La Alhambra, ciudad palatina. Perspectivas desde la Arqueología

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* Universidad de Granada. 1 Antonio MALPICA CUELLO: “Historia y Arqueología Medievales: un debate que continúa”. Problemas actuales de la Historia. Sala- manca, 1993, pp. 29-47. Son muchas las cuestiones a las que habría que responder al hacer un estudio sobre la ciu- dad palatina de la Alhambra. Una de ellas es la de su configuración y organización. Como complemento a ésta tendríamos que referir- nos asimismo a los mecanismos que lo hacen posible a niveles económicos. Ahora bien, mien- tras que en el primer caso, los ritmos de evo- lución de la almudayna se han investigado y tenemos una panorámica más o menos clara, en el segundo apenas contamos con escasísi- mas referencias que nos obligan a trazar unas líneas demasiado genéricas. Ocurre que ape- nas disponemos de fuentes escritas para ela- borar unos principios de análisis. Así se resien- te el conocimiento histórico de la Alhambra. Por el contrario, la realidad arqueológica, en principio, es muy rica. Tenemos, sin embargo, algunos problemas. Indepedientemente de situa- ciones más o menos claras, debido a la falta de una práctica rigurosa de la Arqueología, los mismos datos que se obtienen de ella son cua- litativamente diferentes de los que tienen su origen en la escritura. Por muchas precisiones que podamos obtener, los documentos arqueo- lógicos carecen de la rigurosidad cronológica que tienen los que surgen del universo de la letra. Para eso existe efectivamente. Estas cues- tiones ya las hemos tratado en trabajos ante- riores 1 . La Alhambra, ciudad palatina. Perspectivas desde la Arqueología Antonio Malpica Cuello * RESUMEN La Alhambra es una ciudad palatina ocupada desde el siglo XIII, pero con antecedentes y, por supuesto, con transformaciones posteriores. En este artículo se trazan las líneas generales de su evolución, a partir de un análisis arqueológico, que tiene en cuenta la organización espacial y las referencias encontradas en las fuentes escritas. Es un intento de estudio desde una perspectiva unitaria y global, más que parcial, y por supuesto histórica. PALABRAS CLAVE: Poblamiento. Arqueología Medieval. Reino de Granada. Alhambra. ABSTRACT The Alhambra is a palacial city occupied from the XIII th century, but with antecedent and, of course, with subsequent transformations. In this article are traced the general lines of its evolution, as of an archaelo- gic analysis, that takes into account the spatial orga- nization and the references found in the written sour- ces. This study is developed from a global and unitary perspective, rather than partial and of course a his- torical point of view. KEY WORDS: Settlement. Medieval Archaeology. Grenade kingdom. Alhambra.

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* Universidad de Granada.

1 Antonio MALPICA CUELLO: “Historia y Arqueología Medievales: un debate que continúa”. Problemas actuales de la Historia. Sala-manca, 1993, pp. 29-47.

Son muchas las cuestiones a las que habríaque responder al hacer un estudio sobre la ciu-dad palatina de la Alhambra. Una de ellas esla de su configuración y organización. Comocomplemento a ésta tendríamos que referir-nos asimismo a los mecanismos que lo hacenposible a niveles económicos. Ahora bien, mien-tras que en el primer caso, los ritmos de evo-lución de la almudayna se han investigado ytenemos una panorámica más o menos clara,en el segundo apenas contamos con escasísi-mas referencias que nos obligan a trazar unaslíneas demasiado genéricas. Ocurre que ape-nas disponemos de fuentes escritas para ela-borar unos principios de análisis. Así se resien-

te el conocimiento histórico de la Alhambra.Por el contrario, la realidad arqueológica, enprincipio, es muy rica. Tenemos, sin embargo,algunos problemas. Indepedientemente de situa-ciones más o menos claras, debido a la faltade una práctica rigurosa de la Arqueología, losmismos datos que se obtienen de ella son cua-litativamente diferentes de los que tienen suorigen en la escritura. Por muchas precisionesque podamos obtener, los documentos arqueo-lógicos carecen de la rigurosidad cronológicaque tienen los que surgen del universo de laletra. Para eso existe efectivamente. Estas cues-tiones ya las hemos tratado en trabajos ante-riores 1.

La Alhambra, ciudad palatina.Perspectivas desde la ArqueologíaAntonio Malpica Cuello *

RESUMEN

La Alhambra es una ciudad palatina ocupada desdeel siglo XIII, pero con antecedentes y, por supuesto,con transformaciones posteriores. En este artículo setrazan las líneas generales de su evolución, a partirde un análisis arqueológico, que tiene en cuenta laorganización espacial y las referencias encontradas enlas fuentes escritas. Es un intento de estudio desdeuna perspectiva unitaria y global, más que parcial, ypor supuesto histórica.

PALABRAS CLAVE: Poblamiento. ArqueologíaMedieval. Reino de Granada. Alhambra.

ABSTRACT

The Alhambra is a palacial city occupied from the XIIIthcentury, but with antecedent and, of course, withsubsequent transformations. In this article are tracedthe general lines of its evolution, as of an archaelo-gic analysis, that takes into account the spatial orga-nization and the references found in the written sour-ces. This study is developed from a global and unitaryperspective, rather than partial and of course a his-torical point of view.

KEY WORDS: Settlement. Medieval Archaeology.Grenade kingdom. Alhambra.

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Dejando a un lado problemas de caráctermetodológico, que no parece el momentooportuno de tratar en la presente ocasión,parece más adecuado describir cómo es la ciu-dad palatina de la Alhambra. Hoy en día estáplenamente configurada e incluso podríamosdecir que está fosilizada, pero se detectan loselementos fundamentales que la integran. Secompone de una parte eminentemente militar,la qaSaba; una zona residencial reservada al reyy su corte, en donde tienen lugar los actospúblicos y administrativos del poder, así comolos propios de la vida privada; el área claramenteurbana, en donde habitan hombres de diversacondición, unidos por las necesidades de lapropia almudayna, y, por último, el mundoperiurbano, en donde la presencia de la vidaagrícola es importante, en donde están las almu-nias reales, la más importante de las cuales esel Generalife.

Esta es la Alhambra de época nazarí, por-que hay una anterior y otra posterior. La pri-mera es ante todo una fortaleza unida a la ciu-dad de Granada; la segunda, también, peroseparada de ésta, y al mismo tiempo residen-cia del nuevo poder, el de la monarquía caste-llana. En este último caso se puede compro-bar a través de una serie de transformacionesque culminan con la construcción del palaciode Carlos V.

La verdad es que se ha ido produciendo uncambio a lo largo de un período más o menosamplio que ha dado varios resultados. El pri-mero de todos es la conversión de la estruc-tura defensiva anterior al siglo XIII en una ciu-dad de la dinastía nazarí. El segundo es laconfiguración definitiva de la Alhambra conunos códigos elementales que permiten a par-tir de un determinado momento hablar ya deuna auténtica almudayna. El tercero es la com-plicación de sus componentes y la necesaria

reorganización de los mismos en una nuevaestructura, que recuerda la anterior y sigue suslíneas maestras. Finalmente, el cuarto es suadecuación a nuevos mecanismos de poder,distintos de los anteriormente conocidos, cuan-do llegan los castellanos.

Nuestra intención es examinar cada uno deestos momentos, intentando definir no sólo dequién procede el impulso constructor, sino tam-bién cómo surge y a partir de qué presupues-tos. La verdad es que con ello queremos rom-per de manera intencionada una tendencia muyconsolidada en la investigación en los monu-mentos, cual es aislarlos en partes sin posibili-dades de darles un sentido unitario 2. No que-remos decir que vayamos a conseguirlo, peroal menos lo vamos a intentar. Dejamos, por-que no es el momento de hacerlo ahora, a unlado los planteamientos que deberían de deri-varse de la restauración y conservación delmonumento, que brevemente los hemosexpuesto en otro trabajo 3.

EL PASO DE UNA FORTIFICACIÓNA UNA CIUDAD PALATINA

Hay referencias en las fuentes escritas a lacreación de un hiSn o qal‘a. Las primeras lashallamos en un texto en el que se mencionala actuación de Sawwar b. Hamdun, quien, enel siglo IX, fortificó para los árabes la Alham-bra, Wadi As, Muntisa, BaSta y la kura de Jaén.En la Ihata, Ibn al-Jatib, autor del siglo XIV, dicelo siguiente: “fue el que fortificó (banà) madinatal-Hamra’ de noche, y la llama resplandeció paralos árabes de al-FahS” 4.

Acerca del mismo hecho Ibn Hayyan, delsiglo XI, escribiendo sobre los acontecimientosque tuvieron lugar en el proceso de formacióndel Estado omeya, nos dice:

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2 Una de las últimas aportaciones sobre el conjunto alhambreño confirma esta tendencia. Nos referimos al libro de Pedro SALMERÓNESCOBAR: La Alhambra, estructura y paisaje. Granada, 1997.

3 Antonio MALPICA CUELLO: “La ciudad palatina de la Alhambra. Un análisis histórico y arqueológico de su configuración y evolu-ción”. En prensa.

4 Ibn al-JATIB: Al-Ihata fi ajbar Garnata. Edic. ‘INAN. El Cairo, 1974, t. IV, 270.

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5 Ibn HAYYAN: Al-Muqtabis III, traduc. José E. GURÁIEB, Cuadernos de Historia de España, XVIII (1952), pp. 155-156.

6 Ibn HAYYAN: Al-Muqtabis III, traduc. José E. GURÁIEB, Cuadernos de Historia de España, XVIII (1952), p. 157.

7 Pierre GUICHARD: Al-Andalus. Estructura antropológica de una sociedad islámica en Occidente. Barcelona, 1976 (reimp. Granada, 1995),p. 510.

8 Manuel ACIÉN ALMANSA: “Poblamiento y fortificación en el sur de al-Andalus. La formación de un país de æu§œn”. Actas del IIICongreso de Arqueología Medieval Española, t. I. Oviedo, 1989, pp. 135-150, espec. p. 143.

9 Manuel ACIÉN ALMANSA: “Poblamiento y fortificación...”, p. 145.

“Han llegado hasta nosotros los siguientes relatosde los notables árabes de Granada. Dicen así: Unagudo sentimiento nacional empezó a hacerse sen-tir en los árabes y los españoles de la ciudad deElvira, separándolos en dos bandos antagónicos. Losárabes, que eran allí minoría, no tuvieron más reme-dio que refugiarse en la fortaleza de Granada (Alham-bra), cuyos muros se hallaban a la sazón derruidos.

Se encerraron allí y comenzaron a hacer frente, dedía, a los ataques de los españoles y los muladíes,sus enconados enemigos, que los hostigaban y losobligaban a la pelea, mientras de noche recons-truían las partes averiadas de la fortaleza, a la luzde las antorchas.

En una de esas noches en que se hallaban los sitia-dos entregados febrilmente a la fortificación de susemidestruida Alhambra, aconteció que fué a caera los pies de los que trabajaban un guijarro envuel-to en un papel escrito, arrojado desde el lado delos sitiadores. Era un mensaje que contenía unos ver-sos compuestos por ‘Abd al-Rahman b. Ahmad, unpoeta español defensor de los muladíes, conocidopor Al-‘Abli, oriundo de la aldea de ‘Abla, cerca deGuadix, que era el bardo más afamado de Elvira.

Los tres versos decían así:

Sus casas están desiertas y vacías;en ella se arromolinan y soplanlos vientos huracanados.En la fortaleza de Alhambra,donde se han refugiado,meditan sus nuevos desvíos y errores,reveses fatales pronto sufrirán.Como los sufrieron sus padrescuando nuestras lanzas y espadasde ellos dieron cuenta.” 5

En esta misma fuente, encontramos la res-puesta que da otro poeta, al-Asadi, por partede los árabes:

“Nuestras casas están habitadasy nuestras campiñas no son eriales;nuestra fortaleza es un ‘alcalá’que nos defiende de toda opresión...” 6.

Dejando a un lado la interpretación globalde este párrafo, en la que debe de entrar eltema del honor, tan querido por la literaturaárabe, como ha puesto de manifiesto Pierre Gui-chard 7, se desprende de este texto la creaciónde una fortaleza por parte de Sawwar en elperíodo turbulento de la primera fitna, en con-creto en el siglo IX. Las obras que hoy que-dan en pie no permiten, a falta como estamosde estudios arqueológicos sistemáticos sobreesta parte de la Alhambra, conocer los vesti-gios pertenecientes a estas primeras cons-trucciones.

En todo caso, no debe de considerarse nadamás que una estructura castral, aunque en fran-ca oposición a la ciudad por excelencia de esteespacio, Ilbira, que conforma la Vega de Gra-nada. Manuel Acién ha dado, sin embargo, unaexplicación doble. De un lado ha escrito refi-riéndose al párrafo de Ibn al-Jatib arriba men-cionado: “...aunque el texto haya que interpretar-lo como que Sawwar alentó o impulsó dichasconstrucciones, lo que es claro es el momento enque se efectúan, y que se hace como respuesta alos huSun que se habían vuelto hacia Ibn HafSun,a los que ataca de inmediato” 8.

Por otra parte, ha dicho: “Es más, el progra-ma constructivo que antes hemos visto alentado porSawwar, se puede relacionar perfectamente con lamodalidad y función de los ummahat al-huSun enun claro proceso de contaminación por la sociedadindígena, conformándose aquí los aShab a causa dela aristocratización de algunos linajes a partir de losmedios tribales” 9.

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Sea como fuere, queda claro a partir deeste momento que la Colina Roja fue ocupa-da por vez primera en época medieval. Temadistinto es saber si hubo anteriores asenta-mientos. Hasta el presente, sin embargo, qui-zás porque la Arqueología no ha irrumpido conla fuerza necesaria en la Alhambra, no se handocumentado vestigios de otros períodos. Másaun, no se han identificado fragmentos cerámicosde una época distinta a la nazarí. Tal vez unascampañas de excavación sistemáticas, especial-mente en la Alcazaba, puedan arrojar alguna luz,de la que por el momento carecemos.

Es cierto que en el siglo XI volvemos atener noticias sobre este espacio, sin que sepa-mos el destino que sufrieron las estructurasanteriores tras la instalación del poder califal entoda la kura de Ilbira. En el proceso de formaciónde la ciudad de Granada, bajo los ziríes, lasconstrucciones realizadas en el conjunto urba-no afectan a la colina sobre el Darro. Son yaconocidos los textos de las Memorias del rey‘Abd Allah en donde se mencionan construc-ciones allí realizadas.

En el primero se lee: “Se iba entretanto ensan-chando el abismo que separaba al judío de la pobla-ción y la agitación iba en aumento. Temeroso eljudío del populacho, se trasladó desde su casa a aalcazaba, en espera de ver realizados sus proyec-tos; pero las gentes se lo toman a mal, lo mismoque el que construyera la fortaleza de la Alhambra,que era donde contaba encerrarse con su familia,al entrar Ibn ßumadih en la ciudad y hasta que serestableciera el orden” 10.

En otro se dice:

“Cuando ordené la construcción del muro contiguoa la Alhambra (al-Hamra’), movido a ello por acon-tecimientos tan notorios que me relevan de comen-tarios, tuvimos la buena fortuna de que los albañi-les encontraron, al hacer los cimientos, una orza

llena de oro. Avisado de la noticia, hallé en dichaorza tres mil meticales ya‘faries; cosa que me rego-cijó y que me pareció de buen agüero para la rea-lización de mis empresas (¡así se burla de nosotrosel mundo, como antes se burló de nuestros ascen-dentes!). ‘De los cimientos va a salir la construcción’,me dije.

Como sobre aquellos cimientos se levantó en otrotiempo la casa del judío Abu l-Rabi‘,que fue teso-rero de mi abuelo (¡Dios se apiade de él!), com-prendí que se trataba de riquezas que él habíaenterrado” 11.

En el primero se pone de manifiesto cómoel visir judío había construido una fortaleza enla Alhambra. No sabemos si era sólo una estruc-tura fortificada o si en ella habría también unpalacio, pues habla de que allí se iba a ence-rrar con su familia. Éste debía de estar surtidoconvenientemente de agua, aunque sólo fuesepara abastecer la fuente que canta el poeta IbnGabirol. En todo caso, parece evidente que elagua era más que precisa para crear este asen-tamiento, que no parece tan eventual comopudiera creerse. Planteada así la cuestión, es evi-dente que su construcción suponía la creaciónde un sistema hidráulico. Por eso, cabe pensarque se situaría en la ladera que mira al Darro,quizás en las proximidades de la acequia llamadade Romayla, actualmente conocida como deSanta Ana. Este extremo es una hipótesis másque aventurada, pues la ubicación es por ahoraimposible y la cualificación de las obras quepudo levantar allí Ibn Nagrela 12 está contami-nada por la literatura y por leyendas posterio-res e interesadas.

En el segundo texto se pone de relieve cómoal ser construida la muralla que servía para unirla Alcazaba con la ciudad de Granada se des-cubrieron restos posiblemente del edificio cons-truido por el visir judío. Se podría abundar enla idea arriba expuesta sobre su ubicación. De

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10 É. LÉVI-PROVENÇAL y Emilio GARCÍA GÓMEZ: El Siglo XI en 1ª persona. Las “Memorias” de ‘Abd Allah. Madrid, 1980, pp. 131-132.

11 É. LÉVI-PROVENÇAL y Emilio GARCÍA GÓMEZ: El Siglo XI..., pp. 237-238.

12 Frederick P. BARGEBUHR: The Alhambra. A cycle of studies on the Eleventh Century in Moorish Spain. Berlín, 1968.

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13 Antonio MALPICA CUELLO: “Un elemento hidráulico al pie de la Alhambra”. Cuadernos de la Alhambra, 29-30 (1993-1994), pp.77-98.

14 Antonio MALPICA CUELLO: “Un elemento...”.

15 Leopoldo TORRES BALBÁS: “La Alhambra de Granada antes del sigo XIII”. Obra dispersa. I. Al-Andalus. Madrid, 1981, pp. 181-199,espec. p. 195.

16 El anónimo de Madrid y Copenhague. Traduc. de Ambrosio HUICI MIRANDA. Madrid, 1917, p. 173.

17 Ibn ‘IDARI: Al-Bayan al-Mugrib fi ijtiSar ajbar muluk al-Andalus wa-l-Magrib. Traduc. de Ambrosio HUICI MIRANDA. Tetuán, 1954, p.125.

18 Ibn al-JATIB: Al-Lamha al-badriyya. Traduc. José Mª CASCIARO RAMIREZ: Historia de los Reyes de la Alhambra. Granada, 1998, p.36. Biografía de Muhammad I.

todos modos, es evidente que la construcciónurbana de Granada y su desarrollo puso en fun-cionamiento la Colina Roja, con un caráctereminentemente militar. Los acondicionamientosprecisos son perceptibles con una observaciónmedianamente detenida de los restos presen-tes, aunque es preciso su estudio pormenori-zado. El más importante de todos es el apro-vechamiento de la muralla para construir unacoracha que descendía hasta el mismo Darro,de donde tomaba el agua. Aún quedan vesti-gios visibles en el conocido actualmente comoPuente del Cadí, en realidad la Bab al-Difaf 13.

En este primer período anterior a la crea-ción de la propia ciudad palatina, marcado porobras de carácter militar, no es posible señalarcómo se hizo frente a tales gastos. Sólo en elcaso en que se habla de las construcciones delsiglo XI podemos tener una idea aproximada.Cuando se habla de las emprendidas por IbnNagrela, naturalmente se debe de entenderque eran de su pecunio, aunque la fortaleza pro-piamente dicha sería con cargo al Estado. Almencionar el muro contiguo a la Alhambra,por otra parte, se nos dice que se halló unaparte del tesoro del visir judío que debió deaplicarse a su erección.

De todas formas, la Alhambra anterior a lallegada de Muhammad I es una estructura quese halla inserta en los mecanismos defensivosde la ciudad de Granada, en estrecha relacióncon ella. La existencia de esa estructura militares precedente a la creación de la almudayna y,en gran medida, la condiciona.

Configurada la Alhambra como alcazabaunida a la ciudad por un paño de muro y con

una coracha que le permitía el abastecimientodel agua del río Darro, que pasa por los piesde la Colina Roja 14, continuó funcionando comotal. Así parecen indicarlo las fuentes escritas, quenos la mencionan de forma episódica.

En el siglo XII, como ya puso de manifies-to Torres Balbás, parece que la Alhambra noera una fortaleza de importante valor castren-se 15. Para mayor abundamiento de esta idea,cabe poner de relieve que, ya en el siglo XIII,cuando Muhammad I llega a la colina, crea unosmecanismos defensivos más fuertes y se deci-de a instalar en ella una verdadera ciudad pala-tina. Los textos, aunque breves, son bastanteclaros al respecto. Así, en uno de autor anó-nimo, se lee: “Este año subió Abuabdala ben Alah-mar desde Granada al sitio llamado la Alhambra;lo inspeccionó; marcó los cimientos del castillo y dejóen él quien lo dirigiese; no terminó el año sin queestuviese acabada la edificación de sus murallas; llevóa él el agua del río y abrió una acequia con fuen-te propia” 16.

Y en otro de Ibn ‘I∂ari al-Marrakusi se dice:“Este año subió Abu ‘Abd Allah b. al-Ahmar desdeGranada al lugar de la Alhambra, lo inspeccionótodo y marcó los cimientos del castillo. señaló en élquien los excavase y no terminó el año sin que elcastillo tuviese unas elevadas construcciones dedefensa. Le llevó el agua del río, levantando un azudy excavando una acequia exclusiva para ello” 17.

De manera muy concisa se nos dice tam-bién en al-Lamha: “Construyó la fortaleza de laAlhambra, condujo a ella las aguas y la habitó” 18.

Es evidente que la Alhambra se configuracomo un nuevo espacio que va más allá de lo

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propiamente defensivo. Adquiere un grado depermanencia y habitabilidad del que antes care-cía. Lo demuestra la traida del agua desde elrío Darro, creando un sistema hidráulico nuevoy completo, que no puede pensarse que tuvie-se como fin exclusivo la Alcazaba 19. Ésta se con-figuró como un espacio seguramente más exten-so y con sus defensas reforzadas.

La creación de la nueva ciudad palatina seinscribe en una política edilicia bien definidadesde el mismo momento en que el primermonarca de la dinastía entró en madina Gar-nata y comenzó a desarrollar una serie de cons-trucciones, centradas, según las fuentes escri-tas, en la Colina Roja.

La forma que describen los textos la llega-da de Muhammad I a Granada pone de relie-ve su actitud, así como su acción al elegir elespacio de la Alhambra como sede de su nuevopoder. El visir de uno de sus más célebre suce-sores, Muhammad V, el polígrafo Ibn al-Jatib, noscuenta, siguiendo a otros autores, a los quecita, lo ocurrido:

«En Granada Ibn Jalid –abuelo de los Banu Jalid–hizo la propaganda en favor de Muhammad I, quese encontraba en Jaén. Mandóle aviso de que fuesey acudió este último a fines de ramadan del año635 (=primeros de junio de 1238), después de queIbn Jalid le enviara dos jeques, Abu Bakr b. al-Katiby Abu Ya‘far al-Taytuli al frente de una comisión dela gente de la ciudad, que era portadora de su jura-mento de fidelidad. Dice [a propósito de esto] Ibn‘I∂ari: “vino sin rica vestimenta, acampó en las afue-ras de Granada la tarde del mismo día de su lle-gada, con intención de entrar a la mañana siguien-te, pero luego cambió de parecer y penetródecididamente en la ciudad a la puesta del sol”.

Abu Muhammad al-BaSti refiere diciendo: “Yo lo vicon mis propios ojos el día de su entrada: llevaba el

manto de lana hecho jirones por la parte de loshombros; llegó ante la puerta de la mezquita de laalcazaba cuando estaba el almuédano de la horade la puesta del sol en la frase ‘venid a la oración’.Era entonces imán de ella Abu Mayd al-Muradi, elcual no se presentó; entonces invitaron los jeques alsultán a que fuera al mihrab, y rezó al frente de ellossegún la fórmula de la fatiha del Libro: ‘cuando vinola ayuda de Dios y la victoria’, en la primera [rak‘a],y ‘dí Él es único’, en la segunda. Luego entró en elpalacio de Badis precedido de gentes con cirios”» 20.

En un manuscrito de autor anónimo, yacitado al hablar de la creción de la Alhambra,se lee: “...dirigiose Abenalahmar a Granada congran aparato y acampó en las afueras de la ciu-dad, para entrar al día siguiente: luego cambió deparecer y entró al ponerse el sol del día de su lle-gada y con la espada todavía ceñida; luego salióal castillo de Badis ben Habux; ardían antorchasentre las puertas y entró con sus eunucos, comoun recién casado” 21.

Todos los textos que hemos reproducidopermiten tener una idea de la forma en que lanueva dinastía se estableció en Granada. Unacuerdo con los poderes políticos preexisten-tes, entre ellos los urbanos, como queda dichode forma expresa, llevó a Muhammad I al trono,quien de manera clara entró en la ciudad enson de paz y humildemente, encabezando laoración en la mezquita mayor, según el ofreci-miento recibido. Casi inmediatamente se deci-de a subir a la Colina Roja, que está en frentede la del Albayzín, sede del poder anterior, yestablecer en ella una nueva sede, que sería mástarde ciudad palatina. Ésta se yuxtaponía a madi-na Garnata, según un modelo que había comen-zado a desarrollarse en el N de Africa en fechasanteriores y que rompía el anterior, en el quelas ciudades reales se ubicaban lejos de las otras,como ocurrió en época omeya con la funda-ción de Madinat al-Zahra’ 22.

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19 Antonio MALPICA CUELLO: “Un sistema hidráulico de época hispano-musulmana: la Alhambra”, en José A. GONZÁLEZ ALCAN-TUD y Antonio MALPICA CUELLO: El agua. Mitos, ritos y realidades. Granada, 1995, pp. 215-239.

20 Ibn al-JATIB: Al-Lamha..., pp. 41-42. Biografía de Muhammad I.

21 El anónimo..., pp. 139-140.

22 Pierre GUICHARD: “Las bases materiales del reino de Granada”, en Arte islámico en Granada. Propuesta para un Museo de la Alham-bra. Granada, 1995, pp. 33-39.

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23 Ibn al-JATIB: Al-Lamha..., p. 62. Biografía de Muhammad III.

24 Un primer análisis en Antonio MALPICA CUELLO: “Intervenciones arqueológicas en el Secano de la Alhambra. El conjunto de losAbencerrajes”. Cuadernos de la Alhambra, 28 (1992), pp. 81-133.

La decisión de crear la Alhambra estabatomada ya desde el principio, pero no se orga-nizó su trama urbana hasta fechas más tardía.Quizás se debiera a que los dos primerosmonarcas de la dinastía estuvieron ocupados enuna organización de los territorios granadinosy en la formación de su poder, sobre todo fren-te a sus parientes los Banu Asqilula.

LA CONFIGURACIÓN DE LA CIUDADPALATINA DE LA ALHAMBRA

Sin ningún género de dudas, según todoslos indicios de que disponemos, fue Muham-mad III, precisamente el tercer monarca de ladinastía, quien sentó las bases de la almuday-na alhambreña.

Las fuentes escritas nos informan sólo deuna obra importante, la de la mezquita mayor.En al-Lamha del visir granadino Ibn al-Jatib, autordel siglo XIV, se lee: “El mayor de sus hechos vir-tuosos fue la construcción de la Mezquita Real enla Alhambra de Granada, tal como se encuentra hoyen punto a elegancia. La amuebló y embelleció conmagníficas columnas y valiosos capiteles de plata yricas lámparas. Le adjudicó las rentas de los bañosque hay delante de ella. Invirtió para la construc-ción de la mezquita el dinero de la capitación (yizya),que pagaron los infieles de las fronteras cercanaspor el rescate de unos sembrados, para arrasar alos cuales había organizado una aceifa, aprove-chando que afligía a los cristianos la guerra civil. Conestas cosas alcanzó un mérito excelso y una exal-tación singular, en los que sobrepasó a los antece-sores y sucesores de su estirpe” 23.

El texto en cuestión deja bien claro que laconstrucción de la aljama alhambreña se hizopor la utilización de la yizya o capitación quepagaron los cristianos de la zona fronteriza. Esademás significativo que se le asignasen losingresos procedentes de los baños cercanos a

ella. Es lógico que se así fuese, con objeto demantener el culto.

Independientemente de esta cuestión hayotra que llama la atención. Nos referimos a laubicación de ambos edificios. Se encuentran almismo borde de la Acequia Real, que des-ciende por allí para ir a buscar el área en tornoa la Puerta del Vino, de la que luego hablare-mos. Este eje de la Acequia es el que marcauna de las principales vías de circulación, la lla-mada Calle Real, en concreto su tramo alto. Ésteorganiza el espacio de la ciudad propiamentedicha, usando el trazado, como se ha comen-tado ya, de la acequia. Es, pues, un recorridopor la cresta de la colina. La situación de la mez-quita al lado de la Calle Real Alta ha de con-siderarse lógica, ya que debe de ser reconoci-da a una cierta distancia y, al mismo tiempo,favorecer el tránsito de las gentes. Pero hayotro tema añadido de mayor interés. Nos refe-rimos a que está en el punto en donde empie-za la zona palatina y en los bordes mismos dela madina. Se puede considerar que ocupa unárea intermedia entre ambas, que permite elflujo continuo desde ésta y el paso libre desdeaquélla. Se trata de un espacio protegido (haram)al que acuden todos los creyentes los viernesa hacer la oración y a celebrar las grandes fies-tas del Islam.

Los trabajos arqueológicos llevados a caboen el Secano de la Alhambra, en concreto enlos Abencerrajes 24, nos permite afirmar que lacara SE de la Colina estaba urbanizada siguien-do un escalonamiento, sin que pueda definir-se claramente en paratas. Es lo mismo que sepercibe en el Partal, que ocuparía la cara con-traria. En el extremo de ésta encontramos elpalacio de ese nombre, del que ahora mismohablaremos. Antes digamos que llama la aten-ción que esta disposición se haga en ambasladeras. Parece explicarse por el hecho de queestamos ante un conjunto plenamente urbani-

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zado que tiene como eje principal y más ele-vado la Calle Real Alta, en donde se levantó lamezquita mayor y los baños anejos. En reali-dad no era la única vía de comunicación. Apro-vechando el trazado de la muralla pasa el cami-no de ronda. Incluso hay viviendas perfectamentereconocibles que se abren a él. Es seguro quefuncionaba desde el mismo momento en quela cerca existía, pero no lo es menos que ganóen importancia a partir de transformacionesposteriores, en concreto de mediados del sigloXIV, cuando se abren las puertas de Siete Sue-los y de la Justicia. Pero nótese, por ejemplo,que el gran baño que fue excavado en Aben-cerrajes tenía su entrada principal por la partealta, por la Calle Real, mientras al que anula,indudablemente anterior, se accedía por el cami-no de ronda. Estas cuestiones deben de con-siderarse como cambios en una primera urba-nización, que determinaron la preeminencia dela Calle Real seguramente ya a comienzos delreinado de Muhammad III.

En cualquier caso, la complejidad que senos aparece está más que justificada por la ocu-pación real de la colina. Es visible, como se hadicho, en la existencia de un área palatina quedebe ser considerada el Partal. No contamoscon pruebas concluyentes al respecto, pero sícon indicios. El más poderoso, aparte de losanálisis espaciales, que están por hacerse demanera más completa, pues sólo aparecenenunciados, es el que se deriva de la decora-ción presente en los restos del salón que sigueen pie y de la torre de las Damas. De tal opi-nión son Torres Balbás 25, Basilio Pavón 26 y Fer-nández Puertas 27. Aun cuando debería de pro-fundizar se en este campo, porque hayposibilidades a partir de un estudio de los para-mentos y su estratigrafía, se debe de prevenirque por el momento sólo contamos con estu-dios de los elementos decorativos que pueden

ser añadidos muy posteriores a la construcciónde la estructura muraria.

Otra cuestión es la configuración del mismoPartal. Si se da por definitiva la planta existen-te en la parte N del Partal y no hay ningunaotra estructura en relación con ella, hay quepensar que se trata más bien de un pabellónque de un edificio palatino más complejo. Éstaes la teoría más extendida y la que ha cobra-do cuerpo. Orihuela define claramente estetipo constructivo, que no sólo está represen-tado en el Partal, sino en otras construccionesgranadinas de finales del siglo XIII o de princi-pios del siglo XIV (Cuarto Real de Santo Domin-go y Alcázar Genil) 28.

El Partal era, según todos los indicios, un pala-cio real, fuese sólo pabellón o no. Es tantocomo decir que tendría que tener una doblefunción: la de representación y escenificacióndel poder, de un lado, y la de morada, de otro.En el supuesto que la estructura hoy existen-te tuviese que desempeñar el primer papel,inevitablemente habría que encontrar las casasdel rey, de su familia y las habitaciones de cor-tesanos y servidores. Por muy poco desarro-llado que estuviese el papel real, su morada teníaque ser notable. No cabe hablar de la com-plejidad de los palacios de mediados del sigloXIV, en los que se intregran las funciones degobierno, con el desarrollo, pues no sabemoscuándo fue su aparición, del Mexuar, pero sí almenos de estructuras más evolucionadas quelas de un simple pabellón y una galería que loprecede. A no ser, claro está, que los edificiospalatinos estuviesen en otra parte de la mismaAlhambra, lo que no parece plausible por loque sabemos hasta ahora. A favor del argumentode una construcción palatina organizada en unaestructura urbanística más compleja están dosdatos irrefutables. En primer lugar, el ya cono-

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25 Leopoldo TORRES BALBÁS: La Alhambra y el Generalife. Madrid, 1953, p. 120.

26 Basilio PAVÓN: “El Partal”, en Basilio PAVÓN MALDONADO: Estudios sobre la Alhambra. I. Granada, 1975, pp. 115–135.

27 Antonio FERNÁNDEZ PUERTAS: “Un paño decorativo de la torre de las Damas”. Cuadernos de la Allhambra, 9 (1973), pp. 37-54.

28 Antonio ORIHUELA UZAL: “Los inicios de la arquitectura residencial nazarí”, en Julio NAVARRO PALAZÓN: Casas y palacios deal-Andalus. Barcelona, 1995, pp. 225-239, espec. p. 235.

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29 Jesús BERMÚDEZ LÓPEZ: “Notas sobre la traza urbana de La Alhambra: sus calles principales”. Actas del II Congreso de Arqueolo-gía Medieval Española. Madrid, 1987, t. II, pp. 444-450, espec. p. 450.

30 L. TORRES BALBÁS: La Alhambra..., p. 124.

31 Basilio PAVÓN MALDONADO: “Un problema arqueológico en la Alhambra: en torno a la Torre de los Picos y la puerta desa-parecida de un grabado de Laborde”. Cuadernos de la Alhambra, 5 (1969), pp. 3-16.

32 Basilio PAVÓN MALDONADO: “Un problema arqueológico...”, p. 3.

cido de la fundación de la mezquita mayor consu baño frontero en lo alto de la colina; el otro,la asignación de la rauda o cementerio real enun rincón próximo, aunque sea en fechas pos-teriores. Pero tal vez lo más interesante seaestablecer una relación entre este espacio pala-tino, posiblemente el primero formalizado comotal en el conjunto alhambreño, coetáneo del pri-mer Generalife, y los ejes de comunicación. LaCalle Real debió de pasar por aquí, según seña-la Bermúdez López, aunque sin que se conoz-ca su trazado 29.

Este tema abre otro de indudable interés,cual es la existencia de la Puerta del Arrabal,situada en el extremo E de la zona del Partal,en donde se encuentra la llamada Torre de losPicos. Se abría al área del Generalife, segúnparece construida en las mismas fechas que elpalacio del Partal, como veremos luego, asícomo a la propia ciudad de Granada, una vezque se subiera por el camino conocido hoycomo Cuesta de los Chinos. El análisis de talpuerta es fundamental, porque puede mos-trar la organización global de este espacioalhambreño. Asimismo, es necesario docu-mentarla para establecer una imprescindiblecronología.

En efecto, la muralla presenta una torresaliente, coronada de almenas, con ménsulasvoladas para poner matacanes en la parte altade alguna de sus esquinas. Por ello se le llamaTorre de los Picos. A su pie está la puerta yamencionada. Fuera de ella hay un baluarte parala artillería que debió de construirse en épocade los Reyes Católicos. Éste tiene asimismootra puerta, levantada en la misma época, comolo pone de manifiesto la existencia de un escu-do real de tales monarcas en ella, y que sellama Puerta de Hierro.

La torre de los Picos presenta tres plantas.La superior tiene bóvedas de ojivas cilíndricasmuy gruesas, que son de inspiración cristiana.Asimismo, las tres ventanas gemelas que le danluz están labradas en piedra; tienen una mol-duración gótica, que, sin embargo, no llegan aenmascarar los arcos de herradura y el alfiz. Esposible que fuese una obra de mediados delsiglo XIV, realizada con el concurso de obre-ros cristianos 30. De todas formas, el análisis delas estructuras debe ser más completa, comolo propone Basilio Pavón 31. Según este autor,la Torre de los Picos cubrió otra anterior y demenores dimensiones 32.

Esta afirmación debe ser completada con elestudio pormenorizado del espacio en cuestión.Pavón incluso afirma que muchas de las obrasque allí hay se hicieron en época nazarí, no trasla conquista, y por influencia castellana, que esvisible, según este autor, en el segundo reina-do de Muhammad V, cuando se construyó elPalacio de los Leones y se pintaron sobre cuerolos techos de la celebérrima Sala de los Reyes.

Seguimos, sin embargo, sin saber el sistemade acceso y de circulación por el Partal, quees fundamental para su comprensión global.Sabemos, eso sí, que hubo viviendas en el entor-no de la Torre de las Damas, así como otrasconstrucciones. Si se pudiese afinar su crono-logía y su relación espacial sacaríamos algunasconclusiones dignas de interés. De cualquierforma, todo parece indicar que el conjunto delPartal siguió siendo, tras la creación de las gran-des construcciones de la segunda mitad delsiglo XIV, una estructura en el ámbito de lazona de palacios. Lo prueba, además de la edi-ficación del Palacio de Yusuf III, ya del siglo XV,la continuidad de viviendas nobles y edificios decierta consideración, aunque fuese tan sólo por

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su riqueza decorativa. Este último caso es el deloratorio situado al E del edificio del Partal, ado-sado a una vivienda que es más vieja, segúnTorres Balbás 33. Precisamente esta vivienda fueestudiada por el eximio arquitecto 34, al igualque otras situadas en el otro extremo 35. Éstasparecen más antiguas que aquélla.

No lejos del Partal encontramos el llama-do palacio del convento de San Francisco, queno lo conocemos apenas, pero que parece quecorresponde a una estructura que tiene unaprimera fase, anterior al gran momento cons-tructivo de Yusuf I y Muhammad V 36.

En definitiva, la zona del Partal estaba orga-nizada como un espacio palatino, en principiocomo área exclusiva, más tarde como aneja ala más noble, que tenía su centro en los pala-cios de Comares y Leones. En todo caso, esevidente que la parte N de la colina se quedócomo zona para los palacios, con el límite dela Alcazaba, que se alcanzó a mediados delsiglo XIV. A partir, pues, de la construcción delPartal, que sin duda significó el aterrazamien-to de la vertiente N de la colina, pues es posi-ble que la S lo estuviese con anterioridad almenos parcialmente, como se aprecia en elpalacio de los Abencerrajes. La urbanizaciónde esta área fue decisiva para el desarrollo dela propia ciudad palatina y de los palacios.

Otra construcción que pudo configurarse entiempos de Muhammad III es la Puerta del Vino.En ella se observan dos fachadas bien diferen-tes. A Occidente es una obra de mamposte-ría con verdugadas de ladrillo. Como tenía unenfoscado, no se veía la fábrica. El arco que seabre es de herradura apuntado. Las dovelas

están rehundidas y salidas de forma alternati-va; tiene enjutas labradas y las impostas baque-tonadas. El alfiz no tiene la clásica moldura ennacela de otras puertas alhambreñas. Las alba-negas presentan atauriques labrados en piedracalcarenita.

Por encima del arco está un dintel que sobre-sale ligeramente del plano del arco. Es adove-lado, estando otra vez las dovelas rehundidasy salidas. Unos baquetones bajan hasta el suelo,quedando en medio el dicho arco. La dovelacentral lleva una llave esculpida. Es de mármol.Como ha señalado Pavón: “Es muy probable queeste mármol se añadiera con Mohammed V” 37.

Más arriba se encuentra un tablero con unainscripción en yeso, en nasjí. Es del tipo corá-nico, en concreto, los tres versos primeros dela sura 48. El soberano es descrito con el nom-bre “Abu ‘Abd Allah al-gani bi-l-lah”, lo que pare-ce hacer referencia al sultán Muhammad V.

Finalmente, por encima de esta leyenda hayuna doble ventana, separados los dos arcosadovelados que tiene por una columna. Aquíse observa una característica que ha permiti-do dar una fecha aproximada de la construc-ción: “Lo sorprendente de estos arcos es que lossalmeres en su arranque sobre las impostas dejanvolado un pico y ello unido a que salmeres e impos-tas están hechos en una misma piedra. En estoradica la clave para fechar la Puerta del Vino. Lostecnicismos apuntados entroncan con la arquitecturaalmohade, pudiéndose ver claramente en la PuertaPrincipal de la Alcazaba de la Alhambra” 38.

La puerta oriental, aunque presenta carac-terísticas similares a la occidental, es diferente.

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33 L. TORRES BALBÁS: La Alhambra..., p. 122.

34 Leopoldo TORRES BALBÁS: “El oratorio y casa de Astasio Bracamonte en el Partal de la Alhambra”. Al-Andalus, X (1945), pp. 440-449.

35 Leopoldo TORRES BALBÁS: “Las casas del Partal en la Alhambra de Granada”. Al-Andalus, XIV (1949), pp. 186-197.

36 Miguel Angel RIVAS HERNÁNDEZ: “Restos palatinos en el convento de San Francisco en el real de la Alhambra”. Estudios dedi-cados a Don Jesús Bermúdez Pareja. Granada, 1988, pp. 95-126.

37 Basilio PAVÓN MALDONADO: “Puertas y torres de la Alhambra (siglo XIV). La Torre de las Infantas”. Estudios sobre la Alham-bra. Granada, 1977, t. II, pp. 61-146, espec. p. 114.

38 Basilio PAVÓN MALDONADO: “Puertas y torres...”, p. 118.

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39 Leopoldo TORRES BALBÁS: La Alhambra..., p. 33.

La construcción es de mampostería separadoslos cajones por verdugadas de ladrillos. En algu-nos puntos se ve un enfoscado que tenía unadecoración de arquillos pintados en rojo. Elarco es de ladrillo, como el dintel superior, enel que hay, cosa que no ocurre con el mismoarco, dovelas rehundidas y salientes. Las alba-negas del arco están decoradas en azulejos conatauriques. Se puede ver incluso el escudo dela banda, de la época de Muhammad V. Éstevuelve a aparecer encima de la columna quesepara las dos ventanas apuntadas que hay enla parte superior del dintel. A ambos lados haydos placas de yeserías.

Toda la decoración existente nos hace supo-ner la presencia de un alero o guardapolvos quecubriría esta fachada de las inclemencias cli-máticas.

Esta Puerta del Vino, como escribió TorresBalbás, tiene “más aspecto de arco de triunfo quede ingreso” 39. Es el inicio de una de las callesprincipales de la Alhambra, el de la Calle RealAlta, de la que ya hemos hablado. Desde estapuerta subía hasta alcanzar el máximo nivel unpoco al E de la mezquita mayor. El ascenso erasuave. Pero la calle va marcando una jerarqui-zación de los edificios, siendo más importan-tes cuanto más cerca estaban de los palacios,en concreto en la zona menos elevada. Allí sehan identificado diversas viviendas de aspectorico y de dimensiones de cierta importancia.

La Puerta del Vino marca, pues, la separa-ción entre los espacios militar y urbano pro-piamente dicho. Si, como parece por las carac-terísticas constructivas y decorativas de su ladooccidental, la levantó Muhammad III, es evi-dente que con este rey se señalaban las dife-rencias entre unos y otros elementos. Asimis-mo se puede decir que la trama urbanísticaestaba ya perfectamente diseñada.

Hay algo más importante aún, ya que laobra de Muhammad III se debió de completarquizás con otros elementos. No podemos refe-

rirnos a la construcción de las murallas, ya quecarecemos de datos al respecto. Sólo diremosque parece un poco extraño que desde elmomento en que se edificaron tantas y tanimportantes estructuras, algunas de ellas resi-dencias palatinas, no estuviese el conjunto amu-rallado. En tal sentido cabe hablar igualmentede la erección de la llamada Puerta de lasArmas. Se levantó al mismo tiempo que sediseñó la cerca exterior. Tuvo que modificar, sinque sepamos muy bien en qué medida, la cora-cha existente que tomaba agua del río Darro.Hay datos más que suficientes para afirmar quesiguió funcionando e incluso los cristianos lareutilizaron al llegar a la Alhambra. Esta puer-ta era la principal de acceso a la almudayna.

Es una de las cuatro grandes puertas deentrada desde el exterior al recinto de la Alham-bra. Se subía desde Granada, partiendo de lazona del llamado Puente del Cadí por el monte,siguiendo un camino hoy no visible por la exis-tencia del llamado bosque de San Pedro.

En su fachada exterior, por donde se acce-día desde la ciudad de Granada, tiene una con-figuración similar a la de las grandes puertasurbanas almohades, aunque sirva como ejem-plo casi paradigmático de lo que serán lasnazaríes y enuncie el desarrollo de las torres-puertas, presentes en su arquitectura. Está cons-truida en tapial, si bien, al tratarse de un mate-rial inerte, la entrada se hizo en sillares y ladrillo.En efecto, las jambas son de sillares bien labra-dos, mientras que el resto es obra de ladrillo,tanto el arco como su alfiz y albanegas. En éstasse conservan aún restos de los azulejos decolores, especialmente azul-turquesa. El arcode herradura, festoneado en su parte de con-tacto con las dovelas, da acceso al interior. Encierto modo es similar al de la puerta exteriorde la Alhóndiga Nueva, conocida actualmentecomo el Corral del Carbón, pero también esetipo decorativo se aprecia en la torre de lamezquita de Hasan, en Rabat. Faltan, sin embar-go, decoraciones epigráficas y los símboloscaracterísticos de la dinastía nazarí, como la

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llave y la mano de Fátima, aunque esta últimaestaba ya representada en el período anterior,el almohade. No obstante, parece que existióen su clave una pequeña losa para la llave,según señala Gómez-Moreno González 40. Seda paso a un espacio interno que quedabaincomunicado por medio de un rastrillo, delque quedan huellas en las jambas de sus ranu-ras. Se desarrolla en doble recodo, con ban-cos para la guardia. Las bóvedas son de distin-tos tipos, aunque en ellas aparece, como enotras de diferentes puertas de la Alhambra,una decoración con ladrillos pintados en rojoy bandas blancas, simulando un despiece de losmismos.

Al fondo de esta puerta se abren a sendoscostados otras de arco de herradura. El de laderecha da paso al interior de la Alcazaba. Elde la izquierda permite el acceso, por mediode una calle protegida por las murallas, interiory exterior, a la misma Alhambra. Antes hay unapequeña plazoleta con poyetes para descenderdel caballo.

Esta torre-puerta tenía encima un aposen-to que estaba ocupado por el alcaide. Estabaformado por dos largas naves con bóvedas dearistas sobre machones. Más adentro hay tressalas, con bóvedas de esquife y aristas. Son losarcos de herradura apuntados. Tras la con-quista castellana se le añadió otra planta queservía de armería.

La construcción de esta monumental estruc-tura modificó sensiblemente, según ya dijimos,el conjunto defensivo de la Alcazaba, no sólola muralla interior, sino otros elementos. Lamuralla exterior sirve para cerrar el paso haciala ciudad alhambreña. Esta solución es la quese adopta en algunos castillos, como el de Illo-ra 41. La que se emplea allí entra dentro de loque es la gran edilicia nazarí de mediados delsiglo XIV. Ahora bien, ésta se halla represen-

tada por una técnica constructiva que ofreceun aparejo muy característico, la mamposteríacon verdugadas de ladrillos, en el caso de lasgrandes obras palatinas, o de ripios, normal-mente en los castillos y otras estructuras defen-sivas. Es la que aparece en algunos puntos dela muralla interior de la Alcazaba, probable-mente como refuerzo, pero no en la exterior,que es de tapial.

Ese estrecho pasillo entre muralla exteriore interior permitía un acceso vigilado a la zonacivil, por las lindes de la militar. Al llegar a aqué-lla, es decir, al salir de la Alcazaba, se alcanza-ba una plazoleta. Desde ella van dos vías. Unaque es la que recorre el área palatina, se cono-ce como la Calle Real Baja, mientras que laotra era la Alta, que tenía su origen más pre-ciso en la Puerta del Vino. Una vez más, losindicios nos llevan a pensar que había una urba-nización más o menos clara del conjunto. Nopodemos precisar si la complejidad que esta-mos dibujando era ya de época de MuhammadIII, o se desarrolló después, como parece másprobable. No obstante, la existencia de este eje,que dará lugar, una vez en la propia Alhambra,a la aparición de la Calle Real en sus dos tra-zados, el alto y el bajo, nos previene acerca deluso del amplio espacio que habría entre la pla-zoleta de llegada y el palacio del Partal. El temaestá en saber si había allí construcciones pre-cedentes al Mexuar o sencillamente no existí-an. Es algo que en el momento actual es impo-sible de conocer.

Dejando a un lado estas cuestiones apenasesbozadas, pero que no debería de echar enel olvido la moderna investigación sobre elmonumento, diremos que hay una última estruc-tura que se ha de considerar. Se trata del Gene-ralife. Es imposible en el marco del presentetrabajo hacer un análisis detallado del palaciosituado extramuros. Se trata, eso sí, de unaalmunia para uso privado del rey nazarí.

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40 Manuel GÓMEZ MORENO: Guía de Granada. Granada, 1892, p. 163.

41 Sonia BORDES GARCÍA: “El castillo de Illora: del siglo XI a las transformaciones castellanas”, en Antonio MALPICA CUELLO (ed.):Castillos y territorio en al-Andalus. Granada, 1998, pp. 294-308.

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42 Jesús BERMÚDEZ PAREJA: “El Generalife después del incendio de 1958”. Cuadernos de la Alhambra, 1 (1969), pp. 9-39, espec. p.17 y passim.

43 Joaquina EGUARAS IBÁÑEZ: Ibn LUYU-N: Tratado de agricultura. Granada, 1988, pp. 272-274.

44 Carlos VÍLCHEZ VÍLCHEZ: El Generalife. Granada, 1991, p. 23.

45 Carlos VÍLCHEZ VÍLCHEZ: El Generalife, p. 43.

46 Jesús BERMÚDEZ PAREJA: “El Generalife después del incendio de 1958”. Cuadernos de la Alhambra, 1 (1969), pp. 9-39, espec. p.19.

Algunos autores, como Bermúdez Pareja 42,han creido ver en la descripción hecha por elagrónomo almeriense Ibn Luyun sobre cómodebía de organizarse un huerto 43, una imagendel propio Generalife.

La articulación espacial de esta almunia realse hace a partir de la Acequia Real. Ésta entraen la zona ocupada y da un giro de casi 90º,manifestándose en toda su dimensión en elPatio de la Acequia. En realidad, esta relaciónes totalmente clara y pone de manifiesto laexistencia de un proyecto de construcción deledificio a partir de la misma acequia. De esemodo, es evidente que el tramo alto, cons-truido como una ampliación del citado canal,no tiene ningún papel en la zona residencial,salvo cuando se crea la escalera del agua, pordonde baja ésta del ramal superior, o sea la Ace-quia del Tercio. Es mayor la relación con res-pecto a la huertas, pues crea un área de culti-vo más extensa.

De hecho, la zona residencial, sobre la quehemos de volver, se sitúa en el punto del pasodel agua, que marca una línea de rigidez. Pordebajo de ella está la parte agrícola producti-va, ordenada en terrazas. Es, por tanto, nor-mal que haya muros de protección, así comouna cerca, perceptible en muchas representa-ciones gráficas, y de la que quedan algunas hue-llas 44, que impida el paso de animales, comosucede en otros espacios agrícolas en el mundoislámico.

Es ahora cuando corresponde hablar deledificio residencial. Su organización arquitectó-nica nos desvela cómo estaba estructurado enrelación con los ejes de comunicación exis-tentes. Es así como podemos determinar lajerarquización de los espacios.

Un camino abre paso desde el recinto dela Alhambra al Generalife. Comunica la zonadel Partal con éste. Al final del mismo se abrendiversos patios. En realidad, está integrado portres recintos organizados por otros tantos patios.El primero de ellos, que tiene una planta cua-drada, ha suido denominado como “patio apea-dero”. Se trata del verdadero ingreso al pala-cio. Consta de amplias salas rectangulares ensus costados y escaleras que permiten el acce-so a la planta alta.

La comuniciación entre un patio y otro sehace a partir de una puerta de un solo tramo,que está centrada con el eje del patio. Estapuerta tiene elementos decorativos y disposi-ciones espaciales que la aproximan a cons-trucciones de la época de Muhammad III 45. Laorganización de este primer patio, especial-mente su sistema decorativo, o mejor dicho losrestos del mismo, han sido puestos en relacióncon otras obras de la misma Alhambra, sobretodo con las llevadas a cabo por MuhammadIII. Esta atribución cronológica puede parecerlógica. Induce al mismo tiempo a pensar queel acceso forma parte del mismo programaconstructivo. La relación con el Partal es asi-mismo más que evidente.

Dejando a un lado los elementos decorati-vos, que deberían estudiarse con mucho másdetalle de lo que han sido, se puede ver conclaridad la estructura de dos patios con entra-das enfiladas, lo que prueba que son patios deservicio, no los propios de una vivienda, segúnya puso de relieve Bermúdez Pareja 46.

La entrada al Patio de la Acequia, que cen-tra toda la composición arquitectónica del Gene-ralife, se hace por una puerta adintelada. Estádecorada con varias dovelas, en total quince,

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hechas en cerámica, con motivos decorativos,especialmente con atauriques. En el centro hayuna llave. Pero parece que la decoración eramás compleja, según opinan diversos autores 47.

Esta puerta tenía una especial relevancia,aunque, como se ha señalado, hoy aparecedesfigurada. Está no sólo modificada por larestauración que en su día hizo Torres Balbás,sino que es posible que sufriera una transfor-mación en época nazarí, según plantea CarlosVílchez. Afirma lo siguiente: “En época deMuhammad III la portada se protegía de las incle-mencias del tiempo con un un (sic) alero, del quequedan las cajas de sus canecillos. Esta portadafue complicada por Yusuf III, ya que al abrir unaventana hacia este patio, en la nueva sala delpabellón Sur, el alero quedaba bajo. En este momen-to se colocan dos paños decorativos de escaloya alos lados de la ventana y el alero se sitúa más alto.Del alero de la portada halló Torres Balbás dos cane-cillos reutilizados en una ventana moderna de lagalería del patio de la Acequia, que da a estepatio” 48.

En todo caso, es claro que esta entradatenía un carácter más privado que público, peroal mismo tiempo contaba con una cierta monu-mentalidad, como corresponde a un accesodel monarca a su residencia campestre delGeneralife.

A partir de esta puerta se abre el palacioen sí mismo, si bien a un lado queda una vivien-da, conocida como Casa de los Amigos. Lapuerta da paso a un zaguán de pequeñas dimen-siones, de planta cuadrada, con banco para laguardia. Tiene una escalera de doce peldañosque salva las distancias con el Patio de la Ace-quia. Aunque este espacio es de menor enti-dad, en cuanto que sirve de tránsito, no care-

ce de cierta prestancia, especialmente por sudecoración. El paño de yesería que hay, de 2,82m x 0,64 m, es de tiempos de Isma‘il I, segúnPavón Maldonado 49. Y, en efecto, a la cons-trucción primera del Generalife, llevada a cabopor Muhammad III según todos los indicios, hayque añadir las transformaciones posteriores,entre ellas las de Isma‘il I, a quien se debennumerosas decoraciones.

La parte construida del palacio está com-puesta de diversos conjuntos que se puedendiferenciar con cierta claridad, como señalóBermúdez: “Al señalar la compartimentación de todoel Generalife, se insinuó, asimismo, la heterogenei-dad y la compartimentación del Palacio. Ahora seagrupa en cinco conjuntos bien diferenciados: elPatio de la Acequia, el Patio del Ciprés de la Sulta-na, la Bóveda de los Laureles, la Escalera del Aguay la Huerta de la Mercería, escalonados a lo largodel eje sensiblemente curvo de la acequia y aun-que contiguos, casi parecen independientes entre sí.La Mercería quedaba al margen de los otros, sepa-rada por ancha muralla casi desaparecida” 50.

La estructura principal del Generalife seorganiza en torno a un largo patio rectangularde 48,60 m x 12,70 m, según Orihuela 51, y de48,70 m x 12,80 m de acuerdo con la plani-metría general 52.

La parte septentrional es irregular, como seve claramente en la planimetría. No se ha arti-culado una explicación a este hecho que seaconvincente, porque la disposición arquitectó-nica no lo es. Debería entenderse a partir deun análisis arquitectónico riguroso en el que con-tara la excavación. Las intervenciones de estetipo han sido incompletas y se concretan enlas que llevó a cabo Bermúdez Pareja tras elincendio del Generalife de 1958.

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47 Leopoldo TORRES BALBÁS: “Arte almohade. Arte nazarí. Arte mudéjar”, en Ars Hispaniae. Historia Universal del Arte Hispánico, vol.IV. Madrid, 1951, p. 134; y Carlos VÍLCHEZ VÍLCHEZ: El Generalife, pp. 46-47.

48 Carlos VÍLCHEZ VÍLCHEZ: El Generalife, p. 47.

49 Basilio PAVÓN MALDONADO: “El Generalife”, en Basilio PAVÓN MALDONADO: Estudios sobre la Alhambra. Granada, 1977,vol. II, pp. 5-19, espec. p. 9.

50 Jesús BERMÚDEZ PAREJA: “El Generalife después...”, p. 22.

51 Antonio ORIHUELA UZAL: Casas y palacios nazaríes. Siglos XIII-XV. Barcelona, 1996, p. 202.

52 Así lo señalan Basilio PAVÓN MALDONADO: “El Generalife”, p. 9 y Carlos VÍLCHEZ VÍLCHEZ: El Generalife, p. 51.

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53 Antonio ORIHUELA UZAL: Casas..., p. 212.

54 Carlos VÍLCHEZ VÍLCHEZ: El Generalife, p. 67.

55 Basilio PAVÓN MALDONADO: “El Generalife”, p. 10.

56 Leopoldo TORRES BALBÁS: “Con motivo de unos planos del Generalife”. Al-Andalus, IV (1936-1939), pp. 436-445.

57 Basilio PAVÓN MALDONADO: “El Generalife”, pp 10-12.

En realidad el patio de la Acequia articulados pabellones porticados en sus lados meno-res, con estructuras en los otros mayores. Enla parte en donde se halla el acceso ya men-cionado se puede apreciar una configuracióndigna de destacar. Resume la labor de investi-gación de numerosos estudiosos Orihuela dela siguiente forma: “El lado de poniente estabaconstituido en época musulmana, según GómezMoreno y Torres Balbás, por un simple muro abier-to al paisaje mediante arcos angrelados dobles deyeso sin decoración en las albanegas, a los que enel siglo XVII se agregó una galería hacia el exterior.Sin embargo, algunos investigadores posteriores retra-san la construcción de la arquería al período de losReyes Católicos. Entre otras razones se basan en laevidente discontinuidad que presenta este cerra-miento en su extremo septentrional, donde conser-va un alero a la misma altura que el pórtico conti-guo, bajo el que hay un alicer con epigrafía de tipoalmohade, con textos coránicos (...)” 53.

La epigrafía, cercana a la tradición almoha-de, está en el arrocabe y ha sido leida por frayDarío Cabanelas, quien la ofreció generosa-mente para su publicación a Carlos Vílchez. Heaquí la traducción:

“Los humanos tienen un signo en la tierra muertaque hacemos revivir y de la que hacemos salir elgrano que les alimenta.

Hemos plantado en ella palmerales y viñedos, hemoshecho brotar de ella manantiales para que comande sus frutos y lo que hayan cultivado sus manos.¿No darán, pues, las gracias?” 54.

Esta larga arquería de diecisiete arcos tieneuno central que da entrada a un mirador quesobresale de la línea de fachada exterior. Estepequeño mirador, desde el que se divisa laAlhambra y las huertas de la almunia, es una

habitación cuadrada de 3,89 m de lado. Tienenueve ventanas, correspondientes tres a cadauno de los lados exteriores. El arco de comu-nicación, de medio punto, está enmarcado porricas yeserías, destacando ménsulas de perfilesmixtilíneos, próximas al mundo almohade 55.Pero tienen un especial interés las yeserías delinterior. Aunque este espacio sufrió una pro-funda transformacióin en época castellana, la res-tauración llevada a cabo por Torres Balbás ledevolvió su carácter anterior 56. Gracias a ella,se ha descubierto una yesería precedente a laque hay en primer plano. Ésta se documentaen la época de Isma‘il I, mientras que aquéllase puede atribuir a Muhammad III, según haseñalado Pavón 57.

En una parte de esta ala O del palacio sehalla una escalera que sirve para acceder a lossótanos de ella y al jardín bajo. Conserva la cons-trucción original, mientras que en el resto seadvierten serias reformas de época castellana.En esta área se instaló una capilla para el nuevoculto, lo que desfiguró el conjunto, hasta queTorres Balbás la restauró y le dio, como ya seha dicho, un valor más arqueológico.

El pabellón N es el más representativo, aun-que hay transformaciones también de tiemposposteriores a la conquista. Su estructura esidéntica a la nave septentrional del Patio deComares. Presenta los siguientes ámbitos: pór-tico, gran salón y torre que destaca al exterior.

Cinco arcos, de los cuales el del centro esel más notable, se abren al patio donde discu-rre la acequia. Estos arcos se levantan sobrecolumnas de mármol con capiteles cúbicos. Lasalbanegas son de yeso calado, siendo diferentela decoración del arco central de las que hayen los lados. Una decoración epigráfica recorretodo el friso. Este pórtico tiene en cada uno

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de sus extremos un alhamí. Una pequeña repi-sa y una bóveda de mocárabes se conservanen el occidental, restaurado por Torres Balbás,pero no en el oriental. Una decoración exte-rior en yeso se observa en ambos, con arqui-tos con mocárabes y almenillas en la parte supe-rior. Por lo demás, el portico presenta un techode madera con lazo de a ocho; en los octó-gonos se inscriben copulines de mocárabes.

En el muro del fondo de este pórtico seabre una puerta de triple arco que da entra-da a un salón de 13,10 m de largo, con dosalcobas a ambos extremos. Los arcos estánlevantados sobre columnas con capiteles democárabes. El del centro es de mayor altura yanchura. Sobre el alfiz que tiene como marcose aprecian cinco pequeñas ventanas de arcode medio punto, con celosías caladas.

Este esquema es de una clara tradición anda-lusí que está atestiguada en Madinat al-Zahra’y prosigue en el mundo taifa (la Aljafería y laAlcazaba de Málaga) y almohade (Patio delYeso de Sevilla) 58. Se ha documentado un pre-cedente en el mismo arte nazarí, en concretoel pórtico del palacio del convento de San Fran-cisco en la Alhambra 59.

Es posible detectar, pues, una cronología delprimer período nazarí en la composición esti-lística y formal de este pórtico de cinco arcosy la posterior entrada de tres, con los centra-les más desarrollados.

En tal caso la epigrafía vendría a prestar unacierta corroboración, si bien las fechas son yade tiempos de Isma‘il I. En efecto, el estudiorealizado por Rubiera sobre la poesía de Ibnal-Yayyab 60, ha mostrado con claridad que enlas cenefas y en las tacas de la puerta se hallanpoemas de éste. Para Calos Vílchez: “Estos tex-

tos son el documento inequívoco de la reforma quehizo en el Generalife Abu-l-Walid, Isma‘il I, trás (sic)la victoria en la batalla de la Vega, que tuvo lugarel día 26 de junio de 1319 cerca de Sierra Elviraante las tropas cristianas, donde murieron los Infan-tes D. Juan y D. Pedro, tutores de Alfonso XI. Estaaseveración es asumida por todos los investigado-res sin excepción desde Echeverría a finales del sigloXVIII” 61.

Queda, no obstante, por realizar un traba-jo más de tipo arqueológico, en el que no sóloentren los elementos decorativos y epigráficos,sino el análisis de la planta y una excavación.En tal sentido, ya se advirtió cómo hay un grandescuadre en el pabellón N con respecto al ejede la acequia, que nos obliga a pensar en unatransformación posterior a la construcción pri-mera del Generalife. De esa opinión es tam-bién Orihuela: “...su crujía no es ortogonal al ejede la acequia, sino que tiene una desviación de másde 5º hacia el sur. Este notable descuadre es muysuperior a lo habitual en la arquitectura medievalgranadina, por lo que resulta difícil atribuirlo a unsimple error de replanteo, sin relación con la confi-guración tipológica definitiva del palacio. Se da lacuriosa circunstancia de que, en las fases construc-tivas posteriores, se hicieron correcciones ópticasdesviando ligeramente los ejes del mirador, sala ypórtico, lo que ha logrado reducir mucho el desa-gradable efecto visual que un descuadre tan pro-nunciado habría producido en un patio con tan lar-gas perspectivas” 62.

Esta simple observación del plano ofreceuna diferenciación cronológica que puede per-mitir una investigación más a fondo.

El salón principal, de 13,10 m por 3,25 m,se levanta sobre un sótano de 10,46 m delongitud y 2,12 m de ancho, con cuatro habi-taciones cubier tas con bóvedas de medio

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58 Basilio PAVÓN MALDONADO: “El Generalife”, pp. 14-15.

59 Antonio FERNÁNDEZ PUERTAS: “El trazado de dos pórtico proto-nazaríes: el del exconvento de San Francisco, y el del patio dela Acequia del Generalife”. Miscelánea de Estudios Arabes y Hebráicos, XXXI (1982), pp. 127-140.

60 María Jesús RUBIERA MATA: Ibn al-Yayyab, el otro poeta de la Alhambra. Granada, 1982.

61 Carlos VÍLCHEZ VÍLCHEZ: El Generalife, p. 72.

62 Antonio ORIHUELA UZAL: Casas..., p. 212.

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63 Carlos VÍLCHEZ VÍLCHEZ: El Generalife, p. 74.

64 Antonio ORIHUELA UZAL: Casas..., p. 210.

65 A. R. NYLK: “Inscripciones árabes de la Alhambra y del Generalife”. Al-Andalus, IV (1936-1939), pp. 174-194, espec. p. 194.

66 Carlos VÍLCHEZ VÍLCHEZ: El Generalife, p. 75.

67 Antonio ORIHUELA UZAL: Casas..., pp. 210 y 212.

68 Jesús BERMÚDEZ PAREJA: “El Generalife después...”, p. 26.

cañón. Tiene dos alcobas laterales, que se hallanseparadas del salón por arcos de mocárabesy un escalón muy poco elevado. En el muromeridional, que es de un notable grosor, hayalacenas.

Esta sala tiene una función regia. Lo demues-tra la rica decoración existente. La describeVílchez: “La decoración de la sala es típica de laetapa de Isma‘il, con temas ya aparecidos antes, yotros nuevos. La decoración exterior de las alace-nas es idéntica a la de los alhamíes del pórtico, excep-tuando que no la rematan almenas. De abajo-arri-ba la decoración de los muros se divide en bandas.La primera es una cenefa con estrellas de ocho ycartelas con inscripción cúfica, y sobre ella arcosciegos, como los del mirador, aunque sobre las puer-tas, arco tripartito y entrada a la torre, los vanosson huecos cubiertos con celosías. Remata todo unacenefa ancha con el lema nazarí en letras muy gran-des. El techo plano arranca de un bello arrocabede mocárabes” 63.

El techo es igualmente muy rico, con unaarmadura de par y nudillo.

Esta sala tenía un aspecto diferente antes dela reforma emprendida por Isma‘il I. El muro Nde ella se abría a la ciudad de Granada, en con-creto al antiguo núcleo urbano. Contaba consiete vanos, de los cuales el central era el másgrande. Tenía éste dos ventanas con celosías,mientras que los seis restantes disponían sólode una. Pero cuando se le agrega una torre-mirador con una sala cuadrada, únicamente semantuvieron los dos vanos extremos, mientrasque el central pasó a ser puerta 64.

Son varias las inscripciones que se conser-van en este mirador, escritas en cúfico. Una deellas, en concreto la situada sobre la taca orien-tal del arco tripartito de entrada a la sala, dice:

“Entra con compostura, habla con ciencia, sé parcoen el decir y sal en paz” 65.

Ésta ha servido para explicar la función quedesempeñaba el propio mirador, aunque sinmuchos más argumentos 66.

Hubo una importante transformación enépoca cristiana, que es mencionada por Orihue-la: “Por orden de la Reina Isabel, se levantaron sobreeste pabellón dos plantas más, que, junto con losnúcleos de escaleras y otros cuerpos agregados pos-teriormente a ambos lados de la torre-mirador, des-figuraron por completo el edificio musulmán. Afor-tunadamente, estos últimos fueron derribados enlos años 30. El núcleo de escaleras occidental esmás antiguo que el otro. Debió terminarse duranteel reinado del Emperador, por lo que se conocía anti-guamente como Torre de Carlos V (plano nº 65 delA.P.A.)” 67.

No parece que quepa duda de que esta salaera la principal por su posición, arquitectura ydecoración 68.

El lado E del patio está cerrado por unmuro y por una crujía con dos viviendas. Elmuro a mediodía soporta en alto una calle quesirve de circunvalación. Torcía por una escale-ra y desde allí daba paso a otra muy pequeña,de la que se conservan seis escalones y unameseta a la zona de servicio del baño que allíhabía. Las transformaciones que tuvieron lugaren tiempos cristianos fueron muy significativas,hasta el punto de desfigurar su visión. El incen-dio de 1958 permitió a Bermúdez Pareja recu-perar esta ala y conseguir darle un aspecto másprístino.

Para Orihuela, sin embargo, la restauraciónque se llevó a cabo en esta ala del palacio nofue muy acertada. Ofrece una visión distinta:

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“Esta crujía sufrió numerosas modificaciones enépoca cristiana que ocultaron completamente sucarácter islámico, pero después del incendio de 1958se descubrieron restos que permiten reconocer la exis-tencia de dos unidades residenciales en la mitad sep-tentrional, desarrolladas en planta baja y alta. Laescalera de comunicación con la planta alta se situa-ría entre ambas, siendo común para las dos vivien-das, como sucede en el Palacio de Comares (...).Durante las últimas obras de restauración, el primertramo de esta escalera se confundió con un pasilloy el segundo tramo con un extraño muro de 148cm de grosor, de función inexplicable, realzándoseésta hasta el techo. Por tanto, actualmente no haycomunicación entre ambas plantas” 69.

Lo que aparece claro es que la parte sep-tentrional de esta crujía, la más próxima a lasala regia, está mejor formalizada, mientras quela central y la meridional no se conocen concerteza. Se ha dicho que hay restos de unbaño 70.

La opinión de Bermúdez acerca de la exis-tencia de un baño inferior es seguida por Víl-chez 71, aunque, como es lógico echa de menosuna excavación que arroje algo de luz.

Sin duda, la Arqueología tiene mucho quedecir en esta área del Patio de la Acequia, puesel análisis formal es claramente insufiente porlo que hemos podido ver hasta ahora, y, ade-más, carecemos de elementos decorativos insitu que nos permitan conocer su valor ico-nográfico y la posible epigrafía existente.

La sala S del palacio es bastante comple-ja, pero especialmente por las transformacio-nes que ha sufrido en época castellana, aun-que no fueran las únicas. Este espacio, al

contrario que el situado al N, tiene unas fun-ciones esencialmente privadas, como ha seña-lado Bermúdez 72.

El pórtico de esta ala tiene un aspectomenos esbelto que el que está enfrente, elseptentrional, tal vez por la existencia del mira-dor. Ha sido Carlos Vílchez quien ha puestode manifiesto cómo debió de ser en épocamedieval 73.

A una sala baja se accede por este pórtico.Mide 12,11 m de largo, por 2,75 m de ancho,tiene alcobas laterales. La habitación centraltiene un techo mucho más elevado que el deaquéllas, siendo en forma de artesa el prime-ro y planos los otros. Al S se le adosa un retre-te con acceso directo desde la sala. La deco-ración la asemeja a la del pabellón N. Estácompuesta por una banda con estrellas de ochoy con cartelas epigráficas en cúfico, además deotros motivos decorativos.

La gran transformació espacial que se advier-te ha sido tardicionalmente documentada comode época castellana, pero Vílchez ha plantea-do que puede ser de época nazarí, en concretode Yusuf III 74.

Vendrían a completar esta afirmación losversos que escribió Ibn Furkun, poeta de estesultán, quien afirma que los escribió para gra-bar en el piso segundo de la Casa Grande 75.

Pero no parece que se grabaran en estasala los citados versos del poeta áulico, puesallí no están. Presenta un esquema igual que lainferior : espacio alargado con alcobas laterales.El techo es de par y nudillo en el centro y sonmás bajos y planos en aquéllas. Está abierta al

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69 Antonio ORIHUELA UZAL: Casas..., p. 212.

70 Antonio ORIHUELA UZAL: Casas..., p. 212.

71 Carlos VÍLCHEZ VÍLCHEZ: El Generalife, p. 60.

72 Jesús BERMÚDEZ PAREJA: “El Generalife después...”, p. 26.

73 Carlos VÍLCHEZ VÍLCHEZ: El Generalife, p. 52.

74 Carlos VÍLCHEZ VÍLCHEZ: El Generalife, p. 55.

75 Emilio GARCÍA GÓMEZ: Foco de antigua luz sobre la Alhambra. Desde un texto de Ibn al-Jatib. Madrid, 1988, p. 252.

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76 Jesús BERMÚDEZ PAREJA: “El Generalife después...”, p. 17.

77 Antonio ORIHUELA UZAL: Casas..., p. 215.

78 Jesús BERMÚDEZ PAREJA: “El Generalife después...”, p. 28.

S por cuatro ventanas, otros vanos que per-miten circular por ella hacia otros espacios,comunicando con el mirador al N. Numerosasyeserías existen como elementos decorativos.

Al S del pabellón meridional del Generali-fe se sitúa una vivienda que Bermúdez llamó“Casa de los Amigos” 76.

Para Orihuela, sin embargo, no es una partesecundaria del Generalife, sino que se puedeestudiar, como él hace, como una unidad resi-dencial con entidad propia 77. Se articula, comoes habitual, en torno a un patio, al que se acce-de por un zaguán. Éste se abre a una peque-ña calle por una estrecha puerta. Desde ella sepasaba al interior, ingresando en el patio porotra puerta que no estaba en línea con la prin-cipal. El citado patio es cuadrado, de 5,85 mde lado. A él se abren diferentes ámbitos. Aponiente se hallaba la sala principal. Como entoda el área NO se produjo una transforma-ción posterior al construir el patio de la guar-dia. En este ámbito se redujo el espacio enunos tres metros en su extremo N. La parteoriental, junto a la acequia, tiene una fuente ypilar. Hay asimismo dos ámbitos a cada extre-mo. El situado al N es un espacio para unaescalera que permitía el acceso a una plantasuperior. El del S es un retrete. La habitaciónde la parte N está muy transformada por elcitado patio de la guardia, quedando sólo unespacio pequeño. Es posible que allí estuviesela cocina.

Para comprender la totalidad del área prin-cipal del Generalife es imprescindible recono-cer el patio principal, llamado de la Acequia,que articula todo el conjunto. Fue la interven-ción arqueológica de Bermúdez la que puso demanifiesto la composición y estructura del jar-dín. La descripción que nos ofrece de los cita-dos trabajos es bien elocuente: “Apareció com-pleto el basamento que sustentaba los paseos del

crucero y circundantes, incluso con trozos extensosde solería o testimonios de losetas sin vidriar y olam-brillas vidriadas, de cinco piezas, y algunas losetasmayores de cerámica sin vidriar en los encuentrosde la cruz. También apareció en el ángulo NE., yal mismo nivel de la solería descrita, un pequeñoresto de una solería, al parecer anterior, de loseti-nes cuadrados, con vedrío blanco o negro, coloca-dos en damero. Como testimonio de la glorieta ocenador central sobre la acequia y de su fuenteapareció además un tubo de plomo, enfundado enatanores musulmanes enteros, bajo el pavimento delpaseo que une el mirador de Poniente con la glo-rieta central, cortado al borde de la acequia y a laentrada del mirador, el cual pudo alimentar consendas fuentes” 78.

La organización del jardín queda bien claraa partir de la excavación: “Los basamentos de lospaseos en cruz y los del contorno, daban lugar acuatro cajas octogonales irregulares en las que elterreno del jardín quedaba enmarcado a nivel algoinferior a la solería de los paseos. En los muros dehormigón de esas cajas, lindantes con la acequia,hay doce caños, de los que siete conservan sus ata-nores musulmanes de origen, encajados al fraguarel hormigón, los cuales por su evidente servicio deriego, establecen el nivel superior del terreno del jar-dín. Este nivel lo confirmó la presencia de una tie-rra vegetal oscura y jugosa, sobre la que se habíaacumulado un manto de escombros de 70 cm. Elespesor de la tierra oscura del jardín primitivo osci-laba entre los 45 cm, limitado por abajo por un terre-no pedregoso, compacto y duro, incultivable, en elque el convencional e irregularmente había excavadaspequeñas cavidades en forma de timbal para laplantación de árboles, mantenidos así a escala enana,conforme a la costumbre oriental, que pudieron sercipreses, naranjos, etc. Las demás plantas, por elespesor del terreno laborable, tampoco podían desa-rrollarse demasiado: Serían de vuelo análogo al deplantas de macetas y el efecto resultante un pradoflorido con arbolitos cuidadísimos y contraídos, comopueden verse no sólo en la serie de los tapices per-

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sas de los jardines, sino en miniaturas orientales yen fondos de tablas flamencas y de pinturas y tapi-ces de los siglos XV y XVI de Europa” 79.

Así pues, el jardín estaba dividido en cua-tro partes, pasando la acequia por medio deél. En el centro había un cenador soportadopor un puente que existía sobre la acequia. Esun jardín en cruz, esquema que aparece asi-mismo en el patio del convento de San Fran-cisco, que es una edificación muy próxima enel tiempo al Generalife. En tiempos castella-nos, sufrió una transformación, subiendo el nivelde la tierra y plantándose árboles de mayorporte encima del escombro que sirvió paraelevarlo. La intervención de Bermúdez Parejarestituyó el sistema original.

El conjunto del Generalife, como ya se dijo,se compone de otros elementos que confor-man este espacio singular. Por encima de laestructura central de la almunia real, se pue-den distinguir otras. En el llamado Patio de laSultana entre 1584 y 1586 se edificó una gale-ría con dos plantas. Luego se construyó unaalberca en forma de U. Sólo contamos con lainformación que aparece dibujada en Navage-ro. Pero no cabe duda de que merecería unestudio más a fondo, aunque sólo fuese por elhecho de que por allí entraba el agua de la Ace-quia Real en su tramo inferior.

Más arriba, está la famosa Escalera del Agua.Por ella, se ascendía hasta un mirador román-tico edificado en 1836. Aquella estructura, exis-tente en época de Navagero, es decir, en 1526,ha sido explicada como un elemento integra-do en un conjunto más amplio, en concreto unoratoiro, del que quedarían algunos muros ensu entorno: “Bien pudiera ocurrir que aquella mez-quita que se recuerda por estos contornos fuera unoratorio de posición semejante al oratorio de la Torrede las Damas o al de Machuca, y como ellos “inmer-sos en la naturaleza”, cuyas ruinas sirvieran de avisoy de cimiento a D. Jaime Traverso para su mirador

romántico. De ser así, a este oratorio subiría el reylentamente, sin esfuerzos, con sus pies lavados porel agua que rebosaba por los peldaños y las manosablusionadas por la espuma de los pasamanos” 80.

De lo que no cabe duda es de que esta esca-lera y el posible oratorio tienen que ser pos-teriores a la derivación del ramal superior dela acequia, el llamado tramo del Tercio, del quese surte. Eso nos induce a pensar que se tratade una obra del último período nazarí, en elque se hicieron asismismo otras intervencionesen el propio Generalife.

Este espacio singular que es la almunia realdel Generalife debió de ser construido en suprimera fase, según lo que sabemos hasta elpresente, en tiempos de Muhammad III, sufrien-do una importante renovación en tiempos desu sucesor Isma‘il I.

Según lo visto, fue el tercer rey de la dinas-tía nazarí quien creó los elementos necesariospara definir el urbanismo del conjunto alham-breño. Se puede, pues, considerar como el ver-dadero constructor de la Alhambra. A partirde su actuación la ciudad palatina, sin duda,sufrió transformaciones, pero en su globalidadel urbanismo estaba plenamente definido.

LOS GRANDES REYESCONSTRUCTORES: ISMA‘IL I,YUSUF I Y MUHAMMAD V

Al final del reinado de Muhammad III seprodujo una gran crisis política que tardó algúntiempo en saldarse. Fue depuesto el monarcapor una conjura en 1309, que llevó a su her-mano NaSr al trono. Pero fue poco el tiempoen que permaneció en el poder. Una nuevarevuelta, encabezada por Abu l-Walid, que erala kunya de Isma‘il I, quien vino de Málaga, seenfrentó a NaSr. Las luchas duraron algún tiem-po, hasta que reinó en Granada.

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79 Jesús BERMÚDEZ PAREJA: “El Generalife después...”, p. 28.

80 Jesús BERMÚDEZ PAREJA: “El Generalife después...”, p. 23.

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81 Ibn al-JATIB: Al-Lamha..., pp. 81-82. Biografía de Isma‘il I.

82 Ibn al-JATIB: Al-Lamha..., pp. 55-56. Biografía de Muhammad II.

83 Ibn al-JATIB: Al-Lamha..., p. 92. Biografía de Isma‘il I.

84 Ibn al-JATIB: Al-Lamha..., p. 121. Biografía de Yusuf I.

85 Ibn al-JATIB: Al-Lamha..., p. 88. Biografía de Isma‘il I.

Un aspecto destaca de manera inmediataen este rey. Por su ascendencia no era des-cendiente por línea agnática de los nazaríes,sino cognática. Así aparece en al-Lamha: “Secrió en las cosas propias de su condición, disfrutandode las gracias de su padre, y particularmente de lapreferencia del sultán su abuelo –el padre de sumadre y primo de su padre–” 81.

Era nieto por línea materna de MuhammadII. Eso explica que tuviese un empeño en mos-trar su relación con él. Se percibe en algunasactuaciones en la misma Alhambra. Es el casode la posible construcción del cementerio realo rawda. Veamos lo que nos señala Ibn al-Jatib.Cuando menciona el enterramiento de Muham-mad II escribe: “Fue enterrado en una tumba ais-lada en el panteón de sus antepasados, al este dela Mezquita Real, en los jardines contiguos a la casareal. El segundo que fue enterrado en aquel lugarfue su nieto el sultán Abu l-Walid [Isma‘il I] y des-pués un tercer noble de su posteridad, es decir, elsultán Abu l-Hayyay [Yusuf I], biznieto suyo. QueDios oculte las faltas de todos ellos con su perdóny los acoja en su amplia indulgencia y gracia” 82.

En términos semejantes se expresa el visirgranadino al hablar de la muerte del propioIsma‘il I: “Fue enterrado durante las tinieblas de lanoche del martes, segundo día después de su muer-te, en la rauda del jardín de su palacio, al lado desu abuelo, y se llevó al colmo la pompa del sepul-cro, con inscripciones, aderezamientos, adornos, platay oro, de modo que no puede describirse” 83.

En cuanto al enterramiento de Yusuf I nosdice: “El sultán, que Dios se haya compadecido deél, fue enterrado la misma tarde de aquel día en elcementerio de su palacio, junto a su padre” 84.

Parece, pues, claro que la rawda fue cons-truida en tiempos de Isma‘il I, siendo en ella

enterrado este monarca junto a su abuelo porlínea materna y antecesor, Muhammad II. Luego,los restantes miembros de la dinastía conti-nuaron siéndolo, como ocurrió con Yusuf I.

Aparte de esta actuación, de indudableimportancia para la configuración de la zona depalacios, debió de intervenir en ella, aunqueno conozcamos en qué medida.

Sabemos asimismo que su concepción dedefensor de la ortodoxia islámica fue prover-bial, anticipando seguramente lo que ocurriráen los reinados subsiguientes. Acerca de susentido religioso escribió Ibn al-Jatib:

«Fue riguroso con los herejes y con los que cumplenmal con las obligaciones religiosas. Un día se habla-ba en presencia suya acerca de los fundamentosde la religión, y dijo: “los fundamentos de la religiónson para mí: ‘Dí El es el Dios único’ –de la azora–y ésta” y señaló su espada.

Se interesó por la familia del Enviado de Allah, queDios bendiga y salve: dio para el rescate de algu-nas personas importantes de ellos lo que es rarodar, y sacó a otros de oficios viles. Dicen que se leapareció el enviado de Allah, que Dios bendiga ysalve, y le dio las gracias por lo que había hecho.

Extremó su celo en la aplicación de las penas y en[el castigo del] uso de bebidas embriagadoras impu-so a los judíos ∂immies la obligación de llevar unaseñal que los distinguiese y una insignia que losseparase, para que pagaran su impuesto de convi-vencia social, que marca el Legislador en los cami-nos y en las conversaciones» 85.

En realidad la versión que nos ofrece Ibnal-Jatib parece una declaración de los principiosque debieron de animar también a los siguien-tes reyes de la dinastía. Se trata de una vuelta

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a los principios del Islam y una magrebización.En este último caso el geógrafo egipcio al-Qal-qasandi nos ofrece una opinión muy viva de loque era el reino de Granada a principios delsiglo XV: “No se puede ocultar que el estado islá-mico [que subsiste en al-Andalus] sufre la influen-cia de Marruecos, hasta el punto de que los reyesmarroquíes gobiernan frecuentemente sobre losmusulmanes andaluces; y, por necesidad, la estruc-tura administrativa de aquel país, corre pareja conla estructura administrativa de Marruecos” 86.

Dejando a un lado esta cuestión, que, sinembargo, va a impregnar todas las actuacionesde los tres reyes nazaríes que cubren la mayorparte del siglo XIV, tendremos que señalar laobra de Isma‘il I en la propia Alhambra. La tareaes muy difícil. Aunque parece que, como quedaya dicho, la rawda pudo ser levantada por él,es muy poco más lo que se puede precisar enel conjunto. Seguramente se ciñió a la zonapalatina, a juzgar por algunos indicios de quedisponemos.

Es frecuente encontrar referencias al alcá-zar de Isma‘il en varios estudiosos de la ciudadpalatina. Todo parece indicar que hay un pala-cio de Comares anterior a Yusuf I, obra pre-cisamente de su padre. Así lo señala GómezMoreno Martínez. Llega a escribir : “Cabe la sos-pecha de que la primitiva Torre de Comares, queconsta era más pequeña que la actual, y la Sala dela Barca, que era asimismo más corta, correspon-diese al palacio de Ismail, con su baño adjunto que,modificado por Yúsuf, es la parte más antigua delpalacio actual” 87.

Para este investigador se trataría de unaobra de cierta entidad, luego transformada

por Yusuf I. Es lo que nos dice del baño deComares: “Este baño disuena radicalmente de losdemás de la Casa Real, enclavado entre los Cuar-tos de Comares y de los Leones, y a más bajo nivelde ellos. Allí léese en verdad una poesía laudato-ria de Yúsuf I, de donde viene el achacarle la cons-trucción; pero como en dichos versos tan sólo sealude a la mansión allí del dicho rey y ellos estánesculpidos en un arquito de mármol que es encha-padura postiza, falta en realidad el dato conclu-yente. En contra va el estilo de los capiteles, muydiversos de cuantos vemos en obras de Yúsuf, conun movimiento de planos en sus hojarascas que nohallo repetido sino en los dos caberos de la gale-ría principal del Generalife y en los de la mezqui-ta de Abulhasán, en Tremecén, es decir, en los úni-cos que pueden asignarse a tiempo de Ismail.Además la falta de bocel en los cimacios y de armi-las en los fustes son arcaísmos todavía, y lo pri-mero tal vez no se halle nunca en columnas gran-des posteriores” 88.

Esa misma opinión de Gómez Moreno lahace suya Pavón 89. De este modo señala: “Alviejo Palacio de Comares pertenecería el baño actual,con doble acceso a él; uno por el subterráneo, y otropor la escalera que bajaba desde el Patio antiguode Arrayanes. Yusuf I respetaría tales ingresos” 90.

Asimismo, hay que creer que en el área queantecede a la palatina se hicieron obras en sureinado. De esta opinión es Pavón: “En el Patiode Machuca se repite el caso del Partal y del Pala-cio de los Abencerrajes: torre con galería única delan-te y estanque central. Con Mohammed V esa gale-ría pasó a ser pórtico de pilares. De la confrontaciónde la decoración de éste y la de la torre es fácildeducir la mayor antigüedad de ésta, dentro del rei-nado de Ismael I o de Yusuf I” 91.

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86 AL-QALQAfiANDI: ßubh al-a‘sa fi kitabat al-insa’. Traduc. Luis SECO DE LUCENA PAREDES. Valencia, 1975, p. 91.

87 Manuel GÓMEZ MORENO: “Granada en el siglo XIII”. Cuadernos de la Alhambra, 2 (1966), pp. 3-45, p. 39.

88 Manuel GÓMEZ MORENO: “Granada...”, p. 39.

89 Basilio PAVÓN MALDONADO: “El Palacio de Comares”, en Basilio PAVON MALDONADO: Estudios sobre la Alhambra. I. Gra-nada, 1975, pp. 65-114, espec. p. 72.

90 Basilio PAVÓN MALDONADO: “El Palacio...”, p. 72.

91 Basilio PAVÓN MALDONADO: “Los accesos a la Casa Real Vieja”, en Basilio PAVÓN MALDONADO: Estudios sobre la Alham-bra. I. Granada, 1975, pp. 51-64, espec. p. 56.

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92 Leopoldo TORRES BALBÁS: “Cronología de las construciones de la Casa Real de la Alhambra”. Al-Andalus, XLV (1959), pp. 400-408, espec. pp. 402-403.

93 Antonio MALPICA CUELLO: “Granada, ciudad islámica: centro histórico y periferia urbana”. Arqueología y territorio medieval, 1(1994), pp. 195-208.

94 Ibn al-JATIB: Al-Lamha..., p. 120. Biografía de Yusuf I.

Torres Balbás, al establecer las cronologíasde las construcciones de la Casa Real alham-breña, atribuye a Isma‘il I el Partal: “En el reina-do de Abu-l-Walid, o sea Isma‘il (713/1314-725/1325), quinto soberano de la dinastía, o pocosaños antes, debió de levantarse la llamada moder-namente Torre de las Damas, en el Partal, a orien-te y cerca de la Casa real y sobre la muralla queenvolvía desde época anterior el recinto de la Alham-bra. La fecha se deduce de la semejanza de sus yese-rías y zócalo con otros del Generalife. Un texto poé-tico tallado en yeso en el alfiz de un vano de éstealude a haberse renovado sus adornos y fábrica porAbu-l-Walid, en ‘el año de la victoria de la religióny del triunfo’, frase alusiva probablemente a la derro-ta y muerte de los infantes castellanos don Juan ydon Pedro por los granadinos, en la batalla de Sie-rra Elvira, en 719/1319. La sala tras el pórtico dela Torre de las Damas conserva restos de su zóca-lo de alicatado cerámico figurando polígonos estre-llados dibujados con cintas negras y verdes sobre fondoblanco; en los paños inmediatos al ingreso, las cin-tas son blancas y azules. Los mismos colores negroy verde se repiten en un enchapado cerámico dedovelas decorativas que recubren el dintel de la puer-ta del Generalife, al fondo del segundo patio delantiguo ingreso, y en un paño, también alicatado cerá-mico, que hubo encima y hoy se conserva en elMuseo de la Alhambra. Después del reinado deAbu-l-Walid los zócalos de alicatados se enriquecierontanto en su traza como en su policromía” 92.

Nos inclinamos, siguiendo a otros autores,a pensar que esa zona palatina la levantóMuhammad III, si bien, como ocurrió en elGeneralife, Isma‘il I llevó a cabo una remode-lación de cierta importancia, en la que el papelde la decoración fue significativo.

En todo caso, es evidente que el nieto deMuhammad II, sobrino de Muhammad III, apar-te de las transformaciones que llevó a cabo endiversos puntos, creó un alcázar y quizás algu-

nos elementos anejos, entre ellos, con todaseguridad, la rawda.

Se puede decir que Isma‘il I sienta las basesdel nuevo período que se abre en el reino deGranada. Con sus dos sucesores, su hijo, YusufI, y su nieto, Muhammad V, se alcanzan losmomentos más gloriosos del reino nazarí. Nodeja de ser curioso que coincidan con la épocade más profunda crisis de Castilla, que tiene supunto culminante en la guerra entre Pedro I yel aspirante Trastamara Enrique, el futuro Enri-que II, que tiene lugar de 1366 a 1369.

Acerca de la labor constructiva de los dosreyes nazaríes no cabe la menor duda. Se desa-rrolló en Granada, en otras ciudades y zonasdel reino y, por supuesto, en la propia Alham-bra. Sabemos que en tiempos de Yusuf I selevantaron en la ciudad granadina importantesmonumentos 93. Nos referimos a la alcaiceríao mercado de la seda, a la alhóndiga nueva yel puente sobre el Darro y, especialmente, ala madraza. Todos estaban en un espacio urba-no muy específico, en el entorno de la mez-quita mayor. Es seguro que se integraban enun programa edilicio que significaba la impor-tancia del rey como defensor del Islam. En unpárrafo de la Lamha leemos lo siguiente: “Ensu tiempo fue construida la admirable madraza(madrasa) –la Virgen de las Escuelas (bakrat al-madaris)– en su capital; fueron completados y cum-plidos sus legados píos (awqaf); edificado el altísi-mo castil lo –el de elevada cumbre, la cimadenunciadora de su poder– en el monte contiguoa la alcazaba de Málaga. Con estas cosas se hizogrande e ilustre su fama” 94.

En efecto, aparte de su defensa de la fe yexpansión del Islam, se encargó de proteger laciudad de Málaga con la construcción de Gibral-faro, que le daba seguridad al núcleo costero,en unos momentos precisamente en los que

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el tráfico comercial marítimo era esencial paratodo el reino.

Las labores defensivas se multiplicaron entiempos de Muhammad V, hasta el extremode que se ha podido identificar un programaconstructivo específico para la zona de la fron-tera con los castellanos 95, pero que con segu-ridad estaba más extendido 96. Se trata de laconstrucción de numerosos castillos y otrasestructuras defensivas levantadas en mampos-tería ordenada por líneas de lajas de piedra, consillares en las esquinas y con un almenado opretil de tapial hormigonado. Es normal en loslienzos de murallas que aparezcan torres deplanta cuadrada o ligeramente rectangular alter-nando con otras semicirculares. Ya hemos dichoque no se trata sólo de castillos fronterizos, sinoque incluso en algunas ciudades, como Ronday Antequera, así como en la línea costera, seaprecia este programa. La identificación deMuhammad V como su constructor se debe aun texto de Ibn al-Jatib 97. Pero todo hace pen-sar que no es achacable a ese monarca, sinoque tiene antecendentes en el reinado de supadre, y que va más allá de su propia acciónpersonal, estando implicados diversos grupossociales.

El mismo Manuel Acién ha señalado queuna de las características de ese programa edi-licio es la aparición de las llamadas “Puertas dela Justicia”. En un trabajo más reciente que elcitado anteriormente ha llegado a afirmar:

“...con la Puerta de la Justicia no sólo se retoma latradición almohade de grandes puertas de apara-to, sino que además se inserta en una de las líne-as más significativas de los diferentes estados islá-micos, como es la justicia pública y su correlatoarquitectónico de ‘puertas de la justicia’, cuya mani-

festación más antigua conservada la tenemos en laSamarra del s. IX.

Pero la construcción de ‘puertas de la justicia’ no selimita a la al-mudayna granadina, sino que se repi-ten también en las grandes alcazabas del reino, enlas de Málaga y Almería; en la primera de ellas, casitotalmente remodelada en esta época, si sitúa comotransición entre el primer recinto, o de entrada, y elsegundo, o puramente militar, por consiguiente bas-tante alejada de la aislada zona palaciega, en con-sonancia con su teórica función pública; es la deno-minada como Torre del Cristo a partir de la conquistacastellana, la cual aparece como “puerta de la jus-ticia” en la documentación del momento, y se con-servan todavía los símbolos de la llave y “mano deFátima” a imitación de la alhambreña. En la Alca-zaba de Almería, también documentada con su nom-bre específico en fechas inmediatas a la conquistay aún conservado en la tradición, la edificación de laPuerta de la Justicia requirió una modificación nota-ble en la vieja fortaleza, ya que se hubo de bajartodo el cuerpo de entrada hasta situarse junto a lapoblación, en contradicción con la función defensiva” 98.

Tiene razón al fijar la atención sobre el desa-rrollo de una política basada en el fortaleci-miento del poder del rey nazarí. Por eso mismono duda en señalar lo siguiente:

“...fundamentalmente dichas obras sirvieron para elcontrol de las fortalezas del reino por parte delsoberano, lo que llevó a cabo mediante el nombra-miento de quwwad.

Con esta especie de centralización de la defensa seha de relacionar también la nueva organización delos distritos plenamente rurales, con la creación delas ta‘a/s, donde fortalezas de gran tamaño vincu-ladas al Estado sustituyen a los huSun tradiciona-les de la comunidades rurales...” 99.

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95 Manuel ACIÉN ALMANSA: “Sobre los †ugur del reino nazarí. Ensayo de identificación”. Castrum, V. Murcia,1992 (en prensa).

96 Antonio MALPICA CUELLO: “Los castillos en época nazarí. Una primera aproximación”, en Antonio MALPICA (ed.): Castillos yterritorio en al-Andalus. Granada, 1998, pp. 246-293.

97 Ibn al-JATIB: Al-Ihata..., t. II, pp. 51 y 78.

98 Manuel ACIÉN ALMANSA: “La fortificación en al-Andalus”, en Rafael LÓPEZ GUZMÁN (ed.): La arquitectura del Islam occidental.Barcelona, 1995, pp. 29-41, espec. pp. 40-41.

99 Manuel ACIÉN ALMANSA: “La fortificación...”, p. 41.

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100 Leopoldo TORRES BALBÁS: La Alhambra..., p. 47.

101 Leopoldo TORRES BALBÁS: “Cronología...”, pp. 403-404.

102 Leopoldo TORRES BALBÁS: “Cronología...”, p. 405.

103 Emilio GARCÍA GÓMEZ: Foco de antigua luz..., p. 26.

104 Basilio PAVÓN MALDONADO: “El Palacio de Comares”, en Basilio PAVÓN MALDONADO: Estudios sobre la Alhambra. I. Gra-nada, 1975, pp. 65-114, espec. pp. 79-80.

105 Emilio GARCÍA GÓMEZ: Foco de antigua luz..., p. 80.

En esta dinámica cabe hablar también de lasobras emprendidas en la propia Alhambra. Fue-ron sin ningún género de dudas muy impor-tantes. Empezaremos por la zona de los pala-cios propiamente dicha. Torres Balbás establecióuna primera aproximación que, en sus líneasgenerales, sigue siendo válida: “En el reinado deYusuf I (1314-1325) fueron decoradas –y tal vezconstruidas– las torres de Machuca y de Comaresy se levantó el Baño. La torre del Peinador comen-zóse en el reinado de ese monarca y fué termina-da en el de Muhammad V (1354-1358 y 1362-1381). Éste edificó el resto de la Casa Real. Delpalacio de Yusuf, cuya existencia acredita el Baño,parece, pues, que el hijo y sucesor respetó tan sólolas partes más sólidamente construídas, rehacien-do lo demás. Ambos soberanos superpusieron lasestancias del Palacio a las fortificaciones: aún que-dan en la torre del Peinador y en el oratorio del Par-tal las almenas de sus respectivos adarves, apro-vechadas en el muro norte de ambos edificios,levantados sobre ellos, interceptándolos al mismo tiem-po que al camino de ronda” 100.

Además de otras muchas construcciones, enla zona palatina levantó Yusuf I la gigantesca torrede Comares, la torre de Machuca en el áreadel Mexuar, el baño real de Comares y la torredel Peinador 101. Del resto de construccioneses responsable Muhammad V, su hijo y suce-sor. Ahora bien, no se sabe por ahora conseguridad si edificó integrando lo ya levantadoo lo arrasó e hizo de nuevo. Así lo dice TorresBalbás: “Ignórase si Muhammad V, al que se deben,según se verá más adelante, el resto de las cons-trucciones de la Casa real en torno a los tres gran-des patios de Machuca, de Comares o de la Alber-ca y de los Leones, completó las construccionesiniciadas por su padre y antecesor Yusuf I, o las derri-

bó, conservando tan sólo las de estructura más sóli-da, como eran las tres torres de Machuca, de Coma-res y del Peinador, y los Baños. La torre de Coma-res, antes de que en el reinado de Muhammad I(sic por V) se le adosase a medio la sala de laBarca, tuvo un pórtico o sala de su mismo ancho” 102.

Algunos autores siguen este planteamiento,aunque hablan de un arrasamiento parcial, comose expresa García Gómez: “El soberano musul-mán no destruye las edificaciones anteriores: lasdeja y construye otras a su lado, dentro del mismorecinto que suele ser inmenso. Procedió por adicióno yuxtaposición. Mohámmed V, en la Alhambra,obró así en parte. También (caso del Peinador) com-pletó: superpuso en vez de yuxtaponer. Lo grave escuando destruye, no lo arcaico o lo ruinoso, sino loreciente, para construir encima: no añadiendo, sinorectificando. No lo hizo, ni acaso podía hacerse conlas grandes obras defensivas de Yúsuf Iº, y ello con-tribuiría en parte –porque motivos habría– a la sal-vación del Salón de Embajadores. Pero sí la realizóconsciente y decididamente con las grandes obraspolítico-administrativas. Como más adelante veremos,arrasó el Mexuar de su padre para erigir sobre elmismo solar un Mexuar nuevo” 103.

En menor medida, Pavón es partidario deesta idea, introduciendo un matiz importante:“Por ello, Mohammed V, pienso, no ve en la Alham-bra una almunia o fortaleza de sus antepasados;su palacio es el centro de esa nueva urbe. Moham-med V es el revolucionario de la Alhambra” 104.

En esa misma línea habla García Gómez:“Todos los datos de que disponemos son afluentesde una misma convicción: la idea que de la Alham-bra tenía Mohámmed V era grandiosa, total y ‘uni-taria’” 105.

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La obra de Yusuf I fue muy importante parael conjunto alhambreño. Aun cuando se cono-ce esencialmente su actividad en los palacios,si bien de manera un tanto confusa, no se hainsistido suficientemente en su capacidad cons-tructora en otros ámbitos.

En los aledaños de los grandes palacioslevantó el oratorio del Partal, lo que nos dauna idea del destino de este edificio. Es pro-bable que al menos una fase del palacio situa-do en el posterior convento de San Franciscose deba a este rey. Así lo señala Rivas: “Inter-vención posterior de Yusuf I (1334-1354), autor deuna serie de reformas, renovaciones y edificios denueva planta en el secano, al que rodearía al mismotiempo, de un eficaz sistema defensivo de murallasy torres almenadas. Quedaría, en consecuencia, estaresidencia (inicialmente), integrada en una estruc-tura urbana (palacio), de la que hasta entonceshabía permanecido aislada. De este momento seríala ampliación y embellecimiento de sus jardines,construcción del oratorio y acaso del baño al quepudo añadir las lumbreras cerámicas poligonales delados curvos y vidriadas, de plocromía azul y blan-ca, semejantes a los del baño de Comares, com-pletado por él” 106.

También se le atribuye la llamada Torre dela Cautiva, que es una vivienda ricamente deco-rada 107. Situada sobre la muralla, posiblemen-te contaba con un pequeño jardín a su entra-da 108. El acceso se hacía por un eje secundarioque salía de la Calle Real.

Dos grandes puertas se hicieron en épocade este rey. Nos referimos a la Puerta de losSiete Suelos y a la de la Justicia. La primera esuno de los accesos monumentales a la Alham-bra, en realidad es el paso a su madina. Segu-ramente se abrió cuando quedó poblado elarrabal exterior de Granada, al que daba paso.Esta obra de Yusuf I tiene una clara influencianorteafricana. Dos grandes torres, originalmente

de 22 m de altura, pues fueron derrocadas porlos franceses en el siglo XIX, protegían la entra-da. Un arco de herradura se abría al exterior.Era obra en mármol. Su dovela central teníauna llave. Asimismo había conchas y adornoscubriendo las albanegas. Encima existía un din-tel con una decoración epigráfica. Por delantede la puerta se construyó un gran baluarte, quele dio el nombre actual, que recibe desde elsiglo XVII. Ha de tenerse en cuenta además quese emplazó en él la artillería. Quedan pruebasde ello en las troneras que se abrieron en esebaluarte.

La puerta era en doble recodo. Daba direc-tamente al camino de ronda y comunicaba conla Calle Real. Pero no se conoce bien en todasu disposición original. Una intervención lleva-da a cabo en 1994 y otra en 1996 han arro-jado alguna luz sobre el problema. En la pri-mera, hecha en la parte exterior de la puertase pudo documentar una estructura muraria,hecha también en tapial, que es anterior a lacreación de la abertura. Seguramente formaparte de la muralla primitiva. En la segunda,con motivo de la recuperación de las casassituadas en las proximidades de la Torre delCapitán, de las que se hablará más tarde, sepudo documentar una refacción en la muralla,observándose además en el espacio exteriorde los baños de Abencerrajes la utilización deuna mampostería separada por verdugadas deladrillos y enfoscada como si fuese tapial. Sinduda, por la técnica constructiva empleada, asícomo en relación a su disposición espacial,puede interprertarse como una obra necesa-ria para reorganizar todo el tramo que da a ladicha puerta.

Al exterior es posible que se celebrasen lasgrandes concentraciones populares de la Alham-bra, pues la explanada allí existente lo permi-te, más que una muSallà interior como se hapretendido. Un texto de una crónica anónima

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106 Miguel Angel RIVAS HERNÁNDEZ: “Restos palatinos...”, p. 124.

107 Basilio PAVÓN MALDONADO: “Torre de la Cautiva”. Estudios sobre la Alhambra. Granada, 1977, vol. II, pp. 21-32.

108 Jesús BERMÚDEZ PAREJA: El Partal y la Alhambra alta. Granada, 1977, s. p.

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109 Fragmentos de la época sobre noticias de los Reyes Nazaritas o capitulación de Granada y emigración de los andaluces a Marruecos.Edic. Alfredo BUSTANI. Traduc. Carlos QUIRÓS. Larache, 1940, pp. 4-5.

110 Manuel ACIÉN ALMANSA: “Sobre los †ugur...”, y del mismo autor: “La fortificación...”, también publicado con el mismo título ycontenido en Archeologia Medievale, XXII (1995), pp. 7-36.

sobre los años finales del reino nazarí nos per-mite hacer tal afirmación:

“Quiso el emir celebrar una revista del ejército conobjeto de mostrar al pueblo la caballería de que dis-ponía y de prerdisponerles con ello a aumentar lostributos. Mandó preparar, como espacio para la cele-bración de la misma, el lugar de la Ciudadela de laAlhambra de Granada, conocido por Attabla, cercade la puerta de Algadar o Algodor. Construyó unatribuna para sí mismo, y ordenó el arreglo del cami-no y de la explanada donde había de evolucionarla caballería y mostrar sus habilidades los jinetes.

Fué el día señalado para el primer día de revistaun martes, dies y nueve Dulhicha del año 882–1477–. Todos los días que duró la revista salía lagente de Granada, hombres, mujeres y niños endirección a la Assabica y a los contornos de laAlhambra con objeto de recrearse con tal espectá-culo. Habían acudido a tomar parte en la revista,jinetes de toda la Andalucía, así oriental como occi-dental; un día revistaba un bando de caballería, otrodía otro y así sucesivamente” 109.

El espacio que había por fuera del recintoamurallado en esta área era, pues, muy gran-de, como lo manifiesta el hecho de que sehiciesen concentraciones de este tipo, que nosólo exigían una extensión para la evolución dela tropa, sino también para los numerososespectadores que acudieron.

La llamada Puerta de la Justicia debe deconsiderarse el punto de arranque de una víade comunicación importante. La misma puer-ta es un testimonio público del poder del sul-tán y el acceso monumental, e incluso el espa-cio ceremonial de la época.

Fue construida, como queda dicho, porYusuf I. Simboliza el aspecto de administraciónde justicia del rey nazarí. Sus funciones, portanto, más que puramente militares, son pro-

pagandísticas, dentro de la tradición de las gran-des puertas almohades, de las que tenemostan abundantes ejemplos en las ciudades marro-quíes. Esta característica la ha puesto de mani-fiesto Manuel Acién 110, según ya hemos dichoanteriormente.

Sea como fuere, lo cierto es que la puertaes de una gran monumentalidad. Pese a que loscastellanos, tras su entrada en la Alhambra, cre-aron un baluarte cerca de su acceso para empla-zar artillería, no se puede considerar dicha puer-ta como un mecanismo defensivo. La forma ungran arco de piedra franca en forma de herra-dura. Se puede ver una mano, tan tradicionalen las puertas nazaríes, aunque sea un símbo-lo que ya aparece en el mundo almohade. Tieneun dintel, en el que se aprecian dovelas alter-nado las salientes con las que están rehundidas.

Tras este arco hay otro, que ya es interior,quedando un espacio hueco entre ambos paracontrol del paso. Un arco adovelado forma lapuerta. Sus albanegas están adornadas conveneras. Encima hay un dintel en el que quese aprecia una llave con su borla. Sobre él apa-rece una inscripición en la que se refiere alconstructor de la puerta, Yusuf I. Más arribahay un arco escarzano. Todo el espacio está rica-mente decorado con azulejos que forman figu-ras geométricas y florales, con lo colores tra-dicionales de la época (azul, verde y blanco).Allí hay una imagen de la virgen puesta luegode la entrada de los cristianos en la Alhambra.

De manera inmediata hay otro arco quepermite la existencia de una puerta de made-ra forrada de metal. A partir de esta entradase asciende en rampa formando un triple reco-do. Lo cubren tres bóvedas diferentes: esqui-fada, baída y de cañón con lunetos. Antes desalir hay un retablo de 1588. La fachada inte-rior de la puerta es menos monumental. La

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forma un arco de herradura. Está decoradocon un festón de ladrillo, mientras que las dove-las están guarnecidas, azulejos de variados colo-res, similares a los de fuera, están en sus alba-negas. El remate era un dintel.

A partir de dicha puerta comienza el cami-no de ronda. Así lo describe Bermúdez López:“En la fachada interna de la Puerta de la Justiciaexiste, hacia la izquierda, un amplio vano por elque se pasa al interior de un gran corredor cubier-to que va paulatinamente disminuyendo hasta per-derse, tras recorrer varios metros, contra un murode cantería. Sin duda se trata del primer tramo decalle que uniría la Puerta de la Justicia con la deSiete Suelos, al otro extremo de la Alhambra” 111.

Parece más que evidente que Yusuf I plan-tea una nueva Alhambra, en línea con lo queanticipó su padre, y previamente a lo que hizosu hijo, Muhammad V, el gran constructor dela ciudad palatina, especialmente del área de lospalacios.

Fue, en efecto, Muhammad V quien confi-guró los espacios tal como hoy los vemos. Tuvoespecial cuidado en crear una organización pala-tina, que bien pudiera definirse a partir de treselementos más o menos claros: Mexuar, Coma-res y Leones. Sólo hablaremos de aquél, pueslos dos palacios merecen una dedicación mayor.Únicamente diremos que el de Comares es unpalacio más público, con un espacio muy jerar-quizado; al contrario del de los Leones es pri-vado, aunque en él pudiera desarrollarse algúnceremonial. Tampoco estudiaremos la vecinarawda. Es imposible ahora. Lo aplazamos paramejor ocasión.

En el primero de todos observamos cómohabía una ordenación propia de una zona de

servicios. Se aprecia incluso en el sistema deacceso y su relación con los ejes de comuni-cación. Al respecto Torres Balbás ha escrito: “Lasgentes que en el siglo XIV y en el XV subían a laCasa Real de la Alhambra desde la parte orientalde la ciudad, pasando por la puerta de las Armas,o desde los barrios y arrabales del mediodía, a tra-vés de la de la Justicia, llegaban a una plazoletaempedrada, cerrada a oriente por el muro exteriorde un edificio, seguramente de fachada lisa, desnu-da, sin decoración. A su pie hubo un poyo de fábri-ca para descabalgar cómodamente, y una pila demármol, con su fuente. De todas estas construccionesde ingreso, que se ven hoy a la izquierda y en bajo,antes de penetrar en el Palacio, no queda más quela parte inferior, reconstruída, de sus muros” 112.

En efecto, tras pasar la Puerta de la Taho-na, se llegaba a una gran plaza que presentauna inclinación elevada hacia el E. Para Pavón:“Era una verdadera plaza de armas o ‘apeadero’como la del patio de Montería del palacio de DonPedro en el Alcázar sevillano” 113.

En su extremo SE hay un pilón de ladrillocon un revistimiento interior que debió de ser-vir para que abrevasen las caballerías. Cerca deél hay una puerta que da acceso a la Calle RealBaja y en la que confluye una calle en pen-diente que procede de la Puerta del Vino, dedonde también salía, pero en otra dirección laCalle Real Alta 114. Toda la explanada estabaempedrada. La distinta pendiente, con una altu-ra mayor hacia Levante, se salva normalmentecon rampas o escaleras, según los casos. Unapuerta estrecha con escalón precedente dapaso a una casa situada en más alto. Para Pavónsería residencia del alcaide 115. Es seguro quecumpliera ciertas funciones militares, con laasignación de una guardia para controlar elacceso a la parte administrativa de la zona pala-

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111 Jesús BERMÚDEZ LÓPEZ: “Notas sobre la traza urbana de La Alhambra: sus calles principales”. Actas del II Congreso de Arqueo-logía Medieval Española. Madrid, 1987, t. II, pp. 442-450, espec. p. 444.

112 L. TORRES BALBÁS: La Alhambra..., p. 50.

113 Basilio PAVÓN MALDONADO: “Los accesos a la Casa Real Vieja”, en Basilio PAVÓN MALDONADO: Estudios sobre la Alham-bra.I. Granada, 1975, pp. 51-64, espec. p. 53.

114 Jesús BERMÚDEZ PAREJA: “Excavaciones en la Plaza de los Aljibes de la Alhambra”. Al-Andalus, XX (1955), pp. 436-452.

115 Basilio PAVÓN MALDONADO: “Los accesos...”, p. 54.

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116 Basilio PAVÓN MALDONADO: “Los accesos...”, p. 54.

117 Jesús BERMÚDEZ PAREJA: “Excavaciones en la plaza...”

118 “Considerando que el oratorio del Mexuar se debe a Mohammed V, reservado para su uso privado, aquél sería uno de los más antiguosde la Alhambra, poco anterior o contemporáneo a la Mezquita Real de Mohammed III, sirviendo por igual a la corte y a la servidum-bre” (Basilio PAVÓN MALDONADO: “Los accesos...”, p. 54).

119 L. TORRES BALBÁS: La Alhambra..., p. 52.

120 “La torre datará, a juzgar por sus adornos, de Yusuf I, y el patio, de Muhammad V” (L. TORRES BALBÁS: La Alhambra..., p. 52).

tina. Su interior tiene un empedrado comopavimento.

Con planta cuadrada y con losas de gran-des piedras, el segundo recinto existente tieneun patio amplio, en torno al cual hay habita-ciones, retretes y otros ámbitos. Al lado de lasescaleras que suben a otro recinto, se pudodocumentar una pila de mármol, con sus pare-des circundantes recubier tas por cerámica.Debe ser la pila de abluciones de la pequeñamezquita contigua.

En ese recinto para Pavón se desarrollaríanactividades burocráticas: “El recinto se destinaríapara menesteres burocráticos, guardando estrechoparentesco con los patios que anteceden al de laAcequia del Generalife. En ambos casos, los patioscarecen de estanques. La cerámica y mármoles “insitu” descritos encarecen la importancia de esterecinto, dentro ya del sector real que viene a conti-nuación. La presencia de una mezquita en él justi-fica esa importancia. Es poco probable que estasúltimas construcciones, en cierto modo evocadorasde las madrazas que por entonces se levantabanen el Norte de Africa, tuvieran esa finalidad. Lasmadrazas se reservarían para la ciudad, como laque inauguró en Granada, en 1349, Yusuf I” 116.

Esta última afirmación procede del nombreque Bermúdez Pareja da a esta área, el de“Madraza de los Príncipes” 117, por las similitu-des que tiene con la construida en la ciudad deGranada. Pero no debe de deducirse que enefecto lo fuese. En todo caso, es innegable laexistencia de una mezquita de regulares dimen-siones en la que realizarían sus oraciones losnumerosos funcionarios que prestaban su ser-vicio en esa área. No se puede, sin embargo,admitir sin más una cronología temprana, comopropone Pavón 118. Lo que importa destacar

por encima de todo es que el conjunto aquíreseñado tenía funciones administrativas y ser-vía de acceso restringido hacia la zona burocráticay palatina, lo que no quitaba la existencia devías de comunicación entre las diferentes cons-trucciones por medio de ejes separados, comosucede con la Calle Real Baja, por ejemplo.

El último edificio antes de entrar a lo quehoy conocemos como Mexuar es el que seubicaba en el actual Patio de Machuca, llama-do así por estar allí las trazas y modelos hechospor el arquitecto del Palacio de Carlos V. A élse accede desde el patio anterior, someramentedescrito, por medio de varios escalones demármol. Es de planta cuadrada, de 23 m delado. En el centro hay un pequeño estanque.Tenía sendos pórticos de nueve arcos de mediopunto, todos ellos iguales. Sólo se ha conser-vado la galería N, mientras que la S aparecesugerida por un dibujo en el seto. Aquélla dapaso a una torre de planta casi cuadrada, de 4m x 3,80 m, destacada de la muralla. Tiene tresfrentes abiertos por balcones con arcos demedio punto festonedos. El central, es decir elque se abre hacia el N, tuvo, según señalaTorres Balbás 119, un ajimez sobre jabalcones demadera, quedando restos empotrados en elmuro. En su interior la sala de la torre estabacubierta de yeserías. Cuenta con una cornisade mocárabes, sobre la que se asienta unaarmadura en forma de artesa.

No existe unanimidad sobre la cronología,porque tampoco la hay en cuanto a su planta.Mientras Torres Balbás nos muestra un edificiocon doble pórtico, al N y al S, y da como fechaslos reinados de Yusuf I y de Muhammad V 120,amparándose en las decoraciones, Pavón hacealgunas precisiones: “En el Patio de Machuca serepite el caso del Partal y del Palacio de los Aben-

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cerrajes: torre con galería única delante y estanquecentral. Con Mohammed V esa galería pasó a serpórtico de pilares. De la confrontación de la deco-ración de éste y la de la torre es fácil deducir lamayor antigüedad de ésta, dentro del reinado deIsmael I o de Yusuf I” 121.

Es más que posible que Isma‘il I construye-se algunos edificios en esta área, pero sin quese puedan hacer muchas más precisiones. Entodo caso, el argumento de Pavón es cuandomenos interesante, porque advierte cuestio-nes un tanto extrañas en esta área. Es más,pone de manifiesto algo que es sabido, porlógico y por indicios, pero que aún no ha sidodemostrado fehacientemente: en época deYusuf I y, sobre todo, de su hijo Muhammad Vhubo una seria transformación de esta zona,como de tantas otras de la Alhambra. Y en lostrabajos de restauración han primado sus obrassobre las de otras épocas, lo que agrava el pro-blema de indentificación, faltos como estamosde excavaciones arqueológicas rigurosas.

Las anomalías que señala Pavón, detectadasa través de dibujos de Velázquez Bosco hechosen 1917, significan sin ningún género de dudasla existencia de dos construcciones diferentes,una (el pórtico) posterior a la otra (la torre):“Torre y pórtico fueron consolidados y en parte refor-mados en los últimos tiempos. Gracias a unos dibu-jos del arquitecto Velázquez Bosco se sabe en quéestado se hallaban en el año 1917. Desprovistosde las columnas actuales, el pórtico exhibía antespilares de ladrillos. El dibujo de Velázquez Boscomuestra tabicada la galería, cubriéndose ésta contejadillo a dos aguas. Se aplomaron los muros depórtico y torre. Tal como llegó aquél en el citado año,tenía nueve arcos sin que destacara, como es habi-tual, el central; súmese a esa anomalía la de quela torre no guarda simetría con dicho arco. Datoscomo éstos prueban que el pórtico se hizo y orga-nizó con posterioridad a la torre” 122.

De nuevo, las decoraciones, especialmentelas yeserías de la torre que presentan, además

de una epigrafría, motivos decorativos de laépoca de Yusuf I, sirven para asignar una cro-nología al edificio. Una vez más, la falta de unaanálisis arqueológico y las malas restauracionesy pésimas excavaciones realizadas, son la cul-pables de la falta de entidad científica de muchasde las cronologías asignadas. Es por ello quesólo se recurre a la epigarfía y a los temnas deco-rativos, que deben de considerarse comple-mentarios en la labor arqueológica.

El último edificio que se considera propia-mente el Mexuar, es el único que queda en pie.Las transformaciones han sido aquí muy impor-tantes desde finales del siglo XV: “La alta naveque cierra este patio a oriente, cuya fachada tienerejas voladas en planta baja y balcones de hierroen la alta, es una construcción pesada y sin carác-ter, levantada en distintas épocas, a partir de la segun-da mitad del siglo XVI, alterando profundamente suprimitivo aspecto, imposible de reconstruir. Con sugran masa, rompe la unidad de las construccionesárabes, de cubiertas más reducidas, y las oculta porcompleto desde la plaza de los Aljibes” 123.

Así es. Hoy existe un murallón que impidetener una idea más o menos nítida de la rela-ción de los edificios precedentes con el cuer-po que subsiste. Desde el llamado Patio deMachuca salen dos escaleras. Una de ellas esancha y forma parte del desaparecido pórticomeridional. Lleva a la entrada del Mexuar, queestá en el fondo de un pequeño patinillo a tra-vés del cual se penetra actualmente en la CasaReal. Esta puerta presenta un dintel falso condovelas de yeso y pilastras en sus costados.Sobre ellas hay zapatas que sostienen los extre-mos del alero para proteger los yesos y losazujelos que habría debajo y hoy no existen.

La sala está en un nivel mucho más eleva-do que el patio precedente, el de Machuca. Setrata de un espacio rectangular con cúpula cen-tral. Cuenta con dos ámbitos al N y S de mayo-res dimensiones que los que hay al E y al O.

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121 Basilio PAVÓN MALDONADO: “Los accesos...”, p. 56.

122 Basilio PAVÓN MALDONADO: “Los accesos...”, p. 56.

123 L. TORRES BALBÁS: La Alhambra..., p. 53.

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124 Angel C. LÓPEZ LÓPEZ y Antonio ORIHUELA UZAL: “Una nueva interpretación del texto de Ibn al-Jatib sobre la Alhambra en1362”. Cuadernos de la Alhambra, 26 (1990), pp. 121-144, espec. p. 124.

125 Antonio MALPICA CUELLO y Jesús BERMÚDEZ LÓPEZ: “Transformaciones cristianas en la Alhambra”, en Enrica BOLDRINI yRiccardo FRANCOVICH: Acculturazione e mutamenti. Prospettive nell'Archeologia medievale del Mediterraneo. Florencia, 1995, pp.285-314.

126 Antonio FERNÁNDEZ PUERTAS: “Memoria de la excavación realizada en el sector N. del Mexuar del Palacio de Comares”. Cua-dernos de la Alhambra, 18 (1982), pp. 103-118.

127 Angel C. LÓPEZ LÓPEZ y Antonio ORIHUELA UZAL: “Una nueva intrepretación...”, pp. 124-125.

128 Antonio MALPICA CUELLO y Jesús BERMÚDEZ LÓPEZ: “Transformaciones cristianas...”.

129 L. TORRES BALBÁS: La Alhambra..., p. 57.

La cúpula tiene como sostén cuatro columnasde mármol. Éstas apean dinteles con ayuda democárabes, que sostenían una cúpula tambiénde mocárabes o bien un techo en forma deartesa invertida, formado por maderas labra-das. Pero la cúpula fue desmochada, entre otrastransformaciones que sufrió este espacio: “Actual-mente es difícil imaginar el efecto espacial que pro-duciría esta sala, ya que ha sufrido numerosas trans-formaciones desde los primeros tiempos de laocupación cristiana las cuales tuvieron por objeto laconstrucción de unas habitaciones en la planta altay la adaptación de la planta baja para capilla. Paraello se desmochó la linterna de la cúpula y se regrue-saron exteriormente los muros laterales para aumen-tar su resistencia ante el aumento de cargas oca-sionado por la nueva planta que se añadía” 124.

Efectivamente, hemos podido comprobarque en esta sala se hicieron importantes modi-ficaciones casi inmediatamente después de laconquista castellana 125, que continuaron des-pués de los Reyes Católicos. Así, a esta ya men-cionada, hay que añadir la pérdida de un pati-nillo en el extremo N. Fue cubierto al hacerlas habitaciones superiores y se incorporó a lasala cuando se hizo capilla, para situar allí el coroy la tribuna elevada que hoy se ven. Allí exca-vó Fernández Puertas para su documentación,pero sin mayores resultados 126.

Pese a todas las modificaciones, se ha seña-lado que la existencia de la puerta meridional,de la que habla Torres Balbás, no significa quefuese la principal de acceso a la sala, sino aotro ámbito, mientras que la situada al O ser-viría de entrada principal, como lo ponen demanifiesto el interior de lo que hoy es gran ven-tana y algunos indicios exteriores 127.

Parece que habría otra puerta en el ladooriental que daría acceso al vestíbulo del pala-cio real. Es una prueba más de lo complicadoque era este espacio y lo difícil que es su orga-nización. Hay incluso algunos edificios más quese integraban en este conjunto. Nos referimosal oratorio, al que se entra hoy desde la saladel Mexuar, pero que antiguamente se hacía porel llamado Patio de Machuca, en concreto desdela galería N, aunque comunicaba con el patini-llo al N de la sala de reuniones del Mexuar, hoycubierto. En el muro exterior se puede vercómo se forzó la dirección para poder cons-truirlo. Era imprescindible para conseguir laorientación obligada. El mihrab existente estáricamente decorado. Es obra de MuhammadV, como la mayoría de los edificios del Mexuar,o al menos fueron reaprovechados y reorga-nizados durante su mandato, seguramente ensu segundo reinado. Un último espacio, de graninterés, es el llamado Cuarto Dorado. Se acce-día a él a partir de una puerta abierta en elextremo E del patinillo ya mencionado. Se llamasí por la sala del N, muy restaurada por los ReyesCatólicos, cuyos escudos han quedado en eltecho; presenta asimismo una ventana góticaabierta en el testero N. El ingreso se hace apartir de un pórtico de tres arcos, de los queel central es el mayor, que tiene columnas demármol y capiteles de tradición almohade. Hastahace algunas décadas existía un arco llamadomorisco, construido en tiempos de los ReyesCatólicos 128, que fue derruido. Servía para sos-tener habitaciones reales. El patio del CuartoDorado era, como señala Torres Balbás, para“...reparto y acceso a diferentes locales; no de estan-cia...” 129. En el extremo meridional se encuen-tra la llamada fachada de Comares, que ha sidoobjeto de estudio minucioso por Fernández

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Puertas 130, pero desde la onmipresente pers-pectiva de la Historia del Arte. Una vez másla Arqueología no ha tenido presencia, o ape-nas, en los análisis realizados hasta el presen-te. Sin duda el peso del monumento es exce-sivo y se prefiere el amparo de conocer losdetalles y establecer comparaciones, haciendode lo secundario lo principal. Es así como elárbol no ha dejado ver el bosque, hasta fechasmuy recientes y de manera muy incompleta. Estafachada es interior, pese a su monumentalidad.Da un patio pequeño con pequeña fuente ape-nas elevada del suelo, pese a sus grandiosas pro-porciones. Se levanta sobre un basamento detres escalones de mármol. Dos puertas adin-teladas se abren simétricamente. Tienen unzócalo y sendos recuadros de azulejos. For-mando eje con ellas, por encima de las mis-mas, hay ventanas geminadas, cada arco geme-lo está separado por una columnilla. Entre estasdobles ventanas, a su misma altura hay otrahoy abierta, pero que tal vez estuviese cega-da. Unas cenefas epigráficas, en yeso, las rode-aban. Se lee el lema de la dinastía nazarí: “SóloDios es vencedor”. Toda la fachada está decora-da en yeso, que estaba seguramente policro-mado. Una faja de mocárabes daba paso a ungran friso de madera, en donde hay una ins-cripción alusiva a Muhammad V, su construc-tor. Un alero, también de madera, que sobre-salía de la fachada le servía de guardapolvos.

La puerta de la derecha daría entrada a unapequeña habitación, posiblemente comunicadatambién con la sala de reuniones, que sería elllamado vestíbulo del alcázar o palacio. Pero lade la izquierda da paso a una sala y, tras unaangosto pasillo con poyetes para la guardia,formando un doble recodo, se alcanzaba elpalacio por el lado O, muy cerca del ala N. Todoello implica que fuera imposible que éste fueseel recorrido normal para quienes accediesen

al palacio desde el exterior. Se debe conside-rar un acceso para los funcionarios y hombresde la corte, aparte, claro está, del rey. Nece-sariamente, en una lógica normal, que no siem-pre es habitual en los estudios sobre la Alham-bra, debió de existir otro camino de llegada alpalacio que fuese más directo y a la vez per-mitiese un cierto protocolo. Por ello, en nues-tra opinión se ha suscitado una polémica queha de solucionarse en términos básicamentearqueológicos.

Toda esta concepción, en efecto, ha sidopuesta en duda por una obra de GarcíaGómez 131. Para este autor la distribución delárea palatina y, consiguientemente, los accesosfueron distintos a los que se vienen admitien-do. Basándose en un texto de Ibn al-Jatib de1362, en el que se habla de la celebración delmawlid, o fiesta del nacimiento del Profeta, Gar-cía Gómez urde una trama muy ingeniosa quepone de manifiesto los profundos déficits de lainvestigación sobre la Alhambra. Tiene razónel eximio arabista cuando afirma: “Aunque tantose haya escrito sobre la Alhambra, no hay estudiosatisfactorio ni sobre la manera de llegar ante surecinto palatino ni sobre el modo de entrar en él” 132.

El texto del celebérrimo visir granadino lelleva a García Gómez a plantear la existenciade un mexuar nuevo en la zona de la Sala delas Dos Hermanas y en el patio bajo llamadode Lindaraja, en vez del espacio en que nor-malmente se ha señalado.

La discusión establecida a partir de este esti-mulante libro ha sido importante. La propues-ta de Cabanelas 133 acerca de que la Puerta deComares no pudo ser trasladada de lugar, comoproponía su maestro García Gómez, insistien-do en un error de transcripción cuando sehabla de “clavos de Venecia”, pues se debe de

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130 Antonio FERNÁNDEZ PUERTAS: La fachada del Palacio de Comares. Granada, 1980.

131 Emilio GARCÍA GÓMEZ: Foco de antigua luz ...

132 Emilio GARCÍA GÓMEZ: Foco de antigua luz..., p. 189.

133 Darío CABANELAS RODRÍGUEZ: “La fachada de Comares y la llamada “Puerta de la Casa Real” en la Alhambra”. Cuadernos dela Alhambra, 27 (1991), pp. 103-118.

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134 Emilio GARCÍA GÓMEZ: “¿Fue un “lavado de gato” la nueva Alhambra. Una extraña opinión”. Boletín de la Real Academia de laHistoria, 89 (1992), pp. 367-424.

135 Ángel C. LÓPEZ LÓPEZ y Antonio ORIHUELA UZAL: “Una nueva interpretación...”

136 Jesús BERMÚDEZ PAREJA: “Excavaciones en la plaza...”

137 Jesús BERMÚDEZ PAREJA: “Identificación del palacio...”

138 Jesús BERMÚDEZ LÓPEZ: “Notas sobre la traza...”

139 Ángel C. LÓPEZ LÓPEZ y Antonio ORIHUELA UZAL: ”Una nueva interpretación...”, p. 126.

140 Angel C. LÓPEZ LÓPEZ y Antonio ORIHUELA UZAL: “Una nueva interpretación...”, p. 125.

decir “clavos de venera”, fue duramente con-testada por el propio García Gómez 134.

Más que una discusión concreta y específi-ca sobre tal o cual espacio, sobre la ubicaciónde la puerta, o sobre un dato concreto, Lópezy Orihuela han planteado una solución másinteligente y global 135. Sirve para explicar elárea que va desde la entrada a la zona, es decir,desde la explanada de acceso hasta los aleda-ños del Cuarto Dorado. En cierto modo, sirvede complemento al brillante y documentadoartículo de Bermúdez Pareja sobre las excava-ciones de la Plaza de los Aljibes 136 y el brevepero sugerente estudio acerca de los palaciosy sus relaciones 137.

El esquema que aquellos autores proponenpermite integrar el de Bermúdez Pareja sobrelas vías de comunicación de esta área, secun-dada por Bermúdez López 138.

El espacio que precede por el O al llama-do Patio de Machuca es denominado el Mexuarsecundario, en cuyo costado SE está una “mez-quita vieja”, lo que indica que era obra, comodijimos que señala Pavón, anterior a Muham-mad V, aunque no tenga por qué ser muchomás antigua. En ese espacio se desarrollabanfunciones administrativas y, según parece, allíestaba la Cancillería Real: “En este patio se desa-rrollaban las tareas administrativas de los secreta-rios y funcionarios de la corte que podían, sin mayorincoveniente, cumplir allí mismo sus deberes reli-giosos, para lo que contaba con letrinas y un pilarmonumental útil para las abluciones. Pero su carac-terística más destacada era ser sede de la Canci-llería Real, donde se tramitaba la correspondencia,se permitía la comparecencia de los agraviados y,

ocasionalmente, se presentaba el sultán para reci-bir el homenaje de la gente común” 139.

Para estos autores la sala meridional, dife-rente a las otras existentes, serviría para queallí permaneciese el rey, una vez que se tengaen cuenta que la escalera que levantó TorresBalbás para el alminar de la mezquita no exis-tía en la planta primitiva. Es la sala de la cúpu-la real.

El segundo patio, llamado de Machuca, esel que ocupaba el Mexuar principal. Para Lópezy Orihuela: “El patio debía estar rodeado, en tresde sus lados, por una galería cubierta con arcosdecorados, sostenidos sobre columnas de mármol.La tipología de este patio, con arquerías en treslados y una gran ala en el lado restante, es muyfrecuente en la arquitectura religiosa islámica” 140.

La torre que hay allí en la muralla se ve cla-ramente que fue reintegrada en el nuevo con-junto, en época, por tanto, de Muhammad V.Por lo demás, pudo ser construida en tiemposde su padre, Yusuf I.

Todo ello, además del “zafariche”, que esposiblemente la alberca con lados semicircula-res, aparece citado en el texto de Ibn al-Jatib.López y Orihuela creen que están en esta área.

Finalmente queda la celebérrima sala desesiones, que ha llegado desfigurada hasta noso-tros. En la misma se integraban otros edificiosanejos, como el patio luego cubierto, que iden-tifican con la alhacena de los perfumes, el ves-tíbulo del alcázar y la pagaduría real.

De todos modos, esta visión no debe deconsiderarse completa, pues falta la relación

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con el resto de la estructura urbana. Se expre-sa especialmente a partir de las calles existen-tes. Fueron estudiadas, como ya hemos dicho,hace algún tiempo por Bermúdez Pareja 141 y,más recientemente, por su hijo, BermúdezLópez 142.

Sabemos que la Calle Real Baja partía de laplaza que se excavó a la salida de la Puerta dela Tahona, en donde confluía con otra calle quebajaba de la Puerta del Vino. Va ascendiendoligeramente hacia el E. De ella nos dice Ber-múdez López: “Como es característico del urba-nismo islámico, en el inicio de la calle está situadauna puerta, de la que han quedado sus mochetas.El lateral norte de la calle está limitado por la partetrasera del primer patio de la administración pala-cial, conocido como el patio de La Madraza, mien-tras que el lateral sur se encuentra hoy soterradopor la explanada del Palacio de Carlos V, aunquese ha podido comprobar que su solar lo ocupabandiversas casas con un entramado de pequeñas calles,una de las cuales arrancaba precisamente de lacalle Real Baja a la altura de la puerta trasera quedaba acceso a unas dependencias del oratorio delpatio de la Madraza” 143.

Es verdad que esta calle se organizabasiguiendo la fachada meridional de las cosn-trucciones existentes en torno al Mexuar, sibien se tuvo que ir adaptando a las continuasmodificaciones realizadas. La sala S del Palaciode Comares daba a ella, sin que podamos pre-cisar si había allí puerta, que de existir tuvoque ser necesariamente monumental. Repáre-se, sin embargo, que la construcción del Pala-cio de Carlos V tuvo que afectar a ese espa-cio, si bien es un tema siempre recurrente enla Alhambra. En todo caso, hay una cuestiónque debe de ponerse de manifiesto, la funciónde la calle. De ello nos habla Bermúdez López:

“Este tipo de calles sirven de aislamiento entre laszonas de servicio de los ámbitos palaciales y el restode construcciones, casi siempre dependientes deesa servidumbre, y de un carácter militar o artesa-nal. Su uso es el de corredores de servicio, y suacceso debió estar limitado al personal del palacio,seguramente con bastante vigilancia. Servían, ade-más, como posible salida de emergencia en casode necesidad, y probablemente, como ocurre en laAlhambra, sería la utilizada por la familia del sul-tán para tasladarse de un palacio a otro, a los jar-dines, o a la Mezquita” 144.

Por lo que respecta a la parte N se obser-va un eje de comunicación a través del cami-no de ronda, que llega a pasar debajo de la zonade palacios, y, según Bermúdez Pareja, habríauna calle para servicio de los baños reales, lallamada Calle de los Leñadores del Baño 145. Peroes el único caso en esta vía.

Parece claro que lo que conocemos delurbanismo de este espacio pone de relieve laexistencia de una calle de servicio para la zonapalatina en la que podían confluir las depen-dencias presentes, sin necesidad de pasar porellas. Era posible hacer un recorrido por estacalle baja sin inteferir en los servicios de laadministración concentrados en el Mexuar.

Este análisis no resuelve, al menos en nues-tra opinión, si hubo y dónde una puerta nota-ble para la entrada a los palacios. Si existió,como señala García Gómez 146, nos obliga aplantear que hubiese un espacio en cierto modoamplio delante de ella. La excavación en el sub-suelo del Palacio de Carlos V debería de mos-trarlo. Pero hasta el presente no ha sido así.

Merece mencionarse que esta área en losaledaños de los palacios y dedicada a asuntos

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141 Jesús BERMÚDEZ PAREJA: “Identificación del palacio...”

142 Jesús BERMÚDEZ LÓPEZ: “Notas sobre la traza...”

143 Jesús BERMÚDEZ LÓPEZ: “Notas sobre la traza...”, p. 449.

144 Jesús BERMÚDEZ LÓPEZ: “Notas sobre la traza...”, p. 448.

145 Jesús BERMÚDEZ PAREJA: “Identificación del palacio...”, p. 56.

146 Emilio GARCÍA GÓMEZ: Foco de antigua luz....

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147 Basilio PAVÓN MALDONADO: ”Los accesos...”, p. 63.

148 Basilio PAVÓN MALDONADO: “Los accesos...”, p. 54.

149 Emilio GARCÍA GÓMEZ: Foco de antigua luz...

150 Emilio GARCÍA GÓMEZ: Foco de antigua luz..., p. 142.

151 Emilio GARCÍA GÓMEZ: Foco de antigua luz..., pp. 146-147.

de la administración, estaba surtida de agua. Lasnumerosas pilas que lo testimonian se abaste-cían a partir de un aljibe que había, y que hoyse encuentra en el ángulo NO del palacio rena-centista: “Todos estos edificios se surtían del aguade un aljibe vecino levantado al otro lado de la CalleReal Baja; queda hoy bajo el ángulo noroeste delPalacio de Carlos V. Su planta, nueve tramos sepa-rados por pilares, recuerda el aljibe árabe de laMezquita aljama de Córdoba, organización bizan-tina que pudo haber tenido la torre vieja suplanta-da de Comares. Bóvedas de medio cañón, arcosescarzanos y revestido de estuco rojo avalan sucarácter islámico, muy acorde todo con los aljibesalmohades conocidos en la Península” 147.

De este aljibe quedan restos visibles quefueron exhumados con motivo de las obras deadaptación de un espacio del Palacio de Car-los V para Sala de Presentación. Ha quedadoincorporada a la misma gracias a los buenos ofi-cios de Jesús Bermúdez López.

El texto que hemos reproducido más arri-ba y que firma Pavón parece señalar que estealjibe fue anterior al complejo que conocemoscomo Mexuar. De esta manera se explicaría laexistencia de un principio urbanizador en estaárea, aunque sin funciones muy claras. En lamisma línea argumental está su afirmación acer-ca de la mezquita existente en el patio prece-dente al de Machuca: “El emplazamiento de estamezquita, cuyo alminar habla en favor de la utilidadpública que tuvo, incita a reflexiones de orden cro-nológico. Es el oratorio más próximo a la Alcazabay al Patio de Comares. Considerando que el orato-rio del Mexuar se debe a Mohammed V, reservadopara su uso privado, aquél sería uno de los más anti-guos de la Alhambra, poco anterior o contemporá-neo a la Mezquita Real de Mohammed III, sirvien-do por igual a la corte y a la servidumbre. Queavanzando el tiempo aumentaría su popularidad

viene a probarlo una puerta abierta al sur del recin-to tercero, cerca de la mezquita, de modo que porella se pasaba a ésta desde la Calle Real Baja” 148.

El texto de Ibn al-Jatib, traducido y analiza-do por García Gómez 149, pone de manifiestoque en 1362 se estaba aún construyendo el grancomplejo del Mexuar, en el que, indudable-mente, tuvo que integrar el rey construccionesanteriores y organizarlas todas urbanísticamente.Así, leemos en la traducción del insigne arabista:“En el mes de rabi‘ I del año 764 [=1362] invitóel Sultán a la gente a su suntuosa construcción,tema nocturno de los caravaneros, conversación delas tertulias, prueba de noble designio y suma debelleza. Dicha construcción la había hecho nueva conmotivo de su segundo reinado: ese que nos salvóde la desgracia y nos abrió favorablemente las puer-tas del cielo. De esta edificación había hecho su gransala general y el diwan que unificaba todo sumexuar” 150.

El texto en cuestión, más adelante, señalaque aún no estaba enteramente construido elconjunto: “En este edificios, sin parangón en la tie-rra habitada, quiso el soberano celebrar la noche deNavidad, aún a sabiendas de que se hallaban a medioconstruir, pues no está acabada la parte primera,para no hablar de la segunda” 151.

En suma, al tratarse de una ciudad palatinalas fuentes escritas privilegian su conocimientoy permiten establecer una evolución, siquieraelemental, de la misma. Es el caso que obser-vamos en el Mexuar. Pero el trabajo arqueo-lógico, lo mas riguroso posible, es imprescindi-ble para poder estudiar el espacio y sudistribución. El análisis de las plantas, de lasactuaciones pasadas, de los vestigios presentesy eventuales excavaciones siguen siendo más queimprescindibles. La sujección a los textos escri-tos acarrea problemas, pues no se deben de

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interpretar de forma literal, sino a partir de laconcepción del propio poder que los alienta.

El afán constructivo de los tres monarcas quellenan prácticamente el siglo XIV quizás tuvie-ra como consecuencia una disminución de espa-cios interiores en el conjunto monumental. Esteproblema ya aparece reflejado en la creaciónde estructuras constructivas que se desarrollanincluso encima de la propia muralla. Es el caso,ya conocido y mencionado, de la Torre de laCautiva, pero también de la de las Infantas, quees de fecha posterior.

Tal situación suponía un problema, dadoque la familia real tenía que encontrar acomo-do y no era una tarea fácil. Mientras en otrosámbitos como el rural existe una posibilidad gra-cias a la segmentación, en el que nos ocupaahora era ésta imposible. El crecimiento en elpropio conjunto alhambreño tropezaba ade-más con una dificultad añadida, la existencia alos pies de la propia Alhambra de la ciudad deGranada. Es por eso por lo que tiene queextenderse hacia arriba en vez de hacia abajo.

Ya se dijo que en los textos en los que sehabla de la llegada de los nazaríes, aparecen refe-rencias a la traida del agua a la Colina Roja. Dehecho la fundación de la Alhambra está ínti-mamente conectada a la creación de la Ace-quia Real. Nace en el río Darro a la altura delactual cortijo de Jesús del Valle. El canal deagua va por su margen izquierda, colgada en laabrupta ladera que allí hay. Tiene un recorridomás o menos homogéneo en cuanto a pen-diente y llega a dar la vuelta siguiendo la dis-posición de la colina. Entra en el recinto monu-mental por el Generalife, integrándose en suarquitectura en el famoso patio de la Acequia.Tras salir de la almunia, sigue un recorrido fácil-mente reconocible gracias al moderno paseode los Cipreses. Debía de regar las huertas queen toda esa zona existen, hoy bastante desfi-guradas por obras de ajardinado y la cons-

trucción del auditorio al aire libre para los fes-tivales de música y danza. Una vez que llega alfinal de esas tierras de cultivo, desciende haciala llamada torre del Agua, que recibe su nom-bre por entrar precisamente por un acueduc-to protegido por ella en la ciudad palatina.Siguiendo la línea de máxima pendiente va dis-tribuyendo el agua a ambos lados. La Calle Realtiene el mismo trazado que el canal. Cuandollega a la Puerta del Vino, según parece, tieneun sistema que le permite por un sifón acce-der a la Alcazaba, integrando en ella las estruc-turas hidráulicas anteriores.

Esta acequia es el nervio vital de la Alham-bra. Su crecimiento está condicionado por ladisponibilidad de agua. Como aquél, según seha dicho, era hacia arriba, era preciso buscarel medio de llevarla hasta cotas más altas quelas que tenía la citada Acequia Real.

La primera solución que se adopta preten-de solventar un pequeño problema. Se dedu-ce del hecho de que se pone en riego unextensión realmente pequeña y no sirve paraabastecer de agua a ningún asentamiento 152.Sin embargo, la opción que se tomó era téc-nicamente muy compleja. Para llevar el agua másarriba se creó un pozo de noria. Tiene unaprofundidad total de 19,35 m, si bien a los15,80 m apareció una galería en su pared O.Ésta tiene una longitud de 51,98 m de reco-rrido real. Se diferencian tres tramos. El primero,que va desde el mencionado pozo de noria aun pozo respiradero, llega a tener 20,3 m. Estepozo respiradero alcanza una profundidad desdesu boca al canal de agua subterráneo que vapor la galería, de 10,68 m. El siguiente recorri-do va hasta un segundo respiradero. Es de 9,53m de longitud. La altura del pozo es de 6,45m desde la parte alta del brocal. El último tramollega a tener 18,4 m y termina en las proximi-dades de la Acequia Real, una vez que ésta hasalido del Generalife. De este modo se pudocomprobar que un pequeño canal, inserto en

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152 Se puede seguir este tema en Antonio MALPICA CUELLO: “Un sistema hidráulico de época hispanomusulmana: la Alhambra”,en José A. GONZÁLEZ ALCANTUD y Antonio MALPICA CUELLO (coords.): El agua. Mitos, ritos y realidades. Barcelona, 1995,pp. 215-239.

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153 Rafael G. PEINADO SANTAELLA: “El repartimiento y el espacio urbano de la Alhambra de Granada según el fallido proyectopoblador del año 1500”. Cuadernos de la Alhambra, 31-32 (1995-1996), pp. 111-124.

154 Jesús BERMÚDEZ PAREJA y Mª Angustias MORENO OLMEDO: “El palacio de los Abencerrajes”. Cuadernos de la Alhambra, 5(1965), pp. 55-67.

la galería, llevaba el agua hasta el pozo de lanoria, desde donde era elevado. Un gran alber-cón, conocido como de las Damas, con unacapacidad máxima de 401,3 m3, era el puntofinal de destino. A partir de él se ponían encultivo nuevas tierras. Se había solucionado elproblema de conducción del agua y la puestaen valor de un área superior.

Se debió de mostrar insuficiente para lasnecesidades posteriores, puesto que se arbitróun nuevo sistema. En efecto, como era impo-sible con una simple noria abastecer una exten-sión más amplia, se tuvo que recurrir a la cre-ación de una acequia superior. Es la llamada delTercio. Hace referencia a la disponibilidad deagua del total que se toma del río. Esta divi-sión del caudal explica que se acudiera a solu-cionar el problema de incremento por unaexpansión en parábola. No tuvo que tomarseel agua de ningún otro punto ni crear un nuevocanal en la totalidad del recorrido. Se arbitróel sistema más lógico, buscar nuevos espaciosa irrigar y ocupar. Cuando la cota a la que eranecesario llevar el agua era incluso más eleva-da que el tramo superior de la Acequia Real,se puso en funcionamiento el mismo sistemaque el ya explicado del Albercón de las Damas.Es así como se explica la formación de la almu-nia de Dar al-‘Arusa, que tal vez se creara amediados del siglo XV.

Un aspecto interesante y que debe de tener-se en cuenta para futuras investigaciones es larelación entre el sistema hidráulico de la Alham-bra y la propia ciudad de Granada. El hechode que tome el agua la almudayna aguas arri-ba de la presa que sirve para abastecer las ace-quias de la madina granadina, ocasionaría algu-nos problemas. En cualquier caso, parece claroque al menos los sobrantes debieron de con-ducirse a Granada. El tramo superior de la ace-quia, la llamada del Tercio, servía también parauna parte importante de aquélla, pues daba

agua a la Antequeruela y llegaba hasta el Campodel Príncipe. Suministraba a los espacios ocu-pados por encima de la Acequia Gorda delGenil, mejor dicho del ramal que entra en laciudad. Pero tal problemática deberá de anali-zarse luego de una investigación más minucio-sa que está por hacer.

Además de ganar estos espacios, se cons-truyen otros. Es el caso del palacio de YusufIII, en el Partal, y la torre de las Infantas.

LA ALHAMBRA CRISTIANA

A la llegada de los castellanos, aun habien-do caido por rendición la ciudad palatina, sinque la acción militar supusiese ninguna altera-ción de la misma, se produjo una verdaderatransformación. Ha sido minimizada, aunquetiene una indudable importancia. El deseo demostrar una Alhambra que apenas fue tocadapor los Reyes Católicos y, pese a la construc-ción del palacio de Carlos V, preservada porlos conquistadores, ha jugado un papel muydestacado. Está dentro de la línea que es cali-ficada como “mudejarismo”.

Lo primero que se advierte es que hubouna fragmentactión territorial importante. ElGeneralife pasó a manos de los Granada-Vene-gas, descendientes de la familia real nazarí, mien-tras que la Alhambra se conservó para la coro-na. Un alcaide estaba a su cargo, el conde deTendilla.

Igualmente, el recinto amurallado, aunquepropiamente no fue repartido pese a existir unintento 153, fue parcelado y se entregaron edi-ficios a particulares. El caso más evidente es elde las casas de los Abencerrajes, en el Secanode la Alhambra 154, concedidas a Juan Chacón.Y eso sin hablar de la fundación de un monas-terio de franciscanos en un palacio y la con-

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versión de la mezquita en iglesia, la de SantaMaría de la Alhambra.

Las modificaciones más visibles son de ordendefensivo. Nos referimos a una serie de baluar-tes que se edifican en diversas torres y puer-tas. Sobre este punto ya se manifestó TorresBalbás:

“Hay en la Alhambra una serie de baluartes, de plan-ta de arco de círculo varios de ellos, bien dispues-tos para el emplazamiento de artillería que prote-giese los principales ingresos: en el extremo ponientede la Alcazaba –gran baluarte de perímetro enparte curvo que domina porción considerable de laciudad, de argamasa y ladrillo con cajones de mam-postería–, en las puertas de la Justicia, de Siete Sue-los y de la torre de los Picos. Entre los baluartes delas puertas de la Justicia y Siete Suelos reforzóse unatorre intermedia, llamada de las Cabezas o de laCárcel, con otro baluarte poligonal y de mucho salien-te, preparado también para artillería, que desde élpodía batir ambos ingresos. Esas obras, de refuer-zo militar de la Alhambra con arreglo a los avan-ces de la técnica de la fortificación, no son más vie-jas del siglo XV, pero, ¿anteriores o posteriores alaño 1492? Ninguna otra semejante hay en el reinonazarí; en Castilla dispusiéronse barreras o ante-muros bajos para emplazar artillería, en torno delas fortalezas, en los últimos años del siglo XV, enalgunos castillos –Coca, Arévalo, Medina del Campoy san Silvestre; en el siglo XVI, Grajal. Consta que,a seguida de la conquista de Granada, bajo la direc-ción del capitán de artillería maestre Ramiro, serevistieron parte de las murallas de la Alhambra conobra de mampostería, para evitar su desmorona-miento. La puerta de Hierro, entrada al baluarte dela torre de los Picos y al interior del recinto tras otroingreso situado al pie de ésta, reconstruyóse por losReyes Católicos; sus armas, con las flechas y el yugo,esculpiéronse sobre su arco carpanel.

A iniciativa de los mismos monarcas se debe otraobra de ingeniería hecha en la Alhambra: el gran alji-

be, todavía en uso, construido en el barranco o fosoque separaba la alcazaba del resto del recinto. Reve-la idéntica preocupación defensiva que los baluar-tes: la guarnición cristiana de la fortaleza de la coli-na roja quedaba en condiciones favorables para sufrirun asedio, en caso de corte de la acequia Real, quela cruza y provee de agua corriente” 155.

La necesidad de emplazar la artillería fue lacausa principal de estas obras, como un docu-mento muy detallado nos informa 156. En él seencuentran asimismo referencias abundantísimasa la construcción del gran aljibe que hay en lasproximidades de la Alcazaba. Responde al deseode los castellanos de asegurar la defensa de laciudad palatina.

No sólo pasó a ser emplazamiento de lanueva monarquía, que adapta la zona de pala-cios en beneficio propio, creando una capilla yunos ejes de comunicación nuevos desde ellaa Comares, redecorando numerosas partes delos mismos, sino que se consolidada comoestructura defensiva. La Alcazaba se separa aúnmás de la Alhambra.

Es imposible recoger en el presente estu-dio todas las modificaciones que tuvieron lugar.Sólo señalaremos que fueron numerosas a par-tir del mismo momento de la conquista cas-tellana y continuaron en años sucesivos. En elrelato del viajero alemán Jerónimo Münzer,quien llega a Granada a 1494, se recoge loque allí estaba pasando a poco de la conquis-ta y entrada de los castellanos. En una ocasióndice: “Asimismo, el conde, noble caballero, al salirdel alcázar, nos condujo a un aljibe, nuevo y cua-drado, tan grande como la iglesia de San Sebaldo,que hizo construir en este mismo año, con gastode dies mil ducados. Obra tan estepunda que nose da más” 157.

Y un poco más adelante menciona de mane-ra general las obras que se están llevando a cabo,

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155 Leopoldo TORRES BALBÁS: “Los Reyes Católicos en la Alhambra”. Al-Andalus, XVI (1951), pp. 185-205, espec. pp. 199-200.

156 Archivo General de Simancas, Contaduría Mayor de Cuentas, 1ª época, leg. 140. Un extracto de los datos en Antonio MALPICACUELLO y Jesús BERMÚDEZ LÓPEZ: “Transformaciones cristianas...”.

157 Jerónimo MÜNZER: Viaje por España y portugal (1494-1495). Madrid, 1991, p. 97.

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158 Jerónimo MÜNZER: Viaje..., p. 97.

159 Antonio MALPICA CUELLO y Jesús BERMÚDEZ LÓPEZ: “Transformaciones cristianas...”, pp. 313-314.

describiendo la situación en que está la pobla-ción en el interior de la Alhambra: “Son muchoslos sarracenos que están edificando allí. Son muchostambién los que en la fortaleza y sitios reales recons-truyen lo que estaba en ruinas. Pues el rey de Gra-nada, después que se dio cuenta de que no podíaresistir al cristianísimo rey de España, permitió quese deribasen muchos edificios. Hay muchas tiendasde víveres y alojamientos para los bombarderos ypara los otros soldados. No se le permite a ningúnsarraceno dormir de noche en el alcázar, sinoq uetiene que bajar a la ciudad o a alguna otra posa-da de ella” 158.

La imagen dibujada por el viajero alemánpone de manifiesto la situación del conjunto,en cuya modificación, esencialmente militar ypalatina, colaboran musulmanes que no vivenen la ciudad de Granada, sino que han venidode fuera.

A modo de conclusión de este tema, senos permitirá reproducir un párrafo sacado deotro trabajo anterior :

“En suma, los Reyes Católicos entendieron desde elprimer momento que la Alhambra era una fortale-za y la dotaron de estas características que ya tenía,reforzando su condición. No se debe al hecho deque estuviesen en ruinas, sino al deseo de estable-cer una artillería en el reducto militar por excelen-cia sobre Granada. Los baluartes que se estable-cieron en los puntos esenciales, lo demuestran.Igualmente la regulación del agua para la Alcaza-ba y el espacio próximo, con el mantenimiento dela coracha que baja al Darro y el arreglo y edifica-ción de aljibes, son una prueba irrefutable del deseode crear unos importantes mecanismos defensivos.

Al mismo tiempo, respetaron la parte palatina adap-tándola a sus necesidades. La capilla real en elMexuar y las áreas aledañas sufrieron una trans-

formación importante. El Cuarto Dorado es uno delos más modificados, como se ve con claridad en laventana gótica que se abre al Darro, e incluso sepuede pensar que hicieron obras hasta crearlo. Detodas formas, el desarrollo del eje que va de E a Orecorriendo los palacios reales, en oposición a losmecanismos de entrada y salida de época nazarí yen oposición a los pasos militares, es esencial.

Por último, la fragmentación del espacio de todo elconjunto determinó la definitiva ruptura, aunque semantuviese un lenguaje de la época precedente, dela concepción y del funcionamiento de la Alhambray su territorio” 159.

De todas maneras, la investigación tendráque seguir su curso, pues son numerosas lasintervenciones que hubo en períodos poste-riores y, más tarde, las obras de restauraciónque han llegado a configurar la Alhambra quehoy vemos.

Un recorrido apretado por la Alhambra, enel que hemos privilegiado las etapas cronoló-gicas, no evita un análisis más en profundidadde los elementos que han ido configurandoese conjunto. Es imposible hacerlo en el marcodel presente trabajo. Somos conscientes delos límites que nos ponemos por eso mismo,pero la elección había que hacerla y, teniendoen cuenta nuestra dedicación a la Arqueolo-gía, era imprescindible optar por el caminoemprendido.

Todas la innumerables cuestiones que que-dan pendientes se deberán de estudiar en diver-sos trabajos, muchos de los cuales ya han sidopublicado por varios investigadores. Quizás hayallegado el momento de ofrecer un resumencrítico de lo que sabemos, pero no es ahorala ocasión oportuna.

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Fig. 1. La Alhambra de Granada con la ciudad y su vega al fondo. *

Fig. 2. La Alhambra y el barrio del Albayzín.

* Todas las fotografías son de Miguel Rodríguez Moreno.

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Fig. 3. La Alcazabade la Alhambra.

Fig. 4. La Torre de laVela, de la Alcazaba.

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Fig. 5. El Partal.

Fig. 6. Fachada de ponientede la Puerta del Vino.

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Fig. 7. Fachada de levantede la Puerta del Vino

Fig. 8. El Generalife.

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Fig. 9. Torre de los picos y salida al Generalife.

Fig. 10. Paso al Generalife.

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Fig. 11. La rauda de la Alhambra.

Fig. 12. Puerta de las Armas.

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Fig. 13. Puerta de Siete Suelos.

Fig. 14. Puerta de la Justicia.

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Fig. 15. Patio de Comares.