LA ACCION DECISIVA"Eran las 5 de la tarde de ese mismo día martes, 3 de No-

viembre de 1903, cuando se presentó por tercera vez al Cuartelel Generalísimo Juan 13 . Tovar. Noté que estaba preocupadoporque enseguida comenzó a preguntarme 'si yo sabia algode lo que estaba pasando". A lo que le respondí "que teníaalgunas noticias". Me preguntó entonces sobre la fidelidad delos Oficiales y de la Tropa . Yo le contesté : "General, en lo quea mi se refiere, puedo asegurarle que se dejan matar a mi lado.Ud. sabe que es la tropa más aguerrida y la que más ha peleadoen esta revolución, pero estoyseguro de que también sabe Ud.que es la más abandonada y ol-vidada por parte del Gobierno".

"Al escuchar mis palabras elGeneralísimo Tovar, en voz altaexclamó otra vez : " Viene ungran convoy, no se preocupe" .

"Mientras el Generalísimo con-versaba conmigo sentado en unade las bancas que había en la por-taleta del Cuartel, la misma quese brindaba a los visitantes, paraque descansaran, se presentaronlos Generales Ramón G . Amaya,Joaquín Caicedo Albán, José N . yAngel M. Tovar, sobrinos estosdos últimos del Generalísimo".

"Tanto el General Amaya comolos sobrinos del Generalísimo, es-taban muy nerviosos, al extremode que, cuando el Capitán Clodo-miro Alfonso con su Guardia les iba a hacer los honores militaresque les correspondían por su rango, los rehusarn . Amaya y suscompañeros nos informaron que el pueblo se encontraba reu-nido en Santa Ana y que tenía una actitud sospechosa . i';rro alparecer el más preocupado era Caicedo Albán porque, dirutyén-dose a nosotros en tono fuerte y brusco nos dijo : "y Uds . senta-dos todavía, habiendo ya peligro? ¿Qué piensan hacer? Tene-mos que actuar" .

"Espada que el Granel llcnaba errando ordenó el arres-

to de los Generales" .

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"Comprendi, por las expresiones y el estado ele ánima delGeneral Caicedo Albán, que había llegado el momento críticopara mi, y que quizás me quedaban unos pocos minutos de vida,por lo que separándome del Generalísimo Tovar, me dirigí aCaicedo Albán y le dije : "No se preocupe General, no tengacuidado". Seguí entonces conversando con el Generalísimo, queya se había parado y se encontraba frente a los otros Generales,y observé que éste con insistencia los miraba a todos, lo que mepermitió ver cuando el General Ramón Amaya, con un rapidomovimiento le hizo una señal al Generalísimo Tovar pare queme volara los sesos. Como me encontraba desarmado v sin de-jarles comprender que había observado el movimiento, le dije alGeneralisimo Tovar : "General, concédame permiso para pre-parar algunas piezas de artillería para lo que pueda suceder ". Alo que mc contestó : "Tiene el permiso, prepárese" . Safi apre-

suradamente y subí al primer pi-so del Cuartel, entré a mi cauartoparticular, tomé mi revólver v miespada y dirigiéndome a dondeestaban mis mejores soldados, se-leccione a ocho y les ordene quetomaran sus armas v se pr e para-van ; pero como en esos nioraieu tosno había ningún Oficial, va que elCapitán Salazar se encontraba enla cantina de propiedad de la es-posa del Capitán Luis Gil to-mándose un tinto, pensé en darleel mando de la Escolta al sargen-to Manuel Sainaniego, que preci-samente fmrrnaba fila en elia,cuando divisé al Capitán Salazary haciéndole señas que se apre-surara, apenas llegó a mi lado ledije que fuera a armarse y ya deregreso, y sin perder tiempo, leordené : "Capitán, tome ensegui-da el mando de esta escolta y

"casi le loca apresar a

ponga presos a esos Generales quelos Generales" .

están allá abajo en las bancas".Salazar, que antes de irse para

la cantina de la señora Gil, habla tenido una corta conferenciaconmigo debajo de una palma que había en la Plaza, haciendederroche de valor y sangre fría, obedeció mis órdenes, y despuésde ordenarle a la escolta "que calara bayoneta y abriera fila "

SargentoManuel Samaniego .

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en la parte de afuera de la muralla, con espada en mantose abalanzó hacia los Generales, diciéndoles : "Señores, está.Uds. presos". El Generalísimo Tovar furioso le preguntó si noconocía al Jefe de los Ejércitos colombianos y tratando de echarmano a su revólver, obligó a Salazar a colocarle su espada enel costado derecho.

"Entonces, el Generalísimo Tovar comenzó a gritar "HUER-TAS, HUERTAS, EN DONDE ESTA HUERTAS?" . Yo que habíatomado ya el comando de esa Guardia y que le estaba dandoórdenes, me asomé a la ventana y le grité al Capitán Salazar:"Proceda Capitán sin contemplaciones . Aquí se cumple lo queyo ordeno. La suerte está cebada . Llévelos al Cuartel de Poli-cía". Seguidamente llamé al Comandante don Fernando Aran-go, Jefe de ese Cuerpo y le dije : "Comandante, ahi le mandounos presos. Guárdeles consideraciones pero asegúrelos. Laescolta se quedará allá para mayor seguridad" .

"Sin embargo, me aguardaban los momentos más din-Mes de mi vida, que hubieran podido ser adversos y fatalesa la libertad del Istmo, y en los cuales intervino innegable-mente la bondad y la sabiduría de la Divina Providencia . Pre-sos y asegurados como ya estaban los Generales, había que to-mar innumerables precauciones,por lo que ordené a la Guardiade Prevención que ya estabatoda bajo mi mando -- que cala-ra armas e hiciera frente hacia lasalida del Cuartel con el fin deprevenir hechos inesperados . Pe-ro la Guardia no me obedeció enesos momentos y observé que al-gunos soldados se nitraban unosa otros y hablaban entre sí . Sindemora sai,ué mi revólver, lo le-vanté en alto y les grité : "NADADE MIEDO, AQUI TENGO ESTO,CALEN ARMAS Y ALERTA" . Aesta segunda orden la Guardiaobedeció ciegamente y entoncesme parecía que había descansadode un gran peso " .

Generalísimo Juan K. Topar.

"Serían las 5 :45 de la tarde, "El General Huertas ordenóuna tarde llena de sol y un cielo su arresto g el de su EstadoLimpio y azul cuando los Genera-

Mayor" .

les que hablan venido a asesinarme, a silenciar y amordazar alpueblo panameño, con el fin de hacer sucumbir sus anhelos deyusl4ia y libertad, salían de la Plaza del Cuartel ele Chiriqui, enel centro de una Escolla que comandaba el capitán Marco A.Sa!a?ar. secundado por el Sargento Manuel Samaniego. Ibancon la cabeza inclinada hacia el suelo según me lo informaronquienes pudieron verlo, a su paso " .

"Las tres visitas del Generalísimo Tovar el mismo día 3de Noviembre al Cuartel de Chiriqui, precipitaron los hechos yaque yo había pensado desde la segunda vez que me visitaron,apresarlos durante las horas de la noche mientras la banda del"Batallón " amenizara el homenaje que se les iba a tributar . Estadecisión se la habia comunicado de manera muy confidencial enla larde del mismo día 3 a mi fiel amigo "Chale" Zachrisson,quien parece se la confió al Dr . Amador Guerrero, ya que en laúltima visita que me hizo "Chale ", me expuso ciertas razones delDr. Amador, quien estaba en desacuerdo con esta idea mía dela prisirrn de los Generales a la hora mencionada, alegando quepodría precipitar un gran derramamiento de sangre ".

"Cuando observé que el CapitánSalazar habla entrado ya a la Ca

e Primera para seguir luego porla calle donde estaba la casa delas Ardila " ordené un toque deorneta con el fin de que salieran

bulas las unidades del "Batallón"v tomar así posiciones estratégi-cas para defendernos en caso dein ataque . También se montaronalgunas piezas de artillería en di-tr•renles lugares, replegué y re-mé a la tropa con sus respectivos

'nidales para que pudieran así,dominar todas las entradas y lu-{nres por los que se podía llegar

g asta el Cuartel . Mientras hacíatodos estos preparativos no deja-ha un momento de alentar a missoldados v ot'i<iales, exhortándo-

Capitát: floreo A . Salarun

tos a que se mantuvieran leales yfirmes a la nueva República, de

can ('Olor y temeridad, manera que no se perdiera la li-

cumplió las órdenes del

bertad é Independencia que ha-General Huertas" .

himnos conseguido" .

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"No habían llegado todavía los Generales al Cuartel de Po-licía cuando el pueblo panameño, como en olas difíciles de con-tener, comenzó a avanzar, viniendo a su cabeza el General Do-mingo Díaz acompañado de su hermano don Pedro, don Car-los Clement, el Dr . Carlos A. Mendoza, don Harmodio Arose-mena, el capitán Pedro J . de Icaza, el Coronel Víctor ManuelAlvarado, don Pancho de la Ossa, don Archibaldo E . Boyd. donCarlos Constantino Arosemena, el Capitán Pedro Vidal E ., donAgustín Argote, don Edmundo Botello, Dr . Santiago Vidal, aliasCuba y otros patriotas que me resulta difícil recordar por elmomento".

"En esta forma comenzó el pueblo a entrar por las boca-calles que había, pero desarmadocomo estaba, tuvo un instante devacilación que lo hizo retrocedery replegarse rápidamente, al ob-servar las guerrillas armadas queyo tenía estacionadas por todaspartes. Al ver esta actitud delpueblo ordené a la primera lineade tiradores que descansaran ar-mas, momento que aprovechó elGeneral Domingo Díaz, que se ha-bía quedado solo en el centro dela Plaza con el Capitán Pedro J.de Icaza, don Pedro Díaz y otrosamigos, para adelantarse y lle-gando hasta a mí, me estrechó enun fuerte abrazo, diciéndome:"General Huertas, nos ha salva-do. Le debemos la libertad" . Alo que le repuse : "Se le debe aUd., a sus amigos y al pueblo quelo ha acompañado. El misteriode nuestras consignas ha dadoresultados, General " .

"Pasado el momento de incertidumbre comenzó el puebloa avanzar de nuevo entrando hasta al mismo Cuartel y pudever entonces y estrechar las manos de innumerables amigos co-mo el General Manuel Quintero Villarreal, Coronel Guillermo.Andreve, Antonio Alberto Valdés, Enrique de la Ossa, CoronelJuan Antonio Jiménez, "Chale" Zachrisson, mi compadre Pas-tor Jiménez", etc. etc.

ComandanteFernando Arango.

"Jefe de la Policía, le tocórecibir a todos los

detenidos" .

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"Como sabia, que tanto el pueblo como sus jefes se encon-traban sin armas, personalmente comencé a indicarles que lle-garan hasta el mismo centro de la plaza del Cuartel donde yalos Capitanes Clodomiro Alfonso y Luis Gil, por orden mía, es-taban depositando todo el "parque", que del Cuarto de Armasles iba entregando el Capitán Ricardo Romero . En la regnar-ñcibn de las armas cooperó el Capitán Pedro J . de Icaza, srele-rano y aguerrido militar que habia tomado parte en numero-sas acciones de guerra durante las revoluciones colombianas " .

"Pero en medio de todo este trajín y de esta gran confusión,noté la ausencia del General Francisco de Paula Castro, quiendesde que llegaron los Generales por última vez al Cuart& ha-bía desaparecido . Ordené que se le llamara, pero como no res-

pondiera, le dije al SubtenienteAntonio Díaz G. : "Búsqueme aese cobarde y me lo trae aquí en-seguida" . Algunos minutos des-pués regresó el Subteniente inlaz,

ayendo al General Castro, aquien encontró encerrado en cu-clillas, en un retrete . Lo arres-té v lo mandé al Cuartel de Poli-(da . con el mismo SubtenienteDiaz, dándole instrucciones deentregárselo al Comandante A-rango"

"Como medida <te preeaneláu vde seguridad, ordené el arrestodei Gobernador del Estado, donJosé Domingo de Obaldía, misiónque encomendé y cumplir o-aen Antonio Alberto Yak] ta enmomentos en que el Sr . de 'Obal-día caminaba hacia Las Bóvedas.Valdés, por instrucciones mías,coudujo eon toda consideraciónen un coche hasta el Cuartel de

Pelkia, al señor de Obaldia . quien allí fue recibido por el Co-mandante de dicho Cuerpo, señor Fernando Arango. Pocas do-ras después don José Domingo fue libertado por órdenes ea oresas que mandé con el mismo Valdés, en vista de que se compro-bó que este caballero había respaldado, hasta donde le fue po-siple, el movimiento separatista, a pesar de su delicada posiciónde Gobernador del Estado.

SubtenienteAntonio Día: G.

'encontró al General (lastroescondido en un retrete, loarrestó y se lo llevó al

General Huertas" .

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FUEGO DEMOSTRATIVOEntre los tantos problemas que se me presentaron en esas

horas inolvidables de confusión y sobresaltos, figuraba el de la"Flotilla de (hierra" que se encontraba fondeada en la Bahía ycuyo jefe, el General Leonidas Pretelt, a quien los acontecimien-tos lo habían tomado de sorpresa, ya que los ignoraba por com-pleto, circunstancia que lo hizo aparecer al principio como queno estaba de acuerdo con ellos . Más, cuando al General Pretelt.le explicaron detalladamnte las cansas y los motivos que de-terminaron la Independencia del Istmo aceptó ésta muy com-placido, va que también había formado un hogar digno en Pa-uamá y contaba además, con innumerables amigos, tanto en elpueblo como en la alta socie-dad . Por eso fue que el GeneralPretelt le dijo al General de Olía .rrio --quien lo había acompaña<Id sin dejarlo un momento —"Nini, después de todo ésto queha pasado, lo mejor es que yo incvaya para mi barco". Este le con-testó : "Tú no te vas Leonidas,porque ya los barcos son de no-sotros. Vámonos mejor para tucasa ". Hacia ella se dirigieron yya en su residencia el GeneralPretelt fue arrestado por los se-ñores Dr. Eduardo Chiari . Anto-nio Burgos y Raúl J . Calvo quic-fles. al conducirlo para el Cuartelde Policía, por solicitud especialde don Eduardo Icaza, se lo en-

"lo cogieron de sorpresa losfregaron, dándole este caballero hechos . . . al expllcúrsrlossu hogar como prisión preventi-

enseguida toa aceptóva. El Sr. Icaza fue. por mucho

complacido . . ."tiempo, Pagador. General del De-partamento de Panamá, posición que desempeñ con la masplausible eficiencia y acrisolada honradez.

General Leonidas Prelell,

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DETUVIERON AL GRAL. PPETFLT

Lar . Eduardo Chiari, Don .tnlonio horno ...

Don Raúl Calvo, Don Eduardo lava,

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