministro de origen argentino Ruperto Fernández y Manuel Antonio Sánchez. La junta duró apenas tres meses, de ella fue elegido Presidente el Gral. Achá quien tomó el mando en mayo de 1861.

La fuerte presión expansionista chilena en el Litoral, por la instalación de intereses chilenos y brasileños en la explotación del salitre, comenzó a generar conflictos de límites propiciados por Chile para copar la rica región salitrera y guanera de Mejillones. Una intención de declaratoria de guerra del congreso boliviano impulsada por el patricio Rafael Bustillo no prosperó.

En octubre de 1861 la acción represiva del Cnl. Plácido Yáñez que a título de sofocar una rebelión detuvo y encarceló a más de medio centenar de ciudadanos, entre ellos el expresidente Córdoba, terminó en una implacable masacre en la que fueron asesinados el propio Córdoba y más de sesenta militares y civiles. Días después, Yáñez fue ajusticiado por una poblada que lo linchó en la misma plaza principal de La Paz.

La política agraria tuvo un importante giro con el decreto de 1863 que apelaba a la legislación de 1825 y 1831, que reconocía la propiedad de la tierra por parte de los indígenas, aunque establecía que las tierras libres se podían subastar. Los diezmos fueron sustituidos (1861) por un impuesto territorial.

Después de las elecciones de 1862 que ganó en medio de acusaciones de fraude, Achá quiso convocar a elecciones libres en las que debían participar las principales facciones políticas, los “rojos” influidos por las ideas del linarismo y los populistas, fanáticos seguidores de Isidoro Belzu.

La ascendente figura del Gral. Mariano Melgarejo, hombre violento, primario y de impulsos temerarios, con fuerte ascendiente en el ejército, culminó en diciembre de 1864 con la toma del cuartel de los húsares que desató la rebelión total y la caída de Achá. Melgarejo gobernó seis largos años. Más allá de sus características personales que implicaron la aplicación de la arbitrariedad dictatorial y la frecuencia de episodios bochornosos transformados en insólitas anécdotas que han hecho historia, Melgarejo fue respaldado por la elite minera en pleno ascenso, aplicó de manera franca una política económica librecambista con libertad plena para las exportaciones. Ejercitó una política agraria que marcó la destrucción sistemática de la propiedad de las comunidades originarias, que había

respetado incluso la colonia española. En 1866 estableció que las tierras debían consolidarse mediante un pago de entre 25 y 100 pesos, si este pago no se cumplía, las tierras indígenas pasaban a propiedad del estado en un plazo de sesenta días. Esta determinación fue el comienzo del más grande despojo de tierras de comunidad en toda la historia republicana.

La espectacular expansión del crecimiento mundial y los cambios tecnológicos trajeron consigo un impacto directo de inversión externa en la costa boliviana, lo que determinó que por primera vez un gobierno boliviano recibiera ofertas concretas de inversión que implicaban concesiones de derechos y aún de territorio a cambio de ingresos sin antecedentes en las rentas del país, estancadas por décadas. Esto condujo al nefasto tratado de 1866 en el que Bolivia aceptaba la explotación conjunta con Chile recibiendo al 50 % las riquezas obtenidas que eran bolivianas en su integridad. En 1867 firmó con Brasil un tratado por el que cedía el acceso directo al río Madeira y perdía una superficie de casi 300.000 km2.

A favor de este gobierno hay que reconocer la inserción de maquinaria de vapor, por ejemplo en el trabajo de la Casa de la Moneda de Potosí.

En 1865 se produjo el mayor levantamiento contra Melgarejo, liderado por Belzu quien logró copar La Paz y tomar triunfante el palacio de gobierno donde se hallaba Melgarejo. En un confuso episodio, Melgarejo o uno de sus hombres disparó contra el caudillo triunfante y lo asesinó, revirtiendo la situación en su favor, lo que le permitió mantenerse en el poder hasta 1871.

La extrema violencia de Melgarejo que había sido acompañado por su “super ministro” Mariano Donato Muñoz en la aplicación de su política económica, terminó por aislarlo totalmente. En noviembre de 1870 se produjo un levantamiento comandado por el Gral. Agustín Morales y el Dr. Casimiro Corral. Tras largas escaramuzas, en enero de 1871 Melgarejo fue derrocado y Morales accedió al mando.

Morales, hombre de carácter inestable, condujo una política plenamente liberal en el tratamiento a la minería, al punto que anuló el monopolio del estado en la exportación de la plata, cuya importancia era cada vez más creciente en la economía nacional. Eliminó la moneda feble que el estado había mantenido desde los tiempos de Santa Cruz y como consecuencia de ello creó el Banco Nacional con el objetivo de reorganizar el sistema monetario nacional.

La política agraria de Morales por iniciativa de Casimiro Corral, revirtió las disposiciones de Melgarejo. En 1871 se restituyó la propiedad indígena, sin trámites ni pago alguno, tal como estaba antes de los decretos de Melgarejo. La medida duró poco por las determinaciones de los sucesivos gobiernos liberales.

Como otros muchos gobiernos de facto que le antecedieron, Morales hizo aprobar una nueva Constitución (1861) y convocó a elecciones que ganó. En 1872 su sobrino Federico Lafaye, a quien había

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vejado en el salón rojo de palacio de gobierno, le descerrajó dos tiros y le quitó la vida. Reunido de emergencia, el parlamento nombró Presidente constitucional interino a Tomás Frías.

Frías, cuyo espíritu legalista era muy evidente, aceptó el mando con el único objeto de convocar a elecciones generales y gobernó solo cinco meses. Las elecciones de 1873 fueron las primeras en la que realmente puede hablarse de pluralidad. Aunque el sistema electoral era de voto restringido -no podían votar las mujeres ni los analfabetos y no podían ser electos quienes no tuvieran una determinada renta- hasta entonces las elecciones habían sido un simple formalismo para legitimar gobiernos de facto o respaldar a los candidatos oficiales. Compitieron el Cnel. Adolfo Ballivián y el Dr. Casimiro Corral. Sobre 16.674 votos emitidos, Ballivián obtuvo el 38,6 % y Corral el 33,7 %. Por primera vez el parlamento tuvo que elegir Presidente al no haber obtenido ninguno mayoría absoluta. Los congresales ratificaron el triunfo por mayoría relativa de Ballivián.

En este breve periodo se ratificó un tratado secreto de defensa entre Bolivia y Perú que se había negociado en 1872 y que sería clave en el conflicto que se avecinaba. El mandato de Ballivián fue breve, un cáncer acabó con la vida del Presidente apenas ocho meses después de haberse posesionado. Representante de la elite criolla, el Presidente buscó obtener un crédito en Europa que le permitiera reestructurar la diversidad de deudas contraídas por anteriores gobiernos. Uno de los objetivos era también comprar dos blindados que pudieran inaugurar la armada boliviana sin presencia alguna en el Pacífico, ambas ideas fueron desechadas por el congreso que fue cerrado por el Presidente. La caída de la plata ante la creciente adopción del patrón oro, condujo a eliminar casi todo gravamen sobre este mineral, favoreciendo los intereses de los empresarios mineros.

A la muerte del Presidente volvió al mando Tomás Frías por el mecanismo de sucesión establecido en la Constitución, que hacía Presidente al presidente del consejo de estado. Frías enfrentaba una debilidad intrínseca al no contar con el respaldo militar y al no estar totalmente integrado con las elites de la minería, pero en lo relativo al problema agrario la posición de su gobierno ratificó el carácter de las leyes de Melgarejo. En 1874 sobre el argumento de la necesidad de modernizar y mecanizar la producción agrícola del país, en el más puro ideario liberal, Frías ratificó la propiedad indígena, pero estableció el concepto de propiedad individual, la necesidad de refrendar esa propiedad con un título, su capacidad de venta y transacción y la instalación de una revisita que establecería las características exactas de propiedad.

Durante todo este periodo se ofrecieron inversiones en el Litoral como el contrato Church o el López Gama para la construcción de un ferrocarril o la supuesta inversión de dos millones de libras esterlinas, que nunca se concretaron. Las concesiones de explotación minera en la mayoría de los casos no reportaron

beneficio alguno al estado y fueron frecuentemente negociados.

Cuando se preparaban elecciones para 1876, el Gral. Hilarión Daza que había sido protegido de Frías desencadenó un golpe de estado y se hizo del poder. Frías dejó el mando sin oponer resistencia alguna.

La guerra del Pacífico

El gobierno de Daza coincide con uno de los momentos más dramáticos de toda la historia boliviana, el conflicto bélico del Pacífico desencadenado por los intereses expansionistas de Chile, la presencia mayoritaria de súbditos chilenos en nuestro territorio, la dificultad de vinculación de nuestra costa con el centro político económico ubicado en las alturas de los Andes, los voraces intereses del imperialismo inglés ligado a capitales y políticos de Chile y la sucesión de tratados que fueron aprovechados por Chile para sacar ventajes en la región. La decisión del gobierno de Daza -atribulado por una espantosa sequía y una epidemia de peste que azotaron el país y lo dejaron desabastecido- de imponer un impuesto de 10 centavos por quintal de salitre exportado, fue el detonante del conflicto. Chile apelando a un tratado de 1874 que eximía a las empresas exportadoras de todo gravamen, decidió la invasión de Antofagasta el 14 de febrero de 1879.

Los derechos bolivianos sobre el Pacífico vienen de la etapa prehispánica, probada por la presencia de Tiahuanacu en el Litoral y la expansión incaica posterior. El virreinato del Perú definió claramente sus límites al sur en el paralelo 25 a la altura del Paposo (valle de Copiapó). Este límite fue heredado por Bolivia como consta en toda la cartografía internacional de la época. La superficie del Litoral era de aproximadamente 120.000 km2. Si bien era parte del departamento de Potosí, tenía un estatus equivalente al de un departamento al tener su propio prefecto. Su capital era Cobija, pero sus centros más importantes eran Antofagasta y Caracoles. En el momento de la guerra su población aproximada era de 15.000 habitantes. Los productos fundamentales de la región eran el guano, el salitre y la plata, verdaderos móviles del conflicto.

Militarmente Bolivia tenía una gran desventaja, ausencia absoluta de naves de guerra en el mar. La invasión de Antofagasta fue muy fácil, Bolivia carecía de fuerza militar allí y la mayoría de la población era de origen chileno. El 26 de febrero, anoticiado el gobierno del hecho se aprestó a organizar la defensa. El rápido avance de Chile al interior del territorio determinó la heroica acción de Eduardo Abaroa, Ladislao Cabrera y un puñado de bolivianos en Calama. El 23 de marzo de 1879, un destacamento de medio millar de tropas chilenas atacó el pueblo defendido por algo más de un centenar de bolivianos. Abaroa defendió el pequeño puente del río Topater, ofrendando su vida en esa defensa.

El embajador boliviano Serapio Reyes Ortiz viajó a Lima para pedir la ejecución del tratado secreto de

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defensa mutua de 1873. Chile declaró la guerra al Perú que entró en el conflicto. Durante todo 1879 la campaña en el mar tuvo como gran protagonista al monitor peruano Huáscar y a su intrépido almirante Miguel Grau, que durante seis meses jaqueó a la armada y a los puertos chilenos con varias acciones exitosas, entre ellas el hundimiento del barco chileno Esmeralda. Finalmente en octubre, todos los barcos de guerra de Chile persiguieron y hundieron al heroico Huáscar, acción en la que murió Grau. Esa derrota fue decisiva para el control del mar por parte de Chile. En noviembre los chilenos atacaron Pisagua, puerto peruano defendido por tropas peru-bolivianas. La toma de Pisagua abrió la brecha del ataque a territorio del Perú.

El Presidente peruano Mariano Ignacio Prado tomó el mando general de las acciones. Hilarión Daza se trasladó a Tacna con un contingente de 6.252 efectivos. Seis meses después de un tedioso estacionamiento en esa ciudad, Daza se movió para apoyar al Gral. peruano Buendía en la defensa de Iquique. Extrañamente a medio camino, en un lugar llamado Camarones, el contingente boliviano se detuvo y retornó a Arica. Esta defección aún inexplicable, minó seriamente el prestigio del Presidente boliviano y fue un duro golpe a la moral de los aliados. Buendía fue derrotado en la batalla de San Francisco en la que casi 11.000 aliados enfrentaron a 6.500 chilenos parapetados en las alturas de una colina que no pudo ser tomada, a pesar de los bravos esfuerzos de algunos contingentes aliados por tomar la plaza.

Pocos días después en Tarapacá los aliados se anotaron el único triunfo importante de la contienda, al derrotar sin atenuantes a 4.000 soldados chilenos a quienes obligaron a retirarse, tras dejar centenares de muertos y heridos en el campo. En tanto, el Gral. Narciso Campero organizó en Bolivia la quinta división para apoyar las operaciones aliadas en el desierto de Atacama. Entre octubre de 1879 y enero de 1880 la división recorrió errática más de 1.000 km., con un triunfo aislado en Tambillos y la inexplicable decisión de no atacar Calama.

Pero la retirada de Camarones y el desastre de San Francisco decidieron la suerte de Prado y Daza. El peruano marchó a Europa con el peregrino argumento de que iba a comprar algunos blindados para su armada. A los pocos días fue derrocado por Nicolás de Piérola. Daza fue depuesto en Arica por los coroneles Lizardo Montero del Perú y Eliodoro Camacho de Bolivia. El profundo descontento popular por los resultados bélicos llevó al país a la confusión, una junta de gobierno organizada en La Paz por Uladislao Silva pretendió hacerse del poder sin éxito. Tras varias escaramuzas, finalmente primó la razón y esa misma junta decidió nombrar como Presidente provisional al Gral. Campero precedido de un gran prestigio por su formación académica militar en Francia. Campero llegó a Tacna como jefe supremo del ejército aliado y emprendió camino para enfrentar a los chilenos en el llamado Alto de la Alianza, el punto clave de defensa de la ciudad de Tacna. Fue la mayor confrontación

militar del desierto, 19.000 efectivos chilenos enfrentaron a 12.000 aliados el 26 de mayo de 1880. La intervención valiente de los regimientos Colorados de Bolivia, Murillo y Zapadores no fue suficiente para frenar la ofensiva chilena en la que la caballería de Yavar tuvo un papel decisivo. Más de 5.000 hombres entre muertos y heridos quedaron regados en el campo. Los aliados fueron derrotados y Tacna tomada. El ejército boliviano se replegó a las montañas y Bolivia se retiró de la guerra. Chile tomó Arica e invadió Lima. La guerra terminó en 1883 después de casi un año y medio de intervención chilena al Perú. Bolivia perdió su acceso soberano al océano Pacífico y todo el territorio del Litoral que fue ocupado por Chile.

La República oligárquica. Los conservadores

La derrota en el Pacífico y la mutilación de nuestro brazo territorial con acceso al mar causó una herida que Bolivia no pudo cerrar hasta hoy, con un daño económico incalculable, pero además cortó nítidamente la historia de nuestro siglo XIX. El periodo de inestabilidad crónica y el militarismo recurrente fueron sustituidos por un nuevo proyecto de estado. La elite dominante decidió organizar la nación sobre el modelo demoliberal y tomar directamente las riendas del poder. Así nació lo que se ha denominado el estado oligárquico. Este cambio tenía que ver con la consolidación del poder minero de la plata, que implicó una opción de recuperación económica después de un largo periodo de depresión y estancamiento (1840-1880).

El 26 de mayo de 1880, significativamente el mismo día de la derrota final de Bolivia en el Alto de la Alianza, se reunió la convención que cambió el destino boliviano. Hombres como Arce, Pacheco, Mariano Baptista, Severo Fernández Alonso, Nataniel Aguirre, Belisario Salinas o Modesto Omiste, aprobaron una nueva Constitución, la décimo primera del país, que en realidad era la ratificación, salvo un artículo, de la aprobada en el gobierno de Daza en 1878. Este texto marcaba la reafirmación liberal de la vocación de las elites. Conceptualmente individualista, mantuvo el criterio de los derechos y garantías de la persona y subrayó el derecho sagrado de la propiedad privada. Recuperó la figura vicepresidencial, incluyendo dos vicepresidencias y el sistema bicameral. Pero la trascendencia de la Constitución del 80 la determinaron los hechos. Ha sido la Constitución con mayor vigencia en nuestra historia (1880-1938), salvo las modificaciones puntuales de 1921 y de 1931. Esa misma convención eligió Presidente constitucional a Narciso Campero que hasta entonces ocupaba el cargo provisionalmente.

La fuerte vinculación de los mineros de la plata con capitales chilenos, determinó dos líneas de razonamiento, la necesidad de cerrar la página de la guerra en la línea del pacifismo y tomar una postura de acercamiento a Chile para intentar sacar ventajas pragmáticas de esa situación. La otra línea defendida por un sector del país representado en el parlamento,

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sostuvo la postura guerrista que se fue diluyendo en gran medida por la evidente inferioridad de condición económica y militar de Bolivia con relación a Chile.

Este momento coincide también con el nacimiento de los partidos políticos como estructuras organizadas. El gran ideólogo del periodo es Eliodoro Camacho que estableció de manera orgánica los principios del ideario liberal, que serían la base ideológica de los partidos hasta la guerra del Chaco. Libertad política, económica e individual era el trípode de esas ideas. La confrontación entre liberales y conservadores era de facciones personales, de grupos de poder, de intereses económicos y de región. Los conservadores eran conocidos entonces como demócratas (Pacheco) y constitucionales (Arce) y representaban intereses individuales, que resolvieron en la elección de 1884 el poder de la plata y la fuerza del sur. Los liberales de Camacho tenían mucha mayor unidad ideológica, terminarían representando el poder del estaño y los intereses del norte (La Paz-Oruro).

La tarea de Campero fue el restañamiento de las heridas económicas dejadas por la guerra, la sequía y la peste, recuperación que tuvo que ver con la modernización del sector minero y el auge de los precios internacionales de la plata. Las elecciones de 1884 llevaron al poder a Pacheco. Fue una contienda reñida con otro minero, Aniceto Arce. El poder económico de los mineros pudo más que el liberalismo, pero fue una elección relativamente libre dentro del marco del voto restringido (40.000 votantes en un país de 1.600.000 habitantes). El congreso ratificó a Pacheco, que había ganado por mayoría relativa. Por primera vez en la historia un gran empresario ocupaba el solio presidencial.

La disminución de la importancia del tributo indígena para el erario, facilitó la política de expoliación de las tierras de comunidad iniciada por Melgarejo, se abrió la economía extractiva al mercado mundial, tanto para la exportación de productos como para la importación de capital y tecnología. Esta realidad implicó también un proceso de modernización relativa en el ámbito urbano a partir de la llegada del ferrocarril, la energía eléctrica y el telégrafo. La minería dio el salto básico de su modernización técnica y de producción que no se detendría hasta mediados del siglo XX. Pero ni el gobierno de Campero ni el de Pacheco pudieron equilibrar el déficit fiscal, sino hasta el postrer año de administración de este último. En las relaciones internacionales, Bolivia firmó un pacto de tregua con Chile que era el preanuncio del acuerdo de 1904. El enclaustramiento obligó a buscar otras rutas de salida para Bolivia, la exploración del Chaco y la expedición que unió Tarija con Asunción tuvieron que ver con esa idea. Un debate que dividió a conservadores y liberales fue la cuestión religiosa, ya que los liberales apoyaban la libertad de cultos y el derecho a la libre conciencia.

Las elecciones de 1888 mostraron la obvia preferencia y manipulación del oficialismo por el candidato Arce que había hecho un “pacto de caballeros” con Pacheco para garantizar su presidencia. Arce fue sin duda la

gran figura de los conservadores, su energía creadora y su decisión de llevar adelante sus ideas contra cualquier obstáculo, permitió que pudiese consolidar la inserción boliviana en el mercado internacional con la creación de bancos como los dos hipotecarios y la promulgación de la primera ley de bancos. Pero la obra magna de Arce fue la construcción del ferrocarril entre Ascotán (límite con el departamento de Litoral en poder de Chile), que conectaba con el construido hacia Antofagasta por la compañía salitrera de Antofagasta y tenía su destino final boliviano en Oruro. El ferrocarril permitía mayor eficiencia de exportación de los minerales bolivianos, en buena parte de propiedad del propio Arce, pero la línea férrea no se detuvo en Huanchaca sino en Oruro. El 15 de mayo de 1892 el Presidente remachó el último clavo de la riel en la estación de Oruro, a pesar de la fuerte oposición de quienes decían que esa línea era el mejor camino para la invasión chilena. Fue uno de los pasos decisivos hacia la modernización y vinculación externa de Bolivia. Obsesionado por la vinculación interna trabajó en la carretera Sucre-Potosí y Sucre-Cochabamba, la obra mayor en estas vías fue el hermoso puente Arce. En 1889 se instaló la primera línea telefónica.

En 1892 fue electo en las condiciones más irregulares, con persecución de parlamentarios opositores y una aprobación ilegitima en el congreso, Mariano Baptista. En 1894 al retorno de Daza para justificarse ante el país, se produjo su asesinato en Uyuni, hecho que nunca pudo esclarecerse. En 1895 se firmó un nuevo tratado con Chile que reconocía soberanía de ese país sobre el Litoral usurpado y en el que Chile se comprometía a ceder un puerto soberano a Bolivia. El gobierno se preocupó por la educación técnica en coordinación con la iglesia a través de las escuelas de artes y oficios.

En 1896 los conservadores se reprodujeron en el poder bloqueando toda posibilidad liberal, con la elección de Severo Fernández Alonso, esta vez frente al Cnl. José Manuel Pando que sustituyó como candidato a Eliodoro Camacho. A Alonso le tocó enfrentar el dislocamiento entre norte y sur. Un año antes de la hecatombe, en 1897 se exhibió la primera película cinematográfica en La Paz.

La guerra federal

En 1898 la aprobación de la ley de radicatoria que forzaba al Presidente a permanecer en Sucre y pedir autorización para salir de la capital, fue el detonante de una confrontación que esperaban La Paz y los liberales. Una junta organizada en La Paz declaró el federalismo. Alonso partió a Oruro para sofocar la rebelión. Los federales fueron comandados por Pando, quien de modo audaz se alió con los indígenas aymaras liderados por Pablo Zárate Willka. La guerra dejó un saldo de por lo menos 1.300 víctimas entre muertos y heridos. Las tropas chuquisaqueñas cometieron abusos muy graves, como la masacre de 90 indígenas en Santa Rosa. En Corocoro fueron hostigados y expulsados cuando intentaban pertrecharse. En enero de 1899

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Pando derrotó a Alonso en la batalla del primer crucero y lo obligó a desistir de su idea de atacar La Paz. Los saldos del ejército de Alonso fueron masacrados sin piedad por los comunarios aymaras en Ayo Ayo, el episodio que recuerdan con mayor sentimiento en Chuquisaca. Pero el hecho más terrible fue el de Mohoza, pueblo en el que 130 efectivos del ejército liberal de Pando que a pesar de ser aliados, fueron masacrados por los indios al mando de Lorenzo Ramírez. En abril, en las proximidades de Oruro, en la batalla denominada del segundo crucero Pando derrotó definitivamente a Alonso, hecho que lo obligó a renunciar a la presidencia. 4.000 combatientes se enfrentaron allí. La actuación de Zárate y sus hombres fue decisiva para la victoria. La evidencia de que los indios tenían su propio proyecto de una gran insurrección reivindicando sus derechos sobre la tierra, hizo que Pando se deshiciera de Zárate a quien apresó junto a otros líderes indígenas. Zárate fue muerto en extrañas circunstancias en 1903. La junta integrada por Pando, Serapio Reyes Ortiz y Macario Pinilla, gobernó entre abril y octubre de l899.

La bandera federal se arrió casi tan pronto como se había izado. Los liberales tomaron el poder y La Paz se convirtió de hecho en sede de gobierno. En octubre de 1899 Pando fue elegido Presidente por la convención nacional en Oruro.

* Carlos D. Mesa Gisbert

La Bolivia Contemporánea

1927, se creaba el Partido de la Unión Nacional, que fue conocido más como Partido Nacionalista, bajo el liderazgo de Hernando Siles. El Partido oficial se lanzó a la campaña electoral, con lo más representativo de su gente y aliados ocasionales. En este escenario aparece Manuel Chachawayna, “un indígena inteligente que, además de saber leer y escribir, reunía las condiciones prescritas por la ciudadanía…” Candidato aimara. “No sólo podemos ser electores, sino elegidos, bien por nosotros, empecemos por la diputación para después llegar a la presidencia de la Republica, puesto que somos la mayoría” (La Razón, 1927). El voto calificado, vigente no permitía que toda la población indígena pudiera votar libremente en lo comicios. No fue elegido diputado, pese a que fue utilizado como aliado del republicanismo.

Eduardo Nina Quispe, en uno de los documentos más importantes, titulado De los títulos de composición de la corona de España, plantea la propuesta de la renovación de Bolivia. Aquí queda claro que los territorios de los aillus legalizados mediante títulos

coloniales, por haber sido adquiridos en oro y compensados con trabajos de mita en Potosí, otorgaban pleno derecho propietario a los aillus y markas de la época. Este era el argumento central del movimiento indígena de la época para exigir al gobierno la inmediata poseción (en algunos documentos aparece como deslinde) administrativa a favor de los aillus, a pesar de que muchas de estas tierras estaban en poder de los expropiadores.

La crisis económica de 1930 y la Guerra del Chaco (1932-1935) agravaron las tenciones sociales. La caída de los precios de materias primas contribuyó también a la crisis. Desde 1920, Bolivia produjo entre 19 mil y 47 mil toneladas de estaño anuales. Entre 1929 y 1931 el precio cayó de 0,45 dólar la libra a 0,24.

Los tres Barones del Estaño: Patino, Hoschschild y Aramayo producían el 75/80% de las exportaciones de estaño, además de Tungsteno, plata, zinc y plomo. En 1920 el presupuesto de Bolivia era 55 millones de dólares y las rentas de las minas de Patiño el mismo año 50 millones de dólares. El 95% de las exportaciones eran de origen minero.

La guerra fue una grave derrota: 50 mil muertos y 21 mil prisioneros y la pérdida del Chaco Boreal. La población era de 3 millones de habitantes, mayoritariamente indígenas (aymaras y quechuas): El ejército movilizó 200 mil indígenas que volverán de la guerra con una importante experiencia al ser separados de las relaciones serviles del campo (armas y contacto con la joven oficialidad). Esos jóvenes oficiales comprobaran la ineptitud y corrupción de los altos mandos y comienzan a organizarse en logias nacionalistas (Mariscal Santa Cruz y RADEPA –Razón de la Patria- serán las principales).

La Rosca: el capital transnacional, los barones del estaño y la burguesía intermediaria. Toda la industria empleaba a 12 mil asalariados, la minería 60 mil obreros.

La tierra: viven en el campo 2,5 millones de bolivianos y hay 90 mil propietarios. El latifundio y las relaciones de producción serviles (pongueaje, servicios personales) son la norma. Casi no existía la agricultura comercial, sólo de subsistencia. El 3% de la tierra apta estaba cultivada.

1936: La vuelta del campo de batalla lleva al coronel José David Toro a la presidencia a través de una sonada militar. Es un gobierno de la pequeña burguesía con apoyo militar que se reivindica socialista, con una mentalidad paternalista al no recurrir a la movilización popular y que trata de reemplazar a la política a través de la organización sindical. Intenta imponer la sindicalización obligatoria y mejorar la situación de los trabajadores. Nacionaliza la empresa norteamericana Standrd Oil (YPFB) que había boicoteado al ejército durante la guerra el 13 de marzo de 1937.

1937: El golpe del coronel de 35 años Germán Busch Becera (1937-1939), busca afirmar, en medio de contradicciones la línea de Toro con un contenido social más explícito. Una asamblea constituyente

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aprobó las reformas en 1938. De acuerdo a sus cláusulas, los derechos humanos valían más que los derechos de propiedad, el interés nacional en el subsuelos y sus riquezas predominaba, el Estado debía intervenir en la vida económica y regular el comercio, los trabajadores podían organizarse y negociar colectivamente y las facilidades de estudio para todos los niños fue otorgado. El Código de Trabajo ayudo a establecer las bases para los partidos políticos dejándolos organizar uniones de mineros y campesinos que eventualmente jugaron un rol central en la revolución de 1952. Busch concentra el 100% de las exportaciones en el Banco Central (nacionalizado junto al Banco Minero con el presidente Víctor Paz Estenssoro) es decir el Estado pasa a controlar las minas. Busch propone parar la evidente reacción de la rosca fusilando a Hoschschild. A pesar de las demostraciones de apoyo tampoco decide por el apoyo popular. Su base siguen siendo los jóvenes cuadros medios del ejército. El 23 de agosto de 1939, Germán Busch Becerra muere misteriosa y oportunamente para los intereses de la rosca.

Entre 1935 y 1952 los esfuerzos de reformistas de clase media convergieron en movimientos populares dirigidos por oficiales militares y los intelectuales.

Entre 1939 y 1943 se suceden Carlos Quintanilla y luego Enrique Peñaranda, este último con una alianza de la derecha política al servicio de la Rosca. En ese período nade el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) formado por sectores intelectuales nacionalistas (diario La Calle, 1939). En 1940 el Partido Obrero Revolucionario (POR) de orientación trotskista comenzó a tener influencias en los 40 en el movimiento obrero minero. En 1941, ocupando el rol del Partido Comunista, se forma el Partido Izquierda Revolucionaria (PIR), marxista y en la línea estalinista. Peñaranda será la imagen de la reacción y el revanchismo oligárquico: represión obrera, indemnización de la Standad Oil (1,5 millones de dólares en 1942), masacre de la mina de Catavi y ayuda de Estados Unidos. En plena segunda guerra mundial es agitado el “fantasma del fascismo” contra el nacionalismo del Tercer Mundo y José Arze del PIR en 1941 denuncia el uso del fascismo por parte de la oligarquía y el imperialismo. En 1945 atacará sin pausas al gobierno nacionalista burgués de Villarroel defendiendo a Braden.

Una sonada militar derroca a Peñaranda en 1943 y el mayor Villarroel asume la presidencia. La besa del nuevo gobierno será la RADEPA y el MNR con un signo nacionalista. Su gobierno buscó ser un gobierno popular pero estaba preso de las contradicciones de un país sin burguesía, con un poder oligárquico fuerte y un proletariado con reciente experiencia. El PIR y el movimiento estudiantil serán violentos opositores a este gobierno actuando de ala izquierda de la Rosca.

El gobierno llega a fusilar a personeros de la oligarquía que conspiraban contra el proceso en 1944. Ante ello la Federación Obrera Sindical (estalinista), la FUB y el PIR lanzaron una huelga para terminar con el gobierno. En diciembre se incorporarán tres ministros del MNR a

la vez que la RADEPA es obligada a retirarse del mismo.

Villarroel impulsó la sindicalización minera, buscó cobrar impuestos a los barones del estaño, fomentó las leyes sociales y en su gobierno se realizó el 1º Congreso Nacional Campesino (1945) donde el presidente declaró suprimido el pongueaje y el servicio gratuito del campesinado indígena. En 1945 también se funda la importante Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB), cuyo dirigente máximo será Juan Lechín.

El 21 de julio de 1946 se produce el golpe llevado adelante en nombre de la democracia y contra el fascismo por la Rosca oligárquica y la izquierda estalinista. Villarroel y sus principales colaboradores serán ahorcados en un farol. Ese mismo año el movimiento minero produce el Congreso de Pulacayo donde adopta un programa virtualmente socialista. Luego de la caída de Villarroel el MNR hace una alianza con la izquierda. Representación parlamentaria: Juan Lechín Senador, el bloque minero estará compuesto por seis diputados y dos senadores del POR.

Con el apoyo del PIR Enrique Herzog se hace de la presidencia entre 1947 y 1949. Luego de la elección de 1947 se realizan tres matanzas: en Potosí con despidos incluidos, en 1949 en Cataví son asesinados 2 mil mineros y también en Siglo XX.

Mamerto Urriolagoitia presidente, personero directo de la Rosca. La represión cohesiona a las bases. En 1951, la Rosca, segura de si misma, da elecciones que son ganadas por el MNR con apoyo del PIR. Instalan una junta militar desconociendo los resultados de los comicios. El 9 de abril de 1952 se produce el alzamiento del MNR junto a la policía contra el ejército. La sociedad civil y los mineros cambian el contenido y derrotan al ejército.

Entre 1952 y 1956, facciones del MNR debatieron la alternativa y los modos novedosos de organización política, sin embargo la constitución de 1947 fue ratificada. Aparte de un movimiento laboral poderoso organizado por la Central Obrera Boliviana (COB), el MNR falló en crear nuevas instituciones capaces de canalizar y controlar las demandas de los grupos movilizados por la revolución de 1952. La constitución de 1961 institucionalizó las ganancias de la revolución de 1952 adoptando el voto universal, la nacionalización de minas y la reforma agraria.

La revolución de 1952 implicó la caída de las tres grandes familias que controlaban el estaño y creó un estado basado en la minería grande nacionalizada. Además, concretó una reforma agraria parcial y extendió el voto ciudadano. Sin embargo las mayorías de los pueblos originarios siguieron relegadas, la pobreza se mantuvo y los sindicatos, quienes hicieron la revolución, nunca llegaron al poder. Curioso es que Estados Unidos haya apoyado el gobierno de la revolución. Sus intereses estaban claramente encontrados con el COB y para que la izquierda trotskista no llegara al poder, pues el altiplano era el lugar (junto a Sri Lanka) que tenia esta corriente más

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madura y con más posibilidades para tomar el poder. Al cooptar al MNR a su bloque se logró evitar que el bloque soviético pudiese insertarse en América y se mostró un ejemplo para el APRA peruano, la Acción Democrática (AD) de Venezuela y el peronismo, para que pudiesen reconciliarse con Washington.

Cuando Bolivia estuvo mejor desde el punto de vista económico, como durante la guerra mundial o en la década de los 70, no se ha beneficiado a los sectores más pobres. Quizás para las grandes mayorías su mejor situación económica fue después de la revolución de 1952 o antes del modelo impuesto en 1985.

El eje de los conflictos entre la sociedad indígena y la sociedad criolla dominante era el problema del territorio: no meramente como medio de producción, sino como el territorio del ayllu y la comunidad considerada en su conjunto. Vale decir, desde el espacio productivo y social, hasta los espacios sagrados de los uywiris (cerros tutelares), que representan la relación de la comunidad con sus antepasados.

Si bien la gestación del sindicalismo rural en algunas zonas de haciendas venía desde poco después de la guerra del Chaco (1932-1935) y contó inicialmente con el apoyo de otros partidos y fuerzas sociales, correspondió al MNR y al nuevo gobierno su masificación en el agro. Bajo su dirección, en pocos años, el sindicato campesino se impuso sobre cualquier otra forma de organización rural.

El ascenso del MNR, como se sabe, ha traído consigo la Reforma Agraria de 1953, el derecho universal al voto para todo habitante del país con mayoría de edad, incluidos los analfabetos y el acceso masivo a la educación. Toda esta política obedecía a un programa de modernización capitalista estatal, que se denominó Plan de Gobierno de la Revolución Nacional. Hubo reformas de importancia y cambios profundos, aun cuando fueron distintos de las pretensiones de los sectores obreros, indígenas, campesinos y populares urbanos, que habían sido el soporte social de la revolución y habían encumbrado en el poder político al MNR.

A mediados de 1956, en Waychu o Puerto Acosta, capital de la provincia Camacho, del departamento de La Paz, un movimiento aimara regional, a la cabeza de Laureano Machaca, fundó la Republica Aimara. Al Manifiesto de Tiwanaku, suscrito en 1973, al pie de las grandiosas ruinas preincaicas de Tiwanaku, posteriormente difundido, clandestinamente, en castellano, quechua y aimara. El documento citado viene a ser la primera plataforma de “clase y nación” porque subraya que la opresión del indígena andino no sólo es económica y política, sino que tienen fundamentalmente raíces culturales e ideológicas. Esta perspectiva permitió superar tanto la posición clasista (que prevalecía en los sindicatos y en los partidos de izquierda) como el radicalismo de algunos grupos indigenistas. Se daba así una doble lectura de la problemática aimara y boliviana, en la que se combinaban los elementos identitarios y de clase social.

A pesar de que la revolución de 1952 les había incorporado formalmente como ciudadanos campesinos, en la práctica continuaban sintiéndose objeto de discriminación étnica y manipulación política. En este sentido, el movimiento katarista e indigenista viene a ser fruto no previsto de la revolución de 1952, desde dos vertientes: es producto de sus conquistas parciales (educación, participación política del campesinado) y producto también del carácter inconcluso de estas conquistas. Las primeras abrieron horizontes y despertaron nuevas expectativas; su carácter de inconclusas generó una frustración que hizo resurgir la memoria larga, de un plurisecular enfrentamiento con el Estado.

Desde 1923 empiezan las masacres en campamentos mineros que pedían beneficios sociales. Ese año en Uncía hay una matanza, en 1942 hay otra en la mina Siglo XX. Las protestas siempre han sido ahogadas en sangre. El pueblo lucha y se une con los fabriles para hacer la revolución de 21952, algo que nunca perdonaría el dictador René Barrientos, que ordenó la masacre de San Juan (5 mil mineros desaparecidos por marchar en apoyo de la guerrerilla del Che Guevara).

En la guerra del Chaco se encontraron por primera vez los pobres de las minas, el campo y las fábricas. Eso desembocó en la revolución de 1952. Allí el pueblo luchó, pero le entregó el poder a la pequeña burguesía. Esa burguesía que no estaba consciente de lo que el pueblo quería. Se nacionalizan las minas menos rentables, y con las más rentables se crea la minería chica, la minería mediana y entran las empresas privadas con el padre de Sánchez de Lozada al mando, entre otros, y el Estado acepta pagar una indemnización a los barones del estaño. Hasta 1970 se pagó la indemnización. Sin invertir ni un centavo.

Después de la revolución de 1952 los sindicatos deciden tener sus propias radios a través de campañas populares. Todos podían hablar allí. Los obreros pagaban el sueldo al personal de las radios. Cuando había golpes de Estado, las 30 radios mineras hacían cadenas hasta que el ejército las intervenía (como pasó en 1964), para luego, con la presión de los trabajadores, las reponían, pero con menos potencia y sin los discos de protesta que nos llegaban de los países socialistas. Y así empezábamos de nuevo. Hoy persiste la radio minera, pero ya no tiene fuerza. Ese sistema de información fue el primero en Latinoamérica.

A las ocho (prosigue el ex Secretario del MNR) los militares adictos al gobierno, que se habían concentrado sin dificultad, sacaron todas sus tropas a las calles, desde los cuarteles, en son de combate. Pero el MNR y el pueblo revolucionario, que ya se había volcado en multitud a las calles, instantáneamente se organizaron en grupos de combate y, a cada ataque militar, opusieron breve resistencia. Primero fueron sólo los hombres del Partido, luego los reforzaron las masas populares. Estaban siempre resueltos a combatir sin temor al peligro o a la muerte. En cada bocacalle se abrió un frente de batalla que detuvo el avance militar; en entrabó una lucha desigual entre el ejército gubernista, bien pertrechado e instruido y las patrullas

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revolucionarias improvisadas y mal armadas, pero decididas a vencer… Todos acudían y vivían un heroísmo febril… Por la noche, ante la resistencia de las tropas del ejército, que precia llevar la mejor parte, y la proximidad de los refuerzos de las guarniciones militares vecinas, que estaban por llegar, el jefe militar de la insurrección, general Seleme, juzgó la situación perdida, dio orden de retirarse a los oficiales y tropas de carabineros, y se refugio en la embajada de Chile. Por su parte, el comando del MNR sintiéndose también en desventaja, gestionó un arreglo con las fuerzas de la Junta Militar. El jefe de la revolución pidió una entrevista con el general Torres Ortiz para tratar de dar término a la lucha. El planteamiento que iba a hacer según expuso verbalmente a los presentes el Dr. Siles era proponer la organización de un gobierno mixto formado por el ejército y el MNR. Pero el general Torrez Ortiz contestó que no estaba dispuesto a tratar con subversivos mientras éstos no depusieran incondicionalmente las armas y que si no lo hacían a las 6 de la mañana del día siguiente, la ciudad seria bombardeada desde El Alto de La Paz y arrasada sin contemplaciones.

En aquellas bravas horas de heroísmo que mediaron entre las 10 de la mañana (del 10 de abril) y las 2 de la tarde, las fuerzas militares trataron de forzar el ingreso al centro de la ciudad y las milicias revolucionarias oponían su más firme resistencia para conservar victoriosa la revolución. Pero las primeras fuerzas no lograron su objetivo. Y aun más, las milicias, supliendo con su valor la defección de sus jefes, fueron prolongando la lucha contra los efectivos militares. Y cuando la acción aparecía como más encarnizada, por la retaguardia del ejército aparecieron dramáticamente los mineros de Milluni, que decidieron el combate. Y, como término de aquella proeza, las fuerzas rendidas del ejército desfilaron por la ciudad custodiadas por las milicias revolucionarias que encabezó el Comando Obrero. Tres días de batalla terminaron con el triunfo completo de la masa popular.

Del 9 al 11 de abril la ciudad de La Paz, vive sus sesenta horas rojas. La lucha que se libra, de barrio en barrio, se define luego en la ocupación de manzanas y calles y, finalmente, se pelea casa por casa. El ejército utiliza morteros y cañones, que los oficiales, dominados por el miedo, emplean sin precisión, destruyendo inútilmente barriadas miserables. En Oruro, los mineros descabezan, en una hazaña de extraordinario valor, las fuerzas del Regimiento Camacho, que se disponía a trasladar sus efectivos a La Paz. Sobre la ceja de El Alto, donde se descuelgan los obreros de Milluni, arrojando cargas de dinamita, cuyo estruendo percute en la ciudad como mensajes de aliento. Copada la retaguardia de las tropas por los mineros de Milluni, los revolucionarios de La Paz reinician el avance hacia la ceja, pegados al cerro, desde cuya cima vomitan las ametralladoras del ejército pretoriano. En pocas horas más se resuelve la suerte de la lucha a favor de la revolución. Siete regimientos perfectamente equipados han sido vencidos en una lucha desigual que provoca asombro y la admiración fervorosa del continente. El héroe de la

hazaña, el protagonista de tan estupenda gesta, es el pueblo boliviano, el mismo “enfermo” que dijera Arguedas veinte años atrás.

Los documentos que sobre la revolución de abril han sido publicados hasta el momento permiten afirmar que los cuadros dirigentes del MNR en su gran mayoría elementos de derecha por su origen social, por su formación política y por sus vinculaciones con la reacción, cifraban sus esperanzas en derrocar al gobierno de Ballivían en simple golpe de fuerza... Por este camino el MNR buscaba llegar al poder sin correr el riesgo de afrontar los problemas emergentes de una gran movilización revolucionaria de las masas… La participación activa del proletariado y de amplios sectores de la pequeña burguesía urbana transformó en una verdadera revolución lo que podía haberse reducido a un golpe palaciego más en nuestra historia… Las masas habían ganado la vía pública y se movían de acuerdo a ideas políticas ajenas al ideario movimientista. No tenían un plan acabado acerca de lo que iban a ser la revolución ni de lo que iba a hacer el gobierno; ellas fueron a la lucha por estar convencidas de que ya no se podía seguir soportando al estado de cosas impuesto por la Rosca. Con idénticas palabras se expresó León Trotsky respecto a la Revolución Rusa: “La revolución de febrero (escribió refiriéndose a la de 1917) empezó desde abajo, venciendo la resistencia de las propias organizaciones revolucionarias… Estas muchedumbres innumerables no han determinado aún para sí, con suficiente claridad, lo que quieren: ì, con suficiente claridad, lo que quieren: pero están impregnadas de un odio ardiente por lo que no quieren.”

Triunfante la insurrección, Hernán Siles Suazo, que había sido el jefe del intentado golpe de estado, quedó como jefe también de la misma, y se hizo cargo del gobierno como Presidente Provisional. Pero el 15 de abril llegó a La Paz, Víctor Paz Estenssoro, que había estado desterrado en Buenos Aires y, a su vez, se instaló en el Palacio Quemado como Presidente Constitucional. “Por mucha seguridad que tenia (dijo desde un bacón de aquel Palacio a la muchedumbre que lo escuchaba) en el heroico pueblo de Bolivia, nunca mis sueños más audaces me permitieron pensar en esta terminante derrota de la Rosca… El pueblo de Bolivia ha cumplido una hazaña que en estos momentos es comentada con admiración por todos los países de la América India. Supo hacer respetar su voluntad y tomando las armas que estaban antes al servicio de la oligarquía se trabó en lucha heroica. Mi admiración por los mineros, los trabajos del sacrificio que en Oruro condujeron al triunfo a la Revolución Nacional… Vencimos porque no podían venceremos con la persecuciones, porque no podían comprarnos con todo el oro de la Rosca… Ciudadanos de Bolivia, hemos triunfado. Hemos alcanzado el Gobierno con el sacrificio de cientos de vidas. Quienes tenemos el Gobierno por decisión del pueblo boliviano estamos en un compromiso, el más grande de nuestras vidas, debemos responder a esa confianza que el pueblo ha puesto sobre nosotros… Mi vida esta puesta al servicio del pueblo de Bolivia. No he tenido la suerte de estar a

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su lado en las horas de combate, pero lo estaré de hoy en cualquier eventualidad. Mi vida es vuestra.”

Y al frente de esas masas, estaba el proletario: “La revolución de abril se hace posible por existir un frente, ciertamente que no expreso, de las clases oprimidas, dentro del cual y en el terreno de los hechos el proletariado se coloca a la cabeza.” Y, aunque “el proletariado desconfió desde el primer momento de la dirección pequeño-burguesa”, Víctor Paz apareció apoyado en el gobierno por la Federación Sindical de Trabajadores Mineros Bolivianos (FSTMB) dirigida por Juan Lechín Oquendo, dirigente, también del MNR, por los obreros fabriles de La Paz, por el PC (estalinista) que seguía las inspiraciones de Moscú y por el POR trotskysta que acababa las directivas impartidas por la Cuarta Internacional desde París.

“El levantamiento victorioso del 9 de abril (expresaba un manifiesto del PC) no fue realizado exclusivamente por un sólo Partido. Junto a la clase obrera y a los militantes del MNR luchó todo el pueblo boliviano… Si a Bolivia le cupo la honra de ser la primera en rebelarse contra el oprobioso yugo español, le ha tocado ahora colocarse también a la cabeza de los pueblos de América, enarbolando la bandera de la independencia económica y social. Esto equivale a decir que si la revolución boliviana da cumplimiento a las aspiraciones de paz, libertad y bienestar del pueblo, ocupará un honroso lugar al lado de la revolución china y de las democracias populares; es decir, que en América le toca a Bolivia constituirse en la más consecuente y decidida abanderada de la Paz mundial. El 9 de abril, el pueblo boliviano decretó entre otras cosas, con las armas en la mano, el rompimiento de las cadenas que nos atan al imperialismo yanqui y la expulsión de la banda de espías que operan en nuestro país, disfrazados de técnicos e instructores, y cuya única finalidad es remachar aún más nuestra situación de semicolonia y nuestra participación en campo de la guerra.”

Por su parte el POR trotskysta expresaba: “El periodo revolucionario que se inicia el 9 de abril, ha sacudido las capas más bajas y más amplias de las clases sociales explotadas de la ciudad y del campo… La revolución para vencer tiene, necesariamente, que sobrepasar los marcos de la democracia burguesa; tal es la perspectiva que señala el POR a los explotados bolivianos… Esta actitud se manifiesta primero como presión sobre el gobierno para que realice las aspiraciones más sentidas de obreros y campesinos… Lejos de lanzar la consigna de derrocamiento del régimen Paz Estenssoro, lo apuntalamos para que resista la embestida de la rosca, llamamos al proletariado internacional a defender incondicionalmente la revolución boliviana y su gobierno transitorio… No es tarea del momento gritar ‘Abajo el gobierno’, sino de exigir el gobierno cumpla los postulados de la Revolución”.

Mientras tanto, la marea popular que, día a día, se intensificaba se manifestó concretamente en la formación de la Central Obrera Boliviana (COB), surgida el 17 de abril de 1952. Desde el primer

momento la COB, al frente de la cual aparecía Juan Lechín, se presentó como la legitima representación de los trabajadores organizados en las milicias armadas que controlaban el país y era el único y efectivo poder existente en Bolivia. El Camarada Presidente (así había pasado a autodenominarse Paz Estenssoro demagógicamente) era un virtual prisionero del proletariado y sus milicias, custodiado y vigilado en el Palacio Quemado. No tenía para resistir cualquier imposición obrera, ya que el principal con el que podía haber contado, el ejército burgués había sido destruido en las jornadas del 9 al 11 de abril de 1952 por el proletariado en armas, y éste era la única autoridad efectiva. La formación de la COB venia, pues a materializar esa autoridad creando su órgano de poder. Además, poco después, también los campesinos se movilizaron ocupando los campos y formando sus propias milicias armadas y acercándose a la COB.

Para terminar, los sindicatos campesinos (sindicatos solamente por no haber encontrado un mejor nombre para designarlos en la vorágine revolucionaria) presentan siempre en la primera época de la revolución, las características esenciales de un consejo y actúan como la única autoridad (legislativa, ejecutiva y judicial) de su comarca. Las milicias armadas de los campesinos imponían sencillamente las decisiones de los comandos sindicales, que reglaban inclusive la vida diaria de los habitantes… Producto de la espontaneidad, los sindicatos campesinos arrancaban su omnipotencia de las monstruosas asambleas de los morados de una región… A diferencia de los que era norma en el pasado los explotadores del campo, después de abril de 1952, se orientaron firmemente a buscar la alianza con el proletariado y concluyeron reconociendo su autoridad política. La COB, al incorporar al sindicato campesino en su seno, no hizo otra cosa que dar expresión organizativa a la alianza de las dos clases, piedra angular de la revolución.

Ejército y pequeña burguesía después de 1930

En 1930 se inaugura una época de profundos transformaciones sociales en América Latina. Por segunda vez, aunque de manera más acusada, los Estados latinoamericanos, como el resto del mundo semicolonial, veían quebrantadas sus vinculaciones tradicionales con los centros del poder imperial, desarticulados por la crisis. La bancarrota se desplaza del centro a la periferia; pero es en las colonias donde las consecuencias serán más graves.

La inestabilidad de la producción agraria y por el contrario, la mayor facilidad de reducción productiva propia de la economía industrial, atenúa en las metrópolis la fuerza de la crisis; pero la vuelve devastadora en las colonias y semicolonias. Los ciclos agrícolas no pueden detenerse a designios: el hundimiento de los precios afecta gravemente una relación de intercambio fundada en casi medio siglo de evolución pacifica. Las oligarquías exportadoras se revuelven furiosamente contra el destino.

Los presupuestos fiscales que dependen de los ingresos derivados del comercio exterior se desploman.

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Aterrados, la pequeña burguesía vinculada al aparato del Estado, los estudiantes con el porvenir amenazado, los profesionales liberales, los maestros, los pequeños comerciantes o artesanos, y sobre todo los campesinos, que están en la base de la pirámide, asisten al descanso brusco de su nivel de vida. La eterna fronda militar se agita en una serie de golpes cíclicos, en búsqueda de los culpables visibles de la crisis.

Irigoyen cae en la Argentina, Washington Luís en Brasil, Siles en Bolivia, Ayora en Ecuador, Arosemena en Panamá, Ibáñez en Chile, Leguía en el Perú. Las múltiples particularidades de la historia domestica en dichos Estados promovía cada episodio: su factor general desencadenante es la crisis mundial y la ruina de las economías monocultoras.

De la crisis saldrán en los próximos quince años los movimientos nacionales y populares en América Latina más significativos de la nueva época, galvanizados, unos por la segunda crisis mundial de la guerra que comienza en 1939; otros, por las sangrienta guerra interimperialista del Chaco, donde Bolivia y Paraguar son instrumentadas por Standard Oil y la Royal Dutch por el petróleo. De la generación militar y civil de la guerra del Cacho emergerá el Movimiento Nacionalista Revolucionario de Bolivia.

Bolivia: En marcha y sin rumbo

Hacia 1930 la pequeña altoperuano examinaba perpleja todas las promesas y mesías. Escribe Augusto Céspedes, el intelectual más representativo y agudo de la época: “Los estudiantes de Bolivia, nación mediterránea de nieves y selvas inaccesibles donde las nuevas ideas escalaban difícilmente, alimentaban inquietudes vagas, despertadas por ciertas brisas continentales como la reforma universitaria de Córdoba y la Unión Latinoamericana, cuya romántica potencialidad se perdía, en el primer caso, con la insipiencia de la universidad y en el segundo, bajo los muros de la clausura en que mantenían a Bolivia sus propios hermanos del continente… Algunas librerías poseían folletos de los conductores de la revolución bolchevique: Lenín, Trotsky, Bujarin, Kamenev, Lunatcharsky, que hojeábamos en desorden. Más nos atraían la fraseología del APRA y los relámpagos de la revolución mejicana. Leíamos los discursos de Obregón y de Calles y la lírica premonitoria de la Raza Cósmica, que se escuchaba entre los disparos de fusil de la reforma mejicana”.1

El estudiantado universitario de Bolivia ya había sufrido, años antes de la guerra del Chaco, su propia experiencia con los redentoristas sudamericanos de fosforescente retórica. No por simple accidente el Congreso Universitario de 1928, reunido en Cochabamba, estableció los planes para la autonomía universitaria, lanzando al mismo tiempo una gran campaña política contra el Presidente Siles, que había intentado, ¡justamente! Destruir la maquinaria política

1 Céspedes, ob. cit., pág. 82.

de la vieja oligarquía liberal. Como en la Argentina, la Reforma Universitaria se colocaba al servicio de la Rosca imperialista. El abanderado de la Autonomía Universitaria, Daniel Sánchez Bustamante, expresión de los intelectuales democráticos y de la masonería, seria designado por los estudiantes “Maestro de la juventud boliviana”. Este maestro también administraba su elocuencia como abogado de la Bolivia Railway. ¡Uno más!

Revolución en el Altiplano

El Movimiento Nacionalista Revolucionario heredaba la tradición trunca del gobierno del coronel Busch, un joven oficial de 35 años que al asumir la dictadura no había vacilado en dictar un decreto ordenando a la gran minería la devolución de las divisas obtenidas por la venta internacional de los minerales. Agobiado por la presión rosquera y en la más completa soledad, Busch se suicidó en 1939. Pero su valerosa actitud sirvió de bandera a los jóvenes oficiales y civiles que fundaron poco después el Movimiento Nacional Revolucionario.

Bolivia era hacía 1942 una factoría exportadora de estaño, azotada por tres propietarios rapaces que lograron interesar a la literatura: Simón Patiño, Mauricio Hochschild y Carlos Víctor Aramayo, vinculados a los monopolios internacionales de minerales2. Cincuenta mil mineros recluidos en las montañas producían todo el valor de las exportaciones de Bolivia que alimentaban su escuálido aparato estatal. Tres millones de indios campesinos, en su mayor parte de la lengua quechua y aymará, permanecían al margen de la economía monetaria. Victimas del gamonalismo terrateniente, recluidos en el autoconsumo, anestesiados con coca, vivían sometidos a la institución del “pongo”, prestación obligatoria de servicio gratuito3.

2 V. Augusto Céspedes, Metal del diablo (biografía de Patiño). Hochschild murió en París en 1956. El célebre ladrón dejó una herencia de 1000 millones de dólares. 3 Los pueblos de alimentación escasa y monótona consumen habitualmente estimulantes. Alfredo Ramos Espinoza en su libro La alimentación en México, dice refiríendose a los indios mexicanos: Tienen que vencer su inapetencia cauterizando la boca y el estomago con pimienta, para producir una secreción refleja desaliva, que pueda simular la provocada por el buen apetito. En Perú se consumía desde los Incas el ají, como en el Alto Perú el locoto, arabiri y comerruchu. Los pueblos bien alimentados no conocen este tipo de estimulantes. En América Latina y la India, por el contrario, el consumo de “chile”, salsa “curry” o nuez betel es muy considerable. El consumo de coca en la sociedad incaica estaba controlado por el Estado, pero su propio uso indicaba las dificultades de alimentar a la población del Incario en virtud del bajo nivel productivo. Considerando una especie de sustitutivo de la alimentación, su efecto más importante es mitigar el hambre y la sed; su consumo esta ligado históricamente a la improductividad de los Incas, a la superoblación colonial española y a la barbarie de la era independiente. El consumo de coca contribuye a explicar los índices de desnutrición en el Perú y el Altiplano. V. Carlos

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Una reducida clase de apáticos terratenientes y doctores altoperuanos ligeros de lengua gobernaban la política lugareña, en sociedad con un puñado de generales ineptos, borrachos y venales. Todos ellos se inclinaban ante los dictados del poder que los bolivianos llamaron el Superestado minero. Minería, terratenientes y burguesía comercial importadora constituían la Rosca que ahogaba desde los tiempos de la conquista española a las masas populares del Altiplano. Tal era la debilidad intrínseca del Estado, que se licitaban los impuestos. En los documentos de identidad figuraba la raza. Los ministros se nombraban en la gerencia de la Patiño Mines.

¡La hija predilecta del Libertador, aquella república fundada por Sucre, que había perdido todas las guerras, sin salida al mar, raquítica y miserable, vejada y saqueada por españoles, criollos, norteamericanos e ingleses durante cinco siglos, era una demostración viva del horrendo drama de América Latina! La pequeña burguesía empobrecida, con nombres ilustres en la historia del Altiplano, esos hijos de presidentes, generales, escritores, diputados y profesores, vivía hambrienta y rabiosa. ¡Había sido burlada tantas veces! Los oficiales jóvenes, sobrevivían de esa gran náusea político-militar que fue la guerra del Chaco, también estaban hartos: la venalidad de las clases dirigentes no tenía secretos para ellos.

La alianza entre militares y nacionalistas se realizó con el golpe de estado del 20 de diciembre de 1943, en plena guerra imperialista. Fueron inmediatamente acusados de “nazis”. La propia izquierda boliviana no era menos cipayo y extranjerizante que en el resto de América Latina.

Los pillos de la “Democracia”

La pequeña burguesía civil y la pequeña burguesía militar formada en la experiencia sangrienta y vergonzosa de la guerra del Chaco se había vuelto nacionalista. Su jefe era el mayor Gualberto Villarroel. Sus grandes crímenes fueron organizar por primera vez en la historia de Bolivia una Federación de Trabajadores Mineros y convocar un Congreso campesino, lo que no ocurría desde los tiempos de Belzú. Habían elegido el camino correcto, pero el poder conjunto de la Rosca y de la prensa imperialista los doblegó y anonadó.

Al no atreverse a nacionalizar las minas y a entregar la tierra a los campesinos, el gobierno de Villarroel no supo dónde encontrar aliados. El imperialismo yanqui y los insignificantes partidos oligárquicos lograron arrastrar a la pequeña burguesía paceña, la más impresionable y regionalista de Bolivia, sometida siempre al terrorismo psicológico de los abogados liberales. La conspiración estalló el 21 de julio de 1946. Derribó a Villarroel, lo colgó de un farol de la

Malpica, Crónica del hambre en el Perú, pág. 39, Editorial Francisco Moncloa, Lima, 1966.

Plaza Murillo y reinstalo en el Palacio Quemado a los propietarios de minas.

Dentro de Bolivia, participaron en el motín los jeeps de la embajada yanqui, y también los liberales, los universitarios a la busca de nuevos Maestros de la Juventud, los stalinistas del PIR, algunos pseudotrotskistas del POR, la izquierda, el centro y la derecha. ¡Desdichada América Latina, siempre mezclando los tontos con los pillos! De inmediato, incorporándose es su aterciopelado refugio de la Isla Negra, Pablo Neruda abandonó un momento su habitual dipsonomía y dijo por teléfono a José Antonio Arze, jefe stalinista del PIR: Esto ha sido gloriosamente español. El sátrapa minero Mauricio Hochschild declaró: Yo pronostiqué que Villarroel caería pronto.

El Partido Comunista de la Argentina enviaba un cable firmado por el burócrata Vittorio Codovilla felicitando roncamente a los miembros de la nueva Junta de Gobierno. Toda la prensa norteamericana y sus ecos latinoamericanos aplaudían la “revolución” del 21 de julio4. En la URSS, la Armada de Leningrado y los cañones de Moscú disparaban 101 cañonazos en homenaje a la revolución de La Paz. El dirigente del APRA peruano, Manuel Seoane, declaraba en Lima: Pocas veces, sin duda, Indoamérica ha podido contemplar una página tan brillante del heroísmo cívico. La hinchada araña de Simón Patiño sonrió con bondad y envió una donación de 20.000 dólares para los mártires de la libertad5. Todo estaba en orden.

El nacionalismo toma el poder

Desde 1946 hasta 1952, el Movimiento Nacionalista Revolucionario, entre cuyas filas militaban la mayoría de los dirigentes mineros de Bolivia, extendió su influencia sobre las grandes masas populares del país. Los más repugnantes representantes del viejo orden y del antiguo generalato, asesinos de mineros, se turnaron en el poder. Monje Gutiérrez, Hertzog y Urriolagoitia cubren el período de reiteradas sublevaciones del MNR seguidas de represalias sangrientas.

El 9 de abril de 1952 el MNR inicia una nueva revolución, combate en las calles de La Paz con el Ejército oligárquico, lo vence, desarma y disuelve. Víctor Paz Estenssoro llega al poder. Dos decretos

4 Entre tendencias llamadas de izquierda en América Latina, la que pertenecía el autor de este libro fue quizá la única que calificó el golpe del 21 de julio de 1946 como una revolución del dólar en Bolivia: tal fue el titulo de un articulo que escribí en la revista Octubre, nº 4, enero-febrero de 1947, Buenos Aires, naturalmente con gran escándalo del cotorreo, tan antivillarroelista como antiperonista. 5 V. Céspedes, El presidente colgado, pág. 256 y ss.. En los días de su caída, Villrroel había ordenado la importación de 80 tractores procedentes de Canadá para las principales comunidades indígenas de Bolivia. El nuevo gobierno oligárquico canceló la orden. V. Fausto Feinaga, Tierra y Libertad, pág. 32, Editorial Rumbo Sindical, La Paz, 1952.

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fundamentales definen el nuevo régimen: nacionalización de las minas y reforma agraria. Se entrega la tierra a los campesinos al mismo tiempo que se constituyen las milicias obreras y campesinas. Siglos de heroísmo han formado en el boliviano una frecuentación impasible de la muerte; el dominio oligárquico ha consolidado esa psicología del arrojo, proporcional al conformismo y encanallamiento de las viejas clases dominantes. Nunca ha podido olvidarse el aforismo del Presidente rosquero general Blanco Galindo en 1930: Somos país pobre y debemos vivir pobremente6.

Tierra impregnada de dolor, de sangre y esperanza, Bolivia parecía haber dado algunos pasos de gigante hacia la civilización. Doce años después, el régimen nacionalista agonizaba. ¿Qué había ocurrido? El MNR gobernaba en un país donde la miseria general era tan enorme que en Bolivia no existía la burguesía nacional. El imperialismo había proletarizado directamente a cincuenta mil indios, transformándolos en mineros, aislados en sus grises ciudades de la montaña. Excepción hecha de una agricultura en los valles de Cochabamba y un desarrollo agrícola especial en la zona subtropical de Santa Cruz de la Sierra, el país vivía de la exportación de minerales, aun después de la Revolución.

El MNR en el poder había generado enormes avances. La revolución no sólo había dado la tierra a los indios, trocándolos en campesinos productores, sino que al cultivarse predios tradicionalmente abandonados se estaba modificando el clima de ciertas regiones (Provincia de Pillapi). La transformación del régimen alimentado, por añadiduras, alteraba la talla media del hijo del país. El boliviano tendía a creer; su estatura era mayor, no sólo históricamente sino también físicamente. ¡Parecía concluir la dieta alimenticia de coca! Tales eran los títulos que podían invocar los creadores de esa revolución.

Pero al mismo tiempo, el MNR se encontró prisionero de los marcos del Estado Nacional. Los propios teóricos del MNR tenían predilección por disertar sobre la Nación boliviana.

¿La Nación Boliviana?

El Alto Perú había nacido de la desintegración del viejo Virreinato y de la política antinacional de los porteños; había perdido luego en le guerra del Pacifico, sus puertos marítimos; finalmente perdió las tierras petrolíferas del Chaco. Y cuando más territorio perdía y cuando más absurdas resultaban las especulaciones bolivianas sobre su destino insular, más se escribía sobre la Nación Boliviana7. ¡Y se trataba justamente

6 Céspedes: El dictador suicida, pág. 114. 7 René Zavaleta Mercado es el nuevo predicador de este localismo: Es posible que en un sentido científico estricto se pueda aceptar la idea de una Nación Chiriguana y, como se ve, tampoco es falso hablar de una Nación Latinoamericana. V. El desarrollo de la conciencia nacional, pág. 168, editorial Dialogo, Montevideo, 1967.

del fragmento de a Patria grande que más razones tenía para buscar en la Confederación con Perú y en la lucha por la Confederación Latinoamericana el marco genuino de su liberación!

La revolución boliviana se confinó voluntariamente en sus fronteras. La elaboración de la teoría de la Revolución Nacional suponía volver las espaldas a la inmediata correlación del Alto Perú con el Bajo Perú. Los campesinos del otro lado del lago Titicaca preguntaban en 1952 a sus vecinos si las leyes agrarias bolivianas también servían para el Perú. La conmoción que causo en el Perú la revolución boliviana se atenuó enseguida por la estrechez de los dirigentes que volvieron sus espaldas a lo único que podía otorgar un fundamente serio a la pretensión boliviana de una salida al mar: la recreación de la Confederación Andina a través de la revolución peruana.

Hubiera sido absolutamente legítimo e históricamente necesario proyectar la revolución boliviana al otro lado del Titicaca para emprender una verdadera guerra revolucionaria en aquel Perú cuya historia, estructura social, lenguas, razas indígenas y analogía de condición social con los campesinos bolivianos lo había preparado para el gran día. Pero la balcanización se había instalado también en la cabeza del nacionalismo boliviano. Limitada a las fronteras artificiales, la revolución de Bolivia no podría garantizar ni siquiera su propia estabilidad. De este modo, y a pesar de sus grandes conquistas interiores, la revolución boliviana resultó finalmente derrotada y la revolución peruana postergada. No se atrevieron a librar un nuevo Ayacucho.

Importancia y peligros de la distribución de tierras

Por otra parte, la entrega de tierras al campesinado boliviano creó una clase de pequeños propietarios capitalistas, naturalmente de bajo nivel productivo y técnico, de ínfima capitalización, pero capitalista al fin. Ese hecho era, por un lado, de inmensa progresividad histórica; por el otro, la Revolución boliviana establecía un orden social conservador en el campo y una fuente de inmensos peligros. Para conjurarlo, la revolución agraria debía ser acompañada de una política de industrialización y de control político de toda la economía boliviana, con la participación democrática de todos los trabajadores en el manejo de esa planificación.

De otro modo, el campesinado podía en el día de mañana estrangular la revolución. No era nada imposible que se convirtiera en la base pasiva de una dictadura militar capaz de garantizarle la posesión de tierras a cambio de la recolonización del resto del país.

La revolución agraria burguesa sólo debía ser el primer paso para conquistar por ella el apoyo de los campesinos, crear un mercado interno para la industria y utilizar las viejas comunidades agrarias como formas

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de transición hacía una socialización de la agricultura en un alto nivel técnico8.

Balance del derrocamiento de Paz Estenssoro

La pobreza heredada, el aislamiento, la tentativa de permanecer lejos de Washington, Moscú o Buenos Aires, según las palabras del Presidente Siles Suazo, el bloqueo mundial del imperialismo, que manejaba los precios de los minerales, se combinaron con la resistencia del gobierno nacionalista a romper audazmente dicho bloqueo y construir por sí mismos o con ayuda checa, o rusa, las fundiciones de estaño propias9. Hay que añadir la ingenua tentativa de favorecer la formación de una burguesía nacional que la historia había rehusado conceder a Bolivia. Así se llegó a proteger un nuevo tipo de sátrapas, que llamaremos burgueses compradores y que disponían de los 80 o 90 millones de dólares de las exportaciones anuales para inundar a la Bolivia de los nuevos ricos con automóviles de último modelo, artículos suntuarios

8 Alfredo Sanjines, La reforma agraria en Bolivia, Capitulo: Una entrevista con León Trotsky, pág. 21 2ª edición, La Paz, 1945. 9 La idea de ciertos revolucionarios latinoamericanos de que la revolución no puede hacerse sin ayuda rusa se ha convertido en una verdadera manía de impotentes. Consideremos en primer término que la revolución rusa triunfó sin ayuda de nadie y con la oposición armada del imperialismo en 14 frentes de guerra. En segundo lugar, la revolución china logró la victoria a pesar de la ayuda que los rusos le brindaron en algún momento; si la ayuda hubiese sido mayor, Mao habría debido rendirse a las exigencias de Stalin, que deseaba un acuerdo con Chian-Kai-Shek. Los chinos en ese caso jamás habrían conquistado el poder. En cuanto a Bolivia, el gobierno nacionalista ni fue capaz de aceptar la ayuda rusa para construir los hornos de fundición necesarios para emanciparse de los monopolistas anglo-yanquis, por ceder a la presión norteamericana, ni tampoco se demostró con energía suficiente para construirlos con su propio esfuerzo. Solamente habría sido necesario prohibir la importación de automóviles último modelo y artículos suntuarios durante un año para construir esas refinerías. Era exactamente un criterio de prioridad socialista impuesto por todo el poder concentrado del Estado lo que hacia falta. Cien años antes, los paraguayos de Carlos Antonio López construyeron solos el primer ferrocarril de América de Sur y las primeras líneas del continente criollo. En plena guerra contra la infame Triple Alianza argentino-brasileño-oriental, los soldados de Solano López editaban en la selva el periódico semanal El Centinela, impreso sobre papel fabricado por artesanos paraguayos con cortezas de árbol extraídas de esa misma selva arrasada por la metralla mitrista. Ese papel era excelente y se conserva perfectamente legible la impresión de hace un siglo. Se encuentra en el Archivo Nacional de Asunción. ¡Los paraguayos no estaban esperando a checos ni rusos! Querían hacerlo y lo hicieron porque no pensaban en ningún seguro para la vejez. En Bolivia, como en América Latina, no escasean los ingenieros competentes. Lo que faltan son revolucionarios que en el poder sigan siéndolo. Ver costos de refinerías y maniobras desvalorizadoras de los refinadores extranjeros en Ñuflo Chávez Ortiz, Cinco ensayos y un anhelo, pág. 252, La Paz, 1963.

y productos que Bolivia hubiera estado en fáciles condiciones de fabricar inmediatamente.

Mientras la revolución presentaba una soberbia fachada de realizaciones con los grandes decretos mencionados, la estructura interior del Estado permanecía intacta. Las milicias obreras y campesinas custodiaban las viejas armas arrebatadas a las tropas en 1952, pero el gobierno nacionalista procedía a reconstruir el esquema del antiguo ejército bajo formas nuevas, aprovisionado por los Estados Unidos, que se erige en el benévolo protector de la revolución boliviana. El imperialismo advirtió las vacilaciones del MNR y parecía decir como en el refrán criollo: No te has de morir, te irás secando de a poco.

En resumen, el MNR no quebró el viejo Estado ni estableció una planificación socialista de todos los recursos del país en esa perspectiva. La igualdad en el sacrificio fue ignorada; y los sectores mineros abandonados a sí mismos se orientaron hacia una política puramente salarial, lo que no hubiera podido ocurrir si la administración de las minas hubiera sido confiada a los mineros mismos, dentro de un plan de gestión socialista de la economía minera. Poseer las minas sin la fundición y controlar la fundición sin la comercialización, era inútil. Pero abordar la refinación e intermediación de los minerales en los mercados mundiales significaba romper con los Estados Unidos y establecer canales nuevos con el Tercer Mundo y los Estados Socialistas.

Nasser podía ofrecer un ejemplo de política posible, pero en todo caso Bolivia podía haber creado su propia política. La caída de Paz Estenssoro fue el resultado directo de la descomposición del régimen nacionalista y la prueba negativa de que el nacionalismo popular o trasciende los marcos clásicos de sus proposiciones iniciales de clase media y se lanza a la ruta del socialismo latinoamericano, o será aislado primero y aniquilado después.

Los Comités Cívicos*

En esta década del 50 (aún bajo el mandato del MNR) ante la desaparición de los gobiernos municipales nacieron los Comités Cívicos en cada departamento. Los CC son una organización civil que representa a la ciudadanía para poder dar conocer a las autoridades y al gobierno las demandas exigentes. A diferencia de la juntas vecinales los CC están conformados por ciudadanos que no son elegidos a nivel de bases. La elección del presidente de un Comité Cívico es interno y no participa la ciudadanía en general.

En la actualidad, el Comité Cívico Pro Santa Cruz (que pertenece a Santa Cruz, ciudad amazónica frontera con Brasil, calurosa, ubicada a 400 metros sobre el nivel del mar) es el comité cívico más importante de Bolivia. Desde los últimos 10 años han adoptado la posición de proponer soluciones regionales por la carencia de liderazgo de los prefectos y otras autoridades.

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El 15 de diciembre de 2006 el Comité Cívico Pro Santa Cruz dio a conocer su poder de convocatoria al país llamando a un cabildo (reunión con el pueblo y bases para resolver demandas y medidas de acción), donde se calcula que participaron cerca de un millón de personas. Ese mismo día otros cabildos también se realizaron en los departamentos amazónicos de Tarija, Beni y Pando, que junto a Santa Cruz forman un círculo llamado "Media Luna" en búsqueda de la creación de Gobiernos Regionales Autonómicos.

Los CC tienen una alianza implícita con sectores empresariales y exportadores de Santa Cruz que representan grandes intereses económicos de derecha. Un sector de las CC son la Unión Juvenil Cruceñista, que son individuos organizados como fuerza de choque, que se les acusan de acciones muy violentas y racismo.

FE.JU.VE.

En esta década del 50, en medio del período del MNR, espontáneamente y por intereses netamente barriales, se comienzan a organizar los vecinos de diferentes sectores y aparecen las Federaciones de Juntas de Vecinos (Fejuve) en La Paz.

Estas juntas de vecinos no fueron suficiente para congregar a todos los barrios, ya que el crecimiento de La Paz había convergido en una ciudad anexa: El Alto. El Alto es una ciudad ubicada a treinta minutos de La Paz, situada sobre los 4.000 metros sobre el nivel del mar en el altiplano. Posee el rango de ciudad desde hace 22 años, pero empezó a poblarse hace más de 60, cuando pobladores de diferentes zonas del país migraban a las ciudades escapando de las sequías, cierre de minas, falta de oportunidades, etc.. El Alto es ahora una ciudad con más de 800 mil habitantes, donde más del 80 por ciento son indígenas y de idioma aymara. Es así que en 1957 se crea la FEJUVE – El Alto, hoy la federación de vecinos con mayor prestigio y fuerza en Bolivia.

La exclusión y la discriminación por un lado y la falta de consenso en los métodos por el otro, obligó a las juntas vecinales alteñas y de La Paz a desligarse, convirtiéndose en dos organizaciones paralelas.

En la actualidad la FEJUVE - El Alto es una de las organizaciones que juega un rol primordial en las movilizaciones que determinan los acontecimientos políticos en Bolivia.

1959 - 1980 Periodo de Gobiernos Contradictorios

Barrientos 1964-1969

En 1959, en el contexto político internacional la revolución cubana había cambiado el equilibrio de poder en América Latina y abrió espacios para movimientos marxistas que intentaron la toma del poder. Estados Unidos comenzó a crear una política de respaldo a los ejércitos latinoamericanos en preparación antiguerrillera y apoyo para la toma del

poder por parte de los militares como parte de una política anticomunista.

Un claro ejemplo de estas políticas, es durante el gobierno de Barraientos los sesenta. El gobierno bajó un 40% los salarios de los trabajadores mineros al mismo tiempo que decomisó todas sus radioemisoras. El constante pedido de reposición salarial, y la devolución de las radioemisoras mineras terminaron irritando al general Barrientos. En este contexto la noche del 23 de junio de 1967, los militares por orden del mismo presidente, tiñeron de sangre los campamentos mineros de Siglo XX (Potosí), los ingenios de Catavi y al pueblo civil de Llallagua.

Hasta el dia de hoy La noche de la "Fiesta de San Juan" tiene para los bolivianos un ingrato recuerdo.

Ovando 1969-1971

En 1969, el general Alfredo Ovando tomó el poder con un golpe de Estado, cerro el parlamento y organizó un gabinete mixto entre jóvenes intelectuales de izquierda -entre los que se destacaba Marcelo Quiroga Santa Cruz- y militares.

La dictadura de Ovando abrió relaciones con los países socialistas comenzando por la Unión Soviética. El cuarto congreso de la COB (mayo de 1970) propuso el camino al socialismo y a los trabajadores como vanguardia del proceso de relación con la Unión Soviética.

Ese mismo año en las universidades de Cochabamba (Universidad de San Simón) y La Paz (UMSA) se produjeron fuertes movimientos docente-estudiantiles en contra de la mala administración universitaria, puesto que la masonería mantenía en parte control de los órganos de gobierno, decisión y hasta de la ejecución de las actividades universitarias. Los estudiantes se unieron luego a las fuerzas populares, para luchar por la soberanía nacional y la defensa de los recursos naturales.

En junio de 1971 esas ideas se llevaron a la práctica con la creación de la Asamblea Popular que pretendía sustituir al Parlamento, con la participación de mineros, fabriles, campesinos, intelectuales y universitarios. La Asamblea inauguró sesiones pero nunca pudo deliberar realmente. En 1971 se creó el Partido Socialista bajo la conducción de Marcelo Quiroga Santa Cruz y ese mismo tiempo se fundo el Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR).

Toda esta efervescencia socialista fue truncada con el golpe de estado del general Hugo Banzer. Este nuevo Gobierno declaró ilegales a los partidos de izquierda, canceló el funcionamiento de la COB y toda organización sindical, clausuró las universidades y envió al exilio a centenares de bolivianos.

Banzer 1971-1977

Banzer Participó de la llamada Operación Cóndor conjuntamente con las dictaduras de Chile, Argentina, Uruguay y Paraguay, que generó una acción represiva común con muertes y torturas, encarcelamientos y desapariciones a izquierdistas y comunistas.

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En 1977, ante la presión interna y externa, Banzer convocó a elecciones. Desde esa fecha hasta el año 1982 fue el periodo más inestable y caótico de toda la historia republicana de Bolivia, con nueve presidentes en cuatro años y medio, siete de facto y sólo dos constitucionales.

García Meza 1980-1982

En julio de 1980 se dio nuevamente otro golpe de estado esta vez a cargo de un siniestro general Luís García Meza. Durante el golpe de estado los paramilitares de García Meza arremetieron en las oficinas de la COB (que hacía poco volvía a funcionar) y torturaron y asesinaron al principal dirigente sindical del partido socialista Marcelo Quiroga Santa Cruz junto con otros dos dirigentes.

García Meza abrió un periodo de poder, de corrupción sin límites y generó la mas escandalosa vinculación de importantes ministros de Estado con el narcotráfico.

Nuevos Movimientos Sociales

Katarismo

Entre los años 70 y 80 hubo una serie de protestas y demandas lideradas por el Katarismo, movimiento que reivindica la revolución indigenista de Tupak Katari (Siglo XVIII en la etapa de la lucha contra los españoles, inicio de la etapa de la Independencia). Y que buscaban la inclusión de los sectores indígenas en la vida política de Bolivia. En los noventa aparece como líder del sector indígena el guerrillero del EGTK (Ejército Guerrillero Túpac Katari) y líder del CSUTCB (Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia), Felipe Quispe Huanca "El Mallku". En 1992 "El Mallku" es tomado preso junto al hoy vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, acusados de terrorismo. Después de 5 años de prisión por presión de los movimientos indígenas fueron dejados libres.

Surgimiento de los Movimientos Cocaleros

Con la caída de los precios del estaño en 1985, entonces principal recurso minero de Bolivia, y el cierre de las minas, miles de trabajadores mineros desocupados, buscando fuentes de trabajo para sobrevivir se desplazaron a los valles del Chapare y Los Yungas a cultivar las hojas de coca.

Así se incrementan los trabajadores cocaleros y comienza el movimiento de trabajadores de la hoja de coca, que viene a ser como los "hijos" de los mineros. Los "nuevos" cocaleros copian toda su estructura organizacional de los mineros. Por ejemplo, utilizan las asambleas en su órgano institucional donde los dirigentes resuelven medidas y acciones con las llamadas "bases", las votaciones de las elecciones de su plana directiva, los bloqueos de las avenidas y las calles como medidas de presión, las marchas y las

manifestaciones con detonaciones de cartuchos de dinamita, entre otros.

De esta forma surgen con fuerza las federaciones de cultivadores de hojas de coca como las federaciones del Chapare (Cochabamba) y Los Yungas (Valle de La Paz).

En los ochenta el discurso de las demandas de los cocaleros era campesinista (como un derecho de cultivar la hoja sagrada). Y, en los noventa, el movimiento cocalero defiende un discurso indigenista (donde hacen respetar el cultivo de la hoja de coca, como una tradición milenaria).

Evo Morales y el MAS

En este contexto, en 1995, un dirigente de productores de hoja de coca del valle del Chapare (Cochabamba), llamado Evo Morales, surge en la escena local. Evo Morales defiende el cultivo legal de la hoja de coca y se pone al frente de la erradicación forzosa y otra políticas en contra de los intereses de los productores de coca de la región. Poco tiempo después Morales llega a ser diputado del Parlamento Nacional.

A partir de esto, los sindicatos campesinos empiezan a pugnar por llegar a controlar las estructuras estatales gubernamentales, hasta que los movimientos sociales pasan a ocupar alcaldías e incrementan sus ímpetus por tener presencia en el Parlamento. Como movimientos sociales, esta vez son ellos que luchan por acceder al Gobierno. Nunca más los movimientos sociales, especialmente los campesinos, van a entregar la responsabilidad de lo político en un representante, en una vanguardia, ellos mismos ocuparan los cargos políticos.

De esta manera nació el MAS (Movimiento al socialismo), partido político que en sus inicios estuvo conformado por dirigentes de la Confederación de Cocaleros del Trópico del Chapare, de la cual Evo Morales era el principal dirigente. Desde ese momento se convirtió en una de las fuerzas políticas mas importantes del país.

1987 -2000: Periodo Democrático

En 1987 se realizaron elecciones municipales, recuperando una tradición rota por la "Revolución de 1952". El fortalecimiento de la democracia municipal fue clave para darle mayor poder directo al ciudadano. Desde entonces los procesos electorales municipales se realizaron regularmente.

Fue una etapa de inverosímiles alianzas de partidos políticos para acceder al poder, de retorno de ex dictadores esta vez elegidos democráticamente en elecciones y de una relativa estabilidad social y económica. Pero en 1999 el Gobierno afrontó una severa crisis que lo obligó a dictar una ley de reactivación económica.

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Guerra Del Agua

En el año 2000 el conflicto social sufre una importante transformación con la guerra del agua en Cochabamba y los grandes bloqueos campesinos en Chapare y el altiplano central. La "Guerra del Agua" puso -después de muchos años- en la vitrina de los ojos de la sociedad la fuerza de los movimientos sociales. Mientras en Europa, Estados Unidos, y otros países industrializados aparecía el movimiento antiglobalización como una expresión inicial contra las políticas neoliberales, los campesinos bolivianos protagonizaban la movilización más enérgica contra estas políticas.

Mientras los conflictos sociales habían sido hasta ese día reivindicativos a partir de la fecha se hace un cuestionamiento profundo de las instituciones y los procesos democráticos del país. Los grupos sociales comienzan a demandar del estado beneficios para la población civil, y pone en tela de juicio la manera como el estado ha estado manejando los recursos del país.

Las movilizaciones también generan un cambio fundamental, de los antiguos sindicatos pasan a formar las coordinadoras, que son núcleos de diferentes ocupaciones y clases sociales, que se movilizan bajo una misma causa. Las primeras medidas fueron de presión para bajar las tarifas, pero los reclamos se fueron transformando hasta llegar al las demandas de nacionalización.

La privatización del agua era parte de las políticas privatizadoras impulsadas por el Banco Mundial para América Latina. Fue así que en 1999 el gobierno boliviano resuelve conceder a una empresa transnacional, la Bechtel, Aguas del Tunari en su nombre local, la facultad de gestionar y distribuir toda el agua de la ciudad de Cochabamba y alrededores. La empresa no se hacia responsable por la construcción de proyectos de agua importantes para la zona y se le preemitía libremente el alza de tarifas. Se decía que incluso el agua de la lluvia seria manejada por esta empresa. El contrato fue casi clandestino con una cláusula de confidencialidad. Esto fue considerado por la población como un atropello. Indígenas y campesinos de Cochabamba convocaron a toda la ciudadanía a realizar intensas movilizaciones, luego de varios días de protestas y bloqueos, represión, muertos lograron evitar la privatización del agua en su provincia.

De aquí al 2003 la conflictividad sectorial y las reivindicaciones de indígenas, campesinos, pobres urbanos y trabajadores fueron en aumento.

Febrero Negro

En Febrero de 2003 el Gobierno del entonces presidente Gonzalo Sánchez de Lozada anuncia un impuesto entre el 4.2% y el 12.5% sobre los salarios.

La explosión social logró paralizar (no habían vehículos de El Alto a La Paz y viceversa, las calles y las avenidas estaban bloqueadas) La Paz y El Alto, por

el movimiento "impuestazo", dejando como saldo 33 muertos y 210 heridos.

Sánchez de Lozada dio un paso atrás y desistió de la medida. En ese marco se produjo un enfrentamiento entre policías y militares por conflictos antiguos institucionales.

Guerra Del Gas

En octubre de 2003 se produce la "Guerra del Gas" debido a la intención del entonces presidente de Bolivia, Gonzalo "Goni" Sánchez de Lozada, de comercializar y vender gas a Chile, cuando este país no resuelve el pedido de Bolivia de devolverle la salida al mar que perdió en la Guerra del Pacífico de 1879. Como "Goni" no quiso desistir de esta medida, se produjo una revuelta popular en la ciudad de El Alto, liderada por la Federación de Juntas de Vecinos, FEJUVE – El Alto, y la COR (Central Obrera Regional). Llegaron hasta La Paz y El Alto cocaleros, campesinos y mineros de todo el país junto a sus sindicatos y federaciones. El Alto hubieron bloqueos con piedras y zanjas en calles y arterias que conectan a países vecinos como Perú y Chile.

Las zonas amazónicas del oriente del país estuvieron incomunicadas por cerca de un mes con el occidente del país. No permitiéndose el abastecimiento de alimentos, combustible etc..

El Ejército salió a las calles y realizó una masacre contra civiles dejando como saldo más de 60 muertos y 400 heridos. Esto agudizó el conflicto, en la zona de Senkata se produjo el mayor enfrentamiento, donde destacó la presencia de un líder social llamado "Comandante Osama", quien combatió -junto a vecinos- al Ejército con bombas caseras, cócteles molotov, piedras y zanjas, pero no con armas de fuego. También destacó la presencia del entonces presidente de FEJUVE - El Alto, Abel Mamani, hoy ministro del Agua del actual Gobierno. Fue una especie de combate de guerrilla pero sin armas de fuego por parte de un sector de la población para defenderse de los militares.

Fue aquí, en la "Guerra del Gas", que nació la demanda de la nacionalización de los hidrocarburos, como medida para salir de la pobreza del pueblo boliviano.

Aquí, los mineros tuvieron una participación importante, pues en 1985 muchos de ellos se desplazaron a vivir en El Alto, en los distritos 3 y 8. En estos distritos (zonas Senkata, Santiago II y Nuevos Horizontes) fue donde se realizó la resistencia más fuerte a la represión de los militares.

Sánchez de Lozada, por presión del pueblo y de un sector de los medios de comunicación que pedían su renuncia en sus editoriales, huyó del país a Estados Unidos, donde actualmente está prófugo.

Periodo De Transito

Posteriormente, Carlos Mesa (quien era vicepresidente de "Goni") asumió la jefatura de Estado. Mesa gobernó

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18 meses tratando de contener el descontento popular. Lo hizo con el apoyo implícito de tregua de Evo Morales (dirigente del Movimiento al Socialismo, MAS) y Felipe Quispe (máximo dirigente indígena llamado "El Mallku" o "El Príncipe" traducido del aymara al castellano).

Otra vez, la privatización del agua, esta vez en El Alto (ciudad pobre anexa a La Paz) fue el motivo para desatar un movimiento contra Mesa. Desde el 16 de mayo de 2005 comenzaron los bloqueos de caminos, marchas, piquetes por todo el país, extendiéndose paulatinamente. Lo que se reclamaba era que se vaya del país la empresa Aguas del Illimani (de la Suez de Francia), que brindaba sus servicios en La Paz y El Alto, para que este recurso natural sea nacionalizado. Esta protesta era para que este servicio, al ser estatal, pueda llegar a toda la población, y no sólo a los que pueden pagar. Después de mucha presión, la empresa anunció su salida del país 2003, pero lo hizo recién el año 2007).

A comienzos de junio de 2005, otra vez el occidente de Bolivia estaba completamente bloqueado. Campesinos, trabajadores, pobres urbanos e indígenas eran los protagonistas en las calles.

Además nueve plantas de multinacionales del gas fueron ocupadas, y el resto militarizadas para defenderlas del pueblo, quien pedía la nacionalización de los hidrocarburos, principal recurso energético de Bolivia (hoy nacionalizado por el Gobierno de Evo Morales). El 6 de junio se celebró en La Paz un cabildo (así se llama a una reunión de organizaciones sociales donde se resuelven conclusiones y medidas a tomar por un tema determinado) con la asistencia de decenas de miles de personas. Allí, la Federación de Mineros propuso la creación de una Asamblea Popular, retomando la tradición de los setenta. Tras el cabildo, Mesa renunció.

La transición fue bastante difícil y con mucha presiones de los movimientos sociales en especial de la COR y la FEJUVE - El Alto.

El 10 de junio los mineros se unieron a las movilizaciones y marcharon para cerrar el Parlamento para así evitar que se nombrara como sucesor de Mesa a quien le correspondía constitucionalmente, el derechista Hormando Vaca Diez. La muerte de un minero, asesinado por la Policía, provocó un levantamiento masivo, mucho más violento e imposible de contener.

Pero la protesta no se excedió más de lo que se pensaba los presidentes de las Cámaras de Senadores, Hormando Vaca Díez y de Diputados, Mario Cossío renunciaron a la sucesión constitucional que les correspondía.

Gobierno Del MAS

El entonces presidente de la Corte Suprema de Justicia Eduardo Rodríguez Veltzé asumió la Presidencia. En diciembre de 2005, Rodríguez Veltzé convocó a las elecciones donde los dos principales contendores

fueron: la derecha Jorge "Tuto" Quiroga y la izquierda, al mando de Evo Morales, presidente del MAS y de las seis federaciones de productores de hojas de coca del Chapare (valle de Cochabamba).

Ante la sorpresa de las encuestadoras que no presagiaron algo así, Evo Morales salió primero con cerca del 54 por ciento de los votos, siendo la segunda vez que un candidato presidencial ganó las elecciones con más del 50 por ciento. Evo Morales Asumió la presidencia en enero de 2006, pasando a ser el primer dirigente indígena y cocalero en asumir la jefatura de Estado.

En su primer año de Gobierno Evo Morales ha realizado las siguientes medidas que estuvieron entre sus promesas de candidato:

• Fueron elegidos por vez primera en 24 años prefectos o gobernadores departamentales;

• Se realizó el "Referéndum Autonómico" (autonomía departamental descentralizada del Ejecutivo) donde ganó el "SÍ" en Santa Cruz, Tarija, Beni y Pando, llamado el sector de la "Media Luna" de oposición al Gobierno de Evo Morales;

• Realización de la Asamblea Constituyente;

• Nacionalización de los hidrocarburos;

• Nueva ley de tierras;

• Lucha contra el analfabetismo.

Pero unos de los hechos mas importantes de este periodo de gobierno es que Morales lidera un nuevo tipo de democracia en América latina, donde se busca la inclusión de los pueblos indígenas en las decisiones políticas del Estado.

* Chamorro, Juan Carlos

Preámbulo de la Nueva

Constitución Política del Estado

En tiempos inmemoriales se erigieron montañas, se desplazaron ríos, se formaron lagos. Nuestra amazonia, nuestro chaco, nuestro altiplano y nuestros llanos y valles se cubrieron de verdores y flores. Poblamos esta sagrada Madre Tierra con rostros diferentes, y comprendimos desde entonces la pluralidad vigente de

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todas las cosas y nuestra diversidad como seres y culturas. Así conformamos nuestros pueblos, y jamás comprendimos el racismo hasta que lo sufrimos desde los funestos tiempos de la colonia.

El pueblo boliviano, de composición plural, desde la profundidad de la historia, inspirado en las luchas del pasado, en la sublevación indígena anticolonial, en la independencia, en las luchas populares de liberación, en las marchas indígenas, sociales y sindicales, en las guerras del agua y de octubre, en las luchas por la tierra y territorio, y con la memoria de nuestros mártires, construimos un nuevo Estado.

Un Estado basado en el respeto e igualdad entre todos, con principios de soberanía, dignidad, complementariedad, solidaridad, armonía y equidad en la distribución y redistribución del producto social, donde predomine la búsqueda del vivir bien; con respeto a la pluralidad económica, social, jurídica, política y cultural de los habitantes de esta tierra; en convivencia colectiva con acceso al agua, trabajo, educación, salud y vivienda para todos.

Dejamos en el pasado el Estado colonial, republicano y neoliberal. Asumimos el reto histórico de construir colectivamente el Estado Unitario Social de Derecho Plurinacional Comunitario, que integra y articula los propósitos de avanzar hacia una Bolivia democrática, productiva, portadora e inspiradora de la paz, comprometida con el desarrollo integral y con la libre determinación de los pueblos.

Nosotros, mujeres y hombres, a través de la Asamblea Constituyente y con el poder originario del pueblo, manifestamos nuestro compromiso con la unidad e integridad del país.

Cumpliendo el mandato de nuestros pueblos, con la fortaleza de nuestra Pachamama y gracias a Dios, refundamos Bolivia.

Honor y gloria a los mártires de la gesta constituyente y liberadora, que han hecho posible esta nueva historia.