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Separata Boletín Informativo Techint 310 Mayo - Agosto 2002 Reformas de los noventa, estrategias empresariales y el debate sobre el crecimiento económico Bernardo Kosacoff y Adrián Ramos

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Convertibilidad . politica economica argentina

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Separata Boletín Informativo Techint 310Mayo - Agosto 2002

Reformas de los noventa, estrategiasempresariales y el debate sobre elcrecimiento económicoBernardo Kosacoff y Adrián Ramos

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Reformas de los noventa, estrategiasempresariales y el debate sobre elcrecimiento económico

El presente trabajo argumenta en su introducción, a partir de la caracterización de los últi-

mos años de la economía argentina, que los parámetros fundamentales de ésta no pueden

considerarse fijos. Sin embargo, los autores se proponen identificar los rasgos dominantes a

nivel macro y microeconómico de las últimas décadas, con el fin de encontrar por un lado,

las causas de la actual desorganización económica en la que se encuentra el país, y por el

otro con el objeto de debatir el patrón de especialización económica y el crecimiento de lar-

go plazo de la Argentina.

En la segunda parte se especifican los cambios estructurales ocurridos en la Argentina

en los años ‘90. En particular, se destacan como rasgos estilizados al aumento de la ofer-

ta de crédito internacional y local (desde los inicios de la convertibilidad hasta 1998), el

nuevo papel del BCRA (limitado orgánicamente en el otorgamiento de financiamiento al

gobierno, y de redescuentos), la expansión de la inversión extranjera directa, las privati-

zaciones y concesiones de las empresas del Estado, el control de la inflación, las mejoras

en el orden fiscal (comparado con décadas anteriores) y la integración al MERCOSUR en

el plano del comercio exterior.

En la tercera parte se identifican las estructuras productivas y las transformaciones empre-

sariales de la década. En este sentido, respecto a la dinámica microeconómica de los ‘90,

los autores identifican dos grandes grupos de conductas empresariales, las denominadas

“reestructuraciones ofensivas” que abarcan a 400 empresas (caracterizadas por haber al-

canzado niveles de eficiencia comparables con estándares internacionales) y el resto del

tejido productivo, cerca de 25 mil firmas caracterizadas por llevar a cabo los denominados

“comportamientos defensivos”, que aún mantienen vigentes ciertos rasgos de la etapa sus-

titutiva de importaciones. Sin embargo, se sostiene que quizás el rasgo más saliente de la

conformación productiva en los años noventa sea la heterogeneidad de estrategias empre-

sariales en donde la producción local, se combinó con la importación de insumos y de

bienes finales, con el fin de aprovechar las nuevas reglas del juego económico.

En la última sección se aborda la problemática del crecimiento económico de largo pla-

zo y se sugieren medidas para acrecentar el potencial de la economía. En este sentido,

se sugieren medidas para la generación y fortalecimiento de las redes productivas y se

aborda el patrón de especialización que debe seguir la economía en función de los re-

cursos existentes. Por último, se brindan explícitas recomendaciones sobre la utilización

de políticas públicas en función de recrear un crecimiento económico sustentable.

Bernardo Kosacoff es Director

de CEPAL - Naciones Unidas,

Oficina en Buenos Aires y

Profesor Titular en la

Universidad Nacional de

Quilmes.

Adrián Ramos es investigador

de CEPAL, Naciones Unidas.

Obtuvo el Master of Science in

Economics en The London

School of Economics and

Political Science y la

Licenciatura en Economía en

la Universidad de Buenos

Aires. Docente de Economía

Industrial en la Universidad de

Buenos Aires y de Política

Económica en la Universidad

Nacional de Quilmes.

Se agradecen los comentarios

de Pierluigi Molajoni.

Bernardo Kosacoff y Adrián Ramos

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A fines de 2001, el colapso del régimen económico configurado en los años no-venta profundizó la crisis y generó una desorganización de la actividad

económica hasta en los elementos más básicos. Tras una década de convertibilidad,Argentina enfrentaba el desafío de rediseñar prácticamente desde la nada las reglascentrales del juego económico, en sus aspectos cambiario-monetarios, fiscales y fi-nancieros. Previo a cualquier consideración acerca del crecimiento de mediano ylargo plazo hacía falta restablecer cierta normalidad en el funcionamiento del sistemaeconómico. En este sentido, recuperar los atributos que dan cuenta de la existenciade una moneda (ser unidad de cuenta, medio de cambio y, como objetivo futuro, re-serva de valor), reconstituir la trama de relaciones contractuales y relanzar unsistema financiero que pueda administrar las transacciones, captar parte del ahorrolocal y retomar el otorgamiento de crédito aparecían como objetivos básicos.

La forma que adquiera la resolución definitiva de la actual crisis de confianza y de-sorganización del sistema económico depende tanto de las reformas de políticafiscal, monetaria y financiera que implemente el gobierno como de la asistencia fi-nanciera internacional (no sólo en cuanto a la provisión concreta de recursos, sinoen términos de generar expectativas sobre la viabilidad de la economía). En la ac-tual situación es muy difícil generar credibilidad internamente, por lo que la demoraen alcanzar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional constituye un factoradicional de inestabilidad económica. De todos modos, pasan a ser fundamentaleslos resultados que se vayan observando, en particular, en términos de la tasa de in-flación, el tipo de cambio, el nivel de actividad económica y la evolución de laemergencia social. En este sentido, hacia mediados de 2002, en un contexto de altaincertidumbre, aparecían algunos indicios que se podían considerar como positi-vos: una demanda por la moneda local para transacciones sorprendentementeresistente, un freno a la abrupta caída del nivel de actividad, un notable superávitcomercial, un rápido ajuste de las empresas a las nuevas condiciones del entorno,entre otros. Sin embargo, en lo inmediato, Argentina debía aún evitar caer en unasituación de inestabilidad extrema (del tipo de la hiperinflación). Este desafío cons-tituye una condición necesaria para que se recupere un sendero de crecimientosostenido en los próximos años.

Uno de los problemas centrales de economías como la Argentina, caracterizadaspor una historia de considerable volatilidad económica es la dificultad que apare-ce para identificar y extrapolar tendencias individuales o agregadas de ingreso yproducto. Si se observa la evolución del producto por habitante en dólares cons-tantes, como un indicador del poder de compra de los ingresos generadosinternamente y de la capacidad de gasto de los agentes económicos, se verifica queen 1980 (por cierto en un estado de sobrevaluación cambiaria) los argentinos gene-raban un PBI por habitante similar al que hoy tienen países como España, en tornoa los 15 mil dólares del año 2000. Esta situación se mostró insostenible y un par deaños después el producto por habitante se ubicó alrededor de los 5 mil dólares. Lainestabilidad de fines de los años ochenta que culminó en los episodios hiperinfla-cionarios colocó el nivel en un mínimo, superando apenas los 3 mil dólares porhabitante, un valor inferior al de muchos países latinoamericanos. Pero poco tiem-po después, en los años noventa, la Argentina alcanzó y mantuvo durante casi unadécada un PBI con valores que oscilaban alrededor de los 8 mil dólares per cápita.

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La desorganización económica y la identificación del senderode crecimiento

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En estas circunstancias, los parámetros fundamentales de la economía no pueden consi-derarse fijos. Los agentes económicos toman decisiones haciendo conjeturas acerca dela futura evolución e intentan aprender sobre cuál es el comportamiento del entornoen el que actúan. Pero a la vez, el propio accionar de estos agentes en el conjunto mo-difica la performance económica y por lo tanto, influye también sobre las percepcionesque tienen acerca del grado de certeza de sus proyecciones y decisiones (Heymann ySanguinetti, 1998). En este sentido, la década de los años noventa aparece como un pe-ríodo donde este comportamiento de revisión de expectativas trajo consecuencias deprimer orden sobre las fluctuaciones cíclicas observadas y donde las decisiones econó-micas que fueron adoptadas en base a previsiones de crecimiento de los ingresosfuturos que después no se confirmaron, terminaron provocando la crisis económica.

No es imprudente sostener que la Argentina de hoy se parece muy poco a lo quese podría haber proyectado pocos años atrás. Pero tampoco lo es, que el país de losaños noventa no se parecía a las percepciones sobre el futuro que presumiblemen-te se habían generado los agentes económicos en medio de la hiperinflación. Encualquier caso, parece quedar en evidencia que prever el futuro no es una tareasencilla en economías como la Argentina.

La política económica en los años noventa y el proceso dereformas estructurales

El inicio de la década de los noventa se produce en simultáneo con una etapa decambios políticos y económicos significativos, tanto a nivel nacional como en elcontexto regional e internacional. Los impulsos provenientes de factores externosdesempeñaron un papel protagónico, en particular, el aumento notable de la ofer-ta de crédito internacional para los países denominados emergentes y los mayoresprecios para los productos de exportación. Sin embargo, la década se caracterizaprincipalmente por las reformas de política doméstica encaradas. A lo largo de losaños noventa la Argentina implementó una serie de profundas reformas económi-cas que tuvieron como ejes la estabilización de precios, la privatización o concesiónde activos públicos, la apertura comercial para amplios sectores de la economía lo-cal, la liberalización de buena parte de la producción de bienes y la provisión deservicios y la renegociación de los pasivos externos (Heymann, 2000).

La política monetaria fue uno de los ámbitos objeto de grandes cambios. En 1991,mediante la sanción de una ley, se estableció un esquema de convertibilidad contipo de cambio fijo entre la moneda local y el dólar estadounidense (a razón de 1peso por dólar). Se reformó también la Carta Orgánica del Banco Central para ade-cuarla al nuevo esquema, limitando a la entidad en el financiamiento al gobiernoy en el otorgamiento de redescuentos. Asimismo, en 1992, el gobierno nacional al-canzó un acuerdo con los acreedores externos por el cual se reemplazaba la deudade capital e intereses atrasados con los bancos por bonos públicos de largo plazocon garantía, en el marco del denominado Plan Brady.

Luego del inicio del programa económico, la tasa de inflación mostró una discon-tinuidad hacia abajo y siguió disminuyendo gradualmente. Esta ruptura con elpasado inflacionario se constituyó en un elemento crucial para la evolución de lasactividades económicas, dada su importancia para la formación de precios y la de-manda de activos. La ampliación del horizonte de las decisiones inducida conllevóun cambio de primer orden para la formación de capital.

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La estabilización de precios estuvo acompañada por un aumento apreciable del vo-lumen de crédito, denominado tanto en dólares como en pesos convertibles. Prontose pudo notar que el funcionamiento del mercado de crédito, y de un modo más ge-neral el conjunto de las relaciones contractuales, en gran medida se basaban enexpectativas respecto a la continuidad del régimen cambiario. De ese modo, estecomportamiento de los agentes económicos determinaba un aumento de los costospercibidos y efectivos de salida del régimen de convertibilidad.

En relación a la reforma del funcionamiento y alcance del Estado, se sancionó unaley que declaró sujetas a privatización o concesión a un amplio conjunto de empre-sas y actividades del sector público. Este proceso se desarrolló con suma celeridad:en el año 1990 fueron traspasadas al sector privado las empresas de telefonía (EN-Tel) y de aeronavegación (Aerolíneas Argentinas). A ellas siguieron áreas y otrosactivos petroleros (1991 y 1992), las empresas de electricidad y gas (1992), la side-rúrgica estatal SOMISA (1992) y la petrolera YPF (1993), entre otras operaciones.

El comportamiento de la política fiscal a lo largo de los años noventa es aún deba-tido. Cuando se compara con la década precedente, la gestión fiscal presentamejoras apreciables. Sin embargo, la sustentabilidad del régimen cambiario reque-ría como condición necesaria que la reducción del déficit no se interrumpiera alpromediar la década, sino que los esfuerzos por aumentar la solvencia del sectorpúblico se reforzaran aún más. Inicialmente, los efectos sobre los ingresos públicosdel desempeño del producto agregado y de las privatizaciones dieron lugar a unaumento del gasto público que acompañaba la revaluación real de la economía. Altiempo, se concentraba la estructura impositiva en pocos gravámenes y se amplia-ba la base imponible. Posteriormente, los ingresos se vieron afectados por laspropias reformas estructurales (en particular, la reforma del sistema de seguridadsocial) y la crisis financiera originada en México. A partir de ahí, y más aún desdeel contexto recesivo iniciado a mediados de 1998, se desarrolla un período caracte-rizado por las tensiones crecientes entre las demandas de gasto público, la caída enla recaudación y los intentos de solucionar parte de los problemas de precios rela-tivos a través de la gestión fiscal.

La política de comercio exterior en los años noventa tuvo en la apertura comercialy la integración regional a dos de sus pilares. La reducción de aranceles y barrerasno arancelarias a las importaciones y la eliminación de impuestos a las exportacio-nes modificaron los incentivos a la producción y a la demanda de bienes. El procesode integración regional en el MERCOSUR se intensificó en la década y junto con laapertura comercial condujo a un aumento notable de los flujos de comercio entrelos países miembros. Las políticas comerciales y la actitud hacia el proceso de inte-gración se vieron severamente afectadas por los problemas de competitividad delos bienes transables internacionalmente, particularmente a partir de la devalua-ción brasileña a comienzos de 1999.

El desempeño macroeconómico de inicios del decenio de los noventa se caracterizópor un aumento notable de la demanda interna, impulsada por el crecimiento de laoferta de crédito local e internacional. El origen de este comportamiento se vinculacon las expectativas positivas de ingresos futuros derivadas del cambio del régimeneconómico que impulsan aumentos en el consumo y generan nuevas oportunidadesde inversión. La menor restricción financiera se verificaba no sólo en la recuperacióndel crédito bancario, producto de una monetización creciente, sino también en el au-ge del mercado de capitales donde se emitían títulos de deuda y acciones pormontos significativos. El aumento de la demanda agregada fue difundido en los dis-tintos sectores de la economía, aún cuando hay que notar que el elevado ascenso del

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producto manufacturero fue inferior que el del producto total. El escaso impacto dela expansión de la producción sobre la ocupación, derivado de los efectos negativosde la reestructuración productiva, contribuyó a elevar el desempleo. El abrupto au-mento en las importaciones de bienes, sumado a exportaciones que no respondíandel mismo modo, generaron saldos comerciales negativos de magnitud considera-ble. Asimismo, los déficit en la cuenta corriente del balance de pagos comenzaban asuscitar algunas dudas respecto a la sustentabilidad del esquema macroeconómico,aunque eran cubiertos y en exceso por los ingresos de inversión extranjera y las ope-raciones de crédito internacional.

En este contexto, los incrementos de la tasa de interés internacional y la devaluaciónmexicana provocaron una crisis financiera en 1995. Este shock derivado de la retrac-ción en la oferta de crédito tuvo un impacto inmediato sobre el nivel de actividad y eldesempleo, y afectó severamente al sistema financiero. Es probable que la rápida su-peración de la crisis, sustentada en mejoras en los precios internacionales, en elcrecimiento de la demanda brasileña posterior al lanzamiento del Plan Real y en re-formas regulatorias en el sistema financiero, haya contribuido a reafirmar laspercepciones positivas sobre el crecimiento de los ingresos y la solidez de un esque-ma macroeconómico que ahora incrementaba las exportaciones, el ahorro y el empleo.

Desde 1998, la economía argentina estuvo afectada por varios shocks negativos enforma simultánea. Los efectos de la crisis rusa sobre el acceso al financiamiento ylas tasas de interés en los países emergentes, la posterior devaluación y modifica-ción del régimen cambiario en el principal socio comercial, la abrupta caída en losprecios de los productos que exporta el país, la persistente fortaleza del dólar res-pecto a otras monedas del mundo y el continuo desplazamiento del sector privadode los mercados de financiamiento interno por parte del sector público, constitu-yen los ejemplos más destacados de lo ocurrido. A fines de la década, el inicio deun largo período dominado por la recesión y la deflación de precios generó tensio-nes crecientes y modificó las expectativas respecto al potencial de crecimiento dela economía y la solvencia del sector público, provocando por último el colapso de-finitivo del régimen económico.

Estrategias productivas y transformaciones empresariales enel decenio de los noventa

Desde comienzos de la década del noventa las empresas argentinas se encontraronfrente a un escenario en donde a las transformaciones que se sucedían en el plano in-ternacional, se agregaba el cambio radical en las reglas de juego que enfrentabanpreviamente en el mercado doméstico. En respuesta a una nueva configuración delmarco competitivo local, caracterizada por el desmantelamiento del viejo régimen re-gulatorio que sustentó la etapa de la industrialización sustitutiva de importaciones(ISI) y la puesta en marcha de un programa de reformas estructurales pro-mercado, co-menzaron a desplegarse fuertes procesos de reconversión, en los cuales se alterantanto las estrategias como el peso relativo de las distintas actividades y agentes eco-nómicos, así como las prácticas productivas, tecnológicas y comerciales.

La dinámica microeconómica de los noventa es el resultado de estrategias puestas enpráctica por los agentes económicos y fundadas en el desarrollo de capacidades adqui-ridas en el pasado y en los límites impuestos por un entorno económico en transición.En este proceso, las distintas respuestas de las firmas determinaron resultados contra-puestos que se pueden estilizar en dos grandes grupos de conductas empresariales.Por un lado, aparecen las denominadas “reestructuraciones ofensivas” que se caracte-

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rizan por haber alcanzado niveles de eficiencia comparables con las mejores prácticasinternacionales y que abarcan a un grupo reducido de alrededor de 400 empresas.Aunque se pueden encontrar casos en casi todo el entramado productivo, predominanparticularmente en las actividades vinculadas a la extracción y procesamiento de re-cursos naturales, las ramas productoras de insumos básicos y en parte del complejoautomotriz. Por otro lado, el resto del tejido productivo, cerca de 25 mil firmas si no seconsideran las microempresas, se caracterizó por llevar a cabo los denominados “com-portamientos defensivos” que a pesar de los avances en términos de productividadcon respecto al propio pasado están alejados de la frontera técnica internacional ymantienen vigentes ciertos rasgos de la etapa sustitutiva, tales como una escala de pro-ducción reducida o escasas economías de especialización (Kosacoff ed., 2000).

Se puede afirmar que el proceso de estabilización económica encarado en los no-venta aumentó la capacidad de prever la evolución de las principales variablesmacroeconómicas de modo notable e implicó una ventaja incomparable para la or-ganización de las actividades productivas. Sin embargo, surgió un nuevo tipo deincertidumbre, que puede denominarse estratégica, y que se corresponde con lamodificación del entorno competitivo de las firmas y con las nuevas reglas de jue-go que determinan qué van a producir las empresas y cómo lo van a hacer.Decisiones sobre inversión en activos específicos, incorporación o reemplazo de lí-neas de producción, calificación de recursos humanos en la firma o el sendero aseguir de aprendizaje tecnológico adquieren una dimensión inasible y de difícilevaluación con los esquemas predominantes en una economía semicerrada. Estasnuevas tendencias es posible ejemplificarlas al considerar las diferentes perspecti-vas que confluyen en el traspaso de firmas locales a manos de filiales de empresastransnacionales. Razones de índole financiera, tecnológica y organizativa jugaronun papel destacado a la hora de tomar una decisión de compraventa, en un con-texto de ausencia de políticas públicas para fortalecer el desarrollo empresarial.Pero también, pasó a ser decisiva cierta incapacidad para responder de maneraadecuada al desafío de operar en contextos de economía abierta y fuerte interna-cionalización, donde el posicionamiento estratégico definido por la casa matriz dela transnacional fue clave para aminorar las incertidumbres.

Uno de los aspectos centrales de las transformaciones estructurales fue la reconfi-guración del perfil empresario respecto del vigente durante el proceso sustitutivo.Un panorama general indicaría que a la retirada de las empresas estatales, y cier-ta involución de las pequeñas y medianas empresas, se suma la reorganización delos conglomerados económicos locales y el liderazgo y sostenido dinamismo de lasempresas transnacionales.

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Evolución de flujos y stock de IED en Argentina, 1990-1999 (millones de dólares)

30.000

25.000

20.00

15.000

10.000

5.000

0

80.000

70.000

60.000

50.000

40.000

30.000

20.000

10.000

0

1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999

Flujos de IED Acervo de IED

Flujos de IED

Flujos de IED corregida

Stock IED

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Dentro del universo de empresas productivas hay que destacar en primer lugar elcomportamiento de las empresas transnacionales, cuyas estrategias principales es-tán asociadas a los flujos de inversión extranjera directa que ingresaron durante losaños noventa. Hacia fines del decenio de los ochenta comenzó una recuperación enlos flujos de IED que alcanzó niveles notables y crecientes en la década siguiente. Se-gún estimaciones oficiales entre 1990 y 2000 ingresaron 78 mil millones de dólaresde IED, por lo cual el acervo de capital extranjero creció a tasas anuales superiores a20% y superó los 80 mil millones en el año 2000 (Kulfas, Porta y Ramos, 2002).

La inversión extranjera lideró el proceso de reconversión productiva de los noven-ta en especial en aquellos aspectos modernizadores del proceso y se destaca laelevada correlación entre los sectores más dinámicos de la producción local y el au-mento de la participación del capital extranjero en dichos sectores. Aún en el marcode estrategias destinadas en buena medida al aprovechamiento del mercado do-méstico o subregional, las filiales realizaron inversiones tendientes a utilizar máseficientemente sus recursos físicos y humanos y, mucho más selectivamente, a inte-grarse de un modo más activo en la estructura internacional de la corporación.

Es posible identificar dos etapas en el comportamiento de los flujos de IED haciala Argentina. Entre 1990 y 1993, más de la mitad de los ingresos de inversión ex-tranjera corresponden a operaciones de privatización y concesión de activospúblicos. Con posterioridad, las fusiones y adquisiciones de empresas privadasadquiere el rol central en el crecimiento de las inversiones extranjeras en el país.En suma, a diferencia de períodos anteriores, la mayor parte de los fondos de IED(al menos el 56% de los flujos totales entre 1992 y 2000) se destinaron a la comprade activos existentes, tanto estatales como privados.

El proceso de fusiones y adquisiciones de empresas en la Argentina acumula entre1990 y 1999 un monto de más de 55 mil millones de dólares, de los cuales el 88%corresponde a desembolsos de empresas de capital extranjero. La ventaja decisivade las filiales de transnacionales sobre las empresas locales residió en el control delos aspectos tecnológicos, en las habilidades ya acumuladas para operar en econo-mías abiertas y en la capacidad de financiar la reconversión. Sin embargo, el aportede las firmas de capital extranjero a la generación de encadenamientos producti-vos, a la difusión de externalidades y a una inserción activa en redes dinámicas decomercio internacional siguió siendo débil.

Una tercera parte de los flujos de IED hacia la Argentina entre 1992 y 2000 se concen-tran en el sector petrolero y un 23% tiene como destino a la industria manufacturera(donde se destacan las actividades productoras de alimentos, el sector químico y elcomplejo automotriz). Los servicios públicos privatizados o concesionados (electrici-dad, gas, agua, transporte y comunicaciones) alcanzan el 21% del total y el sectorfinanciero el 11% de los flujos de IED del período.

El hecho más destacado en cuanto al origen geográfico de la IED es el notable aumen-to de la inversión de empresas españolas por el cual España es el principal inversorextranjero durante los noventa en la Argentina. El conocimiento de aspectos culturales,linguísticos, o del sistema legal y administrativo son los fundamentos de inversionesque comprenden casi el 40% del total de los flujos de IED del período 1992-2000 y el28% del stock de IED en el último año (sólo superado por Estados Unidos). Otros paí-ses con inversiones destacadas son los Estados Unidos (con el 25% de participación enla década), Francia, Chile, Italia, Países Bajos, Alemania y Reino Unido.

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Los años noventa marcaron un cambio de rumbo en la dinámica de los conglomera-dos económicos locales en la Argentina. Las nuevas condiciones económicas abrieronmúltiples oportunidades de negocios en un clima de estabilidad y crecimiento, peroal mismo tiempo los enfrentaron a la contestabilidad de la competencia internacional.Por un lado, su articulación previa con el Estado les permitió, asociados a inversoresy bancos extranjeros, un ventajoso posicionamiento en las privatizaciones y concesio-nes de activos públicos. Tiempo después muchos de estos conglomerados localesvendieron sus participaciones accionarias a los inversores extranjeros. Por otro lado,la apertura y desregulación económica a la vez que significó el acceso a los mercadosfinancieros internacionales debilitó significativamente las bases para acumular exclu-sivamente y con cierto poder monopólico en el mercado local. Las condiciones deliquidez internacional facilitaron el endeudamiento para adquirir compañías estata-les y diversificar sus inversiones, incluyendo inversiones localizadas en el exterior.

A diferencia de etapas anteriores en la historia económica argentina, la conducta delos conglomerados locales en los años noventa es altamente heterogénea y cambian-te. El tipo de producción, el grado de diversificación inicial, el tamaño relativorespecto a los competidores internacionales, la conducta de la demanda, la etapa decambio generacional por la que transita el grupo económico incidirán de modo de-terminante para conformar distintos senderos de ajuste. Sin embargo, las estrategiasque siguieron poseen algunos rasgos comunes: una tendencia a la especialización enun conjunto más reducido de actividades respecto al pasado, una expansión haciaterceros mercados mediante la inversión directa y la concentración de las activida-des productivas en sectores con mayores ventajas naturales o menor transabilidady escasa presencia en los sectores más dinámicos internacionalmente basados en elconocimiento y la innovación tecnológica.

Como fuera señalado anteriormente, surge como un elemento distintivo del posi-cionamiento estratégico de los conglomerados la realización de inversiones directasen el exterior, con una intensidad y una modalidad muy distinta que la verificadaen la etapa de la ISI. La mayor parte de las inversiones en el exterior se destina aotros países latinoamericanos, aún cuando existen casos de inversiones directas enEstados Unidos, Europa o el Este Asiático. Los conglomerados económicos localesconducen este proceso basados en capacidades de management, conocimiento y ma-nejo de tecnologías maduras, acceso a recursos financieros o la capacidad de operaren entornos culturales similares o el conocimiento de condiciones específicas deciertos mercados próximos. Algunos grupos nacionales buscan mediante este tipode estrategia alcanzar el liderazgo mundial o regional en segmentos de mercado es-

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Estrategias de las empresas transnacionales en los años noventa

Sectores Part. en Ventajas de localización Tipo de inversión Mercado

principales flujos de IED o factores de atracción

Servicios públicos 37% Regulación Market seeking Interno

Mercado cautivo, monopolio rentabilidad garantizada Rent seeking

Servicios privados 11% Regulación Market seeking Interno

(financieros y comerciales) Perspectivas del mercado interno

Alimentos 6% Perspectivas del mercado interno Market seeking Interno

Químicos livianos Posición de mercado Eficiency seeking y algo

Bebidas Protección natural MERCOSUR

Automotriz 5% Regulación Eficiency seeking MERCOSUR

Autopartes Perspectivas del mercado regional Market seeking

Commodities agroindustriales 28% Ventajas naturales (expansión de la frontera) Resource seeking Mundial

Petróleo Privatización MERCOSUR

Minería Regulación Mundial

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pecíficos. Para otro grupo de empresas, la internacionalización a través de la inver-sión directa es indispensable para la propia supervivencia y expansión en el nuevocontexto económico (Kosacoff, 1999).

Existe un cierto consenso en que los rasgos predominantes de las PyMEs argenti-nas durante la ISI eran la centralización de la gestión en la figura del dueño, lainserción externa poco significativa, el predominio de estrategias defensivas, elamplio mix de producción, la escasa especialización productiva, la reducida coo-peración con otras firmas, la escasa relevancia de las actividades de innovación yel reducido nivel de inversión. Estas características, que en gran medida persistie-ron en el transcurso de los años noventa, condicionaron las respuestas quepudieron implementar frente a las reformas estructurales.

Se pueden identificar tres grupos de PyMEs con características y demandas espe-cíficas propias: i) un grupo minoritario de firmas de elevado posicionamientocompetitivo (5% del total) que exhibía rasgos de excelencia productiva y comercialy con perspectivas favorables para adaptarse a las nuevas reglas del juego; ii) ungrupo numeroso de PyMEs (30% del total) con un reducido posicionamiento com-petitivo y escasas posibilidades de sobrevivir en el escenario de los años noventay iii) la mayor parte de las PyMEs, de “conductas estratégicas defensivas” que en-frentaban un desafío refundacional.

En este contexto, la dificultad de definir una estrategia productiva adecuada duranteel proceso de transformación económica abarcó al conjunto de PyMEs, independien-temente de su especialización productiva. El nuevo ambiente económico aumentó laincertidumbre de las firmas y la cantidad y calidad de la información que debían pro-cesar. La preocupación por la situación y perspectivas de las PyMEs se expresó en laproliferación de distintas iniciativas gubernamentales –en las áreas de financiamien-to, asistencia técnica, información, etc.– (las cuales, en general, han tenido, pordistintas razones, grandes dificultades para cumplir sus objetivos), en la actuación ypropuestas de las distintas cámaras empresarias, así como en los reclamos que, des-de el ámbito social y político, apuntaban a la protección y promoción de las PyMEs.

La creciente tendencia a la adopción de tecnologías de producto de origen externo conniveles cercanos a las mejores prácticas internacionales fue en desmedro de la genera-ción de esfuerzos adaptativos locales. Esto implicaba una brecha menor en términos detecnologías de producto, pero una pérdida significativa en la adquisición de capacida-des domésticas mediante actividades de investigación y desarrollo. Sin embargo, lafuerte incorporación de máquinas y equipos importados necesariamente estuvo acom-pañada de cambios organizacionales y de mayores inversiones en capacitación.Asimismo, la tendencia hacia la desverticalización de la producción se afianzó funda-mentalmente a través de la incorporación de partes y piezas importadas, reduciendola probabilidad de conformar redes de producción basadas en la subcontratación local.

En resumen, los principales elementos que caracterizan al desempeño de la microeco-nomía en los años noventa son la disminución del número de establecimientosproductivos, el aumento del grado de apertura comercial (con énfasis por el lado de lasimportaciones), un proceso de inversiones basado en la adquisición de equipos impor-tados, el aumento de la concentración y la extranjerización de la economía y la caídaabrupta del coeficiente de valor agregado. Asimismo, hubo una mayor adopción de tec-nologías de producto de nivel de frontera tecnológica y de origen externo, un abandonode la mayor parte de los esfuerzos tecnológicos locales en la generación de nuevos pro-ductos y procesos, una desverticalización de las actividades basada en la sustitución devalor agregado local por abastecimiento externo, una reducción en el mix de producción

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junto con una mayor complementación con la oferta externa, una creciente externaliza-ción de actividades del sector servicios, una mayor internacionalización de las firmas yla importancia de los acuerdos regionales de comercio en las estrategias empresariales.Pero quizás el rasgo más saliente de la conformación productiva en los años noventa seala hetoregeneidad. Es indudable que no todos los agentes económicos elaboraron deigual manera el desafío que presentaba el paso del taller a la empresa: nuevas estrategiasproductivas en donde la producción local, se combinó con la importación de insumos yde bienes finales, con el fin de aprovechar las nuevas reglas del juego económico.

En los últimos años el retorno a la extrema volatilidad del entorno condujo a que lasdecisiones de producción e inversión se vieran gravemente afectadas y a dudas cre-cientes respecto a la solvencia de un grupo numeroso de empresas. Los problemasactuales de la economía argentina aún generan notables perturbaciones financieras ycomerciales. Las consecuencias negativas en el plano empresarial todavía se están des-plegando y aún no surge con claridad cuales serán las respuestas dominantes de losagentes económicos ante el regreso de una elevada incertidumbre macroeconómica.

Patrón de especialización y crecimiento económico de largo plazo

La riqueza económica de un país, como la de cualquier empresa o individuo, surgede los ingresos que generan y generarán en el futuro los activos con los que cuenta.En el caso particular de un país, la cantidad y calidad de los recursos humanos queposee, el acervo de maquinarias y equipos de producción, los recursos naturales quese encuentran en el territorio que lo contiene, la infraestructura física que desarrollóen el pasado constituyen los principales activos a considerar. Pero aquello que es sig-nificativo para el bienestar de la población no es sólo el nivel actual de producciónsino particularmente su capacidad de aumento en el tiempo.

Debido a la incorporación de nuevos desarrollos conceptuales y de un herramen-tal econométrico y de procesamiento de datos que no estaba disponible en épocasanteriores, la teoría económica nos enseña que el crecimiento de largo plazo se ex-plica en gran medida por la capacidad que tienen las economías para la generacióne incorporación de conocimientos y tecnologías, por la educación y el entrena-miento de la mano de obra, por los cambios en la organización de la producción ypor la calidad institucional. Pero también nos enseña que para que los países pue-dan aplicar de modo efectivo las nuevas tecnologías y cierren las brechas deproductividad que los separan de las naciones avanzadas deben realizar esfuerzosendógenos de desarrollo de capacidades locales y de fortalecimiento institucional.

Una parte significativa de la competitividad de la producción se basa en las formasde articulación entre las diversas etapas de producción y comercialización: desdeel insumo básico hasta el consumidor final. Para ello, es preciso generar y fortale-cer las redes productivas mediante el estímulo al desarrollo de eslabonamientos deproveedores y de cadenas de comercialización, la coordinación de inversiones enactivos complementarios en la trama y promoviendo la incorporación de mejorasde calidad a través de la interacción entre firmas, una información compartida y laidentificación conjunta de mejoras productivas. El impulso a la conformación deestas redes productivas tiende a romper con los falsos dilemas de la empresa gran-de vs. la PyME y del sector agropecuario vs. la industria vs. los servicios.

La Argentina es un país que posee una dotación relativa de activos abundante enrecursos naturales. Estos recursos además tuvieron un avance notable en los últi-mos años, no sólo en los agropecuarios, sino en los energéticos, forestales, mineros,

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pesqueros. Abundantes recursos naturales aumentan el nivel de la riqueza de unpaís y favorecen las capacidades potenciales de crecimiento económico, pero nogarantizan el crecimiento sostenido. La “Argentina pastoril” es un mito del sigloXIX que hoy no tiene sustento. Las políticas de subsidios al sector agroindustrialen los países centrales y los problemas vinculados a la volatilidad de los precios deexportación de las commodities son sólo algunos ejemplos de los problemas a losque debe hacer frente un país como la Argentina. De cualquier modo, el desafío deaumentar la calidad del patrón de especialización productivo incorpora el mejoraprovechamiento de los recursos naturales.

El actual patrón exportador argentino refleja el grado de competencia que se alcanzóen las producciones basadas en los recursos naturales (agrícolas, energéticos, forestalesy mineros) y en la producción de insumos básicos (aluminio, petroquímica y siderur-gia). Pero, a su vez, nos ilustra sobre el potencial aún no desarrollado para avanzar conestos productos. La posibilidad de utilizar los recursos naturales y los insumos básicosen cadenas productivas con mayor valor agregado, transitando al mundo de los pro-ductos diferenciados es una alternativa que permitiría superar algunas dificultades.Este avance solo se puede generar a partir de una fuerte articulación entre la base pri-maria y los servicios técnicos de apoyo a la producción, comercialización, distribución,logística, transporte e industria (insumos y producción de maquinaria).

La industria manufacturera posee potencial para el desarrollo de algunos sectores debienes de consumo intensivos en el uso de diseño. Sustentados en una trama produc-tiva de proveedores y subcontratistas tal sería el caso de las confecciones, zapatos,muebles, artefactos de iluminación, industria gráfica. Sería factible el crecimiento deactividades caracterizadas por series cortas de producción, en metalmecánica y quí-mica fina. La reestructuración del complejo automotriz tiene un lugar central en elrediseño productivo. Las actividades turísticas aparecen con una gran oportunidadpara su expansión, así como la producción de software y servicios informáticos. Encualquier caso, este camino requiere de un uso intensivo de la calificación de los re-cursos humanos y del fortalecimiento del sistema innovativo nacional.

La tarea de construir el mercado, a partir de igualar las oportunidades, mejorar lascapacidades, desarrollar las instituciones y replantear el papel de la empresa en el sis-tema económico, permitiría crear un nuevo entorno para fortalecer el progresoeconómico. En este sentido, las políticas productivas en el nuevo siglo parecen tenertres ejes clave que las ordenan: fortalecer las capacidades de la economía, medianteel fomento del entrepreneurship y la innovación, la inversión en educación, y el mejorfuncionamiento de los mercados de capital; estimular la cooperación intra y entre fir-mas e instituciones, en términos sectoriales, regionales y locales; y por último,fomentar la competencia, a través de la apertura de mercados y la transparencia.

Las políticas públicas, con instrumentos distintos a los empleados en el pasado, de-bieran actuar como catalizadoras de los procesos de transformación, respetandoalgunos requisitos básicos sin los cuales pierden efectividad. El primero de ellos esque estén insertas en una estrategia económica de irrupción en el mercado mundial;en segundo lugar, que se garantice la continuidad en el tiempo de las políticas; entercer lugar, que exista coordinación y consistencia con el resto de las políticas públi-cas; y en cuarto lugar, la creación de instancias institucionales del estado y de lasociedad civil con contrapesos para la ejecución de las políticas de modo que reduz-can el riesgo de captura rentística.

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