L Los inicios de la literatura a pesar de que en esa ...

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SIGLO NUEVO 75 L a propiedad conmutativa de algunas operaciones mate- máticas permite que al cam- biar el orden de los factores no se altere el producto. En Literatura, la cuestión es muy distinta. Decir que en “el Caribe se vive como se escribe” conduce, gracias a la voz del cantautor español, Luis Eduar- do Aute, a la figura del autor nor- teamericano Ernest Hemingway. Si decimos que “en el Caribe se escribe como se vive”, nos trasla- damos, gracias a la lectura y a los estudios que la complementan, al destino antillano en el que aguarda por nosotros el escritor estadouni- dense Robert Antoni. Nacido en 1958, Antoni estudió en la Universidad de Duke. Luego hizo posgrados en escritura creativa en la Universidad Johns Hopkins y en el Taller de Escritores de la Uni- versidad de Iowa. Hoy día es uno de los puntales de la ‘literatura caribe- ña’ y da clases en la Universidad de Brooklyn. Con Divina Trace, una obra que lleva consigo el adjetivo de ‘experi- mental’ y que fue publicada en 1991, ganó el Premio de Escritura del Commonwealth de primera novela. Otra distinción recibida por este hijo de trinitarios que creció en las Bahamas es el premio de ficción Aga Khan entregado por la revista lite- raria The Paris Review. En la prosa de este escritor de isleños orígenes, señalan varios crí- ticos, es fácil encontrar las influen- cias de Gabriel García Márquez y William Faulkner. En entrevistas al respecto, Antoni ha reconocido que el realismo mágico está muy presen- te en sus obras. No obstante, indica que leer al Gabo fue, en primer lu- gar, reconocer la tradición oral que le fue transmitida en su infancia. En cuanto a Faulkner, explica que com- parten la creación de un territorio literario. El lugar ficticio de Antoni es la isla de Corpus Christi (basada en Trinidad). Allí transcurren tanto Divina Trace como la colección de relatos Los cuentos eróticos de mi abuela (2002). HISTORIA Los inicios de la literatura caribe- ña suelen situarse alrededor de los años cuarenta del siglo pasado, a pesar de que en esa región ya se ha- bían producido escritos variados en centurias posteriores a la coloniza- ción de América. El dominio y la influencia de los llegados de ultramar es un tema frecuente de la prosa de Robert Antoni y de las letras antillanas en general; otro común denominador es recrear en párrafos la vida insu- lar y diversos aspectos de la histo- ria de la región. No son pocas las menciones ex- plícitas del exterminio de nativos, tampoco son escasas las situaciones surgidas a partir de la mezcla de cul- turas. Recuperar y mantener tradi- ciones y mitos, mediante su registro literario, es una función más de las letras nacidas en las Antillas. Para contar sus relatos, el profe- sor de la Universidad de Brooklyn se vale de un lenguaje coloquial, li- gero, de fácil lectura en el que el in- glés y el dialecto caribeño están a la par, decisión que dificulta la traduc- ción al español. Ese estilo es también una pos- tura: desmarcarse de autores que, enfocados en dotar a las islas de una tradición literaria ‘seria’, dan priori- Los inicios de la literatura caribeña suelen situarse alrededor de los años cuarenta del siglo pasado, a pesar de que en esa región ya se habían producido escritos variados en centurias posteriores a la colonización de América. Robert Antoni. Foto: Bocas Lit Fest

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La propiedad conmutativa de algunas operaciones mate-máticas permite que al cam-

biar el orden de los factores no se altere el producto. En Literatura, la cuestión es muy distinta. Decir que en “el Caribe se vive como se escribe” conduce, gracias a la voz del cantautor español, Luis Eduar-do Aute, a la fi gura del autor nor-teamericano Ernest Hemingway. Si decimos que “en el Caribe se escribe como se vive”, nos trasla-damos, gracias a la lectura y a los estudios que la complementan, al destino antillano en el que aguarda por nosotros el escritor estadouni-dense Robert Antoni.

Nacido en 1958, Antoni estudió en la Universidad de Duke. Luego hizo posgrados en escritura creativa en la Universidad Johns Hopkins y en el Taller de Escritores de la Uni-versidad de Iowa. Hoy día es uno de los puntales de la ‘literatura caribe-ña’ y da clases en la Universidad de Brooklyn.

Con Divina Trace, una obra que lleva consigo el adjetivo de ‘experi-mental’ y que fue publicada en 1991,ganó el Premio de Escritura del Commonwealth de primera novela.

Otra distinción recibida por este hijo de trinitarios que creció en las Bahamas es el premio de fi cción Aga Khan entregado por la revista lite-raria The Paris Review.

En la prosa de este escritor de isleños orígenes, señalan varios crí-ticos, es fácil encontrar las infl uen-cias de Gabriel García Márquez y William Faulkner. En entrevistas al respecto, Antoni ha reconocido que el realismo mágico está muy presen-te en sus obras. No obstante, indica que leer al Gabo fue, en primer lu-gar, reconocer la tradición oral que le fue transmitida en su infancia. En cuanto a Faulkner, explica que com-parten la creación de un territorio literario.

El lugar fi cticio de Antoni es la

isla de Corpus Christi (basada en Trinidad). Allí transcurren tanto Divina Trace como la colección de relatos Los cuentos eróticos de mi abuela (2002).

HISTORIA

Los inicios de la literatura caribe-ña suelen situarse alrededor de los años cuarenta del siglo pasado, a pesar de que en esa región ya se ha-bían producido escritos variados en

centurias posteriores a la coloniza-ción de América.

El dominio y la infl uencia de los llegados de ultramar es un tema frecuente de la prosa de Robert Antoni y de las letras antillanas en general; otro común denominador es recrear en párrafos la vida insu-lar y diversos aspectos de la histo-ria de la región.

No son pocas las menciones ex-plícitas del exterminio de nativos, tampoco son escasas las situaciones surgidas a partir de la mezcla de cul-turas. Recuperar y mantener tradi-ciones y mitos, mediante su registro literario, es una función más de las letras nacidas en las Antillas.

Para contar sus relatos, el profe-sor de la Universidad de Brooklyn se vale de un lenguaje coloquial, li-gero, de fácil lectura en el que el in-glés y el dialecto caribeño están a la par, decisión que difi culta la traduc-ción al español.

Ese estilo es también una pos-tura: desmarcarse de autores que, enfocados en dotar a las islas de una tradición literaria ‘seria’, dan priori-

Los inicios de la literatura caribeña suelen situarse alrededor de los años cuarenta del siglo pasado, a pesar de que en esa región ya se habían producido escritos variados en centurias posteriores a la colonización de América.

Robert Antoni. Foto: Bocas Lit Fest