La acción moral y las teorías éticas

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1 UNIDAD 8: LA ACCION MORAL Y LAS TEORIAS ETICAS FILOSOFIA Y CIUDADANIA 1º BACHILLERATO 1. La acción humana. Actividad de un agente consciente y voluntario (limitada a operaciones de las personas) Comportamiento animal (condicionado por el programa genético: instinto automático) Comportamiento de una computadora (definido por programa informático: automático) Especificidad de la acción humana: consciente, voluntaria (individual, colectiva, social) Acción motivada: motivo como causa, motivo como fin (motivos internos y externos) Acción intencional: tiende a algo que está más allá (trascendental) analiza consecuencia 2. La libertad. Libertad: capacidad de elegir o querer una cosa u otra (libertad externa/libertad interna) Polémica sobre la existencia de la libertad: el determinismo frente al indeterminismo: Determinismo: principio causalidad (físico, genético, ambiental, económico, teológico) Indeterminismo: causas y motivos; evidencia de la libertad (teológico, moral, físico) 3. La responsabilidad. Responder: hacernos cargo de nuestras acciones, aceptar las consecuencias de los actos Determinismo (no hay libertad=no hay acción); Indeterminismo (acción=consecuencias) 4. La acción moral. Moral (mos=costumbre) conjunto de hábitos y costumbres que regulan la vida cotidiana Moral como contenido (normas, principios) Moral como estructura (naturaleza humana) Carácter: conjunto de hábitos y rasgos (se forma por la repetición de acciones similares) 5. Las normas morales. Norma: regla que establece como debemos actuar conforme a lo que considero preferible Dimensión social (código de normas morales) vs Dimensión personal (conciencia moral) (implican obligatoriedad, que es el rasgo que garantiza nuestra libertad de elección) Lawrence Köhlberg: seis estadios en el procedo de maduración moral: Preconvencional: egocentrismo (conciencia propia) e individualismo (conciencia otros) Convencional: gregarismo (varias perspectivas) y comunitarismo (intereses generales) Postconvencional: relativismo (pluralidad norma) y universalismo (valores universales) 6. Los valores morales. Valor: cualidad que poseen personas y actos que se consideran estimables o preferibles (tienen polaridad: positivo y negativo; tienen carácter ideal: deber ser en lugar de ser) Teoría objetivista: valores objetivos (propiedades de las cosas o personas) M.Scheller Teoría subjetivista: apreciaciones subjetivas (según persona o grupo social) J.P.Sartre 7. Principales teorías éticas. Moral: conjunto de normas que regulan la acción correcta (tiene un contenido práctico) Etica: reflexión acerca de la moral (tiene un contenido teórico: analiza la idea de justicia) Tipos de ética: autónoma, heterónoma, material, formal, teológica, deontológica... 8. Principales problemas morales de nuestro tiempo. Problemas ecológicos: conciencia ecológica y conflictos medioambientales y energéticos Cuestiones de bioética: las nuevas practicas médicas, la nueva investigación genética... La globalización: internacionalización, políticas económicas, sociedades y culturas... Principales teorías éticas 1. Intelectualismo moral. Conocer el bien es hacerlo: sólo actúa inmoralmente en que desconoce que hace el mal (Cognitivismo: es posible conocer el bien, y este es el único requisito para cumplirlo) Sócrates: concibe la moral como saber (las personas malas lo son sólo por ignorancia) 2. Eudemonismo. Considera la felicidad (eudaimonía) como el finalidad, meta u objetivo de la vida buena (la felicidad se busca por sí misma y no por otras: es un fin en sí mismo y no un medio) Aristóteles: busca la vida contemplativa, conducta prudente, elección del término medio 3. Hedonismo. Identifica bien con placer (hedoné), busca la felicidad en el marco de la vida placentera (filosofía cirenaica: Aristipo y el goce sensorial vs filosofía epicúrea: placer intelectual) Epicuro: placer es ausencia del dolor (tetrafármacon) tranquilidad del alma (ataraxia) 4. Estoicismo. Indiferencia hacia los placeres y dolores externos, austeridad en los propios deseos) (aceptación de la naturaleza y del destino, imperturbabilidad del alma, vida tranquila) Zenón: una ley o razón universal gobierna tanto a la naturaleza como al ser humano 5. Iusnaturalismo ético. Existe una ley moral, natural, universal que determina lo que esta bien y lo que esta mal (el ser humano debe interiorizar esta ley objetiva, aunque esta ley no sea creación suya) Tomás de Aquino: tenemos una ley natural (interior), participa de la ley eterna o divina 6. Formalismo. Lo moral no debe ofrecer normas concretas de conducta conforme a fines materiales (debemos establecer la forma característica de toda norma moral: mandato, imperativo) Kant: autonomía moral: imperativos categóricos (incondicionados y universalizables) 7. Emotivismo. La moral no pertenece al ámbito de lo racional: los juicios morales surgen de emociones (la función de estos juicios es influenciar en los sentimientos y conductas de los demás) Hume: juicios surgen del sentimiento de aprobación/rechazo que provocan las acciones 8. Utilitarismo. Hedonismo social: defiende que la felicidad o placer es la finalidad de la vida humana (principio de utilidad o principio de mayor felicidad para el mayor número de personas) Stuart Mill: el placer es un bien común, más estimable si promueven el desarrollo moral 9. Ética discursiva. Ética formal y procedimental que desarrolla la teoría kantiana en el ámbito del dialogo (norma moral es toda aquella aceptada por la comunidad en situación ideal de dialogo) Habermas: normas aceptadas por consenso conforme a unos requisitos predeterminados Un libro para disfrutar: Savater.F, La tarea del héroe (Madrid 1981) Una película para ver: Cadena perpetua (1994) de Frank Darabont

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UNIDAD 8: LA ACCION MORAL Y LAS TEORIAS ETICAS FILOSOFIA Y CIUDADANIA 1º BACHILLERATO 1. La acción humana. Actividad de un agente consciente y voluntario (limitada a operaciones de las personas) Comportamiento animal (condicionado por el programa genético: instinto automático) Comportamiento de una computadora (definido por programa informático: automático) Especificidad de la acción humana: consciente, voluntaria (individual, colectiva, social) Acción motivada: motivo como causa, motivo como fin (motivos internos y externos) Acción intencional: tiende a algo que está más allá (trascendental) analiza consecuencia 2. La libertad. Libertad: capacidad de elegir o querer una cosa u otra (libertad externa/libertad interna) Polémica sobre la existencia de la libertad: el determinismo frente al indeterminismo: Determinismo: principio causalidad (físico, genético, ambiental, económico, teológico) Indeterminismo: causas y motivos; evidencia de la libertad (teológico, moral, físico) 3. La responsabilidad. Responder: hacernos cargo de nuestras acciones, aceptar las consecuencias de los actos Determinismo (no hay libertad=no hay acción); Indeterminismo (acción=consecuencias) 4. La acción moral. Moral (mos=costumbre) conjunto de hábitos y costumbres que regulan la vida cotidiana Moral como contenido (normas, principios) Moral como estructura (naturaleza humana) Carácter: conjunto de hábitos y rasgos (se forma por la repetición de acciones similares) 5. Las normas morales. Norma: regla que establece como debemos actuar conforme a lo que considero preferible Dimensión social (código de normas morales) vs Dimensión personal (conciencia moral) (implican obligatoriedad, que es el rasgo que garantiza nuestra libertad de elección) Lawrence Köhlberg: seis estadios en el procedo de maduración moral: Preconvencional: egocentrismo (conciencia propia) e individualismo (conciencia otros) Convencional: gregarismo (varias perspectivas) y comunitarismo (intereses generales) Postconvencional: relativismo (pluralidad norma) y universalismo (valores universales) 6. Los valores morales. Valor: cualidad que poseen personas y actos que se consideran estimables o preferibles (tienen polaridad: positivo y negativo; tienen carácter ideal: deber ser en lugar de ser) Teoría objetivista: valores objetivos (propiedades de las cosas o personas) M.Scheller Teoría subjetivista: apreciaciones subjetivas (según persona o grupo social) J.P.Sartre 7. Principales teorías éticas. Moral: conjunto de normas que regulan la acción correcta (tiene un contenido práctico) Etica: reflexión acerca de la moral (tiene un contenido teórico: analiza la idea de justicia) Tipos de ética: autónoma, heterónoma, material, formal, teológica, deontológica... 8. Principales problemas morales de nuestro tiempo. Problemas ecológicos: conciencia ecológica y conflictos medioambientales y energéticos Cuestiones de bioética: las nuevas practicas médicas, la nueva investigación genética... La globalización: internacionalización, políticas económicas, sociedades y culturas...

Principales teorías éticas 1. Intelectualismo moral. Conocer el bien es hacerlo: sólo actúa inmoralmente en que desconoce que hace el mal (Cognitivismo: es posible conocer el bien, y este es el único requisito para cumplirlo) Sócrates: concibe la moral como saber (las personas malas lo son sólo por ignorancia) 2. Eudemonismo. Considera la felicidad (eudaimonía) como el finalidad, meta u objetivo de la vida buena (la felicidad se busca por sí misma y no por otras: es un fin en sí mismo y no un medio) Aristóteles: busca la vida contemplativa, conducta prudente, elección del término medio 3. Hedonismo. Identifica bien con placer (hedoné), busca la felicidad en el marco de la vida placentera (filosofía cirenaica: Aristipo y el goce sensorial vs filosofía epicúrea: placer intelectual) Epicuro: placer es ausencia del dolor (tetrafármacon) tranquilidad del alma (ataraxia) 4. Estoicismo. Indiferencia hacia los placeres y dolores externos, austeridad en los propios deseos) (aceptación de la naturaleza y del destino, imperturbabilidad del alma, vida tranquila) Zenón: una ley o razón universal gobierna tanto a la naturaleza como al ser humano 5. Iusnaturalismo ético. Existe una ley moral, natural, universal que determina lo que esta bien y lo que esta mal (el ser humano debe interiorizar esta ley objetiva, aunque esta ley no sea creación suya) Tomás de Aquino: tenemos una ley natural (interior), participa de la ley eterna o divina 6. Formalismo. Lo moral no debe ofrecer normas concretas de conducta conforme a fines materiales (debemos establecer la forma característica de toda norma moral: mandato, imperativo) Kant: autonomía moral: imperativos categóricos (incondicionados y universalizables) 7. Emotivismo. La moral no pertenece al ámbito de lo racional: los juicios morales surgen de emociones (la función de estos juicios es influenciar en los sentimientos y conductas de los demás) Hume: juicios surgen del sentimiento de aprobación/rechazo que provocan las acciones 8. Utilitarismo. Hedonismo social: defiende que la felicidad o placer es la finalidad de la vida humana (principio de utilidad o principio de mayor felicidad para el mayor número de personas) Stuart Mill: el placer es un bien común, más estimable si promueven el desarrollo moral 9. Ética discursiva. Ética formal y procedimental que desarrolla la teoría kantiana en el ámbito del dialogo (norma moral es toda aquella aceptada por la comunidad en situación ideal de dialogo) Habermas: normas aceptadas por consenso conforme a unos requisitos predeterminados Un libro para disfrutar: Savater.F, La tarea del héroe (Madrid 1981) Una película para ver: Cadena perpetua (1994) de Frank Darabont

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LA ACCION HUMANA En el lenguaje cotidiano empleamos la palabra acción de un modo amplio, refiriéndonos a algún tipo de acto o suceso. Así, hablamos de la acción erosiva del viento, la acción de los lubricantes en el motor, la acción educativa del profesor… Sin embargo, a partir de ahora vamos a usar el término acción de un modo más específico y técnico, limitándonos a un tipo de actos: las operaciones conscientes y voluntarias de un agente. Suele entenderse por agente aquella persona, animal o cosa que lleva a cabo la acción expresada por el verbo. Así, cuando decimos el viento erosiona las montañas, los lubricantes protegen el motor o el profesor educa a sus alumnos, estamos considerando como agentes al viento, a los lubricantes y al profesor. Sin embargo, erosionar y proteger no son acciones, pues ni el viento ni los lubricantes se proponen hacer lo que hacen ni se dan cuenta de que lo hacen, es decir, no actúan como agentes conscientes y voluntarios. El profesor, en cambio, si lo hace. Consideramos acciones escribir una carta, jugar al baloncesto, estudiar para un examen, fregar los platos... pues son actos conscientes y voluntarios, mientras que no son acciones la caída de una hoja de un árbol, la subida de la marea, la puesta de sol, que no tienen ese carácter. En este apartado supondremos que, en la naturaleza, el único agente consciente y voluntario es el ser humano y que, por ello, la acción es una característica específica suya. No obstante, no todo lo que hace una persona es una acción. Por ejemplo, roncar, hacer la digestión, parpadear... son cosas que hacemos las personas de manera refleja, sin proponérnoslas ni controlarlas, por lo que no las consideramos acciones. La acción es, por tanto, la actividad de un agente consiente y voluntario, y que las acciones se limitan a ciertas operaciones que llevan a cabo las personas. Sin embargo, hay una serie de actividades que no llevan a cabo las personas, pero que resulta difícil descartar como acciones, como por ejemplo una computadora jugando al ajedrez o bien un primate lavando su comida. Esta claro que no podemos negar de forma tajante que sean acciones conscientes y voluntarias. ¿Qué es lo específico de la acción humana? Comportamiento animal: todo animal está condicionados por su dotación genética, por lo que al actuar, no lo hacen de forma espontánea y libre sino que se limita a ejecutar un programa genético. Aunque muchos animales son capaces de producir conductas espontáneas y de aprender de otros, muchos de sus actos son automáticos Comportamiento de una computadora: su conducta se encuentra definida por un programa informático que determina sus respuestas y aquello que es capaz de hacer Por muy complejas que sean las operaciones que pueda desempeñar, seguirán siendo predeterminadas y automáticas, y no el resultado de la reflexión y la elección libre. Comportamiento humano: en el ser humano la determinación instintiva es mucho menor que en el resto de animales, y su conducta es espontánea y no la repetición de una pauta heredada. Lo específico de su comportamiento es la posibilidad de elegir entre hacer esto o lo otro, o incluso, no hacer nada. Sólo un ser que escoge y decide lo que hace, sólo un ser humano, puede considerarse como un agente voluntario.

LA ESPECIFICIDAD DE LA ACCION HUMANA Acabamos de decir que toda acción es propia de un agente consciente y voluntario, es decir, de una persona. Sin embargo, muchos de los sucesos que consideramos acciones no están producidos por una persona (casarse, bailar un tango...), sino por varias. ¿Se trata en este caso de acciones? ¿Cuál es el agente de estas actividades? Para aclarar estos interrogantes es necesario distinguir entre acción individual y acción colectiva. Acción individual: actividad producida por un agente consciente de forma voluntaria Acción colectiva: actividad que llevan a cabo varios agentes, siempre que lo hagan cooperativamente y persiguiendo el mismo objetivo. Aunque, estrictamente, no se puede decir que el grupo sea consciente ni voluntario, los agentes individuales que lo forman si lo son.

Existe un tipo de acción que no es estrictamente colectiva, porque la puede efectuar un solo individuo, pero que de alguna forma necesita a la colectividad para llevarse a cabo: Acción social: actividad producida por una persona o un grupo de personas, pero que sólo puede llevarse a cabo y ser entendida en un marco social, que sólo son concebibles en el seno de una colectividad o sociedad que da sentido a estas acciones mediante las convenciones, tradiciones y costumbres que la definen.

A pesar de la importancia que tienen los demás en nuestras acciones, en esta unidad nos centraremos en la perspectiva de la acción individual: la acción motivada e intencional. Muchas veces, y en distintos contextos, habrás oído hablar de los motivos de la acción. Como existe una gran variedad de usos y significados de este término, nos limitaremos a los dos sentidos más habituales: motivo como causa y motivo como fin. Motivo como causa: se entiende como aquello que empuja a la acción, esto es, todas aquellas consideraciones y factores que me mueven a hacer algo, o a no hacerlo. Por ejemplo: el motivo de que entre en el restaurante es que tengo hambre. Motivo como fin: se entiende como aquello que persigo con mi acción, esto es, mi objetivo, todo aquello que pretendo conseguir, alcanzar o producir con mi acción. Por ejemplo: el motivo de que entre en el restaurantes es que me gustaría comer.

A veces resulta difícil distinguir entre lo que me mueve a actuar (causa) y lo que quiero conseguir al actuar (fin). Para algunos autores, la diferencia reside únicamente en la perspectiva en la que nos colocamos a la hora de analizar la acción y, por ello, prefieren no hacer tal distinción. En adelante, cada vez que hablemos de los motivos de la acción nos referiremos a los motivos como causa, como aquello que nos mueve a hacer algo. Así entendidos, los motivos de la acción pueden dividirse en internos y externos: Motivos internos: actos o estados mentales, tales como creencias, deseos, emociones, sentimientos, suposiciones... que condicionan que hagamos o no algo. Motivos externos: factores no subjetivos que me influyen para que haga o no una determinada cosa.

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LA ACCION MOTIVADA E INTENCIONAL Al referirnos al objetivo o fin que persigo y que orienta mi acción, en lugar de hablar de motivos, hablamos de intenciones. En este sentido, la acción es intencional porque tiende o apunta a algo que está más allá, pero que pretendo alcanzar al actuar. El carácter intencional de la acción está muy ligado al carácter consciente y voluntario que ha de tener un acontecimiento para ser considerado acción. Así, levantar el brazo sólo es una acción si lo hago consciente y voluntariamente con una determinada intención, ya sea saludar, despedirme, llamar a un taxi, celebrar un gol o amenazar a alguien. De todo lo que hacemos, sólo consideramos acciones aquellas que responden a un fin. El fin al que tienden mis acciones y que provoca que hablemos de la acción como de un acto intencional es algo que está presente al actuar (mientras entro en el restaurante soy consiente de que mi intención es comer), pero, al mismo tiempo, es algo que está más allá (aún no estoy comiendo, pero espero hacerlo en un futuro próximo), Mientras actúo, las intenciones sólo están presentes como ideas o contenidos mentales y sólo se convierten en hechos si la acción llega a buen término. Cuando nuestras intenciones se cumplen, decimos que la acción ha tenido éxito: hemos conseguido aquello que pretendíamos. En este caso, el resultado de la acción es la transformación de la intención en un hecho (por ejemplo, comer y saciar nuestro apetito). Puede ocurrir, sin embargo, que nuestra acción sea un fracaso: la intención no pasa de ser intención, es decir, no se convierte en hecho. En este caso, el resultado de la acción no coincide con nuestra intención, y esta se queda en intento frustrado (por ejemplo, entro en el restaurante, pero la cocina está cerrada y me quedo sin comer). Tanto si la acción es un éxito como si es un fracaso, existe la posibilidad de que de ella se sigan efectos no imaginados. Entonces hablamos de consecuencias no previstas de la acción. Si después de comer en el restaurante me da una indigestión, ésta no es el resultado de mi acción, sino una consecuencia de ella. Las consecuencias no previstas no pueden considerarse acciones, ya que no son algo que hagamos intencionadamente, sino algo que nos pasa (como, por ejemplo, roncar). Si veo a una persona que corre por la calle, pero no se por qué (motivo) ni para qué (intención) corre, en realidad no se lo que hace: puede estar huyendo de un policía o puede estar persiguiendo a un atracador o simplemente puede que llegue tarde al trabajo Como la acción no es una simple ejecución de movimientos corporales, sino que hablamos de acción cuando éstos responden a unos motivos y a unas intenciones, entender y poder explicar la acción consistirá en conocer los motivos y las intenciones que la definen y no únicamente en describir los movimientos que la componen. Pero comprender una acción no siempre es sencillo, como cuando digo que lo hago porque me da la gana, o en realidad, no se lo que quiero. ¿Podemos hablar entonces de acción? Algunos autores opinan que no. Aunque no conocer los motivos e intenciones no significa que no existan, en los casos en los que realmente no los hay dejamos de hablar de acción, pues la acción siempre es motivada e intencional.

LA LIBERTAD Habitualmente, se emplea el término libertad, como mínimo, de dos maneras distintas. Veamos ejemplos: en este país hay libertad de movimientos, puedes ira a donde quieras el ser humano es el único animal libre, pues puede elegir lo que hace. En el primer caso aludimos a la ausencia de obstáculos que nos impidan hacer lo que deseamos. En el segundo, en cambio, nos referimos a la capacidad de elegir o querer una cosa u otra. Libertad externa: también llamada libertad de acción, consiste en la ausencia de trabas externas que dificulten la acción; es decir, se trata de poder hacer lo que queramos sin que nada ni nadie nos lo impida. Libertad interna: también llamada libertad de elección o libre albedrío, consiste en la capacidad o posibilidad de decidir o querer esto o lo otro, y esta decisión es indeterminada, es decir, no causada.

Estos dos tipos de libertad no son algo completamente distinto y ajeno. Entre ambas existe una estrecha y mutua relación. Poseemos capacidad para elegir lo que queremos hacer, pero externamente estamos obligados a actuar de una determinada forma, entonces ¿de qué nos sirve poder elegir? Y al contrario, si externamente no hay ninguna traba a la realización de nuestros deseos, pero internamente no los escogemos de forma libre, sino que nos vemos empujados sin remedio a querer lo que queremos, ¿de que nos sirve poder satisfacer unos deseos que no siquiera hemos escogido libremente? La libertad externa se conoce, también, como libertad política o social, puesto que factores sociales y políticos son los que más favorecen o entorpecen su presencia. Aunque la libertad externa puede darse o no, su existencia no resulta problemática. La libertad interna, en cambio, sí resulta problemática porque podemos poner en duda su existencia. Analizaremos ahora las posturas sobre la existencia o no de libertad interna. Consideramos que la existencia de libertad es algo de sentido común, incuestionable La convicción de que poseemos libertad no deja de ser una creencia y, por muy sólida que nos parezca, podemos ponerla en duda. Creer que somos seres libres no demuestra que lo seamos, pues a menudo nuestras creencias son falsas, y además, ¿cómo podemos estar seguros de que podríamos haber actuado de otro modo, si no lo hemos hecho? El determinismo es una concepción filosófica que afirma que todo está determinado, es decir, evidentemente causado. Por lo tanto, niega la existencia de libertad. Para ello se basa en el principio de causalidad. Según este principio, todo acontecimiento del mundo esta causado. Consideramos que un acontecimiento C causa el acontecimiento E, si es imposible que dándose C no se derive E. Según este principio, también las acciones están determinadas por un factor en cuya presencia se dan inevitablemente. Podemos afirmar que este factor somos nosotros mismos: yo soy la causa de mis acciones, pues la decisión que he tomado es la causa de lo que hago. Pero el principio de causalidad afirma que todo acontecimiento, incluidos acontecimientos mentales, tienen una causa. También mis decisiones están causadas por un factor, que no controlo y del que no soy responsable, que hace inevitable que yo tome una decisión.

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EL DETERMINISMO El determinismo dice exactamente esto: no poseemos libertad de decisión. El argumento determinista puede parecer poco intuitivo, pues resulta más o menos fácil determinar las causas de acontecimientos naturales, como la caída de las hojas en otoño, pero resulta muy difícil establecer las causas de fenómenos como mi preferencia por el color rojo. Para los deterministas, la razón de que la creencia en la existencia de la libertad nos resulte tan evidente no es que sea una creencia verdadera. La razón de que consideremos que nuestras creencias, deseos y elecciones no están causados es la dificultad de establecer sus causas. Sin embargo, que sea difícil hallar la causa de algo no significa que carezca de ella. Vemos algunas de las posiciones deterministas. Determinismo físico: afirma que toda la realidad está determinada y puede explicarse por leyes naturales. El comportamiento de todos los seres del universo, incluidos los seres orgánicos, está regido por las leyes fijas y estables de la materia. Esta concepción se basa en una visión mecanicista del mundo, pues el universo entero es comparable a una máquina y funciona de forma similar o como lo hace esta (todos los estados y acciones siguen leyes fijas). Destaca a Pierre-Simone Laplace. Determinismo genético: el comportamiento de un ser (orgánico) está determinado por el código genético que lo define: no somos más que la manifestación de nuestros genes, que determinan nuestra constitución física, pero también nuestro carácter y nuestras acciones concretas. Destaca el zoólogo y etólogo Richard Dawkins, que afirma que los organismos son interacciones de genes que aseguran la supervivencia. Determinismo ambiental: no son los genes los que determinan nuestra conducta, sino los factores ambientales, sean sociales, culturales, familiares, económicos... e incluso factores educativos y de aprendizaje. Para los defensores de esta postura, es posible modificar la conducta cambiando la influencia de condiciones ambientales, potenciando ciertas acciones con refuerzos e inhibiendo otras mediante castigos. Destaca F.B.Skinner y las corrientes conductistas en psicología. Determinismo económico: son los factores económicos (formas de producción, sistemas de vida organización productiva, situación económica...) los que determinan nuestra conducta. La clave de las guerras, los cambios sociales, las doctrinas religiosas, los estilos artísticos, la organización política... está en el funcionamiento de la economía. También a pequeña escala, la acción de un delincuente o de un trabajador está determinada por las circunstancias económicas en las que vive. Destaca Karl Marx y las corrientes marxistas en sociología y economía política. Determinismo teológico: defiende la existencia de algo que está por encima del ser humano y que determina sus acciones. Todo lo que hacemos está ya previsto y fijado de antemano, ya sea por una hado o destino (como afirman los estoicos), ya sea por una voluntad superior y divina (como defiende la religión protestante). El ser humano no es dueño de sus actos, es una marioneta en manos de la divinidad. La voluntad humana no es tal, pues se encuentra a merced de la voluntad divina. Destaca Martín Lutero y los teóricos de la teología reformista.

EL INDETERMINISMO A pesar de la consistencia de los argumentos deterministas, muchos pensadores se resisten a aceptar esta concepción y sus consecuencias. Así los pensadores de la libertad alegan que estos han confundido factores condicionantes y factores determinantes. Factores determinantes: equivalen a las causas de la acción. El comportamiento humano se considera consecuencia inevitable de factores que él mismo no controla. Factores condicionantes: equivalen a los motivos de la acción. El comportamiento humano está influido por factores externos, pero no se considera un resultado de ellos.

La defensa de la libertad suele conllevar una defensa del indeterminismo, en el sentido de que nuestras acciones y decisiones no están determinadas sino condicionadas. Pero defender el indeterminismo en la actuación humana no significa afirmar la indiferencia Afirmar que nuestras decisiones no están causadas por determinados factores, como el código genético, la educación o la situación económica, no significa que nos sea indiferente hacer una cosa u otra, es decir, que no haya nada que nos incline en nuestras decisiones. Pensar que nuestra acción es indiferente a cualquier factor supondría pensar que nuestra acción es arbitraria e irracional. Veamos algunos de estos aspectos. Evidencia de la libertad: la creencia fuertemente arraigada en nuestro sentido común de que poseemos libertad de elección, ¿cómo puede ser probada? Algunos pensadores creen que la pregunta está mal formulada, porque la libertad no necesita demostración Así, Descartes defiende la evidencia intuitiva de la libertad (considerada un axioma). Indeterminismo teológico: frente a la teología reformada, la teología católica acepta la omnisciencia divina sin negar por ello la capacidad de elección del ser humano: que Dios sepa de antemano que van a decidir los seres humanos no anula su libertad. Para Tomás de Aquino es el entendimiento el que mueve a la voluntad a elegir. Libertad y moralidad: si el ser humano no posee libertad de elección, entonces no es posible hablar de responsabilidad ni de moralidad: sólo podemos hacer a alguien responsable de sus actos si realmente lo es, si ha actuado consciente, voluntaria y libremente. Poseer libertad de elección y responsabilizarnos de nuestras acciones nos convierte en animales morales. En Kant libertad es un postulado de la razón práctica, pues aunque indemostrable es necesario suponerlo para que la moral sea posible. Indeterminismo físico: la mecánica cuántica ha propiciado el florecimiento de una serie de interpretaciones filosóficas que defienden el indeterminismo de la realidad. Para Neils Bohr, el determinismo mecanicista, según el cual todo tiene una causa y responde a una ley precisa y estable, es falso, pues niega la arbitrariedad y el azar, presentes también en la realidad, al menos a escala atómica: el comportamiento de los átomos no puede predecirse con total seguridad, ya que su posición y su movimiento sólo pueden ser aproximadamente establecido (siguiendo unas leyes estadísticas). Otros autores se han opuesto a esta interpretación de la mecánica cuántica. Einstein afirmaba que el hecho de que la física cuántica utilizara leyes probabilísticas no quería decir que las leyes objetivas que rigen el mundo sean, también, probabilísticas.

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LA RESPONSABILIDAD Intuitivamente, consideramos que la responsabilidad (del latín spondeo, responder) consiste en la obligación de hacernos cargo de nuestras acciones o de la ausencia de ellas. Esta definición ocasiona problemas tanto a deterministas como a indeterministas. Desde el determinismo: se niega la libertad: no hay acción como algo distinto del resto de los sucesos del mundo, luego lo que llamamos acción es un suceso como otro cualquiera, caudado y determinado. Desde esta perspectiva, sólo podemos hablar metafóricamente de responsabilidad, dándole un significado idéntico a causa. Desde el indeterminismo: diferencia las acciones del resto de los sucesos: éstas son el fruto de un agente consciente y voluntario que actúa libre y espontáneamente. El indeterminista se siente cómodo con la definición de responsabilidad dada: un agente que escoge libremente entre varias opciones tiene la obligación de responder de ellas.

Veamos un pequeño ejemplo para dar muestra de lo que estamos queriendo decir:

Jesús es un niño de doce años que va a la escuela municipal de su pueblo. Aunque en

el pueblo todos le conocen, todavía no lo dejan ir solo a la escuela, así que todos los

días lo lleva y lo recoge Marta, su canguro. Un día el novio de Marta la invita a ir al

cine, aunque sabe que a las cinco de la tarde su novia tiene que ir a buscar a Jesús.

Marta llama a Isabel, la madre de Jesús, y le dice que se encuentra mal y que no

podrá recoger a su hijo. Isabel la tranquiliza y le dice que no se preocupe, que ella

misma lo recogerá. Pero tras hablar con ella, Isabel recuerda que tiene una reunión

importantísima con un cliente que viene expresamente de otra ciudad para verla.

Consciente de que no puede anular la reunión, decide llamar a Paco, su marido.

Isabel y Paco discuten por teléfono, ninguno de los dos está dispuesto a ceder, ya

que sus obligaciones les parecen más ineludibles que las de su cónyuge. Aunque no

llegan a un acuerdo, ambos cuelgan el teléfono convencidos de que, como ha

ocurrido otras veces, el otro cederá e irá a buscar a Jesús. A las cinco, Jesús sale de

clase, pero nadie ha ido a buscarle. Después de esperar un rato por si Marta se ha

retrasado, decide ir solo a casa. Por el camino, un conductor bebido se salta un

semáforo en rojo y lo atropella.

¿Qué significa responder de una acción? ¿De que debemos sentirnos responsables? De todas las acciones que realizamos tras decisión consciente, voluntaria e intencional. Pero las cosas no son tan sencillas, pues algunas de estas acciones tienen consecuencias no previstas. El interés está en si también pueden pedirse responsabilidades por estas consecuencias. Para algunos autores no, puesto que no son propiamente acciones, ni nada que escojamos libremente. Pero la forma en que atribuimos responsabilidades cotidianamente no se ajusta a esta consideración. Y es que, de alguna manera, tenemos la obligación de prever las consecuencias de nuestras acciones, y atropellar a alguien si conducimos bebidos es bastante previsible. Otras veces, en cambio, no está tan claro si el agente debiera haber previsto las consecuencias de su acción.

LA ACCION MORAL Como afirmó Erich Fromm, en el arte de vivir, el hombre es al mismo tiempo el artista y el objeto de su arte. Dicho de otro modo: desde su libertad, el ser humano se hace a sí mismo, es constructor y construcción a un tiempo. Precisamente este carácter libre y abierto de la acción es lo que hace al ser humano responsable de sus actos, y constituye también la base del carácter moral que posee en exclusividad. La palabra moral (del latín moralis) deriva del término mos, que significa costumbre. En cada pueblo, al igual que en cada individuo, existen multitud de costumbres (mores) que regulan la vida cotidiana. El conjunto de estas costumbres constituye la moral de un pueblo o un sujeto. En relación con este significado, podemos definir el término moral como el conjunto de las normas que regulan la acción individual o colectiva correcta. Sin embargo, es preciso matizar esta definición, distinguiendo dos formas de entender eso que llamamos moral. Aranguren y Zubiri, dos prestigiosos filósofos españoles, han hecho popular la distinción entre moral como contenido y moral como estructura. Moral como contenido: este sentido de moral coincide con la definición que hemos dado antes. Se refiere al contenido concreto de una moral, a las normas y principios que, según una comunidad o persona, regulan el comportamiento correcto. La moral es un corpus que puede tener como contenido las siguientes normas: respetar a los padres, proteger a los hijos, decir la verdad, ser honestos con los demás… Moral como estructura: en este sentido, la moral es un rasgo constitutivo de la naturaleza humana. Nuestro carácter abierto nos empuja a definirnos constantemente en las elecciones y los actos que realizamos. Estos son fruto de una voluntad libre que tiene la posibilidad de escoger, pero también, la obligación de hacerlo, y siempre de acuerdo con las normas asumidas o en contra de ellas. Ante una situación concreta, y ante la urgencia de actuar, el ser humano debe decidir: no está en su mano abstenerse, pues eso mismo constituye una decisión. La libertad no nos permite no elegir; es decir, no se puede elegir no ser libre o no ser moral. De esta manera, el ser humano puede ser moral o inmoral, pero no amoral, pues posee una serie de normas concretas de acción (moral como contenido) pero también se encuentra obligado por su libertad a acatarlas o no (moral como estructura).

Los hábitos (o costumbres) son ciertas tendencias a actuar de un determinado modo ante situaciones similares. El conjunto de hábitos de una persona constituye su carácter o forma de ser, es decir, los rasgos que lo distinguen de otros y que es posible observar en las acciones concretas. Aunque nacemos con unas predisposiciones concretas, nuestro carácter se forma por la repetición de acciones similares. El carácter no es algo que nos venga definitivamente dado, sino algo que vamos construyendo lenta y constantemente con nuestro hacer cotidiano. Una vez el carácter se ha formado, este influye y condiciona fuertemente nuestras acciones concretas, y la corrección o incorrección de estas. Cuanto más asimilado está el carácter, más difícil es llevar a cabo acciones de signo contrario a las que habitualmente solemos desempeñar.

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LAS NORMAS MORALES Una norma es una regla que establece cómo debemos actuar para adecuarnos a lo que pensamos que es preferible, es decir, a lo que creemos que debería ser. Por lo tanto, pertenecen al ámbito de lo que debería ser y no al de lo que en realidad es.

SER DEBER SER

característica Todo aquello que existe, que se da efectivamente

Todo aquello que, aunque no sea de hecho, debería ser, ya que es mejor o más beneficioso

Ámbito Natural Moral Modo de expresión

Descripción: enunciados en modo indicativo

Norma: enunciados en modo imperativo

Carácter Descriptivo Obligativo Ejemplo Pepe humilla a su hermano

menor delante de sus amigos

¡Protege y cuida a tus hermanos

menores!

Quizá la característica más definitoria de cualquier tipo de norma, sea moral, jurídica o de circulación, es el carácter de obligatoriedad que conlleva, carácter que no debe interpretarse como la necesidad inevitable de que la norma se cumpla (como pasaría con las normas físicas), sino que debe ser entendida como una orden que nos obliga a hacer lo que ella postula. Por paradójico que parezca, la obligatoriedad de la norma moral presupone la libertad de elección del ser humano. La norma Debes decir la verdad sólo tiene sentido si tengo la posibilidad, la libertad, de hacer lo contrario, mentir. La norma, y la obligación que esta comporta, surgen de la libertad, que nos permiten acatar o desentendernos de lo que esta nos manda. Las normas morales tienen una dimensión social y una dimensión personal. Dimensión social: todas las comunidades poseen un código de normas que regulan la forma en que sus miembros han de actuar y relacionarse, sea de forma explícita en códigos legales, que constituyen el derecho positivo de esa comunidad, sea de forma implícita en los usos y costumbres de esa comunidad. Dimensión personal: a diferencia de otro tipo de normas, las normas morales no solo exigen su cumplimiento, sino una convicción interior del sujeto: es necesario que el sujeto moral reconozca la norma como suya y no como impuesta socialmente. La conciencia moral es la instancia que asume y asimila estas normas, y es la que, en último término, juzga la corrección e incorrección de la actuación de uno mismo.

Varios psicólogos, como Jean Piaget (1896-1980) y Lawrence Kohlberg (1927-1987), han estudiado el desarrollo de la conciencia moral y la evolución de la forma en que el individuo se relaciona con las normas. A continuación vamos a estudiar los seis estadios del proceso de maduración moral que estableció Kohlberg. No se deben identificar los estadios con los periodos de crecimiento humano (infancia, adolescencia, madurez).

N E CARACTERISTICAS PERSPECTIVA SOCIA EJEMPLO

1

Las normas se acatan por obediencia y miedo al castigo

Egocentrismo Incapacidad para relacionar perspectivas y puntos de vista distintos

No debo pegar a este

chico, porque si lo

hago mi madre me

castigará

PRECONVENCIO

NAL

2

Las reglas sólo se asumen si favorecen los propios intereses. Lo bueno es lo útil y beneficioso

Individualismo Conciencia de que los otros también tienen intereses. Por lo tanto, el bien es relativo

No debo enemistarme

con este chico porque

saca de Matemáticas.

Si le ayudo en Lengua,

quizá quiera ayudarme

a mí con los números

3

Se consideran normas lo que las personas cercanas (como la familia, amigos...) esperan de nosotros

Gregarismo Capacidad para relacionar distintas perspectivas y para ponerse en el lugar de otro. la perspectiva es aún limitada y concreta

Debo ser una buena

persona porque eso se

espera de mí. Debo

respetar a mis

compañeros porque, si

no lo hago, defraudaré

a mi familia

CONVENCIO

NAL

4

Hay que acatar las normas que están establecidas socialmente para proporcionar un bien general

Comunitarismo Ya hay una perspectiva social abstracta y amplia. Conciencia de los intereses generales, que están por encima de los individuales y personales

Hay que respetar a los

demás ¿A dónde

iríamos a parar si

todos nos

comportásemos como

animales?

5

Como existe una gran variedad de opiniones principios y valores, sólo son legítimas las normas que son fruto de un acuerdo que favorece a la mayoría

Relativismo Conciencia de la pluralidad de normas. Sólo son legítimas las que surgen del consenso. Abierto a la posibilidad de cambiar las normas

Debo respetar a los

demás porque, aunque

tienen opiniones

distintas, hemos

decidido cooperar en

beneficio de todos POST

CONVENCIO

NAL

6

Las normas son escogidas libre y racionalmente, pero responden a principios y valores universales (como por ejemplo los derechos humanos)

Universalismo Conciencia de que hay valores universales, como la igualdad y la dignidad de las personas, aunque las personas puedan no coincidir con ello. Cuando esto ocurre, el lícito desobedecerlas

El respeto a las

personas es un

principio universal

que asumo

personalmente como

guía de mi conducta,

aunque en algunas

sociedades no se

respeten como tales

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LOS VALORES MORALES Según Lawrence Kohlberg, la madurez moral se alcanza cuando existe conciencia y reconocimiento de que las normas que deben asumirse se justifican o legitiman en virtud de principios o valores universales. Casi todos los filósofos dedicados a la ética suelen coincidir en que los valores son lo que, en última instancia, hacen que unos comportamientos sean correctos y otros, en cambio, no. Parece, pues, que las normas morales son tales porque apelan a unos valores que las trascienden (están más allá), pero que en definitiva son lo que les da sentido. Aunque el término valor surge en el ámbito económico para referirse a aquello que valía o tenía un precio, rápidamente se extendió a todos los campos de la actividad humana. Así, hablamos de la belleza de una obra de arte (valor estético), de la santidad de una persona (valor religioso), de la justicia de una ley (valor jurídico)... pero sobre todo, hablamos de la bondad de una persona o un acto (valor moral). Todos los valores: Tienen polaridad: a todo valor, entendido como algo valioso (y por tanto deseable), le corresponde un valor negativo o desvalor. Todos los valores se constituyen en parejas de opuestos en las que uno tiene carácter positivo y el otro carácter negativo: a la belleza le corresponde la fealdad; a lo justo, lo injusto; a la bondad la maldad... Tienen carácter ideal: los valores, en tanto que fines u objetivos de las normas, señalan nuestros ideales, lo que creemos que es valioso y digno de alcanzarse. En este sentido, pertenecen al ámbito del deber ser (lo preferible), no al que de hecho es: la norma No debes matar señala un valor, aunque existan maltratos, vejaciones...

Nos sólo hay una disonancia entre lo que es y lo que debería ser, sino también entre lo que las personas de distintas culturas y épocas consideran valioso y digno de darse. Aunque todas las culturas tienen un conjunto de normas que reflejan sus valores, hay numerosos indicios de que estos varían de una cultura a otra. Por ello, muchos autores han cuestionado la universalidad de normas y valores, y han sostenido que son subjetivos y particulares de cada época o grupo humano. Sin embargo, ya hemos dicho que una cosa es el plano de lo que es y otra, muy distinta, el de lo que debería ser. Por esta razón, otros autores defienden que no todo lo que de hecho se considera un valor en realidad lo es. Por lo tanto, la diversidad de valores en el plano de lo que es no demuestra que esta diversidad también se de en el plano de lo que debe ser. ¿Son los valores objetivos o son sólo apreciaciones de una persona o grupo social? Teoría objetivista: los valores son cualidades o propiedades que están en las cosas, por tanto, son objetivos: no los inventa el ser humano, sino que los descubre en lo que le rodea. Max Scheller es uno de los filósofos que más ha defendido esta idea: aunque los valores no pueden identificarse con los objetos valiosos si residen en ellos Teoría subjetivista: no existen cosas valiosas en sí mismas ni valores objetivos y universales: que algo sea considerado un valor depende de la apreciación subjetiva de cada persona o grupo cultural. Afirma Jean-Paul Sartre que el ser humano es un ser libre e indeterminado y está condenado a inventarse sus propios valores y normas

PRINCIPALES TEORIAS ETICAS Si el término moral procede del vocablo latino que significa costumbre, la palabra ética deriva de ethos, que en griego significa carácter (es evidente la relación entre ambos). Los hábitos y las costumbres determinan nuestro carácter o personalidad, y acaban por condicionar nuestras acciones concretas. La ética y la moral no sólo están emparentadas etimológicamente. En la actualidad, se usan indistintamente como términos sinónimos. Así, tanto podemos decir Juan ha actuado de forma inmoral como Juan ha actuado sin ningún tipo de ética, o también, Mi código moral me impide hacer esto o Mi ética me impide comportarme así. Pero, aunque en un sentido laxo puedan emplearse de esta manera, en un sentido estricto tienen significados distintos. En el lenguaje filosófico se suele distinguir entre la moral, o código de normas que regulan la acción correcta, y la ética, la reflexión acerca de la moral. Según esta distinción, la ética viene a ser una especie de filosofía moral, que tiene como objeto de estudio precisamente los códigos morales concretos: su validez, su fundamentación y su legitimación. Aunque la ética sea considerada una disciplina filosófica, lo cierto es que la ética será cualquier reflexión, análisis o estudio de las normas y los valores morales. Por lo tanto, no es algo que deba circunscribirse al ámbito académico o deba relegarse a los especialistas filosóficos. Ética es cualquier reflexión crítica y seria, también la que hacemos nosotros cuando reflexionamos acerca de si determinada norma es válida (por ejemplo, la obligación de ser sinceros) o cuando discutimos si un valor (sinceridad) debe supeditarse a otro (por ejemplo, la amistad). La ética es fundamentalmente teórica, aunque está orientada a dotar al hombre de unas pautas concretas e comportamiento, mientras que la moral es más práctica, puesto que detalla unas normas que se encuentran fundamentadas en la reflexión ética.

“Moral es el conjunto de comportamientos y de normas que tú, yo y algunos de

quienes nos rodean solemos aceptar como válidos; ética es la reflexión sobre

porqué los consideramos válidos y la comparación con otras morales diferentes” (Fernando Savater, Etica para Amador)

Una teoría ética es una teoría filosófica que intenta fundamentar la moral, es decir, justificar su validez y legitimidad. Como toda moral, consiste en una serie de preceptos o normas (busca el término medio, haz lo que beneficie a la mayoría...) y una serie de valores (templanza, utilidad, felicidad…), la teoría deberá justificar precisamente estas normas y valores. Según el tipo de fundamento que proporcione, hablaremos de un tipo de teoría ética o de otro. Así, serán teorías distintas las que conciben y defienden la moral como una búsqueda de la vida buena o como el cumplimiento del deber. Las distintas teorías éticas que se han dado a lo largo de la historia pueden dividirse en varios tipos, no sólo por el fundamento concreto que dan de las normas morales, sino también por el modo particular de darlo. A continuación ofrecemos una serie de preguntas, cuya respuesta puede servir para clasificar la diversidad de teorías existentes.

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PREGUNTA RESPUESTA TIPO ETICA TEORIA ETICA

Yo mismo Autónoma Formalismo Ética discursiva ¿Quién

puede decirme lo que debo hacer?

La naturaleza, Dios, la autoridad legal... Heterónoma

Estoicismo Intelectualismo moral Iusnaturalismo ético Utilitarismo Hedonismo

Debo actuar de acuerdo con una norma que pueda convertirse en ley universal

Formal Formalismo Ética discursiva

¿Qué debo hacer?

Debo hacer esto, porque esto es lo bueno Material

Eudemonismo Hedonismo Estoicismo Utilitarismo Iusnaturalismo ético

Las que tienen buenas consecuencias, es decir, las que se acercan al bien

Teleológica

Eudemonismo Hedonismo Iusnaturalismo ético Utilitarismo ¿Cuáles son

las acciones correctas?

Las que son correctas en sí mismas, al margen de sus consecuencias, pues cumplen con el deber

Deontológica Formalismo Ética discursiva

Si Cognoscitiva

Intelectualismo moral Eudemonismo Hedonismo Utilitarismo Formalismo Ética discursiva

¿Puedo conocer lo

que está bien y lo que debo

hacer? No No

cognoscitiva Emotivismo

No Ética de máximos

Eudemonismo Hedonismo Estoicismo Utilitarismo

¿Hay principios éticos

universales? Si Ética de

mínimos

Formalismo Intelectualismo moral Ética discursiva

INTELECTUALISMO MORAL Según esta teoría, conocer el bien es hacerlo: sólo actúa inmoralmente el que desconoce en qué consiste el bien. Puede comprobarse que esta teoría es doblemente cognitivista, ya que no sólo afirma que es posible conocer el bien, sino que además defiende que este conocimiento es el único requisito necesario para cumplirlo. El filósofo griego Sócrates fue el primero en mantener dicha postura ética, Para este pensador, no sólo el bien es algo que tiene existencia objetiva y validez universal, sino que, además, al ser humano le es posible acceder a él. Así pues, Sócrates concibe la moral como un saber. De la misma forma que quien sabe de carpintería es carpintero y el que sabe de medicina es médico, sólo el que sabe qué es la justicia es justo. Por lo tanto, para este filósofo no hay personas malas, sino ignorantes, y no hay personas buenas si no son sabias.

EUDEMONISMO Muchas veces habrás preguntado para qué sirve tal o cual cosa, pero, en ocasiones, esta pregunta es absurda. Así, si preguntamos para qué sirve la felicidad, la respuesta sería que para nada, pues no es algo que se busque como medio para otra cosa, sino que se basta a sí misma, es un fin. Las éticas que consideran la felicidad (eudaimonía) el fin de la vida humana y el máximo bien al que se puede aspirar son eudemonistas. Ahora bien, decir que el ser humano anhela la felicidad es como no decir nada, pues cada uno entiende la felicidad a su modo. Aristóteles fue uno de los primeros filósofos en defender el eudemonismo. Pero ¿qué entendía Aristóteles por felicidad? Todos los seres tienen por naturaleza un fin: la semilla tiene como fin ser un árbol; la flecha, hacer diana... No podría ser menos en el caso del hombre. Como lo esencial del hombre (lo que le distingue) es su capacidad racional, el fin al que por naturaleza tenderá será la actividad racional. Así pues, la máxima felicidad del ser humano residirá en lo que le es esencial por naturaleza: la vida contemplativa, es decir, el ejercicio teórico de la razón en el conocimiento de la naturaleza y de Dios, y en la conducta prudente, que se caracteriza por la elección del término medio entre dos extremos, el exceso y el defecto

HEDONISMO La palabra hedonismo proviene del griego hedoné, que significa placer. Se considera hedonista toda doctrina que identifica el placer con el bien y que concibe la felicidad en el marco de una vida placentera. Aunque existen muchas teorías, suelen diferir entre ellas por la definición propuesta de placer. Los cirenaicos formaron una escuela iniciada por un discípulo de Sócrates, Aristipo (435 a.C). Según este filósofo, la finalidad de nuestra vida es el placer, entendido en sentido positivo como goce sensorial, como algo sensual y corporal, y no como fruición intelectual ni como mera ausencia de dolor. Al igual que los anteriores, el epicureismo identifica placer y felicidad. Sin embargo, a diferencia de estos, Epicuro define el placer como la mera ausencia de dolor. No se trata, pues, de buscar el placer sensual del cuerpo, sino la ausencia de pesar del alma. Esta serenidad o tranquilidad del alma (ataraxia) es el objetivo que debe seguir todo ser humano. ¿Cómo alcanzarla? El sabio que se conduce razonablemente y no escoge a lo loco lo que pueden ser sólo aparentes placeres logrará una vida más tranquila y feliz.

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ESTOICISMO En un sentido amplio, pueden considerarse estoicas todas las doctrinas éticas que defiendan la indiferencia hacia los placeres y dolores externos, y la austeridad en los propios deseos. Ahora bien, en un sentido estricto, se conoce como estoicismo tanto la corriente filosófica grecorromana, iniciada por Zenón, como la teoría ética mantenida por estos filósofos La ética estoica se basa en una particular concepción del mundo: éste se encuentra gobernado por una ley o razón universal (logos) que determina el destino de todo lo que en él acontece, lo mismo para la naturaleza que para el ser humano. Por lo tanto, el ser humano se halla limitado por un destino inexorable que no puede controlar y ante el que sólo puede resignarse. Esta es la razón de que la conducta correcta sólo sea posible en el seno de una vida tranquila, conseguida gracias a la imperturbabilidad del alma, es decir, mediante la insensibilidad hacia el placer y hacia el dolor, que sólo será alcanzable en el conocimiento y la asunción de la razón universal, o destino que rige la naturaleza, y por tanto, en una vida de acuerdo con ella.

IUSNATURALISMO ETICO Se puede calificar de iusnaturalista toda teoría ética que defienda la existencia de una ley moral, natural y universal, que determina lo que está bien y lo que está mal. Esta ley natural es objetiva, pues, aunque el ser humano puede conocerla e interiorizarla, no es creación suya, sino que la recibe de una instancia externa. Tomás Aquino es el filósofo que ha mantenido de forma más convincente el iusnaturalismo ético. Según este filósofo, Dios ha creado al ser humano a su imagen y semejanza y, por ello, en su misma naturaleza le es posible hallar el fundamento del comportamiento moral. Las personas encuentran en su interior una ley natural que determina lo que está bien y lo que está mal, gracias a que ésta participa de la ley eterna o divina.

FORMALISMO Son formales aquellos sistemas que consideran que la moral no debe ofrecer normas concretas de conducta, sino limitarse a establecer cuál es la forma característica de toda norma moral. Según Inmanuel Kant, sólo una ética de estas características podría ser universal y garantizar la autonomía moral propia de un ser libre y racional como el ser humano. La ley o norma moral no puede venir impuesta desde fuera (ni por la naturaleza ni por la autoridad civil...), sino que debe ser la razón humana la que debe darse a sí misma la ley. Si la razón legisla sobre ella misma, la ley será universal, pues será válida para todo ser racional. Esta ley que establece como debemos actuar correctamente, sólo es expresable mediante imperativos (mandatos) categóricos (incondicionados). Estos de diferencian de los imperativos hipotéticos, propios de las éticas materiales, que expresan una norma que sólo tiene validez como medio para alcanzar un fin. Por contra, el imperativo categórico que formula Kant es: Obra de tal modo que tu acción pueda convertirse en ley universal. Este imperativo no depende de ningún fin y, además, no nos dice qué tenemos que hacer, sino que sirve de criterio para saber qué normas son morales y cuales no. Establece cuál es la forma que debe de tener la norma para ser moral: sólo aquellas normas que sean universalizables serán realmente normas morales.

EMOTIVISMO Por emotivismo se entiende cualquier teoría que considere que los juicios morales surgen de emociones. Según esta corriente, la moral no pertenece al ámbito racional, no puede ser objeto de discusión o argumentación y, por tanto, no existe lo que se ha llamado conocimiento ético. David Hume es uno de los máximos representantes del emotivismo. Afirma que las normas y los juicios morales surgen del sentimiento de aprobación o rechazo que suscitan en nosotros ciertas acciones. Así, una norma como Debes ser sincero o un juicio moral como Decir la verdad es lo correcto se basan en el sentimiento de aprobación que provocan las acciones sinceras y en el sentimiento de rechazo que generan las acciones engañosas. Para los emotivistas, los juicios morales tienen la función de suscitar esos sentimientos no solo en mí, sino en el interlocutor y, así, promover acciones conforme a estos: la función que poseen los juicios y las normas morales es influenciar en los sentimiento y en la conducta del interlocutor.

UTILITARISMO Es una teoría ética muy cercana al eudemonismo y al hedonismo, pues defiende que la finalidad humana es la felicidad o placer. Por ello, las acciones y normas deben ser juzgadas de acuerdo con el principio de utilidad o de máxima felicidad. Al igual que las anteriores, constituye una ética teleológica, pues valora las acciones como medios para alcanzar un fin y según las consecuencias que se desprendan de ellas: una acción es buena cuando sus consecuencias son útiles (nos acercan a la felicidad) y es mala cuando sus consecuencias no lo son (nos alejan de ella). Según John Stuart Mill, la principal diferencia entre el utilitarismo y el hedonismo clásico (epicureismo) es que el primero trasciende el ámbito personal: no entiende por felicidad el interés o placer personal, sino el máximo provecho para el mayor número de personas. El placer es un bien común. Mill distingue entre placeres inferiores y superiores: hay placeres más estimables que otros según promuevan o no el desarrollo moral del propio ser humano.

ETICA DISCURSIVA Heredera y continuadora de la ética kantiana, la ética del discurso o ética dialógica es formal y procedimental, pues no establece normas concretas de acción, sino el procedimiento para determinar qué normas tienen valor ético. El criterio es similar al kantiano, pero formulado de modo distinto. Si en Kant tenía validez aquella norma que podía convertirse en ley universal, para las éticas discursivas es norma moral aquella que es aceptable por la comunidad de diálogo, cuyos participantes tienen los mismos derechos y mantienen relaciones de libertad e igualdad, esto es, a la que se llega a través del diálogo y no del monólogo. Para Jürgen Habermas, sólo tienen validez aquellas normas aceptadas por un consenso en una situación ideal de diálogo. Esta situación de diálogo debe de cumplir una serie de requisitos: todos los afectados por una misma norma deben participar en su discusión; todos los participantes deben tener los mismos derechos y las mismas oportunidades de argumentar y defender sus posturas; no puede existir coacción de ningún tipo y todos los participantes deben intervenir en el diálogo teniendo como finalidad el entendimiento.

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SELECCIÓN DE TEXTOS PARA EL ANALISIS I) ¿Cuál es el bien supremo entre todos los que podemos alcanzar por medio de la acción? Casi todo el mundo está de acuerdo en cuanto a su nombre, pues tanto la gente

como las personas cultivadas dice que es la felicidad, y admiten que vivir bien y obrar

bien es lo mismo que ser feliz […] Llamamos más perfecto al bien que se persigue por sí mismo que al que se busca por

otra cosa, y al que nunca se elige por otra cosa, mas que los que se eligen a la vez por sí

mismos y nunca por otra cosa. Tal parece ser eminentemente la felicidad (eudaimonía), pues la elegimos siempre por ella misma y nunca por otra cosa, mientras que los

honores, el placer, el entendimiento, y toda virtud la deseamos ciertamente por sí

mismos, pero también los deseamos en vistas de la felicidad, pues creemos que seremos

felices por medio de ellos… Aristóteles, Etica a Nicómaco

II) Del mismo modo que hay que saber que, de los deseo, unos son necesarios, los otros vanos, y entre los naturales hay algunos que son necesarios y otros tan sólo naturales.

De los necesarios, unos son imprescindibles para conseguir la felicidad, otros para el

bienestar del cuerpo, otros para la propia vida. De modo que, si nos conocemos bien,

sabremos relacionar cada elección o cada negativa con la salud del cuerpo o la

tranquilidad del alma, ya que este es el objetivo de una vida feliz, y con vistas a él

realizamos todos nuestros actos, para no sufrir ni sentir turbación. Tan pronto como lo

alcanzamos, cualquier tempestad del alma se serena, y al hombre no le queda más que

desear ni busca otra cosa para colmar el bien del alma y del cuerpo. Pues el placer lo

necesitamos cuando su ausencia nos causa dolor, pero, cuando no experimentamos

dolor, tampoco sentimos necesidad del placer.

Por este motivo afirmamos que el placer es el principio y fin de la vida feliz, porque

lo hemos reconocido como un bien primero y congénito, a partir del cual iniciamos

cualquier elección o aversión, y a él nos referimos al juzgar los bienes según la norma

del placer y del dolor. Epicuro, Carta a Meneceo

III) Alguien podrá decir: ¿de qué sirve la filosofía, si existe algo como el destino? ¿Para qué, si es un dios el que gobierna, si todo está sometido al azar? Pues no

podemos modificar lo que ya está fijado de antemano, ni hacer nada contra lo

imprevisible; porque, o el dios se anticipó a mi decisión, o determinó lo que habría que

hacer, o la suerte cierra toda la posibilidad de juego a mi libre decisión. En cualquiera

de estos casos, o aunque esas hipótesis fueran ciertas, debemos acudir a la filosofía: sea

que el destino nos tenga cogidos en una red de la que no podemos escapar, o que un

dios, árbitro del Universo, lo haya decidido todo, o que el azar empuje y agite sin orden

los asuntos humanos, la filosofía está para protegernos. Nos dirá que obedezcamos al

dios de buen grado, que resistamos duramente a la fortuna. Te enseñará cómo

conseguir al dios, cómo sobrellevar al destino. Séneca, Cartas morales a Lucilio

IV) La ley natural, en cuanto a los primeros principios comunes, es la misma para todos los hombres, tanto por la rectitud de su inteligencia como por el conocimiento de

esta. Pero en cuanto a ciertos preceptos particulares, que son a modo de conclusiones

derivadas de los principios comunes, es la misma para todos en la generalidad de los

casos; pero puede fallar en algunos: sea a causa de algunos impedimentos

particulares, sea en cuanto a su conocimiento, y esto porque algunos tienen la razón

pervertida por las pasiones y por las malas costumbres, o por la mala disposición

natural. Tomás de Aquino, Suma teológica

V) En suma: nadie es capaz de determinar por principio, con plena certeza, que sea lo que le haría verdaderamente feliz, porque para tal determinación fuera indispensable

tener omnisciencia. Así, pues, para ser feliz, no cabe obrar por principios

determinados, sino sólo por consejos empíricos: por ejemplo, de dieta, de ahorro, de

cortesía, de comedimiento, etc.; la experiencia señala que estos consejos son los que

mejor fomentan, por término medio, el bienestar. De donde resulta que los imperativos

de la sagacidad, hablando exactamente, no pueden mandar, esto es, exponer

objetivamente ciertas acciones como necesarias prácticamente; hay que considerarlas

más bien como consejos (consilia) que como mandatos (praecepta) de la razón. Así, el

problema: “determinar con seguridad y universalidad qué acción fomente la felicidad

de un ser racional” es totalmente insoluble. Por eso no es posible con respecto a ella

un imperativo que mande en sentido estricto realizar o que nos haga felices; porque la

felicidad no es un ideal de la razón, sino de la imaginación, que descansa en meros

fundamentos empíricos.

Inmanuel Kant, Fundamentación de la Metafísica de las costumbres

III) La moral utilitaria reconoce al ser humano el poder de sacrificar su propio bien por el bien de los otros. Solo rehúsa admitir que el sacrificio sea un bien por sí mismo.

Un sacrificio que no aumenta ni tiende a aumentar la suma total de la felicidad, lo

considera desperdiciado. La única devoción que aplaude es la devoción a la felicidad,

o a algunos de los medios para conseguir la felicidad de los demás: ya de los hombres

considerados colectivamente, ya de los individuos dentro de los límites impuestos por

los intereses colectivos de la humanidad.

Porque el utilitarismo exige a cada uno que entre su propia libertad y la de los

demás, sea un espectador tan estrictamente imparcial como desinteresado y

benevolente. En la norma áurea de Jesús de Nazaret leemos todo el espíritu de la ética:

“Haz como querrías que hicieran contigo y ama a tu prójimo como a ti mismo”. En eso

consiste el ideal de perfección de la moral utilitaria.

John Stuart Mill, Sobre la libertad

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